Dos Shichibukais, un Yonkaikyo y dos Piratas, Un dia inolvidable. (Privado-Pasado) ( Same.D Shark, Rainbow, Lavi, Kirito y Takeshi)

El cielo ese día estaba algo nublado pero sin embargo no había rastro de lluvia o eso al menos parecía. El mar estaba algo agitado pero no demasiado, aquella isla llamada Ireos se hallaba como siempre en aquel lugar alejado del North Blue. Había una maldita flor que cualquiera que la pisara o tocara activaría un veneno mortal que en ocho horas acabaría con el que lo hubiese sufrido. Era algo realmente aterrador y el ser que se aproximaba a la isla lo sabía bastante bien ya que se lo había oído hablar a sus compañeros de Atesaky, hacía mucho que no sabía de aquellos a los que llamaba compañeros y solo se veía con Sawaki. Pero ese día el tiburón toro que se aproximaba no iba de visita. Estaba huyendo literalmente de algo bastante grande.

El Gyojin se encontraba detrás de una roca callado y sumergido mientras su sonrisa sádica estaba presente en su rostro como de costumbre. De repente un ser que parecía una enorme serpiente gigantesca de color verde claro pasó por al lado de la roca y siguió de forma recta pasando de la roca. El temible rey marino estaba tras el tiburón toro pues le había pillado nadando y este por suerte había sido más hábil esquivándolo y dándole para el pelo. Por fin aquel ser se iba y el tiburón sonrió de lado nadando a la superficie donde asomó la cabeza. El chico experto en el Karate Gyojin pudo ver en frente de él una enorme isla. No sabía que se trataba de Ireos. Sin embargo si sabía que estaba en el North Blue, aquel maldito ser le había llevado hasta allí y se había alejado del barco que planeaba atacar. Ahora se encontraba saliendo del agua y depositando sus pies en la orilla. Su cuerpo estaba muy bien formado y musculoso y n portaba armas pues su mejor arma era su físico y sus habilidades de Gyojin.

Se rascaba la cabeza pensando en el posible lugar en el que se encontraba. Su mirada se fijaba en los primeros arboles cuando de repente sintió un grito, giró su cabeza despacio a su izquierda pues el grito vino de esa dirección. Allí se encontraba un pescador que se dirigía hacía el tiburón a toda prisa. Este una vez hubo llegado tomó un poco de aire y después empezó a hablarle al enorme tiburón que medía unos 2,15.

Perdone ¿sabe en qué isla nos encontramos ahora? He llegado con mi bote y no se donde estoy.

No, no lo sé humano así que me temo que no puedo ayudarte ¡Je!


Dijo en un tono burlón como siempre. Aquel hombre asintió y se giró dirigiéndose a su bote de nuevo, el tiburón se quedo impresionado pues aquel tipo no le temía pese a ser un Gyojin y además le había tratado bien. Por ese mero hecho había salvado su vida pues de ser un atacante el tiburón le habría eliminado. Ahora pegó un suspiro mirando hacia el mar para después sonreír de lado. Esperó unos segundos sin saber qué hacer, explorar la isla era buena opción aunque debía volver pronto con Sawaki para buscarle y comenzar otro de sus asaltos como la carnicería que organizaron en Loguetown.

Odiaba aquella isla. Eso era lo que Arribor pensaba sentado en aquella roca con una caña de pescar improvisada. Desde que el día anterior se despertó allí sin recordar como no le había ocurrido nada bueno. Lo último que recordaba era que había subido de polizón a un barco mercante para conseguir transporte gratis. Noqueó al vigía y ocupó su lugar en lo más alto para pasar desapercibido. Por desgracia aquel sitio de vistas privilegiadas era tan relajante que acabó durmiéndose. Cuando el resto de tripulantes se dieron cuenta de que se acercaban a una isla y de que el vigía no había dado ningún aviso, subieron a ver que ocurría y se encontraron con un soñoliento invitado no deseado. Lo último que recordaba era que se despertó atado en la costa de una isla montañosa. Probablemente le habían drogado mientras dormía y le habían dejado abandonado allí. Al menos podrían haberse tomado la molestia de decirle donde estaba.

Al principio se lo tomó como unas vacaciones improvisadas pero pronto se dio cuenta de que aquel maldito lugar era como una trampa mortal. A las pocas horas de despertar una especie de rinoceronte con alas se abalanzó hacia él con los ojos inyectados en sangre. Aquel bicho era como una mezcla de animales mal montada y con una agresividad sorprendente. Arribor pensaba encargarse de él pero resultó que no hizo falta. Aquella cosa tropezó con una gruesa rama y al tambalearse pisó una llamativa flor roja. Al momento, el animal se detuvo como si delante suya hubiese un abismo. Aribor lo miró sorprendido, realmente le había afectado pisar esa ridícula planta, tal vez fuese su alimento o algo así. Fuera lo que fuera no pensaba quedarse a averiguarlo.

Después de eso, el día no hizo más que empeorar. Mientras recogía algunas provisiones cerca de una cueva le atacó una especie de puma negro con dos colas en la espalda. Por suerte pudo acabar con él antes de que otros tres de esos bichos raros apareciesen y comenzaran a perseguirle. Por lo visto todas las criaturas de la isla pretendían matarle y devorarlo, eran realmente molestos. Odiaba aquella isla.

Lo peor de eso fue que perdió todas sus provisiones así que después de librarse de ellos, las siguientes horas decidió intentar pescar algo. Se acercó hasta el lugar donde había despertado horas atrás y buscó un lugar donde conseguir algo de comida. Improvisó una caña de pescar de mala calidad y, sentado en una roca algo más adentrada en el agua que el resto, esperó pacientemente a que picara algún pez.

No esperaba que aquello de pescar fuese tan horriblemente aburrido, llevaba ya bastante tiempo allí y le había dado tiempo a explorar aquella parte de la isla e incluso a recoger algo de fruta sin que nada picase. Sin embargo pronto ocurrió algo interesante. Un enorme rey marino apareció a lo lejos y al poco tiempo un nuevo invitado llegó a la isla. Era un alto y fornido Gyojin con pinta amenazadora. Estaba a bastante distancia de donde él se encontraba así que dudaba de que lo hubiera visto. Sorprendentemente no era el único allí; el Gyojin estaba hablando con alguien más cuando de repente otro tipo, pelirrojo y con un parche en el ojo, apareció corriendo desde el bosque.

Arribor pensaba acercarse a hablar con ellos para ver si alguno sabía donde diablos se encontraba pero parecía que aquellos hombres no estaban por la labor. El tipo del parche se abalanzó sobre los otros dos con su arma desenvainada. No parecía que ninguno de ellos fuese de fiar como para que pudiesen serle de ayuda para salir de la isla. Mientras tanto una especie de animal se acercaba volando desde el horizonte, no tenía ni idea de que era pero no le prestó mucha atención. Parecía que iba a tener que pasar allí más tiempo del que le gustaría así que simplemente se sentó a observar que pasaba. Ahhh, realmente odiaba aquella isla.

El tiburón toro estaba a punto de comenzar a caminar hacia aquella isla cuando de repente un chico pelirrojo surgió de la nada colocándose frente a él a una enorme velocidad. El Gyojin lo miraba con su sonrisa burlona de siempre sin saber quién diablos era. Parecía estar desesperado pues sin ni siquiera presentarse sacó su arma y empezó a decir que se quería comer a Shark. Este ladeó la cabeza pues estaba confuso, un humano quería comérselo cuando debería de ser al revés. Tal vez era un chiste de aquel pelirrojo el cual llevaba un parche.  Tras un suspiro se estiró un poco, aquel chico quería pelea o algo por el estilo y el enorme luchador dominaba el Karate Gyojin. Si quería pelea la iba a tener, en ese momento sus dorados ojos tomaron una expresión algo mas burlona que la anterior y apretaba los músculos de su poderoso cuerpo. Justo cuando iba a lanzar un ataque miró a su derecha y de inmediato se estuvo quieto.

Los ojos del tiburón toro pudieron ver a un enorme ser parecido a una comadreja con guadañas en los brazos o algo así, la criatura se acercaba a la isla y el hombre pez tenía curiosidad por saber lo que era. Algo tan grande intimidaba y no tenía pinta de ser amistoso, parecía un ser terrible que podría partir en dos a quien se propusiera, estaba dispuesto a seguirlo y averiguar que era pero la vista de Shark al girar la cabeza pudo ver a otro tipo a los lejos pescando. Parecía que la isla no estaba tan deshabitada como parecía pues ya había descubierto a  varias personas y a una cosa monstruosa enorme. Este no se lo creía y fue cuando miró al mar. Ahora una maldita niebla lo invadía y no podía ver que estaba pasando. Era una situación muy extraña a decir verdad y el pelirrojo seguía allí, el tiburón sintió un escalofrió en su espalda y de repente fijó su mirada en el chico que decía que se lo iba a comer con ilusión. Ignoró la pelea y se centró en lo principal que era averiguar qué estaba pasando en aquella isla.

Mejor deja eso para después chico, has visto como yo a esa comadreja gigante y como el mar se ha puesto así de repente. A parte de cómo sabrás no es muy normal que todo esto esté ocurriendo al mismo tiempo.

Le dijo al pelirrojo en un tono burlón de nuevo observando a su alrededor. No pretendía reírse de él, simplemente era su tono de voz y no podía cambiarlo. Ahora pensaba en la situación en la que se encontraba. Caminó de forma tranquila ignorando al pelirrojo, se dirigía hacia donde estaba el tipo pescando. Estaba alerta por si el chico del parche le atacaba. Aquella enorme comadreja le había llamado la atención y también se dirigía hacia ella, eran sus dos objetivos aunque algo en aquella niebla le daba mala espina, ahora solo quedaba investigar que diablos estaba pasando allí.

El banco de niebla apareció de la nada. Arribor seguía pescando atento a los movimientos del Gyojin y del otro tipo por si a alguno se le iba la cabeza más de lo que se veía y le daba por atacarle. Por suerte o por desgracia el ambiente se relajó, no estaba seguro de si eso era bueno pues un combate entretenido le habría ayudado a relajarse. El hombre del parche envainó su arma tras una breve conversación y Arribor perdió el interés. Para su sorpresa había pasado lo último que se le ocurría que podía pasar, la niebla cubría ahora buena parte del mar frente a él. -"¿Qué demonios? Juraría que antes estaba soleado." -pensó soltando la caña del asombro.

El clima no era su especialidad, pero sabía que la niebla no aparecía de repente y sin ningún tipo de aviso previo. Tal vez había perdido la consciencia durante un rato y había cambiado el tiempo o algo así, o a lo mejor simplemente aquel lugar era tan molesto como parecía. Volvió a echar un vistazo hacia donde estaban los dos hombres y vio como un tercer invitado aparecía desde le interior del bosque. -"¿Y cuándo demonios ha llegado ese?" -pensó mientras se fijaba en si podía resultar o no peligroso. No parecía más que un joven espadachín y no parecía demasiado violento o amenazador a simple vista.

En ese momento algo llamó su atención, la caña de pescar comenzó a agitarse descontroladamente y Arribor empezó a tirar de ella con fuerza. Tras unos segundos de forcejeo, contento de haber pescado algo de una vez, por fin pudo hacer salir al pez del agua. Sin embargo no parecía que esa noche fuera a cenar pescado. Aquel bicho parecía más bien una anguila gigante con unos ojos desorbitados, esa cosa no era ni por asomo apetecible y Arribor la devolvió al mar, aunque no sin tener que golpearla un par de veces para que no le mordiese.

Se había hartado de la pesca, era evidente que no era lo suyo. Se acercó a la zona donde estaban los otros tipos y confió en que alguno tuviera un barco que poder gorronear. Nada más llegar se dirigió al que parecía más normal de los tres, el hombre de las espadas. Entre otras cosas por que imaginaba que el Gyojin habría llegado nadando y el loco del parche no parecía muy de fiar, más o menos como él.

-Ey, amigo. ¿Vives aquí? Imagino que no, nadie viviría en un lugar así. Soy Neus, Arribor Neus. -Le tendió la mano intentando ser simpático y confiando en que le ayudara a abandonar aquel maldito lugar. Lo cierto era que la cara de aquel tipo le sonaba de algo aunque no sabía de que exactamente. En fin que importaba eso, lo único que le interesaba era proseguir su viaje lejos de esa isla.