Cambio de timón (Privado Hikeri- Naminé)

Las cosas habían ido muy bien últimamente. Había logrado triunfar en varios escenarios por todo el Gran Line. Mi nombre ya empezaba a sonar más allá de ser la hija de Meneror, algo que me llenaba de emoción. Y ahora , tras muchos viajes, me encontraba en aquella isla, cerca de las 23:45 de la noche, practicando con la voz mientras me disponía a actuar en mi nuevo concierto, el cual comenzaba a las 00:00 como siempre.

Los tenderetes adornaban todos los laterales de la plaza y el aforo era increíble. Todo tipo de tripulaciones pirata, mercaderes, civiles e incluso algún que otro pirata con dos cifras y varios ceros  en su Wanted se acercaron a ver es espectáculo sin esperar demasiado. Al fin y al cabo no era más que una cría jugando a ser pirata cuyo sueño era ser algo por su cuenta. Tanto mis hombres como yo estábamos detrás del telón ,esperando a que se apagaran los focos para hacer yo mi entrada. La plaza estaba totalmente iluminada, al menos de momento,  y esperaba que si todo salía bien, me forrara. No por nada, pero yo me forro significará que esto ha salido de puta madre. Aún así estaba muy nerviosa, porque a pesar de toda la práctica que llevaba encima, todavía tenía mis dudas, y eso que llevaba no pocos conciertos, pero para mi siempre era la primera vez.

-Otro día más para dejarlos boquiabiertos- dijo mi contramaestre  antes de retirarse del escenario por la parte de atrás.

Había bastante bullicio en la plaza, todos querían que aquello empezara ya. Aunque muchos ya estaban bebiendo eufóricos, casi parecía que estaban ahi por estar. Bueno, a mi me venía bien aquella situación. Así que todo permaneció iluminado, hasta que dieron las 00:00. En ese momento todo se apagó de golpe, dejando a oscuras al centro de la plaza, aproveché para salir de detrás del telón, aprovechando la oscuridad para ponerme en el medio del escenario con una pose un tanto rara :Mano en la cadera y la otra alzada al aire. Mi look había cambiado para este evento: Llevaba una chaqueta de colores con capucha de orejas de oso, el pelo suelto y teñido a dos colores, rojo y blanco emulando anillas, una pequeña falda de color blanco y tacones del mismo color.  Bajo la chaqueta podía verse un top blanco ceñido, y finalmente un micro de oreja.  Este look era el que había usado por primera vez en Cactus Island, y desde aquella todo el mundo me conoce por él.

Fue entonces cuando abrí la boca y una onda expansiva sin sonido invadió toda la zona. Era hora de actuar. No había músicos, pero de repente la música comenzó a sonar en el ambiente, los focos se encendieron y ¡ el espectáculo empezó! Y ante las primeras entonaciones el público comenzó a levantarse a animar mientras la canción empezaba:


Acorde la música sonaba y mi baile progresaba lo hice, comencé a crear elementos musicales  y escenas a modo de visiones que comenzaban a inundar el lugar: Corcheas de colores bailando, pentagramas deslizándose como serpientes entre el público, instrumentos musicales levitando y tocando mientras cambiaban de color, confeti que aparecía de repente encima del público mientras la música inundaba el lugar. Las pantallas de alrededor se triplicaron en varias pequeñas más , dejando así ver mi baile por todos lados mientras que, yo al bailar, iba conjurando ráfagas de colores que salían de mis manos.

Una vez aquello concluyó todos gritaron al unísono mi nombre, eufóricos, algunos en exceso. Saltando sobre sus camaradas, aupando las jarras de ron hacia mi, otros pidiendo un bis y otros simplemente gritaban como fandoms descarriadas. Yo estaba agradecida, e incluso se me escapó una lágrima como siempre, porque había logrado triunfar gracias a mi poder. Había logrado infundir la euforia a los que oyeron mi voz durante el espectáculo, y a pesar de que estaba muy cansada por haberlo hecho, debido al esfuerzo al que me había sometido, no dudé en darle las gracias a todos.

-¡Muchas gracias ! ¡ Soy Naminé! ¡¡¡¡Recordadme!!!

Aquella siempre era mi frase, con la que concluía todas mis actuaciones. Mi tripulación no dudó en recogerme tras el telón, ya que sabían que este tipo de actuaciones me cansaban mucho, y si bien ya no me dormía de golpe, tenía mi medicina, una jarra fría de cerveza...era hora de emborracharse. Así que mientras me adecentaba, acompañé a mis marineros a la taberna local, justo al fondo de la gran plaza, donde varios fans se acercaron a hablar conmigo. Unos me pidieron autógrafos, otros brindaron, y el tabernero me dijo que estaba invitada a lo que quisiera; normal, había hecho más caja hoy vendiendo alcohol que en todo el año. Así que tomé asiento en una de las mesas cercanas a la puerta, junto a cuatro de mis hombres, pues el resto se fueron afuera a beber y reír. Definitivamente, estaba feliz. Al final acabé quedándome sola, pues mis hombres volvieron al barco, pues algunos estaban cansados, otros querían solo beber allí.

Tras unas semanas en Arabasta, isla de la cual la muchacha de Wano, el primer día ya había tenido suficiente para haberse ido al día siguiente, Hikari finalizó la búsqueda de su hermana, no había rastro de la tripulación, no había rastro de ningún tipo de esos mercaderes de esclavos, por lo que decidió detener su obsesión. Aún tenía que estar un par de días más en la isla dominada por desiertos y un calor extremo, el barco que la iba a llevar a la siguiente isla a un muy buen precio salía por la mañana del Sábado, pero estaban a Jueves.
Mientras buscaba a su familiar perdido, había escuchado que esta noche habría un gran espectáculo esperado por todos, evento donde se juntaba todo lo bueno, música, bebida y diversión, lo mejor para ella era el simple hecho de que haría frío. Una isla donde por el día te asas y por la noche te congelas era de las peores pesadillas para la muchacha, estaba acostumbrada al calor, pero el calor del fuego, un ambiente tan seco y árido era totalmente diferente para ella. Pero dramas a parte, decidió que sin más que poder hacer, cambiar su atención a algo más entretenido podría ser un respiro dulce entre tanta amargura.

Pasó la tarde buscando ropa, la que había, la más típica de la isla no le llamaba su atención pero que demonios, por un evento así una vez al año no hace daño. No es como si hubiera dejado de buscar a su hermana, aquí no tenía ninguna pista y hasta el fin de semana no podría irse... Aún así sabía que se sentiría culpable por pasarlo bien mientras su hermana estaba perdida, pero no se iba a detener.
Por la noche accedió al recinto donde se iba a celebrar una de las mayores fiestas en tiempos sobre esta arena, (O así la pintaban) Por lo que a paso firme, caminó una Hikari con un largo vestido blanco que dejaba al descubierto los hombros, un poco el pecho pero sin llegar a enseñar nada y la espalda entera hasta unos cinco centímetros del trasero, cubierta con una pequeña capa al modo de abrigo para el frío y sin portar ningún arma (Claramente, a la vista). Iba feliz, se sentía guapa y por la mirada que la gente lanzaba, se lo creía, ellos lo confirmaban como estaba la herrera con esos ojos abiertos sorpresivos y otros algo más lascivos.

00:00 Nunca, ni aún siendo posible, Hikari querría olvidar esa hora, ese día, esa noche. Cuando los relojes pasaron a esa cifra tan redonda, tan neutra, la magia empezó. Luces, sonidos, llego a pensar que le habrían drogado la copa cuando empezó a ver lo que para ella eran alucinaciones, pero no se sentía mal, estaba increíblemente feliz. La muchacha cantaba de una forma que ella nunca había escuchado, transmitiendo energía, felicidad. Las luces estaban por todos lados, no entendía como lo hacían para que estas cambiaran de color, para que también bailaran y poco se habla de eso mismo, del baile de la cantante el cual invitaba a copiarlo, sin darse cuenta Hikari estaba saltando con todos los presentes con una sonrisa en la cara. Por una vez desde que su hermana desapareció, no pensaba en ese hecho, simplemente no pensaba, estaba feliz, contenta, absorta...

Cuando finalizó la actuación, la muchacha no gritó, no pidió una nueva o que volviera a cantar, tenía ganas ¡Claro que quería más! pero no, como herrera entendía que sus creaciones eran únicas y momentáneas, la magia de lo bueno es que era efímero y como cuando hace un arma de mejor calidad que las demás y la compran rápidamente, las canciones y momentos como este no podían ser eternos o perderían ese poder tan magnifico con el que se había envuelto hoy.
Los sentimientos que invadieron su corazón la revitalizaron tanto que no tenía sueño ¿Por qué irse a dormir si estaba de subidón? ¡Lo mejor era seguir! Por lo que tras hablar con un grupo de jóvenes tanto de chicos como chicas con los que había hecho buenas migas en la actuación, decidieron ir a tomar algo a la taberna cercana, luego, tras un poco de fiesta y pasarlo bien, decidieron acompañar a la mitad del grupo a su casa y seguir por la zona la fiesta. Hasta que al final, Hikari se encontró acompañando a una de las muchachas a su casa, era tarde y a dicha chica le daba miedo caminar por las calles oscuras, como puede imaginarse cualquiera, la muchacha de Wano se sentía bastante confiada para caminar y la dejó en su hogar sin problemas.

Volviendo a su pequeño hotel, escuchó por una de las calles más ruido y al centrar sus ojos se dio cuenta que dichos sonidos venían de otra taberna por lo que decidió tomarse la última tranquila, para relajarse y poder irse a casa. Entró, no había ya mucha gente pero la fiesta parecía seguir. En una de las mesas, nuestra protagonista, la cantante. Hikari la observó si cruzaban miradas, simplemente sonreiría y le daría las gracias sin hablar, solo unos leves movimientos de labios. Le apetecía sentarse con la muchacha, pero no era una acosadora, ni una fan obsesiva, por mucho que le apeteciera, ya era tarde y no quería forzar más de lo que ya habrían forzado a esa chica tan joven, a firmar autógrafos, hablar y a saber qué más le pediría la gente que había sentido lo mismo que ella esa noche...

Sentada en la barra levantó dos dedos al camarero y demandó una última jarra de ron

Ains, la cerveza, problema y solución de la mayoría de problemas de este mundo. La verdad es que había disfrutado mucho de todo esto. ¿Me habré equivocado de oficio? No, no lo creo. A pesar de que mis hombres ya no estaban aqui conmigo, me lo estaba pasando bien, e incluso hubo un momento en que entró una cliente de lo más peculiar, principalmente por sus ropas. Se me quedó mirando, e hizo el aceno de darme las gracias. Seguramente era un fan más de los miles que pululaban por la zona emborrachándose. Fuera como fuera y por muy cómoda que estuviera, la curiosidad era algo que siempre me mataba, así que le señalé con un gesto de dedo a aquella muchacha para que viniera a junta mía si quería, pues tenía un asiento libre en mi mesa, aunque bueno, estaba sola ahora mismo.

El tabernero no tardó en volver a atenderme, pues había pasado un par de horas desde mi primera consumición. Me había puesto tanto a hablar que apenas bebía cerveza, y eso que me gustaba mucho.

- Le felicito por su éxito Srta Námine- dijo el tabernero rellenando mi jarra de cerveza- Imagino que ya se irá pronto ¿no? No es por echarla ni mucho menos, pues hoy gracias a usted he hecho más caja que en la mitad del año. Pero bueno, es que ya es casi hora de cerrar, y como ve, ya no quedan mucho más que borrachos habituales aquí.

Sonreí levemente mientras daba un sorbo a la cerveza. El tabernero tenía razón, pero quería hablar un poco con aquella chica. Si nos pillaba la hora e cierre, era tan fácil como irme a mi navío nuevamente.

-No tardaré más de quince minutos, no se preocupe, la verdad es que esto algo cansada- le dije alzando la copa.

El tabernero asintió con una gran sonrisa antes de recoger las jarras vacías de mis nakamas, las cuales habían quedado vacías sobre la mesa. Nuevamente volví a hacerle el gesto a aquella chica para que se acercara. Si lo hacía, no dudaría en entrarle con un par de preguntas.

-¿Donde compraste esa ropa? Es preciosa- le diría dando un sorbo de cerveza- Entiendo que has visto el concierto y te ha gustado, me alegro mucho por ello - le dije sonriendo.- Soy Naminé, aunque bueno, eso ya lo sabes. ¿Cómo te llamas?

El tabernero no dudó en informar que estaba a punto de cerrar, la muchacha de traje blanco supuso que, tras una noche que debió ser dura para él, tendría ganas de irse para casa y celebrar en la intimidad de su familia las ganancias del día de hoy. Cuando Hikari se giró para observar quien quedaba, pues si aún quedaba mucha gente esperaría para irse y si quedaban cuatro gatos se iría la primera, observó que la estrella de la noche, la muchacha del pelo dividido en colores opuestos bastante curioso le hacía unos gestos para que se acercara. Se puso feliz pues no le parecía un desperdicio de tiempo conocerla, así, obviando que iban a cerrar cogió su jarra y se sentó en la mesa de la muchacha frente a ella. Las preguntas no tardaron en aparecer -En el centro, hay una tienda llamada "La arena de la noche" tienen vestidos muy bonitos. La verdad que tú estilo también es bastante elegante- Devolvió el cumplido pues así lo creía -El concierto ha sido lo mejor que he visto desde que me fui de mi isla hace ya tiempo, ha sido refrescante, re-vigorizante y sobre todo muy estimulante, me gustaría volver a darte las gracias, ha sido un suspiro bastante hermoso en una vida bastante movida- Tenía mejores palabras como "Tortuosa" "Desdichada" y demás, pero no iba a entrar en un tema del que ahora no le apetecía ni hablar ni recordar -Creo que después de esta noche todos en la isla saben como se llama usted señorita Naminé. Yo soy Hikari Tomo... Llamemé Hikari- Su apellido ya no tenía importancia ahí donde fuera a estas alturas.

Le dio un buen sorbo a su bebida mientras observaba como el camarero recogía cerca de ellas las mesas con jarras vacías -Podría decirle bastantes cosas positivas de su actuación, pero creo que no le diré nada que no le hayan dicho tras el concierto, lo que sí tengo una duda, que si pudiera responder me saciaría la curiosidad... ¿Como ha conseguido lo de las luces y transmitir una energía arrasadora?- Lo de las partituras que cambiaban de color le llamaba más la atención que haber sentido cosas que podrían haber sido como novedad o cambio brutal de ambiente en su alma, pero no podía ser tan directa, no quería atosigar a la muchacha.

Se pasó la mano derecha por la frente quitando así el mechón de pelo que le molestaba y dejando que reposara tras su oreja derecha, nuevamente sonrió a su acompañante, no coqueteaba, sentía algo de admiración por la joven, ella quería llegar a ese nivel de profesionalidad en su oficio y aún estaba muy lejos de ello

Tomé nota mental de aquella tienda que me había dicho, porque de seguro me pasaría por allí antes de irme de Arabasta. Mientras tanto di un largo sorbo a la cerveza antes de sonreírle a Hikari, que por cierto,bonito nombre era.

-Te lo agradezco mucho, la verdad es que le pongo todo el empeño que puedo a mis actuaciones, y parece que vale la pena ese esfuerzo. También te digo que no debes darme las gracias por nada, porque esto es mi trabajo al fin y al cabo.

Sorbito de cerveza.

Normalmente me solían hacer preguntas de todo tipo, pero la que había hecho Hikari era de lo más conveniente. No mucha gente se había dado cuenta de que muchos de los "decorados" de mis escenarios  eran producto de algún poder mío. No les faltaba razón. Sin embargo me encontraba juguetona, y le respondería a mi manera. Vale que fuera una desconocida, pero aún así si fuera peligrosa ya lo hubiera sabido de antemano, además, no sería muy lógico intentar metérmela doblada.

-Es mi pequeño secreto, tan solo hay que concentrarse, abrir la boca..-abrí levemente la boca, como si fuera a pronunciar una palabra, sin embargo no se escuchó nada- Tras eso giré mi mano como si estuviera haciendo flamenco para hacer aparecer a una pequeña negra musical con ojitos sobre la palma de mi mano bailando- y dejar que la magia se haga realidad.

El tabernero nos estaba mirando mientras acababa de recoger las mesas, parecía que definitivamente quería cerrar ya el local. Así que me mordí el labio y me dirigí nuevamente a Hikari.

-Vente a mi barco, y allí podremos charlar un poquito, y de paso conoces al resto de la banda. Si quieres cuéntame algo más de ti, no sé, a tu gusto, ya que de mi sabes cosas.

Si, era un doble sentido, yo era música, y mi banda, era mi tripulación. Si la muchacha estaba dispuesta a seguirme, yo me despediría del tabernero, para luego ir caminando calle abajo hasta llegar a los muelles, donde , a lo lejos , se podía ver mi navío anclado en el muelle cuatro.  Sin embargo algo me llamó la atención, no había jolgorio en cubierta. Se que no era por la distancia a la que estaba del barco, pues mis nakamas otra cosa no, pero ruido, se escucharía en la propia Raftel. Así que no pude evitar arquear una ceja y colocar una mano frente a Hikari, dándole a entender que se detenga. Yo trataba de quitarle hierro al asunto, pero algo estaba raro en el ambiente. ¿Se habrán ido todos a dormir?.

-Quizás ya cayeron todos roque, alomejor te los puedo presentar mañana, umm, Bueno. ¿Te apetece una copa en mi camarote? No tenía pensado acostarme aún.

Normalmente me tomaba confianzas con todo el mundo, y como dije, si esta chica fuera peligrosa, no era yo la que estaba en peligro ahora mismo. Pero da igual, ahora me preocupaba ver a mi navío a lo lejos totalmente en silencio y con las lámparas apagadas, así que decidí dar un paso hacia adelante para acercarme, pero en ese momento, el barco explotó con gran estruendo, destrozando gran parte de las cajas, cuerdas y enseres navales que había incluso en el muelle, zarandeando a los navíos que había a los lados. Una bola de fuego inundó el muelle número cuatro y ya no veía el barco por ningún sitio. Me quedé con la boca abierta a más no poder, inmóvil sin hacer nada. Que demonios había pasado.

Era claramente una mujer encantadora, lo que alegró soberanamente a Hikari, estaba cansada de toda la escoria con la que se juntaba pero era una caja de sorpresas y nunca mejor dicho pues tras unos gestos mientras abría la boca apareció lo que parecía una nota musical, con ojos y bailando sobre la palma de su mano. En otro tiempo mucho atrás, se habría sorprendido y ante la ignorancia de ella, el miedo se habría apoderado de ella, pero había visto de todo, un hombre que podía prenderse fuego, otro que generaba chocolate muy rico con el cual hacía mil cosas y hasta ella misma tenía su secreto, por lo que simplemente tras abrir los ojos de la sorpresa inicial, sonrió con una sincera y amplia sonrisa -¡Qué mono!- Dijo mientras hizo el intento de acariciarlo pero se detuvo, no sabía si era correcto hacerlo.

Tras la invitación al barco, la muchacha aceptó, se levantó y empezó a contarle sobre ella -Poco que decir, soy de una isla llamada Wano, no es muy conocida, mi oficio es el de herrera pero hace tiempo que no lo ejerzo, salí de mi isla en busca de mi hermana, fue raptada por unos piratas y quiero recuperarla, mi familia es muy tradicional, dicen que se fue de buena gana, pero se que no, por lo que aún siendo repudiada, me impuse el objetivo de encontrarla y por aquí bago, de un lado a otro en su búsqueda y hasta ahora, he conocido bastantes sitios y gente de todo tipo...- De pronto la mano de la muchacha la detiene, observa su posición y duda, claramente algo daba mala espina, pero no le dio importancia, así que la siguió -Si a usted le parece bien, tomemos una más en su camarote- Aceptó sin dudar, estaba muy tranquila y feliz como para pensar en otras cosas... ¡ESPERA! ¿En su camarote? ¿No será una proposición? ¡Y ella había aceptado! Uy... Hikari empezó a ponerse algo nerviosa de pensar que se había metido en la boca del lobo...

De pronto sus pensamientos se fueron al garete cuando el barco al final del puerto iluminó casi la isla en su totalidad, explotando de forma inminente y lanzando por todas partes trozos de madera, hacia ellas se dirigía uno a lo que Hikari con reflejos agarró a Naminé y la arrastró hacia la calle de al lado para protegerse con el edificio -Creo que a alguien no le ha gustado tu actuación- Comentó preocupada -Será mejor que vayamos a un sitio seguro, tiene que haber un cuartel de la marina o algo..- Dijo mirando hacia alrededor, pero tampoco podía hacer mucho, sobre su cabeza había recompensa y eso sería arriesgado...

Estaba totalmente absorta, sin poder decir nada mientras permanecía con la boca abierta incrédula. ¿Quién demonio había hecho esto? ¿Porqué a mi concretamente? Si algo estaba claro era que aquel atentado iba contra mi. El fuego se alzaba como una pira funeraria en mitad del muelle, y mi primera reacción tras un rato fue correr directamente hacia lo que quedaba de él, dejando a Hikari detrás. Comencé a buscar si había algún superviviente o algo, pero ¿ quién podría sobrevivir a semejante explosión?. Todos mis nakamas estaban muertos pero yo no quería hacerme a la idea, estaba segura de que alguien habia sobreivido.

Así que mientras colocaba mi mano para taparme de las llamas mientras avanzaba por el muelle ardiendo, pude ver uno de mis marineros, Bonki, el vigía, el cual se había salvado de milagro al ser el que más tarde había vuelto al barco. La explosión le había cogido de refilón, enterrándolo entre maderos dejando solo su torso al aire. Luchaba por liberarse de un gran madero ardiendo, pues el muelle se estaba desmoronando.

-¡Bonki!- dije corriendo hacia él mientras trataba de levantar el pesado madero sin éxito, así que miré a Hikarí y le grité- ¡Por favor ayúdame!.

Esperaba que entre las dos pudiéramos levantar el madero, sin embargo Bonki trataba de contarme algo con bastante dificultad, señalándome el otro lado del muelle.

-Nos...no...nos estaba esperando. Una bomba, capas blanca y negras por allí.

Quizás para Hikari esto no significaba nada, pero para mi si. ¿Quién tenía en contra mía algo? No eran piratas, pues con estos era una artista reconocida, al igual que para los civiles...sin embargo y a pesar que contaba con simpatizantes, la Marina y La Legión era otro cantar. Este atentado tenía su nombre. Esto provocó que se marcara la vena del cuello y de las manos ante la rabia. La Marina, la puta Marina. Así que en ese momento pude ver a un "capa blanca" corriendo del muelle hacia la ciudad, no sin antes pararse para que le viéramos tanto Hikari como yo. No lo dudé.

-Quédate aquí Bonki, volveré para curar tus heridas- dije antes de mirar a Hikari- No quiero que te entrometas en esto, lamento que te veas en este escenario. Te agradecería que cuidaras de Boink hasta que volviera. -Boink negó con la cabeza, haciendo un ademán para que ambas nos largáramos de aquel sitio una ver lo hubiéramos liberado.

No sé sui Hikari me seguiría, pero yo enfilé como un toro la calle paralela para pillar aquel malnacido. Esperaba poder alcanzarle, y a poder ser, quitarles la piel de los huesos.

Cuando la muchacha salió corriendo, por instinto Hikari también pero se detuvo momentáneamente, claramente la explosión era un intento de aniquilación por lo que, hay una intención de matar, hay enemigos, ese es el punto al que llegaba Hikari. Así que aprovechando que la poca gente que había estaba mirando al barco y que la muchacha había salido corriendo, se metió la mano derecha dentro de su boca la cual abrió de una forma bastante desagradable, hasta la altura del codo y cuando la sacó, de la mano llevaba su espada, podían entrar en combate y se necesitaban armas... Se la colocó en la cintura mientras corría para llegar con el herido. Le pidieron ayuda a lo cual accedió, junto con la cantante intentó retirar los escombros del hombre lo cual consiguieron.

Tras eso, Naminé observó a un hombre a lo lejos, capa blanca y entrada en escena épica, olía muy mal el asunto, pero eso no detuvo a la semi-pelirroja, la cual pidió a Hikari un favor antes de salir corriendo tras aquél hombre -Es de armas tomar...- Comentó mientras miraba al herido, la gente se acercó, por lo que decidió dejar al hombre ya sin ningún escombro encima con los lugareños que empezaron a auxiliarle, para salir corriendo tras Naminé.

La postura de la muchacha era recogida, no era lo mejor para correr pero si para desenfundar rápido el arma y defenderse pues su mano derecha reposaba sobre el mango de esta y la izquierda tenía cogida la funda para un desenvaine fugaz. Observó el camino que tomó la muchacha y cuando giró por la calle del puerto notó algo raro, ¿Los estaban observando? ¿Tendría algo que ver ella en todo eso? Estaba hablando con la muchacha pero para detonar todo un barco.. Eso no lo harían por alguien que solo tiene un millón por su cabeza, por lo que sin duda, el objetivo era la estrella de la noche. Mientras corría -Señorita Naminé, la seguiré y ayudaré, soy herrera pero también he sobrevivido en estos mares sola, no le dejaré... Pero por favor, no cometa locuras... Deje que me ocupe yo de ese hombre- En la cabeza de la muchacha, la cantante era una simple niña enfadada, sin experiencia en combate pero en estas aguas nada es lo que aparenta, aún así, prefirió ayudar y si había que matar, ¿Por qué no hacerlo ella? Su cabeza ya tenía precio, que diferencia habrían entre un par de millones...

No estaba para nada centrada en otra cosa que no fuera reventar a aquel tipo ¿Cómo se atrevía? Si bien era cierto que tenía buena relación con algunos miembros de la Marina, estaba claro que aquellos cerdos eran los que simplemente veían a una pirata en mi persona. ¿Quieren pirata? Pues tendrán pirata. Si bien el tipo que corría como una centella hacia el interior de los muelles, junto a la artazana mientras que iba tirando algunas cajas, estanterías y barriles por su camino, yo no dudaba en ir saltándolos, cuan acróbata. Entonces pensé en una cosa, algo que había practicado algunas veces en mi barco. No era algo que me saliera bien pero ahora mismo tenía al tío en línea recta, así que no perdía nada por intentarlo.

Así que mientras corría pronuncié una nota musical bajo un murmullo, una onda de sonido se desplazó a mi dedo, apunté sin dejar de correr con él como si fuera una pistola y traté e disparar aquella bala de "sonido". Sin embargo la bala no se movía del dedo.

Mierda.

Da igual , volví a intentarlo mientras recortaba distancia con aquel tipo. Procuré hacerlo por unas tres ceves más y finalmente, cuando ya llegábamos a la plaza del astillero, una de mis balas sonoras le dio en la espalda al tipo, cayendo de bruces contra el suelo. Yo, cual Valkiria no dude en saltar sobre él, y colocar mi pie sobre su garganta para que no pudiera moverse. La verdasd es que estaba apretándole bastante el gaznate producto de  mi ira, y esta vez volví a preparar la bala de sonido para apuntarle a la cabeza. Efectivamente, era un marine.

El interrogatorio hubiera comenzado si en ese momento no se hubieran encendido varios focos alrededor de la plaza, iluminando la zona y dejando ver a doce marines apuntando con mosquetes tanto a mi persona como a Hikari si había venido conmigo y no se había quedado atrás. Esto, era una puta trampa. Los marines no se movían ni un pelo, y entre las sombras apareció un tipo, al cual reconocí, al sargento Dewitt, un marine para el que había cantado en más de una ocasión, y sin embargo no sé como no me vi venir esto. El sonreía afable, y se nos quedó mirando a las dos, pero luego hizo hincapié en Hikkari, a la cual se dirigió.

-Vaya, parece que nos ha sobrevivido una, bueno eso tiene fácil arreglo.- Levantó el brazo para dar la orden de fuego a uno de los marines con mosquete.

Mientras la orden se llevaba a cabo, el sargento comenzó a hablar conmigo.

-Si, es lógico que estés algo confusa, pero había que ser muy boba para no saber separar trabajo de ocio. No me malinterpretes, cantas genial Srta. Naminé, pero eso n oquita que seas una capitana pirata...aunque bueno...ahora no tiene ni barco...ni tripulación, así que simplemente lo dejaremos en pirata¿ te vale? Y ahora arrodíllese , pues queda detenida en nombre de la justicia.

Dicho esto sacó una pistola de su chaqueta, con la cual me apuntó a la espera de que cumpliera la orden. La verdad no me pesaba tanto haber caído en una emboscada como haber metido a Hikari, sin comerlo ni beberlo, al matadero.

La muchacha corrió como pudo tras Naminé y seguramente momentos antes de la gran escena habría deseado estar algo más lejos pues le habría dado tiempo a parar y atacar por sorpresa, pero sin siquiera poder reaccionar, en un segundo se vio rodeada de un pequeño pelotón marine quien apuntaba amenazante hacia la muchacha. Por lo visto pasaron dos cosas muy rápidas y casi al unísono, confundieron a la herrera con una de los tripulantes de la cantante y que el marine a cargo de los demás soldados conocía a la protagonista, mal asunto. Hikari intentó discernir si eso era bueno o malo, quizás solo querían hablar, pero visto que habían detonado el barco y había dado la orden de disparar, no tenía muy buena pinta...

Arma en mano, Hikari se apartó de Naminé, le iban a disparar ciento por ciento seguro por lo que no quería que le dieran a ella, salió corriendo tras unas cajas del puerto pero antes de que llegase, se escucharon los disparos. De forma mezclada entre técnica y suerte, desenfundando su espada y moviendo el hierro de forma casi intuitiva, consiguió bloquear dos balas, una le rozó el hombro y otra la pierna pero nada importante, los demás proyectiles impactaron contra las cajas. De pronto empezó a llover de forma consecutiva balazos contra ella y las cajas no parecían muy resistentes por lo que algo tenía que hacer...

Tras unos segundos para pensar, creía tener la solución, iba a dar el canto, a llamar la atención y eso no interesaba pero no veía otra salida. Agarró uno de los sacos de sal que había entre diferentes mercancías y lo lanzó hacia un lado para salir corriendo justo hacia el contrario. Los marines dispararon primero al saco pensando que era ella lo que le permitió llegar hasta tierra firme y cubrirse con una de las casas cercanas al muelle. Ahí podía abastecerse de piedra y no madera, ¿Por qué le interesaba la piedra? Por que era más resistente que la madera claramente. Tras pegarle unos cuantos bocados al edificio, ingirió la roca y la asimiló en su piel. Convirtiendo la piel de la muchacha en una buena capa de sedimentos.
Como una gacela salió corriendo hasta uno de los marines, este le disparó a la altura del pecho, justo en el corazón pero la bala revotó y ante el susto que se llevó el soldado, Hikari terminó con su vida de un ataque ascendente sin dudar en su ataque

Parecía que estábamos condenadas, y así hubiera sido si Hikari no hubiera reaccionado a tiempo. La muchacha parecía saber lo que se hacía, pero el problema era yo. ¿Qué hago?. Tengo un montón de marines antes mi, expectantes apuntándome con armas, y a un sargento imbécil haciendo lo propio. Pues ahora mismo la solución era bastante fácil, ya que no pude evitar esbozar una leve sonrisilla ante lo que se me había pasado por mente. Tenía un "público" delante, y era un buen momento para alzar el telón.

Mientras Hikari se divertía aplastando a uno de los agresores, yo miré al Sargento, el cual, al igual que el resto sabían que era cantante, pero desconocían que tuviera akuma. Así que era hora de hacérselo ver. Abrí la boca mientras levantaba las manos, y una onda sonora muda invadió el lugar. Con las manos en lo alto comencé a apoyar una de las manos en la cadera, mientras que la otra mano se mantenía en el aire, y entonces comencé a cantar.


En ese momento los mosquetes abrieron fuego, pero los diparos erraron en el momento en que diversas figuras musicales aparecieron frente a cada uno de los tiradores haciéndoles disparar hacia los lados. Acto seguido, mientras cantaba me lancé hacia adelante a por el promimero que viera, mezclando así un puñetazo con un baile que no cesaba. Mientras los demás sacaban als espadas, más elementos musicales comenzaban a aparecer ante ellos, golpeándoles y entreteniéndolos. La música cada vez más alta iba a corde con mis movimientos, pareciendo que estaba bailando más que peleando. Mientras los marines iban cayendo uno a uno de mi mano salió un largo pentagrama el cual enrolló la mano del sargento con la que sostenía el arma. Lo atraje hacia mi, enrollándolo rápidamente como si fuera un rollito de primavera, más sin embargo, él logró desenfundar la espada y cortar el pentagrama.

Seguí subiendo la voz en el canto mientras que los marines, ajenos a Hikari y a mi, seguían "combatiendo" los elementos musicales que iban apareciendo alrededor nuestra. Un altavoz apareció junto a uno de los marines, y con un gran estruendo lo tiró al suelo.

Fue entonces cuando miré a Hikari, pero sin dejar de cantar para ver que estuviera bien, aún así esto no impidió que mi pequeño despiste provocara que el sargento, con su espada, me rozara el brazo haciéndome un corte, haciendo que la melodía bajara de tono ante mi queja, pero seguí cantando igualmente, apareciendo así un grupo de corcheas en el aire que cayeron como un yunke encima del sargento, tirándolo al suelo a unos metros de nosotras. Los demás marines ya no sabían que hacer, quedando noqueados todos salvo el sargento, que todavía daba guerra.

En su intento de ir liberando almas de sus cuerpos mortales, de pronto cuando estaba apunto de cercenar una extremidad del siguiente marine, una nota musical que puso por medio a lo que bastante confundida detuvo su ataque, pero prestando atención a su entorno, escuchó la voz de la joven y recordó lo del concierto por lo que no le costó mucho hilar conceptos. Hikari no sabía mucho del mundo que le rodeaba, pero había visto bastantes cosas, un hombre volador, uno capaz de cambiar de apariencia y otro de generar chocolate, claramente esto le cuadraba como una habilidad de akuma no mi o algo similar. Tenía que dejar de creer en dioses y magias, existían pero en vez de energía de la naturaleza, como frutas de doble filo... Al marine que iba a cortar, simplemente se limitó a darle un buen golpe en la cabeza con el reverso de su arma, ya no intentaba matarla por lo que hacer lo mismo con él era algo inútil... Pero por si acaso, masticó y tragó su arma al descuido, era la segunda que ingería, el marine anterior también había perdido su pistola...

Una vez las corcheras cayeron sobre aquél uniformado, el cuerpo de la muchacha apareció frente al de Naminé, interponiendo su presencia entre la del marine y la cantante, con espada en mano la cual pasando su mano sobre la hoja e imbuyendo energía, esta empezaba a calentarse lentamente -Esto se acaba aquí- Comentó mientras alzaba su espada y dejaba caer la punta de esta sobre el cuello del marine, para ensartarlo y acabar así con esta pelea estúpida, pero lo que el arma atravesó fue el cuelo pues el marine aún tenía un par de trucos más, se libró de las corcheras y de un buen puñetazo lanzó a Hikari hacia atrás, suerte de esta que aún tenía el cuerpo en forma de piedra...

El marine se levantó lentamente y miró con odio a la estrella del lugar, parecía no tener buenas intenciones pues se quitó toda la ropa por encima de la cintura, vamos a pecho descubierto mostrando así unos músculos que claramente decían "Peleo a tortas". Este hombre, sin caballerosidad alguna lanzó un puñetazo directo al cuello de la usuaria de la fruta sonora, para dañarle su preciada voz pero nuevamente Hikari se interpuso bloqueando el golpe con su cuerpo y la espada en forma de guardia... La herrera no se podía mover, solo aguantar los golpes pues si se movía, recibiría daño ella o Naminé y no quería, simplemente se mantuvo a la espera de que la del pelo partido, hiciera de las suyas...

El sargento estaba dando auténticos problemas, e Hikkari me estaba defendiendo a muerte. No entendía muy bien por que no huía y se salvaba, y más viendo el panorama que se nos presentaba. Yo empezaba a estar cansada debido al esfuerzo de tumbar a aquellos marines sin la verdad despeinarme, pero el cuerpo ya empezaba a darme avisos. Así que sin decir palabra alguna agradecía, de algún modo, la intervención de Hikari. Mientras ella mantenía entretenido al marine, yo aproveché para juntar los dedos nuevamente, haciendo la forma de pistola tras ver como el marine le estaba golpeando si n esta moverse ni un milímetro de su posición defensiva.

-¡Ahora Hikari!- le grité. Si se apartaba el sargento me vería mi, apuntándole con la mano mientras abría la boca lentamente. El sargentoconfuso intentó golpearme, y fue entonces cuando, rezando a todos los santos, dije - ¡CRESCENDO!

Nuevamente un disparo sonoro salió de las yemas de los dedos impactando de lleno contra el pecho descubierto del sargento, el cual, pillado de imprevisto, pues su atención se centraba en Hikari, provocó que saliera dispara contra una pared, la cual atravesó, quedando tumbado boca arriba sobre unas cajas y escombros con los ojos en blanco. No es que el ataque fuera excesivamente potente, pero no dejaba de ser un disparo a bocajarro a menos de dos metros.

Hecho esto caería de rodillas, cansada, y sabía que no iba a salir de allí por mi propio pie. Los pocos marines que quedaban en pie, la ver a su lider derrotado, escaparon, aunque dos siguieron disparándonos. Momento en que agarré a Hikari de sus ropajes para decirle.

-¿Puedes cargarme y correr? Te cubro, pero por todos los dioses, llévame lejos de aqui.

Tras recibir una buena paliza que notó aún que su piel fuera de piedra, escuchó a Naminé, pero no sabría decir si fue decisión de la muchacha o que al final cedió ante los golpes del marine, nunca lo sabremos con certeza pero se apartó. Se movió justo en el momento en el cual pudo ver salir disparado a aquél marine por un ¿Disparo? Sinceramente le daba igual, lo importante es que se habían librado del complicado, los demás huían y solo dos tenían lo necesario para seguir disparando. Ante la petición de la muchacha pelirojiblanca, Hikari la agarró cual marido en la noche de bodas a su mujer aún con el vestido de novia y empezó a correr, la piel de la herrera, poco a poco se tornaba rosácea, lo que quería decir que volvía a la normalidad... -Pues tenemos un trato, yo te saco de aquí y tú cubres mi espalda- Dijo, justamente en ese momento recibió un claro disparo que se podía ver como rebotaba con la piedra, pero eso no volvería a pasar pues poco a poco quedaba menos de piedra en el cuerpo...

La dirección era clara, aún buscando problemas a aquella tripulación, decidió ir directa al barco de Yor, quien podría sacarlas de ahí, defenderlas o lo que hiciera falta, era un bago, desaliñado y mal capitán, pero sabía salir de problemas como estos... Suerte que Hikari le avisó de que atraía los problemas... -No se preocupe señorita Namine-san, creo que se donde debemos ir, hay un barco, pirata pero no se preocupe, no son peligrosos, por lo menos para nosotras, ahí tendremos apoyo y una forma de salir de esta- Explicó mientras tomaba pequeños atajos, no quería ir por el camino más directo pues las hacían un blanco fácil...

A pesar de la piel rocosa, los daños eran visibles, las balas que rebotaron, hicieron muescas en la piedra la cual en realidad era la piel de la muchacha, esas muescas se veían como si de pequeñas ulceras se tratase, los golpes del marine quedaron en forma de morados que ya podían ser visibles en tonos liliáceos y verdosos, pero aún así, ahí estaba, resistiendo y deseando darse un buen baño, tirarse de pleno en su blandita cama y quedar calentita entre sabanas... Era muy austera pero poco a poco se empezaba a acomodar a lo bueno, quien iba a decir que a estas alturas echaría de menos algunas cosas de la "nobleza" de su familia...

Lamentaba que Hikari tuviera que llevar la iniciativa a partir de ahora. No estaba yo para muchos trotes ahora mismo, ya que el cansancio me había dicho " Hola", no porque usara mis poderes, sino porque había usado una técnica que todavía no estaba pulida y por ello no tenía el calibre necesario todavía para saber cuanto me iba a cansar. Aún así tenía las suficientes fuerzas para dejarme llevar por Hikari mientras estaba sobre ella.

-No tengo nada que objetar- dije con una cierta risa entre labios.

Así que mientras me llevaban cual saco de patatas pude ver como algunos marines nos perseguían, y la cosa se estaba poniendo negra, porque de las calles secundarias aparecían más y más Pero por dios ¿Cuántos había?. Esperaba que Hikari corriera como un demonio, porque si me llevaba a ese barco, esperaba que al menso estuviera listo para zarpar y salir corriendo de aquella maldita isla. Aún así pude apreciar como las balas rebotaban en Hikari...maldita sea también era un usuario. Da igual, solo sé que aparecían cada vez más problemas, y fue entonces, cuando el marinero que habíamos dejado en el puerto con gente, apareció con dos sables, uno por mano de un callejón impactando contra un marine que estuvo a punto de lograr agarrarme los pies.

-¡Corra capi!!¡Disfrute y beba por todos nosotros y vuelva para darle por culo a estos desgraciados!- dijo riendo mientras paraba a los marines que iban llegando tras nosotros.

-¡Bonkiiiiiiii!- grité mientras intentaba volver a disparar balas sonoras librándole de algunos marines, sin embargo Hikari seguía corriendo, y la distancia era ya tan larga que no podía prácticamente apuntar a nada. Bonki desapareció entre un montón de capas blancas que se abalanzaron sobre él, momento en el que yo, ante el cansancio le dije a Hikari.

-Lo siento pero creo que me voy a...

Me dormí sobre ella, ahora todo dependía de ella.

Aún así esto no significaba que estuviera fuera de combate, sino que el sueño era un efecto secundario de mi fruta del diablo. Solo necesitaría unos minutos de relax para poder volver a despertarme y dar algo de caña, aunque no mucha. Hikari parecía que sabía a donde iba, y eso me tranquilizó en parte, el problema que teníamos ahora mismo, era, que teníamos a medio regimiento marine a punto de cortarnos la retirada si no llegábamos pronto a donde mi nueva amiga dijo que iríamos. Pues los gritos de "Detenedlas" "Alto en nombre de la justicia" se hacían cada vez más fuertes.