Pacto de sangre [Rokuro - Mako]

Rokuro estaba sentado en su habitación, mirando fijamente el maldito Shiro Den Den Mushi. Había estudiado todas y cada una de las opciones que se le habían cruzado por la mente, y ninguna era viable... Salvo una. La única que no quería elegir. La única de la que podría arrepentirse. Hacía ya un tiempo, mientras se encontraba de baja, había realizado un acuerdo que, hasta el momento, todavía no había necesitado usar. Pero, tal y como le habían dicho una vez, todo acaba llegando.

El caracol le devolvía la mirada, curioso. Rokuro suspiró y levantó el caracolófono. Quizás se acabaría arrepintiendo, pero era la única salida. Una voz contestó.

—¿Dónde te encuentras? —preguntó Rokuro. La voz respondió dando su ubicación—. Tengo algo que te interesará. Nos vemos en Greenlyn en cinco días, menos si es posible. Vamos cortos de tiempo. Te volveré a contactar para darte más detalles.

Colgó y soltó el comunicador, como si le quemase la mano. Creía haber sonado decidido; no podía permitirse que la otra persona pensase lo contrario. Que le tomase por débil o inferior. Tras colgar volvió a leer la nota. Había sido enviada en un código similar al morse, pero con variaciones para evitar que cualquier persona pudiese descifrarlo con facilidad. No era un método infalible, pero se podía ganar tiempo con ello. Solo las personas con la clave podían conocer el mensaje sin dificultad. Tras decodificarlo, Rokuro había guardado una copia.

En el mensaje uno de sus compañeros de la agencia afirmaba que la infiltración había sido exitosa. Aquella noticia no era tan reciente, pero comprobar que su compañero seguía manteniendo la tapadera era una buena noticia. Sin embargo, no terminaba ahí. Se había unido a las filas marines como cadete, y aunque no ostentaba ningún cargo con poder se encontraba en alta mar realizando el trabajo rutinario de proteger los mares. Al parecer su tripulación se había topado con un barco pirata y no solo los habían capturado, sino que habían requisado todo su tesoro, que no era poco. Oro y joyas, pero también armas exóticas y municiones de gran calibre. Los piratas se habían preparado para una guerra, aunque aquello no pudo protegerlos del cuerpo marine, lo que hablaba muy bien de los blanquiazules.

«Y lo más importante, hemos encontrado una fruta del diablo» decía el infiltrado al final de la carta junto a su próximo destino. Greenlyn. El mismo destino al que se iba a dirigir Rokuro. No podía servirse de compañeros: Matt se encontraba en reparación, Jojo estaba desaparecido y no tenía contacto con ningún otro compañero del que pudiera fiarse mínimamente. Su única opción era la palabra de aquel embustero oportunista que casi hizo que le matasen. Con suerte, una posible recompensa le tentaría lo suficiente para cumplir con su palabra y no traicionarle.

Con suerte...

Isla Lithos

Con un té verde sobre la mesa junto a muchos papeles, un libro negro, uno amarillo y un último rojo, apuntaba cosas en cada uno. Los colores son para llevar un orden, pero en resumidas cuentas, el libro negro es lo que parece, una lista de objetivos a eliminar, el amarillo también es lo que parece, no os voy a mentir, es el del dinero, las cuentas ¿Entendéis el porqué del color? y el rojo son los objetivos a alcanzar. Tras eliminar la base de los piratas teníamos vía libre, nadie en la isla quería molestar mucho y algunas personas influyentes me vinieron a visitar de forma "cordial" para en resumidas cuentas decir "Si no te cruzas en mi camino, no habrán problemas" y no tenía pensado cruzarme con nadie, simplemente quería hacer mis negocios y fuera. Pero después de la que se lió con la base de los piratas ya era alguien conocido entre los despojos de la suciedad, digo... Sociedad... Ese "accidente" con los piratas no solo me hizo ganar reputación y respeto, también hombres, entre lo de las chicas del burdel contaban, los amigos de la lonja y los cadáveres de los que osaron amenazarme, ahora todo el mundo había escuchado hablar de mi y me medio respetaba... Nuestras minas habían llenado el cupo, ahora ya tenía a los mineros necesarios para que funcionaran a pleno rendimiento, aún que una gran parte de las minas solo servía de almacén, habían túneles que necesitaba agrandar por mis ansias de almacenar mucho más material... Por no hablar de que ahora sí contaba con guardias decentes y capacitados, quince hombres más se sumaron a mi causa.

Como a todo empresario, en la vida de los negocios me han aparecido, curiosidades, desconfianzas, dudas, problemas y soluciones. Actualmente tenía a un traficante de armas usando mis minas como escondite, viene, las guarda, trae a diferentes hombres y se las lleva, lo que en un futuro podría ser un problema si alguno de esos hombres es buscado por quien no debe husmear en mis asuntos, por no decir que mi verdadera intención es hacerme con el mercado, no facilitarle la vida a otros... Así que mi objetivo más cercano ahora mismo estaba muy claro. Un maldito barco, un barco mercante con el cual mover parte de mi mercancía "legal" ocultando la "no tan legal"... También necesitaba expandirme, las minas son buenas para unos ingresos mínimos, pero no lo suficiente, necesitaba más, a parte, las armas no se fabrican solas, quizás una fábrica de cerillas de fósforo, otra de herramientas, podían ser de ayuda en la fabricación, a la larga una gran fábrica para ocultar armas del mercado negro entre las del mercado ¿blanco? quizás... Solo eran ideas, pero el barco, para un comerciante que se precie era necesario...

Encerrado en mis pensamientos, de pronto escuché un ruido que parecía un den den mushi, no hice caso pues me llevé la mano al bolsillo y el de Meneror estaba tranquilo, pero al rato apareció Ryan y me dio el toque -Señor, le llaman- Le miré arqueando una ceja, el den den estaba apagado... Segundos más tarde, recordé a aquél "Shinigami" -Ostias...- dije tranquilo, me llevé la mano al otro bolsillo interior y sí, era el de aquél asesino, por lo que "descolgué" -¿Dónde te encuentras?- Preguntó una voz conocida -East Blue- comenté sin especificar demasiado -Nos vemos en Greenlyn en cinco días- Ordenó, cosa que sinceramente me tocó la clava, no me dio tiempo a decirle que cinco días era demasiado poco para moverme, que no podía respetar el tiempo pero de nada sirvió quejarme...

«Una fruta del diablo —pensaba Rokuro durante su trayecto—. «¿Cuál será? ¿Qué poderes otorgará?» Todo el mundo sabía que las frutas nunca daban el mismo poder, y aunque su capacidad se medía más en la habilidad del usuario que en el poder que otorgaba como tal, existían frutas que resultaban sumamente superiores a otras. Si conseguía encontrar y salvaguardar una de las últimas, los superiores le verían con muy buenos ojos.

Aunque lo que realmente ocupaba la mente del agente era si podía contar con Mako. Le había metido en problemas, pero también había permanecido a su lado durante los mismos. Aunque era un maldito interesado que se movía únicamente para salvar su pellejo, había demostrado cierta... No, lealtad no, pero Rokuro creía que no le iba a dejar tirado a la mínima. Mako era un hombre de negocios, que como tal, tenía que hacer valer su palabra. Sí, eso era; mientras nadie más mejorase la oferta, Mako se mostraría como un aliado. ¿Valdría la pena? No estaba seguro, pero en aquel momento no tenía otra opción. No tenía compañeros de confianza a los que poder recurrir —el no haber entrenado desde pequeño para formar parte de las filas del Cipher Pol no estaba bien visto por todo el mundo—, y el objetivo era demasiado bueno para dejarlo escapar.

«Si tengo que darle algo a cambio a ese malhechor, lo haré —concluía cada vez que pensaba en el tema—. Siempre será mejor tenerlo cerca y vigilado».

El viaje hasta Oak Island le había dado tiempo suficiente para pensar. Quizás demasiado. Por una parte, iba a cometer acciones directamente en contra de los marines, que si bien eran los enemigos del Gobierno, sería la primera vez que hiciese un acto de tal magnitud. Sabía de guerras que habían empezado por menos, de ahí que el sigilo fuese una parte fundamental de la misión. Si no cubría muy bien sus huella, sus acciones se podrían considerar como un acto de guerra. ¿Estaba preparado para asumir las consecuencias? Después, por otra parte, se cuestionaba su propia moral. Sí, siempre había sabido que su brújula moral estaba algo errada, por ejemplo, porque no dudaba a la hora de arrebatar vidas mientras que a otras personas les parecía aberrante. Pero... ¿apoyarse en criminales al margen de la ley para cumplir sus propios objetivos? Sí, sus objetivos eran nobles, de eso no cabía duda, pero ¿hasta qué punto valía la pena dejar a un lado todo lo demás en pos del bien común? Por desgracia, no tenía respuestas para ello.

Finalmente, tras unos días mentalmente exhaustos, llegó a su destino. Si la información era fiable, cosa que no dudaba, faltaba un solo día para que la tripulación de marines anclase en la isla en busca de provisiones, antes de poner rumbo hacia su Cuartel.

—¿Has llegado? —preguntó por Den Den Mushi cifrado desde el camarote en del barco en el que había viajado—. Nos reuniremos en tres horas en la cala este de la isla.

Había llegado el momento de comenzar con su plan.

-¿Has llegado?- Pronunció el den den mushi que me había dado aquél hombre -Nos reuniremos en tres horas en la cala este de la isla- Prosiguió -Ahí estaré- Respondí en tono seco y tajante, mientras me tomaba un sorbo del café que tenía puesto en la mesa... ¿Donde estaba? En la isla, claro... Me había costado dinero, bastante dinero y favores la verdad, pero por suerte no era un gato pues decidí invertir todo eso para saber que se trae entre manos el hombre de las sombras. Pero esta vez no me iba a pillar en la posición de ratón perseguido por el león, esta vez no había ninguna familia mafiosa tras mi pescuezo y yo había recuperado mi poder y lo había mejorado. Junto conmigo, llegaron cinco de mis "hombres" los cuales nada más llegar hicieron como que no se conocen y se dispersaron por toda la ciudad, pero eso no era todo, dos barcos más estaban por llegar a la isla, uno de pasajeros y otro de transporte de mercancías, llegaban en unas horas y cada uno de esos barcos, traían a cinco soldados más. Esta vez extendería mis telas de araña para prevenir de ante mano cualquier imprevisto.

Mis hombres tenían dos misiones, recabar información y buscar algo de interés, decidí dividir en tres partes la llegada de ellos pues si venían los quince conmigo de golpe, el Shinigami me vería llegar, por mucho que hicieran de turistas, se podría llegar a notar y no esta bien que empecemos con desconfianzas "Que si tu has traído a tal" "Que si me quieres matar" "Que si quita ese puñal de mi espalda"... Mi intención ahora no era hostil contra él, simplemente era curiosidad.
Por lo que me pareció entender en nuestros encuentros anteriores, no le hacía nada de gracia tratar conmigo, por lo que esto bien podría ser que necesite mi ayuda o que sea una trampa... Sea lo que sea, ahora no hay tanta distancia entre él y yo aún que sigue siendo peligroso con sus técnicas raras...

Le dí un ultimo sorbo al café y lo dejé en la mesa, había pagado de ante mano para evitar todo tipo de problema, no quería que por un despiste tonto, mi identidad destacase en la isla. Me levanté, agarré mi maletín donde portaba mi nueva arma (Sí, en ningún momento se ha mencionado que se necesite matar a nadie, pero seamos sinceros, para que me habría llamado si no...) Y mi compañero en la mesa, uno de los cinco primeros soldados se levantó conmigo, el llevaba la otra maleta con la ropa de guerra por así llamarla... Además, no sabía si el fantasma me había estado vigilando, así que por qué ocultar que tengo compañía en la isla, ir de cara es lo mejor... -Nos vamos- El hombre asintió y se puso a seguirme, parecíamos gente de negocios y así era, pues ya que había venido a esta isla perdida de la mano de dios, iba a aprovechar el viaje...

Tras el tiempo necesario, permanecí en la cala este, mirando desde una gran rama el agua azotar la costa, mi acompañante estaba algo nervioso mirando a todos lados, no estaba acostumbrado, antes era un simple pirata... ¿o era uno de mis mineros? Bagg que más da, se nota que no esta acostumbrado a las altas esferas, ya lo iría cogiendo poco a poco -Cálmate, si es una trampa, ya estamos muertos y si no lo es, tu no tendrás que hacer nada, solo aguantar las maletas y alejarte- Por muy soldado mio que fuera, cuanta menos información se escampe, menos traiciones sufriré -¿Que querrá el Shinigami?- La curiosidad me estaba matando...

Todo había comenzado. En el transcurso de aquellas tres horas Rokuro no se había sentado a esperar, sino que había empezado a explorar la isla. Había vislumbrado sitios sin igual a lo largo de sus misiones, pero aquello le causó una gran curiosidad. En la isla los árboles crecían hasta convertirse en gigantescos troncos de madera tan grandes como los edificios de Dark Dome o incluso más, y eran tan frondosos que sus copas alteraban el clima en la superficie. Mientras el suelo y la tierra de las isla estaban cubiertos de una gruesa y nívea capa, sus habitantes se habían adaptado a vivir en lo alto de los árboles, allá dónde el sol calienta y no puedes morir congelado.

Y no solo eso, sino que los animales del lugar habían crecido hasta alcanzar tamaños impensables, como los escarabajos que servían de montura. Era como si la flora y la fauna se hubieran puesto de acuerdo en crecer y evolucionar a un tamaño superior, aunque los humanos que habitaban la isla seguían manteniendo sus estaturas normales. Resultaba sorprendente, pero por encima de todo eso lo que Rokuro pretendía era maquinar un método para sacar provecho de la situación. No era la isla que él habría elegido para realizar la misión que tenía por delante, pero podía trabajar con ella.

Tras haber terminado la exploración y tener un plan organizado en su mente, puso rumbo al punto de encuentro. ¿Cuánto hacía que no veía a aquel hombre? Varios meses, cerca de un año, desde que se encontraron en Sabaody. A día de hoy se sigue preguntando si se trató de una mera casualidad o del cruel destino. No le gustaba la segunda opción.

Al llegar no vio a nadie, por lo que decidió subir por una de las ramas y reposar entre el follaje, oculto. Cuando escuchó que alguien se acercaba, se puso en guardia, presto ante cualquier eventualidad, y observó dese su posición ventajosa que se trataba de aquel mismo calvo con el que había pactado hacía ya tiempo, junto a un hombre que parecía trabajar para él. En completo silencio, se dejó caer de la rama superior y aterrizó en la misma en la que se encontraban Mako y su acompañante.

—Bu —susurró por la espalda en el oído del hombre que seguía a Mako mientras apoyaba una mano en su hombro.

Aunque las vendas y la capucha ocultaba su rostro, observó divertido la reacción del subordinado, pero no se recreó en ello. Al momento, se dirigió a Mako y, sin prolegómenos, le explicó la situación.

—Hay un barco marine que se dirige a esta isla, que será su última parada antes de poner rumbo a su Cuartel. Según mis fuentes, alrededor de hace una semana se encontraron con una tripulación pirata, desmantelándola y apropiándose de toda su mercancía en el acto. Son hombres capaces, y en el mar se mantienen atentos mientras que su barco les da mucha ventaja. Entre las pertenencias, poseen un objeto de gran valor que debo recuperar, y para ello no pueden quedar testigos. El mundo tiene que saber pasaron por aquí y después se fueron, desapareciendo en alta mar.

En cierto modo resultaba reconfortante poder hablar así de sus misiones con alguien que no era del Gobierno. Ninguna persona ajena a su trabajo, a excepción de Mako, sabía que él era un agente. Sí, no conocía su identidad real, por lo que se no se preocupaba demasiado de que pudiera explotarle todo en su cara, pero aún así era un riesgo. Y con todo, resultaba agradable no tener esconderlo, aunque fuese a un sucio matón como lo era Mako. En cuanto el calvo terminase de hacer sus comentarios sobre la operación, Rokuro le respondió sin dudar a la pregunta que, desde luego, no iba a faltar.

—Mi único objetivo es hacerme con el preciado artículo y borrar todo rastro posible. Después de eso, el resto de la mercancía es tuyo. Hay tesoros valiosos, y también un gran cargamento de armas. Doy por hecho que en tu mundo no es tan fácil hacerse con armas de esa calidad de una forma tan rápida.

Era consciente de que yo, había mejorado mis habilidades de forma exponencial, me tenía en alta estima como soldado, ya sea como matón o asesino, para proteger o atacar, pero tras las pequeñas vacaciones que me tomé de Dark Dome, me había convertido en alguien superior. No soy imbécil, se que hay gente más capaz que yo, pero el control de mi fruta, la evolución que tuve que hacer para sobrevivir y mi maduración como "criminal" eran prometedoras. (Sí, me lo digo a mi mismo pero eso no quita que no tenga razón) Y aún así, no pude sentir al "Shinigami" hasta que tocó el hombro de mi acompañante. Me esperaba que apareciera de forma siniestra, no me sobre salté, no como el desgraciado que soltó mi maleta al suelo, tras dar un grito y hacer un salto bastante... Ridículo la verdad... Pisé la maleta antes de que cayera de la rama y lo miré con muy mala cara -¡Disculpe! Me asusté...- Le di mi maleta y le pedí que se alejara un poco, tras ello el encapuchado empezó a hablar...

Lo que proponía era jugoso pero me pilló desprevenido, esperaba sacar tajada pero el problema era como hacer que esos marines, llegasen como si nada y se fueran de la misma forma, ¿Les atacaríamos en alta mar? Ahí estoy en desventaja ¿Y como me llevaría la mercancía? Supongo que llevándome el barco para posteriormente desmantelarlo... Aún que lo que más me interesaba era ¿Que quería el asesino? Si estaba dispuesto a darme todo lo demás sería importante... -Es jugoso, no lo negaré, pero difícil, podría explotarnos en la cara, tendremos que calcular muy bien nuestros pasos y una vez tengamos un plan perfecto, intentar romperlo para saber que puede salir mal- Me había funcionado varias veces, crear el plan maestro y luego intentar romperlo con el mismo ímpetu, así los fallos están más claros... Iba directo, al grano, se le notaba que estaba más que interesado en esta "misión" -Esta vez podemos prepararnos, supongo que teniendo todos los datos y tiempo, habrás pensado un plan. Bien, dos preguntas ¿Cuanto tiempo tenemos para prepararnos antes de que lleguen y de que limitaciones nos impones?- Sí, limitaciones, sabía bien que le daba igual matar a quien le intentaba matar, pero... ¿A marines? Es un riesgo tanto para mi persona como para la suya, quería saber si podía usar cualquier método para llegar a cumplir nuestro objetivo -Es muy interesante, pero todo, ¿Sabes cuantas preguntas se me están pasando por la cabeza? Pero me pongo a pensar y algunas creo que las puedo responder yo mismo, como...¿Por qué me has llamado a mi? Entiendo que o tus superiores no quieren saber que pasa o que no saben lo que pasa, ¿Cuan desesperado estas por conseguir eso? Lo suficiente como para llamarme... ¿Crees que me conformaré con solo lo material? Verdad es que si lo que dices es cierto puedo llevarme una buena tajada de aquí, pero el material del que hablamos puede costar venderlo sin que alguien intente tirar del hilo, es un riesgo muy grande para mi, por lo que a lo que tú llamas "Recompensa" yo lo llamo agridulce, pues una vez tenga ese material y me vaya, no estoy libre de pecado... Pero sabes que con un "Me debes una" yo me iré con una sonrisa y tú apretando los dientes, eso si es una recompensa...- Quizás me estaba pasando, era hora de parar...

Me coloqué bien el traje y empecé con lo serio -Bien, bromas a parte, empecemos a hablar de lo importante. Lo dicho ¿Tiempo del que disponemos y qué no nos permite hacer tú moral? ¿Plan? Es demasiado arriesgado para dos personas por lo que tendremos que ser totalmente sinceros si quieres que esto salga bien, tanto en capacidades de cada uno, como en Ases bajo la manga, aún que no nos guste, tenemos un pacto, no somos familia pero si no confío en ti no iré con todo, si no voy con todo muero, si muero me aburro... Vamos a tener que tratarnos como los típicos cuñados que no se soportan pero que lo conocen todo el uno del otro, pues no son criminales de diferentes organizaciones sin alguien que les dirija, ellos son militares, formados y preparados para seguir las ordenes tácticas de uno... Aún que todo esto ya lo sabes...- Viniendo a la isla ya había sentenciado mi cabeza, si me traicionaba lo único que me quedaba como "esperanza" era el plan que les había dado a mis soldados pero no vine aquí en modo suicida, si sale bien el dinero que me puede dar ese barco puede impulsar tanto mi vida como mi renombre, por no decir que me gustaría confiar en este tipo, no solo por lo que es capaz de hacer si a los dos nos viene bien, por saber que en este mundo hay alguien con palabra suficiente para pensar en él en una situación de riesgo...

—Vaya, alguien se encuentra charlatán —soltó Rokuro tras escuchar todos los comentarios del criminal—. Me alegra ver que estás de buen humor, así te será más fácil escuchar esto.

Hizo ademán de bajarse la capucha, pero no lo llevó a cabo. Aunque Mako conocía su rostro, el subordinado que había llevado con él no, y prefería evitar posibles complicaciones. Se preguntaba por qué habría llevado a aquel esbirro asustadizo, e incluso si había llevado más hombres, pero no era lo que le preocupaba. Le preocupaba que ese hombre, a quién había visto arrastrarse como un gusano para sobrevivir, se le había empezado a subir el poder a la cabeza. No tenía información sobre sus asuntos más que la que él mismo le facilitaba, la cuál era más bien escasa, y desde la última vez que se habían encontrado quién sabría qué había estado haciendo. A lo mejor tenía motivos para tenérselo tan creído, pero Rokuro también había crecido desde la última ocasión. Y no iba a dejarse aplastar.

—Bonitas conclusiones a las que has llegado —comenzó el agente—. Ahora te diré a cuáles he llegado yo. No creo que hayas venido solo; por como has tratado a ese chico estás habituado a dar órdenes, y seguramente más hombres hayan venido contigo. No me importa siempre que sepas poner en orden a tu gente y no pongas en riesgo nuestro acuerdo. Además, en cuanto he levantado el caracolófono has venido corriendo, lo que implica que o bien estabas aburrido sin nada que hacer o que sabías que te iba a presentar una buena oportunidad. Me conoces, sabes cómo trabajo y lo que es más importante, sabes de lo que soy capaz. Nosotros llegamos a un pacto, y estoy dispuesto a cumplirlo, pero no te excedas más de lo necesario. Ahora te pregunto, ¿te parece agridulce obtener armamento robado sin catalogar y artillería marine de última generación junto a un tesoro que te servirá para financiar otros proyectos? Porque si no te gusta, puedes irte. Nadie te obliga a estar aquí.

Se hizo el silencio. Una brisa veraniega sopló desde la costa, ondeando la capa de Rokuro. Esperó a que Mako se retirase, pero no lo hizo, así que asumió que aceptaba las condiciones.

—Y ahora te resolveré las dudas sobre el trabajo. Estimamos que el barco llegará al anochecer, pasará la noche aquí y a la mañana se reabastecerán para volver a partir, y como ya te he dicho, no pueden haber testigos —cambió el tono a uno más serio—. De ningún tipo. Si por mí fuera, buscaría la forma de sustraer el artículo en el que estoy interesado y listo, pero me temo que no hay forma de hacerlo sin levantar sospechas. Y claro está, si lo hiciéramos de esa forma no podrías sacar tajada. Así que hay que eliminar cualquier posible prueba.

Sí, Rokuro poseía cierta moral y no mataba por placer, sino porque era su trabajo. Siempre que podía, evitaba realizar matanzas injustificadas, y hasta la fecha no se había desecho de nadie sin ser preciso. Siempre tendría remordimientos por haber acabado con ciertas personas, pero los atenuaba sabiendo que nunca había sido en vano. Ahora, con los marines, le ocurría igual.

—Después, el plan tiene dos fundamentos principales. Por un lado, debemos embaucar a los marines, en especial al Capitán que dirige la nave, a una emboscada en el interior de la isla. En tierra, allí dónde no da el sol, no hay ni un alma. Si los convencemos para que se adentren en esa zona, estarán a nuestra merced. Y antes que me preguntes cómo lo haremos, te pregunto yo a ti, ¿recuerdas la habilidad que usé para fingir tu muerte? —Le dio tiempo a hacer memoria y prosiguió con el plan—. Por suerte, tenemos información privilegiada; si conseguimos deshacernos del Capitán Héctor Ramírez y sus dos Comandantes, Warhammer y Pandora, podremos con el resto de subordinados. Y hablando de ases en la manga, el resto del pelotón que se quede a vigilar el barco no será un problema: tenemos un infiltrado en la tripulación. Cuando le de la señal, se encargará de ellos. Ahora bien, he estado explorando el terreno y he encontrado unos tres sitios con potencial para realizar la emboscada. Te los enseñaré mientras aún tenemos tiempo, y decidiremos el mejor lugar acorde a nuestras habilidades. Respecto a cómo engañarlos para atraerlos hasta allí, he pensado en recrear la escena del secuestro de un niño pequeño. Ningún autoproclamado protector de la justicia se podría resistir a ello —«Al menos, yo no lo haría» pensó—. Si no tienes nada que añadir, vamos a preparar el terreno.

-Vaya, vaya, ves al dermatólogo, si que tienes la piel fina- Comenté a su contraataque de mis comentarios mordaces con una sonrisa, la verdad es que me lo estaba pasando bien. Se le podía tocar la fibra pero aún así no soltó ni un insulto ni una amenaza, tenía bastante autocontrol. Nadie me puede juzgar por intentar conocer algo más sobre este personaje. Acto seguido empezó a contar el plan. Parecía haberlo pensado a conciencia pero solo lo que se "necesita" falta como conseguirlo. Verdad es que su poder puede suponer una ventaja tremenda pero necesitaba saber más para fiarme del plan y no sabía si estaría dispuesto a dar información privilegiada tan importante.
Caminé junto a él para que me llevase a los sitios indicados y ahí empezó la verdadera colaboración -Bien, tienes razón, no he venido solo por lo que contamos con ayuda, podemos usar a mis hombres para simular que son aldeanos y si cuela que han secuestrado a un crío, que ellos den información falsa para que lleguen donde queramos, podemos fingir que algunos han intentado evitarlo y están heridos, no me parece mal... Por otra parte... Tengo un juguete nuevo con el cual mi mejor baza puede ser un claro si es que en este "bosque" hay alguno, rodeado de ramas o un sitio con mucha explanada y buena hierva para ocultarme, supongo que definirme como francotirador sería lo más correcto aún que aún no he encontrado alguien que pueda igualarme en el cuerpo a cuerpo, usando mis trucos claro...- Y tanto, el último que intentó convertirme en su sparring, acabó sufriendo la caricia de mis cuchillos -Pero, no voy a pecar de soberbio, has dicho un capitán y dos comandantes, son cargos muy altos, saben combatir, ¿Seremos suficiente nosotros dos? Mis hombres no valen para unos oponentes así, por lo que aún que el número esté de nuestra parte, no es una ventaja...- Igualmente no me podía permitir perder a todos esos hombres ahora mismo, si en la primera misión que hago, me voy con quince y vuelvo solo, no daría buena imagen sobre mi

Me acaricié la barba (Que no tengo) y me quedé pensando... -Se me da bien mezclar cosas y que hagan "buum" soy un aficionado pero podría usar eso para crear trampas y debilitar a nuestros oponentes, pero si hacemos mucho ruido quizás llamemos la atención de indeseados... Aún que crear algunas trampas para intentar debilitarles, podría ser otra opción- Estaba diciendo demasiado, pero esperaba que se me pagase con la misma moneda... ¿Haría falta que le enseñara mi arma para que confíe en mi como francotirador? Esperaba que no... -Oh, y no te preocupes si mi rifle hace ruido... lo traigo con... "Silenciador"- Bueno, no hacía ruido pero ponerme ahora a explicar el por qué me parece absurdo y tedioso

«Un claro... Creo que hay un sitio adecuado, sí» pensó mientras se dirigía a las zonas que había explorado con anterioridad.

No pudo evitar sentirse sorprendido ante la verborrea del calvo. Estaba demostrando ser más hablador de lo que había esperado, y no estaba seguro de qué pensar sobre ello. Por un lado, para alguien que se movía por los bajos fondos, compartir información con tanta facilidad no resultaba ser de lo más inteligente, aunque no podía olvidar que, al menos en parte, era necesario para llevar a cabo la operación que les incumbía en aquellos instantes. Por otro lado, quizás fuese un intento para ganarse su confianza, o hacerle bajar la guardia. ¿Hasta qué punto podía confiar en las palabras de aquel hombre?

Porque la realidad era que no confiaba en él. Si accedía a colaborar era por dos motivos: el beneficio mutuo y que no le quedaba de otra. Así que, al final, ya que no tenía más opciones, decidió compartir información. La que creía justa y necesaria, nada más, pero información al fin y al cabo. Esperaba que, soltando un poco de hilo, pudiera seguir teniendo enganchado al criminal. Mientras tanto, se mantendría atento para confirmar si todo lo que decía era cierto o no. Quién sabe, Rokuro no confiaba en él, pero si demostraba ser alguien honesto con sus aliados, quizás las cosas pudieran cambiar en el futuro.

—Usaremos a tus hombres para tender la trampa —decidió tras escuchar su alegato. Continuó moviéndose a velocidad media entre las ramas, saltando entre alguna alejadas cuando era preciso, esperando que Mako pudiese seguirle el ritmo—. Respecto a los oficiales, el plan consiste en tender trampas y emboscarlos. Al parecer eres bueno con los explosivos; yo también. No me importaría tener alguno preparado, pero como último recurso. El sigilo es nuestra mejor baza, y no queremos llamar la atención. Acabar con ellos uno a uno, inmovilizarlos, golpear antes de que puedan organizarse y defenderse... Tácticas de guerrillas. Lo ideal sería desarmarlos con tu habilidad mientras yo restrinjo sus movimientos —«No me queda otra opción que contárselo»—.¿Tienes tapones para los oídos?

Seguían moviéndose entre los gruesos troncos de aquella isla mientras Rokuro le hacía un breve resumen de sus técnicas ninja a Mako. No podía evitar sentir que con esa información el criminal iba ganando terreno, poco a poco, pero era un pequeño precio a pagar para poder cumplir sus objetivos. El ascenso estaba cerca, casi podía olerlo, y con él su sueño se iba acercando.

No pasó mucho tiempo hasta que alcanzaron una de las zonas exploradas. Todavía era de día, y en las copas de los árboles hacía calor, pero allí abajo el suelo estaba cubierto de nieve y el frío calaba hasta los huesos.

—Este es el claro —le informó—. No hay mucha luz, y habrá todavía menos cuando actuemos esta noche, pero hay una gran espacio donde poder arrinconarlos. Las ramas superiores nos permitirán movilidad para atacarlos desde múltiples direcciones y que así no conozcan nuestra ubicación. Además, la nieve será perfecta para ocultar todo tipo de trampas —le miró a los ojos—. Espero que tu silenciador funcione.

Observé alrededor mío, parecía un buen lugar para mi, no me gustaba la nieve pero si era verdad que ocultaría trampas y podría ser un método de minar la moral, si solo se ve la sangre en la fina capa blanca, eso le quita las ganas a cualquiera de ponerse valiente. Observé al agente del gobierno -Solo oirás el leve silbido que hacen las balas al surcar el aire y un sonico seco y hueco al golpear dicho proyectil en la sesera de cualquiera- Pese a que el mundo no lo crea, un silenciador solo aplaca el ruido pero sigue haciendo ruido, mi arma no detonaba proyectiles, por lo que ese sonido tan preciso de una pequeña detonación desaparece de la ecuación -Mis soldados los atraerán hasta aquí haciéndose pasar por simples isleños- Dije totalmente confiado, esos don nadie harían bien su trabajo...

Tengo que admitir que físicamente el "Shinigami" estaba en mejor forma que yo pues, aún que intentaba disimularlo, mi respiración era agitada, claramente me costó seguirlo simplemente moviendo mi cuerpo, si hubiera usado mis trucos, le mostraría que mis poderes habían mejorado y eso no me convenía aún... -Puedo desarmarlos pero tengo que acercarme, francotirador soy con mi arma, mi poder es más una escopeta- No se si entendía la referencia pero supuse que siendo un asesino profesional lo haría... -¿En qué tipo de trampa estás pensando?- Recuerdo su poder, quizás crear un niño para hacer de cebo y que al agarrarle este explotase sería lo mejor, pero haría mucho ruido... ¿Un foso bajo el crío con pinchos? Eso es muy típico ¿Quien cae en esas cosas últimamente?

Esperé a que siguiera hablando mientras observaba las ramas. Estaba seguro que si dejaba clavado cerca mio los cuchillos, podría usarlos para moverme más rápidamente usando su posición como punto de atracción, lo que aumentaría mi movimiento y evitaría ser descubierto fácilmente -¿Tenemos tiempo para prepararnos? ¿Y lugar?- Había venido preparado pero no pensaba tener que hacer explosivos de forma rápida y rudimentaria, seguramente este lo tenía pensado pero que no se diga que no aporto nada en esta simbiosis tan rara que nos habíamos montado...
Claramente obvié preguntar sobre sus juegos mentales, simplemente estaba sorprendido de lo que me había confesado que era capaz de hacer con una simple melodía, cuando creía que estaba cerca de alcanzar a este hombre, me venía con una historia peor, ¿A caso era humano?

«Parece que todo marcha bien —pensó Rokuro mientras terminaba de puntualizar los últimos detalles junto a Mako—. Solo falta preparar el terreno.

—Lo prepararemos todo aquí —decidió—. Parece el mejor lugar para actuar.

Volvió a examinar el lugar, y señaló varios árboles.

—Entre esos troncos podemos colocar trampas que disparen cuchillos —indicó con el dedo los árboles a los que se refería y después se giró hacia unas rocas en el suelo—, y por aquí prepararé unas trampas especiales para atrapar a todos los marines posibles. Creo que todavía tenemos unas dos horas. Si lo dejamos preparado en una, mejor. ¿Puedes contactar con tus subordinados? Pídeles que hagan exactamente lo que te voy a decir.

Le transmitió a Mako las órdenes para los subordinados, dándoles las pautas necesarias para hacerse pasar por lugareños y atraerlos hasta la emboscada. Incluso les facilitó un diálogo preestablecido para que no cometiesen errores. Los marines no podían albergar la más mínima sospecha si querían que todo saliese de acuerdo a sus planes.

—Bien, con esto ya podemos... —se interrumpió. Levantó la cabeza y miró hacia las ramas superiores—. ¿Has oído eso?

Logró vislumbrar una sombra, seguido de lo que parecían plumas de un tamaño ridículamente grande. Casi se parecían a las de Takarashi cuando usaba su habilidad para crecer, pero desde luego no eran suyas. ¿Entonces de qué o quién?

Como un relámpago, dos gigantes aves se abalanzaron sobre la pareja. «¿Búhos?» pensó justo antes de reaccionar al ataque. Uno de ellos se abalanzó con sus garras por delante, y pudo desenvainar a Susurro de Oscuridad a tiempo para bloquearlo, mientras que el otro fue directo a por Mako.

—¡Creo que hemos entrado en su territorio! —le gritó al mercenario.

Rokuro repelió otro ataque del ave y se puso en guardia. Tendrían que acabar con los pájaros antes de poder proseguir, aunque... ¿Serían capaces de usarlo a su favor?

Observé dichos arboles, no tenía ningún problema, eran grandes, se podía pasar por las ramas y las hojas ocultarían mi presencia, era el mejor escenario para cazar a la presa. Cuando comentó lo de la trampa de cuchillos me pareció perfecto, cuanto más metal haya en este claro, más podré jugar yo con ellos. No quería encontrarme en un cuerpo a cuerpo con los marines, sabía y no me dolía admitirlo que estaría en desventaja. Cuerpo a cuerpo soy mejor que la media, pero me especialicé en la distancia y ellos tienen una experiencia e instrucción al acercamiento, por muy bueno que sea ellos juegan con ventaja, mejor equilibrar las tornas. -Cepos, cepos para osos en esta dirección. Dispararé desde ahí arriba, si alguno se da cuenta, que tengan que mirar donde ponen los pies- Comenté mientras señalaba mi ruta de parapeto, le comenté paso a paso desde donde iba a comenzar a disparar y donde terminaría que es donde quería algún cepo para dificultarles el avance.

Después, aún que no me gustó un pelo que se tomara la libertad de darle ordenes a los míos, su plan era muy bueno, planificado con tiempo, detalles que a mi parecer no son muy importantes hacen la diferencia, claramente algo iba a aprender de los métodos del gobierno, (Cosa que no admitiré nunca) Paso a paso les dí ordenes exactas a cada grupo, eran tres grupos de tres y un grupo de seis, diferentes personalidades, diferentes disfraces, tenían que parecer lo que debían parecer, el último grupo era el que más trabajo tenía para aprenderse las cosas pero no era problema, para ellos era todo o nada y lo sabían, o lo hacían bien o acabarían como los marines.

De pronto un ruido hace que me detenga de golpe y llevé el dedo pulgar al botón de la maleta, el que tengo para que se abran los cerrojos de golpe y poder agarrar el arma... y... Mierda, le dí la maleta al panoli que me acompañaba. No podíamos llamar la atención así que el revolver no era una opción. De entre las ramas de los árboles apareció un puto pollo gigante, parecía el abuelo de Dark Dome, el que tenía las mejores setas de la isla, por lo menos esas cejas pobladas lo insinuaban, eso o un búho, pero se parecía más al viejo -Mierda- Dije en voz baja mientras me lanzaba hacia un lado para esquivar a tremendo pollo enorme, pasó velozmente por mi lado sin llegar a tocarme pero mejor sería permanecer alerta. Agarré mis tres cuchillos, dos en la derecha y uno en la izquierda. Mi intención era esperar a que volviera a arremeter contra nosotros y lanzar los tres cuchillos para aprovechar su velocidad más mi fuerza para hundir bien hondo los cuchillos pero antes de hacerlo, volví a esquivar uno de sus ataques... -¿Puedes con ellos?- Pregunté dubitativo -Por que de ser así, solo tenemos que lidiar con ellos en total tranquilidad... Que pensarías si vieras un niño, en el centro del claro siendo atacado por unos pollos de semejante tamaño... Claramente, la marina se enfrentaría antes a los animales y una vez solucionado bajarían la guardia, en ningún momento esperarán el ataque de un depredador mayor...- En mi cabeza todo tenía sentido, al decirlo no se si lo plasmaba de forma correcta, pero lo estaba pensando sobre la marcha mientras me tiraba de un lado a otro evitando ser devorado por un ave con problemas de crecimiento

El pájaro no solo era rápido, sino también fuerte y resistente. La vida en Oak Island podía ser dura en las partes más bajas de los árboles, y los búhos se habían visto obligados a volverse igual de duros. Puede que incluso más.

«¿Tenía que ocurrir justo ahora?» se preguntó Rokuro, algo furioso. Su plan debía salir perfecto, y la aparición de las aves de caza era, cuánto menos, inoportuna. ¿Quizás debían cambiar de lugar? Ya se había formado una idea mental sobre cómo establecer las trampas y desarrollar el ataque, y le preocupaba que las otras zonas que había estudiado no fuesen tan adecuadas para el trabajo. No solo tenían que adaptarse a él, sino a Mako, y quizás no fuera tan fácil. No, aquel era el sitio perfecto... De no ser por aquellas criaturas.

El búho se abalanzó una vez más hacia mí. Con su cabeza por delante, buscando clavarme el pico, salté hacia un lado y comencé a dar pasos en el aire con el Geppou. Salté varias veces, ganando varios metros de altura y, cuando volvió a acercarse el ave, realicé una patada descendente que le hizo volver a tomar distancia.

—¡No uses los cuchillos! —gritó a su compañero—. ¡No podremos quitar la sangre de la nieve!

Tal y cómo le había preguntado Mako, podía con ellos, pero... Si realizaba cualquier ataque que dejase sangrando a los búhos, podría suponer el fin de la misión. No solo no podrían eliminar el color rojo de la nieve en la que se filtrase la sangre, sino que, si los marines contaban con alguien con un olfato desarrollado, podrían olérselo con suficiente tiempo para reaccionar.

En esta ocasión tomó la delantera. Se movió pateando el aire hasta alcanzar uno de los árboles, dónde se mantuvo de pie perpendicular al tronco moldeando chakra en la planta de sus pies para después desaparecer al moverse velozmente con un Soru. Sorprendió al ave con su movimiento, llegando hasta él y agarrándose con fuerza. Rodeó su cuello con los brazos y, apretando para asfixiarlo, activó el Tekkai.

El búho enseguida notó la falta de aire y se alarmó. Agitó sus alas desesperadamente, se estrelló contra árboles para quitarse al agente de encima y picoteó, ansioso, los brazos de Rokuro. Nada surtió efecto, gracias al Tekkai, y el plumífero cayó muerto sobre la nieve. Y sin sangre.

—Creo que podemos usar estos pájaros —le dijo a Mako en cuento hubo terminado con su rival—. ¿Qué sugieres?