¿A esto le llaman justicia? [Berry-Prometio]

Nos fuimos rápidamente de aquel sitio y nos quedamos escondidos a mitad de la jungla. Después de semejante caos que habíamos creado en aquel lugar no era de lo más seguro para María y su hermano quedarse en aquella isla, seguramente los legionarios estarían como locos buscando a los prófugos y a nosotros también. Al parecer Berry se había adelantado a esta situación y había arreglado con María vernos en un puerto de la isla.

-Tiene bastante sentido -dije mientras comía un poco de un bizcocho- tomemos un barco y marchémonos lo antes posible de aquí.

No tenía muchas ganas de luchar contra los posibles refuerzos que pudieran mandar, seguramente en un par de horas los puertos estarían completamente clausurados y un mar de legionarios podría arribar a la isla. Teníamos que apresurarnos y no confiaba en la velocidad de María.

-Si no nos apresuramos, van a cargarse el plan de la huída, iré rápidamente por ella en esta forma -dije mientras mi cuerpo se afilaba del tronco superior y mis piernas se hacían más largas y fuertes- llegaremos con ustedes en un abrir y cerrar de ojos -sonreí- ¿pueden cuidar de Kirara? -les dije mientras acariciaba la cabeza de la tigresa- en esta forma no puede seguirme el ritmo, además si hay problema ella puede encargarse sin problemas de algunos enemigos.

Arrhenius se puso en mi espalda y me despedí de todos. Salí corriendo a todo tren en búsqueda de María, atravesé en cuestión de pocos minutos la jungla y tuve la suerte de encontrarla a las afueras de la ciudad. Deshice mi transformación para mostrarle que era yo y le comenté brevemente todo lo que había pasado.

-Ahora verás algo no muy grato, pero no temas, simplemente son mis súper poderes -dije sonriendo, rápidamente adquirí de nuevo la forma velocista de mi fruta tomando la apariencia dinomórfica- perdón por esto, pero tenemos que apresurarnos -la tomé entre mis brazos- agárrate bien y no se te ocurra soltarte -aceleré a todo lo que daban mis piernas en la forma velocista y comenzamos con el camino al puerto.

En menos de lo que canta un gallo llegamos a las afueras del puerto, dejé a María sentada en el suelo y me disculpé por el viaje tan agitado que habíamos realizado. En seguida lancé un silbido para que Kirara, junto a los demás, nos alcanzaran. Miré de reojo la costa, aún no se notaba una actividad tan inusual de legionarios, era ahora o nunca el momento de nuestro escape.

La mink asintió a apresurar el plan, notando como doble D cambiaba de forma, al parecer ella no era la única con sorpresas. En un abrir y cerrar de ojos el chico lagarto se había esfumado y la tigresa hacía señas con su cabeza para ir en busca de su dueño, la mink intentó calmar al gato raro pero esta no le hizo mucho caso y en un descuido comenzó a correr arrastrando a Berry junto al hermano de María cómicamente a través de la espesa jungla siguiendo a lo mejor el aroma de su dueño.

—¡Waaa! ¿Cómo esta cosa tiene tanta fuerza en sus patas? ¡Quieta! ¡Waaa! ¡Dije quieta no que saltases un barrancoooo!—

La tigresa, la mink y el pobre humano cayeron por un pozo bastante grande antes de salir rodando por una cueva y seguir chocando con ramas, arbustos y otras cosas. La gran persecución llegó a su final cuando se escuchó un silbido y la bestia se dirigió como una gatita buena a pies de su dueño, dejando a Berry en el suelo cubierta de ramas y tierra aplastada por el hermano de María quien gracias a que Berry había hecho de escudo estaba intacto. Al menos solo tenía las secuelas de la legión, la zorra se sacudió escupiendo cesped y lodo antes de palpar su cabeza donde dos pájaros cantaban, tenía un nido como sombrero.

—¡Pfff! No vuelvas a dejarme sola con esa cosa, si quisiera un paseo por el lodo preferiría a María como paseadora. ¡Oh! ¡Hola María! Bien, mi uniforme es un desastre y la capa está llena de manchas, al menos me servirá para la coartada. ¡Vayan detrás de esas cajas y esperen mi señal!—

La zorra se sacudió un poco el polvo y se abrochó el uniforme, mjentras en su forma humana se acercaba a un barco de la legión. Con paso firme se presentó ante los pocos legionarios que había y comenzó a hablar con voz autoritaria, los soldados se alistaron al verle en un estado bastante descuidado y supusieron lo peor.

—Soy la Tenien- ¡Uhum! Superior Be-Bertha—

—¿Señora es usted una subcomandante? ¿Qué ocurre? Tenía enteendido que el subcomandante Trey estaba a cargo de esta pocilga.—

—¡Eso es soldado! Soy la subcomandante Bertha, lamentablemente Trey ha muerto. Lo mató una pirata y sus compañeros montaron un motín en el cuartel, intenté pelear con ellos pero eran demasiados. ¡Miren como estoy! Ahora no hagan más preguntas, eviten que otros criminales puedan seguir mancillando el nombre de la Legión. Yo necesito este barco y alguien que lo tripule.—

—Pero señora...—

—¡Sin peros soldado! ¿Se atreve a cuestionar a un superior y salir indemne de esa ofensa? ¡Yo perseguiré a esos bastardos! La ayuda viene en camino desde el otro cuartel, solo deben mover el culo por una vez y hacer su trabajo. Si llegan a escapar más prisioneros se lo haré saber al comandante.—

—¡No era mi intención! Ya oyeron a la subcomandante Bertha todos al pueblo y al cuartel, menos el timonel.—

Los soldados marcharon al pueblo dejando el barco a merced de Berry quien hizo señas para que todos suban, la mujer se dirigió al timonel con una sonrisa feroz que asustó al pobre muchacho y por tanto no cuestionó ver a otros presentes.

—¡A una isla que no sea fría y que tenga un hospital soldado! Debemos encontrar a unos piratas peligrosos. Descuide, estos de aqui son los mejores del cuartel, pero no se acerque a la tigresa si no quiere un paseo extremo. ¡Bwahaha!—

Finalmente estaban partiendo de la isla y dejando atrás el hogar de María, la mink suspiró aliviada mientras apreciaba el paisaje desde la seguridad del barco. Lo habían logrado, de momento estaban a salvo, tardarían un buen rato en descubrir el engaño y más con todo el revuelo que se había montado. Doble D era un gran compañero, tal vez un poco descuidado pero ella no era quién para hablar de prolijidad. Mientras las estrellas se dibujaban en el cielo, el grupo se reunió para celebrar una gran comida, los legionarios abastecían bien sus navíos, una prueba más de lo corrupta que estaban aquellas tierras de miseria y hambre para muchos.

Al parecer Kirara había maltratado un poco a Berry y al hermano de María, llegaron llenos de tierra y hojas. Quizás debí haberle dado órdenes más específicas a mi tigresa, pero al final del día todo había salido, medianamente bien. Le sonreí a Berry y al sujeto en señal de disculpas por el caos causado por mi mascota.

-Venga, Kirara ofrece una disculpa -la felina chilló a regañadientes y acaricié su cabeza- a la próxima le diré que se comporte mejor -saqué la lengua.

La mink se las ingenió para engañar a toda la tropa de legionarios que esperaban en el puerto, una actuación no tan convincente, pero que al final había funcionado de maravilla. Nos habíamos quedado con uno de sus navíos, un navegante y además propiciado el caos en uno de los países dominados por la legión, ¿qué más podía pedir?

Las últimas aventuras con Berry habían mejorado considerablemente mis habilidades, en cuanto llegáramos al siguiente puerto le invitaría un buen tarro de cerveza bien frío, su espíritu de guerrera comenzaba a impregnarse en mí. El Sol acabó por ocultarse en el horizonte y la luna y las estrellas reinaron en la basta oscuridad del océano. María salió a cubierta y aproveché para acercarme a ella.

-Hemos logrado rescatar a tu hermano -dije mirando a las estrellas- ¿qué harán ahora? -esperaba que en una isla no controlada por la legión ellos pudiesen seguir con su vida normal- podrían acompañarnos un poco más en lo que encuentran un mejor lugar -sonreí.

María expresaba tristeza y melancolía. No pude hacer otra cosa más que agitar el cabello de su cabeza para tratar de aliviar la tensión que se sentía en el ambiente.

-Bueno, al final empezar de ceros no está del todo mal -dije sonriendo hacia ella- ciertamente no es fácil, pero el dejar mis raíces de lado ha sido la mejor decisión que he tomado.

Tomé a María del brazo y nos dirigimos con Berry y los demás.