Pairow
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Características
fuerza
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Intelecto
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Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Me encontraba en uno de los cuarteles de la armada revolucionaria, ubicado en un recóndito lugar de la gran line, realizando mis experimentos y confeccionando mis bombas en un laboratorio que me habían facilitado los altos rangos hace algún tiempo.
Estaba concentrado realizando unas mezclas con algunos químicos y su reacción con la nitroglicerina, el conocido elemento que permite realizar con mayor facilidad cuando, fui interrumpido por un molesto ruido, voltee un instante para ver quién era, distrayendo por un segundo y excediendo la cantidad de unos de los componentes en la mezcla, generando una gran explosión, cuyo sonido se escucho por todo el cuartel, además de haber llenado todo el laboratorio de humo y hacerme caer de mi silla al suelo, aquellas onda de choque ya no me provocaban un daño considerable pues con el paso de los años y el entrenamiento mi cuerpo ya estaba acostumbrado a recibir ese tipo de castigo.
Me levante un tanto molesto y abrí la puerta ante la mirada atónita del muchacho, quien al verme cubierto de hollín y de pie no entendía muy bien la situación, le mire y le dije que necesita, el joven un tanto extraño antes de cualquier cosa me pregunto cómo estaba debido a la explosión, debido a que aun veía salir el humo por la puerta del laboratorio, le mire y le dije
Estaba bien hasta que me interrumpiste ahora dime que sucede. con una cara molesta, para luego toser debido al humo
El joven me entrego una carta y se retiro, cerré la puerta nuevamente y active unos extractores de aire instalados en el techo del laboratorio para estas situaciones, tome el respaldo de mi silla la hice hacia atrás y me senté en mi escritorio. Abrí lentamente y con cuidado aquella carta, que al parecer serian ordenes de los superiores. Una vez abierta comencé la lectura.
Era una misión, al parecer un conocido traficante de esclavos se encontraba llevando un encargo a unos nobles mundiales, y al parecer este atracaría en el puerto de arabasta en busca de provisiones, y era nuestro deber como revolucionarios detenerle, específicamente me habían convocado como experto en explosivos con el objetivo de que pudiera destruir tanto las celdas, como el barco que estaban acondicionados para resistir fuertes impactos debido a su material. Pero esta carta además señalaba que este trabajo lo haría en compañía de otro sujeto, y que deberíamos de juntarnos en el puerto un día antes de que el barco del traficante llegara. Extrañamente no me dieron su nombre si no el apodo de renegado.
Leída la carta y comprendida mi misión, me aliste para mi viaje, lo primero y lo más importante era llevar una buena cantidad de explosivos y de diferentes tipos con el fin de lograr cumplir con el objetivo, llevaba detonadores, bombas y dinamita sin contar obviamente los químicos y herramientas para hacer mas en caso de emergencias. Junto con esto lleve mis dos pistolas que si bien no eran específicamente mi tipo de arma ya que no hacían explotar nada por lo tanto
las encontraba aburridas.
Así fue como me embarque al reino de arabasta, conocido lugar debido a su clima seco y inmensidad de territorios, no
tarde demasiado en llegar pues el cuartel en el que me encontraba estaba relativamente cerca por lo que el viaje fue corto y como el clima nos acompaño fue agradable.
Una vez la isla estaba a la vista, ya se lograba sentir aquel inmenso calor que te hacia sudar hasta la última gota de agua, además de sentir que aquel radiante sol te quemaba, rápidamente entre a mi camarote y tome todas mis cosas, mi vestimenta era simple estaba con una polera manga corta y unos pantalones cortos, en conjunto con un cinturón donde llevaba varias bombas y mis pistolas. A todo esto se le sumaba una gran mochila de color roja, donde cargaba todo lo demás, aquella mochila era en si un arma de destrucción pues si se llegaba a encender probablemente terminaría volando una gran parte del puerto y se llevaría a varios de los ciudadanos, construcciones y barcos.
Una vez tocamos puerto, los muchachos instalaron una escalera por la cual pudiera descender, baje por ellas, el calor era infernal y era algo que me preocupaba bastante pues los productos que llevaba comenzaban a gasificar a temperaturas inferiores y podrían entrar en ignición en cualquier momento fue por esto que preferí rápidamente colocarme a la sombra mientras buscaba algún lugar un poco más fresco.
Estaba concentrado realizando unas mezclas con algunos químicos y su reacción con la nitroglicerina, el conocido elemento que permite realizar con mayor facilidad cuando, fui interrumpido por un molesto ruido, voltee un instante para ver quién era, distrayendo por un segundo y excediendo la cantidad de unos de los componentes en la mezcla, generando una gran explosión, cuyo sonido se escucho por todo el cuartel, además de haber llenado todo el laboratorio de humo y hacerme caer de mi silla al suelo, aquellas onda de choque ya no me provocaban un daño considerable pues con el paso de los años y el entrenamiento mi cuerpo ya estaba acostumbrado a recibir ese tipo de castigo.
Me levante un tanto molesto y abrí la puerta ante la mirada atónita del muchacho, quien al verme cubierto de hollín y de pie no entendía muy bien la situación, le mire y le dije que necesita, el joven un tanto extraño antes de cualquier cosa me pregunto cómo estaba debido a la explosión, debido a que aun veía salir el humo por la puerta del laboratorio, le mire y le dije
Estaba bien hasta que me interrumpiste ahora dime que sucede. con una cara molesta, para luego toser debido al humo
El joven me entrego una carta y se retiro, cerré la puerta nuevamente y active unos extractores de aire instalados en el techo del laboratorio para estas situaciones, tome el respaldo de mi silla la hice hacia atrás y me senté en mi escritorio. Abrí lentamente y con cuidado aquella carta, que al parecer serian ordenes de los superiores. Una vez abierta comencé la lectura.
Era una misión, al parecer un conocido traficante de esclavos se encontraba llevando un encargo a unos nobles mundiales, y al parecer este atracaría en el puerto de arabasta en busca de provisiones, y era nuestro deber como revolucionarios detenerle, específicamente me habían convocado como experto en explosivos con el objetivo de que pudiera destruir tanto las celdas, como el barco que estaban acondicionados para resistir fuertes impactos debido a su material. Pero esta carta además señalaba que este trabajo lo haría en compañía de otro sujeto, y que deberíamos de juntarnos en el puerto un día antes de que el barco del traficante llegara. Extrañamente no me dieron su nombre si no el apodo de renegado.
Leída la carta y comprendida mi misión, me aliste para mi viaje, lo primero y lo más importante era llevar una buena cantidad de explosivos y de diferentes tipos con el fin de lograr cumplir con el objetivo, llevaba detonadores, bombas y dinamita sin contar obviamente los químicos y herramientas para hacer mas en caso de emergencias. Junto con esto lleve mis dos pistolas que si bien no eran específicamente mi tipo de arma ya que no hacían explotar nada por lo tanto
las encontraba aburridas.
Así fue como me embarque al reino de arabasta, conocido lugar debido a su clima seco y inmensidad de territorios, no
tarde demasiado en llegar pues el cuartel en el que me encontraba estaba relativamente cerca por lo que el viaje fue corto y como el clima nos acompaño fue agradable.
Una vez la isla estaba a la vista, ya se lograba sentir aquel inmenso calor que te hacia sudar hasta la última gota de agua, además de sentir que aquel radiante sol te quemaba, rápidamente entre a mi camarote y tome todas mis cosas, mi vestimenta era simple estaba con una polera manga corta y unos pantalones cortos, en conjunto con un cinturón donde llevaba varias bombas y mis pistolas. A todo esto se le sumaba una gran mochila de color roja, donde cargaba todo lo demás, aquella mochila era en si un arma de destrucción pues si se llegaba a encender probablemente terminaría volando una gran parte del puerto y se llevaría a varios de los ciudadanos, construcciones y barcos.
Una vez tocamos puerto, los muchachos instalaron una escalera por la cual pudiera descender, baje por ellas, el calor era infernal y era algo que me preocupaba bastante pues los productos que llevaba comenzaban a gasificar a temperaturas inferiores y podrían entrar en ignición en cualquier momento fue por esto que preferí rápidamente colocarme a la sombra mientras buscaba algún lugar un poco más fresco.
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