Sowon
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Tratar con personas de dudosa legalidad no era problema para alguien como Sowon, de hecho, muchas veces le resultaba más sencillo seducir a un ebrio bandido que se dirigía en su barco a otra isla que tratar de convencer al típico marinero honrado. Así había logrado llegar hasta Mock Town, un punto de reunión de dudosa legalidad donde los brutos y borrachos se juntaban para reponer lo que habían perdido. En especial, el comercio de armas era muy requerido ya que no podían gastar sus preciados e ilegales berries en los puertos legales y debían recurrir a armas de muy baja calidad. Ahí era donde Sowon se escudaba, entre el punto de ser una comerciante inocente, honesta y que tras un largo viaje había acabado en un lugar incorrecto para vender. Ocultando tras su carita de bebe y su belleza despampanante la vida del pobre diablo que le había llevado hasta ese lugar, un lobo con piel de cordero entre muchos perros hambrientos.
Estiró una manta, cuyo patrón tejido a mano deslumbraba en belleza, un color opaco y oscuro que resaltaba el metal de las armas forjadas a mano algunas dagas, cuchillos, espadas, arcos, flechas y dardos de diferente punta y otros elementos como piezas de armadura y bolsos de mano. Se sentó tomando un banco cercano, y solemne con sus manos ocultas bajo las telas de su kimono se dispuso a esperar a los primeros curiosos. No tardaron en llegar algunos ebrios, preguntando si aquellas armas eran originales o solo juguetes, cuando uno intentó tomar de manera incorrecta una daga terminó amputando uno de sus dedos por el filo de la misma. No eran armas para jugar, su calidad era muy superior a otros cachivaches que se vendían y la frialdad de la mujer ante la herida del sujeto no hizo más que inquietar al grupito.
―Si no van a comprar, les recomiendo no tocar la mercancía, mis armas no son tan descuidadas como la basura en la cual suelen desperdiciar sus berries. Pero puedo darles esa daga que se llevó el dedo como recuerdo, por solo, unos treinta mil berries... Estoy siendo generosa, la verdad debería cobrarles mucho más pero ya se ha llevado un dedo, por lo cual... ¿Tenemos un trato? o a lo mejor prefieren probar suerte con alguna otra... Aunque si una ya cobró un dedo, no me hago cargo si alguna espada desea probar más de su carne. Son un poco cariñosas...―
Los hombres se intimidaron ante la calma y la sonrisa apacible de Sowon que incluso llevaba a pensar que dentro de poco ella misma tomaría una de sus armas y los convertiría en expositores, entre el alcohol y el miedo creciente por los gritos del hombre ensangrentado decidieron pagar lanzando los billetes y dejando nuevamente el puesto en calma. La mujer se inclinó a recoger la daga, mientras utilizaba un paño de tela para limpiar la sangre. Estaban tan asustados que olvidaron incluso llevarse la daga por la que habían pagado, pero no se aceptaban devoluciones al menos no luego de hacer tanto griterío en medio del lugar, suspiró colocando la daga nuevamente en la manta y contando el dinero.
―Será un día largo, pero a lo mejor nos hacemos una buena fortuna, venderle a criminales no es lo mejor del mundo pero son de soltar mucho dinero por menos calidad que ustedes. Tal vez hasta me encuentre con un hombre buscado y pueda llevarme aún más que lo que tenga encima... será mejor darnos un poco de promoción, oye tú, te ves muy mal... ¿Te doy unos billetes y me entregas estos folletos a los que veas?―
Acercó unos panfletos a un niño que se encontraba arrinconado contra un muro cercano, junto a unos billetes de cien berries, el muchacho dudó de tomarlo se notaba que le daban palizas a menudo pero al ver la cara de la cazadora no pudo evitar sonrojarse y asentir. Corriendo a toda velocidad y entregando los folletos a todo aquel que se le cruzara, era bueno tener un par de manos extras mientras ella se concentraba en cuidar el puesto. Además usar a un niño que daba pena podía ser beneficioso, si esos criminales la veían como una explotadora tal vez no le interrogasen tanto sobre como una bella herrera terminó por esos rincones del mundo.
Estiró una manta, cuyo patrón tejido a mano deslumbraba en belleza, un color opaco y oscuro que resaltaba el metal de las armas forjadas a mano algunas dagas, cuchillos, espadas, arcos, flechas y dardos de diferente punta y otros elementos como piezas de armadura y bolsos de mano. Se sentó tomando un banco cercano, y solemne con sus manos ocultas bajo las telas de su kimono se dispuso a esperar a los primeros curiosos. No tardaron en llegar algunos ebrios, preguntando si aquellas armas eran originales o solo juguetes, cuando uno intentó tomar de manera incorrecta una daga terminó amputando uno de sus dedos por el filo de la misma. No eran armas para jugar, su calidad era muy superior a otros cachivaches que se vendían y la frialdad de la mujer ante la herida del sujeto no hizo más que inquietar al grupito.
―Si no van a comprar, les recomiendo no tocar la mercancía, mis armas no son tan descuidadas como la basura en la cual suelen desperdiciar sus berries. Pero puedo darles esa daga que se llevó el dedo como recuerdo, por solo, unos treinta mil berries... Estoy siendo generosa, la verdad debería cobrarles mucho más pero ya se ha llevado un dedo, por lo cual... ¿Tenemos un trato? o a lo mejor prefieren probar suerte con alguna otra... Aunque si una ya cobró un dedo, no me hago cargo si alguna espada desea probar más de su carne. Son un poco cariñosas...―
Los hombres se intimidaron ante la calma y la sonrisa apacible de Sowon que incluso llevaba a pensar que dentro de poco ella misma tomaría una de sus armas y los convertiría en expositores, entre el alcohol y el miedo creciente por los gritos del hombre ensangrentado decidieron pagar lanzando los billetes y dejando nuevamente el puesto en calma. La mujer se inclinó a recoger la daga, mientras utilizaba un paño de tela para limpiar la sangre. Estaban tan asustados que olvidaron incluso llevarse la daga por la que habían pagado, pero no se aceptaban devoluciones al menos no luego de hacer tanto griterío en medio del lugar, suspiró colocando la daga nuevamente en la manta y contando el dinero.
―Será un día largo, pero a lo mejor nos hacemos una buena fortuna, venderle a criminales no es lo mejor del mundo pero son de soltar mucho dinero por menos calidad que ustedes. Tal vez hasta me encuentre con un hombre buscado y pueda llevarme aún más que lo que tenga encima... será mejor darnos un poco de promoción, oye tú, te ves muy mal... ¿Te doy unos billetes y me entregas estos folletos a los que veas?―
Acercó unos panfletos a un niño que se encontraba arrinconado contra un muro cercano, junto a unos billetes de cien berries, el muchacho dudó de tomarlo se notaba que le daban palizas a menudo pero al ver la cara de la cazadora no pudo evitar sonrojarse y asentir. Corriendo a toda velocidad y entregando los folletos a todo aquel que se le cruzara, era bueno tener un par de manos extras mientras ella se concentraba en cuidar el puesto. Además usar a un niño que daba pena podía ser beneficioso, si esos criminales la veían como una explotadora tal vez no le interrogasen tanto sobre como una bella herrera terminó por esos rincones del mundo.
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¡LO SIENTO CAPITANA! ¡De verdad!.
-Me cago en tu estirpe Bobby, solo a ti se te ocurre.
-Lo sé lo sé, pero es que es un vicio.
-Cualquier día nos dejas colgados en mitad del mar.
-Lo sé lo sé Shaggy, perdón capitana no volverá a pasar
-Nos ha jodido que no. Yo aquí toda feliz con rumbo a Arabasta y me entero que mi cocinero se ha pulido el ron de un mes en dos días porque tiene la puta afición de ser una cantimplora con patas. Y ahora me veo aquí, en esta puta ciudad de nuevo para tener que reponer provisiones, reponer todo lo que te has bebido, gastar mis berries y demorar el viaje un par de semanas más.
-Bueno capitana, cargar el ron no nos debería de llevar más de unas horas.
-Ah no no no, ahora os jodéis y nos quedamos aquí unas semanas, porque pienso actuar en la taberna de la "Garrapata Sifilicosa" . Si me tengo que quedar aquí al menos entretendré a mi público.
-Pero capitana si ya hemos estado aqui varias veces, ya nos conocen
-¡Y me conocerán más Shaggy! Además necesito también desconectar un poco, y pensándolo bien, Arabasta no se va a mover....así que avisa a los muchachos y que amarren y les dices que nos quedamos varias semanas aquí por cortesía de la cantimplora con patas. ¿ Alguna queja?
-No capitana
-Bien no esperaba menos. Shaggy tu a por las provisiones. Tu cantimplora con patas al ron ¡ Y ESTA VEZ N OTE LO BEBAS!. El resto que haga el campamento donde siempre, yo voy a dar una vuelta por la ciudad antes de volver al barco a "practicar". Asi que venga vamos, vamos mover esos caparazones que llamáis culos.
Si, ahi estaba, otra vez en Mock Town....ains. La verdad es que tenía ganas de ir a Arabasta, pero parecía que no iba a ser por el momento. No pasa nada, así podría perfeccionar mi voz un poquito más estas semanas. Ya que lo del ron era más una excusa que otra cosa...ya que yo misma ayudé a mi cocinero a beberse parte del ron sin que se diera cuenta. ¿Me siento culpable? No, para nada, Mock Town era un buen sitio para practicar, y además, ya me conocían. Así que nada, es hora de comprarme algún trapito antes de irme al camarote....o así habría sido si un muchacho no me hubiera entregado un panfleto de propaganda. ¿Armas? Que novedad...vender armas en una isla de maleantes..tsk. Bueno, tengo que ir a por unas cosas así que...meh igual me paso.
Así que comencé a caminar una vez mis hombres me dejaron sola, y según iba caminando pude ver lo que se suponía era el "puesto" del folleto. No era nada del otro mundo. Aún asi me gustaban las dagas, puñales y estas cosas...ya que los únicos puñales que había visto era los que me lanzaba mi padre con sus indirectas. Así que me quedé mirando la mercancía, sin ni siquiera prestar atención a la joven que las vendía. Musité, chasqué los labios y miré una de las dagas que había sobre la tela. Me parecía bonita, y bueno, me sobraban algunos berries. Total, ganaría el doble cantando así que cero problema.
-¿Cuanto por esa?- pregunté.
-Me cago en tu estirpe Bobby, solo a ti se te ocurre.
-Lo sé lo sé, pero es que es un vicio.
-Cualquier día nos dejas colgados en mitad del mar.
-Lo sé lo sé Shaggy, perdón capitana no volverá a pasar
-Nos ha jodido que no. Yo aquí toda feliz con rumbo a Arabasta y me entero que mi cocinero se ha pulido el ron de un mes en dos días porque tiene la puta afición de ser una cantimplora con patas. Y ahora me veo aquí, en esta puta ciudad de nuevo para tener que reponer provisiones, reponer todo lo que te has bebido, gastar mis berries y demorar el viaje un par de semanas más.
-Bueno capitana, cargar el ron no nos debería de llevar más de unas horas.
-Ah no no no, ahora os jodéis y nos quedamos aquí unas semanas, porque pienso actuar en la taberna de la "Garrapata Sifilicosa" . Si me tengo que quedar aquí al menos entretendré a mi público.
-Pero capitana si ya hemos estado aqui varias veces, ya nos conocen
-¡Y me conocerán más Shaggy! Además necesito también desconectar un poco, y pensándolo bien, Arabasta no se va a mover....así que avisa a los muchachos y que amarren y les dices que nos quedamos varias semanas aquí por cortesía de la cantimplora con patas. ¿ Alguna queja?
-No capitana
-Bien no esperaba menos. Shaggy tu a por las provisiones. Tu cantimplora con patas al ron ¡ Y ESTA VEZ N OTE LO BEBAS!. El resto que haga el campamento donde siempre, yo voy a dar una vuelta por la ciudad antes de volver al barco a "practicar". Asi que venga vamos, vamos mover esos caparazones que llamáis culos.
Si, ahi estaba, otra vez en Mock Town....ains. La verdad es que tenía ganas de ir a Arabasta, pero parecía que no iba a ser por el momento. No pasa nada, así podría perfeccionar mi voz un poquito más estas semanas. Ya que lo del ron era más una excusa que otra cosa...ya que yo misma ayudé a mi cocinero a beberse parte del ron sin que se diera cuenta. ¿Me siento culpable? No, para nada, Mock Town era un buen sitio para practicar, y además, ya me conocían. Así que nada, es hora de comprarme algún trapito antes de irme al camarote....o así habría sido si un muchacho no me hubiera entregado un panfleto de propaganda. ¿Armas? Que novedad...vender armas en una isla de maleantes..tsk. Bueno, tengo que ir a por unas cosas así que...meh igual me paso.
Así que comencé a caminar una vez mis hombres me dejaron sola, y según iba caminando pude ver lo que se suponía era el "puesto" del folleto. No era nada del otro mundo. Aún asi me gustaban las dagas, puñales y estas cosas...ya que los únicos puñales que había visto era los que me lanzaba mi padre con sus indirectas. Así que me quedé mirando la mercancía, sin ni siquiera prestar atención a la joven que las vendía. Musité, chasqué los labios y miré una de las dagas que había sobre la tela. Me parecía bonita, y bueno, me sobraban algunos berries. Total, ganaría el doble cantando así que cero problema.
-¿Cuanto por esa?- pregunté.
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Su plan de promoción parecía funcionar, ya había vendido algunas cosas cuando otra potencial clienta se acercó a su humilde puesto, mirando las dagas casi sin prestarle atención. No le molestaba en lo absoluto, si bien ella era la vendedora siempre se mantenía al margen para que el cliente chequeara y probase sus herramientas sin compromiso. Observó con sus ojos grises a la mujer, era alguien bastante peculiar para esos lugares pero a la vez tenía algo, tal vez en su voz o en su actitud descarada que le hacía no desentonar con el entorno. Finalmente se detuvo a apreciar una daga, una que Sowon sabía que resaltaría, su templado dibujaba un peculiar patrón en la hoja y la empuñadura era bastante llamativa y suave gracias a la tela que esta había empleado para completarla.
―Oh, veo que tiene buen gusto... esta daga fue una de las que mejor se adaptó tras templarse. Veamos, puedo decirle su valor si le cuento sus materiales. Primero tiene un acero bastante flexible, por lo cual no perderá su forma aunque choque contra algún material duro o algún hueso. Diría que no es lo mejor para apuñalar pero en cuanto a corte tiene un filo nada despreciable, podría cortar carne sin problemas e incluso no perder el filo tras varios usos. En cuanto a la empuñadura no solo es cómoda, si no que asegura el agarre y no debe preocuparse por algún deslizamiento. ¿No queremos que nos corte unos dedos verdad? Siendo así, puedo aceptar unos treinta y cinco mil... pero para no ser grosera, por esa cantidad se lleva la funda completamente gratis. Es una funda de cuero negro, todo es hecho a mano y se estaría ahorrando casi veinte mil.―
Sowon era buena negociando, sabía que ofreciendo alguna que otra promoción podía elevar el valor un poco, tampoco era un precio exorbitado y seguramente estaba siendo generosa con la pelirosa. Si bien el trato no estaba cerrado, la mujer colocó nuevamente la daga en su sitio, por si la cliente deseaba sentir un poco el acero o poner a prueba las cosas que la vendedora había puesto sobre la mesa. Condiciones que no estaban alejadas de la realidad, la letalidad y la utilidad eran sellos de la forja que Sowon practicaba para ella todo objeto debía al menos cumplir una función de defensa en cualquier situación. Aunque claramente ninguna de las que vendía en aquel lugar eran una de sus obras más imponentes, una de esas que realmente merecían gastar mucho más dinero que unos simple treinta o cuarenta mil berries.
―También acepto encargos, por si le gusta la daga o desea un arma un poco más especial. Claro que costará un poco más, pero créame que son obras artesanales mucho más duraderas y preciosas. Aún así, no tenga apuro en revisar, probar y supervisar la calidad de la daga toda negociación se basa en la credibilidad de mis palabras. Yo nunca me aprovecharía de alguien que tiene la decencia de preguntar.―
Sonrió con una calma bastante evidente, aquel día se había amasado unos buenos berries con solo vender un poco de mercancía, si obtenía un encargo especial se había sacado la lotería pero tampoco quería exigirlo. Posó sus ojos en su cliente mientras contaba algunos billetes, tan tranquila como inquietante, no todos los días una mujer herrera contaba billetes en un nido de criminales y anarquía total. Y todavía necesitaba encontrar un barco de viaje a otra isla, problemas que se solucionarían con el pasar de las horas, al menos podía beber un poco de agua que había tomado del bandido que ahora estaría rodeado de sangre en su bañera.
―Oh, veo que tiene buen gusto... esta daga fue una de las que mejor se adaptó tras templarse. Veamos, puedo decirle su valor si le cuento sus materiales. Primero tiene un acero bastante flexible, por lo cual no perderá su forma aunque choque contra algún material duro o algún hueso. Diría que no es lo mejor para apuñalar pero en cuanto a corte tiene un filo nada despreciable, podría cortar carne sin problemas e incluso no perder el filo tras varios usos. En cuanto a la empuñadura no solo es cómoda, si no que asegura el agarre y no debe preocuparse por algún deslizamiento. ¿No queremos que nos corte unos dedos verdad? Siendo así, puedo aceptar unos treinta y cinco mil... pero para no ser grosera, por esa cantidad se lleva la funda completamente gratis. Es una funda de cuero negro, todo es hecho a mano y se estaría ahorrando casi veinte mil.―
Sowon era buena negociando, sabía que ofreciendo alguna que otra promoción podía elevar el valor un poco, tampoco era un precio exorbitado y seguramente estaba siendo generosa con la pelirosa. Si bien el trato no estaba cerrado, la mujer colocó nuevamente la daga en su sitio, por si la cliente deseaba sentir un poco el acero o poner a prueba las cosas que la vendedora había puesto sobre la mesa. Condiciones que no estaban alejadas de la realidad, la letalidad y la utilidad eran sellos de la forja que Sowon practicaba para ella todo objeto debía al menos cumplir una función de defensa en cualquier situación. Aunque claramente ninguna de las que vendía en aquel lugar eran una de sus obras más imponentes, una de esas que realmente merecían gastar mucho más dinero que unos simple treinta o cuarenta mil berries.
―También acepto encargos, por si le gusta la daga o desea un arma un poco más especial. Claro que costará un poco más, pero créame que son obras artesanales mucho más duraderas y preciosas. Aún así, no tenga apuro en revisar, probar y supervisar la calidad de la daga toda negociación se basa en la credibilidad de mis palabras. Yo nunca me aprovecharía de alguien que tiene la decencia de preguntar.―
Sonrió con una calma bastante evidente, aquel día se había amasado unos buenos berries con solo vender un poco de mercancía, si obtenía un encargo especial se había sacado la lotería pero tampoco quería exigirlo. Posó sus ojos en su cliente mientras contaba algunos billetes, tan tranquila como inquietante, no todos los días una mujer herrera contaba billetes en un nido de criminales y anarquía total. Y todavía necesitaba encontrar un barco de viaje a otra isla, problemas que se solucionarían con el pasar de las horas, al menos podía beber un poco de agua que había tomado del bandido que ahora estaría rodeado de sangre en su bañera.
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Si era sincera me importaba más bien poco las explicaciones de la ¿herrera?. Aunque bueno parecía ser una tía que controlaba sobre su oficio, o por lo menos, que le tenía cierta estima. Aún así me quedé mirando a la daga, la cual cogí para verla más en detalle. La verdad es que necesitaba un mondadientes. La talla era exquisita, el mango, la forma, todo. Joder ojalá mi artillero, Shaggy hiciera piezas como esta...pero tampoco puede pedirle mucho a alguien que solo dispara cañones. Aún asi continué escuchándola, sobre todo cuando tocó el asunto del dinero. Si bien podía largarme con ella así sin más, no me parecía justo. Yo no era el déspota de mi padre, pero tampoco era una gilipollas que le gustara perder berrys por que si.
- ¿Treinta y cinco mil por ella? ¿ No crees que es demasiado para una daga?- se la devolví- Te podría dar veintidós mil como mucho, y sin la funda- suspiré- Aunque la verdad, ahora mismo no tengo la pasta ya que se la he dado a mis muchachos para comprar unas cosas de prioridad uno. Si, es cierto, no llevaba pasta, pero cuando decía que iba a ir de compras era verdad, solo que no iba a pagar por lo que me iba a llevar.- A no ser que sigas aquí después de mi actuación y pueda pagártela en cuanto me paguen.
¿Podía robársela? Si, ¿Estaba feo? No ¿Por que no lo hacía? Porque era honrada, y alguien honrado en un mundo de capullos era un bien escaso, y menos si es herrera.
-¿Que dices, estarás por aquí luego? Si no te convence puedes venirte a la tasca y comprobarlo tu misma, además no se suele ver gente de tu oficio por aquí normalmente. Porque...normalmente viajan en barco. Y encima eres educada, si..chica, me caes bien
En ese momento llegó la cantimplora con patas con dos barriles de ron en cada brazo.
-Capi, ya tengo dos barriles, voy para el barco, hay que recoger quince más.
Suspiré -Esta bien, lárgate, ¿ no ves que estoy charlando con esta chica?.
Se largó por donde había venido, y me quedé mirando a la herrera.
-Que, ¿te vienes? Si te gusta la actuación es una vez por semana, y voy a estar unas tres por acá. Espero que me hagas una rebaja un poquito más grande de lo que te pedí, te aseguro que no te decepcionará. He estado practicando, y quizás no sé, puedas hacer negocios con mis muchachos estas semanas, seguro que te forras, les encanta todo lo que brilla y pincha.
No sabía que respuesta me iba a dar, tampoco es que me importara demasiado. Quiero decir, parecía maja y tal, y era herrera cosa que escaseaba, pero estaba segura de que si me escuchaba, quedaría prendada...como todos.¿ Que pasa? No es culpa mía, sino de la Melo Melo. Además no mentía cuando le decía que se iba a divertir, además así yo practicaría un poco más mi embelesamiento vocal.
- ¿Treinta y cinco mil por ella? ¿ No crees que es demasiado para una daga?- se la devolví- Te podría dar veintidós mil como mucho, y sin la funda- suspiré- Aunque la verdad, ahora mismo no tengo la pasta ya que se la he dado a mis muchachos para comprar unas cosas de prioridad uno. Si, es cierto, no llevaba pasta, pero cuando decía que iba a ir de compras era verdad, solo que no iba a pagar por lo que me iba a llevar.- A no ser que sigas aquí después de mi actuación y pueda pagártela en cuanto me paguen.
¿Podía robársela? Si, ¿Estaba feo? No ¿Por que no lo hacía? Porque era honrada, y alguien honrado en un mundo de capullos era un bien escaso, y menos si es herrera.
-¿Que dices, estarás por aquí luego? Si no te convence puedes venirte a la tasca y comprobarlo tu misma, además no se suele ver gente de tu oficio por aquí normalmente. Porque...normalmente viajan en barco. Y encima eres educada, si..chica, me caes bien
En ese momento llegó la cantimplora con patas con dos barriles de ron en cada brazo.
-Capi, ya tengo dos barriles, voy para el barco, hay que recoger quince más.
Suspiré -Esta bien, lárgate, ¿ no ves que estoy charlando con esta chica?.
Se largó por donde había venido, y me quedé mirando a la herrera.
-Que, ¿te vienes? Si te gusta la actuación es una vez por semana, y voy a estar unas tres por acá. Espero que me hagas una rebaja un poquito más grande de lo que te pedí, te aseguro que no te decepcionará. He estado practicando, y quizás no sé, puedas hacer negocios con mis muchachos estas semanas, seguro que te forras, les encanta todo lo que brilla y pincha.
No sabía que respuesta me iba a dar, tampoco es que me importara demasiado. Quiero decir, parecía maja y tal, y era herrera cosa que escaseaba, pero estaba segura de que si me escuchaba, quedaría prendada...como todos.¿ Que pasa? No es culpa mía, sino de la Melo Melo. Además no mentía cuando le decía que se iba a divertir, además así yo practicaría un poco más mi embelesamiento vocal.
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Bebió agua mientras escuchaba, el regateo era parte habitual en esa zona, en cualquier negocio que se basara en el trueque. Lo pensó, realmente no era un mal precio aunque arqueó una ceja al escuchar que no tenía el dinero. Era algo peculiar, sonaba a una ladrona que a último segundo se arrepentía, la herrera simplemente mostró una sonrisa comprensiva y afable.
—A decir verdad, no me sabe a un mal precio y si además me ofreces una entrada gratis a lo que sea que hagas el trato se vuelve muy favorable. Es una oferta que claramente me beneficia, si consigues tanto dinero como me das a entender podríamos llegar a un buen trato no solo por la daga.—
Una pizca de impaciencia se deslizaba entre sus palabras, cuando sus ojos se cruzaron con aquel sujeto. Identificó a su cliente como una capitana, algo curioso en el mundo criminal o de la piratería. Sin dudas estaba entrando en un terreno un tanto peligroso, pero ella jamás prestaba atención a las señales, quizás en cierta parte porque imaginar a esa mujer como una asesina despiadada hacia que su cuerpo se encendiera un poco, un leve rubor en sus mejillas que camufló con astucia.
—Oh, me haces sonrojar, caerle bien a alguien que parece conocida e importante. Incluso una capitana a cargo de varios hombres, no se ve muy a menudo. Supongo que parte de mi éxito se debe a que hay muchos buscando una herrera, ya sabes, las armas no suelen tener esta calidad y apenas se rompen al primer cuerpo que cortan. O se oxidan por la sangre, baratijas que mis bellos amigos pueden hacer olvidar con unos billetes más.—
Sowon llevó su mano a la cara, camuflando su sonrojo con la tela de su kimono, lo que ahora pasaba por su mente era su forma de morir. ¿Degollada? ¿Empalada? ¿Se desangraría al darle la daga? Incluso su mente divagaba entre lo que esa mujer podría decirle, cada vez saboreaba más el aroma a sangre en su oscura mente. Tragó algo de saliva ante su pregunta, mientras se aclaró la garganta, no creyó estar siendo tan obvia y en efecto no lo era, ni estaba cerca de venirse. Se centró en la realidad para al menos hilar una respuesta coherente, cayendo en cuenta de que a lo mejor le estaba invitando a algún sitio y le ofrecía cierto agregado al trato ya existente.
—¿Venirme? Oh, disculpa estaba tan distraída en mis propios pensamientos sobre la forma del pago que malentendí esa pregunta. Volviendo a nuestro asunto puedo tomarme un descanso y seguirte a ver lo que haces. No tengo mucho que hacer y tampoco es bueno exigirte demasiado. ¿Por qué no tomas la daga y aprovechas para familiarizarte mejor con ella? Si eres una capitana y veo que con algo de fama al venir tantas veces un poco de defensa adicional no viene mal... a lo mejor hasta puedes usarla.—
Sus ojos parecieron brillar ante la última sugerencia, pasando su dedo levemente por su cuello como si indicase inconscientemente la mejor manera de usar el artefacto a su parecer. Volvió a una sonrisa estoica mientras relajaba su cuerpo y comenzaba a guardar las cosas del puesto, no sin antes dejar la daga a un lado para que la cliente pudiese llevarla consigo, incluso con la funda puesta como muestra de buena fé.
Tras enrollar la tela con el resto de productos bien amarrados, los sujetó a su kimono como una mochila, un tubo de tamaño considerable como si se tratase del estuche de una espada, asintió con la cabeza mientras esperaba ser guiada por su peculiar cliente. Desconocía que tipo de show podría presenciar, su idea de diversión era algo peculiar, pero si eso garantizaba más dinero a futuro no veía mucho reparo en seguirle el juego de momento.
—A decir verdad, no me sabe a un mal precio y si además me ofreces una entrada gratis a lo que sea que hagas el trato se vuelve muy favorable. Es una oferta que claramente me beneficia, si consigues tanto dinero como me das a entender podríamos llegar a un buen trato no solo por la daga.—
Una pizca de impaciencia se deslizaba entre sus palabras, cuando sus ojos se cruzaron con aquel sujeto. Identificó a su cliente como una capitana, algo curioso en el mundo criminal o de la piratería. Sin dudas estaba entrando en un terreno un tanto peligroso, pero ella jamás prestaba atención a las señales, quizás en cierta parte porque imaginar a esa mujer como una asesina despiadada hacia que su cuerpo se encendiera un poco, un leve rubor en sus mejillas que camufló con astucia.
—Oh, me haces sonrojar, caerle bien a alguien que parece conocida e importante. Incluso una capitana a cargo de varios hombres, no se ve muy a menudo. Supongo que parte de mi éxito se debe a que hay muchos buscando una herrera, ya sabes, las armas no suelen tener esta calidad y apenas se rompen al primer cuerpo que cortan. O se oxidan por la sangre, baratijas que mis bellos amigos pueden hacer olvidar con unos billetes más.—
Sowon llevó su mano a la cara, camuflando su sonrojo con la tela de su kimono, lo que ahora pasaba por su mente era su forma de morir. ¿Degollada? ¿Empalada? ¿Se desangraría al darle la daga? Incluso su mente divagaba entre lo que esa mujer podría decirle, cada vez saboreaba más el aroma a sangre en su oscura mente. Tragó algo de saliva ante su pregunta, mientras se aclaró la garganta, no creyó estar siendo tan obvia y en efecto no lo era, ni estaba cerca de venirse. Se centró en la realidad para al menos hilar una respuesta coherente, cayendo en cuenta de que a lo mejor le estaba invitando a algún sitio y le ofrecía cierto agregado al trato ya existente.
—¿Venirme? Oh, disculpa estaba tan distraída en mis propios pensamientos sobre la forma del pago que malentendí esa pregunta. Volviendo a nuestro asunto puedo tomarme un descanso y seguirte a ver lo que haces. No tengo mucho que hacer y tampoco es bueno exigirte demasiado. ¿Por qué no tomas la daga y aprovechas para familiarizarte mejor con ella? Si eres una capitana y veo que con algo de fama al venir tantas veces un poco de defensa adicional no viene mal... a lo mejor hasta puedes usarla.—
Sus ojos parecieron brillar ante la última sugerencia, pasando su dedo levemente por su cuello como si indicase inconscientemente la mejor manera de usar el artefacto a su parecer. Volvió a una sonrisa estoica mientras relajaba su cuerpo y comenzaba a guardar las cosas del puesto, no sin antes dejar la daga a un lado para que la cliente pudiese llevarla consigo, incluso con la funda puesta como muestra de buena fé.
Tras enrollar la tela con el resto de productos bien amarrados, los sujetó a su kimono como una mochila, un tubo de tamaño considerable como si se tratase del estuche de una espada, asintió con la cabeza mientras esperaba ser guiada por su peculiar cliente. Desconocía que tipo de show podría presenciar, su idea de diversión era algo peculiar, pero si eso garantizaba más dinero a futuro no veía mucho reparo en seguirle el juego de momento.
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Bueno por lo menos parecía que acabaría con un nuevo juguete en el bolsillo. No es que la daga me importara realmente, solo que me llamó la atención como estaba hecha. Esta chica parecía que se sabía lo que hacía, y hoy en día un artesano por estos lugares tan alejados era bastante raro, ya ni te cuento si es un herrero.
-Vale pues tenemos trato entonces - le dije - Si, la verdad es que hasta me vendrías bien en mi tripulación, pero las únicas tetas que habrá a bordo de mi navío soy yo. No te lo tomes a mal conste, pero mis hombres son más raros que un Marine honrado.
Lo único que pareció no entenderme fue lo de las semanas. A ver, iba a estar como unas tres semanas por aquí, mientras mis hombres vagueaban yo iba a practicar con la voz en el barco o por algún lugar de la villa. Principalmente porque aunque hubiera una actuación por semana en la taberna, quería que fuera perfecta. Además no quería cometer el error de ir sin ensayar y liarla, necesito hacerme un nombre en el lugar...pero que sea bueno. No quiero pasar de la Sirena a la Cocatriz.
-No no no hace falta que vengas ya, o sea, igual me expliqué mal. Actúo para la semana, y si sigues por aquí me gustaría que viniera el martes que viene a las 22:00 a la taberna de allá- le señalé- Te haré el primer pago, y la última semana el último. Como lo ves?.Asi yo practico un poco con la garganta y te aseguro de que la espera te valdrá la pena.
Nos ha jodido...como que uso mi fruta. Pero bueno la idea era que esta chica siguiera libre por la isla esa semana. Yo si aceptaba procedería a irme por donde había venido, no sin antes mirar algunos tenderetes más. Pero antes de irme se me encendió la bombilla, me giré sobre mis tacones y le pregunté una cosa a la herrera:ç
-Perdona, ni si quiera se tu nombre ¿ Cómo te llamas? Lo digo principalmente para que mis muchachos no te molesten.
Si todo estaba en orden volvería a mi barco , y Shaggy mi artillero estaba junto a la puerta de mi camarote limpiando su espada.
-Tardaste capitana ¿ Todo bien?.
-Si si, todo bien Shagg, he dado una vuelta por la villa, he conocido gente y bla bla bla. Voy a estar ocupada aqui dentro así que no me molestéis ¿vale? Tengo que pulir la voz para el concierto del martes. Necesito poder camelar algo más que gaviotas y cangrejos.
-Sigues intentando lo de...¿como era? ¿ Symphony?
-Si. Necesito perfeccionar la voz, además piensa que si logro camelarme y cambiarle las sensaciones a pájaros y moluscos, imagínate en personas. De momento algo les influyo, pero necesit porder moldear como quiera yo al público- rechisté.
-Ah, por eso quieres estar aqui tres semanas? Eres un poco predecible capitana, ya decía yo que no habías parado solo por lo del cocinero.
-Meh ya me conoces...pero bueno, no me molestéis. De vez en cuando ponme a alguien a hacer guardia aquí. No por que lo necesite, pero si me oye quiero probar a ver si le puedo hacer llorar o golpear al vigía.
Shaggy asintió, dejándome sola dentro del camarote, y sin demorarme mucho comencé a calentar las cuerdas vocales.
-Vale pues tenemos trato entonces - le dije - Si, la verdad es que hasta me vendrías bien en mi tripulación, pero las únicas tetas que habrá a bordo de mi navío soy yo. No te lo tomes a mal conste, pero mis hombres son más raros que un Marine honrado.
Lo único que pareció no entenderme fue lo de las semanas. A ver, iba a estar como unas tres semanas por aquí, mientras mis hombres vagueaban yo iba a practicar con la voz en el barco o por algún lugar de la villa. Principalmente porque aunque hubiera una actuación por semana en la taberna, quería que fuera perfecta. Además no quería cometer el error de ir sin ensayar y liarla, necesito hacerme un nombre en el lugar...pero que sea bueno. No quiero pasar de la Sirena a la Cocatriz.
-No no no hace falta que vengas ya, o sea, igual me expliqué mal. Actúo para la semana, y si sigues por aquí me gustaría que viniera el martes que viene a las 22:00 a la taberna de allá- le señalé- Te haré el primer pago, y la última semana el último. Como lo ves?.Asi yo practico un poco con la garganta y te aseguro de que la espera te valdrá la pena.
Nos ha jodido...como que uso mi fruta. Pero bueno la idea era que esta chica siguiera libre por la isla esa semana. Yo si aceptaba procedería a irme por donde había venido, no sin antes mirar algunos tenderetes más. Pero antes de irme se me encendió la bombilla, me giré sobre mis tacones y le pregunté una cosa a la herrera:ç
-Perdona, ni si quiera se tu nombre ¿ Cómo te llamas? Lo digo principalmente para que mis muchachos no te molesten.
Si todo estaba en orden volvería a mi barco , y Shaggy mi artillero estaba junto a la puerta de mi camarote limpiando su espada.
-Tardaste capitana ¿ Todo bien?.
-Si si, todo bien Shagg, he dado una vuelta por la villa, he conocido gente y bla bla bla. Voy a estar ocupada aqui dentro así que no me molestéis ¿vale? Tengo que pulir la voz para el concierto del martes. Necesito poder camelar algo más que gaviotas y cangrejos.
-Sigues intentando lo de...¿como era? ¿ Symphony?
-Si. Necesito perfeccionar la voz, además piensa que si logro camelarme y cambiarle las sensaciones a pájaros y moluscos, imagínate en personas. De momento algo les influyo, pero necesit porder moldear como quiera yo al público- rechisté.
-Ah, por eso quieres estar aqui tres semanas? Eres un poco predecible capitana, ya decía yo que no habías parado solo por lo del cocinero.
-Meh ya me conoces...pero bueno, no me molestéis. De vez en cuando ponme a alguien a hacer guardia aquí. No por que lo necesite, pero si me oye quiero probar a ver si le puedo hacer llorar o golpear al vigía.
Shaggy asintió, dejándome sola dentro del camarote, y sin demorarme mucho comencé a calentar las cuerdas vocales.
Sowon
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Sowon se limitó a sonreír, la falta de un forjador era tema habitual entre los piratas y criminales que solían pasar por la ciudad. Mostrando una leve intriga al mencionarse la composición de la tripulación, una mujer entre tantos hombres y ningún motín era de admirarse. Negó levemente con la cabeza, mientras escondía sus manos en las mangas de su kimono, alzando la mirada para responder.
—Aunque agradezco la oferta, creo que todavía no estoy preparada para una aventura semejante. Sin embargo, puedo ofrecer mis servicios mientras estoy por aquí, y quien sabe, en un futuro puede que logremos tener una buena sociedad que beneficie a ambas partes.—
Suspiró al percatarse de su error, levantando su mano derecha en señal de que no se preocupase, de todas maneras pensaba mover el puesto de lugar en busca de potenciales clientes que no llegasen hasta ese rincón mientras prevenía que algunos bandidos buscasen asaltarle al tener un puesto fijo.
—Oh descuida, de todas formas quería mover el puesto para evitar altercados. No me preocupa quedarme unos días aquí mientras tenga mercancía para vender, incluso podría aceptar solo la mitad si veo que el tiempo se me hace muy largo y el lugar para quedarme empieza a consumir más de la cuenta.—
Explicó con un tono sereno, pensaba cobrar al menos una parte por la daga siempre y cuando consiguiese un lugar para pasar las noches a bajo coste o podría volver al barco en el que vino ya que nadie lo registraría en aquel sitio de mala muerte. Seguramente es lo que haría esa noche.
—Shinozaki Sowon, ha sido un gusto Capitana... he caído en cuenta que tampoco sé tu nombre pero esa cara es imposible de confundir. En especial por el color de tu cabello, de todas maneras si necesitas alguna cosa puedes buscarme por el puerto o por estos lugares. Siempre estaré en movimiento pero presiento que no será complicado ubicarme mientras atiendo el puesto... ha sido como ya he dicho todo un placer.—
La mujer hizo una reverencia tradicional mientras se disponía a continuar su venta, no le fué complicado vender algunos objetos más para por la noche regresar a su barco. Su rostro se giró antes de abordar, sintiendo como esos hombres le habían seguido, era una grata sorpresa. Dos corderos se ofrecían para nutrir sus herramientas sedientas, para calmar un poco su mente que no había dejado de pensar en lo que la pirata pudo haber hecho con su daga. Necesitaba matar, necesitaba disfrutar la sangre sobre el acero de sus espadas, anhelaba la tortura bajo la luz de la luna.
—¡Entrega todo tu dinero!—
Gritó el primero mientras el otro empuñaba un puñal, la mujer dedicó una sonrisa, llevando sus manos a las mangas de su kimono simplemente para empuñar sus propias armas. Dos piezas de acero damasco similares a agujas de tejer. Su sonrisa se fundió con la oscuridad de la noche, mientras podía oler el miedo, desde su posición elevada su figura parecía enaltecerse tan pulcra como peligrosa entre escorias de la sociedad.
—Los que van a entregar su vida, serán ustedes caballeros, un artista forja su mejor obra sobre la sangre de los sacrificios. Lentamente, sin prisas, las estrellas serán testigos de como su sangre alimenta mis armas... una a una...—
Un grito desgarrador irrumpió el puerto esa noche, un solo grito camuflado bajo las canciones de borrachos y juglares de dudosa legalidad. Uno frío, roto, impregnado de horror que quizás alguien escuchó pero nadie se atrevió a comprobar. La herrera pasó parte de la noche jugando con aquellos pedazos de carne, objetos que sirvieron para afilar sus creaciones, la bañera ahora contaba con dos nuevas adquisiciones.
—Aunque agradezco la oferta, creo que todavía no estoy preparada para una aventura semejante. Sin embargo, puedo ofrecer mis servicios mientras estoy por aquí, y quien sabe, en un futuro puede que logremos tener una buena sociedad que beneficie a ambas partes.—
Suspiró al percatarse de su error, levantando su mano derecha en señal de que no se preocupase, de todas maneras pensaba mover el puesto de lugar en busca de potenciales clientes que no llegasen hasta ese rincón mientras prevenía que algunos bandidos buscasen asaltarle al tener un puesto fijo.
—Oh descuida, de todas formas quería mover el puesto para evitar altercados. No me preocupa quedarme unos días aquí mientras tenga mercancía para vender, incluso podría aceptar solo la mitad si veo que el tiempo se me hace muy largo y el lugar para quedarme empieza a consumir más de la cuenta.—
Explicó con un tono sereno, pensaba cobrar al menos una parte por la daga siempre y cuando consiguiese un lugar para pasar las noches a bajo coste o podría volver al barco en el que vino ya que nadie lo registraría en aquel sitio de mala muerte. Seguramente es lo que haría esa noche.
—Shinozaki Sowon, ha sido un gusto Capitana... he caído en cuenta que tampoco sé tu nombre pero esa cara es imposible de confundir. En especial por el color de tu cabello, de todas maneras si necesitas alguna cosa puedes buscarme por el puerto o por estos lugares. Siempre estaré en movimiento pero presiento que no será complicado ubicarme mientras atiendo el puesto... ha sido como ya he dicho todo un placer.—
La mujer hizo una reverencia tradicional mientras se disponía a continuar su venta, no le fué complicado vender algunos objetos más para por la noche regresar a su barco. Su rostro se giró antes de abordar, sintiendo como esos hombres le habían seguido, era una grata sorpresa. Dos corderos se ofrecían para nutrir sus herramientas sedientas, para calmar un poco su mente que no había dejado de pensar en lo que la pirata pudo haber hecho con su daga. Necesitaba matar, necesitaba disfrutar la sangre sobre el acero de sus espadas, anhelaba la tortura bajo la luz de la luna.
—¡Entrega todo tu dinero!—
Gritó el primero mientras el otro empuñaba un puñal, la mujer dedicó una sonrisa, llevando sus manos a las mangas de su kimono simplemente para empuñar sus propias armas. Dos piezas de acero damasco similares a agujas de tejer. Su sonrisa se fundió con la oscuridad de la noche, mientras podía oler el miedo, desde su posición elevada su figura parecía enaltecerse tan pulcra como peligrosa entre escorias de la sociedad.
—Los que van a entregar su vida, serán ustedes caballeros, un artista forja su mejor obra sobre la sangre de los sacrificios. Lentamente, sin prisas, las estrellas serán testigos de como su sangre alimenta mis armas... una a una...—
Un grito desgarrador irrumpió el puerto esa noche, un solo grito camuflado bajo las canciones de borrachos y juglares de dudosa legalidad. Uno frío, roto, impregnado de horror que quizás alguien escuchó pero nadie se atrevió a comprobar. La herrera pasó parte de la noche jugando con aquellos pedazos de carne, objetos que sirvieron para afilar sus creaciones, la bañera ahora contaba con dos nuevas adquisiciones.
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Llevaba concentrada un buen rato y seguía a lo mío. La verdad es que aquella herrera con pintas extravagantes me había llamado la atención. Estaba sentada en mi escritorio del camarote, jugando con una pluma mientras pensaba en ella. Su objetos parecían exquisitos. Esta tipa no era una cualquiera y por ello actué con bastante ingenuidad intencionada. Dudaba que alguien que puliera tan bien el hierro pudiera tener tan buenas intenciones ¿ Por qué? Porque esta tipa no era trigo limpio o algo. Pero bueno, que voy a saber yo salvo conjeturas sin ningún sentido. Fuera como fuera sabía que por lo menos la podría ver algún día más si finalmente se quedaba por la zona, y si no , bueno, no pasaba nada y a lo mío.
Me serví una copita de ron mientras dejaba descansar la voz por unos instantes, asomándome a las ventanas del camarote para ver el puerto de noche. Agité levemente el rol en la copa y me lo bebí, haciendo presión en la garganta hasta tragarlo. Me quedé allí sentada junto a la ventana practicando el canto por lo bajini, tratando de atraer a algo más que gaviotas y cangrejos. Cambiar los estados de ánimo de la gente debía ser algo fácil, pero de momento solo podía embelesarlos con la música, lo cual era bueno, ya que me ahorraba muchos problemas, pero me interesaba que pudieran sentir ira, tristeza y ese tipo de cosas de gente normal...y válgame los dioses si me estaba costando.
Ya cuando tiré la toalla por aquella noche me disponía a dormir en mi catre, y fue en ese momento cuando escuché un grito ahogado en los muelles. No le di demasiada importancia ya que por allí las reyertas eran lo habitual, o que seguramente algún borracho se habría disparado en el pie, vete tu a saber. Me importaba cero. Lo que si me importaba era, que al día siguiente, con el sol ya en lo alto, me fui directa a la plaza, pues había quedado con el tabernero que me iba a dejar actuar en su local, y parecía que íbamos a tener problemas, pero no de los problemas malos que uno pudiera pensar.
-No cabemos.-dijo el tabernero mientras negaba con al cabeza.
-¿Cómo que no cabemos?- le dije confusa- ¿Eso significa que se cancela todo? No me jodas Peeves, llevo rompiéndome los ovarios para esto hace ya unos cuantos días.
-Querida, yo cobro por persona que viene a la actuación a verte ¿ recuerdas? Digo que no cabemos porque han venido el doble de piratas a verte. Se ve que has generado interés a raíz de tu cartel de Se Busca y de tus melodías en la playa...que joder cariño, ya podías ser más lista y cobrarlas.
-¿Entonces que me intentas decir?
-Que he llegado a un acuerdo con los mercaderes de la plaza y montaremos tu...iba a decir actuación, pero ya se ha convertido poco más que en un concierto, allí. A ellos les viene de puta madre, ya que los tenderetes estarán bordeando la plaza, y en el medio todos los borrachos de la villa. Yo me llevo la pasta, los mercaderes hacen el agosto y tu ganas fama y parte de lso dividendos. Todos salimos ganando.
Asi si, antes no, pero ahora si. Lo que dijo el calvo me convenció, y además esto me iba a exigir mucho más. Oye, espera...de seguro que la herrera sigue por aquí. Quizás ahora se anime un poco más a hacer negocios de mayor "calibre". Si había el doble de público, eso eran el doble de ganancias, y de seguro podríamos llegar a un acuerdo herreril para ayudar a mi tripulación.
¿"Pero donde cojones estaba la herrera ahora"?
Sin más me despedí del tabernero dándole la mano, antes de ponerme a pasear por la plaza, a la cual ya estaban acondicionando para el festival del martes, buscando a Sowon. Seguro que andaba por la zona, seguro.
Me serví una copita de ron mientras dejaba descansar la voz por unos instantes, asomándome a las ventanas del camarote para ver el puerto de noche. Agité levemente el rol en la copa y me lo bebí, haciendo presión en la garganta hasta tragarlo. Me quedé allí sentada junto a la ventana practicando el canto por lo bajini, tratando de atraer a algo más que gaviotas y cangrejos. Cambiar los estados de ánimo de la gente debía ser algo fácil, pero de momento solo podía embelesarlos con la música, lo cual era bueno, ya que me ahorraba muchos problemas, pero me interesaba que pudieran sentir ira, tristeza y ese tipo de cosas de gente normal...y válgame los dioses si me estaba costando.
Ya cuando tiré la toalla por aquella noche me disponía a dormir en mi catre, y fue en ese momento cuando escuché un grito ahogado en los muelles. No le di demasiada importancia ya que por allí las reyertas eran lo habitual, o que seguramente algún borracho se habría disparado en el pie, vete tu a saber. Me importaba cero. Lo que si me importaba era, que al día siguiente, con el sol ya en lo alto, me fui directa a la plaza, pues había quedado con el tabernero que me iba a dejar actuar en su local, y parecía que íbamos a tener problemas, pero no de los problemas malos que uno pudiera pensar.
-No cabemos.-dijo el tabernero mientras negaba con al cabeza.
-¿Cómo que no cabemos?- le dije confusa- ¿Eso significa que se cancela todo? No me jodas Peeves, llevo rompiéndome los ovarios para esto hace ya unos cuantos días.
-Querida, yo cobro por persona que viene a la actuación a verte ¿ recuerdas? Digo que no cabemos porque han venido el doble de piratas a verte. Se ve que has generado interés a raíz de tu cartel de Se Busca y de tus melodías en la playa...que joder cariño, ya podías ser más lista y cobrarlas.
-¿Entonces que me intentas decir?
-Que he llegado a un acuerdo con los mercaderes de la plaza y montaremos tu...iba a decir actuación, pero ya se ha convertido poco más que en un concierto, allí. A ellos les viene de puta madre, ya que los tenderetes estarán bordeando la plaza, y en el medio todos los borrachos de la villa. Yo me llevo la pasta, los mercaderes hacen el agosto y tu ganas fama y parte de lso dividendos. Todos salimos ganando.
Asi si, antes no, pero ahora si. Lo que dijo el calvo me convenció, y además esto me iba a exigir mucho más. Oye, espera...de seguro que la herrera sigue por aquí. Quizás ahora se anime un poco más a hacer negocios de mayor "calibre". Si había el doble de público, eso eran el doble de ganancias, y de seguro podríamos llegar a un acuerdo herreril para ayudar a mi tripulación.
¿"Pero donde cojones estaba la herrera ahora"?
Sin más me despedí del tabernero dándole la mano, antes de ponerme a pasear por la plaza, a la cual ya estaban acondicionando para el festival del martes, buscando a Sowon. Seguro que andaba por la zona, seguro.
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Despertarse más tarde de lo habitual era una constante cuando se trataba de una noche agitada, al menos aquel barco tenía una habitación grande para ella sola y otro baño donde ducharse siendo que a falta de una cocina solía usar la otra habitación para calentarse los guisados con un pequeño horno. Observó desde la cubierta el movimiento inusual en el poblado, arqueando la ceja al notar el armado de lo que parecía un festival. Dando un bocado a su guiso, se dedicó a observar con detenimiento a cada persona que transportaba las decoraciones, como si aquello pudiese soplarle alguna pista.
Se tomó su tiempo para pulir sus armas y revisar los pequeños bolsos, prendas y otros estuches, lo que más había vendido el día anterior eran armas y aún le quedaban más para ofrecer en el cofre del barco. Tras la tarea de dejar sus armas impecables y brillantes, se dedicó a elegir uno de sus kimonos para la ocasión. El negro le quedaba bien y el sobretodo floreado realzaba su figura, arregló su largo cabello en un adorno tradicional dorado y tras observar el espejo se montó la manta enrollada a la espalda.
Llegó a la plaza mientras todos los mercaderes se dedicaban a preparar algo, sus ojos grises se encontraban buscando un lugar para vender cuando identificaron una cabellera rosada a la distancia. Fingir ser una sombra a veces se le daba bien, comenzó a seguirle por la plaza a un paso suave y sereno hasta estar a escasos centimetros una de la otra.
—¿Me perdí de algo capitana? Anoche creí escuchar algo mientras trataba de conciliar el sueño, una melodía distante entre gritos y sufrimiento. Aunque ahora mis ojos vislumbran algo que no logro comprender, nunca vi a mercaderes poner tan poca atención a su propia mercancía y dejar tantos flancos expuestos. Si fuese una ladrona ya hubiera dado un buen mordisco al pastel...—
Su voz era solemne, expresaba la curiosidad e impaciencia que un entorno poco habitual le producían, continuó caminando, para colocarse al costado de su cliente. Mientras sus ojos grises y su sonrisa amable buscaban conectar con los de la mujer, las manos ocultas bajo las mangas de su kimono le daban ese inusual aspecto entre tanta bajeza que portaba la isla.
—¿Qué tal se ha portado mi daga? Espero que a nadie se le haya ocurrido tomarla por el filo, suele sucederme a menudo con los clientes de esta isla. Deseo que tenga un buen uso en su barco, pero sobre todo, que cumpla sus expectativas. Por cierto, estaré buscando un lugar por si se le ofrece alguna petición.—
Inclinó su cuerpo levemente de forma sutil y aceleró el paso, tratando de encontrar un buen lugar pese a haber llegado tarde. La suerte le sonrió cuando pudo ver un pequeño puesto vacío en mitad de la plaza. Tenía un punto privilegiado y no estaba tan expuesta, siendo que se encontraba en una de las esquinas, sin tardarse comenzó a armar su humilde espacio, desplegando la manta sobre la mesa de madera y haciendo que la luz del sol dotase de vida el filo de las armas recientemente pulidas. Más a la sombra estaban los bolsos, fundas y prendas de tela, aunque era un bonito contraste no sabía si podría vender algo más que las fundas dado el lugar.
Se tomó su tiempo para pulir sus armas y revisar los pequeños bolsos, prendas y otros estuches, lo que más había vendido el día anterior eran armas y aún le quedaban más para ofrecer en el cofre del barco. Tras la tarea de dejar sus armas impecables y brillantes, se dedicó a elegir uno de sus kimonos para la ocasión. El negro le quedaba bien y el sobretodo floreado realzaba su figura, arregló su largo cabello en un adorno tradicional dorado y tras observar el espejo se montó la manta enrollada a la espalda.
Llegó a la plaza mientras todos los mercaderes se dedicaban a preparar algo, sus ojos grises se encontraban buscando un lugar para vender cuando identificaron una cabellera rosada a la distancia. Fingir ser una sombra a veces se le daba bien, comenzó a seguirle por la plaza a un paso suave y sereno hasta estar a escasos centimetros una de la otra.
—¿Me perdí de algo capitana? Anoche creí escuchar algo mientras trataba de conciliar el sueño, una melodía distante entre gritos y sufrimiento. Aunque ahora mis ojos vislumbran algo que no logro comprender, nunca vi a mercaderes poner tan poca atención a su propia mercancía y dejar tantos flancos expuestos. Si fuese una ladrona ya hubiera dado un buen mordisco al pastel...—
Su voz era solemne, expresaba la curiosidad e impaciencia que un entorno poco habitual le producían, continuó caminando, para colocarse al costado de su cliente. Mientras sus ojos grises y su sonrisa amable buscaban conectar con los de la mujer, las manos ocultas bajo las mangas de su kimono le daban ese inusual aspecto entre tanta bajeza que portaba la isla.
—¿Qué tal se ha portado mi daga? Espero que a nadie se le haya ocurrido tomarla por el filo, suele sucederme a menudo con los clientes de esta isla. Deseo que tenga un buen uso en su barco, pero sobre todo, que cumpla sus expectativas. Por cierto, estaré buscando un lugar por si se le ofrece alguna petición.—
Inclinó su cuerpo levemente de forma sutil y aceleró el paso, tratando de encontrar un buen lugar pese a haber llegado tarde. La suerte le sonrió cuando pudo ver un pequeño puesto vacío en mitad de la plaza. Tenía un punto privilegiado y no estaba tan expuesta, siendo que se encontraba en una de las esquinas, sin tardarse comenzó a armar su humilde espacio, desplegando la manta sobre la mesa de madera y haciendo que la luz del sol dotase de vida el filo de las armas recientemente pulidas. Más a la sombra estaban los bolsos, fundas y prendas de tela, aunque era un bonito contraste no sabía si podría vender algo más que las fundas dado el lugar.
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¡Kyaaaaaa!!!! ¡La madre que la parió! ¿Cómo se me pega tan de repente y me aparece así como un fantasma?. Dios, al menos ya no tendría que seguir dando vueltas por el lugar para buscarla. Suspiré mientras trataba de recomponerme del susto sin aparentar que lo había sufrido. Escuché las palabras de la herrera, y miré alrededor. Se podía ver de todo, de hecho habían empezado con bastante premura todos los preparativos. ¿Que demonios había hecho el tabernero? O sea, el no tiene tanta pasta como costearse todo esto. A saber que tratos sucios ha hecho a mi costa porque...¡Joder, eso es una pantalla!
Efectivamente, estaban moviendo tres grandes pantallas al escenario que estaban montando en la plaza. Si esto no fuera poco habían añadido varios juegos de grandes altavoces, y otra cosa no, pero focos había por todos lados. Lo más curioso es que los que estaban montando es escenario eran piratas. Lo sabía porque reconocí a dos capitanes. ¿Por que iban a trabajar para el tabernero dos capitanes? Bueno, era bastante sencilla la cosa, eran dos capitanes mindundis cuya recompensa solo ascendía a uno y dos millones respectivamente. Creo que estos estaban más tiesos que yo...que demonios les habrá prometido el tabernero.
-Hola Sowon. ¿ Lo he dicho bien verdad?. No sé , la verdad que ayer hubo bastante ajetreo, incluso mientras practicaba escuché un ruido horrible en el muelle. Algún pobre desgraciado se habrá pegado un tiro en el pie o ahogado. -la miré de arriba abajo- Vaya...vienes, impecable. Bueno te cuento, tuve que hacer un traro con el tabernero, pero este parece que se está aprovechando de mi wanted y de todas las veces que he venido aquí para hacer negocio. Acabo de ver piratas montando el escenario, gente que refuma pasta junto a él y mucho estipendio en altavoces y focos. No sé que trama, pero me la bufa mientras me de mi parte. Espero que puedas venir a verme, no te arrepentirás, cuando me pongo, todos aplauden.
Dicho esto Shaggy y otro marinero aparecieron de entre la multitud, se acercaron a nosotras y se dirigieron a Sowon.
-¿Tu eres la herrera verdad?- dijo Shaggy, el artillero.- La capi nos ha dicho que haces muy buenas piezas.
Entonces interrumpí al artillero- Verás Sowon, me ha gustado el corte de tus armas y es algo que no he visto desde hace tiempo. Si bien todavía tienes camino que pulir, se cuando veo algo de buena calidad. Por desgracia aprendí a ver los filos con mi padre, y bueno, algo se me tenía que pegar. Así que quería proponerte un trato. ¿ Serías capaz de proveer a mis veinte muchachos de espadas y dagas para reponer sus existencias? Te pagaríamos bien con lo que saqueáramos y con parte de los beneficios del concierto si quieres. No dará para pagar todo pero al menos si para hacer una pequeña "entrada". No es obligatorio, pero tampoco me agradaría un no por respuesta.
-Si, cada día es más difícil encontrar buenas armas, y las que venden en esta isla son una mierda- dijo Shaggy- Pero el ron está bueno.
-Piénsatelo ¿ Vale? Quizás podamos ser buena amigas, y ya ni te cuento si hacemos negocios juntas. Además siempre es mejor comprarte las armas a ti, a robárselas a la Marina y que nos descubran que son robadas por el xilografiado
-Si, últimamente lo de robar armas se está volviendo difícil de cojones.
-A mi francamente me da igual pagar por las armas que robarlas y sacar la pasta. Como dije, tienes buena mano. Así que tu decides, sin presiones.
No sabía que iba a responder pero si aceptaba, tendríamos trato. Si quería matizar algo lo matizaríamos. Pero la cuestión es que pasarían los días, llegaría ese ansiado martes y al fiesta comenzaría. Pues ya eran las nueve de la noche y el concierto empezaría en una hora. Esperaba que la herrera apareciera, y si no bueno...ella se lo perdía.
Efectivamente, estaban moviendo tres grandes pantallas al escenario que estaban montando en la plaza. Si esto no fuera poco habían añadido varios juegos de grandes altavoces, y otra cosa no, pero focos había por todos lados. Lo más curioso es que los que estaban montando es escenario eran piratas. Lo sabía porque reconocí a dos capitanes. ¿Por que iban a trabajar para el tabernero dos capitanes? Bueno, era bastante sencilla la cosa, eran dos capitanes mindundis cuya recompensa solo ascendía a uno y dos millones respectivamente. Creo que estos estaban más tiesos que yo...que demonios les habrá prometido el tabernero.
-Hola Sowon. ¿ Lo he dicho bien verdad?. No sé , la verdad que ayer hubo bastante ajetreo, incluso mientras practicaba escuché un ruido horrible en el muelle. Algún pobre desgraciado se habrá pegado un tiro en el pie o ahogado. -la miré de arriba abajo- Vaya...vienes, impecable. Bueno te cuento, tuve que hacer un traro con el tabernero, pero este parece que se está aprovechando de mi wanted y de todas las veces que he venido aquí para hacer negocio. Acabo de ver piratas montando el escenario, gente que refuma pasta junto a él y mucho estipendio en altavoces y focos. No sé que trama, pero me la bufa mientras me de mi parte. Espero que puedas venir a verme, no te arrepentirás, cuando me pongo, todos aplauden.
Dicho esto Shaggy y otro marinero aparecieron de entre la multitud, se acercaron a nosotras y se dirigieron a Sowon.
-¿Tu eres la herrera verdad?- dijo Shaggy, el artillero.- La capi nos ha dicho que haces muy buenas piezas.
Entonces interrumpí al artillero- Verás Sowon, me ha gustado el corte de tus armas y es algo que no he visto desde hace tiempo. Si bien todavía tienes camino que pulir, se cuando veo algo de buena calidad. Por desgracia aprendí a ver los filos con mi padre, y bueno, algo se me tenía que pegar. Así que quería proponerte un trato. ¿ Serías capaz de proveer a mis veinte muchachos de espadas y dagas para reponer sus existencias? Te pagaríamos bien con lo que saqueáramos y con parte de los beneficios del concierto si quieres. No dará para pagar todo pero al menos si para hacer una pequeña "entrada". No es obligatorio, pero tampoco me agradaría un no por respuesta.
-Si, cada día es más difícil encontrar buenas armas, y las que venden en esta isla son una mierda- dijo Shaggy- Pero el ron está bueno.
-Piénsatelo ¿ Vale? Quizás podamos ser buena amigas, y ya ni te cuento si hacemos negocios juntas. Además siempre es mejor comprarte las armas a ti, a robárselas a la Marina y que nos descubran que son robadas por el xilografiado
-Si, últimamente lo de robar armas se está volviendo difícil de cojones.
-A mi francamente me da igual pagar por las armas que robarlas y sacar la pasta. Como dije, tienes buena mano. Así que tu decides, sin presiones.
No sabía que iba a responder pero si aceptaba, tendríamos trato. Si quería matizar algo lo matizaríamos. Pero la cuestión es que pasarían los días, llegaría ese ansiado martes y al fiesta comenzaría. Pues ya eran las nueve de la noche y el concierto empezaría en una hora. Esperaba que la herrera apareciera, y si no bueno...ella se lo perdía.
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La mujer se sentó observando los preparativos, al parecer la capitana era bastante famosa ya que se estaba montando una gran opulencia por un concierto. Reconoció a uno de los que montaba las pantallas, valía un millon y no estaba muy lejos de convertirse en una buena caza si se daban las condiciones adecuadas. Claro que cazar a un pirata pese a ser un minusculo insecto dentro de un mar de tiburones no era la mejor opción, de hecho, arriesgarse así estando rodeada de piratas no era precisamente un plan. Suspiró al rodear con sus ojos la plaza, colocando su jarrita de agua a su lado luego de darse un trago.
—Sí, lo ha pronunciado muy bien, pese a que aún no conozco su nombre para devolver la formalidad. ¿También lo escuchaste? Me pareció un sonido desgarrador, aunque traté de ver algo no encontré nada y estaba muy oscuro como para lanzarme por mi cuenta...—
Una pausa, una mirada serena y una expresión bastante serena pese a detenerse en ese instante de la noche. No había remordimientos en ofrecer dos vidas perdidas a sus armas, sin remordimientos ni una pizca de placer en su entonación. No era sencillo delatarse, en especial porque tenía una visión tan materialista de la vida que no llegaba a verlo como algo por lo cual sentirse culpable.
—Te lo agradezco, la verdad me desperté algo tarde y tras ver el horario decidí arreglarme con calma. Después de todo es preferible llegar tarde pero mantener un aspecto, una especie de estandar. Ya sabes, la gente te tratará bien si te ves bien y gastarán más si la vendedora es una modelo... Oh, entonces será un show al aire libre, cada vez se pone mejor, podría vender todo en una sola noche. ¿Te molesta si hago algunas de estas con tu cara? O puede ser con algo que te identifique, siento que es una oportunidad para venderlas...—
Sowon le tendió a la mujer una de sus prendas elaboradas a mano, debería pasar la noche bordando algún estampado sobre ellas pero reconocía la oportunidad. Vender algún souvenir nunca venía mal, aunque necesitaría algo de referencia, recordó la mención de un wanted y esto hizo brillar sus ojos.
—Claro si te agrada la idea puedo buscar algún cartel para tener de referencia, no lo he dicho pero también he aprendido a elaborar prendas y no solo fundas. Ayer no tuve mucho tiempo de enseñarte todo lo que hago, pero tampoco quería hacerte demorar mucho. Parecías algo ocupada...—
Alzó su mirada al muchacho que llegó asintiendo con gracia, escuchando la oferta de la mujer y los comentarios del marinero, un encargo de tal magnitud era un gran impulso a su carrera pese a que aceptarlo era un riesgo. No era que le preocupase la fuente del dinero, si no, el hecho de ser relacionada con piratas o que le creyeran uno de ellos. Llevó su mano a su mentón repasando la oferta, mientras observaba a ambos, las condiciones parecían cuadrar y no tenía un tiempo de entrega por lo que podía reservar algunas armas para su tripulación y completar el resto de manera tranquila.
—Es una oferta tentadora, puedo reponer armas, incluso reservar parte de la mercancia para lo más urgente. En cuanto al pago puedo adaptarme a la forma que más prefieran, así mismo dispondré de mayor tiempo para realizar compras de materiales y no apurar los templados. La procedencia del dinero de mis clientes nunca es un impedimento, en especial porque si hay gente que se gana la vida arrebatando el alma de otras personas. ¿Quién soy yo para juzgar la dura vida de un lobo de mar?—
Sowon sonrió mientras expresaba sus condiciones, solo pedía un tiempo de trabajo prudente que no mancillara la calidad de su trabajo. Ya que ese sello debía ser su impronta, incluso aunque las armas tuvieran un largo camino que recorrer para la excelencia que todo herrero tenía como meta.
—Descuida, reconozco que aún estoy lejos de la cúspide. Un herrero sabio suele decir que aprende todos los días y que cada golpe del martillo es un nuevo aprendizaje. Cada quemadura o corte nos ayuda a aprender de nuestros errores. Puedo hacerles un precio especial al ser un encargo tan grande... si gustan podemos conversar en profundidad si es que necesitan un arma algo...peculiar...—
Bajó su voz mientras pronunciaba la última frase, no era un servicio que ofreciera a todos y los costos podían ser algo más elevados. Pero eran armas de mayor calidad y ciertas propiedades inusuales, valía la pena ofrecer ese servicio a una persona que al parecer no escaseaba en medios para costear sus pedidos.
—Sí, lo ha pronunciado muy bien, pese a que aún no conozco su nombre para devolver la formalidad. ¿También lo escuchaste? Me pareció un sonido desgarrador, aunque traté de ver algo no encontré nada y estaba muy oscuro como para lanzarme por mi cuenta...—
Una pausa, una mirada serena y una expresión bastante serena pese a detenerse en ese instante de la noche. No había remordimientos en ofrecer dos vidas perdidas a sus armas, sin remordimientos ni una pizca de placer en su entonación. No era sencillo delatarse, en especial porque tenía una visión tan materialista de la vida que no llegaba a verlo como algo por lo cual sentirse culpable.
—Te lo agradezco, la verdad me desperté algo tarde y tras ver el horario decidí arreglarme con calma. Después de todo es preferible llegar tarde pero mantener un aspecto, una especie de estandar. Ya sabes, la gente te tratará bien si te ves bien y gastarán más si la vendedora es una modelo... Oh, entonces será un show al aire libre, cada vez se pone mejor, podría vender todo en una sola noche. ¿Te molesta si hago algunas de estas con tu cara? O puede ser con algo que te identifique, siento que es una oportunidad para venderlas...—
Sowon le tendió a la mujer una de sus prendas elaboradas a mano, debería pasar la noche bordando algún estampado sobre ellas pero reconocía la oportunidad. Vender algún souvenir nunca venía mal, aunque necesitaría algo de referencia, recordó la mención de un wanted y esto hizo brillar sus ojos.
—Claro si te agrada la idea puedo buscar algún cartel para tener de referencia, no lo he dicho pero también he aprendido a elaborar prendas y no solo fundas. Ayer no tuve mucho tiempo de enseñarte todo lo que hago, pero tampoco quería hacerte demorar mucho. Parecías algo ocupada...—
Alzó su mirada al muchacho que llegó asintiendo con gracia, escuchando la oferta de la mujer y los comentarios del marinero, un encargo de tal magnitud era un gran impulso a su carrera pese a que aceptarlo era un riesgo. No era que le preocupase la fuente del dinero, si no, el hecho de ser relacionada con piratas o que le creyeran uno de ellos. Llevó su mano a su mentón repasando la oferta, mientras observaba a ambos, las condiciones parecían cuadrar y no tenía un tiempo de entrega por lo que podía reservar algunas armas para su tripulación y completar el resto de manera tranquila.
—Es una oferta tentadora, puedo reponer armas, incluso reservar parte de la mercancia para lo más urgente. En cuanto al pago puedo adaptarme a la forma que más prefieran, así mismo dispondré de mayor tiempo para realizar compras de materiales y no apurar los templados. La procedencia del dinero de mis clientes nunca es un impedimento, en especial porque si hay gente que se gana la vida arrebatando el alma de otras personas. ¿Quién soy yo para juzgar la dura vida de un lobo de mar?—
Sowon sonrió mientras expresaba sus condiciones, solo pedía un tiempo de trabajo prudente que no mancillara la calidad de su trabajo. Ya que ese sello debía ser su impronta, incluso aunque las armas tuvieran un largo camino que recorrer para la excelencia que todo herrero tenía como meta.
—Descuida, reconozco que aún estoy lejos de la cúspide. Un herrero sabio suele decir que aprende todos los días y que cada golpe del martillo es un nuevo aprendizaje. Cada quemadura o corte nos ayuda a aprender de nuestros errores. Puedo hacerles un precio especial al ser un encargo tan grande... si gustan podemos conversar en profundidad si es que necesitan un arma algo...peculiar...—
Bajó su voz mientras pronunciaba la última frase, no era un servicio que ofreciera a todos y los costos podían ser algo más elevados. Pero eran armas de mayor calidad y ciertas propiedades inusuales, valía la pena ofrecer ese servicio a una persona que al parecer no escaseaba en medios para costear sus pedidos.
Naminé
Fama
Recompensa
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fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
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Akuma no mi
Varios
-Si claro Sowon, si pones mi cara la verdad es que me vendría bien tanto a mi como a ti, ya que serás la única que vendería camisetas de una futura cante. Te lo agradecería la verdad, todo lo que nos podamos ayudar bienvenido sea. Puedes usar mi pelo como referencia, como mi jolly roger, ya que dudo que mucha gente cante y tenga el pelo rosa
Miré entonces las prendas que tenía, oye me gustaban algunas. Eran simples pero para lo que estábamos buscando a mi me valía la verdad. Así que asentí a la mujer- Oye si son camisetas la verdad es que te lo agradecería y todo. Bueno piensa que serás el único tenderete que tenga esto, y te juro por todo que lo voy a petar esta noche. Así que prepara tu caja fuerte porque va a reventar.
Una vez dicho esto procedí a cerrar aquel negocio que podía ser tan lucrativo para ambas.
-En ese caso te pagaré una entrada nada más acabemos. El precio lo pones tu, no regatearé...pero tampoco te flipes. Ahora bien habemus trato- le ofrecí la mano.- Cuando acabe el concierto, nos vemos en mi barco a la mañana siguiente para concretar los pedidos de " mayor calado" como bien dices,. Mi barco es la fragata del muelle doce.
Dicho esto me despedí de ella con la mano mientras me iba con Shaggy entre la multitud. Era hora de empezar el gran espectáculo.
Semana 1, Martes, 9:45 de la noche.
Plaza Cental de la villa.
Todo estaba dispuesto. El escenario ocupaba gran parte de la plaza central de Mock Town. Un gran escenario de color morado a tres alturas, donde dos grandes juegos de doce altavoces decoraban sus esquinas. Tres grandes pantallas adornaban de izquierda a derecha toda la parte de atrás de dicho escenario. Los focos, al igual que una serpentina, decoraban la parte alta y laterales, y una fila de ellos la zona baja de la platea. Todo estaba listo, sonando música de ambiente hasta que dieran las 22:00 para comenzar el espectáculo. Si bien era una pirata conocida, a pesar de una baja recompensa, había logrado usar mi voz en varias ocasiones tras varias visitas continuas a la isla. Y admito qeu hice muchos "amigos", y de hecho conocía muy bien a todos los taberneros de la villa, así como a otros grupos piratas con los que me llevaba bien. Allí éramos todos Hermanos de la Costa. Y por que no decirlo...el ron y la fiesta estaban servidos.
Los tenderetes adornaban todos los laterales de la plaza y el aforo era increíble. Todo tipo de tripulaciones pirata, mercaderes, civiles e incluso algún que otro pirata con dos cifras y varios ceros en su Wanted se acercaron a ver es espectáculo sin esperar demasiado. Al fin y al cabo no era más que una cría jugando a ser pirata. Tanto Shaggy como yo estábamos detrás del telón ,esperando a que se apagaran los focos para hacer yo mi entrada. La plaza estaba totalmente iluminada, al menos de momento, y esperaba poder ver tras la cortina a Sowon con su tenderete, y esperaba que si todo salía bien, se forrara. No por nada, pero si ella se forra significará que esto ha salido de puta madre. Aún así estaba muy nerviosa, porque a pesar de toda la práctica que llevaba encima, todavía tenía mis dudas, pero hoy era el momento de salir de dudas.
-Suerte capi, estaremos en primera fila- dijo Shaggy antes de retirarse del escenario por la parte de atrás.
Había bastante bullicio en la plaza, todos querían que aquello empezara ya. Aunque muchos ya estaban bebiendo eufóricos, casi parecía que estaban ahi por estar. Bueno, a mi me venía bien aquella situación. Así que todo permaneció iluminado, hasta que dieron las 22:00. En ese momento todo se apagó de golpe, dejando a oscuras al centro de Mock Town, aproveché para salir de detrás del telón, aprovechando la oscuridad para ponerme en el medio del escenario con una pose un tanto rara :Mano en la cadera y la otra alzada al aire. Llevaba una chaqueta de colores con capucha de orejas de oso, el pelo suelto, una pequeña falda de color blanco y tacones del mismo color. Bajo la chaqueta podía verse un top blanco ceñido. Fue entonces cuando abrí la boca y una onda expansiva sin sonido invadió toda la zona. Era hora de actuar. No había músicos, pero de repente la música comenzó a sonar en el ambiente, los focos se encendieron y ¡ el espectáculo empezó! Y ante las primeras entonaciones el público comenzó a levantarse a animar mientras la canción empezaba:
Una vez aquello concluyó todos gritaron al unísono mi nombre, eufóricos, algunos en exceso. Saltando sobre sus camaradas, aupando las jarras de ron hacia mi, otros pidiendo un bis y otros simplemente gritaban como fandoms descarriadas. Yo estaba perpleja, e incluso se me escapó una lágrima, porque había logrado crear mi ¡Symphony!. Había logrado infundir la euforia a los que oyeron mi voz durante el espectáculo, y a pesar de que estaba muy cansada por haberlo hecho, debido al esfuerzo al que me había sometido, no dudé en darle las gracias a todos.
-¡Muchas gracias Mock Town! ¡ Soy Naminé! ¡¡¡¡Recordadme!!!
Entonces en ese momento Shaggy, cual zorro en la Platea gritó- ¡Hay merchandising de Naminé en aquel puesto!- y como era obvio algunos piratas se lanzaro en tropel en la búsqueda del puesto de Sowon, si esta había decidido al final colocarlo.
Miré entonces las prendas que tenía, oye me gustaban algunas. Eran simples pero para lo que estábamos buscando a mi me valía la verdad. Así que asentí a la mujer- Oye si son camisetas la verdad es que te lo agradecería y todo. Bueno piensa que serás el único tenderete que tenga esto, y te juro por todo que lo voy a petar esta noche. Así que prepara tu caja fuerte porque va a reventar.
Una vez dicho esto procedí a cerrar aquel negocio que podía ser tan lucrativo para ambas.
-En ese caso te pagaré una entrada nada más acabemos. El precio lo pones tu, no regatearé...pero tampoco te flipes. Ahora bien habemus trato- le ofrecí la mano.- Cuando acabe el concierto, nos vemos en mi barco a la mañana siguiente para concretar los pedidos de " mayor calado" como bien dices,. Mi barco es la fragata del muelle doce.
Dicho esto me despedí de ella con la mano mientras me iba con Shaggy entre la multitud. Era hora de empezar el gran espectáculo.
Semana 1, Martes, 9:45 de la noche.
Plaza Cental de la villa.
Todo estaba dispuesto. El escenario ocupaba gran parte de la plaza central de Mock Town. Un gran escenario de color morado a tres alturas, donde dos grandes juegos de doce altavoces decoraban sus esquinas. Tres grandes pantallas adornaban de izquierda a derecha toda la parte de atrás de dicho escenario. Los focos, al igual que una serpentina, decoraban la parte alta y laterales, y una fila de ellos la zona baja de la platea. Todo estaba listo, sonando música de ambiente hasta que dieran las 22:00 para comenzar el espectáculo. Si bien era una pirata conocida, a pesar de una baja recompensa, había logrado usar mi voz en varias ocasiones tras varias visitas continuas a la isla. Y admito qeu hice muchos "amigos", y de hecho conocía muy bien a todos los taberneros de la villa, así como a otros grupos piratas con los que me llevaba bien. Allí éramos todos Hermanos de la Costa. Y por que no decirlo...el ron y la fiesta estaban servidos.
Los tenderetes adornaban todos los laterales de la plaza y el aforo era increíble. Todo tipo de tripulaciones pirata, mercaderes, civiles e incluso algún que otro pirata con dos cifras y varios ceros en su Wanted se acercaron a ver es espectáculo sin esperar demasiado. Al fin y al cabo no era más que una cría jugando a ser pirata. Tanto Shaggy como yo estábamos detrás del telón ,esperando a que se apagaran los focos para hacer yo mi entrada. La plaza estaba totalmente iluminada, al menos de momento, y esperaba poder ver tras la cortina a Sowon con su tenderete, y esperaba que si todo salía bien, se forrara. No por nada, pero si ella se forra significará que esto ha salido de puta madre. Aún así estaba muy nerviosa, porque a pesar de toda la práctica que llevaba encima, todavía tenía mis dudas, pero hoy era el momento de salir de dudas.
-Suerte capi, estaremos en primera fila- dijo Shaggy antes de retirarse del escenario por la parte de atrás.
Había bastante bullicio en la plaza, todos querían que aquello empezara ya. Aunque muchos ya estaban bebiendo eufóricos, casi parecía que estaban ahi por estar. Bueno, a mi me venía bien aquella situación. Así que todo permaneció iluminado, hasta que dieron las 22:00. En ese momento todo se apagó de golpe, dejando a oscuras al centro de Mock Town, aproveché para salir de detrás del telón, aprovechando la oscuridad para ponerme en el medio del escenario con una pose un tanto rara :Mano en la cadera y la otra alzada al aire. Llevaba una chaqueta de colores con capucha de orejas de oso, el pelo suelto, una pequeña falda de color blanco y tacones del mismo color. Bajo la chaqueta podía verse un top blanco ceñido. Fue entonces cuando abrí la boca y una onda expansiva sin sonido invadió toda la zona. Era hora de actuar. No había músicos, pero de repente la música comenzó a sonar en el ambiente, los focos se encendieron y ¡ el espectáculo empezó! Y ante las primeras entonaciones el público comenzó a levantarse a animar mientras la canción empezaba:
Una vez aquello concluyó todos gritaron al unísono mi nombre, eufóricos, algunos en exceso. Saltando sobre sus camaradas, aupando las jarras de ron hacia mi, otros pidiendo un bis y otros simplemente gritaban como fandoms descarriadas. Yo estaba perpleja, e incluso se me escapó una lágrima, porque había logrado crear mi ¡Symphony!. Había logrado infundir la euforia a los que oyeron mi voz durante el espectáculo, y a pesar de que estaba muy cansada por haberlo hecho, debido al esfuerzo al que me había sometido, no dudé en darle las gracias a todos.
-¡Muchas gracias Mock Town! ¡ Soy Naminé! ¡¡¡¡Recordadme!!!
Entonces en ese momento Shaggy, cual zorro en la Platea gritó- ¡Hay merchandising de Naminé en aquel puesto!- y como era obvio algunos piratas se lanzaro en tropel en la búsqueda del puesto de Sowon, si esta había decidido al final colocarlo.
Sowon
Fama
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Características
fuerza
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Precisión
Intelecto
Agudeza
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Akuma no mi
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Vaya que era afortunada de tener un contrato de exclusividad, o al menos así sentía todo aquella relación de beneficio puro, estrechó la mano de la mujer mientras mostraba una sonrisa complaciente. Debería trabajar gran parte de la tarde y la noche, pero trataría de llegar lo suficientemente a tiempo para colocar el puesto de aquella noche en un lugar privilegiado. La codicia no era un aspecto de su persona, pero la impaciencia por obtener ganancias lo era, aquella mujer era una gran fuente de ingresos y presentía que no mentía en sus palabras cuando dijo que su caja fuerte estallaría de las ventas. Los conciertos despertaban pasiones, como los deportes y juegos de azar, por lo que la herrera esperaba una noche de grandes ventas al por mayor. ¿Cómo encajaría las dagas y objetos punzantes? Supuso que pronto algo llegaría a su cabeza, mientras saludaba a la mujer comenzó su rutina de vender armas. Los trabajadores que montaban el escenario eran los primeros en acudir a los puestos, al ver las armas que ofrecía la vendedora no dudaron en comenzar a regatear por estas dado que muchos portaban armas ya oxidadas o quebradizas. Le esperaba un día largo...
—Muelle doce... eso es bastante cerca de dónde me encuentro... no me será complicado encontrarla tras el concierto. Oiga, no debería tratar de tomar el filo tan descaradamente, aunque parezca pequeña está muy afilada...—
Masculló mientras atendía a algunos clientes, cayendo en cuenta de la cercanía entre sus barcos y de cómo había escuchado el grito la noche anterior. Debería tomar ciertos recaudos a partir de ese momento, ya no sería recomendable matar cerca de su barco, podría llevarse algún disgusto. La intención de la herrera no era romper una relación tan favorable por unos tontos, aunque conocía que la vida de los piratas estaba rodeada por la muerte no era lo suficientemente entendida para saber si a todos les agradaban ciertas condiciones o métodos. La moralidad entre piratas era, sin dudas, algo que fluctuaba mucho de persona en persona. Con aquellos pensamientos en mente, se dedicó a coser en su habitación una vez concluida su jornada, con cierta ansiedad que le recorría el cuerpo dado lo peculiar del concierto en una isla que obviamente no los solía albergar muy a menudo.
Semana 1, Martes, 10:01 de la noche.
Plaza Cental de la villa.
Se había demorado, la actuación ya había comenzado hacía un tiempo, mientras acomodaba el puesto pudo apreciar a la mujer brillando en el escenario, de verdad lo hacía mejor de lo que Sowon había premeditado. Por lo general, albergaba cierta desconfianza en cuanto a la magnitud de las palabras, pero al notar ese escenario y esa voz cautivadora le fue complicado centrarse en su deber y no dejarse llevar por la fiesta. Naminé no mentía con aquello de despertar pasiones, no hubo tiempo de que terminase la canción que una manada de gente ya se encontraba tirando el dinero en la cara de Sowon y tomando la mercadería referida a la mujer, las camisetas volaron del puesto, mientras que los bolsos corrieron la misma suerte. En apenas medio minuto Sowon tenía entre sus manos más berries de los que había hecho en dos días de trabajo, esa mujer era una mina de oro, solo pudo respirar unos segundos ya que al colocar la segunda camada de prendas estas volvieron a desaparecer dejando tras de sí una montaña de billetes y monedas.
Tomó uno de los bolsos, recogiendo el dinero en este y ocultando el mismo entre su kimono, tal era el dinero que apenas le daban las manos para recogerlos, si había vendido un millón o un poco más no era exagerado, el puesto quedó pelado en tan solo unos minutos imprimiendo en el rostro de la herrera una mezcla de asombro e incredulidad. Llegó a pellizcarse una mejilla, tratando de despertar de un sueño demasiado bueno para ser verdad. No solo la mujer cantaba increíble, montaba escenarios propicios para su talento si no que tenía algo que volvía a la gente una consumidora compulsiva de todo lo relacionado a ella.
Y allí se encontraba tan solo veinte minutos después del peculiar show, en el muelle contando todos los billetes, se había hecho de oro en tan solo una noche. Ojalá la mujer cantase en su puesto en lugar de ser una pirata, podrían llenarse de dinero con tan solo unos días y vivir la vida. Algo en su interior le inquietaba, como si hubiese algo, un motivo por el cual Naminé decidiese encomendarse a la dura vida de un pirata en lugar de vivir como un civil y ganarse la vida con un concierto al mes.
A la mañana siguiente acudió al barco que le habían indicado, una sonrisa resaltaba a causa de su labial rojo, mientras mantenía las manos ocultas bajo su kimono y llevaba su mirada a los marineros del barco quienes parecían asombrados por ver a otra mujer en la embarcación. Su mirada gris se posó en la capitana, mientras su voz llevaba un tinte de felicidad poco habitual en su serena calma perpetua.
—Reconozco que me ha dejado alucinada, señorita Naminé. No todos los días vendo más que en una semana de trabajo, en menos tiempo y con menos esfuerzo, las ventas fueron todo un éxito apenas alcanzaba a reponer que ya eran arrancadas de mis manos. Le he subestimado un poco, si debo sincerarme, no creí que pudiera generar tales estragos con tan solo unos minutos de concierto me ha cerrado la boca y curiosamente eso me pone de buen humor en esta ocasión. Lamento y me disculpo desde ya haber llegado un poco tarde y perderme unos minutos de su actuación, pero me distraje más de la cuenta con los detalles del bordado. He tomado la cortesía de reservarle uno de los bolsos, oh e incluir una generosa recompensa porque no abusaré de su voz para llevarme todo aunque posiblemente termine regresando a mí como parte del pago. Ahora bien... me gustaría discutir los detalles... ¿Qué arma peculiar tenía pensada?—
Le tendió un pequeño bolso bordado a mano que portaba su jolly roger en el centro, dentro de esta se encontraba un cuarto de lo que había generado la noche anterior, al menos cien o doscientos mil berries que la herrera ofreció como muestra de su humildad. Había aprendido que muchas relaciones se basaban en el trueque pero otras podían mejorarse si se presentaba un reconocimiento, siendo que a la herrera no le era muy complicado desprenderse de una pequeña parte de su riqueza. Más cuando se quedaba con una cuantiosa parte de casi el cuádruple al aprovecharse y vender las cosas con una sobrecarga gracias a la euforia. Su rostro permanecía sereno, pese a la ansiedad que sus palabras portaron al mencionar el arma, era evidente que su paciencia no era una de sus fortalezas pero tampoco amenazaría o apuraría a Naminé tras tan arduo concierto hacía solo unas horas.
—Muelle doce... eso es bastante cerca de dónde me encuentro... no me será complicado encontrarla tras el concierto. Oiga, no debería tratar de tomar el filo tan descaradamente, aunque parezca pequeña está muy afilada...—
Masculló mientras atendía a algunos clientes, cayendo en cuenta de la cercanía entre sus barcos y de cómo había escuchado el grito la noche anterior. Debería tomar ciertos recaudos a partir de ese momento, ya no sería recomendable matar cerca de su barco, podría llevarse algún disgusto. La intención de la herrera no era romper una relación tan favorable por unos tontos, aunque conocía que la vida de los piratas estaba rodeada por la muerte no era lo suficientemente entendida para saber si a todos les agradaban ciertas condiciones o métodos. La moralidad entre piratas era, sin dudas, algo que fluctuaba mucho de persona en persona. Con aquellos pensamientos en mente, se dedicó a coser en su habitación una vez concluida su jornada, con cierta ansiedad que le recorría el cuerpo dado lo peculiar del concierto en una isla que obviamente no los solía albergar muy a menudo.
Semana 1, Martes, 10:01 de la noche.
Plaza Cental de la villa.
Se había demorado, la actuación ya había comenzado hacía un tiempo, mientras acomodaba el puesto pudo apreciar a la mujer brillando en el escenario, de verdad lo hacía mejor de lo que Sowon había premeditado. Por lo general, albergaba cierta desconfianza en cuanto a la magnitud de las palabras, pero al notar ese escenario y esa voz cautivadora le fue complicado centrarse en su deber y no dejarse llevar por la fiesta. Naminé no mentía con aquello de despertar pasiones, no hubo tiempo de que terminase la canción que una manada de gente ya se encontraba tirando el dinero en la cara de Sowon y tomando la mercadería referida a la mujer, las camisetas volaron del puesto, mientras que los bolsos corrieron la misma suerte. En apenas medio minuto Sowon tenía entre sus manos más berries de los que había hecho en dos días de trabajo, esa mujer era una mina de oro, solo pudo respirar unos segundos ya que al colocar la segunda camada de prendas estas volvieron a desaparecer dejando tras de sí una montaña de billetes y monedas.
Tomó uno de los bolsos, recogiendo el dinero en este y ocultando el mismo entre su kimono, tal era el dinero que apenas le daban las manos para recogerlos, si había vendido un millón o un poco más no era exagerado, el puesto quedó pelado en tan solo unos minutos imprimiendo en el rostro de la herrera una mezcla de asombro e incredulidad. Llegó a pellizcarse una mejilla, tratando de despertar de un sueño demasiado bueno para ser verdad. No solo la mujer cantaba increíble, montaba escenarios propicios para su talento si no que tenía algo que volvía a la gente una consumidora compulsiva de todo lo relacionado a ella.
Y allí se encontraba tan solo veinte minutos después del peculiar show, en el muelle contando todos los billetes, se había hecho de oro en tan solo una noche. Ojalá la mujer cantase en su puesto en lugar de ser una pirata, podrían llenarse de dinero con tan solo unos días y vivir la vida. Algo en su interior le inquietaba, como si hubiese algo, un motivo por el cual Naminé decidiese encomendarse a la dura vida de un pirata en lugar de vivir como un civil y ganarse la vida con un concierto al mes.
A la mañana siguiente acudió al barco que le habían indicado, una sonrisa resaltaba a causa de su labial rojo, mientras mantenía las manos ocultas bajo su kimono y llevaba su mirada a los marineros del barco quienes parecían asombrados por ver a otra mujer en la embarcación. Su mirada gris se posó en la capitana, mientras su voz llevaba un tinte de felicidad poco habitual en su serena calma perpetua.
—Reconozco que me ha dejado alucinada, señorita Naminé. No todos los días vendo más que en una semana de trabajo, en menos tiempo y con menos esfuerzo, las ventas fueron todo un éxito apenas alcanzaba a reponer que ya eran arrancadas de mis manos. Le he subestimado un poco, si debo sincerarme, no creí que pudiera generar tales estragos con tan solo unos minutos de concierto me ha cerrado la boca y curiosamente eso me pone de buen humor en esta ocasión. Lamento y me disculpo desde ya haber llegado un poco tarde y perderme unos minutos de su actuación, pero me distraje más de la cuenta con los detalles del bordado. He tomado la cortesía de reservarle uno de los bolsos, oh e incluir una generosa recompensa porque no abusaré de su voz para llevarme todo aunque posiblemente termine regresando a mí como parte del pago. Ahora bien... me gustaría discutir los detalles... ¿Qué arma peculiar tenía pensada?—
Le tendió un pequeño bolso bordado a mano que portaba su jolly roger en el centro, dentro de esta se encontraba un cuarto de lo que había generado la noche anterior, al menos cien o doscientos mil berries que la herrera ofreció como muestra de su humildad. Había aprendido que muchas relaciones se basaban en el trueque pero otras podían mejorarse si se presentaba un reconocimiento, siendo que a la herrera no le era muy complicado desprenderse de una pequeña parte de su riqueza. Más cuando se quedaba con una cuantiosa parte de casi el cuádruple al aprovecharse y vender las cosas con una sobrecarga gracias a la euforia. Su rostro permanecía sereno, pese a la ansiedad que sus palabras portaron al mencionar el arma, era evidente que su paciencia no era una de sus fortalezas pero tampoco amenazaría o apuraría a Naminé tras tan arduo concierto hacía solo unas horas.
Naminé
Fama
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mis muchachos sabían que Sowon iba a venir a la mañana siguiente, y de hecho cuando la vieron entrar en el navío no le pusieron problema alguno. De hecho le recibió Shaggy, mi artillero, diciéndole que Naminé la estaba esperando. El resto de la tripulación estaba haciendo sus tareas cotidianas entre mantenimiento del barco y mantenimiento de sus armas, así que tanto Sowon como la capitana estarían tranquilas charlando, aunque eso si, Shaggy estaría haciendo guardia en la puerta. No es que no se fiara de Sowon, y menos después de haber ganado tanta pasta con Naminé, pero aún así era un pirata, y Sowon era una recién conocida por conveniencia de ambas partes.
Había dormido del tirón toda la noche, pues estaba realmente cansada de la actuación de ayer. El problema de mi poder es que requería de mucha concentración, y ayer justo cuando me despedí de todos en el escenario, nada más bajar el telón, Shaggy tuvo que cogerme en brazos porque me quedé dormida. Cambiar la voluntad de la gente era algo muy difícil a lo que nunca me había enfrentado, y si bien por fin había logrado hacerlo por primera vez, esto me había matado por dentro. Así que ronqué como una ceporra hasta el día siguiente. Me levanté como si tuviera una resaca de mil demonios, y fue entonces, mientras me tomaba mi Whysky mañanero, que Sowon entró en el camarote. Y si, a Sowon debió de afectarte también el efecto de mi akuma ayer.
-Uff baja la voz por favor Sowon- le dije educadamente antes de sonreírle levemente- Te lo agradezco, la verdad es que le he puesto todo el empeño y voluntad posible. La verdad es que estoy mazada todavía, pero ya le iré cogiendo el punto a base de mejoras. Me alegra que sacaras pasta de este pequeño acuerdo que tenemos ambas, y espero que parte de esas ganancias que has logrado sirvan como mi "entrada" para comprar tus servicios como te había propuesto. ¿Harás entonces armas para mis muchachos? El resto se te pagará claramente cuando se entreguen las piezas.
Me negué a cogerle el dinero.
-No es necesario, como te dije, estas ganancias tuyas, aparte de las que generaste ayer, son mi entrada. Tu te beneficiaste de mi cara, y yo de mi voz, ambas ganamos. Tu tienes pasta suficiente y yo tengo un acuerdo con una herrera con entrada pagada. La verdad es que el dinero ahora mismo no es problema, me han pagado bien por lo de ayer y tengo que volver en un mes a repetir. Así que por ahora Sowon, tenemos este trato sobre la mesa. Yo partiré en breves a la siguiente isla, así que si apareces por allí, por casualidad, seguramente puedas repetir este ciclo de beneficios. No tengo problema con que uses objetos de mi, de hecho eres la única que puede hacerlo actualmente.- serví dos copas de Whisky, ofreciéndosela a Sowon- Igualmente este es el inicio de una bonita amistad de negocios, asi que un brindis por mi, pero también por una herrera magnífica.
Había dormido del tirón toda la noche, pues estaba realmente cansada de la actuación de ayer. El problema de mi poder es que requería de mucha concentración, y ayer justo cuando me despedí de todos en el escenario, nada más bajar el telón, Shaggy tuvo que cogerme en brazos porque me quedé dormida. Cambiar la voluntad de la gente era algo muy difícil a lo que nunca me había enfrentado, y si bien por fin había logrado hacerlo por primera vez, esto me había matado por dentro. Así que ronqué como una ceporra hasta el día siguiente. Me levanté como si tuviera una resaca de mil demonios, y fue entonces, mientras me tomaba mi Whysky mañanero, que Sowon entró en el camarote. Y si, a Sowon debió de afectarte también el efecto de mi akuma ayer.
-Uff baja la voz por favor Sowon- le dije educadamente antes de sonreírle levemente- Te lo agradezco, la verdad es que le he puesto todo el empeño y voluntad posible. La verdad es que estoy mazada todavía, pero ya le iré cogiendo el punto a base de mejoras. Me alegra que sacaras pasta de este pequeño acuerdo que tenemos ambas, y espero que parte de esas ganancias que has logrado sirvan como mi "entrada" para comprar tus servicios como te había propuesto. ¿Harás entonces armas para mis muchachos? El resto se te pagará claramente cuando se entreguen las piezas.
Me negué a cogerle el dinero.
-No es necesario, como te dije, estas ganancias tuyas, aparte de las que generaste ayer, son mi entrada. Tu te beneficiaste de mi cara, y yo de mi voz, ambas ganamos. Tu tienes pasta suficiente y yo tengo un acuerdo con una herrera con entrada pagada. La verdad es que el dinero ahora mismo no es problema, me han pagado bien por lo de ayer y tengo que volver en un mes a repetir. Así que por ahora Sowon, tenemos este trato sobre la mesa. Yo partiré en breves a la siguiente isla, así que si apareces por allí, por casualidad, seguramente puedas repetir este ciclo de beneficios. No tengo problema con que uses objetos de mi, de hecho eres la única que puede hacerlo actualmente.- serví dos copas de Whisky, ofreciéndosela a Sowon- Igualmente este es el inicio de una bonita amistad de negocios, asi que un brindis por mi, pero también por una herrera magnífica.
Sowon
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Naminé se veía bastante destruida, dar un concierto le resultaba una verdadera tortura y eso que la voz de la herrera no era ni por asomo una voz muy potente o chillona. Asintió con la cabeza, algo tenía esa mujer tras dar el concierto que le generaba cierta tranquilidad y saciaba su impaciencia comenzaba a cuestionarse si era simplemente que le caía bien o si de lo contrario se trataba de un motivo más intrincado.
—Exactamente haré las armas, solo debo comprar algunas cosas con el dinero, ya he encargado cierta parte del material. Quizás debería comprar también algo para comunicarme, es decir, probablemente me sea dificil encontrarlos más adentrados al mar o en ciertas islas. Será una buena manera de trazar un punto de entrega...—
Recogió el dinero pero le tendió el bolso como un recuerdo, sonriendo y demostrando que deseaba que conservase un recuerdo de aquel trato. Sowon no era alguien de regalar cosas por lo que aquel gesto tenía aún más importancia de lo que parecía, escuchó con atención lo que la pirata ponía sobre la mesa sobre su relación y el beneficio mutuo entre ambas aceptando el brindis.
—Un brindis por una buena y duradera amistad de negocios, tal vez nos volvamos a encontrar en algún concierto y podamos nutrirnos mutuamente. Estaré preparada en esa ocasión, en cuanto pueda comunicarme a distancia te lo haré saber, si necesitas algo más puedes plantearlo.—
Chocó su copa y bebió un poco, no era amante del whisky pero nunca rechazaría un poco de líquido para su garganta. Se posó con sus manos todavía ocultas sobre sus piernas, contemplando a Naminé y pensando ya en la cantidad de armas necesarias a fabricar, tal vez podría terminar el encargo en menos de una semana de trabajo.
—Exactamente haré las armas, solo debo comprar algunas cosas con el dinero, ya he encargado cierta parte del material. Quizás debería comprar también algo para comunicarme, es decir, probablemente me sea dificil encontrarlos más adentrados al mar o en ciertas islas. Será una buena manera de trazar un punto de entrega...—
Recogió el dinero pero le tendió el bolso como un recuerdo, sonriendo y demostrando que deseaba que conservase un recuerdo de aquel trato. Sowon no era alguien de regalar cosas por lo que aquel gesto tenía aún más importancia de lo que parecía, escuchó con atención lo que la pirata ponía sobre la mesa sobre su relación y el beneficio mutuo entre ambas aceptando el brindis.
—Un brindis por una buena y duradera amistad de negocios, tal vez nos volvamos a encontrar en algún concierto y podamos nutrirnos mutuamente. Estaré preparada en esa ocasión, en cuanto pueda comunicarme a distancia te lo haré saber, si necesitas algo más puedes plantearlo.—
Chocó su copa y bebió un poco, no era amante del whisky pero nunca rechazaría un poco de líquido para su garganta. Se posó con sus manos todavía ocultas sobre sus piernas, contemplando a Naminé y pensando ya en la cantidad de armas necesarias a fabricar, tal vez podría terminar el encargo en menos de una semana de trabajo.
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