Altaïr vs Simo

Dolor. Eso es lo que sentía tras haber llegado volando a esta extraña isla, y que tras un mal aterrizaje me tocara comer arena. Es una historia bastante graciosa a decir verdad, y es que literalmente vine volando de una isla a otra. Me encontraba en Arabasta cuando una joven chiquilla me pidió ayuda porque le habían robado un lazo. Ella se encontraba jugando y el lazo se le cayó al suelo. Al darse cuenta y volver a por él vio a un gigantesco pájaro, que, con el lazo en la cabeza salió volando al verla.
Realmente era una cosa absurda, pero ya que me pidió ayuda, intentaré encontrar a ese “pajarraco”. En fin, la cosa es que lo encontré y me encaré contra él para conseguir el lazo, y acabé montándome en él. A lo que el gran bicho salió volando del lugar, volando de mala manera para hacerme caer. Y yo, raudo y valiente cual guerrero me aferré a su pelaje mientras intentaba quitarle el lazo.
Tras una hora de viaje y de gran resistencia por parte de mis manos por aguantar agarrado a ese animal, conseguí robarle ese maldito lazo. Bien, ya tenía lo que buscaba, ahora… ¡No! Hasta ese momento no me di cuenta de que el enorme bicho no estaba dando vueltas alrededor de la isla, como yo pensaba, sino que salió de la misma y ahora estaba en alta mar. Con ese instante en el cual me distraje, el pájaro se volcó boca abajo haciendo que empezara a caer. Allí, en ese instante, morí de miedo. Si hubiera llegado a caer al mar, estaría prácticamente muerto. Por suerte mientras caía pude ver lo que parecía ser una isla desde mi altura, y con movimientos desesperados intentaba acercarme a ella. Por suerte lo hice, aunque el golpe que me pegué fue bastante doloroso. Cualquiera hubiera muerto, pero utilicé de mis habilidades para transformar parte de mi cuerpo en ceniza, a la par de que lancé ceniza a la superficie de la arena para que el golpe fuera más ameno. Sin embargo no me libré de casi romperme los huesos con me peliaguda hazaña. Y de igual manera, no pude evitar reírme por seguir vivo.

Bien, tras un rato que me tomé para recomponerme, decidí salir para ver en qué isla me encontraba, y también averiguar si podría hacerme con algún bote para ir a devolverle a la pequeña niña su preciado lazo, el cual guardé con mucho cuidado en mis ropajes. A primera vista lo que encontré fue una playa desierta y un bosque. Supongo que habría algo de civilización tras el bosque, pues se distinguían varios edificios entre ellos. Así pues comencé mi anexo en mis días por Arabasta para explorar y disfrutar un poco de esta isla… Aunque me daba mala espina, tenía la sensación d ella haber estado aquí. La playa con puesta de sol eterna, desolada, con una brisa de película, y ese olor… Oh, no… Había vuelto a aquella isla… A la isla que posiblemente a ningún hombre le agrade… ¡La isla de los okamas!
La última vez que estuve aquí tuve que luchar, espero que la historia no se repita. Así pues, lo decidí, decidí que me adentraría en el bosque con cuidado para no ser detectado, y escabullirme de los habitantes entre la ciudad para conseguir algo de comida, y un bote para salir cuanto antes. Pero humo un problema, y fue que en medio de mi brillante pensamiento del plan, mientras traspasaba el bosque de entre las sombras, me… Me secuestraron. Exacto, una bolsa en la cabeza, varias personas agarrándome y yo lamentablemente nervioso como para pensar que podría haber usado mi habilidad. Me drogaron de alguna forma y había entrado en un dulce y plácido sueño…

Al despertar me encontraba en una celda, y, lo que a primera vista parecía una bella mujer de espaldas, en realidad era un okama que me estaba vigilando. No sabía cómo ni por qué, pero me encontraba encarcelado en un prisión de piedra y acero. Se escuchaban muchos gritos a mi alrededor, de fuera de esta sala. Algo se estaba cociendo en esta ciudad, y me gustaría saberlo.
-Esto… Disculpe.- Le dije a aquella “amable” persona.- Me podría decir ¿por qué estoy encerrado?- Pregunté ingenuo ante sus risas.- Deberías de saberlo, jovenzuelo, tú entraste de manera ilegal a la isla, y por lo cual, se te apresa. Normas de la reina.- Breve pausa en la cual se lima las uñas.-  Y no vale de nada que te hagas el tonto, todo el mundo te vio llegar volando.
¿Qué? Yo creo que seguía drogado, porque todo esto me estaba sonando raro y fantástico. Intenté explicarle que yo solamente quería salir de la isla, que no pretendía entrar, pero no sirvió de mucho, pero…- Aunque hay una posibilidad de que te marches.- Hoy no has sido el único intruso, se ha encontrado a otro individuo vagando por las calles. Así pues, se os ha traído a los dos al coliseo, para decidir quién será el que salga de aquí.
Eso me dejó descolocado, ¿coliseo? No entendía nada, y esperaba que lo pudiera saber pronto, y por lo cual, durante un buen rato de espera, hable con aquella persona para saber bien lo que sucedía.