Suzaku
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Saberes
Akuma no mi
Varios
Hacía tiempo que llevaba pensando en volver a Loguetown con mi hermano pequeño Sohem. Habían pasado casi tres años desde que le reencontré allí, tras casi diez años de búsqueda desde que nos separaron siendo niños. Tras la muerte de nuestra madre, no había vuelto a ver a ninguno de mis hermanos hasta que los fui reencontrando uno a uno. Y el primero fue Sohem.
Estábamos mi tripulación y yo en nuestro barco. Todos nos encontrábamos allí. Los gemelos no estaban en cubierta, así que imaginé que estarían durmiendo. Shirahime había ido a nadar un rato y Yuu estaba practicando su puntería con unas gaviotas, aunque fallaba todos los tiros. El Sol presidía el cielo con autoridad, desde su punto más alto, atorando de calor a quien se encontraba bajo él. Ni una ligera brisa en todo el mar, lo que, a parte de no ayudar con el atorrante calor, hacía que no se moviera el barco ni un ápice debido a que se el sumaba la ausencia de corrientes desde hacía unos veinte minutos más o menos.
— ¡¡HITOKU!! — grité, esperando que mi hermano pequeño se despertara. Llevábamos varados un buen rato, y eso era culpa de mi timonel, así que habría castigo.
Nadie contestó a mi llamada. Estaba empezando a cabrearme bastante y a ninguno de mi tripulación le gustaba cuando sacaba el genio. Esperé durante un rato y, como vi que Hitoku no venía, cambié de plan.
— ¡¡SOHEM!!
Estábamos mi tripulación y yo en nuestro barco. Todos nos encontrábamos allí. Los gemelos no estaban en cubierta, así que imaginé que estarían durmiendo. Shirahime había ido a nadar un rato y Yuu estaba practicando su puntería con unas gaviotas, aunque fallaba todos los tiros. El Sol presidía el cielo con autoridad, desde su punto más alto, atorando de calor a quien se encontraba bajo él. Ni una ligera brisa en todo el mar, lo que, a parte de no ayudar con el atorrante calor, hacía que no se moviera el barco ni un ápice debido a que se el sumaba la ausencia de corrientes desde hacía unos veinte minutos más o menos.
— ¡¡HITOKU!! — grité, esperando que mi hermano pequeño se despertara. Llevábamos varados un buen rato, y eso era culpa de mi timonel, así que habría castigo.
Nadie contestó a mi llamada. Estaba empezando a cabrearme bastante y a ninguno de mi tripulación le gustaba cuando sacaba el genio. Esperé durante un rato y, como vi que Hitoku no venía, cambié de plan.
— ¡¡SOHEM!!
Sohem
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Intelecto
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Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La voz de mi hermano me sobresaltó, levanté mi cabeza y me golpeé con una viga que cruzaba mi cuarto, tras eso perdí el equilibrio y me caí al suelo quedando sentado.
¡Oh joder!
Mmm... Sohem... ¿por que paras? ¡vuelve aquí conmigo!
Frente a mi, tumbada en mi cama, estaba una muchacha, de más o menos mi edad, quizá menor, de unos veinte años. Las sábanas revueltas por la cama y el colchón empapado en sudor.
La mujer era morena, con el pelo de una longitud que bien podría rozar sus caderas, pero ahora mismo lo tenía despeinado y enrredado, revuelto entorno a su cara.
Tenía unos ojos marrones, oscuros, y usaba lápiz de ojos, así mismo, era de coloridos pómulos y labios gruesos, con un tono natural rojizo muy llamativo. Sus dientes eran blanquísimos y estaban perfectamente colocados.
Sudaba y respiraba agitadamente.
En su cuello, lucía un colgante fino de plata, que sujetaba una joya púrpura, del tamaño de un ojo y forma similar.
Tenía los brazos y las manos delgadas, muy finas, y estas jugaban con su pelo enredado sin casi fuerzas y con algún temblor involuntario.
Sus pechos tenían buen tamaño y reinaban en ese catre, sudados, blandos y firmes, dando paso a la vista a una cadera estrecha y con un lunar cerca del ombligo, muy sugerente.
Las piernas, se mantenían en una posición estratégica, una estirada, apoyada por completo en la cama, y otra doblada, con la rodilla apuntando a la otra punta de la habitación, y así tapaba sus vergüenzas más intimas aunque mostraba parte de sus nalgas, redondas y hermosas, con alguna pequeña marca roja, seguramente debido a algún azote.
Llevaba tatuado en un tobillo, un pequeño sol, justo en el hueso.
Lo se, lo se... Kathya
¡Cynthia!
Dijo ella tapándose un poco aquellos senos con gesto de enfado
Lo se preciosa, solo bromeaba
Dije tras terminar de levantarme y besar sus labios.
La verdad es que no tenía ni idea de su nombre.
Volví a dominar la situación con un beso tras otro, volviendo a colocarme sobre ella, mientras me abrazaba con las piernas, y yo ejercía todo el trabajo. Gritaba mi nombre y alguna expresión monosílaba sin sentido, y no estaba seguro de por que me había asustado, juraría que la había escuchado voz de hombre hace unos segundos
Pero... es imposible que sea un hombre, joder, lo estoy comprobando yo mismo
Entre movimiento y movimiento, acompañados de la suave melodía de los labios de aquella muchacha, pude volver a escuchar mi nombre de nuevo, con un fuerte grito masculino, y esta vez no tuve dudas, venía de fuera
Hijo de puta...
Más concretamente de Suzaku, mi hermano mayor y capitán, el hombre más inoportuno del planeta. Me desconcentraba.
Ella me separó un poco y me miró con la mirada felina de toda mujer poseída por la pasión, y obligandome a bajar el ritmo me dijo.
Mmm... jajaja... ¿que te pasa Sohem? Hasta ahora estaba creyéndome eso que me dijiste al presentarte... "Sohem Shakkin, experto en polvos"
Y se reía entre gemido y gemido. Yo, tras intentarlo un poco más conseguí que alcanzara el punto álgido del "encuentro" y alzara la voz más que en ningún otro minuto.
Casi de inmediato volví a escuchar la voz de mi hermano llamándome, me levanté de la cama y me puse el pantalón a una considerable velocidad.
¿Que haces? ¿No me digas que me harás irme ahora?
Ni por todo el oro del mundo Karoline
¡¡Cynthia!!
Si, si, eso... Tú quédate aquí y duerme, yo voy a salir a tomar el aire
¿Dormiremos juntos?
Claro, es lo que te prometí... tu ya has cumplido tu parte
Dije sonriendo y volviendo a besarla, mirando su precioso y sensual cuerpo desnudo de nuevo, por última vez antes de que se tapara
Maldito Suzaku... estas tetas no son normales y las tengo que dejar aquí solas... no tendrá otras horas de llamarme...
Tápate y no me esperes, duerme, yo vendré en seguida
Y sin ponerme camisa ninguna, me calcé mi sombrero y salí de la habitación.
El roce del pantalón al no llevar ropa interior era ciertamente molesto, y el tacto frío de las maderas del barco bajo mis descalzos pies, me erizaban el pelo del cuerpo.
El aire entre los pasillos me rozaba el torso desnudo y me acariciaba cada gota de sudor. Salí a cubierta y anduve hasta la mitad exacta, girandome en redondo 360º hasta localizar a mi hermano.
Tras verle, no pude por menos que decir
¿Recuerdas la hija del contra-almirante que hemos conocido en el bar? ¡Pues hasta que tu me has llamado me la estaba cepillando bastante a gusto cabrón!
Mi enfado era notable
Uno no puede tirarse a una tía así de buena todos los días... Pero bueno, la he dejado dormida, tengo un rato ¿que coño pasa? ¿que hacemos aquí parados?
Dije observando a todos lados, algo confuso
¡Oh joder!
Mmm... Sohem... ¿por que paras? ¡vuelve aquí conmigo!
Frente a mi, tumbada en mi cama, estaba una muchacha, de más o menos mi edad, quizá menor, de unos veinte años. Las sábanas revueltas por la cama y el colchón empapado en sudor.
La mujer era morena, con el pelo de una longitud que bien podría rozar sus caderas, pero ahora mismo lo tenía despeinado y enrredado, revuelto entorno a su cara.
Tenía unos ojos marrones, oscuros, y usaba lápiz de ojos, así mismo, era de coloridos pómulos y labios gruesos, con un tono natural rojizo muy llamativo. Sus dientes eran blanquísimos y estaban perfectamente colocados.
Sudaba y respiraba agitadamente.
En su cuello, lucía un colgante fino de plata, que sujetaba una joya púrpura, del tamaño de un ojo y forma similar.
Tenía los brazos y las manos delgadas, muy finas, y estas jugaban con su pelo enredado sin casi fuerzas y con algún temblor involuntario.
Sus pechos tenían buen tamaño y reinaban en ese catre, sudados, blandos y firmes, dando paso a la vista a una cadera estrecha y con un lunar cerca del ombligo, muy sugerente.
Las piernas, se mantenían en una posición estratégica, una estirada, apoyada por completo en la cama, y otra doblada, con la rodilla apuntando a la otra punta de la habitación, y así tapaba sus vergüenzas más intimas aunque mostraba parte de sus nalgas, redondas y hermosas, con alguna pequeña marca roja, seguramente debido a algún azote.
Llevaba tatuado en un tobillo, un pequeño sol, justo en el hueso.
Lo se, lo se... Kathya
¡Cynthia!
Dijo ella tapándose un poco aquellos senos con gesto de enfado
Lo se preciosa, solo bromeaba
Dije tras terminar de levantarme y besar sus labios.
La verdad es que no tenía ni idea de su nombre.
Volví a dominar la situación con un beso tras otro, volviendo a colocarme sobre ella, mientras me abrazaba con las piernas, y yo ejercía todo el trabajo. Gritaba mi nombre y alguna expresión monosílaba sin sentido, y no estaba seguro de por que me había asustado, juraría que la había escuchado voz de hombre hace unos segundos
Pero... es imposible que sea un hombre, joder, lo estoy comprobando yo mismo
Entre movimiento y movimiento, acompañados de la suave melodía de los labios de aquella muchacha, pude volver a escuchar mi nombre de nuevo, con un fuerte grito masculino, y esta vez no tuve dudas, venía de fuera
Hijo de puta...
Más concretamente de Suzaku, mi hermano mayor y capitán, el hombre más inoportuno del planeta. Me desconcentraba.
Ella me separó un poco y me miró con la mirada felina de toda mujer poseída por la pasión, y obligandome a bajar el ritmo me dijo.
Mmm... jajaja... ¿que te pasa Sohem? Hasta ahora estaba creyéndome eso que me dijiste al presentarte... "Sohem Shakkin, experto en polvos"
Y se reía entre gemido y gemido. Yo, tras intentarlo un poco más conseguí que alcanzara el punto álgido del "encuentro" y alzara la voz más que en ningún otro minuto.
Casi de inmediato volví a escuchar la voz de mi hermano llamándome, me levanté de la cama y me puse el pantalón a una considerable velocidad.
¿Que haces? ¿No me digas que me harás irme ahora?
Ni por todo el oro del mundo Karoline
¡¡Cynthia!!
Si, si, eso... Tú quédate aquí y duerme, yo voy a salir a tomar el aire
¿Dormiremos juntos?
Claro, es lo que te prometí... tu ya has cumplido tu parte
Dije sonriendo y volviendo a besarla, mirando su precioso y sensual cuerpo desnudo de nuevo, por última vez antes de que se tapara
Maldito Suzaku... estas tetas no son normales y las tengo que dejar aquí solas... no tendrá otras horas de llamarme...
Tápate y no me esperes, duerme, yo vendré en seguida
Y sin ponerme camisa ninguna, me calcé mi sombrero y salí de la habitación.
El roce del pantalón al no llevar ropa interior era ciertamente molesto, y el tacto frío de las maderas del barco bajo mis descalzos pies, me erizaban el pelo del cuerpo.
El aire entre los pasillos me rozaba el torso desnudo y me acariciaba cada gota de sudor. Salí a cubierta y anduve hasta la mitad exacta, girandome en redondo 360º hasta localizar a mi hermano.
Tras verle, no pude por menos que decir
¿Recuerdas la hija del contra-almirante que hemos conocido en el bar? ¡Pues hasta que tu me has llamado me la estaba cepillando bastante a gusto cabrón!
Mi enfado era notable
Uno no puede tirarse a una tía así de buena todos los días... Pero bueno, la he dejado dormida, tengo un rato ¿que coño pasa? ¿que hacemos aquí parados?
Dije observando a todos lados, algo confuso
Suzaku
Fama
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
— ¿¡CÓMO!?
Tras las palabras de mi hermano y su explicación de por qué había tardado tanto en acudir a mi llamada, la sangre comenzó a hervirme en las venas, los ojos se me salían de las órbitas y las venas estaban a punto de reventarme. No podía entender como mi hermano era tan increíblemente estúpido. Me senté en el suelo de la cubierta para evitar el caerme estando de pie. Me puse una mano en la cabeza y apoyada con el codo en la rodilla.
— ¿No te parece suficiente con que la Marina ya nos busque por las recompensas a nuestras cabezas? — dije, totalmente alterado. — ¿Ahora también tienes que subir a la hija del Contra-almirante a bordo y, encima, tirártela? ¡¡ESTÁS COLGADO!!
Había empezado, incluso, a hiperventilar. Con la mano que no estaba sujetando mi cabeza, comencé a abanicarme. Necesitaba aire como fuera, y el fuerte calor que venía de un sol justiciero no ayudaba nada. Probablemente, media Marina estaría buscándonos para rescatar a la hija del Contra-almirante porque mi hermano quería pasar un buen rato. Después de que me calmé, volvía mirar a Sohem.
— ¡¡ERES MI JODIDO ÍDOLO, HERMANO!! — grité, con los ojos brillantes y unas palabras llenas de adoración y admiración. — ¡¡TE HAS TIRADO A LA HIJA DE UN CONTRA-ALMIRANTE!! Eres un jodido genio, Sohem.
Mi cara no podía rebosar más ilusión. Mi hermano había hecho aquello que yo llevaba intentando hacer desde hacía mucho tiempo: joder a la Marina... literalmente. Sohem siempre había sido un viva la vida y un bohemio, pero aquello era subir a otro nivel. Ni si quiera me había dado cuenta de que aquella mujer había subido al barco. Mi hermano pequeño era el mejor en cuestión a infiltración y sigilo.
Cuando la emoción por lo que había hecho Sohem pasó, recordé que aún estábamos varados en medio de ninguna parte, y éramos blanco fácil para cualquier atacante, tanto humano como animal.
— No lo se, Sohem. Tu hermano Hitoku no tengo ni idea dónde está, así que estamos sin timonel. Creo que estamos aquí parados porque no hay ni viento ni corrientes. — expliqué, mientras daba una vuelta sobre mi mismo con los brazos estirados, un gesto para que se fijara en su alrededor. — Estamos cerca de Loguetown. Tengo que ir a comprar ciertos productos.
Los recuerdos que Loguetown me traía a la cabeza eran muy variados: allí tuve un encontronazo con un miembro de la Marina; allí conocí al que había sido nuestro explorador marino, un gyojin llamado Shirahime Funbetsu; pero, el recuerdo que más clavado tenía en mi mente era el día en que me reencontré con mi hermano pequeño Sohem. Él estaba estafando a la gente y yo le perseguí... durante casi un día... por varias islas. Hasta que, al final, tras una batalla en una playa, Sohem me ganó dándome un corte ascendente en el torso.
¡Qué tiempos aquellos en los que aún no había encontrado a mis hermanos!
Mis gesto, antes emocionado, se tornó a melancólico y evocador de los días en los que no sabía si mis hermanos estaban vivos o muertos. Tras aquellos instantes, volví a mirar a Sohem.
— Esperarmos un poco aquí, a ver si la situación cambia. Si no, yo me encargaré de llevar el barco hasta el puerto. — le dije a mi hermano. — ¿Qué piensas hacer con la hija del Contra-almirante?
Tras las palabras de mi hermano y su explicación de por qué había tardado tanto en acudir a mi llamada, la sangre comenzó a hervirme en las venas, los ojos se me salían de las órbitas y las venas estaban a punto de reventarme. No podía entender como mi hermano era tan increíblemente estúpido. Me senté en el suelo de la cubierta para evitar el caerme estando de pie. Me puse una mano en la cabeza y apoyada con el codo en la rodilla.
— ¿No te parece suficiente con que la Marina ya nos busque por las recompensas a nuestras cabezas? — dije, totalmente alterado. — ¿Ahora también tienes que subir a la hija del Contra-almirante a bordo y, encima, tirártela? ¡¡ESTÁS COLGADO!!
Había empezado, incluso, a hiperventilar. Con la mano que no estaba sujetando mi cabeza, comencé a abanicarme. Necesitaba aire como fuera, y el fuerte calor que venía de un sol justiciero no ayudaba nada. Probablemente, media Marina estaría buscándonos para rescatar a la hija del Contra-almirante porque mi hermano quería pasar un buen rato. Después de que me calmé, volvía mirar a Sohem.
— ¡¡ERES MI JODIDO ÍDOLO, HERMANO!! — grité, con los ojos brillantes y unas palabras llenas de adoración y admiración. — ¡¡TE HAS TIRADO A LA HIJA DE UN CONTRA-ALMIRANTE!! Eres un jodido genio, Sohem.
Mi cara no podía rebosar más ilusión. Mi hermano había hecho aquello que yo llevaba intentando hacer desde hacía mucho tiempo: joder a la Marina... literalmente. Sohem siempre había sido un viva la vida y un bohemio, pero aquello era subir a otro nivel. Ni si quiera me había dado cuenta de que aquella mujer había subido al barco. Mi hermano pequeño era el mejor en cuestión a infiltración y sigilo.
Cuando la emoción por lo que había hecho Sohem pasó, recordé que aún estábamos varados en medio de ninguna parte, y éramos blanco fácil para cualquier atacante, tanto humano como animal.
— No lo se, Sohem. Tu hermano Hitoku no tengo ni idea dónde está, así que estamos sin timonel. Creo que estamos aquí parados porque no hay ni viento ni corrientes. — expliqué, mientras daba una vuelta sobre mi mismo con los brazos estirados, un gesto para que se fijara en su alrededor. — Estamos cerca de Loguetown. Tengo que ir a comprar ciertos productos.
Los recuerdos que Loguetown me traía a la cabeza eran muy variados: allí tuve un encontronazo con un miembro de la Marina; allí conocí al que había sido nuestro explorador marino, un gyojin llamado Shirahime Funbetsu; pero, el recuerdo que más clavado tenía en mi mente era el día en que me reencontré con mi hermano pequeño Sohem. Él estaba estafando a la gente y yo le perseguí... durante casi un día... por varias islas. Hasta que, al final, tras una batalla en una playa, Sohem me ganó dándome un corte ascendente en el torso.
¡Qué tiempos aquellos en los que aún no había encontrado a mis hermanos!
Mis gesto, antes emocionado, se tornó a melancólico y evocador de los días en los que no sabía si mis hermanos estaban vivos o muertos. Tras aquellos instantes, volví a mirar a Sohem.
— Esperarmos un poco aquí, a ver si la situación cambia. Si no, yo me encargaré de llevar el barco hasta el puerto. — le dije a mi hermano. — ¿Qué piensas hacer con la hija del Contra-almirante?
Sohem
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Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Saberes
Akuma no mi
Varios
Tras las palabras de mi hermano, me rasqué un poco la cabeza y terminé de escucharle, para ir decirle mientras caminaba hacia él.
Si vas a ir de compras iré contigo. Hayato está entrenando e Hitoku no creo que despierte, ayer le eché cinco somníferos en la cerveza para que no diera problemas... así que, así lo tendremos tranquilito.
Referente a la chica... ¿no es obvio? Me la volveré a tirar cuando volvamos y luego la dejaré en el puerto... Es una belleza, pero no podemos llevárnosla, naturalmente
Al lado de mi hermano, había una silla, en la que me senté, a la par que salía una pequeña nube de polvo de la habitación, por la rendija de la puerta, y se dirigió hacia mi, dándome en el pecho. Tras la mini explosión de polvo, tenía una camisa, y no había ni una mota de mi elemento.
Sonriendo miré a Suzaku
Trucos de mi entrenamiento
Y eché una pequeña risa, esperando a que me dijera que hacer
Si vas a ir de compras iré contigo. Hayato está entrenando e Hitoku no creo que despierte, ayer le eché cinco somníferos en la cerveza para que no diera problemas... así que, así lo tendremos tranquilito.
Referente a la chica... ¿no es obvio? Me la volveré a tirar cuando volvamos y luego la dejaré en el puerto... Es una belleza, pero no podemos llevárnosla, naturalmente
Al lado de mi hermano, había una silla, en la que me senté, a la par que salía una pequeña nube de polvo de la habitación, por la rendija de la puerta, y se dirigió hacia mi, dándome en el pecho. Tras la mini explosión de polvo, tenía una camisa, y no había ni una mota de mi elemento.
Sonriendo miré a Suzaku
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Y eché una pequeña risa, esperando a que me dijera que hacer
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