Jallial Reezek
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En mi búsqueda acababa de llegar a otra isla rara, un lugar dónde, según vi por la actitud de la gente, se dedicaban a la ganadería, pesca y agricultura, y sobre todo, a entrenar las artes marciales. Aquello, de hecho, daba nombre a la isla, así como la enorme figura del centro de esta. Era un inmenso puño, según contaba la leyenda, tallado a golpes de una montaña por un antiguo habitante de la isla. Aquel puño era su orgullo, y todos entrenaban duro, de hecho, la mayoría se veían bastante fuertes, lejos del nivel de los más poderosos piratas, pero no eran en absoluto gente débil o de fuerza despreciable.
Yo lo comprobé de primera mano además, pues lo primero que hice al llegar a la isla fue ir a una taberna, y por desgracia para mí, la gente de aquella isla era muy, muy beligerante, así que un sencillo asunto de disparidad de opiniones, bastó para verme inmiscuido en una reyerta. ¿Qué cuál era el asunto? Bueno, yo pensaba que cierto sujeto era un imbécil, y él discrepaba. Obviamente, yo llevaba razón, pero él insistía en discutir, así que acabamos enzarzados en una pelea de bar, y cómo era de esperar, los pueblerinos ayudaron al local y no al visitante. Qué poco hipócritas, por favor…
Al llegar a aquella taberna lo primero que hice fue sentarme en un taburete, que al parecer estaba “reservado” para el sujeto en cuestión, quién llegó y me empujó de este de mala manera, sin siquiera mediar palabra, haciéndome caer de espaldas al suelo.
–¡Subnormal, este es mi sitio, ahí voy yo! ¿Qué pasa? ¿Quieres pelea acaso? ¿Eh? –Por lo general no me gustaba pelear contra deficientes mentales, lo consideraba un poco aprovechado por mi parte, pero aquel tipo se pasó de la raya cuando, lejos de ayudarme a levantarme, o preocuparse por mi estado, levantó el taburete del costado al suyo y trató de asestarme con él un golpe en la cabeza, mientras se reía y me decía “Toma. ¡Siéntate en este!”.
Me limité a activar mi haki armadura, y aquella silla acabó con las patas de hierro dobladas y la tabla de madera saltando en pedazos. Todos se sorprendieron, aunque no demasiado, al parecer muchos eran lo bastante fuertes para hacer eso, de modo que no les llamé especialmente la atención por un sencillo golpe bien bloqueado.
En cuestión de un momento todos en el bar ya nos rodeaban, instigando la pelea desde sus posiciones, y algunos incluso preparados para entrar en ella. En un instante eran ya ocho tipos, ocho contra uno, pero claro, ese uno era yo, así que me apené por ellos.
–¿Ocho contra uno? Venga ya, eso no es justo, no será un combate, será un paseo… Anda, ve a llamar a unos cuantos amigos más, a ver si entre todos podéis darme al menos algo de diversión. –Mis palabras terminaron de encenderlos, y rápidamente se abalanzaron sobre mí. Mi respuesta fue simple, me transformé en mi forma híbrida, un hombre lobo de pelaje azul, con más de tres metros de altura, y una masa muscular apabullante. No pareció importarles, y continuaron corriendo hacia mí, con taburetes, botellas y demás “armas” en sus manos. Al menos le echaban coraje, ¿no? Se agradecía que no hubieran huido despavoridos nada más verme, era demasiado tópico eso de huir del lobo feroz ya a estas alturas.
Sin embargo, tal vez habría sido su mejor opción, pues en el momento en que decidí terminar aquel combate, el combate había terminado. Me limité a activar mi Fenrir’s Mode, con el cual mi velocidad aumentaba notoriamente, por lo que ahora era suficientemente rápido para colocarme a la espalda de todos en el bar, apoyado en la pared sonriente, y dando un par de golpecitos para que repararan en mi presencia.
–Hola princesitas, estoy por aquí. Vamos, venid a jugar. –Aquello fue lo último que dije antes de crujir mi cuello y separarme de la pared, para inmediatamente después volver a desaparecer gracias a mi velocidad. Desaparecía y aparecía de forma intermitente por todo el local, y en cada aparición tan solo eran capaces de vislumbrar un aura de color azul, de la cual me proveía el Fenrir’s Mode, y a los compañeros abatidos a los que iba derrotando. Hacía silbar el aire con cada movimiento, y tras aquel silbido se oían los gritos de los que pasaban a ser mis víctimas, alaridos que alertaban al resto con aquel mensaje tan simple: Corred o morid.
Muchos lo entendieron y dejaron las armas, para huir de aquel lugar a toda prisa. Otros, más cabezones, continuaban pensando que podrían ganarme. Al final entre cuatro de ellos lograron cogerme, cada uno de una extremidad, y un quinto se acercó a mí, con tono de superioridad y aires de grandeza.
–Ya no eres tan chulo… –Murmuró solemnemente, sonriendo.
–Vaya, me dejé capturar solo para oír qué frase me diríais al hacerlo, la verdad es que esperaba algo más “épico”, estoy decepcionado… –En un instante me solté de las llaves que aquellos luchadores me hacían, pese a que las consideraban inquebrantables. Cuando miró a los que me sujetaban vio como sus brazos estaban llenos de escarcha y hielo, y sin darle tiempo a cavilar acerca de aquello, me coloqué en frente suya y lo dejé inconsciente de un golpe en la cabeza.
–Dulces sueños. –Concluí mientras me alejaba de aquella taberna, y al salir, me topé con un grupo aún mayor de ciudadanos armados. Al parecer los que habían huido solo fueron a por refuerzos. El que parecía el jefe de aquel grupo comenzó a hablarme finalmente.
–Estás completamente rodeado, bestia. Será mejor que te rindas. –Aquello me hizo reír, y acto seguido le respondí con la misma arrogancia que él mostraba.
–Tenéis tres segundos para postrar vuestras armas, o de lo contrario… –No me molesté en explicar qué les haría, dejé que su imaginación se encargara de pensarlo por mí.
–¡No estás en posición de negociar, monstruo! –Gritó uno de los aldeanos mientras me apuntaba firmemente a la cabeza.
–Uno… –Aquella fue mi respuesta, el comienzo del conteo. Tenían tres segundos, y ya habían perdido uno…
–¡Ríndete ahora mismo o abriremos fuego! –Insistía el mandamás, aunque de forma inútil, pues mi respuesta fue la esperada.
–Dos… –Se les iba acabando el tiempo, algunos ya vacilaban, bajando ligeramente sus armas, otros en cambio se ponían nerviosos y aumentaba su deseo por dispararme. Esos eran de “gatillo fácil”, seguro.
–No lo volveré a repetir, ríndete o si no… –Esta vez tampoco terminó él la frase, pero porque fue interrumpido por el final de mi cuenta.
–¡Tres! ¡Hoho! –Aquello significaba un nuevo aumento de mi velocidad, esta vez uno muchísimo mayor a los anteriores, que dejaba a la altura del betún la velocidad del famoso Soru del Cipher Pol.
Ellos abrieron fuego, pero fue la pared de la taberna quien encajó los disparos, mientras que yo me coloqué a su espalda y comencé a desarmarlos uno a uno, a toda velocidad. Podía recorrer fácilmente 50 o 60 metros en un segundo, así que me llevó poco más de tres o cuatro desarmar a todos en aquel pueblo, para después volver a colocarme dónde antes estaba siendo apuntado, enfrente de aquella pared agujereada ahora.
–Ahora os daré solo dos minutos para correr por vuestras vidas. Espero que esta vez no perdáis tanto el tiempo… –Aquello causó la histeria colectiva, todos huían corriendo en todas las direcciones, sin saber que aquello no fue más que una broma macabra, y que yo me limitaba a entrar de nuevo en la taberna, sentarme en el taburete en el que me quise sentar en un principio, y mirar al aterrado camarero, mientras volvía a mi forma humana cuando todos los de la taberna habían huido o estaban inconscientes, para señalarle una de las botellas de ron que tenía en la estantería. Se acercó a esta con cuidado, temeroso, y la colocó en la barra, para acto seguido saltar esta como si fuera un gimnasta y salir disparado cual velocista. Sonreí y tomé la botella, dando un largo trago de esta, que terminé con un fuerte suspiro.
–¿Y ahora qué demonios hago para divertirme? –Era una buena pregunta, aunque tener enfrente una estantería llena de bebida sin vigilar se me antojaba como un buen “pasatiempos” para matar el aburrimiento durante un rato.
Yo lo comprobé de primera mano además, pues lo primero que hice al llegar a la isla fue ir a una taberna, y por desgracia para mí, la gente de aquella isla era muy, muy beligerante, así que un sencillo asunto de disparidad de opiniones, bastó para verme inmiscuido en una reyerta. ¿Qué cuál era el asunto? Bueno, yo pensaba que cierto sujeto era un imbécil, y él discrepaba. Obviamente, yo llevaba razón, pero él insistía en discutir, así que acabamos enzarzados en una pelea de bar, y cómo era de esperar, los pueblerinos ayudaron al local y no al visitante. Qué poco hipócritas, por favor…
Al llegar a aquella taberna lo primero que hice fue sentarme en un taburete, que al parecer estaba “reservado” para el sujeto en cuestión, quién llegó y me empujó de este de mala manera, sin siquiera mediar palabra, haciéndome caer de espaldas al suelo.
–¡Subnormal, este es mi sitio, ahí voy yo! ¿Qué pasa? ¿Quieres pelea acaso? ¿Eh? –Por lo general no me gustaba pelear contra deficientes mentales, lo consideraba un poco aprovechado por mi parte, pero aquel tipo se pasó de la raya cuando, lejos de ayudarme a levantarme, o preocuparse por mi estado, levantó el taburete del costado al suyo y trató de asestarme con él un golpe en la cabeza, mientras se reía y me decía “Toma. ¡Siéntate en este!”.
Me limité a activar mi haki armadura, y aquella silla acabó con las patas de hierro dobladas y la tabla de madera saltando en pedazos. Todos se sorprendieron, aunque no demasiado, al parecer muchos eran lo bastante fuertes para hacer eso, de modo que no les llamé especialmente la atención por un sencillo golpe bien bloqueado.
En cuestión de un momento todos en el bar ya nos rodeaban, instigando la pelea desde sus posiciones, y algunos incluso preparados para entrar en ella. En un instante eran ya ocho tipos, ocho contra uno, pero claro, ese uno era yo, así que me apené por ellos.
–¿Ocho contra uno? Venga ya, eso no es justo, no será un combate, será un paseo… Anda, ve a llamar a unos cuantos amigos más, a ver si entre todos podéis darme al menos algo de diversión. –Mis palabras terminaron de encenderlos, y rápidamente se abalanzaron sobre mí. Mi respuesta fue simple, me transformé en mi forma híbrida, un hombre lobo de pelaje azul, con más de tres metros de altura, y una masa muscular apabullante. No pareció importarles, y continuaron corriendo hacia mí, con taburetes, botellas y demás “armas” en sus manos. Al menos le echaban coraje, ¿no? Se agradecía que no hubieran huido despavoridos nada más verme, era demasiado tópico eso de huir del lobo feroz ya a estas alturas.
Sin embargo, tal vez habría sido su mejor opción, pues en el momento en que decidí terminar aquel combate, el combate había terminado. Me limité a activar mi Fenrir’s Mode, con el cual mi velocidad aumentaba notoriamente, por lo que ahora era suficientemente rápido para colocarme a la espalda de todos en el bar, apoyado en la pared sonriente, y dando un par de golpecitos para que repararan en mi presencia.
–Hola princesitas, estoy por aquí. Vamos, venid a jugar. –Aquello fue lo último que dije antes de crujir mi cuello y separarme de la pared, para inmediatamente después volver a desaparecer gracias a mi velocidad. Desaparecía y aparecía de forma intermitente por todo el local, y en cada aparición tan solo eran capaces de vislumbrar un aura de color azul, de la cual me proveía el Fenrir’s Mode, y a los compañeros abatidos a los que iba derrotando. Hacía silbar el aire con cada movimiento, y tras aquel silbido se oían los gritos de los que pasaban a ser mis víctimas, alaridos que alertaban al resto con aquel mensaje tan simple: Corred o morid.
Muchos lo entendieron y dejaron las armas, para huir de aquel lugar a toda prisa. Otros, más cabezones, continuaban pensando que podrían ganarme. Al final entre cuatro de ellos lograron cogerme, cada uno de una extremidad, y un quinto se acercó a mí, con tono de superioridad y aires de grandeza.
–Ya no eres tan chulo… –Murmuró solemnemente, sonriendo.
–Vaya, me dejé capturar solo para oír qué frase me diríais al hacerlo, la verdad es que esperaba algo más “épico”, estoy decepcionado… –En un instante me solté de las llaves que aquellos luchadores me hacían, pese a que las consideraban inquebrantables. Cuando miró a los que me sujetaban vio como sus brazos estaban llenos de escarcha y hielo, y sin darle tiempo a cavilar acerca de aquello, me coloqué en frente suya y lo dejé inconsciente de un golpe en la cabeza.
–Dulces sueños. –Concluí mientras me alejaba de aquella taberna, y al salir, me topé con un grupo aún mayor de ciudadanos armados. Al parecer los que habían huido solo fueron a por refuerzos. El que parecía el jefe de aquel grupo comenzó a hablarme finalmente.
–Estás completamente rodeado, bestia. Será mejor que te rindas. –Aquello me hizo reír, y acto seguido le respondí con la misma arrogancia que él mostraba.
–Tenéis tres segundos para postrar vuestras armas, o de lo contrario… –No me molesté en explicar qué les haría, dejé que su imaginación se encargara de pensarlo por mí.
–¡No estás en posición de negociar, monstruo! –Gritó uno de los aldeanos mientras me apuntaba firmemente a la cabeza.
–Uno… –Aquella fue mi respuesta, el comienzo del conteo. Tenían tres segundos, y ya habían perdido uno…
–¡Ríndete ahora mismo o abriremos fuego! –Insistía el mandamás, aunque de forma inútil, pues mi respuesta fue la esperada.
–Dos… –Se les iba acabando el tiempo, algunos ya vacilaban, bajando ligeramente sus armas, otros en cambio se ponían nerviosos y aumentaba su deseo por dispararme. Esos eran de “gatillo fácil”, seguro.
–No lo volveré a repetir, ríndete o si no… –Esta vez tampoco terminó él la frase, pero porque fue interrumpido por el final de mi cuenta.
–¡Tres! ¡Hoho! –Aquello significaba un nuevo aumento de mi velocidad, esta vez uno muchísimo mayor a los anteriores, que dejaba a la altura del betún la velocidad del famoso Soru del Cipher Pol.
Ellos abrieron fuego, pero fue la pared de la taberna quien encajó los disparos, mientras que yo me coloqué a su espalda y comencé a desarmarlos uno a uno, a toda velocidad. Podía recorrer fácilmente 50 o 60 metros en un segundo, así que me llevó poco más de tres o cuatro desarmar a todos en aquel pueblo, para después volver a colocarme dónde antes estaba siendo apuntado, enfrente de aquella pared agujereada ahora.
–Ahora os daré solo dos minutos para correr por vuestras vidas. Espero que esta vez no perdáis tanto el tiempo… –Aquello causó la histeria colectiva, todos huían corriendo en todas las direcciones, sin saber que aquello no fue más que una broma macabra, y que yo me limitaba a entrar de nuevo en la taberna, sentarme en el taburete en el que me quise sentar en un principio, y mirar al aterrado camarero, mientras volvía a mi forma humana cuando todos los de la taberna habían huido o estaban inconscientes, para señalarle una de las botellas de ron que tenía en la estantería. Se acercó a esta con cuidado, temeroso, y la colocó en la barra, para acto seguido saltar esta como si fuera un gimnasta y salir disparado cual velocista. Sonreí y tomé la botella, dando un largo trago de esta, que terminé con un fuerte suspiro.
–¿Y ahora qué demonios hago para divertirme? –Era una buena pregunta, aunque tener enfrente una estantería llena de bebida sin vigilar se me antojaba como un buen “pasatiempos” para matar el aburrimiento durante un rato.
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Mi viaje me llevaba al mal del norte a la famosa isla del puño. Este era uno de mis sueños poder medir mi técnica del nijutsu con alguno de los mejores luchadores de ese mar, eso era un autentico sueño, pero mejor sería cuando empezara a darme a conocer en esa isla, no quería hacer daño a nadie solo entrenar la lucha y estaba seguro que alguien querría hacerlo.
Caminando por el pueblo pude ver que la gente caminaba muy confiada, parecía no tener miedo de nada ni de nadie. ¿Tan poderosos serían como aparentaban ser?
Ahora era el momento más crítico para mi, lo mio no es hablar con la gente yo actúo, pero entrenar un combate sin mediar palabra no era plato de buen gusto. Al llegar a una plaza pude vislumbrar 3 edificios claves. Uno era una especie de Dojo, el otro una taberna, y un edificio muy grande, que por la gente que salia de el, podría deducir que sería un ayuntamiento o similar. Era el momento, me acerque al primer joven que vi con una katana de madera y le espeté.
-¿Aceptarías un entrenamiento?
- Acepto el desafío. Grito.
De la nada, y sin mediar una sola palabra, me lanzo su Katana con fuerza dándome un golpe en toda la rodilla. Mi reacción era confusa, quiero entrenar no usar armas. El chico dirigía una y otra vez golpes y patadas con una intensidad impropia de un entrenamiento.
-Eres muy valiente retándome a muerte muchacho. Grito
-¿A muerte as dicho? Te e dicho entrenar no matar
-Eso da igual en mi dojo se lucha a muerte.
Joder, en menudo marrón me había metido. Yo no quería matar a nadie y menos a alguien que no me había echo absolutamente nada. Por que siempre tenía que llamar la atención de los tarados de la zona.
Mientras en el combate intercambiábamos golpes el uno con el otro, patadas, puños, ambos alcanzábamos al rival. En un momento dado comencé a tomar la iniciativa, si lograba dejarlo inconsciente podría marcharme y evitar hacer algo que no quería. En una de mis patadas el joven salió despegado contra un armero del dojo, por lo que me preocupé pues podría haberse clavado algo y por supuesto no era mi intención. Me acerque hacia el pero rápidamente tuve que darme media vuelta. Ese loco había cogido una lanza y venía de frente a mi.
-MUEREEEEEEEE.
Joder solo podía esquivarlo, así que intente por todos los medios evitar sus contactos haciendo que se cansara y desistiera.
Por mala suerte uno de los golpes dio en mi pierna izquierda, haciéndome un corte superior pero bastante doloroso.
-Jajajajaja, se te acabó la suerte mocoso.
- No te equivocas amigo. Es verdad que se acabó la suerte, pero para ti.
Ese hombre aun no había visto nada, quería armas tendría armas, pero la mayor sorpresa estaba por llegar cuando un segundo hombre me cogió por detrás.7
-Bueno no te mataré. Decía. Pero te vas a ir calentito.
Sujeto por el segundo hombre me asestaron una serie de golpes que me hicieron una fuerte emorragia en la nariz y en el ojo. Cuando terminó me dejo caer al suelo para reírse de mi persona.
Ya estaba bien, eso si que no, había que dejarse de bobadas y destrozar a esos dos matones de barrio.
- -Reza lo que sepas por que hay voy
-Pero que vas a hacer en ese estado. Se mofo.
Comencé mi baile era hora de que vieran el diablo que llevaba dentro era ora de que saliera el cuervo. Comencé a caminar entre las columnas a gran velocidad para que no vieran el momento preciso de la transformación a mi forma completa un simple cuervo. Anonadados no sabían donde mirar pues no conocían mi habilidad. Tras pasar volando por encima de ellos me coloque detrás de ambos y regresé a mi forma natural.
-Mas os había valido acabar cuando dije que no quería matar. Les susurre -Ahora es tarde.
Tras estas palabras les clavé un kunai a cada uno en la zona de los gemelos seccionando levemente la arteria principal. Con suerte no morirían pero tardarían en volver a andar.
Sin mas y de la nada comenzó a salir gente de la taberna gritando y corriendo. Era mi ora, entrar para comer y lavarme me ayudaría.
Al entrar vislumbre a un hombre sentado bebiendo ron. El destrozo de su alrededor era interesante, posiblemente fuera el culpable pero eso me daba igual, quería una cerveza y carne nada más me haría feliz en ese momento.
Caminando por el pueblo pude ver que la gente caminaba muy confiada, parecía no tener miedo de nada ni de nadie. ¿Tan poderosos serían como aparentaban ser?
Ahora era el momento más crítico para mi, lo mio no es hablar con la gente yo actúo, pero entrenar un combate sin mediar palabra no era plato de buen gusto. Al llegar a una plaza pude vislumbrar 3 edificios claves. Uno era una especie de Dojo, el otro una taberna, y un edificio muy grande, que por la gente que salia de el, podría deducir que sería un ayuntamiento o similar. Era el momento, me acerque al primer joven que vi con una katana de madera y le espeté.
-¿Aceptarías un entrenamiento?
- Acepto el desafío. Grito.
De la nada, y sin mediar una sola palabra, me lanzo su Katana con fuerza dándome un golpe en toda la rodilla. Mi reacción era confusa, quiero entrenar no usar armas. El chico dirigía una y otra vez golpes y patadas con una intensidad impropia de un entrenamiento.
-Eres muy valiente retándome a muerte muchacho. Grito
-¿A muerte as dicho? Te e dicho entrenar no matar
-Eso da igual en mi dojo se lucha a muerte.
Joder, en menudo marrón me había metido. Yo no quería matar a nadie y menos a alguien que no me había echo absolutamente nada. Por que siempre tenía que llamar la atención de los tarados de la zona.
Mientras en el combate intercambiábamos golpes el uno con el otro, patadas, puños, ambos alcanzábamos al rival. En un momento dado comencé a tomar la iniciativa, si lograba dejarlo inconsciente podría marcharme y evitar hacer algo que no quería. En una de mis patadas el joven salió despegado contra un armero del dojo, por lo que me preocupé pues podría haberse clavado algo y por supuesto no era mi intención. Me acerque hacia el pero rápidamente tuve que darme media vuelta. Ese loco había cogido una lanza y venía de frente a mi.
-MUEREEEEEEEE.
Joder solo podía esquivarlo, así que intente por todos los medios evitar sus contactos haciendo que se cansara y desistiera.
Por mala suerte uno de los golpes dio en mi pierna izquierda, haciéndome un corte superior pero bastante doloroso.
-Jajajajaja, se te acabó la suerte mocoso.
- No te equivocas amigo. Es verdad que se acabó la suerte, pero para ti.
Ese hombre aun no había visto nada, quería armas tendría armas, pero la mayor sorpresa estaba por llegar cuando un segundo hombre me cogió por detrás.7
-Bueno no te mataré. Decía. Pero te vas a ir calentito.
Sujeto por el segundo hombre me asestaron una serie de golpes que me hicieron una fuerte emorragia en la nariz y en el ojo. Cuando terminó me dejo caer al suelo para reírse de mi persona.
Ya estaba bien, eso si que no, había que dejarse de bobadas y destrozar a esos dos matones de barrio.
- -Reza lo que sepas por que hay voy
-Pero que vas a hacer en ese estado. Se mofo.
Comencé mi baile era hora de que vieran el diablo que llevaba dentro era ora de que saliera el cuervo. Comencé a caminar entre las columnas a gran velocidad para que no vieran el momento preciso de la transformación a mi forma completa un simple cuervo. Anonadados no sabían donde mirar pues no conocían mi habilidad. Tras pasar volando por encima de ellos me coloque detrás de ambos y regresé a mi forma natural.
-Mas os había valido acabar cuando dije que no quería matar. Les susurre -Ahora es tarde.
Tras estas palabras les clavé un kunai a cada uno en la zona de los gemelos seccionando levemente la arteria principal. Con suerte no morirían pero tardarían en volver a andar.
Sin mas y de la nada comenzó a salir gente de la taberna gritando y corriendo. Era mi ora, entrar para comer y lavarme me ayudaría.
Al entrar vislumbre a un hombre sentado bebiendo ron. El destrozo de su alrededor era interesante, posiblemente fuera el culpable pero eso me daba igual, quería una cerveza y carne nada más me haría feliz en ese momento.
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Off- Como consejo personal te voy a decir que revises las faltas de escritura, y en los diálogos, abras y cierres estos con los guiones, no con un punto. Ejemplo práctico:
Así lo has hecho tú: “-Mas os había valido acabar cuando dije que no quería matar. Les susurre -Ahora es tarde.”
Así está bien hecho: “–Más os había valido acabar cuando dije que no quería matar. –Les susurré. –Ahora es tarde.”
Pero es solo un consejo, puedes hacerme caso o no, hay varias formas de introducir los diálogos, pero si usas la de guiones, recuerda abrirlos y cerrarlos cada vez que hable alguien ^^ -Off
Mientras bebía con calma y cautela, pude oír cómo tenía lugar una pelea. No parecía ser nada del otro mundo, distaba mucho de la devastación que un gran combate causaría, parecía más un mero combate de entrenamiento, aunque poco después se convirtió en un combate en desigualdad, dos contra un sujeto, que al parecer, fue seriamente herido. Lejos de perder con aquella paliza, se levantó y finalmente terminó ganando su combate, algo digno de elogiar, la verdad.
Aquel mismo sujeto entró en la taberna, ahora custodiada únicamente por las botellas de alcohol y por mí. Por su aspecto era fácil aventurarse a pensar que venía buscando un trago, pero estaba bastante magullado y malherido, así que no era lo único que necesitaba. Necesitaba atención médica.
–Chico, tienes mala cara. Lo que necesitas es alcohol. –Dije arrojándole una botella de ron, mientras lo kiraba de arriba abajo. –Pero no me refiero a bebida, sino a desinfectante. Necesitas que traten tus heridas… –Lo dejé caer, mientras sonreía, y acto seguido di un largo trago al vaso de mi mesa, el cual estaba lleno de ron añejo. –Soy médico. –Concluí, dando un golpe con el vaso en la barra al dejarlo sobre la misma, y acto seguido, colocándome a su espalda, moviéndome a toda velocidad agazapado, y colocándole la mano en el hombro, me disculpé por lo que pensaba hacer. –Esto quizás te duela un poquitín… –O quizás le dolería un poco más, el alcohol en las heridas era arto doloroso.
Cogí una botella de vodka de la mesa y, sin más, di un largo trago para acto seguido mirar a los ojos a aquel tipo, y finalmente, escupirle en la cara aquel líquido desinfectante. La saliva era un gran antiséptico, y el alcohol un perfecto desinfectante, así que aquel escupitajo, por guarro que pudiera ser, era un buen método para tratar las heridas de su rostro, aunque no le habría hecho demasiada gracia que le escupiera un chorro de vodka a la cara, supongo.
Después de aquel primer gran encuentro, y con semejante presentación, volví a sentarme en la barra y rellené mi vaso nuevamente, sirviendo esta vez un segundo vaso, para mi magullado compañero.
–Siéntate y bebe, camarada. Brindemos. ¡Por el alcohol, causa, y a la vez solución, de todos los problemas de la vida! –Brindaba yo, alzando mi copa y esperando que él hiciera lo propio con la suya, chocando ambas para concluir aquel brindis. El brindis, aunque pudiera tener apariencia de festivo, era algo propio de la gente desconfiada. Cuando los grandes piratas se reunían, y celebraban con bebida algún acuerdo, acostumbraban a brindar, haciendo que el contenido de sus vasos se volcara en el vaso de su anfitrión, para así, de contener algún tipo de veneno, morir matando a su verdugo también. Ahora, lejos de aquellos ambientes, se usaba para festejar, y yo estaba alegre de haber encontrado a alguien medianamente interesante, que haría más amena mi estancia en aquella isla, y que probablemente, si a la larga me aburría, podría ser un adversario digno con quien medirme en combate.
–Mi nombre es Reezek. Jallial Reezek. –Y con aquellas sencillas palabras me presentaba ante mi nuevo compañero, de cuya respuesta dependería el tipo de relación que guardaríamos de ahora en adelante.
Así lo has hecho tú: “-Mas os había valido acabar cuando dije que no quería matar. Les susurre -Ahora es tarde.”
Así está bien hecho: “–Más os había valido acabar cuando dije que no quería matar. –Les susurré. –Ahora es tarde.”
Pero es solo un consejo, puedes hacerme caso o no, hay varias formas de introducir los diálogos, pero si usas la de guiones, recuerda abrirlos y cerrarlos cada vez que hable alguien ^^ -Off
Mientras bebía con calma y cautela, pude oír cómo tenía lugar una pelea. No parecía ser nada del otro mundo, distaba mucho de la devastación que un gran combate causaría, parecía más un mero combate de entrenamiento, aunque poco después se convirtió en un combate en desigualdad, dos contra un sujeto, que al parecer, fue seriamente herido. Lejos de perder con aquella paliza, se levantó y finalmente terminó ganando su combate, algo digno de elogiar, la verdad.
Aquel mismo sujeto entró en la taberna, ahora custodiada únicamente por las botellas de alcohol y por mí. Por su aspecto era fácil aventurarse a pensar que venía buscando un trago, pero estaba bastante magullado y malherido, así que no era lo único que necesitaba. Necesitaba atención médica.
–Chico, tienes mala cara. Lo que necesitas es alcohol. –Dije arrojándole una botella de ron, mientras lo kiraba de arriba abajo. –Pero no me refiero a bebida, sino a desinfectante. Necesitas que traten tus heridas… –Lo dejé caer, mientras sonreía, y acto seguido di un largo trago al vaso de mi mesa, el cual estaba lleno de ron añejo. –Soy médico. –Concluí, dando un golpe con el vaso en la barra al dejarlo sobre la misma, y acto seguido, colocándome a su espalda, moviéndome a toda velocidad agazapado, y colocándole la mano en el hombro, me disculpé por lo que pensaba hacer. –Esto quizás te duela un poquitín… –O quizás le dolería un poco más, el alcohol en las heridas era arto doloroso.
Cogí una botella de vodka de la mesa y, sin más, di un largo trago para acto seguido mirar a los ojos a aquel tipo, y finalmente, escupirle en la cara aquel líquido desinfectante. La saliva era un gran antiséptico, y el alcohol un perfecto desinfectante, así que aquel escupitajo, por guarro que pudiera ser, era un buen método para tratar las heridas de su rostro, aunque no le habría hecho demasiada gracia que le escupiera un chorro de vodka a la cara, supongo.
Después de aquel primer gran encuentro, y con semejante presentación, volví a sentarme en la barra y rellené mi vaso nuevamente, sirviendo esta vez un segundo vaso, para mi magullado compañero.
–Siéntate y bebe, camarada. Brindemos. ¡Por el alcohol, causa, y a la vez solución, de todos los problemas de la vida! –Brindaba yo, alzando mi copa y esperando que él hiciera lo propio con la suya, chocando ambas para concluir aquel brindis. El brindis, aunque pudiera tener apariencia de festivo, era algo propio de la gente desconfiada. Cuando los grandes piratas se reunían, y celebraban con bebida algún acuerdo, acostumbraban a brindar, haciendo que el contenido de sus vasos se volcara en el vaso de su anfitrión, para así, de contener algún tipo de veneno, morir matando a su verdugo también. Ahora, lejos de aquellos ambientes, se usaba para festejar, y yo estaba alegre de haber encontrado a alguien medianamente interesante, que haría más amena mi estancia en aquella isla, y que probablemente, si a la larga me aburría, podría ser un adversario digno con quien medirme en combate.
–Mi nombre es Reezek. Jallial Reezek. –Y con aquellas sencillas palabras me presentaba ante mi nuevo compañero, de cuya respuesta dependería el tipo de relación que guardaríamos de ahora en adelante.
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[off] Gracias amigo intentaré seguir tu consejo.[off]
Al sentarme en el taburete, aquel hombre me habló directamente. Me dijo que debía desinfectar mis heridas con alcohol . Ese hombre parecía un tanto bipolar. Sonreía pero al mismo tiempo golpeaba la mesa, además se desplazaba hacia mí con una velocidad impropia de un simple humano. Dijo que era medico por lo que sabía muy bien lo que tocaba ahora. Un médico y encima de ese carácter era extraño que dejara atrás a un paciente, a un herido. Lo que nunca me podría haber imaginado es que su forma de curar las heridas de mi cara fuera escupiéndome alcohol en ellas. ¿Cómo debía reaccionar? Mi cerebro tras el enfado y el calentón de la batalla anterior comenzó a explosionar, no obstante inmediatamente me relajé por sus siguientes palabras. Con una voz amigable me invitó a beber con él además de presentarse. Jallial Reezek. Acto seguido levanto su copa en señal de en señal de brindis.
Estaba confuso. Ese tipo había destrozado el bar entero, posiblemente fuera el causante de que hullera la gente de aquel lugar. ¿Por qué estaba siendo amable conmigo? Medité mis opciones. Una lucha no era mi mejor opción, se le veía un hombre fuerte y poderoso y para nada le intimidaba mi aspecto deteriorado y sombrío.
Ya sabía que debía hacer, por lo que levanté mi jarra y la choque contra su copa. No tenía miedo, simplemente agradecía la extraña desinfección de cara y aunque las conversaciones no fueran lo mío, si lo era estar acompañado.
-Mi nombre es Puraido. Pero puedes llamarme Karasu.
Tras chocar mi jarra y presentarme di un enorme trago de cerveza. Dios que fresquita y rica estaba. Con esto y una amena conversación estaría de lo más feliz. No obstante comencé a pensar en algunas cosas. Ese hombre se le veía muy poderosos y mi objetivo era medirme con gente no por matar ni hacer daño, si no para aprender de los mejores y llegar a ser un pirata reconocido. Tenerle a mi lado me vendría bien para cuando estuviera más recuperado pues a diferencia de mi anterior rival, se podía ver que era un hombre de honor.
-Encantado de conocerte Reezek. Veo que no has perdido el tiempo en esta taberna. Lo tuyo te habrá costado conseguir esta barra libre. Como podrás comprobar yo también vengo de una pequeña trifulca, no obstante me encuentro bien, gracias por el lavado de cara.
Espera, que era ese ruido. La barra casi temblaba, y las puertas se agitaban. Comenzaron a oírse fuertes gritos que provenían de la calle. ¿Qué sería? Bueno de momento no importaba ya saltaría en el momento.
-Reezek, por curiosidad, ¿qué hace un hombre como tú en una isla como esta?
Acto seguido de mi pregunta los gritos cada vez eran más cercanos hasta el punto de entenderse todo lo que decía. Cuando de repente se abrió la puerta del bar y llegaron a entrar hasta 15 hombres armados.
-Dios que gente más pesada. –Pensé, sin embargo casi me venía hasta bien quería saber de qué pasta estaba hecho ese hombre, ¿Cuál sería su reacción?
Al sentarme en el taburete, aquel hombre me habló directamente. Me dijo que debía desinfectar mis heridas con alcohol . Ese hombre parecía un tanto bipolar. Sonreía pero al mismo tiempo golpeaba la mesa, además se desplazaba hacia mí con una velocidad impropia de un simple humano. Dijo que era medico por lo que sabía muy bien lo que tocaba ahora. Un médico y encima de ese carácter era extraño que dejara atrás a un paciente, a un herido. Lo que nunca me podría haber imaginado es que su forma de curar las heridas de mi cara fuera escupiéndome alcohol en ellas. ¿Cómo debía reaccionar? Mi cerebro tras el enfado y el calentón de la batalla anterior comenzó a explosionar, no obstante inmediatamente me relajé por sus siguientes palabras. Con una voz amigable me invitó a beber con él además de presentarse. Jallial Reezek. Acto seguido levanto su copa en señal de en señal de brindis.
Estaba confuso. Ese tipo había destrozado el bar entero, posiblemente fuera el causante de que hullera la gente de aquel lugar. ¿Por qué estaba siendo amable conmigo? Medité mis opciones. Una lucha no era mi mejor opción, se le veía un hombre fuerte y poderoso y para nada le intimidaba mi aspecto deteriorado y sombrío.
Ya sabía que debía hacer, por lo que levanté mi jarra y la choque contra su copa. No tenía miedo, simplemente agradecía la extraña desinfección de cara y aunque las conversaciones no fueran lo mío, si lo era estar acompañado.
-Mi nombre es Puraido. Pero puedes llamarme Karasu.
Tras chocar mi jarra y presentarme di un enorme trago de cerveza. Dios que fresquita y rica estaba. Con esto y una amena conversación estaría de lo más feliz. No obstante comencé a pensar en algunas cosas. Ese hombre se le veía muy poderosos y mi objetivo era medirme con gente no por matar ni hacer daño, si no para aprender de los mejores y llegar a ser un pirata reconocido. Tenerle a mi lado me vendría bien para cuando estuviera más recuperado pues a diferencia de mi anterior rival, se podía ver que era un hombre de honor.
-Encantado de conocerte Reezek. Veo que no has perdido el tiempo en esta taberna. Lo tuyo te habrá costado conseguir esta barra libre. Como podrás comprobar yo también vengo de una pequeña trifulca, no obstante me encuentro bien, gracias por el lavado de cara.
Espera, que era ese ruido. La barra casi temblaba, y las puertas se agitaban. Comenzaron a oírse fuertes gritos que provenían de la calle. ¿Qué sería? Bueno de momento no importaba ya saltaría en el momento.
-Reezek, por curiosidad, ¿qué hace un hombre como tú en una isla como esta?
Acto seguido de mi pregunta los gritos cada vez eran más cercanos hasta el punto de entenderse todo lo que decía. Cuando de repente se abrió la puerta del bar y llegaron a entrar hasta 15 hombres armados.
-Dios que gente más pesada. –Pensé, sin embargo casi me venía hasta bien quería saber de qué pasta estaba hecho ese hombre, ¿Cuál sería su reacción?
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Aquel sujeto chocó su jarra contra la mía, al parecer era alguien decente, cualquiera que bebiera como un cosaco como yo me parecía alguien de bien. Se presentó como “Puraido”, un nombre bastante extraño, aunque acto seguido me dijo que podría llamarle Karasu, algo que me alegró, jamás habría recordado el otro nombre, aunque guardara cierto parecido con la palabra “Pride”, que tan bien yo conocía.
Inmediatamente después hizo algo, más bien lo preguntó. No pude evitar soltar una carcajada nada más oír cómo, sin caer en la cuenta de sus palabras, me preguntaba sobre qué hacía un tipo como yo, en una isla como esta. Lo miré a los ojos seriamente y bromeé con él.
–¿Estás intentando ligar conmigo, o qué? –Murmuré, acompañando la pregunta con una gran carcajada. Era la clásica pregunta de ligoteo, aunque aquellas no parecían sus intenciones, cosa que me alegró. Se veía como alguien fuerte, aunque aún tenía camino por recorrer.
Entre cábalas y pensamientos aparecieron más sujetos por la puerta, un grupo de alrededor de quince hombres. Les dediqué una sonrisa y una mirada, y volví a centrar mi atención en lo más importante: El ron. Rellené nuevamente mi vaso y lo bebí de un trago, levantándome del taburete y dejando el vaso sobre la mesa de nuevo con un golpe. Sin duda se me veía enfadado, y aquellos tipos pronto sabrían hasta qué punto lo estaba.
–Dejadme que os diga tres cosas, personajes. La primera, nunca molestéis a un hombre cuando bebe, se lo tomará muy mal, y más aún si ya va muy bebido, y la segunda, jamás se os ocurra pelear contra alguien que va borracho. –Nada más decir esto comencé a andar hacia ellos, y uno, muy preocupado, me interrumpió, preguntando algo.
–Pero has dicho que nos dirías tres cosas, y solo has dicho dos. ¿Cuál es la tercera cosa? –No había entendido la indirecta, así que tuve que explicársela.
–La tercera cosa es: Nunca corrijas a alguien que va borracho. –Nada más decir aquello me coloqué a la espalda de los sujetos y comencé a golpear sus nucas, dejándolos uno a uno a todos inconscientes. –Dulces sueños. –Concluí mientras volvía a la barra y rellenaba de nuevo mi vaso, mirando seriamente a Karasu.
–Oye, estos tipos son aburridos, quiero ver de qué eres capaz tú… –Mi idea era clara, quería saber si verdaderamente Karasu era alguien fuerte como yo creía, y la mejor forma sería enfrentarme a él. Obviamente no pensaba matarlo, pero no se lo diría porque, si no, no pelearía con todo, como lo quería ver.
Inmediatamente después hizo algo, más bien lo preguntó. No pude evitar soltar una carcajada nada más oír cómo, sin caer en la cuenta de sus palabras, me preguntaba sobre qué hacía un tipo como yo, en una isla como esta. Lo miré a los ojos seriamente y bromeé con él.
–¿Estás intentando ligar conmigo, o qué? –Murmuré, acompañando la pregunta con una gran carcajada. Era la clásica pregunta de ligoteo, aunque aquellas no parecían sus intenciones, cosa que me alegró. Se veía como alguien fuerte, aunque aún tenía camino por recorrer.
Entre cábalas y pensamientos aparecieron más sujetos por la puerta, un grupo de alrededor de quince hombres. Les dediqué una sonrisa y una mirada, y volví a centrar mi atención en lo más importante: El ron. Rellené nuevamente mi vaso y lo bebí de un trago, levantándome del taburete y dejando el vaso sobre la mesa de nuevo con un golpe. Sin duda se me veía enfadado, y aquellos tipos pronto sabrían hasta qué punto lo estaba.
–Dejadme que os diga tres cosas, personajes. La primera, nunca molestéis a un hombre cuando bebe, se lo tomará muy mal, y más aún si ya va muy bebido, y la segunda, jamás se os ocurra pelear contra alguien que va borracho. –Nada más decir esto comencé a andar hacia ellos, y uno, muy preocupado, me interrumpió, preguntando algo.
–Pero has dicho que nos dirías tres cosas, y solo has dicho dos. ¿Cuál es la tercera cosa? –No había entendido la indirecta, así que tuve que explicársela.
–La tercera cosa es: Nunca corrijas a alguien que va borracho. –Nada más decir aquello me coloqué a la espalda de los sujetos y comencé a golpear sus nucas, dejándolos uno a uno a todos inconscientes. –Dulces sueños. –Concluí mientras volvía a la barra y rellenaba de nuevo mi vaso, mirando seriamente a Karasu.
–Oye, estos tipos son aburridos, quiero ver de qué eres capaz tú… –Mi idea era clara, quería saber si verdaderamente Karasu era alguien fuerte como yo creía, y la mejor forma sería enfrentarme a él. Obviamente no pensaba matarlo, pero no se lo diría porque, si no, no pelearía con todo, como lo quería ver.
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Por supuesto no esperaba menos de reezek, tras algunas respuestas de bastante humor podía ver que no tenía miedo a nada y mucho menos a nadie. Vi como sin apenas darme tiempo a levantarme de mi sitio, el ya se había puesto en camino para pelear. Sorprendentemente noqueó a los quince hombres en un momento. Esto era lo mejor que podía pasarme hoy, era increíble. Ese hombre había demostrado que no solo era bueno si no que tenía calidad más que de sobra para aprender de él. Lo principal es que sabía que mi nivel no era el suficiente, pero no por eso me amedrantaría si aceptaba mi reto.
Antes de poder lanzarle mi reto, se adelantó y me lo propuso el. No tenía nada que pensar.
-Por supuesto que acepto.
Nunca había huido en un combate y no empezaría hoy. Sabía que aun estaba algo herido por mi combate anterior pero no era motivo de escusa, a la hora de la verdad tendría que aguantar estados mucho peores que en el que me encontraba.
-Amigo tienes razón. Esta gente no merece la pena y yo también busco un reto para mí. Lo único que estarás acuerdo conmigo en que este espacio es muy cerrado, aunque me caiga mal esta gente igual los destrozos son demasiado grande ¿no crees? Te cedo la elección del campo de lucha.
Mientras esperaba su respuesta era el momento de concentrarme, evaluar y conocer lo que tenía delante. Su altura estaría cerca de 1.90, y tenía una musculatura definida. Las cicatrices y marcas en los dedos me decían que posiblemente su estilo de lucha fuera cuerpo a cuerpo y por supuesto ya me había demostrado su inteligencia a la hora de curarme las heridas. Todo esto me ayudaba a ir pensando mi estrategia pero aun faltaban dos cosas claves. La primera ver cuales serían sus estrategias y por supuesto conocer el terreno para desarrollar las mias.
Antes de poder lanzarle mi reto, se adelantó y me lo propuso el. No tenía nada que pensar.
-Por supuesto que acepto.
Nunca había huido en un combate y no empezaría hoy. Sabía que aun estaba algo herido por mi combate anterior pero no era motivo de escusa, a la hora de la verdad tendría que aguantar estados mucho peores que en el que me encontraba.
-Amigo tienes razón. Esta gente no merece la pena y yo también busco un reto para mí. Lo único que estarás acuerdo conmigo en que este espacio es muy cerrado, aunque me caiga mal esta gente igual los destrozos son demasiado grande ¿no crees? Te cedo la elección del campo de lucha.
Mientras esperaba su respuesta era el momento de concentrarme, evaluar y conocer lo que tenía delante. Su altura estaría cerca de 1.90, y tenía una musculatura definida. Las cicatrices y marcas en los dedos me decían que posiblemente su estilo de lucha fuera cuerpo a cuerpo y por supuesto ya me había demostrado su inteligencia a la hora de curarme las heridas. Todo esto me ayudaba a ir pensando mi estrategia pero aun faltaban dos cosas claves. La primera ver cuales serían sus estrategias y por supuesto conocer el terreno para desarrollar las mias.
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Aquel tipo aceptó el combate, se le veía seguro de sí mismo, tanto que incluso, después de aceptar y de menospreciar a aquellos tipos, me dio la opción de escoger yo mismo el campo de batalla. Sonreí, aquello era de agradecer, aunque en mi caso concreto me importaba poco el lugar, yo me encargaba de “amoldarlo” a mi gusto después, fuera como fuera el espacio donde combatiera.
Decidí salir de aquel bar, pelearíamos en una especie de plaza que había en aquel pueblo, destinada específicamente a aquello, era el lugar donde combatían los propios habitantes, aunque hoy estaban demasiado ocupados huyendo del “lobo feroz”. Debía ser prácticamente circular, y con un radio de cerca de cuarenta metros, así que era espacio más que suficiente. En cuanto llegamos miré al que sería mi oponente, Karasu, y me dirigí a él.
-Combatiremos aquí, si estás de acuerdo. –Suponía que así era, pues me dejó escoger a fin de cuentas, retractarse no parecía algo que barajara como posibilidad además. Era alguien fuerte, aunque de cuerpo aún no lo hubiera demostrado, de carácter lo era, y mucho.
-Dejaré que comiences tú el combate, tómatelo como una muestra de cortesía, o una forma de compensar que tú ya estés algo malherido. Durante los próximos 3 minutos, me limitaré a esquivarte y a defenderme. Es el tiempo que tienes para derrotarme, aprovéchalo. –Nada más decir aquello me preparé para pelear en serio, usaría mis hakis si era necesario, cosa que esperaba con ahínco, de verdad parecía prometedor aquel tipo, esperaba que no me decepcionara, aunque si así era, al menos podría ayudarle a mejorar un poco, y darle un propósito en la vida: Ganarme en un combate de revancha. Pero aquello sería si yo ganaba, cosa que aún no estaba clara, de modo que puse todos mis sentidos en aquel combate.
-Cuando quieras. –Terminé por añadir, ya preparado para defenderme, y haciéndole un gesto con la mano, instándole a que se lanzara con todo, que le esperaba.
Decidí salir de aquel bar, pelearíamos en una especie de plaza que había en aquel pueblo, destinada específicamente a aquello, era el lugar donde combatían los propios habitantes, aunque hoy estaban demasiado ocupados huyendo del “lobo feroz”. Debía ser prácticamente circular, y con un radio de cerca de cuarenta metros, así que era espacio más que suficiente. En cuanto llegamos miré al que sería mi oponente, Karasu, y me dirigí a él.
-Combatiremos aquí, si estás de acuerdo. –Suponía que así era, pues me dejó escoger a fin de cuentas, retractarse no parecía algo que barajara como posibilidad además. Era alguien fuerte, aunque de cuerpo aún no lo hubiera demostrado, de carácter lo era, y mucho.
-Dejaré que comiences tú el combate, tómatelo como una muestra de cortesía, o una forma de compensar que tú ya estés algo malherido. Durante los próximos 3 minutos, me limitaré a esquivarte y a defenderme. Es el tiempo que tienes para derrotarme, aprovéchalo. –Nada más decir aquello me preparé para pelear en serio, usaría mis hakis si era necesario, cosa que esperaba con ahínco, de verdad parecía prometedor aquel tipo, esperaba que no me decepcionara, aunque si así era, al menos podría ayudarle a mejorar un poco, y darle un propósito en la vida: Ganarme en un combate de revancha. Pero aquello sería si yo ganaba, cosa que aún no estaba clara, de modo que puse todos mis sentidos en aquel combate.
-Cuando quieras. –Terminé por añadir, ya preparado para defenderme, y haciéndole un gesto con la mano, instándole a que se lanzara con todo, que le esperaba.
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Una vez mi nuevo rival y yo comenzamos a caminar para el terreno de combate, pude apreciar que estaba bastante tranquilo. Yo también lo estaba pues no tenía nada que temer, no por tener una victoria asegurada, si no por que ese combate era una gran evolución para mí. Ese hombre tenía un aspecto que dejaba claro que era poderoso y si yo me esforzaba al máximo podía conseguir que el también lo hiciera y así ver hasta donde llegaba mi poder. Aun así siempre podía aprender cosas de ese hombre pues la vida me había dado un buen don para aprender de mis rivales.
Llegamos a una plaza redonda con bastante tamaño y completamente lisa. Eso me afectaba por que no tendría donde ocultarme para hacer alguna de mis tácticas, pero no iba a ser escusa, simplemente tendría que cambiar algunos métodos. Me dijo que si me parecía bien ese sitio, y por supuesto que era asi. Tan seguro estaba de si mismo que me cedió el comenzar el combate, tres minutos en los que yo podría explayarme y demostrar lo que podía hacer. Quería medirme lo tenía muy claro, si yo demostraba algo grande en esos tres minutos el no tendría mas remedio que hacer lo mismo y yo no quería otra cosa.
-Me parece bien, pero con una condición. Que no te cortes.
Tire mis kunais y mi ninjato a un lado pues ese hombre luchaba sin armas y no sería justo que yo lo hiciera, además yo no tenía ningún problema en el cuerpo a cuerpo. Tras acabar de desprenderme de mis pertenecías tome mi posición de combate a aproximadamente 3 metros de él. Con mis dos piernas semiflexionadas y mi cuerpo hacia delante. Mi brazo derecho tomaba la parte más atrasada de mi guardia ya que era mi brazo más fuerte. Decidí comenzar intentando sorprenderle, por lo que tuve que hacer uso de un pequeño análisis rápido. A diferencia de él que medía 1,90 yo tansiquiera alcanzaba el 1,75 por lo que mi mayor ventaja tenían que ser sus piernas, una zona difícil de proteger y a la vez difícil de aguantar pues golpes certeros el sitios claves podrían bloquear muchos de sus movimientos.
-Bien reezek preparate.
Tras decir eso inicié mi ataque de una forma muy simple pero a la vez bastante efectiva. Salte contra su cara con los puños en posición de golpeo pero en verdad no tenía ninguna intención de golpearle en la cara pues en cuanto caí delante de el lancé mi mano hacía arriba como si fuera un gancho sin intención de golpearle de nuevo pues en verdad buscaba su pierna a la que lance una fuerte patada con la pierna derechas contra la zona interior de su rodilla izquierda pues mi intención no era otra que desequilibrarlo y por su puesto magullar ese punto de apoyo tan vital para un hombre. [AI]
Llegamos a una plaza redonda con bastante tamaño y completamente lisa. Eso me afectaba por que no tendría donde ocultarme para hacer alguna de mis tácticas, pero no iba a ser escusa, simplemente tendría que cambiar algunos métodos. Me dijo que si me parecía bien ese sitio, y por supuesto que era asi. Tan seguro estaba de si mismo que me cedió el comenzar el combate, tres minutos en los que yo podría explayarme y demostrar lo que podía hacer. Quería medirme lo tenía muy claro, si yo demostraba algo grande en esos tres minutos el no tendría mas remedio que hacer lo mismo y yo no quería otra cosa.
-Me parece bien, pero con una condición. Que no te cortes.
Tire mis kunais y mi ninjato a un lado pues ese hombre luchaba sin armas y no sería justo que yo lo hiciera, además yo no tenía ningún problema en el cuerpo a cuerpo. Tras acabar de desprenderme de mis pertenecías tome mi posición de combate a aproximadamente 3 metros de él. Con mis dos piernas semiflexionadas y mi cuerpo hacia delante. Mi brazo derecho tomaba la parte más atrasada de mi guardia ya que era mi brazo más fuerte. Decidí comenzar intentando sorprenderle, por lo que tuve que hacer uso de un pequeño análisis rápido. A diferencia de él que medía 1,90 yo tansiquiera alcanzaba el 1,75 por lo que mi mayor ventaja tenían que ser sus piernas, una zona difícil de proteger y a la vez difícil de aguantar pues golpes certeros el sitios claves podrían bloquear muchos de sus movimientos.
-Bien reezek preparate.
Tras decir eso inicié mi ataque de una forma muy simple pero a la vez bastante efectiva. Salte contra su cara con los puños en posición de golpeo pero en verdad no tenía ninguna intención de golpearle en la cara pues en cuanto caí delante de el lancé mi mano hacía arriba como si fuera un gancho sin intención de golpearle de nuevo pues en verdad buscaba su pierna a la que lance una fuerte patada con la pierna derechas contra la zona interior de su rodilla izquierda pues mi intención no era otra que desequilibrarlo y por su puesto magullar ese punto de apoyo tan vital para un hombre. [AI]
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- [Privado][Pasado] Haciendo... ¿Amigos? (Privado Nocturne & Jokashi)
- [Privado] Haciendo amigos entre los Marines [Etsu, Corvo, Kai]
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