Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Death vs Krows
Escenario:
Marineford: Isla inmensa donde se encuentra el Cuartel General de la Marina, se compone por un pueblo en toda la isla y lsede principal de La Marina. Aquí habitan los rangos más altos de la organización militar junto a sus familiares.
Turnos: Death - Krows - Death - Krows...
Se tendrá en cuenta:
*Se le salta el turno a quien no postee en 36 horas
*El combate será a KO, quien quede fuera de combate primero pierde
Si Death gana obtienela katana de Krows.
Si Krows gana obtiene las 2 dagas de Death.
El ganador obtiene 1000 de exp
El perdedor obtiene 700 de exp.
Death Daimus Eqrey
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Era de noche, una noche oscura y tenebrosa, mi pequeña barquita con una vela había navegado sin rumbo, corrientes, tormentas, de todo hasta finalmente llegar a aquella isla, la cual parecía desierta, no sabia cual era pero la poca luz que allí había provenía de algunos fogones alrededor de esta, como si hubiera habido una batalla allí hace poco, pero los destrozos eran mínimos, talvez una enfermedad o una peste, no lo sabia, pero mientras la barquita iba entrando a la bahía de forma circular, el silencio sepulcral hacia que mi mente divagante y hasta divertida, se tornara seria, ese lugar de noche no se veía nada bien, y menos en tal silencio.
Aquel lugar parecía una fortaleza, o simplemente lo era, miro hacia ambos lados metal y mas metal, finalmente el barquito llega hasta pared del medio y queda allí flotando, alado, era una enorme pared tendría que escalarla para subir, felizmente tenia una soga, así que improviso un gancho y lo lanzo junto con la soga hasta arriba, este queda atascado en quien sabe que pero parecía resistente, así que tomo con firmeza la soga y empiezo a caminar en vertical subiendo, finalmente llego a la sima y salto con fuerza cayendo en lo que parecía una enorme plaza, delante de esta estaba el cuartel general de la marina! No lo podría creer estaba en el lugar que siempre desee estar pero no había ni un solo marine a quien matar, así que empiezo a caminar todo aquella plaza hasta finalmente llegar a la zona residencial, aquí tendría que haber alguien , alguien vivo en algún lugar.
Donde están malditos respondan!!!
Mas escucho algunos sonidos, saco mis dos pistolas cargadas de diferentes balas, manteniéndolas en alto justo frente a mi pecho para protegerme de algún ataque sorpresa y me preparo para alguna lucha en aquel asqueroso lugar.
Aquel lugar parecía una fortaleza, o simplemente lo era, miro hacia ambos lados metal y mas metal, finalmente el barquito llega hasta pared del medio y queda allí flotando, alado, era una enorme pared tendría que escalarla para subir, felizmente tenia una soga, así que improviso un gancho y lo lanzo junto con la soga hasta arriba, este queda atascado en quien sabe que pero parecía resistente, así que tomo con firmeza la soga y empiezo a caminar en vertical subiendo, finalmente llego a la sima y salto con fuerza cayendo en lo que parecía una enorme plaza, delante de esta estaba el cuartel general de la marina! No lo podría creer estaba en el lugar que siempre desee estar pero no había ni un solo marine a quien matar, así que empiezo a caminar todo aquella plaza hasta finalmente llegar a la zona residencial, aquí tendría que haber alguien , alguien vivo en algún lugar.
Donde están malditos respondan!!!
Mas escucho algunos sonidos, saco mis dos pistolas cargadas de diferentes balas, manteniéndolas en alto justo frente a mi pecho para protegerme de algún ataque sorpresa y me preparo para alguna lucha en aquel asqueroso lugar.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Los marines habían conseguido toda una proheza. Habían atrapado un pirata, un asesino, un sanguinario y saqueador hijo del mar y del odio. Era media tarde y el barco marine hacía escala en marineford para reabastecerse y proseguir por el camino hacia la isla judicial, donde a dicho pirata se le acusaría de asesinato múltiple de un gran número de civiles inocentes.
El hombre pálido se hallaba entre los barrotes de los calabozos de dicho navío marine, custodiado por dos guardias adormecidos y sin ninguna otra pertenencia que sus vestimentas. Tirado en la parte más profunda de la celda observó con detenimiento que el navío se detenía. Un nuevo guardia descendió para informar a los carceleros.
- Hemos atracado en Marineford. Nos reabasteceremos y pondremos rumbo a Ennies Loby.
Los carceleros asintieron, uno de ellos no pudo evitar soltar un bostezo. El recién llegado conforme vino se marchó por el mismo camino. De nuevo el pálido estaba allí solo, sin compañía agradable... Sin razón para seguir allí.
- Creo que ya he descansado bastante -Dije entre dientes.
Me levanté estirando mi cuerpo hacia arriba, tanto mis piernas como mi columna emitieron un leve crujido, a los cuales se sumo un crujir del cuello en cuanto lo estiré hacia ambos lados. Me aproximé a las rejas desde las sombras, los dos guardias me ignoraron, o tal vez ni siquiera se percataron de que me estaba moviendo.
Estiré mi mano derecha a través de los barrotes, unos grandes barrotes de grueso acero que casi impedían que pudiese pasar mi brazo a través de éstos. No obstante, éstos marines desconocían mi característica más mortal, aquella que no había deseado mostrar. Mi habilidad paramecia de cromo.
Desde mis falanges salieron cinco especie de balas de cromo, las cuales fueron a parar directamente a la cabeza del guardia más adormecido. Aquello causó el pánico con el otro marine, quien no sabía que ocurría, y antes de darse cuenta un pequeño hilo metálico se estaba enroscando por sus piernas, inmovilizándole. Comenzó a gritar, mas el cromo le silenció a modo de bozal. Las llaves que se hallaban en su cinturón se desprendieron y viajaron hasta mí. Las cogí de mi metal y abrí la celda de la cárcel.
Me aproximé a la mesa, en busca de mis pertenencias, mi katana, lo único que me habían arrebatado. Pobres ingenuos. En hecho de no haberles demostrado mi habilidad había sido la mejor estrategia combativa, a fin de cuentas me habían llevado gratis a otra isla, y no podía marcharme sin pagarles como se merecían.
Tras coger mi katana la cargué en mi cinturón junto a su vaina, en el lado izquierdo de mi cuerpo, y me aproximé al marine. Estaba completamente con el cromo enroscándole todo el cuerpo. Le miré directamente a los ojos.
- Ha sido un viaje muy agradable. Gracias por traerme. Permíteme darte algo a cambio del viaje.
Entonces el cromo comenzó a apretarle con una fuerza descomunal. Aun a través de aquél bozal que le oprimía la boca podía escuchar una réplica ahogada de los gritos de agonía. En unos segundos todo su cuerpo acabó seccionado en incontables pedazos de carne, el más grande fue su cabeza.
- Te regalo la muerte.
Tras eso salí de allí con mi katana enfundada y todo el cromo que había liberado en aquél lugar enroscándose y adhiriéndose a mi cuerpo, a modo que se creó desde mi espalda cuatro formas idénticas, cuatro grandes espadas unidas por una cuerda a mi espalda, una cuerda de metro y medio aproximadamente.
Salí de allí, con mi katana enfundada y las cuatro espadas cubriéndome, dos a mi izquierda y dos a mi derecha. Los marines dieron la voz de alarma y se abalanzaron contra mí, pero no podían competir con mi defensa viniendo de uno en uno y de dos en dos.
Trozos de carne caían al suelo, cabezas rodaban, los cuerpos eran partidos por la mitad, un disparo rebotó en el cromo enroscado en mi cuerpo. Me detuve, una de las cinco balas envueltas en sangre del carcelero volvieron a hacer su aparición, nuevamente se volvieron a impregnar de sangre de otra persona.
Todo aquello resultaba realmente excitante, no hacían más que cargar contra mí, y mi recubrimiento de cromo hacía imposible que un ser cualquiera fuese capaz de herirme, por lo que por torpe que fuese jamás verían mi sangre. Únicamente alguien conocedor del haki podría hacerlo.
Salté del barco, y de pronto éste comenzó a ladearse de un lado. Antes de saltar había cortado un buen pedazo de madera del mástil superior, el cual debería de medir entre 50 y 100 metros. Ésto hizo que se descompensase y comenzase a caer hacia un lado, y al no estar cortado del todo arrastraría la embarcación con él, haciéndola perecer en el profundo y angosto mar.
Enseguida me vi rodeado de estúpidos reclutas, comenzaba a anochecer y los aires nocturnos me sentaban geniales, me sentía en mi hogar cuando me hallaba entre la noche, y la ventaja de jugar en casa es que te conoces el terreno. En éste caso la oscuridad de la noche.
Pasó el tiempo, murió gente, me llené el cuerpo de sus sangres, ahora ya resecas, y pocos quedaban, un pequeño grupo de unos quince o veinte, lo cierto es que no me fijaba en cuantos podrían haber, pero si que los estaba exterminando muy rápido, eran todos estúpidos, arrogantes y débiles. ¿Donde están los altos cargos de la gran Marineford? Comencé a decepcionarme.
Todos a la vez comenzaron a cargar contra mí. Envuelto en énfasis y sangre cargué contra ellos gritando y sonriendo, mas no les hice heridas mortales a ninguno, tan solo pequeños cortes que les harían saltar la sangre, de no ser así morirían muy pronto, y no tendría diversión.
Al cabo de dos minutos me cansé de ellos, giré sobre mí mismo estirando las cuatro espadas de cromo y ejecutando un cuádruple ataque de giro, ésto seccionó a todos los marines que quedaban por la mitad, creando un pequeño río de sangre y en uno de los cuerpos una pequeña fuente que apenas duró siquiera unos instantes.
- ¿Esto es todo? Que decepción...
comencé a caminar hacia adelante algo decepcionado por la incompetencia de todos aquellos rivales. No era como la pintaban la gran Marineford, no hay más que ineptos e incompetentes. ¿Donde estaban los grandes almirantes que tanto resuenan?
El hombre pálido se hallaba entre los barrotes de los calabozos de dicho navío marine, custodiado por dos guardias adormecidos y sin ninguna otra pertenencia que sus vestimentas. Tirado en la parte más profunda de la celda observó con detenimiento que el navío se detenía. Un nuevo guardia descendió para informar a los carceleros.
- Hemos atracado en Marineford. Nos reabasteceremos y pondremos rumbo a Ennies Loby.
Los carceleros asintieron, uno de ellos no pudo evitar soltar un bostezo. El recién llegado conforme vino se marchó por el mismo camino. De nuevo el pálido estaba allí solo, sin compañía agradable... Sin razón para seguir allí.
- Creo que ya he descansado bastante -Dije entre dientes.
Me levanté estirando mi cuerpo hacia arriba, tanto mis piernas como mi columna emitieron un leve crujido, a los cuales se sumo un crujir del cuello en cuanto lo estiré hacia ambos lados. Me aproximé a las rejas desde las sombras, los dos guardias me ignoraron, o tal vez ni siquiera se percataron de que me estaba moviendo.
Estiré mi mano derecha a través de los barrotes, unos grandes barrotes de grueso acero que casi impedían que pudiese pasar mi brazo a través de éstos. No obstante, éstos marines desconocían mi característica más mortal, aquella que no había deseado mostrar. Mi habilidad paramecia de cromo.
Desde mis falanges salieron cinco especie de balas de cromo, las cuales fueron a parar directamente a la cabeza del guardia más adormecido. Aquello causó el pánico con el otro marine, quien no sabía que ocurría, y antes de darse cuenta un pequeño hilo metálico se estaba enroscando por sus piernas, inmovilizándole. Comenzó a gritar, mas el cromo le silenció a modo de bozal. Las llaves que se hallaban en su cinturón se desprendieron y viajaron hasta mí. Las cogí de mi metal y abrí la celda de la cárcel.
Me aproximé a la mesa, en busca de mis pertenencias, mi katana, lo único que me habían arrebatado. Pobres ingenuos. En hecho de no haberles demostrado mi habilidad había sido la mejor estrategia combativa, a fin de cuentas me habían llevado gratis a otra isla, y no podía marcharme sin pagarles como se merecían.
Tras coger mi katana la cargué en mi cinturón junto a su vaina, en el lado izquierdo de mi cuerpo, y me aproximé al marine. Estaba completamente con el cromo enroscándole todo el cuerpo. Le miré directamente a los ojos.
- Ha sido un viaje muy agradable. Gracias por traerme. Permíteme darte algo a cambio del viaje.
Entonces el cromo comenzó a apretarle con una fuerza descomunal. Aun a través de aquél bozal que le oprimía la boca podía escuchar una réplica ahogada de los gritos de agonía. En unos segundos todo su cuerpo acabó seccionado en incontables pedazos de carne, el más grande fue su cabeza.
- Te regalo la muerte.
Tras eso salí de allí con mi katana enfundada y todo el cromo que había liberado en aquél lugar enroscándose y adhiriéndose a mi cuerpo, a modo que se creó desde mi espalda cuatro formas idénticas, cuatro grandes espadas unidas por una cuerda a mi espalda, una cuerda de metro y medio aproximadamente.
Salí de allí, con mi katana enfundada y las cuatro espadas cubriéndome, dos a mi izquierda y dos a mi derecha. Los marines dieron la voz de alarma y se abalanzaron contra mí, pero no podían competir con mi defensa viniendo de uno en uno y de dos en dos.
Trozos de carne caían al suelo, cabezas rodaban, los cuerpos eran partidos por la mitad, un disparo rebotó en el cromo enroscado en mi cuerpo. Me detuve, una de las cinco balas envueltas en sangre del carcelero volvieron a hacer su aparición, nuevamente se volvieron a impregnar de sangre de otra persona.
Todo aquello resultaba realmente excitante, no hacían más que cargar contra mí, y mi recubrimiento de cromo hacía imposible que un ser cualquiera fuese capaz de herirme, por lo que por torpe que fuese jamás verían mi sangre. Únicamente alguien conocedor del haki podría hacerlo.
Salté del barco, y de pronto éste comenzó a ladearse de un lado. Antes de saltar había cortado un buen pedazo de madera del mástil superior, el cual debería de medir entre 50 y 100 metros. Ésto hizo que se descompensase y comenzase a caer hacia un lado, y al no estar cortado del todo arrastraría la embarcación con él, haciéndola perecer en el profundo y angosto mar.
Enseguida me vi rodeado de estúpidos reclutas, comenzaba a anochecer y los aires nocturnos me sentaban geniales, me sentía en mi hogar cuando me hallaba entre la noche, y la ventaja de jugar en casa es que te conoces el terreno. En éste caso la oscuridad de la noche.
Pasó el tiempo, murió gente, me llené el cuerpo de sus sangres, ahora ya resecas, y pocos quedaban, un pequeño grupo de unos quince o veinte, lo cierto es que no me fijaba en cuantos podrían haber, pero si que los estaba exterminando muy rápido, eran todos estúpidos, arrogantes y débiles. ¿Donde están los altos cargos de la gran Marineford? Comencé a decepcionarme.
Todos a la vez comenzaron a cargar contra mí. Envuelto en énfasis y sangre cargué contra ellos gritando y sonriendo, mas no les hice heridas mortales a ninguno, tan solo pequeños cortes que les harían saltar la sangre, de no ser así morirían muy pronto, y no tendría diversión.
Al cabo de dos minutos me cansé de ellos, giré sobre mí mismo estirando las cuatro espadas de cromo y ejecutando un cuádruple ataque de giro, ésto seccionó a todos los marines que quedaban por la mitad, creando un pequeño río de sangre y en uno de los cuerpos una pequeña fuente que apenas duró siquiera unos instantes.
- ¿Esto es todo? Que decepción...
comencé a caminar hacia adelante algo decepcionado por la incompetencia de todos aquellos rivales. No era como la pintaban la gran Marineford, no hay más que ineptos e incompetentes. ¿Donde estaban los grandes almirantes que tanto resuenan?
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.