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~Aventuras y más aventuras, de eso se estaba tratando mi vida en los últimos meses, casi desde que cumplí los 24 años no paraba de salir de mi isla natal, en busca de piratas que capturar para tener un ingreso extra, artículos extravagantes que comprar o simples leyendas que quería estudiar, como era este el caso. Por todo el East Blue, siempre había corrido el rumor d dos demonios legendarios, cuyos poderes eran terriblemente grandes, tanto, que podrían poner en peligro la existencia del mundo entero. Por sus temibles habilidades, las deidades superiores exiliaron a estos seres a un lugar "maldito" llamado Hargeón, nombre que llevaba la isla actualmente y se creía que era el hogar de dichos demonios.
Esa leyenda que iba de boca en boca e incluso estaba escrito en algunos libros, había llamado desde siempre mi atención, pero por razones del destino nunca me fue posible visitar la dichosa isla. Hasta el día de hoy, que ya estaba en el puerto de Hargeon, viendo a la gente pasear, a los comerciantes gritar e intentar vender, en su mayoría, pescado y artículos hechos a base de almejas, corales y conchas, era un lugar muy bonito y turístico al parecer.
-Para ser el hogar de dos terribles demonios, este lugar es muy bonito.-Dije para mí misma, dando los primeros pasos dentro de la isla. Vestía nada más un bikini de color verde sobre mi torso, pues sentía la necesidad de estar más "libre" aquí, y para cubrir de mi cintura hacía abajo, llevaba un largo vestido verde también, que hacía juego con el bikini, pero con estampados de flores blancas con centros amarillos, calzaba unas sandalias muy sencillas y cómodas, y para cubrirme del sol en los ojos llevaba una gafas negras, un look completamente vacacional.
Avancé por el mercadillo, encontrando muchas cosas muy interesantes, como sombreros, collares, pulseras, sales, amuletos, figuras a base de madera de palmera y un sin fin de monerías muy atractivas. Lamentablemente solo llevaba dinero para compararme algo económico, y opté por un collar ajustable al cuello, de color negro, con adornos redondos de trozos de conchas incrustados y un brochecito de una nube roja con el contorno blanco al frente. Feliz con mi única compra decidí exhibirla desde que me hice con ella, amarré el collar alrededor de mi cuello y ajusté el nudo de tal manera que no me quedará holgado pero que tampoco me ahorcara.
-Bueno, aun tengo unos pocos berries más, iré por algo de comer.-Me animé después de seguir viendo el mercado por un rato más, cuando ya me había aburrido un poco. Pero esa búsqueda fue un tanto más complicada, pues todos los restaurants ofrecían menús muy complejos y por tanto algo caros, llegando a un precio lejos de mi alcance. Aun así, con cada rechazo que hacía a un restaurant, iba conociendo un poco más la isla, sus calles y su maravillosa gente, que me respondía amable a las dudas turísticas que me surgían. Finalmente dí con un lugar muy sencillo, un local pequeño con unas cinco mesas con cuatro sillas cada una, al parecer era un negocio recién inaugurado, aquí iba a comer.
-Hola, buen día.-Saludé a los dos meseros y a la cocinera, que estaban platicando en la barra. Ellos respondieron a mi saludo y me ofrecieron sentarme, al tiempo que me entregaban una lista del menú. Tenían en el desde botanas simples, como tostadas con salsa hasta platillos con nombres tan complejos que nisiquiera podia pronunciarlos en mi mente con exactitud. Tras revisar la carta un rato decidí ordenar.
-Voy a querer el platillo de camarones en queso fundido y una ensalada, de bebida solo agua, porfavor.-Solicité con una pequeña sonrisa. Mi agua fue lo primero en llegar, pero el plato tardó unos quince minutos en estar listo, por lo pronto me ofrecieron una revista de moda, la cual hojeé durante ese rato e incluso durante la comida. Al llegar mi platillo, la ensalada estaba perfectamente acomodada en un plato pequeño cuadrado, mientras los mariscos en queso se mantenían en un bowl pequeño térmico. Sin esperar más me lancé al ataque sin perder detalle de la dichosa revista. Pasó casi una hora para que yo terminara de comer y leer con tranquilidad, pagué la cuenta y me retiré del lugar, muy satisfecha pero sin un solo centavo ya para gastar.
-Bueno, ahora si, al bosque.-Me convencí al salir del pequeño restaurant y comencé mi nuevo camino entre las calles.
Esa leyenda que iba de boca en boca e incluso estaba escrito en algunos libros, había llamado desde siempre mi atención, pero por razones del destino nunca me fue posible visitar la dichosa isla. Hasta el día de hoy, que ya estaba en el puerto de Hargeon, viendo a la gente pasear, a los comerciantes gritar e intentar vender, en su mayoría, pescado y artículos hechos a base de almejas, corales y conchas, era un lugar muy bonito y turístico al parecer.
-Para ser el hogar de dos terribles demonios, este lugar es muy bonito.-Dije para mí misma, dando los primeros pasos dentro de la isla. Vestía nada más un bikini de color verde sobre mi torso, pues sentía la necesidad de estar más "libre" aquí, y para cubrir de mi cintura hacía abajo, llevaba un largo vestido verde también, que hacía juego con el bikini, pero con estampados de flores blancas con centros amarillos, calzaba unas sandalias muy sencillas y cómodas, y para cubrirme del sol en los ojos llevaba una gafas negras, un look completamente vacacional.
Avancé por el mercadillo, encontrando muchas cosas muy interesantes, como sombreros, collares, pulseras, sales, amuletos, figuras a base de madera de palmera y un sin fin de monerías muy atractivas. Lamentablemente solo llevaba dinero para compararme algo económico, y opté por un collar ajustable al cuello, de color negro, con adornos redondos de trozos de conchas incrustados y un brochecito de una nube roja con el contorno blanco al frente. Feliz con mi única compra decidí exhibirla desde que me hice con ella, amarré el collar alrededor de mi cuello y ajusté el nudo de tal manera que no me quedará holgado pero que tampoco me ahorcara.
-Bueno, aun tengo unos pocos berries más, iré por algo de comer.-Me animé después de seguir viendo el mercado por un rato más, cuando ya me había aburrido un poco. Pero esa búsqueda fue un tanto más complicada, pues todos los restaurants ofrecían menús muy complejos y por tanto algo caros, llegando a un precio lejos de mi alcance. Aun así, con cada rechazo que hacía a un restaurant, iba conociendo un poco más la isla, sus calles y su maravillosa gente, que me respondía amable a las dudas turísticas que me surgían. Finalmente dí con un lugar muy sencillo, un local pequeño con unas cinco mesas con cuatro sillas cada una, al parecer era un negocio recién inaugurado, aquí iba a comer.
-Hola, buen día.-Saludé a los dos meseros y a la cocinera, que estaban platicando en la barra. Ellos respondieron a mi saludo y me ofrecieron sentarme, al tiempo que me entregaban una lista del menú. Tenían en el desde botanas simples, como tostadas con salsa hasta platillos con nombres tan complejos que nisiquiera podia pronunciarlos en mi mente con exactitud. Tras revisar la carta un rato decidí ordenar.
-Voy a querer el platillo de camarones en queso fundido y una ensalada, de bebida solo agua, porfavor.-Solicité con una pequeña sonrisa. Mi agua fue lo primero en llegar, pero el plato tardó unos quince minutos en estar listo, por lo pronto me ofrecieron una revista de moda, la cual hojeé durante ese rato e incluso durante la comida. Al llegar mi platillo, la ensalada estaba perfectamente acomodada en un plato pequeño cuadrado, mientras los mariscos en queso se mantenían en un bowl pequeño térmico. Sin esperar más me lancé al ataque sin perder detalle de la dichosa revista. Pasó casi una hora para que yo terminara de comer y leer con tranquilidad, pagué la cuenta y me retiré del lugar, muy satisfecha pero sin un solo centavo ya para gastar.
-Bueno, ahora si, al bosque.-Me convencí al salir del pequeño restaurant y comencé mi nuevo camino entre las calles.
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Hargeon era probablemente la isla menos poblada de todo East Blue, y unas de las pocas que aún no había visitado de ese mismo lugar a pesar de la pinta que tenía y lo interesante que se antojaba.
Mis aventuras casi siempre me habían llevado lejos de las ciudades, bien fuese a islas adyacentes, parajes lejanos, bosques cuya espesura es digna de mención, altas montañas (que en algunos casos pese a su apariencia acababan siendo peligrosos volcanes que suponían una considerable amenaza para mi integridad física), todo tipo de abordajes y lios en barcos...
Había vivido mucho pero a la vez no había vivido nada, o esa era la sensación que yo tenía. Para ser sincero pocas veces me había guiado por deidades, o mitos relacionados con estas, pero la leyenda de Hargeon era algo distinto ¿Una historia tan famosa e interesante tan cerca de mí? Oportunidades así no se presentan todos los días. Y esa iba a aprovecharla. Era consciente no obstante, de que sería lo suficientemente peligroso como para perder la vida pero... ¿Qué es la vida sin riesgo? Tal vez ni existiesen esos demonios o tal vez no los viese o tal vez los venciese convirtiéndome así en una leyenda.
Pero toda historia comienza con un principio, para bien o para mal.
Bajé de mi media embarcación que de hace tiempo usaba para uso personal a pesar de que tuviese capacidad recomendada para 4 tripulantes era consciente de mis problemas de control de tamaño y morir por falta de hueco sería una sandez de campeonato, así que preferí que sobrase espacio a que faltase, era lo más sensato, despues de todo.
Crucé toda la zona poblada de la isla, pude observar como los lugareños habían sido listo y exprimido la circunstancia de los demonios del bosque y por tanto, sacado tajada de aquel fenómeno tradicional. Había de todo, desde postales, llaveros, camisetas, gorras, paraguas hasta disfraces o máscaras de los dos demonios. Por supuesto, hablamos de una imágenes idealizadas por algún tipo de dibujante, dado que la leyenda dice que todo el que se acerca es devorado por estos demonios y de haberles visto alguien, no seguiría vivo. Todo era una contradicción en si misma que beneficiaba económicamente al pueblo de Hargeon
Poderoso caballero es Don Dinero Pensé mientras observaba los numerosos souvenirs en homenaje a las demoníacas figuras gemelas.
Seguí avanzando por el pueblo y llegué al punto donde siempre por norma acababa viviendo todas mis aventuras o mis encuentros. El que parecía el gran bar/restaurante principal por antonomasia. Y digo esto porque la estructura de dicho bar era parecida en todos los pueblos/ciudades en los que había estado.
Hoy no.
Me negué en redondo a la rutina de adentrarme en otro bar y pasar allí las horas muertas esperando a que pasase algo o viendo frustrado otro intento de tranquilidad en la historia de mis andanzas.
Me dirigí de forma amable a un lugareño de la zona para que me indicase el lugar por el que podía llegar al ansiado bosque cercano a las montañas donde supuestamente se encontraban mis dos objetivos, aunque cabe mencionar que explorar un bosque casi virgen por la ausencia de curiosos y domingueros causadas por el miedo de los demonios también era una idea atractiva.
Naturaleza en estado puro y tal vez, un encuentro épico ¿Quién dijo rutina?
Al acercarme al lugareño pude escuchar como hablaba con otro, y decidí dejarles terminar su conversación por cuestiones de educación obvias.
-¿Te has enterado de lo del circo?
Parecía decir el hombre, muy alterado por la noticia. El oyente le miro algo contrariado y negó con la cabeza, cuando hizo ademán de hablar, el que primero había hablado siguió con su discurso sin darle oportunidad para meter baza.
-¡Se ha perdido el famoso Dientes de Sable Escarlata! Según he oido, el circo venía a nuestro humilde pueblo y la gran estrella del circo se ha extraviado...
El oyente parecía interesado en seguir escuchando pero le hizo una seña al emisor de la noticia para que me viese, puesto que me estaba impacientando y sin querer lo estaba dejando ver en mi rostro.
Le pedí indicaciones y me dijo que me dirigiese al centro de la isla y a las montañas del norte, aunque antes y después me pidió que no pecase de osado o insensato yendo allí, que podía ser muy peligroso... Lo de siempre, supongo.
El que no arriesga, no gana.
Me dirigí directo al bosque, el cual me caía de camino para las montañas y el cual tenía muchas ganas de conocer. Ganas solo comparables con las de, estar solo o como muchos, con los demonios legendarios.
Mis aventuras casi siempre me habían llevado lejos de las ciudades, bien fuese a islas adyacentes, parajes lejanos, bosques cuya espesura es digna de mención, altas montañas (que en algunos casos pese a su apariencia acababan siendo peligrosos volcanes que suponían una considerable amenaza para mi integridad física), todo tipo de abordajes y lios en barcos...
Había vivido mucho pero a la vez no había vivido nada, o esa era la sensación que yo tenía. Para ser sincero pocas veces me había guiado por deidades, o mitos relacionados con estas, pero la leyenda de Hargeon era algo distinto ¿Una historia tan famosa e interesante tan cerca de mí? Oportunidades así no se presentan todos los días. Y esa iba a aprovecharla. Era consciente no obstante, de que sería lo suficientemente peligroso como para perder la vida pero... ¿Qué es la vida sin riesgo? Tal vez ni existiesen esos demonios o tal vez no los viese o tal vez los venciese convirtiéndome así en una leyenda.
Pero toda historia comienza con un principio, para bien o para mal.
Bajé de mi media embarcación que de hace tiempo usaba para uso personal a pesar de que tuviese capacidad recomendada para 4 tripulantes era consciente de mis problemas de control de tamaño y morir por falta de hueco sería una sandez de campeonato, así que preferí que sobrase espacio a que faltase, era lo más sensato, despues de todo.
Crucé toda la zona poblada de la isla, pude observar como los lugareños habían sido listo y exprimido la circunstancia de los demonios del bosque y por tanto, sacado tajada de aquel fenómeno tradicional. Había de todo, desde postales, llaveros, camisetas, gorras, paraguas hasta disfraces o máscaras de los dos demonios. Por supuesto, hablamos de una imágenes idealizadas por algún tipo de dibujante, dado que la leyenda dice que todo el que se acerca es devorado por estos demonios y de haberles visto alguien, no seguiría vivo. Todo era una contradicción en si misma que beneficiaba económicamente al pueblo de Hargeon
Poderoso caballero es Don Dinero Pensé mientras observaba los numerosos souvenirs en homenaje a las demoníacas figuras gemelas.
Seguí avanzando por el pueblo y llegué al punto donde siempre por norma acababa viviendo todas mis aventuras o mis encuentros. El que parecía el gran bar/restaurante principal por antonomasia. Y digo esto porque la estructura de dicho bar era parecida en todos los pueblos/ciudades en los que había estado.
Hoy no.
Me negué en redondo a la rutina de adentrarme en otro bar y pasar allí las horas muertas esperando a que pasase algo o viendo frustrado otro intento de tranquilidad en la historia de mis andanzas.
Me dirigí de forma amable a un lugareño de la zona para que me indicase el lugar por el que podía llegar al ansiado bosque cercano a las montañas donde supuestamente se encontraban mis dos objetivos, aunque cabe mencionar que explorar un bosque casi virgen por la ausencia de curiosos y domingueros causadas por el miedo de los demonios también era una idea atractiva.
Naturaleza en estado puro y tal vez, un encuentro épico ¿Quién dijo rutina?
Al acercarme al lugareño pude escuchar como hablaba con otro, y decidí dejarles terminar su conversación por cuestiones de educación obvias.
-¿Te has enterado de lo del circo?
Parecía decir el hombre, muy alterado por la noticia. El oyente le miro algo contrariado y negó con la cabeza, cuando hizo ademán de hablar, el que primero había hablado siguió con su discurso sin darle oportunidad para meter baza.
-¡Se ha perdido el famoso Dientes de Sable Escarlata! Según he oido, el circo venía a nuestro humilde pueblo y la gran estrella del circo se ha extraviado...
El oyente parecía interesado en seguir escuchando pero le hizo una seña al emisor de la noticia para que me viese, puesto que me estaba impacientando y sin querer lo estaba dejando ver en mi rostro.
Le pedí indicaciones y me dijo que me dirigiese al centro de la isla y a las montañas del norte, aunque antes y después me pidió que no pecase de osado o insensato yendo allí, que podía ser muy peligroso... Lo de siempre, supongo.
El que no arriesga, no gana.
Me dirigí directo al bosque, el cual me caía de camino para las montañas y el cual tenía muchas ganas de conocer. Ganas solo comparables con las de, estar solo o como muchos, con los demonios legendarios.
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~Al salir del restaurnt y tomar mi camino, tuve que pasar nuevamnte por el mercado, había mucho ruido, con las voces de los clientes, los gritos de los comerciantes anunciando sus productos, el constante movimiento de piezas, materiales o cajas, eso junto con la ligera aglomeración de la gente hacían un poco difícil la transitabilidad por la zona. Choque varias veces con la gente, algunos fueron educados y me pidieron disculpas, digo alguno, porque un tipo gordo y de mal aspecto me empujo, casi me tira y solo rió entre dientes.
Una vez salí de todo ese alboroto, caminé por unas calles que estaban prácticamente vacías, al parecer la mayoría se reunía en el mercado. A paso sereno, disfrutando del clima, el viento y el paisaje, seguí mi camino, guiada por la curiosidad y el deseo ver a las dichosas criaturas, que nadie sabía hasta el día de hoy si existían o no. Estaba ya al limite de la ciudad y ahora seguía un único camino de tierra compactada, no me detuve y seguí andando. El paisaje cambió notoriamente, pasando de estar rodeada de edificios a tener a mi alrededor extensiones por cientos y tal vez miles de metros de una planicie verde, de pasto corto y sin árboles, lo único que decoraba ahora eran las montañas lejanas a los lados y la espesa mancha frente al verde que era el bosque. Había algo de ganado cerca del pueblo, vacas y ovejas alimentándose sin preocuparse por nada más en la vida, que tranquilidad era ser un animal hasta que te llegaba la hora.
Recorrí la distancia en cosa de minutos, treinta o cuarenta, no lo sabía a ciencia cierta, pero fue un trayecto más o menos largo. A la entrada del bosque había un letrero que ponía "precaución" con letras algo tétricas, torcí la boca y arqueé una ceja, esta iba a ser la única advertencia que se me iba a dar para aventurarme a lo desconocido. Decidí no darle importancia y pasar de largo, adentrándome en la oscuridad que la misma vegetación creaba con la reducción de los rayos solares en su interior, aun así la oscuridad no era abismal y veía perfectamente bien lo que estaba a mí alrededor.
Tras un rato de caminata, algo llamó mi atención, una piedra con forma perfectamente redonda, de grandes proporciones medio escondida entre la maleza. No sabía a ciencia cierta que era pero quería averiguarlo, me puse de pie delante de la piedra y extendí mi brazo derecho a mí lado.-Kami no Sable.-Murmuré. De mi brazo parecieron desprenderse varios fragmentos de "piel" que no eran más que papel, avanzando hasta mi mano, envolviéndola primero y tomando una forma de espada finalmente. Cortando de manera sosa y con notoria falta de experiencia, fuí quitando poco a poco la maleza de aquella piedra.
Sin embargo, no era la única "criatura" dentro de aquel enigmático bosque, alguien me había estado siguiendo desde mi entrada y yo no me había dado cuenta. Una figura felina, se deslizaba en el terreno, con tal sigilo que nadie podría escucharle o percatarse de su presencia, el felino poseía garras y colmillos más desarrolladas de lo normal, este era la principal atracción de un circo, un "Dientes de Sable". Contoneando su pesado cuerpo, con la ligereza de una criatura pequeña, se situó en un punto estratégico, al ver que yo ya no avanzaba, solo se limitó a esperar y observar.
-Esta maldita hierba tan molesta.-Dije para mí misma, cortando y cortando torpemente, pero ya me faltaba poco para descubrirla, repentinamente sentí como algo e empujo hacía adelante y caí tendida sobre la roca, pero sin lastimarme afortunadamente. Del susto grité. Intentaba darme media vuelta, pero algo pesado y esponjado me lo impedía al empujar mi espalda en dos puntos, miré de reojo sobre mis hombros, dándome cuenta que mi atacante era un animal salvaje.-Rayos...-Murmuré. Estaba en un apuro, no podía pedir ayuda pues estaba lejos del pueblo, solo me quedaba intentar enfrentar a la fiera.
Una vez salí de todo ese alboroto, caminé por unas calles que estaban prácticamente vacías, al parecer la mayoría se reunía en el mercado. A paso sereno, disfrutando del clima, el viento y el paisaje, seguí mi camino, guiada por la curiosidad y el deseo ver a las dichosas criaturas, que nadie sabía hasta el día de hoy si existían o no. Estaba ya al limite de la ciudad y ahora seguía un único camino de tierra compactada, no me detuve y seguí andando. El paisaje cambió notoriamente, pasando de estar rodeada de edificios a tener a mi alrededor extensiones por cientos y tal vez miles de metros de una planicie verde, de pasto corto y sin árboles, lo único que decoraba ahora eran las montañas lejanas a los lados y la espesa mancha frente al verde que era el bosque. Había algo de ganado cerca del pueblo, vacas y ovejas alimentándose sin preocuparse por nada más en la vida, que tranquilidad era ser un animal hasta que te llegaba la hora.
Recorrí la distancia en cosa de minutos, treinta o cuarenta, no lo sabía a ciencia cierta, pero fue un trayecto más o menos largo. A la entrada del bosque había un letrero que ponía "precaución" con letras algo tétricas, torcí la boca y arqueé una ceja, esta iba a ser la única advertencia que se me iba a dar para aventurarme a lo desconocido. Decidí no darle importancia y pasar de largo, adentrándome en la oscuridad que la misma vegetación creaba con la reducción de los rayos solares en su interior, aun así la oscuridad no era abismal y veía perfectamente bien lo que estaba a mí alrededor.
Tras un rato de caminata, algo llamó mi atención, una piedra con forma perfectamente redonda, de grandes proporciones medio escondida entre la maleza. No sabía a ciencia cierta que era pero quería averiguarlo, me puse de pie delante de la piedra y extendí mi brazo derecho a mí lado.-Kami no Sable.-Murmuré. De mi brazo parecieron desprenderse varios fragmentos de "piel" que no eran más que papel, avanzando hasta mi mano, envolviéndola primero y tomando una forma de espada finalmente. Cortando de manera sosa y con notoria falta de experiencia, fuí quitando poco a poco la maleza de aquella piedra.
Sin embargo, no era la única "criatura" dentro de aquel enigmático bosque, alguien me había estado siguiendo desde mi entrada y yo no me había dado cuenta. Una figura felina, se deslizaba en el terreno, con tal sigilo que nadie podría escucharle o percatarse de su presencia, el felino poseía garras y colmillos más desarrolladas de lo normal, este era la principal atracción de un circo, un "Dientes de Sable". Contoneando su pesado cuerpo, con la ligereza de una criatura pequeña, se situó en un punto estratégico, al ver que yo ya no avanzaba, solo se limitó a esperar y observar.
-Esta maldita hierba tan molesta.-Dije para mí misma, cortando y cortando torpemente, pero ya me faltaba poco para descubrirla, repentinamente sentí como algo e empujo hacía adelante y caí tendida sobre la roca, pero sin lastimarme afortunadamente. Del susto grité. Intentaba darme media vuelta, pero algo pesado y esponjado me lo impedía al empujar mi espalda en dos puntos, miré de reojo sobre mis hombros, dándome cuenta que mi atacante era un animal salvaje.-Rayos...-Murmuré. Estaba en un apuro, no podía pedir ayuda pues estaba lejos del pueblo, solo me quedaba intentar enfrentar a la fiera.
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Para dirigirme al bosque, el camino era el inverso exactamente que el que había tomado hasta ahora, por lo que suponía un esfuerzo extra tener que atravesar de nuevo el mercado y todo el pueblo (Que, aunque no era muy grande el tedio venía en volver a deshacer el camino ya andado).
Volviendo sobre mis propios pasos pude observar como la felicidad y el jolgorio de la gente se iba apagando y poco a poco, la calma volvía a reinar, aunque siempre quedaban señoras busca-chollos y algún que otro avispado carterista, lo típico pero para nada el montón de gente del principio. La tranquilidad del pueblo me avanzaba por cada paso que me acercaba al verde y deshabitado bosque que se alzaba ante mi visión.
Conforme me acercaba al páramo natural referido anteriormente, la gente parecía escasear y pocas edificaciones y viviendas parecía haber construidas alrededor.
Parece que la gente sí que se toma en serio la historia...
Comencé a adentrarme en un bosque como había previsto muy lleno de plantas y vegetación, donde los sonidos no ayudaban a tener una sensación fuerte de seguridad y fiabilidad.
He de tener cuidado, haya demonios o no, peligros hay en todos lados, y más en un lugar como este...
Tras un rato de caminata pude ver un gran árbol de robusto tronco, y al hacerlo tuve una buena idea.
Si consigo trepar a ese árbol, tal vez tenga una mejor visión del camino restante y pueda saber a qué me voy a enfrentar.
Dicho y hecho. Sin demasiado esfuerzo trepé a una rama intermedia del arbol y me senté en la misma. Era muy consistente por lo que me aseguré de ello para evitar que se partiera y caer creando un ruido estruendoso e incluso pudiéndome causar alguna lesión.
Una vez arriba (teniendo en cuenta que solo me subí a la mitad de dicho árbol) observé el panorama.
Bonita vista, aunque no diviso demonio alguno... Pensé decepcionándome un poco
Mi reflexión se vio interrumpida por una silueta que parecía acercarse a una roca que estaba en el suelo, en un punto cercano a mi posición.
Viene alguien...
Disminuí mi tamaño todo lo que mi akuma me lo permitía, del tamaño de un pulgar, para evitar ser visto. Entrecerré los ojos, preocupado, esperaba que fuese el demonio... y no parecía ser así.
Es... ... ... ¿Una chica?
Me froté los ojos perplejo varias veces para comprobar que mis sentidos no me engañaban.
Parece que es una chica, efectivamente...
Suspiré decepcionado
Se suponía que en este bosque no había otras personas...
Recordé que mi conversación con el anciano que me indicó el camino contenía una cuestión que yo mismo le planteé para evitar este tipo de malentendidos, y era si esos demonios gemelos iban juntos normalmente y si podian cambiar de forma para engañar a los visitantes. Recuerdo perfectamente que su contestación fue que nunca solian separarse (Según la leyenda) y que no cambiaban de forma, pero que a pesar de aquello, eran sumamente poderosos.
La chica avanzaba hacia la susodicha roca que, desde donde la veía parecía ligeramente más grande que las demás.
¿Que habrá visto...?
De repente, un dientes de sable apareció a una gran velocidad, y empujó a la chica dejándola indefensa de cara a la roca. Algo me decía que si fuese uno de los demonios de la leyenda, la chica se habría defendido, lo habría visto venir o al menos habría reaccionado enseguida, cosa que no ocurrió.
El dientes de sable rugió satisfecho pues tenía a su presa a merced.
Debo hacer algo.
Salté del arbol conservando mi estado de tamaño pulgar hacia el dientes de sable y cuando parecía que este iba a devorar a la chica (dado su tamaño y su ferocidad y que estaba de espaldas, podría hacerlo sin dificultad) reaccioné como solo yo sabía hacerlo.
Size Size no mi: Fukitobasu (Golpe de distancia) [AID]
Según caía agrandé mi mano a 4 metros, y sacudí con gran fuerza y velocidad con el reverso de la mano al dientes de sable en dirección al bosque más profundo que aun no había explorado. Lo mandé varios kilómetros volando lejos de nuestra posición y fue un golpe limpio puesto que ni tan siquiera lo vio venir.
Justo antes de caer al suelo, recobré mi tamaño humano normal en todas mis partes, cayendo de espaldas a la chica que acababa de salvar.
¿Te encuentras bien? Dije con una voz fría y seca.
Miraba al frente mientras hablaba, dándole la espalda por cuestiones de seguridad, los demonios o algún otro animal salvaje podría aparecer en cualquier momento. Mi gesto era el de siempre, serio y alerta. Y mi cuerpo estaba cubierto por mi túnica negra (aunque ligeramente verdosa).
Esperé la respuesta de la chica, aun tenso por el tremendo golpe que le había acertado al dientes de sable.
Volviendo sobre mis propios pasos pude observar como la felicidad y el jolgorio de la gente se iba apagando y poco a poco, la calma volvía a reinar, aunque siempre quedaban señoras busca-chollos y algún que otro avispado carterista, lo típico pero para nada el montón de gente del principio. La tranquilidad del pueblo me avanzaba por cada paso que me acercaba al verde y deshabitado bosque que se alzaba ante mi visión.
Conforme me acercaba al páramo natural referido anteriormente, la gente parecía escasear y pocas edificaciones y viviendas parecía haber construidas alrededor.
Parece que la gente sí que se toma en serio la historia...
Comencé a adentrarme en un bosque como había previsto muy lleno de plantas y vegetación, donde los sonidos no ayudaban a tener una sensación fuerte de seguridad y fiabilidad.
He de tener cuidado, haya demonios o no, peligros hay en todos lados, y más en un lugar como este...
Tras un rato de caminata pude ver un gran árbol de robusto tronco, y al hacerlo tuve una buena idea.
Si consigo trepar a ese árbol, tal vez tenga una mejor visión del camino restante y pueda saber a qué me voy a enfrentar.
Dicho y hecho. Sin demasiado esfuerzo trepé a una rama intermedia del arbol y me senté en la misma. Era muy consistente por lo que me aseguré de ello para evitar que se partiera y caer creando un ruido estruendoso e incluso pudiéndome causar alguna lesión.
Una vez arriba (teniendo en cuenta que solo me subí a la mitad de dicho árbol) observé el panorama.
Bonita vista, aunque no diviso demonio alguno... Pensé decepcionándome un poco
Mi reflexión se vio interrumpida por una silueta que parecía acercarse a una roca que estaba en el suelo, en un punto cercano a mi posición.
Viene alguien...
Disminuí mi tamaño todo lo que mi akuma me lo permitía, del tamaño de un pulgar, para evitar ser visto. Entrecerré los ojos, preocupado, esperaba que fuese el demonio... y no parecía ser así.
Es... ... ... ¿Una chica?
Me froté los ojos perplejo varias veces para comprobar que mis sentidos no me engañaban.
Parece que es una chica, efectivamente...
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Se suponía que en este bosque no había otras personas...
Recordé que mi conversación con el anciano que me indicó el camino contenía una cuestión que yo mismo le planteé para evitar este tipo de malentendidos, y era si esos demonios gemelos iban juntos normalmente y si podian cambiar de forma para engañar a los visitantes. Recuerdo perfectamente que su contestación fue que nunca solian separarse (Según la leyenda) y que no cambiaban de forma, pero que a pesar de aquello, eran sumamente poderosos.
La chica avanzaba hacia la susodicha roca que, desde donde la veía parecía ligeramente más grande que las demás.
¿Que habrá visto...?
De repente, un dientes de sable apareció a una gran velocidad, y empujó a la chica dejándola indefensa de cara a la roca. Algo me decía que si fuese uno de los demonios de la leyenda, la chica se habría defendido, lo habría visto venir o al menos habría reaccionado enseguida, cosa que no ocurrió.
El dientes de sable rugió satisfecho pues tenía a su presa a merced.
Debo hacer algo.
Salté del arbol conservando mi estado de tamaño pulgar hacia el dientes de sable y cuando parecía que este iba a devorar a la chica (dado su tamaño y su ferocidad y que estaba de espaldas, podría hacerlo sin dificultad) reaccioné como solo yo sabía hacerlo.
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Según caía agrandé mi mano a 4 metros, y sacudí con gran fuerza y velocidad con el reverso de la mano al dientes de sable en dirección al bosque más profundo que aun no había explorado. Lo mandé varios kilómetros volando lejos de nuestra posición y fue un golpe limpio puesto que ni tan siquiera lo vio venir.
Justo antes de caer al suelo, recobré mi tamaño humano normal en todas mis partes, cayendo de espaldas a la chica que acababa de salvar.
¿Te encuentras bien? Dije con una voz fría y seca.
Miraba al frente mientras hablaba, dándole la espalda por cuestiones de seguridad, los demonios o algún otro animal salvaje podría aparecer en cualquier momento. Mi gesto era el de siempre, serio y alerta. Y mi cuerpo estaba cubierto por mi túnica negra (aunque ligeramente verdosa).
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~Apresada contra la piedra gracias a la pesada pata de la fiera, pensaba como poder quitármelo de encima, en realidad de inicio eso iba a ser fácil, lo difícil sería enfrentarme frente a frente a esa cosa. El felino rugió con fuerza y levantó su pata, ya no tenía más tiempo para pensar, apreté los puños y le miré de reojo como pude, aunque no lo distinguía con claridad.-Kami no...-Comencé a murmurar, mi idea era crear un par de alas grandes para quitarme de encima al animal. Pero fuí interrumpida, pues algo golpeó al felino, pude sentirlo y escucharlo, pues el impacto sonó horrible y la criatura ya no se apoyaba en mi espalda. Algo muy grande le había dado, pues no reconocí que era el enorme bulto que le dió.
Una voz me cuestionó si me encontraba bien, apoyé ambas manos sobre la piedra para ponerme de pie, flexionando una rodilla y luego estirándola, cargando el peso de mi cuerpo en esa pierna por unos breves segundos hasta tener ambos pies sobre la tierra de nuevo. Me sacudí el cuerpo con ambas manos, pues se me habían quedado pegados algunos trozos de hierba que yo había cortado previamente. Aun no terminaba de sacudirme bien, ni tampoco había dicho palabra alguna, no quería parecer grosera con mi "salvador", pero ¿qué hacía el en este bosque y cómo me había visto?.
-Si, estoy bien.-Respondí con algo de amabilidad, aunque no me escuchaba muy convencida dando aquel agradecimiento, por ello no me había girado para verlo.-Que casualidad que estuvieras justo en el momento y punto exacto en que me ataca un animal salvaje.-Comenté con algo de ironía, pues no conocía sus intenciones, aunque seguramente era de esos que se "hacían" el héroe salvando a personas indefensas de peligros como esos, la verdad era que no me fiaba mucho de el, aun cuando le debía la vida.
-¿Quien se supone que eres y que haces en este lugar?-Interrogué, dándome vuelta en noventa grados hacía la izquierda, quedando en posición perpendicular a el y mirándole de lado con desconfianza. Lo único que podía ver de el era una alborotada melena negra y una especie de túnica verdosa. Arqueé una ceja esperando la contestación a mi pregunta.
Una voz me cuestionó si me encontraba bien, apoyé ambas manos sobre la piedra para ponerme de pie, flexionando una rodilla y luego estirándola, cargando el peso de mi cuerpo en esa pierna por unos breves segundos hasta tener ambos pies sobre la tierra de nuevo. Me sacudí el cuerpo con ambas manos, pues se me habían quedado pegados algunos trozos de hierba que yo había cortado previamente. Aun no terminaba de sacudirme bien, ni tampoco había dicho palabra alguna, no quería parecer grosera con mi "salvador", pero ¿qué hacía el en este bosque y cómo me había visto?.
-Si, estoy bien.-Respondí con algo de amabilidad, aunque no me escuchaba muy convencida dando aquel agradecimiento, por ello no me había girado para verlo.-Que casualidad que estuvieras justo en el momento y punto exacto en que me ataca un animal salvaje.-Comenté con algo de ironía, pues no conocía sus intenciones, aunque seguramente era de esos que se "hacían" el héroe salvando a personas indefensas de peligros como esos, la verdad era que no me fiaba mucho de el, aun cuando le debía la vida.
-¿Quien se supone que eres y que haces en este lugar?-Interrogué, dándome vuelta en noventa grados hacía la izquierda, quedando en posición perpendicular a el y mirándole de lado con desconfianza. Lo único que podía ver de el era una alborotada melena negra y una especie de túnica verdosa. Arqueé una ceja esperando la contestación a mi pregunta.
Taiko
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La chica comenzó a levantarse, limpiandose la hierba que previamente ella misma había cortado para llegar hasta allí, se sacudió un poco, aunque sin demasiado entusiasmo, algo me hacía pensar que no le había hecho demasiada gracia el que yo la salvase de aquella situación cuando evidentemente estaba en grave peligro y dudo que pudiese hacer algo.
Me giré sin fiarme demasiado de mis espaldas, mirando de reojo a la retaguardia en todo momento, hasta que mi cuerpo estuvo frente al de la chica. Pude observarla más de cerca, parecía de mi edad, con un azulado pelo más oscuro que el color de mis ojos. La miré de arriba a abajo examinandola sin demasiado detenimiento siendo esta una mirada rapida e improvisada para que no se fijase en que trataba de analizar a la persona que acababa de rescatar.
Me dijo que estaba bien, con un tono de voz poco agradable, pero más parecía por cumplir e incluso podía denotar cierta condescendencia. Despues dijo con cierto tono irónico que era una verdadera casualidad que estuviese justo en el momento y punto exacto, no pude contenerme a contestar semejante afirmación casi acusatoria.
No creo en las casualidades ¿sabes? Pero se podría decir que es tu día de suerte.
Me preguntó que quien era y que que hacía en este lugar. No quería darle demasiada información, pero por otra parte estaba muy seguro de mi mismo y tal vez me traicionase un poco el ego.
No es de buena educación pedir presentación sin haberse presentado antes.
Clavé mis ojos en los suyos, prestandole más atención que nunca.
Me llamo Taiko, y estoy aqui de "visita".
Sin dejar de mirarla seguí hablando
Ahora dime ¿Quien eres tu y que haces aqui?
Mi actitud era bastante más abierta y menos borde que en otras ocasiones, pero tal vez algo sobrada de ego, algo que pocas veces me pasaba y que de seguro, no dudaría demasiado. Era mi faceta más "sociable"
Me giré sin fiarme demasiado de mis espaldas, mirando de reojo a la retaguardia en todo momento, hasta que mi cuerpo estuvo frente al de la chica. Pude observarla más de cerca, parecía de mi edad, con un azulado pelo más oscuro que el color de mis ojos. La miré de arriba a abajo examinandola sin demasiado detenimiento siendo esta una mirada rapida e improvisada para que no se fijase en que trataba de analizar a la persona que acababa de rescatar.
Me dijo que estaba bien, con un tono de voz poco agradable, pero más parecía por cumplir e incluso podía denotar cierta condescendencia. Despues dijo con cierto tono irónico que era una verdadera casualidad que estuviese justo en el momento y punto exacto, no pude contenerme a contestar semejante afirmación casi acusatoria.
No creo en las casualidades ¿sabes? Pero se podría decir que es tu día de suerte.
Me preguntó que quien era y que que hacía en este lugar. No quería darle demasiada información, pero por otra parte estaba muy seguro de mi mismo y tal vez me traicionase un poco el ego.
No es de buena educación pedir presentación sin haberse presentado antes.
Clavé mis ojos en los suyos, prestandole más atención que nunca.
Me llamo Taiko, y estoy aqui de "visita".
Sin dejar de mirarla seguí hablando
Ahora dime ¿Quien eres tu y que haces aqui?
Mi actitud era bastante más abierta y menos borde que en otras ocasiones, pero tal vez algo sobrada de ego, algo que pocas veces me pasaba y que de seguro, no dudaría demasiado. Era mi faceta más "sociable"
Azuka
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~Su primera contestación hizo que entrecerrara los ojos y deshiciera el arco formado con mi ceja, añadido a eso torcí la boca y me crucé de brazos, girándome los noventa grados que me hacían falta para quedar frente a frente con el, ¿qué era mi día de suerte?, siempre había odiado a los hombres que tomaban por débiles a las mujeres, siempre pensando que necesitábamos de ellos y por ello o se pasaban de idiotas o se hacían los "Héroes" para impresionarnos, pero en este caso yo tenía la idea de que el era un idiota. Sumado a su actitud tan arrogante, golpeó con muchísima fuerza al animal, y si bien el me iba a matar yo no apoyaba que se les maltratara o atacara, después de todo ellos solo se mueven por instinto, pues no poseen la razón para diferenciar humanos buenos de malos.
Siguiendo con la conversación, me acusó de no tener buena educación por no presentarme primero, provocando que se me marcara una pequeña venita en la frente, me estaba haciendo enojar mucho este tipo, un machista hecho y derecho, y esas personas no eran para nada de mi agrado, como tampoco lo eran las personas "feministas", pues yo era de la idea de "igualdad" hasta cierto punto. Su presentación fue breve y ligeramente soberbia, el nombre de este tipo era Taiko, lo mire de cabeza a pies rápidamente, sin duda era atractivo físicamente, pero su actitud era un asco y de inicio no me había caído nada bien. Después me cuestionó sobre mi identidad e intenciones.
-Me llamo Azuka, había venido para explorar las "ruinas" o restos arqueológicos de la isla... Pero ahora tengo que ayudar a la cosa que le pegaste.-Respondí con un tono molesto, quería hacerle ver que sus palabras no me habían parecido de nada, mucho menos esa forma de ser. Resoplé y me acomodé el cabello con mi mano, mire en dirección por donde había sido lanzado el animal y comencé mi camino hacía ahí.-Para detener a un animal, no hace falta ser tan violento.-Le dije en cuanto me puse en marcha para buscar al felino.
Avancé varios metros, sorteando ramas, hojas y pequeños agujeros además de piedras, al no ir por el "camino" principal tenía especial cuidado con mi paso. El "murmullo" de algunos animales, junto con el sonido del movimiento de las ramas de los arboles por el viento, era lo que mantenía con un sonido vivo el lugar, que si bien no era muy escandaloso como una ciudad, era el suficiente para demostrar la vida del lugar. Por fin, tras un poco de caminata llegué a donde el tigre, que estaba tumbado de lado y si poder moverse, al parecer tenía algunos huesos lastimados y varias astillas en el cuerpo.
-Kami Tisú no Band.-Dije seria. De mi mano surgió una venda, que lo primero que hizo fue rodear el hocico del animal, manteniendolo completamente cerrado, la venda era tan resistente que no podría romperla, menos en ese estado. Me acerqué al dientes de sable, el cual doblegó sus orejas y comenzó a "chillar", sabiendo que estaba indefenso ante mí. Me puse de cuclillas a un lado de su cabeza, la cual comencé a acariciar con mucho cuidado, entonces le sonreí.-Descuida... No te hare daño, aunque ibas a comerme...-Dije con voz dulce, sabía que quizás no me entendía, pero sabía de antemano que los animales podían percibir los sentimientos e incluso las intenciones de las personas, de hecho, el poder del Kenbunshoku Haki era un equivalente a su talento natural.
Siguiendo con la conversación, me acusó de no tener buena educación por no presentarme primero, provocando que se me marcara una pequeña venita en la frente, me estaba haciendo enojar mucho este tipo, un machista hecho y derecho, y esas personas no eran para nada de mi agrado, como tampoco lo eran las personas "feministas", pues yo era de la idea de "igualdad" hasta cierto punto. Su presentación fue breve y ligeramente soberbia, el nombre de este tipo era Taiko, lo mire de cabeza a pies rápidamente, sin duda era atractivo físicamente, pero su actitud era un asco y de inicio no me había caído nada bien. Después me cuestionó sobre mi identidad e intenciones.
-Me llamo Azuka, había venido para explorar las "ruinas" o restos arqueológicos de la isla... Pero ahora tengo que ayudar a la cosa que le pegaste.-Respondí con un tono molesto, quería hacerle ver que sus palabras no me habían parecido de nada, mucho menos esa forma de ser. Resoplé y me acomodé el cabello con mi mano, mire en dirección por donde había sido lanzado el animal y comencé mi camino hacía ahí.-Para detener a un animal, no hace falta ser tan violento.-Le dije en cuanto me puse en marcha para buscar al felino.
Avancé varios metros, sorteando ramas, hojas y pequeños agujeros además de piedras, al no ir por el "camino" principal tenía especial cuidado con mi paso. El "murmullo" de algunos animales, junto con el sonido del movimiento de las ramas de los arboles por el viento, era lo que mantenía con un sonido vivo el lugar, que si bien no era muy escandaloso como una ciudad, era el suficiente para demostrar la vida del lugar. Por fin, tras un poco de caminata llegué a donde el tigre, que estaba tumbado de lado y si poder moverse, al parecer tenía algunos huesos lastimados y varias astillas en el cuerpo.
-Kami Tisú no Band.-Dije seria. De mi mano surgió una venda, que lo primero que hizo fue rodear el hocico del animal, manteniendolo completamente cerrado, la venda era tan resistente que no podría romperla, menos en ese estado. Me acerqué al dientes de sable, el cual doblegó sus orejas y comenzó a "chillar", sabiendo que estaba indefenso ante mí. Me puse de cuclillas a un lado de su cabeza, la cual comencé a acariciar con mucho cuidado, entonces le sonreí.-Descuida... No te hare daño, aunque ibas a comerme...-Dije con voz dulce, sabía que quizás no me entendía, pero sabía de antemano que los animales podían percibir los sentimientos e incluso las intenciones de las personas, de hecho, el poder del Kenbunshoku Haki era un equivalente a su talento natural.
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Aquella chica parecía bastante más madura y más inteligente de lo que yo había podido preveer o imaginar. Analizaba cada uno de mis gestos y palabras, y desde luego no le estaban gustando demasiado y estaba además casis eguro de que la imagen que se estaba formando de mi era distante a la real, aunque no me importase mucho, como jamás me ha importado lo que piensen de mi... Pero por alguna extraña razón me molestaba y no podía dejar impune esa falsa percepción por parte de aquella joven de pelo azulado.
Su lenguaje corporal así como su cara denotaban que estaban cabreandose bastante con lo que le había hecho, algo que no entendía.
¿Que le pasa a esta chica?
El bosque volvía a estar tan tranquilo como en el inicio, pero parecía que la acción estaba en el choque de egos que se iba a producir entre ella y yo. Una bomba de comportamientos digna de estudiar.
Comenzó diciendo que se llamaba Azuka y que venía a explorar las ruinas y restos arqueológicos de la isla, lo cual concordaba perfectamente con su despiste observando una piedra que para mi no tenía mayor importancia o relevancia que cualquier otra roca común.
Desde luego mejor coartada que yo tiene... Pensé mientras la escuchaba atentamente
Pero dijo que su misión ahora era otra y era ayudar a lo que le había pegado. Yo para nada entendí aquello. Sonreí contrariado y traté de disuadirla de semejante memez puesto que no alcanzaba a comprender porque iba a socorrer a un animal que había estado a punto de matarla. ¿Que locura era aquella?
Tal vez no te hayas percatado, Azuka, pero la "Cosa a la que le pegué" es un animal. Salvaje. Que además da la casualidad que de no ser por mi intervención te habría convertido en su almuerzo...
Le decía en tono tal vez ligeramente irónico pero honesto en el fondo.
No pareció importarle demasiado pues me dijo que para detener un animal no hace falta ser tan violento. Traté de morderme la lengua para no ser tan brusco u ofensivo, pero se me escapó entre dientes mientras ella iba a socorrer al animal una frase con cierta sorna
¡Cierto! Podría haberle pedido amablemente que se apartase y no te molestase y seguramente me habría hecho caso, pidiendo disculpas además e indicandonos la ruta turística más atractiva para forasteros como nosotros...
Fuera como fuese, no pareció importarle demasiado (aunque juraría que lo oyó) pero su prioridad era la sanación del dientes de sable que acababa de sacudir. Y así fue, se dirigió rapidamente a donde había caido el animal y naturalmente yo la seguí por su seguridad.
Mira que es terca...
Al llegar, se puso junto al ser herido y pronunciando unas palabras , de su mano brotaron vendas que curaron (o al menos taparon) las heridas del Dientes de Sable.
¿Como narices ha hecho eso...? Pensé mientras observaba como acariciaba al animal ahora indefenso.
No pude evitar emocionarme con la escena y la bondad de la chica, aunque apenas se me reflejó un apice en el rostro pues ese conjunto de sentimientos no me gusta mostrarlo, es algo que siempre ha sido así.
Me acerqué a Azuka y le pregunté una vez parecía más calmada y satisfecha por haber ayudado a ese animal.
¿Como lo has vendado? ¿De donde han salido esas vendas...?
Me temía que fuese un poder, una habilidad tan extraordinaria como la mía, la cual aún no había revelado ante ella. Y la verdad, despues de aquello tenía toda la pinta.
Su lenguaje corporal así como su cara denotaban que estaban cabreandose bastante con lo que le había hecho, algo que no entendía.
¿Que le pasa a esta chica?
El bosque volvía a estar tan tranquilo como en el inicio, pero parecía que la acción estaba en el choque de egos que se iba a producir entre ella y yo. Una bomba de comportamientos digna de estudiar.
Comenzó diciendo que se llamaba Azuka y que venía a explorar las ruinas y restos arqueológicos de la isla, lo cual concordaba perfectamente con su despiste observando una piedra que para mi no tenía mayor importancia o relevancia que cualquier otra roca común.
Desde luego mejor coartada que yo tiene... Pensé mientras la escuchaba atentamente
Pero dijo que su misión ahora era otra y era ayudar a lo que le había pegado. Yo para nada entendí aquello. Sonreí contrariado y traté de disuadirla de semejante memez puesto que no alcanzaba a comprender porque iba a socorrer a un animal que había estado a punto de matarla. ¿Que locura era aquella?
Tal vez no te hayas percatado, Azuka, pero la "Cosa a la que le pegué" es un animal. Salvaje. Que además da la casualidad que de no ser por mi intervención te habría convertido en su almuerzo...
Le decía en tono tal vez ligeramente irónico pero honesto en el fondo.
No pareció importarle demasiado pues me dijo que para detener un animal no hace falta ser tan violento. Traté de morderme la lengua para no ser tan brusco u ofensivo, pero se me escapó entre dientes mientras ella iba a socorrer al animal una frase con cierta sorna
¡Cierto! Podría haberle pedido amablemente que se apartase y no te molestase y seguramente me habría hecho caso, pidiendo disculpas además e indicandonos la ruta turística más atractiva para forasteros como nosotros...
Fuera como fuese, no pareció importarle demasiado (aunque juraría que lo oyó) pero su prioridad era la sanación del dientes de sable que acababa de sacudir. Y así fue, se dirigió rapidamente a donde había caido el animal y naturalmente yo la seguí por su seguridad.
Mira que es terca...
Al llegar, se puso junto al ser herido y pronunciando unas palabras , de su mano brotaron vendas que curaron (o al menos taparon) las heridas del Dientes de Sable.
¿Como narices ha hecho eso...? Pensé mientras observaba como acariciaba al animal ahora indefenso.
No pude evitar emocionarme con la escena y la bondad de la chica, aunque apenas se me reflejó un apice en el rostro pues ese conjunto de sentimientos no me gusta mostrarlo, es algo que siempre ha sido así.
Me acerqué a Azuka y le pregunté una vez parecía más calmada y satisfecha por haber ayudado a ese animal.
¿Como lo has vendado? ¿De donde han salido esas vendas...?
Me temía que fuese un poder, una habilidad tan extraordinaria como la mía, la cual aún no había revelado ante ella. Y la verdad, despues de aquello tenía toda la pinta.
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