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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Jue 21 Sep 2023 - 21:44}

Un calor insoportable, no sé cómo más pueda describirlo. El Sol parecía que se había acercado al menos mil kilómetros a la Tierra. Dios mío, ¿qué estaba mal con esa isla tan calurosa, es que acaso no había una isla normal en ese maldito mar? Probablemente la respuesta era un rotundo no. Había llegado a una isla desértica, algunos cactus sobresalían sobre la arena y la tierra que se sentía como si se fueran a derretir. Kirara, que era una tigresa muy animada, no parecía muy contenta por la idea de caminar bajo el abrumante Sol. Arrhenius, el mono araña, parecía indiferente siempre y cuando pudiera cargarlo un rato en mi espalda.

-¿Te quedas cuidando el barco? -la tigresa asintió bajando la cabeza. Le di una caricia en la cabeza y bajé con Arrhenius a esa calurosa isla.

Mis botas sintieron el calor de la arena ardiente, vaya que iba a ser molesto, Arrhenius rápidamente se lanzó a mi espalda pata evitar caminar por las costas hirviendo. Le di un trago pequeño a mi cantimplora con agua, habría que racionarla bien, también tomé un pequeño caramelo de sandía y comencé a saborearlo. ¿Servirían en ese lugar jugo de cactus? Había escuchado que tenía un sabor bastante dulce, tenía curiosidad por probarlo. El poblado más cercano no parecía tan lejos, desde la embarcación había podido divisar algunas carpas y pequeñas chozas de madera, el camino no tendría porque superar la media hora. Debido al calor, utilicé mi capa como un turbante para cubrirme del abrasador Sol y el mono tuvo que caminar solo por algunos minutos.

El camino al pueblo no fue nada divertido, mucha tierra y arena acompañados de algunos cactus sin mucha gracia. Poco después de treinta minutos llegamos al poblado, la gente caminaba despreocupada, acostumbrada a las altas temperaturas, mientras buscaba un puesto donde vendieran algo de jugo de cactus noté algo bastante curioso: ¡no había casi ninguna mujer en las calles! Además, las pocas que había estaban acompañadas siempre de un hombre y tapadas de pies a cabeza. Mi primer pensamiento fue "qué isla tan aburrida" al parecer no había muchas mujeres lindas por conocer. Me dirigí a unos de los tantos puestos que se levantaban por el ardiente poblado, para preguntar por el dichoso jugo.

-Buenas, ¿sabes usted dónde puedo comprar jugo de cactus?- dije al señor que atendía el lugar.

-Mi esposa prepara uno muy bueno, espere aquí un momento- dijo el vendedor- ¡MUJER, PREPARA UN JUGO Y LO DEJAS EN LA ENTRADA! -gritó a la casa de atrás dándole órdenes a su esposa.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Vie 22 Sep 2023 - 13:01}

Afús Maldín llevaba trabajando en aquel local de Sardia desde que tenía memoria. Se había criado en aquel lugar, primero bajo la tutela de su abuelo, luego de su padre, después de un turista que ganó el bar en una apuesta y luego de su padre otra vez. Hasta que por fin había pasado a sus manos. Era un trabajador incansable y exigente cuya acertada visión empresarial y una bolsa de esmeraldas robada a un cliente le habían ayudado a ampliar de la nada el negocio familiar.

Actualmente lo llevaba junto con sus tres esposas, las cuales le salían más baratas como empleadas que la mayoría de mindundis que había contratado a lo largo de los años, y empleaba a un par de estos mindundis para tareas menores. También bastante baratos. Y bien que le hacía falta que lo fueran, porque un negocio grande implicaba deudas grandes, y el buen señor Maldín cargaba unas cuantas de esas a sus espaldas. Por eso, cuando aquel tipo con pinta de extranjero y su mono, claramente su mascota sexual, le pidieron la bebida más barata de la carta, tuvo que contenerse para no cruzarle la cara.

-¡Mujer, prepara un jugo y lo dejas en la entrada! -bramó, invitándolo con ello sutilmente a irse al cuerno. Su tercera esposa, cubierta de pies a cabeza por el tradicional velo y el tradicional vestido hasta los tobillos apareció enseguida con un cactus y un exprimidor en una bandeja, pero no fue suficiente para que cesaran las voces-. ¡Y date prisa, por lo que más quieras! ¡Aún estoy esperando el guiso para la cinco! ¡Y llevas diez minutos para preparar una condenada ronda de agua! -La oronda y alta mujer deposito el cactus sobre la barra, frente al nuevo cliente, preparó el exprimidor sobre el vaso y cogió el cactus con las manos desnudas-. ¡¿Me oyes, mujer?! ¡Espabila de una...!

-¡Ahhh! ¡Pincha! -gritó Maki bajo el velo-. ¡Esta cosa tiene pinchos! ¿Por qué tenemos esto tan peligroso aquí?

El gyojin se llevó la mano bajo el tradicional cacho de tela negro para cubrirle la cara y se sacó una aguja de la grasilla con la boca. Diantre, cómo dolía. ¿Es qué la gente no podía pedir leche, como en todas partes? Aunque Maki había visto a los animales tan raros que tenían allí y no estaba seguro de querer saber si daban leche o no. ¿Y por qué ese señor gritaba tanto todo el rato? Ojalá no se hubiera casado con él.

-¿Pero es que eres estúpida o qué?

-Ah, ah, a mí no me grites más -dijo Maki, ya enfadado. Se había pinchado, estaba cansado y olía a esa carne rara y gris que preparaban en la cocina. La misión ya no le estaba gustando-. Paso ya de esto. ¿Sabes qué? Que no.

Enfadado como pocas veces en la vida, Maki se fue a la cocina. Encima le dolía la garganta de poner voz de chica todo el rato. Eso sí, antes cogió el cactus y lo tiró al suelo. Salió de la taberna por la puerta de atrás, se levantó el velo y se fumó un cigarro con otro camarero.

-Esto... ¿Sabes que eso es un puro de regaliz? -le dijo el chico.

Maki le quitó importancia con un gesto. Estaba cansado e irritable, seguro que por culpa de ese calor. El maldito, maldito calor...

-Nunca cojas la primera misión que te den, chaval -le dijo con su voz normal al joven camarero.

Este se le quedó mirando sin dar crédito mientras asentía lentamente.

-Ehh... claro, ¿señora? Lo que usted...

Sin dejarle terminar, Maki se comió el cigarrillo, se recolocó la tradicional ropa interior bajo el tradicional cómo-se-llame hasta los tobillos y volvió a la taberna a terminar su turno y, con suerte, su misión.

-Ojalá no me hubiera casado con ese hombre -suspiró.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Sáb 23 Sep 2023 - 21:21}

Todos estaban de mal humor, ¿era quizás por eso en abrasante calor? Vaya, no le estaba pidiendo ningún favor a aquel hombre, le iba a pagar por el condenado jugo, si tanto le pesaba servirlo no debería tener un local donde deba atender gente. Los ocho ojos del mono araña se centraron fijamente en los fuertes gritos del locatario, los míos también. Yo no era nadie para meterme en sus peleas maritales, pero... ¿por qué carajos le hablaba de tal manera a sus TRES ESPOSAS? Tres esposas, lo que hubiera dado yo por tener tres esposas. Me preguntaba si eran unas mujeres guapas ya que el locatario no tenía muy buen rostro, pero las mujeres iban cubiertas de pies a cabeza, ni siquiera podía imaginarmelas. Un último grito que resonó en mis tímpanos me puso, igualmente, de mal humor.

-Oye, sólo te he pedido un jugo, no hay necesidad de gritar así -dije en un tono serio sin quitar mi mirada del señor que atendía el local- si es tanta molestia, iré a otro lugar.

Las palabras parecían no haberle hecho ninguna gracia al locatario porque inmediatamente me lanzó una mirada con el ceño fruncido, me apuntó con el dedo y me gritó.

-¡En un minuto tendrás tu maldito jugo, extranjero de mierda! -exclamó con visible enojo- ¡y deberías agradecer que a esas tres inútiles les di un techo, son unas putas inútiles! -agregó haciendo énfasis en lo último, como si se lo estuviese reclamando a sus esposas.

El calor comenzó a surtir efecto en mí, nubló un poco mi juicio y, agregando las bellas palabras hacia sus mujeres, una visible molestia se apoderó de mí. Quería cortarlo a la mitad, pero armar un escándalo en una isla que no conocía no sería nada bueno, además aún no probaba el refrescante jugo de cactus del que tanto antojo tenía. Maldito suertudo. Tras un par de minutos mi bebida verde con un par de hielos estuvo servida en un recipiente que parecía ser un cactus de igual manera, pero sin espinas. Le di un pequeño trago, dulce y refrescante, justo lo que esperaba, lo suficientemente fresco para enfriar mis emociones.

-¡¿Quién fue la estúpida que le ha puesto demás a su jugo!? -de nuevo iba con los reclamos- y para ti, extranjero, son ocho mil berries porque te han servido de más -agregó de peor humor.

¿Cinco mil por un pequeño vaso de jugo? Por supuesto que los cargaba conmigo, pero no estaba dispuesto a aceptar semejante robo, estaba colmando mi paciencia. Le di un trago más grande al jugo, realmente tenía un muy buen sabor, pero no enfrió de todo mi ira.

-Espero que con esto sea suficiente -dije mientras metía mi mano en la bolsa- aunque no sé si aceptes este método de pago -agregué mientras le lanzaba un puñetazo que impactó de lleno en su cara- puedes quedarte con el cambio -finalicé aventando unas monedas en su mesa.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Lun 25 Sep 2023 - 13:19}

Maki empezó a saltear la masa de colores mientras intentaba contener las lágrimas. Entendía que debajo de aquel kilo y medio de especias y polvos raros había alguna verdura, pero empezaba a dudarlo. La ola de aromas rebosaba sus fosas nasales y se le metía por cada poro de la piel, provocándole picores, y el velo ese que su disfraz le obligaba a llevar empezaba a estar teñido de mil y un copos de hierbas y cosas que ni entendía. ¿Qué puñetas era la cayena y por qué a aquella gente le gustaba tanto?

Encima le dolía y le ardía la lengua. Como buen cocinero que era, no podía no probar lo que cocinaba, así que de vez en cuando se chupaba un dedo, lo metía en un bote de especias y se lo llevaba a la boca bien cargado para ver a qué se enfrentaba. Sin embargo, se había visto obligado a dejar de hacerlo cuando empezó a estornudar sangre por segunda vez. Ahora el velo estaba sucio por ambos lados.

-Au’Gustáh -le llamó la Segunda Esposa. Maki las reconocía por la voz, porque aquella ropa que llevaban las convertía a todas en cilindros negros para nada diferenciables. Por eso y porque una olía siempre a queso-. ¿Otra vez estás quemando la comida? Te dije que bajarás el fuego. Bajo. ¡Bajo! -le repitió como si fuera tonto.

A Maki no le caía nada bien la Segunda Esposa. Se creía mejor mujer que él solo porque era una mujer de verdad.

-A los clientes les gusta así -se defendió-. Además...

-Además nada. A callar, fea.

-¿Fea? Pero si no me has visto la cara.

-Suenas a fea, ramera cazafortunas. -Y se fue, sacándole el dedo.

No, desde luego que no le caía nada bien.

Au’Gustáh casi se quema cuando los gritos del salón le dieron un susto. Dejó la sartén y corrió raudo a ver qué ocurría, con una cuchara sopera en una mano y el delantal sucio en la otra. Había pensado en coger un cuchillo, pero ya se había cortado como tres veces y les estaba pillando tirria.

Para cuando llegó, su marido estaba ya en el suelo con una mano en la cara y las otras dos esposas se acercaban a un extranjero dando voces. La Primera Esposa, que sí que llevaba un cuchillo, y bien gordo, además, avanzó hacia el tipo y su feo mono.

-¿Cómo te atreves a pegar a mi marido? ¡Voy a desollarte, bastardo!

Un poco drástico, pero Maki no juzgaba las costumbres locales.

-Pienso hacerte puré y darte de comer a ese animal -añadió la Segunda Esposa.

Se hizo el silencio. Los clientes miraron a Maki, como esperando algo.

-¿Eh? Oh, sí, pues yo voy a... Ya verás, ya... -amenazó.

-¿Tú? Tú no podrías defender a nuestro marido ni aunque pudieras levantar el culo del suelo, vaca -le gritó la Primera Esposa.

-¿Qué?

-Zorra cazafortunas -dijo la Segunda.

-¿Qué?

-¿Por qué hablas tanto tú también? -dijo la Primera, pero esta vez dirigiéndose a la Segunda y dejando que el cuchillo de partir churrascos que llevaba agudizase su tono amezante-. Yo estaba aquí primero, lagarta.

-Sí, desde le Edad de Piedra, vieja reseca.

-Ohhh, ya puedes contener la lengua antes de que te la corte. No eres más que una niñata ofrecida y mimada. Puedes irte a pastar con esa vaca flácida si quieres y dejar que la única esposa de verdad dirija aquí las cosas. -El marido hizo ademán de levantarse, pero la Primera Esposa, ya enardecida por la discusión, le apuntó con el cuchillo también-. Ñiñiñiñiñiñi, ¿tienes algo que decir, eh? ¡A la mierda! ¡Sé un hombre de verdad y saca a este palurdo de aquí!

-¿A mí? -preguntó Maki.

Un segundo después, el marido estaba hurgando bajo la barra para sacar un bazooka tan grande como el brazo de un gorila para apuntar al chaval del mono con él.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Mar 26 Sep 2023 - 21:33}

Salieron las primeras dos parejas de aquel hombre malhumorado montando lo que parecía un diálogo de comedia. Una le reclamaba a la otra y ambas se unían en mi contra por haber golpeado a su marido. No lo entendía, desde mi punto de vista les había hecho un favor tumbando a aquel imbécil. Hablaban sobre desollarme y hacerme puré, yo prefería no levantar mi mano en contra de ese par de mujeres que, asumía eran guapas bajo esos dos kilos de tela. La tercera esposa parecía un poco cabizbaja y tímida, al parecer dentro de las esposas había una jerarquía y ella estaba en el suelo.

-No hay necesidad de pelearse por un imbécil como ese -dije algo molesto- ¿es normal que las llame estúpidas? -agregué frunciendo el ceño.

Estaba por continuar la conversación cuando una de las mujeres le ordenó al maltratado hombre que me echara del lugar. Vaya par de malagradecidas, de tenían bien merecido el trato de aquel estúpido. Iba a dar la media vuelta con mi jugo de cactus y vi que el esposo se preparaba para sacar algo de debajo del mostrador, ¿una pistola, una escopeta? Tomé la agarradera de mi espada y me preparé para tomar acción... ¡UN PUTO BAZOOKA! ¡¿De dónde carajo había conseguido tan catastrófica arma?! Arrhenius soltó un alarido mientras señalaba con tres de sus manos el arma. No dejé que el sujeto pudiera siquiera cargarle munición, desenvainé mi espada con agilidad, concentré la energía sobre mi arma y lancé mi técnica.

-Hydrogen -susurré mientras la onda cortaba por la mitad al esposo.

La onda cortante siguió su paso hasta partir la casa de madera en la que se encontraba el local. En retrospectiva quizás se me había pasado un poco la mano lanzando esa técnica, pero es que no quería probar recibir un cañonazo de su bazooka. El chillido de las mujeres fue enorme, una de ellas cayó desmayada por la escena: la cabeza y la parte izquierda del tronco de aquel hombre yacían en el suelo sobre un mar de sangre, las piernas y la mitad del torso restante sostenía el bazooka como si nada hubiese pasado, pocos segundos después cayó también al suelo. En definitiva me había pasado.

Bueno, lo que había querido evitar en un principio había terminado sucediendo, sentía la mirada de decenas de transeúntes puestas en mí. Vaya, esta vez no había sido culpa mía, ¿quién en su sano juicio apunta con un bazooka, hazme el reverendo favor un bazooka, a un hombre armado? Aunque probablemente no podría alegar eso en un juicio. Volteé la mirada, la mujer que no había perdido la conciencia le lloraba al cadáver sollozando como si del fin del mundo se tratase, pero la tercera esposa, la de menor jerarquía, no parecía para nada afligida con la muerte de su querido esposo.

-¿Tú por qué no le lloras? -me dirigí a ella.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Vie 29 Sep 2023 - 19:58}

La cosa escaló bastante rápido. Maki se giró un momento para despegarse el vestido de la espalda, que se le había quedado pegado por el sudor, y cuando volvió a prestar atención su marido se estaba cayendo al suelo partido en dos mientras sujetaba un bazooka. Hombres... No se les podía quitar la vista de encima.

Las tres esposas, él incluido, se quedaron en shock. De hecho, toda la clientela guardó un asombrado silencio antes de que todo estallara en un tsunami de pánico y caos. Y Maki sabía mucho sobre tsunamis...

-¡Ahh! ¡Vamos a morir!

-¡La guardia! ¡Los soldados! ¡Alguien!

-¡¿Dónde está mi dichosa sopa?!

Maki casi ni se dio cuenta de que el tipo del mono, que sospechosamente sostenía una espada ensangrentada, se aproximó a él y empezó a hablarle. El dichoso simio -el pequeño- se le quedó mirando fijamente, hurgándose la nariz. Le ponía de los nervios. Los mamíferos no deberían tener tantos ojos. Ahí arriba en la superficie no tenían ni idea de cómo se hacían los animales. En las zonas abisales las mascotas tenían dos o ningún ojo, pero nunca más. Más era raro.

-¿Qué? Oh, claro que estoy afectado. Mi marido ha muerto. -Venga, Augustus, echa una lagrimita.- ¡Noo! ¡¿Por qué, Dios, por qué?! ¡Era tan alegre y tan... esto... humano!

Bien, sin duda había colado. No quería arruinar su tapadera después de lo que le había costado montarla. Al fin y al cabo, era casi su primera misión. Otra vez.

Tras ser aceptado de nuevo en las filas de la Armada, a Maki le habían asignado un trabajo de vital importancia: estaba allí para entregar un mensaje a un revolucionario encubierto, un comunicado de tan alto secreto que no se le podía confiar a ningún Den Den Mushi. Por desgracia, el tipo estaba tan encubierto que ni siquiera él podía encontrarlo. Era increíble cómo la cosa se había torcido hasta el punto de estar disfrazado de mujer -o algo así- y tener ocho hijos. Hijastros, realmente, pero no le gustaba cómo sonaba aquello; le parecía demasiado distante. Pero así eran las cosas en la Revolución. Uno se despistaba un momento y lo capturaba un grupo de raros, lo embutían en un montón de tela negra y lo vendían a un señor por cuatro duros antes de que se pusiera el sol. Y, ea, casado. Aunque no podía quejarse; no era lo más raro que le había pasado estndo e servicio. Ni siquiera era su peor matrimonio...

Cómo era lógico, gente armada terminó llegando al local. Maki se apresuró a llevarles menús, aunque no quisieron aceptarlos. Le pegaron un empujón y fueron directos a por el tipo del mono. Un par se dirigieron también hacia el viejo siniestro que acariciaba una rana en una esquina, cosa que Augustus agradeció. Siempre le miraba los tobillos y se relamía.

Sin embargo, algo dentro de él le decía que aquello no estaba bien. ¿Alguien a quien no había visto nunca aparecía de repente, montaba un lío y ejecutaba a un hombre sin más de forma molona y dramática? Si aquello no era típico de la vieja Revolución que él conocía, no sabía lo que era. Cierto que quizás fuese un tanto demasiado brusco, pero Maki también había mandado más de una carta educada pero firme de vez en cuando, así que comprendía que a veces no quedaba más remedio que excederse.

Tomó una decisión. Tomarla le llevó tres minutos largos, pero la tomó. Fue corriendo a la cocina y volvió al salón con uno de los sacos de especias. Gritando incoherentemente como solo un héroe puede hacerlo, lo estrelló contra el suelo y provocó una nube de repugnantes copos de colores. Por suerte, el velo le protegía, y le dio tiempo para arremangarse el vestido, coger el bote de las propinas de detrás de la barra y echar a correr hacia el desconocido -y su humano mascota- para agarrarlo y cargárselo a la espalda como a un fardo. Lo sacaría por la puerta de atrás y se lo llevaría de allí. Confiaba en que fuese él la persona a la que tenía que entregar el mensaje.

Diantre, ojalá fuera así. Estaba deseando quitarse las bragas de señora.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Dom 1 Oct 2023 - 5:58}

Incluso fingiendo sentimientos por el marido, la tercera esposa era mala, su llanto sin lágrimas y lamentos sin mucho sentimiento denotaba que ella no le tenía mucho cariño al hombre de la casa. "Eso sí que es más normal" pensé, al menos una de ellas era lo suficientemente cuerda como para ver la violencia y sufrimiento que pasaban en vida con aquel hombre. No era ningún justiciero ni nada por el estilo, pero me alegraba que al menos la muerte de ese imbécil hubiera aliviado la carga del trío de esposas aunque dos de ellas ni cuenta pudieran darse.

La gente, sumida en el pánico, comenzó a llamar a la policía, claro estaba, acaba de partir a un comerciante por la mitad y para ellos era yo era solamente el asesino del vendedor de jugos. Rápidamente una decena de agentes de la guardia local llegaron armados con lanzas, tenían cara de pocos amigos.

-¡Baja las espadas pelirrojo! -gritaron mientras trataban de rodearme.

Sabía que tratar de defenderme con palabras era inútil, digo aunque ese sujeto había intentado lanzarme un bazookazo, yo lo había partido a la mitad. Desenfundé la otra espada y le pedí a Arrhenius que se sujetara fuerte a mi espalda. Los guardias no tomaron muy bien ese gesto y cargaron en mi contra. Hábilmente bloqueé con mi espada izquierda el primer corte que lanzaron con sus lanzas. Como pude empecé a bloquear sus ataques en una danza de aceros, las chispas volaban cada que se chocaban nuestras armas, un rápido corte a la yugular hizo que cayera el primero de los guardias, pero me veía abrumado con tantos ataques, ¿era momento de usarla? Arrhenius lanzó un chorro de telaraña de su culo y cegó a otro para que yo pudiera fulminarlo con un un tajo horizontal. Aunque había derribado ya a dos guardias, comenzaba a verme abrumado por la cantidad de ataques que lanzaban.

-Arrhenius, lanza -no pude terminar de dar el comando a mi mono cuando una nube de polvo se alzó acompañada con unos gritos sin sentido.

La garganta comenzó a picarme, ¿habían lanzado chiles o qué demonios? Súbitamente sentí que jalaban de mí y mi mono, giré mi mirada y me llevé la sorpresa de que se trataba de la tercera esposa que nos llevaba a sus espaldas. Era cierto que aquella mujer se veía más fornida que las demás, pero que pudiera llevarme a sus espaldas junto a Arrhenius era bastante más fuerza de la que esperaba. Escapamos entre la nube formada por el polvo de las especias. Di un giro rápido de la espalda de la esposa para huir por mi propia cuenta, atravesamos lo que quedaba del local y salimos por la puerta trasera a un sucio callejón.

-¿Por qué me has ayudado? -pregunté sin dejar de correr.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Sáb 7 Oct 2023 - 11:23}

Jolín, qué difícil era correr con ese vestido. ¿Cómo lo hacía la gente de allí? ¿Cómo huían cuando les perseguía un tiburón o cuando arreciaba una tormenta de algas? No era de extrañar que fuesen por ahí sacando armas a diestro y siniestro. Si es que no había más opción que esa cuando había algún problema...

Llegó un punto en que se cansó y lo rompió. Pegó un tirón a la parte baja para tener más libertad de movimiento en las piernas y de inmediato se encontró mucho mejor. No fue más rápido, porque Maki era más de correr en maratones largas que en sprints, sobre todo si en realidad no había que correr, pero sí, iba mucho más cómodo. De hecho, empezó a cansarse como a las tres calles. Había intentado hablar y responder a aquel misterioso espadachín mientras se alejaban de allí, pero el velo se le metía en la boca cada vez que lo intentaba, así que optó por el silencio y confió en que eso le diese un aire autoritario y dramático.

Sin embargo, los guardias de la ciudad los perseguían todavía. Maki dirigió la huida hacia una avenida bastante concurrida, con gente yendo y viniendo a docenas, carros, caballos, bichos de esos con jorobas y demás. A los lados de la calle, un montón de puestos en los que se vendía de todo. Menudo ruido había por allí. Todo el mundo gritaba intentando gritar más que el de al lado, formando un caos irrespirable al que el polvo en suspensión no ayudaba. Era como estar frente a un enorme banco de atunes.

En la Isla Gyojin había mercadillo los lunes frente al Banco Atunero y siempre se llenaba mucho de gente.

Maki supuso que sería buena idea meterse en la marabunta de gente, pero no había forma. Cada vez que intentaba unirse a la corriente de personas que iba en una dirección, lo empujaban de nuevo hacia fuera. Ahí tenía que haber truco.

-Perdón. Disculpe. ¿Podría? Oiga, no empuje. No... ¡Ahg!

Maki acabó cayendo de culo en el sitio donde estaba. ¿Cómo entraba la gente en aquella calle? Quizás es que no entraban y esos simplemente llevaban ahí años atrapados, dando vueltas en un ciclo sin fin de caminar sin rumbo... No, porque había un puesto de galletas muy mono por ahí.

Mientras tanto, ya alcanzaba a ver a los guardias tras ellos. Le dio un empujón al espadachín misterioso contra una pared y se puso frente a él para que no se le viera. No le quedaba más remedio que poner en práctica un viejo truco de los revolucionarios. Au’Gustáh se levantó un poco el velo, solo hasta la nariz, dejando a la vista sus labios grises y gordos, como dos trozos de tocino húmedo y frío pegados descoordinadamente uno sobre otro.

-Deprisa, bésame -dijo-. Así pareceremos una pareja normal.

Bien sabía él que nadie miraba dos veces a una enternecedora pareja de tortolitos que expresaba su amor en las calles. Pero, por si acaso, quizás sería mejor recurrir al plan B y mostrarse tan obscenamente desagradable que nadie tuviese estómago para mirarlos. Sí, mejor eso. Maki sacó la lengua, bien surtida de burbujitas de baba y la marca de un mordisco que se había dado desayunando, soltó la mano a agarrar cachete y aproximó su rostro al de su nuevo compañero.

-Todo por la Causa, muchacho.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Sáb 14 Oct 2023 - 1:18}

No habíamos podido perder del todo al ejercito de aquella isla, la tercera esposa y yo corríamos bajo el abrasante Sol y nos acercábamos cada vez más al centro de la ciudad. La calle principal parecía un cardumen navegando en un estrecho río, la gente iba y venía sin dejar un sólo centímetro de espacio entre ellos, ¿cómo era posible que una isla así de calurosa pudiera albergar a tanta gente?

La mejor idea para ocultarnos de los policías que venían tras nosotros era camuflarnos con la multitud, fingir que éramos un par de ciudadanos más, pero no conseguíamos hacernos hueco para entrar, como ya había dicho: ni un centímetro había entre cada persona. El sonido de las pisadas de nuestros perseguidores comenzaron a sonar cada vez más cerca y a la tercera esposa se le ocurrió una brillante, irónicamente hablando, idea. No, no, no, las veces que sean necesarias NO; esos labios tan babosos, carnosos y grises ni siquiera podrían ser humanos, el sólo hecho de imaginarlo me daban ganas de vomitar, prefería mil veces pelear contra todo un ejército que besar a esa... ¿mujer? En verdad comenzaba a dudar que se tratara de un humano si quiera, ya ni mencionemos una mujer. Besarle en definitiva no era una opción.

-Tengo una mejor idea -dije con una sonrisa algo asquead.

Tomé aquella cosa entre mis brazos y me lancé a toda velocidad hacia el caos de gente, como si se tratase de la tacleada de un jugador profesional de Rugby. A base de empujones y codazos logramos integrarnos a aquel espectáculo de carnes y raras vestimentas.

-¿Ves? -dije sintiendo decenas de codos enterrándose en mis costillas- esto es mucho mejor que la otra idea -fingí una sonrisa.

Bueno, ir entre miles de cuerpos tampoco era una experiencia muy placentera, pero estaba seguro que todo era mejor que su salvaje idea de besarle. Nos dejamos llevar por el flujo de gente sin realmente poder decidir una dirección hasta que los mismos empujones nos llevaron a un tranquilo local de nieves y helados; justo lo que estaba esperando, algo refrescante. El lugar tenía mesas en el piso de arriba e invité a la tercera esposa a subir conmigo, no sin antes mirar el menú de la casa. Arándanos, cactus, cola de lagarto, coco, sal de mar y muchos sabores más propios de un desierto, estaba en una encrucijada.

-Para mí va a ser una nieve combinada de coco y cactus, por favor -pedí al dueño mientras le extendía su respectiva paga- ¿para ti qué va a ser número tres?
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Lun 23 Oct 2023 - 22:06}

No podía decirse que Maki estuviera deseando consumar aquel beso, pero sí que le molestaba un poco un rechazo tan rotundo. Puede que estuviera perdiendo facultades. A lo mejor, tras tanto tiempo fuera del mercado se había quedado anticuado. ¿Podía ser que ya no se morrease del mismo modo? ¿Y si era cosa suya? ¿Le olía el aliento? Era el vestido, seguro. Se había puesto el más cómodo, pero estaba claro que le hacía gordo. Se había dejado mucho desde su matrimonio. Su otro matrimonio, quería decir.

Con el beso frustrado aún coleando en el aire, aquel calientavelos tan poco galán le agarró sin delicadeza alguna y lo levantó a pulso. Por suerte para él, los instintos de Maki le llevaban a dejarse hacer en una situación de violencia tan repentina, así que se limitó a ponerse rígido como una tabla y confiar en que aquello acabase pronto, como con los abusones del colegio.

A pesar de que aquel humano era mucho más pequeño que él, hizo gala de una fuerza impropia para alguien tan enano. Se abrió paso, gyojin a cuestas, por la marabunta de gente, sumergiéndolos a ambos en la corriente de personas y peleando contra ella como si estuviese en mitad de unos rápidos. Por suerte, Maki entendía las corrientes, así que pudo mover la cabeza o encoger las piernas para evitar con extrema precisión los inesperadamente numerosos carritos cargados con abono que se cruzaron en su camino.

-¿Podemos parar a comprar piña? Ahí hay un puesto muy chulo -preguntó, pero el ruido ambiente se comió su voz. El mono, que compartía transportista con él, le dedicó una mirada de extrema inteligencia antes de llevarse la mano a sus partes y olerla. De repente, el viaje se le estab haciendo muy largo-. ¿Falta mucho?

Y tal vez no faltase, pero bien largo se le hizo. No recordaba haberse llevado más codazos nunca,  salvo cuando aquellas ancianas le apalearon por los caramelos en el desfile anual de Báltigo. Tras la ardua carrera, y con los guardias perdidos de vista al otro lado del mercado, Maki pudo relajarse por fin delante de un zumo de melón y un cuenco lleno de sal.

-No me llamo Número Tres. Soy Maki -dijo a aquel humano desvergonzado. Mira que hablar así a una dama...

De vez en cuando se levantaba el velo para dar un sorbito a su bebida o se chupaba el dedo y lo mojaba en la sal para luego chupárselo otra vez. Sin emnargo, no era momento de distraerse; había trabajo que hacer.

-Escúchame bien: me han enviado desde los cuarteles generales para darte un mensaje. Es una misión de alto secreto.

-Señora, ¿va a querer otro melón? -dijo el camarero.

-Que sean dos. Me mandaron a buscar a Cacatúa. Ese es tu nombre en clave, ¿verdad? ¿Pueden ser dos melones? Gracias. ¿Tú quieres algo? ¿Y el mono?

Qué mal momento para acordarse de que no tenía dinero encima. Maki confiaba en que aquel tipo se estirase un poco y pagara la cuen... Ah, no, que al último camarero lo partió en dos por pedirle pasta. Bueno, por suerte había terminado un curso de 30 horas en “SImpas y otras artimañas”. La Revolución se cuidaba mucho de que sus miembros estuviesen siempre formados.

-Me costó encontrarte, pero por fin podremos acabar aquí, que mi mujer me está esperando en casa. Creo.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Mar 24 Oct 2023 - 22:24}

Algo había raro con esa... ¿mujer? No había nada que fuera completamente extraño porque todo su cuerpo se encontraba cubierto por un vestido enorme, pero como que algo no acaba de cuadrar del todo. Era una sensación parecida a la de ver una fruta de plástico en un frutero lleno de los frutos frescos. Decidí ignorar esa sensación y seguimos disfrutando de nuestros respectivos postres hasta que Maki, la tercera esposa, comenzó a hablar de cosas sin sentido. ¿Cuarteles generales, cacatúa? ¿De qué demonios estaba hablando, estaba delirando? No podía ser una Marine, no habría tolerado el hecho de que yo hubiese cortado a un mercader por la mitad, ¿la revolución? Claro, eso debía de ser, todo tomaba sentido si se trataba de eso.

-Quizás un melón para Arrhenius esté bien, pero esto... -era muy incómodo, no sé cómo había llegado a la conclusión de que yo era su contacto- bueno, la verdad es que -ese pobre se comenzaba a darme un poco de lástima, no me haría daño ayudarle con cualquiera que fuese su misión- la verdad es que no sé de que estás hablando -dije con una sonrisa de compromiso- pero puedo ayudarte por el módico precio de sembrar caos -tenía entendido que los revolucionarios iban en contra del gobierno y, de todas maneras, la armada de ese lugar ya me buscaba por haber partido a la mitad a un hombre.

Volteé a ver a la mesera, alcé la mano y le pedí un cigarro, toda esa situación había hecho que se me antojase uno. Lo cierto es que el problema de aquella criatura no era ni mucho menos mi problema, pero por alguna extraña razón la criatura me había dado un poco de lástima y parecía cansado de haber estado casado con el hombre que recién había asesinado. Claro, ahora todo tenía sentido, si tomas en cuenta todo el asunto de la misión en cubierta, tenía mucha coherencia cómo se habían dado las cosas hasta ese momento; pobrecillo, había tenido que estar casado con una persona tan desagradable como el mercader.

-Bueno, pero tengo una pregunta antes de acompañarte -llegó el mango para mi mono y agradecí a la mesera- ¿por qué estabas con ese hombre y por qué las mujeres en este país parecen ser usadas como pertenencia? No he podido hablar con siquiera una chica guapa desde que llegué a esta isla -agregué notablemente molesto.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Mar 24 Oct 2023 - 23:28}

-Oh, ¿no sabes de qué hablo? ¿Quieres decir que no eres Cacatúa? -No sabía si sería por la mezcla de especias que llevaba respirando todo el día, la deshidratación o el hecho de que aquel mono le mirase tan mal, pero aquello no le pareció para nada lógico-. No puede ser, si teníamos que encontrarnos aquí. Y llevas... eres...

Fue entonces cuando comprendió. El astuto Oficial Makintosh que aún habitaba dentro del Cadete Makintosh, no confundir con el Campeón de Flexiones Makintosh ni con el Sheriff Makintosh, entendió de repente de qué iba todo aquello. Ante la total ausencia de algún indicio o prueba de que aquel tipo fuese quien Maki creía que era solo cabía sacar una única conclusión: que fuese quien Maki creía que era.

-Ya entieeendo -dijo, guiñándole un ojo. ¿Lo habría visto con el velo puesto? Se lo guiñaría otra vez, por si acaso-. Vale, entonces tú no -Procuró darle una inflexión especial al “no” y además movió la cabeza un poco así raro- eres Cacatúa. Ya veo, entonces este mensaje que tengo no -¿Le había salido igual el gesto raro? Bueno, seguro que sí- es para ti. -Maki sacó la carta de entre los pliegues de grasilla de su fofo entreteto y la dejó sutilmente en la mesa-. Bueno, solo espero que nadie me quite de aquí esta carta que claramente no -Vale, esta vez se había hecho daño en el cuello. Se acabaron los gestos sutiles- es para ti.

Era obvio que aquel tipo estaba tan infiltrado y encubierto que no podría sonsacarle la verdad sobre su identidad ni aunque lo intentara. Cacatúa era sin duda un ejemplo de entrega y arrojo revolucionario, la viva imagen de la implicación en un trabajo. Seguro que el mono ni siquiera era un mono. Decidión, cuando el infiltrado le preguntó por su historia, que lo mejor que podía hacer era contársela para que quizás así confiase un poco más en él.

Y Maki empezó por el principio:

-Yo nací en el barrio abisal, que viene a ser así como muy frío y muy oscuro. Pero está chulo. Los mejores kebabs de morsa que vas a probar...

-Y más o menos entonces fue cuando salvé el mundo de un vampiro. Y gané un concurso de belleza, pero porque la minifalda se me metía por...

-Se comió a mi caracol, ¿te lo puedes creer?

-Entonces mi rodillo y yo hicimos el Jutsu de Multiplicación de Cuerpos, pero salió mal. No pasa nada, porque resultó que eran dos robots enanos uno encima del otro. Y un gángster también.

-Y le dije: ¿qué culpa tengo yo de que alguien despellejara a mi abuela y se vistiera con su piel? Pero me tiró una lámpara y dijo que había arruinado nuestra boda y que iba a intentar matarme otra vez...

-Y luego me mandaron aquí, me dormí, me cogieron y me cambiaron a un señor que se convirtió en mi marido. Creo que fue ayer, no sé.

Tras la historia de su vida, que al contarla había dado la extraña sensación de que se saltaba trozos para hacerla convenientemente más corta, aunque en realidad no fue así, Maki le dio un amplio bocado al melón y se rascó el culo.

-Vale, ya, en serio, coge la carta, que esta cosa empieza a picarme.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Jue 26 Oct 2023 - 21:07}

Bueno, al menos con lo que había dicho podía confirmar que no era una ella, sino un él. Menos mal, ya decía yo que no podía existir una chica tan poco agraciada; pobre de ella si es que sí existía.

Bueno, regresando a lo que verdaderamente importaba. ¿Es que no me había dado a entender? Aquel sujeto seguía hablándome de la misión que teníamos que llevar a cabo como si fuera la persona que buscaba. No me explicaba si me parecía mucho al hombre con el que se tenía que encontrar o si simplemente era tonta la pobre criatura.

-Bueno, como ya te he dicho... -el hombre me volvió a interrumpir.

Bah, ya no iba a gastar más saliva en explicarle que yo no era la persona que buscaba, al fin y al cabo había accedido a ayudarle, ¿qué más daba que pensara lo que él quisiera? Entusiasmado y sin dejarme abrir un poco la boca comenzó a contarme su historia, ¿crecido en el barrio abisal, así como en el fondo del océano, era un gyojin? Bueno, eso explicaría el extraño aspecto de sus labios. Vaya que había pasado un montón de cosas por su vida.

Tomé la carta que había dejado sobre la mesa intrigado por el contenido de ella, estaba doblada y muy arrugada. Rompí el sobre que la envolvía y comencé a leerla.

"Cacatúa: es imprescindible que tú y el Cadete Makintosh cooperen en esta misión de suma importancia para la revolución. Hace un año exactamente que nuestra compañera Leslie Hammond Jr. fue enviada, en cubierto, a las secas tierras de Sardia para ayudar a abolir el gobierno corrupto y misógino del sumo sacerdote. Lamentablemente no hemos tenido contacto con ella en los últimos dos meses, su última.."

Mientras leía la carta un ruido agudo perforó mis oídos, estaban ajustando una transmisión de radio y la interferencia sonaba fatal. Finalmente lograron enchufar bien y una voz grave y profunda comenzó a hablar.

-Buenas tardes amada gente de Sardia, quiero recordarles a todos mis hermanos que están cordialmente invitados a la ejecución pública del día de mañana -tomó una pausa- la traidora Leila, mi ex esposa, será juzgada por sus crímenes en contra de nuestro Dios, los espero a todos lleno de júbilo, se despide su líder el Sumo Sacerdote.

El nombre de Leila me hizo un poco de ruido, ¿podría ser? Bajé rápidamente la mirada y continué con la lectura de la carta. "... ubicación conocida fue el palacio del Sumo Sacerdote, todos pensábamos que estaba próxima a asesinarle, pero al parecer ha fracasado en su misión. Adjuntamos la última carta que recibimos de ella y una foto de cómo luce para que puedas reconocerle." En el sobre venía una pequeña foto que... ¡Dios mío, era guapísima! Una chica de ojos azules, nariz respingada, cabello ligeramente rosado y unos labios perfectamente construidos para besarme. Era ella, no tenía dudas, la mujer a la que iban a ejecutar era ella. Ni de chiste dejaría que tan preciosa mujer cayera muerta tan joven. Le di un puñetazo a la mesa y el mono se sobresaltó.

-Bueno, Cadete Mackintosh -le dije mientras le mostraba la carta y la foto de Leslie Hammond Jr.- es hora de empezar.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Dom 5 Nov 2023 - 10:29}

El palacio molaba, había que admitirlo. Maki no tenía ni idea de quién o qué era el Sumo Sacerdote ni de por qué alguien querría tener un trabajo que sonaba tan ridículo, pero si de algo entendía él era de palacios, y aquel, pues molaba. Era una mole de mármol como no se había visto, con columnas gruesas como árboles milenarios veteadas de colores cobrizos y unas cúpulas gordas que recordaban a ubres de vaca marina.

Maki podía verlo desde su hotel, que molaba mucho menos. Había alquilado una habitación en el último piso -o más bien había hecho que Cacatúa la alquilase, porque él aún llevaba el vestido y con eso no le hacía caso nadie- desde la que podía verse toda la plaza y, lo más importante, el puesto de tacos. En cuanto no hubiese cola pensaba bajar a por uno. Quedaban aún un par de horas para que matasen a su compañera, la tal Leslie, lo cual era tiempo de sobra para un aperitivo o dos.

-Vale, este es el plan -había dicho a Cacatúa durante la sesión de estrategia-: uno distrae a todo el mundo y el otro la rescata.

Como todo buen plan, era tan simple que se le podía haber ocurrido a cualquiera. Y eso era justo lo que los villanos jamás esperaban. Pero por si acaso, el viejo Oficial Makintosh tenía un par de ases más bajo la manga que... Ah, no, que se había olvidado el tirachinas en el cuartel. Pues tendría que valerles el plan.

Según la gente fue comenzando a llegar, Maki se puso nervioso. Hacía mucho tiempo desde su última misión importante. Y aquello podía salir mal de tantas formas... Se notaba que se enfrentaban a un enemigo que estaba preparado, a un profundo mal que no reparaba en gastos para hacer valer su malignidad. La plataforma de ejecución estaba montada sobre una alta tarima de tres o cuatro Makis de alto echa de madera. Allí había una horca y un taburete, seguramente por si la prisionera se cansaba, o algo así, pero eso no era todo. Cuando llegase el momento del espectáculo, el verdugo dispararía a una diana de papel y la bala la atravesaría, golpeando contra un trozo de madera. La madera volcaría y haría girar una ruleta, que terminaría derribando una serie de fichas de dominó de colores, todas ellas cayendo en cascada hasta un pequeño trampolín en miniatura del que saldría disparada una pelota de golf. La pelota descendería por una especie de cañerías de madera dispuestas a lo largo de una tabla vertical y terminaría su viajecito activando una palanca que encendería un mechero que encendería una vela que encendería una mecha que quemaría la cuerda de una guillotina. Y en cuanto la cuchilla de la guillotina cayera lo haría sobre el resorte de una pistola de mecha que, al disparar, reventaría una pata del taburete que había justo bajo la horca, todo ello adornado con un espectáculo acuático y un número musical

Maki lo sabía porque les había visto ensayarlo antes.

Por impresionado que estuviese por la actuación y el soberbio espectáculo que se habían molestado en organizar, no podía permitir que lo llevaran a cabo. Además, el equipo de bailarines no estaba del todo coordinado. Se notaba que eran nuevos, no como esos guardias con cara de malas pulgas marinas. Seguramente tendría que luchar contra ellos, lo cual le hacía poca gracia, porque estaba un poco fuera de forma. Con suerte, la distracción sería tan buena que se ahorrarían los golpes.

-Vamos a tener que infiltrarnos en la multitud -sugirió a Cacatúa y a su mono que, Maki no entendía por qué, se tocaba sobremanera su entrepierna-. ¿Tiene que venir con nosotros? ¿Seguro? Porque no sé yo si... Bueno, es igual. Pero que no se me acerque mucho.

Y mientras tanto, la hora de la verdad llegaba...
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Jue 9 Nov 2023 - 19:25}

Un plan corto y muy básico, pero sencillo al mismo tiempo. No sabía acerca de las capacidades físicas del compañero que había hecho, ¿cómo diablos había acabado involucrándome con la revolución? El sigilo e infiltrarme no eran mis fuertes, yo era más de pelear de frente y rebanar a la gente que no me agradase. Habíamos rentado una habitación en el hotel de enfrente, en el último piso para no perdernos nada de la preparación para la ejecución. Me había salido en una fortuna porque el compañero de la revolución no cargaba ni un berri en su bolsillo.

Me preguntaba porqué seguía vestido como la esposa de aquel hombre, quizás le gustaba usarlo en su día a día, pero no parecía estar cómodo ¿estaba completamente metido en su papel de esposa o simplemente le gustaba usar esa indumentaria tan extraña? Bueno, serviría para que pudiera pasar desapercibido en aquel país. Tomé un baño de agua fría para pensar en cuál sería el mejor plan de acción, no hacía mucho que había cortado a un hombre por la mitad y probablemente, aunque la policía estaba centrada en la ejecución, seguían recordando la cara del pelirrojo que había asesinado a uno de sus ciudadanos apenas unas horas antes.

Tenía un cigarro con sabor a manzana, abrí la ventana y comencé a fumar. ¿Cuál sería la manera de rescatar a aquella revolucionaria? Aunque la distracción funcionara, seguramente aún tendría que luchar contra decenas de guardias y además, ¿una ruta de escape? Tenía una idea para la distracción, llamé a Maki a la ventana para no inundar la recamara con el olor tan penetrante a tabaco.

-Bueno, creo que la aparición de un dinosaurio a mitad de la fiesta causará la suficiente conmoción como para que todos quiten su vista sobre Leslie por algunos segundos -inhalé el humo de mi cigarro- trataré de atraer a la mayoría de guardias hacia mí, pero aún tendrás que pelear con un para llegar a ella -exhalé una gran estela de humo-

Las campanas del castillo comenzaron a sonar, la gente poco a poco iba llenando la plaza y los guardias comenzaban a merodear el lugar; parecía que las ejecuciones públicas en ese país eran todo en espectáculo, creo que era momento de comenzar con todo. Maki me había explicado el ¿complejo? mecanismo con el cuál se realizaban las ejecuciones, era un acto mágico por no decir nada más.

-Bueno, cadete -dije en un tono serio- es momento de que entregues tu corazón a la revolución, bajemos a la plaza.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Mar 14 Nov 2023 - 19:19}

Maki asintió lentamente, dándose cuenta de la genialidad y la sencillez de la idea. Un dinosaurio... ¿Cómo no se le había ocurrido a él? En parte porque no sabía lo que era, pero sin duda el motivo principal era que no había estado suficientemente espabilado. Tendría que esforzarse para compensar su fallo. Tal vez fuese un cadete otra vez, pero alguien que había ostentado la poderosa boina de oficial tenía que dejar el listón bien alto.

Según la plaza fue llenándose, Maki se adentró en la multitud como uno más. Varios guardias, vestidos con uniformes cubiertos con chalequitos hechos con lentejuelas o algo así muy brillante y armados con palos rematados por cuchillas curvas, rodearon la plataforma de ejecución. A cada minuto que pasaba aparecían más espectadores. Increíble cuánta gente no tenía nada que hacer un lunes por la mañana.

-¡Palomitas! ¡Compre sus palomitas!

-Por fin -suspiró Maki.

Suerte que siempre había comida rápida en las ejecuciones. En las de Báltigo solían vender también combucha, pero no confiaba en encontrarla en aquel lugar. Aunque casi que se conformaría con cualquier cosa; no había podido llenarse el estómago, porque el desayuno no iba incluido y el humano era un tacaño. El problema era que apenas tenía dinero... Bueno, algo se le ocurriría.

Se abrió paso entre curiosos mientras intentaba resistir la tentación de girarse hacia cada puesto ambulante. Mazorcas de maíz calentitas, conos de papel llenos de castañas, ¿buñuelos de qué? No, no, eso sí que no. Sí que se giró ante el vendedor de perritos y dejó que uno de ellos le lamiese un poco los dedos, pero al final fue a por el de las palomitas. Gracias al cielo, había encontrado una moneda en uno de los muchos bolsillos del vestido.

-Dame un paquete grande -pidió.

El vendedor se le quedó mirando raro.

-Claro, enseguida se lo doy a su marido.

“Oh”.

-Hoy haremos justicia con la vida de esta criminal -comenzó a decir alguien de fondo con voz muy seria. Pero Maki estaba aún ocupado. Las cosas había que hacerlas de una en una.

-Ya se lo llevo yo -dijo intentando coger un paquete e irse. Pero el tipo lo agarró como si fuese su hijo.

-No puedo hacer eso, señora. ¿Dónde está su marido?

-Nos estamos tomando un tiempo.

-¿Y acaso piensa comprar usted sola?

Maki sacó su moneda y se hizo el silencio a su alrededor. Todos los que había cerca se giraron para mirarle. Docenas de ojos y otras tantas docenas de ojos trozos de tela cubriendo más docenas de ojos se clavaron sobre él con estupefacción. El vendedor soltó las palomitas de la impresión y se llevó la mano a la boca.

-¿Que va a pagar... usted? Una... Una...

Maki comprendió enseguida el problema. Ya había visto cosas similares en la taberna. Allí eran todos tan caballerosos que no dejaban que las mujeres pagasen nada. Al principio le había chocado, pero por suerte tenía una solución bien sencilla. Se quitó el velo y dejó de poner la voz aguda.

-Tranqui, hombre, si soy un tío.

Una señora gritó a su lado. Maki ignoró los desmayos que la siguieron y respiró hondo, libre del velo por primera vez. El vendedor cayó de culo y desparramó un montón de bolsas de palomitas por todas partes. La gente se apartó aterrorizada, e incluso le pareció escuchar un par de amenazas mientras llamaban a la guardia. De repente, se había convertido en el centro de atención. Cogió una palomita y se la llevó a la boca muy despacio, porque aquello se había vuelto muy incómodo.

-Cachís, ¡la distracción! Casi me olvido -se dijo a sí mismo en mitad de aquel pandemonium que se extendía desde donde él estaba. Cuando un par de hombres armados acudieron a su presencia y le apuntaron con sus armas, sujetó fuerte sus palomitas y señaló al vendedor de perritos-: ¡Mirad, un dinosaurio!
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Jue 16 Nov 2023 - 23:36}

El cadete Maki parecía cooperar perfectamente y no puso queja a mi plan, probablemente seguía pensando que era su jefe en el ejército revolucionario y, al menos en por ese día, le dejaría creer eso. Salvar a la chica de ojos azules era mi prioridad y necesitaba toda la ayuda que pudiese, esperaba ser recompensado por un dulce beso de la damisela en apuros.

Bajamos a la plaza de la ejecución y nos dividimos, el plan era sencillo y no había manera de liarla. Las ejecuciones parecían más bien un concierto o una fiesta o la coronación de una reina, el ambiente era demasiado festivo para ser el día en el que la vida de una mujer llegaría a su fin; supuse que era precisamente por esa razón, la misoginía en ese país estaba tan arraigada que les parecía normal, incluso alegre. Botes de palomitas, colas de lagarto, jugo de cactus, tenazas de escorpión y un montón de botanas más, los comerciantes no perdían el tiempo y aproveché para comprar un dulce típico, ¿caramelos de cactus? Siendo honestos no estaban nada mal, pero no valía lo que había pagado.

-Hermanos míos- sonó la misma voz grave a través de los altavoces- gracias por acompañarme hoy en este tan importante día en el país -subía una chica encadenada y cubierta por un velo negro acompañada de cinco ejecutores- como siempre, dirigiré la ejecución desde mi palacio -un den den mushi proyectó su cara en una lona que estaba preparada desde antes- sin más preámbulos hermanos míos, quisiera comenzar con la ceremonia típica para estos casos -dijo el hombre de la imagen- estamos hoy reunidos...

La ceremonia estaba comenzando, no teníamos mucho tiempo más para comenzar nuestro plan; esperaba que Maki estuviese en posición para cuando apareciese el dinosaurio. Un puñado de gente comenzó a hacer bullicio, parecían gritar y asombrarse alrededor de algo, de alguien... ¡era el cadete! Ahora toda la atención estaba centrado en él, giré la cabeza, algunos elementos de la policía se dirigían hacia su ubicación. Refunfuñé en voz baja.

Bueno, al menos había invocado al dinosaurio. Como si de magia se tratara, todo mi cuerpo comenzó a cambiar en el del Baryonix, no la forma híbrida esta vez, sino siendo un dinosaurio de pies a cabeza. Rugí, solté un rugido enorme que iba dirigido a Maki, quería morderle la cabeza en ese momento. La multitud volteó asombrada ante el imponente dinosaurio de más de tres metros, los policías olvidaron a Maki y corrieron, con la cara llena de miedo, hacia mí.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Jue 23 Nov 2023 - 21:11}

La gente se volvió loca muy rápidamente. Maki estaba seguro de que nunca en su vida habían visto una criatura como aquella, salvaje y feroz, verde y con finos hilillos de baba colgando entre sus dientes afilados como picahielos. Él tampoco, claro. Seguramente por eso le temblaban un poco las papadas. Pero era un revolucionario y, como tal, debía mantener la compostura.

-¡Cuidado, un mono! -exclamó cuando vio a la horrenda bestia. Estaba subido en lo alto de la otra horrenda bestia, la de los dientes. Maki sintió un instantáneo ramalazo de aborrecimiento hacia ese demonio lanzador de cacas.

Con la plaza entera sumida en un caos, el Oficial Cadete Makintosh se dispuso a entrar en acción. Se metió un buen puñado de palomitas en la boca y... Uhhh, qué buenas estaban. Vale, seguro que había tiempo para terminárselas. Empezó a masticar como un poseso mientras aquella especie de anguila de tierra rugía como si la matasen. Cuando giró su aplatanada cabeza hacia él, se metió otro buen puñado y añadió la nueva remesa a la pasta que no había terminado de tragar. Y mientras un grupo de soldados armados corría hacia la bestia -y otro grupo igual de entusiasta lo hacía en dirección contraria-, él aprovechó para vaciar lo que quedaba del bote sobre su boca abierta, regándose con palomitas mientras el suelo retumbaba y los gritos se sucedían y la multitud corría y... y...

-Leñe, ya con los empujones, ¿no? -trató de decir con la boca llena.

Pero su digno alegato de justicia provocó que empezara a asfixiarse. Una palomita del mal se le metió por donde no era y Maki empezó a toser como si no hubiese un mañana. Desesperado, recorrió la plaza con la mirada en busca de alguien que le diese una palmadita en la espalda. ¡Por di... Uy, casi le salió pensar en Dios. Las reglas de la Revolución eran muy estrictas al respecto. ¡¡Por el Líder, que alguien le diera una palmadita!!

Pero la locura se había apoderado del lugar. No había sitio allí para ayudar a un humilde y laborioso servidor de la justicia. Maki, sin saber qué hacer, agarró a un niño que corría por ahí y le quitó el zumo que llevaba. Se embutió la pajita entre la masa blancuzca de palomitas que le quedaba en la boca y empezó a sorber por su vida. Increíblemente, eso solo lo empeoró, así que Maki le devolvió el zumo y notó como la vista se le nublaba. Ya podía ver la luz al fina del túnel submarino, la fría mano de la muerte apretándole las tripas y haciendo fuerza así como pafuera, que decía su abuela. Y ella sabía mucho de morirse, que le había pasado varias veces. Maki se despiidó del mundo, dejando demasiadas cosas inconclusas, mientras la mente se le nublaba y la vida se le escapaba entre toses y...

-Vale, ya se pasó.

Había ido de un pelo. Pero, por suerte, su instinto de huir o tragar había acabado salvándole la vida una vez más.

-Bueno, ahora a parar la ejecución.

El meollo en cuestión había empezado ya. Alguien, quizás por error o quizás por un súper desarrollado sentido del trabajo, había volcado la madera que daba inicio al divertido, había que reconocerlo, mecanismo de asesinato. En cierto modo, Maki admiraba al inventor de semejante armatoste. En la Revolución se habían estancado en catapultar gente desde hacía un tiempo. Por suerte, pocos guardias le salieron al paso. No había ni rastro del dinosaurio ese, pero había tenido suerte de que justo apareciese un lagarto de seis metros por allí. Eso permitió a Maki llegar a la plataforma de ejecución tan solo empujando a un señor armado que estaba de espaldas.

Una vez allí empezaba el problema. La ruleta ya había girado y las fichas de dominó caían en rápida sucesión. Maki trepó por los maderos mientras la pelota de golf volaba hasta caer en el circuito vertical. Estaba en baja forma, se notaba, pero eso no le impidió seguir con su acenso. Sus dedos tocaron el borde cuando el mechero se encendió; su pierna ya buscaba apoyo arriba cuando lo hizo la mecha. La cuerda de la guillotina se rompió y la cuchilla cayó despiadada sobre la pistola de debajo. Maki vio con horror como el metal impactaba con el metal y activaba el perverso mecanismo del arma, que disparó con el ruido de un trueno.

Apenas tuvo tiempo para pensar. Todas sus horas de entrenamiento, todas sus duras batallas, le habían conducido a aquel momento. Consciente de lo que representaba y por qué luchaba, Maki se lanzó delante de la bala. Esta impactó de pleno en su pecho. Las blandas carnes del gyojin se bambolearon como un trozo de gelatina cayendo de un quinto y un dolor atroz se le instaló en el entreteto. Sin embargo, no había sangre. Maki se palpó la zona del impacto y notó que lo que había parado la bala había sido la gruesa capa de especias que habían quedado adheridas al vestido. En cierto modo, había sido su duro trabajo en aquel restaurante el que acababa de salvarle la vida.

-Sabía que casarme con aquel tipo acabaría valiendo la pena.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Dom 26 Nov 2023 - 6:19}

El cadete Maki parecía perdido en sus propios pensamientos, el rugido de advertencia parecía que había alertado al cadete Maki porque tras escucharlo se puso manos a la obra. De hecho, había reaccionado tan rápido que no me dio tiempo de decirle nada más antes de que se perdiese en la multitud, menos mal había actuado rápido; parecía que al final de cuentas era un soldado con el que se podía contar... un momento, ¿por qué estaba pensando como un revolucionario? Me había metido mucho en ese papel.

-¡Eliminen a esa bestia! -gritaban al menos cuatro docenas de soldados que corrían hacia mí.

Debido a la avalancha de personas, los soldados no podían llegar a mí de una manera eficiente, incluso algunos se detenían a regular el flujo de transeúntes. Estaba corriendo con suerte. Cuando el primer soldado llegó a mí, pude arrojarlo por los aires con un coletazo que lo dejó fuera de combate rápidamente. Volteé a ver de reojo toda la escena, la mayoría de soldados corría a neutralizarme o ayudaba a la evacuación de la plaza, eso eran buenas noticias para el plan, pero no lograba ver a Maki por ninguna parte, esperaba que estuviese en camino a la plataforma.

Los soldados comenzaron a llegar y poco a poco los coletazos dejaron de surtir tanto efecto; había logrado mandar volando a unos cinco soldados con esos latigazos, pero los demás parecían tener más precaución al respecto. Me encontraba rodeado por bastantes enemigos, afortunadamente todos portaban únicamente unas lanzas muy extrañas, supongo que era parte del ritual de la ejecución.

-Arrhenius, quiero que avientes toda la telaraña que puedas y trata de apuntar a los solados.

El mono hizo lo que le indiqué y comenzó a arrojar telaraña desde su culo a diestra y siniestra. Al menos una decena de soldados quedó cubierta de telaraña de mono araña mientras los demás observaban con asco cómo trataban de quitarse esa pegajosa sustancia.

-Caballeros, es momento de terminar con esto.

Los soldados quedaron boquiabiertos y algunos se pellizcaban para ver si se trataba de un sueño. No todos los días se podía ver a un dinosaurio que hablara. Pelear en la forma completa de mi fruta se me daba fatal, así que esperando que Maki hubiese completado ya con su cometido,  pasé a mi forma híbrida ante los ojos incrédulos de los soldados. Desenfundé mis espadas y aproveché que los tíos que estaban ocupados con la telaraña de Arrhenius para deshacerme de ellos.

-¡Gadolinium! -giré alrededor de mi propio eje usando mis espadas como un torbellino cortante mientras veía como varios soldados iban cayendo uno a uno.

La pelea contra los soldados se había alargado ya unos minutos, aunque ninguno era excepcionalmente fuerte, eran muchos y poco a poco llegaban más refuerzos. Por cada enemigo que lograba cortar a la mitad, llegaba otro y el panorama no parecía favorable, ¿cuánto más se tardaría Maki? Mientras repelía una de las lanzas de mis enemigos, sonó un disparo que retumbó por toda la plaza. Al igual que los guardias, dirigí mi mirada hacia la plataforma de ejecución, los azules ojos de la hermosa revolucionaria estaban intactos mientras el cadete Maki estaba tirado en el piso. Desde mi posición no podía distinguir todos los detalles, así que me preparé para alcanzarles.

-Ha sido un placer, papanatas -dije despidiéndome cortando la cabeza de un soldado.

Cambié a mí forma velocista y utilicé "Fly me to the moon" para correr por los cielos para, de nuevo, el asombro de mis contrincantes. En esa forma llegué en un parpadeo a la ubicación del Gyojin que se encontraba en el piso, pero sin una sola gota de sangre. Ahí estaba ella, Leslie Hammond Jr, era incluso más hermosa en persona que en la foto.

-Soy Charlotte Prometio y estoy aquí para salvarte -dije mientras deshacía mi transformación en dinosaurio. -Cadete Maki Dios mío, encuentre una manera de salir de aquí, nos encontraremos más tarde cerca del oasis de allá -dije señalando una masa de agua que se divisaba al este.

Tomé en mis brazos a Leslie y partí de ese lugar corriendo por los cielos.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Mar 28 Nov 2023 - 20:42}

Una vez que sus chichas dejaron de menearse como una cometa al viento, se puso en pie. La prisionera le observaba con una expresión rara, como de ganas de hacer pis, todavía subida al taburete y con la soga al cuello. Maki se preparó mentalmente para el merecido agradecimiento y se propuso darle la dirección de su barracón en Báltigo para que pudiera enviarle una cesta de frutas. Confiaba en que acabase mejor que la última vez, que se la mandaron a su palacio submarino y se la acabó comiendo su mujer.

Sin embargo, en cuando desató a Leila esta se ocultó detrás de la escalera de la plataforma. Cuando volvió, ya no tenía la misma mirada de antes.

-Perdón, vejiga pequeña -se excusó-. ¿Quién eres?

-Soy Maki -dijo tendiéndole la mano, aunque se lo pensó justo después-. Me envía el ejército revolucionario para darte una carta. Y ahí está... -Buscó con la mirada a su compañero, pero ni rastro. Solo quedaban allí guardias, el bicho gigante y un mono que lanzaba una cosa blanca por detrás-. Y he venido solo.

Sin embargo, no tardó el llegar. Primero convertido en un lagarto y luego adoptando la forma humana que, la verdad, casi que le resultaba más antinatural, El Del Mono se presentó galantemente a la recién rescatada. Maki estaba a punto de ser un buen compañero y compartir el mérito con él, aunque claramente no hubiese hecho nada, cuando cogió a la muchacha y se la llevó volando.

-¿Eh?

Mientras los guardias avanzaban hacia la plataforma, su compañero se alejaba por el aire. El maldito mono le lanzó un gapo y todo, que cayó en el suelo como un pegote repugnante. Oyó que le daba una indicación y vio que le hacía un gesto vago con el brazo.

-Vale, claro... Oye, ahora vienes a por mí, ¿no? ¿Oye? No... ¡Te espero aquí, ¡eh?! ¡Te... AHHG!

Una lanza le pinchó. De repente, como el monstruo gigante había desaparecido, todos los señores enfadados con armas se habían fijado en él. Maki se dejó caer por las escaleras traseras de la plataforma, cayendo sobre el adoquinado como un globo de agua. Se puso en pie casi únicamente gracias al rebote de sus blandas carnes, y empezó a correr hacia donde creía que le había señalado El Del Mono. Correr, por supuesto, le hacía poca gracia. Él era más de nadar, de climas fresquitos y de que no le persiguiera nadie con lanzas. Por suerte, había una conveniente cantidad de puestos de fruta que podía derribar en su camino para entorpecer a los que venían detrás.

Al cabo de unos minutos se juntó una generosa turba de soldados y fruteros que clamaban por su pellejo. Maki tuvo que pararse a beber agua un par de veces, así que perdió toda la ventaja que pudiera tener. De pronto se vio rodeado, y la única opción que le quedaba era meterse por la primera puerta que vio cerca: la de un establo.

Atrancó como pudo y se apoyó contra la puerta mientras buscaba una salida. Sus ojos se paseaban por la hilera de cabezas animales que sobresalían de las cuadras. Había varios camellos, una cabra, un par de vacas y un enorme caballo que daba miedo solo de mirarlo. Maki tomó una decisión valiente. Se apartó de la puerta y se dispuso a salir cabalgando del peligro que le acechaba.

La puerta reventó hacia fuera cuando todos los animales salieron corriendo del establo, causando el caos en la calle. Los soldados entraron y registraron el edificio. El caballo... no llevaba a nadie encima. De hecho, Maki había intentado subirse, pero el bicho se había encabritado tanto que había terminado por abrir casi todas las demás cuadras, asustando tanto a los animales como al propio Maki. En cuanto a él, no le quedó más remedio que agarrarse a la parte baja de una vaca y confiar en que el noble engendro lo sacase de allí. Con la gorda teta del mamífero golpeándole rítmicamente en la cara, consiguió alejarse hasta una distancia razonable. Se incorporó cuando vio que todo estaba despejado y trató de averiguar dónde estaba el oasis aquel.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Jue 30 Nov 2023 - 20:32}

No entendía muy bien cómo me había visto envuelto en una situación cuando lo único que quería era un jugo de cactus. Verdaderamente que el efecto mariposa existía, ¿en qué mundo pedir un jugo de cactus iba a concluir en evitar una ejecución publica ayudando a la revolución? Todo era culpa de Maki. Tampoco le podía reclamar mucho, al final de cuentas gracias a él estaba cargando a una verdadera belleza en mis brazos, genuinamente había valido la pena todo el alboroto que causamos para salvarle.

-Creo, creo que ya lo había mencionado, pero -dije con la cara roja como tomate- me llamo Prometio y vine a salvarte -agregué sonriendo.

-Tú nombre no me suena, ¿eres un recluta nuevo? -dijo sin estremecerse mucho la mujer de ojos azules.

Vaya, tenía que encontrar otra manera de cautivarla, para ella solamente estaba cumpliendo un deber salvándola. Claro que no había nada romántico en salvar a alguien porque fuese tu obligación, tendría que soltarle toda la sopa, quizás así consiguiera acercarme más a ella.

-No realmente, sólo soy un sujeto que quería un jugo de cactus -dije mientras seguía soltando patadas en el aire- por azares del destino he terminado ayudando al cadete Makintosh y bueno, cuando me he enterado de que había que salvarte no lo he dudado ni un segundo -sonreí viéndola a los ojos.

Leslie, un poco más sorprendida, se quedó pensando sobre cómo reaccionar ante la información que le había dado. No sabría si había hecho mal en contarle la verdad, pero quería dar un paso más adelante con ella.

-Bueno, bueno -dijo acariciando su cabello dorado- veo que eres todo un caballero y además uno muy fuerte, ¿no te interesa unirte a nosotros? Podríamos vernos más seguido y ayudarme cada vez que esté en apuros -agregó con una risita.

¿Unirme a la revolución? No, no, no. Digo, Leslie era una mujer preciosa, pero no podía renunciar a mi libertad por ella.

-Sé que son un grupo muy noble, incluso admiro su causa, pero la revolución no es un lugar para mí -dije mientras volteaba a verla directamente a sus ojos- ¿por qué no tú me acompañas en mi viaje? Este mono, aunque no es muy guapo es un gran compañero -dije señalando a Arrhenius.

Ambos reímos y seguimos corriendo por los cielos hasta llegar al oasis.

-Bueno, nada nos impide disfrutar el atardecer juntos en este bello lugar -dijo Leslie sentándose.

El Sol se veía enorme y reflejaba su anaranjada luz sobre el agua.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Miér 6 Dic 2023 - 18:06}

Maki estornudó. Su radar de “Alguien acaba de ofrecer a otro alguien unirse a la Revolución” acababa de activarse. Por desgracia, eso no le aliviaba el calor.

Convertido en un guiñapo cocido dentro de una túnica muy rara y bajo el sombrero más grande que había podido comprar, Maki se dejaba guiar por un bicho con joroba que no dejaba de mascar algo y escupir al suelo. El desierto se extendía sin final aparente mientras el mamífero se movía con ese contoneo tan relajante. ¿Sabría encontrar el oasis? Le habían dicho que sin problema, pero aquel vendedor parecía ansioso por quitárselo de encima, seguramente porque el pobre bicho estaba un poco bizco.

Al final, curiosamente, fue Maki quien se lo quitó de encima, porque aprovechó un descuido para llevárselo. Es que no llevaba dinero suficiente encima, y la Causa justificaba un pequeño hurto o dos. De todos modos había dejado un cheque que podría cobrar en cualquier oficina bancaria de la Revolución. Si es que al final se decidían a expropiar por fin Dextercaja...

Mientras el sol subía, su vista empezaba a jugar con él. De repente, en mitad del aire tembloroso y ardiente, apareció un bar de zumos submarino. Maki azuzó al camello y empezó a pensar de qué tipo de medusa iba a pedirse el zumo, pero cuando quiso acercarse el bar desapareció como por arte de magia. Esto sucedió unas cuantas veces, sobre todo cuando se le acabó la última cantimplora. Lo que fue más o menos en una media hora. Estaba claro que no debió pedir tantas pipas con sal para el camino. Su alucinado cerebro le hizo pasar por delante de una granja de pollos, un spa-balneario, una sala donde un montón de tortugas jugaban al póker y dos o tres yogurterías. A esas últimas ni se acercó.

Pero por fin, después de... ¿Una hora? ¿Solo? No, no, el reloj tenía que estar mal. Se le había hecho eterno... En fin, pues llegó al oasis. No se creyó que era de verdad hasta que el camello se paró a beber y le hizo caer al agua. El chapuzón le sentó de miedo, como volver a casa tras un día cansado. Estuvo bajo el agua un buen rato, dejando que el fresquito le revitalizara. Cuando salió, El Del Mono y la prisionera estaban sospechosamente juntos para el calor que hacía.

-No has venido a buscarme -protestó sin salir del agua-. Espera, no habrás venido cuando yo ya había salido, ¿no? Eso me pasa mucho. -Entonces se dirigió a la humana-. Hola, ¿te acuerdas de mí? Soy Maki. Me envía el cuartel general. -Esta vez si salió del agua, pero solo para abrir la bolsa de plástico sellada y sacar los papeles que llevaba dentro para que no se mojasen. Había sido una lata llevarla encima todo el tiempo-. ¿Te importa rellenar esta encuesta de satisfacción sobre tu rescate? Ahora miran mucho estas cosas en Báltigo.

La tal Leslie cogió el formulario y el boli que Maki le tendió. Empezó a rellenar las casillas, pero solo puso cuatro estrellas en la calificación general. Maki se la quedó mirando, porque menos de cinco estrellas podía suponerle una reducción de sueldo o una pérdida de beneficios de postres. Al final debió pensarlo mejor, porque puso las cinco. Escribió algo en los comentarios y le devolvió las hojas.

-¿Cómo que huele mucho a pescado? -dijo tras leer lo que había escrito. Entonces se fijó en el mono y lo entendió. Con un silencio cómplice, le guiñó el ojo-. Un poco sí, la verdad. En fin, ha sido divertido -dijo al chico-. ¿Puedes llevarme al puerto? Pero vuela bajito, ¿vale? Me dan miedo las alturas. Pero no muy bajito o los pelícanos intentarán comerme. Otra vez.

Maki estaba contento. CInco estrellas, agua fresquita y un inminente y merecido descanso. Sin embargo, sin que él lo supiera, una tormenta se cernía sobre su futuro perfecto. En una casa de dos plantas sobre una taberna ahora cerrada, dos mujeres enfadadas miraban con rencor una hoja de papel a través de las rendijas de sus velos.

Augustus aún no sabía lo mucho que se arrepentiría de no haber firmado separación de bienes.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {Sáb 16 Dic 2023 - 4:40}

Bien, al final del día todo había sido resuelto de una manera u otra. Cuando observamos la silueta de Maki caminar por aquellas arenas sofocantes sentí cierto alivio, aquel gyojin había logrado ganarse mi simpatía; aunque era un hombre atolondrado, sus desventuras me causaban mucha gracia y !hey! Gracias a él había conseguido una pequeña cita con la revolucionaria.

-¡Maki! Veo que no te han atrapado los oficiales -grité agitando la mano.

El revolucionario se puso al corriente con Leslie y comenzaron a rellenar un formulario bastante grande. Vaya que para ser unos revolucionarios llenaban mucho papeleo, muy burocrático si me lo preguntaban a mí. Mientras llegábamos a la conclusión de nuestra pequeña aventura en el país de las arenas comencé a hacerme ciertas preguntas, ¿cómo repercutiría en mi vida aquel incidente? Dudaba mucho que pudiese volver a pisar Sardia de una manera amistosa después de tremenda escena que habíamos montado y si... ¿me vinculaban con los revolucionarios? Madre mía, seguro que ahora le pondrían precio a la cabeza de Maki.

-No estoy seguro de poder llevarlos a los dos -respondí a la petición del Gyojin.

Bueno, al menos no podría en  mi forma humana. Bah, ¿qué más daba? De todas maneras a Leslie no parecía importarle que fuera mitad cocodrilo. Volví a usar el poder de mi fruta para pasar a mi forma hibrida, puse a Leila en mi espalda y tomé del cuelo a Maki.

-Si te sueltas quedad hecho filete de pescado -le dije a Maki.

Si bien me agradaba el revolucionario, llevarlo cuando podría haber compartido otro viaje romántico con Leslie no era mi máximo. Llegamos al puerto caída ya la noche y dejé a ambos en la playa.

-Espero volver a verte poderoso espadachín -dijo Leslie mientras se despedía con un beso en mi mejilla.

-Pronto escucharas de mí -respondí robándole un beso- y tú, Maki, cuida bien de esta mujer, no dejes que la vuelvan a secuestrar.

Fue así como el día en el que jugué a la revolución llegó a su fin, aunque las consecuencias de ese evento no pararían ahí.
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Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] Empty Re: Calla y tráeme un jugo de cactus [Maki - Prometio] {}

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