Cinkom G Ocelot
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Akuma no mi
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Era un día nublado con una temperatura refrescante y me encontraba rumbo a Ohara en un barco lleno de gente, principalmente turistas pero un poco mas ligero de ropa que lo habitual. No llevaba mi bufanda, ni mis guantes, ni mi boina. En mi mano llevaba un maletín y me las había arreglado para pagar el viaje y recuperar el dinero a base de "pequeñas charlas" con los cargos importantes del barco. Al parecer sus medidas de seguridad eran solo unos debiluchos reclutas marines que solo servían para trapear la cubierta.
Unas pocas horas de viaje después llegamos a Ohara, isla en la que se encontraba un gran árbol biblioteca, en el que quería ver y evaluar los libros que habían, y ver cuales me podían interesar. Aquellos reclutas, en grupos de 3, lograron tirar todas las anclas al mar, y me daba risa solo imaginarme como las volverían a levantar, entonces, se desplegó una escalera y la gente, junto a mi, empezaba a bajar de aquel gran barco.
Avancé entre el mare mágnum de gente hasta que poco a poco habían menos y me era más cómodo caminar, al parecer solo una docena estaba yendo a la biblioteca de Ohara, y el resto al pueblo o a otros lugares que ni me importaban. Entré, saludé con el típico buenos días y al parecer no había ningún requisito para entrar, entonces simplemente empecé a subir las escaleras para llegar al tercer piso del árbol y empezar a buscar allí, sin ninguna verdadera razón mas que el hecho que me guste ese numero, el tres.
Unas pocas horas de viaje después llegamos a Ohara, isla en la que se encontraba un gran árbol biblioteca, en el que quería ver y evaluar los libros que habían, y ver cuales me podían interesar. Aquellos reclutas, en grupos de 3, lograron tirar todas las anclas al mar, y me daba risa solo imaginarme como las volverían a levantar, entonces, se desplegó una escalera y la gente, junto a mi, empezaba a bajar de aquel gran barco.
Avancé entre el mare mágnum de gente hasta que poco a poco habían menos y me era más cómodo caminar, al parecer solo una docena estaba yendo a la biblioteca de Ohara, y el resto al pueblo o a otros lugares que ni me importaban. Entré, saludé con el típico buenos días y al parecer no había ningún requisito para entrar, entonces simplemente empecé a subir las escaleras para llegar al tercer piso del árbol y empezar a buscar allí, sin ninguna verdadera razón mas que el hecho que me guste ese numero, el tres.
Taiko
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Akuma no mi
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Las nubes se agolpaban sobre el cielo de Ohara aunque no parecía que fuesen a descargar sobre la famosa ciudad del arbol de la sabiduría. Aun no sabía que había sido de mi tripulación y les andaba buscando. La afición de mi capitán y alguno de mis ex-compañeros por la lectura me traía a un lugar como este, que por otra parte, no era la primera vez que visitaba.
Decidí esconder el barco en un lugar seguro en el que tenía la certeza de que nadie lo encontrraría. Recorrí alrededores y rastreé la zona de forma concisa cercionandome de que nadie habitaba y/o deambulaba por dichas tierras. Así fue. Tras asegurar el perímetro, comprobé que la única desventaja iba a ser el camino... o tal vez no.
Chasqueé los dedos y de entre las nubes una de tamaño no muy grande y amarillo color se dirgió hacia mi. Sonreí con complicidad y me subí encima. Sabía que mi fiel Kinton no me fallaría.
Volé a toda velocidad hacia el arbol de la sabiduría. Aquella biblioteca me fascinaba.
Tal vez aqui encuentre algo...
Tras un rato inmerso en la plenitud de mis pensamientos, Kinton frenó en seco.
Hemos llegado.
Bajé, kinton se esfumo mezclandose con otras nubes y crucé las puertas con parsimonia y para sorpresa de algunos lugareños que parecian conocerme por mi condición de Yonkaikyo.
Decidí esconder el barco en un lugar seguro en el que tenía la certeza de que nadie lo encontrraría. Recorrí alrededores y rastreé la zona de forma concisa cercionandome de que nadie habitaba y/o deambulaba por dichas tierras. Así fue. Tras asegurar el perímetro, comprobé que la única desventaja iba a ser el camino... o tal vez no.
Chasqueé los dedos y de entre las nubes una de tamaño no muy grande y amarillo color se dirgió hacia mi. Sonreí con complicidad y me subí encima. Sabía que mi fiel Kinton no me fallaría.
Volé a toda velocidad hacia el arbol de la sabiduría. Aquella biblioteca me fascinaba.
Tal vez aqui encuentre algo...
Tras un rato inmerso en la plenitud de mis pensamientos, Kinton frenó en seco.
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Seguía en el tercer piso, que aparentemente estaba tranquilo y no había nadie. Dejé el maletín en el piso mientras miraba entre libro y libro alguno que sea de mi interés. Me iba moviendo de izquierda a derecha leyendo los lomos de cada libro que viera hasta encontrar un grupo de 3 libros gruesos y uno delgado, cuyos nombres no parecían de un libro con información de armas de fuego si no de comics "Leyendas de las armas 1" "Leyendas de las armas 2" "Leyendas de las armas 3" y "Leyendas de las armas Edición especial de pólvora y explosivos".
Cogí el libro cuyo nombre tenía en numero 1 y empecé a caminar hacia una de la gran cantidad de mesas vacías hasta que de repente se presentó la desventaja de que a nadie le hayan pedido un requisito para pasar, una cimitarra de baja calidad atravesó el estante tirando unos libros al suelo y posicionándose cerca de mi cuello.
-Deja el maletín y no te haremos nada- Dijo la persona que al parecer estaba sosteniendo aquella espada, entonces desenfundé mi S&W Magnúm e intenté rodear la cimitarra, para que luego una katana saliera de la estantería del lado contrario juntándose con la cimitarra.
-Ya lo oíste paliducho- Dijo el hombre de la katana, entonces di unos pasos atrás y empujé los libros al otro lado para ver a un hombre con aspecto sucio y descuidado, posiblemente un pirata o un mercenario falto de dinero, que sostenía la cimitarra, que luego acercó más a mi para evitar que use el espacio para disparar
Cogí el libro cuyo nombre tenía en numero 1 y empecé a caminar hacia una de la gran cantidad de mesas vacías hasta que de repente se presentó la desventaja de que a nadie le hayan pedido un requisito para pasar, una cimitarra de baja calidad atravesó el estante tirando unos libros al suelo y posicionándose cerca de mi cuello.
-Deja el maletín y no te haremos nada- Dijo la persona que al parecer estaba sosteniendo aquella espada, entonces desenfundé mi S&W Magnúm e intenté rodear la cimitarra, para que luego una katana saliera de la estantería del lado contrario juntándose con la cimitarra.
-Ya lo oíste paliducho- Dijo el hombre de la katana, entonces di unos pasos atrás y empujé los libros al otro lado para ver a un hombre con aspecto sucio y descuidado, posiblemente un pirata o un mercenario falto de dinero, que sostenía la cimitarra, que luego acercó más a mi para evitar que use el espacio para disparar
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