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Oscuridad, humedad y silencio. Era todo lo que le rodeaba. Si al menos tuviera alguna fuente de luz... pero en la caída había perdido su linterna. Lo más probable era que aunque la encontrara, estuviera rota. Era un milagro que no se hubiera matado en la caída, aunque dependiendo del punto de vista tal vez hubiese sido mejor una muerte rápida que estar perdido en lo profundo de las minas, solo, magullado y sin idea de dónde estaba. Era probable que no volviera a ver la luz del sol. De hecho, era la clase de situación lo bastante desesperada como para que incluso alguien optimista como él se sintiera demasiado inquieto para fijarse solo en el lado bueno de sus circunstancias.
Pero pese a todo, sabía que no hacer nada y lamentarse no iba a salvarle. Tenía que identificar el estado de sus heridas, comprobar su equipo y planear un curso de acción. Tras mover con cuidado las extremidades y tantearse el cuerpo con las manos, descubrió que efectivamente había sido afortunado. Principalmente tenía magulladuras y varios cortes donde se había rozado contra rocas afiladas. Lo más serio era una dolorosa rigidez en la zona lumbar. El equipo fue un poco más preocupante. Su mochila se había todo en la caída y había perdido casi todo lo que llevaba, incluyendo las provisiones. Le quedaban solo una lata de conservas para la que no tenía un abridor y una caja de cerillas empezada. También se le habían caído el fusil reglamentario y las boleadoras, y la cantimplora estaba abollada. Al menos tenía el estoque y la porra.
Su maestro de esgrima le decía a menudo que su temeridad acabaría trayéndole problemas. Probablemente debería haberle hecho caso hacía tiempo. Había acabado así al fin y al cabo por pecar de temerario. Cuando el princeps Donovan había pedido un voluntario para cruzar el viejo puente que atravesaba la sima y asegurar el paso con una cuerda, se había ofrecido sin pensarlo dos veces. Cuando la vieja madera crujió y se rompió, instintivamente se había agarrado a la cuerda. Sin embargo, cuando se golpeó contra la pared de la sima soltó sin querer el cabo y se precipitó al vacío. Su caída no fue limpia; la pared de la sima no era perfectamente vertical. Se golpeó contra salientes, rodó por la empinada cuesta y siguió cayendo. Aunque había sido esa sucesión de caídas cortas lo que le había salvado, el resultado era que se había llevado bastantes golpes y caído a saber donde. No veía la luz de los faroles de la patrulla al mirar hacia arriba, solo negrura.
Si el princeps seguía el protocolo, interrumpiría la misión para ir a informar de que la ruta ya no era transitable y de su desaparición. Si tenía suerte, tal vez la decuriona enviaría una patrulla de rescate. Pero era improbable. Así que primera fase, explorar sus alrededores y descubrir si estaba en una cueva natural o seguía en las minas.
Pero pese a todo, sabía que no hacer nada y lamentarse no iba a salvarle. Tenía que identificar el estado de sus heridas, comprobar su equipo y planear un curso de acción. Tras mover con cuidado las extremidades y tantearse el cuerpo con las manos, descubrió que efectivamente había sido afortunado. Principalmente tenía magulladuras y varios cortes donde se había rozado contra rocas afiladas. Lo más serio era una dolorosa rigidez en la zona lumbar. El equipo fue un poco más preocupante. Su mochila se había todo en la caída y había perdido casi todo lo que llevaba, incluyendo las provisiones. Le quedaban solo una lata de conservas para la que no tenía un abridor y una caja de cerillas empezada. También se le habían caído el fusil reglamentario y las boleadoras, y la cantimplora estaba abollada. Al menos tenía el estoque y la porra.
Su maestro de esgrima le decía a menudo que su temeridad acabaría trayéndole problemas. Probablemente debería haberle hecho caso hacía tiempo. Había acabado así al fin y al cabo por pecar de temerario. Cuando el princeps Donovan había pedido un voluntario para cruzar el viejo puente que atravesaba la sima y asegurar el paso con una cuerda, se había ofrecido sin pensarlo dos veces. Cuando la vieja madera crujió y se rompió, instintivamente se había agarrado a la cuerda. Sin embargo, cuando se golpeó contra la pared de la sima soltó sin querer el cabo y se precipitó al vacío. Su caída no fue limpia; la pared de la sima no era perfectamente vertical. Se golpeó contra salientes, rodó por la empinada cuesta y siguió cayendo. Aunque había sido esa sucesión de caídas cortas lo que le había salvado, el resultado era que se había llevado bastantes golpes y caído a saber donde. No veía la luz de los faroles de la patrulla al mirar hacia arriba, solo negrura.
Si el princeps seguía el protocolo, interrumpiría la misión para ir a informar de que la ruta ya no era transitable y de su desaparición. Si tenía suerte, tal vez la decuriona enviaría una patrulla de rescate. Pero era improbable. Así que primera fase, explorar sus alrededores y descubrir si estaba en una cueva natural o seguía en las minas.
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La oscuridad de aquellos túneles resultaba molesta para ti, Alpha. Por suerte, te ayudabas con Logi para iluminar tu camino. Has venido a este lugar, tratando de poder cachar una buena tajada de los recursos que explotan aquí. Pero lo hacías con cuidado, no quería ser visto. Optaste por explorar los túneles abandonados. Al menos fue lo que escuchaste decir en la taberna, antes de ponerte en camino a este lugar.
Evitar a la legión no ha sido tarea fácil. Despues de todo, te encuentras en su territorio. Aunque gracias a tu mascara te has permitido poder caminar por las calles sin ser descubierto. Pero al llegar aquí te la has quitado. Digamos que no es de tu agrado cargarla puesta todo el tiempo.
Y hablando de otra cosa, hoy te encuentras más feliz que de costumbre.
-¿Alpha, estas seguro que encontraremos algo por aquí?- Pregunto Susanoo, quien recientemente había vuelto a la vida gracia a la ayuda del genio, Kaito. Justo ahora era un polluelo. Pero al ser un polluelo de una súper ave de batalla, se puede decir que superaba en tamaño a una cría convencional. Aun postrado en tu hombro y era un poco más grande que un loro adulto. Apenas volvió a la vida, no dudaste ni un momento en colocarle una parte de tu propia alma para volverlo un hommie especial.
Y aunque aún no planeas que el luche, ya que es muy pequeño todavía.
- No lo sé. Si escuche bien, estos túneles han sido abandonados desde unos cuantos años para acá. Quizás encontremos algo interesante o simplemente tengamos que volver. Y no será un problema, he dejado unos cuantos homies en la entrada y por partes del camino para que Suzaku pueda comunicarse con ellos. Digamos que por ahora estamos bien.
Seguio la caminata durante un rato hasta llegar a un cruce. Te quedaste mirando durante unos instantes por cual camino tomar. ¿Derecha o izquierda? Honestamente no sabías que decisión tomar, este lugar prácticamente parecía un laberinto. Volviste a unas de las piedras de los alrededores un homie, para que te indicara por cual camino regresar. Luego, simplemente decidiste ir por la derecha.
Avanzando dentro de la oscuridad, donde tu luz era lo único que iluminaba.
Evitar a la legión no ha sido tarea fácil. Despues de todo, te encuentras en su territorio. Aunque gracias a tu mascara te has permitido poder caminar por las calles sin ser descubierto. Pero al llegar aquí te la has quitado. Digamos que no es de tu agrado cargarla puesta todo el tiempo.
Y hablando de otra cosa, hoy te encuentras más feliz que de costumbre.
-¿Alpha, estas seguro que encontraremos algo por aquí?- Pregunto Susanoo, quien recientemente había vuelto a la vida gracia a la ayuda del genio, Kaito. Justo ahora era un polluelo. Pero al ser un polluelo de una súper ave de batalla, se puede decir que superaba en tamaño a una cría convencional. Aun postrado en tu hombro y era un poco más grande que un loro adulto. Apenas volvió a la vida, no dudaste ni un momento en colocarle una parte de tu propia alma para volverlo un hommie especial.
Y aunque aún no planeas que el luche, ya que es muy pequeño todavía.
- No lo sé. Si escuche bien, estos túneles han sido abandonados desde unos cuantos años para acá. Quizás encontremos algo interesante o simplemente tengamos que volver. Y no será un problema, he dejado unos cuantos homies en la entrada y por partes del camino para que Suzaku pueda comunicarse con ellos. Digamos que por ahora estamos bien.
Seguio la caminata durante un rato hasta llegar a un cruce. Te quedaste mirando durante unos instantes por cual camino tomar. ¿Derecha o izquierda? Honestamente no sabías que decisión tomar, este lugar prácticamente parecía un laberinto. Volviste a unas de las piedras de los alrededores un homie, para que te indicara por cual camino regresar. Luego, simplemente decidiste ir por la derecha.
Avanzando dentro de la oscuridad, donde tu luz era lo único que iluminaba.
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Con el característico chasquido del fósforo contra el rascado y el destello de la chispa, Rylanor encendió la primera cerilla. La luz apenas llegaba para examinar su entorno, pero sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad. Pudo percibir algunos detalles de su entorno, lo justo para comenzar a sospechar que sus temores eran reales: estaba en una cueva natural. Si ese era el caso, nada le aseguraba que aquel sistema conectase con las minas superiores salvo por la sima por la que había caído. Trepar de vuelta a oscuras y en un entorno húmedo como aquel era claramente una mala idea.
Trató de aprovechar la cerilla todo lo que pudo, pero la llama consumió rápidamente la madera. Cuando el fuego comenzó a lamer las yemas de sus dedos, soltó el fósforo con un bufido. En momentos como aquel le hubiera gustado que su akuma no mi fuese otra distinta. Tal vez una zoan que le diese mejores sentidos. La logia de su padre también hubiera sido una opción soberbia. Sin embargo, tenía que sacarle partido a los recursos de los que disponía. Se levantó y comenzó a caminar lenta y cautelosamente, con los brazos extendidos hacia donde había visto una pared. Sus manos se encontraron con el tacto frío, húmedo y rugoso de la piedra. Recorriéndola con las manos, avanzó a ciegas a lo largo de la pétrea estancia, atendiendo al eco de sus pisadas. En un par de ocasiones notó zonas potencialmente peligrosas a tiempo. Lugares donde la roca del suelo parecía estar suelta, descender o donde la humedad se convertía en agua. A lo largo del recorrido gastó tres cerillas más para confirmar que se había encontrado peligros. Su exploración le acabó llevando a la conclusión de que estaba en una estancia alargada con dos túneles que salían de ella: uno amplio, pero que descendía hacia alguna clase de masa de agua cuya profundidad y extensión desconocía y otro pequeño y estrecho que parecía transitable... al menos por el momento. Tendría que entrar a cuatro patas y nada le aseguraba que no acabaría atrapado si la galería se estrechaba.
- La suerte favorece a los valientes... - murmuró.
Guardó la caja de cerillas y la lata en los bolsillos de la chaqueta de su uniforme y se desprendió de su mochila. Solo le estorbaría si efectivamente el túnel se estrechaba aún más. Sin segundos pensamientos, se agachó y comenzó a gatear por el túnel. No fue un recorrido agradable. Atravesar un espacio tan reducido a oscuras ya era un problema, pero además el suelo no era regular. Se golpeó y cortó con estalactitas y estalagmitas, y en un momento una se enganchó en uno de los rajones de su uniforme. No se dio cuenta hasta notar resistencia al moverse y escuchar el ruido de las costuras rompiéndose.
Estaba empezando a impacientarse. Su miedo crecía a medida constaba que el túnel era cada vez más estrecho. O lo hacía hasta que empezó a escuchar voces y vio un destello. Suspiró de alivio. Sin pararse a pensar en si se trataría de mineros, legionarios o los contrabandistas que tantos problemas daban a los locales, llamó a voz en grito:
- ¡¿Hola?! ¡Me he perdido y estoy herido! ¡Ayuda!
Avanzó un poco más a gatas, y comprobó que finalmente su gran tamaño se había convertido en un problema mayor que darse golpes contra los marcos de las puertas o no encontrar zapatos de su talla. El túnel era demasiado estrecho para él. Lo que era peor, por lo que podía ver por la luz que se aproximaba, era justo el último medio metro justo antes de salir a una galería mucho más amplia.
- No puedo salir, es demasiado estrecho.
Trató de aprovechar la cerilla todo lo que pudo, pero la llama consumió rápidamente la madera. Cuando el fuego comenzó a lamer las yemas de sus dedos, soltó el fósforo con un bufido. En momentos como aquel le hubiera gustado que su akuma no mi fuese otra distinta. Tal vez una zoan que le diese mejores sentidos. La logia de su padre también hubiera sido una opción soberbia. Sin embargo, tenía que sacarle partido a los recursos de los que disponía. Se levantó y comenzó a caminar lenta y cautelosamente, con los brazos extendidos hacia donde había visto una pared. Sus manos se encontraron con el tacto frío, húmedo y rugoso de la piedra. Recorriéndola con las manos, avanzó a ciegas a lo largo de la pétrea estancia, atendiendo al eco de sus pisadas. En un par de ocasiones notó zonas potencialmente peligrosas a tiempo. Lugares donde la roca del suelo parecía estar suelta, descender o donde la humedad se convertía en agua. A lo largo del recorrido gastó tres cerillas más para confirmar que se había encontrado peligros. Su exploración le acabó llevando a la conclusión de que estaba en una estancia alargada con dos túneles que salían de ella: uno amplio, pero que descendía hacia alguna clase de masa de agua cuya profundidad y extensión desconocía y otro pequeño y estrecho que parecía transitable... al menos por el momento. Tendría que entrar a cuatro patas y nada le aseguraba que no acabaría atrapado si la galería se estrechaba.
- La suerte favorece a los valientes... - murmuró.
Guardó la caja de cerillas y la lata en los bolsillos de la chaqueta de su uniforme y se desprendió de su mochila. Solo le estorbaría si efectivamente el túnel se estrechaba aún más. Sin segundos pensamientos, se agachó y comenzó a gatear por el túnel. No fue un recorrido agradable. Atravesar un espacio tan reducido a oscuras ya era un problema, pero además el suelo no era regular. Se golpeó y cortó con estalactitas y estalagmitas, y en un momento una se enganchó en uno de los rajones de su uniforme. No se dio cuenta hasta notar resistencia al moverse y escuchar el ruido de las costuras rompiéndose.
Estaba empezando a impacientarse. Su miedo crecía a medida constaba que el túnel era cada vez más estrecho. O lo hacía hasta que empezó a escuchar voces y vio un destello. Suspiró de alivio. Sin pararse a pensar en si se trataría de mineros, legionarios o los contrabandistas que tantos problemas daban a los locales, llamó a voz en grito:
- ¡¿Hola?! ¡Me he perdido y estoy herido! ¡Ayuda!
Avanzó un poco más a gatas, y comprobó que finalmente su gran tamaño se había convertido en un problema mayor que darse golpes contra los marcos de las puertas o no encontrar zapatos de su talla. El túnel era demasiado estrecho para él. Lo que era peor, por lo que podía ver por la luz que se aproximaba, era justo el último medio metro justo antes de salir a una galería mucho más amplia.
- No puedo salir, es demasiado estrecho.
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Avanzas sin temor alguno. Honestamente estabas comenzando a pensar que no encontrarías nada en este lugar abanado por dios. Aunque, tenías que admitir que le encontrabas algo atractivo a la belleza natural del túnel. De hecho, era algo de lo que te pusiste a pensar durante un instante. El mundo subterráneo podía ser un lugar lleno de mil y un misterios. Aquí podrías encontrar desde la mismísima nada, hasta lugares de leyendas que existieron hace miles de años. Podías simpatizar con los arqueólogos y mineros por ello. El trabajo de esta gente consistía en hacer cosas grandiosas, gracia al fruto del trabajo y el esfuerzo.
Incluso tu como herrero, sabias lo mucho que importaba aquellas dos profesiones.
-¿Mmmm? – Escuchaste por un momento una voz provenir por algún lugar. Suzaku se detuvo inmediatamente y ambos comenzaron a mirar en toda dirección hasta encontrar un agujero justo abajo en una pared. Sin mencionar que esta persona mencionaba que está herido, cosa que no te agradaba mucho ya que podría tratarse de un trabajador atrapado.
-¡No te preocupes! ¡Simplemente no te muevas! – Luego el pico de la plumífera comenzó a girar como un talador a toda velocidad. Su objetivo era tratar de ampliar el túnel lo suficiente como para que la persona pudiera Salir de allí. Tú por tu parte, te bajaste de ella y comenzaste a despejar el camino con las piedras que caían.
Luego de unos momentos, le tendiste tu mano para que pudiera sujetarla. Cuando te diste cuenta que se trataba de un soldado de la legión.
- Curiosa manera de terminar bajo una cueva. – Dijiste mastranto suma tranquilidad. - ¿Necesitas primeros auxilios? Recuéstate, yo te los brindare.
Incluso tu como herrero, sabias lo mucho que importaba aquellas dos profesiones.
-¿Mmmm? – Escuchaste por un momento una voz provenir por algún lugar. Suzaku se detuvo inmediatamente y ambos comenzaron a mirar en toda dirección hasta encontrar un agujero justo abajo en una pared. Sin mencionar que esta persona mencionaba que está herido, cosa que no te agradaba mucho ya que podría tratarse de un trabajador atrapado.
-¡No te preocupes! ¡Simplemente no te muevas! – Luego el pico de la plumífera comenzó a girar como un talador a toda velocidad. Su objetivo era tratar de ampliar el túnel lo suficiente como para que la persona pudiera Salir de allí. Tú por tu parte, te bajaste de ella y comenzaste a despejar el camino con las piedras que caían.
Luego de unos momentos, le tendiste tu mano para que pudiera sujetarla. Cuando te diste cuenta que se trataba de un soldado de la legión.
- Curiosa manera de terminar bajo una cueva. – Dijiste mastranto suma tranquilidad. - ¿Necesitas primeros auxilios? Recuéstate, yo te los brindare.
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Una voz masculina le respondió. La luz comenzó a acercarse y entonces vio asomar algo por el agujero. Un... ¿pájaro? Sí. Un pájaro del tamaño de un caballo pequeño. Había visto muchas cosas raras a lo largo de su vida, pero aquello estaba entre las que más. Un ave enorme en mitad de una cueva. Junto al pájaro asomó una persona con una máscara. Tenía pelo largo, un kimono, era muy bajito e iba armado hasta los dientes. Dos armas de asta, una espada y un escudo. En su hombro llevaba un pájaro más, uno que parecía una especie de pato. Debía ser un amante de las aves. Tras eso se fijó en la fuente de luz: una llama levitante con cara. Definitivamente, el pájaro era lo menos raro del grupo.
- ¡Gracias! Ha sido una suerte encontrarte, amigo.
Se mantuvo quieto obedeciendo las instrucciones de su extraño salvador. En ese momento el pájaro escaló varias posiciones en la escala de rareza del grupo: su pico empezó a girar tan rápido que al contacto con las piedras, empezó a hacerlas añicos. Polvo y trozos de roca empezaron a saltar en todas direcciones mientras el animal abría un hueco para que pudiera salir. Rylanor se cubría la cara con la chaqueta para evitar que algún fragmento de roca le diese en la cara y esperó. Cuando escuchó el pico detenerse, volvió a mirar y vio la mano tendida de su rescatador. La aceptó y salió con su ayuda.
- ¡Muchas gracias! - repitió, con una sonrisa, una vez estuvo fuera - No diré que no a tu bondad. He tenido días mejores - procedió a sentarse y recostarse contra la pared. Un suspiro de alivio se escapó de entre sus labios. Sentía como la tensión que le había mantenido en movimiento hasta ahora se desvanecía de golpe. Ahora notaba cansancio y dolor, pero también calma. Ya no estaba solo y a oscuras y de momento su rescatador le había dado todos los motivos para confiar en él. Rylanor le sonrió y se presentó - Rylanor. Soy legionario, como tal vez hayas notado por mi... - miró sus ropas destrozadas y sucias - lo que queda de mi uniforme. A decir verdad caí por un puente cuando patrullaba junto a mi decuria y he sobrevivido de milagro. He intentado encontrar el camino de vuelta por mi cuenta, pero no veía nada y he acabado metiéndome por un sitio demasiado estrecho.
Observó con curiosidad la llama voladora. ¿Sería una criatura, el producto de una akuma no mi o un ingenioso aparato tecnológico? Si era una akuma no mi, no se le ocurrían muchas opciones y ninguna buena. Desde luego era algo mucho más raro de lo que podía hacer él mismo. Él mismo... Su rostro cambió a una expresión de sorpresa y decepción. "Soy idiota. Podría haber salido sin ayuda si hubiese pensado un poco" pensó.
- ¡Gracias! Ha sido una suerte encontrarte, amigo.
Se mantuvo quieto obedeciendo las instrucciones de su extraño salvador. En ese momento el pájaro escaló varias posiciones en la escala de rareza del grupo: su pico empezó a girar tan rápido que al contacto con las piedras, empezó a hacerlas añicos. Polvo y trozos de roca empezaron a saltar en todas direcciones mientras el animal abría un hueco para que pudiera salir. Rylanor se cubría la cara con la chaqueta para evitar que algún fragmento de roca le diese en la cara y esperó. Cuando escuchó el pico detenerse, volvió a mirar y vio la mano tendida de su rescatador. La aceptó y salió con su ayuda.
- ¡Muchas gracias! - repitió, con una sonrisa, una vez estuvo fuera - No diré que no a tu bondad. He tenido días mejores - procedió a sentarse y recostarse contra la pared. Un suspiro de alivio se escapó de entre sus labios. Sentía como la tensión que le había mantenido en movimiento hasta ahora se desvanecía de golpe. Ahora notaba cansancio y dolor, pero también calma. Ya no estaba solo y a oscuras y de momento su rescatador le había dado todos los motivos para confiar en él. Rylanor le sonrió y se presentó - Rylanor. Soy legionario, como tal vez hayas notado por mi... - miró sus ropas destrozadas y sucias - lo que queda de mi uniforme. A decir verdad caí por un puente cuando patrullaba junto a mi decuria y he sobrevivido de milagro. He intentado encontrar el camino de vuelta por mi cuenta, pero no veía nada y he acabado metiéndome por un sitio demasiado estrecho.
Observó con curiosidad la llama voladora. ¿Sería una criatura, el producto de una akuma no mi o un ingenioso aparato tecnológico? Si era una akuma no mi, no se le ocurrían muchas opciones y ninguna buena. Desde luego era algo mucho más raro de lo que podía hacer él mismo. Él mismo... Su rostro cambió a una expresión de sorpresa y decepción. "Soy idiota. Podría haber salido sin ayuda si hubiese pensado un poco" pensó.
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Bueno, ya la parte difícil había ocurrido. Que suerte tuvo de encontrarse contigo que suele ser tan buen samaritano la mayor parte de tu tiempo, Alpha. ¿Suerte? O quizás mala suerte quise decir. Personalmente tu no tenía ningún problema con interactuar con ninguna clase de persona. Pero cuando se trataba con miembros del gobierno… eso ya era otra cosa.
No por ti, sino más bien todos ellos van contra ti.
- No tienes por qué agradecer, Rylanor. – Dijiste en un tono totalmente tranquilo. –No es la primera vez que ayuda a un desconocido en mis viajes. Ademas, has hecho algo bueno ¿Sabes? Has confirmado que ese puente era peligroso. Bueno, has pagado tus la consecuencias de ello. Pero la próxima vez asegúrate de tener cuidado. La parte buena de esto, es que ninguno de tus compañeros se verá en peligro en un futuro.
Bastante optimista de tu parte, pequeño. Aunque muy bien visto de tu parte. Este joven legionario ha hecho algo por lo cual no debería sentirse como se siente en este momento. Ya que por su cara, intuiste que se sentía muy idiota por haber caído en este lugar. – Muy bien, mantente quieto. – Poco a poco comenzaste a realizar un chequeo médico. Y aunque tus conocimientos sobre medicina eran muy básicos, eran los suficientemente buenos como para sacar de un apuro a alguien. Por suerte, este no se abría rompido ningún hueso, solo alguno que otro golpe que le dejara un moretón.
-Ten – Allí le diste un par de pastillas para el dolor. - Son masticables. Son pastilla para el dolor. – Luego de aquello cubriste algún raspón que fueras visto con algún curita y ya estaba más que listo.
- Listo, como nuevo. – Te levantaste del suelo. – Nada de gravedad, solo algún que otro moretón y rasguño. Has corrido con suerte esta vez.
- Hablando de suerte. No hemos encontrado absolutamente nada en estos tuneles, Alpha. Simplemente rocas. – Dijo de manera gruñona Susanoo, el cual se encontraba mirando desde la espalda de Suzaku.
- Calma, calma. Pronto encontraremos algo, estoy seguro. Aunque dudo mucho que encontremos por aquí algún tesoro o algo similar. – Dijiste mientras cruzaba tus brazos y ladeabas la cabeza pensando.
- Te digo qu…- Suzaku quería añadir algo. Pero de pronto comenzaría a recibir algo por la señal Homie. – Alpha, hay otras personas en el túnel.
-¿Legionarios? Quizás sea los amigos de Rylanor.
-No… no lo son.
No por ti, sino más bien todos ellos van contra ti.
- No tienes por qué agradecer, Rylanor. – Dijiste en un tono totalmente tranquilo. –No es la primera vez que ayuda a un desconocido en mis viajes. Ademas, has hecho algo bueno ¿Sabes? Has confirmado que ese puente era peligroso. Bueno, has pagado tus la consecuencias de ello. Pero la próxima vez asegúrate de tener cuidado. La parte buena de esto, es que ninguno de tus compañeros se verá en peligro en un futuro.
Bastante optimista de tu parte, pequeño. Aunque muy bien visto de tu parte. Este joven legionario ha hecho algo por lo cual no debería sentirse como se siente en este momento. Ya que por su cara, intuiste que se sentía muy idiota por haber caído en este lugar. – Muy bien, mantente quieto. – Poco a poco comenzaste a realizar un chequeo médico. Y aunque tus conocimientos sobre medicina eran muy básicos, eran los suficientemente buenos como para sacar de un apuro a alguien. Por suerte, este no se abría rompido ningún hueso, solo alguno que otro golpe que le dejara un moretón.
-Ten – Allí le diste un par de pastillas para el dolor. - Son masticables. Son pastilla para el dolor. – Luego de aquello cubriste algún raspón que fueras visto con algún curita y ya estaba más que listo.
- Listo, como nuevo. – Te levantaste del suelo. – Nada de gravedad, solo algún que otro moretón y rasguño. Has corrido con suerte esta vez.
- Hablando de suerte. No hemos encontrado absolutamente nada en estos tuneles, Alpha. Simplemente rocas. – Dijo de manera gruñona Susanoo, el cual se encontraba mirando desde la espalda de Suzaku.
- Calma, calma. Pronto encontraremos algo, estoy seguro. Aunque dudo mucho que encontremos por aquí algún tesoro o algo similar. – Dijiste mientras cruzaba tus brazos y ladeabas la cabeza pensando.
- Te digo qu…- Suzaku quería añadir algo. Pero de pronto comenzaría a recibir algo por la señal Homie. – Alpha, hay otras personas en el túnel.
-¿Legionarios? Quizás sea los amigos de Rylanor.
-No… no lo son.
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El extraño enmascarado resultó ser tan amable como para atender sus heridas, darle un analgésico e incluso intentar animarle. Rylanor sonrió y soltó una carcajada animada. Le caía bien aquella persona - Mejor que caiga el cabeza hueca, que no tiene mucho que perder si se golpea en la cocorota - bromeó animadamente - al menos ahora el resto saben que no era seguro cruzar.
Dejó que su salvador atendiese a sus heridas mientras masticaba el analgésico. La sensación en la boca era un poco desagradable; los fragmentos de pastilla se le metían entre los dientes y antes de terminar de disolverse se pegaban a todos lados. Sin embargo se la tomó sin quejarse y aguardó pacientemente a que el enmascarado hubiera terminado su trabajo. Entonces el pájaro pequeño habló. Y no lo hizo como un ave imitadora repitiendo alguna palabra o frase que conociera, sino metiéndose en la conversación y haciendo un comentario coherente. Rylanor se sobresaltó y la miró, sorprendido. Se hubiera sorprendido más cuando el pájaro del pico taladro habló también, pero la situación ya era lo bastante inusual como para solo fuera una anomalía más.
- Si no son legionarios ni mineros, deberíamos andarnos con cuidado. Es posible Que se trate de contrabandistas - dijo Rylanor, sin cuestionar cómo los habían percibido - utilizan los túneles para esconder y mover mercancías, y cuando pueden, roban algunos de los minerales más raros.
Se preguntó quién sería Alpha y qué haría en los túneles. En condiciones normales su deber sería interrogarle al respecto. Aún lo era, de hecho. Pero no iba a actuar contra su rescatador, y si podía, le ayudaría a buscar un lugar seguro lejos de la Legión y de los contrabandistas. Se incorporó y se encaró al pequeño guerrero - Alpha, ¿verdad? Deberíamos alejarnos de aquí. Los contrabandistas que se ocultan en estas minas están metidos en toda clase de negocios turbios. Si nos encuentran y logran capturarnos, es probable que intenten vendernos como esclavos.
Miro a su alrededor, intentando buscar alguna pista sobre cuál sería el mejor camino a seguir. Parecía que estaban en una galería excavada y no un túnel natural, al menos. Eso era buena señal. Si encontraban alguna de las zonas excavadas en años más recientes, encontrarían también el sistema de señales que los mineros utilizaban para indicar el camino. Todos los legionarios asignados a las patrullas habían aprendido a interpretar esas señales - ¿Sabes dónde están las galerías principales? Si llegamos, sabré encontrar el camino a donde necesites ir. ¿Qué buscáis? Puedo ayudar, mientras no implique meterme en problemas con mis superiores.
Dejó que su salvador atendiese a sus heridas mientras masticaba el analgésico. La sensación en la boca era un poco desagradable; los fragmentos de pastilla se le metían entre los dientes y antes de terminar de disolverse se pegaban a todos lados. Sin embargo se la tomó sin quejarse y aguardó pacientemente a que el enmascarado hubiera terminado su trabajo. Entonces el pájaro pequeño habló. Y no lo hizo como un ave imitadora repitiendo alguna palabra o frase que conociera, sino metiéndose en la conversación y haciendo un comentario coherente. Rylanor se sobresaltó y la miró, sorprendido. Se hubiera sorprendido más cuando el pájaro del pico taladro habló también, pero la situación ya era lo bastante inusual como para solo fuera una anomalía más.
- Si no son legionarios ni mineros, deberíamos andarnos con cuidado. Es posible Que se trate de contrabandistas - dijo Rylanor, sin cuestionar cómo los habían percibido - utilizan los túneles para esconder y mover mercancías, y cuando pueden, roban algunos de los minerales más raros.
Se preguntó quién sería Alpha y qué haría en los túneles. En condiciones normales su deber sería interrogarle al respecto. Aún lo era, de hecho. Pero no iba a actuar contra su rescatador, y si podía, le ayudaría a buscar un lugar seguro lejos de la Legión y de los contrabandistas. Se incorporó y se encaró al pequeño guerrero - Alpha, ¿verdad? Deberíamos alejarnos de aquí. Los contrabandistas que se ocultan en estas minas están metidos en toda clase de negocios turbios. Si nos encuentran y logran capturarnos, es probable que intenten vendernos como esclavos.
Miro a su alrededor, intentando buscar alguna pista sobre cuál sería el mejor camino a seguir. Parecía que estaban en una galería excavada y no un túnel natural, al menos. Eso era buena señal. Si encontraban alguna de las zonas excavadas en años más recientes, encontrarían también el sistema de señales que los mineros utilizaban para indicar el camino. Todos los legionarios asignados a las patrullas habían aprendido a interpretar esas señales - ¿Sabes dónde están las galerías principales? Si llegamos, sabré encontrar el camino a donde necesites ir. ¿Qué buscáis? Puedo ayudar, mientras no implique meterme en problemas con mis superiores.
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- ¿Qué que buscamos? – Preguntaste mientras te quitabas la máscara. – Ya lo encontramos. – Sonreíste con aquella sonrisa llena de malicia junto a esa mirada tétrica llena de emoción e ilusión. Viniste buscando cobre y, encontraste oro. ¿Contrabandistas que esclavizaban personas? Mejor no podía venir la situación para ti. Eres el pirata que caza piratas después de todo.
Pero hoy, no robaras un tesoro pirata.
-¡Todos! ¡Hora de la cacería! – Gritaste a tus homies que estaban más que listo para lo que sea.
- ¿Estás seguro, Alpha? – Pregunto Suzaku. – Me indican que se dirigen por un túnel el cual no tenemos ninguno de nosotros. Pero lograron escuchar que hablaban de una nueva mercancía. Quizás sea algo que se nos pueda salir de las manos.
- ¿Y eso tiene que asustarme? – Parecías algo ansioso. Aunque no te culpo, tenías tiempo sin sentir el calor de la batalla. Al menos te ilusionaba pensar que estos valdrían la pena. – Son contrabandista. ¿Acaso tengo que tener piedad con gente que negocia con la vida de otros?
- No digo que tengamos piedad con ellos, Alpha. Pero al menos tratemos de luchar con cabeza ¿sí? – La plumífera parecía ser la voz de la razón justo ahora. – Además, tenemos al legionario que necesita encontrar a los suyos.
Mirante a Suzaku con una mirada gruñona, pero tenía razón. Justo ahora tienes una persona en un estado un poco jodido, lo de su facción te tenía mucho sin cuidado. Pero igualmente no te agradaba la idea de dejarlo a su suerte en la oscuridad mientras tú te lanzabas a la cacería.
- Demonios… - Dijiste mirando de nuevo a Rylanor. – No puedo dejarte a tu suerte. Mi moral me lo impide. Así que te ayudare a salir de aquí primero y luego vuelvo a cazar contrabandistas imbéciles.
Pero hoy, no robaras un tesoro pirata.
-¡Todos! ¡Hora de la cacería! – Gritaste a tus homies que estaban más que listo para lo que sea.
- ¿Estás seguro, Alpha? – Pregunto Suzaku. – Me indican que se dirigen por un túnel el cual no tenemos ninguno de nosotros. Pero lograron escuchar que hablaban de una nueva mercancía. Quizás sea algo que se nos pueda salir de las manos.
- ¿Y eso tiene que asustarme? – Parecías algo ansioso. Aunque no te culpo, tenías tiempo sin sentir el calor de la batalla. Al menos te ilusionaba pensar que estos valdrían la pena. – Son contrabandista. ¿Acaso tengo que tener piedad con gente que negocia con la vida de otros?
- No digo que tengamos piedad con ellos, Alpha. Pero al menos tratemos de luchar con cabeza ¿sí? – La plumífera parecía ser la voz de la razón justo ahora. – Además, tenemos al legionario que necesita encontrar a los suyos.
Mirante a Suzaku con una mirada gruñona, pero tenía razón. Justo ahora tienes una persona en un estado un poco jodido, lo de su facción te tenía mucho sin cuidado. Pero igualmente no te agradaba la idea de dejarlo a su suerte en la oscuridad mientras tú te lanzabas a la cacería.
- Demonios… - Dijiste mirando de nuevo a Rylanor. – No puedo dejarte a tu suerte. Mi moral me lo impide. Así que te ayudare a salir de aquí primero y luego vuelvo a cazar contrabandistas imbéciles.
Rylanor
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fuerza
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Akuma no mi
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El rostro de Alpha le sorprendió. Era mucho más juvenil de lo que había esperado, incluso con su corta estatura. Sin embargo era indudablemente agraciado y carismático. Sin duda era más joven que el propio Rylanor, pese a lo que no le quedaba duda de que era una persona con recursos, como ya le había demostrado. Mientras hablaba con su extraño contingente de seguidores, el legionario trató de deducir sus intenciones. Parecía pretender ir tras los contrabandistas y tener razones morales para ello. Al final no se había equivocado, Alpha era una buena persona. Cuando declaró que le llevaría con los suyos, el soldado negó con la cabeza:
- Si vas a ir a por los contrabandistas, déjame ir contigo. Me has salvado, así que lo justo es que haga lo que pueda por devolver el favor - desenvainó su estoque y se puso en una postura defensiva - Si te preocupa que pueda ser un estorbo, descuida. He tenido un buen maestro de esgrima y también tengo el poder de una akuma no mi. No estoy indefenso y puedo serte útil. Además, es mi deber enfrentarme a esta gente. Son el motivo por el que mi cohorte ha sido enviada a esta isla.
Tenía otros motivos para querer ayudar a Alpha, claro. Aquella era la ocasión que llevaba meses esperando: una situación en que pudiese justificar un acto heroico independiente que ayudase a la cohorte. Era el momento de empezar a trepar por la jerarquía de la Legión. La única manera de cumplir su objetivo era lograr ganarse la confianza de los altos rangos. Aquella improvisada operación sería la primera roca en los cimientos de su carrera militar.
- ¿Vamos? Parece que sabes dónde están. Guíame y mientras te contaré lo que sé de esta gente.
Si Alpha aceptaba, comenzaría a explicarle lo que sabía. Los contrabandistas eran un grupo perteneciente al Bajo Mundo, aunque desconocían con qué facciones criminales mantenían contacto. Llevaban unos meses en esos túneles, tiempo que habían dedicado a adelantarse a los mineros y extraer minerales raros. Hasta la llegada de su cohorte para servir de apoyo a la guarnición local, habían sido tan osados como para atacar y saquear almacenes y llevarse mineros como esclavos. Desde la llegada de la 17ª cohorte, los contrabandistas se lo habían pensado mejor y actuaban con mucha más cautela. Las patrullas legionarias los mantenían alejados de las galerías principales, pero las zonas más recónditas de las minas seguían bajo su control.
- Si vas a ir a por los contrabandistas, déjame ir contigo. Me has salvado, así que lo justo es que haga lo que pueda por devolver el favor - desenvainó su estoque y se puso en una postura defensiva - Si te preocupa que pueda ser un estorbo, descuida. He tenido un buen maestro de esgrima y también tengo el poder de una akuma no mi. No estoy indefenso y puedo serte útil. Además, es mi deber enfrentarme a esta gente. Son el motivo por el que mi cohorte ha sido enviada a esta isla.
Tenía otros motivos para querer ayudar a Alpha, claro. Aquella era la ocasión que llevaba meses esperando: una situación en que pudiese justificar un acto heroico independiente que ayudase a la cohorte. Era el momento de empezar a trepar por la jerarquía de la Legión. La única manera de cumplir su objetivo era lograr ganarse la confianza de los altos rangos. Aquella improvisada operación sería la primera roca en los cimientos de su carrera militar.
- ¿Vamos? Parece que sabes dónde están. Guíame y mientras te contaré lo que sé de esta gente.
Si Alpha aceptaba, comenzaría a explicarle lo que sabía. Los contrabandistas eran un grupo perteneciente al Bajo Mundo, aunque desconocían con qué facciones criminales mantenían contacto. Llevaban unos meses en esos túneles, tiempo que habían dedicado a adelantarse a los mineros y extraer minerales raros. Hasta la llegada de su cohorte para servir de apoyo a la guarnición local, habían sido tan osados como para atacar y saquear almacenes y llevarse mineros como esclavos. Desde la llegada de la 17ª cohorte, los contrabandistas se lo habían pensado mejor y actuaban con mucha más cautela. Las patrullas legionarias los mantenían alejados de las galerías principales, pero las zonas más recónditas de las minas seguían bajo su control.
Freites D. Alpha
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Akuma no mi
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Una curiosa oferta es arrojada a la mesa, joven pirata. Rylanor se ofrece a acompañarte y luchar contra los contrabandistas. Al principio no te convenció del todo, pero luego escuchaste que era un buen esgrimista y además poseía una akuma no mí. Mentiría si dijera que eso no te ha causado curiosidad, porque obviamente lo hizo. Además, en tu mente sabes que debes actuar rápido antes que los del gobierno noten tu presencia en este lugar. Pueden que algunos no te reconozcan, como puede ser el caso de Rylanor, pero no siempre correrás con buena suerte.
¿O tal vez si?
- De acuerdo. – Fue tu respuesta. – Pero quiero que tengas en mente lo siguiente. Si ello poseen tesoros, serán míos. En caso de tener esclavos, han de ser liberados. Esto no será un paseo ni mucho menos un día de campo. Ellos intentaran matarnos. – Suspiraste profundamente. – Y probablemente tengamos que responder de la misma manera.
- Pues es lo que merecen, Alpha. – Respondió la plumífera. – Ademas, es lo que debemos hacer para mantener los recursos de la familia a flote. No estamos mal de dinero, pero un extra nunca cae mal.
-Tienes razón, Suzaku. Guianos. – Dijiste. Luego miraste a legionario con tranquilidad. – Bueno ¿y cuál es tu historia? - Preguntaste mientras Suzaku comenzaba a andar. – La mía no es tan interesante, la verdad. Solo alguien que se dedica a viajar y velar por el bien de los suyos.
De por sí, no le mentías. Pero no querías profundizar en ti. Si, eres un pirata, básicamente eres el enemigo número uno de la gente para la cual este trabaja. Eres un criminal buscado, joven Alpha. Eso es un hecho seguro. Pero el legionario en si se mostraba un alma benevolente. No te daba mala espina y parece que sus intenciones de ayudarte son puras.
Pasado de un rato, llegarían a un punto donde estaba una roca homie. Indico el camino por el cual siguieron los contrabandistas. – A partir de acá, no sabemos que encontraremos. ¿Estás listo?
¿O tal vez si?
- De acuerdo. – Fue tu respuesta. – Pero quiero que tengas en mente lo siguiente. Si ello poseen tesoros, serán míos. En caso de tener esclavos, han de ser liberados. Esto no será un paseo ni mucho menos un día de campo. Ellos intentaran matarnos. – Suspiraste profundamente. – Y probablemente tengamos que responder de la misma manera.
- Pues es lo que merecen, Alpha. – Respondió la plumífera. – Ademas, es lo que debemos hacer para mantener los recursos de la familia a flote. No estamos mal de dinero, pero un extra nunca cae mal.
-Tienes razón, Suzaku. Guianos. – Dijiste. Luego miraste a legionario con tranquilidad. – Bueno ¿y cuál es tu historia? - Preguntaste mientras Suzaku comenzaba a andar. – La mía no es tan interesante, la verdad. Solo alguien que se dedica a viajar y velar por el bien de los suyos.
De por sí, no le mentías. Pero no querías profundizar en ti. Si, eres un pirata, básicamente eres el enemigo número uno de la gente para la cual este trabaja. Eres un criminal buscado, joven Alpha. Eso es un hecho seguro. Pero el legionario en si se mostraba un alma benevolente. No te daba mala espina y parece que sus intenciones de ayudarte son puras.
Pasado de un rato, llegarían a un punto donde estaba una roca homie. Indico el camino por el cual siguieron los contrabandistas. – A partir de acá, no sabemos que encontraremos. ¿Estás listo?
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