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Un barco de la marina se acercaba aquellas aguas de la villa. En cubierta se podían ver varios hombres hablando entre ellos y sonriendo de forma agradable. El día estaba algo nublado y al parecer tenía toda la pinta de llover aunque nunca se sabía pues el tiempo era algo muy imprevisible, al menos para alguien que no conociera el cielo. El barco se acercaba despacio a la orilla cuando de repente la voz de uno de aquellos hombres se pudo escuchar perfectamente.
- ¡Echad el ancla y avisad al capitán!
Los demás obedecieron de forma calmada para después uno de ellos, bastante joven, pegar un pequeño sprint por la cubierta metiéndose en una puerta que daba a uno de los pasillos internos del barco. Tras unos segundos pegó en una puerta que estaba al final, después de esos pequeños golpes entró de forma calmada. Sus ojos se abrieron mucho observando lo que había en aquella sala, era bastante grande y todo el suelo estaba lleno de restos de madera. Había muñecos de entrenamiento y la mayoría destrozados, decapitados o partidos por la mitad con cortes perfectos. Aquello era un pequeño desastre, el causante de ello estaba allí de pie dándole la espalda al chico.
Era un tipo alto que casi llegaba a los dos metros. Su pelo era castaño oscuro y corto. Estaba sin camiseta y se podía ver su musculosa espalda. Se estaba colocando una enorme espada casi más grande que él en una funda de color negro. Una vez la metió se giró hacia el chico observándole con sus ojos castaños. Desde por debajo de los ojos hasta por debajo del cuello llevaba una especie de vendas blancas que ocultaban su rostro. Su cuerpo estaba bien musculoso debido a su año de entrenamiento cuando estuvo capturado. Llevaba unos pantalones negros y unas sandalias de madera en sus pies. El chico le miró de forma calmada para después hablarle de forma tranquila.
- Hemos llegado a la isla capitán Krauser.
- Prepare mi bote recluta, partiré yo solo como de costumbre.
El recluta asintió y salió fuera de aquella sala dejando la puerta abierta. El castaño no tardó en seguirle saliendo a cubierta observando la isla desde el barco de forma tranquila. El capitán de la flota especial de asesinato e infiltración conocida como ``La Élite´´ observaba ahora como preparaban su bote. Junto a sus hombres, Garland, Hideki, Ai, y Agtaron había formado un pequeño grupo especial que se dedicaba a los trabajos de asesinato.
Krauser había escogido la siguiente isla con la intención de comprobar si había tan buenos espadachines como decían. Lo iba a comprobar por las buenas, pero si se negaban su viaje habría sido en vano. Ahora contemplaba como echaban su bote al agua y sin decir nada mas el castaño corrió saltando al agua y aterrizando en el bote perfectamente. Colocó una mano sobre la superficie del borde del vehículo y una densa niebla comenzó a formarse alrededor de este. El bote avanzaba a la orilla envuelto en niebla mientras el capitán sonreía de lado con los ojos bien abiertos.
- Los mejores espadachines, pongamos eso a prueba.
- ¡Echad el ancla y avisad al capitán!
Los demás obedecieron de forma calmada para después uno de ellos, bastante joven, pegar un pequeño sprint por la cubierta metiéndose en una puerta que daba a uno de los pasillos internos del barco. Tras unos segundos pegó en una puerta que estaba al final, después de esos pequeños golpes entró de forma calmada. Sus ojos se abrieron mucho observando lo que había en aquella sala, era bastante grande y todo el suelo estaba lleno de restos de madera. Había muñecos de entrenamiento y la mayoría destrozados, decapitados o partidos por la mitad con cortes perfectos. Aquello era un pequeño desastre, el causante de ello estaba allí de pie dándole la espalda al chico.
Era un tipo alto que casi llegaba a los dos metros. Su pelo era castaño oscuro y corto. Estaba sin camiseta y se podía ver su musculosa espalda. Se estaba colocando una enorme espada casi más grande que él en una funda de color negro. Una vez la metió se giró hacia el chico observándole con sus ojos castaños. Desde por debajo de los ojos hasta por debajo del cuello llevaba una especie de vendas blancas que ocultaban su rostro. Su cuerpo estaba bien musculoso debido a su año de entrenamiento cuando estuvo capturado. Llevaba unos pantalones negros y unas sandalias de madera en sus pies. El chico le miró de forma calmada para después hablarle de forma tranquila.
- Hemos llegado a la isla capitán Krauser.
- Prepare mi bote recluta, partiré yo solo como de costumbre.
El recluta asintió y salió fuera de aquella sala dejando la puerta abierta. El castaño no tardó en seguirle saliendo a cubierta observando la isla desde el barco de forma tranquila. El capitán de la flota especial de asesinato e infiltración conocida como ``La Élite´´ observaba ahora como preparaban su bote. Junto a sus hombres, Garland, Hideki, Ai, y Agtaron había formado un pequeño grupo especial que se dedicaba a los trabajos de asesinato.
Krauser había escogido la siguiente isla con la intención de comprobar si había tan buenos espadachines como decían. Lo iba a comprobar por las buenas, pero si se negaban su viaje habría sido en vano. Ahora contemplaba como echaban su bote al agua y sin decir nada mas el castaño corrió saltando al agua y aterrizando en el bote perfectamente. Colocó una mano sobre la superficie del borde del vehículo y una densa niebla comenzó a formarse alrededor de este. El bote avanzaba a la orilla envuelto en niebla mientras el capitán sonreía de lado con los ojos bien abiertos.
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Émile se balanceó hacia atrás con elegancia, esquivando el filo de la katana. Esta pasó a escasos centímetros de su cuerpo. Sin embargo, lo tenía todo controlado. La hoja continuaba su movimiento por la inercia, y ahora su rival estaba desprotegido. Se echó hacia adelante velozmente, y con un veloz puñetazo en la barbilla lo tiró para atrás, noqueándolo. El marine se cayó de espaldas al suelo, y su arma salió despedida varios metros más lejos clavándose en la tierra.
- Vamos, ¿es que nadie aquí puede hacerme frente? - dijo secamente Émile.
Era un joven atractivo, alto y delgado de unos diecinueve años. Piel pálida, ojos color caoba y pelo largo y revuelto color castaño claro. Iba vestido con una camisa negra con finas rayas verticales color gris, vaqueros y mocasines. Al cinto tenía dos pistolas en sendas fundas de cuero negro. Ambas fundas tenían una chapa metálica roja con forma de pentáculo. La pistola de la derecha era blanca con símbolos tribales rojo oscuro, y la de la izquierda negra con los mismos símbolos pero en dorado. A sus pies yacían derrotados y quejándose tres reclutas marines. El joven miró a su alrededor. La gente le miraba con cierto temor y el último recluta, un hombre con un gran bigotón rubio, le dijo con rabia antes de salir corriendo.
- ¡Esto no quedará así! Te arrestaremos y desearás no haberte metido en nuestros asuntos.
- Haz lo que veas - dijo, con cierto desdén.
Mientras el marine huía, se giró hacia una chica joven que observaba la escena temblando.
- Será mejor que escapes. Este hombre volverá para terminar lo que ha empezado.
- No se cómo agradecértelo...
- No lo hagas, tan sólo vete.
La chica salió corriendo, y Émile le dio un toque con la pierna a uno de los marines que intentaba levantarse. Se dio la vuelta y marchó en dirección al puerto, malhumorado. Sería mejor que se marcharse cuanto antes de aquel lugar, o pronto medio cuartel marine local le estaría buscando. No le gustaba buscarse problemas con los marines, pero aquella situación le había obligado. Estaba dando un paseo por la aldea cuando escuchó gritos ahogados en un callejón. Allí encontró a los reclutas a los que había derrotado intentando violar a aquella chica, y les atacó para detenerlos. Sentía que el poder que tenía podía ser usado para más cosas que para sus propios propósitos o para robar a mercaderes ricos. Debía ayudar a aquellos que no podían defenderse. No le gustaba tener que matar gente, así que había combatido cuerpo a cuerpo empleando su entrenamiento en el Sokudan. Esto le había estado a punto de costar heridas graves, pero se había librado de milagro gracias a sus reflejos. "Aun así, debería evitar meterme en peleas a puñetazos. No es lo mío." Estaba llegando al puerto cuando vio en el mar frente a la isla un navío marine.
- Mierda... ¿justo ahora? Hoy no es mi día de suerte.
- Vamos, ¿es que nadie aquí puede hacerme frente? - dijo secamente Émile.
Era un joven atractivo, alto y delgado de unos diecinueve años. Piel pálida, ojos color caoba y pelo largo y revuelto color castaño claro. Iba vestido con una camisa negra con finas rayas verticales color gris, vaqueros y mocasines. Al cinto tenía dos pistolas en sendas fundas de cuero negro. Ambas fundas tenían una chapa metálica roja con forma de pentáculo. La pistola de la derecha era blanca con símbolos tribales rojo oscuro, y la de la izquierda negra con los mismos símbolos pero en dorado. A sus pies yacían derrotados y quejándose tres reclutas marines. El joven miró a su alrededor. La gente le miraba con cierto temor y el último recluta, un hombre con un gran bigotón rubio, le dijo con rabia antes de salir corriendo.
- ¡Esto no quedará así! Te arrestaremos y desearás no haberte metido en nuestros asuntos.
- Haz lo que veas - dijo, con cierto desdén.
Mientras el marine huía, se giró hacia una chica joven que observaba la escena temblando.
- Será mejor que escapes. Este hombre volverá para terminar lo que ha empezado.
- No se cómo agradecértelo...
- No lo hagas, tan sólo vete.
La chica salió corriendo, y Émile le dio un toque con la pierna a uno de los marines que intentaba levantarse. Se dio la vuelta y marchó en dirección al puerto, malhumorado. Sería mejor que se marcharse cuanto antes de aquel lugar, o pronto medio cuartel marine local le estaría buscando. No le gustaba buscarse problemas con los marines, pero aquella situación le había obligado. Estaba dando un paseo por la aldea cuando escuchó gritos ahogados en un callejón. Allí encontró a los reclutas a los que había derrotado intentando violar a aquella chica, y les atacó para detenerlos. Sentía que el poder que tenía podía ser usado para más cosas que para sus propios propósitos o para robar a mercaderes ricos. Debía ayudar a aquellos que no podían defenderse. No le gustaba tener que matar gente, así que había combatido cuerpo a cuerpo empleando su entrenamiento en el Sokudan. Esto le había estado a punto de costar heridas graves, pero se había librado de milagro gracias a sus reflejos. "Aun así, debería evitar meterme en peleas a puñetazos. No es lo mío." Estaba llegando al puerto cuando vio en el mar frente a la isla un navío marine.
- Mierda... ¿justo ahora? Hoy no es mi día de suerte.
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El bote continuaba acercándose a la orilla envuelto en aquella extraña niebla. De repente cuando el castaño notó que su medio de transporte tocó la arena salió del bote pisando en la dorada arena de la playa. La niebla se fue dispersando de forma tranquila y lenta. El marine observaba la ciudad a lo lejos y lo mejor era dirigirse a ella para encontrar a un buen espadachín con el cual pelear. Las pisadas del marine se podían ver en la arena mientras avanzaba de forma calmada cuando de repente una figura corrió hacia él. Era un hombre con el uniforme de marine y un bigote rubio bastante exagerado, de repente aquel marine se frenó frente al castaño. Al parecer no sabía que también era un marine y empezó a hablarle de forma nerviosa y cabreado como en una especie de ``te cuento mi vida así porque si´´.
- Hola tío, no sé quién eres pero cuidado en esta ciudad, un asesino está matando marines. Esta muy loco y es muy peligroso, no te dirijas allí o morirás. Solo tratábamos de trabajarnos a una chica muy mona tu ya me entiendes.
Dijo aquel tipo con una pequeña risa al final para después mirar a lo lejos y ver al chico que había acojonado a los demás. Este asustado cambió la expresión de su cara mirando de nuevo al castaño volviendo a hablarle.
- ¡Es él! ¡tenemos que huir!
- Aquí el único que se va eres tú y a dormir.
El capitán frunció el ceño y elevó su pierna sin mero aviso golpeando las costillas del marine que quedó de rodillas mientras daba un grito de dolor. A continuación el castaño golpeó aquel tipo con un rodillazo en el rostro dejándolo allí inconsciente. Aquel estúpido se le había escapado lo de trabajarse a una chica delante de alguien con un honor increíble. No soportaba a los marines que abusaban de su poder y menos a los babosos. Tras aquel golpe y haber dejado durmiendo aquel tipo giró su cuello hasta divisar a lo lejos la figura que había señalado el del bigote. Debía tener una vista increíble pues el capitán desde su posición solo veía a un chico castaño pero no su cara y no le reconocía. De repente empezó a caminar hacia allí.
Una vez pasaron unos instantes llegó a la posición del chico pero a unos cinco metros lejos de él. Mantenía su mirada seria y fría como el hielo con el ceño fruncido observando al chico. Parecía estar matándole y torturándole con la mirada pero esa era algo típico del demonio de la niebla. Tras unos cortos segundos sus vendas se movieron un poco dando así la señal de que iba a hablar. Su tono fue increíblemente frio y serio, parecía ser alguien sin sentimientos y despreocupado mas no era así. Solo era la imagen que daba a los demás.
- Por mucho que ese idiota se mereciera lo que quiera que hayas hecho junto con los demás, no creo que alguien que no sea marine o pertenezca al gobierno pueda hacerlo chico.
- Hola tío, no sé quién eres pero cuidado en esta ciudad, un asesino está matando marines. Esta muy loco y es muy peligroso, no te dirijas allí o morirás. Solo tratábamos de trabajarnos a una chica muy mona tu ya me entiendes.
Dijo aquel tipo con una pequeña risa al final para después mirar a lo lejos y ver al chico que había acojonado a los demás. Este asustado cambió la expresión de su cara mirando de nuevo al castaño volviendo a hablarle.
- ¡Es él! ¡tenemos que huir!
- Aquí el único que se va eres tú y a dormir.
El capitán frunció el ceño y elevó su pierna sin mero aviso golpeando las costillas del marine que quedó de rodillas mientras daba un grito de dolor. A continuación el castaño golpeó aquel tipo con un rodillazo en el rostro dejándolo allí inconsciente. Aquel estúpido se le había escapado lo de trabajarse a una chica delante de alguien con un honor increíble. No soportaba a los marines que abusaban de su poder y menos a los babosos. Tras aquel golpe y haber dejado durmiendo aquel tipo giró su cuello hasta divisar a lo lejos la figura que había señalado el del bigote. Debía tener una vista increíble pues el capitán desde su posición solo veía a un chico castaño pero no su cara y no le reconocía. De repente empezó a caminar hacia allí.
Una vez pasaron unos instantes llegó a la posición del chico pero a unos cinco metros lejos de él. Mantenía su mirada seria y fría como el hielo con el ceño fruncido observando al chico. Parecía estar matándole y torturándole con la mirada pero esa era algo típico del demonio de la niebla. Tras unos cortos segundos sus vendas se movieron un poco dando así la señal de que iba a hablar. Su tono fue increíblemente frio y serio, parecía ser alguien sin sentimientos y despreocupado mas no era así. Solo era la imagen que daba a los demás.
- Por mucho que ese idiota se mereciera lo que quiera que hayas hecho junto con los demás, no creo que alguien que no sea marine o pertenezca al gobierno pueda hacerlo chico.
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Émile decidió apurarse. Si cogía el siguiente barco, a lo mejor lograba escaparse de la isla antes de que corriesen las noticias y comenzasen a buscarle por el puerto. "Espera... ¿no es ese el bigotudo?" Se paró en lo alto de la cuesta que bajaba hasta los barcos. Abajo de todo, el recluta hablaba con un hombre alto y corpulento con el rostro vendado y un enorme espadón a la espalda. De repente el de las vendas le dio dos veloces golpes con las piernas y lo tumbó, tras lo cual comenzó a avanzar hacia Émile con la vista fija en él. El chico se quedó paralizado súbitamente. El hombre era realmente intimidante, y sus movimientos eran muy veloces como había demostrado con la patada y el rodillazo a aquel hombre. Pero eso no fue lo peor. Cuando llegó a unos cinco metros de él, se paró y le dirigió una mirada fría y terrorífica, digna de un demonio.
- Por mucho que ese idiota se mereciera lo que quiera que hayas hecho junto con los demás, no creo que alguien que no sea marine o pertenezca al gobierno pueda hacerlo chico.
Émile se repuso y trató de controlar el miedo que sentía. "Cálmate joder, es sólo un humano. Parece bastante fuerte, pero tampoco es para sentir esto." Apretó su mano derecha para detener un ligero temblor en esta y respiró profundamente. El de las vendas no parecía un marine. No tenía un uniforme ni nada que le identificase como uno, pero hablaba como si lo fuese. Su tono autoritario y sus formas lo delataban, además de que le reprendiese por atacar a unos violadores sin pertenecer al Gobierno. Eso era, ¿y si era un agente del Gobierno? Eso explicaría que no fuese con uniforme. Estaba en un lío, aunque a lo mejor lograba convencerle de que le dejase ir.
- ¿Y qué debía hacer? ¿Mirar cómo violaban a aquella chica? No podía permitirlo. Además, ¿qué te importa a ti? No eres marine, por lo que puedo ver.
Hizo el comentario fingiendo estar convencido de que realmente pensaba que no era de la Marina. Se le daba muy bien mentir, así como analizar a la gente. Esa sería una buena manera de tantear al recién llegado y adivinar quién era y qué pretendía realmente. Dirigió una miraba al puerto y vio que en un barco comenzaban a cargar mercancía y a subir gente. Posiblemente partiría de la isla en breves, y tal vez fuese su única esperanza para salir sin más incidentes del lugar. Tenía que largarse como fuese. Y si el vendado intentaba impedírselo, le daría una lección. Adelantó su pie izquierdo mientras doblaba las rodillas y apartaba las piernas entre sí. Flexionó los brazos cubriéndose con ellos y adelantó el derecho, en una pose básica del Sokudan.
- En fin, tengo que marcharme de aquí antes de que lleguen los marines. Debo pedirte que no me lo impidas, pues no quiero meterme en más peleas. Sin embargo, que sepas que no pienso vacilar si me obligas.
- Por mucho que ese idiota se mereciera lo que quiera que hayas hecho junto con los demás, no creo que alguien que no sea marine o pertenezca al gobierno pueda hacerlo chico.
Émile se repuso y trató de controlar el miedo que sentía. "Cálmate joder, es sólo un humano. Parece bastante fuerte, pero tampoco es para sentir esto." Apretó su mano derecha para detener un ligero temblor en esta y respiró profundamente. El de las vendas no parecía un marine. No tenía un uniforme ni nada que le identificase como uno, pero hablaba como si lo fuese. Su tono autoritario y sus formas lo delataban, además de que le reprendiese por atacar a unos violadores sin pertenecer al Gobierno. Eso era, ¿y si era un agente del Gobierno? Eso explicaría que no fuese con uniforme. Estaba en un lío, aunque a lo mejor lograba convencerle de que le dejase ir.
- ¿Y qué debía hacer? ¿Mirar cómo violaban a aquella chica? No podía permitirlo. Además, ¿qué te importa a ti? No eres marine, por lo que puedo ver.
Hizo el comentario fingiendo estar convencido de que realmente pensaba que no era de la Marina. Se le daba muy bien mentir, así como analizar a la gente. Esa sería una buena manera de tantear al recién llegado y adivinar quién era y qué pretendía realmente. Dirigió una miraba al puerto y vio que en un barco comenzaban a cargar mercancía y a subir gente. Posiblemente partiría de la isla en breves, y tal vez fuese su única esperanza para salir sin más incidentes del lugar. Tenía que largarse como fuese. Y si el vendado intentaba impedírselo, le daría una lección. Adelantó su pie izquierdo mientras doblaba las rodillas y apartaba las piernas entre sí. Flexionó los brazos cubriéndose con ellos y adelantó el derecho, en una pose básica del Sokudan.
- En fin, tengo que marcharme de aquí antes de que lleguen los marines. Debo pedirte que no me lo impidas, pues no quiero meterme en más peleas. Sin embargo, que sepas que no pienso vacilar si me obligas.
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El chico llevaba su parte de razón, no debía haber matado a nadie pero tampoco haberse quedado mirando por lo que en parte lo había hecho bien pero sin embargo la ley era estricta. Los ojos del marine continuaban fijos en el chico con aquella expresión de seriedad y frialdad. Las palabras del chico continuaron y dijo que Krauser no era marine por lo que podía ver. El capitán sonrió de lado, cosa que no se pudo ver gracias a las vendas. Aquel chico decía que un capitán no era marine, al no llevar el uniforme, el castaño no daba el pego como marine. No ser reconocido como tal podía ser una ventaja y debía aprovechar esa ventaja fuese como fuese. Tras aquello los ojos del chico se desviaron, el marine no se fijó en que estaba mirando y siguió con la mirada fija en él. Tras sus nuevas palabras parecía que quería largarse de allí, fue cuando el demonio de la niebla negó haciendo que su mano derecha se imbuyera en un color blanco rodeándola de energía cortante y mirando al chico.
- No te vas a ir de aquí hasta responderme a cuantos has matado y hasta que pagues por lo que has hecho en una celda de im…
Justo cuando iba a decir impel down los ojos del marine se abrieron como platos, impresionado por la postura que aquel chico había puesto. No era posible que estuviera viendo aquella postura de combate del Sokudan. Ese estilo solo lo había visto una vez y por una persona a la que admiraba y respetaba. Era imposible que aquel chico estuviera haciendo el estilo del capitán Lion D. Karl. Krauser frunció el ceño usando su mirada más fría y seria, una gota de sudor cayó por su frente mientras observaba de nuevo al chico.
- ¿Dónde has aprendido esa postura? ¿ Eres alumno de Lion D. Karl? Responde chico o vas a tener problemas y de los serios.
Dijo en su tono habitual colocándose en su postura del estilo ``asesinato silencioso´´ aquello había pasado a algo personal y no lo iba a dejar marchar hasta saber qué diablos pasaba allí. Aquel chico tenía un leve parecido con la persona que consideraba un maestro y un hermano mayor. No estaba seguro que estaba pasando pero activó su haki de observación atento a todo lo que pudiera pasar con su mano aún envuelta en aquella energía.
Los ojos del marine se fueron entrecerrando quedando la mirada que usaba para las batallas. En unos segundos pensó algo mejor y se dio cuenta que se estaba pasando por lo que se quedó mirando relajando un poco la mirada mientras una pequeña brisa ondeaba un extremo de su venda del final del cuello que siempre iba suelta. Estaba ansioso por saber la respuesta del chico, no era posible que supiera algo así, y si era algún alumno de su maestro aquello sería algo raro pues el chico había asesinado a marines.
- No te vas a ir de aquí hasta responderme a cuantos has matado y hasta que pagues por lo que has hecho en una celda de im…
Justo cuando iba a decir impel down los ojos del marine se abrieron como platos, impresionado por la postura que aquel chico había puesto. No era posible que estuviera viendo aquella postura de combate del Sokudan. Ese estilo solo lo había visto una vez y por una persona a la que admiraba y respetaba. Era imposible que aquel chico estuviera haciendo el estilo del capitán Lion D. Karl. Krauser frunció el ceño usando su mirada más fría y seria, una gota de sudor cayó por su frente mientras observaba de nuevo al chico.
- ¿Dónde has aprendido esa postura? ¿ Eres alumno de Lion D. Karl? Responde chico o vas a tener problemas y de los serios.
Dijo en su tono habitual colocándose en su postura del estilo ``asesinato silencioso´´ aquello había pasado a algo personal y no lo iba a dejar marchar hasta saber qué diablos pasaba allí. Aquel chico tenía un leve parecido con la persona que consideraba un maestro y un hermano mayor. No estaba seguro que estaba pasando pero activó su haki de observación atento a todo lo que pudiera pasar con su mano aún envuelta en aquella energía.
Los ojos del marine se fueron entrecerrando quedando la mirada que usaba para las batallas. En unos segundos pensó algo mejor y se dio cuenta que se estaba pasando por lo que se quedó mirando relajando un poco la mirada mientras una pequeña brisa ondeaba un extremo de su venda del final del cuello que siempre iba suelta. Estaba ansioso por saber la respuesta del chico, no era posible que supiera algo así, y si era algún alumno de su maestro aquello sería algo raro pues el chico había asesinado a marines.
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El extraño declaró que no iba a irse hasta decirle a cuántos marines había matado, y comenzó a decir que pagaría por lo que había hecho, pero de repente se quedó callado mirándole impresionado por algo. Émile estaba realmente estupefacto. ¿Asesinados? ¿Impel Down? O al menos eso suponía que había querido decir. Miró a su alrededor, pero no vio a nadie en especial, por lo que supuso que había puesto esa expresión por algo que había visto en él. De repente el de las vendas estaba muy tenso, y apreció una gota de sudor en su frente. Estaba... ¿preocupado?
- ¿Dónde has aprendido esa postura? ¿ Eres alumno de Lion D. Karl? Responde chico o vas a tener problemas y de los serios.
"¿¡LION D. KARL!? ¿Este hombre conoce a mi padre?" Pensó, abriendo la boca muy sorprendido. Tras la breve sorpresa, notó una inmensa ira en su interior al pensar en su padre. Debía vengar a su madre asesinando a aquel cerdo, y tal vez pudiese usar a aquel extraño para localizarle. Sin embargo, primero debía aclarar aquel entuerto. No le apetecía acabar en una celda de la prisión del Gobierno por un crimen que no había cometido. Recompuso su expresión y miró al otro, que se preparaba para luchar, con firmeza y orgullo fiero.
- Yo no he asesinado a ningún marine. Tan sólo di una paliza a esos cerdos, pero están todos intactos... bueno, algo intactos. Y yo no soy ningún alumno de ese Lion D. Karl. Aunque tal vez mi nombre te di una pista sobre mi relación con el "famoso" - pronunció con ironía y sorna la palabra - Quimera Karl. Mi nombre es Lion D. Émile. Y ahora que ya sabes que no soy ningún asesino, déjame marchar.
Aquel hombre no era un civil. Estaba muy claro por su amenaza sobre Impel Down que era un agente del Gobierno o un oficial marine sin uniforme. Y si así era no debía ser precisamente débil, así que no le atacaría a menos que fuese necesario. Ahora debía pensar en un plan de huida por si decidía detenerle de todas maneras... y rápido.
- ¿Dónde has aprendido esa postura? ¿ Eres alumno de Lion D. Karl? Responde chico o vas a tener problemas y de los serios.
"¿¡LION D. KARL!? ¿Este hombre conoce a mi padre?" Pensó, abriendo la boca muy sorprendido. Tras la breve sorpresa, notó una inmensa ira en su interior al pensar en su padre. Debía vengar a su madre asesinando a aquel cerdo, y tal vez pudiese usar a aquel extraño para localizarle. Sin embargo, primero debía aclarar aquel entuerto. No le apetecía acabar en una celda de la prisión del Gobierno por un crimen que no había cometido. Recompuso su expresión y miró al otro, que se preparaba para luchar, con firmeza y orgullo fiero.
- Yo no he asesinado a ningún marine. Tan sólo di una paliza a esos cerdos, pero están todos intactos... bueno, algo intactos. Y yo no soy ningún alumno de ese Lion D. Karl. Aunque tal vez mi nombre te di una pista sobre mi relación con el "famoso" - pronunció con ironía y sorna la palabra - Quimera Karl. Mi nombre es Lion D. Émile. Y ahora que ya sabes que no soy ningún asesino, déjame marchar.
Aquel hombre no era un civil. Estaba muy claro por su amenaza sobre Impel Down que era un agente del Gobierno o un oficial marine sin uniforme. Y si así era no debía ser precisamente débil, así que no le atacaría a menos que fuese necesario. Ahora debía pensar en un plan de huida por si decidía detenerle de todas maneras... y rápido.
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Aquella expresión del chico alertó al marine, así que lo conocía… era algo que no podría haber imaginado. Ahora tras sus palabras diciendo que no había matado a nadie quedaba libre de la merilla del marine. Ya se había olvidado del motivo por el que había ido a la isla, los espadachines podían esperar, ahora escuchaba las palabras del chico. De repente escuchó aquel nombre. ``Lion D. Émile´´ estaba claro que por el ``Lion´´ era familia de la Quimera. Pero el marine ahora se comía la cabeza. Karl no le había hablado de ningún hijo ni ningún hermano pequeño. Tampoco de sobrinos o primos pequeños. Podía parecer pesado pero el interrogatorio no había acabado, es más, iba a delatar su posición enseguida.
- Yo te llevare a tu destino en mi barco, pero vas a responder a unas preguntas.
Las frías palabras del marine fueron acompañadas de una niebla que comenzó a surgir. Krauser había colocado su mano en el suelo y la niebla comenzó a extenderse a veinticinco metros a la redonda y a unos veinte de alto. Aquella niebla podía reducir los movimientos de sus oponentes pero el marine no había usado eso aún. Solo se mantenía oculto pero no se había movido de su sitio por lo que estaba en frente del chico todavía. De repente la voz del marine volvió a surgir de la niebla. Esta era un tono serio pero no tan frio como el de antes, era muy sádico ya que había comenzado el juego.
- Estas en mi territorio, soy Krauser, el demonio de la niebla. Conocido también como el gran espada. Capitán de la marina y líder de la fuerza especial de asesinato conocida como La Élite. Amigo de Lion D. Karl y ex primer oficial de su brigada. Este es el campo de juego de mi poder, se donde estas perfectamente. No intentes escapar chico.
Dijo mientras parpadeaba dos veces con su ojo izquierdo activando su lentilla y ahora observando con la visión térmica mientras cerraba el otro ojo.
- Dime qué relación tienes con Karl, si te sirve de consuelo es como un hermano para mi así que no te preocupes por tu seguridad, los amigos de mis amigos, son mis amigos chico.
Tras sus palabras se quedó callado mientras que su mano envuelta en energía volvía a ser normal. La respuesta del chico era crucial pues la curiosidad podía con el marine que había dicho quien era. No era algo que le molestara ocultar y ya era conocido en muchos lugares como el demonio de la niebla. En otros por el Gran Espada. También pensaba tener unas palabras con Karl si el asunto no se aclaraba pero ahora solo quedaba esperar a que el chico hablara de una vez. No le quitaba el ojo de encima observando su silueta de un color naranja debido a su visión.
- Yo te llevare a tu destino en mi barco, pero vas a responder a unas preguntas.
Las frías palabras del marine fueron acompañadas de una niebla que comenzó a surgir. Krauser había colocado su mano en el suelo y la niebla comenzó a extenderse a veinticinco metros a la redonda y a unos veinte de alto. Aquella niebla podía reducir los movimientos de sus oponentes pero el marine no había usado eso aún. Solo se mantenía oculto pero no se había movido de su sitio por lo que estaba en frente del chico todavía. De repente la voz del marine volvió a surgir de la niebla. Esta era un tono serio pero no tan frio como el de antes, era muy sádico ya que había comenzado el juego.
- Estas en mi territorio, soy Krauser, el demonio de la niebla. Conocido también como el gran espada. Capitán de la marina y líder de la fuerza especial de asesinato conocida como La Élite. Amigo de Lion D. Karl y ex primer oficial de su brigada. Este es el campo de juego de mi poder, se donde estas perfectamente. No intentes escapar chico.
Dijo mientras parpadeaba dos veces con su ojo izquierdo activando su lentilla y ahora observando con la visión térmica mientras cerraba el otro ojo.
- Dime qué relación tienes con Karl, si te sirve de consuelo es como un hermano para mi así que no te preocupes por tu seguridad, los amigos de mis amigos, son mis amigos chico.
Tras sus palabras se quedó callado mientras que su mano envuelta en energía volvía a ser normal. La respuesta del chico era crucial pues la curiosidad podía con el marine que había dicho quien era. No era algo que le molestara ocultar y ya era conocido en muchos lugares como el demonio de la niebla. En otros por el Gran Espada. También pensaba tener unas palabras con Karl si el asunto no se aclaraba pero ahora solo quedaba esperar a que el chico hablara de una vez. No le quitaba el ojo de encima observando su silueta de un color naranja debido a su visión.
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El hombre le dijo que él le llevaría a su destino, pero antes le interrogaría. Aquello era preocupante cuanto menos, además de que lo del barco bien podía ser una trampa para llevarle a una prisión. El chico se preparó para luchar, pues no le gustaba el cariz que estaba tomando aquella conversación, pero de repente el otro tocó el suelo con su mano. Una espesa niebla comenzó a surgir rápidamente... ¿de su cuerpo? Estaba claro que su rival no era una persona normal. Ya antes había advertido que su mano se iluminaba ligeramente, rodeada por un aura de energía, pero no lo había visto extraño (dado que él hacía lo mismo con sus pistolas). Sin embargo eso estaba a otro nivel. ¿Sería un usuario? La niebla cubrió toda la zona, dejando a Émile desorientado y perdido en mitad de esta. No sabía dónde estaba su rival, y en esa situación el otro tenía una gran ventaja (dado que seguramente ya estaba acostumbrado a pelear en esas condiciones. Se dio a conocer como Krauser el demonio de la niebla. Era un capitán de las fuerzas especiales de la Marina, un asesino profesional. No tenía oportunidad alguna contra alguien así en mitad del banco de niebla. Creía haber escuchado algo sobre él, pero no estaba muy al día de las últimas noticias. Cuando dijo que era amigo de su padre, la rabia le invadió, pero se contuvo y mantuvo en silencio. A continuación le dijo que Karl era como un hermano para él, mientras le preguntaba por su relación el mismo. Respiró hondo, controlando su ira, y respondió con lentitud.
- Dudo que me creas, pues mi historia es rara cuanto menos. Conozco a Karl más de lo que me gustaría, aunque dudo que él sepa de mi existencia... o mejor dicho, que me reconociese. Para él yo debería tener poco más de un año, pues hace un año del tiempo de este mundo que he nacido. Sin embargo me he criado en la legendaria Cripta del Tiempo, y para mi han pasado diecinueve años. ¿Mi relación con Quimera Karl? - comenzó a reírse con amargura, y no contestó hasta dar unas cuantas risotadas tristes - Lion D. Karl es mi padre.
Mientras hablaba había aprovechado para intentar escudriñar algo entre la niebla. Esta era muy espesa, pero era mediodía y el sol estaba en lo alto. Podía ver contrastes de sombras que le indicaban dónde estaban los edificios. No había logrado localizar con exactitud a Krauser, pero mientras este hablaba se había ocupado de tratar de situarlo por el sonido de su voz. Sabía más o menos por dónde estaba, y si corría hacia un edificio en dirección contraria a donde se hallaba el demonio de la niebla, a lo mejor podía salvarse. "Hablar ha sido tu error, amigo de mi padre. Ahora escaparé de ti e iré a buscarle." Se mantuvo un momento quieto, preparándose para correr, y se lanzó repentinamente a toda velocidad hacia uno de los edificios. Recordaba vagamente haber visto un toldo en uno de ellos. Si lo encontraba y se subía a este, podría subir al tejado y escapar. Activó su Shadow para esprintar a mayor velocidad, pero se notaba pesado y la niebla le estorbaba al avanzar. "¿Qué es esto? Debería haber llegado ya al edificio. Esto no es niebla corriente." Vio la sombra del toldo entre la niebla y se colgó de este, haciendo fuerza para subirse. Sacó la cabeza por encima del banco de niebla y respiró hondo una bocanada de aire fresco. El aire hiperhúmedo de la niebla le resultaba asfixiante. Se impulsó en el toldo y saltó hacia el borde del tejado, agarrándose a este y subiendo. Ya estaba cerca de escapar del marine.
- Dudo que me creas, pues mi historia es rara cuanto menos. Conozco a Karl más de lo que me gustaría, aunque dudo que él sepa de mi existencia... o mejor dicho, que me reconociese. Para él yo debería tener poco más de un año, pues hace un año del tiempo de este mundo que he nacido. Sin embargo me he criado en la legendaria Cripta del Tiempo, y para mi han pasado diecinueve años. ¿Mi relación con Quimera Karl? - comenzó a reírse con amargura, y no contestó hasta dar unas cuantas risotadas tristes - Lion D. Karl es mi padre.
Mientras hablaba había aprovechado para intentar escudriñar algo entre la niebla. Esta era muy espesa, pero era mediodía y el sol estaba en lo alto. Podía ver contrastes de sombras que le indicaban dónde estaban los edificios. No había logrado localizar con exactitud a Krauser, pero mientras este hablaba se había ocupado de tratar de situarlo por el sonido de su voz. Sabía más o menos por dónde estaba, y si corría hacia un edificio en dirección contraria a donde se hallaba el demonio de la niebla, a lo mejor podía salvarse. "Hablar ha sido tu error, amigo de mi padre. Ahora escaparé de ti e iré a buscarle." Se mantuvo un momento quieto, preparándose para correr, y se lanzó repentinamente a toda velocidad hacia uno de los edificios. Recordaba vagamente haber visto un toldo en uno de ellos. Si lo encontraba y se subía a este, podría subir al tejado y escapar. Activó su Shadow para esprintar a mayor velocidad, pero se notaba pesado y la niebla le estorbaba al avanzar. "¿Qué es esto? Debería haber llegado ya al edificio. Esto no es niebla corriente." Vio la sombra del toldo entre la niebla y se colgó de este, haciendo fuerza para subirse. Sacó la cabeza por encima del banco de niebla y respiró hondo una bocanada de aire fresco. El aire hiperhúmedo de la niebla le resultaba asfixiante. Se impulsó en el toldo y saltó hacia el borde del tejado, agarrándose a este y subiendo. Ya estaba cerca de escapar del marine.
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El asesino continuaba quieto dentro de la niebla sin moverse de su sitio esperando a que el chico dijera sus palabras. Lo veía perfectamente con su ojo izquierdo donde poseía la visión térmica. De repente aquel crio comenzó a hablar tranquilamente. Hablaba de una cripta donde el tiempo pasaba mucho más rápido que en el mundo humano o algo así. Aquello era algo que al marine le costaba creer pues era algo demasiado raro, aquel chico no tenía voz de estar mintiendo pero era demasiado difícil de creer. Según decía, Karl creía que el chico tenía poco más de un año. La historia no podía ser más extraña y rara, pero lo que dejó helado al marine fueron las últimas palabras del capitán. ¿! El hijo de Lion D. Karl? Los dos ojos sel marine se abrieron mucho de nuevo, cerró el derecho de nuevo para centrarse en el izquierdo tras su sorpresa. Que colleja se iba a llevar la quimera, estaba claro que después de aquello iba a ir a buscarle.
Ahora antes de poder hablar observó que el chico corría. Este suspiró y salió tras él, con la diferencia que podía verle y seguía sus pasos. Corría en la misma dirección que el chico. No era la primera vez que perseguía a alguien, ya le había pasado con Hideki en aquella isla cercana al cuartel. Pudo ver como el chico pegaba un salto a una especie de plataforma y después saltaba a un tejado, el marine hizo lo mismo y saltó comprobando que aquello era un toldo. Le costaba más saltar debido al peso de su espada en la espalda. Una vez estaba en aquel toldo saltó al tejado siguiendo al chico y cayó rodando para después levantarse. Su mirada se fijó en el chico frunciendo el ceño de forma seria.
- Deja de huir o me vas a obligar a arrestarte, yo puedo llevarte hasta Karl pero antes voy a hablar con él. Si es tu padre y todo es verdad ya veremos lo que pasa, para comunicarte conmigo manda cartas al cuartel del Norte, allí suelo estar. Ahora vas a decirme algo más sobre ti.
Justo cuando el marine se acercaba al chico un ruido bastante alto llegó a sus oídos. De repente la niebla desapareció completamente ya que Krauser la había anulado. Un maldito barco pirata estaba bombardeándose con el del marine. Era su único vehículo y no podía perderlo. Este miró de nuevo al chico sabiendo que se le iba a escapar pero no podía dejar su barco así. Salió corriendo y volvió a saltar al toldo saltando después al suelo y salir corriendo hacia la playa. En su mano se notaba un pequeño brillo blanco, iba a volar aquel barco, pretendía hundirlo destrozando la parte baja. En su mano se fue formando un shuriken de color blanco de cuatro puntas. Al acabar de formarse este tenía el tamaño de una mesa de madera y era bastante grande. Ahora el marine miraba desde la orilla el barco enemigo con una tétrica mirada.
Ahora antes de poder hablar observó que el chico corría. Este suspiró y salió tras él, con la diferencia que podía verle y seguía sus pasos. Corría en la misma dirección que el chico. No era la primera vez que perseguía a alguien, ya le había pasado con Hideki en aquella isla cercana al cuartel. Pudo ver como el chico pegaba un salto a una especie de plataforma y después saltaba a un tejado, el marine hizo lo mismo y saltó comprobando que aquello era un toldo. Le costaba más saltar debido al peso de su espada en la espalda. Una vez estaba en aquel toldo saltó al tejado siguiendo al chico y cayó rodando para después levantarse. Su mirada se fijó en el chico frunciendo el ceño de forma seria.
- Deja de huir o me vas a obligar a arrestarte, yo puedo llevarte hasta Karl pero antes voy a hablar con él. Si es tu padre y todo es verdad ya veremos lo que pasa, para comunicarte conmigo manda cartas al cuartel del Norte, allí suelo estar. Ahora vas a decirme algo más sobre ti.
Justo cuando el marine se acercaba al chico un ruido bastante alto llegó a sus oídos. De repente la niebla desapareció completamente ya que Krauser la había anulado. Un maldito barco pirata estaba bombardeándose con el del marine. Era su único vehículo y no podía perderlo. Este miró de nuevo al chico sabiendo que se le iba a escapar pero no podía dejar su barco así. Salió corriendo y volvió a saltar al toldo saltando después al suelo y salir corriendo hacia la playa. En su mano se notaba un pequeño brillo blanco, iba a volar aquel barco, pretendía hundirlo destrozando la parte baja. En su mano se fue formando un shuriken de color blanco de cuatro puntas. Al acabar de formarse este tenía el tamaño de una mesa de madera y era bastante grande. Ahora el marine miraba desde la orilla el barco enemigo con una tétrica mirada.
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Apenas acababa de subir al tejado cuando de repente Krauser se subió de un salto y rodó por el mismo. Se levantó frente a él, mirándole con seriedad. A continuación le ordenó que dejase de huir o le arrestaría. Quería llevarle con Karl, y que le contase más sobre él. Mencionó también algo de un cuartel del norte. Émile apretó los puños con ira, listo para atacar cuando un ruido le hizo girarse. Un barco con una bandera negra atacaba a cañonazos el navío de Krauser. Eran piratas, por supuesto. "Esto ha sido providencial. Tal vez sea la ocasión que busco."
- No voy a ir ante mi padre. Es un monstruo desalmado que abandonó a su propio hijo, además de cometer crímenes peores por los que algún día responderá. Y en cuanto a ti - desenfundó a Hades y a Averno y le apunto con ambas pistolas - Déjame marchar, prefiero no atacarte. Aunque sea un capitán, yo llevo entrenándome en el combate toda mi vida. Eres bastante decente para ser un marine a pesar de ser amigo de mi padre, y no me gustaría acabar esto disparándote. Además, tienes cosas más importantes de las que hacerte cargo.
De fondo, el barco pirata seguía destrozando a cañonazos el navío. Los marines comenzaban a organizarse para contraatacar, pero el factor sorpresa y la agresividad del ataque les había pasado factura. A Émile no le había caído demasiado bien el marine, pero era cierto que había resultado ser bastante decente. No le había atacado en ningún momento, cuando muchos otros hubiesen aprovechado cualquier excusa para darle una paliza. Tenía honor hasta cierto punto. Comenzó a concentrar energía en sus pistolas, y dijo:
- Vamos, ¿qué dices?
- No voy a ir ante mi padre. Es un monstruo desalmado que abandonó a su propio hijo, además de cometer crímenes peores por los que algún día responderá. Y en cuanto a ti - desenfundó a Hades y a Averno y le apunto con ambas pistolas - Déjame marchar, prefiero no atacarte. Aunque sea un capitán, yo llevo entrenándome en el combate toda mi vida. Eres bastante decente para ser un marine a pesar de ser amigo de mi padre, y no me gustaría acabar esto disparándote. Además, tienes cosas más importantes de las que hacerte cargo.
De fondo, el barco pirata seguía destrozando a cañonazos el navío. Los marines comenzaban a organizarse para contraatacar, pero el factor sorpresa y la agresividad del ataque les había pasado factura. A Émile no le había caído demasiado bien el marine, pero era cierto que había resultado ser bastante decente. No le había atacado en ningún momento, cuando muchos otros hubiesen aprovechado cualquier excusa para darle una paliza. Tenía honor hasta cierto punto. Comenzó a concentrar energía en sus pistolas, y dijo:
- Vamos, ¿qué dices?
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Aquel ataque de energía estaba cargándose y ya solo debía lanzarlo al barco pirata. Sin embargo escuchó unas palabras detrás de él. Aquel chico se atrevía a decir que Karl había hecho crímenes, eso hizo que Krauser frunciera el ceño pues no le creía. Lo de abandonar a su hijo era algo que trataría de hablar con la quimera pues le había sorprendido mucho. El chico le estaba apuntando con sus armas y el marine le daba la espalda observando cómo su navío esta llevándose daños serios. Estaba acorralado por el chico y por otro lado por aquel estúpido barco. No pensaba dejar a sus hombres en manos de un barco enemigo por lo que sin pensárselo lanzó aquel shuriken de energía al barco. Sin embargo este parecía que iba a rozarlo un poco. Quizás la mala puntería de Krauser había aparecido en un mal momento. Justo cuando el poderoso ataque de energía pasaba rozando la madera, el marine cerró su puño y las puntas se extendieron tres metros de esa forma dos de ellas destrozaron parte del barco. Hicieron un corte serio y profundo por donde empezó a colarse el agua. En el trayecto aquel ataque había lanzado cortes de energía al agua agitándola un poco por donde pasaba. Una vez hizo aquello respiró más tranquilo pero sin darse la vuelta.
- No te permito que hables así de esa persona. Karl no es como lo pintas, le conozco muy bien y puede ser cruel pero es fiel a la marina y no un traidor que hace crímenes. Parece ser que tu honor está algo bajo aprovechándote de la situación pero yo a eso le llamo inteligencia. No comparto tu punto de vista usando armas de fuego pero yo también ataco por la espalda y oculto.
Este se fue girando muy despacio y con las manos arriba para que el chico viera que no estaba haciendo nada de nada. Una vez se había girado se quedó mirando a los ojos del chico, ahora escuchaba como los gritos de los piratas acababan con los sonidos que hacían al caer al agua. La mano del marine echaba un poco de humo y estaba algo herida por haber tenido que mantener aquel ataque en su mano al escuchar las palabras del chico. Tras unos instantes suspiró mirándole a los ojos y hablándole de nuevo sin preocupaciones y con su tono frio y serio de siempre sin preocuparse por las armas que el chico poseía.
- No voy a atacarte, respeto a Karl y si eres su hijo no voy a tocarte un pelo. Estas haciendo una estupidez y deberías hablar con él. No has hecho nada ilegal pero estas amenazando con armas a un capitán. Voy a dejarlo pasar. Pero voy a decirte algo, voy a hablar con el que dices que es tu padre. Pero si tratas de acercarte a él de mala forma deberás pasar por encima de mí y eso no te gustara. No voy a obligarte a venir.
- No te permito que hables así de esa persona. Karl no es como lo pintas, le conozco muy bien y puede ser cruel pero es fiel a la marina y no un traidor que hace crímenes. Parece ser que tu honor está algo bajo aprovechándote de la situación pero yo a eso le llamo inteligencia. No comparto tu punto de vista usando armas de fuego pero yo también ataco por la espalda y oculto.
Este se fue girando muy despacio y con las manos arriba para que el chico viera que no estaba haciendo nada de nada. Una vez se había girado se quedó mirando a los ojos del chico, ahora escuchaba como los gritos de los piratas acababan con los sonidos que hacían al caer al agua. La mano del marine echaba un poco de humo y estaba algo herida por haber tenido que mantener aquel ataque en su mano al escuchar las palabras del chico. Tras unos instantes suspiró mirándole a los ojos y hablándole de nuevo sin preocupaciones y con su tono frio y serio de siempre sin preocuparse por las armas que el chico poseía.
- No voy a atacarte, respeto a Karl y si eres su hijo no voy a tocarte un pelo. Estas haciendo una estupidez y deberías hablar con él. No has hecho nada ilegal pero estas amenazando con armas a un capitán. Voy a dejarlo pasar. Pero voy a decirte algo, voy a hablar con el que dices que es tu padre. Pero si tratas de acercarte a él de mala forma deberás pasar por encima de mí y eso no te gustara. No voy a obligarte a venir.
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Émile abrió la boca de lleno al ver cómo con aquel simple ataque el capitán destrozaba a tanto distancia el casco del navío. Se dio cuenta de que cometía un error al amenazar a aquel hombre, y que si Krauser así lo hubiera querido, ya estaría muerto a aquellas alturas. El marine comenzó a sermonearle sobre Karl, diciéndole que él no era así, y a continuación le dijo que no iba a obligarle a ir con él, pero que no le dejaría acercarse a su padre. Siendo consciente de que las pistolas le serían inútiles si pretendiese realmente hacerle daño, se las guardó en las fundas y miró con seriedad a Krauser, cruzándose de brazos.
- Karl tal vez ya no sea la persona que tú conocías. Dime, ¿has hablado mucho con él últimamente? - dijo con mordacidad.
Se sentía aliviado de que todo estuviese saliendo bien, pero al tiempo sentía un peso enorme en su interior. Todo estaba resultando ser más peligroso de lo que esperaba en el mundo exterior a la Cripta. Había salido con la moral bastante alta y creyendo que con su entrenamiento estaba listo para derrotar a su padre, pero aun no era el momento. Se estaba encontrando con mucha gente fuerte que estaba cerca del nivel de su padre a la que casi no podía ni toser. Estaba claro que debía entrenarse más aun. "No estoy preparado."
- En todo caso, si mi padre duda que yo sea realmente Émile, le dirás algo que sólo podría saber su hijo. Dile que Lao Xuan le envía la siguiente frase a través de mi: los pétalos de la flor se están marchitando. Él entenderá su significado y sabrá que yo soy quien digo.
- Karl tal vez ya no sea la persona que tú conocías. Dime, ¿has hablado mucho con él últimamente? - dijo con mordacidad.
Se sentía aliviado de que todo estuviese saliendo bien, pero al tiempo sentía un peso enorme en su interior. Todo estaba resultando ser más peligroso de lo que esperaba en el mundo exterior a la Cripta. Había salido con la moral bastante alta y creyendo que con su entrenamiento estaba listo para derrotar a su padre, pero aun no era el momento. Se estaba encontrando con mucha gente fuerte que estaba cerca del nivel de su padre a la que casi no podía ni toser. Estaba claro que debía entrenarse más aun. "No estoy preparado."
- En todo caso, si mi padre duda que yo sea realmente Émile, le dirás algo que sólo podría saber su hijo. Dile que Lao Xuan le envía la siguiente frase a través de mi: los pétalos de la flor se están marchitando. Él entenderá su significado y sabrá que yo soy quien digo.
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Krauser observó como el chico guardaba sus armas. No pretendía usarlas contra el marine por lo que parecía. La mirada del marine seguía siendo fría pero de repente aquella mirada cambió al escuchar las palabras del chico. Cierto era que no había hablado con Karl desde Arabasta donde de buenas a primeras se largó. Desde ese día no hablaba con él, es más, desde que volvió de su misión donde estuvo secuestrado un año lo notaba algo extraño. Iba siendo hora de reunirse con su compañero y ver si las palabras del chico eran ciertas. No creía que Karl se hubiera vuelto alguien malvado tal y como el chico describía.
Pegó un suspiro dándole ahora la espalda frunciendo el ceño para después escuchar sus nuevas palabras. Así que aquella frase era la clave, los pétalos de la flor se están marchitando, eso podía significar muchas cosas. Desde una vida cayendo hasta la muerte de alguien, estaba ahora algo extrañado por aquellas palabras por lo que giró su cabeza rápidamente observando al chico. Su mirada ahora era totalmente inexpresiva, en un tono algo calmado le empezó a hablar pues estaba a punto de irse de allí.
- Voy a ir a buscar a Karl y tendré una charla con él. Si me has mentido prepárate porque volveré a por tu cabeza. Si por el contrario dices la verdad tal vez vuelva con una disculpa. Eso se verá en mi encuentro con él. Pero quiero que sepas que hoy has aprendido que no quiero que olvides nunca. No todos los marines somos iguales.
Dijo cerrando los ojos mientras le miraba y sacaba por primera vez una amable sonrisa, tras eso abrió los ojos dándole la espalda de nuevo. El marine elevó la mano aún de espaldas haciéndole un gesto de despedida. Ahora caminaba por la arena rumbo a su bote, si tanto había cambiado la quimera quería comprobarlo por sí mismo. Las palabras del chico parecían sinceras y si había dicho la verdad solo significaba que algo iba mal. La trama se complicaba para el capitán Krauser. Una vez llegó al bote se montó en este y comenzó a remar hacia su barco que estaba en un estado algo lamentable pero al fin y al cabo bien. Los cañonazos se habían notado bastante. El marine colocó su mano en el bote empezando de nuevo a surgir una niebla densa que escondió al castaño dentro mientras se dirigía al navío.
El próximo rumbo era la búsqueda de Lion D. Karl. Aquello no se iba a quedar así. Con la frase del chico en su cabeza pensaba en que podía hacer si todo aquello era verdad. Sería un verdadero problema y seguramente le echaría la bronca a su ex superior. Aunque siempre lo haría con buena intención y sin levantarle mucho el tono pues al fin y al cabo le respetaba mucho y lo consideraba un hermano mayor. El bote entre la niebla fue llegando finalmente hasta el barco donde subiría para poner rumbo a su destino.
Pegó un suspiro dándole ahora la espalda frunciendo el ceño para después escuchar sus nuevas palabras. Así que aquella frase era la clave, los pétalos de la flor se están marchitando, eso podía significar muchas cosas. Desde una vida cayendo hasta la muerte de alguien, estaba ahora algo extrañado por aquellas palabras por lo que giró su cabeza rápidamente observando al chico. Su mirada ahora era totalmente inexpresiva, en un tono algo calmado le empezó a hablar pues estaba a punto de irse de allí.
- Voy a ir a buscar a Karl y tendré una charla con él. Si me has mentido prepárate porque volveré a por tu cabeza. Si por el contrario dices la verdad tal vez vuelva con una disculpa. Eso se verá en mi encuentro con él. Pero quiero que sepas que hoy has aprendido que no quiero que olvides nunca. No todos los marines somos iguales.
Dijo cerrando los ojos mientras le miraba y sacaba por primera vez una amable sonrisa, tras eso abrió los ojos dándole la espalda de nuevo. El marine elevó la mano aún de espaldas haciéndole un gesto de despedida. Ahora caminaba por la arena rumbo a su bote, si tanto había cambiado la quimera quería comprobarlo por sí mismo. Las palabras del chico parecían sinceras y si había dicho la verdad solo significaba que algo iba mal. La trama se complicaba para el capitán Krauser. Una vez llegó al bote se montó en este y comenzó a remar hacia su barco que estaba en un estado algo lamentable pero al fin y al cabo bien. Los cañonazos se habían notado bastante. El marine colocó su mano en el bote empezando de nuevo a surgir una niebla densa que escondió al castaño dentro mientras se dirigía al navío.
El próximo rumbo era la búsqueda de Lion D. Karl. Aquello no se iba a quedar así. Con la frase del chico en su cabeza pensaba en que podía hacer si todo aquello era verdad. Sería un verdadero problema y seguramente le echaría la bronca a su ex superior. Aunque siempre lo haría con buena intención y sin levantarle mucho el tono pues al fin y al cabo le respetaba mucho y lo consideraba un hermano mayor. El bote entre la niebla fue llegando finalmente hasta el barco donde subiría para poner rumbo a su destino.
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Una vez el marine marchó, Émile suspiró y bajó del tejado como pudo. Le dolía bastante la cabeza después de aquella tensa conversación, y solo quería ir a la posada, toma un caldo bien caliente y tirarse a dormir. Le daba igual ya lo que le hiciesen los otros marines. En cuanto hubiese descansado un poco marcharía de la ciudad. No conocían su nombre, y sólo con su descripción no tendría muchos problemas. Por haberle pegado a un par de marines no tendría excesivos problemas mientras no se le diese por pasear por el cuartel.
Al día siguiente, tras haber comido y descansado lo suficiente, recogió sus cosas por la mañana temprano y salió de la posada hacia el puerto. Por si acaso sorteó las patrullas yendo por calles secundarias y vigilando que no hubiese marines a la vista antes de pasar por las calles principales. Era bastante pronto aun, así que la mayoría de tiendas estaban cerradas y casi todo el mundo estaba durmiendo aun. Esperaría en el puerto y partiría en el siguiente barco. Una vez allí vio uno que se disponía a partir, y se acercó a un viejo marinero que fumaba de una pipa junto a la pasarela.
- ¿A dónde va este barco, buen hombre?
- A Orange Town. Si tiene intención de comprar un pasaje, son cinco mil berries.
Émile le entregó la cantidad, y tras mirar sus ahorros comprobó que no le quedaba demasiado dinero. Tendría que conseguir más en esa ciudad fuese como fuese. En ese momento recordó algo sobre aquella isla. "Orange Town... ¿no es la ciudad donde nació mi madre?" Efectivamente, así era. Y eso significaba que si iba a allí se encontraría con su familia materna. Yendo allí aprendería más sobre su pasado, y posiblemente sobre su padre. Eso sí que era un golpe de suerte.
Al día siguiente, tras haber comido y descansado lo suficiente, recogió sus cosas por la mañana temprano y salió de la posada hacia el puerto. Por si acaso sorteó las patrullas yendo por calles secundarias y vigilando que no hubiese marines a la vista antes de pasar por las calles principales. Era bastante pronto aun, así que la mayoría de tiendas estaban cerradas y casi todo el mundo estaba durmiendo aun. Esperaría en el puerto y partiría en el siguiente barco. Una vez allí vio uno que se disponía a partir, y se acercó a un viejo marinero que fumaba de una pipa junto a la pasarela.
- ¿A dónde va este barco, buen hombre?
- A Orange Town. Si tiene intención de comprar un pasaje, son cinco mil berries.
Émile le entregó la cantidad, y tras mirar sus ahorros comprobó que no le quedaba demasiado dinero. Tendría que conseguir más en esa ciudad fuese como fuese. En ese momento recordó algo sobre aquella isla. "Orange Town... ¿no es la ciudad donde nació mi madre?" Efectivamente, así era. Y eso significaba que si iba a allí se encontraría con su familia materna. Yendo allí aprendería más sobre su pasado, y posiblemente sobre su padre. Eso sí que era un golpe de suerte.
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