Steve
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Límite de tiempo : Sin fecha límite.
Escenario : Momoiro es una isla de Grand Line donde tanto las plantas y los animales son rosas. Su nombre significa rosa en japonés. Es donde reside el reino Kamabakka, un lugar para aquellos con el corazón de una dama. El nombre de este reino significa "lleno de travestis", lo que se ajusta a la realidad. La isla y sus habitantes son totalmente opuestos a los de Amazon Lily. Mientras que en Amazon Lily solo viven mujeres que se comportan como hombres (como las amazonas), en Momoiro viven hombres que se comportan como mujeres, por lo general travestis.
Turnos : Crimson, Jallial, Crimson...
Condiciones :
- Ganador 1500 puntos de XP
- Perdedor 700 puntos de XP
- En caso de empate ambos 800 puntos de XP
- Isla a elección del moderador
- El combate será a K.O
- Sin límite de tiempo
- Si yo gano el "capi" me nombrará "Mascota oficial de la banda", puesto que queda por encima de cualquier autoridad (él incluido xD)
- Si él gana me nombrará "Comandante" de una de las divisiones.
Crimson
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Visión turbada, malestar general, dolor de cabeza, náuseas... definitivamente tenía su enésima resaca y ya no sabía ni donde había aparecido ni como había acabado en un lugar tan pomposo y escandalosamente colorido. El joven pirata se hallaba tumbado bajo una inmensa hoja de un árbol, vestido con un tutú rosa -ùnicamente-, dejando muy poco a la imaginación lleno de las manchas carmín de diversos y cuantiosos besos, que por la marcas no debían de ser de labios de una fina damisela sino de un orco en celo o incluso algo peor... cosa que resultaría ser cierto, sólo que él aún no lo sabía.
Se levantó lentamente, algo adolorido, aunque nada que no se pueda curar con un poco más de ginebra. Al hacerlo le dio con la cabeza en la hoja, que asomaba por encima de él a modo de sombrilla natural, haciendo que de esta cayese, resbalando, su característico abrigo rojo en forma de bolsa en el que estaban todas sus armas metidas, puestas de mal forma. Lo recogió con un brazo y empezó a contemplarse, viendo el aspecto de drag queen que tenía pero en ese momento poco le importaba ya que lo primero que debía hacer es saber dónde estaba y por qué tenía tantos chupetones, algunos en zonas que preferiría no nombrar.
Así que tal cual se dirigió hacia la población, transformándose en águila y surcando el cielo llevando colgado de sus garras el abrigo hasta hallarla con relativa facilidad gracias a su diáfana mirada de rapaz. No tardó mucho más de una decena de minutos en llegar y posarse sobre una de las construcciones, de aspecto de un postre helado, más altas del lugar desde el cual contemplaba todo el lugar. Incluso en su estado de animal aún la cabeza le daba vueltas.
A lo lejos pudo ver una cafetería, "Mermaid Café". ¿Sería igual que la de la isla gyojin a la cual estaba acostumbrado a ir en su infancia y más tierna juventud, lleno de suculentas sirenas?. Sólo había una forma de comprobarlo y era entrar y ver si tenía suerte para ese día. Bajó planeando y tras casi llegar al suelo se convirtió nuevamente en humano, dejando a relucir sus elegantes ropajes, algo de los que todos los "hombres" del lugar parecieron apreciar soltando un silbido demasiado coqueto para el gusto de Crimson que los miraba de reojo, extrañado por la cantidad de congéneres travestidos que habían allí. Eso podóia explicar el motivo de esa ropa y las marcas de pintalabios... pero procuraba no pensar demasiado en ello.
Se levantó lentamente, algo adolorido, aunque nada que no se pueda curar con un poco más de ginebra. Al hacerlo le dio con la cabeza en la hoja, que asomaba por encima de él a modo de sombrilla natural, haciendo que de esta cayese, resbalando, su característico abrigo rojo en forma de bolsa en el que estaban todas sus armas metidas, puestas de mal forma. Lo recogió con un brazo y empezó a contemplarse, viendo el aspecto de drag queen que tenía pero en ese momento poco le importaba ya que lo primero que debía hacer es saber dónde estaba y por qué tenía tantos chupetones, algunos en zonas que preferiría no nombrar.
Así que tal cual se dirigió hacia la población, transformándose en águila y surcando el cielo llevando colgado de sus garras el abrigo hasta hallarla con relativa facilidad gracias a su diáfana mirada de rapaz. No tardó mucho más de una decena de minutos en llegar y posarse sobre una de las construcciones, de aspecto de un postre helado, más altas del lugar desde el cual contemplaba todo el lugar. Incluso en su estado de animal aún la cabeza le daba vueltas.
A lo lejos pudo ver una cafetería, "Mermaid Café". ¿Sería igual que la de la isla gyojin a la cual estaba acostumbrado a ir en su infancia y más tierna juventud, lleno de suculentas sirenas?. Sólo había una forma de comprobarlo y era entrar y ver si tenía suerte para ese día. Bajó planeando y tras casi llegar al suelo se convirtió nuevamente en humano, dejando a relucir sus elegantes ropajes, algo de los que todos los "hombres" del lugar parecieron apreciar soltando un silbido demasiado coqueto para el gusto de Crimson que los miraba de reojo, extrañado por la cantidad de congéneres travestidos que habían allí. Eso podóia explicar el motivo de esa ropa y las marcas de pintalabios... pero procuraba no pensar demasiado en ello.
Jallial Reezek
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¿Otra vez? ¿De verdad me había vuelto a perder otra vez? Sí. De nuevo, me encontraba Dios sabe dónde, y Dios sabe por qué, tirado en una playa, recostado en mi pequeño bote, con una fuerte jaqueca y un intenso dolor que me recorría todo el cuerpo.
Como de costumbre era todo “gracias” a Red, que una vez más se había hecho con el control de mi cuerpo y me había utilizado como una simple marioneta de carne. Definitivamente no era capaz de luchar contra sus impulsos, contra aquella sed de sangre insaciable, y cada día se iba haciendo más fuerte, sólo mis puertas podían retenerlo, y ya ni siquiera eso…
Me levanté lentamente, dolorido, llevando una de mis manos a la cabeza para tratar de recomponer las imágenes borrosas que podía percibir. Definitivamente estaba muy tocado, pues me parecía estar en una tarta de fresa gigante, pero de todas formas bajé para confirmar mis sospechas. No parecía ser un pastel, aunque sí algo pasteloso, la verdad. –*Joder, me ha comido un pony rosa y me ha cagado aquí, ¿o qué?* –Era lo único que alcanzaba a pensar en aquel momento, mientras avanzaba por aquella extraña isla tratando de buscar a alguien que pudiera echarme una mano. No tardé en encontrar a una joven muy simpática, atenta, amable, cariñosa, no era demasiado guapa, pero parecía que yo le gustaba, lo cual me hacía sentir feliz, y parecía tener una voz algo bronca, pero eso no me importaba, estaría resfriada la pobre. Poco a poco fui recuperando la vista, pero por desgracia no me di cuenta de mi error con mis ojos. La “chica” se lanzó sobre mí para darme un abrazo y restregó su cara contra la mía, durante lo cual sentí como si una lija me pasara por el moflete. Era su barba. La aparté de un empujón y finalmente terminé de enfocarla. No era una chica, distaba mucho de serlo… ¡Era un okama!
Por mi cabeza se me pasaron decenas de cosas. ¿Qué demonios hacíamos en aquella isla? ¿Red me trajo para reírse de mí acaso? Tampoco era el momento de pensarlo, me despedí de “la joven” y salí huyendo del lugar. En qué mala hora hice eso… Cuando me quise dar cuenta, y sin saber bien por qué, tenía a más de veinte okamas persiguiéndome por la costa de aquella isla. Tras casi diez minutos huyendo como un poseso pude divisar a lo lejos una taberna o algo similar, y vi como una sombra bajaba volando de los cielos para meterse dentro. Parecía ser un pájaro, tal vez fuera un bicho raro, o un usuario de una fruta zoan alada. ¿Eso existía? Me daba igual, aquella era la única forma de salir de aquella isla. -*Necesito escapar volando a lomos de ese bicho…*-Pensé mientras me dirigía ahora a la taberna a toda prisa.
En un par de minutos llegué y no vi más que okamas ahí dentro. No obstante parecía que todos silbaban a un okama en particular, o que al menos vestía como uno. -*¿Será este el pollo alado?* -Pensaba yo mientras miraba de arriba abajo a un tipo vestido con un tutú color rosa.
-Esto… Hola, me llamo Reezek, me ha parecido ver como bajabas desde…- Antes de poder terminar mi frase y pedirle a aquel tipo que me sacara volando de allí los okamas que me seguían entraron por la puerta, echando esta abajo. La verdad es que no eran nada femeninos, más bien eran unos brutos. Uno de los que entró nos miró al mismo tiempo que otro de los que ya estaba allí dentro se levantó y también quedó mirándonos. Se miraron el uno al otro y gritaron al unísono: “¡Pelea de amor!” Tras esto todos los okamas de allí comenzaron a gritar entusiasmados, yo no sabía qué demonios era eso, pero no quería saberlo. Estaba asustado, cerraba el culo con fuerza por lo que pudiera pasar. En un momento de desesperación hasta traté de hablar con Red, pero después de haberme poseído la última vez estaba muy debilitado y no estaba ni siquiera consciente ahora mismo. -*Mierda, estoy jodido… Nunca mejor dicho… Joder… *-Pensaba yo, asustado. Uno de los dos okamas comenzó a gritar que todos guardaran silencio y se puso a hablar.
-Amigas, hoy tenemos un acontecimiento que se da muy pocas veces, dos hermosotes forasteros han acabado en nuestra isla, y como ya sabéis, la tradición es que hagan una “¡Pelea de amor!” –Cuando dijo aquello todos gritaron entusiasmados, me daba mala espina. –Las reglas son muy sencillas, vosotros dos pelearéis el uno con el otro, y el ganador, podrá elegir quien de los dos se quedará en esta isla como nuestro “juguetito” durante un tiempecito. –Tras decir aquello nos mandó un guiño que me heló la sangre. No podía perder aquel combate, y al parecer negarse, con tantos rodeándonos y muchos armados, no era una buena idea.
-En fin… Ha sido un honor conocerte amigo, pero creo que vamos a tener que pelear… No pienso ser yo quien se quede en este agujero infernal. –Dije yo, pensando cosas malas al pronunciar la palabra “agujero”.
Nos llevaron a ambos afuera empujando entre las decenas de hombres musculosos vestidos como colegialas y más pintados que una puerta, para una vez fuera formar un corrillo a nuestro alrededor. El “ring” había sido montado ya, sólo quedaba pelear, aunque yo no era demasiado belicista y traté de razonar con aquel tipo para unirnos y salir de aquella isla, pero cuando me disponía a comentarle mi plan a él un okama por mi espalda y al grito de “¡Da tu mejor esfuerzo, churri!” me dio un empujón contra él con tal fuerza que salí prácticamente volando en dirección a mi nuevo “amigo”. Para no lastimarme y de manera involuntaria coloqué mis codos para cubrir mi cuerpo, dando a entender posiblemente que estaba pasando al ataque. El combate acababa de empezar…
Como de costumbre era todo “gracias” a Red, que una vez más se había hecho con el control de mi cuerpo y me había utilizado como una simple marioneta de carne. Definitivamente no era capaz de luchar contra sus impulsos, contra aquella sed de sangre insaciable, y cada día se iba haciendo más fuerte, sólo mis puertas podían retenerlo, y ya ni siquiera eso…
Me levanté lentamente, dolorido, llevando una de mis manos a la cabeza para tratar de recomponer las imágenes borrosas que podía percibir. Definitivamente estaba muy tocado, pues me parecía estar en una tarta de fresa gigante, pero de todas formas bajé para confirmar mis sospechas. No parecía ser un pastel, aunque sí algo pasteloso, la verdad. –*Joder, me ha comido un pony rosa y me ha cagado aquí, ¿o qué?* –Era lo único que alcanzaba a pensar en aquel momento, mientras avanzaba por aquella extraña isla tratando de buscar a alguien que pudiera echarme una mano. No tardé en encontrar a una joven muy simpática, atenta, amable, cariñosa, no era demasiado guapa, pero parecía que yo le gustaba, lo cual me hacía sentir feliz, y parecía tener una voz algo bronca, pero eso no me importaba, estaría resfriada la pobre. Poco a poco fui recuperando la vista, pero por desgracia no me di cuenta de mi error con mis ojos. La “chica” se lanzó sobre mí para darme un abrazo y restregó su cara contra la mía, durante lo cual sentí como si una lija me pasara por el moflete. Era su barba. La aparté de un empujón y finalmente terminé de enfocarla. No era una chica, distaba mucho de serlo… ¡Era un okama!
Por mi cabeza se me pasaron decenas de cosas. ¿Qué demonios hacíamos en aquella isla? ¿Red me trajo para reírse de mí acaso? Tampoco era el momento de pensarlo, me despedí de “la joven” y salí huyendo del lugar. En qué mala hora hice eso… Cuando me quise dar cuenta, y sin saber bien por qué, tenía a más de veinte okamas persiguiéndome por la costa de aquella isla. Tras casi diez minutos huyendo como un poseso pude divisar a lo lejos una taberna o algo similar, y vi como una sombra bajaba volando de los cielos para meterse dentro. Parecía ser un pájaro, tal vez fuera un bicho raro, o un usuario de una fruta zoan alada. ¿Eso existía? Me daba igual, aquella era la única forma de salir de aquella isla. -*Necesito escapar volando a lomos de ese bicho…*-Pensé mientras me dirigía ahora a la taberna a toda prisa.
En un par de minutos llegué y no vi más que okamas ahí dentro. No obstante parecía que todos silbaban a un okama en particular, o que al menos vestía como uno. -*¿Será este el pollo alado?* -Pensaba yo mientras miraba de arriba abajo a un tipo vestido con un tutú color rosa.
-Esto… Hola, me llamo Reezek, me ha parecido ver como bajabas desde…- Antes de poder terminar mi frase y pedirle a aquel tipo que me sacara volando de allí los okamas que me seguían entraron por la puerta, echando esta abajo. La verdad es que no eran nada femeninos, más bien eran unos brutos. Uno de los que entró nos miró al mismo tiempo que otro de los que ya estaba allí dentro se levantó y también quedó mirándonos. Se miraron el uno al otro y gritaron al unísono: “¡Pelea de amor!” Tras esto todos los okamas de allí comenzaron a gritar entusiasmados, yo no sabía qué demonios era eso, pero no quería saberlo. Estaba asustado, cerraba el culo con fuerza por lo que pudiera pasar. En un momento de desesperación hasta traté de hablar con Red, pero después de haberme poseído la última vez estaba muy debilitado y no estaba ni siquiera consciente ahora mismo. -*Mierda, estoy jodido… Nunca mejor dicho… Joder… *-Pensaba yo, asustado. Uno de los dos okamas comenzó a gritar que todos guardaran silencio y se puso a hablar.
-Amigas, hoy tenemos un acontecimiento que se da muy pocas veces, dos hermosotes forasteros han acabado en nuestra isla, y como ya sabéis, la tradición es que hagan una “¡Pelea de amor!” –Cuando dijo aquello todos gritaron entusiasmados, me daba mala espina. –Las reglas son muy sencillas, vosotros dos pelearéis el uno con el otro, y el ganador, podrá elegir quien de los dos se quedará en esta isla como nuestro “juguetito” durante un tiempecito. –Tras decir aquello nos mandó un guiño que me heló la sangre. No podía perder aquel combate, y al parecer negarse, con tantos rodeándonos y muchos armados, no era una buena idea.
-En fin… Ha sido un honor conocerte amigo, pero creo que vamos a tener que pelear… No pienso ser yo quien se quede en este agujero infernal. –Dije yo, pensando cosas malas al pronunciar la palabra “agujero”.
Nos llevaron a ambos afuera empujando entre las decenas de hombres musculosos vestidos como colegialas y más pintados que una puerta, para una vez fuera formar un corrillo a nuestro alrededor. El “ring” había sido montado ya, sólo quedaba pelear, aunque yo no era demasiado belicista y traté de razonar con aquel tipo para unirnos y salir de aquella isla, pero cuando me disponía a comentarle mi plan a él un okama por mi espalda y al grito de “¡Da tu mejor esfuerzo, churri!” me dio un empujón contra él con tal fuerza que salí prácticamente volando en dirección a mi nuevo “amigo”. Para no lastimarme y de manera involuntaria coloqué mis codos para cubrir mi cuerpo, dando a entender posiblemente que estaba pasando al ataque. El combate acababa de empezar…
Crimson
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Entró al Mermaid Café pero no era en absoluto nada parecido a lo que recordaba de la isla Gyojin. Hombres altos, musculosos, con la barbilla rasposa y más maquillados que una menopáusica en sus peores momentos, era de lo que estaba lleno ese bar. Se había metido en lugar equivocado y esperaba que no hubieran hecho lo mismo con él. Estaba bastante claro en donde se encontraba, un lugar tan legendario como la isla de las mujeres, sólo que en lugar de ser ampliamente ansiada por los piratas era el último lugar al que desearían ir. Era definitivamente el infierno en la tierra, la personificación del pecado más carnal y atroz. Tenía que salir lo más rápido que pudiese de ahí si no quería perder su integridad tracto-intestinal, si es que acaso no la había perdido ya.
Pero antes de que pudiera hacer nada, y tal como había ocurrido hace escasos momentos, todos los del local le miraban con unos ojos que se le clavaban (no parecía ser lo único que pretendía clavarle) escaneándolo de arriba a abajo percibiéndolo como carne fresca. Cada vez se sentía más incómodo. Uno de aquellas horripilantes criaturas se le acercó rodeándolo con el brazo por encima de su hombro y pegándose demasiado a él, sintiendo su aliento. Estaba pasando de estar incómodo a cabreado, y eso era algo que ninguno de aquellos querría ver.
-¡Guapetón, tienes que estrenarte!-anunció de forma exageradamente animada señalando a otro que también entrado justo tras él.-
-Espera, espera...-respondió, pero fue rápidamente cortado por otro mientras empezaban a empujarle una manada de esos sujetos sin que tuviera de hacer nada.-”Mierda”-pensó intentando zafarse de esos individuos.-
-Amigas, hoy tenemos un acontecimiento que se da muy pocas veces, dos hermosotes forasteros han acabado en nuestra isla, y como ya sabéis, la tradición es que hagan una “¡Pelea de amor!” –Cuando dijo aquello todos gritaron entusiasmados haciendo sudar de miedo a Crimson –Las reglas son muy sencillas, vosotros dos pelearéis el uno con el otro, y el ganador, podrá elegir quien de los dos se quedará en esta isla como nuestro “juguetito” durante un tiempecito. –
Ambos fueron llevados fuera, siendo rápidamente rodeados por todos que los dejaban en un círculo donde aquellos dos tenían que combatir. Se rehusaba a tener que siquiera dar un espectáculo para los okamas. Así que simplemente se marchó dándose la vuelta -Paso de esta mierda, quedaros con él, igualmente no me va a ganar.- y se abrió paso apartándolos con la mano. Hasta que uno especialmente grande y desagradable, calvo y con alas de ángel para marcar aún más sus gustos personales le detuvo con una sola mano levantándolo del hombro con suma facilidad mientras este pataleaba por soltarse.
-Cariñin, un chico con ese tipín no se va a ir sin darnos lo que queremos-le dijo devolviendolo al centro del ring.-
Al darse la vuelta y ver que no tendría salida supo que sólo tenía que ganar para poder salir de esa isla aunque en parte le daba algo de lástima tener que dejar a ese chaval ser torturado. Sin emargo éste no tardó en dar el primer paso y se lanzó hacia él en un ataque que parecía ser suicida, pues intentaba golpearlo directamente con el codo y la rodilla, casi sin mirar.
-No me lo pongas tan fácil-dijo sonriente y confiado deteniéndo el “ataque” con la planta del pie de forma bastante despectiva.-
Aún con esa pierna levantada, de la que asomaba más de lo que debería pues únicamente llevaba encima un tutú muy corto -¡¡Wooooooooo!!-gritaron histéricas-¡¡Dámelo todo papi!!-chillaron otros. Sin pensar demasiado en lo prostituido que se sentía en ese momento saltó, apoyándose con una mano en el suelo, con un moviemiento similar al de capoeira, para dar una patada descendente con la otra pierna, mostrando nuevamente la parte de la que se sentía más orgulloso, para atacarle en la cabeza con la espinilla. En caso de que se cubriese saldría de la punta del pie una cuchilla para sorprender con un posible corte. [AIF]
Pero antes de que pudiera hacer nada, y tal como había ocurrido hace escasos momentos, todos los del local le miraban con unos ojos que se le clavaban (no parecía ser lo único que pretendía clavarle) escaneándolo de arriba a abajo percibiéndolo como carne fresca. Cada vez se sentía más incómodo. Uno de aquellas horripilantes criaturas se le acercó rodeándolo con el brazo por encima de su hombro y pegándose demasiado a él, sintiendo su aliento. Estaba pasando de estar incómodo a cabreado, y eso era algo que ninguno de aquellos querría ver.
-¡Guapetón, tienes que estrenarte!-anunció de forma exageradamente animada señalando a otro que también entrado justo tras él.-
-Espera, espera...-respondió, pero fue rápidamente cortado por otro mientras empezaban a empujarle una manada de esos sujetos sin que tuviera de hacer nada.-”Mierda”-pensó intentando zafarse de esos individuos.-
-Amigas, hoy tenemos un acontecimiento que se da muy pocas veces, dos hermosotes forasteros han acabado en nuestra isla, y como ya sabéis, la tradición es que hagan una “¡Pelea de amor!” –Cuando dijo aquello todos gritaron entusiasmados haciendo sudar de miedo a Crimson –Las reglas son muy sencillas, vosotros dos pelearéis el uno con el otro, y el ganador, podrá elegir quien de los dos se quedará en esta isla como nuestro “juguetito” durante un tiempecito. –
Ambos fueron llevados fuera, siendo rápidamente rodeados por todos que los dejaban en un círculo donde aquellos dos tenían que combatir. Se rehusaba a tener que siquiera dar un espectáculo para los okamas. Así que simplemente se marchó dándose la vuelta -Paso de esta mierda, quedaros con él, igualmente no me va a ganar.- y se abrió paso apartándolos con la mano. Hasta que uno especialmente grande y desagradable, calvo y con alas de ángel para marcar aún más sus gustos personales le detuvo con una sola mano levantándolo del hombro con suma facilidad mientras este pataleaba por soltarse.
- Apariencia del okama XD:
-Cariñin, un chico con ese tipín no se va a ir sin darnos lo que queremos-le dijo devolviendolo al centro del ring.-
Al darse la vuelta y ver que no tendría salida supo que sólo tenía que ganar para poder salir de esa isla aunque en parte le daba algo de lástima tener que dejar a ese chaval ser torturado. Sin emargo éste no tardó en dar el primer paso y se lanzó hacia él en un ataque que parecía ser suicida, pues intentaba golpearlo directamente con el codo y la rodilla, casi sin mirar.
-No me lo pongas tan fácil-dijo sonriente y confiado deteniéndo el “ataque” con la planta del pie de forma bastante despectiva.-
Aún con esa pierna levantada, de la que asomaba más de lo que debería pues únicamente llevaba encima un tutú muy corto -¡¡Wooooooooo!!-gritaron histéricas-¡¡Dámelo todo papi!!-chillaron otros. Sin pensar demasiado en lo prostituido que se sentía en ese momento saltó, apoyándose con una mano en el suelo, con un moviemiento similar al de capoeira, para dar una patada descendente con la otra pierna, mostrando nuevamente la parte de la que se sentía más orgulloso, para atacarle en la cabeza con la espinilla. En caso de que se cubriese saldría de la punta del pie una cuchilla para sorprender con un posible corte. [AIF]
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Para cuando me quise dar cuenta ya estaba demasiado cerca de él como para frenar. Malditos okamas locos y sus ridículas costumbres, si alguien se pierde en tu isla, lo invitas a cerveza y carne, no le haces pelear para luego violarlo. Trataba como podía de detenerme pero mi cuerpo era ahora más un proyectil que otra cosa, lo único que podía hacer era rezar por que no fuera alguien demasiado fuerte y pudiera vencerlo para abandonar rápidamente aquella isla, aunque al pobre aquellos “seres” lo… Bueno, le cambiaran para siempre. No me gustaba para nada aquella isla, me daba mucho miedo…
Conforme me iba acercando a él sentía como, a cada instante más, Red se iba despertando. Finalmente se decidía a aparecer, no podía haber escogido un mejor momento. En apenas un segundo, mientras me acercaba a aquel tipo que ahora era mi oponente, Red se puso al día conmigo.
(Esto es una conversación cara a cara conmigo mismo dentro de mi subconsciente) [OFF: Como Naruto con Kyubi o Íchigo con su forma Hollow xD-OFF]
-*Tú, pedazo de carne, ¿qué coño pasa?* -Pensaba Red dentro de mí. -*No es momento para charlas, simplemente hemos acabado en la isla rara, con unos tipejos raros, unos Okamas, que al parecer nos obligan a pelear para decidir quién se queda con ellos en esta isla y quien se va*- Tras decir esto Red sencillamente tomó el control diciendo antes de nada algo que me quitó el miedo de ser violado. -*Comprendo, déjame pelear a mí, no podemos perder este combate…* -Si él se hacía cargo no corría peligro de perder aquel combate… Pero quizás eso no fuera algo bueno…
(Fin de la conversación)
Seguía acercándome a él y en cuestión de un instante me detuvo con su pie de una sencilla forma, no llevaba una gran fuerza mi golpe y el hecho de estar ensimismados los dos en nuestro subconsciente no nos ayudó. Cuando me quise dar cuenta él preparaba ya su golpe. Apoyado sobre la mano se preparó para darme un golpe con la pierna. Estaba de tal forma que iba a ser difícil cubrirme de él, así que no podría esquivarlo sólo con reflejos normales. –Primera puerta, puerta del Limbo… Abierta –Tras susurrar estas palabras Red cerró los ojos, dejando la mente completamente en blanco un par de segundos y, en el preciso instante en que el pie de aquel tipo bajaba a golpearnos, giró sobre sí mismo, casi por instinto, y se colocó a la espalda de aquel sujeto. Tras esto abrió los ojos y recuperó la razón –No tengo nada en tu contra, cacho de carne, pero… -Tras decir esto se comenzó a transformar en forma híbrida, llegando a superar los tres metros de altura y colocado a la espalda de su rival, que aún estaba en una posición complicada para maniobrar. -…sencillamente no puedo perder este combate. –Y tras añadir esto alzó su garra y lanzó un potentísimo golpe descendente, apuntando a la cara de su enemigo, que estaba invertido e indefenso por su anterior ataque.
Golpe descendente [AF]
Conforme me iba acercando a él sentía como, a cada instante más, Red se iba despertando. Finalmente se decidía a aparecer, no podía haber escogido un mejor momento. En apenas un segundo, mientras me acercaba a aquel tipo que ahora era mi oponente, Red se puso al día conmigo.
(Esto es una conversación cara a cara conmigo mismo dentro de mi subconsciente) [OFF: Como Naruto con Kyubi o Íchigo con su forma Hollow xD-OFF]
-*Tú, pedazo de carne, ¿qué coño pasa?* -Pensaba Red dentro de mí. -*No es momento para charlas, simplemente hemos acabado en la isla rara, con unos tipejos raros, unos Okamas, que al parecer nos obligan a pelear para decidir quién se queda con ellos en esta isla y quien se va*- Tras decir esto Red sencillamente tomó el control diciendo antes de nada algo que me quitó el miedo de ser violado. -*Comprendo, déjame pelear a mí, no podemos perder este combate…* -Si él se hacía cargo no corría peligro de perder aquel combate… Pero quizás eso no fuera algo bueno…
(Fin de la conversación)
Seguía acercándome a él y en cuestión de un instante me detuvo con su pie de una sencilla forma, no llevaba una gran fuerza mi golpe y el hecho de estar ensimismados los dos en nuestro subconsciente no nos ayudó. Cuando me quise dar cuenta él preparaba ya su golpe. Apoyado sobre la mano se preparó para darme un golpe con la pierna. Estaba de tal forma que iba a ser difícil cubrirme de él, así que no podría esquivarlo sólo con reflejos normales. –Primera puerta, puerta del Limbo… Abierta –Tras susurrar estas palabras Red cerró los ojos, dejando la mente completamente en blanco un par de segundos y, en el preciso instante en que el pie de aquel tipo bajaba a golpearnos, giró sobre sí mismo, casi por instinto, y se colocó a la espalda de aquel sujeto. Tras esto abrió los ojos y recuperó la razón –No tengo nada en tu contra, cacho de carne, pero… -Tras decir esto se comenzó a transformar en forma híbrida, llegando a superar los tres metros de altura y colocado a la espalda de su rival, que aún estaba en una posición complicada para maniobrar. -…sencillamente no puedo perder este combate. –Y tras añadir esto alzó su garra y lanzó un potentísimo golpe descendente, apuntando a la cara de su enemigo, que estaba invertido e indefenso por su anterior ataque.
Golpe descendente [AF]
Crimson
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Su rival cerró los ojos repentinamente y con un movimiento inesperado logró colocarse detrás de él mientras éste aún daba la patada estando prácticamente de cabeza y apoyado con una sola mano. Rápidamente apoyo la otra mano, soltando el abrigo con sus armas, para dar un giro de 180 grados y poder ver al menos que es lo que le deparaba ahora o con qué lo sorprendería. Y sí, logró hacerlo pues acababa de convertirse en un licántropo de más de tres metros. Así que no Crimson no era el único con una zoan. El lobo en cuestión le atacó rápidamente con un potente zarpazo descendente que se aproximaba con ferocidad hacia él. Únicamente pudo detener el ataque con la suela de acero de sus botas pero no fue suficiente para detener la potencia que le confería aquella forma híbrida y acabó estampado en el suelo con un pequeño corte en la espalda fruto del impacto y otra herida en la pierna izquierda, no demasiado profunda causada por las garras.
Rodó por el suelo rápidamente y se alejó unos cuantos metros, tomando distancua y recupernado su clásica gabardina roja tan característica. -¡Woo, woo, woo. Ésto se pone interesante. Así que una zoan!-dijo reincorporándose y colocándose el abrigo.-Pensaba que me lo pondrías mucho más fácil, pero al final resulta que nos divertiremos un poco antes de que te deje junto a esta panda de degenerados.-continuó mirando con desprecio a los que le rodeaban mientras él mismo empezaba a caminar alrededor del hombro lobo con un aire aún bastante confiado e incluso algo altanero.
Se colocó la capucha sobre la cabeza y se cerró el abrigo. De dentro de éste desenfundó varios de sus cuchillos y los sujetó entre los dedos, simulando las garras de su adversario. -Venga lobo feroz, demuéstrame que tal te mueves contra caperucita-comentó guiñándole un ojo buscando provocarle, irónico, pues obviamente tenía un buen nivel de combate. Así que simplemente se le acercó a toda velocidad corriendo bastante pegado al suelo para poder atacar desde una posición baja y que para el lobo, al ser ahora mucho más alto, sea más complicado el poder defenderse. Le atacó desde el flanco derecho hacia las costillas con un corte ascendente con los cuchillos haciendo un revés con la izquierda. Usando la misma inercia del giro lanzó un puñetazo con la derecha para intentar apuñalarle en el pecho. Sin embargo no se detuvo ahí y continuó con más ataques usando también las cuchillas ocultas de sus botas con rápidos y ágiles movimientos. A su vez buscaba moverse haciendo circulos alrededor de su oponente para poder atacar desde varias direcciones finalizando con un lanzamiento de los ocho cuchillos entre sus dedos hacia el tórax de su oponente. Un total de veinticinco cortes fueron lanzados hacia el fornido y enorme cuerpo del lobo. Al ser un objetivo tan grande debería ser más fácil poder darle, o al menos eso pensaba.
Art Assasin: Red Hood in a Dance Blood (Arte del Asesino: Caperucita roja en un baile de sangre) [AF]
Los okamas gritaban alocados por el espéctaculo que estaban brindado aquellos dos. Iba a ser mejor de lo que ellos mismo habían pensado en un principio y se estaban arrepintiendo de tener que quedarse únicamente con uno de los dos.
Rodó por el suelo rápidamente y se alejó unos cuantos metros, tomando distancua y recupernado su clásica gabardina roja tan característica. -¡Woo, woo, woo. Ésto se pone interesante. Así que una zoan!-dijo reincorporándose y colocándose el abrigo.-Pensaba que me lo pondrías mucho más fácil, pero al final resulta que nos divertiremos un poco antes de que te deje junto a esta panda de degenerados.-continuó mirando con desprecio a los que le rodeaban mientras él mismo empezaba a caminar alrededor del hombro lobo con un aire aún bastante confiado e incluso algo altanero.
Se colocó la capucha sobre la cabeza y se cerró el abrigo. De dentro de éste desenfundó varios de sus cuchillos y los sujetó entre los dedos, simulando las garras de su adversario. -Venga lobo feroz, demuéstrame que tal te mueves contra caperucita-comentó guiñándole un ojo buscando provocarle, irónico, pues obviamente tenía un buen nivel de combate. Así que simplemente se le acercó a toda velocidad corriendo bastante pegado al suelo para poder atacar desde una posición baja y que para el lobo, al ser ahora mucho más alto, sea más complicado el poder defenderse. Le atacó desde el flanco derecho hacia las costillas con un corte ascendente con los cuchillos haciendo un revés con la izquierda. Usando la misma inercia del giro lanzó un puñetazo con la derecha para intentar apuñalarle en el pecho. Sin embargo no se detuvo ahí y continuó con más ataques usando también las cuchillas ocultas de sus botas con rápidos y ágiles movimientos. A su vez buscaba moverse haciendo circulos alrededor de su oponente para poder atacar desde varias direcciones finalizando con un lanzamiento de los ocho cuchillos entre sus dedos hacia el tórax de su oponente. Un total de veinticinco cortes fueron lanzados hacia el fornido y enorme cuerpo del lobo. Al ser un objetivo tan grande debería ser más fácil poder darle, o al menos eso pensaba.
Art Assasin: Red Hood in a Dance Blood (Arte del Asesino: Caperucita roja en un baile de sangre) [AF]
Los okamas gritaban alocados por el espéctaculo que estaban brindado aquellos dos. Iba a ser mejor de lo que ellos mismo habían pensado en un principio y se estaban arrepintiendo de tener que quedarse únicamente con uno de los dos.
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Se notaba que no era un tipo cualquiera, en cada movimiento que hizo al atacarme ya se podía entrever su experiencia, pero ahora había terminado de demostrar su nivel de combate. No iba a ser para nada una tarea sencilla la de acabar este combate. Había antepuesto su pierna, con la suela reforzada, para cubrirse de mi ataque, aunque con eso no bastó para evitar todo el daño. Tras reponerse de mi golpe, el cual le ocasionó dos heridas leves, se puso en camino para cambiar las tornas de aquel combate.
Después de un bien llevado juego de palabras a modo de burla comenzó a correr contra mí. -*Patético insecto… Si tantas ganas tienes de ser aplastado, que así sea… *-Pensó Red, que se preparó para “recibir” con los brazos abiertos a aquella “caperucita” roja.
Su oponente comenzó a lanzar una serie de ataques, a cada cual más severo, contra el cuerpo de Red, que esperó paciente, soportando algo del daño, hasta que aquel tipo cometió un error: Lanzó un puñetazo con los cuchillos contra el pecho de Red. En el preciso instante en que los cuchillos penetraron su piel Red agarró con fuerza el brazo de su enemigo y lo ató con aquella enorme cadena que siempre llevaba. Tras esto él siguió tan tranquilo, golpeando todo su cuerpo y, finalmente, dio un salto para atrás para lanzar sus cuchillos contra Red, pero en el aire este tiró con fuerza de la cadena que ahora estaba atada en el brazo de su enemigo, logrando que no atinara con su ataque y, al mismo tiempo, atrayéndolo hasta él mismo para poder propinarle su golpe. –¡Sorpresa! –Le dijo a aquel tipo al mostrarle como el otro extremo estaba anudado a su propio brazo. Ahora no podrían separarse demasiado y bastaría un tirón para acercar de nuevo a su enemigo, nunca le gustó tener que correr detrás de una presa pudiendo tenerla controlada. Cuando lo tuvo cerca lo abrazó con fuerza contra su pecho, sangrante, y comenzó a apretujarlo con todas sus fuerzas. –Deja que te diga una cosa, un lobo herido no es una presa fácil, al contrario, es mucho más peligroso… -Dijo sonriente. Gracias a su puerta de la avaricia había entumecido todos sus músculos, como cuando se te queda un brazo dormido y no sientes más que unos pinchacitos, y no sentía dolor por aquellas. Esta era un arma de doble filo, pues podría desangrarse sin darse cuenta si luchaba siempre con esta puerta abierta, por lo que de vez en cuando debía cerrarla y, con esto, recibir una gran cantidad de dolor. Evidentemente al hacer eso Red abandonaba mi cuerpo, dejándome a mí cargar con aquel sufrimiento, pero compensaba si a cambio podíamos ganar a aquel tipo y huir de los Okamas.
De repente Red miró a aquel chico y, con un tono sarcástico, tuvo unas palabras con él. –Oye, tan entendido que estás en historias de lobos, debes saber a qué tenían miedo los tres cerditos, ¿no? –Dijo haciendo referencia a su arma secreta, su aliento gélido, y tras preguntar esto se lanzó a darle un mordisco en el hombro. Si no lograba esquivarlo aquel mordisco no sólo penetraría su piel destrozando con esto músculo, huesos y demás, sino que además congelaría la zona afectada con su aliento gélido, dejando el brazo derecho de su oponente prácticamente inutilizado y un estado lamentable, aunque gracias al frío la herida no sería demasiado peligrosa para la integridad de su adversario, es decir, no perdería el brazo ni moriría desangrado.
Mordisco gélido [AF]
Después de un bien llevado juego de palabras a modo de burla comenzó a correr contra mí. -*Patético insecto… Si tantas ganas tienes de ser aplastado, que así sea… *-Pensó Red, que se preparó para “recibir” con los brazos abiertos a aquella “caperucita” roja.
Su oponente comenzó a lanzar una serie de ataques, a cada cual más severo, contra el cuerpo de Red, que esperó paciente, soportando algo del daño, hasta que aquel tipo cometió un error: Lanzó un puñetazo con los cuchillos contra el pecho de Red. En el preciso instante en que los cuchillos penetraron su piel Red agarró con fuerza el brazo de su enemigo y lo ató con aquella enorme cadena que siempre llevaba. Tras esto él siguió tan tranquilo, golpeando todo su cuerpo y, finalmente, dio un salto para atrás para lanzar sus cuchillos contra Red, pero en el aire este tiró con fuerza de la cadena que ahora estaba atada en el brazo de su enemigo, logrando que no atinara con su ataque y, al mismo tiempo, atrayéndolo hasta él mismo para poder propinarle su golpe. –¡Sorpresa! –Le dijo a aquel tipo al mostrarle como el otro extremo estaba anudado a su propio brazo. Ahora no podrían separarse demasiado y bastaría un tirón para acercar de nuevo a su enemigo, nunca le gustó tener que correr detrás de una presa pudiendo tenerla controlada. Cuando lo tuvo cerca lo abrazó con fuerza contra su pecho, sangrante, y comenzó a apretujarlo con todas sus fuerzas. –Deja que te diga una cosa, un lobo herido no es una presa fácil, al contrario, es mucho más peligroso… -Dijo sonriente. Gracias a su puerta de la avaricia había entumecido todos sus músculos, como cuando se te queda un brazo dormido y no sientes más que unos pinchacitos, y no sentía dolor por aquellas. Esta era un arma de doble filo, pues podría desangrarse sin darse cuenta si luchaba siempre con esta puerta abierta, por lo que de vez en cuando debía cerrarla y, con esto, recibir una gran cantidad de dolor. Evidentemente al hacer eso Red abandonaba mi cuerpo, dejándome a mí cargar con aquel sufrimiento, pero compensaba si a cambio podíamos ganar a aquel tipo y huir de los Okamas.
De repente Red miró a aquel chico y, con un tono sarcástico, tuvo unas palabras con él. –Oye, tan entendido que estás en historias de lobos, debes saber a qué tenían miedo los tres cerditos, ¿no? –Dijo haciendo referencia a su arma secreta, su aliento gélido, y tras preguntar esto se lanzó a darle un mordisco en el hombro. Si no lograba esquivarlo aquel mordisco no sólo penetraría su piel destrozando con esto músculo, huesos y demás, sino que además congelaría la zona afectada con su aliento gélido, dejando el brazo derecho de su oponente prácticamente inutilizado y un estado lamentable, aunque gracias al frío la herida no sería demasiado peligrosa para la integridad de su adversario, es decir, no perdería el brazo ni moriría desangrado.
Mordisco gélido [AF]
- Spoiler:
- Si estás más o menos al día con la serie te digo que ese mordisco es similar al que hacía Monet, la chica de nieve. Si no lo estás y quieres saber más o menos como es puedes buscarlo por youtube o algo jaja
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- Spoiler:
- OFF: Estoy muy al tanto y al día de One Piece, por algo es el manga que más me gusta xD. Buen ataque por cierto, una lástima lo de la nomenclatura del ataque.
Mientras lanzaba su ataque y su oponente recibía varios de sus cortes en el portentoso físico de licántropo, estaba siendo atrapado por una cadena que llevaba encima. -Vaya, el chucho no puede salir su correa-dijo mientras veía como había sido atrapado por la extensión metálica del lobo feroz. -"Ésto es más molesto de lo que parece"- pensó para sí mismo. De un fuerte tirón lo acercó bruscamente para luego abrazarlo, dejarlo rodeado y, aparentemente, atrapado.
Entonces comentó si sabía a qué le tenían miedo los tres cerditos. -Pff... Con sólo abrir el hocico de tan cerca me dejas claro que era por el pestazo que echa tu aliento. ¿Qué pasa es que en la escuela canina no os enseñan higiene personal?-comentó burlón poniendo cara de asco.-Mucho dar la patita y poco lavarse los dientes-continuó con tono condescendiente, casi ignorando la situación de peligro en la que se encontraba.
Por otra parte las gigantescas mandíbulas se aproximaban hacia él, sintiendo un escalofrío recorrer por su cuello se convirtió en su forma de águila completa, siendo ahora mucho más pequeño y esquivando el ataque casi por completo, pasando a recibir sólo una pequeña herida en el hombro; que había sido rápidamente cerrada, casi congelada; causada por dos de los colmillos del híbrido. Pero a pesar de ser mucho más pequeño en comparación seguía siendo atrapado por el brazo, ahora un ala, con la cadena. Al menos había conseguido ser lo suficientemente rápido para que al transformarse, y percatarse del pequeño espacio creado entre ambos cuerpos por al diferencia de tamaños de su forma completa y humana, colocar sus garras sobre el pecho ya herido del lobo que seguía abrazándolo con fuerza. Con ésto buscaba que mientras más intentase sujetarlo más heridas se haga con las garras del águila que buscaban abrir aún más las heridas.
Incluso en su forma de pollo empezó a forcejear para librarse de las ataduras, buscando hacer mucho más daño en su adversario. Finalmente lanzó una serie de picotazos hacia la cara, principalmente hacia los ojos para mermarle lo más que podía la visión con esos ataques tan directos. -No eres el único animal atrapado-dijo con una voz, chillido más bien, aguileña, buscando todavía soltarse y salir volando para tomar más distancia o el combate se tornaría tedioso y molesto por la proximidad.
[AIF]
- Explicación:
- Esquivo tu "bocao" a quemarropa básicamente porque incumples una de las normas, típico fallo de novato que a mí también me ha pasado xD, que bien podría haberlo esquivado del todo pero nunca me ha gustado esquivar algo totalmente sin recibir daño así que recibo algo de daño en el hombro.
No se podrá repetir la misma nomenclatura en dos ataques consecutivos del mismo PJ
https://www.onepiece-definitiverol.com/t6-reglas-de-combates#
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- OFF:
- OFF- Dios, soy un borderline xDD Meh, pensé que el zarpazo era un AIF, se ve que al final lo puse AF XDDD En fin, mil peldones *voz de chino* Aún así, tiquismiquis xD También dice que sólo se puede hacer un ataque y me hiciste 25 en tu anterior post, y yo me comí 17 e.e xDD-OFF
Aquel tipo demostró tener aún algunos ases bajo la manga, casi mejor así, no me apetecía terminar un combate así de intenso de aquel modo tan rápido. Con algo de suerte aún podría divertirme un poco peleando con él.
Acababa de mostrarse como un usuario de fruta zoan, una común supuse, que al parecer era algún tipo de ave, un águila a juzgar por su forma. -Vaya, vaya, qué sorpresa, así que eres un "pollito", ¿eh? Genial, adoro el pollo para comer. -Dijo Red entre carcajadas. La segunda de las puertas se cerró y él comenzó a clavar sus garras en mi pecho. Pocas veces había sentido antes un dolor de tal intensidad, por suerte para Red, yo era quien recibía los daños mientras él peleaba, así que de poco o nada servía tratar de hacerle detenerse a base de golpes. No obstante él era consciente de un hecho claro, el cuerpo humano tiene un límite de dolor, y antes de que nos desmayáramos hizo algo para darnos un último empujón. -Me obligas a ponerme serio, chico... Segunda puerta infernal, puerta de la Lujuria... ¡Abierta! -Tras decir esto el cuerpo de Red comenzó a aumentar de tamaño, de modo que la reducción del volumen corporal con su transformación que hizo mi oponente para liberarse no le sirvió de mucho, pues en seguida estaba atrapado de nuevo. - ¿No creerás que voy a dejar que te largues tan fácilmente, no? Ahora nos divertiremos un poco tú y yo... -Y mientras decía esto iba apretando a su oponente el "pajarito", preparando uno de sus golpes más devastadores, y apartando la cara hacia arriba mientras lo mantenía sujeto para que no le pudiera sacar los ojos.
Mientras aquellas dos bestias peleaban los okamas de la isla no cesaban ni un segundo en sus gritos eufóricos de ánimos para ambos, aunque a mí personalmente me daban escalofríos sólo de pararme a oírlos. Sus "piropos" eran del tipo "¡te comería enterito y me cosería el culo pa' no cagarte!" o "tienes unos ojos como dos sartenes, los miro, y se me calientan los huevos", mordaz como poco, soez cuanto menos. Ajeno a todo esto estaba Red, ahora excitado de tener al fin un enemigo interesante, con quien ponerse a probar su nivel, sus capacidades máximas, y a quién enfrentar usando todo su poder.
-Pero qué persona más mala soy, los pajaritos deben ser libres... -Dijo mientras soltaba con uno de sus brazos a su enemigo durante apenas un segundo, de forma repentina por lo que este no habría podido reaccionar a tiempo, además estaba retenido aún por uno de los enormes brazos de un zoan con sustancias prácticamente anabolizantes. -¡Adelante, sé libre! -Dijo mientras se llevaba la zarpa a la boca, hasta estar a apenas un centímetro de su palma, y soplando un hálito gélido que creó pequeñas cuchillas de escarcha sobre su propia palma. La piel del lobo era capaz de soportar cualquier frío, y lo bastante gruesa como para no sufrir más que unos cortes superficiales con lo que iba a hacer a continuación. Tras crear aquellas cuchillas de hielo en su mano soltó con el otro brazo a su oponente y, en apenas un instante, se lanzó a golpear con todas sus fuerzas el pecho de aquel animal, con sus propias garras ya de por sí devastadoras y decenas de cuchillas improvisadas como único armamento. -¡Vuela libre! -Gritó al momento en que sus cuerpos iban a impactar. Con el choque el ligerísimo cuerpo de su adversario saldría despedido hacia atrás, y al estar todavía agarrado por un nudo soga a su ala esto provocaría que este se cerrara mucho más, pudiendo atrofiar aquella molesta extremidad, y además serviría para estampar a su oponente contra el suelo con sólo tirar de la cadena, así como para evitar que este guardara las distancias o tratara de huir volando.
Segunda Puerta Infernal: 50 garras de hielo [AMF]
- Aclaraciones y demás memeces varias xD:
- OFF- Para que te hagas una idea lo de la segunda puerta es como el "Ni gorila" de Zoro en que aumenta el tamaño de sus bíceps. El "nudo soga" es aquel en que cuanto más tiras de un extremo, más se cierra (como el de una soga, vamos xD) El tamaño de las cuchillas de escarcha es de unos 10-12 cm, y la cantidad ya la he dicho aproximada, unas 50. Y a propósito, me alegra que hayas evitado el golpe, aunque parezca que voy a lo "devastador" eso es porque con Red debo ir así xD preferiría no hacerte ninguna herida, la verdad jaja Mi intención antes era que detuvieras el mordisco con la cadena y así de paso te liberaras xD Pero tu forma no ha estado mal, me has hecho calentarme el coco sobre como retenerte jajaja -OFF
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Sus garras desollaron parte de la piel de su contrincante y desgarraron su carne, pero no fue suficiente para escapar de su nuevo "amigo" pues aunque éste logró abrir sus brazos, lo suficiente como para al menos liberar su cuerpo éste agrandó sus brazos, ya de por si enormes, atraparlo aún con más fuerzas. Sus picotazos fueron eludido al apartar el hocico del camino y ser nuevamente sujetado. Sin embargo llevó una de sus garras a su boca, aunque seguía sin poder liberarse del otro brazo ni d ela cadena que sujetaba su ala, que parecía que cada vez que forcejeaba más se aplastaba con las cadenas. No le dejaba muchas más opciones.
Al llevarse las garras a las fauces, éstas formaron una especie de cuchillas de hielo con las que se disponía a atacarle. -"Con lo poco que me gusta tener que usar mi fruta..."-pensó una vez ya había decidido convertirse en su forma híbrida. De pronto su cuerpo creció exponencialmente a un tamaño de cerca de los cuatro metros. sus alas y sus patas formaron brazos y piernas nuevamente, aunque de un tamaño mucho mayor, con poderosas garras al final de cada extremidad. Su boca formó un inmenso pico afilado y finalmente toda la cabeza pasó a ser la de un águila gigante. De su espalda brotaron dos extensas alas que podrían llegar hasta una envergadura de siete metros y todo su cuerpo se recubrió de plumas. Algo que por otra parte le encantó a los okamas que gritaron encantados -¡¡Al final sabíamos que te sobraban, hombretón!!-
Este aumento repentino de tamaño le sirvió para estar ahora mucho más suelto, pues prácticamente se acababa de crear materia de la nada. -Ahora ésto se iguala un poco en tamaño y fuerza, lobito.- Sujetó la cadena que le rodeaba el brazo, ahora no quería soltarse. Empezó a agitar las alas y desenfundó su katana en el otro brazo. Su rival entonces atacó con sus garras de hielo a una distancia demasiado cercana como para no resultar dañado. Procuró defenderse de esa acometida lanzada con toda su fuerza, directamente con el filo de su O Wazamono, Silent Orange, cubriendo el zarpazo. Aunque la desmesurada fuerza hizo que fuera insuficiente y, a pesar de que con el impacto destruyó gran parte de esas cuchillas heladas, el golpe le terminó dando en el pecho, con una potencia menor, clavándose en él, pequeñas estacas de hielo y saliendo disparado hacia atrás, pues había sido soltado. Esperaba que el brazo derecho del licántropo estuviese atrofiado por la gran descarga que soltaba su espada cada vez que impactaba con algo, y ese había sido un gran choque. Con el pecho dañado y sus fuerzas algo mermadas y con una herida prominente de su pecho, alzó el vuelo, llevándose consigo a su captor, ambos atados por la cadena.
-Hay que sacar a pasear al chucho-dijo volando hacia arriba y llegando a una altura de unos 40 metros.-
-¡¡Hermosos, no os vayáis!!-gritaban unos.-¡Quiero que atrapes mi culebra, pichoncito!-anunciaba a los cuatro vientos el calvo de antes.-
Ya desde el cielo se lanzó en picado, colocando sus alas de forma mucho más aerodinámca, tirándose con una endiablada aceleración con el lobo siguiéndole detrás, para arrojarlo finalmente contra el duro concreto del que estaba hecho la calzada en la que habían iniciado su combate. él simplemente planearía sobre el suelo antes de estrellarse mientras dejaba que la inercia de la caída hiciera el resto con su peludo amigo. No sabía que haría su enemigo después ni cómo acabaría de lastimado, así que se limitó a estar a una distancia prudencial, sobrevolando la zona.
Falling Appart (Cayendo en pedazos) [AF]
Al llevarse las garras a las fauces, éstas formaron una especie de cuchillas de hielo con las que se disponía a atacarle. -"Con lo poco que me gusta tener que usar mi fruta..."-pensó una vez ya había decidido convertirse en su forma híbrida. De pronto su cuerpo creció exponencialmente a un tamaño de cerca de los cuatro metros. sus alas y sus patas formaron brazos y piernas nuevamente, aunque de un tamaño mucho mayor, con poderosas garras al final de cada extremidad. Su boca formó un inmenso pico afilado y finalmente toda la cabeza pasó a ser la de un águila gigante. De su espalda brotaron dos extensas alas que podrían llegar hasta una envergadura de siete metros y todo su cuerpo se recubrió de plumas. Algo que por otra parte le encantó a los okamas que gritaron encantados -¡¡Al final sabíamos que te sobraban, hombretón!!-
Este aumento repentino de tamaño le sirvió para estar ahora mucho más suelto, pues prácticamente se acababa de crear materia de la nada. -Ahora ésto se iguala un poco en tamaño y fuerza, lobito.- Sujetó la cadena que le rodeaba el brazo, ahora no quería soltarse. Empezó a agitar las alas y desenfundó su katana en el otro brazo. Su rival entonces atacó con sus garras de hielo a una distancia demasiado cercana como para no resultar dañado. Procuró defenderse de esa acometida lanzada con toda su fuerza, directamente con el filo de su O Wazamono, Silent Orange, cubriendo el zarpazo. Aunque la desmesurada fuerza hizo que fuera insuficiente y, a pesar de que con el impacto destruyó gran parte de esas cuchillas heladas, el golpe le terminó dando en el pecho, con una potencia menor, clavándose en él, pequeñas estacas de hielo y saliendo disparado hacia atrás, pues había sido soltado. Esperaba que el brazo derecho del licántropo estuviese atrofiado por la gran descarga que soltaba su espada cada vez que impactaba con algo, y ese había sido un gran choque. Con el pecho dañado y sus fuerzas algo mermadas y con una herida prominente de su pecho, alzó el vuelo, llevándose consigo a su captor, ambos atados por la cadena.
-Hay que sacar a pasear al chucho-dijo volando hacia arriba y llegando a una altura de unos 40 metros.-
-¡¡Hermosos, no os vayáis!!-gritaban unos.-¡Quiero que atrapes mi culebra, pichoncito!-anunciaba a los cuatro vientos el calvo de antes.-
Ya desde el cielo se lanzó en picado, colocando sus alas de forma mucho más aerodinámca, tirándose con una endiablada aceleración con el lobo siguiéndole detrás, para arrojarlo finalmente contra el duro concreto del que estaba hecho la calzada en la que habían iniciado su combate. él simplemente planearía sobre el suelo antes de estrellarse mientras dejaba que la inercia de la caída hiciera el resto con su peludo amigo. No sabía que haría su enemigo después ni cómo acabaría de lastimado, así que se limitó a estar a una distancia prudencial, sobrevolando la zona.
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Tras aquel ataque que mi oponente soportó muy bien no sé bien cómo, mi cuerpo estaba por resentirse de los daños de la pelea. Mi brazo derecho dejó de ser útil en ese preciso instante, los músculos se habían desgarrado de la potencia que tuvo mi anterior golpe, y por si fuera poco al cubrirlo no sólo no acabé con él, sino que soltó una descarga a mi brazo, que terminó de dejarlo destrozado. Mi hombro había sido dislocado, y, esta vez sí, sentía un dolor increíblemente grande en esa zona, por suerte aquel pajarraco se limitó a levantar el vuelo y nosotros dos, Red y yo, fuimos a dar una vuelta en “aerolíneas el pájaro loco”. Mientras subíamos tuve tiempo suficiente de recolocar mi hombro y, sencillamente, soltar el nudo que tenía hecho en mi brazo, mucho más fácil de desatar que un nudo corredero o de soga como el suyo. No obstante ya había alcanzado una gran altura, cercana a treinta metros, aunque aquel pájaro aún voló más alto y siguió su ataque pensando que yo sería tan tonto como para quedar atado a él durante este. Ahora sólo había un problema, las puertas infernales me habían dejado prácticamente agotado y además tenía mi brazo derecho incapacitado para seguir peleando, así que ya me estaba dando por vencido, y de no ser por Red, habría tirado la toalla.
*Conversación mental entre Red y Reezek*
-Tú, capullo… No se te ocurra rendirte… Ese pajarraco merece saber lo que es bueno, nadie me toma el pelo y vive para contarlo… -Decía Red mientras me miraba fijo a los ojos. La escena era curiosa, mientras en el mundo real mi cuerpo estaba en su forma híbrida y cayendo desde una gran altura, en mi subconsciente estábamos Red, con mi cuerpo tintado de rojo con sangre, y yo, tirado de rodillas en el suelo, postrado ante nuestra derrota.
-Es… Es inútil… Ese último ataque es lo más poderoso que teníamos y apenas lo hizo bostezar, creo que no hay ninguna posibilidad… -Fue lo poco que atisbé a decir, con la mirada perdida entre las sombras que nos rodeaban a ambos en aquel mundo que era nuestra mente.
-Patético… Eres patético, idiota… Verás, al principio estaba luchando con él por una razón, si lograba ganar, como ganador del combate, escogería quien de los dos sería “achuchado” por esos energúmenos… -Mientras me contaba esto iba avanzando hacia mí, hasta prácticamente sentarse a mi lado. Durante aquel instante mi cuerpo real ya estaba a escasos veinte metros del suelo.
-…Ya… Y no querías ser violado, ¿no? Lo compren… -Antes de poder terminar mi frase él comenzó a reírse y me interrumpió.
-Jiejiejiejie, no me hagas reír muchacho. Yo no tengo remilgos en nada, no soy como tú. Lo que sabía es que si te violaban a ti te haría sufrir, y bueno, ya sabes, me encanta verte sufrir ¡jiejiejie! –Añadió después demostrándome hasta qué punto me odiaba ese “ente”. –No obstante… Ahora hay que luchar para ganar, no pienso perder este combate, no aquí, no hoy… Si perdemos ahora no podremos mirarnos a los ojos de nuevo, así que… -Tras decir esto se levantó y me tendió la mano. – ¡Peleemos juntos! –Ahora mi cuerpo estaba a menos de diez metros, no era el momento de pensar en si sus palabras eran o no sinceras, así que cogí su mano y, con su ayuda, recuperé el espíritu de lucha suficiente para no desfallecer ahí. Ambos nos miramos, parecía que algo acababa de cambiar, que un enemigo común lo suficientemente fuerte nos había hecho, por primera vez en muchísimo tiempo, trabajar como uno sólo.
-Sabes… No sé por qué, pero confío en ti… Puedes ser todo lo que quieras, o querer ganar sólo con tal de que me violen… -Tras decir aquello Red y yo nos reímos. –Pero… Pero en el fondo eres parte de mí, y nos guste o no, creo que nos necesitamos el uno al otro para ser mejores… -Tras esto Red, siempre frío como un témpano, sonrió. Se le notaba alegre, no como cuando mataba o desmembraba, era un tipo de alegría familiar… buena… Se sentía raro, pero bien consigo mismo. Se acercó a mí y me dio un capón por la espalda.
-Idiota. No se te ocurra pensar que somos amigos ni nada por el estilo, cuando esto acabe te arrancaré de mí cuerpo y tomaré yo el control… -Dijo dándole un especial énfasis a aquel “mí”, aunque sus palabras sonaban algo forzadas. Mi cuerpo estaba a apenas un metro del suelo, prácticamente desmayado, pues mi consciencia estaba reunida en mi mundo interno, y a punto de culminar treinta metros de caída libre con un soberano golpe. Probablemente la caída fuera muy dolorosa, y yo había recibido todo el dolor de la anterior puerta, aquellas cuchilladas quemaban como brasas en mi pecho, así que aquel golpe probablemente podría mermar el “poder” de aquella charla. No importaba que fuésemos ahora amigos si nuestro cuerpo iba a llevarse soberano golpe. Pero algo me llenó de esperanzas, Red bajó la mirada, algo triste, y dijo lo último que diría aquel día. –Por cierto chico… No te preocupes por la caída, ni por esas heridas… -Dijo señalando las marcas de mi torso. –Yo asumiré los daños de todo… Aunque a cambio… Estarás sólo ahí fuera… ¡No se te ocurra perder! –Aquello fue lo último que nos dijimos, la última petición de Red.
*Fin de la conversación*
Apenas veinte centímetros nos separaban del suelo cuando abrimos los ojos de golpe, quedando sorprendidos de lo cerca que estaba aquel escollo. Red cumplió su parte del trato, controló él el 100% de nuestro cuerpo y asumió todo el daño. Para disminuir el golpe trató de estabilizarse y colocar las piernas. Aquella caída partió y astilló nuestra tibia, quedando un dolor absolutamente inmenso, imposible de sobrellevar para mí sólo, de no ser porque Red se llevó la peor parte, habría soltado un grito de dolor que hasta en Raftel se habría oído. Nuestra caída provocó que una gran cantidad de polvo se levantara con el golpe, entre la cual nuestra figura desapareció. Unos segundos después, ahora en mi forma humana, se me podía divisar entre aquella humareda provocada por el polvo. Mi camisa que acostumbraba a estar abierta ahora estaba rota, dejando mi torso desnudo, marcado por una gran cantidad de cortes que mi adversario me había provocado. Mi frente lucía una pequeña herida que se había abierto al caer, por la cual la sangre caía hasta bordear mi ojo izquierdo y caer hasta mi cuello. Mi brazo derecho colgaba como un peso muerto, y se me podía ver algo ladeado hacia la izquierda, tratando de no hacer demasiada presión sobre dicho lado por el dolor que mi pierna me provocaba. Cualquiera que me hubiera visto en ese momento me daría por muerto, aunque no podría estar más vivo, no podría estar más enfadado, y sobre todo, no podía tener más ganas de ganar aquel combate.
Busqué a mis alrededores a mi adversario, del cual no encontraba rastro, sólo atisbaba a ver a aquellos malditos okama de los cuales ya no quería saber nada. Alcé mi mirada entonces y lo vi. En el cielo, y aún con mi cadena colgando de su brazo, se encontraba volando mi adversario, a cierta distancia. –Tú… -Dije con la voz entre cortada y unos ojos vacíos de todo rastro de humanidad. –Pienso enseñarte el infierno… Este combate… ¡No ha hecho más que empezar! –Grité, para después abrir otra de aquellas puertas infernales. –Segunda puerta, puerta de la gula… ¡Abierta! –Tras decir aquello di un rápido sprint con el cual me coloqué justo debajo de él en cuestión de segundos, todo gracias a mi tercera puerta infernal, la de la gula, con la cual todas las grasas de mi cuerpo se convertían en energía en cuestión de un instante y era capaz de moverme mucho más rápido durante este. Ahora, justo debajo de su posición, di un portentoso salto, apoyando casi todo el esfuerzo en mi pierna buena, y con el poco de la mala terminando de romperla, para agarrar aquella cadena con mi brazo izquierdo. Con un fuerte tirón atraje hacia abajo a mi oponente, a la vez que tomé impulso y salí disparado hacia arriba ligeramente. Nos acercábamos el uno al otro hasta el punto en que chocaríamos, pero un segundo antes de eso saqué una de mis cuchillas de alto gradiente, la cual se tornó en un color rojo vivo por el paso de electricidad por su filo. A esa temperatura sería capaz de cortar el acero como mantequilla, y la piel humana se fundiría sólo de estar lo suficientemente cerca. La batería no era capaz de soportar mucho tiempo semejante descarga, así que sólo tenía una oportunidad de golpearle y aquel golpe debía poner un punto y final al combate, ya que de seguir me vería obligado a hacer “eso” y ambos podríamos morir…
Volando hacia él, armado con mi cuchilla al rojo vivo, con la cual me disponía a abrir un tajo cruzado en su torso, y con la determinación máxima de no perder bajo ningún concepto… En ese momento, y sólo en ese momento, sentí por primera vez en mucho tiempo la emoción de un combate.
Tajo cruzado en diagonal [AF]
*Conversación mental entre Red y Reezek*
-Tú, capullo… No se te ocurra rendirte… Ese pajarraco merece saber lo que es bueno, nadie me toma el pelo y vive para contarlo… -Decía Red mientras me miraba fijo a los ojos. La escena era curiosa, mientras en el mundo real mi cuerpo estaba en su forma híbrida y cayendo desde una gran altura, en mi subconsciente estábamos Red, con mi cuerpo tintado de rojo con sangre, y yo, tirado de rodillas en el suelo, postrado ante nuestra derrota.
-Es… Es inútil… Ese último ataque es lo más poderoso que teníamos y apenas lo hizo bostezar, creo que no hay ninguna posibilidad… -Fue lo poco que atisbé a decir, con la mirada perdida entre las sombras que nos rodeaban a ambos en aquel mundo que era nuestra mente.
-Patético… Eres patético, idiota… Verás, al principio estaba luchando con él por una razón, si lograba ganar, como ganador del combate, escogería quien de los dos sería “achuchado” por esos energúmenos… -Mientras me contaba esto iba avanzando hacia mí, hasta prácticamente sentarse a mi lado. Durante aquel instante mi cuerpo real ya estaba a escasos veinte metros del suelo.
-…Ya… Y no querías ser violado, ¿no? Lo compren… -Antes de poder terminar mi frase él comenzó a reírse y me interrumpió.
-Jiejiejiejie, no me hagas reír muchacho. Yo no tengo remilgos en nada, no soy como tú. Lo que sabía es que si te violaban a ti te haría sufrir, y bueno, ya sabes, me encanta verte sufrir ¡jiejiejie! –Añadió después demostrándome hasta qué punto me odiaba ese “ente”. –No obstante… Ahora hay que luchar para ganar, no pienso perder este combate, no aquí, no hoy… Si perdemos ahora no podremos mirarnos a los ojos de nuevo, así que… -Tras decir esto se levantó y me tendió la mano. – ¡Peleemos juntos! –Ahora mi cuerpo estaba a menos de diez metros, no era el momento de pensar en si sus palabras eran o no sinceras, así que cogí su mano y, con su ayuda, recuperé el espíritu de lucha suficiente para no desfallecer ahí. Ambos nos miramos, parecía que algo acababa de cambiar, que un enemigo común lo suficientemente fuerte nos había hecho, por primera vez en muchísimo tiempo, trabajar como uno sólo.
-Sabes… No sé por qué, pero confío en ti… Puedes ser todo lo que quieras, o querer ganar sólo con tal de que me violen… -Tras decir aquello Red y yo nos reímos. –Pero… Pero en el fondo eres parte de mí, y nos guste o no, creo que nos necesitamos el uno al otro para ser mejores… -Tras esto Red, siempre frío como un témpano, sonrió. Se le notaba alegre, no como cuando mataba o desmembraba, era un tipo de alegría familiar… buena… Se sentía raro, pero bien consigo mismo. Se acercó a mí y me dio un capón por la espalda.
-Idiota. No se te ocurra pensar que somos amigos ni nada por el estilo, cuando esto acabe te arrancaré de mí cuerpo y tomaré yo el control… -Dijo dándole un especial énfasis a aquel “mí”, aunque sus palabras sonaban algo forzadas. Mi cuerpo estaba a apenas un metro del suelo, prácticamente desmayado, pues mi consciencia estaba reunida en mi mundo interno, y a punto de culminar treinta metros de caída libre con un soberano golpe. Probablemente la caída fuera muy dolorosa, y yo había recibido todo el dolor de la anterior puerta, aquellas cuchilladas quemaban como brasas en mi pecho, así que aquel golpe probablemente podría mermar el “poder” de aquella charla. No importaba que fuésemos ahora amigos si nuestro cuerpo iba a llevarse soberano golpe. Pero algo me llenó de esperanzas, Red bajó la mirada, algo triste, y dijo lo último que diría aquel día. –Por cierto chico… No te preocupes por la caída, ni por esas heridas… -Dijo señalando las marcas de mi torso. –Yo asumiré los daños de todo… Aunque a cambio… Estarás sólo ahí fuera… ¡No se te ocurra perder! –Aquello fue lo último que nos dijimos, la última petición de Red.
*Fin de la conversación*
Apenas veinte centímetros nos separaban del suelo cuando abrimos los ojos de golpe, quedando sorprendidos de lo cerca que estaba aquel escollo. Red cumplió su parte del trato, controló él el 100% de nuestro cuerpo y asumió todo el daño. Para disminuir el golpe trató de estabilizarse y colocar las piernas. Aquella caída partió y astilló nuestra tibia, quedando un dolor absolutamente inmenso, imposible de sobrellevar para mí sólo, de no ser porque Red se llevó la peor parte, habría soltado un grito de dolor que hasta en Raftel se habría oído. Nuestra caída provocó que una gran cantidad de polvo se levantara con el golpe, entre la cual nuestra figura desapareció. Unos segundos después, ahora en mi forma humana, se me podía divisar entre aquella humareda provocada por el polvo. Mi camisa que acostumbraba a estar abierta ahora estaba rota, dejando mi torso desnudo, marcado por una gran cantidad de cortes que mi adversario me había provocado. Mi frente lucía una pequeña herida que se había abierto al caer, por la cual la sangre caía hasta bordear mi ojo izquierdo y caer hasta mi cuello. Mi brazo derecho colgaba como un peso muerto, y se me podía ver algo ladeado hacia la izquierda, tratando de no hacer demasiada presión sobre dicho lado por el dolor que mi pierna me provocaba. Cualquiera que me hubiera visto en ese momento me daría por muerto, aunque no podría estar más vivo, no podría estar más enfadado, y sobre todo, no podía tener más ganas de ganar aquel combate.
Busqué a mis alrededores a mi adversario, del cual no encontraba rastro, sólo atisbaba a ver a aquellos malditos okama de los cuales ya no quería saber nada. Alcé mi mirada entonces y lo vi. En el cielo, y aún con mi cadena colgando de su brazo, se encontraba volando mi adversario, a cierta distancia. –Tú… -Dije con la voz entre cortada y unos ojos vacíos de todo rastro de humanidad. –Pienso enseñarte el infierno… Este combate… ¡No ha hecho más que empezar! –Grité, para después abrir otra de aquellas puertas infernales. –Segunda puerta, puerta de la gula… ¡Abierta! –Tras decir aquello di un rápido sprint con el cual me coloqué justo debajo de él en cuestión de segundos, todo gracias a mi tercera puerta infernal, la de la gula, con la cual todas las grasas de mi cuerpo se convertían en energía en cuestión de un instante y era capaz de moverme mucho más rápido durante este. Ahora, justo debajo de su posición, di un portentoso salto, apoyando casi todo el esfuerzo en mi pierna buena, y con el poco de la mala terminando de romperla, para agarrar aquella cadena con mi brazo izquierdo. Con un fuerte tirón atraje hacia abajo a mi oponente, a la vez que tomé impulso y salí disparado hacia arriba ligeramente. Nos acercábamos el uno al otro hasta el punto en que chocaríamos, pero un segundo antes de eso saqué una de mis cuchillas de alto gradiente, la cual se tornó en un color rojo vivo por el paso de electricidad por su filo. A esa temperatura sería capaz de cortar el acero como mantequilla, y la piel humana se fundiría sólo de estar lo suficientemente cerca. La batería no era capaz de soportar mucho tiempo semejante descarga, así que sólo tenía una oportunidad de golpearle y aquel golpe debía poner un punto y final al combate, ya que de seguir me vería obligado a hacer “eso” y ambos podríamos morir…
Volando hacia él, armado con mi cuchilla al rojo vivo, con la cual me disponía a abrir un tajo cruzado en su torso, y con la determinación máxima de no perder bajo ningún concepto… En ese momento, y sólo en ese momento, sentí por primera vez en mucho tiempo la emoción de un combate.
Tajo cruzado en diagonal [AF]
Crimson
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No se daba por vencido. La cabeza de águila de ese capitán pirata esbozó lo que parecía una sonrisa con el pico por la actitud que tomaba ese licántropo. Todo apuntaba a que a fin de cuentas se iba a divertir más de lo que el mismo esperaba en un principio. Pese a las grandes heridas que llevaba encima había logrado recomponerse en mitad de la caída soltándose de la atadura que les unía y darse la vuelta, una maniobra que fue suficiente como para caer de pie y amortiguar la mayor parte de esa aparatosa caída.
Pero no todo le salió a pedir de boca, pues su cuerpo estaba ya lo suficientemente dañado como para no ser capaz de aguantar el impacto con el suelo. La gravedad hizo mella en su anatomía y acabó con la pierna lastimada. Era claramente visible desde el aire los multiples daños sufridos en su cuerpo. No aguantaría mucho más. De hecho dudabade que fuera si quiera capaz de poder seguir con el combate. Había luchado bien, hasta ahora. Sólo tenía que acabarlo y se iría de esa mundana isla en que querían permutar su tranquilad tracto-rectal. No contaba con una cosa. Se armó de pornto una enorme polvareda que inundó gran parte de ese improvisado cuadrilátero. A pesar de su excelente visión era incapaz de ver dónde estaba situado su contrincante. Esa nube de polvo era todo un incordio.
Para su sorpresa, nuevamente había logrado sobreponerse y salió de pronto con un vertiginoso salto hasta llegar a la cadena que seguía sujeta en su brazo. Tiró de ella y ser aproximó hasta su posición. Crimson por su parte no se quería acercar más al suelo, sabía que su ventaja residía en el aire. Por tanto en el momento en el que vio como el lobo saltaba empezó a aletear para elevarse. De esta forma, al momento de sujetar de la cadena y jalar hacia él, quedaron en una posición muy similar a la que estaba en un principio volando, unos seis metros.
-”Esta mierda ya me está cansando”-pensó mientras cortaba la cadena con su katana. Buena parte de ella seguía alrededor de su brazo, pero al menos ya no estaban unidos.-
Aquello no era más que el principio pues empuñaba también un arma al rojo vivo con la que le atacó. Sin apenas tiempo de reacción usó su antebrazo, a modo de escudo, para detener el corte. La hoja se adentró con una facilidad pasmosa entre el cúbito y el radio, provocándole un dolor atroz que solo pudo intentar mitigar con un alarido que asustó a la gran mayoría de sus espectadores. Con eso logró desviar el tajo, que salió de su brazo destrozando los músculos casi por completo.
-Tenías que haberte quedado en el suelo, chucho-amenazó Crimson mientras se separaba de él y dejaba caer su espada.- No es buena idea intentar pelear en el aire contra un águila.-
Usando una de sus garras inferiores volvió a coger la espada. A su vez había ya desefundado una de sus pistolas con la que ya estaba apuntando al cuerpo peludo y enorme de su oponente. No podía fallar a esa corta distancia. Era prácticamente un disparo a quemarropa. Haciendo acopio de su fuerza de voluntad, levantó el brazo dañado sacando el dial de rayos.
Apretó el gatillo y de su arma salieron seis tiros, que se imbuyeron en los rayos producidos por su dial. Así aumentaría el daño que pudieran hacer éstos, electrificándolos y además aumentando su capacidad de penetración (algo que les encantaría a los okamas). Eso era sólo parte de su primer ataque. Con su O Wazamono en la pierna izquierda lanzó una inmensa onda cortante oblicua, justo detrás de los disparos para finalizarlo de una vez mientras veía como caía poco a poco. Tras eso intentaría volver a alzar el vuelo para alejarse nuevamente del suelo y salir del rango de los ataques del cánido helado.
Art Assasin: Guns and Blades [AMF]
Pero no todo le salió a pedir de boca, pues su cuerpo estaba ya lo suficientemente dañado como para no ser capaz de aguantar el impacto con el suelo. La gravedad hizo mella en su anatomía y acabó con la pierna lastimada. Era claramente visible desde el aire los multiples daños sufridos en su cuerpo. No aguantaría mucho más. De hecho dudabade que fuera si quiera capaz de poder seguir con el combate. Había luchado bien, hasta ahora. Sólo tenía que acabarlo y se iría de esa mundana isla en que querían permutar su tranquilad tracto-rectal. No contaba con una cosa. Se armó de pornto una enorme polvareda que inundó gran parte de ese improvisado cuadrilátero. A pesar de su excelente visión era incapaz de ver dónde estaba situado su contrincante. Esa nube de polvo era todo un incordio.
Para su sorpresa, nuevamente había logrado sobreponerse y salió de pronto con un vertiginoso salto hasta llegar a la cadena que seguía sujeta en su brazo. Tiró de ella y ser aproximó hasta su posición. Crimson por su parte no se quería acercar más al suelo, sabía que su ventaja residía en el aire. Por tanto en el momento en el que vio como el lobo saltaba empezó a aletear para elevarse. De esta forma, al momento de sujetar de la cadena y jalar hacia él, quedaron en una posición muy similar a la que estaba en un principio volando, unos seis metros.
-”Esta mierda ya me está cansando”-pensó mientras cortaba la cadena con su katana. Buena parte de ella seguía alrededor de su brazo, pero al menos ya no estaban unidos.-
Aquello no era más que el principio pues empuñaba también un arma al rojo vivo con la que le atacó. Sin apenas tiempo de reacción usó su antebrazo, a modo de escudo, para detener el corte. La hoja se adentró con una facilidad pasmosa entre el cúbito y el radio, provocándole un dolor atroz que solo pudo intentar mitigar con un alarido que asustó a la gran mayoría de sus espectadores. Con eso logró desviar el tajo, que salió de su brazo destrozando los músculos casi por completo.
-Tenías que haberte quedado en el suelo, chucho-amenazó Crimson mientras se separaba de él y dejaba caer su espada.- No es buena idea intentar pelear en el aire contra un águila.-
Usando una de sus garras inferiores volvió a coger la espada. A su vez había ya desefundado una de sus pistolas con la que ya estaba apuntando al cuerpo peludo y enorme de su oponente. No podía fallar a esa corta distancia. Era prácticamente un disparo a quemarropa. Haciendo acopio de su fuerza de voluntad, levantó el brazo dañado sacando el dial de rayos.
Apretó el gatillo y de su arma salieron seis tiros, que se imbuyeron en los rayos producidos por su dial. Así aumentaría el daño que pudieran hacer éstos, electrificándolos y además aumentando su capacidad de penetración (algo que les encantaría a los okamas). Eso era sólo parte de su primer ataque. Con su O Wazamono en la pierna izquierda lanzó una inmensa onda cortante oblicua, justo detrás de los disparos para finalizarlo de una vez mientras veía como caía poco a poco. Tras eso intentaría volver a alzar el vuelo para alejarse nuevamente del suelo y salir del rango de los ataques del cánido helado.
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Mi golpe no fue todo lo certero que me habría gustado que fuera, aquel tipo siempre respondía bien a mis golpes y los encajaba demasiado fácilmente, me empezaba a dar cuenta de la diferencia de niveles entre nosotros, pero eso no me haría rendirme, ni mucho menos, por desgracia mi voluntad para continuar aquel combate en el que mi cuerpo estaba siendo el peor parado, no era tan grande como la voluntad de supervivencia. El impulso más racional y sensato para cualquiera en aquella situación sería rendirse, pero yo no era ni de largo racional o sensato, así que no me pensaba rendir ante nada. O eso pensaba…
En un momento aquel tipo cogió su espada, una pistola y aquel molesto dial, y como si nada, comenzó a dispararme y a cortarme con una salva de disparos y un gran tajo lanzado hacia mí. Conforme se acercaba veía en la luz que desprendían como pasaba mi vida por delante de mis ojos, cada misión, cada muerte, cada grito. ¿Había llegado la hora de pagar por mis pecados? ¿Era este realmente mi último combate? Aquel golpe fue mitigado gracias a un último reflejo, pues coloqué la cadena en la trayectoria de este y logré frenarlo ligeramente, pero no fue suficiente, y llegó a impactar contra mi cuerpo, y por si fuera poco, nuevamente caí desde una gran altura. Cuando mi espalda impactó contra el suelo, de mi boca salió un escupitajo de sangre, proveniente de aquella herida, que había llegado incluso a mis órganos internos. En ese momento comencé a perder la conciencia, mis ojos se entrecerraban lentamente, mi respiración bajaba de ritmo, así como mi pulso. Los oídos me pitaban, y pese a los griteríos incesantes y chirriantes de aquellos okamas, no oía más que un pitido agudo que iba taladrando mi cabeza, metafóricamente hablando. Todo se volvió borroso, las caras de aquellos hombres, o lo que fueran, se iban difuminando despacio hasta no ser más que manchas, cada vez más oscuras. Finalmente cerré los ojos. El final estaba cerca, me encontraba débil, muy, muy débil, y ahora no podría seguir peleando, ya no contra aquel hombre volador, sino contra mí mismo, contra mi “bestia” interior, aquella que nunca había sido capaz de controlar, cuya voluntad propia e instintos asesinos superaban a los del propio Red. El Fenrir.
En cuestión de unos segundos, volví a abrir los ojos, esta vez con una pupila completamente animal. Me fui reincorporando hasta ponerme de rodillas, para después apoyar las manos sobre el suelo, quedando a cuatro patas. Uno de los okamas que estaban detrás de mí me gritó algo, craso error.
-¡Menudo culazo tiene el perrito! –Tras decir aquello mi cuerpo y mi mente se separaron, perdí por completo el control de mis actos, y como si fuera un mismísimo lobo, di un salto hacia aquel horrendo tipo y, de un mordisco, le arranqué la cabeza. Medía unos ocho metros de largo, y el lomo estaba a más de cuatro, así que aquellas personas no eran más que pequeñas presas. Me comencé a comer al decapitado, separando la carne de sus huesos y masticándola despacio, tragando prácticamente enteros los pedazos de carnaza de aquel hombre. Dos trataron de atacarme, ambos corrieron la misma suerte que su compañero. Conforma me alimentaba, crecía, en tamaño e ira, y rápidamente alcancé los diez metros de longitud y unos seis metros de altura. Me había olvidado completamente del combate, por así decirlo, pues ahora no era más que una bestia, un animal, y no era capaz de razonar nada. Sin embargo, al ver a una presa voladora, se desató el impulso básico de caza, y un portentoso salto, de más de quince metros de altura, unido a la longitud de mi cuerpo, fue la respuesta que di al ver a aquel “pajarito” en el cielo. Tratando de cazarlo le intenté propinar un zarpazo con todas las fuerzas que me quedaban, pues estaba muy magullado y herido, de hecho cojeaba ligeramente de una pata, y en el torso tenía una herida abierta, sangrante, aunque ahora no se veían tan graves como en mi forma humana.
Zarpazo descomunal [AMF]
En un momento aquel tipo cogió su espada, una pistola y aquel molesto dial, y como si nada, comenzó a dispararme y a cortarme con una salva de disparos y un gran tajo lanzado hacia mí. Conforme se acercaba veía en la luz que desprendían como pasaba mi vida por delante de mis ojos, cada misión, cada muerte, cada grito. ¿Había llegado la hora de pagar por mis pecados? ¿Era este realmente mi último combate? Aquel golpe fue mitigado gracias a un último reflejo, pues coloqué la cadena en la trayectoria de este y logré frenarlo ligeramente, pero no fue suficiente, y llegó a impactar contra mi cuerpo, y por si fuera poco, nuevamente caí desde una gran altura. Cuando mi espalda impactó contra el suelo, de mi boca salió un escupitajo de sangre, proveniente de aquella herida, que había llegado incluso a mis órganos internos. En ese momento comencé a perder la conciencia, mis ojos se entrecerraban lentamente, mi respiración bajaba de ritmo, así como mi pulso. Los oídos me pitaban, y pese a los griteríos incesantes y chirriantes de aquellos okamas, no oía más que un pitido agudo que iba taladrando mi cabeza, metafóricamente hablando. Todo se volvió borroso, las caras de aquellos hombres, o lo que fueran, se iban difuminando despacio hasta no ser más que manchas, cada vez más oscuras. Finalmente cerré los ojos. El final estaba cerca, me encontraba débil, muy, muy débil, y ahora no podría seguir peleando, ya no contra aquel hombre volador, sino contra mí mismo, contra mi “bestia” interior, aquella que nunca había sido capaz de controlar, cuya voluntad propia e instintos asesinos superaban a los del propio Red. El Fenrir.
En cuestión de unos segundos, volví a abrir los ojos, esta vez con una pupila completamente animal. Me fui reincorporando hasta ponerme de rodillas, para después apoyar las manos sobre el suelo, quedando a cuatro patas. Uno de los okamas que estaban detrás de mí me gritó algo, craso error.
-¡Menudo culazo tiene el perrito! –Tras decir aquello mi cuerpo y mi mente se separaron, perdí por completo el control de mis actos, y como si fuera un mismísimo lobo, di un salto hacia aquel horrendo tipo y, de un mordisco, le arranqué la cabeza. Medía unos ocho metros de largo, y el lomo estaba a más de cuatro, así que aquellas personas no eran más que pequeñas presas. Me comencé a comer al decapitado, separando la carne de sus huesos y masticándola despacio, tragando prácticamente enteros los pedazos de carnaza de aquel hombre. Dos trataron de atacarme, ambos corrieron la misma suerte que su compañero. Conforma me alimentaba, crecía, en tamaño e ira, y rápidamente alcancé los diez metros de longitud y unos seis metros de altura. Me había olvidado completamente del combate, por así decirlo, pues ahora no era más que una bestia, un animal, y no era capaz de razonar nada. Sin embargo, al ver a una presa voladora, se desató el impulso básico de caza, y un portentoso salto, de más de quince metros de altura, unido a la longitud de mi cuerpo, fue la respuesta que di al ver a aquel “pajarito” en el cielo. Tratando de cazarlo le intenté propinar un zarpazo con todas las fuerzas que me quedaban, pues estaba muy magullado y herido, de hecho cojeaba ligeramente de una pata, y en el torso tenía una herida abierta, sangrante, aunque ahora no se veían tan graves como en mi forma humana.
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Su anterior ataque le había impactado de lleno y, a pesar de ser bastante más grande que un humano normal, el era contundente. Su demacrado cuerpo sangraba por todos lados mientras caía al suelo. Pero nuevamente logró recomponerse de alguna forma que Crimson aún no lograba comprender. Parecía ser inmune al dolor, o al menos tener la capacidad de ignorarlo cuando mejor le convenía. Pasó a su forma completa, volviéndose un monstruoso y gigantesco lobo azulado. Se equivocaba con sus predicciones pues no siempre era voluntario ese cambio. El chucho se había vuelto loco... Lo cual había sido un gran ventaja en un momento como ése pues al perder el raciocinio consiguió sobreponerse a lo que era, ya, una derrota inminente.
Empezó a comerse y a despedazar a los okamas que le rodeaban. Éstos gritaban como locas intentando huir para salvaguardas sus vidas. Otros, en cambio, buscaban pararlo y detenerlo. El resultado fue inútil pues también fueron triturador por esa máquina de matar en la que se había convertido. Se sentía algo ofendido pues estaba siendo ignorado totalmente por esos estúpidos . Ese sentimiento duraría poco.
Su enemigo se dio cuenta de su presencia y no parecía gustarle ver a alguien volar con tanta impunidad. Crimson le miró desafiante. Pretendía seguir con ese juego que ya empezaba que se traían los dos, en el que ninguno se dejaba someter ante el otro. Un duelo en el que sólo quedaría victorioso una de aquellas dos bestias. Águila contra Lobo, sólo uno acabaría estando en lo alto de la cadena alimenticia. Guardó su revólver y se llevó la mano derecha a la espalda. Iba a desenfundar la espada que siempre llevaba a la espalda. Iba luchar con todo frente a ese animal que pretendía cazarlo. Pero el capitán pirata no iba a dejar que se giren las tornas. Él siempre iba a ser el cazador.
Se erigió en un gran salto que llegó hasta su posición, pese a la altura a la que estaba volando. Y haciendo gala de una rapidez que no esperaba para su gran tamaño le lanzó un poderoso zarpazo con el que pretendía dejarlo medio muerto. Cruzó la katana que llevaba sujeta con lo que fue un pie y la espada que tenía ahora, formando una equis para detener, como pudiese, el ataque. A la par blandía las alas de su espalda para alejarse de los cortes. Aún con todo no fue suficiente pues las garras abriendo la defensa e incluso apartándose los filos finales lograron entrar en su piel, cortando la carne con suma facilidad. Cada una de esas cuchillas (pues es prácticamente lo que eran) dejaron sendas heridas de varios centímetros de profundidad en su torso. De éstas brotaban una gran cantidad de sangre. No tardó en escupir otro tanto por el pico.
No estaba en tan buenas condiciones como esperaba, pero no era momento de lamentarse. Tenía que terminar de una vez esa pelea. Y sobretodo aprovechar que seguía en el aire y que era mucho más complicado defenderse en un medio en el que apenas se controla. Aunque de esa bestia ya apenas se fiaba. Continuamente había demostrado la dureza en el combate con continuas “resurrecciones”. Si no fuera porque estaba transformado en su forma híbrida probablemente ya estaría en el suelo agonizando y desangrándose.
Soltó la espada para cogerlo con el otro pie. Ahora con la mano libre sacó otros seis cuchillos que los arrojó con gran fuerza y velocidad, debido a su transformación, hacia las extremidades y el torso del animal. Éstos cuchillos también fueron recubiertos con electricidad producida por su dial de rayos. Sabía que eso sería insuficiente para ganarle, pues su descomunal tamaño era una clara ventaja. Lo que quería es que éstos le imposibilitasen, paralizándolo ligeramente, por un momento para lo que de verdad sería su ataque que no requería de una gran fuerza, pues era bastante menor de la podía generar en un principio por las diversas heridas, sino de el propio uso de su peso en una caída.
Art Assassin: Stop and Destroy (Arte del Asesino: Detener y Destruir) [AB]
Se elevó unos pocos metros para poco después lanzarse en picado sobre el cuerpo de su oponente. Caería con toda la velocidad a la que podía moverse, añadiendo la fuerza de la gravedad y su peso, para clavar sus dos espadas, que a esa velocidad debían parecer más dos poderosas lanzas, y ensartar su ya maltrecha y herida anatomía -"Creo que ésto es todo. Aquí se acaba tu aventura, lobo feroz"- pensó mientras se lanzaba en picado a por él todavía los dos en el aire.
Empezó a comerse y a despedazar a los okamas que le rodeaban. Éstos gritaban como locas intentando huir para salvaguardas sus vidas. Otros, en cambio, buscaban pararlo y detenerlo. El resultado fue inútil pues también fueron triturador por esa máquina de matar en la que se había convertido. Se sentía algo ofendido pues estaba siendo ignorado totalmente por esos estúpidos . Ese sentimiento duraría poco.
Su enemigo se dio cuenta de su presencia y no parecía gustarle ver a alguien volar con tanta impunidad. Crimson le miró desafiante. Pretendía seguir con ese juego que ya empezaba que se traían los dos, en el que ninguno se dejaba someter ante el otro. Un duelo en el que sólo quedaría victorioso una de aquellas dos bestias. Águila contra Lobo, sólo uno acabaría estando en lo alto de la cadena alimenticia. Guardó su revólver y se llevó la mano derecha a la espalda. Iba a desenfundar la espada que siempre llevaba a la espalda. Iba luchar con todo frente a ese animal que pretendía cazarlo. Pero el capitán pirata no iba a dejar que se giren las tornas. Él siempre iba a ser el cazador.
Se erigió en un gran salto que llegó hasta su posición, pese a la altura a la que estaba volando. Y haciendo gala de una rapidez que no esperaba para su gran tamaño le lanzó un poderoso zarpazo con el que pretendía dejarlo medio muerto. Cruzó la katana que llevaba sujeta con lo que fue un pie y la espada que tenía ahora, formando una equis para detener, como pudiese, el ataque. A la par blandía las alas de su espalda para alejarse de los cortes. Aún con todo no fue suficiente pues las garras abriendo la defensa e incluso apartándose los filos finales lograron entrar en su piel, cortando la carne con suma facilidad. Cada una de esas cuchillas (pues es prácticamente lo que eran) dejaron sendas heridas de varios centímetros de profundidad en su torso. De éstas brotaban una gran cantidad de sangre. No tardó en escupir otro tanto por el pico.
No estaba en tan buenas condiciones como esperaba, pero no era momento de lamentarse. Tenía que terminar de una vez esa pelea. Y sobretodo aprovechar que seguía en el aire y que era mucho más complicado defenderse en un medio en el que apenas se controla. Aunque de esa bestia ya apenas se fiaba. Continuamente había demostrado la dureza en el combate con continuas “resurrecciones”. Si no fuera porque estaba transformado en su forma híbrida probablemente ya estaría en el suelo agonizando y desangrándose.
Soltó la espada para cogerlo con el otro pie. Ahora con la mano libre sacó otros seis cuchillos que los arrojó con gran fuerza y velocidad, debido a su transformación, hacia las extremidades y el torso del animal. Éstos cuchillos también fueron recubiertos con electricidad producida por su dial de rayos. Sabía que eso sería insuficiente para ganarle, pues su descomunal tamaño era una clara ventaja. Lo que quería es que éstos le imposibilitasen, paralizándolo ligeramente, por un momento para lo que de verdad sería su ataque que no requería de una gran fuerza, pues era bastante menor de la podía generar en un principio por las diversas heridas, sino de el propio uso de su peso en una caída.
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Se elevó unos pocos metros para poco después lanzarse en picado sobre el cuerpo de su oponente. Caería con toda la velocidad a la que podía moverse, añadiendo la fuerza de la gravedad y su peso, para clavar sus dos espadas, que a esa velocidad debían parecer más dos poderosas lanzas, y ensartar su ya maltrecha y herida anatomía -"Creo que ésto es todo. Aquí se acaba tu aventura, lobo feroz"- pensó mientras se lanzaba en picado a por él todavía los dos en el aire.
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Tras golpearlo él no pareció resentirse demasiado, era un monstruo, aunque yo era uno peor. Como un buen animal, herido y magullado sólo era más peligroso, y quizás, en otras circunstancias, el combate acabara de otra forma, pero no fue este el caso. Tras el golpe, mis instintos de lobo, tan fuera de control como siempre, me hicieron desviar la atención de mi principal enemigo, el pajarito, y seguir con aquella cacería. Mirando hacia abajo vi a los okamas, asustados ahora al ver que aquel combate se les había ido de las manos, pues un gigantesco lobo se los estaba comiendo a ellos. No dudé ni un segundo y, sin darles tiempo de reaccionar, exhalé un hálito gélido contra ellos, el cual dejó a todos congelados. Era sólo una congelación superficial, pero aun así tardarían días en descongelarse, y más todavía en salir de ese estado de hipotermia en el que quedarían. Esto, por un lado, fue catastrófico, pues le di la espalda a mi enemigo, que aprovechó y me atacó con todas sus fuerzas.
Cayendo en picado y a una gran velocidad, me atravesó con sus dos espadas. Una espada común no era más que una minúscula daga para mí, pero la potencia del ataque era descomunal, tanta, que logró lanzarme contra el suelo, mandando por los aires a los congelados okamas. Algunos se rompieron varios miembros con el golpe, estaba siendo una masacre aquel combate.
Yo ya no iba a poder seguir más, me faltaban fuerzas para levantarme incluso. Me encontraba tumbado en el suelo, con la lengua fuera, jadeando y luchando por poder respirar. Aquel combate ya tocaba a su fin, y sólo me quedaba rezar por una muerte rápida e indolora. Mi forma plena se anuló, volviendo lentamente a mi forma humana. Estaba totalmente malherido, magullado por todo el cuerpo, y con heridas abiertas a lo largo y ancho de este. De repente abrí los ojos, ni siquiera sabía bien dónde estaba, me dolía tanto el cuerpo que no podía siquiera levantar la cabeza para mirar a mi alrededor, era penoso. Vi sobre mí al pajarito, así que deduje que yo había perdido aquel combate, por suerte mirando a mí alrededor vi que todos los okamas habían desaparecido, así que al menos de esa me había librado.
Haciendo acopio de todas mis fuerzas alcancé a levantar mi torso del suelo, para ver el cráter que mi caída había dejado. Era, sin ninguna duda, un buen cráter, con la forma de un lobo y todo. Noté como mi brazo y mi pierna estaban totalmente destrozados, así que recoloqué nuevamente mi hombro de un fuerte tirón y me centré en curar mi pierna, vendándola de arriba abajo. Mientras hacía esto, me propuse terminar el combate, yo había perdido, pues no tenía fuerzas ni para levantarme, pero mi oponente seguía ahí arriba, y esperaba que no pretendiera seguir todo aquello.
-Oye, tú ganas viejo. Me parece que me has zurrado demasiado fuerte, ni recuerdo cómo te llamas de hecho casi ni cómo me llamo yo. –Dije riendo. –No sé dónde cojones has aprendido a pelear, pero eres bueno, aunque parece que yo también te he dado de lo lindo, ¿eh? –Volví a reír tras decirle aquello. Conseguí reunir fuerzas para levantarme, aunque tambaleándome, y apoyando el peso sobre la pierna sana, que para ser la “buena” estaba hecha unos zorros también, me dirigí a sentarme sobre un escalón de piedra en el borde del cráter. Una vez allí, mirando al pájaro, que se erigía como dueño de los cielos, terminé de hablar con él. –Soy médico. Si necesitas ayuda sólo dímelo, y a cambio… ¿qué te parecería sacarnos a los dos de esta asquerosa isla? –Tras añadir eso último me dejé caer de espaldas en el suelo, mirando el cielo, soñando con poder seguir viajando de isla en isla para hacerme más y más fuerte, lo bastante para vencer a este pajarito y a cualquier enemigo que se me pusiera por delante.
Esperaba que aquel tipo no estuviera cabreado, que le hubiera gustado combatir tanto como a mí, y que me ayudara a salir de la isla, aunque cabía la posibilidad de que quisiera acabar conmigo, o de que me pidiera algo a cambio por ayudarme a salir. En cualquier caso yo sólo podía permanecer tumbado en el suelo, inmóvil, hasta que él se decidiera a acabar todo aquello...
Cayendo en picado y a una gran velocidad, me atravesó con sus dos espadas. Una espada común no era más que una minúscula daga para mí, pero la potencia del ataque era descomunal, tanta, que logró lanzarme contra el suelo, mandando por los aires a los congelados okamas. Algunos se rompieron varios miembros con el golpe, estaba siendo una masacre aquel combate.
Yo ya no iba a poder seguir más, me faltaban fuerzas para levantarme incluso. Me encontraba tumbado en el suelo, con la lengua fuera, jadeando y luchando por poder respirar. Aquel combate ya tocaba a su fin, y sólo me quedaba rezar por una muerte rápida e indolora. Mi forma plena se anuló, volviendo lentamente a mi forma humana. Estaba totalmente malherido, magullado por todo el cuerpo, y con heridas abiertas a lo largo y ancho de este. De repente abrí los ojos, ni siquiera sabía bien dónde estaba, me dolía tanto el cuerpo que no podía siquiera levantar la cabeza para mirar a mi alrededor, era penoso. Vi sobre mí al pajarito, así que deduje que yo había perdido aquel combate, por suerte mirando a mí alrededor vi que todos los okamas habían desaparecido, así que al menos de esa me había librado.
Haciendo acopio de todas mis fuerzas alcancé a levantar mi torso del suelo, para ver el cráter que mi caída había dejado. Era, sin ninguna duda, un buen cráter, con la forma de un lobo y todo. Noté como mi brazo y mi pierna estaban totalmente destrozados, así que recoloqué nuevamente mi hombro de un fuerte tirón y me centré en curar mi pierna, vendándola de arriba abajo. Mientras hacía esto, me propuse terminar el combate, yo había perdido, pues no tenía fuerzas ni para levantarme, pero mi oponente seguía ahí arriba, y esperaba que no pretendiera seguir todo aquello.
-Oye, tú ganas viejo. Me parece que me has zurrado demasiado fuerte, ni recuerdo cómo te llamas de hecho casi ni cómo me llamo yo. –Dije riendo. –No sé dónde cojones has aprendido a pelear, pero eres bueno, aunque parece que yo también te he dado de lo lindo, ¿eh? –Volví a reír tras decirle aquello. Conseguí reunir fuerzas para levantarme, aunque tambaleándome, y apoyando el peso sobre la pierna sana, que para ser la “buena” estaba hecha unos zorros también, me dirigí a sentarme sobre un escalón de piedra en el borde del cráter. Una vez allí, mirando al pájaro, que se erigía como dueño de los cielos, terminé de hablar con él. –Soy médico. Si necesitas ayuda sólo dímelo, y a cambio… ¿qué te parecería sacarnos a los dos de esta asquerosa isla? –Tras añadir eso último me dejé caer de espaldas en el suelo, mirando el cielo, soñando con poder seguir viajando de isla en isla para hacerme más y más fuerte, lo bastante para vencer a este pajarito y a cualquier enemigo que se me pusiera por delante.
Esperaba que aquel tipo no estuviera cabreado, que le hubiera gustado combatir tanto como a mí, y que me ayudara a salir de la isla, aunque cabía la posibilidad de que quisiera acabar conmigo, o de que me pidiera algo a cambio por ayudarme a salir. En cualquier caso yo sólo podía permanecer tumbado en el suelo, inmóvil, hasta que él se decidiera a acabar todo aquello...
- OFF:
- Bueno, combate acabado, enhorabuena Crimson :D Si quieres añadir un post más a modo de cierre genial, si no, se da por entendido que me pides que me una a tu banda y listo xD Un gran combate ^^ Espero la revancha ;)jaja
Crimson
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Sintió perfectamente como sus dos espadas se introducían con violencia en el lomo de aquella inmensa bestia. Sabía perfectamente que su gran tamaño le servía tanto de ataque como de defensa pues para él esas dos estocadas eran fuertes pero no mortales como para el resto de individuos que hubiesen recibido tal ataque. Sin embargo ese monstruo no pareció sentirse demasiado afectado tras ser empalado por sus dos armas y siguió con su ataque desmedido hacia los okamas, de los que incluso alguien como él empezaba a sentir un pequeño rastro de compasión por ellos, al ver como eran congelados por el aliento gélido de su oponente. Definitivamente era un gran luchador que había conseguido hacer Crimson se divirtiese durante el transcurso del combate e incluso ganarse su respeto por la formidable manera de sobreponerse a situaciones adversas. Su destrozado brazo izquierdo así lo demostraba.
El enorme cuerpo del lobo acabó chocando contra el suelo en una aparatosa caída que formó un cráter, aún más grande que él mismo, incluso tenía su forma. -"De no haber peleado en el aire el resultado podría ser muy distinto."-pensó mientras sacaba sus dos espadas con dificultad y las volvía a enfundar. Si lograba reponerse a éso es que simplemente ese individuo no era normal. Aún en su forma total, de lo que suponía debía de ser una especia de lobo mitológico, no debería de ser capaz de moverse en semanas. Pero se equivocaba, ya que tras quitar ambas hojas de es espalda éste volvía a su forma humana, quedando ridículamente pequeño en comparación con la abertura en el suelo que ellos mismo habían causado, y aunque le costaba un mundo respirar entre jadeo y jadeo por las cuantiosas heridas se levantó. -"Este tío esa una verdadera bestia... y no sólo por su transformación."- se sorprendió gratamente al verlo incorporándose otra vez.
Éste en lugar de asustado o cabreado demostraba todo lo contrario pues con una voz desenfadada y, quizás demasiado, confiada se dirigía con total naturalidad a él, permitiéndose incluso bromear en una situación así. -Tu tampoco lo haces mal-respondió mientras se arrancaba la manga izquierda, por el hombro, demostrando las graves consecuencias de sus feroces ataques.-No hace falta que me cures, ya se arreglará por sí sólo-continuó mostrando una leve mueca de dolor, menor de la que realmente sentía al tener aquel corte expuesto al aire libre, haciendo gala de su exceso de confianza y lo poco que le gustaba mostrar signos de debilidad, pese a que aquellas heridas tardarían al menos cuatro semanas en curarse. -Respecto a lo de salir de aquí... No es mala idea... Tu aliento no les ha dejado precisamente contentos... Y nunca me vendría mal un médico en mi tripulación-concluyó sacando una de sus pistolas y disparando al suelo, levantando una nube de polvo en la que ambos se ocultarían. Acto seguido aleteó con fuerza y con las garras inferiores (aún seguía en su forma híbrida) lo cogió por la espalda, sujetándole sin ningún tipo de cuidado y ambos salieron volando, con un gran esfuerzo, del lugar ante la mirada perdida de los okamas que todavía querían "jugar" con ellos. -Soy Crimson, antiguamente conocido como Red Stinger, capitán se Sons of Anarchy.-
El enorme cuerpo del lobo acabó chocando contra el suelo en una aparatosa caída que formó un cráter, aún más grande que él mismo, incluso tenía su forma. -"De no haber peleado en el aire el resultado podría ser muy distinto."-pensó mientras sacaba sus dos espadas con dificultad y las volvía a enfundar. Si lograba reponerse a éso es que simplemente ese individuo no era normal. Aún en su forma total, de lo que suponía debía de ser una especia de lobo mitológico, no debería de ser capaz de moverse en semanas. Pero se equivocaba, ya que tras quitar ambas hojas de es espalda éste volvía a su forma humana, quedando ridículamente pequeño en comparación con la abertura en el suelo que ellos mismo habían causado, y aunque le costaba un mundo respirar entre jadeo y jadeo por las cuantiosas heridas se levantó. -"Este tío esa una verdadera bestia... y no sólo por su transformación."- se sorprendió gratamente al verlo incorporándose otra vez.
Éste en lugar de asustado o cabreado demostraba todo lo contrario pues con una voz desenfadada y, quizás demasiado, confiada se dirigía con total naturalidad a él, permitiéndose incluso bromear en una situación así. -Tu tampoco lo haces mal-respondió mientras se arrancaba la manga izquierda, por el hombro, demostrando las graves consecuencias de sus feroces ataques.-No hace falta que me cures, ya se arreglará por sí sólo-continuó mostrando una leve mueca de dolor, menor de la que realmente sentía al tener aquel corte expuesto al aire libre, haciendo gala de su exceso de confianza y lo poco que le gustaba mostrar signos de debilidad, pese a que aquellas heridas tardarían al menos cuatro semanas en curarse. -Respecto a lo de salir de aquí... No es mala idea... Tu aliento no les ha dejado precisamente contentos... Y nunca me vendría mal un médico en mi tripulación-concluyó sacando una de sus pistolas y disparando al suelo, levantando una nube de polvo en la que ambos se ocultarían. Acto seguido aleteó con fuerza y con las garras inferiores (aún seguía en su forma híbrida) lo cogió por la espalda, sujetándole sin ningún tipo de cuidado y ambos salieron volando, con un gran esfuerzo, del lugar ante la mirada perdida de los okamas que todavía querían "jugar" con ellos. -Soy Crimson, antiguamente conocido como Red Stinger, capitán se Sons of Anarchy.-
- OFF::
- Me ha gustado mucho el combate. La verdad es que esa cadena era un incordio y de no haber llevado el combate a las alturas habría acabado mucho peor parado. Por algo te he nombrado mi comandante ;)
Steve
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Resultados
Ganador : Crimson
Perdedor : Jallial Reezek
Premios : Crimson gana 1500 de experiencia, Jallial gana 700 de experiencia y el puesto de comandante en una de las divisiones
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Perdedor : Jallial Reezek
Premios : Crimson gana 1500 de experiencia, Jallial gana 700 de experiencia y el puesto de comandante en una de las divisiones
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