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Akuma no mi
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No podía dejar de clavar mi mirada en el techo desde la litera superior de mi habitación alquilada. Estaba harto de desperdiciar tiempo y dinero en comprar embarcaciones o robarlas para que por una razón otra acabasen todas destruidas o las perdiese.
¡Llegaremos en una media hora! Dijo una voz por la megafonía del barco
Me encontraba en un barco con muchas otras personas, era un barco de pasajeros con un mero objetivo de conectar unas islas con otras y tenía muy claro mi destino: Isla Ohara.
Había tenido la fortuna de ir a parar en una habitación de cuatro personas yo solo. En aquellos viajes prefería ensimismarme y pasarlos cuanto antes, era un tipo de soledad temporal que me encantaba. Descansaba más que en cualquier placido sueño.
Me levanté de la cama y baje rápida y ágilmente, me sacudí los ropajes (eliminando además las posibles arrugas). Tras esto salí de mi habitación y seguí a varias personas entre las que iban familias o parejas que caminaban hacia la salida del barco, donde había que estar para tomar tierra. Adelanté a muchos de ellos poniéndome de los primeros que tomaría tierra.
Ventajas de ir solo y sin equipaje
Pensé mientras observaba desde la cubierta como bajaban anclas. No tardé demasiado en tomar tierra en una tarde en la que se imponía un sol justiciero y el buen tiempo predominaba. El gran árbol de la sabiduría no solo podía observarse perfectamente dentro de la isla y servir como principal atractivo y punto de referencia de la misma, sino que además desde fuera de la isla, desde bien lejos en Alta Mar también era un eje a tener en cuenta.
Puse ambos pies en tierra firme, respiré hondo y mire (Aun de lejos) al gran Arbol de la Sabiduría.
Espero encontrar aquí lo que busco.
¡Llegaremos en una media hora! Dijo una voz por la megafonía del barco
Me encontraba en un barco con muchas otras personas, era un barco de pasajeros con un mero objetivo de conectar unas islas con otras y tenía muy claro mi destino: Isla Ohara.
Había tenido la fortuna de ir a parar en una habitación de cuatro personas yo solo. En aquellos viajes prefería ensimismarme y pasarlos cuanto antes, era un tipo de soledad temporal que me encantaba. Descansaba más que en cualquier placido sueño.
Me levanté de la cama y baje rápida y ágilmente, me sacudí los ropajes (eliminando además las posibles arrugas). Tras esto salí de mi habitación y seguí a varias personas entre las que iban familias o parejas que caminaban hacia la salida del barco, donde había que estar para tomar tierra. Adelanté a muchos de ellos poniéndome de los primeros que tomaría tierra.
Ventajas de ir solo y sin equipaje
Pensé mientras observaba desde la cubierta como bajaban anclas. No tardé demasiado en tomar tierra en una tarde en la que se imponía un sol justiciero y el buen tiempo predominaba. El gran árbol de la sabiduría no solo podía observarse perfectamente dentro de la isla y servir como principal atractivo y punto de referencia de la misma, sino que además desde fuera de la isla, desde bien lejos en Alta Mar también era un eje a tener en cuenta.
Puse ambos pies en tierra firme, respiré hondo y mire (Aun de lejos) al gran Arbol de la Sabiduría.
Espero encontrar aquí lo que busco.
Saiiko Naoto
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Tenía la esperanza de hacer algo que me beneficiara en la siguiente parada, la Isla Ohara. Había oído historias e historias magníficas e interesantes que no dejaban de recorrer mi cabeza, y había llegado la hora de hacer una visita a aquél lugar tan misterioso del West Blue.
Entré a mi camarote y me vestí con ropajes nuevos; una tapadera amarilla sobre el pecho que me dejaba el vientre descubierto, una falda marrón con un cinturón del que colgaban mis tras armas. Unas pequeñas botas y un pañuelo naranja que rodeaba mi cuello. Me trencé el cabello dejándolo caer sobre mis caderas y me dispuse a tirar en ancla.
Bajé del barco. Todo lo que veía a mi al rededor era verde, o casi todo. Desde el punto en que me encontraba podía visualizar un gran árbol que se encontraba en el centro de la isla. Sus ramas, gigantes, brotaban decorando el intenso cielo azul que vestía aquel día.
Comencé a caminar aplastando la hierba que se encontraba a mi paso e introduciéndome en el pueblo. El aire que comenzaba a inhalar era completamente distinto del que se respiraba dentro del barco. Los pájaros correteaban por el cielo uno detrás de otro y las nubes, que apenas se encontraban, se desplazaban muy lentamente a causa de la poca brisa del entorno.
Ese día estaba algo cansada. Tal vez fuera porque llevaba días yendo de un lado para otro, corriendo o luchando con resultados poco presumibles, pero nada podía hacer que el conocimiento que podía aportarme aquella isla fuera interrumpido.
Bufé y entré en el pueblo, tal vez alguien simpático pudiera ayudarme a encontrar algo o, de lo contrario, me llevaría algo de más tiempo.
Entré a mi camarote y me vestí con ropajes nuevos; una tapadera amarilla sobre el pecho que me dejaba el vientre descubierto, una falda marrón con un cinturón del que colgaban mis tras armas. Unas pequeñas botas y un pañuelo naranja que rodeaba mi cuello. Me trencé el cabello dejándolo caer sobre mis caderas y me dispuse a tirar en ancla.
Bajé del barco. Todo lo que veía a mi al rededor era verde, o casi todo. Desde el punto en que me encontraba podía visualizar un gran árbol que se encontraba en el centro de la isla. Sus ramas, gigantes, brotaban decorando el intenso cielo azul que vestía aquel día.
Comencé a caminar aplastando la hierba que se encontraba a mi paso e introduciéndome en el pueblo. El aire que comenzaba a inhalar era completamente distinto del que se respiraba dentro del barco. Los pájaros correteaban por el cielo uno detrás de otro y las nubes, que apenas se encontraban, se desplazaban muy lentamente a causa de la poca brisa del entorno.
Ese día estaba algo cansada. Tal vez fuera porque llevaba días yendo de un lado para otro, corriendo o luchando con resultados poco presumibles, pero nada podía hacer que el conocimiento que podía aportarme aquella isla fuera interrumpido.
Bufé y entré en el pueblo, tal vez alguien simpático pudiera ayudarme a encontrar algo o, de lo contrario, me llevaría algo de más tiempo.
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La gente tras de mi bajó con gran énfasis. Al ser núcleos familiares con niños en su mayoría querían pasar un día agradable con el contexto de visitar un lugar de cultura como era aquella isla, pero en el barco también venía gente de todo tipo, he de mencionar, como por ejemplo, chicos y chicas de todas las edad de profesiones muy dispares que venían a obtener información o a enriquecerse con todo tipo de maravillas literarias. También por supuesto había curiosos, o gente cuyas familias vivían en Ohara, o comerciantes y demás gente ajena totalmente al gran Árbol del conocimiento aunque como ya he dicho, era el mayor atractivo de todo Ohara.
Su aspecto hacía justicia a su contenido. Era el mayor árbol que había visto en mi vida y superaba con creces arboles gigantes de Little Garden (Lugar al que me encantaba acudir con bastante frecuencia).
Sería una estupidez y un motivo de mofa y befa preguntar cómo se llegaba al gran árbol del conocimiento, aunque no lo sería tanto consultar como entrar, por lo que me dirigí a ojo hacia el centro de la isla tomando siempre como guía la copa del majestuoso árbol.
Tras un rato llegué a mi destino y pregunté como acceder a la famosísima biblioteca, que era mi primordial prioridad. Le expliqué al encargado de información mis intenciones, y me dijo que habría de subir varias plantas, con dos o tres en el propio interior del árbol que hacía las veces de infraestructura.
Que bien montado esta esto… Pensé asombrado y abrumado por lo bien organizado que estaba aquello
Al fin llegué. Aquella planta era la planta con información sobre arte. Me dirigí raudo pero silencioso a la parte de Música. Allí tras largo rato buscando perdí parte de mi paciencia y bastante tiempo, pero como todo esfuerzo tiene su recompensa, encontré lo que buscaba.
Por fin… dije viendo una partitura entre tantas algo polvorienta
Pude limpiarla un poco y memorizarla bien e incluso pedí una pequeña copia para no tener que volver la cual guardé a buen recaudo entre mis ropajes.
Salí contento de allí habiendo cumplido mi objetivo.
Me encanta que los planes salgan bien pensé para mi frunciendo un poco el ceño y sonriendo timidamente
Al salir del gran árbol cruce una mirada con una chica pelo pelo celeste y ojos descrptivos realmente preciosa.
Una entre tantas pensé y me dirigí rumbo a mi embarcación pues si no llegaba a tiempo partirían sin mí y perdería el dinero del billete de vuelta. Pero según estaba caminando quise atajar y me metí por el extrarradio de Ohara. Por la parte más “conflictiva” del pueblo.
Espero salir lo antes posible de aquí pensé desconfiando.
Su aspecto hacía justicia a su contenido. Era el mayor árbol que había visto en mi vida y superaba con creces arboles gigantes de Little Garden (Lugar al que me encantaba acudir con bastante frecuencia).
Sería una estupidez y un motivo de mofa y befa preguntar cómo se llegaba al gran árbol del conocimiento, aunque no lo sería tanto consultar como entrar, por lo que me dirigí a ojo hacia el centro de la isla tomando siempre como guía la copa del majestuoso árbol.
Tras un rato llegué a mi destino y pregunté como acceder a la famosísima biblioteca, que era mi primordial prioridad. Le expliqué al encargado de información mis intenciones, y me dijo que habría de subir varias plantas, con dos o tres en el propio interior del árbol que hacía las veces de infraestructura.
Que bien montado esta esto… Pensé asombrado y abrumado por lo bien organizado que estaba aquello
Al fin llegué. Aquella planta era la planta con información sobre arte. Me dirigí raudo pero silencioso a la parte de Música. Allí tras largo rato buscando perdí parte de mi paciencia y bastante tiempo, pero como todo esfuerzo tiene su recompensa, encontré lo que buscaba.
Por fin… dije viendo una partitura entre tantas algo polvorienta
Pude limpiarla un poco y memorizarla bien e incluso pedí una pequeña copia para no tener que volver la cual guardé a buen recaudo entre mis ropajes.
Salí contento de allí habiendo cumplido mi objetivo.
Me encanta que los planes salgan bien pensé para mi frunciendo un poco el ceño y sonriendo timidamente
Al salir del gran árbol cruce una mirada con una chica pelo pelo celeste y ojos descrptivos realmente preciosa.
Una entre tantas pensé y me dirigí rumbo a mi embarcación pues si no llegaba a tiempo partirían sin mí y perdería el dinero del billete de vuelta. Pero según estaba caminando quise atajar y me metí por el extrarradio de Ohara. Por la parte más “conflictiva” del pueblo.
Espero salir lo antes posible de aquí pensé desconfiando.
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Una visita, una íntegra visita a aquella isla bastaría para saciar la sed de conocimiento que llevaba teniendo desde hacía mucho tiempo. Sólo necesitaba saber su historia, los maravillosos piratas que habrían dado su fruto partiendo desde allí o algún científico importante, aun que para mí la ciencia se quedaba muy por debajo de mis intereses.
Me dirigí entonces hacia aquel grandioso árbol que concentraba una grandísima parte de la historia que buscaba encontrar. Ya dentro pude visualizar una gran cantidad de estanterías de madera desgastada y clara con muchísimos libros gruesos encima. Agarré unos cuantos de ellos formando una fila y me senté en una mesa a ojearlos. Al terminar me sentía aún insatisfecha y supuse que la información más confidencial se encontraría en algún lugar confidencial de aquella biblioteca, y tampoco quería saltarme las normas para conseguirlo.
Me acerqué a la bibliotecaria puesto que se veía una mujer con edad y experiencia, además, denoté que pertenecía a aquella isla desde que era pequeña y le pedí que recomendara algún libro. La mujer entró a una habitación y no salió de ella pasados unos diez minutos, después, me entregó un libro que según ella me sería de mucha ayuda. Lo hojeé de arriba a abajo hasta que si hizo tarde. Ya debía volver. Me levanté dándole las gracias a aquella amable mujer y salí del árbol dirigiéndome a la avenida central de la isla.
Había muchas caras de personas en aquella estancia pero me llamó la atención una; era de un chico de tez clara y pelo azul oscuro. Poseía una mirada seria con la que pude cruzarme durante unos segundos. No sé por qué me había fijado en él, quizás me resultaba familiar.
Solté un bufido y me acerqué a una fuente encima de la hierba a beber algo de agua. Estaba sedienta.
Me dirigí entonces hacia aquel grandioso árbol que concentraba una grandísima parte de la historia que buscaba encontrar. Ya dentro pude visualizar una gran cantidad de estanterías de madera desgastada y clara con muchísimos libros gruesos encima. Agarré unos cuantos de ellos formando una fila y me senté en una mesa a ojearlos. Al terminar me sentía aún insatisfecha y supuse que la información más confidencial se encontraría en algún lugar confidencial de aquella biblioteca, y tampoco quería saltarme las normas para conseguirlo.
Me acerqué a la bibliotecaria puesto que se veía una mujer con edad y experiencia, además, denoté que pertenecía a aquella isla desde que era pequeña y le pedí que recomendara algún libro. La mujer entró a una habitación y no salió de ella pasados unos diez minutos, después, me entregó un libro que según ella me sería de mucha ayuda. Lo hojeé de arriba a abajo hasta que si hizo tarde. Ya debía volver. Me levanté dándole las gracias a aquella amable mujer y salí del árbol dirigiéndome a la avenida central de la isla.
Había muchas caras de personas en aquella estancia pero me llamó la atención una; era de un chico de tez clara y pelo azul oscuro. Poseía una mirada seria con la que pude cruzarme durante unos segundos. No sé por qué me había fijado en él, quizás me resultaba familiar.
Solté un bufido y me acerqué a una fuente encima de la hierba a beber algo de agua. Estaba sedienta.
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Akuma no mi
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Callejeaba y callejeaba sin rumbo aparente, tenía el árbol como referencia pero no me servía de nada para salir y cada vez estaba avanzando más sin ver nada que recordase.
¿Dónde me he metido?
El aspecto del lugar por el que estaba tampoco era demasiado alentador. Mucha gente de clases bajas residía y eran los barrios con menos adornos de la ciudad y mas delincuencia. Abundaban grafitis y ventanas rotas, gente pobre e incluso una zona de chabolas.
He de salir de aquí puesto que por aquí de seguro no he venido antes
Me di la vuelta con la intención de abandonar aquel lugar por el sitio que había venido, no era muy dado a preguntar porque eso supondría reconocer que había cometido un error y aquello no iba con mi forma de actuar.
Cuando me dirigía fuera de ese barrio, una panda de macarras jóvenes me miraron e incluso cuchichearon cosas mientras no me quitaban ojos y algunos reían. Eran unos buscalios, tal vez piratas pero su pinta les delataba, habría que tener ojo con ellos.
Se dirigieron hacia mí y uno de ellos chocó hombro con hombro contra mí, me giré con una furiosa mirada fulminante y él y todo su grupo apresuraron el paso sin pedir disculpas tan siquiera.
Malditos energúmenos…
Me quedé girado mirando como se alejaban, aquellos tristes infelices en cualquier otra ocasión habrían cobrado de lo lindo, pero en aquel momento tenía prisa.
Me apresuré a la salida y seguí caminando largo rato más.
¿Dónde me he metido?
El aspecto del lugar por el que estaba tampoco era demasiado alentador. Mucha gente de clases bajas residía y eran los barrios con menos adornos de la ciudad y mas delincuencia. Abundaban grafitis y ventanas rotas, gente pobre e incluso una zona de chabolas.
He de salir de aquí puesto que por aquí de seguro no he venido antes
Me di la vuelta con la intención de abandonar aquel lugar por el sitio que había venido, no era muy dado a preguntar porque eso supondría reconocer que había cometido un error y aquello no iba con mi forma de actuar.
Cuando me dirigía fuera de ese barrio, una panda de macarras jóvenes me miraron e incluso cuchichearon cosas mientras no me quitaban ojos y algunos reían. Eran unos buscalios, tal vez piratas pero su pinta les delataba, habría que tener ojo con ellos.
Se dirigieron hacia mí y uno de ellos chocó hombro con hombro contra mí, me giré con una furiosa mirada fulminante y él y todo su grupo apresuraron el paso sin pedir disculpas tan siquiera.
Malditos energúmenos…
Me quedé girado mirando como se alejaban, aquellos tristes infelices en cualquier otra ocasión habrían cobrado de lo lindo, pero en aquel momento tenía prisa.
Me apresuré a la salida y seguí caminando largo rato más.
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Akuma no mi
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Las calles me resultaban cada vez más acogedoras. Entre las esquinas se acomodaban casas de personas sin mucho dinero; un poco más lejos, asomadas al los pequeños balcones, mujeres tendían sus ropajes y cerca, niños jugaban con una pelota hecha de papel en las calles. El barrio era bonito; había jarrones con flores rosas en las puertas de las casas, el suelo a penas estaba sucio y la vecindad era familiar. En las calles había personas por doquier yendo de un lado para otro, con bolsas de la compra o maletines marrones. Así me era imposible saber si el camino que estaba tomando era el acertado para llegar hasta mi barco, pero aún así, y sin a penas poder ver al frente, tomé un camino, tal vez al azar.
Recordé la historia de aquellas calles, la historia que acababa de aportarme la mujer de la biblioteca. Estiré los brazos y respiré el aire que flotaba por el ambiente. Era una mezcla de hierba mojada y sopa de pollo que, seguramente proviniera de alguna que otra casa. Tarareé una canción en voz baja mientras avanzaba observando el panorama. Pan recién hecho, flores recién regadas y mantas recién tendidas. Era una cosa muy peculiar, pero no para mí. Yo venía de una isla en el que esas cosas no se hacían. Simplemente la gente no dormía por intentar ganarle a un pulso a su rival mientras que los demás gritaban con ron en las manos, otros se daban a hostias limpias apostando todo el dinero que tenían, algunos aspirantes a piratas luchaban contra espadachines hasta acabar medio muertos y algunos, simplemente vivían allí. Era algo muy distinto a aquello.
Por su puesto, no todos allí eran personas inocentes. Vi pasar de cerca a unos chicos con pinta de idiotas con ganas de molestar. Estaba segura de que eran unos bandidos principiantes que sólo sabían sacar una navaja para asustar a la mujer de la verdulería.
Sin aún saber mi ruta, me senté en un banco, apoyando la cara sobre la palma de mi mano. 'Me encanta este sitio, debería quedarme algo más de tiempo..' Pensé, mientras observaba las uñas de mi mano izquierda.
Una sombra me cubrió por completo. Aquellos idiotas habían venido a saludar.
Levanté la vista para mirarles. Su rostro aportaba insuficiencia y seguramente problemas autoestima. No tenía ganas de enfrentarles y mucho menos de levantarme de aquel banco. El cabecilla de grupo habló:
-Ah, qué tenemos por aquí...- Dijo, metiendo su mano en el bolsillo -No quieres problemas, verdad, ¿preciosa?
Sus amigos soltaron unas carcajadas y siguieron mirándome, aquello me producía arcadas. Me limité a no escucharles, a ignorarles a ver si así se iban. No era plan de darles una paliza en mitad de aquél pueblo, puesto se formaría una buena. Bufé y volví a bajar la vista hacia mi mano, esperando inútilmente que dieran media vuelta y se marcharan.
Recordé la historia de aquellas calles, la historia que acababa de aportarme la mujer de la biblioteca. Estiré los brazos y respiré el aire que flotaba por el ambiente. Era una mezcla de hierba mojada y sopa de pollo que, seguramente proviniera de alguna que otra casa. Tarareé una canción en voz baja mientras avanzaba observando el panorama. Pan recién hecho, flores recién regadas y mantas recién tendidas. Era una cosa muy peculiar, pero no para mí. Yo venía de una isla en el que esas cosas no se hacían. Simplemente la gente no dormía por intentar ganarle a un pulso a su rival mientras que los demás gritaban con ron en las manos, otros se daban a hostias limpias apostando todo el dinero que tenían, algunos aspirantes a piratas luchaban contra espadachines hasta acabar medio muertos y algunos, simplemente vivían allí. Era algo muy distinto a aquello.
Por su puesto, no todos allí eran personas inocentes. Vi pasar de cerca a unos chicos con pinta de idiotas con ganas de molestar. Estaba segura de que eran unos bandidos principiantes que sólo sabían sacar una navaja para asustar a la mujer de la verdulería.
Sin aún saber mi ruta, me senté en un banco, apoyando la cara sobre la palma de mi mano. 'Me encanta este sitio, debería quedarme algo más de tiempo..' Pensé, mientras observaba las uñas de mi mano izquierda.
Una sombra me cubrió por completo. Aquellos idiotas habían venido a saludar.
Levanté la vista para mirarles. Su rostro aportaba insuficiencia y seguramente problemas autoestima. No tenía ganas de enfrentarles y mucho menos de levantarme de aquel banco. El cabecilla de grupo habló:
-Ah, qué tenemos por aquí...- Dijo, metiendo su mano en el bolsillo -No quieres problemas, verdad, ¿preciosa?
Sus amigos soltaron unas carcajadas y siguieron mirándome, aquello me producía arcadas. Me limité a no escucharles, a ignorarles a ver si así se iban. No era plan de darles una paliza en mitad de aquél pueblo, puesto se formaría una buena. Bufé y volví a bajar la vista hacia mi mano, esperando inútilmente que dieran media vuelta y se marcharan.
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No quería reconocer que me había perdido, mi orgullo era tal que ni quería verlo ni quería preguntar o pedir ayuda a algún lugareño. Aquello sería humillante para alguien como yo.
Por Dios bendito, soy un navegante con experiencia...
Me decía a mi mismo una y otra vez. Mientras, ya casi al azar, callejeaba de callejuela en callejón habiendo perdido incluso la referencia que pueden aportar la orientación de las calles principales para saber donde estaba.
de repente me di cuenta de que había dado una vuelta en circulo completa llegando al lugar donde me encontré a aquellos jóvenes buscabroncas maleducados.
Vale, es oficial, estoy perdido.
En aquel momento me di cuenta de un detalle, un detalle que cambió mi objetivo principal y misión en aquel lugar. Comprobé que la copia de la partitura deseada por mi y adquirida ese mismo día, y así era, pero la armónica... MI armónica. Mi única y más preciada posesión había desaparecido. Me conmocioné y vi afectado de inmediato por tan seria perdida.
¿Pero como ha podido perderseme...?
Empecé a recordar cada uno de mis movimientos y ninguno era lo suficientemente brusco o alocado como para que mi armónica saliera despedida involuntariamente de mis ropajes.
No logro enten...
Y entonces me di cuenta de que normalmente en cualquier suburbio de cualquier urbe que se precie, chocarse contra un lugareño supone perder alguna pertenencia no lo suficientemente protegida. Estaba seguro. Aquellos desgraciados me habían robado y lo iban a pagar.
Creo recordar que tomaron ese rumbo...
Comencé a caminar con paso acelerado y firme por la dirección que tomaron mis nuevos objetivos. Los ladrones.
No saben lo que han hecho...
Sigo buscandoles de forma rápida y pero con una mirada que helaría la sangre. Realmente amenazante. Mi armónica era mi posesión más preciada y pagarían por aquello.
Por Dios bendito, soy un navegante con experiencia...
Me decía a mi mismo una y otra vez. Mientras, ya casi al azar, callejeaba de callejuela en callejón habiendo perdido incluso la referencia que pueden aportar la orientación de las calles principales para saber donde estaba.
de repente me di cuenta de que había dado una vuelta en circulo completa llegando al lugar donde me encontré a aquellos jóvenes buscabroncas maleducados.
Vale, es oficial, estoy perdido.
En aquel momento me di cuenta de un detalle, un detalle que cambió mi objetivo principal y misión en aquel lugar. Comprobé que la copia de la partitura deseada por mi y adquirida ese mismo día, y así era, pero la armónica... MI armónica. Mi única y más preciada posesión había desaparecido. Me conmocioné y vi afectado de inmediato por tan seria perdida.
¿Pero como ha podido perderseme...?
Empecé a recordar cada uno de mis movimientos y ninguno era lo suficientemente brusco o alocado como para que mi armónica saliera despedida involuntariamente de mis ropajes.
No logro enten...
Y entonces me di cuenta de que normalmente en cualquier suburbio de cualquier urbe que se precie, chocarse contra un lugareño supone perder alguna pertenencia no lo suficientemente protegida. Estaba seguro. Aquellos desgraciados me habían robado y lo iban a pagar.
Creo recordar que tomaron ese rumbo...
Comencé a caminar con paso acelerado y firme por la dirección que tomaron mis nuevos objetivos. Los ladrones.
No saben lo que han hecho...
Sigo buscandoles de forma rápida y pero con una mirada que helaría la sangre. Realmente amenazante. Mi armónica era mi posesión más preciada y pagarían por aquello.
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Había comenzado a andar desde hacía rato pero aún así sentía que aquellos niñatos seguían detrás de mi. No podía aguantarlo, me ponía de los nervios pero tampoco iba a darme la vuelta, que era lo que ellos querían.
Caminaba a donde me llevaran los pies dentro de aquél gran y preciado pueblo. No sabía si quedarme a pasar la noche allí puesto no me vendría mal quedarme un día para culturizarme sobre la historia de la isla y también necesitaba comida y equipamiento para partir. Bufé y tomé la decisión final; quedarme.
Paré de caminar. Estaba en un callejón y supuestamente sola. Di entonces media vuelta ladeando la trenza que colgaba de mi cabeza. El camino estaba vacío.
¿Q-qué...?
Sentí un afilado roze en el hombro y algo me tiró hacia atrás apoyándome sobre una pared... parecía una pared...
-¿Llevas dinero...?- Me preguntó el cabecilla del grupo sostentiendo su juguete afilado contra mi cuello, pero sin tocarme con él. Los otros dos estaban detrás suya riendo.
-Suéltame.
No lo hizo.
Caminaba a donde me llevaran los pies dentro de aquél gran y preciado pueblo. No sabía si quedarme a pasar la noche allí puesto no me vendría mal quedarme un día para culturizarme sobre la historia de la isla y también necesitaba comida y equipamiento para partir. Bufé y tomé la decisión final; quedarme.
Paré de caminar. Estaba en un callejón y supuestamente sola. Di entonces media vuelta ladeando la trenza que colgaba de mi cabeza. El camino estaba vacío.
¿Q-qué...?
Sentí un afilado roze en el hombro y algo me tiró hacia atrás apoyándome sobre una pared... parecía una pared...
-¿Llevas dinero...?- Me preguntó el cabecilla del grupo sostentiendo su juguete afilado contra mi cuello, pero sin tocarme con él. Los otros dos estaban detrás suya riendo.
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