Iku Hanna
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Akuma no mi
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Turnos: Kyle-Karl-Kyle...
Escenario: La Isla de los Animales Raros es una isla que está cubierto en su totalidad por bosques y tiene muchos animales extraños en ella, la mayoría de los cuales son mezclas de dos o más animales normales, incluyendo cocofox.
- Los retos se decidirán por moderación.
- Los ganadores de los combates recibirán 1500 de experiencia. Los perdedores 750. En caso de empate, ambos 750.
- Sin fecha límite, el combate termina cuando uno no puede luchar más.
- Sin saltos de turnos.
- Se conservarán las cicatrices, pero no hay posibilidad de muerte, desmembramiento o pérdida de visión, audición u otros daños irreversibles para el personaje.
- Las tres islas para los combates preferiría que fueran tres distintas. No me importa que la elija el moderador o el propio rival.
¡SUERTE!
Helado-chan
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Akuma no mi
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-Gatito, gatito...- decía a la par que iba haciéndome hacia atrás, alejándome todo lo que podía de lo que parecía ser un gato... Que claramente no lo era.
Aquel especie de híbrido entre gato y rinoceronte estaba maullando mientras raspaba el suelo con su enorme pata delantera y me miraba fijamente. No quería hacerle daño, pero por desgracia no podía decir lo mismo de él.
Y corrió hacia mí a embestirme con el pequeño cuerno que sobresalía de su felina cabeza. Pero no llegó a rozar mi cuerpo con él. Umbra, mi guadaña blanca ya se había incrustado en su cráneo haciendo que el animal perdiera la vida al instante y que tanto la guadaña como el suelo se tiñeran de un oscuro escarlata.
-Que asco de bicho... Éste y todos los que viven aquí. Que ganas de matarlos a todos.- dijo una voz usando mi cuerpo como conducto: mi alter ego. De nuevo había conseguido tomar mi cuerpo tan solo por bajar la guardia un instante. Solo podía esperar a que se cansara para volver a mi cuerpo, resistirme no serviría de nada.
De un certero movimiento arrancó a Umbra del inerte ser que yacía a sus pies y la alzó hacia el mismo lado con la que la mantenía, la derecha, para limpiar la sangre que la había manchado. Tras eso simplemente siguió caminando con una sonrisa macabra en su rostro, y sus ojos, rojos como la sangre y con la pupila atigrada, ya se habían puesto a buscar otra pobre víctima más.
Aquel especie de híbrido entre gato y rinoceronte estaba maullando mientras raspaba el suelo con su enorme pata delantera y me miraba fijamente. No quería hacerle daño, pero por desgracia no podía decir lo mismo de él.
Y corrió hacia mí a embestirme con el pequeño cuerno que sobresalía de su felina cabeza. Pero no llegó a rozar mi cuerpo con él. Umbra, mi guadaña blanca ya se había incrustado en su cráneo haciendo que el animal perdiera la vida al instante y que tanto la guadaña como el suelo se tiñeran de un oscuro escarlata.
-Que asco de bicho... Éste y todos los que viven aquí. Que ganas de matarlos a todos.- dijo una voz usando mi cuerpo como conducto: mi alter ego. De nuevo había conseguido tomar mi cuerpo tan solo por bajar la guardia un instante. Solo podía esperar a que se cansara para volver a mi cuerpo, resistirme no serviría de nada.
De un certero movimiento arrancó a Umbra del inerte ser que yacía a sus pies y la alzó hacia el mismo lado con la que la mantenía, la derecha, para limpiar la sangre que la había manchado. Tras eso simplemente siguió caminando con una sonrisa macabra en su rostro, y sus ojos, rojos como la sangre y con la pupila atigrada, ya se habían puesto a buscar otra pobre víctima más.
Rylanor
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Akuma no mi
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Karl atravesaba aquella extraña isla con una expresión extraña. Parecía como ausente. Veía pero a la vez no, iba como sonámbulo o zombie. Caminaba como de manera automática. Nadie podía saber lo que pensaba. Su mente era en ese momento un torbellino de dolor. El mundo había muerto para él. No había nada que le atase a la existencia y tan sólo vagaba luchando a muerte con toda forma de vida que hallaba, buscando simplemente encontrar algo de consuelo en el calor de la batalla o al fin la paz en la muerte. El peso del dolor de sus recuerdos fue insostenible durante un momento, y el marine se apoyó contra un árbol mientras sus labios formulaban un nombre sin llegar a pronunciarlo. El nombre de aquella persona que había sido la razón de su felicidad durante tanto tiempo y a la cual no volvería a ver jamás. Casi cuatro años habían pasado desde que la había conocido. Y hacía nueve meses que habían comenzado a estar juntos. Karl se odiaba por no haber aprovechado el tiempo antes de aquel fatídico suceso.
Entonces algo le hizo levantar la vista. Escuchaba pasos entre la floresta. Como un animal salvaje al acecho, comenzó a desplazarse encorvado entre las plantas. Iba vestido con una capa de viaje negra harapienta y deshilachada, y su barba iba necesitando ya un afeitado urgente. El pelo estaba despeinado t comenzaba a necesitar ya un corte también, y tenía su único ojo inyectado en sangre y hundido en la cuenca. Entonces lo vio: era un chico joven con una guadaña. Con un gruñido previo más animal que humano corrió hacia él transformándose en una bestia extraña, un humanoide de dos metros treinta con una cabeza de hombre cabra y otra de hombre león, torso músculoso lleno de pelo dorado, brazos escamosos con garras, cola de reptil terminada en una cabeza de ofidio y patas de cabra. Rugió con ferocidad mientras atacaba con sus garras al chico.
Ataque de garra [AID]
Entonces algo le hizo levantar la vista. Escuchaba pasos entre la floresta. Como un animal salvaje al acecho, comenzó a desplazarse encorvado entre las plantas. Iba vestido con una capa de viaje negra harapienta y deshilachada, y su barba iba necesitando ya un afeitado urgente. El pelo estaba despeinado t comenzaba a necesitar ya un corte también, y tenía su único ojo inyectado en sangre y hundido en la cuenca. Entonces lo vio: era un chico joven con una guadaña. Con un gruñido previo más animal que humano corrió hacia él transformándose en una bestia extraña, un humanoide de dos metros treinta con una cabeza de hombre cabra y otra de hombre león, torso músculoso lleno de pelo dorado, brazos escamosos con garras, cola de reptil terminada en una cabeza de ofidio y patas de cabra. Rugió con ferocidad mientras atacaba con sus garras al chico.
Ataque de garra [AID]
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