[Privado][Elizabeth y Ahiru] ¿Isla vomitiva o maravillosa?

La tormenta balanceaba el barco de un lado a otro sin piedad. Me encontraba agarrada a una cuerda para regular las velas, pero no era esta mi intención, lo único que pretendía era que una ola no me tirara del barco y me arrastrara hasta el fondo del mar.

Quería ayudar, servir para algo e intentar que nuestro barco no se fuera a pique, pero mi cuerpo me pesaba como mil demonios. Varias olas me habían empapado, y el agua de la lluvia tampoco ayudaba. No tenía casi fuerzas, mis manos se resbalaban y no podría aguantar mucho tiempo más. Pensé realmente que iba a morir, pero una gran mano me agarró y me lanzó al interior del barco.

-Vete dentro con Aspros y Ahiru. Los demás podemos apañárnoslas, no necesitamos vuestra ayuda.

Por una vez no le repliqué y cerré la puerta para que el agua no entrara. Intenté caminar hacia alguna habitación, pero el brusco movimiento del barco me lo impedía, haciendo que cayera continuamente al suelo.

No pensaba quedarme tirada en el pasillo, así que lo seguí intentando hasta que de una caída me golpeé en la cabeza y perdí la consciencia.


~Tras la tormenta~

Podía escuchar algunas voces que me resultaban familiares y que articulaban frases cortas, aunque no lograba ponerles cara.

-Eso le pasa por cabezona.

-Menos mal que pude llevarla al camarote.

-¿Pero está muerta?

-Ni se te ocurra decir eso capi.

-No está muerta, de momento.

Abrí los ojos lentamente y aquellas personas que hablaban fueron tomando forma. Ahora lo recordaba, la tormenta, el golpe. Pero el barco ya no se movía y el cielo despejado se alzaba sobre nosotros.

-¿Qué coño miráis? No necesitaba vuestra ayuda, estoy perfectamente -les dije molesta por haberme ayudado.

La tormenta que casi acababa con nosotros había sido horrible, o eso decían. Antes de que comenzara yo me encontraba durmiendo en el camarote. No me había despertado hasta que un grito con mi nombre me hizo habrir los ojos sobresaltada y levantarme del suelo. Ahí es cuando me di cuenta de que algo no marchaba bien. Mi cuerpo se deslizaba de un lado a otro de la habitación, pero mi sueño profundo me había impedido percatarme de esto.

Me puse en pie como pude y me asomé al pasillo. Aspros se encontraba sujetando el cuerpo de Elizabeth mientras intentaba arrastrarla hacia alguna habitación. No tenía ni idea de qué había ocurrido, así que me asusté y gracias a un montón de polvora agarró a Eli y la arrastró hacia la cama de mi camarote.

-¿Qué le ha pasado? -le pregunté a Aspros mientras le buscaba el pulso.

-Parece que se a caído y se ha golpeado la cabeza.

Sabía que era la médica del barco, pero mis conocimientos no llegaba a tanto. Parecía que no sangraba, pero la hemorragia podía ser interna. Seguí examinándola, pero todo parecía normal, su respiración, y su pulso no presentaban anomalías.

-No...no sé si le pasa algo, todo parece normal. Tenemos que esperar a evr si se despierta. No puedo hacer más.

Poco después acabó la tormenta y pudimos desplazar a Eli a la cubierta. La gente comenzó a amontonarse a su alrededor, algunos preocupados, la mayoría indiferentes.

Por suerte, poco a poco abrió los ojos. Al fin y al cabo no había sido nada grave.

-Eli -le dije abalanzándome para darle un abrazo. Sabía que no le gustaba que lo hiciera y que me arrepentiría, pero no podía evitarlo.

Antes de que pudiera ponerme en pie, Ahiru se tiró sobre mí para darme un abrazo.

-Quita de encima -le dije dándole un empujón y tirándola a un lado. -¿Dónde estamos?

Me incorporé y miré hacia los lados intentando ver algo. Esperaba que nos encontrásemos en medio de la nada perdidos, pero a lo lejos pude ver una isla que llamaba la atención por su color.

-¿Y eso qué narices es?

Me giré para que alguien me respondiera, pero nadie dijo nada, tan solo se quedaron en silencio mirándome.

-Ya veis que estoy bien y no me pasa nada. Volved a lo vuestro.

Nada más decir esto, Unity hizo un movimiento de hombros y se metió en la cocina. Aspros se metió en su camarote, seguramente para intentar averiguar dónde nos encontrábamos, y los demás se dispersaron por la cubierta.

Nadie parecía saber qué era ese montón de tierra rosa. Parecía que nos estuviéramos dirigiendo al país de chpilandia, y no me hacía ni pizca de gracia, pero no quedaba más remedio que ir a esa isla si queríamos saber dónde estábamos y conseguir provisiones.

Tras unos minutos navegando, llegamos a la orilla y atracamos el barco. De cerca parecía más vomitivo. Todo, absolutamente todo, era de color rosa, y un gran arco iris surcaba la isla de lado a lado.

-En serio ¿Se puede saber qué es esto? ¿Una broma?

Elizabet me empujó haciendo que cayera, se veía venir. Se acababa de recuperar del golpe y ya estaba andando de un lado para otro intentando averiguar dónde nos encontrábamos.

Pegó un par de gritos y cada uno volvió a lo suyo. Hoy parecía que no estaba de humor, auque era raro que lo estuviera.

Me metí en mi camarote para seguir durmiendo, pero pronto tuve que volver a despertar por cupa de los gritos de Eli. Salí de nuevo a la cubierta y me encontré frente a una isla completamente rosa. Era la isla más bonita que había visto nunca. Por lo menos la tormenta nos había traído algo bueno.

-¿Vamos a ir todos a la isla?

Me giré esperando respuesta, pero Unity se negó en rotundo, Arya y Erika querían quedarse con la cocinera, el capitán no mostró intención de querer bajar, y Aspros solamente articuló una extraña sonrisa mientras se metía en su camarote.

-¿Eli?

Nadie tenía intención de ir a aquella isla, y lo entendía ¿Qué persona en su sano juicio se metería en una isla que parecía salida de la mente de un loco perturbado? Pero al parecer sí había alguien así en nuestra banda.

Ahiru parecía bastante dispuesta a entrar allí. Alguien tenía que hacerlo, necesitábamos provisiones, aunque fuera cazando algún animal, y no estaba segura de que Ahiru pudiera hacerlo sola.

-Bueno, supongo que puedo acompañarte.

En el fondo quería saber sobre aquella isla, era sin duda la más extraña con la que me había topado.

-Vamos -le dije a la pelirrosa.

Bajé del barco y comencé a caminar por la playa hasta adentrarme en aquel bosque rosado.

Por un momento pensé que al final no bajaríamos a la isla o lo tendría que hacer yo sola, pero Eli se ofreció a acompañarme.

Bajó del barco y yo la seguí para no perderle la pista. No era la primera vez que comenzaba a caminar y nos dejaba atrás. Cruzamos la playa y pasamos a la zona más boscosa. Aquello era increíble, nunca había visto árboles rosas, y mucho menos tantos juntos. No podía evitar alzarla vista constantemente para ver mejor las hojas rosadas, que hacían que el sol se foltrase por ellas y adquiriera la luz un tono de este color.

Pensé en hablar con Eli, pero recordé que no se encontraba de humor y el rosa del paisaje no ayudaría a que se calmara, así que me limité a caminar a su lado en silencio.

Caminaba sin hacer pausas y sin mirar a Ahiru, no quería ver nada rosa en mi vida después de aquella visión, ni siquiera el pelo de esta. El ambiente estaba cargado de este color, incluso la luz. Era como si el sol fuera una gran bombilla rosa, aunque sabía que esto se debía al reflejo de las hojas. Estaba deseando salir de entre los árboles para que al menos no tuviera que soportar tanta intensidad de color.

Caminamos un rato más, hasta que un sonido hizo que me parase en seco, y le hice un gesto a Ahiru para que hiciera lo propio. Gracias al haki mantra pude detectar una presencia cerca, aunque no estaba segura de lo que se trataba, tan solo sabía que se encontraba hacia el norte. Afiné el oído mientras esperaba, preparada para atacar.

Los arbustos rosados que se encontraban ante nosotras comenzaron a moverse, y poco después, un conejo rosa salió de él de un salto.

-No me jodas -dije espantando al animal con mi voz. -Bueno, no es una gran pérdida, no pienso cazar animales rosas. Vayámonos de esta isla, si todos los animales van a ser así prefiero inflarme a verduras en el barco.

Mientras caminábamos por quel paraíso rosa, Elizabeth paró de antar alzando la mano para que no continuara. Me paré junto a ella atenta, aunque no era capaz de percibir nada.

Estaba bastante nerviosa, hacía tiempo que no peleaba y no estaba muy acostumbrada, menos mal que había venido conmigo la segunda al mando. Mi nerviosismo aumentó cuando uno de los arbustos comenzó a agitarse levemente.

Me puse rígida, esperando que alguien nos atacara en cualquier momento, pero lejos de eso, un pequeño conejito rosa salió del arbusto. Al escuchar la voz de Eli salió corrienodo y lo perdimos de vista.

Después de esa aparición, Elizabeth se convenció de que en aquella isla no habñia nada de valor, y se dispuso a marcharse.

-Vale... está bien... nos iremos ¿Pero antes puedo quedarme un conejito rosa? ¡Gracias! -tras decir eso y sin esperar la segura negativa, salí corriendo por el camino que había huído el animal.

Me di la vuelta para regresar al barco, pero Ahiru pretendía de nuevo quedarse con la suya y salió corriendo tras el conejo rosa.

-¡Ahiru! -dije demasiado tarde. Aquella chica no brillaba por su inteligencia. Utilicé el Soru para interponerme en su camino, cosa que no le extrañó.

-¿Qué te tengo dicho? Obedece mis órdenes por las buenas o por las malas. Nos vamos al barco, y si quieres un conejo rosa coges uno normal y lo pintas, pero no pienso estar más en esta isla repleta de aberraciones.

La agarré del brazo y tiré de ella para regresar, la conocía suficiente para saber que no volvería a escapar, así que no la agarré con fuerza.

Como suponía, la sub-capitana no tardó en alcanzarme y me impidió avanzar. Siempre tenía que acatar sus órdenes y no me dejaba ni un mínimo de libertad, pero no me quedaba otra.

-Vaaleee... -dije resignada mientras mientras le seguía.

No articulé más palabras y le seguí obediente y cabizbaja. Tan solo levanté la cabeza para replicarle una vez, ella caminaba con la vista girada para escuchar lo que iba a decirle, pero me había quedado muda ante la visión que se presentaba ante mis ojos.

-Eli... No me dejas tener un conejo rosa ¿Pero qué tal un rinoceronte rosa?

Comenzamos a caminar deshaciendo nuestro camino, pero al parecer hoy Ahiru estaba rechistona. Noté como alzaba la cabeza para decirme algo, así que la miré esperando su contestación. Ella en un principio se limitó a mirar a un punto fijo, y luego me dijo algo sobre tener un rinoceronte rosa.

-¿Pero qué coño dices?

No entendía a la chica, pero no tardé en comprenderla cuando noté algo a mi espalda. Me giré bruscamente temiendo lo peor, y en efecto, un enorme rinoceronte rosa se encontraba quieto a mi espalda. Me quedé petrificada, sin saber cómo actuar ¿Sería manso? Si lo podía evitar prefería no enfrentarme a los animales a menos que supusieran una amenaza, pero en este caso no tenía ni idea de qué hacer.

-Ahiru, retrocede lentamente conmigo.

Podía utilizar el Soru y huir sin lastimar al animal, pero eso supondría dejar tirada a Ahiru, y eso no le haría gracia al capitán.

La subcapitana comenzó a retroceder lentamente ante la imponente y extravagante figura del rinoceronte rosa, pero yo no pude hacer otra cosa más que acercarme unos pasos y posar mi mano tímidamente sobre el cuerno del animal.

Esperé que aquel contacto fuera idílico, pero en lugar de eso el rinoceronte agachó la cabezá en posición ofensiva con el cuerno apuntando gacia nosotras y retrocedió unos pasos hacia atrás.

-Señor rinoceronte... no es propio de usted este comportamiento agresivo. Va a asustar a Eli y no va a permitir que vengas a nuestro barco como mascota.

Mientras me alejaba de aquel animal, Ahiru parecía acercarse con intenciones que no lograba comprender ¿Qué estaba haciendo esa idiota?

Nada más rozar al rinoceronte, este adoptó una posición ofensiva dispuesto a llevarse todo lo que tuviera por delante con su enorme cuerno.

-¡Ahiru! Ven aquí ahor... -dije sin poder terminar la frase debido a que el animal se había lanzado corriendo contra ella.

Rápidamente hice que unas lianas imbuidas en haki armadura emergieran del suelo formando varios nudos que dejarían al animal enredado e inmovilizado durante un tiempo.

Me acerqué corriendo hacia Ahiru y la agarré del brazo bruscamente para alejarnos de la zona y el alcance del animal.

-¿En qué estabas pensando? -le dije sin parar de caminar. -Como vuelvas a hacer semejante estupidez dejaré que te hagan papilla.

Caminamos en silencio durante un rato más, hasta que volví a escuchar algo que llamó mi atención. Paré en seco y agudicé el oído para intentar reconocer el sonido, y no tardé en percatarme de que se trataba de unas voces agudas.

La cosa no salió como esperaba y el animal no dudó en atacar cuando pudo. Era una suerte que Eli pudiera frenarle y llevarme lejos de allí.

-Yo... solo quería llevarme un animal rosa al barco -dije cabizbaja. -No esperaba que un animal tan especial pudiera ser malo.

No pude terminar de excusarme porque de nuevo la subcapitana paró de caminar ¿Se trataría de otro nuevo animal que poder llevar al barco?

Miré hacia donde miraba Eli esperando ver alguna especie de tortuga rosa, o tal vez fuera un pájaro. Estuve mirando hacía ese lado durante un buen rato hasta que por fin unas figuras salieron de entre los matojos.

No eran rosas tal y como esperaba, pero sí tenían un aspecto un tanto extraño. Sería la edad.

-Señoras ¿Ustedes viven aquí? Me encantan los animales de esta isla ¿Me dejan llevarme uno?

Aquellas mujeres parecían muy simpáticas y divertidas, y encima me dejaban tener una mascota, no como Elizabeth.

Quería hablar más con ellas, pero no me dio tiempo a nada. Eli me agarró de un brazo y comenzó a tirar de mí, como siempre.

Me dejé llevar, pero una de ellas dijo algo de una fiesta, cosa que llamó mi atención. Sabía que no conseguiría nada pidiéndoselo a Eli, así que me zafé y me acerqué a esas extrañas y feas mujeres.

-¿Una fiesta? ¿Fiesta de qué? A mí sí me interesan las fiestas, hasta podemos llamar al capitán ¿Verdad? –dije mirando hacia Elizabeth mientras me daba cuenta de mi error.

No sabía qué bicho le picó a Eli, pero de repente le pareció buena idea que me quedase con aquellas mujeres de fiesta. La verdad es que me daban bastante miedo y me sabía mal decirles que no simplemente por cortesía. Ahora no podía negarme, tendría que haber hecho caso a Eli antes.

-Pues bien –le dije orgullosa. –Tú vete con el capitán, yo me quedaré con ellas.

En esos momentos deseé que no se marchara, que se quedase conmigo o mejor aún que me librase de la carga de tener que ir con esas señoras, aunque conociéndola, no le importaría mucho lo que sintiera en estos momentos y no haría nada por ayudarme.

Pero por si acaso, le lancé una mirada de auxilio para que me levara con ella.

Aquella estúpida no conocía sus límites ni quería reconocerlos, lo mejor sería darle una lección para que aprendiera a obedecer a sus superiores de una vez por todas.

-Si tanta ilusión te hace quédate con tus nuevas amigas, yo como te he dicho regresaré al barco y te esperaré allí. Ven cuando acabe la fiesta de los okamas –le dije con una sonrisa esperando ver su reacción al escuchar esta palabra.

-Por supuesto que sí ¿verdad nena? –dijo el cabecilla mirando a Ahiru. –Nos lo vamos a pasar genial, una pena que no traigas a tus amiguitos del barco…

-Claro que no traerá a nadie del barco, ya os he dicho que no les interesa –insistí esperando que no liasen a Ahiru y la engañaran para que trajese al resto. No tenía ni idea de cuáles eran sus intenciones, pero no quería quedarme a averiguarlas, así que di media vuelta y comencé a caminar.

Justo como pensaba Elizabeth no tenía intención de ayudarme. Suponía que no tendría más remedio que quedarme, pero la subcapitana dijo una palabra que me dejó intrigada ¿Okamas?

Miré de nuevo a aquellas señoras más detenidamente y entonces fui capaz de ver algo de barba mal afeitada en sus enormes y mal maquillados mentones. Ahora todo tenía más sentido. Esas voces graves forzadas para sonar más agudas eran sospechosas, pero no se me había ocurrido pensar eso.

-Eli… he recordado que… tengo que recoger unas medicinas… y las necesito porque… Aspros tiene muy mala cara. Creo que le falta calcio en los huesos, claro, se pasa el día creándolos, eso no puede ser bueno –dije nerviosa mientras me alejaba lentamente por donde estaba yéndose Elizabeth.

-¿Pero de verdad no queréis quedaros? A nosotras nos encantaría. Venga, y traed a más miembros de vuestra banda.

Ahora sí que me daban realmente miedo. -¿Eli? –dije en voz baja esperando que ella hiciera algo.

Aquella estúpida comenzó a decir tonterías sin sentido. No era para nada mi problema, pero aquella isla rosa estaba ya tocándome las narices y lo único que quería era desentenderme ya de ella.

Me giré bruscamente y el cuerpo de Ahiru, que seguía retrocediendo, chocó con el mío.

-Aparta, veo que ya has aprendido la lección, así que aprende a acatar órdenes, si te digo que no puedes quedarte ningún conejo rosa no te lo quedas, y si te digo que nos vamos de una isla es que nos vamos. En cuanto a vosotros –dije mirando hacia los okamas. -Ya os he dicho que no nos interesan vuestras fiestas.

Mientras pronunciaba estas últimas palabras, hice que una gran zarza de espino negro, que contrastaba con el fondo rosa, se interpusiera entre nosotras y los travestis para ganar tiempo.

-Corre Ahiru –dije agarrándola de nuevo del brazo y tirando de ella camino al barco.