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Julianna M. Shelley
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Elyria pareció interesada por la técnica que había utilizado para reducir al hombre y Julianna le dedicó una pequeña sonrisa. Sería curioso ser la profesora para variar.
-Claro, sin problema. Cuando todo esto acabe te lo repetiré. Podemos utilizar a los hombres que hicimos prisioneros antes.- Añadió encogiéndose de hombros.- Realmente aparte de un dolor de cabeza no deja secuelas, si se hace bien. Yo te diré a dónde apuntar.
Lograron llevarlo al despacho y lo dejaron tirado contra una pared. Julianna se estiró, antes de empezar a mirar a su alrededor. El hombre pesaba.
-Dependiendo de dónde tengan su guarida es posible que podamos acercarnos y rodearlos antes de que intenten escapar. Pero claro, hasta que no lo sepamos no…
Se calló, encogiéndose de hombros nuevamente. Las elucubraciones de poco les valían mientras no tuvieran información. Vio a Elyria dirigirse a los cajones así que ella empezó a inspeccionar el resto del cuarto. No tardó en darse cuenta de que algo fallaba. No había más que un par de folios en blanco y… polvo, en las estanterías. Frunció el ceño. No era una habitación que se utilizase a menudo, ¿verdad?
El descubrimiento de Elyria no le sorprendió, pero sí que le frustró un poco. Seguían con el tiempo en su contra y el edificio no era precisamente pequeño. Si ese cuarto estaba hecho a prueba de ladrones, ¿dónde guardaban el verdadero tesoro? Asintió ante la petición de Ely y siguiendo un impulso le acercó el hombro a Nissa para que se sentara ahí. Dedicándole una pequeña sonrisa, salieron del cuarto.
Trabajaron de forma rápida y eficaz. Con la pequeña ayuda del ser de luz no tenía que entretenerse en abrir cerraduras y muy pronto despacharon cuatro habitaciones diferentes. Para cuando se reunieron con Ely se encontraba un poco derrotada, pero no quería dejarlo entrever. Sin embargo, en cuanto ella dijo eso le cambió la cara. ¡Pues claro!
Echó a correr silenciosamente, de vuelta al almacén en el que habían reducido al hombre. Siguiendo el consejo de la marine y siguiendo su corazonada, empezó a buscar por el suelo… hasta que lo encontró. Bingo. No era más que una alteración en el polvo de la estancia, pero suficiente para encontrar algo que no encajaba en las baldosas. Tanteó con las manos, agachada en el suelo, hasta que notó el reborde de una losa que no encajaba del todo. Haciendo algo de esfuerzo, la levantó y la hizo a un lado.
-¡Por eso no la vimos!- Dijo con una sonrisa.- El grandullón estaba parado encima.
No sabía si él había hecho el escondite o si estaba de antes, pero había resultado eficaz… durante un rato. Se inclinó para mirar en su interior. No era un pasaje ni nada por el estilo, tan solo un pequeño compartimento… lleno de papeles. Los cogió, frunciendo el ceño.
-Esquemas de venta… son los planes de los traficantes. Están involucrados con Oak Island… o al menos con varios de sus comerciantes.
Los papeles mencionaban también otro almacén, donde seguramente estuviera el grueso de sus existencias… y posiblemente los terroristas que se estaban lucrando de toda la operación. Se los pasó a Ely, meneando la cabeza.
-No son los originales, son solo fotocopias, pero creo que son válidos. Tengo la sensación de que eran para alguien y hemos interrumpido la comunicación. Y desconozco ese lugar que menciona, pero seguro que el Jefe de la Guardia puede orientarnos. Es su ciudad, al fin y al cabo.
Le extendió un dedo a Nissa para que se lo chocara.- Gracias por tu ayuda. Sin vosotras no sé si lo habría conseguido.
No estaba acostumbrada a ser tan abierta, pero se había puesto de buen humor. De alguna manera, todo estaba saliendo bien.
-Claro, sin problema. Cuando todo esto acabe te lo repetiré. Podemos utilizar a los hombres que hicimos prisioneros antes.- Añadió encogiéndose de hombros.- Realmente aparte de un dolor de cabeza no deja secuelas, si se hace bien. Yo te diré a dónde apuntar.
Lograron llevarlo al despacho y lo dejaron tirado contra una pared. Julianna se estiró, antes de empezar a mirar a su alrededor. El hombre pesaba.
-Dependiendo de dónde tengan su guarida es posible que podamos acercarnos y rodearlos antes de que intenten escapar. Pero claro, hasta que no lo sepamos no…
Se calló, encogiéndose de hombros nuevamente. Las elucubraciones de poco les valían mientras no tuvieran información. Vio a Elyria dirigirse a los cajones así que ella empezó a inspeccionar el resto del cuarto. No tardó en darse cuenta de que algo fallaba. No había más que un par de folios en blanco y… polvo, en las estanterías. Frunció el ceño. No era una habitación que se utilizase a menudo, ¿verdad?
El descubrimiento de Elyria no le sorprendió, pero sí que le frustró un poco. Seguían con el tiempo en su contra y el edificio no era precisamente pequeño. Si ese cuarto estaba hecho a prueba de ladrones, ¿dónde guardaban el verdadero tesoro? Asintió ante la petición de Ely y siguiendo un impulso le acercó el hombro a Nissa para que se sentara ahí. Dedicándole una pequeña sonrisa, salieron del cuarto.
Trabajaron de forma rápida y eficaz. Con la pequeña ayuda del ser de luz no tenía que entretenerse en abrir cerraduras y muy pronto despacharon cuatro habitaciones diferentes. Para cuando se reunieron con Ely se encontraba un poco derrotada, pero no quería dejarlo entrever. Sin embargo, en cuanto ella dijo eso le cambió la cara. ¡Pues claro!
Echó a correr silenciosamente, de vuelta al almacén en el que habían reducido al hombre. Siguiendo el consejo de la marine y siguiendo su corazonada, empezó a buscar por el suelo… hasta que lo encontró. Bingo. No era más que una alteración en el polvo de la estancia, pero suficiente para encontrar algo que no encajaba en las baldosas. Tanteó con las manos, agachada en el suelo, hasta que notó el reborde de una losa que no encajaba del todo. Haciendo algo de esfuerzo, la levantó y la hizo a un lado.
-¡Por eso no la vimos!- Dijo con una sonrisa.- El grandullón estaba parado encima.
No sabía si él había hecho el escondite o si estaba de antes, pero había resultado eficaz… durante un rato. Se inclinó para mirar en su interior. No era un pasaje ni nada por el estilo, tan solo un pequeño compartimento… lleno de papeles. Los cogió, frunciendo el ceño.
-Esquemas de venta… son los planes de los traficantes. Están involucrados con Oak Island… o al menos con varios de sus comerciantes.
Los papeles mencionaban también otro almacén, donde seguramente estuviera el grueso de sus existencias… y posiblemente los terroristas que se estaban lucrando de toda la operación. Se los pasó a Ely, meneando la cabeza.
-No son los originales, son solo fotocopias, pero creo que son válidos. Tengo la sensación de que eran para alguien y hemos interrumpido la comunicación. Y desconozco ese lugar que menciona, pero seguro que el Jefe de la Guardia puede orientarnos. Es su ciudad, al fin y al cabo.
Le extendió un dedo a Nissa para que se lo chocara.- Gracias por tu ayuda. Sin vosotras no sé si lo habría conseguido.
No estaba acostumbrada a ser tan abierta, pero se había puesto de buen humor. De alguna manera, todo estaba saliendo bien.
Elyria Priscraft
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Elyria no pudo más que sonreír dulcemente al ver a su compañera tan animada. Era una situación extraña para ponerse así, pero bueno, con los años había aprendido a no ser tan amargada con estas cosas. Dejó que levantase la losa, y vio como sacaba varios papeles, que dadas las circunstancias, tenían pinta de ser bastante importantes. O una trampa. Por suerte, parecía ser lo primero.
“Perfecto Jul, justo lo que necesitábamos. No sé si nos servirán para el juicio, pero con esto y lo que ya sabíamos es suficiente para justificar una redada a su base. Ya buscaremos más pruebas después de eso, preferiblemente antes de que lo quemen todo. Entre lo del barco y esto… Me da a mí que se van a andar con cuidado.” Acto seguido cogió los papeles, ojeándolos ella también por encima y guardándolos en el bolsillo interior de su chaquetón.
Nissa y Elyria dejaron salir otra sonrisa cuando Jul le extendió el dedo, y la criatura le siguió el juego, chocándole con su pequeña mano. Obviamente no podía sentir nada, no podía interactuar físicamente con nada, pero eso era lo de menos. La criatura de luz infló el pecho, orgullosa, y volvió a hacer que aparecieran brillos a su alrededor. “Mira Ely, alguien que si que sabe apreciar mi ayuda,” dijo en un tono de broma.
“Ya te he dicho que no te puedo invitar a una fiesta, Nissa. Aunque supongo que podemos montar una, con tus… cosas de luz.”
“Más te vale, ¡me lo merezco!”
Elyria asintió con la cabeza alegremente y se giró a mirar a Julianna. “Vamos, los matones que han mandado deben de estar por llegar, tenemos que salir de aquí cuanto antes. Si tenemos que salir corriendo en algún momento ya sabes que hacer. Añadiría algo, pero no encuentro la forma de que no suene supermaleducado.”
Entonces caminó en dirección al despacho por el que habían entrado. Era la salida más cercana, y era más discreto que salir por la puerta principal del almacén como si nada. El señor aún seguía inconsciente en el suelo, así que lo dejaron allí. Pesaba demasiado como para llevárselo a palacio mientras escapaban de un grupo que pretendía matarlas. Pero por unos segundos pensó en lo que le harían los terroristas por fallar y tuvo un momento de debilidad. ¿Debería matarlo? Estaba inconsciente, no era una amenaza, y no sabía si lo torturarían o no. Era probable que ocurriese y luego lo matasen y se deshicieran del cadáver, ¿pero podía matar a alguien basándose en una posibilidad así?
Si.
“Lo siento, no puedo permitir que esos hijos de puta te torturen…” Susurró en voz baja y con lágrimas en la cara antes de sacar a Khione y clavarla a la altura de su corazón, matándolo al instante. Sacó un pañuelo para limpiarse esas lágrimas tan hipócritas, y salió fuera sin decir nada más. ¿Qué demonios hago haciéndome la víctima? La decisión de matarlo la tome yo. Sin ni siquiera saber nada de él.
Cerró los ojos y inspiró profundamente. Lamentarse ahora no iba a ayudar en nada a la misión, ya tendría tiempo para eso. Hizo sus ejercicios de respiración mientras salían de allí, hasta que un grupo de hombres armados entró en su campo de visión.
“Bueno, hora de salir de aquí, no podemos con tantos nosotras solas. Pero tenemos las pruebas.”
“Perfecto Jul, justo lo que necesitábamos. No sé si nos servirán para el juicio, pero con esto y lo que ya sabíamos es suficiente para justificar una redada a su base. Ya buscaremos más pruebas después de eso, preferiblemente antes de que lo quemen todo. Entre lo del barco y esto… Me da a mí que se van a andar con cuidado.” Acto seguido cogió los papeles, ojeándolos ella también por encima y guardándolos en el bolsillo interior de su chaquetón.
Nissa y Elyria dejaron salir otra sonrisa cuando Jul le extendió el dedo, y la criatura le siguió el juego, chocándole con su pequeña mano. Obviamente no podía sentir nada, no podía interactuar físicamente con nada, pero eso era lo de menos. La criatura de luz infló el pecho, orgullosa, y volvió a hacer que aparecieran brillos a su alrededor. “Mira Ely, alguien que si que sabe apreciar mi ayuda,” dijo en un tono de broma.
“Ya te he dicho que no te puedo invitar a una fiesta, Nissa. Aunque supongo que podemos montar una, con tus… cosas de luz.”
“Más te vale, ¡me lo merezco!”
Elyria asintió con la cabeza alegremente y se giró a mirar a Julianna. “Vamos, los matones que han mandado deben de estar por llegar, tenemos que salir de aquí cuanto antes. Si tenemos que salir corriendo en algún momento ya sabes que hacer. Añadiría algo, pero no encuentro la forma de que no suene supermaleducado.”
Entonces caminó en dirección al despacho por el que habían entrado. Era la salida más cercana, y era más discreto que salir por la puerta principal del almacén como si nada. El señor aún seguía inconsciente en el suelo, así que lo dejaron allí. Pesaba demasiado como para llevárselo a palacio mientras escapaban de un grupo que pretendía matarlas. Pero por unos segundos pensó en lo que le harían los terroristas por fallar y tuvo un momento de debilidad. ¿Debería matarlo? Estaba inconsciente, no era una amenaza, y no sabía si lo torturarían o no. Era probable que ocurriese y luego lo matasen y se deshicieran del cadáver, ¿pero podía matar a alguien basándose en una posibilidad así?
Si.
“Lo siento, no puedo permitir que esos hijos de puta te torturen…” Susurró en voz baja y con lágrimas en la cara antes de sacar a Khione y clavarla a la altura de su corazón, matándolo al instante. Sacó un pañuelo para limpiarse esas lágrimas tan hipócritas, y salió fuera sin decir nada más. ¿Qué demonios hago haciéndome la víctima? La decisión de matarlo la tome yo. Sin ni siquiera saber nada de él.
Cerró los ojos y inspiró profundamente. Lamentarse ahora no iba a ayudar en nada a la misión, ya tendría tiempo para eso. Hizo sus ejercicios de respiración mientras salían de allí, hasta que un grupo de hombres armados entró en su campo de visión.
“Bueno, hora de salir de aquí, no podemos con tantos nosotras solas. Pero tenemos las pruebas.”
Julianna M. Shelley
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Elyria tenía razón. Con los papeles que acababan de encontrar, tenían más que suficiente para justificar una redada. En cuanto salieran de allí y dieran la voz de alarma a la Guardia del Rey… bueno, su trabajo aún no habría concluido, pero estaría muy cerca de hacerlo. Incluso si algo salía mal en la redada y no atrapaban a los responsables, se cuidarían de hacerle nada a la familia real hasta que se calmasen las cosas. Eso debería darle tiempo al Departamento de Inteligencia para recabar más información, en principio. Incluso en el peor de los casos, si llevaban esa información a quien la necesitaba, habrían ganado.
Jul miró con una pequeña sonrisa los brillos que Nissa estaba creando a su alrededor. Seguía sin entender del todo qué o quién era, pero agradecía su ayuda. Le alegraba que se sintiera valorada. Vio por el rabillo del ojo a Elyria alejándose de la habitación y tras esperar un momento, la siguió. No le había dicho a dónde iba y aunque no dudaba de ella, tenía los documentos y le habían enseñado a ser cauta. Aguardó, sin embargo, mirando silenciosamente por la puerta. Parecía titubear y no quería interrumpir. Al final, mató al hombre que habían encargado para matarlas. La oyó susurrar y entendió por qué lo había hecho, pero ella pareció arrepentirse nada más hacerlo.
Quiso decirle algo, pero no supo el qué. Nunca era fácil arrancar una vida, aunque podía llegar a volverse metódico. No quería decirle algo vacío como que el hombre acabaría por morir igualmente si ella no lo hubiera hecho. Eso no la consolaría. Al final, le puso una mano en el hombro para que supiera que estaba allí.
-Esa… ha sido una decisión difícil.
No le dijo si había sido acertada. Lo cierto es que lo ignoraba, no sabía suficiente de la gente a la que estaban persiguiendo. Pero si ella lo había juzgado así, era un motivo más que adecuado. ¿Qué más se podía pedir? Pero antes de que pudiera decir nada más, oyeron un estruendo y aparecieron varios hombres armados al fondo del pasillo. Julianna frunció el ceño, sacó su espadín y se puso en guardia.
-Tenemos que salir de aquí. La ventana por donde entramos, ¡rápido!
Volvió a entrar en el despacho y saltó por encima del ahora cadáver hasta el escritorio. Se encaramó a la ventana y le tendió la mano a Elyria para que pudiera salir sin problemas. Los hombres no tardaron en pisarles los talones, pero eran muchos y la ventana era pequeña. Ellas salieron a trompicones y ellos decidieron rodear el edificio. Entre tanto, Julianna echó a correr haciéndole un gesto a Ely para que le siguiera. Tras unos segundos, doblaron una esquina y le puso la mano en el pecho, parándola. Estaba jadeando.
-Conocen la ciudad mejor que nosotras y no sabemos cuántos más puede haber. Tenemos que hacerlo de otro modo.
Se agachó y colocó las manos para que Ely se le subiera a caballito. Aún jadeante, se volvió para sonreírle.
-Confía en mí; todavía tengo que devolverte el favor. No me gusta hacer esto pero… es lo mejor, dadas las circunstancias.
Aguardó a que subiera, cerró los ojos y cogió aire. – Geppou – Susurró. Un momento después, estaban saltando en el aire. Se apoyó en el mismo como si hubiera una plataforma invisible y dio otro más. Y otro. Poco después, estaban en los tejados, ocultas tras una chimenea.
-Bueno, eso debería quitárnoslos de la espalda. ¿Crees que podremos llegar a palacio solo de terraza en terraza?
Jul miró con una pequeña sonrisa los brillos que Nissa estaba creando a su alrededor. Seguía sin entender del todo qué o quién era, pero agradecía su ayuda. Le alegraba que se sintiera valorada. Vio por el rabillo del ojo a Elyria alejándose de la habitación y tras esperar un momento, la siguió. No le había dicho a dónde iba y aunque no dudaba de ella, tenía los documentos y le habían enseñado a ser cauta. Aguardó, sin embargo, mirando silenciosamente por la puerta. Parecía titubear y no quería interrumpir. Al final, mató al hombre que habían encargado para matarlas. La oyó susurrar y entendió por qué lo había hecho, pero ella pareció arrepentirse nada más hacerlo.
Quiso decirle algo, pero no supo el qué. Nunca era fácil arrancar una vida, aunque podía llegar a volverse metódico. No quería decirle algo vacío como que el hombre acabaría por morir igualmente si ella no lo hubiera hecho. Eso no la consolaría. Al final, le puso una mano en el hombro para que supiera que estaba allí.
-Esa… ha sido una decisión difícil.
No le dijo si había sido acertada. Lo cierto es que lo ignoraba, no sabía suficiente de la gente a la que estaban persiguiendo. Pero si ella lo había juzgado así, era un motivo más que adecuado. ¿Qué más se podía pedir? Pero antes de que pudiera decir nada más, oyeron un estruendo y aparecieron varios hombres armados al fondo del pasillo. Julianna frunció el ceño, sacó su espadín y se puso en guardia.
-Tenemos que salir de aquí. La ventana por donde entramos, ¡rápido!
Volvió a entrar en el despacho y saltó por encima del ahora cadáver hasta el escritorio. Se encaramó a la ventana y le tendió la mano a Elyria para que pudiera salir sin problemas. Los hombres no tardaron en pisarles los talones, pero eran muchos y la ventana era pequeña. Ellas salieron a trompicones y ellos decidieron rodear el edificio. Entre tanto, Julianna echó a correr haciéndole un gesto a Ely para que le siguiera. Tras unos segundos, doblaron una esquina y le puso la mano en el pecho, parándola. Estaba jadeando.
-Conocen la ciudad mejor que nosotras y no sabemos cuántos más puede haber. Tenemos que hacerlo de otro modo.
Se agachó y colocó las manos para que Ely se le subiera a caballito. Aún jadeante, se volvió para sonreírle.
-Confía en mí; todavía tengo que devolverte el favor. No me gusta hacer esto pero… es lo mejor, dadas las circunstancias.
Aguardó a que subiera, cerró los ojos y cogió aire. – Geppou – Susurró. Un momento después, estaban saltando en el aire. Se apoyó en el mismo como si hubiera una plataforma invisible y dio otro más. Y otro. Poco después, estaban en los tejados, ocultas tras una chimenea.
-Bueno, eso debería quitárnoslos de la espalda. ¿Crees que podremos llegar a palacio solo de terraza en terraza?
Elyria Priscraft
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Elyria estaba perdida en su mundo, sin saber si había hecho bien, si debería haber matado a ese hombre, atormentándose como siempre hacía en estas situaciones. Era mucho más fuerte que antes, le habían salido callos, pero momentos como este le superaban.
Entonces sintió una mano amable en su hombro, seguida de las palabras de Jul. Parecía que lo había visto. A ver, no tenía ninguna intención de ocultar nada, pero le daba algo de vergüenza que la viese en un estado tan vulnerable.
“Sí. Lo peor es que nunca sabré si tomé decisión correcta. Pero no hay tiempo para lamentarse, vamos,” dijo respirando profundamente para intentar relajarse un poco.
Elyria tomó la mano que le ofreció Julianna, saliendo con ella por la ventana rápidamente y poniéndose a correr. De nuevo, acabó jadeando, definitivamente tenía algún tipo de problema, ya fuese de poca resistencia o de problemas de respiración. Alzó una ceja cuando le ofreció subirse a su espalda aún estando en ese estado, pero trás escucharla, decidió confiar. Ella había hecho lo mismo antes, así que qué menos.
De repente, vio como se ponía a caminar por el aire, llevándolas a uno de los tejados. Vaya, pensé que ya sabría que podía hacer esto. Después de todo, lo usé en mitad de la playa para atacar a ese extraño robot gallego antes de que me mandase volando por los aires. Debería haberlo vis— Ah. Cierto. Que no se acordaba de Kyuka Land, soy idiota.
Ante su pregunta, no pudo más que sonreir.
“Creo que sí, también puedo utilizar el Sky Walk, así que no te preocupes por que me quede atrás. Cómo ya has visto, ir rápido es mi punto fuerte,” dijo riendo dulcemente. Era raro verla tan animada después de lo que había pasado, pero era su manera de que no invadiera sus pensamientos. Ya tendría tiempo para eso cuando acabasen con la misión, estaban cerca.
Consiguieron llegar a palacio sin demasiado problema, saltando por los tejados de las casas, y rápidamente fueron en busca del rey. En unos pocos minutos, tanto el monarca como los oficiales más importantes de su ejército estaban en la sala del trono. Por supuesto, Elyria y Julianna estaban con ellos. Les habían entregado los papeles, y habían localizado el segundo almacén, que tenía pinta de ser la base de operaciones de los terroristas. También se había encargado de enviarle una copia de los documentos a la Marina por DDM Fax.
Ahora tenían que darse prisa. Los criminales sabían que tenían los documentos, y probablemente podían olerse lo que pasaría a continuación. Pero aún estaban a tiempo de llegar antes de que se corriese la voz y les diese tiempo a prepararse o huir. Evidentemente, por mucho que hubiesen sido ellas las que habían hecho todo el trabajo para encontrar las pruebas, no tomaron el liderazgo de los hombres del rey. No tendría demasiado sentido de todas formas, los oficiales eran los que conocían su ciudad, y a sus soldados.
Rápidamente marcharon hasta el almacén señalado. Se escuchaba ruido dentro, pero no veían a nadie por los alrededores. ¿Sería una trampa? ¿O simplemente qué aún no los esperaban? Tal vez acababan de recibir la noticia y se estaba sembrando el pánico. En cualquier caso, quedaron rodeados, no había salida. No por las buenas y que conocieran, claro. ¿Y si había caminos subterráneos?
En cualquier caso, miro a Jul y señaló la puerta principal.
“Qué te parece si hacemos salir a estos desgraciados? No podemos seguir regalándoles tiempo, y tal vez tengan alguna salida o arma secreta, a saber. Ya has visto lo cuidadosos que son.”
Entonces sintió una mano amable en su hombro, seguida de las palabras de Jul. Parecía que lo había visto. A ver, no tenía ninguna intención de ocultar nada, pero le daba algo de vergüenza que la viese en un estado tan vulnerable.
“Sí. Lo peor es que nunca sabré si tomé decisión correcta. Pero no hay tiempo para lamentarse, vamos,” dijo respirando profundamente para intentar relajarse un poco.
Elyria tomó la mano que le ofreció Julianna, saliendo con ella por la ventana rápidamente y poniéndose a correr. De nuevo, acabó jadeando, definitivamente tenía algún tipo de problema, ya fuese de poca resistencia o de problemas de respiración. Alzó una ceja cuando le ofreció subirse a su espalda aún estando en ese estado, pero trás escucharla, decidió confiar. Ella había hecho lo mismo antes, así que qué menos.
De repente, vio como se ponía a caminar por el aire, llevándolas a uno de los tejados. Vaya, pensé que ya sabría que podía hacer esto. Después de todo, lo usé en mitad de la playa para atacar a ese extraño robot gallego antes de que me mandase volando por los aires. Debería haberlo vis— Ah. Cierto. Que no se acordaba de Kyuka Land, soy idiota.
Ante su pregunta, no pudo más que sonreir.
“Creo que sí, también puedo utilizar el Sky Walk, así que no te preocupes por que me quede atrás. Cómo ya has visto, ir rápido es mi punto fuerte,” dijo riendo dulcemente. Era raro verla tan animada después de lo que había pasado, pero era su manera de que no invadiera sus pensamientos. Ya tendría tiempo para eso cuando acabasen con la misión, estaban cerca.
Consiguieron llegar a palacio sin demasiado problema, saltando por los tejados de las casas, y rápidamente fueron en busca del rey. En unos pocos minutos, tanto el monarca como los oficiales más importantes de su ejército estaban en la sala del trono. Por supuesto, Elyria y Julianna estaban con ellos. Les habían entregado los papeles, y habían localizado el segundo almacén, que tenía pinta de ser la base de operaciones de los terroristas. También se había encargado de enviarle una copia de los documentos a la Marina por DDM Fax.
Ahora tenían que darse prisa. Los criminales sabían que tenían los documentos, y probablemente podían olerse lo que pasaría a continuación. Pero aún estaban a tiempo de llegar antes de que se corriese la voz y les diese tiempo a prepararse o huir. Evidentemente, por mucho que hubiesen sido ellas las que habían hecho todo el trabajo para encontrar las pruebas, no tomaron el liderazgo de los hombres del rey. No tendría demasiado sentido de todas formas, los oficiales eran los que conocían su ciudad, y a sus soldados.
Rápidamente marcharon hasta el almacén señalado. Se escuchaba ruido dentro, pero no veían a nadie por los alrededores. ¿Sería una trampa? ¿O simplemente qué aún no los esperaban? Tal vez acababan de recibir la noticia y se estaba sembrando el pánico. En cualquier caso, quedaron rodeados, no había salida. No por las buenas y que conocieran, claro. ¿Y si había caminos subterráneos?
En cualquier caso, miro a Jul y señaló la puerta principal.
“Qué te parece si hacemos salir a estos desgraciados? No podemos seguir regalándoles tiempo, y tal vez tengan alguna salida o arma secreta, a saber. Ya has visto lo cuidadosos que son.”
Julianna M. Shelley
Fama
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Julianna se quedó mirando a Ely, un tanto extrañada. ¿Sky walk? Frunció el ceño. Elyria era una marine, ¿no? ¿Acaso había aprendido el Geppou por su cuenta? Algo había ahí y no estaba segura de que le gustara. Tendría que hablar con sus superiores al respecto, solo por asegurarse. Si había secretos del CP siendo filtrados de alguna manera sin que ella lo supiera, no estaba haciendo bien su trabajo.
No obstante y aunque le pesaba, no era el momento de ponerse a hablar de eso. El tiempo, como venía siendo costumbre, seguía corriendo en su contra. Tenían que avisar al rey.
Echaron a correr, saltando juntas de terraza en terraza. Mirándola por el rabillo del ojo, Julianna examinó su técnica. Con alivio, se dio cuenta de que no era exactamente igual a lo que ella hacía. No podía apuntar exactamente a la diferencia; si tuviera que adivinar habría dicho que tenía que ver con la forma en que cada una cogía potencia para el salto, pero no estaba segura. Lo único que podía decir con certeza es que no era Geppou. No había un topo, por lo que de momento podía apartar eso de su lista de preocupaciones. Sin embargo, aumentó el respeto que le tenía a la marine. Al fin y al cabo, estaba convencida de que ella no habría podido desarrollar una técnica como esa por su cuenta. Sin duda Elyria era alguien fuerte, de grandes recursos. Una agradable sorpresa.
Una vez llegaron a palacio, todo sucedió muy deprisa. Dieron los datos, alertaron a la Guardia y ayudaron a organizar a los hombres siguiendo las indicaciones del Capitán de la Guardia. No tardaron en localizar el edificio y partir hacia allí, pero incluso con el poco tiempo que les había llevado Julianna no podía evitar pensar que a lo mejor había sido demasiado. Esperaba que siguieran allí.
Agazapadas a poca distancia del escondrijo de los terroristas, Elyria parecía estar pensando lo mismo que ella. Julianna asintió, pero señaló una ventana lateral.
-No por la entrada principal. Si están utilizando alguna salida no vigilada, solo los alertaremos y tapiarán el otro lado. Vamos por ahí y busquémosles.
Acordó con el Capitán llevar un DDM encendido para poder dar la orden de entrar y con un par de saltos se colaron por la ventana del almacén. Aterrizando en silencio, Julianna miró a su alrededor. La habitación, atestada de cajas, parecía desierta. De repente, sin embargo, vio a un hombre. Llevaba un rifle de los de francotirador y estaba parapetado tras varias cajas, apuntando a la puerta principal. Tras mirar otro poco, localizó a otros tres hombres escondidos.
-Nos están esperando.- Susurró, para que solo la oyeran Elyria y el Capitán, por el DDM. – Si entran con escudos por delante, no deberían tener problemas con las balas.- Miró a Ely, decidida.- No han tenido tiempo de escapar. Que entren los soldados ahora y distraigan a los matones. Encontremos a los peces gordos.
Contó hasta tres y avisó al Capitán para que avanzara. En cuestión de segundos, tiraron la puerta abajo y reinó el caos. Una lluvia de balas se cernió sobre los soldados, que se protegieron con los escudos. Julianna señaló una puerta a Ely y echó a correr hacia allí mientras a sus espaldas la gente empezaba a combatir. Ya estaban cerca. Podía sentirlo.
No obstante y aunque le pesaba, no era el momento de ponerse a hablar de eso. El tiempo, como venía siendo costumbre, seguía corriendo en su contra. Tenían que avisar al rey.
Echaron a correr, saltando juntas de terraza en terraza. Mirándola por el rabillo del ojo, Julianna examinó su técnica. Con alivio, se dio cuenta de que no era exactamente igual a lo que ella hacía. No podía apuntar exactamente a la diferencia; si tuviera que adivinar habría dicho que tenía que ver con la forma en que cada una cogía potencia para el salto, pero no estaba segura. Lo único que podía decir con certeza es que no era Geppou. No había un topo, por lo que de momento podía apartar eso de su lista de preocupaciones. Sin embargo, aumentó el respeto que le tenía a la marine. Al fin y al cabo, estaba convencida de que ella no habría podido desarrollar una técnica como esa por su cuenta. Sin duda Elyria era alguien fuerte, de grandes recursos. Una agradable sorpresa.
Una vez llegaron a palacio, todo sucedió muy deprisa. Dieron los datos, alertaron a la Guardia y ayudaron a organizar a los hombres siguiendo las indicaciones del Capitán de la Guardia. No tardaron en localizar el edificio y partir hacia allí, pero incluso con el poco tiempo que les había llevado Julianna no podía evitar pensar que a lo mejor había sido demasiado. Esperaba que siguieran allí.
Agazapadas a poca distancia del escondrijo de los terroristas, Elyria parecía estar pensando lo mismo que ella. Julianna asintió, pero señaló una ventana lateral.
-No por la entrada principal. Si están utilizando alguna salida no vigilada, solo los alertaremos y tapiarán el otro lado. Vamos por ahí y busquémosles.
Acordó con el Capitán llevar un DDM encendido para poder dar la orden de entrar y con un par de saltos se colaron por la ventana del almacén. Aterrizando en silencio, Julianna miró a su alrededor. La habitación, atestada de cajas, parecía desierta. De repente, sin embargo, vio a un hombre. Llevaba un rifle de los de francotirador y estaba parapetado tras varias cajas, apuntando a la puerta principal. Tras mirar otro poco, localizó a otros tres hombres escondidos.
-Nos están esperando.- Susurró, para que solo la oyeran Elyria y el Capitán, por el DDM. – Si entran con escudos por delante, no deberían tener problemas con las balas.- Miró a Ely, decidida.- No han tenido tiempo de escapar. Que entren los soldados ahora y distraigan a los matones. Encontremos a los peces gordos.
Contó hasta tres y avisó al Capitán para que avanzara. En cuestión de segundos, tiraron la puerta abajo y reinó el caos. Una lluvia de balas se cernió sobre los soldados, que se protegieron con los escudos. Julianna señaló una puerta a Ely y echó a correr hacia allí mientras a sus espaldas la gente empezaba a combatir. Ya estaban cerca. Podía sentirlo.
Elyria Priscraft
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Elyria asintió con la cabeza ante la proposición de Julianna. Su plan era provocar un poco de caos, pero su idea era más lógica. Y segura, era bastante probable que les estuviesen esperando. Aunque claro, eso era algo con lo que siempre contaba.
“Perfecto, vamos.”
En cualquier caso, salto con ella a través d ella ventana, cayendo con pies de pluma, como había aprendido hacía ya un tiempo. Estaba todo lleno de cajas, hasta arriba de mercancía. Y muy probablemente, escondida entre comida y licores, todos los productos de contrabando. Este almacén era una mina de pruebas, tenía que estar atenta por si intentaban algo raro.
Pudo ver a varios francotiradores escondidos, y al parecer Julianna también los había localizado. Como imaginaba. Al menos ahora sabía con que pretendían atacarles. Y cómo no, como contrarrestarlo. Julianna hizo un muy buen trabajo explicándole todo al Capitán con las palabras justas y necesarias, y después de una cuenta atrás, aparecieron por la puerta principal, parando los balazos con una muralla de escudos. Parece ser que al final eran más capaces de lo que parecía en un principio. Al menos cuando no les pillaban por sorpresa, cómo con ese ninja extraño que casi mata al rey.
Rápidamente comenzaron a flanquear, aunque no sin antes asegurar todos los pasillos entre cajas y mantener vigilados a los snipers. No era un laberinto, pero era un sitio peligroso donde pelear contra alguien que se lo conocía al dedillo.
Corrió con Julianna en dirección a la puerta, tirándola y lanzándola por los aires de una patada. Escuchó un grito de dolor. Al parecer el enorme trozo de metal se había estampado contra la cara de alguien con muy mala suerte, que había acabado en el suelo, sangrando. Elyria se acercó y suspiró, acercándose a él. “Te ahorro este sufrimiento…” susurró, rematándolo en un momento con un corte rápido en el cuello.
Se giró a mirar a Julianna, señalando el camino a su derecha. “¿Tú también lo escuchas no? El sonido de pasos corriendo en esta dirección. Vamos, vamos,” Dijo mientras movía el brazo en esa dirección, comenzando a correr. “Yo me adelanto, soy más rápida. Bloquéales las salidas, si los atrapamos entre nosotras dos no podrán escapar.”
Usó a Khione para crear una fina capa de hielo en el suelo, usándola para patinar por ella y moverse aún más rápido. Aún así, tuvo cuidado de usar menos energía elemental de lo normal, así se derretiría inmediatamente y no le impediría el paso a su compañera. Lo que le faltaba ahora es que se resbalase por su culpa.
El sonido de pasos frente a ellas pararon. Entonces escuchó un click.
“¡Cuidado Jul!”
No sabía lo que se venía, pero más valía prevenir que cu— Vale, lo descubrió bastante rápido, tenían un putísimo bazooka. En que estaba pensando, ni que le fuesen a lanzar un caracol. Aunque para ser justo, tampoco es que eso fuese algo que se veía venir. Estaban en interior, ¿en qué estaban pensando, tan desesperados estaban?
Rápidamente clavó un talón en el suelo, levantando un enorme muro de hielo. No tenía mucho tiempo, así que no pudo hacerlo muy grueso. El impacto lo destrozó, y Elyria se cubrió con los brazos, aunque no pudo evitar salir disparada hacia atrás, golpeada por su propio hielo en forma de enormes bloques, rajándole la camisa y haciéndole algunas heridas superficiales. Al menos había logrado bloquearlo, Julianna debería de estar bien. Entre las dos podían hacer esto, ya habían perdido lo único que podría haberles salvado. El factor sorpresa.
“Perfecto, vamos.”
En cualquier caso, salto con ella a través d ella ventana, cayendo con pies de pluma, como había aprendido hacía ya un tiempo. Estaba todo lleno de cajas, hasta arriba de mercancía. Y muy probablemente, escondida entre comida y licores, todos los productos de contrabando. Este almacén era una mina de pruebas, tenía que estar atenta por si intentaban algo raro.
Pudo ver a varios francotiradores escondidos, y al parecer Julianna también los había localizado. Como imaginaba. Al menos ahora sabía con que pretendían atacarles. Y cómo no, como contrarrestarlo. Julianna hizo un muy buen trabajo explicándole todo al Capitán con las palabras justas y necesarias, y después de una cuenta atrás, aparecieron por la puerta principal, parando los balazos con una muralla de escudos. Parece ser que al final eran más capaces de lo que parecía en un principio. Al menos cuando no les pillaban por sorpresa, cómo con ese ninja extraño que casi mata al rey.
Rápidamente comenzaron a flanquear, aunque no sin antes asegurar todos los pasillos entre cajas y mantener vigilados a los snipers. No era un laberinto, pero era un sitio peligroso donde pelear contra alguien que se lo conocía al dedillo.
Corrió con Julianna en dirección a la puerta, tirándola y lanzándola por los aires de una patada. Escuchó un grito de dolor. Al parecer el enorme trozo de metal se había estampado contra la cara de alguien con muy mala suerte, que había acabado en el suelo, sangrando. Elyria se acercó y suspiró, acercándose a él. “Te ahorro este sufrimiento…” susurró, rematándolo en un momento con un corte rápido en el cuello.
Se giró a mirar a Julianna, señalando el camino a su derecha. “¿Tú también lo escuchas no? El sonido de pasos corriendo en esta dirección. Vamos, vamos,” Dijo mientras movía el brazo en esa dirección, comenzando a correr. “Yo me adelanto, soy más rápida. Bloquéales las salidas, si los atrapamos entre nosotras dos no podrán escapar.”
Usó a Khione para crear una fina capa de hielo en el suelo, usándola para patinar por ella y moverse aún más rápido. Aún así, tuvo cuidado de usar menos energía elemental de lo normal, así se derretiría inmediatamente y no le impediría el paso a su compañera. Lo que le faltaba ahora es que se resbalase por su culpa.
El sonido de pasos frente a ellas pararon. Entonces escuchó un click.
“¡Cuidado Jul!”
No sabía lo que se venía, pero más valía prevenir que cu— Vale, lo descubrió bastante rápido, tenían un putísimo bazooka. En que estaba pensando, ni que le fuesen a lanzar un caracol. Aunque para ser justo, tampoco es que eso fuese algo que se veía venir. Estaban en interior, ¿en qué estaban pensando, tan desesperados estaban?
Rápidamente clavó un talón en el suelo, levantando un enorme muro de hielo. No tenía mucho tiempo, así que no pudo hacerlo muy grueso. El impacto lo destrozó, y Elyria se cubrió con los brazos, aunque no pudo evitar salir disparada hacia atrás, golpeada por su propio hielo en forma de enormes bloques, rajándole la camisa y haciéndole algunas heridas superficiales. Al menos había logrado bloquearlo, Julianna debería de estar bien. Entre las dos podían hacer esto, ya habían perdido lo único que podría haberles salvado. El factor sorpresa.
Julianna M. Shelley
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Le pareció que la cuenta atrás resonaba en sus oídos. De repente, los hombres del rey atravesaron la puerta, cubriéndose con los escudos. Pronto todos los francotiradores fueron descubiertos y asegurados y los guardias empezaron a extenderse, asegurando pasillos y puertas. Por un instante, Julianna respiró hondo.
No duró mucho.
Todavía tenían un objetivo. Si no encontraban a los jefazos de la operación, no habría valido para nada. Elyria y ella echaron a correr, en busca de su presa. La marine se ocupó de tirar abajo la puerta y ambas oyeron un grito de dolor. El hombre se derrumbó al otro lado y Elyria acabó con él de un tajo limpio. Julianna la miró, sin decir nada. Todavía no estaba segura de lo que pensaba al respecto y ahora no podía permitirse empezar a reflexionar sobre ello.
Asintió. También ella escuchaba los pasos. Se estaban acercando, alguien trataba de huir. Dejó que la marine se adelantase y le hizo caso, corriendo para llegar a las salidas. No podían dejar que huyeran, no cuando estaban tan cerca. Y de repente, todo sucedió muy rápido.
Oyó el click, pero no entendió de dónde procedía. Vio el muro de Elyria y escuchó el disparo. Todo su cuerpo se estremeció cuando la bala se encajó en el muro de hielo, enviando a Ely hacia atrás. Completamente alerta, miró por el hueco con cuidado. Un bazooka. Apretó los dientes. ¿Tan desesperados se encontraban? No iba a valerles de nada.
-Gracias.- Le dijo a Elyria mientras se ponía en pie.- No escaparán.
Dio un salto y se colocó sobre el muro de hielo con cuidado, evaluando la situación. Junto al bazooka había dos hombres… bien vestidos. Con cara de pánico. Ah. Ahora lo entendía.
Saltó hacia ellos utilizando el soru para esprintar y aterrizó en el pecho del primero, tirándolo al suelo y dejándole sin aire. Miró al otro y con cuidado, le apuntó con el dedo. Poco después, algo similar a una bala se le encasquetó en el hombro y él acabó también de rodillas. Julianna pasó entre ambos y cerró la puerta que tenían a su espalda, asegurándola.
Creía entender lo que había sucedido. Esos dos hombres eran los cabecillas de la operación. No parecía, por su aspecto, que estuvieran acostumbrados a pelear y claramente habían entrado en pánico. Estaban cerca de la salida, pero Ely y ella les estaban alcanzando. Tenían que hacer algo para ralentizarlas… y eso era lo único que habían encontrado. Bastante impresionante, en realidad. Pero no suficiente.
Suspirando, se acercó al primer hombre y sacó unas esposas.
-Queda detenido. Debo llevarle conmigo. ¿Es este su cómplice?
-¡N-no voy a decirte nada, puta!
Julianna le soltó una bofetada. Estaba demasiado cansada como para seguir interrogándolo, pero no hizo falta. El otro hombre parecía haber entendido las circunstancias.
-¡Basta! ¡Basta ya, bruja! Sí, yo trabajaba con él, ¿contenta?
Bastante, en realidad. Le hizo un gesto a Ely para que se acercase y le señaló a los dos hombres.
-He de llevarme a uno de ellos de vuelta conmigo.- Dijo mientras se cruzaba de brazos.- Puedes quedarte al otro, haz con él lo que consideres necesario. Imagino que la marina querrá interrogarlo.
Esposó al segundo e hizo que se pusiera en pie. Le sangraba el brazo por el shigan y se sentía responsable, así que prefería quedarse a ese. De todas formas parecían tener el mismo papel, así que debía de dar un poco igual. Se quedó en el sitio, esperando. Podía intentar irse, pero era consciente de que acababa de admitir no pertenecer a la marina. Enfundó su espada con cuidado, todavía mirando a Ely.
Le gustaría partir amigablemente, pero no podía descartar que fuera a intentar atacarle. Al fin y al cabo, estaría en su derecho.
No duró mucho.
Todavía tenían un objetivo. Si no encontraban a los jefazos de la operación, no habría valido para nada. Elyria y ella echaron a correr, en busca de su presa. La marine se ocupó de tirar abajo la puerta y ambas oyeron un grito de dolor. El hombre se derrumbó al otro lado y Elyria acabó con él de un tajo limpio. Julianna la miró, sin decir nada. Todavía no estaba segura de lo que pensaba al respecto y ahora no podía permitirse empezar a reflexionar sobre ello.
Asintió. También ella escuchaba los pasos. Se estaban acercando, alguien trataba de huir. Dejó que la marine se adelantase y le hizo caso, corriendo para llegar a las salidas. No podían dejar que huyeran, no cuando estaban tan cerca. Y de repente, todo sucedió muy rápido.
Oyó el click, pero no entendió de dónde procedía. Vio el muro de Elyria y escuchó el disparo. Todo su cuerpo se estremeció cuando la bala se encajó en el muro de hielo, enviando a Ely hacia atrás. Completamente alerta, miró por el hueco con cuidado. Un bazooka. Apretó los dientes. ¿Tan desesperados se encontraban? No iba a valerles de nada.
-Gracias.- Le dijo a Elyria mientras se ponía en pie.- No escaparán.
Dio un salto y se colocó sobre el muro de hielo con cuidado, evaluando la situación. Junto al bazooka había dos hombres… bien vestidos. Con cara de pánico. Ah. Ahora lo entendía.
Saltó hacia ellos utilizando el soru para esprintar y aterrizó en el pecho del primero, tirándolo al suelo y dejándole sin aire. Miró al otro y con cuidado, le apuntó con el dedo. Poco después, algo similar a una bala se le encasquetó en el hombro y él acabó también de rodillas. Julianna pasó entre ambos y cerró la puerta que tenían a su espalda, asegurándola.
Creía entender lo que había sucedido. Esos dos hombres eran los cabecillas de la operación. No parecía, por su aspecto, que estuvieran acostumbrados a pelear y claramente habían entrado en pánico. Estaban cerca de la salida, pero Ely y ella les estaban alcanzando. Tenían que hacer algo para ralentizarlas… y eso era lo único que habían encontrado. Bastante impresionante, en realidad. Pero no suficiente.
Suspirando, se acercó al primer hombre y sacó unas esposas.
-Queda detenido. Debo llevarle conmigo. ¿Es este su cómplice?
-¡N-no voy a decirte nada, puta!
Julianna le soltó una bofetada. Estaba demasiado cansada como para seguir interrogándolo, pero no hizo falta. El otro hombre parecía haber entendido las circunstancias.
-¡Basta! ¡Basta ya, bruja! Sí, yo trabajaba con él, ¿contenta?
Bastante, en realidad. Le hizo un gesto a Ely para que se acercase y le señaló a los dos hombres.
-He de llevarme a uno de ellos de vuelta conmigo.- Dijo mientras se cruzaba de brazos.- Puedes quedarte al otro, haz con él lo que consideres necesario. Imagino que la marina querrá interrogarlo.
Esposó al segundo e hizo que se pusiera en pie. Le sangraba el brazo por el shigan y se sentía responsable, así que prefería quedarse a ese. De todas formas parecían tener el mismo papel, así que debía de dar un poco igual. Se quedó en el sitio, esperando. Podía intentar irse, pero era consciente de que acababa de admitir no pertenecer a la marina. Enfundó su espada con cuidado, todavía mirando a Ely.
Le gustaría partir amigablemente, pero no podía descartar que fuera a intentar atacarle. Al fin y al cabo, estaría en su derecho.
Elyria Priscraft
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Elyria se sacudió la ropa, saltando con Julianna encima del muro de hielo. O de los restos más bien. Nissa estaba a su lado, volando en ocho alrededor de las dos, feliz de la vida, como si no les acabasen de disparar con un maldito bazooka. Estaban locos, menuda carta de suicido si salía mal. Aunque bueno, tampoco es como si tuvieses muchas ma1s opciones.
Se quedó observando desde la distancia, en caso de que hicieran algo raro y su compañera necesitara ayuda. Pero parecía ser el caso, eran unos debiluchos. Los luchadores estaban ocupados con el ejército de su majestad. Suspiró al ver como peleaba. Era más que obvio desde el inicio, si fuese Marine le habrían avisado, pero cada vez le costaba más engañarse a sí misma. Esas eran técnicas del Cipher Pol, cuando ibas usando tu dedo como bala por ahi durante siglos, la gente hablaba. Más aun después de que la Marina cortara lazos con el Gobierno Mundial.
Dejó que detuviese al primero, y ella fue a por el otro, haciendo lo mismo y esposándolo. Era lamentable como seguían haciéndose los listos, pero bueno. Julianna los callo con una simple bofetada. Un poco agresivo para su gusto, pero nada del otro mundo, no es como si les hubiese hecho ningún daño real. Ser tumbados había sido bastante mas doloroso. Simplemente suspiró. ¿Cómo habían consigo manejar un grupo así estos idiotas? Joder, que habían amenazado a todo un reino. Viéndolos de cerca, no lo parecía.
Suspiró ante el comentario de su compañera. Ya no podía seguir diciéndose que no era una de esas ratas del gobierno… Odiaba cuándo llegaba este momento, sobretodo porque le había caído bien. ¿Qué hacía alguien como ella en un grupo así? Bueno, eso era injusto. Sabía que había muchos Legionarios y agentes del CP que no eran malas personas. Pero todo el daño que le habían hecho al mundo… Tenía sentimientos encontrados.
“Si, me llevaré al otro.”
Alzó una ceja al darse cuenta de cómo la miraba. Atenta por si le daba por atacar. Sabía que era justo, no se conocían de nada realmente, no esperaba que confiase así en ella sin motivos, en este mundo había que ser precavida. Pero aún así le hizo un poco de daño el darse cuenta.
“No te voy a atacar, Jul. Podré ser una hipócrita y una asesina, pero tengo honor. No traicionaría a un aliado. Y bueno. Digamos que era obvio desde el principio. Solo que no quería creérmelo. Confío en que no permitas que lo torturen. Por favor.”
Entonces se llevó una mano detrás de la cabeza, peinándose un poco mientras la seguía mirando. “Ha sido un placer trabajar contigo.” Tomo aire. “Aunque seas una de ellos. Cuídate, y no dejes que te rompan…”
Y le dio la espalda, cargando al prisionero y caminando en dirección a palacio. Informaría al rey, haría sus interrogatorios y vería que hacer con los detenidos. Aún no se había acabo el día, quedaba toda la parte aburrida.
Se quedó observando desde la distancia, en caso de que hicieran algo raro y su compañera necesitara ayuda. Pero parecía ser el caso, eran unos debiluchos. Los luchadores estaban ocupados con el ejército de su majestad. Suspiró al ver como peleaba. Era más que obvio desde el inicio, si fuese Marine le habrían avisado, pero cada vez le costaba más engañarse a sí misma. Esas eran técnicas del Cipher Pol, cuando ibas usando tu dedo como bala por ahi durante siglos, la gente hablaba. Más aun después de que la Marina cortara lazos con el Gobierno Mundial.
Dejó que detuviese al primero, y ella fue a por el otro, haciendo lo mismo y esposándolo. Era lamentable como seguían haciéndose los listos, pero bueno. Julianna los callo con una simple bofetada. Un poco agresivo para su gusto, pero nada del otro mundo, no es como si les hubiese hecho ningún daño real. Ser tumbados había sido bastante mas doloroso. Simplemente suspiró. ¿Cómo habían consigo manejar un grupo así estos idiotas? Joder, que habían amenazado a todo un reino. Viéndolos de cerca, no lo parecía.
Suspiró ante el comentario de su compañera. Ya no podía seguir diciéndose que no era una de esas ratas del gobierno… Odiaba cuándo llegaba este momento, sobretodo porque le había caído bien. ¿Qué hacía alguien como ella en un grupo así? Bueno, eso era injusto. Sabía que había muchos Legionarios y agentes del CP que no eran malas personas. Pero todo el daño que le habían hecho al mundo… Tenía sentimientos encontrados.
“Si, me llevaré al otro.”
Alzó una ceja al darse cuenta de cómo la miraba. Atenta por si le daba por atacar. Sabía que era justo, no se conocían de nada realmente, no esperaba que confiase así en ella sin motivos, en este mundo había que ser precavida. Pero aún así le hizo un poco de daño el darse cuenta.
“No te voy a atacar, Jul. Podré ser una hipócrita y una asesina, pero tengo honor. No traicionaría a un aliado. Y bueno. Digamos que era obvio desde el principio. Solo que no quería creérmelo. Confío en que no permitas que lo torturen. Por favor.”
Entonces se llevó una mano detrás de la cabeza, peinándose un poco mientras la seguía mirando. “Ha sido un placer trabajar contigo.” Tomo aire. “Aunque seas una de ellos. Cuídate, y no dejes que te rompan…”
Y le dio la espalda, cargando al prisionero y caminando en dirección a palacio. Informaría al rey, haría sus interrogatorios y vería que hacer con los detenidos. Aún no se había acabo el día, quedaba toda la parte aburrida.
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Quiso decir algo, pero no tenía ni idea de por dónde empezar. Hacer amistades no era su fuerte; le faltaba práctica. Pero era observadora y sabía que había roto en unos pocos segundos muchas horas de trabajo en equipo, de tentadora confianza. También entendía el motivo; no es que ella se hubiera escondido demasiado bien, es que hasta ese momento Elyria podía fingir que no lo sabía. No había pruebas concluyentes. Ahora sí.
La examinó con cuidado. No parecía molesta o asqueada. Solo cansada, muy cansada. Su respuesta le hizo entender que se sentía decepcionada por su actitud. Pero si los papeles se invirtieran, le habría gustado que ella le mostrara la misma deferencia. No iba a disculparse. Decidió que no le dolía el cambio. Sin embargo, mentiría si dijera que no echaría de menos el compañerismo. Había sido algo… diferente.
Se giró hacia su prisionero y estudió su expresión. No, no haría falta torturarlo.
-Le interrogaré yo misma. –Eso no era una garantía, pero Elyria no tenía por qué saberlo.- Se le atenderá de forma justa.- Eso sí era una promesa y pensaba cumplirla. De todos modos, estaba segura de que el hombre no tardaría en romperse. Tenía la sensación de que el cerebro de la operación era el hombre que se estaba llevando Elyria. Seguía sin parecerle un mal trato. Este debía de saber lo suficiente como para que sus superiores se quedaran contentos.
Elyria se despidió y se fue. Nissa iba con ella. Jul saludó con la mano una última vez, antes de hacer que el hombre se levantara y marcharse en otra dirección. Sacó su den den mushi y tras marcar un par de números confirmó que había llevado a cabo la misión. Regresaba, con un cautivo. Le dieron algunas instrucciones más y cortó la comunicación.
Habló con el rey y con el jefe de su guardia, para asegurarse de coordinar las labores de inspección de la guarida que habían encontrado. Elyria también había pasado por allí, pero no le molestó. Confirmó sus instrucciones, completó otras y dejó su número personal al monarca en caso de que lo necesitara. Unas horas después, llegó al barco que habían mandado a recogerla y se subió, acompañada por el hombre encadenado.
Se sentía un poco melancólica cuando se sentó al escritorio para escribir el informe. Sacudió la cabeza y se estiró. No tenía sentido pensarlo; había hecho un buen trabajo. Eso era, ahora y siempre, lo importante.
La examinó con cuidado. No parecía molesta o asqueada. Solo cansada, muy cansada. Su respuesta le hizo entender que se sentía decepcionada por su actitud. Pero si los papeles se invirtieran, le habría gustado que ella le mostrara la misma deferencia. No iba a disculparse. Decidió que no le dolía el cambio. Sin embargo, mentiría si dijera que no echaría de menos el compañerismo. Había sido algo… diferente.
Se giró hacia su prisionero y estudió su expresión. No, no haría falta torturarlo.
-Le interrogaré yo misma. –Eso no era una garantía, pero Elyria no tenía por qué saberlo.- Se le atenderá de forma justa.- Eso sí era una promesa y pensaba cumplirla. De todos modos, estaba segura de que el hombre no tardaría en romperse. Tenía la sensación de que el cerebro de la operación era el hombre que se estaba llevando Elyria. Seguía sin parecerle un mal trato. Este debía de saber lo suficiente como para que sus superiores se quedaran contentos.
Elyria se despidió y se fue. Nissa iba con ella. Jul saludó con la mano una última vez, antes de hacer que el hombre se levantara y marcharse en otra dirección. Sacó su den den mushi y tras marcar un par de números confirmó que había llevado a cabo la misión. Regresaba, con un cautivo. Le dieron algunas instrucciones más y cortó la comunicación.
Habló con el rey y con el jefe de su guardia, para asegurarse de coordinar las labores de inspección de la guarida que habían encontrado. Elyria también había pasado por allí, pero no le molestó. Confirmó sus instrucciones, completó otras y dejó su número personal al monarca en caso de que lo necesitara. Unas horas después, llegó al barco que habían mandado a recogerla y se subió, acompañada por el hombre encadenado.
Se sentía un poco melancólica cuando se sentó al escritorio para escribir el informe. Sacudió la cabeza y se estiró. No tenía sentido pensarlo; había hecho un buen trabajo. Eso era, ahora y siempre, lo importante.
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