Una búsqueda imposible

Llevaba días navegando por el mar sin rumbo fijo. Obviamente, pues no disponía de un log pose o siquiera un eternal pose. Por fortuna, el bote que amablemente me había dejado aquel Michigan era resistente, y no había tenido ningún problema, excepto una pequeña fuga que conseguí arreglar fácilmente. El problema principal era que me estaba empezando a quedar sin agua. Apenas me quedaban un par de garrafas, que se estaban empezando a tornar impotables. La parte racional de mí sabía que no debía racionar el agua, porque me deshidrataría y moriría antes de tiempo. Sin embargo, me costaba mucho más el ver las botellas vacías y nada de tierra a la vista. Cayó la noche y, sin querer, caí dormido. No supe cuanto tiempo pasó, pero seguía siendo de noche. Concretamente, una noche cerrada y sin luna. Una luz me despertó, que señalaba una playa. Parece ser que algo de la suerte de Yor se me ha pegado, pensé con sorna. Comencé a remar intensamente, ansioso por llegar a la playa y tocar un poco de tierra firme. Allí podría recomponerme y, con mucha suerte, discernir en que isla estaba. Con aún más suerte, Yor no andaría muy lejos.

Al fín llegué a la playa, que estaba desierta, y bajé del bote la poca comida que quedaba en él. Además de prácticamente náufrago y perdido en una isla que no conocía absolutamente solo, también estaba muy, muy pobre. Concretamente, tenía en mi posesión cero unidades de berries. En peores me he visto, supongo, pensé. Era mentira. Esta era sin duda una de las peores situaciones en las que había estado. Intenté adquirir otra vez el optimismo invencible de Yor. Si me había funcionado una vez, me tenía que funcionar dos. No quedaba otra. Una vez más, mi historia acaba de empezar. No puedo morir aquí, así. Con las pocas fuerzas que me quedaban, salí en dirección al asentamiento más cercano, rezando por que no fuera una isla abandonada.

Por suerte, lo que encontré fue una ciudad enorme, colmada de altos edificios y luces. Muchísimas luces. Yo era un chico de campo, y me encontré a mí mismo completamente mesmerizado ante el despliegue de luces y modernidad que había en aquella isla. No hay tiempo de impresionarse Jin. Hay que causar buena impresión en este sitio. No queremos que nos echen a hostias otra vez… ¿Cómo narices voy a encontrar a Yor aquí? Hay mas personas de las que he visto en toda mi vida juntas. Decidido, eché a andar hacia el motel más cercano.

El incidente con el gyojin había acabado regular. La gente del barco, durante el resto del viaje se mantuvo hablando de lo malos y peligrosos que era aquella raza. Los mencionaban como una raza incivilizada que no merecía otra cosa que su eliminación de la tierra. No tenía la misma opinión, si era cierto que había resultado ser alguien bastante agresivo el que abordó el barco, sin embargo, la gente no había hecho nada por favorecer una relación más o menos amistosa con él salvo yo.

Cuando llegamos a la isla, me despedí de forma definitiva del capitán del barco y del resto de la tripulación. Me fui adentrando en la ciudad, no parecía estar en sus mejores momentos. Y la gente que pude ver no parecía ser muy amable. Unos parecían ir con miedo y otros estaban atentos a cualquier movimiento, como si estuviesen esperando algo que no terminada de llegar. No me daba muy buena pinta la ciudad, me la había imaginado de otra forma. Miré a mi alrededor y cuando nadie me veía entré en un callejón oscuro del que hice que saliese Raven y Katua, sin duda eran los mejores para buscar información y hacerme una idea de como estaba la cosa.

Mientras estos se movían por la ciudad en la medida de lo que podían, yo continué caminando por la calle. La información que recibía de las sombras era similar a la que yo iba viendo; la gente parecía más delgada de lo que era habitual, más aún en una ciudad. Kauta llegó a ver en un par de ocasiones como habían intentado asaltar a una persona. Parecía que era necesario que me mantuviese lo más alerta que pudiese.

El ponerme a buscar algo de información en este lugar iba a ser algo realmente complicado dado que si la gente iba a huir de mí por miedo a que les atracase, o bien, que a quien le preguntase me fuese a atacar a mí en busca de cualquier cosa. En aquella ocasión debía hacerlo sin depender de nadie. Mentalmente le ordené a Katua que comenzase a buscar a gente que pareciese un atracador o que siguiese a alguno para escuchar alguna conversación de la que pudiésemos sacar algo en claro de como funcionaba el bajo mundo de la ciudad. Por aquel motivo mantuve al gato vigilando para que estuviese cerca y tuviese completa libertad de movimiento.

En el tiempo que le di al pequeño animal para que recopilase información encontré un motel que parecía más o menos bueno y seguro para como estaban las cosas en la ciudad. Me cercioré que la sombra del animal estaba en rango y luego entré en el lugar para pedir una habitación por si tenía que quedarme.

No tuve que andar mucho tiempo hasta encontrar un hostal de mala muerte en las afueras de la ciudad enorme a la que estaba entrando. En condiciones normales, no me habría importado lo más mínimo dormir aquí, sin embargo, estaba en una ciudad que no conocía y estaba muy cansado. Si alguien intentaba robarme o atacarme en mi estado, no acabaría bien. Decidí salir del local y vagar un poco por la ciudad. Con suerte llegaría a algún hotel más decente. Mientras andaba, me dí cuenta de varias cosas. La primera es que los habitantes de este sitio son muy cerrados. Apenas interactúan entre sí, todo el mundo va mirando al suelo sin prestar atención a los demás. La segunda es que todo el mundo aquí es muy pálido. Pareciera como si no les hubiera dado el sol en meses.

Con estos pensamientos llegué a un hotel bastante menos de mala muerte. Seguía en las afueras, garantizando que no fuera a ser demasiado caro, pero no estaba en los peores suburbios. Para empezar, en este había gente que se había lavado hacía menos de 48 horas. Estaban relativamente bien vestidos y tenían cara de comer regularmente. Eso fue un problema, pues yo no cumplía ninguno de esos puntos. Llevaba mas o menos semana y media sin dormir ni tocar un baño, mis ropas estaban para tirarlas y estaba al borde de desplomarme al suelo ahí mismo. Asumo que el parche y las cicatrices de mi cara tampoco ayudaban. Esto resultó en que nada más entrar al hotel, absolutamente todo el mundo se giró a mirarme. Ignoré las miradas, al fin y al cabo, clasistas hay en todos los rincones del mundo. Me dirigí a la recepción, donde había un chaval de no más de 20 años, que parecía muy cansado.

- Buenas noches, me gustaría alquilar una habitación.

Lo dije con la voz más amable que pude poner dadas las circunstancias (que no es que tenga mucho dinero en mi posesión). El chico ni siquiera levantó la mirada.

- Serán 599 berries

Cómo no. Tenía que costar solo un poquito más de lo que llevo encima.

- ¿Es eso lo más barato que tienes? Solo llevo 400 berries – De momento, decidí seguir con el tono amable y conciliador. No quería montar ningún lío recién llegado

- Mira colega, no me importa que solo lleves 400. Son 599 o te puedes ir yendo a tomar por culo de este hotel – Lo dijo sin siquiera levantar la vista del mostrador

Su tono me molestó, y no pude controlarme. Se acabó la amabilidad. Me acerqué al mostrador y le levanté la cabeza con una mano. No fue un movimiento agresivo, simplemente dirigí su mirada hacia mis ojos. Después alejé mi mano de su cara. Modulé mi voz a una incluso más seria y rasposa de lo normal.

-Escúchame, chaval – clavé mi mirada en la suya – llevo dos semanas luchando por mi vida en el mar, solo, casi sin comida ni agua y sin dormir. No sé cómo tratais en esta ciudad a los náufragos, pero cualquier persona normal esperaría un poquito de amabilidad. Te daré los 400 berries. Tú me darás la llave de la habitación más penosa que tengas. Y mañana te traeré los 200 berries que faltan. Ni siquiera te estoy pidiendo que este hotel pierda dinero. Sólo te estoy pidiendo un poco de amabilidad a un pobre naufrago.

Mis palabras formulaban una petición, pero mi voz no daba lugar a elección. El chaval me dio la llave de una habitación, y volvió a fijar la mirada en el mostrador, aunque claramente estaba tenso. Al final he montado un pollo en el hotel. Tendré que disculparme mañana. Subí a la habitación y caí desplomado.

Después de haber rentado mi habitación, me quedé por el vestíbulo, a veces se podía ver a gente interesante en este tipo de lugares, además de que veías que tipo de personas solían frecuentar la isla y se podía conseguir información con solo escuchar un poco.

Durante los minutos que allí me encontré no pude ver demasiado movimiento en la recepción, un par de parejas que dejaban el local, ambas ibas vestidas como la clase media, aunque un reloj de oro no se le escapó a mi vista, sin duda aparentaba ser gente que no era rica dada la peligrosidad de la isla. Por otra parte, no me pareció ver a nadie que pidiese una habitación. ¿Acaso había escogido un mal hotel para quedarme? No podía ser, pero si la gente externa a la isla se había enterado de qué era lo que sucedía en su principal ciudad posiblemente decidiesen cambiar de destino.

Sin embargo, justo cuando estaba por marcharme a seguir dando vueltas por la ciudad en busca de pistas para encontrar al Hakkin e”el trasgo”, entró al hotel un tipo cuyas pintas no eran muy buenas, a simple vista parecía cansado, llevaba un parche y era castaño. Me levanté y estuve atento a lo que hacía. El tipo fue hasta recepción y pidió una habitación. Cuando le dijeron el precio informó del dinero que llevaba encima y no alcanzaba. El personal de recepción no fue muy agradable, no dignándose a mirar al cliente ni informarle correctamente. Aquello conllevó a que el tipo aquel, revelase que no era alguien normal, agarró al tipo aquel y le dijo que le adelantaría el dinero que tenía y más tarde pagaría el resto.

Sin duda aquello surtió efecto y ante la mirada aterrorizada del recepcionista acabó aceptando lo que aquel tipo le decía que haría. Tras recibir su llave el tipo aquel subió a su habitación. Cuando comenzó a subir me acerqué a la recepción y hable con el personal.

-Veo que ha habido una complicación. - Dije al llegar.

-Si vienes por un trato de preferencia como al anterior no va a suceder, así que largate a no ser que quieras otra cosa.

-Sí, bueno, ¿cuándo ha dejado por pagar? - pregunté como quien no quería nada – Yo lo pagaré.

-¿Por qué haría algo así?

-Está bien que alguien te deba algo, por poco que sea.

EL recepcionista me dijo lo que quedaba por pagar y lo aboné luego le pregunté por la habitación en la que estaría, subiría y hablaría con aquel tipo. Cuando llegue a la puerta, me aseguré de tener la ropa presentable y llamé a la puerta.

Subí a la habitación y me senté en la cama, encendiéndome por fin un cigarro. Llevaba sin hacerlo desde que me había ido del barco de Christa. Me quité la camiseta que llevaba, que estaba empezando a quedarse pegada, exponiendo mi torso y todas sus cicatrices, que no eran pocas. Sin quererlo, del cansancio, me puse a divagar. En verdad me daba pena el recepcionista. Solo estaba haciendo su trabajo y, francamente, yo tampoco estaría de muy buen humor si tuviera ese trabajo. Sin embargo, estoy demasiado cansado como para ir a buscar otro hotel. Al fin y al cabo, le pagaré dentro de poco. Espero. Solo necesito que de la casualidad de que Yor esté en esta isla, y que sea capaz de encontrarle entre toda esta gente. Aunque tengo la sensación de que, si está en esta isla, me daré cuenta de una manera o de otra. No es una persona que pase precisamente desapercibida.

Estaba completamente ensimismado en estos pensamientos cuando el sonido de la puerta me sacó de golpe. Cogí una de mis espadas. ¿Quién puede estar llamando a estas horas? ¿Y a esta habitación en concreto? Me acerqué hacia la puerta, y la abrí lentamente. Delante de mí había un hombre de alrededor de mi estatura, vestido de traje, con una gabardina oscura. No pude evitar distraerme mirando a sus ojos, que tenían un iris cuanto menos raro, cuadrados y de un color rojizo. Por alguna razón, me había caído bien.

Debí de haberme quedado mucho tiempo mirando, pues llamó mi atención con un carraspido. Parpadeé un par de veces

- Eh…, perdóname el mirarte tan fijamente, admito que me he distraído un poco. ¿Quién se supone que eres?

El chaval se me quedo mirando. Me pasé las manos por la cara, intentando lavarme el aturdimiento de la cara

- Disculpa mis modales… Me llamo Jin. – Le tendí la mano con una media sonrisa. – Lamento mi estado, llevo unas semanas difíciles.

Abrí la puerta del todo, y con un gesto le invité a entrar. Pasó, y cerré la puerta detrás de él.

- Por cierto, no me has dicho tu nombre, ni qué quieres de mí. – bajé la espada, señalizando que no tenía intenciones hostiles – Como ya he dicho, llevo unas semanas complicadas, y no me apetece demasiado pelear. - pegué una calada al cigarro y sonreí - Sería una pena cicatrizarte esa bonita cara que tienes.

No tardó en abrir la puerta demasiado, era alguien que parecía tremendamente cansado cuando lo vi por primera vez, y esperaba que no se hubiese quedado dormido tan rápidamente. La puerta se abrió lentamente y asomó la cabeza, en su boca había un cigarrillo y no sabía si era porque esperaba algo de mí o no, pero se mantuvo callado mirándome ensimismado. Carraspeé y sin dar pie a que me cediese paso comencé a entrar en la habitación. Mientras entraba se disculpó por haberse quedado de aquella forma, me giré hacia él y le miré fijamente al ojo, podía haber sido por el sueño.

-Buenas, soy Morgoth, encantado, señor… - esperé a que me diese su nombre antes de continuar –. Señor Jin, bien – le volví a sonreír y le estreché la mano que me tendía – quería informarle que he comprado su deuda y de hecho – saqué una pequeña bolsita del abrigo – le he pagado la estancia en el hotel, además de los días que se quede.

Le lancé la bolsa en la cual había cuatrocientos berries, que era lo que él había pagado al de recepción, evidentemente no le había dicho nada al de recepción, pero aquello me podría facilitar lo que pretendía. Pude notar como guardó un arma y comentaba que no quería pelear con nadie.

-Lo comprendo, lo comprendo. Su aspecto dice a gritos que quiere un rato de descanso, y quizás una ducha para mayor relajación. – Hice una pequeña pausa para esperar a que guardase el arma y si lo quería, se sentase –. Verá, estoy buscando a un tipo que se mueve por los barrios bajos, ¿es usted un local de aquí o viene de fuera?

Me imaginaba la respuesta, pero por el aspecto que traía, no era alguien que fuese de la ciudad, además podía ver impregnado en su ropa el olor a salitre del mar, por lo que venía como mínimo de algún puerto, si era un marinero y llevaba poco tiempo aquí, quizás hubiese visto al “Trasgo” pasar por el puerto cuando llegó a la isla, o quizás vio si zarpó de nuevo o en que dirección se adentró en la isla. Cualquier información que le sacase a Jin me ayudaría a estar más cerca de encontrar información del cabrón de Kurogiri o alguien relacionado con él.

Quizás fuera demasiado cliché lo que hacía y juntaba a gente de los barrios bajos para buscar información, pero consideraba que cuando su vida podía correr peligro no solían dudar en vender a alguien para salvar su pellejo.

Intenté devolver los berries, a lo cual Morgoth se negó rotundamente.

- El darme los 400 berries no te ayudará mucho. – pegué otra calada al cigarro – Por desgracia para ti, llevo en esta isla un total de 3 horas. Sin embargo, no me gusta nada deber cosas a nadie… Te ayudaré a buscar a quien sea que estés buscando. – Hice una pequeña pausa – Y, de verdad, puedes tutearme. Es incómodo que me hables de usted, no soy tu superior.

Ayudaré a este tal Morgoth con su movida y, con suerte, me encuentro con Yor de camino. En cuanto apareció ese pensamiento en mi cerebro, el universo pareció responderme. Casi instantáneamente, un destello se pudo ver desde la ventana. Fui corriendo a mirar, apartando a Morgoth del camino. El fuego salía del techo de uno de los rascacielos gigantes, que como estábamos en la periferia, se podían distinguir.

- Yo también llegué a esta isla buscando a alguien – Me dirigí a Morgoth, aún mirando por la ventana – Pero parece que lo acabo de encontrar.

Agarré mis espadas y salí corriendo a la calle, sin preocuparme de ponerme la camisa. Asumí que Morgoth me seguiría. Pasé por el recibidor del hostal a toda prisa, ganándome otra vez todas las miradas de la gente que estaba en el recibidor. Una vez en la calle, intenté discernir la dirección por la que ir. En la distancia ví un tumulto de gente y barullo, así que asumí que era por allí. Anduve a paso rápido unos 5 minutos hasta que, de repente, un destello blanco vino desde la punta opuesta de la calle. Ese no es Yor, pensé, ligeramente preocupado. Realmente, siendo él, seguramente le habrá hecho su amigo o algo. Por desgracia, la calle era larguísima.

Aceleré el paso, mirando atrás un momento para ver si Morgoth me había seguido.
A los 20 minutos, llegué a la base del edificio. Era altísimo, de por los menos 60 pisos. Por desgracia, ni el techo ni los acontecimientos del techo se podían distinguir desde abajo. Esperé a que Morgoth llegara.

- Mi capitán está arriba, y posiblemente esté en peligro. Dame media hora, y te ayudaré a buscar a quien sea que tengas que buscar.

El chico no parecía querer aceptar el dinero, lo comprendía, que un extraño hiciese aquello, no era algo ni normal ni regular. Pero al no aceptar que me devolviese el dinero acabó aceptándolo y me respondió a mi pregunta. Como había supuesto no era alguien de la isla, sino alguien de fuera. Además de eso me dejo en claro que no le gustaban las deudas, por lo que me ayudaría. Con lo que necesitase.

-Muy bien, Jin – les respondí – las formalidades, no son por eso, considero que ser alguien educado con alguien le vas a pedir algo, son esenciales, más aún si no hay ningún tipo de relación entre ambos, como es el caso.

Jin continuó comentándome que había llegado a la isla en busca de alguien. Quizás aquello fuese un golpe de suerte y la ayuda pudiese ser mutua. Un destello bastante potente se notó a través de la ventana de la habitación. El chico me apartó para hacerse paso y ver lo que había sucedido con el destello aquel. Me acerqué con él a la ventana y pude ver un enorme edificio ardiendo en su cima. Cuando vimos aquello Jin dijo que había encontrado a quien buscaba.

-¿Sí?¿Y como sabes que ha sido esa persona y no otra?

No parecía escucharme y tras coger sus espadas salió de la habitación con bastante prisa. Abrí la ventana y me cercioré que esta daba a la calle, por suerte no estábamos muy altos así que me dejé caer y fui hasta la entrada del hotel por donde justo en ese momento salía Jin. Le di una orden a Raven y en pocos segundos comenzá a dirigirse hacia el edificio ardiendo mientras me pasaba imágenes de la calle más adelante. Avancé junto al joven al ritmo que él iba marcando.

Cuando llegamos al edificio que ardía el chico intentó que esperase ahí mientras él iba a ayudar al que llamaba su capitán.

-Lo siento, pero ¿no crees que es mejor que te ayude, voy a subir de todos modos, quien sabe, quizás encuentre también lo que ando buscando. - No esperaba su aprobación, así que entré con él al edificio y esperé al ascensor, sabía que no era lo más conveniente, pero sí lo más rápido para subir hasta la azotea, una vez en el ascensor le pedí a Raven que también subiese a la azotea y que me avisase una vez llegase.

Me encogí de hombros y sonreí.

-Haz lo que te plazca.

Dicho esto, me di la vuelta y me dirigí corriendo a las escaleras. No me podía fiar del ascensor, ya que podrían haber enemigos esperando en la salida, y no tendría mucha opción a defenderme. Además, el ascensor podría dejar de funcionar. El problema es que eran muchísimas escaleras. Vi que Morgoth cogía el ascensor para subir. Él sabrá.Me puse en el límite de las escaleras y, con un suspiro preliminar, comencé a esprintar escaleras arriba. Los primeros 40 pisos no fueron un problema, subiéndolos sin necesitar de parar. Los 20 siguientes se hicieron más duros, tuve que hacer varias paradas técnicas para no quedarme sin aire. Para qué querría alguien tantos pisos. Es muy innecesario. Pensé, molesto.

Cuando empecé a llegar a los pisos mas altos, empezaron a aparecer cadáveres. Todos de hombres trajeados, de negro y con fedoras. También estaban quemados. Esto tiene que ser obra de Yor.  Aceleré un poco el paso, impulsado tanto por la anticipación de reencontrarme con Yor como por la posibilidad de que hubiera enemigos más poderosos que estos seguratas. Espero que no haya tenido ningún problema. Sé que es perfectamente capaz pero no sirve de nada si no tiene ningún tipo de cuidado. Y si algo le falta es cuidado. Aunque bueno, quién soy yo para hablar.

Llegué al fin al último piso, encontrándome con Morgoth recién salido del ascensor. Las escaleras subían un poco más, a una escalinata que llevaba a una puerta que se abría a la azotea. La puerta estaba abierta, y tenía claros signos de que había ocurrido una pelea ahí. Desenvainé mis espadas por si acaso hubiera algún enemigo fuera de mi campo de visión. Grité hacia la azotea mientras salía por la puerta. En ella distinguí a Yor, a muchos hombres trajeados como los de antes en el suelo, y a otro ser chiquitito. Parece que es de la raza de Muffin… Es la segunda vez que veo uno.

-¡¿Yor?! ¡¿Estas bien?!

No parecía haber peligro, así que envainé mis espadas y me acerqué hacia él. Sabía que lo agradecería, así que le ofrecí una amplia sonrisa mientras tanto. No hay razón por la que no ser sincero a estas alturas.

-¡Cuánto me alegro de verte!

Me había apoyado en una de las repisas que estaban cerca, intentando recuperar el aliento lo más pronto posible, no sabía si vendrían más. Chasqueé la lengua molesto, estaba perdiendo práctica, esta pelea no tendría que haberme costado tanto, tengo que volver a entrenar... Entre mi transformación y los tajos que me habían propinado esos idiotas trajeados, mi ropa estaba un poco en mal estado, yo aún con heridas latentes. Para poder descansar mejor volví a mi forma completamente humano, sonriéndole a mi amigo tontatta, habíamos hecho un excelente trabajo en la pelea. Desgraciadamente, pronto oí el sonido de más pasos acercándose, poniéndome en posición de combate. Si se creían que ahora podrían conmigo, lo tendrían muy difícil. No obstante, en cuanto vi quién apareció por la puerta, mis ojos empezaron a brillar de alegría.

-¡Jin! ¡Llevo todo este tiempo buscándote! ¡No te vas a creer lo que ha pasado!- Corrí hacia él, dando un salto y aferrándome a este como si de un koala me tratara. Cuando empezó a tocarme la espalda en busca de oxígeno, me aparté un poco, mirándolo radiante.- Hueles horrible y te ves peor... ¿Por qué no llevas camiseta?

Volví a soltar una pequeña carcajada, desde que había conocido a mi fiel espadachín, no había pasado un día sin verlo y después de todo este tiempo de viaje, se me había hecho eterna la espera. Al darme cuenta de que posiblemente me hubiera encontrado gracias a nuestra increíble señal, no pude evitar sonreír orgulloso. Por mucho que se quejase de mis ideas la mayoría del tiempo, era innegable que esta vez había funcionado. Le estiré la mejilla como respuesta a mis propios pensamientos, queriendo molestarle un poco. Finalmente me bajé de él, cruzándome de brazos en una pose orgullosa.

-Gracias a mi estupenda idea nos hemos podido encontrar en este sitio tan asqueroso.- Me percaté entonces de una cosa, no había sido del todo justo.- Bueno, la verdad es que Thymo me ha ayudado, ¡es mi nuevo amigo! Sin él toda esta pelea habría sido mucho más cansada, es un guerrero inigualable.

Asentí un par de veces ante mi propia afirmación, la verdad es que el pequeñajo me había ayudado bastante. Gracias a sus habilidades y fruta del diablo habíamos podido hacerle frente a todos los matones que entraban en tropel a la azotea, eso sin hablar del hermoso haz de luz que hizo brotar de su extraño baile. Curiosamente, al pensar en la nueva amistad que había hecho yo, me fijé en la persona que había salido a la intemperie después de Jin, mirándolo con mucha curiosidad.  Abrí mucho los ojos ante la posibilidad que se me había ocurrido. Caminé rápidamente hasta el chico, con los ojos abiertos como platos, pasando totalmente de mi espadachín.

-¿Eres un nuevo amigo de Jin? ¿Cómo lo has hecho? Pero si es un borde que flipas, a mí me costó bastante hacer que se riera, ¿cuál ha sido tu truco?- Me di cuenta entonces de que había acribillado a palabras al chico sin siquiera presentarme, sonrojándome levemente por la repentina timidez que se apoderó de mí.- ¡Ah! Perdón, yo soy Yor D. Krein, futuro Rey de los Piratas, un placer. ¡Gracias por cuidar de Jin!

Jin decidió subir por las escaleras los sesenta pisos que había hasta la azotea. “Este tipo está loco” pensé al ver como comenzaba a subir a toda velocidad. Por mi parte me subí al ascensor y pulsé el botón del sesenta. De pronto de algún altavoz comenzó a sonar una cancioncita que era algo pegadiza y que tras escucharla durante la mitad del trayecto comenzó a ser molesta. Cuando se acercaba el final del trayecto se escuchó un ruido, parecía de un combate, sacudí un momento la ropa y cambió a unos colores marrones, luego saqué delas sombras del interior una de mis armas, en concreto la que funcionaba con trion dado que si había un buen número de enemigos me sería más útil.

Cuando se abrieron las puertas esperé un momento por si los ruidos continuaban, pero parecía bastante tranquilo, cuando salí justo llegaba Jin.

-Si que te has dado prisa.

Sin decir nada, se dirigió a la salida que había para la azotea, se preparó para el combate desenfundando sus armas y cuando salió por la puerta lo hizo gritando el nombre de su compañero. Raven ya se encontraba por ahí arriba por lo que me concentré en su vista y pude ver que solo había una persona viva, el resto estaban tumbados en el suelo. Sin decir nada le seguí guardando el arma entre los pliegues del abrigo.

Parecía que aquella persona era efectivamente el compañero perdido de Jin, no estaba en mejor situación que el chico. Más vestido, pero toda la ropa estaba bastante destrozada. Ambos comenzaron a hablar, claramente eran conocidos y bastante amigos, aunque el que más hablaba era el tal Yor. Cuando este se dio cuenta de mi presencia comenzó a avanzar hacia mí soltándome bastantes preguntas y sin darme tiempo a responderlas.

Pareció darse cuenta y tras calmarse un momento se presentó como Yor D. Krein y que sería el Rey de los Piratas.

-Bueno, amigo amigo, no es la palabra, le ayude con una cosa en determinado hotel y ahora se siente en deuda conmigo. - La verdad es que quería que me respondiera a un par de preguntas, pero visto que sois piratas – hice una pequeña pausa – no creo que sepáis nada al respecto. Estaba buscando a un tipo que llaman el trasgo, de nombre Hakkin Wishper. Se que se mueve por el bajo mundo, pero no es pirata y no creo que tenga recompensa.