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Se lavó la cara, especialmente los ojos y empezó a asearse como cada mañana. También aprovechó para arreglarse el pelo porque recién levantada su pelo estaba muy despeinado, tan solo se hizo una coleta y se dejo dos mechones en la cara, seguía despeinado pero ya no lo llevaba tan desastre como antes.
Salió de su baño privado y cuando se quiso dar cuenta Isma no estaba, había desaparecido de la cama. ¿Se ha ido ya? ¿Y sin despedirse de mi? Será desagradecido el miserable... pensó. Se sentó en su cama y sacó la conclusión de que había desperdiciado la oportunidad de algo que buscaba desde hace mucho tiempo: su libertad. Pero no se vino a bajo.
Cogió lo primero que encontró en su armario que fuese cómodo para poder vestir durante un largo periodo de tiempo. Se visitó con: un vestido negro que tenía detalles blancos en su borde; un cinturón grueso de color crema que queda pegado y realza su cintura; otros dos cinturones más de color marrón más sueltos que el mencionado antes; una capa bicolor, roja en su interior y desde fuera se ve blanca; unas medias de color negro que le llegan hasta poco más de por encima de sus rodillas; botas cómodas de color negro; por último unos guantes marrones sin dedos, de lana.
Se dirigió hacia la puerta y no se olvidó de coger su preciada espada. Salió de su casa lo más rápido que pudo para que al chico no le diese tiempo de irse muy lejos. Una vez salió a la calle y miró hacia ambos lados pero no lograba verle, si quería irse con él tenía que moverse y eso hizo. -¿Dónde coño estás ahora, Isma?- Dijo en voz alta y hablando para ella misma, sabía perfectamente que nadie la oía.
De repente vio una cabeza de color castaño a lo lejos y fue hasta él lo más rápido que pudo a la vez que gritaba: -¡Isma! ¡Isma! ¡Espérame! ¡Me voy contigo!- pero el chico no se giraba ni la esperaba, eso hizo enfurecer a Apple y cuando pudo alcanzarle estiró de la camiseta del castaño. -¿Es que acaso estas sordo?-
Y, cuando Apple se quiso dar cuenta, estaba estirando la camiseta de un cuarentón de pelo castaño, pero a diferencia de Isma, él tenía ojos azules y entrecejo que eso hizo que la chica pusiese cara de repugnancia.
En seguida cambió su cara y le pidió disculpas como unas tres veces seguidas, agachaba su cabeza a la vez que lo hacia.
Genial, lo único que me faltaba, dar un espectáculo a los de mi vecindario.
Salió de su baño privado y cuando se quiso dar cuenta Isma no estaba, había desaparecido de la cama. ¿Se ha ido ya? ¿Y sin despedirse de mi? Será desagradecido el miserable... pensó. Se sentó en su cama y sacó la conclusión de que había desperdiciado la oportunidad de algo que buscaba desde hace mucho tiempo: su libertad. Pero no se vino a bajo.
Cogió lo primero que encontró en su armario que fuese cómodo para poder vestir durante un largo periodo de tiempo. Se visitó con: un vestido negro que tenía detalles blancos en su borde; un cinturón grueso de color crema que queda pegado y realza su cintura; otros dos cinturones más de color marrón más sueltos que el mencionado antes; una capa bicolor, roja en su interior y desde fuera se ve blanca; unas medias de color negro que le llegan hasta poco más de por encima de sus rodillas; botas cómodas de color negro; por último unos guantes marrones sin dedos, de lana.
Se dirigió hacia la puerta y no se olvidó de coger su preciada espada. Salió de su casa lo más rápido que pudo para que al chico no le diese tiempo de irse muy lejos. Una vez salió a la calle y miró hacia ambos lados pero no lograba verle, si quería irse con él tenía que moverse y eso hizo. -¿Dónde coño estás ahora, Isma?- Dijo en voz alta y hablando para ella misma, sabía perfectamente que nadie la oía.
De repente vio una cabeza de color castaño a lo lejos y fue hasta él lo más rápido que pudo a la vez que gritaba: -¡Isma! ¡Isma! ¡Espérame! ¡Me voy contigo!- pero el chico no se giraba ni la esperaba, eso hizo enfurecer a Apple y cuando pudo alcanzarle estiró de la camiseta del castaño. -¿Es que acaso estas sordo?-
Y, cuando Apple se quiso dar cuenta, estaba estirando la camiseta de un cuarentón de pelo castaño, pero a diferencia de Isma, él tenía ojos azules y entrecejo que eso hizo que la chica pusiese cara de repugnancia.
En seguida cambió su cara y le pidió disculpas como unas tres veces seguidas, agachaba su cabeza a la vez que lo hacia.
Genial, lo único que me faltaba, dar un espectáculo a los de mi vecindario.
Isma
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Anduve durante un buen rato, llegando finalmente al bosque por donde pasamos la otra vez. No conocía nada de aquella isla, así que debía seguir el mismo camino si no quería perderme, y por suerte, se me daba bien memorizar los lugares por donde había pasado gracias a mi memoria fotográfica. Tras caminar unos cuantos minutos más, me senté en el tallo de un tronco cortado. Había perdido muchas cualidades físicas al estar tanto tiempo sin hacer nada, sin ejercitar los músculos, y no podría seguir el ritmo de antes, pero estaba seguro de que podría darles una paliza a aquellos canallas, y si no, moriría en el intento, pero no podía largarme con tanto rencor en mi interior, era algo que tenía que hacer.
Solté un leve suspiro y me levanté de nuevo para seguir mi camino. Aún me quedaba un rato, pero llegaría lo suficientemente pronto como para que probablemente estuviesen durmiendo, aunque seguramente ya se habrían dado cuenta de que había desaparecido, no sé exactamente que harían, si me buscarían o si simplemente se habrían largado, cosa que estropearía mis planes por completo.
-Vais a pagar por todo lo que me habéis hecho. Os voy a dar una paliza por cada golpe y por cada ofensa. Voy a hacer que os arrepintáis de haberos metido conmigo.- Pensaba yo, cambiando mi expresión por una más arisca, cabreada.
Después de seguir el camino que tomamos para ir hasta la casa de Alice, llegué finalmente a aquel lugar donde me tenían. Un vertedero lleno de muchedumbre y delincuentes. A lo lejos, podía verse el barco de aquellos canallas. Su bandera se alzaba en lo alto con su símbolo, por lo que no se habían ido y una pequeñ sonrisa ladeada, se dibujó en mi rostro. Empecé a caminar con cuidado, escondiéndome en todos los lugares que sobresalían y me permitían observar sin ser visto, de esta manera podría acercarme y actuar por sorpresa. Si les atacaba de frente, me superarían en número, pro no mencionar que portarían espadas y otras armas. Tenía que trazar un plan.
-Tendré que quitar la bandera pirata cuando me quede con el barco. No quiero que me confundan con uno e intenten encarcelarme, y mucho menos cuando Shellstown es una ciudad con una de los cuarteles más grandes del East Blue.- Pensaba yo, agarrándome el mentón y acariciándome la perilla.
Solté un leve suspiro y me levanté de nuevo para seguir mi camino. Aún me quedaba un rato, pero llegaría lo suficientemente pronto como para que probablemente estuviesen durmiendo, aunque seguramente ya se habrían dado cuenta de que había desaparecido, no sé exactamente que harían, si me buscarían o si simplemente se habrían largado, cosa que estropearía mis planes por completo.
-Vais a pagar por todo lo que me habéis hecho. Os voy a dar una paliza por cada golpe y por cada ofensa. Voy a hacer que os arrepintáis de haberos metido conmigo.- Pensaba yo, cambiando mi expresión por una más arisca, cabreada.
Después de seguir el camino que tomamos para ir hasta la casa de Alice, llegué finalmente a aquel lugar donde me tenían. Un vertedero lleno de muchedumbre y delincuentes. A lo lejos, podía verse el barco de aquellos canallas. Su bandera se alzaba en lo alto con su símbolo, por lo que no se habían ido y una pequeñ sonrisa ladeada, se dibujó en mi rostro. Empecé a caminar con cuidado, escondiéndome en todos los lugares que sobresalían y me permitían observar sin ser visto, de esta manera podría acercarme y actuar por sorpresa. Si les atacaba de frente, me superarían en número, pro no mencionar que portarían espadas y otras armas. Tenía que trazar un plan.
-Tendré que quitar la bandera pirata cuando me quede con el barco. No quiero que me confundan con uno e intenten encarcelarme, y mucho menos cuando Shellstown es una ciudad con una de los cuarteles más grandes del East Blue.- Pensaba yo, agarrándome el mentón y acariciándome la perilla.
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Apple en ningún momento se quiso dar por vencida, pero por mucho que le buscaba no le iba a encontrar allí. Solo había un sitio donde podía buscar y sino ahí si que darse por vencida: volver a casa y seguir viviendo esa vida que en realidad ella no tenía.
Supuso que donde tenía que dirigirse ahora es dónde le encontró mal herido y atado, aquel sitio que parecía el vertedero del mundo, pero en realidad eso no iba a ser tarea fácil.
Comenzó por ir al bosque por donde fue la primera vez, cuando llego decidió ir hacia dentro, sin mirar atrás. Si voy hacia allí y él no se encuentra en aquel lugar o a mitad de camino alguno de esos capullos me atrapaba, podría ser la ultima vez que veo el sol. Pensó. Aunque cuando miraba al cielo apenas podía, los árboles ocultaban el sol y solo llegaban unos rayos a ella. Pero era unos rayos cálidos, se podía diferenciar del frío que hacían las sobras de los árboles.
Cuando por fin consiguió llegar vio que en realidad no estaba en el mismo sitio donde acabo la primera vez, así que a hurtadillas comenzó a pasearse por aquel lugar, pero apenas conseguía ver gran cosa. Hasta que le encontró.
Nunca había estado más feliz de verle.
Alice siguió yendo a escondidas hacia él para que al llegar allí, se acercase a su oído con extrema agilidad e intentó asustarle. - ¡BU!- en realidad lo dijo bajito, pero al estar estar al lado de su oído podía quedarse sordo (?).
Supuso que donde tenía que dirigirse ahora es dónde le encontró mal herido y atado, aquel sitio que parecía el vertedero del mundo, pero en realidad eso no iba a ser tarea fácil.
Comenzó por ir al bosque por donde fue la primera vez, cuando llego decidió ir hacia dentro, sin mirar atrás. Si voy hacia allí y él no se encuentra en aquel lugar o a mitad de camino alguno de esos capullos me atrapaba, podría ser la ultima vez que veo el sol. Pensó. Aunque cuando miraba al cielo apenas podía, los árboles ocultaban el sol y solo llegaban unos rayos a ella. Pero era unos rayos cálidos, se podía diferenciar del frío que hacían las sobras de los árboles.
Cuando por fin consiguió llegar vio que en realidad no estaba en el mismo sitio donde acabo la primera vez, así que a hurtadillas comenzó a pasearse por aquel lugar, pero apenas conseguía ver gran cosa. Hasta que le encontró.
Nunca había estado más feliz de verle.
Alice siguió yendo a escondidas hacia él para que al llegar allí, se acercase a su oído con extrema agilidad e intentó asustarle. - ¡BU!- en realidad lo dijo bajito, pero al estar estar al lado de su oído podía quedarse sordo (?).
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Me había acercando un poco más, pero con cautela. Me dedicaba más bien a esperar por si salía alguien del barco o había alguna clase de movimiento. No podía entrar sin más, no era una buena opción. Saqué un poco la cabeza y de repente un sonido atronador me destrozó el oído, provocando que cayese de culo y mirase al causante. Me sorprendí al ver quien era. Por lo visto la pelirroja me había seguido, cosa que no me hacía especial gracia. Ya le había causado demasiados problemas como para ponerla en peligro. Me levanté y me limpié el polvo de la ropa.
-¿Estás loca?- Pregunté, intentando gritar, pero susurrando, pues no quería que nos descubriesen. -Me alegra verte, Alice, pero este es un sitio peligroso. No deberías estar aquí, ya has hecho demasiado por mí y te lo agradezco, de hecho, no tengo nada con que pagártelo, y meterte en problamas no es la mejor manera de intentarlo.- Decía yo, intentando que aquella chica se diese cuenta de la situación y reculara hacia su hermosa y gigante casa.
No caí en que fui yo mismo quien le propuse el día anterior que se viniese conmigo. Me había explicado que su vida en aquel hogar no era tan feliz como yo creía, le faltaba libertad y yo le sugerí venirse conmigo, sin embargo no me río una respuesta positiva, aunque su presencia era una buena afirmación, si es que era ese el motivo que le había traído hasta aquí, cosa muy probable, pues vestía con unas ropas aptas tanto para el viaje como el combate, por no hablar de la espada que llevaba envainada.
-¿Has venido para unirte a mí?- Pregunté, esperando poder comprobar si mi hipótesis era cierta o errónea.
-¿Estás loca?- Pregunté, intentando gritar, pero susurrando, pues no quería que nos descubriesen. -Me alegra verte, Alice, pero este es un sitio peligroso. No deberías estar aquí, ya has hecho demasiado por mí y te lo agradezco, de hecho, no tengo nada con que pagártelo, y meterte en problamas no es la mejor manera de intentarlo.- Decía yo, intentando que aquella chica se diese cuenta de la situación y reculara hacia su hermosa y gigante casa.
No caí en que fui yo mismo quien le propuse el día anterior que se viniese conmigo. Me había explicado que su vida en aquel hogar no era tan feliz como yo creía, le faltaba libertad y yo le sugerí venirse conmigo, sin embargo no me río una respuesta positiva, aunque su presencia era una buena afirmación, si es que era ese el motivo que le había traído hasta aquí, cosa muy probable, pues vestía con unas ropas aptas tanto para el viaje como el combate, por no hablar de la espada que llevaba envainada.
-¿Has venido para unirte a mí?- Pregunté, esperando poder comprobar si mi hipótesis era cierta o errónea.
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Asintiendo cuando Isma le preguntó si estaba loca, pues realmente lo está pero tampoco es como para encerrarla en un cuarto, se puede controlar (?). -Perdóname, solo pretendía reírme de ti un poco ya que, - bajo el volumen y se agachó porque no podía seguir hablando así de normal en un lugar tan peligroso. Cogió su mano y estiró hacia abajo para que ambos estuviesen a la misma altura y poder seguir teniendo la conversación. -Ya que tu te fuiste sin despedirte de mi.- Retomó la conversación y se quedo callada, con una apariencia de estar mosqueada aunque realmente no lo estaba. Se sentía feliz por estar ahí con él.
Poder salir de aquella casa es para mi un sueño y más si me voy con alguien que ya tiene cierta apariencia de experiencia en estar ante el peligro aun que, la cosa le haya ido mal la última vez. Confío en él, da igual que no lo conozca, me trasmite cierta confianza, además... ya a dormido en mi cama y no ha intentado nada, ¿realmente algo malo me podría hacer? sino anoche ya lo habría hecho.
Cuando oyó su última pregunta seguía callada pero esta vez se sonrojó y le respondió sin ni si quiera mirarle a los ojos. -¿Tú que crees? Anda, dime, cuál es el plan.- dijo sonriendo y acercándose más a él.
Poder salir de aquella casa es para mi un sueño y más si me voy con alguien que ya tiene cierta apariencia de experiencia en estar ante el peligro aun que, la cosa le haya ido mal la última vez. Confío en él, da igual que no lo conozca, me trasmite cierta confianza, además... ya a dormido en mi cama y no ha intentado nada, ¿realmente algo malo me podría hacer? sino anoche ya lo habría hecho.
Cuando oyó su última pregunta seguía callada pero esta vez se sonrojó y le respondió sin ni si quiera mirarle a los ojos. -¿Tú que crees? Anda, dime, cuál es el plan.- dijo sonriendo y acercándose más a él.
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Por lo visto intentó darme un susto por haberme ido de su casa sin despedirme, aunque ya la había dado mis razones, si era lo suficientemente terca como para no entenderlas, ya era problema suyo, aunque eso poco importaba, pues por lo visto si que tenía muy claras sus intenciones y eran venirse conmigo. Al parecer había convencido a aquella chica para unirse en la caza contra piratas. Ya me había dicho que su vida no le gustaba y quería cambiar de aires, pero no esperaba que lo hiciese ni entendía la razón, viviendo en una casa tan grande y con tantos lujos a su al rededor. La vida de los nobles era tan fácil...
La chica me preguntó por el plan. Por lo visto quería ir al grano, aunque no sería tan fácil. Si quería aventuras junto a muchos problemas, lo acababa de encontrar y a lo grande. Teníamos que infiltrarnos de alguna manera en aquel barco, sin que se diesen cuenta. Quería darle una lección a todos y cada uno de ellos, pero no podría hacerlo si se montaba una batalla campal en la que nos superarían en número exageradamente. Me puse el dedo índice delante de la boca e hice un sonido para que mantuviéramos silencio. Observé el panorama, aún no salía nadie del barco, cosa que me parecía extraña, pero dejó de ser así cuando un grupo se acercaba. Probablemente me estaban buscando, porque iban unos cuantos y con cara de mala uva.
-El plan es simple. Mi objetivo es darle una paliza a todos esos piratas, pero tenemos que hacerlo con cautela. No podremos contra todos a la vez, así que pretendía colarme en el barco y derribarlos uno a uno.- Explicaba yo, sin dejar de observar a aquellas personas que empezaban a ascender por el puente del navío.
La chica me preguntó por el plan. Por lo visto quería ir al grano, aunque no sería tan fácil. Si quería aventuras junto a muchos problemas, lo acababa de encontrar y a lo grande. Teníamos que infiltrarnos de alguna manera en aquel barco, sin que se diesen cuenta. Quería darle una lección a todos y cada uno de ellos, pero no podría hacerlo si se montaba una batalla campal en la que nos superarían en número exageradamente. Me puse el dedo índice delante de la boca e hice un sonido para que mantuviéramos silencio. Observé el panorama, aún no salía nadie del barco, cosa que me parecía extraña, pero dejó de ser así cuando un grupo se acercaba. Probablemente me estaban buscando, porque iban unos cuantos y con cara de mala uva.
-El plan es simple. Mi objetivo es darle una paliza a todos esos piratas, pero tenemos que hacerlo con cautela. No podremos contra todos a la vez, así que pretendía colarme en el barco y derribarlos uno a uno.- Explicaba yo, sin dejar de observar a aquellas personas que empezaban a ascender por el puente del navío.
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