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Alex bajó del bote. Iba con Nat, Drake y otros tres hombres de la tripulación de Derian. Acababan de llegar a la costa de la isla. El paisaje ante ellos era impresionante. La isla en sí era una escarpada montaña, de aspecto amenazador. La roca, y toda la arena de la playa, era oscura, lo que denotaba el origen volcánico del lugar. No sabía por qué Drake había parado en aquella isla dejada de la mano de Dios, pero ya que estaba allí, aprovecharía para dar una vuelta.
Nada más poner un pie en la arena, sintió el calor que salía de ella. El sol estaba en lo más alto, y el suelo ardía bajo sus rayos. El médico se ajustó su gorro de lino blanco. Según había leído, aquella isla era de una geología muy antigua, similar al Red Line. Era impresionante ver como la erosión no había suavizado la montaña ante ellos. Algo tenía que haber en aquella isla para que aquello pasara. Tal vez una fuerte concentración en materiales resistentes a la erosión. Si tuviera tiempo se pondría a investigar aquello, por simple afán científico, pero aquel no era el caso. Miró a Drake y a Nat:
- Tal vez podríamos ir a explorar los alrededores. En esta playa no parece haber gran cosa... -se crujió los nudillos y cambió de mano su maletín. Tras hacer ese gesto, empezó a caminar hacia un montículo de rocas en uno de los extremos de la playa de arena negra. Desde allí podría ver la playa en toda su extensión.
Una vez alcanzó el conjunto rocoso, buscó un modo de subir por él. Era escarpado, y no había muchos sitios donde agarrarse. Depositó su maletín en la arena y empezó a subir. Tardó un par de minutos en subir una distancia de poco más de cinco metros, debido a la dificultad de subir por aquella superficie. En cuanto alcanzó la cima, echó un vistazo a la isla. Rocas. Rocas negruzcas por todas partes. Algún árbol retorcido, pero poco más. Suspiró. Aquella tenía pinta de ser una isla bastante aburrida.
Nada más poner un pie en la arena, sintió el calor que salía de ella. El sol estaba en lo más alto, y el suelo ardía bajo sus rayos. El médico se ajustó su gorro de lino blanco. Según había leído, aquella isla era de una geología muy antigua, similar al Red Line. Era impresionante ver como la erosión no había suavizado la montaña ante ellos. Algo tenía que haber en aquella isla para que aquello pasara. Tal vez una fuerte concentración en materiales resistentes a la erosión. Si tuviera tiempo se pondría a investigar aquello, por simple afán científico, pero aquel no era el caso. Miró a Drake y a Nat:
- Tal vez podríamos ir a explorar los alrededores. En esta playa no parece haber gran cosa... -se crujió los nudillos y cambió de mano su maletín. Tras hacer ese gesto, empezó a caminar hacia un montículo de rocas en uno de los extremos de la playa de arena negra. Desde allí podría ver la playa en toda su extensión.
Una vez alcanzó el conjunto rocoso, buscó un modo de subir por él. Era escarpado, y no había muchos sitios donde agarrarse. Depositó su maletín en la arena y empezó a subir. Tardó un par de minutos en subir una distancia de poco más de cinco metros, debido a la dificultad de subir por aquella superficie. En cuanto alcanzó la cima, echó un vistazo a la isla. Rocas. Rocas negruzcas por todas partes. Algún árbol retorcido, pero poco más. Suspiró. Aquella tenía pinta de ser una isla bastante aburrida.
Shad M. Ashi
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"Shein navegó a la deriva tras perderse en mitad de una tormenta. Sus viajes siempre resultaban accidentados debido a que se marea en el mar, pues jamás en su vida había navegado, y la tormenta le hizo caer al agua y perder el conocimiento rápidamente. Cuando despertó se encontró en una extraña isla, en una playa. ¿Estaría solo?"
Me desperté, estaba completamente mojado y comencé a toser y escupir agua. Estaba lleno de arena pegada por todo mi cuerpo, pues me acababa de retorcer tosiendo. La situación cada vez era peor, cada día que pasaba me sentía más extraño, cada viaje que hacía resultaba más accidentado. El mundo exterior a la isla resultaba ser peor de lo que me podía imaginar, y no parecía mejorar nunca.
Me levanté costosamente. Por suerte no había perdido mi espada que todavía estaba en su vaina. Pero para colmo no sabía donde estaba. De nuevo un territorio completamente inexplorado para los Satsujin. Esta parecía ser muy grande y había una enorme montaña en lo que parecía ser el centro, aunque no sabía si realmente era el centro. Decidí comenzar a explorar la isla, aunque para ello debía de subir a la parte más alta.
Dicho y hecho comencé a avanzar hacia allá arriba. Había algo extraño, sentía más calor del normal en esta isla, y no sabía por qué. Pensé que tal vez me sentía mal por haber caído al mar la última vez. Pero avancé hacia adelante y hacia arriba. Pero habían muchas rocas, y si había algo que se me daba mal era la escalada. Era tan torpe que no podría subir ni 2 metros sin caerme torpemente, resbalarme o rodar hacia abajo. ¿Que podía hacer? Comencé a rodear buscando zonas que se pudiese avanzar más fácilmente.
Pero de pronto me tuve que detener. No estaba solo en la isla. unos minutos después me había encontrado de frente con un pequeño grupo de gente. De nuevo eran de oreja redondeada y cabellos coloreados. Me empezaba a sentir desplazado del resto del mundo, todavía no me había topado con nadie de mi clan.
Me puse alerta. Mi rostro no cambió un ápice apenas. Me llevé la mano a la empuñadura de la espada, preparado para sacarla, y sin demorarme mucho comencé a hablar.
- ¿A qué clan pertenecéis?
Me levanté costosamente. Por suerte no había perdido mi espada que todavía estaba en su vaina. Pero para colmo no sabía donde estaba. De nuevo un territorio completamente inexplorado para los Satsujin. Esta parecía ser muy grande y había una enorme montaña en lo que parecía ser el centro, aunque no sabía si realmente era el centro. Decidí comenzar a explorar la isla, aunque para ello debía de subir a la parte más alta.
Dicho y hecho comencé a avanzar hacia allá arriba. Había algo extraño, sentía más calor del normal en esta isla, y no sabía por qué. Pensé que tal vez me sentía mal por haber caído al mar la última vez. Pero avancé hacia adelante y hacia arriba. Pero habían muchas rocas, y si había algo que se me daba mal era la escalada. Era tan torpe que no podría subir ni 2 metros sin caerme torpemente, resbalarme o rodar hacia abajo. ¿Que podía hacer? Comencé a rodear buscando zonas que se pudiese avanzar más fácilmente.
Pero de pronto me tuve que detener. No estaba solo en la isla. unos minutos después me había encontrado de frente con un pequeño grupo de gente. De nuevo eran de oreja redondeada y cabellos coloreados. Me empezaba a sentir desplazado del resto del mundo, todavía no me había topado con nadie de mi clan.
Me puse alerta. Mi rostro no cambió un ápice apenas. Me llevé la mano a la empuñadura de la espada, preparado para sacarla, y sin demorarme mucho comencé a hablar.
- ¿A qué clan pertenecéis?
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Drake se encontraba junto a Alex y Nat, había bajado del barco dispuesto a entrenar en aquella isla, y no había mejor forma de entrenar que caminando por un terreno tan complicado como aquel. Sus ojos estaban en un tono verdoso aceitunado, de esa forma estaba totalmente calmado y tan solo observaba a su alrededor. El clima era algo caluroso y eso le gustaba bastante, por ahora se iba a dedicar a calentar un poco. Pudo escuchar las palabras de explorar del médico para después verle subir por una pendiente llena de piedras de unos cinco metros. El castaño dirigió su mirada al cocinero de a bordo sonriéndole de lado y dándole un pequeño toque en el hombro con la mano derecha. Se llevaba muy bien con sus colegas y más con el médico y el cocinero, los dos eran de las personas que más apreciaba. Las condiciones en las que conoció a Nat no eran muy buenas pero pudo disfrutar de un gran combate con el que ahora era su amigo, o al menos, Drake lo consideraba como si fuera un amigo.
- Bueno, creo que en esta isla seguramente encontraras algunas plantas o algún ingrediente para tus platos colega, la ultima cena que hiciste estaba delicioso, eres genial, jajajaja.
Tras una carcajada sonrió de nuevo mientras daba unos pasos más acercándose al sitio por el que había subido Alex. Observaba que no era muy difícil de subir para alguien como él, pero Alex había tardado un poco, últimamente estaba ganando mucha fuerza y se asustaba de estrechar la mano con la gente por miedo a espachurrársela. Justo cuando iba a ponerse a calentar, sus oídos y su fino olfato captaron una nueva presencia, sus ojos rápidamente giraron junto a su cabeza para mirar hacia atrás. Justo cuando vio aquel chico se orejas picudas y cabello plateado, sonrió de forma calmada para después escuchar su pregunta. Supuso que un clan debía ser algo así como una banda o una tripulación por lo que pensó en decirle de que tripulación eran, no había nada malo en ello y pensó que no pasaría nada malo por decir algo tan simple como eso. Su voz salió de sus labios, era un tono amable y tranquilo además de algo divertido por así decirlo, debido a la felicidad con lo que lo decía.
- Pertenecemos a la banda llamada Dark Ascensión. Me llamo Drake, un placer amigo peli plateado.
Tras sus palabras volvió a sonreír y ahora sí que se alejó a unos metros de todos. Se tomó su entrenamiento con calma y de manera tranquila comenzó a hacer flexiones con una sola mano, no le costaba casi nada y comenzó a subir y a bajar de forma tranquila. Notaba el suave viento en el rostro y como la calidez de aquella isla le agobiaba un poco. No llevaba camiseta como de costumbre, dejando ver su poderoso cuerpo musculoso. Sus abdominales eran fuertes y estaban bien desarrollados. Sus pectorales inflados y separados, sus brazos tenían un grosor bastante bueno y su espalda era ancha y fuerte. Tan solo llevaba su pantalón negro y largo y sus sandalias de madera fina. Su frente una pequeña cinta roja y en su pantalón, atados con una cuerdecita roja, unos guanteletes de acero con un pincho en la zona del nudillo del dedo corazón. Cuando llevaba un rato con una mano, cambiaba a la otra y así varias veces, era su calentamiento habitual, trescientas flexiones con cada brazo y después algunos golpes al aire, pero eso lo haría después, ahora estaba calentando con las flexiones de forma calmada y tranquila.
- Bueno, creo que en esta isla seguramente encontraras algunas plantas o algún ingrediente para tus platos colega, la ultima cena que hiciste estaba delicioso, eres genial, jajajaja.
Tras una carcajada sonrió de nuevo mientras daba unos pasos más acercándose al sitio por el que había subido Alex. Observaba que no era muy difícil de subir para alguien como él, pero Alex había tardado un poco, últimamente estaba ganando mucha fuerza y se asustaba de estrechar la mano con la gente por miedo a espachurrársela. Justo cuando iba a ponerse a calentar, sus oídos y su fino olfato captaron una nueva presencia, sus ojos rápidamente giraron junto a su cabeza para mirar hacia atrás. Justo cuando vio aquel chico se orejas picudas y cabello plateado, sonrió de forma calmada para después escuchar su pregunta. Supuso que un clan debía ser algo así como una banda o una tripulación por lo que pensó en decirle de que tripulación eran, no había nada malo en ello y pensó que no pasaría nada malo por decir algo tan simple como eso. Su voz salió de sus labios, era un tono amable y tranquilo además de algo divertido por así decirlo, debido a la felicidad con lo que lo decía.
- Pertenecemos a la banda llamada Dark Ascensión. Me llamo Drake, un placer amigo peli plateado.
Tras sus palabras volvió a sonreír y ahora sí que se alejó a unos metros de todos. Se tomó su entrenamiento con calma y de manera tranquila comenzó a hacer flexiones con una sola mano, no le costaba casi nada y comenzó a subir y a bajar de forma tranquila. Notaba el suave viento en el rostro y como la calidez de aquella isla le agobiaba un poco. No llevaba camiseta como de costumbre, dejando ver su poderoso cuerpo musculoso. Sus abdominales eran fuertes y estaban bien desarrollados. Sus pectorales inflados y separados, sus brazos tenían un grosor bastante bueno y su espalda era ancha y fuerte. Tan solo llevaba su pantalón negro y largo y sus sandalias de madera fina. Su frente una pequeña cinta roja y en su pantalón, atados con una cuerdecita roja, unos guanteletes de acero con un pincho en la zona del nudillo del dedo corazón. Cuando llevaba un rato con una mano, cambiaba a la otra y así varias veces, era su calentamiento habitual, trescientas flexiones con cada brazo y después algunos golpes al aire, pero eso lo haría después, ahora estaba calentando con las flexiones de forma calmada y tranquila.
Nat bajó del barco, acompañado de Drake y Alex, y tres miembros de la tripulación, cuyo nombre no le dijo nadie. Era como si no existieran, o a nadie le importara que estuvieran allí, siempre sin decir nada, como peones sin nombre. Observó la playa de arenas negras y marea calmada, un verdadero desierto sin apenas vida vegetal, aunque algún yerbajo podría encontrar para cocinarlo. No era un experto, pero si el agua de cocción quedaba transparente, era comestible, así que podía buscar sin miedo algún ingrediente raro para sus platos, algo que diera un sabor único... Pero los niños querían escalar un montículo y saber qué había arriba. Mientras el médico Subía a duras penas y el lobo escalaba como un mono, Caspio tomó el ascensor. Extendió su mano sobre una roca, y creó una larga vena de mercurio que subió hasta la cima. Luego, sobre el suelo árido, una placa. Era un material líquido, pero al ser el elemento era capaz de pisarlo. Comenzó a mover la plataforma por el hilo metálico sin más contratiempos mientras sus compañeros trepaban por la escarpada ladera. Notaba cómo sus energías se gastaban ligeramente, aunque le gustaba entrenar su poder a diario, para dominarlo. El ascensor de mercurio era una técnica que controlaba hacía años, pero llevaba tiempo sin probar. Se deleitó al comprobar que llegaba a la cima al mismo tiempo que Drake, justo para ver al cuervo llegar a la cima, cansado, que se puso a escrutar el horizonte.
Ya en la cima, el medio lobo comenzó a entrenar su cuerpo tan torneado, que crecía en musculatura día a día y dejaba cada vez más asombrado al mundo con poderosos bíceps, tríceps, cuádriceps, pectorales, abdominales, dorsales, y así continuando la lista hasta los más de seiscientos músculos que soportan el cuerpo humano y que estaba seguro, alguno más que tenía sólo él. Aquel bicho no era natural. Estaba comenzando su calentamiento cuando un desconocido apareció. No fue capaz de evitar llevar su mano al puño de la espada, por debajo de la capa, estando preparado para atacar en cualquier momento. El muchacho se presentó con una inquisitiva pregunta, y Caspio no pensaba responder, pero Drake, haciendo alarde de su simpatía natural, le hizo saber el nombre de la banda de Derian. "Una horterada es lo que es". No soportaba a ninguno de los tres hombres a los que acompañaba, y la mujer se pasaba el día roncando en su dormitorio. Ni siquiera había visto al tal Sebastián, a saber qué estaría haciendo en aquel camarote. Bueno, no le caían mal, pero la compañía humana hacía años que no la soportaba, y las manías, gestos, e incluso las acciones de buena voluntad las encontraba incómodas.
En cualquier caso, bajo la sombra de su atuendo su brazo era invisible, y su posición de combate indescifrable. Sin embargo, el muchacho no aparentaba ser una amenaza, por lo que relajó un poco su gesto, con la mano derecha se quitó el sombrero y comenzó a mirar el horizonte, de la misma manera que el médico hacía. En un llano, no muy lejos, pudo ver un atajo de árboles retorcidos y algún que otro herbario pajizo. Tal vez sirvieran para sustituir al hinojo, o hacer harina para momentos difíciles (aunque era probable que fuera más mala que las canciones de Drake). Sin prestar atención al chaval, le habló a Alex.
-Si no estás muy cansado, podemos ir hasta ahí. Queda a nada y podría encontrar plantas, para comer, curar y matar.
Ya en la cima, el medio lobo comenzó a entrenar su cuerpo tan torneado, que crecía en musculatura día a día y dejaba cada vez más asombrado al mundo con poderosos bíceps, tríceps, cuádriceps, pectorales, abdominales, dorsales, y así continuando la lista hasta los más de seiscientos músculos que soportan el cuerpo humano y que estaba seguro, alguno más que tenía sólo él. Aquel bicho no era natural. Estaba comenzando su calentamiento cuando un desconocido apareció. No fue capaz de evitar llevar su mano al puño de la espada, por debajo de la capa, estando preparado para atacar en cualquier momento. El muchacho se presentó con una inquisitiva pregunta, y Caspio no pensaba responder, pero Drake, haciendo alarde de su simpatía natural, le hizo saber el nombre de la banda de Derian. "Una horterada es lo que es". No soportaba a ninguno de los tres hombres a los que acompañaba, y la mujer se pasaba el día roncando en su dormitorio. Ni siquiera había visto al tal Sebastián, a saber qué estaría haciendo en aquel camarote. Bueno, no le caían mal, pero la compañía humana hacía años que no la soportaba, y las manías, gestos, e incluso las acciones de buena voluntad las encontraba incómodas.
En cualquier caso, bajo la sombra de su atuendo su brazo era invisible, y su posición de combate indescifrable. Sin embargo, el muchacho no aparentaba ser una amenaza, por lo que relajó un poco su gesto, con la mano derecha se quitó el sombrero y comenzó a mirar el horizonte, de la misma manera que el médico hacía. En un llano, no muy lejos, pudo ver un atajo de árboles retorcidos y algún que otro herbario pajizo. Tal vez sirvieran para sustituir al hinojo, o hacer harina para momentos difíciles (aunque era probable que fuera más mala que las canciones de Drake). Sin prestar atención al chaval, le habló a Alex.
-Si no estás muy cansado, podemos ir hasta ahí. Queda a nada y podría encontrar plantas, para comer, curar y matar.
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En cuanto apareció aquel tipo, Alex se lo quedó mirando durante unos momentos. Su aspecto era extraño. Tenía unas raras orejas puntiagudas y el pelo de color blanco. Sus ojos también tenían un color rojo antinatural. Era ligeramente perturbador, pero no parecía una amenaza. Alex vio como Drake hablaba amistosamente con el desconocido. Se presentó y dijo que eran miembros de la banda de Derian. Alex supuso que aquello le sonaría a aquel extraño. Drake se puso a entrenar a unos metros de allí, ignorando al tipo. En ese momento, Nat se acercó a Alex, y le dijo:
- Si no estás muy cansado, podemos ir hasta ahí. Queda a nada y podría encontrar plantas, para comer, curar y matar.
- Suena interesante -respondió el médico-. Tal vez también sería buena idea ver quien es este tío tan raro. -señaló de medio lado al tipo de orejas puntiagudas. Nat pareció ignorarlo y comenzó a caminar hacia el árbol retorcido, aunque el doctor pudo observar como se llevaba la mano a la empuñadura de su espada, en previsión de un ataque por parte del orejas picudas. Alex suspiró, y antes de acompañar al cocinero observó al peliblanco y le dijo:
- Oye tú... ¿quién eres? -se le acercó y le tendió la mano-. Mi nombre es Alex Cooper.
- Si no estás muy cansado, podemos ir hasta ahí. Queda a nada y podría encontrar plantas, para comer, curar y matar.
- Suena interesante -respondió el médico-. Tal vez también sería buena idea ver quien es este tío tan raro. -señaló de medio lado al tipo de orejas puntiagudas. Nat pareció ignorarlo y comenzó a caminar hacia el árbol retorcido, aunque el doctor pudo observar como se llevaba la mano a la empuñadura de su espada, en previsión de un ataque por parte del orejas picudas. Alex suspiró, y antes de acompañar al cocinero observó al peliblanco y le dijo:
- Oye tú... ¿quién eres? -se le acercó y le tendió la mano-. Mi nombre es Alex Cooper.
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"Ante la pregunta del joven Shein cada uno de los tres piratas reaccionaron de distinta forma, uno de ellos le ignoró por completo. El último de ellos se dirigió hacia Shein tendiéndole la mano, gesto que al principio hizo dudar al peli-plateado. Pero su reacción fue inesperada."
Tras preguntarles por su clan, uno de ellos comenzó a hablarme muy afablemente. Me dijo que se llamaba Drake y que pertenecía a la banda "Dark Ascension"... ¿Banda? Tal vez sea así como llamaban a los clanes por allí, o tal vez sea algún tipo de alianza entre clanes. Ya era descabellada la idea de pensar que tan solo estábamos los dos clanes de mi isla. Si el mundo es realmente tan grande como he llegado a escuchar habrán cientos, no, miles de clanes distintos.
¡Madre de Dios! Es una barbaridad. Pasar de la única existencia de dos clanes a creer en la existencia de miles de ellos. Esto puede ser realmente problemático, no se si conocen de la existencia de mi clan ni si serán posibles aliados o enemigos. Estaba en una encrucijada y no sabía cómo podría reaccionar, ni lo que debía de hacer ante aquellos tres tipos.
Nada más responder, el tak Drake se giró como si no estuviese allí y empezó a entrenar su físico. Algo demasiado arriesgado ante un posible enemigo. ¿Sería aquello una muestra de que no me ven como un enemigo? ¿O tal vez de que no me creen una amenaza contra ellos? Era o un extremo o el otro, y estaba realmente indeciso.
El segundo de aquellos tipos me ignoró completamente, pasó olímpicamente de mí, no obstante parecía no perderme de vista, como si no se fiase de mí pero no me quisiera prestar atención. Se dirigió hacia el tercero de los tipos que había allí, y entonces fue cuando ese tercero me vio y se acercó a mí.
Con unas palabras un tanto rudas y maleducadas me preguntó por mi identidad mientras él se presentaba y se hacía llamar Alex Cooper. ¿Cooper? No conocía ese clan, jamás había escuchado hablar de él... Lógicamente tan solo conocía los Satsujin y los Jinken. Pero aun así me extrañó ese apelativo, el nombre de ese clan. Casi tanto como su nombre "Alex", tampoco había escuchado jamás un nombre que fuese así. Realmente me sentía en un mundo que no era el mío. Me sentía apartado y desplazado de mi isla y mi clan. ¿Cuan lejos estaría realmente?
Alex me tendió la mano mientras se presentaba. Tal vez haya sido brusco, pero ha tenido la amabilidad de tenderme la mano. No dude de sus buenas intenciones. Si hubiese querido atacarme de alguna forma ya lo habría hecho, respaldado por aquellos compañeros suyos. Y el primero había resultado ser bastante agradable. Solté la mano de la empuñadura de la espada y estreché su mano.
No terminaba de fiarme, y no bajaría la guardia, pero sería descortés y deshonesto no responder ante el saludo. Sin variar mi rostro de aspecto, con total seriedad, estreché su mano mientras me presentaba.
- Soy Shein, del clan Satsujin. He llegado aquí por un accidente con un barco y no se ni donde estoy. ¿Que os ha traído por aquí?
¡Madre de Dios! Es una barbaridad. Pasar de la única existencia de dos clanes a creer en la existencia de miles de ellos. Esto puede ser realmente problemático, no se si conocen de la existencia de mi clan ni si serán posibles aliados o enemigos. Estaba en una encrucijada y no sabía cómo podría reaccionar, ni lo que debía de hacer ante aquellos tres tipos.
Nada más responder, el tak Drake se giró como si no estuviese allí y empezó a entrenar su físico. Algo demasiado arriesgado ante un posible enemigo. ¿Sería aquello una muestra de que no me ven como un enemigo? ¿O tal vez de que no me creen una amenaza contra ellos? Era o un extremo o el otro, y estaba realmente indeciso.
El segundo de aquellos tipos me ignoró completamente, pasó olímpicamente de mí, no obstante parecía no perderme de vista, como si no se fiase de mí pero no me quisiera prestar atención. Se dirigió hacia el tercero de los tipos que había allí, y entonces fue cuando ese tercero me vio y se acercó a mí.
Con unas palabras un tanto rudas y maleducadas me preguntó por mi identidad mientras él se presentaba y se hacía llamar Alex Cooper. ¿Cooper? No conocía ese clan, jamás había escuchado hablar de él... Lógicamente tan solo conocía los Satsujin y los Jinken. Pero aun así me extrañó ese apelativo, el nombre de ese clan. Casi tanto como su nombre "Alex", tampoco había escuchado jamás un nombre que fuese así. Realmente me sentía en un mundo que no era el mío. Me sentía apartado y desplazado de mi isla y mi clan. ¿Cuan lejos estaría realmente?
Alex me tendió la mano mientras se presentaba. Tal vez haya sido brusco, pero ha tenido la amabilidad de tenderme la mano. No dude de sus buenas intenciones. Si hubiese querido atacarme de alguna forma ya lo habría hecho, respaldado por aquellos compañeros suyos. Y el primero había resultado ser bastante agradable. Solté la mano de la empuñadura de la espada y estreché su mano.
No terminaba de fiarme, y no bajaría la guardia, pero sería descortés y deshonesto no responder ante el saludo. Sin variar mi rostro de aspecto, con total seriedad, estreché su mano mientras me presentaba.
- Soy Shein, del clan Satsujin. He llegado aquí por un accidente con un barco y no se ni donde estoy. ¿Que os ha traído por aquí?
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El chico lobo continuaba con sus ejercicios de forma calmada, pero eso no implicaba que sus sentidos estuvieran atentos a lo demás. Sus oídos escuchaban todo y pudo escuchar que el cocinero quería ir a por plantas. También pudo escuchar como el chico se presentaba como Shein, su increíble oído podía escuchar muchas cosas. El sudor empezaba a caer por los hombros del chico, su pelo castaño era removido por el viento. Sus ojos estaban fijos en la zona más profunda de la isla. Pronto acabaría su entrenamiento y podría ir con los demás a comprobarlo, iría con Nat. Parecía ser que Alex estaba llevándose bien con el otro chico, de modo que ellos podrían ir juntos sin problemas también, si pasaba cualquier cosa peligrosa, el lobo actuaria. Sus poderosos músculos estaban más desarrollados cada día. Junto a ellos se desarrollaba su fuerza y sus técnicas de combate, su estilo Zan Nin Na y sus otros trucos. Tras unos segundos se puso en pie con una sonrisa y caminó hasta colocarse frente al mar. Dejó la energía fluir por su cuerpo y comenzó a lanzar poderosas patadas y puñetazos mirando al océano. Sus ojos estaban en un tono dorado y su sonrisa era notoria.
De repente echó su brazo derecho hacia atrás al mismo tiempo que soltaba un suspiro, de repente lanzó un poderoso puñetazo con todas sus fuerzas hacia el profundo mar azul. Debido a su enorme fuerza, levantó una poderosa onda de choque que impactó contra una ola que se estaba formando. Como si se tratase de una explosión, saltaron chorros de agua hacia unos seis metros de altura debido a la colisión. Las gotas de agua salada caían del cielo y fue cuando el castaño empezó a hacer volteretas hacia atrás colocando un brazo en la arena y realizando mortales para alejarse. Cuando las hubo esquivado todas quedó de pie y en posición de combate para después saltar y girar por completo mientras lanzaba una poderosa patada levantando otra onda que lanzó varias piedras del suelo por los aires. Ya había calentado bastante con aquellos ejercicios, sonrió de forma amable como si no hubiera hecho nada y se dirigió a donde estaba Nat. No tardó más de diez segundos en llegar, nada más hacerlo se llevó las manos al estomago y soltó una pequeña carcajada mientras sonreía feliz y se dirigía al cocinero de la tripulación de Derian.
- Nat, me muero de hambre ¿Cuándo es la hora de cenar?
Sus palabras pese a ir en un tono sonriente eran en serio, el glotón ya estaba pensando en comer, y era porque los platos de aquel tipo eran deliciosos realmente. Se pasaría horas comiéndolos sin parar si era necesario, sus deliciosos vísteles de carne y los demás deliciosos platos que cocinaba le volvían loco. Ahora dirigió su mirada a los otros dos y de repente así de buenas les gritó en un tono calmado y bromista.
- ¡Eh, vosotros veníos de excursión con Nat y conmigo!
Tras aquello saltó y en pleno aire se transformó en un lobo blanco, sus ojos eran dorados y sus orejas puntiagudas y lupinas. Su cola se movía tranquilamente y sus garras estaban bien afiladas, sus colmillos también lo estaban y su pelaje limpio y suave. Estaba preparado para la pequeña expedición y le gustaba ir en su forma completa para tener sus sentidos mejor preparados. También activó su haki de observación para estar alerta a todo lo que pudiera pasar, era muy protector con los suyos y aquel chico de pelo plateado no parecía mala gente por lo que también sería escoltado por el lobo.
De repente echó su brazo derecho hacia atrás al mismo tiempo que soltaba un suspiro, de repente lanzó un poderoso puñetazo con todas sus fuerzas hacia el profundo mar azul. Debido a su enorme fuerza, levantó una poderosa onda de choque que impactó contra una ola que se estaba formando. Como si se tratase de una explosión, saltaron chorros de agua hacia unos seis metros de altura debido a la colisión. Las gotas de agua salada caían del cielo y fue cuando el castaño empezó a hacer volteretas hacia atrás colocando un brazo en la arena y realizando mortales para alejarse. Cuando las hubo esquivado todas quedó de pie y en posición de combate para después saltar y girar por completo mientras lanzaba una poderosa patada levantando otra onda que lanzó varias piedras del suelo por los aires. Ya había calentado bastante con aquellos ejercicios, sonrió de forma amable como si no hubiera hecho nada y se dirigió a donde estaba Nat. No tardó más de diez segundos en llegar, nada más hacerlo se llevó las manos al estomago y soltó una pequeña carcajada mientras sonreía feliz y se dirigía al cocinero de la tripulación de Derian.
- Nat, me muero de hambre ¿Cuándo es la hora de cenar?
Sus palabras pese a ir en un tono sonriente eran en serio, el glotón ya estaba pensando en comer, y era porque los platos de aquel tipo eran deliciosos realmente. Se pasaría horas comiéndolos sin parar si era necesario, sus deliciosos vísteles de carne y los demás deliciosos platos que cocinaba le volvían loco. Ahora dirigió su mirada a los otros dos y de repente así de buenas les gritó en un tono calmado y bromista.
- ¡Eh, vosotros veníos de excursión con Nat y conmigo!
Tras aquello saltó y en pleno aire se transformó en un lobo blanco, sus ojos eran dorados y sus orejas puntiagudas y lupinas. Su cola se movía tranquilamente y sus garras estaban bien afiladas, sus colmillos también lo estaban y su pelaje limpio y suave. Estaba preparado para la pequeña expedición y le gustaba ir en su forma completa para tener sus sentidos mejor preparados. También activó su haki de observación para estar alerta a todo lo que pudiera pasar, era muy protector con los suyos y aquel chico de pelo plateado no parecía mala gente por lo que también sería escoltado por el lobo.
Como conclusión a su entrenamiento, Drake comenzó a golpear el aire en dirección a las olas. La potencia de sus golpes las hacía quebrar en puntos donde el aire impulsado las golpeaba. De repente una alta ola llegó y estalló en una lluvia de pequeñas gotas de agua. Se cubrió con la capa para evitar mojarse, y su capa quedó moteada con pequeñas manchas brillantes. Después vio al escolta machacar unas rocas con un puñetazo a distancia y acercarse a él. Le preguntó cuánto faltaba para la cena. Tenía un apetito increíble, incluso para ser un lobo. Lo había visto anoche comerse un jabalí entero. Le recordaba, no sabía por qué, a un gordo pelirrojo de tebeo. El médico tendía la mano al desconocido, aún a sabiendas del peligro que podría representar, pero en fin... ¿Qué se podía esperar de alguien que aceptaba bollos de desconocidos?
-Tengo algunos bollos en la capa, Drake. Si tienes mucho apetito puedo darte alguno, aunque son de ayer, no recién hechos-Dijo, mientras se llevaba una mano al bolsillo, señalando bajo la capa la zona donde acostumbraba a guardarlos. Preferiría llevar las cosas en una neverita, pero le haría más incómodo moverse, y necesitaba libertad de movimiento. La capa ya le restaba demasiado.
El chico se transformó en lobo, instando a los otros dos que los acompañaran, y se puso al frente de la marcha. Nat lo siguió, pensando en qué podría sacar de un territorio tan yermo como aquel para cocinar. Recordaba con guasa el extraño bicho que sabía a ternera con ketchup. El doctor casi se negó a zarpar aquel día, hasta que Derian probó la carne y el farol del doctor se descubrió. Fue un día divertido. La verdad es que se lo pasaba bien con aquella panda de locos. El lobo, el vampiro, el hombre cloro y la mujer de los ronquidos eran ya casi como parte de su familia, y echaba mucho de menos una familia. De repente, notó algo. Cerca de los árboles, una sombra se movía sobre el desierto de tierra y rocas, y supuso que el lobo, con mejores sentidos que él, lo habría sentido también. No podía saber de qué se trataba, pero parecía un humano, o por lo menos algún tipo de primate. Si era no humano sería una buena noticia, comida para todos. Si no Alex se quedaría sin cena.
-Tengo algunos bollos en la capa, Drake. Si tienes mucho apetito puedo darte alguno, aunque son de ayer, no recién hechos-Dijo, mientras se llevaba una mano al bolsillo, señalando bajo la capa la zona donde acostumbraba a guardarlos. Preferiría llevar las cosas en una neverita, pero le haría más incómodo moverse, y necesitaba libertad de movimiento. La capa ya le restaba demasiado.
El chico se transformó en lobo, instando a los otros dos que los acompañaran, y se puso al frente de la marcha. Nat lo siguió, pensando en qué podría sacar de un territorio tan yermo como aquel para cocinar. Recordaba con guasa el extraño bicho que sabía a ternera con ketchup. El doctor casi se negó a zarpar aquel día, hasta que Derian probó la carne y el farol del doctor se descubrió. Fue un día divertido. La verdad es que se lo pasaba bien con aquella panda de locos. El lobo, el vampiro, el hombre cloro y la mujer de los ronquidos eran ya casi como parte de su familia, y echaba mucho de menos una familia. De repente, notó algo. Cerca de los árboles, una sombra se movía sobre el desierto de tierra y rocas, y supuso que el lobo, con mejores sentidos que él, lo habría sentido también. No podía saber de qué se trataba, pero parecía un humano, o por lo menos algún tipo de primate. Si era no humano sería una buena noticia, comida para todos. Si no Alex se quedaría sin cena.
AlexEmpanadilla
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El grupo avanzaba en comitiva, con Drake a la marcha y Nat justo detrás de él. Alex iba de último, observando a Shein con curiosidad. Sin duda lo más remarcable de aquel chico era su pelo blanco y sus orejas picudas. Decía que venía de una tribu. Alex ya había visto en el pasado gente de tribus, un grupo de hombres y mujeres en una isla lejana, cuando aún se acababa de unir a la tripulación de Derian. Pero aquel chico parecía distinto. Tenía ciertos modales, y no los había atacado. Aquello era un comienzo. Observó como Nat hablaba con el lobo sobre algo de unos bollos. Se fijó entonces en Shein y le preguntó:
- Oye... Shein, ¿en tu... clan todo el mundo tiene las orejas así?
En ese momento casi se tropieza con Nat. El cocinero había bajado ligeramente el ritmo al caminar. Alex estuvo a punto de decirle que caminase más despacio cuando vio algo casi imperceptible a la derecha de la cabeza del cocinero. Una figura moviéndose veloz por el descampado. A aquella distancia no podía jurar si era humana o no, y la imagen apenas duró un instante antes de ocultarse tras una roca. El médico se detuvo y preguntó a los demás:
- ¿Habéis visto eso? -mientras lo hacía, llevó la mano a su maletín y sacó una bolsa de cuero donde guardaba sus bombas, para tenerlas a mano, y un recipiente metálico con la cubierta escarchada, y del que salía vapor helado debido al frío que emitía. Mientras tuviera esas dos cosas, se sentía bastante seguro.
- Oye... Shein, ¿en tu... clan todo el mundo tiene las orejas así?
En ese momento casi se tropieza con Nat. El cocinero había bajado ligeramente el ritmo al caminar. Alex estuvo a punto de decirle que caminase más despacio cuando vio algo casi imperceptible a la derecha de la cabeza del cocinero. Una figura moviéndose veloz por el descampado. A aquella distancia no podía jurar si era humana o no, y la imagen apenas duró un instante antes de ocultarse tras una roca. El médico se detuvo y preguntó a los demás:
- ¿Habéis visto eso? -mientras lo hacía, llevó la mano a su maletín y sacó una bolsa de cuero donde guardaba sus bombas, para tenerlas a mano, y un recipiente metálico con la cubierta escarchada, y del que salía vapor helado debido al frío que emitía. Mientras tuviera esas dos cosas, se sentía bastante seguro.
Shad M. Ashi
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"El chico con el que el joven Satsujin comenzó a hablar le continuó la conversación con una pregunta que dejaría un tanto extrañado, y tal vez algo nostálgico a Shein. Pero de pronto algo más ocurrió. ¿Había algo en el bosque?"
Ante mi pregunta aquél chico, con nombre todavía desconocido, simplemente se limitó a callar. No me respondió, lo cual no me dijo nada bueno. Tal vez me estuviesen mintiendo. Pero por otra parte puede ser que ni siquiera me hubiera escuchado otra cosa que no fuera el nombre, pues pasó a hacerme una pregunta.
Ante esa pregunta me quedé un tanto extrañado. ¿Si todos en mi clan tenían las orejas picudas? No solo mi clan, el clan rival también, todos teníamos las mismas orejas, y esa pregunta no la entendía. Aunque por otra parte él tenía las orejas redondeadas, y yo jamás las había visto.
- Si. Todos los que he conocido hasta hace poco tenían las orejas picudas como dices. Jamás había visto a nadie que tuviese las orejas redondeadas.
Me detuve un momento, había escuchado un estruendo del agua golpeando contra algo. Cuando giré mi mirada para ver que era, resultó ser uno de los compañeros de éste tipo con el que hablaba, que había salpicado agua y se movía de forma rara esquivando las gotas que caían. Parecía ser algún tipo de entrenamiento de agilidad y velocidad. No estaba mal.
Me volví al tipo con las orejas redondeadas y seguí hablando.
- Pero no solo las orejas. También es la primera vez que veo alguien que no tiene el pelo plateado o grisáceo. En mi clan todos lo tenemos plateado, y en el clan Jinken tienen el pelo más oscuro, pero sigue siendo plateado. Además incluso esto para mí es nuevo.
Le señalé a su compañero el lobo que preguntaba por su cena. Hombres que se transformaban en bestias salvajes y las controlaban. Eso era algo que alcanzaba a mi entendimiento y comprensión, y no sabía donde me estaba metiendo ni si estaba haciendo bien.
- Esa, transformación. Es extraño. Y no lo entiendo.
De pronto se puso algo más serio. Noté que se ponía tenso y llevé mi mano derecha a la empuñadura de la espada. No me gustaba ese gesto, y algo me decía que debía prepararme para algo inesperado. Aunque siendo sincero, no me esperaba estar tranquilo con tanto desconocido extraño a mi alrededor.
Al parecer había algo entre los bosques más próximos, ocultándose por entre las rocas. Mientras decía algo comenzó a rebuscar en una bolsa que llevaba, Yo di un paso atrás, sin dejar nadie a mi espalda, ni la zona donde miraba este hombre, y desenfundé mi espada, manteniéndome alerta sin saber que diablos estaba ocurriendo.
Ante esa pregunta me quedé un tanto extrañado. ¿Si todos en mi clan tenían las orejas picudas? No solo mi clan, el clan rival también, todos teníamos las mismas orejas, y esa pregunta no la entendía. Aunque por otra parte él tenía las orejas redondeadas, y yo jamás las había visto.
- Si. Todos los que he conocido hasta hace poco tenían las orejas picudas como dices. Jamás había visto a nadie que tuviese las orejas redondeadas.
Me detuve un momento, había escuchado un estruendo del agua golpeando contra algo. Cuando giré mi mirada para ver que era, resultó ser uno de los compañeros de éste tipo con el que hablaba, que había salpicado agua y se movía de forma rara esquivando las gotas que caían. Parecía ser algún tipo de entrenamiento de agilidad y velocidad. No estaba mal.
Me volví al tipo con las orejas redondeadas y seguí hablando.
- Pero no solo las orejas. También es la primera vez que veo alguien que no tiene el pelo plateado o grisáceo. En mi clan todos lo tenemos plateado, y en el clan Jinken tienen el pelo más oscuro, pero sigue siendo plateado. Además incluso esto para mí es nuevo.
Le señalé a su compañero el lobo que preguntaba por su cena. Hombres que se transformaban en bestias salvajes y las controlaban. Eso era algo que alcanzaba a mi entendimiento y comprensión, y no sabía donde me estaba metiendo ni si estaba haciendo bien.
- Esa, transformación. Es extraño. Y no lo entiendo.
De pronto se puso algo más serio. Noté que se ponía tenso y llevé mi mano derecha a la empuñadura de la espada. No me gustaba ese gesto, y algo me decía que debía prepararme para algo inesperado. Aunque siendo sincero, no me esperaba estar tranquilo con tanto desconocido extraño a mi alrededor.
Al parecer había algo entre los bosques más próximos, ocultándose por entre las rocas. Mientras decía algo comenzó a rebuscar en una bolsa que llevaba, Yo di un paso atrás, sin dejar nadie a mi espalda, ni la zona donde miraba este hombre, y desenfundé mi espada, manteniéndome alerta sin saber que diablos estaba ocurriendo.
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