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Raulgamerlol11
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El tiempo era horroroso, y las olas superaban el tamaño del pequeño barco.
«Esto no ha sido buena idea» pensó Rhea, mientras intentaba hacer todo lo posible moviendo el timón, atando la vela; no tenia ni idea de navegar y aquello se había transformado en una pesadilla.
Las velas empezaron a rajarse, y el barco a romper-se haciendo que empezase a enterar algo de agua. Una ola le dio de lleno en su cara, haciendo que este cayese inconsciente.
Cuando abrió los ojos este se encontraba en una playa. Una playa con arena blanca con una brisa tropical. El ambiente estaba impregnado del dulce aroma del coco y la sal de mar, sumado al sol cálido y el despertar después de la inconciencia, parecía que estaba en un sueño.
«¿Hasta aquí he llegado?» pensó mientras caía alguna lagrimilla. Posteriormente empezó a vomitar toda el agua que había tragado.
Cuando tomo la conciencia y se dio cuenta que había sobrevivido, fue a ver en que condiciones estaba el barco, y efectivamente se encontraba destrozado, no se podía hacer nada.
En el horizonte vio unas palmeras, así que de momento decidió dirigir-se hacia allí ya que había perdido la cuenta del último día que pudo comer algo sólido. Estas contenían una gran variedad de cocos. Rhea subió a la palmera y tres cocos al suelo. Una vez los tenía en el suelo, cogió uno de los cocos y lo partió con una piedra que había cerca, y se comió el coco y bebió el agua de la fruta; los demás se los guardo en la mochila.
Hacia tiempo que algo no le saciaba tanto, seguramente era el alimento más sabroso que había consumido en su vida.
Después se adentro en la selva en busca de alguna rama o algún lugar que le permitiera descansar. Cuando pasaron alrededor de unos 30 minutos, encontró un árbol con unas ramas que parecían soportar bastante bien el peso humano, asi que se ensucio con barro y procedió a subirse a aquel árbol; cogió un matojo de hojas y se estiro camuflándose con las hojas.
El fruto del cansancio, el placer que le había producido el coco hizo que Rhea se durmiera profundamente. Su estado era deplorable, su ropa estaba en las últimas, su pelo blanco como la nieve ahora se parecía más a un gris y tenía síntomas de desnutrición.
«Esto no ha sido buena idea» pensó Rhea, mientras intentaba hacer todo lo posible moviendo el timón, atando la vela; no tenia ni idea de navegar y aquello se había transformado en una pesadilla.
Las velas empezaron a rajarse, y el barco a romper-se haciendo que empezase a enterar algo de agua. Una ola le dio de lleno en su cara, haciendo que este cayese inconsciente.
Cuando abrió los ojos este se encontraba en una playa. Una playa con arena blanca con una brisa tropical. El ambiente estaba impregnado del dulce aroma del coco y la sal de mar, sumado al sol cálido y el despertar después de la inconciencia, parecía que estaba en un sueño.
«¿Hasta aquí he llegado?» pensó mientras caía alguna lagrimilla. Posteriormente empezó a vomitar toda el agua que había tragado.
Cuando tomo la conciencia y se dio cuenta que había sobrevivido, fue a ver en que condiciones estaba el barco, y efectivamente se encontraba destrozado, no se podía hacer nada.
En el horizonte vio unas palmeras, así que de momento decidió dirigir-se hacia allí ya que había perdido la cuenta del último día que pudo comer algo sólido. Estas contenían una gran variedad de cocos. Rhea subió a la palmera y tres cocos al suelo. Una vez los tenía en el suelo, cogió uno de los cocos y lo partió con una piedra que había cerca, y se comió el coco y bebió el agua de la fruta; los demás se los guardo en la mochila.
Hacia tiempo que algo no le saciaba tanto, seguramente era el alimento más sabroso que había consumido en su vida.
Después se adentro en la selva en busca de alguna rama o algún lugar que le permitiera descansar. Cuando pasaron alrededor de unos 30 minutos, encontró un árbol con unas ramas que parecían soportar bastante bien el peso humano, asi que se ensucio con barro y procedió a subirse a aquel árbol; cogió un matojo de hojas y se estiro camuflándose con las hojas.
El fruto del cansancio, el placer que le había producido el coco hizo que Rhea se durmiera profundamente. Su estado era deplorable, su ropa estaba en las últimas, su pelo blanco como la nieve ahora se parecía más a un gris y tenía síntomas de desnutrición.
Berry
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Jaya era una isla que siempre tenía problemas, por lo general se daba algún rumor en el pueblo y los buscadores de fama se adentraban en busca de la gloria. Berry estaba ahí de paso, en busca de algunas provisiones para futuros entrenamientos, había comprado bastante comida y algunos árticulos que le hacían falta antes de dirigirse a la taberna local. En aquel lugar el tabernero se encontraba contando los rumores de un hombre mono, al ver a Berry algunos borrachos apuntaron a la mink zorra aunque la descartaron más por mujer que por zorra.
—¡Dicen que un barco lleno de monos se estrelló días atrás y el hombre mono trepa árboles desde entonces!—
Explicaba el tabernero con voz misteriosa, la mink era la única que se tomaba enserio al hombre. La mayoría de clientes se limitaban a reírse del supuesto monstruo y comentar que solo eran inventos. Para Berry era posible que algo así existiese, tal vez algún humandrilo se había escapado de una jaula, después de todo los naufragios eran pan de cada día en los mares de esa región.
—¿Dónde dice que se estrelló el barco?—
Preguntó con una voz serena la mujer mientras se relamía la garra izquierda, el hombre de la barra le indicó que era la playa que se encontraba algo alejada del pueblo y cerca de los bosques. Sin perder mucho tiempo la mink pidió algo de licor para llevar y unas bolas de arroz empaquetadas, partiendo de inmediato para tratar de localizar sobrevivientes del accidente.
Recorrió la playa hasta encontrar los restos de un pequeño barco, no era tan impresionante como el tabernero había dicho y por su tamaño era improbable que transportase a más de una persona. La zorra cerró sus ojos, concentrando su haki de observación en busca de algún indicio de vida cercana. Notó un aura, al principio la confundió con un ave dado su altura, pero era débil y más grande que la de algún animal.
—¿Tal vez es el hombre mono?—
Se preguntó mientras avanzaba siguiendo el rastro, agradecía haberle hecho caso a Elyria y haber entrenado ambos tipos de haki en caso contrario sería totalmente incapaz de rastrear al sobreviviente. Suspiró mientras llegaba a la base del árbol de donde provenía el aura, apoyando el licor en el suelo mientras inflaba sus pulmones.
—¡HOLAAAAAAA!—
Su grito fue tal que espantó a varios pájaros y retumbó por los alrededores, si hubiera un elefante cerca seguramente saldría corriendo, pero afortunadamente no era el caso. La zorra se sentó en cuatro patas, moviendo su cola mientras esperaba alguna respuesta. Quizás lo más seguro al ver a una mink zorra, vestida con una chaqueta azul y pantalones negros que pegaba esos gritos tras despertar era pensar que se había perdido toda cordura.
—Tengo comida y bebida, puedes bajar o puedo subir, escuche que eres bueno trepando cosas. ¡Yo soy buena en otras cosas!—
Comentó alegre mientras desempaquetaba las bolas de arroz, tomó una entre sus garras y le dio una mordida, estaba buena y eso le ponía de muy buen humor. Era cuestión de tiempo para saber si comería sola o el misterioso sobreviviente haría su esperada aparición.
—¡Dicen que un barco lleno de monos se estrelló días atrás y el hombre mono trepa árboles desde entonces!—
Explicaba el tabernero con voz misteriosa, la mink era la única que se tomaba enserio al hombre. La mayoría de clientes se limitaban a reírse del supuesto monstruo y comentar que solo eran inventos. Para Berry era posible que algo así existiese, tal vez algún humandrilo se había escapado de una jaula, después de todo los naufragios eran pan de cada día en los mares de esa región.
—¿Dónde dice que se estrelló el barco?—
Preguntó con una voz serena la mujer mientras se relamía la garra izquierda, el hombre de la barra le indicó que era la playa que se encontraba algo alejada del pueblo y cerca de los bosques. Sin perder mucho tiempo la mink pidió algo de licor para llevar y unas bolas de arroz empaquetadas, partiendo de inmediato para tratar de localizar sobrevivientes del accidente.
Recorrió la playa hasta encontrar los restos de un pequeño barco, no era tan impresionante como el tabernero había dicho y por su tamaño era improbable que transportase a más de una persona. La zorra cerró sus ojos, concentrando su haki de observación en busca de algún indicio de vida cercana. Notó un aura, al principio la confundió con un ave dado su altura, pero era débil y más grande que la de algún animal.
—¿Tal vez es el hombre mono?—
Se preguntó mientras avanzaba siguiendo el rastro, agradecía haberle hecho caso a Elyria y haber entrenado ambos tipos de haki en caso contrario sería totalmente incapaz de rastrear al sobreviviente. Suspiró mientras llegaba a la base del árbol de donde provenía el aura, apoyando el licor en el suelo mientras inflaba sus pulmones.
—¡HOLAAAAAAA!—
Su grito fue tal que espantó a varios pájaros y retumbó por los alrededores, si hubiera un elefante cerca seguramente saldría corriendo, pero afortunadamente no era el caso. La zorra se sentó en cuatro patas, moviendo su cola mientras esperaba alguna respuesta. Quizás lo más seguro al ver a una mink zorra, vestida con una chaqueta azul y pantalones negros que pegaba esos gritos tras despertar era pensar que se había perdido toda cordura.
—Tengo comida y bebida, puedes bajar o puedo subir, escuche que eres bueno trepando cosas. ¡Yo soy buena en otras cosas!—
Comentó alegre mientras desempaquetaba las bolas de arroz, tomó una entre sus garras y le dio una mordida, estaba buena y eso le ponía de muy buen humor. Era cuestión de tiempo para saber si comería sola o el misterioso sobreviviente haría su esperada aparición.
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Rhea había dormido plácidamente, a pesar de todo, podría ser el día mejor había dormido eb su vida, quizas se debía a la brisa del mar o a que solamente se escuchaba el sonido de algún animal, amaba aquella calma. Estaba en un sueño profundo, cuando de repente escucho un ruido.
Los pájaros alzaron el vuelo con caos removiendo todas las ramas del árbol, despertando a Rhea. De repente escucho una voz que le ofrecía comida. Desde la altura pudo ver una silueta.
A Rhea le pareció ver una especie de perro, aunque llevaba ropa y eso le desconcertaba.
«¿Un perro con ropa?» pensó Rhea temiéndose lo peor.
«¿Pudiera ser esto el infierno?» se preguntó.
No sabía aquel viaje había sido una mala idea, si estaba en el infierno o si aquel monstruo iba a acabar con su vida en unos pocos minutos. Podía ser la primera vez que pasaba miedo.
Este empezó a temblar y a sufrir escalofríos, cuando una serpiente paso por su lado. Esta le mordió y el veneno le provoco un mareo haciendo que se cayese del árbol.
Aquella silueta lo observo y empezó a acercar-se a él.
-No me haga nada por favor-
Grito Rhea suplicando en el suelo con lágrimas en los ojos. La situación le venía grande y había pasado de sentir-se en el paraíso al infierno.
A medida que el perro se acercaba Rhea cayo inconsciente en el suelo.
Los pájaros alzaron el vuelo con caos removiendo todas las ramas del árbol, despertando a Rhea. De repente escucho una voz que le ofrecía comida. Desde la altura pudo ver una silueta.
A Rhea le pareció ver una especie de perro, aunque llevaba ropa y eso le desconcertaba.
«¿Un perro con ropa?» pensó Rhea temiéndose lo peor.
«¿Pudiera ser esto el infierno?» se preguntó.
No sabía aquel viaje había sido una mala idea, si estaba en el infierno o si aquel monstruo iba a acabar con su vida en unos pocos minutos. Podía ser la primera vez que pasaba miedo.
Este empezó a temblar y a sufrir escalofríos, cuando una serpiente paso por su lado. Esta le mordió y el veneno le provoco un mareo haciendo que se cayese del árbol.
Aquella silueta lo observo y empezó a acercar-se a él.
-No me haga nada por favor-
Grito Rhea suplicando en el suelo con lágrimas en los ojos. La situación le venía grande y había pasado de sentir-se en el paraíso al infierno.
A medida que el perro se acercaba Rhea cayo inconsciente en el suelo.
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La mink observó a la figura caer mientras ella seguía comiendo, no parecía algo peligroso, al poder mirarle de cerca pudo notar que era un humano uno bastante hecho polvo. Suspiró negando con la cabeza, era curioso que pidiera clemencia cuando ella en ningún momento se había mostrado hostil.
—¿Hacerte algo? ¿Por qué debería hacerte algo?—
Preguntó con curiosidad pero el joven se había vuelto a dormir, le examinó un poco para ver que estaba bastante maltratado, a lo mejor algo lo había mordido y no podía dejarle tirado. Se encogió de hombros antes de tomarlo por la espalda de su blusa y cargarlo al hombro, recogiendo la comida y el licor para comenzar a avanzar hasta la playa. Por suerte no había seguido un camino muy alocado y con solo caminar en línea recta pudo salir a la playa.
—Supongo que deberé llevarte a que te revisen, no soy médica ni mucho menos sé cuidar heridos. Supongo que algún doctor habrá en Jaya o al menos de paso.—
La mink habló al joven peliblanco mientras emprendía su marcha a la ciudad, para su fortuna un médico había llegado de visita a la ciudad y se ofreció a atender al albino. La mink lo dejó en sus manos mientras esperaba en la recepción del improvisado hospital que se había armado en una de las posadas. Cuando finalmente le llamaron la zorra pudo ver al chico durmiendo en la cama, según el doctor no había nada grave solo una mordida de una serpiente y la aparente falta de cuidados.
—De momento está estable puede que tenga hambre cuando despierte.—
Indicó el doctor quien dejó a la mink en la habitación, la zorra se dedicó a leer revistas de moda y hacer rebotar una pelota de goma contra la pared mientras esperaba que el albino despertase. Le habían lavado y vendado lo suficiente para que no pareciese un desastre nacido de las montañas. Muchos creían que era un caso de chico salvaje, aunque para Berry era más un sobreviviente algo confundido.
—Mmm... este conjunto de lencería se ve bien, ¿Qué opinas? Ah cierto todavía duermes.—
La mink acercaba la revista con modelos bastante ligeras de ropa wl joven cada tanto mientras consultaba por su opinión, obviando el hecho de que todavía estaba dormido. Había decidido quedarse haciendo guardia dado a la reputación de Jaya como una tierra sin leyes, a lo mejor si le dejaba solo podrían aprovecharse de este y nadie se atrevería a intentar algo con una mink de casi dos metros como custodia. Sin darse cuenta, llevaban tres horas en aquella habitación, el sueño del albino era bastante profundo y lejos de impacientarse Berry iba por la sexta revista de moda.
—¿Hacerte algo? ¿Por qué debería hacerte algo?—
Preguntó con curiosidad pero el joven se había vuelto a dormir, le examinó un poco para ver que estaba bastante maltratado, a lo mejor algo lo había mordido y no podía dejarle tirado. Se encogió de hombros antes de tomarlo por la espalda de su blusa y cargarlo al hombro, recogiendo la comida y el licor para comenzar a avanzar hasta la playa. Por suerte no había seguido un camino muy alocado y con solo caminar en línea recta pudo salir a la playa.
—Supongo que deberé llevarte a que te revisen, no soy médica ni mucho menos sé cuidar heridos. Supongo que algún doctor habrá en Jaya o al menos de paso.—
La mink habló al joven peliblanco mientras emprendía su marcha a la ciudad, para su fortuna un médico había llegado de visita a la ciudad y se ofreció a atender al albino. La mink lo dejó en sus manos mientras esperaba en la recepción del improvisado hospital que se había armado en una de las posadas. Cuando finalmente le llamaron la zorra pudo ver al chico durmiendo en la cama, según el doctor no había nada grave solo una mordida de una serpiente y la aparente falta de cuidados.
—De momento está estable puede que tenga hambre cuando despierte.—
Indicó el doctor quien dejó a la mink en la habitación, la zorra se dedicó a leer revistas de moda y hacer rebotar una pelota de goma contra la pared mientras esperaba que el albino despertase. Le habían lavado y vendado lo suficiente para que no pareciese un desastre nacido de las montañas. Muchos creían que era un caso de chico salvaje, aunque para Berry era más un sobreviviente algo confundido.
—Mmm... este conjunto de lencería se ve bien, ¿Qué opinas? Ah cierto todavía duermes.—
La mink acercaba la revista con modelos bastante ligeras de ropa wl joven cada tanto mientras consultaba por su opinión, obviando el hecho de que todavía estaba dormido. Había decidido quedarse haciendo guardia dado a la reputación de Jaya como una tierra sin leyes, a lo mejor si le dejaba solo podrían aprovecharse de este y nadie se atrevería a intentar algo con una mink de casi dos metros como custodia. Sin darse cuenta, llevaban tres horas en aquella habitación, el sueño del albino era bastante profundo y lejos de impacientarse Berry iba por la sexta revista de moda.
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Rhea abrió los ojos poco a poco.
«¿Cuánto tiempo había pasado inconsciente?»
Se preguntaba mientras se miraba el cuerpo. Parecía que le habían curado, vendado y lavado. No recordaba haber estado tan limpio en el pasado. Se encontraba mucho mejor. Cuando de repente sonó un ruido. Efectivamente era su estómago. Estaba acostumbrado a pasar hambre, pero tantas emociones juntas sumando que había gastado más calorías de lo normal. Tenía demasiada hambre. Cuando tomo conciencia suficiente para dar-se cuenta que estaba en un hospital. Observo que no era tan cutre y estaba en mucho mejores condiciones que en el hospital de donde el provenía, pero podía reconocer una consulta perfectamente.
Cuando se giró, pudo ver a aquel animal que no acababa de reconocer; ¿Leyendo revistas de moda? Se podían observar algunas mujeres y hombres con ropa ligera, que a Rhea impactaba poco, ya que de donde provenía era bastante normal ver a la gente bañándose en las playas totalmente desnudas y había observado todo tipos de cuerpos en la consulta en la que trabajaba en Spider Miles.
-¿Hola?-
Dijo Rhea con una voz entrecortada. No sabia muy bien quien era esa criatura, pero posiblemente le había salvado y estaba en esa camilla gracias a ella.
-Muchas gracias, supongo-
Murmuro mirando al suelo.
Después taladro a aquella criatura a preguntas:
- ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Qué me ha pasado? ¿Dónde estoy?
Aunque antes de que pudiera responder-le las preguntas este intento levantar-se fallando en el intento. Aun sufría de algún dolor muscular, y posiblemente algún quedaba algún resto del veneno aun asi consiguió apoyar-se en la camilla y sentar-se.
«¿Cuánto tiempo había pasado inconsciente?»
Se preguntaba mientras se miraba el cuerpo. Parecía que le habían curado, vendado y lavado. No recordaba haber estado tan limpio en el pasado. Se encontraba mucho mejor. Cuando de repente sonó un ruido. Efectivamente era su estómago. Estaba acostumbrado a pasar hambre, pero tantas emociones juntas sumando que había gastado más calorías de lo normal. Tenía demasiada hambre. Cuando tomo conciencia suficiente para dar-se cuenta que estaba en un hospital. Observo que no era tan cutre y estaba en mucho mejores condiciones que en el hospital de donde el provenía, pero podía reconocer una consulta perfectamente.
Cuando se giró, pudo ver a aquel animal que no acababa de reconocer; ¿Leyendo revistas de moda? Se podían observar algunas mujeres y hombres con ropa ligera, que a Rhea impactaba poco, ya que de donde provenía era bastante normal ver a la gente bañándose en las playas totalmente desnudas y había observado todo tipos de cuerpos en la consulta en la que trabajaba en Spider Miles.
-¿Hola?-
Dijo Rhea con una voz entrecortada. No sabia muy bien quien era esa criatura, pero posiblemente le había salvado y estaba en esa camilla gracias a ella.
-Muchas gracias, supongo-
Murmuro mirando al suelo.
Después taladro a aquella criatura a preguntas:
- ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Qué me ha pasado? ¿Dónde estoy?
Aunque antes de que pudiera responder-le las preguntas este intento levantar-se fallando en el intento. Aun sufría de algún dolor muscular, y posiblemente algún quedaba algún resto del veneno aun asi consiguió apoyar-se en la camilla y sentar-se.
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La mink giró la cabeza al ver al joven abrir los ojos, sonrió saltando de alegría y colocando una bandeja con las bolas de arroz en el soporte de la camilla. Tras las primeras palabras del albino, la zorra señaló su rostro y se presentó riendo, no recordaba a alguien con tantas preguntas más que ella, en cierta forma le agradaba su energía.
—¡Soy Berry! ¿Tienes nombre? Estás en Jaya una isla de Paradise pero todavía estás lejos de Grand Line que es el lugar donde nací. Te encontré en el bosque, te caiste dormido desde un árbol, fue muy gracioso. Bueno, pudo dolerte pero a mí me causó risa verte caer desde tan alto y no romperte ningún hueso, el doctor dijo que solo te llevaste un buen golpe. Supongo que tu barco era ese trozo de madera roto que vi en la playa... aunque cuando te encontré estabas en las últimas. Ahora come, el arroz es lo mejor, arroz, arroz, arroz.—
La mink comenzó a perseguir su cola en cuatro patas antes de detenerse para buscar entre sus pertenencias su propia bola de arroz y un poco de licor que usó para bajar el bocado con el cual se había llenado la boca.
—¿Bebes? Es licor del bueno, va muy bien con el arroz, también tengo un poco de agua en la otra vasija.—
La zorra ofreció ambas al joven para luego estirar sus músculos, se notaba que era alguien entrenada y que no era buena idea tener de enemiga. Aunque por su actitud, sus frases y su modo de ser no parecía un peligro, al menos mientras no estuviese de mal humor.
—¡Ahora es mi turno! ¿Cómo te llamas? ¿De donde eres? ¿Qué haces en Jaya? ¿Soy guapa verdad?—
La zorra se encontraba a escasos centímetros del rostro del albino, usando su nariz para recordar su aroma sin ningún tipo de vergüenza tanto que sus cabellos rozaron el cuello del muchacho. Berry no tenía mucha idea del espacio personal, por poco se trepaba a la camilla como un cachorro para olfatear mejor, para fortuna del albino volvió a su asiento para esperar las respuestas a sus preguntas. La zorra parecía interesada en saber a que tipo de persona había salvado, esperaba no haber salvado a alguien malvado, en caso de serlo podría tener problemas.
—¡Soy Berry! ¿Tienes nombre? Estás en Jaya una isla de Paradise pero todavía estás lejos de Grand Line que es el lugar donde nací. Te encontré en el bosque, te caiste dormido desde un árbol, fue muy gracioso. Bueno, pudo dolerte pero a mí me causó risa verte caer desde tan alto y no romperte ningún hueso, el doctor dijo que solo te llevaste un buen golpe. Supongo que tu barco era ese trozo de madera roto que vi en la playa... aunque cuando te encontré estabas en las últimas. Ahora come, el arroz es lo mejor, arroz, arroz, arroz.—
La mink comenzó a perseguir su cola en cuatro patas antes de detenerse para buscar entre sus pertenencias su propia bola de arroz y un poco de licor que usó para bajar el bocado con el cual se había llenado la boca.
—¿Bebes? Es licor del bueno, va muy bien con el arroz, también tengo un poco de agua en la otra vasija.—
La zorra ofreció ambas al joven para luego estirar sus músculos, se notaba que era alguien entrenada y que no era buena idea tener de enemiga. Aunque por su actitud, sus frases y su modo de ser no parecía un peligro, al menos mientras no estuviese de mal humor.
—¡Ahora es mi turno! ¿Cómo te llamas? ¿De donde eres? ¿Qué haces en Jaya? ¿Soy guapa verdad?—
La zorra se encontraba a escasos centímetros del rostro del albino, usando su nariz para recordar su aroma sin ningún tipo de vergüenza tanto que sus cabellos rozaron el cuello del muchacho. Berry no tenía mucha idea del espacio personal, por poco se trepaba a la camilla como un cachorro para olfatear mejor, para fortuna del albino volvió a su asiento para esperar las respuestas a sus preguntas. La zorra parecía interesada en saber a que tipo de persona había salvado, esperaba no haber salvado a alguien malvado, en caso de serlo podría tener problemas.
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La criatura se acerco y le pregunto algunas cosas, como de donde provenía y el nombre.
-Hooo…ola soy Rhea, mucho gusto Berry- dijo mientras veía como contaba la anécdota del bosque mientras se reía. Posteriormente devoro todas las bolas que le ofreció.
-Arroz… que sabroso no había probado nada igual- dijo mientras seguía devorando aquellas bolas, que le dejaron toda la cara llena de granos.
Seguía fascinado por aquella criatura, ¿cómo podía hablar un animal? La realidad parecía aun mas impresionante que todos aquellos libros de aventuras que había leído.
Luego respondió a las demás preguntas.
-La verdad que he acabado aquí de casualidad… Sinceramente nose ni como he sobrevivido- contesto Rhea.
Una vez había acabado de comer-se todo aquello se giro para ver a la criatura que le había salvado.
-Mu…chas gracias…-
Contesto Rhea mientras Berry se empezó a perseguir la cola, esté soltó una sonrisa. Quien diría que aquella criatura que le había provocado tanto terror por culpa del cansancio y la imaginación iba a ser un ser tan bondadoso y amable. Esta se acerco a sus pertenencias y saco una vasija con licor y se lo ofreciéndole un trago.
-No gracias, no bebo… preferiría un poco de agua si no te es mucha molestia-
Berry se dirigió a sus pertenencias para ofrecerle un trago de agua.
-Muchas gracias de nuevo… Estoy muy agradecido-
Contesto educadamente. Con un ambiente más normal y encontrándose mejor empezó a fijar-se mas en Berry, y en realidad no era solo un animal que hablaba; le pareció una criatura fascinante. A simple vista podía ver que era mucho más alta que él, con un pelaje negro con algunas partes doradas. Y unos ojos rojos que, aunque eran algo aterradores, a Rhea le recordaba al color de la sangre con la que había trabajado día tras día en un pasado y le gustaba mucho ese color, ya que era uno de los colores mas vivos del lugar de donde provenía.
También estaba dotada de unos buenos músculos. ¿Podía tratar-se de una especie de protagonista de aquellas historias? ¿Qué experiencias habría vivido? Muchas preguntas rondaban por su cabeza.
Después le realizo más preguntas preguntando más cosas sobre él, incluyendo una que le sorprendió bastante, mientras le formulaba las preguntas se le acercaba hasta acabar a pocos centímetros de Rhea y empezó a olfatearle, después se volvió a su asiento a esperar las respuestas.
-Bueno, soy Rhea, y vengo de Spider Miles en el North Blue, la verdad es que salí de mi país en busca de aventuras y he acabado aquí de casualidad… ¿Guapa? –
Contesto sorprendido.
¿Berry le parecía atractiva? Pues la verdad es que era una pregunta que no se esperaba, ya que era la primera vez que veía una criatura así, y a ciencia cierta no se había planteado si le atraía.
Aun así, sus rasgos faciales parecidos de un humano eran bastante bellos y sus ojos le habían cautivado.
-Si… Además tus ojos son fascinantes... –
Dijo mientras la miraba fijamente un poco sonrojado por la pregunta. Después de unos segundos volvió a medio interrogar a Berry.
- ¿Qué clase de criatura eres? ¿Qué es el Grand Line? ¿Has vivido muchas aventuras? -
Dijo efusivamente mientras se le podía ver un especial brillo en los ojos. Rhea empezaba a admirar a aquella criatura digna de un libro.
-Hooo…ola soy Rhea, mucho gusto Berry- dijo mientras veía como contaba la anécdota del bosque mientras se reía. Posteriormente devoro todas las bolas que le ofreció.
-Arroz… que sabroso no había probado nada igual- dijo mientras seguía devorando aquellas bolas, que le dejaron toda la cara llena de granos.
Seguía fascinado por aquella criatura, ¿cómo podía hablar un animal? La realidad parecía aun mas impresionante que todos aquellos libros de aventuras que había leído.
Luego respondió a las demás preguntas.
-La verdad que he acabado aquí de casualidad… Sinceramente nose ni como he sobrevivido- contesto Rhea.
Una vez había acabado de comer-se todo aquello se giro para ver a la criatura que le había salvado.
-Mu…chas gracias…-
Contesto Rhea mientras Berry se empezó a perseguir la cola, esté soltó una sonrisa. Quien diría que aquella criatura que le había provocado tanto terror por culpa del cansancio y la imaginación iba a ser un ser tan bondadoso y amable. Esta se acerco a sus pertenencias y saco una vasija con licor y se lo ofreciéndole un trago.
-No gracias, no bebo… preferiría un poco de agua si no te es mucha molestia-
Berry se dirigió a sus pertenencias para ofrecerle un trago de agua.
-Muchas gracias de nuevo… Estoy muy agradecido-
Contesto educadamente. Con un ambiente más normal y encontrándose mejor empezó a fijar-se mas en Berry, y en realidad no era solo un animal que hablaba; le pareció una criatura fascinante. A simple vista podía ver que era mucho más alta que él, con un pelaje negro con algunas partes doradas. Y unos ojos rojos que, aunque eran algo aterradores, a Rhea le recordaba al color de la sangre con la que había trabajado día tras día en un pasado y le gustaba mucho ese color, ya que era uno de los colores mas vivos del lugar de donde provenía.
También estaba dotada de unos buenos músculos. ¿Podía tratar-se de una especie de protagonista de aquellas historias? ¿Qué experiencias habría vivido? Muchas preguntas rondaban por su cabeza.
Después le realizo más preguntas preguntando más cosas sobre él, incluyendo una que le sorprendió bastante, mientras le formulaba las preguntas se le acercaba hasta acabar a pocos centímetros de Rhea y empezó a olfatearle, después se volvió a su asiento a esperar las respuestas.
-Bueno, soy Rhea, y vengo de Spider Miles en el North Blue, la verdad es que salí de mi país en busca de aventuras y he acabado aquí de casualidad… ¿Guapa? –
Contesto sorprendido.
¿Berry le parecía atractiva? Pues la verdad es que era una pregunta que no se esperaba, ya que era la primera vez que veía una criatura así, y a ciencia cierta no se había planteado si le atraía.
Aun así, sus rasgos faciales parecidos de un humano eran bastante bellos y sus ojos le habían cautivado.
-Si… Además tus ojos son fascinantes... –
Dijo mientras la miraba fijamente un poco sonrojado por la pregunta. Después de unos segundos volvió a medio interrogar a Berry.
- ¿Qué clase de criatura eres? ¿Qué es el Grand Line? ¿Has vivido muchas aventuras? -
Dijo efusivamente mientras se le podía ver un especial brillo en los ojos. Rhea empezaba a admirar a aquella criatura digna de un libro.
Berry
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Rhea era un nombre ¿Extraño? No podía afirmarlo, había muchos nombres y ese no era el más raro que alguna vez hubiera escuchado. La zorra asintió ante los comentarios del arroz, era de esperar que el arroz fuese de su agrado, al menos era el alimento favorito de la mink. El albino parecía estar muy agradecido, gesto al que Berry restaba importancia con su mano, diciendo así que solo había hecho lo que sintió correcto en ese momento.
—¿No bebes? Bueno, mejor para mí.—
La mink comenzó a reír mientras tomaba otro trago y se relamía los labios, la historia del joven parecía recién comenzar. La mink escuchó atentamente, parecía venir de una isla que ella nunca había pisado y los Blues habían quedado atrás desde que le designaron a Paradise, de hecho era curioso que pese a conocer el North Blue no había pasado por Spider Miles ni una sola vez.
—Eso queda lejos, he estado en ese mar pero hace mucho tiempo, sin embargo no he conocido tu isla. ¿Buscas aventuras o libertad? La libertad es buena compañera cuando viajas por el mundo, aunque no siempre sea sencilla de conseguir.—
Berry sonrió mientras recibía gustosa los elogios, tampoco era que esperase otra cosa con sus pechos grandes, su figura tonificada y su pelaje suave. Pese a esto se sorprendió de que halagasen sus ojos, no era que muchos se fijasen en estos, aunque no puso mucha resistencia. La mink tenía una buena dosis de confianza y ego en su apariencia, aunque admitía que había personas mucho más guapas.
—Mis amigas son bastante guapas también, pero me alegra no quedarme detrás. ¡Bwahahaha! Soy una mink, una orgullosa mink zorra de pura raza, mis orejitas, mi colita y todo lo que ves es real. Puedes acariciar si gustas.—
La zorra comenzó a señalar sus atributos animales y acercó la cabeza para recibir alguna caricia, todo mink que se valiera orgullosamente presumiría de su pelaje. Según la zorra era el mejor pelaje de su tribu, al menos lo era hace unos diez años cuando se fué de Zou en busca de sus propios objetivos.
—Grand Line es otro mar por ponerlo simple, primero estan los Blues, luego viene Paradise y luego esta Grand Line. Ahí esta Zou que es una isla llena de gente como yo y donde nací, luego hace diez años o un poco más salí de ese lugar en busca de mi destino.—
La zorra sonrió mientras contaba con sus dedos los mares del mundo y trataba de explicar lo mejor posible su entorno, no era cártografa por lo tanto sus palabras eran bastante simples y tampoco le interesaba demasiado detenerse en la forma del mundo ya que bastaba con ubicarse para seguir.
—¿Aventuras? Depende que consideres una aventura, he peleado con tipos malos, he protegido civiles, he entrenado con monos y he hecho muchos amigos. También he ganado un torneo de quemados, una competencia de óbstaculos y he cantado en una discoteca. Tengo fotos para mostrarte...—
La zorra sacó del bolsillo de su chaqueta una pequeña billetera y comenzó a mostrar las fotos que llevaba, primero la del torneo de wuemados con Prometio y el trofeo, luego otra de ella como Teniente de la Marina, una que la mostraba en el podio de la competencia de óbstaculos y algunas más como una foto junto con Alice en la discoteca o de ella misma entrenando con casi nada de ropa.
—Bueno, estas son algunas, pero supongo que pronto llegarán más. Lo importante es disfrutar el momento, si lo que buscas son aventuras supongo que no tardarás en encontrarla. ¡A veces te explotan en la cara! Y lo digo de manera literal...—
La mink comenzó a reír mientras lamía sus garras y volvía a guardar su billetera, se sentó en la silla esta vez en una postura más humana apoyando su espalda en el respaldo y estirando sus piernas. El albino parecía lentamente estar recuperando su condición y esto era bueno, sentía que había ayudado a una vida
—¿Qué piensas hacer cuando te dejen salir? Por mi parte estaba de paso en esta isla, haciendo compras y esperando para ir a otro lugar, no me han llamado para hacer otras cosas de momento y supongo que mañana volveré a entrenar un poco.—
Berry sonrió mientras observaba a Rhea, dudaba de que el joven tuviese un objetivo o pudiese orientarse por sí mismo, aunque ella no era la mejor guía y sus consejos según muchas personas eran algo brutos o directamente imprudentes.
—¿No bebes? Bueno, mejor para mí.—
La mink comenzó a reír mientras tomaba otro trago y se relamía los labios, la historia del joven parecía recién comenzar. La mink escuchó atentamente, parecía venir de una isla que ella nunca había pisado y los Blues habían quedado atrás desde que le designaron a Paradise, de hecho era curioso que pese a conocer el North Blue no había pasado por Spider Miles ni una sola vez.
—Eso queda lejos, he estado en ese mar pero hace mucho tiempo, sin embargo no he conocido tu isla. ¿Buscas aventuras o libertad? La libertad es buena compañera cuando viajas por el mundo, aunque no siempre sea sencilla de conseguir.—
Berry sonrió mientras recibía gustosa los elogios, tampoco era que esperase otra cosa con sus pechos grandes, su figura tonificada y su pelaje suave. Pese a esto se sorprendió de que halagasen sus ojos, no era que muchos se fijasen en estos, aunque no puso mucha resistencia. La mink tenía una buena dosis de confianza y ego en su apariencia, aunque admitía que había personas mucho más guapas.
—Mis amigas son bastante guapas también, pero me alegra no quedarme detrás. ¡Bwahahaha! Soy una mink, una orgullosa mink zorra de pura raza, mis orejitas, mi colita y todo lo que ves es real. Puedes acariciar si gustas.—
La zorra comenzó a señalar sus atributos animales y acercó la cabeza para recibir alguna caricia, todo mink que se valiera orgullosamente presumiría de su pelaje. Según la zorra era el mejor pelaje de su tribu, al menos lo era hace unos diez años cuando se fué de Zou en busca de sus propios objetivos.
—Grand Line es otro mar por ponerlo simple, primero estan los Blues, luego viene Paradise y luego esta Grand Line. Ahí esta Zou que es una isla llena de gente como yo y donde nací, luego hace diez años o un poco más salí de ese lugar en busca de mi destino.—
La zorra sonrió mientras contaba con sus dedos los mares del mundo y trataba de explicar lo mejor posible su entorno, no era cártografa por lo tanto sus palabras eran bastante simples y tampoco le interesaba demasiado detenerse en la forma del mundo ya que bastaba con ubicarse para seguir.
—¿Aventuras? Depende que consideres una aventura, he peleado con tipos malos, he protegido civiles, he entrenado con monos y he hecho muchos amigos. También he ganado un torneo de quemados, una competencia de óbstaculos y he cantado en una discoteca. Tengo fotos para mostrarte...—
La zorra sacó del bolsillo de su chaqueta una pequeña billetera y comenzó a mostrar las fotos que llevaba, primero la del torneo de wuemados con Prometio y el trofeo, luego otra de ella como Teniente de la Marina, una que la mostraba en el podio de la competencia de óbstaculos y algunas más como una foto junto con Alice en la discoteca o de ella misma entrenando con casi nada de ropa.
—Bueno, estas son algunas, pero supongo que pronto llegarán más. Lo importante es disfrutar el momento, si lo que buscas son aventuras supongo que no tardarás en encontrarla. ¡A veces te explotan en la cara! Y lo digo de manera literal...—
La mink comenzó a reír mientras lamía sus garras y volvía a guardar su billetera, se sentó en la silla esta vez en una postura más humana apoyando su espalda en el respaldo y estirando sus piernas. El albino parecía lentamente estar recuperando su condición y esto era bueno, sentía que había ayudado a una vida
—¿Qué piensas hacer cuando te dejen salir? Por mi parte estaba de paso en esta isla, haciendo compras y esperando para ir a otro lugar, no me han llamado para hacer otras cosas de momento y supongo que mañana volveré a entrenar un poco.—
Berry sonrió mientras observaba a Rhea, dudaba de que el joven tuviese un objetivo o pudiese orientarse por sí mismo, aunque ella no era la mejor guía y sus consejos según muchas personas eran algo brutos o directamente imprudentes.
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Berry empezó a responder a sus preguntas. Y se acerco para que Rhea le acariciase; este lo hizo sin dudarlo, ya que, aunque pareciese extraño ya sentía cierta complicidad y confianza con ella.
«Así que es una mink que viene de un sitio con mucha gente como ella…» pensó.
Aquellas palabras le volvieron a emocionar. A pesar de ser una persona fría aquel momento hacia que fuera una persona totalmente diferente. Los sentimientos estaban a flor de piel, no podía evitar pensar que si había una raza que se componía de zorros, ¿quizas mezclas con otros animales? Y tambien le causo mucha curiosidad saber si había más razas distintas; si existían aquellos seres de las historias llamados gigantes. O aquella especie de dios con el pelo blanco…
Aun así, no quiso agobiar a la criatura con sus curiosidades y no le pregunto nada mas acerca su raza ni su origen.
Después Berry le empezó a enseñar varias fotografías de algunas aventuras que había tenido. Este observo todas las fotos entusiasmado de nuevo. Eran una criatura que peleaba, vivía aventuras e incluso se divertía como si fuera una persona normal. Empezaba a sentir un sentimiento de admiración.
Rhea se encontraba muchísimo mejor, además la compañía de la mink le había ayudado muchísimo a animar-se y recuperar-se.
Después de mostrar-le las fotografías y explicar-le un poco de sus aventuras esta le pregunto que iba a hacer con su vida.
Cuando escucho que se solo estaba de paso y tenia que irse a entrenar este sintió un poco de tristeza. Aunque se le ocurrió algo… y no podía dejar pasar aquella oportunidad. Rhea tenía una condición física bastante normalita, tirando a flojo. Era muy delgado y los brazos de la mink casi triplicaban los suyos. Su condición física dejaba mucho que desear.
- ¡Llévame contigo! -
Grito Rhea con mucho énfasis.
-Me gustaría mucho conocerte más en profundidad y aprender de ti, necesito entrenar para fortalecerme… Sin ti seguramente hubiera muerto deshidratado y comido por algún animal en la selva-
Explico con un poco más de calma.
Así que para no hacer parecer a la mink una persona débil, se levanto con entusiasmo de la camilla para abandonar el hospital y la espero decidido a seguirla sin esperar su respuesta.
«Así que es una mink que viene de un sitio con mucha gente como ella…» pensó.
Aquellas palabras le volvieron a emocionar. A pesar de ser una persona fría aquel momento hacia que fuera una persona totalmente diferente. Los sentimientos estaban a flor de piel, no podía evitar pensar que si había una raza que se componía de zorros, ¿quizas mezclas con otros animales? Y tambien le causo mucha curiosidad saber si había más razas distintas; si existían aquellos seres de las historias llamados gigantes. O aquella especie de dios con el pelo blanco…
Aun así, no quiso agobiar a la criatura con sus curiosidades y no le pregunto nada mas acerca su raza ni su origen.
Después Berry le empezó a enseñar varias fotografías de algunas aventuras que había tenido. Este observo todas las fotos entusiasmado de nuevo. Eran una criatura que peleaba, vivía aventuras e incluso se divertía como si fuera una persona normal. Empezaba a sentir un sentimiento de admiración.
Rhea se encontraba muchísimo mejor, además la compañía de la mink le había ayudado muchísimo a animar-se y recuperar-se.
Después de mostrar-le las fotografías y explicar-le un poco de sus aventuras esta le pregunto que iba a hacer con su vida.
Cuando escucho que se solo estaba de paso y tenia que irse a entrenar este sintió un poco de tristeza. Aunque se le ocurrió algo… y no podía dejar pasar aquella oportunidad. Rhea tenía una condición física bastante normalita, tirando a flojo. Era muy delgado y los brazos de la mink casi triplicaban los suyos. Su condición física dejaba mucho que desear.
- ¡Llévame contigo! -
Grito Rhea con mucho énfasis.
-Me gustaría mucho conocerte más en profundidad y aprender de ti, necesito entrenar para fortalecerme… Sin ti seguramente hubiera muerto deshidratado y comido por algún animal en la selva-
Explico con un poco más de calma.
Así que para no hacer parecer a la mink una persona débil, se levanto con entusiasmo de la camilla para abandonar el hospital y la espero decidido a seguirla sin esperar su respuesta.
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Berry disfrutaba los mimos, no era complicado despertarle ciertos ronroneos cuando le acariciaban, tras enseñar las fotos y decir sus intenciones el silencio se rompió cuando el albino le pidió que lo llevase con ella. La reacción de Berry fue abrir sus ojos mientras se encogía de hombros, la realidad era que la mink respetaba la libertad individual y no se interponía en lo que otros quisieran hacer.
—Como gustes, si quieres seguirme eres libre de hacerlo, nos vamos a divertir mucho juntos. Aunque todavía no me marcho a ningún sitio, como dije estaré por aquí unos días comprando, entrenando, haciendo trabajos lo normal.—
Su actitud era tan impulsiva como la suya, de cierta manera era como verse en un espejo solo que más pequeño y con menos pelo. La mink escuchó los deseos de entrenar, de hacerse más fuerte y esta siguió hablando con la misma actitud noble, relajada y en gran parte humilde que mantuvo al momento de aceptar su compañía como una amistad más en su lista.
—¿Qué buscas cuando dices que quieres fortalecerte? Puedo ayudarte en ciertos aspectos, pero en otros campos quizás no sea la indicada. Eso sí mis entrenamientos son duros y necesitarás esfuerzo, sudor y constancia. La verdadera fuerza viene de tu interior, de la voluntad y la ambición pero también de tus sueños.—
La mink tocó la frente del albino con su garra derecha y luego de que este se levantase le observó detenidamente. En ese estado sería complicado entrenar, lo mejor era que descansara un día y recuperase mejor la móvilidad. Sus manos exploraron el cuerpo del albino sin ningún tipo de pudor, palpaba sus músculos y trataba de planificar la mejor manera de comenzar.
—Lo mejor será que descanses esta noche, deberás comer algo de carne, carbohidratos y ganar peso durante esta semana. Voy a entrenarte para que tengas más fuerza en tu cuerpo, al menos que no parezcas un trapeador. ¡Bwahahaha! Te pondré en forma con un par de cosas, te enseñaré un poco de defensa personal y nos divertiremos un buen rato. Ahora descansa, la cena vendrá en unas horas y yo no me iré a ningún lado.—
Berry explicó mientras examinaba las manos y los pies del albino, no parecía haber problemas para enseñarle un poco de combate militar desarmado. Suspiró antes de volver a cruzarse de brazos, su rostro mostraba una sonrisa animada, hacía tiempo que no entrenaba con alguien en pleno desarrollo debería tener cuidado si no quería enviarlo de nuevo a una camilla.
—¿Qué te gusta usar para pelear? Yo utilizo mi cuerpo, no necesitas otra cosa si sabes dar un buen golpe, aunque lo que te enseñaré será algo básico que luego podrás moldear a tu estilo.—
Preguntó Berry, cuando la noche ya había caído y se encontraban cenando, lo mejor era preguntar esas cosas antes de entrenar dado a que la experiencia de la zorra en diferentes ramas del combate era un activo valioso a la hora de formar nuevos talentos. Esperaba que Rhea estuviera preparado para su rutina, era una maestra dura pero bastante eficiente, si bien para algunos su forma de entrenar no era la más segura o sensata del universo.
—Como gustes, si quieres seguirme eres libre de hacerlo, nos vamos a divertir mucho juntos. Aunque todavía no me marcho a ningún sitio, como dije estaré por aquí unos días comprando, entrenando, haciendo trabajos lo normal.—
Su actitud era tan impulsiva como la suya, de cierta manera era como verse en un espejo solo que más pequeño y con menos pelo. La mink escuchó los deseos de entrenar, de hacerse más fuerte y esta siguió hablando con la misma actitud noble, relajada y en gran parte humilde que mantuvo al momento de aceptar su compañía como una amistad más en su lista.
—¿Qué buscas cuando dices que quieres fortalecerte? Puedo ayudarte en ciertos aspectos, pero en otros campos quizás no sea la indicada. Eso sí mis entrenamientos son duros y necesitarás esfuerzo, sudor y constancia. La verdadera fuerza viene de tu interior, de la voluntad y la ambición pero también de tus sueños.—
La mink tocó la frente del albino con su garra derecha y luego de que este se levantase le observó detenidamente. En ese estado sería complicado entrenar, lo mejor era que descansara un día y recuperase mejor la móvilidad. Sus manos exploraron el cuerpo del albino sin ningún tipo de pudor, palpaba sus músculos y trataba de planificar la mejor manera de comenzar.
—Lo mejor será que descanses esta noche, deberás comer algo de carne, carbohidratos y ganar peso durante esta semana. Voy a entrenarte para que tengas más fuerza en tu cuerpo, al menos que no parezcas un trapeador. ¡Bwahahaha! Te pondré en forma con un par de cosas, te enseñaré un poco de defensa personal y nos divertiremos un buen rato. Ahora descansa, la cena vendrá en unas horas y yo no me iré a ningún lado.—
Berry explicó mientras examinaba las manos y los pies del albino, no parecía haber problemas para enseñarle un poco de combate militar desarmado. Suspiró antes de volver a cruzarse de brazos, su rostro mostraba una sonrisa animada, hacía tiempo que no entrenaba con alguien en pleno desarrollo debería tener cuidado si no quería enviarlo de nuevo a una camilla.
—¿Qué te gusta usar para pelear? Yo utilizo mi cuerpo, no necesitas otra cosa si sabes dar un buen golpe, aunque lo que te enseñaré será algo básico que luego podrás moldear a tu estilo.—
Preguntó Berry, cuando la noche ya había caído y se encontraban cenando, lo mejor era preguntar esas cosas antes de entrenar dado a que la experiencia de la zorra en diferentes ramas del combate era un activo valioso a la hora de formar nuevos talentos. Esperaba que Rhea estuviera preparado para su rutina, era una maestra dura pero bastante eficiente, si bien para algunos su forma de entrenar no era la más segura o sensata del universo.
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Después de mencionar aquellas palabras, la mink acepto la petición.
Rhea estaba muy feliz de que Berri aceptase entrenarle. Le pregunto que buscaba para fortalecerse.
-Quiero mejorar físicamente, ahora mismo no podría ni defenderme de un pirata de poca monta…-
Respondió avergonzado. La mink tambien menciono unas palabras que, aunque su intención era llevarle a la realidad, a Rhea solo le motivaron. Salir de aquel zulo del que provenía recibiendo ordenes sin rechistar, a conocer a la que podría ser quizas su primera amistad.
Después del discurso, le propuso que descansase una noche mas y comiese algo de carne. ¿Carne? Había escuchado y leído algo de ella. Era algo que consumían sus antiguos superiores, y un alimento que había leído en los libros, pero ni si quiera sabia de donde provenía. El comer solo pescado medio contaminado con algún complemento le hacían tener bastante poca cultura gastronómica. Esta tambien le pregunto que estilo de lucha prefería para pelear. Mientras él movía su cabeza de arriba abajo asintiendo a su proposición volvió a avasallar a preguntas a la mink:
- ¿Carne? ¿Qué es? ¿Esta mas rica que el arroz? ¿Puedo comer coco tambien? –
-La verdad es que tengo una experiencia nula peleando, puedo utilizar una espada pero digamos que no es mi fuerte…-
Respondió avergonzado, ya que se estaba dando cuenta que no conocía ninguna forma de defender-se.
Después recordó uno de los libros que había leído, que iba de un artista en artes marciales y empezó a imaginar como seria el estilo de pelea de la mink. ¿Tendrá grandes garras? Tambien se preguntaba como pelearía Berry, ya que por el momento había conocido a una mink muy amable y le producía curiosidad su estilo de combate.
-Un estilo de lucha cuerpo a cuerpo… ¿Por qué no? No tengo ningún conocimiento, pero espero que me puedas enseñar. Y por la intensidad del entrenamiento no te preocupes digamos que mi infancia no fue la más sencilla… Aunque el sacrificio fue mas mental que físico estoy dispuesto a darlo todo-
Dijo Rhea emocionado mientras recordaba su pasado.
La noche cayo y cenaron juntos en aquella habitación. Mientras comían Rhea le conto su propia historia, ya que la mink había hecho e iba a hacer tanto por el, que lo minimo que podía hacer era hacer-se conocer un poco mas.
-Pues Spider Miles es un sitio bastante pobre, no tiene ningún punto de comparación con Jaya. Mi pasado… Me crie en un hospital donde desde bien pequeños nos obligaban a estudiar medicina y nos pegaban con látigos-
Dijo Rhea mientras se apartaba algunas vendas de la espalda, se volteaba y señalaba aquellas cicatrices que se podían ver claramente, como mínimo se distinguían un par.
-Hace unos dias descubrí que en el hospital compraban niños para traumarles y obligarles a estudiar medicina a la fuerza, para después tenerlos trabajando sin ver una sola moneda . Es bastante probable que yo sea fruto de un contrabando de niños… -
Comento con un rostro entre serio y triste.
-Después de eso me escape, y el resto de la historia ya la conoces-
Dijo de un modo mas alegre y con una pequeña risa al final.
Después de contarle aquella historia ya era bastante tarde y a pesar de haber estado inconsciente ya le estaba entrando sueño.
-Puedes dormir conmigo si quieres-
Dijo Rhea sin ningún tipo de intención y una sonrisa, mientras le dejaba un hueco en la cama a la mink. Después de todo no podía dejar que esta durmiese en el suelo.
Rhea estaba muy feliz de que Berri aceptase entrenarle. Le pregunto que buscaba para fortalecerse.
-Quiero mejorar físicamente, ahora mismo no podría ni defenderme de un pirata de poca monta…-
Respondió avergonzado. La mink tambien menciono unas palabras que, aunque su intención era llevarle a la realidad, a Rhea solo le motivaron. Salir de aquel zulo del que provenía recibiendo ordenes sin rechistar, a conocer a la que podría ser quizas su primera amistad.
Después del discurso, le propuso que descansase una noche mas y comiese algo de carne. ¿Carne? Había escuchado y leído algo de ella. Era algo que consumían sus antiguos superiores, y un alimento que había leído en los libros, pero ni si quiera sabia de donde provenía. El comer solo pescado medio contaminado con algún complemento le hacían tener bastante poca cultura gastronómica. Esta tambien le pregunto que estilo de lucha prefería para pelear. Mientras él movía su cabeza de arriba abajo asintiendo a su proposición volvió a avasallar a preguntas a la mink:
- ¿Carne? ¿Qué es? ¿Esta mas rica que el arroz? ¿Puedo comer coco tambien? –
-La verdad es que tengo una experiencia nula peleando, puedo utilizar una espada pero digamos que no es mi fuerte…-
Respondió avergonzado, ya que se estaba dando cuenta que no conocía ninguna forma de defender-se.
Después recordó uno de los libros que había leído, que iba de un artista en artes marciales y empezó a imaginar como seria el estilo de pelea de la mink. ¿Tendrá grandes garras? Tambien se preguntaba como pelearía Berry, ya que por el momento había conocido a una mink muy amable y le producía curiosidad su estilo de combate.
-Un estilo de lucha cuerpo a cuerpo… ¿Por qué no? No tengo ningún conocimiento, pero espero que me puedas enseñar. Y por la intensidad del entrenamiento no te preocupes digamos que mi infancia no fue la más sencilla… Aunque el sacrificio fue mas mental que físico estoy dispuesto a darlo todo-
Dijo Rhea emocionado mientras recordaba su pasado.
La noche cayo y cenaron juntos en aquella habitación. Mientras comían Rhea le conto su propia historia, ya que la mink había hecho e iba a hacer tanto por el, que lo minimo que podía hacer era hacer-se conocer un poco mas.
-Pues Spider Miles es un sitio bastante pobre, no tiene ningún punto de comparación con Jaya. Mi pasado… Me crie en un hospital donde desde bien pequeños nos obligaban a estudiar medicina y nos pegaban con látigos-
Dijo Rhea mientras se apartaba algunas vendas de la espalda, se volteaba y señalaba aquellas cicatrices que se podían ver claramente, como mínimo se distinguían un par.
-Hace unos dias descubrí que en el hospital compraban niños para traumarles y obligarles a estudiar medicina a la fuerza, para después tenerlos trabajando sin ver una sola moneda . Es bastante probable que yo sea fruto de un contrabando de niños… -
Comento con un rostro entre serio y triste.
-Después de eso me escape, y el resto de la historia ya la conoces-
Dijo de un modo mas alegre y con una pequeña risa al final.
Después de contarle aquella historia ya era bastante tarde y a pesar de haber estado inconsciente ya le estaba entrando sueño.
-Puedes dormir conmigo si quieres-
Dijo Rhea sin ningún tipo de intención y una sonrisa, mientras le dejaba un hueco en la cama a la mink. Después de todo no podía dejar que esta durmiese en el suelo.
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Rhea parecía desconocer gran parte de la vida en sociedad, a lo mejor si era bastante salvaje, aunque con la pregunta sobre la carne la zorra dudó sobre su propio pensamiento. Si fuese salvaje tendría que haber cazado algo para alimentarse. Se limitó a explicar que la carne era deliciosa y ayudaba a ganar músculos grandotes como los suyos, aunque el arroz según Berry era lo mejor de lo mejor. Escuchó sobre que el muchacho podía usar una espada, seguía sin entender porque los palos afilados eran tan populares cuando el hecho de golpear directamente se sentía tan bien a la hora de defenderse.
—Conozco varias personas que usan espadas, algunos una otros dos, veo que son muy populares pero en mi opinión nada se compara a golpear directamente con tus puños. En mi tribu peleamos en un coliseo usando solo nuestros puños y es la mejor forma de pasar el tiempo. Cuando era pequeña luchaba varias veces en el día, no era un combate a muerte solo era por diversión digamos que nos encanta un buen combate.—
Respondió la mink contando más detalles sobre la vida en Zou, lo que a ella le parecía divertido podía ser considerado salvaje para la gente común. Sin embargo, Rhea parecía dispuesto a entrenar sin mucho temor a la intensidad, eso le agradaba. Era mejor alguien dispuesto a todo que simples charlatanes que salieran huyendo ante el primer ejercicio, levantó la mirada ante las palabras del albino.
—Entonces no tendrás mucho problema en seguir mi ritmo, aunque antes haremos pruebas y evaluaré tu cuerpo para no lesionarte. Lo ideal es empezar sin peso y luego ver que tanto puedes mejorar, pero como digo lo ideal ahora es enfocarnos en tu recuperación.—
La zorra volvió a lamerse las garras mientras comentaba lo que harían al día siguiente. El momento de la cena fue bastante revelador, la mink fue recorrida por un sentimiento de furia y tristeza por la vida del albino. Berry odiaba la injusticia, detestaba a la inmundicia que hacía negocios con personas y muchas veces había tomado medidas extremas ante gente que consideraba malvada. Se levantó de la silla apretando su puño, si fuera por ella destruiría ese lugar con sus propias garras, su figura pareció tomar una forma imponente con ojos brillantes cargados de rabia.
—Esos malditos, como una marine juré proteger a los civiles de ese tipo de personas... no, no son personas, son escoria que merece ser exterminada y limpiada de este mundo. Si hubiera estado allí, no quedaría uno solo con vida.—
La zorra suspiró lanzando un golpe al aire, tratando de calmarse con aquel gesto. Tardó un poco en volver a su actitud despreocupada, pero la risa del albino pareció calmarle. Berry le rodeó con sus brazos antes de darle unas palmaditas en ls cabeza, sonriendo cálidamente, la tormenta pareció haber durado solo unos pocos segundos.
—Te aseguro que cuando ambos seamos fuertes iremos a esa condenada isla y volaremos a todos los malos por los aires. Liberaremos a todos esos niños y les daremos un buen futuro, aunque es mejor no pensar en la venganza. Lo haremos por la libertad, no por un tema personal, actuar por venganza solo traerá más desgracias, la libertad en cambio nos asegurará que nadie más caiga en un ciclo de sufrimiento.—
Berry parecía contradecirse, decía no actuar por venganza pero su manera de responder a la injusticia era absoluta y subjetiva. Ciertamente su interpretación de las cosas velaba por sus propias motivaciones aunque lo comunicaba de una manera desinteresada y hasta desligada de cualquier responsabilidad.
Ante la proposición de dormir juntos la zorra no dudó en desvestirse completamente y acurrucarse como un cachorro en el espacio que le habían dejado. Su cuerpo se presionaba dado su tamaño al del muchacho aunque esta no parecía tener otras intenciones más que dormir cubierta por las mantas del lugar, sonrió riendo traviesamente.
—Espero no te moleste que duerma sin ropa, pero tampoco voy a dormir con todo eso puesto. Y no temas en acariciar todo lo que quieras, puedes abrazarme como un peluche que no muerdo.—
Guiñó su ojo antes de caer profundamente dormida y roncar sin mucho esfuerzo. Su cuerpo se estiró en mitad de la madrugada ocupando más espacio, su boca se había abierto y suspiraba mientras sus garras se movían delante de su cabeza como un gato que juega con un ovillo de lana.
Finalmente despertó con la claridad del día y luego de asearse, vestirse otra vez con su chaqueta y su pantalón. Despertó al albino para el desayuno, un jugoso omellete para iniciar la rutina.
—Cuando termines de comer y te hayas preparado saldremos a entrenar, no te apures, tenemos todo el día.—
Expresó sonriente mientras esperaba sentada en cuatro patas sobre la silla, su actitud era fresca y burbujeante, como de costumbre irradiaba emoción por iniciar a un nuevo alumno en sus alocadas rutinas.
—Conozco varias personas que usan espadas, algunos una otros dos, veo que son muy populares pero en mi opinión nada se compara a golpear directamente con tus puños. En mi tribu peleamos en un coliseo usando solo nuestros puños y es la mejor forma de pasar el tiempo. Cuando era pequeña luchaba varias veces en el día, no era un combate a muerte solo era por diversión digamos que nos encanta un buen combate.—
Respondió la mink contando más detalles sobre la vida en Zou, lo que a ella le parecía divertido podía ser considerado salvaje para la gente común. Sin embargo, Rhea parecía dispuesto a entrenar sin mucho temor a la intensidad, eso le agradaba. Era mejor alguien dispuesto a todo que simples charlatanes que salieran huyendo ante el primer ejercicio, levantó la mirada ante las palabras del albino.
—Entonces no tendrás mucho problema en seguir mi ritmo, aunque antes haremos pruebas y evaluaré tu cuerpo para no lesionarte. Lo ideal es empezar sin peso y luego ver que tanto puedes mejorar, pero como digo lo ideal ahora es enfocarnos en tu recuperación.—
La zorra volvió a lamerse las garras mientras comentaba lo que harían al día siguiente. El momento de la cena fue bastante revelador, la mink fue recorrida por un sentimiento de furia y tristeza por la vida del albino. Berry odiaba la injusticia, detestaba a la inmundicia que hacía negocios con personas y muchas veces había tomado medidas extremas ante gente que consideraba malvada. Se levantó de la silla apretando su puño, si fuera por ella destruiría ese lugar con sus propias garras, su figura pareció tomar una forma imponente con ojos brillantes cargados de rabia.
—Esos malditos, como una marine juré proteger a los civiles de ese tipo de personas... no, no son personas, son escoria que merece ser exterminada y limpiada de este mundo. Si hubiera estado allí, no quedaría uno solo con vida.—
La zorra suspiró lanzando un golpe al aire, tratando de calmarse con aquel gesto. Tardó un poco en volver a su actitud despreocupada, pero la risa del albino pareció calmarle. Berry le rodeó con sus brazos antes de darle unas palmaditas en ls cabeza, sonriendo cálidamente, la tormenta pareció haber durado solo unos pocos segundos.
—Te aseguro que cuando ambos seamos fuertes iremos a esa condenada isla y volaremos a todos los malos por los aires. Liberaremos a todos esos niños y les daremos un buen futuro, aunque es mejor no pensar en la venganza. Lo haremos por la libertad, no por un tema personal, actuar por venganza solo traerá más desgracias, la libertad en cambio nos asegurará que nadie más caiga en un ciclo de sufrimiento.—
Berry parecía contradecirse, decía no actuar por venganza pero su manera de responder a la injusticia era absoluta y subjetiva. Ciertamente su interpretación de las cosas velaba por sus propias motivaciones aunque lo comunicaba de una manera desinteresada y hasta desligada de cualquier responsabilidad.
Ante la proposición de dormir juntos la zorra no dudó en desvestirse completamente y acurrucarse como un cachorro en el espacio que le habían dejado. Su cuerpo se presionaba dado su tamaño al del muchacho aunque esta no parecía tener otras intenciones más que dormir cubierta por las mantas del lugar, sonrió riendo traviesamente.
—Espero no te moleste que duerma sin ropa, pero tampoco voy a dormir con todo eso puesto. Y no temas en acariciar todo lo que quieras, puedes abrazarme como un peluche que no muerdo.—
Guiñó su ojo antes de caer profundamente dormida y roncar sin mucho esfuerzo. Su cuerpo se estiró en mitad de la madrugada ocupando más espacio, su boca se había abierto y suspiraba mientras sus garras se movían delante de su cabeza como un gato que juega con un ovillo de lana.
Finalmente despertó con la claridad del día y luego de asearse, vestirse otra vez con su chaqueta y su pantalón. Despertó al albino para el desayuno, un jugoso omellete para iniciar la rutina.
—Cuando termines de comer y te hayas preparado saldremos a entrenar, no te apures, tenemos todo el día.—
Expresó sonriente mientras esperaba sentada en cuatro patas sobre la silla, su actitud era fresca y burbujeante, como de costumbre irradiaba emoción por iniciar a un nuevo alumno en sus alocadas rutinas.
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La mink le explico que conocía a gente que utilizaba espadas, aunque ella disfrutaba de la pelea con los puños, e incluso en su tribu utilizaban la lucha para la distracción y diversión; se podría decir que forma parte de su cultura.
Rhea escuchaba aquellas palabras con mucha atención. Berry le comento que confiaba en que este pudiera seguir su ritmo, aunque antes quería evaluar-lo físicamente.
- ¡Estoy deseando empezar! -
Expreso efusivo. Con esas palabras, se podía ver que la mink tenia mucha experiencia tanto combatiendo como entrenando, esto le daba aun mas confianza a Rhea, aunque sabía que lo pasaría realmente mal, no podía dejar pasar aquella oportunidad.
Después de que Berry escuchara la historia de su vida, expresó una proposición de volver a la Isla para acabar con aquella situación.
Rhea seguía aumentando su admiración por la criatura. Realmente había hecho una amiga o como minimo una aliada, y después de eso la abrazo.
Esta acepto la proposición de dormir juntos, se desnudo y le comento que no le molestaba si la acariciaba o abrazada. Rhea sonrió y cerro los ojos. Tenia que descansar si quería estar a la altura de las expectativas de Berry, no se podía permitir decepcionar-la.
Después de ambos descansar plácidamente, la mink le despertó ofreciéndole un jugoso omellete.
Le comento que después del desayuno saldrían a entrenar. Rhea se acabo el desayuno en un periquete. No paraba de descubrir cosas nuevas, estaba delicioso. Cuando acabo el desayuno se quito las vendas, se desnudo allí y se fue a duchar. Aunque Berry no tenía ningún pudor en desnudar-se, Rhea tampoco, ya que era totalmente normal que en el hospital de donde provenía se duchasen todos juntos, y como no podía faltar el medico con bata blanca y un látigo vigilándolos… Es cierto, era la primera vez que se aseaba sin la vigilancia de nadie. Encendió el grifo, aunque estuvo un buen rato averiguando su funcionamiento ya que este, permitía regular la temperatura y era toda una novedad para él.
Cuando salió y se secó, se puso los harapos que llevaba por ropa y parecía listo para empezar la rutina. Estos eran unas telas grises y marrones cosidas entre sí de cualquier manera, lo mismo con los pantalones. E iba descalzo; en sus pies se podía observar que estaban bien curtidos y se podían observar los callos fruto de los zapatos de mala calidad que servían de adorno que había utilizado toda su vida.
- ¡Estoy listo Berry!-
Exclamo emocionado. Después de acariciar-la, esperó para seguirla hacia un nuevo día.
Este ya se encontraba en plenas condiciones aquellas heridas ya habían sanado, aunque aún quedaba un moratón de la caída y parecía que el veneno había desaparecido por completo.
Estaba deseando empezar y salir de aquella habitación que le recordaba a su pasado preparado para aprender a pelear.
Rhea escuchaba aquellas palabras con mucha atención. Berry le comento que confiaba en que este pudiera seguir su ritmo, aunque antes quería evaluar-lo físicamente.
- ¡Estoy deseando empezar! -
Expreso efusivo. Con esas palabras, se podía ver que la mink tenia mucha experiencia tanto combatiendo como entrenando, esto le daba aun mas confianza a Rhea, aunque sabía que lo pasaría realmente mal, no podía dejar pasar aquella oportunidad.
Después de que Berry escuchara la historia de su vida, expresó una proposición de volver a la Isla para acabar con aquella situación.
Rhea seguía aumentando su admiración por la criatura. Realmente había hecho una amiga o como minimo una aliada, y después de eso la abrazo.
Esta acepto la proposición de dormir juntos, se desnudo y le comento que no le molestaba si la acariciaba o abrazada. Rhea sonrió y cerro los ojos. Tenia que descansar si quería estar a la altura de las expectativas de Berry, no se podía permitir decepcionar-la.
Después de ambos descansar plácidamente, la mink le despertó ofreciéndole un jugoso omellete.
Le comento que después del desayuno saldrían a entrenar. Rhea se acabo el desayuno en un periquete. No paraba de descubrir cosas nuevas, estaba delicioso. Cuando acabo el desayuno se quito las vendas, se desnudo allí y se fue a duchar. Aunque Berry no tenía ningún pudor en desnudar-se, Rhea tampoco, ya que era totalmente normal que en el hospital de donde provenía se duchasen todos juntos, y como no podía faltar el medico con bata blanca y un látigo vigilándolos… Es cierto, era la primera vez que se aseaba sin la vigilancia de nadie. Encendió el grifo, aunque estuvo un buen rato averiguando su funcionamiento ya que este, permitía regular la temperatura y era toda una novedad para él.
Cuando salió y se secó, se puso los harapos que llevaba por ropa y parecía listo para empezar la rutina. Estos eran unas telas grises y marrones cosidas entre sí de cualquier manera, lo mismo con los pantalones. E iba descalzo; en sus pies se podía observar que estaban bien curtidos y se podían observar los callos fruto de los zapatos de mala calidad que servían de adorno que había utilizado toda su vida.
- ¡Estoy listo Berry!-
Exclamo emocionado. Después de acariciar-la, esperó para seguirla hacia un nuevo día.
Este ya se encontraba en plenas condiciones aquellas heridas ya habían sanado, aunque aún quedaba un moratón de la caída y parecía que el veneno había desaparecido por completo.
Estaba deseando empezar y salir de aquella habitación que le recordaba a su pasado preparado para aprender a pelear.
Berry
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La zorra sonrió cuando el albino dijo estar listo, esta miró la ropa que llevaba puesta y suspiró, necesitaría comprarle algo nuevo para no parecer que ella era una especie de esclavista. Sin embargo, para entrenar podía ser bastante útil ya que no dañarían una ropa costosa el primer día. Asintió con la cabeza mientras saalían del lugar a paso sereno, la mink no llevaba prisas, le gustaba tomarse la rutina con calma. Además siempre estaba dispuesta a recibir mimos y atenciones como las caricias del albino, su actitud parecía mejorar con cada detalle recibido.
—Luego de entrenar te compraré algo mejor que esos trapos que llevas, no pareces tener mucho sentido de la moda. ¡Bwahahaha! Pero al menos podrás entrenar sin preocuparte por destrozarla. Como primera regla debes saber que el mundo entero es tu propio gimnasio, no siempre estarás en un barco o con recursos externos, por tanto debes adaptarte. Empezaremos con un pequeño ejercicio.—
La mink señaló un banco de la ciudad para luego usarlo como llataforma y entrenar sus piernas subiendo, bajando y saltando de lado a lado. Tras la demostración le indicó a Rhea que imitase lo que este había visto, así siguió toda una rutina de estiramientos y calentamiento múscular usando la misma plataforma. Berry le comentaba al albino la importancia de estirar y entrar en calor antes de pasar a lo divertido y que debía tomarlo con calma para asegurarse de haber calentado todos los músculos que estaba por usar.
Tras haber calentado su cuerpo la zorra se preparó para iniciar al joven en su rutina de combate, este sería un punto clave para que el muchacho aprendiese a defenderse por su cuenta, en cierta forma era como instruir a un cachorro de mink sin pelaje. Lo guió hasta la playa donde tras encontrar un lugar con algo de sombra, Berry tomó su postura habitual de defensa, mientras comenzaba a hablar de las razones para instruirse en combate.
—Primero debes atacarme, no sirve de nada que te diga que tomes una postura o te obligue a imitarme. Si no sabes para qué tengo esta postura no te sirve de nada copiarla. Por eso te enseñaré como defenderte usando esta o cualquier postura que te inventes. No tengas miedo, no pienso golpearte porque si lo hago puede que vuelvas a esa camilla por un mes, solo bloquearé tus golpes.—
Levantó su guardia para quedar frente a frente, la zorrra había elegido que su combate se llevara a cabo en aquel lugar donde la arena blanda podría amortiguar posibles caídas. Además de que aquello le prepararía para combatir sin un suelo firme, debiendo adaptarse al mundo un concepto que la mink gustaba de explotar. La adaptación con el entorno, la improvisación y la práctica constante que derivaba en un conocimiento más preciso del arte de la lucha.
El sonido del mar junto con el viento cálido brindaban un escenario matutino perfecto para dedicarse a practicar. Movía su cola de lado a lado esperando por la embestida de Rhea, deseosa de conocer sus intenciones para pelear. Berry no era impaciente, se había tomado el tiempo necesario para estirar y ahora aguardaba con sus rodillas flexionadas y la guardia en alto, cada vez que tomaba su postura un destello de seriedad se impregnaba en su rostro risueño. Realmente amaba luchar, se tomaba muy enserio la tarea de adiestrar a otros, era como un jugador disfrutando de practicar su juego favorito con la nueva generación.
—Luego de entrenar te compraré algo mejor que esos trapos que llevas, no pareces tener mucho sentido de la moda. ¡Bwahahaha! Pero al menos podrás entrenar sin preocuparte por destrozarla. Como primera regla debes saber que el mundo entero es tu propio gimnasio, no siempre estarás en un barco o con recursos externos, por tanto debes adaptarte. Empezaremos con un pequeño ejercicio.—
La mink señaló un banco de la ciudad para luego usarlo como llataforma y entrenar sus piernas subiendo, bajando y saltando de lado a lado. Tras la demostración le indicó a Rhea que imitase lo que este había visto, así siguió toda una rutina de estiramientos y calentamiento múscular usando la misma plataforma. Berry le comentaba al albino la importancia de estirar y entrar en calor antes de pasar a lo divertido y que debía tomarlo con calma para asegurarse de haber calentado todos los músculos que estaba por usar.
Tras haber calentado su cuerpo la zorra se preparó para iniciar al joven en su rutina de combate, este sería un punto clave para que el muchacho aprendiese a defenderse por su cuenta, en cierta forma era como instruir a un cachorro de mink sin pelaje. Lo guió hasta la playa donde tras encontrar un lugar con algo de sombra, Berry tomó su postura habitual de defensa, mientras comenzaba a hablar de las razones para instruirse en combate.
—Primero debes atacarme, no sirve de nada que te diga que tomes una postura o te obligue a imitarme. Si no sabes para qué tengo esta postura no te sirve de nada copiarla. Por eso te enseñaré como defenderte usando esta o cualquier postura que te inventes. No tengas miedo, no pienso golpearte porque si lo hago puede que vuelvas a esa camilla por un mes, solo bloquearé tus golpes.—
Levantó su guardia para quedar frente a frente, la zorrra había elegido que su combate se llevara a cabo en aquel lugar donde la arena blanda podría amortiguar posibles caídas. Además de que aquello le prepararía para combatir sin un suelo firme, debiendo adaptarse al mundo un concepto que la mink gustaba de explotar. La adaptación con el entorno, la improvisación y la práctica constante que derivaba en un conocimiento más preciso del arte de la lucha.
El sonido del mar junto con el viento cálido brindaban un escenario matutino perfecto para dedicarse a practicar. Movía su cola de lado a lado esperando por la embestida de Rhea, deseosa de conocer sus intenciones para pelear. Berry no era impaciente, se había tomado el tiempo necesario para estirar y ahora aguardaba con sus rodillas flexionadas y la guardia en alto, cada vez que tomaba su postura un destello de seriedad se impregnaba en su rostro risueño. Realmente amaba luchar, se tomaba muy enserio la tarea de adiestrar a otros, era como un jugador disfrutando de practicar su juego favorito con la nueva generación.
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Estos de fueron a entrenar. Berry le hizo un comentario en el que le decía que no tenia mucho sentido de la moda. La verdad es que Rhea llevaba ropajes parecidos a los que casi todo el mundo tenia en su isla, aunque en Jaya y observando a la mink, la gente acostumbraba a vestir prendas mas limpias y con otros materiales. Este asintió con la cabeza mientras andaban tranquilamente y le dio las gracias.
Después de andar un rato, llegaron a un banco y Berry le comento y explico unos ejercicios de piernas y de calentamiento. Tambien que los estiramientos eran muy importantes.
Rhea siguió el calentamiento bastante bien, aunque quizas su ritmo no era el más elevado consiguió finalizarlo con éxito. Seguidamente este escalo un árbol y cogió un coco, bebiéndose toda el agua de la fruta.
Después la mink inicio el entrenamiento de pelea y le dijo que la intentara atacar que ella no devolvería sus golpes. Rhea tomo una guardia un poco extraña. Tenia el cuerpo inclinado hacia adelante con las manos a la altura de la cintura. Los pies estaban descoordinados y con una respiración irregular.
Este se dispuso a atacar a la mink, ya que sabia con exactitud que era totalmente imposible que le hiciese daño de algún tipo con su forma física. Se dirigió hacia a ella a una velocidad normal y su lento golpeo desde abajo le hacía demasiado previsible, lanzándole una ráfaga de puños que no provoco ningún daño a la mink.
Después intento tirarla al suelo con esfuerzos totalmente inútiles. Y para finalizar una patada voladora, que efectivamente acabo en el suelo desequilibrado. No tenia ni idea de pelear y sus movimientos eran fruto de las historias que había leído.
-Estoy siendo ridículo, ¿verdad?-
Contesto Rhea avergonzado.
Después de andar un rato, llegaron a un banco y Berry le comento y explico unos ejercicios de piernas y de calentamiento. Tambien que los estiramientos eran muy importantes.
Rhea siguió el calentamiento bastante bien, aunque quizas su ritmo no era el más elevado consiguió finalizarlo con éxito. Seguidamente este escalo un árbol y cogió un coco, bebiéndose toda el agua de la fruta.
Después la mink inicio el entrenamiento de pelea y le dijo que la intentara atacar que ella no devolvería sus golpes. Rhea tomo una guardia un poco extraña. Tenia el cuerpo inclinado hacia adelante con las manos a la altura de la cintura. Los pies estaban descoordinados y con una respiración irregular.
Este se dispuso a atacar a la mink, ya que sabia con exactitud que era totalmente imposible que le hiciese daño de algún tipo con su forma física. Se dirigió hacia a ella a una velocidad normal y su lento golpeo desde abajo le hacía demasiado previsible, lanzándole una ráfaga de puños que no provoco ningún daño a la mink.
Después intento tirarla al suelo con esfuerzos totalmente inútiles. Y para finalizar una patada voladora, que efectivamente acabo en el suelo desequilibrado. No tenia ni idea de pelear y sus movimientos eran fruto de las historias que había leído.
-Estoy siendo ridículo, ¿verdad?-
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Rhea parecía disfrutar de beber cocos y trepar árboles, el apodo de hombre mono que le habían dado en Jaya no estaba muy alejado de lo que hacía. Incluso su pose de combate recordaba a algún primate desesperado por comida, aunque era arriesgada dejaba su cuerpo sin guardia fija y tampoco su cuerpo era tan veloz como para evadir los ataques a la velocidad necesaria para que aquel estilo pudiera resultar eficiente.
La mink bloqueó con suavidad los golpes que impactaban en sus garras, sus almohadillas detenían como una esponja cada golpe causando que el albino sintiese que estaba golpeando alguna esponja suavecita en lugar de chocando contra la mink. Berry tardó tiempo en darse cuenta de que aquel agarre se trataba de un ataque y no de un abrazo, aunque el albino pareció desistir e intentar con una patada que la zorra evadió con solo inclinar su cabeza hacia atrás.
—Bueno no es la mejor performance, pero tampoco está mal para ser la primera vez que lo intentas. Pero debemos mejorar algunas cosas, tu postura no es mala pero no tienes la velocidad ni la agilidad para ir con una guardia baja. Cuando prescindimos de una guardia es porque podemos anticiparnos, por tanto lo primero que debes hacer es llevar tus brazos al frente y mantener la guardia. Luego debes estudiar a tu enemigo, si te lanzas sin un plan estarás dejando muchas aperturas, entonces primero levantas la mirada y luego te mueves...—
La mink levantó a Rhea de la arena mientras utilizaba sus garras para guiar el cuerpo del albino como si fuese un muñeco, le hizo levantar la guardia y amablemente apoyó su cuerpo en la espalda del muchacho mientras le guiaba con detenimiento en cada paso. Luego acarició su brazo mientras le enseñaba a dar un golpe manteniendo firme la guardia en el brazo contrario. Paso a paso la mink le fue enseñando a moverse en una postura similar al ciclo tierra y luego de un rato armó un muñeco de arena y cocos.
—Este será tu oponente de práctica, el temible capitán arenoso, tu objetivo es prácticar lo que estuvimos haciendo contra este sujeto. Ten cuidado, es bastante duro para tu fuerza actual, tardarás unos días en derribarlo pero no importa. El objetivo es comenzar a endurecer tu cuerpo antes de ponerte a hacer pesas, ahora adelante.—
El temible capitán arenoso era un muñeco de arena del tamaño de la mink soportado por varias ramas y cocos en su interior, su rostro era un coco perforado con un rostro cómicamente tallado que simulaba a un pirata sacando la lengua. Era lo más parecido a un saco de boxeo, aguantaría bien los golpes y era lo bastante blando para no lastimar a Rhea en el proceso. La zorra se sentó en la arena observando al albino, esperando para ver el resultado de las lecciones que le había dado.
La mink bloqueó con suavidad los golpes que impactaban en sus garras, sus almohadillas detenían como una esponja cada golpe causando que el albino sintiese que estaba golpeando alguna esponja suavecita en lugar de chocando contra la mink. Berry tardó tiempo en darse cuenta de que aquel agarre se trataba de un ataque y no de un abrazo, aunque el albino pareció desistir e intentar con una patada que la zorra evadió con solo inclinar su cabeza hacia atrás.
—Bueno no es la mejor performance, pero tampoco está mal para ser la primera vez que lo intentas. Pero debemos mejorar algunas cosas, tu postura no es mala pero no tienes la velocidad ni la agilidad para ir con una guardia baja. Cuando prescindimos de una guardia es porque podemos anticiparnos, por tanto lo primero que debes hacer es llevar tus brazos al frente y mantener la guardia. Luego debes estudiar a tu enemigo, si te lanzas sin un plan estarás dejando muchas aperturas, entonces primero levantas la mirada y luego te mueves...—
La mink levantó a Rhea de la arena mientras utilizaba sus garras para guiar el cuerpo del albino como si fuese un muñeco, le hizo levantar la guardia y amablemente apoyó su cuerpo en la espalda del muchacho mientras le guiaba con detenimiento en cada paso. Luego acarició su brazo mientras le enseñaba a dar un golpe manteniendo firme la guardia en el brazo contrario. Paso a paso la mink le fue enseñando a moverse en una postura similar al ciclo tierra y luego de un rato armó un muñeco de arena y cocos.
—Este será tu oponente de práctica, el temible capitán arenoso, tu objetivo es prácticar lo que estuvimos haciendo contra este sujeto. Ten cuidado, es bastante duro para tu fuerza actual, tardarás unos días en derribarlo pero no importa. El objetivo es comenzar a endurecer tu cuerpo antes de ponerte a hacer pesas, ahora adelante.—
El temible capitán arenoso era un muñeco de arena del tamaño de la mink soportado por varias ramas y cocos en su interior, su rostro era un coco perforado con un rostro cómicamente tallado que simulaba a un pirata sacando la lengua. Era lo más parecido a un saco de boxeo, aguantaría bien los golpes y era lo bastante blando para no lastimar a Rhea en el proceso. La zorra se sentó en la arena observando al albino, esperando para ver el resultado de las lecciones que le había dado.
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Después de aquella actuación desastrosa, la mink le dio algunos consejos para que intentase mejorar el estilo de lucha cuerpo a cuerpo. Rhea lo entendió a la perfección. A continuación, Berry fue a por algunos cocos, ramas formando un muñeco de práctica.
La mink agarro a Rhea por la espalda guiando su cuerpo y mostrándole una guardia decente y como asestar un golpe.
Asi que después de aquellas lecciones empezó a practicar. Poco a poco iba mejorando sus movimientos. Este se centro en su objetivo y estaba tan concentrado que se dio cuenta cuando el sol ya se estaba escondiendo, que llevaba casi todo el día sin parar.
Después se miro las manos y a pesar de que Berry se había empeñado en hacer un muñeco lo mas blando posible, tantas horas sin parar de golpear el saco le habían enrojecido los nudillos.
Seguidamente empezó a notarse muy cansado, ya que su ímpetu le había permitido seguir todo el día golpeando el saco, físicamente estaba agotado. Se acerco a la mink aunque cuando estaba a unos metros, este cayo en el suelo. Aunque podría preocupar su estado este solamente estaba dormido. Se podía ver una ligera sonrisa en su rostro mientras este dormía. Estaba satisfecho con el entrenamiento.
La mink agarro a Rhea por la espalda guiando su cuerpo y mostrándole una guardia decente y como asestar un golpe.
Asi que después de aquellas lecciones empezó a practicar. Poco a poco iba mejorando sus movimientos. Este se centro en su objetivo y estaba tan concentrado que se dio cuenta cuando el sol ya se estaba escondiendo, que llevaba casi todo el día sin parar.
Después se miro las manos y a pesar de que Berry se había empeñado en hacer un muñeco lo mas blando posible, tantas horas sin parar de golpear el saco le habían enrojecido los nudillos.
Seguidamente empezó a notarse muy cansado, ya que su ímpetu le había permitido seguir todo el día golpeando el saco, físicamente estaba agotado. Se acerco a la mink aunque cuando estaba a unos metros, este cayo en el suelo. Aunque podría preocupar su estado este solamente estaba dormido. Se podía ver una ligera sonrisa en su rostro mientras este dormía. Estaba satisfecho con el entrenamiento.
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Rhea pareció entender rápidamente la finalidad del ejercicio, mientras este comenzaba a practicar Berry solo debió intervenir en dos ocasiones para corregir su postura. El resto del tiempo la mink lo invirtió en su propio entrenamiento personal, buscaba una nueva forma de usar su propia energía elemental a su favor, lo primero que se le había ocurrido era una especie de barrera entre ella y el entorno, pero esta simplemente le era ajena al control que buscaba y podía ser sencillamente ignorada. Tras darle vueltas en la cabeza observó al joven albino practicar, reparando en sus prendas nuevamente y una idea le vino a la cabeza.
En lugar de una barrera pensó que lo mejor era cubrirse de fuego para no solo intimidar si no dañar con mayor facilidad a sus oponentes. La mink sonrió mientras comenzaba su práctica meditando, al principio logró sentir el calor emanando desde el interior de su cuerpo pero a la hora de expulsarlo este se disipaba al su cuerpo ser demasiado grande. Recordó las palabras de John en sus vacaciones, de ir de menos a más, tal vez su cuerpo era demasiado grande pero sus dedos parecían una mejor opción.
Estiró su garra izquierda mientras intentaba canalizar el calor y no el electro, el tatuaje brillaba en preciosos destellos dorados cuando por error la electricidad se hacía presente pero entonces cuando la tarde estaba cayendo la mink pudo notar como un conjunto de llamas doradas comenzaban a trepar por sus dedos. Eran pequeñas, no le quemaban pero tampoco duraban mucho, las llamas se rompían tras alcanzar cierta altura. Se giró emocionada para enseñarle su progreso al albino.
—¡Mira Rhea a que se ve ge...! ¡Waaa! ¿Pero cuanto llevabas golpeando esa cosa? ¿Y quién apagó el sol? Vamos, vamos te llevaré a dormir.—
La zorra se llevó las manos a la cabeza al presenciar al muchacho tirado en la arena, sacudió su garra extinguiendo las llamas doradas y se lo cargó a la espalda. Le recordaba a ella en sus primeros entrenamientos, el chico tenía talento y lo importante es que le dedicaba esfuerzo a las lecciones. Tras cenar una abundante comida y habiendo dejado a Rhea en su habitación, la mink decidió ir de compras.
Jaya no tenía la mejor moda de Paradise, la mayoría de tiendas eran de segunda mano y con diseños bastante flojos, encontró algunas prendas decentes entre tanta basura. Unos shorts deportivos, algunas blusas de manga larga y manga corta, una chaqueta parecida a la que ella usaba pero más pequeña junto a calzados deportivos. El gasto no fue demasiado, la mink se las ingeniaba para conseguir ofertas, hizo que le envolviesen la ropa para regalo y ya entrada la madrugada regresó con el albino.
A la mañana siguiente la mink movió el hombro de Rhea con bastante emoción, saltó hacia atrás levantando los brazos al notar que sus ojos estaban por abrirse y gritó efusivamente.
—¡Feliz Berrydad! Es como la navidad pero de Berry, anda abre tus regalos para que puedas comer algo luego y nos ponemos en marcha. Espero que te gusten, elegi los colores que a mí me gustan, menos el rosa que algunos chicos odian. ¡Bwahahaha! Pero también incluí una chaqueta como esta, no tiene nada escrito en la espalda eso ya será decisión tuya. Si algo no te gusta puedes cambiarlo, no te obligaré a nada. He preparado tu rutina de esta semana y la siguiente, hoy en lugar de combate levantarás un poco de peso y mañana combate. Así sucesivamente hasta la próxima semana.—
La mink le tendió una hoja con los días de la semana y los ejercicios junto a un pobre dibujo junto a estos que trataba de representar lo que harían en cada uno. Los dibujos de Berry no eran loss mejores, unos hombres hechos de palo con algunas onomatopeyas gigantes como "Paw!" ,"Brum!" y "Guau!".
La mink aprovecharía ambas semanas para seguir practicando con sus llamas doradas, mientras que Rhea se enfocaría en su cuerpo. Pero antes de eso debía desenvolver los regalos que Berry había llevado y había bastantes esperando por ser descubiertos. La mink correteaba en cuatro patas mientras iba de paquete en paquete tratando de adivinar cual abriría primero.
En lugar de una barrera pensó que lo mejor era cubrirse de fuego para no solo intimidar si no dañar con mayor facilidad a sus oponentes. La mink sonrió mientras comenzaba su práctica meditando, al principio logró sentir el calor emanando desde el interior de su cuerpo pero a la hora de expulsarlo este se disipaba al su cuerpo ser demasiado grande. Recordó las palabras de John en sus vacaciones, de ir de menos a más, tal vez su cuerpo era demasiado grande pero sus dedos parecían una mejor opción.
Estiró su garra izquierda mientras intentaba canalizar el calor y no el electro, el tatuaje brillaba en preciosos destellos dorados cuando por error la electricidad se hacía presente pero entonces cuando la tarde estaba cayendo la mink pudo notar como un conjunto de llamas doradas comenzaban a trepar por sus dedos. Eran pequeñas, no le quemaban pero tampoco duraban mucho, las llamas se rompían tras alcanzar cierta altura. Se giró emocionada para enseñarle su progreso al albino.
—¡Mira Rhea a que se ve ge...! ¡Waaa! ¿Pero cuanto llevabas golpeando esa cosa? ¿Y quién apagó el sol? Vamos, vamos te llevaré a dormir.—
La zorra se llevó las manos a la cabeza al presenciar al muchacho tirado en la arena, sacudió su garra extinguiendo las llamas doradas y se lo cargó a la espalda. Le recordaba a ella en sus primeros entrenamientos, el chico tenía talento y lo importante es que le dedicaba esfuerzo a las lecciones. Tras cenar una abundante comida y habiendo dejado a Rhea en su habitación, la mink decidió ir de compras.
Jaya no tenía la mejor moda de Paradise, la mayoría de tiendas eran de segunda mano y con diseños bastante flojos, encontró algunas prendas decentes entre tanta basura. Unos shorts deportivos, algunas blusas de manga larga y manga corta, una chaqueta parecida a la que ella usaba pero más pequeña junto a calzados deportivos. El gasto no fue demasiado, la mink se las ingeniaba para conseguir ofertas, hizo que le envolviesen la ropa para regalo y ya entrada la madrugada regresó con el albino.
A la mañana siguiente la mink movió el hombro de Rhea con bastante emoción, saltó hacia atrás levantando los brazos al notar que sus ojos estaban por abrirse y gritó efusivamente.
—¡Feliz Berrydad! Es como la navidad pero de Berry, anda abre tus regalos para que puedas comer algo luego y nos ponemos en marcha. Espero que te gusten, elegi los colores que a mí me gustan, menos el rosa que algunos chicos odian. ¡Bwahahaha! Pero también incluí una chaqueta como esta, no tiene nada escrito en la espalda eso ya será decisión tuya. Si algo no te gusta puedes cambiarlo, no te obligaré a nada. He preparado tu rutina de esta semana y la siguiente, hoy en lugar de combate levantarás un poco de peso y mañana combate. Así sucesivamente hasta la próxima semana.—
La mink le tendió una hoja con los días de la semana y los ejercicios junto a un pobre dibujo junto a estos que trataba de representar lo que harían en cada uno. Los dibujos de Berry no eran loss mejores, unos hombres hechos de palo con algunas onomatopeyas gigantes como "Paw!" ,"Brum!" y "Guau!".
La mink aprovecharía ambas semanas para seguir practicando con sus llamas doradas, mientras que Rhea se enfocaría en su cuerpo. Pero antes de eso debía desenvolver los regalos que Berry había llevado y había bastantes esperando por ser descubiertos. La mink correteaba en cuatro patas mientras iba de paquete en paquete tratando de adivinar cual abriría primero.
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Rhea descanso plácidamente esa noche. La mink despertó a Rhea. La mink dijo algo de ¿feliz Berrydad?
- ¿Berrydad? ¿Navidad? ¿Qué es eso? –
Respondió mientras esta le daba algunos regalos. Este emocionado miraba todos aquellos paquetes.
Luego le mostro una hoja con el planteamiento de la semana con algunos dibujos simples con algunas onomatopeyas. Hoy empezaba a levantar peso.
Pero antes de entrenar Rhea tenia que abrir los regalos.
-Voy a abrir este-
Respondió emocionado con la ilusión de un niño pequeño señalando el regalo más grande. Luego fue señalando los regalos por orden de tamaño.
Después de abrir todos los regalos le dio las gracias a Berry con un abrazo cálido.
-Muchas gracias por todo, de verdad-
Dijo con alguna lagrima en los ojos. Aquella mink estaba cuidando de este como nadie había hecho nunca.
Posteriormente fue a entrenar a la playa. Mientras Berry entrenaba su nueva técnica donde utilizaba sus llamas doradas. Vio unas pesas que la mink le había preparado.
Primero realizo todos los calentamientos que le había enseñado el día anterior y procedió a entrenar. Cogió varias pesas, aunque solo pudo con las de 6 kilos. Intento replicar las poses del papel de Berry, aunque las instrucciones eran algo difusas; con aquellos dias que había pasado con la mink y que Rhea tenia facilidad para aprender, en una tarde ya conseguía hacer los ejercicios con una técnica decente.
Cuando ya estaba cayendo la noche, acabo su primera rutina centrada en el pecho. Todos los músculos le ardían. Y estaba molido. Este se sentó a observar el entrenamiento de Berry, ya que le entusiasmaba su forma de entrenar aquella técnica y como intentaba controlar aquella aura dorada.
Así fueron aquellas dos semanas. El día lo empezaban desayunando juntos, luego calentaban y cada uno empezaba a entrenar por su cuenta. La primera semana Rhea experimento los primeros cambios. Su alimentación había cambiado por completo, comía carne, carbohidratos… Una dieta especial que le preparaba Berry. Juntando la alimentación con todas las horas de ejercicio físico realizadas. Ya no se veía un hombre flojo y flacucho, parecía una persona mas o menos normal.
El lunes siguiente decidió levantarse el antes que Berry, intento hacer el desayuno. Fue a la playa bien temprano a pescar y pesco un par de peces de tamaño medio. Luego los asó en una hoguera que hizo el mismo con unos palos y frotando unas piedras.
Cogió un par de cocos, los partió y mezclo el coco y su agua con el pescado. Le dejo un plato a Berry.
Posteriormente Rhea se acordó que había traído algo de dinero en el barco, pero con tantas emociones y experiencias nuevas se había olvidado por completo.
Fue donde el barco que aun se encontraban sus ruinas y empezó a buscar. Y allí estaba su mochila, cogió el dinero y dejo la mochila donde entrenaba con la mink.
Se fue a comprar y llego al entreno con una espada (Hoja Sanguinaria) y traía un pequeño regalo para Berry y la espero en el lugar de entrenamiento.
Después de que llegara la mink y se diesen los buenos dias, este le ofreció el regalo.
-No es gran cosa… Pero espero que te guste…- Respondió.
Después de charlar un poco empezaron a entrenar. Aquella segunda semana fue más intensa, ya que dominaba por completo la técnica y los pesos; y estaba perfeccionando su pelea cuerpo a cuerpo. Físicamente, aunque seguía sin tener mucho musculo ya se le veía sano.
- ¿Berrydad? ¿Navidad? ¿Qué es eso? –
Respondió mientras esta le daba algunos regalos. Este emocionado miraba todos aquellos paquetes.
Luego le mostro una hoja con el planteamiento de la semana con algunos dibujos simples con algunas onomatopeyas. Hoy empezaba a levantar peso.
Pero antes de entrenar Rhea tenia que abrir los regalos.
-Voy a abrir este-
Respondió emocionado con la ilusión de un niño pequeño señalando el regalo más grande. Luego fue señalando los regalos por orden de tamaño.
Después de abrir todos los regalos le dio las gracias a Berry con un abrazo cálido.
-Muchas gracias por todo, de verdad-
Dijo con alguna lagrima en los ojos. Aquella mink estaba cuidando de este como nadie había hecho nunca.
Posteriormente fue a entrenar a la playa. Mientras Berry entrenaba su nueva técnica donde utilizaba sus llamas doradas. Vio unas pesas que la mink le había preparado.
Primero realizo todos los calentamientos que le había enseñado el día anterior y procedió a entrenar. Cogió varias pesas, aunque solo pudo con las de 6 kilos. Intento replicar las poses del papel de Berry, aunque las instrucciones eran algo difusas; con aquellos dias que había pasado con la mink y que Rhea tenia facilidad para aprender, en una tarde ya conseguía hacer los ejercicios con una técnica decente.
Cuando ya estaba cayendo la noche, acabo su primera rutina centrada en el pecho. Todos los músculos le ardían. Y estaba molido. Este se sentó a observar el entrenamiento de Berry, ya que le entusiasmaba su forma de entrenar aquella técnica y como intentaba controlar aquella aura dorada.
Así fueron aquellas dos semanas. El día lo empezaban desayunando juntos, luego calentaban y cada uno empezaba a entrenar por su cuenta. La primera semana Rhea experimento los primeros cambios. Su alimentación había cambiado por completo, comía carne, carbohidratos… Una dieta especial que le preparaba Berry. Juntando la alimentación con todas las horas de ejercicio físico realizadas. Ya no se veía un hombre flojo y flacucho, parecía una persona mas o menos normal.
El lunes siguiente decidió levantarse el antes que Berry, intento hacer el desayuno. Fue a la playa bien temprano a pescar y pesco un par de peces de tamaño medio. Luego los asó en una hoguera que hizo el mismo con unos palos y frotando unas piedras.
Cogió un par de cocos, los partió y mezclo el coco y su agua con el pescado. Le dejo un plato a Berry.
Posteriormente Rhea se acordó que había traído algo de dinero en el barco, pero con tantas emociones y experiencias nuevas se había olvidado por completo.
Fue donde el barco que aun se encontraban sus ruinas y empezó a buscar. Y allí estaba su mochila, cogió el dinero y dejo la mochila donde entrenaba con la mink.
Se fue a comprar y llego al entreno con una espada (Hoja Sanguinaria) y traía un pequeño regalo para Berry y la espero en el lugar de entrenamiento.
Después de que llegara la mink y se diesen los buenos dias, este le ofreció el regalo.
-No es gran cosa… Pero espero que te guste…- Respondió.
Después de charlar un poco empezaron a entrenar. Aquella segunda semana fue más intensa, ya que dominaba por completo la técnica y los pesos; y estaba perfeccionando su pelea cuerpo a cuerpo. Físicamente, aunque seguía sin tener mucho musculo ya se le veía sano.
Berry
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Berry se tiró al suelo cómicamente al recordar que Rhea no era muy familiar a las fiestas humanas, claro que viviendo como un esclavo pocas cosas agradables debían ocurrir y mucho menos el privilegio de ser feliz. Explicó vagamente que era una fiesta usual donde se regalaban cosas y luego sonrió al ver que el albino en efecto disfrutaba de los regalos con gran entusiasmo. La mink aceptó el abrazo acariciando la cabeza de Rhea para luego reír, para la mink no era necesario agradecer ya que era lo más lógico que debía hacerse en aquellas situaciones.
Mientras el entrenamiento de Rhea avanzaba la mink progresaba en cuanto a su técnica, al finalizar el segundo día ya podía encender su brazo entero y lentamente lograba expandir estas llamas por su cuerpo. El chico avanzaba bastante rápido en sus rutinas, parecía tener una buena capacidad de entendimiento y memorizaba con gran maestría cada ejercicio para poder llevar la rutina sin necesidad de ser guiado.
La mink siguió entrenando la manipulación del fuego, al finalizar la primer semana mediante ejercicios de concentración ya podía recubrir su cuerpo entero en llamas. El cuerpo de Berry brillaba como una estrella dorada en medio de la arena, mientras las llamas emergían de su cuerpo sin quemarla y dibujando patrones en su cuerpo desde sus tatuajes. Cada segundo que pasaba las llamas parecían danzar en su pelaje, finalmente podía mantenerlas sin que mostrasen fragilidad. La segunda semana sería mucho más intensa, buscaría controlar su densidad y tamaño para poder utilizar la técnica en una batalla real.
Tras la práctica la zorra durmió para notar que Rhea se le había adelantado, era curioso que el chico se levantase tan temprano, pero su aspecto había mejorado y estaba haciendo progresos en cuanto a su cuerpo. Se acercó a la playa siguiendo el aroma del albino, llegando para ser recibida por comida y un regalo, la mink no pudo ocultar su emoción devorando el plato casi sin detenerse a saborearlo y mirando a Rhea con un rostro divertido al haber desayunado en menos de veinte segundos.
—¿Qué es? ¿Qué es? ¿Se come también? Regalo, regalo...—
La zorra saltaba como una niña en su lugar mientras rompía el paquete en busca de su regalo. No pudo obviar la espada de Rhea que se notaba costosa, aunque ella no sabía de espadas y esperaba que su regalo no fuese una porque nunca podría usarla en combate.
—¡Un anillo! Es bonito, lo guardaré en mi chaqueta para no perderlo, ya que hoy nos espera un cambio de rutina. Ahora que has entrenado tu cuerpo con ejercicios de fuerza, toca entrenar tu aguante, las rutinas de esta semana te dejarán muy cansado. Incluye saltos, trepar palmeras como tanto te gusta y también empujar rocas. Todo esto sumado a varias carreras contra mí para aumentar tu resistencia y que puedas estar en forma.—
Berry le mostró la nueva hoja de rutinas y comenzó a estirar sus piernas, tras un breve calentamiento la mink encendió su cuerpo en hermosas llamas doradas y tomó posición en la improvisada línea de meta sobre la arena. El objetivo era dar una vuelta entera a la playa, podía darse el caso de que Rhea necesitase un descanso por lo que había paradas cada veinte metros. El objetivo de Berry en cambio era mantener el fuego la mayor parte del trayecto antes de volver a encenderse, en busca de aumentar la duración de aquel cuerpo en llamas.
Mientras el entrenamiento de Rhea avanzaba la mink progresaba en cuanto a su técnica, al finalizar el segundo día ya podía encender su brazo entero y lentamente lograba expandir estas llamas por su cuerpo. El chico avanzaba bastante rápido en sus rutinas, parecía tener una buena capacidad de entendimiento y memorizaba con gran maestría cada ejercicio para poder llevar la rutina sin necesidad de ser guiado.
La mink siguió entrenando la manipulación del fuego, al finalizar la primer semana mediante ejercicios de concentración ya podía recubrir su cuerpo entero en llamas. El cuerpo de Berry brillaba como una estrella dorada en medio de la arena, mientras las llamas emergían de su cuerpo sin quemarla y dibujando patrones en su cuerpo desde sus tatuajes. Cada segundo que pasaba las llamas parecían danzar en su pelaje, finalmente podía mantenerlas sin que mostrasen fragilidad. La segunda semana sería mucho más intensa, buscaría controlar su densidad y tamaño para poder utilizar la técnica en una batalla real.
Tras la práctica la zorra durmió para notar que Rhea se le había adelantado, era curioso que el chico se levantase tan temprano, pero su aspecto había mejorado y estaba haciendo progresos en cuanto a su cuerpo. Se acercó a la playa siguiendo el aroma del albino, llegando para ser recibida por comida y un regalo, la mink no pudo ocultar su emoción devorando el plato casi sin detenerse a saborearlo y mirando a Rhea con un rostro divertido al haber desayunado en menos de veinte segundos.
—¿Qué es? ¿Qué es? ¿Se come también? Regalo, regalo...—
La zorra saltaba como una niña en su lugar mientras rompía el paquete en busca de su regalo. No pudo obviar la espada de Rhea que se notaba costosa, aunque ella no sabía de espadas y esperaba que su regalo no fuese una porque nunca podría usarla en combate.
—¡Un anillo! Es bonito, lo guardaré en mi chaqueta para no perderlo, ya que hoy nos espera un cambio de rutina. Ahora que has entrenado tu cuerpo con ejercicios de fuerza, toca entrenar tu aguante, las rutinas de esta semana te dejarán muy cansado. Incluye saltos, trepar palmeras como tanto te gusta y también empujar rocas. Todo esto sumado a varias carreras contra mí para aumentar tu resistencia y que puedas estar en forma.—
Berry le mostró la nueva hoja de rutinas y comenzó a estirar sus piernas, tras un breve calentamiento la mink encendió su cuerpo en hermosas llamas doradas y tomó posición en la improvisada línea de meta sobre la arena. El objetivo era dar una vuelta entera a la playa, podía darse el caso de que Rhea necesitase un descanso por lo que había paradas cada veinte metros. El objetivo de Berry en cambio era mantener el fuego la mayor parte del trayecto antes de volver a encenderse, en busca de aumentar la duración de aquel cuerpo en llamas.
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-Este anillo no es uno cualquiera, es un anillo ganzúa; espero que pueda serte útil en algún momento-
Respondió Rhea, mientras le explicaba el funcionamiento del anillo. Luego esta le comento la nueva rutina que iban a seguir para seguir fortaleciéndose. Una vez le explico la rutina le aviso que iban a ser unos dias en los que acabaría muy cansado.
Primeramente, realizo el calentamiento, ya que era importante para poder realizar el entrenamiento sin molestias. Este también se sentía aliviado de no volver a levantar peso ya que los músculos ya estaban demasiado cansados.
La mink le mostro un circuito que consistía en trepar palmeras, saltos y empujar rocas. Este lo realizo durante unas horas sin parar. Luego Berry le mostro otro ejercicio que consistía en una carrera contra ella dando vueltas por la playa con descansos cada 20 minutos; mientras la mink intentaba mantener el fuego la mayor parte del tiempo. Fue un día bastante intenso donde ambos dieron el 100%.
No podía ser de otra manera donde aquellos dos se centraban profundamente en el entrenamiento. Rhea confiaba en los métodos de Berry, aunque la verdad es que eran bastante duros y cada noche al acabar se dormía casi al instante.
El viernes de esa semana Rhea se levantó temprano y empezó a pensar sobre algunas cosas. La mink había mencionado algo del Grand Line y que su propósito era llegar allí, pero Rhea no tenía ninguno, solo quería vivir aventuras. Aunque esa vez había tenido suerte y la mink fue amable con él, si lo llegan a encontrar personas malas no sabría que habría pasado con él.
Necesitaba un propósito mas claro, pero necesitaba encontrarlo. Unos minutos después Berry se despertó y volvieron a entrenar.
Por la tarde de ese mismo día. En una de las carreras Berry le saco mas ventaja de la que le solía sacar normalmente. Una vez llego al punto de descanso y fruto de la desconcentración le comento a Berry lo siguiente:
-Quiero ir contigo a Zou-
Grito a la mink, ¿Cómo sería el lugar donde esta repleto de criaturas como ella? Decidió que de momento ese sería su objetivo y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para ayudar a Berry, así podría vivir una aventura más mientras podría devolverle el favor a la mink en algún momento.
Después de eso acabaron el día y la semana como estaba previsto en el plan de entrenamiento.
Rhea había obtenido bastante resistencia y ya tenía un físico bastante mejor a los humanos normales. Tambien se había vuelto mas rapido, ya que intentar seguirle los pasos a la mink no era nada facil.
El lunes siguiente, con ansias de cual era la nueva propuesta de Berry, se levanto fruto de la impaciencia y empezó a entrenar de buena mañana yendo-se a la playa a practicar con el muñeco. Después de unas horas lo consiguió destrozar y se dispuso a esperar a Berry mientras esperaba con un par de cocos.
Respondió Rhea, mientras le explicaba el funcionamiento del anillo. Luego esta le comento la nueva rutina que iban a seguir para seguir fortaleciéndose. Una vez le explico la rutina le aviso que iban a ser unos dias en los que acabaría muy cansado.
Primeramente, realizo el calentamiento, ya que era importante para poder realizar el entrenamiento sin molestias. Este también se sentía aliviado de no volver a levantar peso ya que los músculos ya estaban demasiado cansados.
La mink le mostro un circuito que consistía en trepar palmeras, saltos y empujar rocas. Este lo realizo durante unas horas sin parar. Luego Berry le mostro otro ejercicio que consistía en una carrera contra ella dando vueltas por la playa con descansos cada 20 minutos; mientras la mink intentaba mantener el fuego la mayor parte del tiempo. Fue un día bastante intenso donde ambos dieron el 100%.
No podía ser de otra manera donde aquellos dos se centraban profundamente en el entrenamiento. Rhea confiaba en los métodos de Berry, aunque la verdad es que eran bastante duros y cada noche al acabar se dormía casi al instante.
El viernes de esa semana Rhea se levantó temprano y empezó a pensar sobre algunas cosas. La mink había mencionado algo del Grand Line y que su propósito era llegar allí, pero Rhea no tenía ninguno, solo quería vivir aventuras. Aunque esa vez había tenido suerte y la mink fue amable con él, si lo llegan a encontrar personas malas no sabría que habría pasado con él.
Necesitaba un propósito mas claro, pero necesitaba encontrarlo. Unos minutos después Berry se despertó y volvieron a entrenar.
Por la tarde de ese mismo día. En una de las carreras Berry le saco mas ventaja de la que le solía sacar normalmente. Una vez llego al punto de descanso y fruto de la desconcentración le comento a Berry lo siguiente:
-Quiero ir contigo a Zou-
Grito a la mink, ¿Cómo sería el lugar donde esta repleto de criaturas como ella? Decidió que de momento ese sería su objetivo y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para ayudar a Berry, así podría vivir una aventura más mientras podría devolverle el favor a la mink en algún momento.
Después de eso acabaron el día y la semana como estaba previsto en el plan de entrenamiento.
Rhea había obtenido bastante resistencia y ya tenía un físico bastante mejor a los humanos normales. Tambien se había vuelto mas rapido, ya que intentar seguirle los pasos a la mink no era nada facil.
El lunes siguiente, con ansias de cual era la nueva propuesta de Berry, se levanto fruto de la impaciencia y empezó a entrenar de buena mañana yendo-se a la playa a practicar con el muñeco. Después de unas horas lo consiguió destrozar y se dispuso a esperar a Berry mientras esperaba con un par de cocos.
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El anillo al parecer funcionaba de una manera extraña, pudiendo volverse una ganzúa para abrir puertas u objetos. Podría ser útil si necesitaba soltar a alguien prisionero por personas malvadas o si alguna vez le capturaban. En cierta manera era un regalo bastante útil pese a que en un inicio lo había visto como un mero detalle decorativo lo tendría bien resguardado para evitar perderlo o dañarlo.
Tras aprender el uso del anillo, finalmente iniciaron su entrenamiento, día tras día Rhea se sometía a su rutina mientras ella incorporaba movimientos similares a danzas con sus llamas doradas que poco a poco comenzaban a cobrar más vida. Para el tercer día de la segunda semana el fuego ya era lo bastante intenso para confundirse con ropa ardiente, el progreso desde las pequeñas llamas en aquel primer intento que solo cubrían parte de su garra y la versión actual no tenía punto de comparación.
El viernes mientras entrenaban de manera habitual Berry se había dejado llevar y usado parte de su verdadera velocidad al correr en cuatro patas cubierta de sus llamas doradas. Por poco deja al albino en mitad de la playa si no fuese que un grito le hizo percatarse de su descuido.
—¡Bwahahaha! ¡Nadie te impide venir a Zou y conocer mi tribu! De hecho pensaba llevar a varios amigos a mi tierra natal, aunque todavía falta y no hay prisas. Mi lugar de nacimiento suele ser complicado de encontrar y además el Nuevo Mundo es un mar al que no se le debe subestimar. Hasta entonces debemos hacernos más fuertes, y siempre dar el triple en cada uno de nuestros entrenamientos.—
La zorra siguió riendo y entrenando, sus rutinas incluían golpes y patadas mientras corría para mantener la intensidad del fuego, el calor de las llamas ya podía sentirse al estar cerca de ella y finalmente sus golpes dejaban una marca llameante en la arena en lugar de solo romperse al impactar. Cada vez estaba más cerca de hacer realidad lo que había aparecido como una idea en su mente.
Tras dos arduas semanas de entrenamiento la técnica parecía completa y Berry no podía estar más orgullosa de Rhea, su cuerpo había cambiado para bien, no estaba tan delgado y su condición física había mejorado notablemente. Ya no se cansaba tanto y los golpes habían mostrado un gran cambio a comparación de los primeros, si bien todavía le faltaba un gran camino para recorrer el albino tenía el talento necesario para lograr grandes cosas.
—Veo que te has levantado con ganas, por lo general no nos hemos tomado descansos en nuestro entrenamiento. ¿Te has mirado en un espejo? Estás más guapo que cuando te encontré, pero obviando eso, también has hecho avances en cuanto a tu forma de desempeñarte.—
La mink llegó a la playa con la intención de tener un combate contra Rhea tras dos semanas en las que había evaluado su evolución y trabajo. Aquel día lo dedicarían enteramente a ese simple combate de práctica, la zorra sonrió mientras se quitaba sus pesas corporales y estiraba sus brazos, siempre que entrenaba se limitaba con un gran peso siendo un secreto que le había ocultado al albino para que este no intentase imitarle sin estar listo.
—Hace dos semanas que las llevo puestas, por fin puedo quitarme ese peso extra de encima. Ahora como paso final, te enseñaré las bases de mi ciclo tierra, sé que no puedes usar electro descuida no te pediré que metas los dedos en un enchufe o algo similar. Pero lo que si puedes es aprender como funciona, ya que lo desarrollé cuando era todavía una novata.—
La mink guiñó su ojo derecho antes de adoptar una postura firme al lado de Rhea, señalando con sus garras la importancia de tomar esa estancia y el objetivo de la misma, ahora que Rhea tenía un cuerpo más sano no era un riesgo.
—La postura busca esperar y golpear con precisión, es decir, no buscamos dar el primer golpe aunque podemos hacerlo de ver la oportunidad. Una vez iniciada la batalla, nos mantendremos dentro de un círculo mental, imagina un rango de acción desde donde nuestros brazos puedan responder. Si el rival busca jugar a distancia entonces buscaremos achicar esa ventaja y acorrarlarlo.—
La mink dibujó con su pata un círculo a su alrededor y luego le mostró al albino como golpear de manera contundente, también utilizó sus brazos a modo de bloqueo y luego le enseñó a agrandar su rango de acción mediante desplazamientos. Una vez terminada la lección la mink se colocó frente a Rhea y comenzó a mover su cuerpo buscando iniciar con la prueba.
—Ahora te toca ponerlo en práctica contra mí, esta vez yo voy a atacar, descuida pienso ir suave.—
Berry esperó a que este practicase lo suficiente con su sombra antes de lanzarse e iniciar un asalto de diez golpes y patadas contra su alumno. Los golpes eran blandos, pero en caso de impactar empujarían con gran fuerza al albino en busca de romper su postura, la zorra utilizaba el principio de golpear para luego empujar empleando su verdadera fuerza cosa que no dañaría como un golpe pero sí resultaría desafiante en caso de que los contactos se mantuvieran durante demasiado tiempo.
Tras aprender el uso del anillo, finalmente iniciaron su entrenamiento, día tras día Rhea se sometía a su rutina mientras ella incorporaba movimientos similares a danzas con sus llamas doradas que poco a poco comenzaban a cobrar más vida. Para el tercer día de la segunda semana el fuego ya era lo bastante intenso para confundirse con ropa ardiente, el progreso desde las pequeñas llamas en aquel primer intento que solo cubrían parte de su garra y la versión actual no tenía punto de comparación.
El viernes mientras entrenaban de manera habitual Berry se había dejado llevar y usado parte de su verdadera velocidad al correr en cuatro patas cubierta de sus llamas doradas. Por poco deja al albino en mitad de la playa si no fuese que un grito le hizo percatarse de su descuido.
—¡Bwahahaha! ¡Nadie te impide venir a Zou y conocer mi tribu! De hecho pensaba llevar a varios amigos a mi tierra natal, aunque todavía falta y no hay prisas. Mi lugar de nacimiento suele ser complicado de encontrar y además el Nuevo Mundo es un mar al que no se le debe subestimar. Hasta entonces debemos hacernos más fuertes, y siempre dar el triple en cada uno de nuestros entrenamientos.—
La zorra siguió riendo y entrenando, sus rutinas incluían golpes y patadas mientras corría para mantener la intensidad del fuego, el calor de las llamas ya podía sentirse al estar cerca de ella y finalmente sus golpes dejaban una marca llameante en la arena en lugar de solo romperse al impactar. Cada vez estaba más cerca de hacer realidad lo que había aparecido como una idea en su mente.
Tras dos arduas semanas de entrenamiento la técnica parecía completa y Berry no podía estar más orgullosa de Rhea, su cuerpo había cambiado para bien, no estaba tan delgado y su condición física había mejorado notablemente. Ya no se cansaba tanto y los golpes habían mostrado un gran cambio a comparación de los primeros, si bien todavía le faltaba un gran camino para recorrer el albino tenía el talento necesario para lograr grandes cosas.
—Veo que te has levantado con ganas, por lo general no nos hemos tomado descansos en nuestro entrenamiento. ¿Te has mirado en un espejo? Estás más guapo que cuando te encontré, pero obviando eso, también has hecho avances en cuanto a tu forma de desempeñarte.—
La mink llegó a la playa con la intención de tener un combate contra Rhea tras dos semanas en las que había evaluado su evolución y trabajo. Aquel día lo dedicarían enteramente a ese simple combate de práctica, la zorra sonrió mientras se quitaba sus pesas corporales y estiraba sus brazos, siempre que entrenaba se limitaba con un gran peso siendo un secreto que le había ocultado al albino para que este no intentase imitarle sin estar listo.
—Hace dos semanas que las llevo puestas, por fin puedo quitarme ese peso extra de encima. Ahora como paso final, te enseñaré las bases de mi ciclo tierra, sé que no puedes usar electro descuida no te pediré que metas los dedos en un enchufe o algo similar. Pero lo que si puedes es aprender como funciona, ya que lo desarrollé cuando era todavía una novata.—
La mink guiñó su ojo derecho antes de adoptar una postura firme al lado de Rhea, señalando con sus garras la importancia de tomar esa estancia y el objetivo de la misma, ahora que Rhea tenía un cuerpo más sano no era un riesgo.
—La postura busca esperar y golpear con precisión, es decir, no buscamos dar el primer golpe aunque podemos hacerlo de ver la oportunidad. Una vez iniciada la batalla, nos mantendremos dentro de un círculo mental, imagina un rango de acción desde donde nuestros brazos puedan responder. Si el rival busca jugar a distancia entonces buscaremos achicar esa ventaja y acorrarlarlo.—
La mink dibujó con su pata un círculo a su alrededor y luego le mostró al albino como golpear de manera contundente, también utilizó sus brazos a modo de bloqueo y luego le enseñó a agrandar su rango de acción mediante desplazamientos. Una vez terminada la lección la mink se colocó frente a Rhea y comenzó a mover su cuerpo buscando iniciar con la prueba.
—Ahora te toca ponerlo en práctica contra mí, esta vez yo voy a atacar, descuida pienso ir suave.—
Berry esperó a que este practicase lo suficiente con su sombra antes de lanzarse e iniciar un asalto de diez golpes y patadas contra su alumno. Los golpes eran blandos, pero en caso de impactar empujarían con gran fuerza al albino en busca de romper su postura, la zorra utilizaba el principio de golpear para luego empujar empleando su verdadera fuerza cosa que no dañaría como un golpe pero sí resultaría desafiante en caso de que los contactos se mantuvieran durante demasiado tiempo.
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Una vez Berry se despertó y se dirigió a la playa para entrenar. Después de unos elogios hacia Rhea estas se quito unas pesas que llevaba. Esto hizo ver a Rhea que estaba mas lejos del nivel de la mink de lo que se pensaba.
Después esta procedió a explicarle el ciclo de la tierra. Le explico algunas bases; y a Rhea le pareció bastante mental, ya que el estilo se basaba en ser inteligente y esperar al momento justo para asestar un golpe.
Esta le propuso una pelea para ver como Rhea se desenvolvía. Era la primera pelea de Rhea, aunque fuese de practica y la mink no tuviera ninguna intención de dañar-le.
Rhea intento aguantar la postura todo el tiempo que pudo. Se notaba mucho mas fuerte y mas confiado así esperaba propiciar por lo menos algún golpe a su maestra.
Mientras Berry le golpeaba, este iba pensando en los consejos que le había comentado anteriormente y modificando la postura conseguía que el daño fuera menor. Y cuando paso un rato sin que la mink se lo espera-se, fruto de todos los golpes que le había dado al muñeco de practica intento golpear a la mink con todas sus fuerzas.
Después esta procedió a explicarle el ciclo de la tierra. Le explico algunas bases; y a Rhea le pareció bastante mental, ya que el estilo se basaba en ser inteligente y esperar al momento justo para asestar un golpe.
Esta le propuso una pelea para ver como Rhea se desenvolvía. Era la primera pelea de Rhea, aunque fuese de practica y la mink no tuviera ninguna intención de dañar-le.
Rhea intento aguantar la postura todo el tiempo que pudo. Se notaba mucho mas fuerte y mas confiado así esperaba propiciar por lo menos algún golpe a su maestra.
Mientras Berry le golpeaba, este iba pensando en los consejos que le había comentado anteriormente y modificando la postura conseguía que el daño fuera menor. Y cuando paso un rato sin que la mink se lo espera-se, fruto de todos los golpes que le había dado al muñeco de practica intento golpear a la mink con todas sus fuerzas.
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La mink disfrutaba ver como Rhea se iba sobreponiendo a la clara desventaja, usando lo aprendido lograba bloquear sus golpes o desviarlos lo suficiente para que no le diesen de lleno. Poco a poco su ritmo se fue adaptando y utilizando sus consejos el albino pareció notar una apertura. La zorra bloqueó el golpe con uno de sus brazos, no era necesario pero esta se tomaba el combate con seriedad retrocediendo frente al buen golpe, tal vez sería doloroso para alguien inexperto pese a que su alumno tenía mucho camino por delante. Berry sonrió mientras cambiaba de postura y ahora sus pies comenzaban a saltar de lado a lado, su cuerpo se comprimió sobre sus rodillas antes de lanzarse como un cohete en contra del albino.
—¡Esto es divertido! Aprendes bien como luchar, ahora vamos a intentar descubrir como combates cuando han entrado más allá de tu rango.—
La mink se había aproximado hasta quedar a escasos centímetros del albino, utilizando sus rodillas y piernas intentaba asestar golpes por debajo de su guardia. La zorra estaba segura al no dejar espacio para que el albino se despegase de la incómoda situacion, sus brazos ya no podrían tener el suficiente recorrido para impactar con fuerza. Berry había llevado el combate a un punto donde solo podría librarse intentando agarrarla y ese era el objetivo del entrenamiento que el albino lo deduciera por su propia cuenta.
—¡No te rindas ahora! Debes pensar fuera de lo que te he enseñado,las manos no solo sirven para dar buenos golpes.—
La mink alentaba mientras continuaba con una combinación de cinco rodillazos y cinco patadas, siempre cambiando de piernas entre una y otra. Recordaba sus primeros entrenamientos cuando desarrollaba su estilo y estuvo en una situación similar, cómo se las ingenió para agarrar y tumbar a su viejo instructor ante la insistencia de que no utilizaba completamente sus recursos.
Ahora ella estaba en el lugar de instructora, de pasar su legado a una nueva generación y ver cuanto más evolucionaba su estilo, porque la mink veía a su forma de combate como un arte flexible y sin reglas que debía evolucionar más allá de los conceptos básicos y eso solo se lograría con la experiencia. Berry sonrió con felicidad mientras seguía golpeando, ansiando contemplar el nacimiento de un nuevo usuario de su estilo personal.
—¡Esto es divertido! Aprendes bien como luchar, ahora vamos a intentar descubrir como combates cuando han entrado más allá de tu rango.—
La mink se había aproximado hasta quedar a escasos centímetros del albino, utilizando sus rodillas y piernas intentaba asestar golpes por debajo de su guardia. La zorra estaba segura al no dejar espacio para que el albino se despegase de la incómoda situacion, sus brazos ya no podrían tener el suficiente recorrido para impactar con fuerza. Berry había llevado el combate a un punto donde solo podría librarse intentando agarrarla y ese era el objetivo del entrenamiento que el albino lo deduciera por su propia cuenta.
—¡No te rindas ahora! Debes pensar fuera de lo que te he enseñado,las manos no solo sirven para dar buenos golpes.—
La mink alentaba mientras continuaba con una combinación de cinco rodillazos y cinco patadas, siempre cambiando de piernas entre una y otra. Recordaba sus primeros entrenamientos cuando desarrollaba su estilo y estuvo en una situación similar, cómo se las ingenió para agarrar y tumbar a su viejo instructor ante la insistencia de que no utilizaba completamente sus recursos.
Ahora ella estaba en el lugar de instructora, de pasar su legado a una nueva generación y ver cuanto más evolucionaba su estilo, porque la mink veía a su forma de combate como un arte flexible y sin reglas que debía evolucionar más allá de los conceptos básicos y eso solo se lograría con la experiencia. Berry sonrió con felicidad mientras seguía golpeando, ansiando contemplar el nacimiento de un nuevo usuario de su estilo personal.
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La mink no dejaba de golpear a Rhea no dejando que este se pudiera despegar y no podía propiciar golpes decentes. Así que decidió cambia de estrategia y intentar llevarla al suelo.
Después de varios intentos este lo consiguió.
Le había sido muy difícil poder hacerlo.
Estaba sudando como nunca, y sentía muchísima adrenalina. Aquel combate, aunque fuera uno de practica estaba aprendiendo muchísimo. La forma de enseñar de la mink hacia que lo entendiese todo a la perfección y seguramente ella quería que probase algo diferente a unos puñetazos. El entrenamiento había dado sus frutos, se sentía mas poderoso y mas ligero.
Aquellas semanas con la mink le habían cambiado la vida, le había salvado, enseñado un estilo de pelea y entrenado físicamente.
-Muchas gracias-
Dijo Rhea con lagrimas en los ojos mientras se acordaba de todo lo que la mink había hecho por él y el progreso que estaba teniendo. Aunque seguía asestándole golpes en el suelo fruto de la adrenalina y lo enfocado que estaba en la pelea.
Después de varios intentos este lo consiguió.
Le había sido muy difícil poder hacerlo.
Estaba sudando como nunca, y sentía muchísima adrenalina. Aquel combate, aunque fuera uno de practica estaba aprendiendo muchísimo. La forma de enseñar de la mink hacia que lo entendiese todo a la perfección y seguramente ella quería que probase algo diferente a unos puñetazos. El entrenamiento había dado sus frutos, se sentía mas poderoso y mas ligero.
Aquellas semanas con la mink le habían cambiado la vida, le había salvado, enseñado un estilo de pelea y entrenado físicamente.
-Muchas gracias-
Dijo Rhea con lagrimas en los ojos mientras se acordaba de todo lo que la mink había hecho por él y el progreso que estaba teniendo. Aunque seguía asestándole golpes en el suelo fruto de la adrenalina y lo enfocado que estaba en la pelea.
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