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Akane volvió a reír estrepitosamente tras mi pregunta. Comenzaba a pensar si aquella mujer era normal o si yo era demasiado estúpido. Tras unos minutos la mujer se limpió las lágrimas de risa con la manga de la túnica. Después de ésto me dijo que no quería enseñarme nada si no que al bosque no le gustaba que se contaran sus secretos en él. El tono de su afirmación me llamó la atención. Lo había dicho muy seria.
¿A qué se refie...
Entonces pude notar claramente la agitación y exaltación de las ramas del bosque como muestra de enfado hacia Akane. Ciertamente el bosque parecía estar...dotado de vida. Preferí no comentar la situación, prefería esperar a llegar a nuestro destino.
Finalmente el haz de luz de la espada de Akane se desvaneció dejando un claro como fuente de luz. A los pocos minutos llegamos a él y allí se encontraba el dojo que Akane había mencionado. Ella entró indicándome que la siguiera.
Pero...
~ Esto está... - dije atónito.
El dojo ante mi, aunque claramente un lugar de enorme importancia antaño, parecía ser centenario. Aquel lugar estaba en ruinas, abandonado y casi derruido. Aquella visión me perturbaba. Era una de las cosas que más me afligía. Me quedé unos segundos mirando aquel lugar y siguiendo a Akane entré en el dojo por el mismo lugar que ella.
~ Akane, ¿dónde estás?- pregunté a mi acompañante. - ¿Qué es este sitio?.
Desde luego no sabía muy bien donde me había metido pero tenía que saberlo bien. Además siento debilidad por ese tipo de sitios y sus gentes por lo que cada vez me interesaba más por él, sumándole además la enorme curiosidad que sentía por el bosque. Aquel lugar...parecía vivo, pero a la vez....demasiado muerto.
¿A qué se refie...
Entonces pude notar claramente la agitación y exaltación de las ramas del bosque como muestra de enfado hacia Akane. Ciertamente el bosque parecía estar...dotado de vida. Preferí no comentar la situación, prefería esperar a llegar a nuestro destino.
Finalmente el haz de luz de la espada de Akane se desvaneció dejando un claro como fuente de luz. A los pocos minutos llegamos a él y allí se encontraba el dojo que Akane había mencionado. Ella entró indicándome que la siguiera.
Pero...
~ Esto está... - dije atónito.
El dojo ante mi, aunque claramente un lugar de enorme importancia antaño, parecía ser centenario. Aquel lugar estaba en ruinas, abandonado y casi derruido. Aquella visión me perturbaba. Era una de las cosas que más me afligía. Me quedé unos segundos mirando aquel lugar y siguiendo a Akane entré en el dojo por el mismo lugar que ella.
~ Akane, ¿dónde estás?- pregunté a mi acompañante. - ¿Qué es este sitio?.
Desde luego no sabía muy bien donde me había metido pero tenía que saberlo bien. Además siento debilidad por ese tipo de sitios y sus gentes por lo que cada vez me interesaba más por él, sumándole además la enorme curiosidad que sentía por el bosque. Aquel lugar...parecía vivo, pero a la vez....demasiado muerto.
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En cuanto Hayato entro su desesperación no pudo hacerse esperar y comenzó a preguntarle a Akane donde se encontraba. Esta le hizo una seña con su mano al final del pasillo para que al llegar doblara a la derecha. Lo único notable del corredor era lo impecable y cuidado que estaba a comparación de la madera exterior. El dojo tenía su siglo pero el cuidado interno era notable.
En cuanto se termina el corredor se puede ver que a la derecha se encuentra una habitación repleta de katanas en la cual la mujer de cabellos anaranjados se encuentra colgando el trió que tenía en su cintura. Fuera del extraño decorado de las paredes se puede ver una pequeña mesa típica japonesa en la cual ahí que arrodillarse para estar en ella.
-De seguro te preguntas porque no enterré al Samurái, es algo que me gustaría hacer pero no vale la pena ya que su alma tras caer en manos de la locura queda apegada a lo más cercano del momento... Sus katanas... Cada una de estas hermosas armas posee dentro de ella el alma de un Samurái descansando en paz bajo mi cuidado-
El tono de la mujer sonaba firme demostrando que obviamente decía la verdad. A su vez tenía cierta pena mesclada en su voz como si aquello la molestara también. Sin hacerse esperar mucho mas estiro su larga túnica para sentarse cómodamente y posteriormente le indico que se sentara.
-Vamos, toma asiento que en esta habitación estamos fuera del alcance del bosque o algún que otro Samurái que se me haya escapado... Por cierto ¿Te?-
En cuanto se termina el corredor se puede ver que a la derecha se encuentra una habitación repleta de katanas en la cual la mujer de cabellos anaranjados se encuentra colgando el trió que tenía en su cintura. Fuera del extraño decorado de las paredes se puede ver una pequeña mesa típica japonesa en la cual ahí que arrodillarse para estar en ella.
-De seguro te preguntas porque no enterré al Samurái, es algo que me gustaría hacer pero no vale la pena ya que su alma tras caer en manos de la locura queda apegada a lo más cercano del momento... Sus katanas... Cada una de estas hermosas armas posee dentro de ella el alma de un Samurái descansando en paz bajo mi cuidado-
El tono de la mujer sonaba firme demostrando que obviamente decía la verdad. A su vez tenía cierta pena mesclada en su voz como si aquello la molestara también. Sin hacerse esperar mucho mas estiro su larga túnica para sentarse cómodamente y posteriormente le indico que se sentara.
-Vamos, toma asiento que en esta habitación estamos fuera del alcance del bosque o algún que otro Samurái que se me haya escapado... Por cierto ¿Te?-
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Una vez dentro del dojo, Akane me hizo un gesto para que la siguiera hasta el final de un pasillo. Para mi sorpresa, el dojo por dentro estaba en condiciones excelentes. Parecía que las apariencias externas eran solo una distracción mientras que por dentro estaba cuidado y bien conservado. Al final del corredor había una sala a la derecha donde Akane se encontraba. La mujer se encontraba dejando el trío de espadas que portaba colgadas de la pared donde se encontraban colgadas muchísimas más. Aquella imagen me sorprendió.
Qué cantidad de espadas...
En el medio de la sala hay una mesa japonesa en la cual me fijé levemente y después no quité ojo a Akane, la cual me relataba que entendía mi molestia al no enterrar al samurái. Sin embargo me contó que una vez el alma tras caer en la locura queda aferrada a lo más cercano en ese instante, su katana, y por esa razón ella se encargaba de guardarlas a buen recaudo allí. Aquella historia me sorprendía y me sentía algo tonto por creerla pero la mujer hablaba firmemente y era más que claro que no me mentía.
En sus espadas...
Miré a Shimei Kaeru con ojos de cordero. No me gustaría tener que pasar mi existencia ahí dentro. Akane parecía molesta por aquello. Mientras se sentaba me dio indicaciones de que me sentara con ella. Me senté despacio enfrente de ella mientras me ofrecía té.
~ No gracias, no me apetece. - dije sonriendo levemente.
Normalmente no rechazo un té pero, realmente no tengo ganas. Además no sería la primera vez que me drogan por aceptar una bebida de un extraño. Además recalcó que en ese lugar estábamos fuera de la influencia del bosque. Pero, había algo que me asqueaba de este asunto: si los samuráis enloquecidos ya estaban muertos realmente, ¿por qué ella no sufría ese efecto en el bosque?. Incluso, ¿por qué yo mismo no lo sufría?.
~ Akane, quiero preguntarte algo. – dije inclinándome levemente hacia adelante - ¿Qué efectos tiene el bosque?, ¿la locura?. Y además, ¿por qué tu o yo sufrimos los efectos y seguimos bien?.
Esperaba una buena respuesta por parte de parte de la pelinaranja porque realmente la duda me estaba comenzando a parecer demasiado extraña.
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-Menos mal que no quieres te... No se prepararlo jajaja-
Esa fue la respuesta exacta de la Samurái hacia el pirata en cuanto este rechazo, para su suerte, aquella propuesta. Fueron unos cinco o seis minutos perdidos entre las risas y los intentos por calmarse de la Akane. Ya pasando ese tiempo tan solo quedaban las lágrimas que recorrían la cara de Akane tras la risa y se comenzaba a escuchar la voz del pirata nuevamente preguntando cosas sobre el bosque.
-¿El bosque? Primero que nada te recomiendo que lo llamas como Bosque no le agregues ese "el" que se enoja y si, se enoja... La cuestión es que el bosque fue el lugar hacia donde los Samurái que eran expulsados en la antigua Wano iban a parar siendo asi que siente un gran odio hacia todos aquellos que no lo fueron. Actualmente se usa el bosque para entrenar y se envían Samurái para que sobrevivan una semana en él pero siempre hay alguno que se desvía de su camino original y cae en manos de la locura del bosque, queda bajo las manos de los antiguos Samurái que quieren venganza contra todos y todo... Yo no lo sufro porque soy mujer y para todo Wano las mujeres no pueden Samurái y en tu caso... Bueno tu caso supongo que ah de ser porque no eres un Samurái de Wano...-
Una explicación larga y tendida en donde la mujer daba de una manera algo rápida y extendida lo que pasaba con aquel bosque y lo que le ocurría a aquellos que ingresaban en él. A su vez se sentía cierto note de melancolía al decir esas cosas, como si recordara cosas malas a medida que decía cada palabra. Al callarse lo único que se escuchaba eran las hojas de las copas de los enormes arboles moviéndose como demostrando su desaprobación hacia lo dicho por Akane que únicamente se limito a soltar un simple "Tsk" dando a entender que poco le importaba la opinión del bosque.
Esa fue la respuesta exacta de la Samurái hacia el pirata en cuanto este rechazo, para su suerte, aquella propuesta. Fueron unos cinco o seis minutos perdidos entre las risas y los intentos por calmarse de la Akane. Ya pasando ese tiempo tan solo quedaban las lágrimas que recorrían la cara de Akane tras la risa y se comenzaba a escuchar la voz del pirata nuevamente preguntando cosas sobre el bosque.
-¿El bosque? Primero que nada te recomiendo que lo llamas como Bosque no le agregues ese "el" que se enoja y si, se enoja... La cuestión es que el bosque fue el lugar hacia donde los Samurái que eran expulsados en la antigua Wano iban a parar siendo asi que siente un gran odio hacia todos aquellos que no lo fueron. Actualmente se usa el bosque para entrenar y se envían Samurái para que sobrevivan una semana en él pero siempre hay alguno que se desvía de su camino original y cae en manos de la locura del bosque, queda bajo las manos de los antiguos Samurái que quieren venganza contra todos y todo... Yo no lo sufro porque soy mujer y para todo Wano las mujeres no pueden Samurái y en tu caso... Bueno tu caso supongo que ah de ser porque no eres un Samurái de Wano...-
Una explicación larga y tendida en donde la mujer daba de una manera algo rápida y extendida lo que pasaba con aquel bosque y lo que le ocurría a aquellos que ingresaban en él. A su vez se sentía cierto note de melancolía al decir esas cosas, como si recordara cosas malas a medida que decía cada palabra. Al callarse lo único que se escuchaba eran las hojas de las copas de los enormes arboles moviéndose como demostrando su desaprobación hacia lo dicho por Akane que únicamente se limito a soltar un simple "Tsk" dando a entender que poco le importaba la opinión del bosque.
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Akane rió durante al menos cinco minutos. Lloraba de risa diciendo que no tenía té. No comprendía su humor pero, parecía feliz, eso me gustaba. Tras esto contestó a mi pregunta explicándome que éste era el lugar donde lo samuráis eran expulsados de Wano. Al parecer era como un campo de entrenamiento donde soltaban a los samuráis nuevos para que sobrevivieran. Aquello era realmente peligroso. Akane hablaba del bosque como de una persona, atribuyendo a éste sentimientos odio y rabia. Al parecer ella no era afectada dado que era mujer y para Wano, las mujeres no podían ser samuráis. Tenía...cierto sentido, aunque no me convencía. Según Akane, la posible razón por la que yo tampoco era afectado por el poder del bosque era que no pertenecía a aquella tierra. No sabía si alegrarme realmente.
~ Comprendo... - dije lentamente mientras me atusaba la perilla.
Akane parecía molesta al hablar. ¿Quizás hubiera perdido a alguien aquí?. Cuando calló, lo único que se escuchó fue el rugir leve de las hojas de los árboles seguidos de un gesto de indiferencia por parte de Akane. No me había dado cuenta pero ella estaba interactuando con el bosque.
~ Y Akane...¿por qué estás aquí? - dije con intriga – Tiene que haber algún motivo para que estés aquí.
Me daba la sensación de que aquella mujer escondía un serio pasado. No me interesaba desvelarlo, cada uno tiene su drama, pero, si podía hacer algo por ayudarla no estaría de más. A fin de cuentas ella me había ayudado a mi.
~ Verás, yo soy un espadachín pirata, he venido aquí para poder aumentar mis conocimientos. El camino de la espada es lo más importante para mi, pero también aquellos que lo viven como yo. Así que si puedo ayudarte, no dudes en pedírmelo. - dije firmemente.
Pienso que Akane es una gran samurái. Aún no comprendía la técnica de iluminación con la espada pero estaba claro que ella poseía una atípica capacidad para aliarse con las katanas y sacar lo mejor de ellas. Era una guerrera...interesante.
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El espadachín estaba entrando en campo delicado sin notarlo, o tal vez si lo notara, y al hacer eso únicamente estaba logrando algo que parecía imposible. Esta haciendo que en la cara de la feliz e indistinta Akane se marcaran un sinfín de muecas de odio o más bien de tristeza. Fueron unos diez minutos los que todo, incluido el bosque, cayó en un completo silencio.
-Motivos… ¿Por qué para todos tiene que haber un motivo? ¿Acaso no puedo cuidar del bosque? ¿Darle un fin pacífico a la gente de mi pueblo que alguna vez me desprecio por ser mujer? Es que realmente no comprendo el porqué para todo tiene que haber un motivo…-
Al terminar de hablar se notaba que había un motivo e incluso era visible que era más de uno pero lo mejor a vistas de su respuesta seria no continuar indagando, a menos claro que el pirata quisiera saberlo y hostigara por esa información a la pobre mujer que no hacía más que intentar explicarle lo que ocurría.
-¿Ayudarme? No creo que haya manera posible de hacer que el bosque este en paz si no es destruyendo Wano y mucho menos creo que sea posible eso ultimo…-
Al terminar daba a entender perfectamente que había pensado en todas las opciones y entre ellas la destrucción de Wano o el bosque. E incluso en ese momento parecía quedar en estado pensativo. Fueron cerca de unos quince minutos los que tardo en reaccionar nuevamente para continuar con su respuesta.
-Sabes hay algo que podes hacer para ayudarme… Notaste ya la cantidad increíble de katanas que hay en esta sala ¿Verdad? Bueno es muy fácil lo que tenemos que hacer… Cargarlas y llevarlas al palacio central de Wano donde van a poder descansar en paz… El problema está en que ese edificio queda en el centro del pueblo y con solo acercarme ya me atacan por ser mujer asique vamos a tener que encontrar algún método para infiltrarnos… ¿Estarías dispuesto a ayudarme?-
Las palabras volvían a sonar fuertes y confiadas, la verdadera Akane volvía a hacerse presente como si aquellos recuerdos que la perturbaban minutos atrás volvían a estar enterrados y apartados de la escena. Ahora tan solo quedaba ver si aquel pirata aceptaba la propuesta de la Samurái para cargar tan enorme colección de armas hacia el centro de un pueblo de personas que con solo verlos serian capaces de cortarlos sin problema.
-Motivos… ¿Por qué para todos tiene que haber un motivo? ¿Acaso no puedo cuidar del bosque? ¿Darle un fin pacífico a la gente de mi pueblo que alguna vez me desprecio por ser mujer? Es que realmente no comprendo el porqué para todo tiene que haber un motivo…-
Al terminar de hablar se notaba que había un motivo e incluso era visible que era más de uno pero lo mejor a vistas de su respuesta seria no continuar indagando, a menos claro que el pirata quisiera saberlo y hostigara por esa información a la pobre mujer que no hacía más que intentar explicarle lo que ocurría.
-¿Ayudarme? No creo que haya manera posible de hacer que el bosque este en paz si no es destruyendo Wano y mucho menos creo que sea posible eso ultimo…-
Al terminar daba a entender perfectamente que había pensado en todas las opciones y entre ellas la destrucción de Wano o el bosque. E incluso en ese momento parecía quedar en estado pensativo. Fueron cerca de unos quince minutos los que tardo en reaccionar nuevamente para continuar con su respuesta.
-Sabes hay algo que podes hacer para ayudarme… Notaste ya la cantidad increíble de katanas que hay en esta sala ¿Verdad? Bueno es muy fácil lo que tenemos que hacer… Cargarlas y llevarlas al palacio central de Wano donde van a poder descansar en paz… El problema está en que ese edificio queda en el centro del pueblo y con solo acercarme ya me atacan por ser mujer asique vamos a tener que encontrar algún método para infiltrarnos… ¿Estarías dispuesto a ayudarme?-
Las palabras volvían a sonar fuertes y confiadas, la verdadera Akane volvía a hacerse presente como si aquellos recuerdos que la perturbaban minutos atrás volvían a estar enterrados y apartados de la escena. Ahora tan solo quedaba ver si aquel pirata aceptaba la propuesta de la Samurái para cargar tan enorme colección de armas hacia el centro de un pueblo de personas que con solo verlos serian capaces de cortarlos sin problema.
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