Por fin había conseguido dejar atrás Jaya, esa asquerosa isla que por nada del mundo quería volver a pisar si de ella dependía. Escapar no había sido fácil y mucho menos barato, pero no iba a lamentarse, cada berry gastado para huir de allí había merecido la pena y lo haría aún más cuando encontrase por fin a sus hermanos. Allí, sentada en la cola del vigía en lo alto del mástil, comenzó a pensar, a preguntarse si realmente aquello era lo correcto, lo que debía hacer. ¿Y si sus hermanos no querían volver a verla? ¿Era un acto egoísta buscarlos? Ellos tendrían su vida y su llegada podría cambiarlo todo. ¿Y si había vuelto a perder otra familia por un viaje estúpido y posiblemente suicida? No sabía que hacer, su cabeza era un mar de dudas sin respuesta, al menos ninguna que le agradase. Dejando caer su cuerpo sobre la madera comenzó a llorar en silencio, abrumada, aterrada por lo que pudiera pasar pero sobre todo por que ya no había vuelta atrás. Poco a poco, entre lágrimas, sus ojos comenzaron a cerrarse hasta quedar dormida.
Las risas y las voces de los pasajeros de aquella nave despertaron a la joven, la cual se sobresaltó al ver que el cielo se había oscurecido dando inicio a la noche. Resignada y bastante más calmada que antes de sucumbir al sueño se puso en pie, frotó su cara con las manos y con agilidad saltó para agarrar unas de las cuerdas del mástil para acabar aterrizando junto a los demás pasajeros. Estaba harta, cansada de estar sola, aquel iba a ser un viaje muy largo y no podía hacerlo sin compañía, sin contactos. Junto a los demás comió y bebió hasta hartarse y sin saber bien como terminó sentada alrededor de una pequeña chasca escuchando los cánticos del capitán de aquel barco. El señor no era el mejor cantante del mundo, eso lo sabían todos, incluso el, no obstante con las letras narraba las historias que había vivido a lo largo de su vida como capitán. La gente aplaudía, reía e incluso intentaban hacerle los coros pero Meninas estaba inmersa en la voz de aquel hombre, escuchando con atención todas y cada una de las palabras que salían por su boca. Estaba fascinada y celosa, aquella era la vida con la que había soñado, la vida que había tenido junto a su familia si la marina no se la hubiera arrebatado. Ahí estaban de nuevo las lagrimas amenazando con salir a escena, sin embargo no fue así, algo lo impidió, algo que llamó la atención de la joven, el protagonista de aquellas historias la miraba fijamente, como si nadie más que ellos dos estuviera allí.
La fiesta continuó para los demás mientras Meninas se dirigió a la parte delantera del barco, quería respirar, sentir el viento en su cara, estar en paz, no obstante esa paz duraría poco gracias a una visita inesperada, el capitán. -He visto tus ojos antes y se reconocer la tristeza y la nostalgia cuando la tengo delante. Cuéntame tu historia, si quieres claro-. No estaba acostumbrada aquello, a que alguien desconocido mostrase verdadero interés e incluso preocupación en ella, no obstante y sin saber por que aquel señor le inspiraba confianza y ternura, no veía maldad en su interior, pero tampoco tenía experiencia en la gente ajena a las amazonas... Estaba dispuesta a jugársela, al menos por esa vez. Durante horas hablaron largo y tendido y poco a poco notó como aquellos sentimientos negativos, aunque no llegaban a disiparse, se apartaron a un segundo plano, cosa que la alivió en gran medida.
De repente el grito del vigía sobresaltó a Meninas, había avistado tierra, su próximo destino, Nakamura.
-Niña, déjame darte un último consejo antes de separarnos. Nunca es tarde para ser libre... vive, vive tu vida como si solo fuera tuya por que es así. El pasado pasado está y el futuro ya llegará, pero el presente... el presente es efímero, no lo desaproveches-. Posando una de sus manos sobre el hombro derecho de esta, partió en silencio. En silencio Meninas permaneció allí contemplando su próximo destino, cada vez mas visible.
Ubicarse allí fue fácil gracias a las indicaciones del capitán y dado que este le dejaba dormir en el barco solo debía preocuparse de una cosa, asearse de una maldita vez. Sin meditarlo mucho puso rumbo a unas pequeñas termas a las afueras del pequeño poblado costero. Cuando llegó allí observó que no hubiera nadie y tras esconder bien sus pertenencias se quitó aquel vestido horrible y se sumergió en las aguas. Todo estaba bastante oscuro y no podía evitar sentirse inquieta, pero el agua estaba tan buena...
Las risas y las voces de los pasajeros de aquella nave despertaron a la joven, la cual se sobresaltó al ver que el cielo se había oscurecido dando inicio a la noche. Resignada y bastante más calmada que antes de sucumbir al sueño se puso en pie, frotó su cara con las manos y con agilidad saltó para agarrar unas de las cuerdas del mástil para acabar aterrizando junto a los demás pasajeros. Estaba harta, cansada de estar sola, aquel iba a ser un viaje muy largo y no podía hacerlo sin compañía, sin contactos. Junto a los demás comió y bebió hasta hartarse y sin saber bien como terminó sentada alrededor de una pequeña chasca escuchando los cánticos del capitán de aquel barco. El señor no era el mejor cantante del mundo, eso lo sabían todos, incluso el, no obstante con las letras narraba las historias que había vivido a lo largo de su vida como capitán. La gente aplaudía, reía e incluso intentaban hacerle los coros pero Meninas estaba inmersa en la voz de aquel hombre, escuchando con atención todas y cada una de las palabras que salían por su boca. Estaba fascinada y celosa, aquella era la vida con la que había soñado, la vida que había tenido junto a su familia si la marina no se la hubiera arrebatado. Ahí estaban de nuevo las lagrimas amenazando con salir a escena, sin embargo no fue así, algo lo impidió, algo que llamó la atención de la joven, el protagonista de aquellas historias la miraba fijamente, como si nadie más que ellos dos estuviera allí.
La fiesta continuó para los demás mientras Meninas se dirigió a la parte delantera del barco, quería respirar, sentir el viento en su cara, estar en paz, no obstante esa paz duraría poco gracias a una visita inesperada, el capitán. -He visto tus ojos antes y se reconocer la tristeza y la nostalgia cuando la tengo delante. Cuéntame tu historia, si quieres claro-. No estaba acostumbrada aquello, a que alguien desconocido mostrase verdadero interés e incluso preocupación en ella, no obstante y sin saber por que aquel señor le inspiraba confianza y ternura, no veía maldad en su interior, pero tampoco tenía experiencia en la gente ajena a las amazonas... Estaba dispuesta a jugársela, al menos por esa vez. Durante horas hablaron largo y tendido y poco a poco notó como aquellos sentimientos negativos, aunque no llegaban a disiparse, se apartaron a un segundo plano, cosa que la alivió en gran medida.
De repente el grito del vigía sobresaltó a Meninas, había avistado tierra, su próximo destino, Nakamura.
-Niña, déjame darte un último consejo antes de separarnos. Nunca es tarde para ser libre... vive, vive tu vida como si solo fuera tuya por que es así. El pasado pasado está y el futuro ya llegará, pero el presente... el presente es efímero, no lo desaproveches-. Posando una de sus manos sobre el hombro derecho de esta, partió en silencio. En silencio Meninas permaneció allí contemplando su próximo destino, cada vez mas visible.
Ubicarse allí fue fácil gracias a las indicaciones del capitán y dado que este le dejaba dormir en el barco solo debía preocuparse de una cosa, asearse de una maldita vez. Sin meditarlo mucho puso rumbo a unas pequeñas termas a las afueras del pequeño poblado costero. Cuando llegó allí observó que no hubiera nadie y tras esconder bien sus pertenencias se quitó aquel vestido horrible y se sumergió en las aguas. Todo estaba bastante oscuro y no podía evitar sentirse inquieta, pero el agua estaba tan buena...
Freites D. Alpha
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Estas tranquilo descansando, joven pirata. Esta isla era un lugar perfecto para ello. Te encuentras hoy día en nakamura. En el pasado solían estas bajo el yugo de una tribu de brazos largos. Por suerte, ya no se encuentran en esa situación. Pero bueno, eso no viene mucho al caso, ya que el que se encuentra en este lugar eres tú, joven pirata.
Un día más vivo, vaya.
- Hoy hace un buen tiempo ¿No lo creen, chicos? - Tú y tus homies estaban disfrutando del agradable tiempo que hacía en esta singular mañana, joven pirata. Mirabas con tranquilidad el océano sentado desde la orilla del puerto. Suzaku quien como siempre portaba unos aires orgullsoos, tan solo se limitaba a mirar en la misma dirección que tú. Susanoo estaba postrado en tu hombro. Dormido, era su manera de disfrutar del momento. Logi y Thor jugaban entre ellos persiguiéndose el uno al otro como siempre.
Si, definitivamente es un día tranquilo.
- Grand line cambia muy pocas veces. – Dijo Suzaku. Parecía estar un poco aburrida. No podías culparla, hace un buen tiempo que no pasaba algo interesante. En tu mente están pasando un montón de cosas justo ahora. Pensabas firmemente que debías hacer alguna que otra cosa antes de ponerte manos a la obra y comenzar tu verdadero viaje.
Tarde o temprano, ocurra.
- Es curioso que la gente de acá no te tenga miedo, Alpha. – Recalco la nube por un segundo. El fuego al ver a su compañero recalcar esto, se detuvo por un momento. Miraba como la gente vivía su día a día. Aunque eso no quería decir que algunas miradas no se postraban sobre de ti de manera despectiva. Eres un pirata después de todo.
- La poca reputación que tengo me precede. – Dijiste con tranquilidad. – Esta isla ya ha pasado por peores cosas que yo. Y no tengo intenciones de romper la tranquilidad ni la paz de nadie.
- ¿Tú crees? – Pregunto la plumífera. – Somos piratas después de todo. Aunque otros piratas actúan muy diferente a nosotros.
- ¿Qué tiene de divertido o desafiante quitarle el pan de la boca a alguien que no se puede defender? Esos “piratas” con grandes recompensas…. Algunos son fuertes. Otros simplemente viven robando lo que puedan a la gente tranquila.
- Bueno, eso es lo que hacen los piratas ¿no?
- Yo soy una especie diferente de pirata, Suzaku.
A lo lejos, podías ver llegar un barco. Sonreíste. Quizás finalmente era el momento que ocurriera algo interesante ¿No lo crees?
Un día más vivo, vaya.
- Hoy hace un buen tiempo ¿No lo creen, chicos? - Tú y tus homies estaban disfrutando del agradable tiempo que hacía en esta singular mañana, joven pirata. Mirabas con tranquilidad el océano sentado desde la orilla del puerto. Suzaku quien como siempre portaba unos aires orgullsoos, tan solo se limitaba a mirar en la misma dirección que tú. Susanoo estaba postrado en tu hombro. Dormido, era su manera de disfrutar del momento. Logi y Thor jugaban entre ellos persiguiéndose el uno al otro como siempre.
Si, definitivamente es un día tranquilo.
- Grand line cambia muy pocas veces. – Dijo Suzaku. Parecía estar un poco aburrida. No podías culparla, hace un buen tiempo que no pasaba algo interesante. En tu mente están pasando un montón de cosas justo ahora. Pensabas firmemente que debías hacer alguna que otra cosa antes de ponerte manos a la obra y comenzar tu verdadero viaje.
Tarde o temprano, ocurra.
- Es curioso que la gente de acá no te tenga miedo, Alpha. – Recalco la nube por un segundo. El fuego al ver a su compañero recalcar esto, se detuvo por un momento. Miraba como la gente vivía su día a día. Aunque eso no quería decir que algunas miradas no se postraban sobre de ti de manera despectiva. Eres un pirata después de todo.
- La poca reputación que tengo me precede. – Dijiste con tranquilidad. – Esta isla ya ha pasado por peores cosas que yo. Y no tengo intenciones de romper la tranquilidad ni la paz de nadie.
- ¿Tú crees? – Pregunto la plumífera. – Somos piratas después de todo. Aunque otros piratas actúan muy diferente a nosotros.
- ¿Qué tiene de divertido o desafiante quitarle el pan de la boca a alguien que no se puede defender? Esos “piratas” con grandes recompensas…. Algunos son fuertes. Otros simplemente viven robando lo que puedan a la gente tranquila.
- Bueno, eso es lo que hacen los piratas ¿no?
- Yo soy una especie diferente de pirata, Suzaku.
A lo lejos, podías ver llegar un barco. Sonreíste. Quizás finalmente era el momento que ocurriera algo interesante ¿No lo crees?
Chapoteando y tarareando multitud de canciones que había aprendido en sus años con las amazonas intentaba relajarse en la negrura de la noche en el interior de aquella terma, la cual era realmente agradable, el agua estaba excelente, la temperatura perfecta, no obstante no había manera, la joven no conseguía relajarse, demasiada oscuridad, demasiados sonidos extraños provenientes de entre los arboles y además estaba su imaginación que no dejaba de crear en su cabeza imágenes de un gran monstruo marino emergiendo de entre las negras aguas para devorarla, cosa que era imposible por que no contaban con profundidad apenas, no obstante la mente es poderosa.
Cansada de luchar contra si misma decidió salir del agua, secarse con aquel vestido horrible del que pensaba deshacerse en aquel preciso instante y coger sus pertenencias que había escondido en uno de los arboles de la zona. Se dirigió a este mientras terminaba de secarse el pelo con el vestido y cuando apenas estaba a unos metros de distancia se percató como unos ojos amarillos la observaban desde negrura de la noche justo tras su mochila. Lentamente se aproximó un poco más reconociendo así como una serpiente de un tamaño considerable la observaba sin perder detalle a los movimientos de la joven.
Con mucho cuidado y lentitud se agachó y mientras con una mano agarró una de las asas de la mochila con la otra se hacía con la guadaña. Sin quitarle los ojos al gran animal Meninas comenzó a alejarse lentamente, todo saldría bien si no hacía nada que enfadase o asustase a la serpiente, era fácil o lo hubiera sido si un tercero no hubiera hecho su aparición en ese mismo momento. Se trataba de una gran araña que colgaba plácidamente de su guadaña balanceándose de un lado a otro como si de una atracción se tratase.
La joven pirata se quedó petrificada unos segundos antes de comenzar a correr despavorida mientras agitaba con fuerza el arma con la intención de librarse de aquella criatura y profiriendo gritos que parecían provenir del mismísimo infierno. No podía con las arañas, eran algo superior a sus fuerzas.
Cuando quiso darse cuenta había llegado hasta los límites del pequeño poblado en el que había atracado hacía ya unas horas, por lo que decidió esconderse para ponerse algo de ropa, no era mejor no llamar la atención y menos de ese tipo, no habiendo tantos hombres, piratas, a la vista. Fue entonces cuando se percató de la presencia de un joven chico y... ¿Qué cojones era eso? ¿Por que hablaba con una llama, una nube y otros bichos imposibles de creer? -¿ME ESTOY VOLVIENDO LOCA? SEGURO LA ARAÑA ME HA PICADO Y ESTOY ALUCINANDO-. Sin ni si quiera pensarlo Meninas se acercó gritando al joven, no obstante no transmitía malas vibraciones, podía notarse que no iba con malas intenciones, que era inocente.
Sosteniendo el traje con el que aún no había conseguido enfundar a su cuerpo en su mano derecha se quedó petrificada de nuevo observando el panorama. Reamente el mundo fuera de Amazon Lily era surrealista, aterrador e increíble. -Las amazonas no me lo van a creer-.
Cansada de luchar contra si misma decidió salir del agua, secarse con aquel vestido horrible del que pensaba deshacerse en aquel preciso instante y coger sus pertenencias que había escondido en uno de los arboles de la zona. Se dirigió a este mientras terminaba de secarse el pelo con el vestido y cuando apenas estaba a unos metros de distancia se percató como unos ojos amarillos la observaban desde negrura de la noche justo tras su mochila. Lentamente se aproximó un poco más reconociendo así como una serpiente de un tamaño considerable la observaba sin perder detalle a los movimientos de la joven.
Con mucho cuidado y lentitud se agachó y mientras con una mano agarró una de las asas de la mochila con la otra se hacía con la guadaña. Sin quitarle los ojos al gran animal Meninas comenzó a alejarse lentamente, todo saldría bien si no hacía nada que enfadase o asustase a la serpiente, era fácil o lo hubiera sido si un tercero no hubiera hecho su aparición en ese mismo momento. Se trataba de una gran araña que colgaba plácidamente de su guadaña balanceándose de un lado a otro como si de una atracción se tratase.
La joven pirata se quedó petrificada unos segundos antes de comenzar a correr despavorida mientras agitaba con fuerza el arma con la intención de librarse de aquella criatura y profiriendo gritos que parecían provenir del mismísimo infierno. No podía con las arañas, eran algo superior a sus fuerzas.
Cuando quiso darse cuenta había llegado hasta los límites del pequeño poblado en el que había atracado hacía ya unas horas, por lo que decidió esconderse para ponerse algo de ropa, no era mejor no llamar la atención y menos de ese tipo, no habiendo tantos hombres, piratas, a la vista. Fue entonces cuando se percató de la presencia de un joven chico y... ¿Qué cojones era eso? ¿Por que hablaba con una llama, una nube y otros bichos imposibles de creer? -¿ME ESTOY VOLVIENDO LOCA? SEGURO LA ARAÑA ME HA PICADO Y ESTOY ALUCINANDO-. Sin ni si quiera pensarlo Meninas se acercó gritando al joven, no obstante no transmitía malas vibraciones, podía notarse que no iba con malas intenciones, que era inocente.
Sosteniendo el traje con el que aún no había conseguido enfundar a su cuerpo en su mano derecha se quedó petrificada de nuevo observando el panorama. Reamente el mundo fuera de Amazon Lily era surrealista, aterrador e increíble. -Las amazonas no me lo van a creer-.
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