AlexEmpanadilla
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Alex suspiró. Habían llegado a otra isla del North Blue. Tras la adición del tipo del mercurio, ahora la tripulación contaba con un total de cinco usuarios. Era ciertamente interesante. Pero aquel tipo seguía sin caerle del todo bien. Era cierto que cocinaba genial, y que sus empanadillas eran deliciosas, pero eso no cambiaba el intento de asesinato que había cometido. El médico lo observó de reojo: el cocinero parecía estar devorando uno de sus bollos apoyado en el borde del barco. Habría sido fácil empujarlo, pero no quería tener problemas.
Observó la isla. Era grande, y con una vegetación frondosa en toda su superficie. Una gran montaña se alzaba al norte. El médico la observó detenidamente. La roca rojiza denotaba un alto contenido en hierro en aquella cumbre. Suspiró de nuevo. Hacía bastante calor, y una nube de mosquitos lo envolvió. Apenas pasaron cerca de él, entró en un estado gaseoso que los espantó. Sonrió levemente. Pensaba bajar a tierra y observar la isla más de cerca. Derian estaría durmiendo en su camarote. Buscó un bote y se puso a aflojar las cuerdas que lo mantenían sujeto. Empezó a descolgarlo y una vez la embarcación estuvo en el agua, bajó flotando en forma de cloro. Sin prisa, cogió los remos y empezó a avanzar hacia la costa de la isla con lentitud.
El sol era tan intenso que picaba y molestaba la vista. Alex suspiró por tercera vez. Hacía mucho calor, no había sido buena idea bajar con una sudadera. Pese a que era negra, con unos motivos tribales en amarillo, no era cómoda en aquella situación, así que a medio trayecto de la orilla, se quitó la sudadera y se la ató a la cintura. Luego prosiguió su travesía hacia la costa.
Una vez llegó, arrastró el barco fuera del agua y lo ató a una de las muchas estacas que había, en las que estaban atados las barcas de pesca tradicional de la isla. El médico aferró su maletín con irmeza y empezó a avanzar hacia el interior de la isla, por uno de los caminos que se internaban en la espesura. No había visto a Drake en todo el día, y los dos nobles del barco estaban en sus propios aposentos, sin que les diera el sol ni un poco "Qué tétricos son cuando quieren" pensó mientras caminaba entre los árboles. La sombra que daban era fresca y agradable, mucho mejor que el sol de justicia de fuera del bosque. El médico empezó a silbar una canción de su infancia con un ritmo alegre y acelerado, marcando el compás de sus pasos.
Observó la isla. Era grande, y con una vegetación frondosa en toda su superficie. Una gran montaña se alzaba al norte. El médico la observó detenidamente. La roca rojiza denotaba un alto contenido en hierro en aquella cumbre. Suspiró de nuevo. Hacía bastante calor, y una nube de mosquitos lo envolvió. Apenas pasaron cerca de él, entró en un estado gaseoso que los espantó. Sonrió levemente. Pensaba bajar a tierra y observar la isla más de cerca. Derian estaría durmiendo en su camarote. Buscó un bote y se puso a aflojar las cuerdas que lo mantenían sujeto. Empezó a descolgarlo y una vez la embarcación estuvo en el agua, bajó flotando en forma de cloro. Sin prisa, cogió los remos y empezó a avanzar hacia la costa de la isla con lentitud.
El sol era tan intenso que picaba y molestaba la vista. Alex suspiró por tercera vez. Hacía mucho calor, no había sido buena idea bajar con una sudadera. Pese a que era negra, con unos motivos tribales en amarillo, no era cómoda en aquella situación, así que a medio trayecto de la orilla, se quitó la sudadera y se la ató a la cintura. Luego prosiguió su travesía hacia la costa.
Una vez llegó, arrastró el barco fuera del agua y lo ató a una de las muchas estacas que había, en las que estaban atados las barcas de pesca tradicional de la isla. El médico aferró su maletín con irmeza y empezó a avanzar hacia el interior de la isla, por uno de los caminos que se internaban en la espesura. No había visto a Drake en todo el día, y los dos nobles del barco estaban en sus propios aposentos, sin que les diera el sol ni un poco "Qué tétricos son cuando quieren" pensó mientras caminaba entre los árboles. La sombra que daban era fresca y agradable, mucho mejor que el sol de justicia de fuera del bosque. El médico empezó a silbar una canción de su infancia con un ritmo alegre y acelerado, marcando el compás de sus pasos.
"Este tipo tiene una adicción seria a las empanadillas", dice para sí Caspio. Otea el horizonte mientras da un bocado al último bollo de chocolate que preparó por la mañana, aunque aún le quedan los de canela y miel. De repente, el chapoteo en el agua de un bote y unos remos despiertan su atención. El doctor viaja hacia la isla. Algo un poco arriesgado, pues el médico teme hasta tronarse los nudillos. "Será mejor que vayas". Se quita el disfraz de panadero, como acostumbra cuando se viste para matar, y se coloca una por una todas sus prendas negras, colgándose sus armas del cinturón. Busca un bote y un par de remos, y los lanza sin demasiado cuidado al agua. Al fin y al cabo, el Conde es rico, y, de ser roñoso, él mismo puede conseguir otro, pagando en oro o en hierro. El "ploff" del bote chocando contra el agua resuena en sus oídos, y se lanza sin mirar siquiera sobre el bote. Ya sabe dónde va a estar, y si no puede aumentar su peso con los poderes de la suigi suigi no mi para acelerar la caída.
Aterriza sentado sobre el madero del bote, y comienza a remar. Sigue de cerca a Cooper, sin despertar el más leve ruido, pero sin temor a ser descubierto. Al fin y al cabo, no estaba haciendo nada malo. Alex desembarca en la orilla, y continúa su camino. Él también desembarca, pero no puede evitar detenerse a observar la majestuosidad del paisaje. Frondosos bosques proyectan una sombra negra sobre casi la totalidad de la isla, y una montaña rojiza domina el relieve. La costa está llena de mosquitos, e intentan picarlo. Se transforma ligeramente en mercurio y deja que, los que así deseen, lo piquen. Ya morirán envenenados...
El médico no se ha percatado de su presencia, y ha comenzado a caminar por delante sin preocupación ninguna. El sol brilla con fuerza, y es realmente molesto, pese al sombrero que oculta casi por completo los rayos de sol a sus ojos. Entra al bosque, siguiendo a su antigua presa, pensando en la tripulación de tarados en la que está. "Un hombre de gas que intentó matarme, un hombre lobo que casi me mata y un vampiro que si pudiera me devoraría... Qué capacidad para hacer amigos tengo". Piensa que le falta un miembro por contar, aunque no recuerda haberlo visto nunca, y ni siquiera ha preguntado por él. Sólo sabe que unos ronquidos infrahumanos salen de un camarote que no es el de Marcov, y sea quien sea es sumamente molesto. "Quizás una visita a su garganta antes de desvanecerme de esta gente...". No, mejor no. Al fin y al cabo, sólo han intentado matarlo, es como una forma de romper el hielo.
Comienza a ver el la distancia al sujeto, y se aproxima a él. No parece percatarse de su presencia, ensimismado en sus asuntos. Se acerca por la espalda y le da un toque en el hombro, haciéndole saber de su presencia. Lo mira con una sonrisa, y saca un bollo de la capa.
-¿Quieres? Está recién horneado por mí, y esta vez prometo no quitártelo.
Aterriza sentado sobre el madero del bote, y comienza a remar. Sigue de cerca a Cooper, sin despertar el más leve ruido, pero sin temor a ser descubierto. Al fin y al cabo, no estaba haciendo nada malo. Alex desembarca en la orilla, y continúa su camino. Él también desembarca, pero no puede evitar detenerse a observar la majestuosidad del paisaje. Frondosos bosques proyectan una sombra negra sobre casi la totalidad de la isla, y una montaña rojiza domina el relieve. La costa está llena de mosquitos, e intentan picarlo. Se transforma ligeramente en mercurio y deja que, los que así deseen, lo piquen. Ya morirán envenenados...
El médico no se ha percatado de su presencia, y ha comenzado a caminar por delante sin preocupación ninguna. El sol brilla con fuerza, y es realmente molesto, pese al sombrero que oculta casi por completo los rayos de sol a sus ojos. Entra al bosque, siguiendo a su antigua presa, pensando en la tripulación de tarados en la que está. "Un hombre de gas que intentó matarme, un hombre lobo que casi me mata y un vampiro que si pudiera me devoraría... Qué capacidad para hacer amigos tengo". Piensa que le falta un miembro por contar, aunque no recuerda haberlo visto nunca, y ni siquiera ha preguntado por él. Sólo sabe que unos ronquidos infrahumanos salen de un camarote que no es el de Marcov, y sea quien sea es sumamente molesto. "Quizás una visita a su garganta antes de desvanecerme de esta gente...". No, mejor no. Al fin y al cabo, sólo han intentado matarlo, es como una forma de romper el hielo.
Comienza a ver el la distancia al sujeto, y se aproxima a él. No parece percatarse de su presencia, ensimismado en sus asuntos. Se acerca por la espalda y le da un toque en el hombro, haciéndole saber de su presencia. Lo mira con una sonrisa, y saca un bollo de la capa.
-¿Quieres? Está recién horneado por mí, y esta vez prometo no quitártelo.
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Drake se encontraba en su camarote como de costumbre. No llevaba la camiseta puesta, dejaba ver su poderoso y musculoso cuerpo inhumano. Sus ojos estaban en un tono dorado y ahora estaba realizando algunas flexiones con una mano en su espalda. Bajaba y subía con una media sonrisa pensando en aumentar su fuerza cada vez más. Las gotas de sudor iban cayendo por su frente a medida que se movía en aquella especie de calentamiento que ejercía. Pasados unos momentos, el castaño se levantó de su posición sonriendo de lado para después salir de la sala. Había dejado su guadaña en la cama al igual que sus guanteletes. Caminaba despacio los pasillos del lugar, Derian debía de estar dormido al igual que la pelirroja. Era extraño pues el lobo ya no notaba cerca el olor de los otros dos. Este se dirigía a la cubierta cuando de repente pasó por la cocina y le echó un ojo a la nevera de Derian.
Era como si esta le llamara, como si deseara que fuera a abrirla y a conseguir la deliciosa carne que allí había. Por desgracia el vampiro había puesto como norma que él no podía acceder a su nevera. No iban a detenerle, ya tenía misión en ese día. Le pediría al médico o al cocinero que le sacaran la carne de la nevera. Pero ahora los dos se habían pirado los muy gañanes. El chico salió a toda prisa a cubierta donde pudo ver como los dos se alejaban en botes a una isla a la que habían llegado. La sonrisa de Drake se hizo más grande, a tomar por culo la carne, allí habría sabrosos animales para llevarse a la boca. Ahora solo le faltaba localizar un bote, no tardó mucho en localizar uno con la mirada y se dirigió a él de forma calmada. Una vez llegó, lo cogió como si se tratara de una piedra y con suma facilidad lo tiró al agua. A continuación saltó sobre este.
Por último se sentó agarrando los dos remos y empezando a remar a toda velocidad, con su poderosa fuerza física, con cada remada avanzaba muchísimo. No tardó casi nada en llegar a la isla y una vez llegó, sacó el bote a la arena para que este no se fuera y localizó a los otros dos por el olor. El chico se colocó en el suelo gruñendo y sus ojos brillaron, empezó a recubrirse de un pelaje blanco y sus dientes a transformarse en colmillos. Una cola peluda surgió de la parte baja de su espalda y sus uñas ahora eran garras. En poco tiempo allí había un lobo blanco algo más grande que uno normal. Se dirigió hasta donde estaban ellos, pudo oír como el cocinero le ofrecía bollos al otro, a lo que no le dio importancia, pero se colocó al lado de ellos de forma calmada sin decir nada. Solo se mantuvo quieto o los seguiría en caso de que andarán por la isla.
Era como si esta le llamara, como si deseara que fuera a abrirla y a conseguir la deliciosa carne que allí había. Por desgracia el vampiro había puesto como norma que él no podía acceder a su nevera. No iban a detenerle, ya tenía misión en ese día. Le pediría al médico o al cocinero que le sacaran la carne de la nevera. Pero ahora los dos se habían pirado los muy gañanes. El chico salió a toda prisa a cubierta donde pudo ver como los dos se alejaban en botes a una isla a la que habían llegado. La sonrisa de Drake se hizo más grande, a tomar por culo la carne, allí habría sabrosos animales para llevarse a la boca. Ahora solo le faltaba localizar un bote, no tardó mucho en localizar uno con la mirada y se dirigió a él de forma calmada. Una vez llegó, lo cogió como si se tratara de una piedra y con suma facilidad lo tiró al agua. A continuación saltó sobre este.
Por último se sentó agarrando los dos remos y empezando a remar a toda velocidad, con su poderosa fuerza física, con cada remada avanzaba muchísimo. No tardó casi nada en llegar a la isla y una vez llegó, sacó el bote a la arena para que este no se fuera y localizó a los otros dos por el olor. El chico se colocó en el suelo gruñendo y sus ojos brillaron, empezó a recubrirse de un pelaje blanco y sus dientes a transformarse en colmillos. Una cola peluda surgió de la parte baja de su espalda y sus uñas ahora eran garras. En poco tiempo allí había un lobo blanco algo más grande que uno normal. Se dirigió hasta donde estaban ellos, pudo oír como el cocinero le ofrecía bollos al otro, a lo que no le dio importancia, pero se colocó al lado de ellos de forma calmada sin decir nada. Solo se mantuvo quieto o los seguiría en caso de que andarán por la isla.
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Alex estuvo a nada de pegarle un puñetazo en la cara a Nat cuando se acercó a él. No se esperaba encontrarse al cocinero detrás suya. De hecho, se sorprendió. Cuando el tipo le ofreció el bollo, lo aceptó de mala gana y se lo llevó a la boca. Había que reconocer que estaba bastante bueno. El médico lo mordió una vez y empezó a caminar de nuevo. Bajo los árboles, el ambiente era bastante fresco y agradable. Tras un par de minutos caminando bajo el techo de ramas y hojas, el camino llevó a una bifurcación. Un cartel de madera lleno de musgo indicaba lo que se encontraba en cada dirección. Hacia un lado, una villa cercana, hacia el otro, la montaña que Alex había visto desde el barco. El médico observó al pastelero con un aire interrogante. Tal vez él tuviera alguna propuesta.
- Bien, ¿tienes algo que hacer en la villa? -le preguntó a Nat mientras se metía el último trozo de bollo en la boca.
Mientras esperaba a su respuesta, un pájaro pasó entre los dos y se posó en el cartel de madera. Era un precioso guacamayo de color esmeralda y azul, y Alex quedó hipnotizado con su plumaje. Tras hacer un par de gorgoritos, se quedó observando a la pareja. El médico lo observó también. Y luego, observó al panadero, viendo su reacción y la respuesta a su pregunta.
- Bien, ¿tienes algo que hacer en la villa? -le preguntó a Nat mientras se metía el último trozo de bollo en la boca.
Mientras esperaba a su respuesta, un pájaro pasó entre los dos y se posó en el cartel de madera. Era un precioso guacamayo de color esmeralda y azul, y Alex quedó hipnotizado con su plumaje. Tras hacer un par de gorgoritos, se quedó observando a la pareja. El médico lo observó también. Y luego, observó al panadero, viendo su reacción y la respuesta a su pregunta.
Caminan juntos por el camino terroso, dejando vegetación a los lados y detrás de ellos. El médico come el bollo en silencio mientras avanzan a la par, seguidos de un gran lobo blanco. Avanzan hasta toparse con una bifurcación. A un lado, la vida urbana crece, y al otro la montaña se alza reinando sobre los bosques. Se ve imponente incluso desde el interior del bosque. Cerca de él, un loro se posa, tranquilo, sobre el cartel de madera que indica la dirección de los senderos. El médico le hace una pregunta, pero no contesta, por el momento. Observa al animal, tranquilo, sin esperar ningún peligro. Saca su cuchillo del bolsillo y lo lanza contra el ave, que queda atravesada en el pecho y cae al suelo, muerta.
-Al lobo seguro que le gusta- dice, y se acerca al pájaro.
Lo recoge y retira el cuchillo, dejando ver un corte prefecto en su pecho, atravesando un pulmón. Lo coge del cuello y comienza a desplumarlo con sumo cuidado. "Estas cosas se hacen mejor con agua caliente, pero al lobo le gusta la carne recién cazada...", piensa para sí, ligeramente exasperado. El muchacho no sabe comer, y como cocinero de la tripulación es frustrante, aunque los demás tampoco tienen muy buen paladar. "Uno bebe sangre sin acompañamiento, el otro tiene una adicción severa a las empanadillas, y nunca he visto comer al otro. Se pasa el día roncando, debe ser un hombre con problemas respiratorios o quizá algún tipo de constitución mórbida. Esos son los peores, porque no saborean la comida". Termina de desplumar al animal y lo degüella, arrojando la cabeza a la maleza, sosteniendo con la mano el cuerpo sin vida del animal.
-El pueblo no me llama en absoluto, sin embargo la montaña tiene algo especial- Hace una pausa, y mira a la bestia- ¿Lo quieres ahora o en el barco, ya sin vísceras?
-Al lobo seguro que le gusta- dice, y se acerca al pájaro.
Lo recoge y retira el cuchillo, dejando ver un corte prefecto en su pecho, atravesando un pulmón. Lo coge del cuello y comienza a desplumarlo con sumo cuidado. "Estas cosas se hacen mejor con agua caliente, pero al lobo le gusta la carne recién cazada...", piensa para sí, ligeramente exasperado. El muchacho no sabe comer, y como cocinero de la tripulación es frustrante, aunque los demás tampoco tienen muy buen paladar. "Uno bebe sangre sin acompañamiento, el otro tiene una adicción severa a las empanadillas, y nunca he visto comer al otro. Se pasa el día roncando, debe ser un hombre con problemas respiratorios o quizá algún tipo de constitución mórbida. Esos son los peores, porque no saborean la comida". Termina de desplumar al animal y lo degüella, arrojando la cabeza a la maleza, sosteniendo con la mano el cuerpo sin vida del animal.
-El pueblo no me llama en absoluto, sin embargo la montaña tiene algo especial- Hace una pausa, y mira a la bestia- ¿Lo quieres ahora o en el barco, ya sin vísceras?
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El lobo seguía a los dos con cautela y tranquilidad al mismo tiempo, ya se había quedado con el olor de los de la tripulación y si alguien que no fuera ellos se acercara lo olería. Sus pasos eran elegantes y silenciosos, ahora el extraño equipo parecía más de terror que antes. El vampiro líder. Aunque Drake a escondidas le llamaba Deri, el lobo guardaespaldas alias mascota, el médico loco y experimentador, alias empanadilla humana. Así le llamaba el lobo, la preciosa pelirroja que estaba como un tren y parecía ser la bruja o algo así, alias cabello de mermelada. Y ahora estaba también aquel chalado que cocinaba genial, alias panadero majara. Los nombres que el chico les tenía puestos a todos eran originales y había motivo.
El del vampiro estaba claro y era por su nombre, era quizás el más suave debido al respeto que le tenía como mentor. El del médico era porque vestía de formas raras a parte de estar todo el día haciendo cosas raras. Su nombre lo había pensado por la adicción a las empanadillas. El mismo se proclamaba la mascota y guardaespaldas por tener que salvar el culo y por ser el único animal, aparte de creerse un Dios. El panadero majara era por su profesión y por haberle lanzado un cuchillo a la garganta cuando se vieron. La pelirroja era pelirroja y por eso la llamaba a escondidas así, no había misterio. Pensaba en llamarla pechotes andantes pero no quedaba bien en sus pensamientos extraños. Además el cuervo que tenía algo que el lobo consideraba extraño, tal vez eran paranoias suyas pero no le gustaba pese a que cuando lo veía le hablaba. Realmente el lobo estaba algo majara, tal vez por su personalidad maligna.
Ahora un pájaro azul se había parado en un letrero, era un extraño ser y parecía molar mucho. Sin embargo el maldito hecho pedazos del panadero loco se lo cargó con el cuchillo. Aquella manía de atravesar cosas le tenía nervioso y tenía todo el tiempo activado su Haki de observación por lo que pudiera pasar. Ahora aquel tipo se puso a desplumar aquel ave y tras degollarla le pregunto al lobo como la quería. Le dio la opción de dársela ya o de cocinársela después en el barco. La pregunta era graciosa pues el glotón del lobo ya la estaba deseando en su boca.
- Trae esa delicia para acá socio.
Dijo el lobo blanco con un tono de ilusión deseando comerse aquella maravilla que olía a carne. No sabía la relación que podían tener aquel médico y el cocinero, tal vez se amaban en secreto o algo así y habían ido a la isla para tener intimidad. Al lobo blanco le daba igual, solo quería comer y ahora lo mejor se lo ofrecía el panadero loco, este abrió la boca mostrando sus fauces dando la señal de que lo quería ahora y esperó pacientemente a que el panadero loco dijera de echárselo para comérselo.
El del vampiro estaba claro y era por su nombre, era quizás el más suave debido al respeto que le tenía como mentor. El del médico era porque vestía de formas raras a parte de estar todo el día haciendo cosas raras. Su nombre lo había pensado por la adicción a las empanadillas. El mismo se proclamaba la mascota y guardaespaldas por tener que salvar el culo y por ser el único animal, aparte de creerse un Dios. El panadero majara era por su profesión y por haberle lanzado un cuchillo a la garganta cuando se vieron. La pelirroja era pelirroja y por eso la llamaba a escondidas así, no había misterio. Pensaba en llamarla pechotes andantes pero no quedaba bien en sus pensamientos extraños. Además el cuervo que tenía algo que el lobo consideraba extraño, tal vez eran paranoias suyas pero no le gustaba pese a que cuando lo veía le hablaba. Realmente el lobo estaba algo majara, tal vez por su personalidad maligna.
Ahora un pájaro azul se había parado en un letrero, era un extraño ser y parecía molar mucho. Sin embargo el maldito hecho pedazos del panadero loco se lo cargó con el cuchillo. Aquella manía de atravesar cosas le tenía nervioso y tenía todo el tiempo activado su Haki de observación por lo que pudiera pasar. Ahora aquel tipo se puso a desplumar aquel ave y tras degollarla le pregunto al lobo como la quería. Le dio la opción de dársela ya o de cocinársela después en el barco. La pregunta era graciosa pues el glotón del lobo ya la estaba deseando en su boca.
- Trae esa delicia para acá socio.
Dijo el lobo blanco con un tono de ilusión deseando comerse aquella maravilla que olía a carne. No sabía la relación que podían tener aquel médico y el cocinero, tal vez se amaban en secreto o algo así y habían ido a la isla para tener intimidad. Al lobo blanco le daba igual, solo quería comer y ahora lo mejor se lo ofrecía el panadero loco, este abrió la boca mostrando sus fauces dando la señal de que lo quería ahora y esperó pacientemente a que el panadero loco dijera de echárselo para comérselo.
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Así que el cocinero no tenía nada que hacer en la ciudad. Alex se encogió de hombros. Un paseo hasta la montaña no le vendría mal. Le había parecido desagradable lo que le había hecho al pobre pájaro, pero no podía quejarse. Teniendo un capitán vampiro y un guardaespaldas hombre lobo, ¿qué podía esperarse del cocinero del barco? "En fin..." esperó a que Nat le diera el pájaro a Drake y se puso a caminar por el camino hacia la montaña. Era un sendero en medio de la selva, entre árboles de troncos gruesos, llenos de lianas y plantas trepadoras. La sensación que daban era bastante claustrofóbica. Alex sabía que en aquel lugar podía encontrarse con aves de clima tropical, grandes felinos y una gran variedad de insectos y reptiles. A medio camino de la montaña, sintió un ruido sobre su cabeza. No hacía viento, por lo que aquello solo podía haber sido cosa de un animal. El médico alzó la mirada, justo a tiempo para ver como una enorme serpiente verde caía sobre su cara. En parte por susto, en parte por la sorpresa, el médico empezó a bracear como un loco mientras gritaba, y pegó un salto hacia un lado del camino, tratando de quitarse a la sierpe de la cara. Estaba en demasiada tensión como para convertirse en cloro, en parte por la sorpresa, y tropezó con una raiz a un lado del camino. Esto provocó que cayera como un peso muerto a un lado del camino, sobre un montículo de tierra removida, de olor desagradable. La serpiente salió despedida, y el médico se relajó, pese a la vergüenza y el mal olor. Fue entonces cuando notó unas cosquillas en su cuello y manos. Cuando se las miró, cientos de hormigas del tamaño de su dedo pulgar estaban correteando por su cuerpo, con sus enormes mandíbulas (de un tamaño desproporcionado) listas para morderle. El médico gritó hundido como estaba en el estiércol y cubierto de hormigas legionarias. Se transformó en cloro justo cuando algunas de las hormigas empezaban a caminar por su cara, y algunas por sus pantalones. Las hormigas empezaron a corretear descontroladas y confusas por el gas, y el médico se levantó, quitándose los restos del estiércol de la ropa. Miró serio a los otros dos, que aguantaban la risa ante la situación, y con una mirada asesina les dijo:
- Ni una palabra de esto a Derian.
- Ni una palabra de esto a Derian.
El lobo abre la boca, pidiéndole que le lance el animal. Lo lanza a su boca, y le hinca el diente con ferocidad. Alex comienza a caminar de camino a la montaña. El camino está lleno de plantas que crean un pasillo de paredes verdes. La isla parece tropical, y los felinos que parecen verse entre las sombras lo confirman. Pumas y panteras, grandes animales de afilados colmillos, pero no le preocupan. Si intentan tocarlo, desenvaina la bastarda y tiene más comida para la bestia "Y quizá algo más para mí". Pero ninguno salta, sino que, según el lobo pasa por ahí, los animales huyen. Caminan en silencio durante su ascensión, hasta que al médico le cae una serpiente en la cara y empieza a gritar como una niña mientras mueve los brazos de forma descompasada, mientras corre en una especie de círculo, saliendo del camino y tropezando con una raíz, lo que lo hace caer sobre un extraño montículo de mierda con aspecto terroso. Se queda tranquilo, aunque Caspio no entiende por qué, "Si le recorren el cuerpo hormigas del tamaño de una patata... Vale, eso es más normal en él", piensa mientras escucha un grito ahogado en estiércol, y el médico se transforma en gas. "Como una niña". El lobo parece aullar con sorna, y él mismo no puede evitar reírse ante la situación, aunque cuando el hombre lo mira con cara de asesino oculta su risa, con mucha dificultad.
-Ni una palabra de esto a Derian.
-Pienso hacerle un dibujo- Responde, mientras el médico parece limpiarse los restos de hormiguero del cuerpo-. Y un esquema. Y se lo voy a cantar en una canción, y voy a hacer una tarta con forma de hormiguero y...
Un ruido lo interrumpe. No parece humano. Ni siquiera parece de este mundo, y Caspio no puede evitar mirar hacia el final del camino. Una gigantesca criatura roja como la montaña, de cuerpo alargado y cabeza sin ojos, con una grotesca circular, de dientes afilados en tres hileras y una lengua cilíndrica saliendo del interior. "Vaya monstruo más feo. ¿Se podrá comer?". La criatura sin ojos parece detectarlos de alguna manera, y se dirige hacia ellos como un tren desenfrenado. Está a unos doscientos metros, pero su figura se ve traumáticamente enorme. La enorme lamprea de tierra se arrastra hacia ellos, y Caspio no duda en salir en su encuentro. Corre hacia el animal, desenvainando el arma y haciendo la capa a un lado, para dejar al brazo hábil libertad de movimiento. Cuando está frente al monstruo se da cuenta de que es aún más grande de lo que aparentaba. Salta a su boca transformado en mercurio y materializa la espada, corriendo por el eterno sistema digestivo del ser, dejándolo partido a la mitad. Cuando vuelve a ver la luz, se siente cansado y mira hacia atrás. La cosa aquella debía medir cerca de cincuenta metros, pero se da cuenta de que no es algo comestible. O, por lo menos, no huele a comestible. "Tal vez Drake, que no es muy exigente en carnes, lo pruebe".
-¡Drake!- grita, ya que desde el otro lado del bicho no ve lo de detrás-. ¿Aún tienes hambre?
-Ni una palabra de esto a Derian.
-Pienso hacerle un dibujo- Responde, mientras el médico parece limpiarse los restos de hormiguero del cuerpo-. Y un esquema. Y se lo voy a cantar en una canción, y voy a hacer una tarta con forma de hormiguero y...
Un ruido lo interrumpe. No parece humano. Ni siquiera parece de este mundo, y Caspio no puede evitar mirar hacia el final del camino. Una gigantesca criatura roja como la montaña, de cuerpo alargado y cabeza sin ojos, con una grotesca circular, de dientes afilados en tres hileras y una lengua cilíndrica saliendo del interior. "Vaya monstruo más feo. ¿Se podrá comer?". La criatura sin ojos parece detectarlos de alguna manera, y se dirige hacia ellos como un tren desenfrenado. Está a unos doscientos metros, pero su figura se ve traumáticamente enorme. La enorme lamprea de tierra se arrastra hacia ellos, y Caspio no duda en salir en su encuentro. Corre hacia el animal, desenvainando el arma y haciendo la capa a un lado, para dejar al brazo hábil libertad de movimiento. Cuando está frente al monstruo se da cuenta de que es aún más grande de lo que aparentaba. Salta a su boca transformado en mercurio y materializa la espada, corriendo por el eterno sistema digestivo del ser, dejándolo partido a la mitad. Cuando vuelve a ver la luz, se siente cansado y mira hacia atrás. La cosa aquella debía medir cerca de cincuenta metros, pero se da cuenta de que no es algo comestible. O, por lo menos, no huele a comestible. "Tal vez Drake, que no es muy exigente en carnes, lo pruebe".
-¡Drake!- grita, ya que desde el otro lado del bicho no ve lo de detrás-. ¿Aún tienes hambre?
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El lobo continuaba caminando junto a ellos, tras haberle lanzado aquella ave, no tardó mucho en destrozarla con sus dientes de forma violenta. La sangre invadía los dientes del lobo, una vez masticó la carne y bebió la mayor parte de la sangre escupió al pajarraco tirándolo a un lado. Más bien eran solo huesos y plumas escasas junto con la cabeza y las patas, todo unido en un nido de babas y sangre, era realmente desagradable mirar aquello. Ahora debían continuar con su camino, la comida o más bien el aperitivo había estado realmente bueno. El pájaro tenía un buen sabor aunque la próxima vez lo pediría cocinado ya que el pico no le gustaba mucho. Había pocas plumas debido a que el cocinero las había quitado antes de nada, era una buena forma de empezar el día, un buen trozo de pollo siempre sentaba de lujo para el estomago y el paladar, a decir verdad desde que le prohibieron la entrada a la nevera pasaba mucha hambre. No comía lo que los demás y necesitaba al menos el triple o cosas así, era un autentico glotón en toda regla y nunca cambiaria en eso pues le encantaba comer y era una de sus pasiones.
Mientras caminaban, el lobo podía notar como los animales se apartaban rápidamente, su presencia imponía bastante e iba alejándolos. Su olfato comenzó a olisquear oliendo un olor muy desagradable a excrementos, de repente el médico empezó a gritar como una cría para después tropezar y caer en el montón de mierda que el lobo había olido. Se había asustado por una pobre serpiente que no tenía culpa de nada, lo que si era seguro, era que el lobo estaba descojonándose. Se encontraba tumbado boca arriba partiéndose de risa entre ladridos y aullidos mezclados con algunos lamentos ya que se moría de risa. Cuando vio la cara de asesino del médico y la frase del cocinero no pudo evitar volver a troncharse casi sin respiración a la grima viva. Lo primero que haría a llegar al barco sería componer una canción sobre el estiércol y los médicos en honor a Alex. Incluso dejaría que el panadero participara en el estribillo solo por reírse, de repente paró aquel festival de lágrimas y retorcimientos mientras escuchaba un enorme ruido. Observó un enorme ser que rugió con fuerza, antes de que el lobo hiciera nada, su querido y amado colega de mercurio se había cargado al bicho.
El lobo blanco se acercó olisqueando aquel enorme ser, después sin pensárselo escuchó la voz del mercurio andante y clavó sus fauces en el enorme monstruo mientras arrancaba un pedazo de carne. Se aseguró antes de nada de olisquearlo por si notaba mercurio o algo parecido y al ver que no había rastro de aquel elemento, empezó a masticar aquel pedazo mientras disfrutaba del sabor para después tragarlo. Se relamió un poco y volvió a clavar sus dientes arrancándole otro pedazo y comiéndoselo, después fue caminando hasta la posición del asesino y dejó salir su voz mientras masticaba de forma calmada. Era tranquila y despreocupada pues en esos momentos el lobo estaba muy calmado y su voz no era ni grave ni burlona pese a lo que acababa de pasar con el médico.
- Lo digo en serio, esta carne sabe a una mezcla de vaca y de kétchup por encima, es algo raro pero está bastante buena, deberías llevarse unas muestras de esto que acompañado de patatas debe estar delicioso.
Mientras caminaban, el lobo podía notar como los animales se apartaban rápidamente, su presencia imponía bastante e iba alejándolos. Su olfato comenzó a olisquear oliendo un olor muy desagradable a excrementos, de repente el médico empezó a gritar como una cría para después tropezar y caer en el montón de mierda que el lobo había olido. Se había asustado por una pobre serpiente que no tenía culpa de nada, lo que si era seguro, era que el lobo estaba descojonándose. Se encontraba tumbado boca arriba partiéndose de risa entre ladridos y aullidos mezclados con algunos lamentos ya que se moría de risa. Cuando vio la cara de asesino del médico y la frase del cocinero no pudo evitar volver a troncharse casi sin respiración a la grima viva. Lo primero que haría a llegar al barco sería componer una canción sobre el estiércol y los médicos en honor a Alex. Incluso dejaría que el panadero participara en el estribillo solo por reírse, de repente paró aquel festival de lágrimas y retorcimientos mientras escuchaba un enorme ruido. Observó un enorme ser que rugió con fuerza, antes de que el lobo hiciera nada, su querido y amado colega de mercurio se había cargado al bicho.
El lobo blanco se acercó olisqueando aquel enorme ser, después sin pensárselo escuchó la voz del mercurio andante y clavó sus fauces en el enorme monstruo mientras arrancaba un pedazo de carne. Se aseguró antes de nada de olisquearlo por si notaba mercurio o algo parecido y al ver que no había rastro de aquel elemento, empezó a masticar aquel pedazo mientras disfrutaba del sabor para después tragarlo. Se relamió un poco y volvió a clavar sus dientes arrancándole otro pedazo y comiéndoselo, después fue caminando hasta la posición del asesino y dejó salir su voz mientras masticaba de forma calmada. Era tranquila y despreocupada pues en esos momentos el lobo estaba muy calmado y su voz no era ni grave ni burlona pese a lo que acababa de pasar con el médico.
- Lo digo en serio, esta carne sabe a una mezcla de vaca y de kétchup por encima, es algo raro pero está bastante buena, deberías llevarse unas muestras de esto que acompañado de patatas debe estar delicioso.
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Alex miró con odio al cocinero metálico. Luego dedicó una mirada de enfado a Drake. Sin embargo, las risas de ambos acabaron contagiándolo a él también, y empezó a reirse un poco de la situación. Había sido una serie de situaciones bastante gracioso para los espectadores, eso sin duda. Escuchó un sonido extraño tras él. Era una especie de centípodo gigante. El cocinero y Drake salieron disparados hacia él y lo mataron en un instante. En ese momento, Drake agarró un trozo de carne del bicho y lo empezó a devorar. Tras unos momentos saboreándolo, dijo:
- Lo digo en serio, esta carne sabe a una mezcla de vaca y de kétchup por encima, es algo raro pero está bastante buena, deberías llevarse unas muestras de esto que acompañado de patatas debe estar delicioso.
- Si lleváis ese gusano al barco, me niego a montar con él. Podéis dejarme en esta isla, pero luego a ver quien trata con Derian.
Después se acercó al cuerpo del animal a inspeccionarlo. Era extraño. No parecía tener una capa dérmica, sino que todo su cuerpo parecía en carne viva. Se preguntó si aquello sería normal. Además del corte limpio realizado por Nat, el bicho tenía otras heridas, algunas antiguas y otras más recientes. El bicho debía ser un gran depredador en aquel lugar. Al médico no le gustaba la idea de ir a un sitio donde había monstruosidades como aquella, pero mientras Drake estuviera a su lado, no sentía que estuviera en un completo peligro. Y la verdad era que habían matado a aquel bicho sin muchos problemas.
Pasó de largo del enorme bicho, si a la vuelta seguía allí tal vez se detuviera a tomar muestras. Tal vez aquel bicho tuviera algo interesante que mostrarle. Empezó a caminar por el camino. Entre las ramas de los árboles podía ver la enorme montaña, cada vez más cerca. Se estaban acercando a la falda.
- Seguro que desde ahí arriba hay buenas vistas...
- Lo digo en serio, esta carne sabe a una mezcla de vaca y de kétchup por encima, es algo raro pero está bastante buena, deberías llevarse unas muestras de esto que acompañado de patatas debe estar delicioso.
- Si lleváis ese gusano al barco, me niego a montar con él. Podéis dejarme en esta isla, pero luego a ver quien trata con Derian.
Después se acercó al cuerpo del animal a inspeccionarlo. Era extraño. No parecía tener una capa dérmica, sino que todo su cuerpo parecía en carne viva. Se preguntó si aquello sería normal. Además del corte limpio realizado por Nat, el bicho tenía otras heridas, algunas antiguas y otras más recientes. El bicho debía ser un gran depredador en aquel lugar. Al médico no le gustaba la idea de ir a un sitio donde había monstruosidades como aquella, pero mientras Drake estuviera a su lado, no sentía que estuviera en un completo peligro. Y la verdad era que habían matado a aquel bicho sin muchos problemas.
Pasó de largo del enorme bicho, si a la vuelta seguía allí tal vez se detuviera a tomar muestras. Tal vez aquel bicho tuviera algo interesante que mostrarle. Empezó a caminar por el camino. Entre las ramas de los árboles podía ver la enorme montaña, cada vez más cerca. Se estaban acercando a la falda.
- Seguro que desde ahí arriba hay buenas vistas...
Mientras el médico se limpiaba la mierda, Drake se acercó al animal y le dio un bocado, afirmando que aquello sabía a ternera con kétchup. Era una afirmación muy rara, había comidas que emulaban el sabor de la carne de ciertos animales, aunque había que cocinarla primero. Se fijó en que el animal no tenía piel, o por lo menos no piel sana. Parecía chamuscada y casi sangrante. Había aprendido hacía tiempo que un pollo horneado en su propia piel se conservaba más jugoso, aunque la idea de que alguien hubiera cocinado a ese bicho era estúpida. Caspio iba a ignorar al lobo, cuando Alex amenazó con quedarse en tierra si llevaban aquello al barco. Era una buena oportunidad para gastarle una broma. Se detuvo, como si lo examinara de nuevo.
-No lo digas dos veces, Alex, que seguramente esta carne a Derian le guste- Dijo Nat, mientras arrancaba un pedazo y se lo llevaba a la boca.
Era extraño aquel animal. A parte de lo evidente, de su falta de piel, no sabía a carne cruda, era como si alguien lo hubiera tratado de cocinar. De repente, volvió el rinrín a su cabeza de que alguien había tratado de cocinar semejante bicho. No era descabellado pensarlo una vez probada su carne, aunque la idea de algo más grande que el gusano y aún por encima suficientemente inteligente como para cocinarlo sería muy peligroso. Sin embargo le podía la curiosidad, y Alex quería subir. Nat inició la marcha, sin preocuparse mucho por si lo seguían o no, a paso calmado, reflexionando sobre el animal. "Si ha escapado, es posible que más bichos salgan de ahí... Suena divertido", pensó su cabeza mientras limpiaba la espada contra las hierbas altas y la maleza, disfrutando de cómo su hoja lamía las más débiles, y cortando las que se resistían, como un buen dictador, en algún sentido, de la naturaleza. Era relajante y turbio a la vez.
-No lo digas dos veces, Alex, que seguramente esta carne a Derian le guste- Dijo Nat, mientras arrancaba un pedazo y se lo llevaba a la boca.
Era extraño aquel animal. A parte de lo evidente, de su falta de piel, no sabía a carne cruda, era como si alguien lo hubiera tratado de cocinar. De repente, volvió el rinrín a su cabeza de que alguien había tratado de cocinar semejante bicho. No era descabellado pensarlo una vez probada su carne, aunque la idea de algo más grande que el gusano y aún por encima suficientemente inteligente como para cocinarlo sería muy peligroso. Sin embargo le podía la curiosidad, y Alex quería subir. Nat inició la marcha, sin preocuparse mucho por si lo seguían o no, a paso calmado, reflexionando sobre el animal. "Si ha escapado, es posible que más bichos salgan de ahí... Suena divertido", pensó su cabeza mientras limpiaba la espada contra las hierbas altas y la maleza, disfrutando de cómo su hoja lamía las más débiles, y cortando las que se resistían, como un buen dictador, en algún sentido, de la naturaleza. Era relajante y turbio a la vez.
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El médico se negaba a subir aquel ser a bordo, dijo que se quedaría en tierra y después ellos deberían tragarse la ira del capitán vampiro, ante eso, el lobo infló los mofletes como si de un niño pequeño se tratase. No quería dejar aquel manjar allí tirado pero Alex no quería compartir el barco con aquel pequeño gusano de varios metros. Ante esto, el castaño que seguía en forma completa, saltó por el cuerpo del enorme gusano empezando a coger más pedazos de carne y a comérselos, aquel bicho estaba buenísimo. Sus ojos captaron como el cocinero cogía un pedazo también para probarlo, tras eso el médico les dijo que habría buenas vistas arriba y siguió caminando. Nat no tardó mucho en seguirle, el lobo sonrió pues tenía todo el gusano para él ahora. Sin pensárselo empezó a comérselo de forma calmada y degustando el delicioso sabor del que se componía aquella maravilla llamada gusano gigante, o al menos así lo llamaba la bestia. –Delicioso, joder esto es el cielo, yo quiero llevármelo al barco, no es justo. –Dijo el animal mientras seguía comiendo tranquilamente, no tardó mucho en comerse un buen pedazo del lomo de aquel bicho.
Tras aquello saltó al suelo cayendo en forma humana, sus verdosos ojos observaron el panorama y su olfato localizó al médico y al cocinero. Empezó a trotar y no tardó casi nada en alcanzarlos. Era curioso lo bien que se lo pasaba con aquellos dos tipos de su tripulación, recordaba que al principio casi no hablaba con Alex, tan solo una simple mirada o un saludo pero poco más. Tras más misiones y encuentros poco a poco se fueron haciendo colegas hablando mucho más y liándola juntos como pasó en el restaurante de Baratie. El encuentro con Nat fue algo brusco pues fue un combate en los pantanos, sin embargo aquel lobo fuerte, serio y violento ya no estaba. Quería al cocinero como a un hermano y siempre se iba con él a todas partes, incluso cuando este se iba a dormir, se dormía en forma lobo en el mismo camarote sobre la alfombra. A veces también se colaba en el del médico, la verdad era que no le gustaba quedarse solo, estaba más seguro con sus amigos y estaba claro que si se colaba en el camarote de su mentor, acabaría con una buena colleja o un posible corte serio.
Aunque muchas veces se quedaba tirado cerca de la puerta, además muchas veces se quedaba en el pasillo para vigilar los aposentos de la pelirroja. Era el guardaespaldas y el guardián del barco, apenas le daba uso a su camarote, se aburría demasiado y solo lo usaba cuando llegaba tras una batalla en un estado cansado o sin fuerzas. Echaba de menos ver un cartel con su rostro, su recompensa había quedado estancada en un punto muy alto y seguramente si Derian dejaba aquel puesto, tendría a medio mundo detrás, cosa que no temía para nada. Deseaba poder pelear con luchadores de gran poder que le hicieran esforzarse al máximo, pero ahora estaba investigando con sus colegas y no podía pensar en otra cosa que no fuera divertirse tranquilamente. De repente se colocó en una postura canina pese a estar en forma humana y activó su haki de armadura imbuyendo sus brazos con él. Pasó por al lado de Nat disimuladamente aunque de forma muy cantosa. Incluso un ciego le habría visto, pero por suerte Alex estaba de espaldas. En ese momento sin pensárselo pegó un salto enorme abalanzándose sobre el médico tratando se abrazarla por la espalda y tratar de caer al suelo rodando riendo con él. – ¡Te pille!
Tras aquello saltó al suelo cayendo en forma humana, sus verdosos ojos observaron el panorama y su olfato localizó al médico y al cocinero. Empezó a trotar y no tardó casi nada en alcanzarlos. Era curioso lo bien que se lo pasaba con aquellos dos tipos de su tripulación, recordaba que al principio casi no hablaba con Alex, tan solo una simple mirada o un saludo pero poco más. Tras más misiones y encuentros poco a poco se fueron haciendo colegas hablando mucho más y liándola juntos como pasó en el restaurante de Baratie. El encuentro con Nat fue algo brusco pues fue un combate en los pantanos, sin embargo aquel lobo fuerte, serio y violento ya no estaba. Quería al cocinero como a un hermano y siempre se iba con él a todas partes, incluso cuando este se iba a dormir, se dormía en forma lobo en el mismo camarote sobre la alfombra. A veces también se colaba en el del médico, la verdad era que no le gustaba quedarse solo, estaba más seguro con sus amigos y estaba claro que si se colaba en el camarote de su mentor, acabaría con una buena colleja o un posible corte serio.
Aunque muchas veces se quedaba tirado cerca de la puerta, además muchas veces se quedaba en el pasillo para vigilar los aposentos de la pelirroja. Era el guardaespaldas y el guardián del barco, apenas le daba uso a su camarote, se aburría demasiado y solo lo usaba cuando llegaba tras una batalla en un estado cansado o sin fuerzas. Echaba de menos ver un cartel con su rostro, su recompensa había quedado estancada en un punto muy alto y seguramente si Derian dejaba aquel puesto, tendría a medio mundo detrás, cosa que no temía para nada. Deseaba poder pelear con luchadores de gran poder que le hicieran esforzarse al máximo, pero ahora estaba investigando con sus colegas y no podía pensar en otra cosa que no fuera divertirse tranquilamente. De repente se colocó en una postura canina pese a estar en forma humana y activó su haki de armadura imbuyendo sus brazos con él. Pasó por al lado de Nat disimuladamente aunque de forma muy cantosa. Incluso un ciego le habría visto, pero por suerte Alex estaba de espaldas. En ese momento sin pensárselo pegó un salto enorme abalanzándose sobre el médico tratando se abrazarla por la espalda y tratar de caer al suelo rodando riendo con él. – ¡Te pille!
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Alex caminaba en la espesura. Ante ellos solo había maleza, hierbas, plantas y espesura verde y frondosa. Nat avanzaba pasando su espada de un lado a otro. El médico avanzaba a su lado, un poco separado para no recibir un corte de aquella katana. Sabía que el cocinero controlaba el haki, y no le apetecía arriesgarse. Se había preguntado por qué el cocinero no lo había empleado en su primer combate cuando había sido contratado para matarlo. Se crujió los nudillos con sonoridad y apartó una rama que había frente a él.
De repente, una enorme fuerza lo empujó hacia delante, agarrándolo e impidiéndole moverse, mientras la alegre voz de Drake sonaba en sus oídos:
- ¡Te pille! -ambos salieron disparados hacia delante, y al no tener las manos libres, el médico no podía apoyarse para evitar golpearse con el suelo. Tomó forma gaseosa para intentar amortiguar parte del impacto, liberando una pequeña nube de gas en el proceso. Si Drake lo aspiraba, posiblemente empezaría a toser como un loco. Ambos cayeron al suelo, al lado de una enorme raiz retorcida, llena de hongos de aspecto venenoso. El médico trató de zafarse del abrazo de Drake, pero la fuerza del chico era demasiado desproporcionada, y se encontraba aplastado contra el suelo bajo el peso del lobo.
- Drake, sabes que te aprecio mucho, pero ¿podrías intentar no aplastarme contra el suelo en tus muestras de efusividad? -le preguntó con un tono alegre mientras intentaba ponerse en pie.
De repente, una enorme fuerza lo empujó hacia delante, agarrándolo e impidiéndole moverse, mientras la alegre voz de Drake sonaba en sus oídos:
- ¡Te pille! -ambos salieron disparados hacia delante, y al no tener las manos libres, el médico no podía apoyarse para evitar golpearse con el suelo. Tomó forma gaseosa para intentar amortiguar parte del impacto, liberando una pequeña nube de gas en el proceso. Si Drake lo aspiraba, posiblemente empezaría a toser como un loco. Ambos cayeron al suelo, al lado de una enorme raiz retorcida, llena de hongos de aspecto venenoso. El médico trató de zafarse del abrazo de Drake, pero la fuerza del chico era demasiado desproporcionada, y se encontraba aplastado contra el suelo bajo el peso del lobo.
- Drake, sabes que te aprecio mucho, pero ¿podrías intentar no aplastarme contra el suelo en tus muestras de efusividad? -le preguntó con un tono alegre mientras intentaba ponerse en pie.
Alex se alejaba de la bastarda, temiendo que aquella arma lameflores fuera un peligro para él. En el pasado no temía tanto por sí mismo, simplemente se volvía intangible y dejaba la espada correr, pero desde que sabía que controlaba la voluntad de hierro le había cogido algo de miedo, o por lo menos tomaba cierta precaución. No se daba cuenta de que, de haber querido matarlo en su momento, lo habría hecho. Pero el médico no entendía que desde el principio había pretendido sacar información y encontrar al tipo que había unido sus destinos indefectiblemente. "Bueno, quizá no fue la mejor manera de pedirle información", pensó para sí con desazón. Sabía que no habían sido los modales adecuados y que se podía malinterpretar fácilmente. La verdad era que no tenía unos modales muy corrientes, y había gente que podía malinterpretarlos fácilmente.
Drake se quedó atrás, el muy glotón, comiendo aquel animal cocinado en vida. Era alucinante el apetito de aquel tipo, se acababa de comer un loro y estaba zampando otra vez. Incluso en el barco lo había visto comer de esa forma, robándole carne a su propio señor. Aunque se había convertido en un gran amigo para él. Entrenaban muchas veces juntos, y hasta dormían a veces en la misma habitación. El chico lobo se ponía en forma completa y descansaba sobre la alfombra, dejando un mar de pelos sobre el suelo. Al menos aquello era mejor que dormir solo, escuchando sólo el ritmo de sus latidos. A veces Drake le hablaba de la chica cazarrecompensas, y aunque le alegraba saber que el chico estaba feliz con la muchacha, no podía evitar sentirse embargado por la soledad más absoluta. No tenía a nadie.
De repente, se oyó un grito y tanto Alex como Drake salieron rodando. Durante un segundo les hizo caso, pero le recordaban a dos niños y cuando pensaba en ello la mente se le iba hacia sus hijas, y allí sólo encontraba dolor. Siguió caminando hacia arriba, y dejó atrás a sus compañeros, sin saber si lo seguirían o no, demasiado centrado en encontrar el origen del animal chamuscado. Avanzó tanto que ya podía ver el cielo al final del camino, y poco a poco, dejó atrás la fronda para sumirse en el rojo desierto ascendente. Miró por el desnivel de la montaña y pudo ver la altura a la que se encontraban sin darse cuenta. "Fascinante".
Drake se quedó atrás, el muy glotón, comiendo aquel animal cocinado en vida. Era alucinante el apetito de aquel tipo, se acababa de comer un loro y estaba zampando otra vez. Incluso en el barco lo había visto comer de esa forma, robándole carne a su propio señor. Aunque se había convertido en un gran amigo para él. Entrenaban muchas veces juntos, y hasta dormían a veces en la misma habitación. El chico lobo se ponía en forma completa y descansaba sobre la alfombra, dejando un mar de pelos sobre el suelo. Al menos aquello era mejor que dormir solo, escuchando sólo el ritmo de sus latidos. A veces Drake le hablaba de la chica cazarrecompensas, y aunque le alegraba saber que el chico estaba feliz con la muchacha, no podía evitar sentirse embargado por la soledad más absoluta. No tenía a nadie.
De repente, se oyó un grito y tanto Alex como Drake salieron rodando. Durante un segundo les hizo caso, pero le recordaban a dos niños y cuando pensaba en ello la mente se le iba hacia sus hijas, y allí sólo encontraba dolor. Siguió caminando hacia arriba, y dejó atrás a sus compañeros, sin saber si lo seguirían o no, demasiado centrado en encontrar el origen del animal chamuscado. Avanzó tanto que ya podía ver el cielo al final del camino, y poco a poco, dejó atrás la fronda para sumirse en el rojo desierto ascendente. Miró por el desnivel de la montaña y pudo ver la altura a la que se encontraban sin darse cuenta. "Fascinante".
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El chico lobo había conseguido su objetivo y había podido atrapar al médico para rodar con él por el suelo entre risas. La jugada le había salido muy pero que muy bien, para mala suerte, no llevaba activado su haki de observación y de repente Alex empezó a generar cloro que se metió por la nariz del castaño, esta era tan buena y desarrollada que pegó un estornudo enorme y después empezó a toser un poco mientras reía como podía. Al final quedó sobre el médico impidiéndole la huida, después de unos segundos al escuchar sus palabras, rió un poco mas mientras se levantaba cogiéndole el brazo y colocándole de pie. –Ha sido inevitable hermanito, me lo has puesto en bandeja dándome la espalda de esa forma. –Dijo de nuevo mientras sonreía de forma alegre limpiándose el polvo de los pantalones y quitándose algunas ramas de encima. Tras la tratada a su hermano Alex decidió que su siguiente presa sería el hermanito mayor, ahora era el turno de Nat. El chico sonrió de lado mientras se movía de nuevo de forma sigilosa buscando con la mirada y con el olfato al cocinero.
Esta vez sus ojos se pudieron dorados y su cuerpo empezó a llevarse de pelo mientras su tamaño se reducía y se colocaba a cuatro patas. Sus piernas y brazos ahora eran patas y de la parte baja de su espalda surgió una cola peluda y larga, sus dientes se afilaron y sus orejas se pusieron lupinas. Sus uñas eran ahora garras y su forma era la de un lobo ártico algo más grande que uno normal. Caminaba despacio procurando no hacer ningún ruido, su haki armadura estaba activado en todo momento pues sabía que Nat también era un usuario de una fruta del tipo logia. Las patas del animal avanzaban muy sigilosas por el terreno que poco a poco iba cambiando con forme iban subiendo por aquella cordillera. Era más difícil avanzar, o al lobo en aquella forma le costaba algo más, sin embargo no se iba a detener. Tal vez le costara un poco más llegar a la posición del cocinero, pero quería saltar sobre él y hacer la croqueta como bien hizo con Alex. Había tragado un poco de cloro en el intento y se había llevado de regalo una tos muy fuerte pero nada grave, el mercurio era también molesto pero merecería la pena.
Finalmente llegó volviendo a la forma humana al lado de Nat con una alegre sonrisa dándose cuenta de las preciosas vistas que podía ver desde aquel punto tan alto. Pudo fijarse que el cocinero estaba algo más serio de lo normal y paró su ataque. Directamente se puso justo en frente de él mirándole a los ojos de forma calmada y con una sonrisa amable en el rostro. No tardó mucho en hablarle en un tono alegre y muy tranquilo como de costumbre. –Hermanito mayor, no quiero que estés así de serio. Es más, exijo ahora mismo un abrazo de hermanos. –Tras sus palabras estiró y abrió los dos brazos con una sonrisa mas gran aún que antes soltando una risa amable y tranquila esperando el abrazo de su colega. Apreciaba mucho a aquellos dos tipos a los que ahora podía llamar familia, sin duda Alex era un hermano más o menos de su mismo tipo, Nat una especie de hermano mayor y Derian parecía ser el padre severo y de mala leche. La pelirroja parecía ser la típica hermana más mayor que nadie que se pasaba el día entero durmiendo en su camarote, debía ser aburrido pero cada cual iba a lo suyo de una forma u otra.
Esta vez sus ojos se pudieron dorados y su cuerpo empezó a llevarse de pelo mientras su tamaño se reducía y se colocaba a cuatro patas. Sus piernas y brazos ahora eran patas y de la parte baja de su espalda surgió una cola peluda y larga, sus dientes se afilaron y sus orejas se pusieron lupinas. Sus uñas eran ahora garras y su forma era la de un lobo ártico algo más grande que uno normal. Caminaba despacio procurando no hacer ningún ruido, su haki armadura estaba activado en todo momento pues sabía que Nat también era un usuario de una fruta del tipo logia. Las patas del animal avanzaban muy sigilosas por el terreno que poco a poco iba cambiando con forme iban subiendo por aquella cordillera. Era más difícil avanzar, o al lobo en aquella forma le costaba algo más, sin embargo no se iba a detener. Tal vez le costara un poco más llegar a la posición del cocinero, pero quería saltar sobre él y hacer la croqueta como bien hizo con Alex. Había tragado un poco de cloro en el intento y se había llevado de regalo una tos muy fuerte pero nada grave, el mercurio era también molesto pero merecería la pena.
Finalmente llegó volviendo a la forma humana al lado de Nat con una alegre sonrisa dándose cuenta de las preciosas vistas que podía ver desde aquel punto tan alto. Pudo fijarse que el cocinero estaba algo más serio de lo normal y paró su ataque. Directamente se puso justo en frente de él mirándole a los ojos de forma calmada y con una sonrisa amable en el rostro. No tardó mucho en hablarle en un tono alegre y muy tranquilo como de costumbre. –Hermanito mayor, no quiero que estés así de serio. Es más, exijo ahora mismo un abrazo de hermanos. –Tras sus palabras estiró y abrió los dos brazos con una sonrisa mas gran aún que antes soltando una risa amable y tranquila esperando el abrazo de su colega. Apreciaba mucho a aquellos dos tipos a los que ahora podía llamar familia, sin duda Alex era un hermano más o menos de su mismo tipo, Nat una especie de hermano mayor y Derian parecía ser el padre severo y de mala leche. La pelirroja parecía ser la típica hermana más mayor que nadie que se pasaba el día entero durmiendo en su camarote, debía ser aburrido pero cada cual iba a lo suyo de una forma u otra.
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Drake se levantó sonriendo. Alex se limpió de polvo la ropa. Ya habían llegado a la falda de la montaña. Y parecía que a partir de entonces, la cosa iba a ser cuesta arriba, literalmente. Nat empezó a guiar, subiendo por la ruta, montaña arriba. Drake iba tras él, y el médico cerraba la marcha. Hacía sol, y al no haber vegetación, se hacía cansado subir por la montaña. Alex vio como Drake se acercaba sigilosamente a Nat e intentaba abrazarlo, tal y como había hecho con él. Se lo veía muy contento.
El médico estaba pensando en por qué no se habían cruzado ninguna persona en el camino hacia allí. Cierto era que había animales salvajes en aquel lugar, pero aún así, aquello era extraño. Ni una sola persona. Suspiró.
El grupo llegó a una zona de explanada, desde la cual se tenía una buena vista de la costa este de la isla. También había algo que llamó la atención de Alex, y seguramente del resto del grupo. Un enorme esqueleto, largo y vacío. Enormes huesos enrollados entre sí, al lado de un montón de leña quemada de unos tres metros de altura. Alguien había estado allí. Tal vez fuera el que había intentado cocinar a aquella criatura. Alex tuvo un escalofrío que le recorrió la espalda. Detrás de él, a bastante altura, un ruido comenzó a sonar. Se giró a tiempo para ver una sombra que se movía en una zona superior de la montaña. No sabía lo que era, pero si aquella cosa los estaba espiando, tal vez fuera un enemigo. Instantes después de ver desaparecer a la figura, un desprendimiento cayó desde aquella misma zona. Un grupo de rocas empezó a rodar por la ladera, amenazando con aplastarlos si no se ponían a cubierto. Alex se deshizo en cloro mientras las rocas, del tamaño de pequeños botes, caían sobre ellos. Las rocas lo atravesaron limpiamente, sin dejarle ningún rasguño. Cuando el polvo se disipó, dijo:
- Ahí arriba hay algo, y estoy seguro de que es lo que ha provocado este derrumbe.
El médico estaba pensando en por qué no se habían cruzado ninguna persona en el camino hacia allí. Cierto era que había animales salvajes en aquel lugar, pero aún así, aquello era extraño. Ni una sola persona. Suspiró.
El grupo llegó a una zona de explanada, desde la cual se tenía una buena vista de la costa este de la isla. También había algo que llamó la atención de Alex, y seguramente del resto del grupo. Un enorme esqueleto, largo y vacío. Enormes huesos enrollados entre sí, al lado de un montón de leña quemada de unos tres metros de altura. Alguien había estado allí. Tal vez fuera el que había intentado cocinar a aquella criatura. Alex tuvo un escalofrío que le recorrió la espalda. Detrás de él, a bastante altura, un ruido comenzó a sonar. Se giró a tiempo para ver una sombra que se movía en una zona superior de la montaña. No sabía lo que era, pero si aquella cosa los estaba espiando, tal vez fuera un enemigo. Instantes después de ver desaparecer a la figura, un desprendimiento cayó desde aquella misma zona. Un grupo de rocas empezó a rodar por la ladera, amenazando con aplastarlos si no se ponían a cubierto. Alex se deshizo en cloro mientras las rocas, del tamaño de pequeños botes, caían sobre ellos. Las rocas lo atravesaron limpiamente, sin dejarle ningún rasguño. Cuando el polvo se disipó, dijo:
- Ahí arriba hay algo, y estoy seguro de que es lo que ha provocado este derrumbe.
El paisaje era extraordinario. Podía ver a las aves volando sobre las copas, buscando seguramente una pareja para incubar. De repente alguien se puso a su lado. Drake, de pie a su lado, lo miró a los ojos. Estaba sonriente, casi podría estar cantando. Le gustaba cuando Drake cantaba y tocaba instrumentos, aunque últimamente lo que más tocaba era las narices. Nat por algún motivo se sentía mal, y cuando estaba mal odiaba que se le acercaran demasiado. De todas formas era incapaz de enfadarse con el lobo. Al fin y al cabo, era la única persona del barco que estaba bien de la cabeza, y le agradaba tenerlo cerca. De repente, hizo gesto de abrazarlo bajo una frase que no le había escuchado nunca.
–Hermanito mayor, no quiero que estés así de serio. Es más, exijo ahora mismo un abrazo de hermanos.
Aquella frase le llegó al alma, y no pudo rechazar. Estrechó a Drake entre sus brazos, mientras el titánico becerro lo aplastaba contra sus pectorales de acero, y trataba de esquivar aquellos pezones que taladraban asfalto. No pudo evitar recordar cuando sus hijas, y las lágrimas acudieron a sus ojos. Era muy doloroso recordarlas, y aquella sensación de calor humano que se sentía. Se separó y se secó rápidamente, tratando de ocultar su rostro mientras se secaba la cara. Notaba los ojos hinchados y sabría que se notaría si lo miraban. Sin embargo, una solución torpe pasó caminando por un lado. Alex se encaminaba hacia la cima. Se dispuso a alcanzarlo sin decirle nada a Drake. Aunque estaba contento por saber que el chico lobo le había cogido cariño hasta el punto de llamarlo hermano mayor, pero no le gustaban las muestras de afecto, lo hacían sentir mucho más solo que acompañado.
Alcanzó al médico, a tiempo para ver unos gigantescos huesos tirados cerca de la cima. También había leña quemada, y una sombra tras un estruendo apareció a su espalda. Estaba en la cima, pero su sombra los cubría. "Qué tamaño debe tener esa cosa...", pensó mientras recordaba al gigantesco gusano cocinado. ¿Sería un gigante? Si era un gigante salvaje estaban en peligro. Pero nadie podía resistirse a la aventura de matar a un gigante, resolver un misterio o desenmascarar un habitante desconocido. ¿Sería aquel coloso el misterio que acababa con los que se acercaban a la montaña?
-Vamos a por ese bicho- Dijo, animado.
Comenzó a generar mercurio por la ladera, mientras ascendía por él rápidamente. Drake era extremadamente veloz, y Alex podía volar. No quería quedarse atrás y llegar cuando todo hubiera concluido. Cuando llegó a la cima, lo que vio fue una total sorpresa.
–Hermanito mayor, no quiero que estés así de serio. Es más, exijo ahora mismo un abrazo de hermanos.
Aquella frase le llegó al alma, y no pudo rechazar. Estrechó a Drake entre sus brazos, mientras el titánico becerro lo aplastaba contra sus pectorales de acero, y trataba de esquivar aquellos pezones que taladraban asfalto. No pudo evitar recordar cuando sus hijas, y las lágrimas acudieron a sus ojos. Era muy doloroso recordarlas, y aquella sensación de calor humano que se sentía. Se separó y se secó rápidamente, tratando de ocultar su rostro mientras se secaba la cara. Notaba los ojos hinchados y sabría que se notaría si lo miraban. Sin embargo, una solución torpe pasó caminando por un lado. Alex se encaminaba hacia la cima. Se dispuso a alcanzarlo sin decirle nada a Drake. Aunque estaba contento por saber que el chico lobo le había cogido cariño hasta el punto de llamarlo hermano mayor, pero no le gustaban las muestras de afecto, lo hacían sentir mucho más solo que acompañado.
Alcanzó al médico, a tiempo para ver unos gigantescos huesos tirados cerca de la cima. También había leña quemada, y una sombra tras un estruendo apareció a su espalda. Estaba en la cima, pero su sombra los cubría. "Qué tamaño debe tener esa cosa...", pensó mientras recordaba al gigantesco gusano cocinado. ¿Sería un gigante? Si era un gigante salvaje estaban en peligro. Pero nadie podía resistirse a la aventura de matar a un gigante, resolver un misterio o desenmascarar un habitante desconocido. ¿Sería aquel coloso el misterio que acababa con los que se acercaban a la montaña?
-Vamos a por ese bicho- Dijo, animado.
Comenzó a generar mercurio por la ladera, mientras ascendía por él rápidamente. Drake era extremadamente veloz, y Alex podía volar. No quería quedarse atrás y llegar cuando todo hubiera concluido. Cuando llegó a la cima, lo que vio fue una total sorpresa.
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Sonrió al notar como Nat le abrazaba también, era su hermano mayor y nunca iba a permitir que le pasara nada, estaría siempre a su lado en todo lo que hiciera falta. En verdad ambos eran muy parecidos, el lobo solo tenía a la chica morena de mechas pelirrojas, pero cuando se separaban estaba totalmente solo. Solo tenía a Alex, Nat, Olivia y a Derian. No perdería a ninguno de sus amigos y eso estaba claro, los defendería hasta la muerte si era necesario. Ahora al separarse Nat, pudo observar sus ojos al pasar, estaban hinchados, una sonrisa apareció en su rostro, esperaba que fueran de emoción, de lo contrario lo asesinaría a abrazos. El médico se había adelantado de nuevo, eran muy rápidos cuando el chico lobo no miraba. Este pegó un suspiro y comenzó a caminar tras ellos, Alex iba en cabeza y sería difícil alcanzarle, principalmente porque daba mucha pereza ir tras él. El castaño tenía ganas de seguir comiéndose aquel delicioso gusano el sabor de aquella criatura era increíble y despertaba en él unas ganas increíbles de seguir comiendo sin parar, era realmente delicioso y su sabor se comparaba con pocas cosas, salvo las que Nat cocinaba, esas eran totalmente supremas e insuperables.
Cuando llegó a la cima junto a ellos pudo ver aquel enorme hueso, las ganas de mordisquearlo le pudieron y se acercó dispuesto a usar la forma hibrida pero de repente sintió un olor distinto al de ellos. Sus ojos cambiaron a dorados mientras activaba su haki y observaba hacia donde había aparecido aquella sombra. De repente unas piedras del tamaño de botes comenzaron a bajar contra ellos, Alex se hizo cloro para poder evadirlas y Nat comenzó a deslizarse con su mercurio. Aquellos dos eran dos usuarios del tipo logia, sin embargo el chico lobo no disponía de esa habilidad, sin embargo tenía la suya propia. Cerró un segundo los ojos mientras que su tamaño aumentaba a dos metros, su piel comenzó a tomar un color rojizo y a empezar a soltar un poco de humo. Sus ojos quedaron blancos y sin pupila, era como si hubiese desaparecido, pero podía ver. Sus brazos aumentaron su grosor y sus pectorales se fortificaron, sus abdominales se desarrollaron mucho más y toda su musculatura aumentó de forma exagerada. –Berserker, nivel uno activado. –Dijo con una voz más grave de lo normal y con una media sonrisa.
De repente su brazo derecho tomó un color negro metálico. –Nada puede detenerme, y menos querer vivir después de tratar de aplastar a mis hermanos, lo que quiera que sea está muerto. –Comenzó a correr por la ladera sin temor alguno de las piedras, una más grande de lo normal se acercaba rodando hacia su posición. Parecía que ese enorme pedrusco iba a aplastarle, de repente el chico lobo de piel roja sonrió sádicamente mientras saltaba y lanzaba su puño contra la roca haciéndola añicos y destrozándola totalmente. Segundos después volvió a caer otra roca, sin embargo la pudo destrozar de una patada con fuerza. La maldad golpeando del castaño era increíble, piedra tras piedras seguía avanzando por la montaña. Su poderoso cuerpo le ayudaba a tener más resistencia y más fuerza. Sus ojos blancos eran terroríficos pero sin embargo increíbles. Por fin consiguió alcanzar a sus dos compañeros, no volvió a la normalidad, continuó en aquella forma destructora. Ahora miraba hacia donde ellos miraban pues estaban impresionados por algo, no sabía que se trataba, pero al girar el cuello pudo verlo, de modo que aquello era lo que los dos miembros de Dark Ascension miraban, realmente muy interesante.
Cuando llegó a la cima junto a ellos pudo ver aquel enorme hueso, las ganas de mordisquearlo le pudieron y se acercó dispuesto a usar la forma hibrida pero de repente sintió un olor distinto al de ellos. Sus ojos cambiaron a dorados mientras activaba su haki y observaba hacia donde había aparecido aquella sombra. De repente unas piedras del tamaño de botes comenzaron a bajar contra ellos, Alex se hizo cloro para poder evadirlas y Nat comenzó a deslizarse con su mercurio. Aquellos dos eran dos usuarios del tipo logia, sin embargo el chico lobo no disponía de esa habilidad, sin embargo tenía la suya propia. Cerró un segundo los ojos mientras que su tamaño aumentaba a dos metros, su piel comenzó a tomar un color rojizo y a empezar a soltar un poco de humo. Sus ojos quedaron blancos y sin pupila, era como si hubiese desaparecido, pero podía ver. Sus brazos aumentaron su grosor y sus pectorales se fortificaron, sus abdominales se desarrollaron mucho más y toda su musculatura aumentó de forma exagerada. –Berserker, nivel uno activado. –Dijo con una voz más grave de lo normal y con una media sonrisa.
De repente su brazo derecho tomó un color negro metálico. –Nada puede detenerme, y menos querer vivir después de tratar de aplastar a mis hermanos, lo que quiera que sea está muerto. –Comenzó a correr por la ladera sin temor alguno de las piedras, una más grande de lo normal se acercaba rodando hacia su posición. Parecía que ese enorme pedrusco iba a aplastarle, de repente el chico lobo de piel roja sonrió sádicamente mientras saltaba y lanzaba su puño contra la roca haciéndola añicos y destrozándola totalmente. Segundos después volvió a caer otra roca, sin embargo la pudo destrozar de una patada con fuerza. La maldad golpeando del castaño era increíble, piedra tras piedras seguía avanzando por la montaña. Su poderoso cuerpo le ayudaba a tener más resistencia y más fuerza. Sus ojos blancos eran terroríficos pero sin embargo increíbles. Por fin consiguió alcanzar a sus dos compañeros, no volvió a la normalidad, continuó en aquella forma destructora. Ahora miraba hacia donde ellos miraban pues estaban impresionados por algo, no sabía que se trataba, pero al girar el cuello pudo verlo, de modo que aquello era lo que los dos miembros de Dark Ascension miraban, realmente muy interesante.
AlexEmpanadilla
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Alex empezó a volar en dirección a la cima de la montaña. Bajo él, Nat ascendía por la ladera en forma de mancha de mercurio, y un poco más a la derecha, el lobo golpeaba las rocas, haciéndolas añicos sin esfuerzo aparente. Fue el primero en llegar a la cima. Y lo que vio allí lo extrañó sobremanera.
Un hombre viejecito, arrugado y con una túnica blanca y azul lo observaba con una mirada analítica. Alex no sabía que responder, aquel hombre no parecía una amenaza. A su lado, un hombre mucho más joven y corpulento, con aire despistado, observaba al médico sin moverse.
- Oh, lo siento, pensaba que erais unos de esos malditos bicharracos. Mi ayudante Krot se encarga de ellos tirándoles piedras y os ha debido confundir con ellos.
- Disculpe señor, pero... ¿quien es usted? -preguntó el médico, confuso. Nat apareció por el borde de la montaña.
- Un simple ermitaño que vive aquí, alejado de esos escandalosos y ruidosos pueblerinos de ahí abajo -mientras decía esas palabras, señaló al pueblo-. Normalmente me dejan tranquilo, piensan que soy un "Dios de la montaña" o algo así -el anciano soltó una risa aguda-. Pero esos bichos son un incordio. Su población ha crecido tanto que ahora ya salen de la jungla y suben hasta aquí. El otro día sin ir más lejos Krot mató tantos que nos hicimos una barbacoa.
Alex estaba extrañado. En ese momento, Drake apareció, corriendo. Pero el doctor aún no había resuelto toda su curiosidad.
- ¿Y qué hace alguien como usted aquí? -el viejo soltó una sonrisa.
- Bueno, llevo toda mi vida viviendo en esta montaña, meditando y viviendo de mi pequeña huerta. Pero con todos estos bicharracos, la vida se me ha puesto complicada -señaló al grandullón-. Aunque por suerte cuento con la ayuda de mi sobrino Krot.
El médico suspiró aliviado. Así que no era ningún monstruo. Tan solo un viejo ermitaño que quería que no lo molestasen y se había retirado a un lugar apartado buscando paz. Eso explicaba la hoguera, e incluso el monstruo cocinado en vida. Miró a sus compañeros, más tranquilo.
Un hombre viejecito, arrugado y con una túnica blanca y azul lo observaba con una mirada analítica. Alex no sabía que responder, aquel hombre no parecía una amenaza. A su lado, un hombre mucho más joven y corpulento, con aire despistado, observaba al médico sin moverse.
- Oh, lo siento, pensaba que erais unos de esos malditos bicharracos. Mi ayudante Krot se encarga de ellos tirándoles piedras y os ha debido confundir con ellos.
- Disculpe señor, pero... ¿quien es usted? -preguntó el médico, confuso. Nat apareció por el borde de la montaña.
- Un simple ermitaño que vive aquí, alejado de esos escandalosos y ruidosos pueblerinos de ahí abajo -mientras decía esas palabras, señaló al pueblo-. Normalmente me dejan tranquilo, piensan que soy un "Dios de la montaña" o algo así -el anciano soltó una risa aguda-. Pero esos bichos son un incordio. Su población ha crecido tanto que ahora ya salen de la jungla y suben hasta aquí. El otro día sin ir más lejos Krot mató tantos que nos hicimos una barbacoa.
Alex estaba extrañado. En ese momento, Drake apareció, corriendo. Pero el doctor aún no había resuelto toda su curiosidad.
- ¿Y qué hace alguien como usted aquí? -el viejo soltó una sonrisa.
- Bueno, llevo toda mi vida viviendo en esta montaña, meditando y viviendo de mi pequeña huerta. Pero con todos estos bicharracos, la vida se me ha puesto complicada -señaló al grandullón-. Aunque por suerte cuento con la ayuda de mi sobrino Krot.
El médico suspiró aliviado. Así que no era ningún monstruo. Tan solo un viejo ermitaño que quería que no lo molestasen y se había retirado a un lugar apartado buscando paz. Eso explicaba la hoguera, e incluso el monstruo cocinado en vida. Miró a sus compañeros, más tranquilo.
¿Aquel era el misterio? "Un viejo y un lerdo tirando rocas", pensó Nat con amargura. esperaba poder encontrar algo digno de aquellos extraños seres, los cuales tenían dimensiones exageradas y el hecho de que pudieran cocinarlo vulneraba las leyes de la proporcionalidad. Drake estaba muy cerca de él, mientras el médico conversaba con aquellos dos tipos. Un ermitaño que huía del mundo, y su sobrino tirando piedras. Aquello había aterrorizado a una isla entera durante generaciones y seguramente seguiría haciéndolo, pues Caspio no pensaba decir nada. Se sentiría ridículo cada vez que contara la hazaña de Galuna, desentrañar el complot de un viejo que plantaba nabos en una montaña y tiraba piedras para no recibir visitas. Aquello sería tan ridículo como pensar que Pandaman existe.
-Oye Drake- Le dijo al lobo en un susurro-. Si nos damos prisa podríamos meter de estrangis algo de esa carne.
La reacción del lobo era confusa, aunque la esperaba afirmativa. Siguiendo el mismo proceso que de subida bajó por la ladera de la montaña y se adentró en el bosque. Era demasiado tarde, pues los animales ya comenzaban a comerse aquella bestia deforme, y él no pensaba comer algo a lo que un animal salvaje le hubiera dado un bocado. Aquellas cosas tenían bacterias en la boca, sarro, y todas esas enfermedades bucodentales que padecían los seres de la naturaleza. "En fin, otra vez será". Siguió caminando bosque abajo, dejando la montaña detrás, llegando a ver de cerca las plumas del animal que había preparado para la Bestia. Le pareció un tanto cruel lo que le había hecho, pero él se aburría y el lobo tenía hambre, era un buen trato.
A cada paso que daba le parecía que se perdía más, pues los claros eran menos habituales y la selva más densa. Sin embargo estaba siguiendo el camino a la perfección, pues era la única zona libre de vegetación. De repente notó una presencia, y tuvo lista su espada. Cuando una enorme pantera saltó sobre él dio un giro de peonza y le cortó el cuello. "Esto sí que servirá", dijo para sí mientras se lo cargaba al hombro. Debía pesar unos trescientos kilos, pero aunque su fuerza no era tan abrumadora como la de Drake tenía capacidad `para levantar algunas cosas, aunque le pesara. Comenzó a poner rumbo al barco con ritmo alegre, pues ya tenía cena encontrada para aquel día. "Los pumas y los tigres tienen muy buena carne, ya que se pasan el día corriendo". Cuando llegó a la playa se montó en un bote con su felina acompañante y se dirigió al barco. Una vez arriba comenzó a despellejar al animal. Tal vez Derian quisiera una alfombra nueva.
-Oye Drake- Le dijo al lobo en un susurro-. Si nos damos prisa podríamos meter de estrangis algo de esa carne.
La reacción del lobo era confusa, aunque la esperaba afirmativa. Siguiendo el mismo proceso que de subida bajó por la ladera de la montaña y se adentró en el bosque. Era demasiado tarde, pues los animales ya comenzaban a comerse aquella bestia deforme, y él no pensaba comer algo a lo que un animal salvaje le hubiera dado un bocado. Aquellas cosas tenían bacterias en la boca, sarro, y todas esas enfermedades bucodentales que padecían los seres de la naturaleza. "En fin, otra vez será". Siguió caminando bosque abajo, dejando la montaña detrás, llegando a ver de cerca las plumas del animal que había preparado para la Bestia. Le pareció un tanto cruel lo que le había hecho, pero él se aburría y el lobo tenía hambre, era un buen trato.
A cada paso que daba le parecía que se perdía más, pues los claros eran menos habituales y la selva más densa. Sin embargo estaba siguiendo el camino a la perfección, pues era la única zona libre de vegetación. De repente notó una presencia, y tuvo lista su espada. Cuando una enorme pantera saltó sobre él dio un giro de peonza y le cortó el cuello. "Esto sí que servirá", dijo para sí mientras se lo cargaba al hombro. Debía pesar unos trescientos kilos, pero aunque su fuerza no era tan abrumadora como la de Drake tenía capacidad `para levantar algunas cosas, aunque le pesara. Comenzó a poner rumbo al barco con ritmo alegre, pues ya tenía cena encontrada para aquel día. "Los pumas y los tigres tienen muy buena carne, ya que se pasan el día corriendo". Cuando llegó a la playa se montó en un bote con su felina acompañante y se dirigió al barco. Una vez arriba comenzó a despellejar al animal. Tal vez Derian quisiera una alfombra nueva.
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El chico lobo subió en segundos al escuchar algo sobre barbacoas. Sus ojos estaba aún en blanco y en su rostro se notaba una felicidad inmensa, la palabra barbacoa era mágica para sus oídos y solo pensaba en deliciosa carne bañada en salsa hecha por Nat y devorándola sin piedad alguna en sus dentelladas. De repente toda su ilusión su fue al ver que todo había sido obra de un viejo que se aburría y quería vivir solo con su sobrino, aquel chico parecía ser un tipo fuerte. Drake le miró a los ojos sonriendo de lado. –Oye yo quiero pelear contigo. –Dijo amistosamente mientras sonreía. Aquel chico miró al anciano y este asintió, de repente el joven tirador de piedras se lanzó contra el castaño con el puño por delante. Drake se echó a un lado ágilmente y pegó un salto lanzando una patada descendente que golpeó la cabeza del chico y le clavó la cara en la tierra, quedó inconsciente al momento. Aquel anciano abrió mucho los ojos al ver aquello sin creerse nada de lo que había pasado. –Vaya, pues al final no era para tanto, no ha durado ni un asalto, bueno, supongo que no hay nadie que me haga frente en lo que se dice, el cuerpo a cuerpo.
La cara del anciano era todo un poema, no se creía que su ayudante lanzador de piedras fuera a caer en menos de un segundo. Solo había bastado un simple ataque del chico lobo en su forma Berserker de nivel uno para derrotarle. Después escuchó las palabras de Nat, bajar a coger más carne de aquel gusano enorme, este sonrió de forma feliz y volvió a la forma humana para después transformarse en un lobo blanco y salir corriendo tras el cocinero. Su velocidad era increíble y no tardó mucho en alcanzar a Nat, sabía que Alex era muy rápido en forma de gas y estaría en desacuerdo con llevarse al gusano, pero el ansia viva del lobo era muy superior a eso. Sus ganas de devorar aquella deliciosa carne con sabor a kétchup le podía más que nada ahora. Sin embargo al llegar pudo ver como Nat se alejó del gusano debido a que muchas criaturas ya lo habían infectado a mordisco, el lobo pegó un quejido de cachorro para después dar un enorme grito negando varias veces. – ¡No es justo! –Se quejó varias veces más mientras seguía al cocinero con la cabeza agachada, de repente a su olfato llegó un olor un poco familiar.
Pudo ver como una pantera saltaba a por Nat y este la mataba fácilmente, el corazón de Drake pareció pararse por unos segundos. El lobo se había quedado paralizado, el miedo y el temor ahora se habían apoderado de él. Rápidamente pudo Salir de su parálisis y se acercó a la pantera de forma ágil aún en su forma de lobo. Suspiró al ver que el color del animal era negro y no blanco, después el cocinero la cargó. El chico lobo por un momento había olido el olor de Minathy y se había asustado muchísimo, se puso la pata en el pecho y notó el corazón latir con fuerza. Sin duda alguna había pasado y miedo increíble al reconocer el olor de pantera, era muy parecido que el de su chica en forma completa. Ahora tras aquel pequeño susto, saltó al bote del cocinero junto a él y empezó a rascarse tras la oreja mientras se dirigía al barco junto a él. Alex ya iría después en forma de gas seguramente, el día había sido raro pero mereció la pena su pelea con el chico lanzador de piedras.
La cara del anciano era todo un poema, no se creía que su ayudante lanzador de piedras fuera a caer en menos de un segundo. Solo había bastado un simple ataque del chico lobo en su forma Berserker de nivel uno para derrotarle. Después escuchó las palabras de Nat, bajar a coger más carne de aquel gusano enorme, este sonrió de forma feliz y volvió a la forma humana para después transformarse en un lobo blanco y salir corriendo tras el cocinero. Su velocidad era increíble y no tardó mucho en alcanzar a Nat, sabía que Alex era muy rápido en forma de gas y estaría en desacuerdo con llevarse al gusano, pero el ansia viva del lobo era muy superior a eso. Sus ganas de devorar aquella deliciosa carne con sabor a kétchup le podía más que nada ahora. Sin embargo al llegar pudo ver como Nat se alejó del gusano debido a que muchas criaturas ya lo habían infectado a mordisco, el lobo pegó un quejido de cachorro para después dar un enorme grito negando varias veces. – ¡No es justo! –Se quejó varias veces más mientras seguía al cocinero con la cabeza agachada, de repente a su olfato llegó un olor un poco familiar.
Pudo ver como una pantera saltaba a por Nat y este la mataba fácilmente, el corazón de Drake pareció pararse por unos segundos. El lobo se había quedado paralizado, el miedo y el temor ahora se habían apoderado de él. Rápidamente pudo Salir de su parálisis y se acercó a la pantera de forma ágil aún en su forma de lobo. Suspiró al ver que el color del animal era negro y no blanco, después el cocinero la cargó. El chico lobo por un momento había olido el olor de Minathy y se había asustado muchísimo, se puso la pata en el pecho y notó el corazón latir con fuerza. Sin duda alguna había pasado y miedo increíble al reconocer el olor de pantera, era muy parecido que el de su chica en forma completa. Ahora tras aquel pequeño susto, saltó al bote del cocinero junto a él y empezó a rascarse tras la oreja mientras se dirigía al barco junto a él. Alex ya iría después en forma de gas seguramente, el día había sido raro pero mereció la pena su pelea con el chico lanzador de piedras.
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- [Privado] Reencuentro con un viejo amigo (Señor Nat, Alex Empanadilla, Derian, +Drake)
- Servicio médico de urgencia [Privado: Nat, Alex, Drake]
- En el volcán [AlexEmpanadilla, Satsujin Shein, Drake Lobo Ártico, Señor Nat]
- Llegada a Loguetown (Presente privado) ( Drake, Derian, Alex y Olivia)
- [Privado][Minato Uzumaki, Drake y Alex Drachen] De visita en la Capital del Agua.
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