Lejos de casa

No había podido evitar fijarme en esta isla. Cuando Jin advirtió la cantidad de barcos que había varados, utilicé las alas para sobrevolar un poco la zona y ver qué ocurría. Además de las obvias corrientes de mar de las que avisé a mis compañeros, observé con curiosidad el pueblo que se levantaba más adelante. Después de excusarme con que iba a hacer de avanzadilla, como siempre, volé tranquilamente hasta la población. Nunca había visto este tipo de construcciones, eran realmente bonitas y distintivas. Igual aquí vivía una civilización nueva, todavía no paraba de encontrarme cosas nuevas desde que salí a los mares. Ignoré algunas de las miradas curiosas e incrédulas de los habitantes, si se sorprendían por esto seguramente no fueran muy interesantes. Acabé aterrizando en una pequeña plaza que servía como punto de reuniones y miré alrededor.

-Parece que no hay edificios grandes… Y desde luego la tecnología no es como la de Dark Dome, esto puede ser divertido.

Me paseé tranquilamente por las calles, el ambiente era de lo más agradable. A pesar de que sí que había mucha gente que vestía parecido y que tenía ciertas facciones faciales parecidas, también había gente de lo más dispar. Quizá todos esos naufragios dieron lugar a esta aldea tan apacible. No pude evitar sonreír ante la noción de que algo así fuera posible. Sin embargo, mi corriente de pensamientos se vio cortada cuando escuché un par de maldiciones venir de una tienda cercana. Yo, que adoro meterme donde no me llaman, me acerqué para ver qué ocurría exactamente. Comprobé que era una especie de forja y el dueño, que era un anciano, parecía mascullar y refunfuñar a un chico más joven que por el parecido supuse que sería su hijo o nieto, ni idea.

-Eres un cabezahueca, ¡has dejado que el fuego se apague! ¡En una forja! ¿Sabes lo difícil que es equivocarse tanto en eso? Ahora vamos a llevar todo un día de retraso.

-Perdón, abu, es que me distraje y…

-¡No me digas! ¡Por supuesto que te distrajiste, eso seguro!

La pequeña risa que solté fue suficiente para que ambos salieran de su burbuja y me miraran, uno con nerviosismo y vergüenza y el otro con enfado. Creo que no hace falta que diga quién es quién. Amplié mi sonrisa, entrando finalmente en el negocio.

-¡Es vuestro día de suerte! Me sé de alguien que puede ayudaros en esto sin perder prácticamente trabajo hoy.

-¡Si eres un vende humos te juro que…

-¡Abuelo! Déjale terminar aunque sea…

Como vi que probablemente seguir hablando no iba a servir de nada decidí ponerme manos a la obra. Me acerqué al horno de la forja, gracias a la ayuda del nieto que paró a su abuelo y abrí el portín. Acumulé el fuego en mi interior y luego lo eché con toda la fuerza que podía, manipulándolo también para que no prendiera ninguna chispa suelta. Repetí el proceso un par de veces hasta que finalmente la máquina volvió a funcionar. Obviamente, cuando me giré para verlos tenía una gran sonrisa orgullosa, me encantaba lucirme.

"Los piratas de la espuma de la ola" un nombre largo pero era el que tenía dicha tripulación de maleantes, a los que desgraciadamente una joven herrera decidió hacer demasiadas preguntas, tras el intento de indagar en las sombras de la humanidad acabó con una cadena en el cuello, cadena que estaba enganchada en la cubierta de uno de los barcos que conformaban dicha flota pirata, constaba de tres barcos, el principal un pequeño galeón donde estaba la tripulación de "ataque", el de mercancías un gran nao y el tercero recién adquirido (Robado) para ser exactos, una preciosa carabela, en ese estaba Hikari a la cual pretendían vender como esclava o vete a saber tú. Por suerte o por desgracia para ella, dichos piratas se toparon con dos cosas que complicaron la existencia del viaje, la primera una tormenta que dificultaba el manejo de los barcos y segundo un pequeño barco de la marina que se había desviado de su rumbo.

Piratas y Marines, mezclados como el agua y el aceite, la batalla naval terminó de la siguiente forma, el galeón pirata intacto, el nao con daños leves y el tercer trozo de madera acabó con daños irreparables, timón, vela mayor... En minutos, estaba separado de los otros dos barcos, el capitán pirata a cargo de la vida de sus tripulantes desechó la idea de ayudarles, con esa tormenta y el posible aviso de los marines a más compañeros ponía en riesgo la vida de todos, por lo que simplemente decidió dejarlos a su suerte.

El barco rápidamente se alejaba quedando a merced del tiempo. Al día siguiente amaneció un sol esplendido en el cielo pero eso no apaciguaba las almas de los tripulantes pues estaban a la deriva, en medio del océano y sin víveres pues el barco que los llevaba era el nao. Ya saben como va esto, un par de días a la deriva, no conseguían pescar lo suficiente, no había comida para todos por lo que los nervios estaban a flor de piel. Muchos peleaban por un pescado más grande, pronto empezaron a haber desapariciones, asesinatos, suicidios... Tras el cuarto día el agua potable se acabó y se dieron por muertos, por lo que... Ya que vas a morir... ¿Por qué no irte por todo lo grande? Toda la tripulación (Que quedaba) le echó la vista a la única esclava que seguía atada en cubierta, algo dañada por el azote del sol pero ahí estaba, joven, cuerpo esbelto, la imaginación de muchos echó a volar y fueron a por su merecido premio...

Tras un par de días después de que decidieran saciar su lujuria con la muchacha, apareció una isla a lo lejos, Sabishima la cual recibió los restos del naufragio en una de sus playas, dicho naufragio llamó la atención de muchos pues solo había una joven y ni resto de la tripulación, dicha joven informó que todos acabaron suicidándose por falta de comida, de agua y por demasiados pensamientos pesimistas, ella aguantó... Pero el barco mostraba bastantes destrozos, estaba casi inservible. Muchos dijeron que había termitas por lo que le prendieron fuego a toda la madera, otros que fue a consecuencia de los cañones, pero aún que la muchacha no dijo nada, unos pocos creyeron que el barco fue atacado por un rey marino, pues presentaba lo que parecía mordiscos por todas partes... Algo sospechoso que no encontraran ningún cuerpo, ni una gota de sangre, ni una nota de despedida... Pero nadie le quiso dar más importancia...

Día de hoy:

Tras llegar deshidratada a la isla pero sospechosamente no desnutrida (Por qué será) se sorprendió de la cantidad de gente que venía de Wano, su tierra natal, muchos hasta le conocían por su familia, por lo que su acogida en la isla fue más que un regalo, la llamaban "El capricho de dios" por haber "sobrevivido" al naufragio después de ser raptada por piratas. Tanta era la reputación de su familia que no le costó que le acogieran en una pequeña fragua donde poder ayudar y pagar su sustento, aquí nada era gratis. Tras aceptar permaneció ahí hasta que encontrara la forma de poder seguir con su misión autoimpuesta.

Justo hoy, le tocaba descansar en la parte de arriba, alejada del calor que produce el fuego pero no mucho, era pronto pero aún así desde primera hora estaba despierta, esta familia no era sutil a la hora de empezar a trabajar y los gritos por el fuego le llamaron la atención. Se preparó, acicaló y recogió el pelo como siempre, una vez preparada bajó con la intención de ayudar, suerte la suya cuando al ir a la zona cero se encontró a un muchacho escupiendo fuego. Le impactó tanto la escena que no pudo hacer otra cosa que quedarse ahí, parada, observando con cara de no entender nada, pues aún que es usuaria de una fruta, no había visto más que un par y no eran tan...Llama-tiva...

Parpadeé un par de veces al ver que había una persona nueva en el cuarto, no la había oído llegar. Seguramente fuera porque estaba escupiendo a toda leche, pero bueno, no importaba demasiado.

-Se nos ha colado un bicho raro en casa, perfecto, vaya día me está dando esta juventud…

-¡Lo que quiere decir es que se lo agradecemos mucho!- Se disculpó rápidamente el joven.

Me encogí de hombros y me puse a ver un poco la tienda. No me había fijado en la cantidad de armas y cachivaches que tenían por aquí, era muy divertido ver todas estas cosas colgando por todos lados. Me acerqué hasta una espada cualquiera, acercando el dedo para tocarla, cortándome un poco sin querer. Me llevé el dedo a la boca, chupando la herida y al girarme me llevé un pequeño sobresalto al tener al chico tan cerca de mí.

-Eh… Mi nombre es Haru, ¿hay algo de la tienda que necesites? Igual podríamos regalarte algo para agradecer tu ayuda…- Cuando notó la mirada penetrante de su abuelo en la espalda, añadió lo siguiente-. Por supuesto, no demasiado caro…

Solté una pequeña risita, negando con la cabeza mientras miraba alrededor.

-¡Qué va! No sé pelear con armas, yo soy más de usar los puños, la cabeza, las piernas, la cola…- Enumeré tranquilamente. Entonces abrí los ojos bastante al darme cuenta de algo-. ¡Ah, no me he presentado! Soy Yor D. Krein, futuro rey de los piratas, un placer. Tu nombre ya lo conozco, el abuelo no me interesa tanto y la chica de allí parece interesante, ¿cuál es tu nombre?

La chica parecía ser también de la misma cultura que esta gente, pero desde luego no tenía ningún parecido con ninguno de los dos hombres de aquí aunque si no me equivocaba la había visto venir de otra habitación. Quizá trabajara por aquí. Cuando se me cruzó ese pensamiento por la cabeza, conecté otra idea que me hizo sonreír divertido. Definitivamente ya sabía que hacer para comprobarlo o quizá simplemente jugar con sus egos, nada cruel, solo inocente diversión.

-Además, ya habéis visto cómo lanzo fuego, estoy seguro de que no podéis forjar nada que aguante mi forma de pelear, no hay nada tan resistente, no os culpo…- Me costó aguantarme una pequeña risa maliciosa después de comentar aquello.

El hombre, cuanto menos peculiar empezó a observar todo lo de alrededor, herramientas, armas y demás enseres, Hikari aprovechó y empezó a ordenar metódicamente las cosas, si había diferencia de tamaños las ordenaba de mayor a menor, las espadas por largura, etc... Cualquier cosa menos volver a quedar como una pánfila. Observó como se cortó, por una parte fue un alago, esa espada la había afilado ella, por otra una pena que un chaval con esos oj... Bueno, que se corte alguien en general. Lo malo siguió después, con su presentación, la tez nerviosa y tímida de la muchacha se tornó seria y seca ¿Había dicho pirata? Mmmmm... Con el odio que le tenía a esa facción, pero el mismo se presentó como tal por lo que quizás era el hombre adecuado y el destino se lo había puesto en medio.

Pensando en si iba a enfrentar al muchacho con sus preguntas, nuevamente escuchó algo que llamó su atención ¿Pero este engreído quien se cree que es? -Wano- Dijo en voz alta mirando fijamente al muchacho ¡Ostias los ojos! Cuando se dio cuenta que habían cruzado miradas desvió rápidamente la suya -¿Ha estado usted en Wano?- Esa era la primera pregunta siempre, luego se empezaba a complicar aún que parecía que con él se podía entablar una conversación...

-¡La caprichosa puede!- Gritó el niño -"El capricho de dios"- Rectifico el anciano sin gana alguna -¡Ella puede hacer cualquier cosa! Su familia es la mejor herrera de todo Wano!- El niño seguía ilusionado y motivado por la historia de como sobrevivió (si supiera el niño... no dormía en toda su infancia) y de donde venía esta muchacha por lo que alardeaba de ella como si fuera su hermana mayor. Pero ella solo estaba enfocada en una cosa... ¿Sabía de la existencia de Wano? Era un aspecto importante, si sabía que existía, querría interrogarle más ¿Sería uno de los secuestradores? ¿Sabría algo de su hermana? ¿Tendría que matarlo para..? No, no, matar por matar no... Por sobrevivir es otra cosa, pero por desesperación no era lo suyo...

Por otro lado, ese reto era bastante tentador...

No pude evitar soltar una pequeña risita cuando le puso nerviosa el contacto visual, no entendía por qué. Esta chica rezumaba clase y estilo, en todo caso, si tuviera vergüenza, debería haber sido yo quien hubiera evitado mirarla a los ojos. Incliné ligeramente la cabeza hacia un lado al escuchar ese nombre tan curioso, aunque toda mi atención se fue a continuación a la forma tan educada que tuvo al dirigirse a mí.

-¿Usted? No, por dios, hace mucho que nadie me habla de esa manera, no hace ninguna falta. ¡Soy un pirata! Esos modales conmigo no son necesarios. En cuanto a tu pregunta, no, no he estado nunca, ¿por? ¿Está por aquí cerca? Si es interesante quizá me pase por allí.

Alcé una ceja en cuanto escuché el apodo de la mujer que tenía delante. Esta vez dejé atrás mi actitud tan dicharachera, esto era algo a lo que prestar atención, mi instinto me lo decía. La miré fijamente, de arriba abajo, intentando adivinar a qué se debía el apodo. Obviamente no saqué nada en claro y simplemente puse las manos en las caderas.

-¿Dios? Dudo mucho que haya alguno por aquí. De lo contrario, no tendría tanto trabajo. A no ser que sea un dios maligno, en ese caso voy a tener que darle una paliza en cuanto lo encuentre.- Asentí orgulloso ante mis palabras, como si hubiera dicho algo inteligente-. Pero, ¿qué es eso de la mejor herrera de Wano? Personalmente no uso armas, no se me da especialmente bien, pero el navegante de mi barco sí usa espadas, quizá si que pueda cobrarme ese pequeño favor…

Le sonreí a la chica amablemente. No había hablado mucho, pero había algo en ella que me daba buena sensación. Mi sexto sentido rara vez se equivocaba en este tipo de cosas y, sinceramente, tampoco contaba las ocasiones en las que sí lo hacía. No se llega muy lejos en la vida si no confías en tus propias aptitudes.

El muchacho había afirmado no haber estado en Wano, ni siquiera conocerlo, normalmente los piratas alardean de sus islas, conquistas y demás pero este no parecía tener contacto alguno con dicha isla, la muchacha volvió a relajarse, no es que estuviera apunto de matarle, pero algo a la defensiva si estaba. Parecía no ser amigo del usted, pero no lo conocía, no eran amigos, eso no iba a cambiar -Entiendo- Contestó mirando hacia un lado pensativa, quería indagar más, pero estaba cansada, cansada de buscar y no encontrar una sola respuesta a sus preguntas... El mundo era demasiado grande para ella sola. Su comentario de después fue un tanto extraño por así decirlo, entendía a la gente atea, ella misma no era muy creyente pero con las habilidades que la gente tenía que sobrepasaban la lógica, cabía la duda de si era alguien superior que otorgaba dichas habilidades o eran simples anomalías esparcidas por el mundo de forma aleatoria... -¿Favor?- Preguntó ¿Qué quería cobrarse? Ya estaba demostrando ser un pirata, ¿Era una de sus tretas? Ella no debía nada a nadie... ¿No?

La muchacha miró nuevamente a los ojos al chaval y ahora sí, observó en general, chaval desaliñado, sin cuidado alguno, ropa insulsa, pero esos ojos verdes llamaban la atención de la chica como un faro en la oscuridad a un barco perdido, volvió a ponerse nerviosa y nuevamente miró hacia otro lado -Disculpe señor, ¿Está pidiendo que le fabrique un arma que pueda evitar su rotura?- Se cruzó de brazos y se centró entre las cejas del chaval, así parecía que miraba a sus ojos pero evitando ser intimidada por estos -Actualmente puedo hacer espadas con una linea, unos dibujos y las formas que desee, pero nada especial, no tengo ni material ni motivación y un herrero sin alma de forjar no debería ni entrar en una forja. Me dedico a pulir, limpiar, mantener y afilar, más que eso no soy el herrero que busca.- Sentenció, no estaba deprimida, pero quizás en su vida había una sombra que le impedía recibir la luz del sol y era la búsqueda de su hermana, lo que mermaba su creatividad, sus ganas de llegar a una clase de arma mejor y en general... Todas sus ganas.

La muchacha se giró y caminó hacia la puerta de salida -Gracias por reavivar el fuego, acepte la oferta del chico y llévese algo- comentó fugazmente -Soy la mejor... ¿Era la mejor?- Dijo deteniendo su caminar un segundo y mirando al suelo -Puedo... Podía hacer armas que resistan su fuerza fácilmente, pero he perdido mi alma... ¿La tiene usted?- claramente esas palabras no iban para el pirata, era un pensamiento, estaba en una cruzada mental, ¿Debía desistir de la búsqueda? Si lo hacía, ¿Podría seguir adelante con su vida? Había hecho cosas horribles para llegar hasta donde está ¿Podría vivir tranquila sabiendo que todo eso fue en vano por su abandono? -Le recomiendo las espadas de la derecha, en manos hábiles cortan hasta el papel- Tras la recomendación salió por la puerta, era su día libre, necesitaba pensar y respirar

Escuché la voz de la chica tranquilamente, tenía cierta melodía y cadencia que la hacía agradable al oído. Eso sí, tuve que aguantarme una pequeña risa cuando fijó la mirada entre mis cejas, alguien menos espabilado no se habría dado cuenta, pero era una táctica que yo solía usar de vez en cuando. ¿Qué era lo que le ponía nerviosa de mí? ¿Era por lo de ser pirata? Incliné la cabeza hacia un lado con cierta curiosidad, un herrero sin ganas de forjar… Eso sonaba a pasado complicado. Hice una mueca, debía ser horrible no tener la motivación para hacer algo que te gusta y se te da bien.

Sonreí divertido por su última pregunta al aire. Estaba claro que esta chica estaba buscando algo, necesitaba un cambio de perspectiva. Observé cómo salía de la fragua y tras hacer un gesto con la mano de despedida a los dos hombres, salí detrás de ella jovialmente. Me puse a su lado, caminando a la par.

-Vaya pregunta has hecho, es muy complicada de resolver, aunque tiene una respuesta muy simple.- Estiré el brazo, abriendo la palma de mi mano. De allí salió una llama que fui moldeando hasta que más o menos se creó una figura parecida a la de la chica-. Si yo tuviese tu alma, igualmente habrías salido por la puerta, ni siquiera has insistido. Obviamente sé que no es en un sentido literal, pero esto me sirve como ejemplo para lo que quiero decirte. Nadie puede darte tu alma o solucionar este problema por arte de magia, si te pueden ayudar, claro, pero todo va a depender de ti al final.

Cerré el puño, disipando el fuego tan rápido como apareció. Entonces, puse las manos detrás de mi cabeza, mirando hacia al frente. Me resultaba fácil hablar de esto, yo también había sufrido este tipo de dolor durante mucho tiempo, quizá pudiera ahorrarle tiempo a la joven herrera.

-Quedarte aquí lamentándose de lo que no tienes y necesitas solo va a hacer que tus días sean cada vez más miserables, si estás buscando algo, deberías salir ahí fuera y conseguirlo tú misma. Eso es lo que estoy haciendo yo, no me gusta cómo es el mundo en el que vivimos así que salí yo mismo a arreglarlo. Libertad para todo el mundo y una vida en la que puedas tomar tus propias decisiones… Yo llevaré esa utopía a la realidad.

Notó el aire en la cara al salir por la puerta, con sus pensamientos en las nubes cuando de pronto la pregunta del muchacho la sobresalto, hasta dio un pequeño saltito, abrió los ojos y giró el cuello... ¡Estaba al lado! El muchacho guaperas estaba a su lado preguntando... Oh dio... ¿Estaba empezando a sudar? ¿Más? Pobre muchacha. Por si fuera poco, sabía como impresionar a una chica, mostró la palma de su mano en la cual se formó una llama, la muchacha miró hacia los lados alertada pero la gente no les prestaba atención, o quizás estaban acostumbrados pero ella no... Le iba a pedir que parase cuando de pronto la llama tomó forma de mujer y esa silueta se parecía a Hikari, bastante sorprendente...

Quizás fue las llamas o las palabras acertadas de aquél hombre, quizás la mezcla lo hacía tan único que sorprendía, lastima que no fuera de noche en un cielo estrellado, si no se le caerían las bra... Digo, ejem... Si no, habría quedado muy romántico, la muchacha se paró mirando fijamente la pequeña llama bailarina, ya era consciente de ello, pero un bajón siempre es inesperado, hasta diría que necesario, descargar la energía y quedarte sin ella para que vuelta renovada y más fuerte, si volvía claro. -Si estás buscando algo, deberías salir ahí fuera y conseguirlo tú misma- dijo más cosas pero era la única frase que retumbaba en la cabeza de Hikari -Es fácil decirlo, llevo años buscando y he fracasado en muchas ocasiones, callejones sin salida, piratas que no dicen palabra, Marines que se hacen los tontos... Una se cansa, además, salir de esta isla no es fácil, los restos de navíos que traen las corrientes son usados en construcción y demás cosas vitales para los aldeanos, no hay casi barcos y tampoco llegan, esta isla está escondida y protegida naturalmente por corrientes y arrecifes, nadie se atreve a salir... He buscado navegantes pero ninguno se atreve, o se han jubilado o cambiado de profesión...- Ahí, en ese momento tiene un cortocircuito mental - A todo esto, ¿Como llegaste a la isla? ¿Naufragaste? ¿Caíste del cie...? ¿Naufragaste?- pregunta importante que repitió cuando se dio cuenta que decir "Caíste del cielo" como broma podía significar un piropo sin pretenderlo... Aún que en realidad sí, cayó...

Sonreí tranquilamente cuando la muchacha paró ahí, de algún modo mis palabras habían llegado hasta ella, ahora solo hacía falta ver si se las había tomado bien o no. Aunque por sus expresiones, podía ver que no le había desagradado del todo mi intervención. Asentí levemente, la verdad es que intentar algo una y otra vez para solamente salir escaldado era bastante desalentador.

-No niego que hablar siempre es más fácil que ponerse en acción y que a veces la vida simplemente parece estar en tu contra por algún chiste que nadie te quiere contar, pero es que nadie más va a luchar mejor para conseguir lo que quieres que tú misma y… Bueno, si te caes y te rompes, te levantas y rellenas los huecos con algo más fuerte, de eso va un poco la vida.- Incliné la cabeza curioso por lo que decía, el mar no parecía tan inclemente, aunque bueno, yo no tenía ni idea de navegación.-. No, la verdad es que no naufragué, mi barco está cerca de la costa, pero como no parecía fácil atracar, vine volando para hacer la primera incursión.

Me la quedé mirando unos segundos hasta que me dí cuenta de que no era normal que a uno le saliesen alas de la espalda, llevo tanto tiempo con esta fruta en mi que ya me parecía una extensión de mi ser, para mi era normalidad. Así que para demostrarle que ese no era el m otivo correcto para pensar que estoy loco, hice brotar mis alas de la espalda. Nunca les ponía demasiada atención, pero ahora que eran para “fardar” las miré con más detenimiento. La forma y textura se asemejaban bastante a las alas de una libélula, también los bonitos patrones que se arremolinaban en estas. En cada lado, un par de ellas, de nuevo, como las libélulas. Me imagino que las hadas tendrían unas características parecidas, después de todo mi fruta del diablo iba precisamente sobre ser un hada salamandra de fuego. Entonces, miré con diversión a la chica, soltando una pequeña risilla.

-La verdad, cuando lo pienso, no deberían poder levantarme del suelo como tal, son muy finas, pero bueno, si funciona tampoco voy a quejarme por la lógica.- Me quedé callado de nuevo, pensando en algo-. Si son tan comunes los naufragios aquí, igual debería avisar a mi tripulación de ello antes de que tengamos un accidente… ¡Ah! No lo dije, ¿verdad? Soy capitán de mi propio barco.

No pude evitar inflar un poco el pecho entonces. Oye, ¿realmente podías culpar a alguien por presumir de sus logros un poquito?

El tio parecía un filosofo dando lecciones de vida, a la herrera le pareció hasta tierno como se explicaba, pero en parte sabía que tenía razón, si caía solo tenía que levantarse, pero hay muchos tipos de caídas y más aún de recuperaciones. Mientras escuchaba al muchacho un mechón de pelo travieso se le puso en medio del ojo, con una elegancia nata y delicadeza, usó su dedo indice de la mano derecha para apartarlo y mantenerlo quieto detrás de la oreja. -Vine volando para hacer la primera incursión- ¡No por dios! Iba tan bien la conversación, parecía el príncipe azul de los cuentos de hadas que venía a rescatar a su princesa del castillo en el que estaba confinada, claro que el castillo sería la isla entera, más libertad tenía la muchacha pero bueno, ya me entendéis. Hikari se limitó a bajar un poco la cabeza y cerrar los ojos decepcionada de haberse hecho ilusiones con un graciosillo...

Se le abrió... Los ojos (e,e) cuando de pronto de la espalda del muchacho brotó unas alas parecidas a las de un insecto, la verdad que parecían brillar al reflectar la luz, eran bonitas pero el sobresalto se lo llevó. Por suerte para el chaval estaba acostumbrada a este mundo, sí, el de las frutas del diablo y lo relacionó rápidamente con una, no sabía cual pero entendió rápidamente que en este mundo todo lo extraño era posible explicarlo con una akuma no mi de por medio. Pero tras quedarse unos momentos fascinada reaccionó -¡Que haces!- Dijo en un grito en tono bajo casi un susurro fuerte -¿¡Quieres ser el centro de atención!?- Dijo mientras le agarraba del cuello de la camisa y le empujaba hasta el callejón más cercano, le deja contra la pared mientras ella permanece frente a él, mirando hacia fuera del callejón para ver si alguien le ha visto -Si alguien te ve con alas se armará un revuelo y no tienes ninguna explicación logi... ca... para...- Sus palabras iban perdiendo fuerza pues antes de acabar la frase miró hacia Yor y se dio cuenta de que su cara la tenía a pocos centímetros de la suya propia, que sus cuerpos estaban bastante en contacto y eso es algo... Que no puede aguantar. Tras un corto "Ah" y sonrojarse con más fuerza que un semáforo, le suelta y da dos pasos hacia atrás [color=#ff6699]-¡No! No... Nooo, no puedes... no no no no tener alas, no es normal, la gente puede asustarse... no no no no-[/color] Agregar que esto último lo pronunció bastante rápido, como cuando le das al por dos en el Watsapp a un audio de alguien que habla rápido -Discula... No quería empujarte- Dijo aún más roja que un tomate...

Se quedó ahí parada, nerviosa, con el corazón a mil por la cercanía de la situación y empezó a repasar mentalmente lo que acababa de suceder... (Pensamiento=Estaba muy cerca...) Apartó la mirada, le daba vergüenza cruzar miradas (La verdad... Que olía bien) Se llevó la mano derecha con el puño cerrado a la boca y fingió toser (He notado su calor...) Pero de pronto, como siempre, le peta una neurona -¿Has dicho tripulación?- Como mujer que se precie, cambiaba de tema drásticamente y sin venir a cuento -¿Eres el capitán? ¿Tienes un barco?- Veía una salida al final del túnel, pero en vez de preguntarle si podía sacarla de la isla, pensó en su situación actual... ¿Debía irse? ¿Seguir en la búsqueda de su hermana? Llegar a esta isla le pareció un retiro cómodo y obligado pero ahora podía volver al ruedo ¿Quería volver? Tantas dudas, sin respuesta...

¿Que si quería ser el centro de atención? Por supuesto, de eso se trataba un poco lo de ser pirata. De tener el suficiente ego como para pensar que tú solo puedes cambiar las cosas e ir libre por ahí. Simplemente solté una pequeña risa por lo tierna que fue su reacción, nunca me cansaba de ver cómo la gente se adaptaba a esta fruta, incluso los que ya habían estado con usuarios solían tardar unos cuantos segundos en adaptarse a una como la mía. De hecho, me fijé un poco más en la chica cuando se puso tan cerca de mí. Debía admitir que era hermosa, incluso en el estado de nerviosismo en el que se encontraba podía conservar un porte de cierta superioridad hacia la situación. Como una reina al que le sorprende una ocurrencia de su bufón. Además, no podía entender cómo podía mantener un pelo tan largo tan limpio y brillante, a mí me costaba horrores dejarlo más o menos presentable. Por culpa de Alice había empezado a preocuparme más por mi apariencia y no había llegado a interiorizarlo hasta que caí en la cuenta de que si iba a ser famoso, mejor que se me viera bien.

-Ah, no te preocupes, estoy acostumbrado a empujones y demás, las peleas son el día a día de un pirata.- Me callé unos segundos antes de volver a hablar, retomando lo que había dicho antes la muchacha-. Aun así, no veo qué tiene de malo destacar. No es problema mío si la gente no entiende lo que soy, estoy bastante orgulloso de ser un bicho raro y las risas siempre vienen acompañadas de las caras raras que hace la gente.

Me pilló un poco por sorpresa el cambio de tema repentino. Tampoco es que tuviera derecho a quejarme, era algo que yo mismo solía hacer con frecuencia. Asentí felizmente, hinchando el pecho de orgullo. Era un trabajo que me había costado mucho, no todo el mundo se deja convencer para surcar el mar en busca de peligros y tesoros increíbles.

-¡Así es! Soy el capitán de los Pirata Salamandra!- Hice una mueca entonces-. La verdad es que todavía estoy pensando el nombre, este no suena del todo mal, pero todavía hay algo que no me convence, ¿sabes? En los libros de piratería nunca mencionan lo difícil que es conseguir un nombre para la banda y yo creo que es uno de los mayores problemas, la verdad.

Cuando me callé después de desvariar un poco, volví a pensar en lo que me decía la chica. La observé detenidamente, su expresión, su postura, el lenguaje corporal… Sonreí divertido en cuanto creé mi conclusión de lo que estaba pasando.

-¿Qué pasa? ¿Quieres ir en mi barco? No tengo ningún problema la verdad, pareces una persona graciosa, por lo menos tus reacciones lo son. Tenemos espacio de sobra ya que el barco antes era de la marina… ¿O era la legión? Bah, tampoco es que sea relevante ahora.

¿Una invitación? No había que olvidar que aún que quizás más atractivo que los piratas que estaba acostumbrada a ensartar, seguía siendo un pirata. Y por mucho que se niegue, un pirata, es un pirata hasta su muerte. Se quedó pensativa, no sabía que hacer ¿Ir con él? No sería la primera vez que se une a una tripulación con tal de conseguir sus objetivos pero claro, luego tenían intenciones ocultas. Pero por mucho que lo pensara, la imagen de su hermana aparecía en su mente torturando sus sueños por haber querido cesar en su busqueda. -Supongamos que le pido que me deje ir en su barco. Me gustaría dejar un par de cosas claras... La primera, solo sería temporal, la segunda, no soy una polizonte, soy herrera de la mejor familia de Wano, trabajaré para pagar mi estancia y ayudaré en lo necesario, no quedará arma sin mantenimiento. Tercero, sois piratas así que no os importará pero por un mal entendido más o menos sobre mi cabeza hay una leve recompensa, aviso para que luego no haya problemas. Cuarto y más importante... No serás el primero ni el último pirata al que le pida el favor de subir a su barco, entre tú y yo, si tus intenciones de dejarme estar en tu navío tienen que ver con la lujuria, acabarás como tus predecesores, los cuales tomaron decisiones erróneas que aceleraron su encuentro con la muerte- Y así fue, se guardó lo de que sobrevivió al naufragio comiéndose a todos y cada uno de ellos pero quizás contar ese detalle le haría perder su puesto en ese barco.

Con sus dos manos deshizo su coleta, se quitó el pelo de la cara y volvió a usar el coletero para llevar el mismo peinado pero mejor recogido -Mi objetivo es primordial para mi, si me permites salir de esta isla es más que suficiente- Con salir de esta isla inaccesible sería suficiente para en la siguiente seguir como hasta ahora, quizás ya no se ofrecería de esclava pero seguiría con sus tretas para obtener toda la información posible.

Alargó su mano derecha delante suyo para ofrecérsela al capitán pirata, se sonrojó por el hecho de tener que acariciar la mano del hombre pero tenía que cerrar el trato como era debido...

Escuché en silencio sus condiciones, aunque parecía más que fuese algo que le importunara a ella que a mí pues al fin y al fin y al cabo eran cosas de sentido común. Cuando ya contó todo lo que tenía en mente le sonreí ampliamente y asentí con decisión. Además, cuando comentó lo de la recompensa no pude evitar emocionarme un poco, eso podría ser divertido.

-¡No te preocupes! En mi barco solo se queda la gente que quiere quedarse y jamás me interpondría en el objetivo de un amigo, puedes estar tranquila en ese aspecto. Lo malo es que si te cojo cariño me pondré triste cuando te vayas, pero así es la vida.- Me encogí de hombros, no dándole demasiada importancia por el momento-. Bueno, no te he propuesto venir conmigo porque seas útil en el barco, pero si eso te tranquiliza y estás más cómoda trabajando no voy a ser yo quien te lo impida. ¡Y lo de la recompensa es un plus! Si te buscan, vendrán marines o legionarios o cazarrecompensas y eso significa más combates y eso significa entrenar.

No pude evitar reírme un poco en ese momento, sobre todo porque tenía que responder a lo de insinuarme, nada más lejos de la realidad.

-Bien, me alegra oír eso. Ya me olía que eras una persona capaz que no tenía miedo en defenderse, pero oírtelo decir es mejor aún. No voy a hacer nada por el estilo y te aseguro que mi gente tampoco. Puede que seas hermosa, pero no me interesa alguien hasta que lo conozco y ni siquiera eso es un seguro.

Le di la mano con fuerza y la sacudí con energía, moviendo sin querer a la chica. Pero bueno, es que un buen apretón de manos debía ser así por naturaleza. Estuve a punto de desplegar las alas para irme ya de allí con la chica, pero justo recordé que no había sido especial fan de ello la última vez.

-¿Prefieres que saque las alas para llevarte volando en otro lugar? ¡Oh, bueno! ¡Tendrás que recoger tus cosas! ¿No? Casi se me olvida, yo es que suelo llevar todo lo importante encima o encima de mis amigos. Y eso me recuerda a que sí tengo una condición para que subas, necesito saber tu nombre. ¡No puedo subir a una desconocida al barco!

Solté una pequeña risita, esperando la contestación de la herrera.

Solo hizo falta una frase para poner del color de un tomate cherry bien maduro las mejillas de la muchacha, al escuchar "Coger cariño y ponerse triste" Hikari notó un golpe en el corazón, unas taquicardias bastante elevadas, por un momento pensó en un infarto pero al notar el calor que le subía pensó en timidez... Claro, ¿En qué si no? Después comentó lo de "no problem" a lo de trabajar y que le daba igual que la marina le buscase, pero ella solo escuchaba el eco en su cabeza de "cariño" estaba en su mundo y no prestaba atención a lo demás. Salió infimamente del engatusamiento generado por ella misma al escuchar "Ya me olía que..." ¿Acaso Hikari olía? Intentó olfatear alrededor suyo de forma disimulada por si olía de verdad, se estaba muriendo de vergüenza pero como un relámpago un flash le hizo cambiar la visión y como un trueno la palabra "Hermosa" le azotó el cerebro...

Sin darse cuenta ahí estaba, conmocionada, sudando, agitada, nerviosa... Este hombre le había ofrecido una salida de la isla, le había devuelto la ilusión y el deber de ir a por su hermana y por si fuera poco sus palabras son miel para los sentidos. Nunca había estado tan nerviosa y deseosa de subir al barco de un capitán, hasta ahora todos miraban de arriba a bajo y se les caía la baba... Y casi todos ellos fueron devorados pero no en el sentido que les hubiera gustado la verdad... ¡Y por si fuera poco! Que la cosa no acaba ahí, el hombre como buen guerrero aceptó el trato con un fuerte apretón de manos... "Que manos más suaves... ¡Oh dios! ¿Me suda la mano?" Tiene un ticket para salir de ahí y solo piensa en si su mano tiene exceso de sudoración... Mujeres...

Hasta aquí bien ¿no? ¿Se entiende por lo que está pasando la muchacha? ¡Pues adictos a telecinco no os vayáis por que la cosa no acaba aquí! El maldito capitán bandido no solo es un trilero hablando, no solo acaricia a traición sin que se le espere por mucho que Hikari era quien había ofrecido su mano, ¡Hay más! -¿Llevarme... volando?- Ahora mismo los poderes secretos de la fruta del diablo del muchacho estaban haciendo efecto, un efecto desconocido hasta para el propio usuario.. ¡Sí señores! ¡Estaba derritiendo a la herrera! De pronto le flaquearon las piernas, se recompuso rápidamente pero podía notarse que no era un remanso de paz, ¿Le había ofrecido hacerla volar? ¡Descarado! Después se entendió que era para ir al barco... Que ilusión mas tonta se había hecho...

-S.. Sí, iré a por mis cosas y luego.. ¿Donde está tú barco?- Pensó en que tenía que recoger, la verdad que nada importante, sus armas y pertenencias más necesarias las llevaba dentro de su estomago, pero no estaba demás recoger lo propio, luego iría directa al barco con la esperanza de seguir escuchando a este gavilan...

No pude evitar fijarme en las reacciones de la chica, no sabía hasta qué punto era consciente de que las soltaba, pero desde luego la hacía bastante graciosa y mona. Mejor no decir nada no vaya a ser que se sienta cohibida la pobre. Igual era por mi culpa, algo debía estar haciendo para ponerla tan nerviosa, aunque la verdad es que había intentado ser de lo más amable durante nuestra conversación, ¿no lo había sido? Me preocupé bastante cuando le temblaron las piernas, agarrando sus brazos para que no se cayera.

-¿Todo bien? ¿Ah, mi barco? Bueno, no lo hemos atracado todavía así que debe estar a cierta distancia de la isla, por eso te dije de llevarte volando.- Solté una pequeña risa entonces-. A no ser que prefieras ir nadando hasta el barco con todo tu equipaje.

La verdad es que sin avisar le cogí de la mano para ir hacia la herrería, parecía caerle bien a la chica y antes me había ofrecido la mano así que no creo que estuviera mal. Además, todavía no había entrenado del todo mi paciencia y me hacía mucha ilusión tener a alguien más en el barco, la verdad es que siendo solo tres, a veces era un poco solitario. Mucho espacio y muy poco ruido. Volví a mirar a la chica con una amplia sonrisa.

-Empieza a ser divertido que no me digas tu nombre por mucho que insista, la verdad. Igual me invento uno si sigues sin decírmelo, ¿qué te parece? Preferiría que no, se me da muy mal poner motes, hasta mi banda pirata tiene un nombre un poco… Mejorable, digamos, todavía estoy en el periodo de pruebas.

Cuando por fin estuvimos delante del local, donde ya le solté la mano. No sabía por qué le sudaban así las manos, pero bueno, tampoco es como si me molestase. Me crucé de brazos, pensando en qué decirle a la chica. Era un poco difícil tener una conversación con ella, sobre todo si parecía al borde de una taquicardia todo el rato, me preocupaba estar haciendo algo mal.

-¿Y de cuánto es esa recompensa? La mía es de cinco millones de berries, ya, no es mucho… ¡Pero bueno! No pasa nada, es que acabo de salir a la mar hace poco y todavía no me ha dado tiempo a liarla como dios manda.

El hombre la agarró para que no se cayera y lo consiguió, de pronto sus piernas se tornaron un tanto rígidas, "Manten la calma, manten la calma, ¿Me está tocando? ¡¡¡¡Ahhhh!!!! MANTEN LA CALMA" Pensó, esta vez no hizo nada, se vio superada por todas esas sensaciones, luego que le cogiera de la mano no le afectó tanto pues aún pensaba en esos brazos fuertes rozando su cuerpo. Normalmente los capitanes piratas se mostraban más lascivos, más babosos, pero este hombre derrochaba seguridad, caballerosidad y una sensu.. Digo, que le gustaba a la muchacha.

Su ensimismamiento desapareció cuando escuchó una vez más lo del nombre, se sonrojó por pura vergüenza de olvidar una vez más presentarse de la forma debida -Mil disculpas- Comentó mirando como le tenía cogida de la mano -Suelo perderme en mis pensamientos... Hikari Tomoshi, llámame Hikari, no hacen falta formalidades- Respondió al fin. Finalmente, volvió a poner los pies en la tierra de una maldita vez... Que complicado es narrar a esta mald... Niña buena... -¿Cinco millones?- Preguntó -No me lo esperaba a simple vista. La verdad es que no lo sé, un cliente asiduo y simpático me lo contó, pero no recuerdo la cifra... Fue una consecuencias de casualidades que dieron a entender de forma totalmente errónea una situación a la marina nada favorable para mí...- Con todo lo que la muchacha había hecho y le achacan unos simples disturbios y una pequeña fuga...

Hikari entró en la herrería, habló con los dueños y agradeció la oportunidad, para cuando salió tenía un pequeño bulto en una bolsa a la espalda y dos espadas en la cintura, una claramente era de hierro, de "verdad" para que se entienda, la otra era un bokken de madera. Por norma general lo llevaría en su estomago, pero si iba a estar más días con esta tripulación que de pronto aparecieran cosas de la nada llamaría la atención y la sospecha, no se fiaba de nadie para comentar tan alegremente sus poderes de akuma no mi como hizo Yor... -Va... Vale, podemos ir.. vo.. volando...- Aceptó, ¿Sería seguro? de lo único que estoy seguro yo, es que una vez la abrace para alzarla en vuelo se iba a desmallar...

Asentí un par de veces, la verdad es que le pegaba perfectamente el nombre. Era un nombre bonito para una persona bonita. ¡Como el mío! Era una suerte la verdad, no todo el mundo tiene el nombre que debería tener, hay gente que se llama por ejemplo, Devis. Y ese es un nombre que no le pega a nadie. Por el momento decidí mantener este tipo de pensamientos en privado, no quería asustar a mi nueva amiga. Con el tiempo me había dado cuenta que no a todo el mundo le gustan este tipo de digresiones temáticas.

-Me gusta tu nombre… Hikari, sí. Es la primera vez que escucho un nombre así.- Me dio un poco de vergüenza cuando habló de mi recompensa-. Ya… La verdad es que podría hacerlo mucho mejor, pero tampoco es como si fuera por ahí buscando cometer crímenes, solo voy haciendo lo que quiero. Y parece ser que mis acciones no están penadas por ley, al menos no por ahora.

Me quedé en la puerta del local esperando pacientemente a que la chica saliese. Tampoco era plan de entrar y rebuscar entre sus cosas para ayudarla a mudarse, igual tenía posesiones que prefería mantener en secreto. Yo, desde luego, las tengo. Cuando finalmente salió, no pude evitar fijarme en las cosas que llevaba. No entendí mucho, supongo que eran cosas de herrera y punto, tampoco es que me interesara el cotilleo demasiado. Cuando me dio permiso para cogerla en brazos lo hice y, tras desplegar las alas, alcé el vuelo hacia mi barco.

-No te vas a arrepentir, ya verás, mi barco es súper divertido. Lo pintamos todo para que no se supiera que era de la Liga. ¡Y también vivimos aventuras de lo más interesantes! Preparate para los mejores días de tu vida.