[Privado/Pasado] Encuentro inesperado: En busca de la libertad [Isma y Applewhite]

Dos años... Dos años habían pasado desde que aquellos piratas sin escrúpulos me trajeron a su guarida de Gray Terminal. Dos horribles años que de no ser porque ellos me recordaban día a día lo que faltaba para mi muerte, no sería capaz de recordar cuando sale y cuando se pone el sol. Mis muñecas estaban destrozadas, encadenadas a una pared, soportando toda la parte superior de mi cuerpo. La sangre que brotaba de mis heridas se secaba y formaba grandes manchas rojas que teñían mi piel. Algunas gotas aún bajaban sin problema, pero estas eran de heridas más recientes.

Me encontraba en unas condiciones pésimas. Apenas me daban de comer, un mendrugo de pan y algo de agua para que mis días no llegasen a su fin. No querían acabar conmigo sin disfrutar ellos mismos de mi último aliento. De tantos golpes, mi ojo derecho estaba inservible, era incapaz de abrirlo, y que decir de mi imagen. Ropas andrajosas, que nunca me cambiaban. Ni si quiera podía asearme. El olor que desprendía asustaría a las criaturas más pestilentes y la barba tapaba gran parte de mi cara.

La esperanza... Algo que nunca había que perder... Dejó de rondarme por la cabeza hace demasiado tiempo. Solo esperaba que algún día se cansaran y decidieran matarme. No soportaba más este castigo. Capturé a su capitán, un criminal, y así me lo pagaba la vida. Encerrado, siendo golpeado día tras día y con una mísera ración de comida y agua. Jamás había esperado algo así.

-¿Cómo estás hoy, pequeña rata?- Preguntó una voz ronca, que provino de un hombre bastante alto  y corpulento, con el pelo largo y rizado y con un pañuelo que tapaba su boca y su mentón. Vestía con orgullo la ropa de pirata con el símbolo de su banda, a pesar de que esta, ya no navegara desde hace demasiado tiempo.

Apple rondaba por la ciudad de Goa con la familia, metida en su casa. Sus padres estaban preparando una comida para presentarle a Rossy un noble con mucho dinero y del cual Rossy andaba viendo a escondidas desde hace mucho tiempo. Más que una presentación sería un reencuentro con gente delante, dato que sus padres desconocían pero Apple no. Apple estaba vestida con un vestido azul, con el pelo suelto y liso. Se encontraba en la habitación cuando de repente un olor muy familiar le llegó a su pequeña nariz, era el olor a pan recién hecho. Salió despedida de su habitación hasta donde se encontraba el pan y cogió un buen trozo y antes de alguien pudiese verla salió por la puerta de entrada, pero antes de irse cogió su espada y se fue caminado hacía una dirección cualquiera. Casi sin querer dejo atrás casi toda la ciudad y llegó a un bosque.
Sonrió picara y pensó que si se metía en el bosque podría perderse la comida y no tener que aguantar a sus padres ningún segundo más y a decir verdad se lo pensó mucho, que perderse una comida... Pero prefirió meterse en el bosque.

En el bosque camino bastante, hasta parecía que daba vueltas y vueltas y no paraba, pero finalmente acabo el bosque. Iba con cuidado para no encontrarse con nadie, además de que podría ser peligroso.

Aquel hombre agarró mi mentón y con un brusco movimiento me alzó la cabeza, haciendo que nuestras miradas se cruzasen mientras en su rostro podía observarse una sonrisa pícara cuando se quitó el pañuelo con un par de dedos de la otra mano. En dicha mano, sostenía un pequeño garrote, con el cual me habían golpeado ya varias veces. El tipo repitió la pregunta, con algo de recochineo y alzando más la voz, como si no le hubiera oído la primera vez.

-¿Qué pasa sabandija? ¿Se te ha comido la lengua el gato?- Preguntó aquel hombre entre carcajadas. Tras esto me soltó un garrotazo que me giró la cara hacia un lado y escupí algo de sangre.

-Vete a la mierda...- Dije yo con una voz tenue, débil por tantos golpes que había soportado. Aquellas palabras fueron las conductoras de un segundo ataque.

-Cómo te atreves inútil... Veo que no aprendes, por más que te torturamos sigues siendo un cabezón y un insolente.- Comentó el pirata. Poco después, salió de allí, pero no sin antes asegurarme que aún quedaba mucho tiempo para que saliese de allí, y que cuando lo hiciera, no sería la libertad lo que me esperaría.

Me hubiera gustado gritar, pero sabía que nadie vendría en mi ayuda, sabía que no serviría de nada, y por si fuera poco, ni si quiera tenía fuerzas para hacerlo. Mi voz apenas sonaba cuando intentaba pronunciar una palabra, y las pocas que usaba, era para insultar a los hombres que me mantenían cautivo. Era lo único que me hacía sentir bien, a pesar de que me pegaran después de cada ofensa que provenía de mis labios. Confiaba en que algún día, se molestaran lo suficiente como para asestarme el golpe de gracia y que todo esto se acabara...

Apple acabó de hacerse todo el bosque y se sentó en el ultimó árbol que quedaba. Miró al cielo y contemplo lo que tenía delante de sus ojos.

Empezó a mover la mano rápidamente para quitar ese insoportable olor y seguidamente se tapó la nariz he hizo una cara de asco. -Aquí huele a mierda.- dijo por si aún no había quedado claro con su expresión. Volvió a ponerse de pie y observó todo con mucha más atención que la que había hecho antes.
Basura, metales oxidados.. Decía en su cabeza mientras miraba, y enseguida, un ligera idea de dónde podría estar le vino a la cabeza. Quizás esto sea el famosísimo basurero dónde ahora mismo, si no fuera porque no quiero estar con mi familia, ya me habría ido de aquí. Apple ya había odio hablar de ese lugar, decían que había muchos piratas y que era peligroso estar ahí. Se empezó a reír ella sola de lo que había dicho. -A la aventura- Dijo ahora en voz alta y comprobó que su espada aún siguiese en su sitio. Se metió más adentro de donde ella estaba, ya que estaba en la parte del principio, o del final según como se vea.

Yendo con cuidado de que nadie la viese, se ocultó detrás de un metal bastante grande y vio salir a alguien con pintas bastantes malas, una persona grande y gorda. Alice pensó que era su momento para poder investigar y una vez se fue quiso salir de su escondite, pero cuando lo iba hacer se quedo enganchada en otro metal su vestido. Estiró fuerte del vestido y este se rompió tan solo un poco. Una vez libre tuvo que ir corriendo hacia esa choza, no porque tenía mucha intriga de ver que había hecho demasiado ruido. Una vez dentro no se paró a mirar lo que había, simplemente por las agujeros de la madera de la choza miraba como aquel tipo gordo volvía de la dirección por la que se había ido y fue hasta donde se había producido el sonido. Una vez asegurarse de que no había nada raro se marchó de nuevo en la misma dirección.

Alice suspiro aliviada. Se dio la vuelta apoyándose en la madera de la choza cerrando los ojos y una vez su corazón deja de ir a mil, abre los ojos y ve que hay alguien más en la choza.

Me encontraba cabizbajo, dejando caer hilos de sangre que bajaban por mis labios y caían en el suelo, agrandando poca a poco, el gran charco de sangre que se había formado durante esos dos años. Cerré el ojo que aún permanecía abierto e intenté conciliar el sueño, era la mejor manera de matar el tiempo y de olvidar el dolor. Pero, de repente, un sonido me alertó, miré hacia la puerta, pero no vi nada, podría haber sido cualquier cosa, incluso el mismo pirata que acababa de salir, tropezándose con algún cachivache. Seguidamente, unos pasos se escucharon más de cerca, y cuando volví a alzar la mirada, pude ver la silueta de una mujer. Una mujer bastante bella, con un cuerpo sinuoso, el pelo largo y rojo y unos ojos del mismo color que ardían como el fuego y un vestido, que a pesar de tener una rotura, no era usual en un lugar como este. Esta me miraba sorprendida.

Isma:

Esbocé una sonrisa e imaginé cual de las posibilidades traían a aquella dama a un lugar como este. -¿Una mujer aquí...? Déjame adivinar... ¿Han decidido no mancharse las manos y vienes a matarme tú?- Pregunté con la mirada clavada en la chica. -¿O quizás han decidido darme un último placer, después de estos dos años de sufrimiento?- Añadí con algunas risas, que me hicieron toser poco después debido al esfuerzo que me suponían en mi estado. -Aunque quizás... No, vaya tontería. No existen los milagros.- Dije como últimas palabras antes de quedarme callado, y observar que haría la pelirroja.

Su expresión con la que observaba y su vestido, no me harían pensar que era una mercenaria contratada para finalizar su trabajo, pero tampoco podía ser la segunda opción. Era imposible que contrataran a una mujer de compañía para darme un último placer cuando lo único que querían era ver mi cara más amarga...

Alice no podía ver aquello que estaba viendo. No pudo decir ni una palabra. Miraba como al sangre de aquel hombre que tenía frente a sus ojos caía en el suelo y se sumaba al charco. Veía como en los brazos tenía marcas, en las manos moratones que le hacia las cuerdas. Su cara.. Su cara también tenía moratones, pero aún peores. Y apenas podía abrir uno de los ojos.

Alice se puso casi a llorar porque cuando le veía así pensaba que esa persona podría ser su hermano. Pero algo la paró.  Miró con mala cara al hombre y se acercó más a él. - ¿Acaso estas sugiriendo que soy una mujer de compañía? ¿Una furcia? Más te gustaría. - Dijo inflando los mofletes y girándose para ver de nuevo por los agujeros. Como no veía moros por la costa cogió su espada y se acercó al muchacho.
-Mira, no sé por qué estas aquí, pero nadie se merece esto, así que necesito que para poder sacarte de aquí te esfuerces mucho. Seguramente este poniendo nuestras vidas en peligro. - Dijo mirándole a los ojos. Sacó un pañuelo que tenía entre las tetas y le limpió la cara, sobretodo el ojo que tenía ensangrentado.

Dio unos pasos hacia atrás y con mucho cuidado cortó las cuerdas donde la persona estaba atada. Después guardó la espada y se colocó a su lado, pasando su brazo por encima de sus hombros. Ella colocó su mano debajo de su otro brazo de chico y con la otra mano cogía la mano del chico para que no sé le cayese.
-Vamos, ponte en pie.-

Justo lo que menos esperaba. La chica estaba allí por casualidad y decidió ayudarme. ¿El destino me estaba dando otra oportunidad? Esa era una duda que me rondaba, pero que no me importaba. Lo único en lo que quería pensar es que no era un sueño, que era real, y que por fin podría salir de allí. Eso sí, la chica pareció cabrearse bastante cuando insinué que podría ser una mujer de compañía, por lo que descarté esa opción por completo. Poco después se sacó un pañuelo de entre lo pechos, cosa que me dejó bastante anonadado.

Me limpió la sangre más reciente e intentó quitarme toda la posible del ojo izquierdo. Seguidamente, se apartó un poco y con una espada que portaba, cortó las cadenas, que gracias a ser de una calidad bastante pésima y a los dos años que llevaban usándose, se rompieron fácilmente. Esta me agarró rápidamente, pasó mi brazo izquierdo por encima de sus hombros y con la otra mano me agarró de la cintura. Entre ella y las fuerzas que intenté sacar de donde no las había, conseguimos ponerme en pie. Suspiré e intenté disimular un poco el dolor. Tras esto, cogí el pañuelo que ella me había dado y me limpié un poco más la cara. El olor de aquel pañuelo era peculiar.

-¿De modo, que así huelen los pechos de una mujer aseada eh?- Pensé yo imaginándome todo tipo de perversiones. Era lo que pasaba cuando un hombre de 20 años había pasado dos años como adulto sin rastro de una sola mujer.

Por ello, recordé algo que probablemente no le haría mucha gracia a ella. Miré a la chica e intenté esbozar una sonrisa. -Perdón por el olor, no tuve oportunidad de lavarme.- Dije excusándome por la pestilencia que arrojaba mi cuerpo. -Y ahora dime, ¿Qué trae por aquí a una preciosidad como tú?- Pregunté curioso. -¿Es un sueño? ¿O quizás estoy muerto y eres un ángel?- Añadí sin dejarle responder.

Logró ponerse de pie y eso hizo que Apple tuviese una sonrisa en los labios, era la primera persona que rescataba y se sentía una superheroina (?) Aun que aún no habían salido de allí, ahora tocaba la parte más difícil, así que decidió no dar saltos de alegría todavía.
La chica apenas notaba el olor que desprendía el cuerpo de aquella persona desconocida, aquel lugar olía suficientemente mal como para diferenciar olores, pero quedaba muy claro que él no se había lavado durante semanas, meses, ¿Quién sabe cuanto tiempo llevaba él ahí?

Se puso un poco roja pero intento aparentar normalidad. - Que este yo aquí no es asunto tuyo, y no me digas cosas bonitas porque eso no funciona conmigo. - y aún así con esas palabras dichas seguía enrojecida. - Pero puedo confirmarte que no estas muerto, porque no pesas como pesaría un fantasma. - Dijo las últimas palabras como si las dijese haciendo mucho esfuerzo y se dirigió a la puerta.

Una vez se aseguró que no había nadie pasando por allí salieron del lugar y Apple se aseguró de cerrar la puerta para no llamar mucho la atención antes de irse. Pero, a mitad del camino que quedaba para llegar al bosque, el señor gordo apareció por allí con un hacha en la mano. Apple se dio prisa para que pudiesen esconderse en el bosque y no les pillase, y menos mal, pudo lograrlo. Ella al ver que el hombre iba hacia la choza sacó conclusiones de sus intenciones con la hacha.

A la chica pareció molestarle que le lanzase ese piropo tan directo, aunque, si no fuera porque estaba en una situación en la que no podía fiarme ni de lo que veía, diría que se había puesto roja como un tomate. También aclaro que lo que ella hiciese allí no era asunto mío y que no estaba muerto. Tras esto, continuamos caminando hacia el bosque. La pelirroja se alertó, y cuando miré hacia donde ella lo hacía, pude ver al pirata que había estado conmigo minutos antes. Este se dirigía con un hacha hacia la choza donde me tenían encerrado.

-Probablemente pienses que estás en lo cierto, pero la verdad, me gustaría saber de donde proviene mi salvadora.- Dije con un tono burlón, a pesar de que realmente era cierto, pues de no ser por ella, probablemente ese hacha sería la causante de un tajo mortal. -Y si no es mucho pedir... ¿Hacia donde nos dirigimos, preciosa?- Añadí, de nuevo soltando aquel piropo que tanto pareció irritarle la primera vez.

Realmente no tenía ni idea de quién era, por qué estaba allí y por qué me salvo. Eran muchas dudas las que rondaban por mi cabeza, pero se me olvidaban al pensar que era libre. La esperanza había vuelto a mí como un rayo atravesando mi pecho. Ya no recibiría más golpes por parte de aquellos piratas, no mas sufrimiento. Podría volver a ser lo que era y volver a ver a mis padres adoptivos, los cuales, seguramente, me echarían de menos, y estarían pasándolo mal por mi culpa.

Apple seguía mirando a aquel hombre y su hacha. No podía ni hablar. Cuando por fin reacciono fue cuando el chico le estaba hablando.
Ignoró su primera pregunta indirecta, pero a la segunda le respondió volviéndose a poner de pie y ayudándolo a levantarse porque era cuestión de tiempo que empezasen a buscar al chico en todas partes. - Vamos a mi casa, allí estaremos a salvo y podré curar tu heridas mucho mejor que simplemente limpiarlas con un pañuelo. - Le dijo al chico y se adentró en el bosque junto a él, más bien, pegada a él para poder ayudarle a caminar.

Cuando ya llevaban un buen rato caminando llegaron a la ciudad. Con suerte cuando llegaron a la ciudad no había mucha gente fuera, era la hora de la siesta y esas cosillas (?)
Apple decidió entrar a casa y fue corriendo, o como podía, a dejar a Isma en su habitación, pero en seguida vino su padre a reñirle por haberse saltado la comida.

La chica pidió disculpas y cogió más de lo habitual de comida y se la llevó a su habitación, poniendo de excusa que no se sentía bien y últimamente estaba ''sensible'', dando a entender lo que supuestamente le ocurría. Una vez en su habitación miró a ver que hacia el chico mientras ella no estaba, quizás el chaval era un ladrón... Pensó.

La chica mencionó que iríamos a su casa. Allí podría observarme y tratarme mucho mejor las heridas. Era bastante lógico, pues aquí, aparte del pañuelo no tenía nada más, a no ser que pudiera esconder más utensilios entre sus pechos, cosa que no esperaba, de modo que estaría en lo cierto. Sin más preámbulos, me ayudó a levantarme y seguimos caminando, lo más rápido que pudimos, pero sin excedernos, no queríamos quedarnos a mitad del camino.

Tras una larga caminata por aquel frondoso bosque, llegamos a la ciudad de Goa, famosa por tener gran variedad de nobles y gente importante viviendo en grandes casas de lujo, y quien me iba a decir a mí, que mi heroína pelirroja vivía en uno de esos edificios. Entramos en su hogar. Una mansión enorme, con mucha decoración y un montón de cosas valiosas. Rápidamente me subió a su cuarto y me dejó allí mientras ella iba a disculparse por salir sin permiso, o algo así me dijo.

Me quedé sentado en suelo. No quería manchar nada de sangre, por lo que me mantuve quieto, y limpiando con el pañuelo, todo rastro de sangre reciente. Después de un rato esperando, pensando en todo lo que había pasado, dándole vueltas una y otra vez y sobre todo, imaginando lo que haría ahora que era libre, llegó ella. Con un gran plato de comida, cosa que hizo que mi tripa rugiese por el hambre que tenía. La comida tenía una pinta exquisita. Su aroma era increíble... Después de comer pan durante dos años... Aquello, era manjar de dioses. Aunque, no tocaría la comida si ella no me daba permiso antes.

-Menuda casa que tienes... Es enorme y muy bonita.- Dije para romper el hielo.

Cuando entró Apple en su cuarto vio que el chico estaba en el suelo.
La chica dejó el plato de comida encima de la mesa y se dirigió a su baño privado a coger muchas toallas. Una la colocó encima de la cama, otra se la entrego por si quería seguir limpiándose y la última la utilizo para terminar de limpiar el suelo. - Siéntate encima de la toalla y come algo, que seguro que estas muerto de hambre. - Se sentó del otro lado de la cama, dejando en medio el plato de comida y le acompañó a su 'invitado' como buena anfitriona. - Gracias, como verás, en esta familia se vive bien aunque... Yo estoy cansada de todo esto. - Siguió comiendo.
Cuando ya no pudo más y la muchacha no quería dejar que él dejase de comer por su culpa se levantó y avisó de que en nada volvería.
Desapareció de la vista del chico unos instantes.

~En esos instantes~

Apple se dirigió hacia la puerta de la habitación de Drake y llamó a la puerta. Cuando se aseguró de que Drake no estaba dentro entró ella y se metió a ver que podía coger del armario de Drake que sirviese para el chico este. Todo a ojo ya que no sabía ni como se llamaba.
Cuando cogió algo que Drake no se ponía a menudo y no echaría en falta salió de su cuarto y entro al de su padre a coger un calzado. Después volvió a su habitación y dejó las cosas en el baño.

- Si ya has acabado podrías asearte. Te he dejado ropa en el baño.- Le dijo señalándolo.

La chica dejó el plato rebosante de comida en la mesa y entró a una habitación de al lado, que al parecer, era un baño. Trajo unas cuantas toallas, una la puso sobre la cama, otra me la dio para limpiarme un poco más  y con la otra limpió el suelo. Me ofreció asiento en la cama y me dijo que comiera, que debía estar hambriento. De no ser por encontrarme delante de una dama, estaría babeando como un perro y los ojos se me iluminarían tanto como las estrellas. Pero mantuve la compostura, se lo agradecí, y junto a ella me dispuse a comer.

Tras esto me dijo que sí, que se vivía muy bien en su casa, pero que ella estaba harta de todo. No sabía exactamente a que se refería, pero muchísima gente daría lo que fuera por estar en su pellejo. Aunque bueno, supongo que uno se cansa de la rutina y quizás por eso vino a Gray Terminal. Después de un rato comiendo, ella se levantó, dejándome el resto de la comida y se marchó un momento. Por el hambre de perros que tenía y por no hacerle el feo, me acabé el plato y me quedé esperándola.

Poco después vino con ropa y la dejó en el baño. Me sugirió que me bañase, cosa que agradecía completamente, pues ya era hora de poder asearme, y que mejor que un baño de lujo y algo de ropa nueva. -Bueno... Pelirroja, muchísimas gracias por todo. Todo lo que has hecho por mí es más de lo que merezco. Espero no haberte causado demasiadas molestias, pero tranquila, en cuanto me bañe, saldré de aquí sin que nadie me vea y no volveré a molestarte.- Dije pensando en todo lo que había hecho por un desconocido como yo.

-Aunque bueno, ya que estás cansada de la rutina. No me vendría mal un compañero para mis cacerías de piratas. Piénsalo y luego me dices. Aunque si quieres, puedes venir a la ducha conmigo y lo aclaramos allí.- Añadí, finalizando con un tono pícaro y burlón. Seguidamente, sin esperar respuesta, me metí en el baño y comencé a asearme.

Apple miró al chico atentamente pero se quedo muda y no solo por la proposición, sino porque se iba a marchar y no iba a volverlo a ver nunca más. ¿Debería preocuparme? Pensó y antes de responder se elvantó y cerró la puerta.

- De eso nada, no te iras hasta pasar la noche y haberme asegurado de que has descanso. Además, debes explicarme por qué estabas allí. Supongo que sabrás algo, ¿no? - Negó con la cabeza a su segunda proposición y volvió a ponerse roja como la otra vez.
-Anda vez a ducharte, por favor. -
Se sentó en su cama y miró al la pared a ver que podía hacer, donde iba a dormir cada uno y como lo iba a hacer todo sin que sus padres supiesen nada. Aprovechó el tiempo en el que su invitado estaba en la ducha para llevar el plato de comida a la cocina y esconder, para lavar más tarde, la toalla ensangrentada. Y cuando volvió a su habitación se puso a pensar en que podría hacer, no sabía si aquello de acompañarle era broma o lo decía en serio, pero sea lo que sea ella se lo estaba pensando igual.

Apenas le conozco, es un completo desconocido, le invité a casa, le voy a dejar dormir en ella... ¿Es qué me he vuelto loca? ¡Podría hacerme daño! O lo que es peor, daño a mis padres o a mis hermanos.. Podría robarnos, ... Y aún así sabiendo todo eso, ¿confío en él? Además de pensar en su decisión, pensaba en lo que había ocurrido o podría pasar. Más bien se comía el coco. Pero algo en él me hace pensar que no es así y que... O no, es un hombre, es un tipo cualquiera. No me puede pasar nada extraño con él PORQUE NO LE CONOZCO. Se dijo varias veces a sí misma en la cabeza, sí, menos mal que no hablaba en voz alta y sola, sino ya completamente loca.  Esta noche dormiré en el suelo y mañana por la mañana se largará y no volveré a verle más, porque no le acompañaré.

Esperó a que saliese y se levantó de la cama para poder mirarle recién duchado (?).

Mientras entraba al baño, escuché que la chica que se negaba a mi plan. Diciendo que yo pasaría allí la noche, pues debido a mi estado, no estaba en condiciones de marcharme a ningún lugar. También añadió que debería explicarle porque estaba allí. No respondí y hice lo que ella quería, y a la vez, tanto esperé. Su baño era grande y espacioso. Tenía muchísimas cosas que no tenía ni idea de para que servían y cosas de bastante valor. Sin duda, esta familia sabía lo que era vivir bien. Sin más demora, llené la bañera y me metí en ella, intentando quitarme toda la suciedad lo más rápido posible, pues tampoco quería abusar de su baño ni de su hospitalidad. Que la verdad, bastante era. No cualquiera hubiera rescatado a un desconocido y le hubiera ofrecido comida y cobijo.

-Es interesante esta chica. No sé por qué, pero me da buenas vibraciones...- Pensaba yo, antes de que una imagen lasciva se cruzara en mi mente. -Además, está muy buena.- Añadí mientras imaginaba cosas perversas.

Rápidamente dejé  esas cosas a un lado y acabé de limpiarme. Salí de la bañera y me sequé con las toallas que me había dejado sobre el mármol de los muebles. Finalmente me vestí con la ropa que me ofreció y decidí que tendría que hacer algo con mi barba. Busqué algún cuchillo con el que afeitarme para dejar de tener aquellas pintas. Abriendo un cajón, pude ver una cuchilla, bastante buena con la que pude afeitarme, dejando algo de perilla en mi mentón. La guardé en su sitio, y finalmente recogí mi ropa de preso y salí del baño.

-He usado una de las cuchillas que había en el cajón, espero que no te moleste, solo me he afeitado el bigote y la barba.- Dije yo mirando a la chica. -Y bueno, que decir... Muchas gracias por todo. No puedo pagarte todo lo que has hecho por mí, al menos por ahora.- Añadí, frotando mi nuca con la mano que tenía libre.

Apple miró al chico de arriba a bajo, realmente cambiaba, eso sí, las cicatrices seguirán ahí y sus heridas aún tenían que curarse pero aún así... El chico le resultaba bastante apuesto y atrayente. -Te-Te-Te queda muy bien la ropa, ¿no?-  Dijo tartamudeando las primeras palabras. En seguida volvió a su postura e intento hacer como si ahí no había pasado nada.  
Miró al chico con indiferencia, en realidad no sabía ni que poseía una cuchilla en su propio baño así que hizo un gesto que le indicaba que no importaba, aunque lo dejó más claro diciendo algo a la vez que hacía su gesto.
-No importa, no sabía ni que estaba ahí. -

Siguió sentada en su cama pero ahora miraba hacia la pared, pensando en como iban a ocultarse y esa noche y a que hora más o menos debía levantar a su invitado para que se marcharse y no levantar sospechas ni de su familia ni de los vecinos. Cuando eres rico y vives genial, no tienes motivo para ser un desgraciado, para tener maldad, entonces ahí nace el marujeo. No tienen otra cosa que hacer y así tienen para joder y entretenerse todo lo que quieran.

Ya se había hecho bastante tarde y a Alice ya le sonaban las tripas de nuevo, se sonrojo por si el chico lo había oído y se levantó rápidamente.
-Debería ir abajo a por la cena, tu puedes quedarte aquí esperándome, volveré enseguida, pero... A lo mejor sería mejor que me esperes en el baño por si alguien se le ocurre entrar en mi habitación. - Desapareció de allí y volvió como antes, con platos llenos de comida, una comida deliciosa .
- Ya puedes acercarte y ponerte a comer tu plato. - Dijo ya con comida en la boca. En su plato la comida desaparecía rápido.

Mientras el chico terminaba de cenar cuando Alice había acabado, cogió su pijama, que se trataba de un vestido de noche, y se lo puso en el baño para no desnudarse delante de él.

Cuando salí del baño, como si fuera una persona totalmente distinta, la chica me miró atónita e incluso tartamudeó al decir que la ropa me quedaba bien, mas era normal. Ver un cambio tan radical, asombraría a cualquiera. Tras eso, me aseguró que no pasaba nada por haber usado aquella cuchilla, que ni si quiera sabía porque estaba en su baño dicho objeto.

Estuvimos hablando sobre lo que íbamos a hacer. La chica no dejaba de pensar en como me pasaría desapercibido hasta haber salido del edificio mañana por la mañana sin ser visto. Realmente era algo difícil, pero no imposible, y bastantes molestias se había tomado como para no hacerle el favor de ser cauteloso y evitar que me descubrieran.

Poco a poco, el sol se puso y la oscuridad de la noche se hizo notar. La chica bajó a por algo de cenar, sugiriendo que me quedara en el baño por si alguien subía y le daba por entrar en la habitación, por lo que hice caso y me quedé allí. Una vez  me avisó de que ya había vuelto, salí del aseo y empecé a comer la comida que una vez más me ofrecía, y que igual que la otra vez, estaba deliciosa. Al acabar de cenar, la chica se fue al baño a cambiarse para ponerse el pijama. Yo no tenía, y me parecía de mala educación dormir en ropa interior, por lo que me senté en el suelo, apoyado en la pared y me quedé esperando.

-¿No te han preguntado por qué comes en tu habitación y por qué llevas tanta comida?- Pregunté curioso al verla salir.

Terminó de vestirse y salió del baño para poder encontrarse de nuevo con su invitado. Se río de aquella pregunta y respondió con total sinceridad. - ¿De verdad quieres saber lo primero? Y casi siempre como mucho, que coja tanta comida para ellos es prácticamente normal. Soy bastante glotona.- Dice sonriendo y abriendo la cama.
-Tu dormirás aquí. - Señala la cama y sonríe. Va hacia su armario y coge una manta y un cojín y los lanza hacia el suelo. -Y yo allí. - Señala el suelo no tan con buena cama. Insiste en que sea él quien duerma en la cama.

Coge las cosas de la cena y las baja rápidamente para volver a su habitación sin que nadie oigo o vea a Isma, pero prácticamente la gente ya se estaban metiendo en la cama a disponerse a dormir.

Se acostó en el suelo y se acomodó el cojín en la cabeza, se tapó bien para no coger frío y se quedó con los ojos abierto mirando hacia arriba.
Cuando llevaba un rato pensando en el siguiente día mientras notaba lo incomodo que era dormir en el suelo, se levantó y se dirigió hacia su propia cama. Pensándolo mejor...
-Ni te muevas y... espero que no te moleste.- Dijo acomodándose en la cama con él, después de todo ya le había ofrecido de todo, no podía quejarse que de que le apretujaba en la cama. Se puso de lado mirando hacia ´le y dejando el culo fuera, más que nada para que le fuera más difícil tocarle el trasero.
-Intenta hacer algo y te quedarás sin esa cara bonita.- Aclaró la chica pero bien que se acomodó a su lado.

La chica respondió a mi respuesta de forma sincera, alegando que era bastante glotona y que cogiera tanta comida era algo normal, cosa que en parte me tranquilizaba, pues no se extrañarían por ello, y lo de subir al cuarto, supongo que no sería la primera vez. Seguidamente, señalando su cama, me dijo que yo dormiría allí, a lo cual me negué rotundamente y ella dormiría en el suelo, por lo que mi reacción no cambió, aunque por lo visto, la chica era bastante cabezona, y por más que insistí, no conseguí convencerla.

La pelirroja se fue a llevar los cubiertos y los platos de la cena y cuando subió, aclarando que ya todos estaban durmiendo, me acosté en la cama por encima de las mantas, pues aún estaba vestido, lo único que no tenía puesto eran los zapatos.

Después de un rato intentando conciliar el sueño, cosa que era mucho más fácil que en aquel tugurio que me encontraba hace unas cuantas horas, pero a la vez difícil por el simple hecho de que me costaba mucho dormirme desde pequeño, la chica se levantó y se metió en la cama, diciendo que no me moviese y que no la tocara, pues sería lo último que hiciese.

-Tranquila, no tengo ninguna intención de hacerlo sin tu permiso.- Dije yo. -Pero vamos, que no tienes que ser tímida, si quieres algo puedes decírmelo, no tengo problema para echarte un cable, y lo que surja.- Dije yo con una sonrisa picarona y levantándome un poco para que ella pudiese meterse y taparse con la manta.

Ser virgen y estar dos años sin ver una mujer me había causado demasiados problemas mentales, me estaba volviendo un pervertido y mis pensamientos se basaban casi todos en vivir aventuras y en la lujuria. Debería empezar a controlar aquellos impulsos o me volvería bastante repulsivo.

Alice le iba a pegar un bofetón por pervertido pero no pudo, en realidad estaba muerta de vergüenza e intentaba no temblar ni demostrar que realmente lo estaba. Ella tenía que aparentar ser una chica dura. Pero al lado de ese chico se estaba realmente bien.
Vuelve a intentar ser la chica dura, coge la mejilla del chico y estira hacia arriba mientras se aguanta las ganas de meterle una hostia.
-Oye, ¡que es la primera vez que duermo con un chico! - Le dijo con un tono muy fuerte al principio y, cuando se dio cuenta de que pueden oírla sus padres, fue bajando el tono. Lo dejo en paz, vamos, dejo de estirarle la mejilla y se tumbo mirando hacia arriba cruzando los brazos. -Ni con mi padre dormía.- Infló los mofletes y después de un rato volvió a la otra posición.

-Oye... ¿Cómo decías que te llamabas?- Preguntó cuando todo estaba muy tranquilo y parecía que él se había dormido y le había dado tiempo a pensar en algo, por ejemplo, que él aún no le había dicho su nombre o que simplemente Apple no lo recordaba.

La chica se veía algo cabreada y avergonzada, cosa que me hacía bastante gracia, pues era mi principal objetivo, picarla. Aunque claro, si cedía y acababa en algo mejor, no me quejaría, pero no caería esa breva. No parecía una chica fácil. Me cogió de la mejilla y me la estiró, alegando que era la primera vez que dormía con un chico, que ni si quiera su padre había dormido junto a ella. -Vaya, así que soy su primera vez, de dormir, claro.- Pensé yo, bromeando en mi mente. Tras eso se hizo el silencio y pasó un rato más, hasta que ella se giró, dirigiendo la mirada hacia mí y me preguntó como me llamaba. Era curioso, llevábamos toda la tarde y noche juntos, y ni si quiera conocíamos el nombre de uno y del otro.

-Bueno, yo me llamo Isma.- Respondí, abriendo los ojos poco después. -¿Cómo te llamas tú, preciosa?- Pregunté, lanzando ese piropo al final que había quedado como un mote.

Apenas hubo más conversación. Quizás aquello fue lo importante a mencionar por aquel entonces, y aunque me costase conciliar el sueño, bien cierto era que estaba muy cansado, y el estar en un lugar tan cómodo después de dos años del duro suelo, me haría caer rendido mucho más pronto, tanto es así que después de su respuesta, me dormí, cerrando los ojos inconscientemente y sin decir nada más.

Pocas horas después, me desperté sobre saltado. Con la respiración bastante irregular y agitada, debido a las pesadillas que tuve. Aquellos malos sueños que me perseguían cada noche por culpa de mis captores. Sin embargo, me tranquilicé bastante al ver la situación en la que me encontraba. No era un sueño, no era algo irreal, era cierto. Aquella chica me había salvado y ya no volvería a soportar las torturas de aquellos malditos piratas, mas estos sueños no cesarían, a no ser que diera su merecido a los culpables...

Ella se sorprendió al oír su nombre, por allí aquel nombre no era muy común que se diga y además le pareció original y bonito. Él también preguntó por su nombre, además de volver a piropearle pero esta vez consiguió no ponerse roja y parecer que realmente no le importaba.  
Se quedó bloqueada pensando en cuál de los dos nombres le gustaría que le llamase, pues le gustaba mucho el nombre Apple, pero su nombre real quizás quedaba mucho más adecuado en aquella situación. Finalmente, sin pensárselo mucho más, decidió que la mejor manera era ponerle al corriente de ambos nombres. -Mi nombre es Alice, pero puedes llamarme Apple o Applewhite que también me gusta. Ah, - añadió rápidamente - no me llames preciosa. - Dijo seriamente y se terminó de acomodar bien.

Pasó un rato de silencio, un buen rato de silencio hasta que pudo dormirse y curiosamente comodamente al lado de aquel chico, pues mientras dormía había acomodado su cabeza en el hombro del chico. Al sentir movimientos bruscos abrió un poco los ojos pero volvió a cerrarlos por el sueño. Desde luego, si algo es Alice además de glotona es dormilona.
No tardó mucho en acordarse de que estaba aquel chico al lado suya y de abrir los ojos como platos.
-¿Qué haces?- dijo mirándole aún con cara de dormida mezclando un poco con una cara de psicópata 'especial'. Se levantó y directamente sin decir nada se fue al baño a asearse un poco para que no la vea tan fea como ella creía que estaba por las mañanas, sobretodo se arregló aquel pelo que le quedaba por las mañanas.

La chica me dijo su nombre, Alice, aunque por lo visto tenía un par de motes, Apple y Applewhite, podría llamarle como gustase, según ella, pero no preciosa, aunque me parecía el apodo indicado. No era mentira y me gustaba picar a la gente, era divertido ver como se rebotaban por algo así. Las horas pasaron y el sol empezó a salir. Era bastante pronto y la chica se levantó y se dirigió al baño. No quería que siguiese ayudándome, ya había hecho demasiado por mí y yo no podía devolvérselo de ningún modo, además, era una hora perfecta para salir antes de que me viera alguien de la casa.

Me vestí rápidamente y esbocé una sonrisa mirando a la puerta del baño. -Chao, preciosa, espero que volvamos a encontrarnos.- Pensé yo, sin mencionar palabra. Abrí la puerta con cuidado y salí de la habitación. Seguidamente bajé las escaleras hacia el primer piso, o la planta baja más bien. Fui con sumo cuidado y sigilo hasta salir finalmente por la puerta principal, donde suspiré aliviado y me crují los puños. Era hora de darle su merecido a aquellos canallas, sin rehenes que me impidiesen luchar, sin cuerdas ni cadenas. Tenía una gran degeneración de mi poder por culpa de aquellos dos años sin hacer nada, mas estaba seguro de que podría darles una buena paliza a aquellos canallas de tres al cuarto.

Empecé a caminar por aquellas calles lujosas. Apenas estaba amaneciendo. El cielo se teñía de un naranja claro que poco a poco se tornaba azul. Hacía algo de frío y la ciudad estaba vacía. Seguramente todos estarían durmiendo. Seguí avanzando en dirección a Gray Terminal de nuevo. Luego de darles su merecido, aprovecharía su navío para volver a Shellstown.

-Preparaos Piratas... Black Haunter ha vuelto, y con más ganas que nunca.- Murmuré apretando ambos puños con fuerza.