[Retos]Rayder vs Urek Haggard

El frío atenuaba aquel lugar. Una de las islas más invernales que sus pies hubieran recorrido nunca. ¿Qué hacía nuestro pelinegro amigo allí, en el Reino de Sakura? Simple. Noticias sobre un pirata novato con gran recompensa habían llegado a sus oídos, y aprovechando que pasaban por el lugar en el que se habían tenido las últimas noticias sobre él, decidió echar un vistazo por si lo encontraba. Si conseguía derrotarlo, el valor por su cabeza aumentaría exponencialmente. Es lo bueno que tienen los piratas, que si derrotan a otro con una recompensa superior, su precio aumenta por las nubes. Y eso era lo que él quería probar. Quería demostrar al mundo que su vida pirata había comenzado, y que estaba preparado para superar aquellos primeros obstáculos que se le pusieran por delante. Esta vez iba ataviado con ropajes negros, como era normal en él, pero además portaba un abrigo que tapaba desde la barbilla hasta los tobillos. Recubierto de material para calentar el cuerpo, aquello le había servido para no morir de hipotermia nada más llegar a la isla invernal, y daba gracias constantemente por ello.

- Ojalá que cuando regrese, una preciosidad femenina me esté esperando en el Hundred Moon - Comentó, haciendo referencia al navío propio de la tripulación de los Barba Rubia. Su interés por las mujeres seguía siendo gigantesco, y sus capacidades para conquistarlas intentaban ser mejoradas conforme el tiempo pasaba. No había tenido mucho éxito últimamente, pero tras épocas malas siempre vienen otras buenas.

En esta ocasión, el pelinegro contaba con dos armas en su repertorio: su espada Yoru, regalo de su madre y fiel objeto preciado desde su niñez, una katana afilada con una funda negra que pendía del lado derecho de su cadera. Por otra parte, Yoru No Taiyō, su nueva adquisición: una katana de filo eléctrico, capaz de autoinducirse en chispas que duraban una cantidad determinada de tiempo. El poder de dicho elemento no era nada del otro mundo, que pudiera suponer un cambio importante en su vida, pero al menos era algo muy útil para paralizar al enemigo. Esta última iba colocada de la parte izquierda de su cadera, teniendo una a cada lado. Sus manos, protegidas por guantes de cuero negro, reposaban sobre los mangos de dichas armas, mientras que se desplazaba lentamente por la nieve que se había amontonado en el suelo.

- Necesito entrar en calor, este lugar es demasiado frío - Dijo, mientras sus incoloros ojos recorrían toda la superficie a su alrededor, buscando pistas sobre el llamado "Urek Haggard, el Cuervo Sangriento". Un pirata de cincuenta millones de berries por cabeza, del cuál decían sus habilidades eran algo a tomar en cuenta para aquella nueva generación de piratas.

Sonrió, hacía mucho tiempo que no se enfrentaba a alguien digno, como en sus combates con Allen. Le vendría bien demostrar que sus poderes habían mejorado enormemente, le vendría genial. Con aquella expresión alegre en su cara, el joven siguió andando, con los cinco sentidos alertas, por si encontraba a su objetivo y enemigo: el pirata al que quería derrotar.

Los pasos del joven seguían dirigiéndole por el Reino de Sakura, hasta llegar a lo que parecía ser una civilización fantasma. Las adoquinadas calles no mostraban ni una mísera alma que se dignara a caminar por ellas, mientras que los sentidos del pelinegro se encontraban a flor de piel. "O todos están en sus casas, dormiditos, o he tocado fondo con los pueblos vacíos", comentó ladeando su cabeza hacia la derecha, de manera que uno de los grandes mechones negros que tapaba su ojo derecho dejase de hacerlo durante unos instantes. No era la primera vez que llegaba a un erial como aquel, sin gente que pudiera ver, con la que sentir un mínimo calor en su cuerpo. Tal vez hubieran huido del llamado Urek, o incluso este último los hubiera asesinado vilmente. Si en realidad tenía una recompensa como la que creía haber visto en los carteles de Wanted, y no era una falsificación, debería de haber matado a muchos civiles para acarrear tal precio sobre su cabeza. Sus manos seguían apostadas sobre el mango de sus dos katanas, por si acaso caía presa de un ataque no esperado, pudiera tener un mínimo tiempo para reaccionar. Su respiración era bastante acompasada y pasiva, lo suficiente como para que únicamente pudieran notar su presencia por las pisadas que ocasionaba en la nieve. Aquel fenómeno de la naturaleza le impedía andar con sigilo, como era su gusto, y con cada paso adelante un sonidito se hacía eco en las paredes de aquel lugar devastado por la soledad.

- Esto parece el juego del depredador y la presa. Uno buscando al otro, aunque la pregunta es: ¿Quién es quién? - Comentó en voz baja el pelinegro, que entornaba su mirada hacia todos los callejones por los que pasaba, intentando encontrar algún indicio que pudiera darle pistas sobre el paradero de su objetivo a "cazar". Resoplando por los orificios nasales, la tranquilidad y serenidad del ex-noble le hacían parecer algo sombrío y peculiar, sin encajar para nada con el ambiente habitual que solía darse en el Reino de Sakura.

Sin embargo, tras una pequeña parada para verificar los distintos caminos por los que seguir con su búsqueda, escuchó algo tras unos callejones. Su oído innato para el espionaje detectó un sonido de una carcajada. Rápidamente, sus incoloros ojos se giraron hacia el lugar de donde provenía dicha caracterización, desenvainando con la mano izquierda a su espada Yoru, dejando la otra en la funda. El filo plateado centelleó a pesar de la claridez del cielo, mientras que el alma de la espada resonaba metálicamente. Apretando el mango con fuerza, llevó su arma hasta quedarla detrás de su cabeza, en una posición de lanzamiento. Tras aquello, moviendo su espada hacia adelante, del filo emanó una onda con tonos blanquecinos y azulados, cortante y en forma de media Luna. [AMB] Se dirigió hacia el luga donde había escuchado la carcajada, moviéndose a una buena velocidad y preparándose para hacer salir a su enemigo. Sin dejar de empuñar su arma y quedándose quieto, el pelinegro dijo en voz alta, planeando atraer la atención de aquella persona oculta.

- ¿El cuervo ha perdido las alas y no puede alzar el vuelo? ¿O tiene tanto miedo de salir a la vista del depredador que se esconde en callejones oscuros? - Dijo mientras sus colmillos blanquecinos salían a la luz, junto a una sonrisa pícara. Sus ojos estaban fijos en el posible enemigo escondido en la oscuridad, mientras que sus dos manos pasaban a agarrar con fuerza la espada. La hora de la verdad había llegado, y su sangre hervía de emoción por lo que podría pasar aquel día en la isla de Sakura.

La onda no alcanzó su objetivo, claramente, puesto que tenía demasiada longitud como para colarse por el inicio del callejón. Este, al hacer impacto con el ataque, se desprendió en su mayoría, tapando el acceso hacia el interior de aquel pasaje oscuro donde supuestamente aguardaba el enemigo del pelinegro. Este último quedó expectativo, fijándose al milímetro en el posible movimiento que intentara hacer desde el interior. Pero la sombra no le dejaba ver nada desde su posición. Preparándose para un posible ataque sorpresa, alzó la mano que no sujetaba su espada, dejando que la sustancia oscura fluyera y cayera al suelo, pero sin darle ninguna forma determinada. Simplemente la dejaría allí por si era necesario. Sonrió, por fin podría desestresarse un poco con aquella persona oculta, y si resultaba ser quien él creía que era, todo sería mucho más divertido para él, pero no para Urek. Así que esperó a que el cuervo saliera de su escondrijo, cosa que no tardó demasiado tiempo en suceder. Surcando el cielo con sus alas blanquecinas, Urek Haggard se preparaba para atacar al pelinegro, que soltaba una pequeña carcajada mientras decía:

- Por fin nos vemos, Señor Cuervo. Prepárate para que te rompa las alas - Dijo el pelinegro, mientras que observaba cómo dicho personaje lanzaba seis plumas afiladas hacia su posición, en compases de tres por tres. La separación que llevaban ambas era suficiente como para colarse entre ellas, pero sería un movimiento muy justo y podrían rozarle. Por tanto, elevó el dedo índice de su mano izquierda, controlando la sustancia oscura que había liberado anteriormente. Estas tomaron forma de dos paredes gruesas, de medio metro de ancho por dos de largo y dos de alto. Las dos estaban colocadas delante del pelinegro, en la dirección en que venían las plumas. La distancia de creación entre ambas no superaba el centímetro, suficiente para que las plumas no se colasen entre él y el pirata pudiera ver desde dónde atacaba su enemigo. Así, el joven las imbuyó de su Busoushoku Haki tocándolas con las manos, mientras que planificaba por un resquicio que había dejado en un punto muerto del ataque su siguiente acción. - ¡Puertas de Onizuka! [Defensa - Busoushoku Haki]

Al contacto con sus manos, las paredes de sustancia oscura se endurecieron aún más, parando todas las plumas que el pirata Urek le lanzaba. Estas también debían de ir imbuidas del mismo tipo de Haki, porque se ensartaron un buen trecho en las paredes, resquebrajándolas allí donde habían acertado. Incluso pudo observar cómo algunos filos de dichas plumas sobresalían a su posición, casi rompiendo la pared al completo. Enemigo fuerte donde los haya, pero un mayor reto a superar. Su enemigo se encontraba en el cielo, y él ya había pensado algo para jugársela durante un buen tiempo y cansarlo. Le iría desgastando poco a poco, pues pelear contra una Zoan de animal volador podría ser tedioso. Por suerte, se manejaba muy bien en el combate a distancia, gracias a su Akuma No Mi y su canalización de energía. Así que, sin separar las manos de su sustancia oscura, dijo:

- ¡Agujas del Pacto Oscuro! [AMF - Busoushoku Haki] - Habló Rayder, a la vez que de sus dos paredes comenzaban a emanar una cantidad ingente de agujas de unos seis centímetros de largo y de un centímetro de diámetro, terminadas en unas puntas muy afiladas. Todas estas se dirigían hacia la zona en que estaba el enemigo, pero no concretamente sobre él. La zona que cubrió era tanto a tres metros a los lados de Urek, como otros tres por arriba y abajo. Así, si intentaba esquivarlo, tendría un mayor rango de ataque y posible efectividad. La velocidad que estas llevaban le podrían dar al Cuervo Blanco no más de tres o cuatro segundos de reacción, entre los cuáles esperaba que no hiciera algo que le pudiera causar problemas. Además, como las paredes estaban imbuidas de su Haki, al crear aquellas agujas derivadas de la defensa, también se encontraban reforzadas por la energía de la armadura, que sería letal en caso de contacto.

Las agujas que había creado con su sustancia oscura habían dejado de funcionar, puesto que la altura a la que viajaba Urek y sus patrones de movimiento hacían que el mismo peso de la gravedad fuera lo que empujase aquella sustancia al suelo. Chasqueando los dientes, el pelinegro deshizo la doble pared que había creado por delante de él, y de donde habían nacido las espinas que había lanzado contra el hombre-cuervo, para observar mejor la batalla. Las dos espadas que portaba consigo seguían envainadas en sus propias fundas, mientras que las manos del pelinegro se aferraban sobre sus mangos. "¿Este tío piensa tirarse todo el día en el aire? ¿No va a bajar nunca?", pensó hacia su interior, mientras que los ojos incoloros divisaban cómo bajaba raudo y veloz y se metía en el interior de uno de los callejones de la ciudad. Típico, otro cobarde que se aprovechaba del terreno y se escondía para no mostrar su verdadero ser. Aquel tipo de personas agobiaban en demasía al pelinegro, pues él era de los que le encantaban el combate directo, frente a frente. Pero parecía que aquel día no tendría la suerte que hubiera querido, por lo que tendría que acabar lo más temprano que pudiera para buscar un nuevo oponente.

Desenvainando a su espada Yoru No Taiyō, aunque sin activar sus propiedades electrificantes, el pelinegro esperó con paciencia y los cinco sentidos alerta. Una mínima sonrisa podía entreverse en sus labios, mientras que se serenaba todo lo que podía para afinar su oído. Intentaba estar al tanto de todos los callejones que había a su alrededor, hasta que una fuerte patada lo sorprendió por la espalda. Girándose a tiempo, observó cómo un gran barril de lo que parecía ser agua se lanzaba hacia él por un lanzamiento efectuado por el enemigo, que se escondió rápidamente por un callejón. ¿Intentaba mojarle? Já, que se lo había creído.

- Ya me estás cansando, pajarraco - Dijo mientras elevaba la mano que tenía libre, de la cuál salieron varias redes de sustancia oscura, que tomaron el barril como si fueran un recoge-pelotas acolchado. Una vez que tuvo el barril en "su mano", mientras que la sustancia oscura se expandía para mantenerlo a un metro de él, comenzó a correr velozmente.

Impulsándose en algunos saltos usando unos "lanzadores" de sustancia oscura creados de sus pies, como si del lanzamiento de cohetes se tratase, el pelinegro llegó hacia el tejado de una de las casas cercanas al callejón por el cuál su enemigo había escapado corriendo. Esperaba que no se imaginase a un Rayder escalando y que atacara desde los cielos, pues aquella podía ser una buena oportunidad para tomarle y ganar algo de ventaja. Sacando su cabeza por el extremo, divisó el cuerpo del enemigo, por lo que se dirigió hacia más o menos la posición adonde debería caer fácilmente sobre él. Moviendo su sustancia oscura para que lanzara el barril sobre el enemigo, lanzó además una onda con su espada para cortarlo y que una gran cantidad de agua cayera verticalmente sobre él, con el objetivo de empaparle.

Además, tras disgregar su sustancia oscura, Rayder saltó hacia abajo, activando la electrificación de su espada. Rayos azulados comenzaron a imbuir el filo de la katana, la cuál se clavó en el suelo mojado por el barril de agua. La zona se electrificó, y todo lo que estuviera en contacto con ella se electrocutaría para pasar un mal rato. Aquella combinación buscaba atrapar al pajarraco en el agua, mojándole entero para que sus poderes del a Fruta del Diablo se resintieran, para luego chamuscarle con aquella sencilla aplicación de la Física y Química. Y el pelinegro cayó de forma grácil, apoyando sus pies en el tsuba de la espada y manteniéndose lejos del suelo, semi-agachado y aprovechándose de su equilibrio para no caer.

- Tormenta de Walpurgis [AIF] - Dijo cuando la electricidad de la espada se imbuyó en el perímetro de agua mojado por la acción del barril. Pronto, aquella parte del callejón tornó a un color de destellos azulados provocados por las descargas eléctricas de Yoru No Taiyō. Esperaba que Urek no hubiera conseguido escapar de aquel ataque, pues sería una buena oportunidad para ganar un hándicap a su favor.

Su plan no había sido del todo exitoso, pues todas las partes que lo conformaban no habían salido como él esperaba. Sin embargo, podía darse con un canto en los dientes por haber empapado al pajarraco de arriba a abajo. Ahora tenía que oler como una rosa, seguramente. ¿Qué más podría tener un barril en su interior que no fuera agua del mar, de una taberna, o de los lavabos? La primera suposición la dudaba completamente, pues el enemigo no había dado signos de "enfermar" debido al entrar en contacto con una sustancia derivada del agua de mar. Se decantaba más por la tercera, puesto que un hedor aconsejablemente horroroso salió a escena, arrugando la nariz del chico. La electricidad de la espada seguía transmitiéndose por el agua, pero Urek había conseguido salir despedido al aire y no ser electrocutado. Y encima de la espada, agazapado como si de una fiera se tratase, el pelinegro observaba con sus ojos incoloros mientras llevaba una de sus manos hacia el mango de su otra espada, Yoru. Sin desenvainarla, se puso en posición de ataque en cuanto vio que Urek se preparaba para volver a por él.

- Ittoryu ... Iai ...

Sabía que era un usuario de Haki, puesto que las últimas plumas que le lanzó estaban imbuidas de dicho poder. Por tanto, él volvió a imbuir el filo de su arma de dicho poder, aumentando su resistencia y capacidad dañina. El hombre-cuervo se impulsó a gran velocidad sobre él, a la par que el pelinegro comenzaba su ataque de la misma forma. Si había que combatir la velocidad con velocidad, lo haría encantado. El movimiento fue muy fugaz, y el pelinegro saltó de la espada que lo mantenía a menos de un metro del suelo electrificado. Toda técnica de envaine y desenvaine se caracteriza por emplear la celeridad de los cuerpos para hacer como si fuera nada más que un suspiro, y eso fue lo que hizo el pelinegro.

- ... Yūrei No Yoru (Noche de Fanstasmas) [AF - Busoushoku Haki]

Su voz salió lentamente de sus labios, mientras que volvía a aparecer a unos metros de la zona electrificada, tomando su arma con ambas manos. La espada estaba completamente desenvainada, y esperaba que el rápido corte que había dirigido contra el estómago de su enemigo hubiera sido efectivo. Por contraparte, el ataque de Urek había rozado su pectoral derecho, abriéndole la camisa y dejándole un moratón de un color muy feo. No era nada mortal, pero podría sobrevivir y seguir luchando. De no haber empleado su velocidad en dicho ataque, tal vez las cosas hubieran estado mucho peor. Aun así, la batalla continuaba, y el efecto electrificante de la espada de Rayder dejaba de funcionar. El agua terminó de conducir la electricidad, y solo quedaba una espada normal y corriente clavada en el suelo, esperando a que su portador la tomase consigo.

La espada enfundada y el pelinegro agachado, mientras que detrás de él se escuchaba a un contrincante cortado por el arma del pirata. Suspirando y soltando un poco de sangre por su boca, debido a que el puñetazo de Urek había conseguido alcanzar su cuerpo, pero no como un hándicap, ahora sabía que su ataque había hecho mella en el enemigo. Dándose la vuelta, pudo ver cómo dicho personaje soltaba un reguero de sangre y se transformaba en su forma de Cuervo Blanco, tirando al suelo una armadura cortada por la mitad. Eso significaba que se había protegido, y que de no ser por dicho extra, la vida de aquel hombre habría terminado irremediablemente. Rayder rechistó, mientras que sus incoloros ojos observaban la trayectoria de su vuelo, escondiéndose en un callejón por puro miedo. "Ahora que le ha visto las orejas al lobo, tiene miedo", pensaba, mientras que se fijaba en el rastro de sangre que había ido dejando. Debería de encontrarse en un estado deplorable para haber ido "marcando" así su vía de escape, pero eso solo ayudaba al pirata a perseguirle e ir en su búsqueda. Mas antes de realizar tal acto, se acercó a la zona anteriormente electrificada, creando un látigo de sustancia oscura que tomó el mango de su espada eléctrica a distancia (para no entrar en el agua que seguía transmitiendo corriente) y atraerla hacia él. La guardó en su funda correspondiente, y luego se dirigió a terminar con aquel asunto de una maldita vez. Demasiado tiempo había estado ocupado, y no estaba como para seguir jugando. El combate con Urek no podía alargarse más, y tenía que ser él el que diera el paso definitivo hacia la victoria.

- Esta vez voy a hacerlo a tu modo, sensei - Dijo, acordándose de los consejos que Allen le había regalado durante sus largas sesiones de entrenamiento de la energía. Aquel tiempo en el que el peliblanco se había mostrado como tutor y maestro de Rayder, y que le había enseñado cómo manejar su propio poder interior. Gracias a eso, el ex-noble había dominado técnicas que pocas personas podían comprender, y su poder había mejorado crecientemente. Era la hora de probar los resultados de su entrenamiento, que también había probado en su propia carne durante los combates contra Allen. - Voy a demostrar que el esfuerzo que realicé no fue en vano.

Su mirada era seria y decidida, y pronto comenzó a andar por las calles de aquel lugar. Al igual que hizo anteriormente, saltó hacia los tejados para tener una mejor visión sobre la zona que le rodeaba. Allí arriba, el aire transportaba el olor de la sangre de su enemigo, y gracias al rastro que había dejado con su vuelo, sabía a dónde tenía que dirigir sus duros ojos. Centrándose en un callejón en especial, creó una bola de energía de un color oscuro en su mano derecha. Esta irradiaba poder, y la simple compresión que la caracterizaba era lo único que evitaba que explotase de un momento a otro. Cargada con toda la furia de Rayder, este la lanzó sobre un callejón, en concreto en el que se terminaba el rastro de sangre, a unos cuántos metros de su posición. Nada más hacerlo, se originó un gran estallido que confundió sus tímpanos durante unos segundos, mientras que una explosión oscura se hacía eco en aquel lugar. El radio de efecto podría llegar a los diez metros, y si por casualidad Urek había sido encontrado dentro de aquel límite, no podría escapar y tendría que caer rendido ante los brazos de la pérdida.

- Tributo al Maestro [AM]

Dijo, mientras que sus pelos se movían por el viento creado por la explosión, esperando que el pirata hubiera caído en su gran ataque. Notaba cómo la energía se desprendía de su interior, quedando más cansado que antes. El empleo de dicha energía era malo sobre el propio cuerpo de uno mismo, pero como se había comprobado, los efectos eran devastadores. Y esperaba que su enemigo fuera exterminado completamente, ya que no había piedad en sus ojos incoloros.