Un paso detrás de Yortro (Pasado) (Jin-Yor)

Era muy agradable encontrar una isla como esta por una vez. El ambiente era buenísimo, se notaba que este sitio era un punto de encuentro entre muchos turistas con ganas de fiesta. Por eso, y como ya era costumbre, no había tardado demasiado en convencer a Jin de que atracasemos en la isla para tener un pequeño rato libre. Curiosamente, esta vez se había decidido por acompañarme en mi pequeña exploración. Era extraño porque normalmente me solía escapar antes, no por nada, sino porque solía lanzarme antes sin pensar. Me imagino que esta vez no había mucho que pensar, estaba claro que la isla era un simple atrapabobos. Y yo lo era.

Caminábamos tranquilamente por la calle, era un poco gracioso ver a Jin en un espacio con tanta gente por las calles. Hacía todo lo posible por no matar con la mirada a cualquiera que se le pasara, por lo que la mayoría del tiempo miraba hacia abajo o a mí. Normal, era de lo más interesante. Yo, por otra parte, estaba bastante distraído con la cantidad de luces y música que se oía por todas partes. No podía evitar menear la cabeza al ritmo de vez en cuando, no recordaba cuándo fue la última vez que bailé de verdad.

-Jin, espero que sepas bailar, porque yo no tengo ni idea. A no ser que sea un baile de gala, cosa que me niego a hacer, aunque claro, aquí no creo que estén por la labor tampoco.- A Jin si le hablaba un poco más de mi pasado noble. Lo justo-. El que peor baile le paga una copa al otro, ¿sí?

Antes de que pudiera negarse le cogí del brazo y lo metí a un local llamado Funky Bar. La verdad es que no me había fijado demasiado en el sitio, solo había visto una pizarra exterior en el que anunciaban una especie de cóctel en el que mezclaban vainilla con no sé qué más. Por suerte, el espíritu que se respiraba era de lo más agradable. La gente disfrutaba mucho de bailar y charlar con amigos. Lo que sí que era curioso es que solo podía ver a hombres… Bueno, la isla era grande y había muchísimos sitios así, seguramente solo sería una casualidad curiosa. En el centro del local había una pista de baile de cuadros que se iluminaban con infinidad de colores al ritmo de la música.

-¡La verdad es que la música está muy alta! Nunca había estado en un sitio como este, ¡parece divertido! ¿No?

Tras comentar aquello me giré hacia Jin, sonriéndole con diversión en el rostro. Me fui alejando, bailando de la forma en la que podía. Arrastrar los pies hacia atrás, moviendo los hombros. Una vez estuve en la pista, cerré los ojos y me dejé llevar.

Habían sido un par de semanas de viaje movido. El tiempo no acompañaba, así que cuando divisamos tierra, no dudé en poner rumbo directo hacia ella. Necesitábamos urgentemente un descanso. Quien me iba a decir a mí que esta isla era concretamente Mirrorball Island, la isla de los extrovertidos y los hijos de puta. Sin embargo, era una isla relativamente calmada, así que nos venía bien para descansar de la acción un rato. Nada mas atracamos en el puerto, Yor se dispuso a hacer lo de siempre, salir corriendo sin avisar y luego me tocaba a mí buscarle durante por lo menos una hora o dos. Si hombre, otra vez no, pensé. Amarré el barco rápidamente al puerto y salí corriendo detrás de Yor. No tardé demasiado en alcanzarle. Tenía los ojos abiertos como platos absorbiendo todas las luces y los colores. Esta ciudad estaba hecha para atrapar a gente como Yor. Y lo estaba consiguiendo con creces. A mí lo único que conseguía era cabrearme. O, si no tenía la energía para cabrearme, agobiarme. Tanta gente, toda corriendo de tienda en tienda, de garito en garito, hablando muy alto, juzgándote con la mirada... no lo soportaba. Sin embargo, no quería llamar la atención, así que me decidí a poner mi mejor cara de "que agradable soy y cómo me encanta estar aquí que pude". Estaba tan concentrado en esto que casi me sobresaltó el comentario de Yor.

- Por supuesto que se bailar, ¿por quién me tomas? - contesté indignado. - Que no me guste la gente no implica que no me guste "mover el esqueleto".

En realidad, hacía bastante tiempo que no bailaba. Y más tiempo que no bailaba con alguien. De eso hacía tanto que, hasta que lo hubo mencionado Yor, a mí se me había olvidado por completo. Estuve a punto de ensimismarme en estos recuerdos cuando me dí cuenta de que, en efecto, Yor seguía hablándome.

- ...eeeh, sí, por supuesto. El que peor baile paga. - Pensé durante un segundo - Espera, ¿cómo pretendes medir eso?

Antes de que terminara la frase me agarró del brazo. Reprimí rápidamente unos pensamientos impulsivos que no me apetecía afrontar en ese momento. En mi cerebro en este momento solo había un mono con platillos, y así debía quedarse. Por lo que pudiera pasar. Sin embargo, el cabrón de Yor decidió entrar al Funky Bar. Bar ampliamente conocido por ser un bar gay. No habia otro puto sitio..., pensé, temiendo la cantidad de alcohol que iba a tener que entrar en mi cuerpo.

La música estaba alta y el vino estaba frío. La gente bailaba sin ningún tipo de ritmo ni dirección. Como pollos sin cabeza. Parecía que no habían escuchado disco en su vida. Pero bueno, quien soy yo para juzgar. Una vez más estaba pensando por encima de mis capacidades cuando Yor me sacó de mi ensimismamiento.

- Si, parece divertido - respondí de manera parcialmente honesta - ¿Nunca habías estado en... un garito de musica?

Recordé los escasos fragmentos de su pasado que me había ido contando a lo largo de los días. Realmente que tiene sentido que no haya estado en un sitio de estos. Bueno, supongo que es mi responsabilidad que se lo pase bien la primera. Este pensamiento cambió mi actitud por completo. Pedí dos margaritas, sabía que a Yor no le gustan las bebidas con demasiado sabor a alcohol, así que me pareció una buena elección. Entretanto, él se había alejado hacia el centro de la pista. Cuando le volví a encontrar le acerqué mi cara bastante más de lo normal. La música estaba, de hecho, muy alta.

- A esta invito yo. - esbocé una pícara sonrisa - Las próximas no lo puedo asegurar.

Le ofrecí la bebida y me puse a bailar. Recordar la sensación de la música atravesando mi cuerpo fue placentero. Había olvidado ya el mover el esqueleto al ritmo de la musica y lo feliz que me hacía sentir. Pasaron un par de minutos hasta que la sensación de óxido de mi cadera y de mis rodillas desapareció. Una vez comencé a notar a mi cuerpo fluir como yo quería, me acerqué a bailar más cerca de Yor. El frenesí del baile que vino y el del alcohol que estaba por venir supusieron que mi fachada estoica se rompiera como un cristal. Ya no me costaba sonreír.

Me tuve que morder el labio para evitar soltar una risa cuando utilizó esa expresión, en el fondo el corazón de Jin lo llevaba un viejito que miraba las obras. En fin, era parte de su encanto. Le guiñé un ojo cuando preguntó aquello.

-Muy sencillo. Soy tú capitán, así que simplemente yo decidiré quién lo ha hecho mejor, pero seré imparcial, te lo prometo.- Lo haría, más o menos.- Bueno, creía que era obvio que no había estado nunca en un sitio así, pero de eso va en parte este viaje. De descubrir cosas nuevas.

La sensación en la pista de baile era algo extraña. Era como una zona mágica. De algún modo, toda esta gente que no se conocía había decidido que bailar en público ya no era algo de lo que avergonzarse y compartían un sentimiento de adrenalina y diversión sin ningún tipo de pretensión. Bueno, supongo que alguno estaría por aquí para ligar, por lo que yo entendía en los sitios de fiestas se solía hacer eso. El caso es que a nadie le daba miedo hacer el ridículo, por supuesto que el alcohol ayudaba, pero muy borracho tenías que ir para ponerte a bailar en la vía pública como estaba viendo a algunos hacerlo delante de mí. Por eso supongo que no me costó demasiado moverme al ritmo de la música. Solamente fui copiando movimientos que veía en otros que me gustaban, si tuviera un maestro de baile sería más sencillo.

Di un pequeño salto de sorpresa cuando de repente volvió Jin con la bebida. A sus palabras, solo le sonreí divertido. Eso decía ahora, pero seguramente si no le dijese nada me invitaría a todas. Me había dado cuenta de que me trataba mejor que al resto de la tripulación, quizá porque me conoció a mí primero, daba igual el por qué. Yo fingía que no me daba cuenta de que me consentía y estoy bastante seguro de que él finge que no sabe que me he dado cuenta. Me llevé la bebida a mis labios, disfrutando mucho del sabor dulce. Me conocía bien. Solté una risita cuando se me acercó más, qué bobo.

-Somos piratas, podemos robar la bebida de la misma manera que te voy a robar este baile.

Tras decirle aquello le cogí de la muñeca para acercarlo lo máximo posible, poniendo mi frente contra la suya mientras me reía. Me lo estaba pasando muy bien. Me sorprendí un poco cuando noté su mano en mi cintura, de este modo empezó a dirigir un poco mis pasos. Me habría quejado, pero ahora nos estábamos coordinando mejor y su mano se sentía bien ahí, era cálida. Lo miré entonces a los ojos unos segundos y de lo que me dí cuenta hizo que me terminara la bebida de un trago. Había pensado en Albert. Pero no porque lo echara de menos, era un buen amigo por todo lo que había hecho por mí, pero esta vez era porque mirar a mi subcapitán me había hecho sentir por un segundo lo mismo que sentí cuando nos conocimos. Tragué saliva y en el momento en el que pasamos al lado de alguien que tenía una bebida en la mano hice crecer mi cola para darle en la espalda, distraerlo un segundo y coger lo que tenía en la mesa alta sin que se diera cuenta. El ruido y las luces camuflaron mis acciones. Di otro trago, esta vez sin terminarlo de una. Con Jin estaba empezando a aprender a beber, pero todavía me quedaba un poco y haberme terminado el margarita tan rápido empezaba a cobrar pasada. Acerqué más mi pecho contra el suyo, sería muchas cosas, pero no un cobarde así que iba a averiguar hasta dónde llegaba esto.

-No quiero meterte presión, pero robar una bebida sin que se den cuenta mientras bailo cuenta como un paso y muy bueno, estoy ganando la competición por ahora.- Le sonreí de lado entonces.

- Visto así, tienes razón. - le respondí mientras bailábamos - Aunque no me apetece que me echen de la isla nada mas lleg-

No pude terminar de enunciar la frase. Yor me había agarrado de la muñeca y me había acercado todo lo posible a él. Esto va a llevar a terrenos inexplorados.... Mi característica corriente de pensamiento fue cortada completamente en seco cuando me encontré con la cabeza de Yor a escasos centímetros de la mía. Gracias a Dios que las luces de este antro enmascaraban a la perfección el rojo que se me estaba subiendo por toda la cara. Viendo que este era el acercamiento que íbamos a tener, evidentemente no iba a perder. Dirigí mi mano hacia su cintura y empecé a dirigirle en el baile. Una vez recuperado el control de la situación, la verdad es que me encontraba bastante más cómodo.

Se acabó su margarita rápido y sibilinamente, sin dejar de bailar, robó con su cola la bebida de un pobre diablo que, más que bailando, estaba dando tumbos intentando no caerse de boca. Realmente, le estábamos haciendo un favor. Seguidamente, Yor se la bebió de un trago otra vez. Como si de una broma universal se tratara, la banda decidió dejar la música energética, y que era la hora de un par o tres de baladas. Yor pegó nuestros cuerpos inmediatamente. Sentí todo su cuerpo junto al mío, y su cara apenas a un par de centímetros de la mía. Bueno, de perdidos al rio.... Estaba empezando a arrastrar un poco las palabras. No podía más que hacerme gracia lo resistente y capaz que es general y, sin embargo, dos margaritas y ya está tumbado por los suelos. Se me estaba haciendo difícil ocultar la diversión que me estaba provocando toda esta situación.

- Es, sin duda, un paso muy bueno - le devolví la sonrisa - sin embargo, vas a tener que esforzarte más si quieres ganarme aquí. Sígueme.

Volví a guiar su cuerpo con mis brazos. Como era una canción relativamente lenta, me daba tiempo a meter pasos más divertidos. Sus brazos se despegaron de mi espalda, muy a mi pesar. Intenté darle una vuelta a Yor. La primera me dio el resultado esperado, es decir, que casi se cae. Asumí que era más debido al alcohol que al baile, porque estos pasos se parecían bastante más a un "baile de salón" que lo que estábamos haciendo antes. Decidí doblar la apuesta.

- Confía en mí - le dije mirándole fijamente a los ojos

Sólo tenía que dejarse llevar y no oponer resistencia. Mi idea fue lanzarle con una vuelta lo más lejos de mí que me dejasen los brazos sin soltarle la mano para que al volver como si fuera un muelle, lanzarle un poco hacia arriba. Lo que realmente me apetecía era que al caer, como estaba decididamente borracho, se desequilibraría y entonces sólo mis brazos le librarían de una caída al suelo. Se iba a acabar la canción, y algo me decía que después volvía el disco, así que tenía que ser ahora. Me preparé y le lancé con toda la gracia que pude. Cuando aterrizó, le sujeté la cintura y me aseguré de llevarle lo más cerca del suelo que me permitió mi propio equilibrio.

- Vaya cara que has puesto. - le sonreí con cierta burla mientras le subía hacia mí - Cualquiera diría que te ha gustado.

La banda comenzó a tocar música divertida otra vez. Me gustaría beber más,pensé instantáneamente.

- Yor, sígueme - seguía agarrado a su cintura - te voy a enseñar otro pequeño truco de bar.

Me acerqué sigilosamente a la barra. Ya era tarde, lo que significaba que la gente estaba terminalmente borracha. Lo que a su vez significaba que las bebidas estaban completamente desatendidas. Sólo tenías que actuar de manera natural. Nos coloqué delante de dos cubatas que parecían cargados y sin vigilar. Probablemente sus dueños estarían bailando. O "bailando". Esperé un minuto por si las moscas y me bebí el vaso entero de un par de tragos.

- Es importante que te lo bebas rápido. Así no pueden saber si has sido tú - le instruí divertido.

Después, simplemente, me quedé observándole.

-¿A estas alturas me pides que confíe en ti? Llegas tarde, Jin…

Se me resbalaron un poco las letras, pero sé que me hice entender. De normal no estaría cómodo con esto, no me gusta que me digan lo que tengo que hacer o restringir mis movimientos, pero esto era distinto. Era divertido. Además. sí que confiaba en él. Entendí rápidamente lo que quería hacer por lo que no fue difícil seguirle el ritmo. Sin embargo, casi tropecé, pero por suerte me agarró bien. Alcé una ceja cuando me provocó con aquellas palabras, yo también sabía cómo devolverlas. Como capitán pirata tengo un ego que defender.

-Sí, pero desde luego no tanto como tú, si que agarras bien fuerte la cintura de otro chico, ¿eh?- Lo acompañé hasta la barra, curioso por lo que tenía en mente. No pude evitar soltar una risita-. Y luego me echas a mí la bronca cuando me meto en líos y tú aquí, robando bebidas… ¿Quién te ha metido esa idea en la cabeza?

Bebí yo también, este estaba de peor sabor, haciendo que sacase la lengua con disgusto. Me habría llevado un chasco de no ser por el cóctel de vainilla que vi desprotegido en la barra. Fijé la mirada en mi presa, acercándome sin ningún tipo de vergüenza hasta este, poniendo la mano en el vaso de cristal. Sin embargo, parece que tuve la mala suerte de ponerlo a la misma vez que su dueño, el cual me miró con cara de pocos amigos.

-Tío, creo que te has confundido de copa, esta es mía.- Las mentiras hay que seguirlas aunque te pillen, al menos así te vas con algo de dignidad.

-¿Qué coño dices, niñato?- Me pasó la mirada de arriba abajo y volvió a fruncir el ceño, esta vez la expresión de enfado dio lugar a una de reconocimiento. Bien, igual así me dejaba la copa-. ¡Eres un sucio pirata! ¡Como agente de la legión, quedas detenido!

Vale, no ha salido como esperaba. Rápidamente di una patada al taburete sobre el que estaba, desestabilizándolo y haciendo que cayera al suelo. Por supuesto cogí la copa y me la terminé, dulce vainilla. Fui corriendo hasta Jin agrrándolo y dándome la vuelta entonces para ver como el tío, que ahora que me fijaba era bastante alto y tenía pinta de oler a requesón. Ya sabes, el pelo canoso, una barba descuidada y sucia además de varias cicatrices y arrugas por toda la cara. Iba a decirle a Jin de irnos, pero entonces vi como el puño del legionario se tornaba negro y lo único a lo que me dio tiempo fue a cubrir de haki el pecho donde impactó el golpe.

Atravesamos el techo. Por suerte fue mi espalda quien se comió el impacto. Tragué saliva, pensando rápidamente en los pocos segundos que teníamos antes de la caída. Parecía que nos habíamos topado con un hueso duro de roer y me había jodido la cita. Sacudí la cabeza y comencé mi transformación para poder amortiguar mejor la caída. En cuanto mi forma de salamandra gigante salió, fue más fácil envolver a Jin con los brazos y me enrosqué. Atravesé otro techo y gracias a un poco de haki y mi transformación no me rompí nada importante. Solté entonces a mi subcapitán y me levanté, estirándome un poco y crujiendo algunos huesos.

-Bueno, parece que tenemos entre manos otra pelea…- Miré a mi alrededor, abriendo mucho los ojos por la impresión. Estábamos en una especie de escenario preparado que simulaba una cocina. Detrás de unas cámaras se veía un público y una señal en la que ponía “Directo” encendida. Antes de poder decir nada, escuché un grito venir de los cielos, por lo que me asomé al agujero que había formado, viendo como el hombre de antes se iba acercando-. Ah… Jin, vamos a ir preparándonos, el tío va volando al parecer.

- ¿Que quién me ha metido esa idea en la cabeza? - estaba empezando a hablar un poco alto - Somos piratas, ¿no?

Me di cuenta inmediatamente de lo que estaba diciendo. Esto era una isla del Gobierno Mundial, era una locura ponerse a pregonar lo que era, efectivamente, nuestro oficio. Por suerte, parecía que nadie nos había escuchado. Decidí ignorar el otro comentario de Yor. No tienes ni idea, pensé. Se bebió "su cubata" rápido, poniendo su inconfundible cara de asco. Yor era una persona muy expresiva, para absolutamente todas las emociones. Pero su punto fuerte era expresar que algo no le gustaba. Cuando el sabor de algo no le cuajaba era incapaz de no arrugar la cara en un gesto de total desacuerdo con lo que estaba tomando. A mi me parecía adorable.

Su otra expresión canónica ocurría cuando ponía los ojos sobre su presa. Casi como un gato dilatando las pupilas, bloqueaba todos los estímulos y en su mente solo existía conseguir el objeto de su deseo. Sin embargo, esto tenía sus desventajas. No me dio tiempo a avisarle de que la bebida de vainilla que estaba intentando adjudicarse (apunté mentalmente la vainilla en la "Lista de cosas que le gustan a mi capitán") no estaba del todo resguardada, y su dueño iba hacia él con paso firme y cara de pocos amigos. La táctica aquí es pedir perdón y asegurar que te has equivocado. Normalmente, si admites tu error es mucho más fácil desescalar la situación. Claro que, siendo Yor, jamás iba a pasar eso. De hecho, hizo absolutamente lo contrario. No me lo puedo creer..., empecé a pensar. No me duró mucho el pensamiento pues de repente el sujeto había resultado ser un legionario que pretendía detenernos. Genial, ya no se puede ni relajarse un rato uno.

Yor se acercó a mí, y yo dirigí mi mano rápidamente hacia las espadas. Desde mi tiempo en el Ejército Revolucionario, no me había encontrado con ningún legionario que no pudiera vencer. Y este no iba a ser una excepción. Eso fue todo lo que me dio tiempo a procesar antes de que el calvo borracho del legionario nos arrease un puñetazo que nos mandó volando fuera del bar. De un momento a otro, estaba envuelto en Yor, que estaba en su forma salamandra y había conseguido absorber casi todo el impacto. Atravesamos un techo y caímos a una especie de escenario. Creo que volamos hacia un plató de los estudios de grabación de Mirrorball. Había una señal encendida que ponía "DIRECTO" y una moderada cantidad de público sentada detrás de las cámaras.

- Esta parece ser que viene con público. - contesté a Yor mientras me levantaba del suelo - Gracias por absorber el golpe, por cierto. No creo que yo hubiera salido tan bien parado.

A todo esto, el legionario calvo volaba, al parecer. Busqué mi espada, que milagorasmente seguía en mi cinturón y la desenvainé colocándome en posición. A juzgar por el puñetazo y por el hecho de que venía volando, seguramente no iba a ser una pelea fácil. Sonreí de emoción. En realidad, ya nos venía haciendo falta un reto contundente. Me dirigí al legionario mientras venír.

¡Eh, calvo cabrón! - Al susodicho no le hizo demasiada gracia - ¿Es eso todo lo que sabes hacer?

Se impulsó desde el aire directo hacia a mí lanzándome un puñetazo. Logré esquivarlo lanzándome hacia la derecha por los pelos. Igual este tío es más fuerte de lo que pensaba... bueno, como si eso me hubiera detenido alguna vez. Me volví hacia él justo a tiempo para bloquearle otro puñetazo con la espada. Se detuvo delante de mí.

- Chico... eres muy lento. - su voz era ronca, como si hubiera estado fumando desde que nació - Va a ser mejor que te detenga yo... no durarías ni un segundo contra ningún legionario competente.
- Tengo una propuesta mejor - respondí mirándole fijamente a los ojos - ¿Qué tal si te gano a tí, luego gano a los legionarios competentes y luego destruyo la suerte de organización a la que llamáis "La Legión"

El legionario se enfureció. Apenas terminé de decir la frase, empezó a lanzar puñetazos a diestro y siniestro. Logré parar la mayoría, pero el último golpeó de lleno en las costillas, lanzándome volando al fondo del plató. Tardé un par de segundos en levantarme, apenas sin aire. Tosí un par de veces. Habrá que ponerse serio....

Volvió a lanzarme una ristra de ataques, pero esta vez los pude esquivar con bastante mejor soltura. Vi un hueco en su defensa y decidí explotarlo lo mejor que pude. Le asesté dos cortes en el costado que parecían haber ido bastante profundos. El legionario se paró a agarrarse la zona donde le había pegado, momento que pude aprovechar para asestarle un par de patadas que le desequilibraran y entonces tendría el control del combate. Y sin ayuda de Yor. Le asesté las dos patadas lo más fuerte que pude, era un hombre construido como un armario y evidentemente no iba a ser fácil derribarlo. Me puse de cara a él una vez asestadas las patadas. Esperaba verle en el suelo o, como mínimo, aturdido. Con lo que me encontré fue con una mirada fría, privada de toda emoción. Parecía que me estuviera mirando directamente al alma.

- ¿Es eso todo lo que sabes hacer? - Me dijo en un tono prácticamente calmado

Apenas me dio tiempo a ver el puñetazo que venía directo a mi cara, y no me quedó más que aceptarlo. Aunque infructuoso, mi duelo con él había servido para una cosa. Se había olvidado de Yor.

Me acerqué a la isla de la cocina, cogiendo un plátano que había en el frutero. Me di cuenta entonces que detrás de la isla había un hombre y una mujer agachados, seguramente serían los conductores del programa de cocina. Cuando se dieron cuenta de que los estaba mirando, huyeron despavoridos hacia donde estaba el público, los cuáles no sabían muy bien qué hacer. Por mi parte, empecé a comerme el plátano tranquilamente, mirando de nuevo a Jin.

-No te preocupes, no todo el mundo puede hacer lo que yo. Si no hubiéramos ido a tanta velocidad habría intentado volar, pero seguramente habría sido inútil. Además, siempre he querido salir en televisión.

Sonreí para mí cuando vi a mi subcapitán meterse de lleno a la pelea. En esta situación podría haber intervenido, pero ya sabía muy bien que cuando se ponía así, mejor no ponerse en medio de sus espadas. Quizá querría lucirse o desempolvar las espadas. Por mi parte, siempre me gustaba verlo pelear. Además, así quizá me percataría de algo que él no al estar fuera de la pelea. Mientras comía el plátano, me fijé en las heridas del legionario. Sí, en una persona normal podrían haber sido fatales, pero el calvo se las cubrió con haki de armadura, la presión impedía que sangrara en exceso. Una buena idea, sin duda. La pelea empezaba a desvelarse como algo bastante más complicado de lo que habíamos pensado al principio. Bueno, nada como superar una pelea difícil en prime time. Afilé la mirada en cuanto vi el puñetazo que se iba a comer Jin, era el momento de entrar. Me abalancé sobre él, aprovechando el punto flaco que había permitido crear, la experiencia del viejo no había sido suficiente para aguantar el descaro de dos chavalitos. Recubrí mi puño con haki, dándole un buen golpe en el costado, desgraciadamente no fue en el que ya tenía herido por los tajos de mi espadachín. Se giró hacia mí, aprovechando que Jin tardaría un poco en recuperarse.

-Si te crees que voy a dejar que toques a mi subcapitán sin hacer nada, estás muy equivocado.- Conforme hablaba, fui tomando mi forma híbrida. Alcancé los tres metros, mis brazos y piernas estaban cubiertos por escamas negras y manchas amarillas. Mi pelo se tornó fuego y mis ojos negros con iris amarillas-. Todo el mundo va a ver como te va a dar una paliza el próximo rey de los piratas, calvo cabrón.

Ambos nos tiramos a por el otro a la vez. Atrapó mis puños con sus manos y nos quedamos anclados en el suelo, cada uno haciendo fuerza para desestabilizar al otro. Ya, bueno, la verdad es que sería una pena que alguno de los dos tuviera alguna habilidad como escupir fuego y… Efectivamente cogí aire y lo expulsé hacia él. Fue lo suficientemente rápido como para apartarse, pero el ataque había dado. Se quitó su camisa que estaba en llamas y dejó a relucir su torso musculado. ¿En serio el calvo cabrón tenía que tener músculos tan perfilados? Su haki lo había protegido de mayores quemaduras. Dio un pisotón que creó una grieta en el suelo que avanzó hasta mí, haciendo que trastabillara en el lugar. Me hizo un placaje que provocó que ambos atravesaramos la pared del estudio, cayendo en otro.

-Por 100.000 berries, ¿qué famosa isla es gobernada por la familia Nefertari?- Escuché a un presentador anunciar.

-¡Oh! ¡Arabasta!- Respondí sin pensarlo, cuando me sabía una pregunta siempre respondía lo más rápido posible-. ¡Quitate de encima, asqueroso!

Junté ambas manos en lo alto y bajé el puño resultante a su espalda, haciendo que se retorciese de dolor y se apartase a un lado. Me levanté, quitándome el polvo que tenía encima. Miré este plató. De nuevo, público en gradas, solo que esta vez estaba en medio de un escenario y había un presentador y dos concursantes enfrente de mí.

-¿¡Se puede saber quién y qué eres?! ¡Este es mi programa, fuera de aquí!- Al César lo que es del César, tenía agallas para ser un showman.

-Soy Yor D. Krein, futuro rey de los piratas. ¡Y ahora déjame tranquilo! Estoy peleándome con un legionario calvo.

Volví al foco de la pelea. Hice crecer mi cola con la que di un barrido en el suelo, provocando que saltara para esquivarlo. Una vez estuvo en el aire solté una llamarada que esquivó de nuevo llevando todo el peso de su cuerpo hacia abajo, donde yo ya estaba esperando con un buen puntapie en la base de su estómago. Las peleas con haki y cuerpos resistentes de por sí eran así. A no ser que tuvieras algún arma, consistía en ver quién aguantaba más morralla. El legionario no se quedó atrás y su contraataque fue admirable.  Me tiró uno de los atriles del escenario que tuve que agarrar con ambas manos para que ningún civil saliese herido. A una velocidad impresionante atravesó el objeto y me golpeó en todo el esternón, haciendo que saliera despedido unos metros hacia las gradas. Por suerte se apartaron todos y pude concentrarme en intentar recuperar la respiración.

-Parece que el futuro rey de los piratas va a acabar como todos sus amiguitos piratas, muerto en una pila de su propio fracaso.

Vale, este legionario era prácticamente un estereotipo de tío malo, ¿cómo es que además era fuerte? Yo, como no podía hablar por el momento, le dediqué una amable peineta.

Caí al suelo, pero al legionario no le dio tiempo a reaccionar antes de que Yor se abalanzara sobre él. Calculaba que necesitaría más o menos un minuto para recomponerme. Sonreí mientras Yor tomaba su forma híbrida. Cada vez que tomaba esa forma, no podía dejar de mirar. Era hipnótico. Concretamente, el fuego de su pelo. Si no hubiéramos estado en mitad de una pelea, me habría quedado completamente embelesado. Pero bueno, el legionario no tiene demasiado más que hacer.

De repente, Yor dudó y el legionario aprovechó para placarlo, rompiendo la pared y cambiando de plató. Cogí aire y me levanté trastabillando un poco. Al levantarme, me di cuenta de que todo el mundo nos estaba mirando. El presentador del programa estaba temblando en las escaleras que dirigían al público. Intenté poner una cara afable

- No se preocupen, él jamás dañaría a civiles - Señalé al agujero por el que se habían ido Yor y el legionario. - Además, la pelea la empezó él. En fin, pueden seguir con el programa.

Me di la vuelta, cogí mis espadas y me dirigí hacia el boquete. Dentro, el legionario y Yor se estaban intercambiando golpes. Tenía la sensación de que la pelea se estaba empezando a estancar. El presentador de el programa se dirigió hacia mí directamente. Este es bastante más valiente que el anterior. Claro que es porque se le ha subido la fama a la cabeza y se cree completamente inmune. - Tenía la cara completamente enrojecida

- ¿¡Otro mas!?  ¡Estoy harto de que sucios piratas no hagan más que interrumpir mi show! Hacedme el favor e idos a luchar en contra de la ley, el orden, y... - me miró de arriba a abajo - ...el sentido de la estética a otro puto sitio.

Le miré de arriba a abajo sin decir ni una sola palabra. Entonces me erguí y crucé el boquete. Quedaba más o menos a una cabeza por encima del presentador. Posé mi mirada en sus ojos y se la dediqué fría y amenazante. Después, me llevé las manos a la cintura y las posé ahí, conscientemente cerca de las espadas. Imposté una voz grave.

- Deberías conocer tu lugar, pequeño hombre de papel - Estaba conscientemente performando como un pirata malvado. - Salte de las cámaras antes de que te mees encima.

Le dejé a un lado apenas pudiendo contenerme la risa. Nada me hacía mas gracia que ver a gente que se cree poderosa cayendo completamente de su pedestal. Me volví a fijar en la pelea entre el legionario. Yor acababa de atrapar un atril, descuidando completamente de guardarse del ataque del legionario. Supe perfectamente lo que se venía. Yor salió volando a las gradas. El legionario sin embargo, estaba completamente ofuscado en él. Esta era mi entrada en escena. Me concentré en respirar, canalizando toda mi energía hacia mis espadas. En mi visión ahora sólo estaban el legionario, que se encontraba de espaldas a mí, Yor, caído unos metros más atrás y yo. Todos los demás estímulos eran irrelevantes y, por lo tanto, despreciables. Escuchaba la respiración entrecortada del legionario, se estaba empezando a cansar de nosotros. El legionario habló y Yor, expresivo como siempre, decidió que una imagen valía más que mil palabras y le dedicó una peineta. Era mi momento de atacar.

Corrí hacia el desenvainando las espadas. Mi intención era atravesarle el corazón, estando de espaldas no debería haber sido muy difícil. Esto era un golpe que jamás había fallado y, además, estaría matando a un legionario en prime time. Seguro que me conseguía una buena recompensa. Sin embargo, milisegundos antes de que mi espada contactara con él, se giró. Había, evidentemente,  notado mi presencia. Sin embargo, no la había notado lo suficientemente rápido, pues me dio tiempo a asestarle un tajo considerable en el costado. Bueno, un éxito a medias me tendrá que valer por ahora, pensé. Estaba claro que mi enemigo conocía técnicas ampliamente superiores a las mías, seguramente estaba utilizando haki. Así estaba aguantándole el tipo a Yor. Bien, según había entendido por las explicaciones difusas de Yor, el haki se basaba en canalizar correctamente la energía del cuerpo y la voluntad de la mente a nuestro favor. No podía ser tan difícil conseguirlo. El legionario contraatacó, lanzándome un derechazo directo a mi cabeza. Lo paré con la espada y contraataqué con una buena patada al estómago, que apenas le hizo nada.

- Chico... - el legionario empezó a hablarme - ...si esas son tus mejores patadas, me temo que tu vida no va a durar muchísimo más.

Comenzó un intercambio de golpes bastante igualado. Los cortes y los puñetazos se sucedían a una velocidad bastante alta. No podía parar de tener la sensación de que se estaba conteniendo. Al pasar unos 5 minutos seguidos de toma y daca infructuoso, detecté un hueco en su defensa. Perfecto, pensé, al fin puedo castigarle. Le asesté una patada en el lado izquierdo del cuerpo, haciendo que expusiera su costado derecho, cosa de la que me aproveché inmediatamente asestándole un corte directo. El legionario contuvo un gemido de dolor y seguidamente me agarró la espada con la mano antes de que pudiera recuperarla. En su mirada sólo se podía reconocer una furia incontenida. Estaba cansado de esta pelea y estaba cansado de nosotros. Dejó de contenerse.

Agarró mi espada derecha y me atrajo hacia él, lanzandome una patada directamente a la barbilla, que me hizo caer al suelo y soltar la espada. Me levanté rápido, únicamente para encontrarme con dos ganchos, uno al estómago y otro a la boca. Me tiró al suelo. Estos puñetazos, por lo que fuera, dolían mucho más que los anteriores. Me encontré en el suelo retorciéndome de dolor. Me levanté otra vez, esta vez con mucha más dificultad. El legionario estaba de pie en frente de mí, mirándome fijamente.

- Te lo advertí. No puedes ganar.

No le respondí, simplemente le miré fijamente a los ojos y le señalé con la espada. Este tío tenía una visión de túnel increíble.

El aire volvió a mis pulmones, como si un tapón se levantara de mi garganta. Por suerte Jin había retomado la pelea. ¿Qué clase de combatientes éramos si no podíamos coordinarnos y atacar juntos? Después de terminar con esto debería hablar con él para empezar a trabajar en pelear unidos. Era divertido verlo combatir con sus espadas, tenía cierta elegancia. Era casi como si al empuñar el filo se convirtiera en otra persona, alguien mejor que el resto. Bueno, yo estoy bastante seguro de que podría esquivarlo y, realmente, estoy seguro de que con haki podría agarrar el filo sin cortarme y partir la espada en dos. Cosa que me hacía pensar en el porqué de que el legionario no lo hiciera. ¿Éramos acaso un chiste para él? Sin duda estábamos empezando a hacerle daño, por mucho que no fuéramos más fuerte que él, entre los dos se marcaba una buena diferencia.

Abrí mucho los ojos cuando Jin sufrió aquellos golpes. Eso sí que no. Mis puños se incendiaron en fuego y de un saltó me abalancé sobre el calvo cabrón. El puñetazo que le di en el pecho quemó parte de su camiseta, el que le dí en la mejilla quemó parte de su ceja y el cabezazo que le dí en la frente lo aturdió unos segundos. Me erguí, mirándolo fijamente, ahora me había enfadado de verdad. Esperé a que el legionario se levantara, estaba entre aturdido y sorprendido por lo que acababa de hacer. Levemente los moratones que tenía en la cara y pecho fueron curándose hasta dejar de nuevo mi piel normal, las energías fueron volviendo a mi cuerpo. Él sacó de sus bolsillos unos puños americanos que se colocó sin despegar la mirada de mí y observé cómo recubría estos con haki de armadura, interesante.

No hizo falta decir nada más, se entendía muy bien que el combate se había reanudado ya. Los dos nos impulsamos a la vez hacia el otro, chocando puños con puños. Incluso con el haki alrededor de mis manos, dolía bastante. Le solté una llamarada para apartarlo y hacerle daño; por supuesto no le dí ni un segundo de tregua y ya había vuelto a tirarme sobre él. En un salto dí un giro para poder darle un latigazo con mi cola lo que provocó una pequeña laceración en su cara. Con el intercambio de golpes fuimos moviéndonos por el escenario hasta que vi que se colocó sobre una pequeña plataforma. Sonreí, haciendo que un poco de humo saliera por las comisuras de mis labios. Fingí ir a por él para darle un golpe directo, pero en el último momento me agaché, cogí la base de la plataforma y la arranqué del suelo, tirándolos a los dos hacia la pared, haciendo que la atravesaran y que estuvieran en otro estudio. ¿Por qué demonios los hacían tan cerca todos?

Me dí la vuelta y fui hacia Jin, bajando la intensidad de mi fuego para no quemarlo. Se le veía herido, pero sabía que con eso no se le iba a tumbar, por algo lo había hecho mi subcapitán. Lo ayudé a levantarse, sonriéndole.

-Jin, creo que deberíamos atacar a la vez, parecemos los malos de un cuento que esperan su turno en una pelea.- Le di una palmada en la espalda tras decir aquello-. Juntos lo vamos a acabar en menos de lo que canta un gallo.

Gracias a Dios que Yor estaba atento a mi señal. Se abalanzó sobre el legionario con una furia que muy pocas veces le había visto expresar. Caí de rodillas y tosí un poco de sangre. Me ha dado bien el cabrón. Seguramente me he roto alguna costilla... joder. Yor se recompuso, y el legionario sacó unos puños americanos. Entendí que ahora iba en serio. Esta vez, además de intentar recobrar la compostura, me fijé bien en el modo de combate del legionario. Era agresivo, sus golpes eran contundentes y además era sorprendentemente ágil para su tamaño. Y si sus puñetazos ya dolían con el puño a solas, los puños americanos eran un arma que nos iban a venir cuanto menos mal. Intenté pensar un acercamiento. Cuando Yor desataba una ráfaga de golpes, comenzaba a abrumarse. Deduje entonces que no estaba acostumbrado a pelear contra adversarios rápidos. Ni contra adversarios que no se asustaran al recibir los primeros golpes. Teníamos que utilizar eso de alguna manera. Estaba planeando una estrategia cuando Yor arrancó un cacho de plató y se lo lanzó al legionario, lanzándolos a otro plató. Entonces se acercó y me ayudó a levantarme. Acepté su ayuda de buena gana.

- Justo estaba pensando en eso mismo. - Sonreí a Yor - No maneja muchos ataques a la vez. Seguro que si le atacamos a la vez no va a ser capaz de responder.

Le devolví la palmada en la espada y me dirigí hacia el presentador otra vez

- Bueno, nosotros nos vamos. Puedes seguir con tu programita.

Esta pausa era terrorífica. Necesitaba la adrenalina del combate en ese mismo instante o me empezaría a derrumbar. Y tampoco era demasiado buena idea dejar al legionario recuperarse demasiado. Cambiamos de plató a lo que parecía ser un ring de lucha. Bastante apropiado. Los comentaristas estaban completamente desubicados y el anunciante estaba intentando reconducir la situación como podía.

- Señores del público, no... - su voz había perdido el tono de anunciante, no sabía en absoluto cómo reaccionar -...no se que decirles, la verdad.... ¡¡Un momento!! ¡¡Aparecen dos personas más del mismo boquete del que ha salido este agente de la ley!! ¡¡Y se están acercando a él, señoras y señores!! ¡¡Este combate que van a presenciar va a ser de proporciones LEGENDARIAS!!

El pobre está haciendo lo que puede, pensé. Desenvainé las espadas y pedí a Yor que me dejase atacar a mi primero antes de unirse. Necesitaba probar una cosa antes de ganarle y necesitaba hacerlo solo. Me pareció una grandiosa oportunidad para aprender a utilizar este haki del que se estaba haciendo alarde esta pelea. Sin él seguramente no sería de ayuda para nada. Y, si no soy capaz ni de ganar a este legionario, ¿cómo espero ganar a sus jefes, y a los jefes de estos? No tenía sentido. El legionario me estaba mirando fijamente, esperando a que tomase yo la iniciativa. Lo cual era exactamente lo que iba a hacer. Concentré toda la energía que me quedaba en mis brazos. Toda la voluntad que existía en mí estuvo canalizada únicamente en acabar con él. En mi mente sólo existía el legionario. Y sólo existía vencido. Sentí un arrebato de poder, como si de repente mis brazos y, por consiguiente, mis espadas, pudieran aguantarlo todo. El dolor de mi cuerpo se hizo bastante lejano. Me lancé hacia él

El legionario me recibió con la misma estrategia que había estado usando hasta entonces. Sin embargo, sus golpes se sentían mucho menos contundentes. O, mejor dicho, yo era mucho más capaz de bloquearlos. Mis espadas se mantenían fuertes ante sus puñetazos imbuidos en haki de armadura. Al cabo de un minuto de este toma y daca, encontré un hueco en su defensa. Le propiné una patada donde le había herido antes, con la pierna inconscientemente imbuida en haki de armadura. Inmediatamente le pude castigar con la katana izquierda, haciendole un corte en la pierna. Estos golpes estaban resultando bastante más efectivos. Di mi prueba por concluida. Había sido un éxito rotundo.

- ¡Yor! - grité - ¡Ahora!

Era hora de acabar con esto.

Antes de pasar al otro lado de la pared me despedí con la mano de la gente.

-Ah, sí, la de ahí está haciendo trampa. Tiene un den den mushi en la oreja.- Me pareció honesto que ya que habíamos estropeado el concurso, al menos hacerles el favor de decirlo.

No pude evitar reírme al escuchar la presentación del ring de peleas, así la verdad es que iba a ser mucho más divertido. Salté dentro de la plataforma y antes de que pudiera volver a lo mío, escuché las palabras de Jin. Estuve cerca de decirle que no, no me gustaba la posibilidad de que volvieran a herirlo como antes, pero algo en sus ojos me hizo mantener la boca callada y asentir. Sentía su aura cambiar, estaba cerca de hacer algo de lo más interesante. ¿Qué clase de capitán sería si no dejase a mi tripulación crecer? Me apoyé en las cuerdas del cuadrilátero y lo miré con una gran sonrisa. Empecé a vitorear igual que estaba haciendo el resto del público, no queriendo interferir en la acción hasta que me lo pidiese. Di un grito de júbilo en cuanto vi que había conseguido hacer aparecer su propio haki de armadura. No había terminado de llamarme que ya me había lanzado hacia nuestra presa

Estábamos los dos codo con codo, con una rápida mirada supe que nos iba a ir de maravilla. Solté una llamarada por la boca que sirvió para que esquivara hacia la izquierda, lugar donde Jin ya estaba preparado para realizar un experto corte en su brazo que atravesó su armadura. Se tambaleó de nuevo hacia mi lado donde lo le pude dar un puñetazo en la mandíbula que lo descolocó por completo, cosa que aprovechó mi subcapitán para poder darle una fuerte patada que lo empujó hacia atrás. Con mi cola cogí entonces la cintura de Jin y lo lancé hacia arriba. En el tiempo que él subía y caía hice un lazo de fuego con el que rodeé al calvo cabrón, asegurándome de que se estuviera quieto. Le saqué la lengua y le señalé arriba donde ambos vimos a Jin con ambas espadas preparadas en formación de L para impactar. Como toque final con un chasquido de dedos ambas hojas de incendiaron. Por supuesto, el doble tajo acabó con nuestro adversario y, he de reconocer, que el aterrizaje de Jin fue de lo más impresionante, deslizándose sobre el ring de rodillas.

Fui hasta él y lo ayudé a levantarse, cogiéndolo de la mano para luego levantarla, simulando ser un juez de boxeo, declarando al vencedor. Por un segundo el público dudó si sobre aplaudir o no, pero supongo que nuestra exhibición fue lo bastante buena ya que en seguida escuché sus aplausos y gritos. Suspiré aliviado, volviendo a mi forma humana por completo. En cuanto me relajé un poco empecé a notar más los golpes, por lo que hice una pequeña mueca.

-Ha estado bastante bien, ha sido muy divertido…- Me callé uno segundos, volviendo en mi mente a un tema muy importante-. ¿Crees que el cóctel seguirá en la barra? Estaba bueno…

Yor llegó a mi lado en menos de lo que pude terminar de decir "ahora". Nos miramos un momento, como para confirmar que efectivamente estábamos ahí. No peleábamos codo a codo... desde aquella vez cuando robamos nuestro barco de los marines. Medio segundo nos bastó para confirmar que la química seguía estando. Sonreí, porque la pelea estaba ya acabada. Antes de que el legionario pudiera reaccionar, Yor echó una llamarada a su costado derecho, que aproveché para dirigirme hacia su otro lado y rajarle el brazo con mi katana. Ese brazo tardaría un tiempo en volver a ser útil. Acto seguido recibió unos contundente puñetazo de Yor, seguido por una patada mía que lo dejaron completamente descolocado.

Yor me miró durante un segundo, y comprendí que ibamos a intentar "el movimiento". Ya me había hablado en alguna ocasión de cómo teníamos que inventarnos un movimiento conjunto "que molara". La cosa es que no nos había dado tiempo a practicarlo. Tampoco tuve mucho tiempo para objetar, pues ya me había puesto la cola en la cintura y lanzado por los aires. Di una voltereta para colocarme en posición, y coloqué las espadas en forma de L. Con el legionario bien atado, su vida acababa aquí. Mis hojas se incendiaron, como pequeño toque de gracia de Yor. Le atravesé con las espadas y caí delante de él, dando una pequeña voltereta para frenar mi caida. Estaba muy cansado y me pasé de rosca con la voltereta. Bueno, lo pude arreglar deslizándome por el suelo de rodillas. Habíamos matado a un legionario en prime time, y encima con estilo.

Se acercó a mí y me ayudó a levantarme. Me dí cuenta de repente de lo ensangrentado que estaba, y acepté su ayuda de buena gana. Al levantarme el brazo, miré hacia donde estaban los comentaristas, y señalé con la katana a la campanita. Entendieron inmediatamente mi intención. Uno de los comentaristas tocó la campana y el maestro de ceremonias anunció nuestra victoria. Creo que se piensan que todo esto es falso y que no acabamos de matar a un legionario delante de ellos. En una isla que controla el gobierno. Confirmé estos pensamientos cuando el público empezó a vitorear y aplaudirnos. Eso o era el publico más anti-gobierno que había visto en mi vida.

En respuesta al comentario de Yor, sin soltarle la mano le atraje hacia un abrazo. Apoye todo mi peso en él, apenas me tenía en pie.

- Yor... - la adrenalina había agotado su efecto y estaba empezando ya a notar los efectos del combate - creo que ya no somos bienvenidos en ningún bar de esta isla.

Esperé a que rompiera el abrazo para continuar a andar. Por desgracia, no todo había acabado. Primero, teníamos que salir de este sitio. Y segundo, teníamos que salir de la isla sin que ningún otro legionario nos buscase. Pese a que esta gente no hubiera registrado que, efectivamente, era un legionario de verdad, seguro que alguien en La Legión estaba mirando alguno de los programas, o alguien le habría reconocido. No parecía un legionario de muy bajo rango como para que absolutamente nadie notase su ausencia. Y seguramente la gente del bar habrán avisado al cuartel local de legionarios. El caso es que no estamos del todo seguros en esta isla. Además de la obvia pinta de pirata que llevábamos. Y la sangre. El caso es que teníamos que llegar a nuestro barco y salir por patas.

Esto estaba, al contrario de lo que pueda parecer, bien. Si queríamos que nos tomasen en serio como piratas, teníamos que cometer crímenes. Vale que no hacíamos daño a inocentes, en la medida de lo posible, pero los legionarios no me producían ningún tipo de remordimiento. Y era una vía muy fácil para obtener recompensas.

Salimos del ring por la puerta por donde entraban los luchadores. Todos ellos nos miraban con desconcierto. Nos cruzamos con "el Chino", famoso luchador que debía su nombre a que era pequeño, pero dolía picaba como si te lanzaran chinas de un tirachinas.

- No voy a parar ahora porque un minuto nos podría costar la cárcel - le susurré a Yor - pero que sepas que acabamos de pasar al lado del mismísimo Chino. Era uno de mis ídolos cuando era pequeño.

Acabamos saliendo del sitio y nos metimos en un callejón apartado a alrededor de un kilometro del sitio. Me senté apoyando la espalda en una de las paredes con un cansado soplido.

- Deberíamos hacer un plan de acción. No sé si podré soportar ahora mismo otra pelea si nos encontramos con alguien más poderoso que un legionario raso.

Me sorprendió el abrazo de repente, Jin no era mucho de gestos de cariño, ni en público ni en privado. Sin embargo, decidí aprovechar la situación y apretar el agarre, era un muy buen abrazo. Al separarme me crujieron un poco los huesos, estaba totalmente molido, aunque no me sentí demasiado mal ya que Jin estaba igual que yo. Había sido una muy buena pelea.

-Bueno, igual sí, estoy seguro de que no todos los bares de esta isla son afiliados a la Legión, habrá alguno bueno…- Reí levemente para luego negar con la cabeza-. Aun así, tienes razón, igual deberías salir de esta isla por un tiempo.

La salida del ring fue acompañada de algunos comentarios por parte del showrunner, pero a estas alturas me pitaban los oídos y no iba a hacer un esfuerzo por saber qué decía. A pesar de que ya no nos estábamos abrazando, seguimos usándonos de apoyo, tanto para poder caminar mejor como porque simplemente se sentía bien. Alcé una ceja mientras miraba a ese tal Chino, sin entender de qué demonios me estaba hablando. Preferí no decir nada ya que parecía tenerle cierto respeto al hombre, pero de un rápido vistazo supe que seguramente le ganaría en un combate, incluso sin usar haki o habilidades de la fruta del diablo.

Una vez fuera, miré alrededor para saber más o menos dónde estábamos. Parecía ser un recinto cercado bastante grande. Tiene sentido, no quieres que un par de piratas peligrosos se cuelen en tu fuente de dinero y explotación laboral. Me pregunto si el legionario iría algo borracho o sería nuevo en la isla, después de todo fue su puñetazo el que nos hizo aterrizar aquí. Un plan de acción… Miré por unos segundos a mi subcapitán, como recordándole con quién estaba hablando. El sigilo o las escapadas no eran mi fuerte, lo único que tenía en mente era salir volando de aquí, pero seríamos un blanco muy fácil en ese caso y el ir por las calles también era peligroso, mi aspecto era fácilmente reconocible. Entonces, al caer en algo, se me puso la cara entera roja.

-Vale, eh… Se me ha ocurrido una forma para que no se me reconozca en la isla, pero sería solo para mí, tú aún tendrías que buscar un modo de camuflarte…- Suspiré un poco estresado, esto era terriblemente vergonzoso-. Verás, como ya sabes mi fruta es una zoan y esta permite transformarte en un hada, mi tipo es el hada de fuego salamandra. Pues… Digamos que solo suelo mostrar la parte más de salamandra y fuego, pero no tanto la del hada… Cosa que puedo hacer también…

Tragué saliva, tenso. Creo que lo mejor sería demostrarlo. Cerré los ojos para no tener que pensar demasiado en lo que estaba empezando a ocurrir. Noté cómo mi estatura disminuía a la par que mi cintura. Sin embargo las caderas se ensancharon un poco. Esto era terrible. El pelo creció bastante y, igual que hacía siempre, se recogió solo en un moño alto para que no me llegase hasta la cintura. A continuación, mi ropa cambió por completo en un haz de luz hasta que se formó el trajecito que acompañaba a esta transformación. Por último, las cicatrices de mi piel pasaron a convertirse en tatuajes de intrincados tallos de rosas con sus espinas, cubriendo así las heridas. Suspiré un tanto nervioso, habiendo acabado ya con esta tontería.

-Vale, venga, ahora piensa algo para que podamos salir de aquí.- Me crucé de brazos, hasta mi voz sonaba más suave-. Y ni un comentario sobre esta forma, también me da más control sobre el fuego, así que no dudaré en achicharrarse vivo como escuche algo.

Ropa y pelo de Yor hada:

Me quedé varios segundos más de lo necesario mirándole fijamente. Yor ya era un hombre atractivo de manera normal, no le hacia absolutamente nada de falta una habilidad de la fruta del diablo que le alargase el pelo y se lo tiñera, y le pusiera ropa bonita y le bajase la estatura y le suavizara la cara y... mejor dejarlo ahí. Tampoco iba a ser yo el que se quejara. Además, estaba terriblemente avergonzado, lo cual sólo lo hacía mejor.

- Erhm.... si. El plan. - volví en mí como pude - Creo que se me ocurre algo.

El plan era relativamente simple. Si es que se le podía llamar plan. Basicamente necesitaba que Yor me siguiera el rollo y que se le diera bien actuar de pijo enfadado. Creo que se le daría bien. Era imprescindible, eso sí, un cambio de vestuario por mi parte. El parche y las ropas que llevaba gritaban "pirata". Y además, dato importante, estaban llenas de sangre. De todas maneras, la mayoría del plan se basaba en la plena confianza en que los legionarios estarían buscando fundamentalmente a Yor.

- Yor. Ya tengo un plan. Es terriblemente facil - tosí un poco - Solo tenemos que hacer como si fuéramos una pareja de turistas adinerados. Nos han robado y nos estamos yendo indignadísimos al barco. ¿Se entiende? Eso si, antes necesito que te pases a una tienda de ropa y consigas algo que no esté manchado de sangre y huela a anarquista. Si pudiera ser.

Echamos a andar a una tienda relativamente alejada de donde estábamos, para que no nos pudieran relacionar con nada. Me escondí en la parte de detras de la tienda y esperé a que saliera Yor con algo para ponerme. Mi mente se estaba empezando a ocupar sola. Hasta ahora realmente todo esto había sido con bastante poco peligro. E incluso antes, cuando estaba con los revolucionarios, todo lo hacíamos sigilosamente y sin que nos vieran. Ningún legionario realmente llegó a saber de nuestra existencia. Y menos de la mía. Era la primera vez que hacía esto abiertamente y, honestamente, estaba bien. Se sentía bien que no hiciera falta tener en cuenta que se acordasen o no de mi cara todo el rato. Bueno, igual quitando el escape que estamos haciendo ahora mismo, claro. En esto estaba enfrascado cuando apareció Yor. No dejaba de asombrarme su nueva apariencia. Me ofreció una bolsita con la ropa y nos movimos a un callejón escondido. Me invadió una sensación de vergüenza totalmente injustificada, literalmente dormíamos en el mismo camarote. No fui capaz de controlarla del todo.

- Yor... si no te importa... - gesticulé con la mano que se girara. - Gracias

Me cambié rápidamente. Era una ropa considerablemente más ajustada que la que estaba acostumbrado a llevar, y me hacía una silueta bastante remarcable. Me desabroché un par de botones de la camisa por simple comodidad y me puse las gafas de sol, importantes para tapar el ojo malo. Respiré hondo un par de veces y me comencé a meter de lleno en el personaje.

- Solo necesito que me sigas el rollo. ¿Preprarado?

No esperé una respuesta y le agarré de la mano para dirigirnos hacia la calle principal. Me di cuenta de que tenía las manos extraordinariamente suaves. Yo puse cara de rico que ha sufrido una pequeña inconveniencia y se le había venido el mundo encima.

Escuché su plan, asintiendo un par de veces para hacerle entender que lo estaba siguiendo. Por lo menos, aunque se notaba que mi cambio le había afectado un poco, se notaba que le estaba poniendo ganas para intentar ignorarlo. Aun así, eso hacía que yo fuera más consciente del esfuerzo que estaba haciendo lo que hacía que yo pensara aún más en mi asunto. En fin, era lo máximo que podía pedir ahora mismo así que mejor no darle más vueltas.

-De acuerdo, puede funcionar, aún recuerdo cómo se comporta la gente con dinero y sin preocupaciones, se… Se puede hacer, sí.

Entré a la tienda, observando la ropa de colores resaltantes en aquellas luces frías que solo hacían que destacaran más. Lo peor de todo era el olor, el olor a ropa innecesariamente cara por las telas que si las mirabas más de lo debido empezaban a romperse y mancharse. Me acerqué a la sección de hombres, observando qué podía coger para Jin, tampoco le había preguntado su talla ahora que lo pensaba y en estas cosas yo no tenía ni idea… Fruncí el ceño y, al parecer, fue lo suficientemente obvio que necesitaba ayuda como para que se me acercara la dependienta a socorrerme.

-¿Está comprando ropa para su novio? Debe ser un chico con suerte para tener a una chica tan linda a su lado.- Tras aquel comentario, soltó una pequeña risa, yo casi suelto mis pulmones por la boca de la vergüenza-. ¿Qué es lo que tiene en mente?


-Uhh… Sí, bueno, no sé… No le gusta demasiado la ropa extravagante, buscaba algo más sutil, ya sabes…- No me hacía falta forzar mucho la voz para que pareciera una chica, mejor seguir así.

Me acompañó hasta otra sección donde acabé por escoger la primera ropa que me ofreció, poniéndola en una bolsa. Finalmente llegamos a la caja para pagar, donde caí en que no tenía los berries necesarios para pagar esto. En una rápida jugada mental hice que algo detrás de mí se prendiera en fuego, lo cual fue suficiente distracción para que pudiera salir por la puerta sin que nadie se diera cuenta. Tras ir al callejón con Jin y hacerle caso dándome la vuelta para que se cambiase, no pude evitar quedarme mirándole el pecho por lo ajustada que estaba la ropa. Mierda, igual no le había dado las medidas del todo bien a la señorita de la tienda. Miré nuestras manos entrelazadas cuando salimos a la calle, notando el nudo en la garganta. Empezaron a aparecer los legionarios por las calles, habían tardado un poco en activarse, pero la respuesta estaba siendo clara.

-Cariño… Vaya asco de fiesta, quiero irme a casa, ¡me dijiste que iba a haber champán del bueno! Eso que había en el privado parecía agua de fregar, qué asco…- Puse tono de niña pija, lo recordaba muy bien. Solo tenía que pensar en mi hermana-. Además, olía a pobre por todos lados… Ya sabes, ese olor como de… Ugh… Transporte público…

La actuación parecía ser lo suficientemente creíble como para que las únicas miradas que se dirigían a nosotros fuesen de asco o pereza, lo entendía tanto… Por mi parte, solo me pegué más al brazo de Jin para, eh… Que todo fuese más creíble, sí.

No pasó mucho tiempo hasta que la respuesta de los legionarios se empezó a hacer clara. Por las calles paseaban cuadrillas enteras en busca de un pirata bajito con el pelo desaliñado negro y otro alto, con dos espadas y un parche en el ojo. Era imposible que repararan siquiera en nosotros. Lo único que nos llegaban eran miradas de hastío y pereza. Agarré con un poco más de fuerza su mano, en parte para prepararme para seguir en personaje y en parte para contener las ganas de sacar las espadas y pelear contra todos ellos. Y ganarles.

- Y que lo digas amore, no pienso volver a ese antro jamás de los jamases. Y van a oir una notita de mi abogado.

Creo que ninguna de esas expresiones habían salido de mi boca en mi vida. Para todo hay una primera vez, supongo. Pensé que habíamos conseguido despistarlos, pero uno de los legionarios, el más fornido de los que conformaban la cuadrilla se nos acercó.

- Disculpe caballero. ¿No se habrán cruzado, de casualidad, con dos maleantes con esta pinta?

Sacó dos retratos robot de Yor y míos, a decir verdad, bastante bien dibujados. Contuve expertamente mi cara de desagrado general con esta interacción, y puse otra cara de desagrado general con la situación, que no era mía en absoluto. Dejé a Yor, que estaba llevando el personaje de "la novia pija más pesada que una vaca en brazos" manejar esta situación. Yo me limité a saludar con la cabeza al legionario y poner cara de que estaba por encima de todo el mundo que pasaba o había pasado por allí. Le dediqué una apenas cordial sonrisa cuando nos dejó marchar y continuamos nuestro camino

- El bajito de los cuatro sospechaba un poco de mí - le dije a Yor en voz baja una vez nos alejamos lo suficiente - Pero tu actuación fue tan buena que simplemente se le olvidó.

Esta ropa me estaba apretando demasiado en lugares no demasiado cómodos. Decidí aprovechar la situación y desabrocharme un botoncito más de la camisa. Normalmente, no era fan de mostrar mi cuerpo más de lo necesario. Simplemente me daba igual. Pero si Yor se pensaba que no me estaba fijando en cómo desviaba la mirada hacia mí cada dos minutos, simplemente era más bobo de lo que creía. Había decidido llevar esta situación hacia delante todo lo que pudiera, total, vivimos en el mismo barco todo el rato. Ya que nos ponemos, habrá que pasárselo bien también. Pensé en tirar una un poco más arriesgada, para ver cómo reaccionaba. Le pasé la mano por la espalda y la pose delicadamente sobre la cintura. No la agarré, así que podía apartarse en cualquier momento. Costó toda mi concentración para poder continuar en el personaje de pijo hasta que llegásemos al barco.

Entramos en la zona portuaria de la ciudad. Por suerte, había tenido la grandiosa idea de quitar cualquier símbolo pirata que se pudiera ver desde el exterior, por lo que pudiera pasar. Además, la forma seguía siendo bastante reminiscente de un barco marine o legionario, así que no se habían ni fijado en él. Me solté de Yor, muy a mi pesar, y me acerqué al barco.

- No vamos a estar seguros hasta que partamos. Deberíamos darnos algo de prisa.

Me puse de los nervios cuando nos pararon, creyendo que la actuación no había sido lo suficientemente buena, que nos iban a pillar. Sin embargo, lo que ocurría era mucho mejor de lo que pensaba. Por un segundo me vino la ilusión al cuerpo, ¡un retrato mío! ¡Como un pirata de verdad! Había que admitir que desde luego me hacía justicia, era muy parecido a mí. Por otra parte no entendía muy bien por qué usar un retrato robot y no simplemente una foto de nosotros en alguno de los programas, ¿quizá porque el enfoque no era muy bueno? Ni idea, eso no importaba ahora… No tanto al menos como salir airosos de la situación. Entendí que Jin quería dejarme esto a mí, entendible, yo había estado entre cargantes pijos antes, sabía mejor qué sonaba real y qué sonaba a parodia.

-¡Ugh! ¿Qué le hace pensar que siquiera me fijaría en unos vagabundos cuyos retratos ya apestan? Hay que tener mucha cara para insinuar que una dama como yo podría posar sus bellos ojos sobre unos maleantes de ese calibre.- Hice un movimiento rápido con la cabeza, recolocándome el pelo-. No, señor oficial, le aseguro que no he visto a esos dos parias, aunque ahora tiene sentido todo el alboroto que estaba escuchando por las calles sobre un altercado…

Supongo que el tono de globo pinzado al que le sale aire fue suficiente para que ninguno de los legionarios quisiera seguir preguntando, al menos a nosotros, sobre el asunto. Se marcharon con rapidez, casi con temor de que se me ocurriera increpar a alguno de ellos sobre algún asunto frívolo. Miré hacia arriba, escuchando las palabras de Jin, para luego asentir en una mezcla de orgullo y repulsión.

-Ya, bueno, he pasado el tiempo suficiente entre capullos nobles para saber qué decir.

El paseo hacia el barco fue más estresante por las acciones de Jin que por las fuerzas militares de la isla buscándonos. Los botones de su camisa, que parecían a punto de explotar, cada vez estaban más, pues… Desbotonados. Y eso dejaba a dos… Dos trozos de cachos de carne salir a tomar el aire. Lo cual, inevitablemente, provocaba que mis ojos se desviaran hacia su pecho. No era culpa mía, es solo que los objetos de gran masa atraen por fuerza de gravedad a los de menor masa. Por si fuera poco, entonces sentí su mano en mi cintura, lo cual hizo que se me sonrojaran más las mejillas. ¿Era esta acaso la forma apropiada de tratar a su capitán? ¡Si seguía así iba a perder toda mi credibilidad y autoridad! Lo vi alejarse de mí para subir al barco, ignorando sus palabras mientras yo maquinaba a toda velocidad qué hacer a continuación. Ah, sí. Me acerqué hacia él con paso firme, le cogí de la muñeca y lo giré, mirándolo fijamente a los ojos. Entonces, sin previo aviso le planté un beso en los labios, tosco, pero pasional. Tras unos segundos, me separé, todavía con el temple poderoso.

-Muy bien, segundo al mando, quiero este barco zarpando para ayer.- Lo adelanté, subiendo al barco con mis alas que brotaron en un segundo-. ¿Qué haces ahí pasmado? Te recuerdo que nos persigue toda la Legión de esta isla.