Conociendo al horror 2 (social, Vanko, Sowon, Sora, Prometio)

El sonido del metal en la forja tranquilizaba lo que había sido una noche movida por la violencia y las emociones fuertes. Emociones que para Sowon solo eran reflejo del anhelo de sus clientes, Prometio no era muy incisivo en cuanto al proceso creativo dejando en sus manos no solo el diseño si no el color y tono final que terminase por definir la personalidad del arma. La mujer había hecho un boceto inicial tradicional de su país, una katana curvada que respetase los deseos de Prometio: "recordarla y originalmente suya".

Debatió con Vanko algunos diseños del templado, el objetivo era una espada que soportase esas temperaturas pero sin perder la flexibilidad del metal o quemarlo en plena construcción. Ya que el hombre tenía cierta afinidad con el fuego y ella había creado un arma relacionada con el frío no se cerraba a la idea de unir ambas cosas para que su cliente pagase mucho más por el arma.

Ante todo Sowon era una negociante, una muy buena y que justamente podría ser llamada estafadora. No por vender productos de mala calidad si no por inflar los precios del mercado. Comenzó a martillar sobre el yunque, demostrando un gran dominio de la técnica del damasco, volviendo poco después a introducir el metal ardiente dentro de la forja para que este mantenga las uniones.

—Según mis calculos sería bueno el mantener el metal a una temperatura constante para no exponerlo a cambios bruscos hasta el templado. Impregnarle el alma será lo más complicado del proceso, buscamos que resista las temperaturas y a la vez que sea funcional. Cada golpe debe estar en sintonía...—

Le comentó al gigante mientras volvía a su ritmo habitual, entrando en ese trance donde solo convivían ella y el metal, buscando darle forma pero a la vez pensando en toda su experiencia con Vanko. La mente del herrero era tan perturbada como la suya propia, pero recordaba lo de aquel mito y la fijación de este por los sacrificios. Cerró sus ojos visualizando a la pequeña Gyojin, por cada golpe impregnaba más aquel deseo asesino en el arma, cada gota de sangre derramada en ese ritual daría como resultado el calor necesario para que lentamente el metal comenzara a latir entre sus ojos.

Lo llevó a la fundición nuevamente, dedicando una sonrisa a Vanko mientras divisaba a la distancia a Prometio y la niña, desconocía si el herrero tenía un don para golpear el metal o pensaría en algo mientras lo hacía. Visualizando una imagen, un ritual, un deseo ardiente que envolviese el arma con cada golpe.

—Piense en el alma del arma mientras mantienes el calor... sé que puede notarla señor Vanko. Incluso ahora que es tan débil como la carne, ha comenzado a nacer...—

Suspiró tomando un poco de agua, el trabajo apenas comenzaba y sospechaba que aquel arma les tomaría más que una sola noche. Para fortuna de la mujer, no debía hacerlo con prisas, la perfección conllevaba sus propios ritmos.

Mi hogar refulgía a anaranjado con la luz de la forja, en el ambiente un intenso olor a ámbar silvestre quemado en un incensario. En el sofá estaban sentados Prometio y la cría Takoyaki. Sowon acababa de recibir las instrucciones sobre lo que buscaba en el arma, "Hummm fuego", pensé, "A ver que tal lidias con eso Sowon", me dije para mis adentros con una torcida sonrisa en los labios.
Coloqué un biombo de metal y cuero estratégicamente, no solo para resguardar nuestras pertenencias del abrasador calor de la forja hacia el salón, sino también para mantener a raya el calor de nuestros clientes curiosos. Además, era esencial que las técnicas utilizadas en la forja de estas magníficas armas permanecieran en el más estricto secreto profesional. Me sentía de nuevo en mi elemento, forjando armas después de pasar tanto tiempo dedicado a herramientas y reparaciones menores. El adamasquinado elegido por Sowon era una técnica de ornamentación sorprendente como una huella dactilar del arma, además cuando se requería que el metal resistiera temperaturas extremadamente altas y soportara una vida llena de desafíos era una de las mejores opciones.

Mientras observaba a Sowon tomar un merecido descanso para beber agua y refrescarse, supe que era mi turno de tomar mi mazo y continuar con la labor. No sé si fue la emoción de volver a forjar armas o simplemente el ardor del momento, pero por primera vez en muchos años, me dejé llevar por la pasión sin pensar en quien tenia al lado. El enorme martillo de trabajo se cubrió de llamas de una intensidad que ofendía a los ojos, como si el martillo se hubiera fusionado con el crisol de la forja, mis movimientos se volvieron fluidos, como si el metal me invitara y se transformara como mantequilla caliente bajo mis manos expertas y los golpes de mi mazo.

Sin embargo, cuando me di cuenta de lo que había hecho, de la exhibición poco sutil de habilidades que había demostrado frente a una extraña, mi corazón se aceleró y desde el primer al ultimo cm de mi ser se tensó. Miré a Sowon con preocupación, esperando su reacción, mientras continuaba trabajando el metal con una expresión que revelaba mi turbación interna.

Tal vez acababa de tirar por la borda varios años de pasar desapercibido en aquella isla, solo esperaba que Sowon comprendiera lo necesaria que era la discreción para no levantar suspicacias de la marina.

Me encontraba sentado en el sillón con la pequeña Ocho mientras mis bestias convivían tranquilamente fuera de la casa. Ocho parecía contenta comiendo los dulces de mi bolsa y la ansiedad por la partida del peliazul comenzaba a disminuir, esperaba que no le pasara nada de camino al cuartel de la marina. Al fondo, Sowon y el herrero gigante se encontraban forjando la espada que había encargado, ambos se encontraban golpeando con mucha intensidad la mena de metal que les había encargado. No pude evitar quedarme viendo como la caza recompensas forjaba, incluso cubierta en sudor y con polvo del lugar lucía muy guapa, verdaderamente esa mujer tenía un encanto natural.

Mientras observaba a Sowon pude observar que el gigante prendió en llamas su martillo y el calor de la habitación comenzó a subir aún más. Probablemente aquel gigante también impregnaba de fuego sus ataques, si no fuera tan especial, paranoico, difícil de tratar, me hubiera gustado pedirle unos consejos sobre como utilizar el fuego en el combate, pero quién sabe de qué mil maneras distintas pudiese interpretarlo y preferí quedarme callado para evitar cualquier malentendido, lo que menos quería es que arruinara mi nueva arma en un ataque de ira.

-Salgamos un rato -le dije a la pequeña Ocho- me estoy horneando aquí adentro.

La temperatura había aumentado bastante y me sentía algo incómodo, un paseo bajo la luz de la luna ayudaré perfectamente a calmar mi bochorno. Me levanté tranquilamente y le hice señas a Vanko dándole a entender que iba a salir unos momentos, quería dejar todo claro con ese hombre; a Sowon le dirigí un guiño de ojo y tomé de la mano a Ocho para  salir a jugar con las bestias.

-Saldremos unos minutos -era mejor decírselo explicítamente- si necesitan algo echen un grito.

El clima fuera del pequeño horno donde estábamos era bastante fresco, solté de la mano a Ocho para que jugara un poco en el monte. Estornudé. Esperaba que el cambio tan brusco de clima no me hiciera pescar un resfriado. Arrhenius y Kirara se acercaron para saludar, mientras que el grifo miraba un poco desconfiado a lo lejos, sus alas aún parecían lastimadas por la batalla con los basiliscos. Acaricié la cabeza de Kirara y fijó sus ojos en mí, había olvidado por completo que no pudo comer por estar peleando con los basiliscos, debía estar hambrienta. Quizás un pequeño paseo nocturno por el bosque nos vendría bien a todos.

-Ocho, ¿vienes con nosotros? Me quedaría un mal sabor de boca dejarte allá, pero iremos a buscar la cena de Kirara.

Sowon contempló el despliegue de Vanko en silencio, al parecer Prometio no se había enterado de lo que realmente era este, pero la mujer conocía las leyendas de una raza que se encendía en llamas y a la par era muy codiciada por laas altas esferas sociales. Ahora todo tenía sentido en su cabeza, la altura, la paranoia, el secretismo, la desconfianza. Si bien prosiguió a acercarse y no hacer mucho ruido ya que tocaba su turno nuevamente.

—Es curioso, hay cosas que no se ajustan a las descripciones de cierta leyenda. Pero no debe preocuparse, todos tenemos cosas de las que preferimos no hablar y eso está bien para mí.—

Tomó su martillo y prosiguió el trabajo, todavía quedaba un buen tramo para que ese trozo de metal ardiente se convirtiese en un arma perfecta y en condiciones. Cada golpe Sowon lo centraba en su mente de imagénes macabras, en cada gota de sangre que pudiese derramarse en esa creación, en cada grito de desesperación que marcaba una melodía constante.

No midió cuanto tiempo estuvo dando forma al metal, simplemente decidió rotar cuando el arma pareció buscar otras manos, sentía que incluso en ese color anaranjado comenzaba a expresarse con sutiles cambios. Como un golpe que por casualidad choca contra el yunque, o una curva que desaparece por simple deseo del arma sin necesidad de ser enderezada.

Colocó el arma en el fuego y cedió su lugar, estirando sus brazos, pocas veces se apreciaba su belleza natural incluso tras horas de trabajo permanecían pálidos sin muescas o signos de esfuerzo, el sudor que los recorría solo incrementaba el inevitable impulso de acariciarlos.

—Señor Vanko, ¿Qué opina de crear un sello en la espiga de la espada? Pero uno que lleve nuestra sangre, así no solo se da muestra de la calidad de nuestra obra, si no que la propia arma tendrá presente quienes son sus légitimos dueños.—

Bebió un poco de agua, mientras buscaba los ojos del gigante, la idea de la sangre le fascinaba y estaban por comenzar a dar forma a la espiga. Era el momento ideal de moldear el sello si realmente deseaban dejar una marca en el mundo, una que les volviese conocidos y destacados entre tantos herreros.

Parecía que no la importaba y no iba a apuñalarte por la espalda, al menos no por el momento, no mientras pudiera aprender de ti supongo. Continuó su trabajo como si fuera rutina, pero en sus ojos veías la pasión de quien con cada martillazo no forja el metal, si no que se forja a sí mismo.

El acero cada vez mas pulido estaba a un gran nivel, bailaba en las hábiles manos de Sowon. Al cabo de unas horas volvió a dejar el arma al fuego y me dio el relevo. Entonces se giró y me comentó que porqué no estampar nuestro sello con nuestra sangre, dejar claro a nuestra creación que era nuestra y que no debía olvidar nunca su origen. Sonreí ante la idea de la Geisha demente que tenía ante mí y la contesté, “Tengo en mente algo mejor y creo que haremos que tu amigo se marche contento”, dije soltando una bocanada enorme de humo de cigarro, “Solo espero que esto salga como me imagino”, pensé para mis adentros.

Saqué aquella hoja impoluta y la situé en el yunque le extendí un cuchillo a Sowon y la dije, “Necesito que pongas la mazo izquierda como un cuenco y que lo llenes con tu sangre, se que suena a locura pero voy a necesitarla en cuanto te lo pida”, expliqué.

Cerré mi puño extendiendo tan solo el dedo indice y este se envolvió en llamas, me centré en el poder de mi sangre, me centré en el ámbar, mi poder adquirido, en alcanzar la mezcla adecuada, poco a poco la llama ganó intensidad a la vez que se comprimía, su color pasó por todo el espectro desde el anaranjado al azul y finalmente alcanzó un amarillo brillante, casi blanco. Una llama de apenas 6 cm de longitud, se acercó a la espiga de la espada y con la mejor de sus caligrafías escribió su nombre : 有罪が火炎. Mientras escribía en tan intimo momento pensé en el arma llevando destrucción a sus enemigos, pensé en el fuego con el que imbuía mis armas, al terminar vi el bajorrelieve de soldadura inscrito, con el metal casi fundiéndose. Entonces extendí mi mano izquierda hacia la mujer poniéndola como un cuenco y dije, “Déjala fluir”. Con mi mano con la sangre de Sowon y una idea muy loca en la cabeza agarré la espiga aun a temperaturas de forjado, y sujetando así firmemente la hoja la hice estallar en llamas, después endurecí mi piel, recordando aquel día en la mina, recordando aquella voluntad de no ceder en mi disputa y le dije a mi hambrienta creación, “Come, es todo tuyo, sangre, voluntad inquebrantable y fuego, eso es lo que tu eres desde este momento y en esta forma segaras vidas. Come y vive nuestra Fuego de condenación.”, dije como una oración a la espada y haciendo un titánico esfuerzo, volví a dejarla en el yunque. Creo que con eso he acabado por hoy dije, con mi mano humeando por la quemadura comencé a untarme ungüento cicatrizante y me la envolví en vendas. Le alcancé el tarro y las vendas a Sowon y la pregunté, “Quieres un cigarro? Necesito un respiro.” Un aroma de ámbar perfumado invadía la habitación y sin esperar respuesta tomé mi tabaco y me encaminé a los bancos del exterior para observar el rojo atardecer de Greenlyn.

Ver de cerca la maestria del acero que ambos compartían era un desfile digno de ver, donde el metal y el calor se fundían en una macabra danza con la carne y la sangre. Era curioso como ambos herreros se compenetraban a tal punto casi como si de un ritual natural se tratase, el cortar la piel del brazo y tomar la sangre para luego dejarla fluir sobre el acero a la par que el hombre sometía su mano al calor avasallante y el olor a carne aumada inundaba el lugar fue un escenario que sus ojos disfrutaron más que la muerte ajena, el dinero o la tortura. Sintió que era una madre alimentando a su hijo, quien aún no podía tomar su comida por propia voluntad, como un cuervo regurgitando sobre su cría a la par que su herida palpitaba por el calor y ardía cual fuego, el fuego de la vida.

Era más que un simple encargo, era un sacrificio voluntario para dejar preparada la hoja. Un arma sedienta de sangre y voluntad, que tomaría lo necesario para su propio beneficio. Un verdadero ente, un ser pensante y calamitoso que su mente divisaba con fauces enormes dispuestas a consumir lo que se pusiera en su rango. De tamaño y fuerza semejante como para herir a su colega, un espectro surgido del caos primordial y la sangre de un sacrificio.

Mientras vendaba su brazo divagaba frente a la idea de ese ser, recorriendo con su mirada la hoja, había sido un duro primer día de labor y la idea de descansar no le alteraba. ¿Qué fue esa visión? ¿Acaso era lo que llamaban un dios? Suspiró observando la hoja, una pieza de arte en la que dos herreros habían puesto parte de su ser, aún incompleta pero a pocos días de finalmente nacer completando el ciclo.

—No soy buena fumadora, lamentablemente nunca pude tomar uno sin que su humo me hiciera toser. Pero por suerte soy buena bebedora, aunque el sabor del alcohol me produzca cierta repulsión. Supongo que hasta mi cuerpo me exigió abandonar esa vida que solo lo destrozaba y buscar una dónde mi sangre de vida a objetos que escapan de mi entendimiento...—

Pronunció antes de beber un trago de su calabaza y observar el atardecer, cuyo semblante rojizo trajo consigo a esa bestia. El sol ardiendo como un ojo ensangrentado y la voraz ambición consumiendo el color natural del cielo para satisfacerse. Colocó suna de sus manos sobre su regazo, para luego suspirar, recordando las leyendas que ambos habían compartido al conocerse, tomando asiento a un lado del gigante.

—¿Qué sacrificio exigirá este arma? Creo que incluso Prometio deberá tener cuidado si no quiere ser consumido por su propia espada...—

De hecho era una lástima tener que prestar sus creaciones a un cliente, aunque conociendo a Prometio podría blandirla si ella lo pedía. Además, tendría que enseñarle a mantenerla y proteger su elegante estado, dado el aspecto de aquellas espadas que había traído era solo cuestión de tiempo para que esa hoja tomase la sangre por sí misma.

La pequeña Ocho había decidido adentrarse al bosque conmigo, esperaba que simplemente los basiliscos no nos atacaran de nuevo; además, no sé de qué tal buena calidad sería la carne de ese tipo de animales para Kirara. Le hice señas a mis dos animales para que fuéramos de caza y ellos se acercaron al grifo que aún mostraba un poco de desconfianza hacia mí, parecía que mis animales habían hecho buenas migas con la bestia alada porque decidió seguirnos al bosque.

Era un momento de tranquilidad, el aire soplaba una ligera brisa fría y los árboles ayudaban a conservar esa ligera corriente helada. ¿Qué habitaría esa isla que no fueran bestias legendarias? Si la única presa para Kirara resultara ser algún animal mitológico estaríamos en grandes problemas, no quería entrar en una gran batalla solamente por la cena de la tigresa, me lamenté por no haber llevado un poco de carne pensando en ella. No quedaba de otra, tendríamos que explorar en búsqueda de su alimento.

Kirara anda con el mono a su espalda, alerta ante todo el movimiento y ruidos que provenían del bosque, como se esperaría de una depredadora de su calibre. Arrhenius también trataba de poner atención fijando sus ocho ojos en dirección a los árboles, tratando de ayudar a la tigresa. Yo iba detrás acompañado por Ocho y con mi mano posada sobre el mango de la espada, preparado ante cualquier eventualidad. Hasta atrás, el grifo nos miraba con un poco de recelo, como si se preguntara porqué se encontraba ahí, cazando con una tigresa, un mono y dos chicos que no conocía.

Después de caminar unos minutos los ojos de Kirara se afilaron como agujas: había encontrado a su presa.  En un claro, sobresalían unos cuernos y pelaje café, parecían un par de toros tomando una siesta, era algo que perfectamente podría cazar la tigresa. Arrhenius se bajó de su lomo y comenzamos a observar el espectáculo de cómo acechaba lentamente a su presa. La tigresa avanzó sigilosamente al toro sin hacer ruido alguno hasta que recortó la distancia a apenas un par de metros, ¿aquellos toros no eran un poco más grandes de lo normal? Kirara se lanzó sobre su presa y quiso tomarlo por el cuello, pero los ojos del toro se abrieron. El presunto toro se puso en dos pies, lanzó un bramido y colocó su brazo frente a Kirara para evitar un golpe mortal... ¡UN PUTO MINOTAURO! ¿Es que en esa isla no existían criaturas comunes y corrientes? La silueta del otro minotauro se levantó de igual manera, mi tigresa estaba en peligro.

-Arrhenius, cuida de la pequeña Ocho -le indiqué mientras desenfundaba mi espada.

El calor del día había dado paso a la frescura de la noche mientras Sowon y yo continuábamos conversando en el umbral de mi hogar. La conversación había sido nuestra compañía constante y fluía interesante, y el crepúsculo tiñó el cielo con sus tonos cálidos, anunciando la llegada de la noche. Con un gesto jovial, levanté mi copa de té frío en un brindis simbólico.

"Entonces beberemos ron solo cuando hayamos completado todo el trabajo", exclamé con una risa resonante. "En cuanto al sacrificio, no me preocupa en lo más mínimo. Cuando forjo armas, invierto todo lo que tengo en crear la mejor versión posible. Si un guerrero no está dispuesto a darlo todo y a mostrar su mejor versión en combate, entonces, supongo que no merece empuñar el Fuego de la Condenación", sentencié con convicción.

La penumbra del atardecer se intensificaba, y mientras yo fumaba cigarros y relajaba los músculos entumecidos, aproveché para continuar trabajando en los planos de mi turbina eléctrica. Había algo que no me terminaba de convencer en su diseño, pero estaba decidido a dotarme pronto de un suministro eléctrico sostenible aprovechando el pequeño río que fluía a escasas decenas de metros de mi casa. Mi mente zumbaba con ideas y cálculos mientras trazaba líneas y anotaba conceptos clave en mi cuaderno.

Sowon, por su parte, saciaba su sed de la larga jornada con sorbos de agua fresca de su calabaza. Ambos nos relajamos después de un día de trabajo bien hecho, pero de repente me di cuenta de algo crucial: ¿Dónde se había metido Prometio? Lo había visto salir de casa hacía horas, y ahora la noche estaba cayendo rápidamente. La preocupación por la falta de cobro comenzó a crecer en mí mientras escrutaba la oscuridad en busca de cualquier indicio de su regreso.

Le dirigí una mirada inquisitiva a Sowon y le pregunté con un tono de incertidumbre, "¿Te dijo algo antes de marcharse?". Sabía que Prometio era un hombre independiente, pero la noche cerrada podía ser desafiante incluso para los más experimentados en la isla. En un intento por proporcionarle a Prometio algún tipo de guía, preparé una antorcha improvisada con un trozo de madera y un trapo empapado en brea. La encendí con cuidado y la clavé en el suelo junto a la puerta de entrada, permitiendo que su luz parpadeante iluminara el entorno inmediato.

"Espero que esto sea suficiente para que tenga una idea de la dirección", pensé para mí mismo. Volví a tomar asiento junto a mis notas centrándome en el trabajo que estaba haciendo.

La mujer escuchaba las palabras de Vanko aceptando el brindis y la idea de tomar algo juntos cuando el trabajo se completase. No era algo que le desagradase y un merecido descanso era lo ideal para no caer en un agotamiento mental, mientras el hombre se centraba en otros planos, Sowon utilizó los poderes de su fruta para crear telas que emulaban el fondo del oceáno para acto seguido comenzar a hilarlas con una aguja, tenía en mente colgarlas como cortinas que ocultasen las rocas y el vacío de la habitación en la cual descansaba a diario.

La aguja trazaba finas costuras entre las mantas, en las cuales parecían vivir peces y en otras secciones corales, arenisca e incluso al moverla con sus manos emulaba el movimiento del agua. Si bien sus brazos estaban cansados, el hecho de tejer le ayudaba a liberar tensiones, fue al levantar su mirada que sus ojos conectaron con los de Vanko quien le preguntaba sobre Prometio.

—No creo que se haya ido muy lejos, después de todo dejaron sus cosas aquí y no pediría una espada para no recibirla. Creo que mencionó algo de ir a cazar, con todos los animales que llevó no considero que necesite ayuda. Además no nos pagan por ser los niñeros... aunque consideraría la oferta si la niña entra por esa puerta con algunas bolsas de dinero...—

Sowon respondió sonriendo mientras expandía las cortinas y las enseñaba al propietario del lugar. De no ser por las manos de Sowon podría afirmarse que un enorme trozo de las profundidades del mar había sido arrancado y expandido sobre el suelo de la habitación, era una tela de calidad única cuyos detalles desafiaban todo entendimiento humano.

—¿Qué le parecen para cubrir las paredes del cuarto? Si gusta podríamos decorar juntos si no le es molestia aunque puedo hacerlo por mi cuenta si su trabajo le tiene muy exigido...—

Preguntó antes de hacer una leve reverencia y observar la antorcha como punto de referencia. Esperaba que su primer cliente formal no muriese antes de pagar por su espada, después de todo sería muy desafortunado si no regresaba antes de que la oscuridad inundase toda la isla y en especial ese pequeño refugio aislado de las grandes miradas.

El bosque de esa isla parecía el jardín secreto de un cuento de fantasía, probablemente ni en los mejores cuentos de aquellos escritores existía un lugar como ese. Primero una manada de basiliscos atacando a un pobre grifo y ahora esto, un par de minotauros de al menos tres metros de altura. Kirara colgaba del brazo de uno, aferrada con sus grandes colmillos y garras mientras el minotauro trataba de quitársela de encima agitando su extremidad. Corrí a toda velocidad preparado para lanzar un tajo, pero la bestia que tenía a mi tigresa en su brazo le conectó un golpe y salió volando hacia mí, contuve mi ataque y los doscientos kilos de ella cayeron sobre mí.

-Tranquila pequeña -le dije mientras se ponía en pie.

Observé el brazo herido del minotauro, las garras de Kirara habían quedado marcadas en su piel y sangraban bastante sus heridas. Aquellas criaturas parecían extremadamente fuertes, ambos nos observaban con bastante enojo, les habíamos despertado de su siesta y, además, la tigresa había tratado de convertirlos en su cena. Usé el poder de mi fruta, mi piel cambió por las escamas, la icónica cola brotó y mis filosas garras y colmillos tomaron el control, aunque la transformación de baryonix me hacía ganar algunos centímetros, los dos minotauros aún se veían enormes en comparación. Uno de ellos se lanzó en mi contra levantando su puño.

-¡Retrocede un poco! -grité mientras me ponía en posición para bloquear el ataque.

El puñetazo de la bestia impactó en la espada, transfiriendo todo el impacto hacia mí que fui empujado un par de metros hacia atrás. Aquel golpe había recorrido todo mi cuerpo, haciéndome temblar un poco; de algo estaba seguro, esas bestias mitológicas eran condenadamente fuertes. Sin mis dos espadas me encontraba en desventaja, me preguntaba si podría ganarles. Esta vez tuve que responder yo con un tajo al minotauro que recién me había atacado, aunque pude conectarle un buen tajo en el brazo, sólo inflingí un corte superficial, ¿es que su piel estaba hecha de rocas? La pelea se transformó en una danza de puños y cortes, aunque mis tajos lograban acertar, ninguno les afectaba realmente, mientras que cada golpe que yo bloqueaba recorría cada rincón de mi cuerpo con un gran dolor. En un giro de eventos que resultó en mi favor, el grifo salió majestuosamente detrás de Kirara y lanzó un alarido que distrajo por un momento a los minotauros. Hábilmente retrocedí y enfundé mi espada esperando que cayeran en mi trampa, el minotauro herido se lanzó eufórico en mi contra en cuanto se dio cuenta de eso.

-Flare: candy cane -susurré.

Un estela de fuego apareció fugazmente en la densa noche. Enfundé de nuevo mi espada mientras el brazo del minotauro salió cercenado en una fuente de flamas. Pateé el brazo con dirección a la tigresa, habíamos conseguido su cena, era momento de la retirada.

"En verdad son unas telas con un bordado precioso, espera, ¿De dónde han salido estas telas?" pregunté con curiosidad mientras las sostenía en mis manos. Juraría que Sowon no las llevaba consigo cuando habíamos salido al exterior de la cueva hace unos minutos. La miré fijamente y buscando una explicación detrás de este misterio mi mente empezó a atar cabos, "Acaso era una usuaria de Akuma no mi? Que mas podía ser?, pero telas?", pensé, los poderes de las personas de estos mares cada día me asombraban mas.

Sus ojos brillaron con una chispa traviesa al escuchar mi pregunta mientras me observaba examinar las telas y cavilar ensimismado. Entonces la miré a los ojos y estallé es una carcajada rota, ronca y ruidosa, "Nahahahahah", reí, "Puedes decorar esa habitación como quieras", le dije en medio del ataque de risa, "Pero con tu habilidad, tal vez te pida que confecciones una tela con un diseño muy específico, es algo que aun veo en el mundo de los sueños, cuando tenga completamente claro el diseño ya te lo haré saber", dije guiñándola mi ojo que estaba parcialmente cerrado dándome un aspecto especialmente horrible. Me dejé llevar por la tranquilidad y relajación de aquel momento y, aún con la risa resonando en mi garganta y mis oídos, pregunté, "¿Qué más secretos ocultas, Sowon?" Mi curiosidad estaba completamente despierta. Había aprendido a esperar lo inesperado en esta isla, y mi compañera de forja solo había aumentado ese sentido de asombro constante desde que llegó a mi.

Consideré lo privado de mi pregunta por un momento antes de proseguir con un toque de misterio en mi voz. "Bueno, piensa que, si me das una respuesta que me convenza", comencé, "tal vez te enseñe una de las mejores vistas de esta isla, una que puedas plasmar en tus telas para deslumbrar al mundo". Vi sus ojos brillar con algo que no sabría decir si era curiosidad, o perspicacia, pero desde luego creo que la convencí de compartir algo mas de lo que me había contado sobre ella hasta ahora.

Intrigado y con intención de obtener una respuesta, la apremié con una sonrisa cómplice y la cuestión, "¿Cuál es ese secreto, Sowon?, ¿Qué tienes preparado para asombrarme esta vez?", y me quedé viendo como la sádica y loca dama con la que compartía mi hogar desde hacia unos días decidía que contarme y que no sobre su vida y su pasado.

La mujer soltó una pequeña risa traviesa ante la sorpresa de su compañero herrero, si bien no había mencionado su fruta las razones eran lógicas para ella. Su fruta era en exceso un poder para nada orientado al combate, no era que alguien le pudiese temer a unas simples telas suaves ni era tan peligroso como otras frutas que cambiaban el aspecto, tamaño o la capacidad de golpear al oponente.

—Soy usuaria de la Fabu Fabu no mi, una fruta de tipo paramecia, no fue un secreto adrede mi señor. Es más una falta de peligro, mi fruta como ve solo genera telas realistas y eso no es tan peligroso como otras frutas. Es decir, entre esta fruta y una que produce veneno es claro cual merece ser anunciada.—

La mujer se mostró abierta a reír con Vanko y decorrar su habitación a su gusto, era bastante interesante tener un espacio para practicar con la profundidad y los entornos creando versiones a pequeña escala del Sewing World. Sus ojos brillaron al conocer sobre un paisaje de ensueño, por tanto mientras se adentraba a la habitación y colocaba las telas a su disposición inició una respuesta llevando la aguja a su boca y sosteniendo la misma entre sus dientes.

—Un escenario de ensueño con suficiente detalle no me es imposible de crear, siempre que la imágen esté en mi mente puedo crearla. Como puede ver este lugar no existe, no hay región en el mar que tenga este tipo de coral verdoso, o peces tan diminutos y sombras tan marcadas. Tampoco hay ojos en el oceáno...—

Soltó la aguja para ponerla en su mano a la par que varios ojos comenzaron a abrirse en el telar envolviendo la habitación en miradas y sombras danzantes que eran arrastradas por el agua antes de convertirse en ecos lejanos de aquel paisaje submarino. Atrapados en un ciclo que iniciaba nuevamente a los pocos segundos, dotando a la habitación de luces más tenues o más fuertes dependiendo la etapa del telar e iluminando el contorno del rostro de la herrera con un color azul frío y lúgubre. Pisó el suelo rocoso para que desde su pisada surgiera una última tela que emulaba una grieta marina de la cual emergían burbujas que reptaban hacia las telas de cada pared y también se volvían miradas cuando el ciclo del telar así lo dictaba.

—¿Secretos? Que decirle, soy una mujer llena de misterios pero no veo que alguno le pueda interesar. Sabe mi origen, pero no la razón por la cual no sigo en ese lugar. Sabe mi oficio, pero no sobre mis maestros. Sabe sobre mi fruta pero no todo lo que puedo hacer con ella... supongo que sería de educación satisfacer la necesidad de conocer sobre mi poder. Sobre como volví un poder inútil en algo... peligroso.—

La mujer no mostró desagrado ante la grotesca apariencia de un Vanko inquieto, solo un interés por añadir otro paisaje a su colección. Le era más sencillo mostrar algunos trucos que hablar sobre su vida y más cuando esa charla podría ser muy tediosa e implicaría traumas que aún le llevaban a perder el control y necesitar una dosis de sangre para aliviarse. Extendió su mano,hacia el costado, haciendo surgir dos trozos de telacque se entrelazaron mutuamente, danzando en union hasta desprenderse de su brazo y comenzar a tomar forma humana.

Su color comenzó a imitar la piel, su figura a un cuerpo humano, lentamente comenzaron a aflorar los bellos rasgos de Sowon como si fuese una fotocopia. Un clon con el suficiente realismo para que alguien en un descuido le confundiese con la mujer real.

—Sewing Clon, un señuelo, que puede simular hablar y moverse con libertad. Como puede ver, puedo cumplir la fantasia de cualquier hombre creando perfectas mujeres para su placer. Mi poder es como la magia, el dominio de la mente, pero como puede suponer no usaré tales trucos con usted. Solo imagine a un ladrón creyendo que me ha matado y está en su guarida, cuando en realidad yace en una cueva y al dar un simple paso la tela cede cayendo a una muerte ruin y dolorosa, atrapado boca abajo en una grieta mientras mi espada se alimenta de su sangre...—

Sus ojos miraban fijamente, un pasó bastó para generar una leve distorsión casi imperceptible, como si nada hubiera pasado la mujer extendió su mano para acariciar el rostro de Vanko, su expresión facial delataba que era consciente de que incluso si el gigante se dejaba tocar no podría hacerlo dado su extraño cuerpo que se derretía y en lugar de oler a muerte emanaba incienso. Aún así el gesto era claro, confianza y un objetivo en común.

—¿Le he sorprendido?—

La mano se deshizo en telas mientras la verdadera mujer sonreía en su posición, había bastado un truco con las tela, ese instante en el cual el paisaje se perturbó para cambiar la posición entre el clon y la real momento en el cual la mujer había aparentado avanzar. En un mundo rodeado de telas, las ilusiones y la magia de Sowon afloraban en un nivel sutil gracias a su destreza no solo era buena forjando si no también al momento de emplear una fruta que muchos tildarían de estorbo.

La noche envolvía la isla con su manto oscuro y misterioso mientras Sowon y yo salíamos de mi refugio. Habíamos compartido risas y secretos en ese lugar, y ahora, bajo el manto de la noche estrellada, sentía una conexión aún más profunda con mi nueva amiga.

"En efecto, me has sorprendido", expresé con una sonrisa cálida, "veo que eres una caja de sorpresas, una tras otra, danzando y en continuo discurrir".

Guié a Sowon hacia la salida de mi refugio, donde la oscuridad de la noche se cernía sobre nosotros. Solo el canto de algunos grillos osaba romper el siseo del viento nocturno. "Te has ganado el derecho a ver unas vistas que solo yo conozco en esta isla", le dije con entusiasmo mientras me preparaba para lo que venía a continuación. Extendí mis brazos y, de repente, dos alas gigantescas y resplandecientes, de un negro azabache, brotaron de mi espalda. Era como estirar los brazos después de haber dormido sobre ellos durante varias noches, y allí estaban, majestuosas y poderosas, listas para desafiar la gravedad y elevarnos a los cielos.

Sowon me miró extrañada mientras la sujetaba de la cintura con mis fuertes manos. En un instante, ascendimos a los cielos como un ave liberada de su jaula, rompiendo las cadenas de la gravedad como si fuera un dios que hubiera vivido entre mortales durante demasiado tiempo.

Cien, doscientos, trescientos, cuatrocientos metros... Mis alas centelleaban con un azul eléctrico bajo la luz de la luna. A nuestra derecha, se extendía la cordillera de Crestaviva, la más escarpada de todo Greenlyn. Al frente, el pueblo de Carvatea con sus minas y, a lo lejos, se dibujaba la ciudad de Dorithia, toda la isla a nuestros pies, como un paisaje congelado en el tiempo.

Continuamos ascendiendo hasta alcanzar un saliente en la montaña, a casi 900 metros de altitud. Era un lugar inaccesible a pie, pero desde allí teníamos una vista panorámica espectacular de toda la isla. Con cuidado, deposité a Sowon en ese balcón natural, rodeado de la majestuosidad de la naturaleza.

"¿Te gustan las vistas?", le pregunté, observando cómo sus ojos se llenaban de algo que no sabría decir si era asombro, gratitud o miedo. "Podríamos subir aún más alto, pero temo que podrías tener problemas para respirar a esa altitud".

Mientras hablaba, encendí un cigarro con un simple chasquido de mis dedos, ya sin preocuparme de ocultar mis habilidades ante Sowon. Me senté en un sofá de dos plazas que creé en el suelo de ámbar, invitándola a unirse a mí.

"Me he quitado un peso de encima, ¿sabes?", confesé mientras exhalaba una bocanada de humo hacia el cielo estrellado. "Supongo que tampoco te conozco lo suficiente, y podrías haberme juzgado por lo que soy e intentado matar, solo espero haberte calado bien".

La brisa nocturna jugaba con nuestros cabellos mientras nos sumíamos en la belleza de la vista. La ciudad de Dorithia centelleaba en la distancia, y la cordillera de Crestaviva parecía una muralla natural que protegía la isla.

"Espero que sepas valorar esta vista y que tal vez el cambio de perspectiva te inspire con nuevas ideas para los patrones de tus telas", comenté, mirando a Sowon con mi ya característica sonrisa torcida.

Hablando de cajas de sorpresas ahora Vanko confirmaba sus sospechas con ese enorme par de majestuosas alas, fuego y ahora alas negras. Su mente hiló cabos sueltos y pronto la desconfianza de Vanko cobró sentido en un nuevo nivel, los lunarios eran una raza por la que muchos pagarían una fortuna pero a sus ojos era un ser muy alejado de sus capacidades. La fuerza de Vanko, su resistencia, el poder de su extraño cuerpo de volverse casi intocable. En la mente de Sowon la idea de atacarlo no llegó a formarse, es más, para su mente retorcida el herrero era ahora un arma invaluable y a su servicio.

No se incomodó al ser sujeta, aunque nunca había volado y la sensación del aire, el cosquilleo en su estómago, el suelo siendo despegado de sus pies eran nuevas para su mente. Una experiencia que jamás hubiese probado por si misma, su silencio era un intento de su cerebro de procesar todo. El paisaje era sin dudas hermoso, podría plasmarlo con facilidad una vez la altura dejase de perturbar su tranquilidad.

—Las vistas son, hermosas sin dudas. Plasmarlas en mis diseños será un éxito en cuanto a ventas, aunque preferiría tener esa capacidad de ignorar las leyes impuestas por mis pulmones. La altura, el agotamiento, el aire que falta... Ser consciente de mi fragilidad es algo que muchas veces no me sucede. Es curioso que debiera despegar mis pies del suelo para volver al abismo.—

La mujer tomó asiento escuchando al lunario sobre sus preocupaciones, sobre lo que había tenido que privarse y el riesgo constante de ser cazado por los grandes magnates de aquel mundo dónde debían sobrevivir. En cierta parte, se sintió identificada, ella era un objeto para su familia y tuvo que llegar a las puertas de la muerte para romper sus cadenas. Vanko era un objeto para cualquiera con el dinero para comprarle, eso explicaba su fuerza monstruosa pese a ser solo un herrero que se ganaba la vida.

—La verdad, siento que no podría matarle pese a intentarlo y además... vine por instrucción, por mi pasión y no a involucrarme en una batalla imposible. De cierta forma estuve en tu lugar, sometida, encadenada y puede que eso me impida blandir mi espada contra usted aunque me lo pidiesen. Se sentiría como apuntar mi arma a mis propios ideales, algo que no puedo permitir...—

La mujer llevó su mano al mentón cruzando sus piernas y relajando un poco su actitud estoica, elegante y robótica. Un cambio de perspectiva interesante, ya que era la primera vez en años que afloraba aquella niña. Su rostro relajado, sus ojos brillantes observando las luces y contrastes, la actitud de su cuerpo sin restricciones. Pareció rejuvenecer una década y volver al punto de su vida dónde todavía era una persona completa y no un objeto roto y retorcido.

—Agradezco su confianza y las vistas que me ha permitido conservar en mi ser. Supongo que cuando volvamos a la cabaña ambos tendremos un secreto nuevo para callar, para custodiar. La estoica y perfecta Sowon tiene sus momentos de niña, donde su elegancia se diluye y sus dogmas se rompen... en el fondo es humana. Pero aún con todo, no dejo de imaginar y fantasear con la muerte.—

Suspiró relajada, no era un secreto que le molestase realmente, pero se había pasado mucho tiempo abusando de aquella actitud tradicional e inhumana como para perderla en un instante. Llevó sus ojos a Vanko y nuevamente al paisaje, la noche era fresca en la montaña y solo esperaba que si Prometio llegaba a la cabaña no se le ocurriese tomar la espada en obras. Podría llevarse un buen susto o algo peor si era que lo atrapaban con las manos en la masa.

¿Momento de la retirada, cuál momento de la retirada ni que un octavo? Aquel endemoniado par de minotauros no estaba dispuesto a dejarme escapar, claro que yo les entendía, yo tampoco dejaría que el imbécil que me cortó la mano se fuera tan campantemente. En mi defensa, cuando Kirara les estaba cazando nunca nos imaginamos que resultarían ser bestias mitológicas que, potencialmente, pudiesen acabar con nuestras vidas. Un potente gancho en mi costado izquierdo me lanzó volando varios metros sacudiéndome la cabeza lo suficientemente fuerte como para acomodar mis ideas.

-¡Kirara, Arhenius y Grifo! -grité mientras llevaba mi mano libre al lugar del impacto, dolía- ¡llévense a Ocho con el gigante, he tenido una gran idea, pero no sé si funcione si están ustedes aquí! -¿estaba rota mi costilla? Alcé mi pulgar con el que sentía mi costado y les lancé una sonrisa.

Aunque al principio se mostraban algo reacios a acatar esa orden, después de la sonrisa Kirara "habló con el Grifo y todos se marcharon rápidamente. A la velocidad de KIrara no tardarían más de veinte minutos en llegar con Vanko y, en menos de dos minutos, estarían fuera del alcance de las bestias con cuernos. Ahora bien, el problema era conseguir esos dos minutos y poder huir en el intento. El otro minotauro cargó en mi contra con un puñetazo que esquivé saltando, necesitaba un par de segundos para probar mi idea así que di un pequeño giro en el aire y lancé un coletazo con toda mi fuerza.

-¡Lollypop break! -grité para darme valentía mientras la onda de choque hacía retroceder a la bestia varios metros.

Nunca había ocupado esa extensión de mi fruta en una batalla real, ni siquiera en el entrenamiento con Sora, era un técnica relativamente nueva y que no tenía idea de si podría realizarla en aquel escenario. En esencia era lo mismo que la forma híbrida, sólo que... el ligero escalofrío de la transformación recorrió mi cuerpo, mi abdomen y mis brazos adelgazaron considerablemente aunque conservaron las escamas y garras del Baryonix, mientras que la musculatura de las piernas aumentó así como su tamaño y su semejanza con las patas de un Baryonix aumentó. Los minotauros lanzaron un golpe sinconizado que esquivé con facilidad dejando una estela de mi imagen.

-¡Ryu Ryu no mi, modelo Baryonix! -grité a los cuatro vientos- ¡Forma velocista!

No sabía cuánto podría mantener esa forma y quizás ni siquiera pudiese derrotarlos por la pérdida de fuerza, en comparación con la forma híbrida, que esa transformación acarreaba, pero el estilo de "Hit and run" de la forma velocista era perfecto para comprar dos minutos y salir corriendo de ahí.

La noche había avanzado, y la oscuridad se cernía sobre nosotros. Era imperativo que nadie más descubriera mi secreto, así que, sin perder tiempo, tomé a Sowon con delicadeza por la cintura y nos lanzamos en un picado hacia mi hogar. Mientras descendíamos, sentí la velocidad del viento cortar el aire a nuestro alrededor, y el eco de la noche acompañaba nuestras siluetas danzantes bajo la luna.

Finalmente, aterrizamos en un lugar oscuro y resguardado, ocultos detrás de la espesura de los árboles. Allí deposité suavemente a Sowon en el suelo y, como quien mete las manos en los bolsillos, replegué mis alas en mi interior. Pasé a ser el semigigante herrero deforme de nuevo, el rostro que todos conocían.

Encendí un cigarro con un chasquido de mi mechero y, juntos, comenzamos a caminar lentamente hacia la puerta de mi casa. A medida que avanzábamos, la luz de la antorcha aún ardiendo en el umbral nos acompañaba marcando el final en nuestra travesía silenciosa. No había señales de nadie más en las cercanías, solo nosotros dos y el susurro de la noche.

"Si la cría se ha metido en problemas, me temo que alguien se va a poner hecho una furia", murmuré entre dientes, compartiendo con Sowon mis preocupaciones. La incertidumbre sobre el paradero de Prometio comenzaba a impacientarme, y no podía evitar pensar en que mi creación perdiese a su compañero de forma prematura. La casa parecía tranquila, pero la preocupación seguía latente en mi mente. Empujé suavemente la puerta y entramos en el refugio, donde el calor del hogar y la familiaridad del lugar nos envolvieron. Mis ojos recorrieron la estancia en busca de algún indicio de Prometio o algún otro visitante, pero todo parecía estar en su sitio.

"Esperemos que esté de una pieza", suspiré, más para mí mismo que para Sowon. "De todos modos, no podemos hacer mucho más esta noche. Descansemos y, ya veremos que hacer en la mañana".

Me quité la capa de sudor y hollín que había acumulado durante la forja con una esponja mugrienta. Luego, me dirigí a la pequeña cocina y preparé una taza de té caliente para Sowon y para mí. Mientras el aroma del té se esparcía por la habitación, me giré hacia mi amiga con una sonrisa.

"Espero que hayas disfrutado del paseo y de las vistas privilegiadas", le dije sinceramente. "Puede que esta isla esté llena de secretos, pero compartirlo contigo ha sido entretenido". dije mientras agregaba unos trocitos de ámbar al incensario del cofrecito que los contenía.

— Prehistoric Impact — Sora quien caminaba a paso lento no demasiado lejos de allí habia logrado escuchar gran estruendo, de inmediato pensó que habia sido un gran golpe, por lo que no dudo en acercarse para darse cuenta que era su compañero Prometio quien se encontraba luchando contra alguna especie ¿Minotauro? ¨Joder, esta isla no es para nada normal¨ . Todo esta lejos, y tiene criaturas extrañas, claro, no tanto como aquellas de Merveille, pero aun asi poderosas — Prome, ¿Estas bien? — Sora logró impactar a uno de los Minotauros con su tecnica enviandolo a volar por los aires y chocando contra algunos arboles.

Sora no pudo evitar sentirse lleno de furia al ver como estas dos bestias atacaban a su compañero, evidentemente eran mucho mas altos que el por lo que se transformó en su forma hibrida, llegando a superarlos en tamaño, de inmediato golpeó al Minotauro que le faltaba un brazo haciendolo retroceder lo suficiente como para poder acercarse hasta Prometio — ¿Tú le cortaste el brazo? — Sora estaba sorprendido, se habia percatado de lo dura que era la piel de esas bestias con tan solo el primer golpe que dió, y su amigo logró cortar directamente el brazo de uno de ellos — Me sorprendes Prome — Sin decir mucho mas Sora volvió acercarse hacia los minotauros que ya se habian recuperado de esos golpes. ¨Solamente espero que esta vez Prometio no intervenga en esto, es demasiado blando con las bestias¨ Pensó mientras acertó un puñetazo directo al rostro de unos de los minotauros que lo derribó de inmediato.

Despues de haber caminado a paso lento durante varias horas, lo menos que Sora esperaba era encontrarse en una pelea con bestias, pensaba que todo saldria relativamente tranquilo, de todo modos, aunque esta isla tiene todo demasiado lejos, no parecia ser una isla demasiado peligrosa, pero las apariencias engañan, eso sin duda. A pesar de tener un poco de estatura mas que las bestias, su fuerza no era nada con lo que se pueda jugar.

Ahora transformado en su forma hibrida volvió a utilizar su tecnica — Prehistoric Impact — logrando asi dar un golpe directo a la cabeza del otro minotauro logrando romper uno de sus cuernos sin embargo no se habia percatado que el primero ya se acercaba por su espalda para golpearlo, no habia manera de esquivar aquel ataque por lo que tendria que recibirlo de lleno en su espalda. — Prome, yo me encargo de esto — Tras estas palabras y brindar una sonrisa a su compañero los cuernos del segundo minotauro lo impactaron directamente en su espalda.

El descenso había sido rápido y mientras el hombre no parecía afectado, Sowon apenas podía caminar sin parecer borracha, las cosas le daban vuelta y sintió el calor de la sangre bajando por su nariz. Colocó un paño cuando pudo tomar asiento en la choza, agradeciendo a Vanko por abrirle la puerta, su visión fue recuperando el enfoque al momento del té y gracias a la suerte el temblor de sus manos se fue apagando. Era evidente que el hombre debía aprender a tratar con frágiles humanos, pero no se quejaría, después de todo volver de las puertas de la muerte siempre era una experiencia disfrutable.

—Disculpe mi reacción, no acostumbro a lanzarme por montañas a menudo. Supongo que Prometio no permitiría que le ocurriese nada, es alguien demasiado noble y fácil de manipular. Aunque es verdad que se han tardado demasiado para ser una caza común...—

Mencionó la herrera con cierto desinterés en su voz, confiaba en que Prometio no le hiciera perder su tiempo pese a abusar de la paciencia de ambos al no aparecerse. En cuanto al otro sujeto, era consciente de su apego emocional a la niña como un cachorro, sin embargo una sonrisa iluminó el rostro inmaculado de Sowon tras haber limpiado su sangre.

—Supongo que prefiere verla con Prometio en medio de la selva a enterarse que está con nosotros a solas. Al menos no entrará rompiendo todo y gritando por su mascota irrumpiendo nuestros sueños a mitad de la noche.—

Bebió el té a la par que ambos compartían los recuerdos sobre las vistas y secretos de la isla, ante lo cual Sowon asintió con una sonrisa. Tras pasar el tiempo de caridad se adentró en su habitación para leer un libro antes de dormirse, esperando a Vanko por si gustaba de compartir una lectura o continuaría algún proyecto. Su cuerpo estaba agotado pero prefería aguardar un poco más, era preferible aquello a ver su sueño interrumpido y sufrir un insomnio prolongado por el resto de la noche.

Me encontraba listo para pelear contra los minotauros, eran unas bestias formidables, me sentía confiado de que en esa forma podría comprar los dos minutos para que mis bestias y Ocho estuviesen a salvo. Antes de cargar en esa forma contra mis oponentes canalicé mi energía sobre el acero de mi espada, prendiéndola en llamas, activé así también mi técnica: flare, spicy sword. Aceleré a máxima velocidad con un gran primer paso, dejando solamente una estela de mi imagen y las flamas de la espada, había recortado la distancia entre mí y los minotauros en un parpadeo. Lancé un tajo horizontal que impactó de lleno en las piernas del minotauro, el corte había sido apenas superficial, pero esperaba que las flamas de mi técnica le hicieran más daño. Después del primer corte retrocedí hábilmente con la velocidad y agilidad que esa transformación me brindaba.

Los segundos pasaban lentos en un baile de cortes y carreras, aunque lograba acertar varios cortes a mis enemigos, ninguno era de una magnitud importante. Vaya pedazos de enemigos eran, dos enemigos formidables, pensar que toda la isla estaba repleta de ese tipo de bestias me emocionaba mucho. Mientras pegaba una carrera tropecé con una piedra, parecía que aún no lograba coordinar completamente bien mis movimientos a esa velocidad. Fue entonces cuando sentí el puñetazo de mi enemigo impactar de lleno en el estómago, tremenda fuerza, salí despedido varios metros y rodé por el suelo. Si antes no había fracturado mi costilla, estaba seguro que ahora sí.

El tiempo había transcurrido casi por completo, siendo optimistas Ocho y mis bestias estarían ya a una distancia segura. No sería mal momento para comenzar la huida o al menos eso pensaba cuando de entre el bosque apareció Sora con su técnica Prerhistoric impact mandando a volar a uno de los minotauros. Vaya, agradecía muchísimo el gesto de mi compañero, al final él buscaba defenderme, pero estaba por partir corriendo y, conociendo su velocidad, el peliazul no podría seguirme el paso al momento de huir.

-Vaya, no tienes porqué hacerte el héroe -dije mientras asestaba un corte en el minotauro que recién lo había perforado- con la velocidad de Sora tendría que comprarle al menos el doble del tiempo que a los demás, lo cuál no era una opción porque comenzaba a cansarme- al final somos amigos -lancé una bestial patada aprovechando la musculatura en las piernas de esa transformación que arrojó al suelo a uno de los minotauros- aunque deberíamos aprovechar esta confusión para huir.

La piel de aquellas bestias era muy resistente, quizás con la espada que me estaban fabricando podría penetrarla de mejor manera, pero mientras era una causa perdida. La niña gyojin y mis mascotas estarían ya a salvo.

-Ocho y mis bestias están más adelante, haré que estas bestias me persigan por unos instantes, aprovecha para irte y tratar esos dos agujeros en tu espalda -dije mientras incitaba al minotauro a perseguirme, a la velocidad de esa transformación no lograría atraparme en el bosque.

Aceleré sin mirar atrás, en un abrir y cerrar de ojos me encontraría de nuevo con todos.

Observé cómo Sowon entraba en mi hogar, probablemente buscando descansar después de un día largo y agotador para ambos. Regresé a mis planos, moviendo un carboncillo entre mis dedos mientras trataba de plasmar mis ideas en el papel. El diseño del esta turbina llevaba resistiéndoseme meses, en el arrollo de montaña que lo iba a montar podía caer una piedra en cualquier momento y arruinar las turbinas. Pero un filtro o cobertura arruinaría la presión de la misma. Fue en ese momento que lo vi: lo que necesitaba para dar vida a mi visión.

No perdí ni un segundo y entré rápidamente en la casa, encontrando a Sowon dentro a sus quehaceres. Sin preámbulos extendí los planos en la mesa del salón y se lo mostré. No se que cantidad de jerga técnica era capaz de entender, pero en ese momento no me importaba, solo necesitaba verbalizarlo y justificar el porque de mi acuciante necesidad, "Necesito tela, un trozo de un metro por un metro me servirá, una tela que sea resistente pero a la vez fina, con un calado de micra, pero de alta porosidad y que pueda soportar la torsión y los cortes. ¿Podrías crear algo así? Porque si es así, muy pronto este maldito diseño se convertirá en realidad, y la electricidad finalmente llegará a este lugar para quedarse. Esta tela podría ahorrarme una cantidad significativa de problemas técnicos y de mantenimiento", expresé, mi entusiasmo era palpable en mis palabras y el la velocidad de los argumentos dados.

Me sentí muy agradecido de tener a la mujer allí, su control de las telas y su afición por la creación era digna de elogio, aunque sabía que nada sería gratis y esperaba el precio de aquel material. Sabía que tenía suerte de contar con una persona tan talentosa a mano y no pensaba desaprovechar la oportunidad. Con el proyecto en marcha y la esperanza de finalmente vencer todos los problemas del diseño, me senté en el butacón a reposar mientras encendía otro cigarro esperando la respuesta de Sowon, listo para dejar ir el día mas pronto que tarde.

Mientras me preparaba para dormir, no pude evitar comprender el potencial casi exponecial de trabajar en equipo con otros artesanos de distintos gremios, una idea había comenzado a surgir en el fondo de su cabeza. La tela que estaba por crear sería un componente crucial en su visión y en la mejora de su calidad de vida.

La mujer observó los planos si bien había leído sobre la ingenieria y las máquinas que los expertos podían construir, había ciertos tecnicismos que le resultaban ajenos. Si bien comprendía la función de una turbina, no llegó a ver su lugar en la ecuación hasta que Vanko le compartió la necesidad de cierto tipo de tela, cuyo diseño y complejidad le demandarían un tiempo mucho más prolongado en cuanto a la producción. Siendo que tal vez debería descansar antes de seguir forzando su cuerpo a producir más material.

—Si bien es una petición compleja puedo generarla luego de descansar un poco, mi cuerpo ya no responde como desearía para producir las cantidades y detalles precisos. Pero tras un sueño reparador la tendré lista en el día de mañana. En cuanto a los costos podremos llegar a un buen acuerdo entre ambos, que beneficie a los dos por igual sin abusar de un coste abusivo.—

Sowon hizo una reverencia antes de adentrarse a su habitación una vez más pero esta vez para cambiarse a un kimono más liviano y poder cerrar sus ojos un poco. Prometio y el chico lento que respondía al nombre de Sora no habían aparecido todavía, tampoco la niña parte pulpo. Observó el vaso de agua sobre una roca y bebió un trago, suponía que para la Gyojin podría ser aún peor todas esas horas sin agua.

—Supongo que almorzaremos pulpo si logramos sacarle todo el veneno o si es que llega a este lugar...—

Murmuró para sí misma cerrando sus ojos y cayendo en un profundo sueño bajo la mirada silenciosa del fondo marino, los peces y los perturbadores ojos que rondaban la habitación gracias a sus telas. El día le había demandado bastante esfuerzo tanto en la forja como en la noche, solo esperaba que al día siguiente pudieran tomarse un descanso dado que la espada estaba casi lista y solo faltaban ultimar los detalles finales.

Había dejado a los minotauros atrás con mi gran velocidad, esperaba que no se las hubieran arreglado para atrapar a mi compañero de cabello azul. Aquella transformación me brindaba una gran velocidad, pero era muy exhausta de mantener; apenas unos segundos después de salir del alcance de las bestias mitológicas deshice mi transformación para recuperar el aliento "le hace falta un poco de fuerza a esta transformación" pensé.  La nueva forma de mi fruta había resultado bastante útil, aunque me dejaba un mal sabor de boca el hecho de no haber podido derrotarlos: aún existían muchas criaturas y personas formidables en aquel mar, no había momento para detenerse.

Seguí caminando en el denso bosque hasta que logré encontrar la salida, ¿se habría preocupado la hermosa Sowon por mí? Al final de cuentas el pequeño paseo había durado mucho más tiempo del que había planeado. A lo lejos pude divisar una luz entre toda la montaña, debería ser la casa del gigante herrero. Mientras me acercaba a la casa pude también divisar a la pequeña Ocho acompañada por las tres bestias, me alegraba de que hubieran escapado sin muchas dificultades, corrí un poco hasta alacanzarles.

-Veo que no les han causado problemas los minotauros -dije sonriendo y acariciando el lomo de Kirara.

Aunque un poco cansada, la tigresa parecía contenta por haber comido un brazo de minotauro, Arrhenius parecía un poco alterado por el incidente y, el grifo aún se mostraba un poco reacio a convivir conmigo, debería buscar una manera de llevarnos mejor, quizás con unos dulces. Llegamos a la casa y toqué la puerta. Mis bestias se quedaron afuera, probablemente se acostarían un rato, también estaban cansados.

-¿Es que no hay un condenado animal normal aquí? -pregunté mientras abría la puerta- mi tigresa tenía hambre y hemos acabado combatiendo contra un par de minotauros, ¿puedes creerlo Sowon? Esta isla es el jardín de fantasía -agité la mano para saludar a Vanko- ¿tienes un cigarro extra hombre? No me caería mal uno. -me senté exhalando y mirando al techo del refugio- por cierto Ocho, Sora no debe tardar mucho más, me lo he encontrado en el bosque, pero nos hemos tenido que separar.

Sora habia comenzado a correr, en su forma completa, corria hacia la casa de aquel gigante, las heridas en su espalda eran un poco profundas pero no era algo que tuviera que preocuparlo demasiado, mientras pueda encontrar a sus amigos bien todo pasaria a ser nada mas que un mal momento. Era un denso bosque, pero despues de unos cuantos minutos, que se alargaron bastante de hecho, al fin podia ver a lo lejos la vivienda del gigante, era un alivio realmente, podia ver las mascotas de Prome acostadas muy cerca de la entrada. Los fuertes pasos del Megatherium hacian que la tierra temblara debajo suyo, lo que alarmó un poco al grifo que Prome habia traido consigo, era claro que no estaba acostumbrado a ver una bestia como Sora, aunque las que se encuentran en esta isla no son precisamente las mas pequeñas o tiernas.

Sora volvió a su forma hibrida y caminó despacio hasta la entrada de la casa, saludó amablemente Arhenius quien si lo reconoció de inmediato, ya que ni siquiera Kiara habia logrado ver a Sora transformado, ya que su estancia en el barco era relativamente corta. — Hola Arhenius, ¿Ocho se encuentra bien?— Sorá preguntó al mono araña quien asintió, para posteriormente abrir la puerta y saludar a todos con la paciencia digna de su enfermedad. — Hola a todos, tengo un poco de sue....— Sora habia logrado entrar a la casa del Semigigante, sin embargo habia perdido tanta sangre que no tardó en desplomarse al suelo aun en su forma hibrida, no habia perdido la conciencia, pero no podia mover su cuerpo como este quisiera, la sangre que perdió llenaba plenamente su espalda. — Ocho, que bueno ver que estas bien — Sora intenta ponerse de pie tras haber caido, no quiere parecer tan debil delante de todos, pero era claro, sus alas estaban tintadas de rojo por su propia sangre.

— Oe Gigante, ensucie un poco tu piso, en cuanto pueda recuperarme lo limpiare— Sora logra sentarse tras unos segundos y se apoya de una de las paredes mientras Ocho corre para ayudarle a curar sus heridas. — Sorachi, ¿Que te pasó? — Era evidente la preocupación en la pequeña Gyojin, mientras intentaba mantenerse alejado de los demas, sobre todo del gigante y su amiga. Era bastante desconfiado cuando se trataba de dejar a Ocho con cualquiera.

— Solo un pequeño altercado, ya curare, siempre lo hago, es una ventaja de poseer una zoan prehistorica, ¿no? — Mencionó riendose. Mientras que la pequeña Ocho usando sus habilidades invocó unas cuantas burbujas que le permitian tener las herramientas necesarias flotando al rededor suya. Una tecnica llamada ¨Support Bubbles¨ que parecia ser muy util pues le permitia manejar mas de una herramienta al mismo tiempo mientras controlaba las buburjas.

—Deberias callarte Sorachi, estas herido, tienes que entender la gravedad de tu asunto, casi perforan una de tus alas — Las palabras de Ocho se llenaron de una profunda tristeza, se nota que quiere mucho a Sora, pero este posee una mentalidad tan tonta que aveces la hace preocupar de mas, ninguna hermana quiere ver como su hermano es herido, es exactamente lo que pasa con Sora y Ocho en esta ocasión. Ocho lanza una mirada de tristeza hacia Prometio, esperando que este diera una respuesta a situación en la que se encontraba su hermano.

¡Buenas! Hemos detectado ciertas irregularidades durante este rol y nos gustaría hacer una serie de indicaciones antes de que la situación se vaya de las manos. Disculpad la intromisión.

Vanko: Como te vea el de riesgos laborales le da un infarto. A partir de ahora si quieres usar tu ámbar como combustible úsalo a través de un depósito previo, porque tal como lo estás haciendo deberías arder. Por esta vez no pierdes el dedo, pero ten más ojo.

Sora: Recuerda que eres responsable de narrar adecuadamente las debilidades de tu NPC irrelevante. Si bien no has posteado cuatro veces en este rol, y aunque la guía ponga posts hay que entenderlo como "rondas". Es decir, que si te saltan también corre ese tiempo. Esto incluye, para el caso, roles en cadena. Tu niña pulpo debería estar ahora mismo con la boca seca y medio muerta porque la has dejado suelta bastantes más rondas de lo que deberías.

Más grave que esto, "support bubbles" no es una técnica que el NPC posea en su ficha ni esté solicitada en creaciones. De hecho, la fruta no está registrada con el NPC ni en su ficha. Tampoco solicitada en la moderación de técnicas para su entrenamiento. Aparte, ¿cómo te cose la herida una persona sin ninguna clase de conocimiento médico?

Aparte de esto, recuerda tu debilidad que hay momentos en los que parece que te la pasas un poco por encima.

Sowon: Recuerda que crear paisajes híper realistas no es algo que deberías poder hacer hasta un poco más adelante en tu atributo o sin una técnica específica. Esto lo cubres con el Realistic Sewing, pero nunca está de más recordarlo.

—Sewing Clon, un señuelo, que puede simular hablar y moverse con libertad. Como puede ver, puedo cumplir la fantasia de cualquier hombre creando perfectas mujeres para su placer. Mi poder es como la magia, el dominio de la mente, pero como puede suponer no usaré tales trucos con usted. Solo imagine a un ladrón creyendo que me ha matado y está en su guarida, cuando en realidad yace en una cueva y al dar un simple paso la tela cede cayendo a una muerte ruin y dolorosa, atrapado boca abajo en una grieta mientras mi espada se alimenta de su sangre...—

Deseamos acotar que este no es el funcionamiento de la técnica. Además de que una persona con cierta percepción o agudeza (e incluso instinto) podría percatarse del engaño, este clon no está pensado para interacciones largas y continuas sino fugaces como, tal como expresa la técnica, "fingir una derrota en caso de necesidad".

Prometio: Lee mejor los posts de los demás, por favor, y cuando te vayas  tomar ciertas libertades pregúntale primero a los demás jugadores si tiene sentido.

En principio esto debería ser todo. Hemos intentado centrarnos solo en lo que requiere comentario sí o sí para no limitar vuestra libertad en un rol social, pero intentad tener más cuidado de aquí en adelante.

Tened buen día.

Me encontraba en medio de la noche, recién despierto, con una expresión bastante estúpida en el rostro. Todo debido a un tipo que tenía la brillante idea de irrumpir en mi hogar con nocturnidad y alevosía, pidiendo tabaco a altas horas de la noche sabiendo que yo tenía acceso a un arsenal de armas y, como guinda del pastel, había un hombre desangrándose en mi suelo con una cornada de doble trayectoria de la cual no tenía ni la más mínima idea de su origen. Además, la joven gyojin seca como la mojama estaba al borde de la desesperación mientras intentaba contener la hemorragia, aunque lo hacía con la eficacia de un tartamudo tratando de recitar un trabalenguas con tos.

"Sowon", exclamé con urgencia, "Necesitaré tu destreza con la aguja e hilo. Además, trae unos metros de vendas blancas de tu cuarto", le pedí esperando que entendiera a que vendas me refería mientras me apresuraba a buscar la grasa desinfectante que solía usar en mis propias heridas.

Prometio, aparta a la joven y hazte cargo de ella. "Vamos a ver si no te nos mueres.", le dije con firmeza. "Puede que seas duro, tengas una Akuma no Mi o lo que sea, pero tienes una cornada doble en la espalda. Dado que has llegado caminando, asumimos que tu columna vertebral está intacta y no perderás la capacidad de moverte. Aunque es probable que tus alas no vuelvan a quedar simétricas, eso no es una prioridad. Lo que más me preocupa es que estás perdiendo mucha sangre. Hay dos posibilidades: o la cornada ha alcanzado tu corazón y sigues perdiendo sangre con cada bombeo, o ha alcanzado una arteria importante y sigues perdiendo sangre a un rápido ritmo. Si empiezas a toser sangre, significará que ha afectado tus pulmones", expliqué con gravedad.

"El médico más cercano está en Carvatea y hasta dentro de tres horas no abre la consulta. Considerando el ritmo al que pierdes sangre, es poco probable que llegues a tiempo, aunque dudo que pudieras en tu estado. Sin embargo, tengo una solución para tratar de frenar esa hemorragia.", le dije. "La decisión es tuya", comenté mientras metía una barra de acero al rojo vivo en el fuego. "Podemos cauterizar la herida o no. No soy médico, solo conozco algo de anatomía básica de los libros, pero espero que esto te ayude a sobrevivir hasta que llegue el doctor. ¡Sowon, ¿Dónde demonios están esas vendas?!". Grité, sintiendo la urgencia de la situación.

"Por cierto, si alguno tiene un den den mushi, creo que puedo despertar al doctor para decirle que vaya subiendo", comenté con un tono serio.