El Errante
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Akuma no mi
Varios
Ya sea porque tenías sed de aventuras, de explorar, o porque te dio la real gana, llegaste al Reino de Lvneel acompañado de unos pocos navegantes de contrataste, quienes tras cumplir su trabajo se fueron por su lado y tú por el tuyo. Apenas hacía 15 minutos desde que cruzaste la puerta de la ciudad, todo parecía en orden.
Todo, excepto por un pequeño detalle. Sin comerlo ni beberlo, por detrás oyes pasos a toda prisa. Era una figura encapuchada quien se dirigía hacia a ti como alma que lleva el Diablo y al pasar por tu lado chocó con tu hombro. El golpe no fue muy duro, incluso más bien era un roce. Pero ahí.
Tras el desconocido, de la misma esquina que salió él, aparecieron tres hombres de tez oscura y espadas curvadas. Corrían en la misma dirección, es decir, hacia ti. Y es más, te estás dando cuenta de que no miran a la persona que ha pasado a tu lado, sino a ti. Y es más, estás casi seguro de que van a por ti, gritando cosas en un idioma extraño.
Detrás de tu tienes toda una calle llena de casuchas y puestos de mercadillo, abarrotado de gente donde podrías intentar despistarlos, o bien puedes enfrentarte a ellos a pesar de su clara superioridad numérica y su actitud muy poco amistosa. Claro que si los matas, quizás nunca sepas qué querían de ti.
Todo, excepto por un pequeño detalle. Sin comerlo ni beberlo, por detrás oyes pasos a toda prisa. Era una figura encapuchada quien se dirigía hacia a ti como alma que lleva el Diablo y al pasar por tu lado chocó con tu hombro. El golpe no fue muy duro, incluso más bien era un roce. Pero ahí.
Tras el desconocido, de la misma esquina que salió él, aparecieron tres hombres de tez oscura y espadas curvadas. Corrían en la misma dirección, es decir, hacia ti. Y es más, te estás dando cuenta de que no miran a la persona que ha pasado a tu lado, sino a ti. Y es más, estás casi seguro de que van a por ti, gritando cosas en un idioma extraño.
Detrás de tu tienes toda una calle llena de casuchas y puestos de mercadillo, abarrotado de gente donde podrías intentar despistarlos, o bien puedes enfrentarte a ellos a pesar de su clara superioridad numérica y su actitud muy poco amistosa. Claro que si los matas, quizás nunca sepas qué querían de ti.
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