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Las primeras luces del alba despuntaban en el horizonte luchando para hacerse ver entre las tenebrosas nubes causadas por una tormenta vespertina. Las olas se alzaban ferozmente más de diez metros de altura, el viento huracanado cortaba el aire azotando todo lo que encontraba en su camino, en medio de la tormenta una isla que parecía zozobrar se hallaba desafiante ante las inclemencias del tiempo. Los acantilados de afiladas rocas cubrían la mayor parte de la isla pero abriéndose paso entre las piedras una bahía de aguas tranquilas brillaba con los primeros rayos de sol.
A cobijo del mal tiempo una galera mercante se había refugiado en las tranquilas aguas de la bahía, pero en su interior no se escuchaban canticos de alegría ni rezos por haber escapado de la tormenta, los únicos sonidos que provenían del navío eran gemidos de lamento y dolor pues la mayor y más valiosa carga del barco eran los esclavos que se apelotonaban en la cubierta inferior. Maltratados y hacinados se encontraban encadenados por el cuello y la cintura a la pared.
En la cubierta superior el capitán del barco hablaba a viva voz.
Tenemos que darnos prisa, estos esclavos tienen que estar en Mariejoa la semana que viene, como no amaine este maldito tiempo Lord Wickman se va a enfadar por no haber recibido la mercancía a tiempo. Y ya sabes lo que significa eso nos matara a todos así que más vale reparar el barco antes de que la tormenta pase.
El contramaestre del barco dio las órdenes pertinentes y su tripulación se puso manos a la obra. Con una sincronía nata de los hombres del mar bien disciplinados estos s apresuraron a reparar los desperfectos del navío. Si no hubieran estado tan inmersos en su trabajo se hubieran dado cuenta de las burbujas que manaban hacia la superficie y del periscopio que asomaba entre ellas.
En las profundidades de la laguna se hallaba el Santuari.0 el buque insignia de los piratas Dark Clouds, mirando a través del artilugio se encontraba su anciano capitán el afamado Inaga Castamere que al descubrir que la mercancía que transportaba su presa no eran oro ni joyas parecía decepcionado, pero pronto su expresión se tornó en odio pues el tráfico de personas era algo que el detestaba, dio órdenes a toda su tripulación para que estuvieran alerta para emerger y asaltar el navío enemigo cuando el diera la orden. Con la mano en alto esperaba un detonante para salir a la superficie algo que los despistara y pudieran cogerlos aun mas por sorpresa.
A cobijo del mal tiempo una galera mercante se había refugiado en las tranquilas aguas de la bahía, pero en su interior no se escuchaban canticos de alegría ni rezos por haber escapado de la tormenta, los únicos sonidos que provenían del navío eran gemidos de lamento y dolor pues la mayor y más valiosa carga del barco eran los esclavos que se apelotonaban en la cubierta inferior. Maltratados y hacinados se encontraban encadenados por el cuello y la cintura a la pared.
En la cubierta superior el capitán del barco hablaba a viva voz.
Tenemos que darnos prisa, estos esclavos tienen que estar en Mariejoa la semana que viene, como no amaine este maldito tiempo Lord Wickman se va a enfadar por no haber recibido la mercancía a tiempo. Y ya sabes lo que significa eso nos matara a todos así que más vale reparar el barco antes de que la tormenta pase.
El contramaestre del barco dio las órdenes pertinentes y su tripulación se puso manos a la obra. Con una sincronía nata de los hombres del mar bien disciplinados estos s apresuraron a reparar los desperfectos del navío. Si no hubieran estado tan inmersos en su trabajo se hubieran dado cuenta de las burbujas que manaban hacia la superficie y del periscopio que asomaba entre ellas.
En las profundidades de la laguna se hallaba el Santuari.0 el buque insignia de los piratas Dark Clouds, mirando a través del artilugio se encontraba su anciano capitán el afamado Inaga Castamere que al descubrir que la mercancía que transportaba su presa no eran oro ni joyas parecía decepcionado, pero pronto su expresión se tornó en odio pues el tráfico de personas era algo que el detestaba, dio órdenes a toda su tripulación para que estuvieran alerta para emerger y asaltar el navío enemigo cuando el diera la orden. Con la mano en alto esperaba un detonante para salir a la superficie algo que los despistara y pudieran cogerlos aun mas por sorpresa.
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Sin rumbo, sin preocupaciones, una vida para disfrutarla con cierta tranquilidad y comodidad. – Que bien se está aquí – pensé, mientras notaba los pocos rayos de sol que llegaban a mí. Me encontraba en el lecho marino de una bahía, descansando de estar hiendo de un lado para otro. El temporal en mar abierto azotaba con bravura, removiendo también el fondo del mar. Pero en aquel lugar, en un pequeño rincón donde las aguas estaban calmadas, parecía como si el clima no quisiera tocarlo. Un simple balanceo es lo único que sentía, regalado con un silencio que tenía ya ganas de sentir. Pero la tranquilidad duró muy poco, por que comencé a escuchar gritos en la superficie. – Vaya alguien está gritando, bueno mientras me deje tranquilo no pasa nada – dije en voz baja para mí. Tras terminar aquella frase, una sombra comenzó a oscurecer toda la zona en la que estaba. Abrí los ojos, que tenía cerrados para descansar y observé que era lo que estaba entorpeciendo aún más mí días de relax.
- ¿Un barco? – me dije, sabiendo que con la tormenta que había era difícil llegar hasta allí. Pero que fuera un barco no le daba derecho a quitarme la sombra, por lo que cogí mis espadas y procedí a subir a la superficie.
Al llegar arriba iba a gritar que apartaran su barco, pero al ver qué tipo de barco era me contuve. Un barco de esclavos nada menos, algo que me hizo hervir la sangre en todos los puntos de mi cuerpo. Desde el agua observé como maltrataban a aquellos desgraciados, que habían tenido la mala suerte de caer en las garras de aquellos tipos. No me gustaba entrometerme en este tipo de asuntos, pero…… tenía que quitar el barco de allí para poder seguir descansando. Bajé de nuevo unos metros para coger impulso y me lancé con fuerza hacía la superficie, para posarme en el bauprés del barco. Con el agua goteando poco a poco de mí cuerpo, miré a los sorprendidos tripulantes de aquel navío.
- No lo repetiré dos veces, me estáis quitando el sol y estaba muy tranquilo descansando en el fondo de eta bahía. Quitad el barco ahora o…. – mi corazón comenzó a latir fuertemente al ver a aquel monumento.
Uno de los esclavos era una hermosa mujer de cabellos cobrizos y una belleza innombrable, si le quitáramos toda la suciedad que tenía claro. Me miró con ojos tiernos y de esperanza, como si me pidiera ayuda o que la llevara a la cama… no era muy bueno descifrando miradas. Desde ese momento, decidí que tenía que salvarla por el bien de mí, ya que sería un punto extra a la hora de romper el hielo. Volví a centrarme en lo que estaba diciendo, pudiendo comprobar que algunos tripulantes ya habían sacado las espadas. – Ejem, como iba diciendo. No me gusta la gente que esclaviza a los demás, así que quiero que los liberéis – terminé diciendo con un guiño hacía aquella humana.
- ¿Un barco? – me dije, sabiendo que con la tormenta que había era difícil llegar hasta allí. Pero que fuera un barco no le daba derecho a quitarme la sombra, por lo que cogí mis espadas y procedí a subir a la superficie.
Al llegar arriba iba a gritar que apartaran su barco, pero al ver qué tipo de barco era me contuve. Un barco de esclavos nada menos, algo que me hizo hervir la sangre en todos los puntos de mi cuerpo. Desde el agua observé como maltrataban a aquellos desgraciados, que habían tenido la mala suerte de caer en las garras de aquellos tipos. No me gustaba entrometerme en este tipo de asuntos, pero…… tenía que quitar el barco de allí para poder seguir descansando. Bajé de nuevo unos metros para coger impulso y me lancé con fuerza hacía la superficie, para posarme en el bauprés del barco. Con el agua goteando poco a poco de mí cuerpo, miré a los sorprendidos tripulantes de aquel navío.
- No lo repetiré dos veces, me estáis quitando el sol y estaba muy tranquilo descansando en el fondo de eta bahía. Quitad el barco ahora o…. – mi corazón comenzó a latir fuertemente al ver a aquel monumento.
Uno de los esclavos era una hermosa mujer de cabellos cobrizos y una belleza innombrable, si le quitáramos toda la suciedad que tenía claro. Me miró con ojos tiernos y de esperanza, como si me pidiera ayuda o que la llevara a la cama… no era muy bueno descifrando miradas. Desde ese momento, decidí que tenía que salvarla por el bien de mí, ya que sería un punto extra a la hora de romper el hielo. Volví a centrarme en lo que estaba diciendo, pudiendo comprobar que algunos tripulantes ya habían sacado las espadas. – Ejem, como iba diciendo. No me gusta la gente que esclaviza a los demás, así que quiero que los liberéis – terminé diciendo con un guiño hacía aquella humana.
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Inaga se encontraba inmerso acechando al navío enemigo esperando por una distracción cuando de pronto desde las profundidades emergió un ser abordando la cubierta del barco de esclavos de un gran salto. El anciano esperó un poco mas antes de dar la orden pues quería comprobar que es lo que el extraño ser quería.
Esperad señores veamos con que nos sorprende este hijo del mar.
Pero capitán ¿y si es un espía enemigo y nos ah tenido una trampa?
¿Acaso olvidas que un tritón vale más que todos los humanos que llevan a bordo? Preparad las armas y estad listos cuando de la señal.
Inaga se asomó de nuevo por el periscopio y lo vio hablando airadamente con los esclavistas para después acercarse a una humana y volver a encararse a los humanos. El monje llego a la conclusión de que ambos se conocían y él había venido a rescatarla, sin más dilación dio la orden a su tripulación para abordar el navío enemigo. De repente en la superficie de la bahía al lado del barco se empezó a formar un cumulo de burbujas el cual aumentaba por segundos de estas emergió el Santuari.0 en el mismo momento que un rayo iluminaba toda la zona.
Abriendo las compuertas la tripulación salto al abordaje lanzando ganchos y escalas hacia el barco de los esclavistas. Esto los cogió completamente desprevenidos pues el capitán del barco se encontraba discutiendo con el tritón. Los piratas empezaron a disparar sus armas, las balas silbaban de camino a los cuerpos de sus enemigos a los cuales les costó reaccionar. En cuanto su capitán les dio la orden los esclavistas comenzaron a formar en torno a su líder el cual se escondió entre ellos.
¡Quien osa atacar el navío de lord wickman! Os lo advierto su ira es terrible si os marcháis ahora no tomaremos represalias.
Tras estas palabras una humareda empezó a cubrir toda la cubierta desde el palo mayor una figura bajaba levitando entre una nube de humo el anciano capitán de los piratas. Su túnica negra le cubría el cuerpo pero dejaba ver a sus espaldas dos majestuosas alas una de color negro y otra de color blanco entre las que sobresale un bastón de monje. Con su aspecto imponente descendió hasta tocar la madera y la nube de humo se transformó en sus pies.
-Yo soy el osado que ataca el navío de lord wickman, Inaga Castamere.- El pirata realizó un saludo elegante moviendo las manos para enfatizar mas el gesto.-Y lamento decirte que no le temo a el ni a lo que representa, así que si deponéis las armas se os perdonara la vida, en caso contrario acabaremos con todos ustedes.-Tras esto Inaga se dirigió al tritón.- Saludos noble criatura del mar, siempre eh odiado a los esclavistas si me ayudáis os prometo que liberaremos a vuestros amigos.-
El capitán enemigo tras escuchar al anciano enrojeció de ira y mando a sus tropas abrir fuego.
Esperad señores veamos con que nos sorprende este hijo del mar.
Pero capitán ¿y si es un espía enemigo y nos ah tenido una trampa?
¿Acaso olvidas que un tritón vale más que todos los humanos que llevan a bordo? Preparad las armas y estad listos cuando de la señal.
Inaga se asomó de nuevo por el periscopio y lo vio hablando airadamente con los esclavistas para después acercarse a una humana y volver a encararse a los humanos. El monje llego a la conclusión de que ambos se conocían y él había venido a rescatarla, sin más dilación dio la orden a su tripulación para abordar el navío enemigo. De repente en la superficie de la bahía al lado del barco se empezó a formar un cumulo de burbujas el cual aumentaba por segundos de estas emergió el Santuari.0 en el mismo momento que un rayo iluminaba toda la zona.
Abriendo las compuertas la tripulación salto al abordaje lanzando ganchos y escalas hacia el barco de los esclavistas. Esto los cogió completamente desprevenidos pues el capitán del barco se encontraba discutiendo con el tritón. Los piratas empezaron a disparar sus armas, las balas silbaban de camino a los cuerpos de sus enemigos a los cuales les costó reaccionar. En cuanto su capitán les dio la orden los esclavistas comenzaron a formar en torno a su líder el cual se escondió entre ellos.
¡Quien osa atacar el navío de lord wickman! Os lo advierto su ira es terrible si os marcháis ahora no tomaremos represalias.
Tras estas palabras una humareda empezó a cubrir toda la cubierta desde el palo mayor una figura bajaba levitando entre una nube de humo el anciano capitán de los piratas. Su túnica negra le cubría el cuerpo pero dejaba ver a sus espaldas dos majestuosas alas una de color negro y otra de color blanco entre las que sobresale un bastón de monje. Con su aspecto imponente descendió hasta tocar la madera y la nube de humo se transformó en sus pies.
-Yo soy el osado que ataca el navío de lord wickman, Inaga Castamere.- El pirata realizó un saludo elegante moviendo las manos para enfatizar mas el gesto.-Y lamento decirte que no le temo a el ni a lo que representa, así que si deponéis las armas se os perdonara la vida, en caso contrario acabaremos con todos ustedes.-Tras esto Inaga se dirigió al tritón.- Saludos noble criatura del mar, siempre eh odiado a los esclavistas si me ayudáis os prometo que liberaremos a vuestros amigos.-
El capitán enemigo tras escuchar al anciano enrojeció de ira y mando a sus tropas abrir fuego.
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La tripulación comenzó a avanzar hacia mí portando sus armas, por lo que saqué mis 6 espadas y esperé pacientemente a que se acercaran. – Oye tampoco hace falta que os pongáis así, simplemente con que soltéis a los esclavos estamos en paz – dije, pero mis palabras no hicieron si no el efecto contrario en aquella escoria. Uno de ellos se lanzó hacía mí para darme una estocada, parándola con 3 de mis espadas, - veo que hoy morirá mucha gente – dije con un tono serio y atravesando al que me había atacado con mis otras espadas. Los demás esclavistas me miraron aún más enfadados y varios se prepararon para atacar, pero en ese momento algo interrumpió el combate.
Un ruido proveniente del mar, hizo que todo quedara en silencio durante unos instantes y a continuación varios garfios comenzaron a aferrarse al barco. Era ¿un abordaje? , me dije, pensando que aquello no podía ir peor. Si los que abordaban el barco también eran enemigos, la cosa se pondría bastante mal. Aunque también podría saltar al mar de nuevo pero… no quería que le pasara nada a esa belleza… bueno, me pelearía un poco y si la situación se ponía insostenible me marcharía. Los que estaban abordando el barco, empezaron a atacar a los esclavistas con sus pistolas y espadas.
En ese momento una voz se impuso a todo el ruido que había en cubierta, silenciando por unos instantes cualquier ruido del barco. -¡Quien osa atacar el navío de lord wickman! Os lo advierto su ira es terrible si os marcháis ahora no tomaremos represalias. – dijo con un tono amenazador. Tras sus palabras, un extraño humo comenzó a cubrir el suelo del barco por completo. Me quedé en el bauprés, el único lugar al que el humo no había llegado y observé lo que estaba ocurriendo. Un hombre con una túnica negra apareció de repente, posiblemente el capitán de los que habían abordado el barco, - otro problema – pensé, mientras adoptaba una postura defensiva con mis espadas.
-Yo soy el osado que ataca el navío de lord wickman, Inaga Castamere.- dijo firmemente y sin que la voz le temblara. - Y lamento decirte que no le temo a él ni a lo que representa, así que si deponéis las armas se os perdonara la vida, en caso contrario acabaremos con todos ustedes. – Dijo amenazando a los esclavistas.
De repente aquel tipo me miró - Saludos noble criatura del mar, siempre eh odiado a los esclavistas si me ayudáis os prometo que liberaremos a vuestros amigos.- me dijo en un tono cordial y amable. - ¿Noble criatura del mar?- pensé mirándolo detenidamente. Esa era una forma de hablar algo anticuada, aunque no le quitaba sutileza a sus palabras. Mencionó que siempre había odiado a los esclavistas, algo que posiblemente teníamos en común. Aunque luego dijo algo de liberar a mis amigos… pero si no conocía a esa gente… pero… si me ayudaba a salvar a aquella mujer… posiblemente antes de finalizar el día podría tener faena. – mmm, creo que me aliare con este tipo por ahora – pensé mirándolo fijamente. – Por ahora tienes mis espadas a tu servicio ¿Inaga?... perdona soy fatal para los nombres. Mi nombre es Habu y es hora de salvar a la damis… quiero decir a estos pobres esclavos. – dije poniéndome serio y fijando la mirada en los esclavistas, que estaban en posición para atacar.
Usando mi velocidad con la danza del caminante, pasé a gran velocidad cerca de 3 esclavistas. Lancé varios cortes amputándoles los brazos a mi paso, tras ello salte hacía atrás volviendo a mi posición original. Los esclavistas mutilados comenzaron a gritar por el intenso dolor, incluso algunos entraron en estado de shock con convulsiones en el suelo. – No es nada personal muchachos, pero sois lo peor de este mundo y os merecéis el peor de los castigos – dije con un tono frio y serio. No dejaría a ninguno de esos tipos en pie, aunque ahora tocaba esperar cuál sería su reacción.
Un ruido proveniente del mar, hizo que todo quedara en silencio durante unos instantes y a continuación varios garfios comenzaron a aferrarse al barco. Era ¿un abordaje? , me dije, pensando que aquello no podía ir peor. Si los que abordaban el barco también eran enemigos, la cosa se pondría bastante mal. Aunque también podría saltar al mar de nuevo pero… no quería que le pasara nada a esa belleza… bueno, me pelearía un poco y si la situación se ponía insostenible me marcharía. Los que estaban abordando el barco, empezaron a atacar a los esclavistas con sus pistolas y espadas.
En ese momento una voz se impuso a todo el ruido que había en cubierta, silenciando por unos instantes cualquier ruido del barco. -¡Quien osa atacar el navío de lord wickman! Os lo advierto su ira es terrible si os marcháis ahora no tomaremos represalias. – dijo con un tono amenazador. Tras sus palabras, un extraño humo comenzó a cubrir el suelo del barco por completo. Me quedé en el bauprés, el único lugar al que el humo no había llegado y observé lo que estaba ocurriendo. Un hombre con una túnica negra apareció de repente, posiblemente el capitán de los que habían abordado el barco, - otro problema – pensé, mientras adoptaba una postura defensiva con mis espadas.
-Yo soy el osado que ataca el navío de lord wickman, Inaga Castamere.- dijo firmemente y sin que la voz le temblara. - Y lamento decirte que no le temo a él ni a lo que representa, así que si deponéis las armas se os perdonara la vida, en caso contrario acabaremos con todos ustedes. – Dijo amenazando a los esclavistas.
De repente aquel tipo me miró - Saludos noble criatura del mar, siempre eh odiado a los esclavistas si me ayudáis os prometo que liberaremos a vuestros amigos.- me dijo en un tono cordial y amable. - ¿Noble criatura del mar?- pensé mirándolo detenidamente. Esa era una forma de hablar algo anticuada, aunque no le quitaba sutileza a sus palabras. Mencionó que siempre había odiado a los esclavistas, algo que posiblemente teníamos en común. Aunque luego dijo algo de liberar a mis amigos… pero si no conocía a esa gente… pero… si me ayudaba a salvar a aquella mujer… posiblemente antes de finalizar el día podría tener faena. – mmm, creo que me aliare con este tipo por ahora – pensé mirándolo fijamente. – Por ahora tienes mis espadas a tu servicio ¿Inaga?... perdona soy fatal para los nombres. Mi nombre es Habu y es hora de salvar a la damis… quiero decir a estos pobres esclavos. – dije poniéndome serio y fijando la mirada en los esclavistas, que estaban en posición para atacar.
Usando mi velocidad con la danza del caminante, pasé a gran velocidad cerca de 3 esclavistas. Lancé varios cortes amputándoles los brazos a mi paso, tras ello salte hacía atrás volviendo a mi posición original. Los esclavistas mutilados comenzaron a gritar por el intenso dolor, incluso algunos entraron en estado de shock con convulsiones en el suelo. – No es nada personal muchachos, pero sois lo peor de este mundo y os merecéis el peor de los castigos – dije con un tono frio y serio. No dejaría a ninguno de esos tipos en pie, aunque ahora tocaba esperar cuál sería su reacción.
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Tras la presentación de Inaga, el tritón aceptó su proposición de unirse para acabar con los esclavistas, le comentó que tenía sus espadas a su servicio mientras durara la contienda también le dijo que su nombre “Habu”. La verdad es que era la tercera vez que tenia a un tritón cara a cara, durante sus aventuras el monje no había tenido muchas oportunidades de aprender de su cultura y esperaba que después de este encuentro esa situación cambiara.
Habu se lanzó al combate con las espadas por delante, la verdad que verlo luchar era todo un espectáculo, con la multitud de brazos que poseía era capaz de lanzar un verdadero aluvión de golpes sobre sus enemigos, los brazos de estos eran seccionados por el poder de sus espadas y la sangre brotaba de los muñones ensuciando la cubierta mojada por la lluvia.
¡Vamos chicos no podemos dejar que haga todo nuestro trabajo!
Tras estas palabras el monje se lanzo con su bastón danzando contra sus enemigos, sus giros eran verdaderos movimientos de baile con los cuales se movía a una velocidad realmente alta. Su bastón Dharma impactaba contra sus enemigos derribándolos y lanzándolos por la borda. Su tripulación tampoco se quedó atrás pues cargaron rompiendo las líneas de los esclavistas.
El capitán enemigo estaba rodeado por 4 fornidos guardaespaldas los cuales tenían una pinta mas amenazadora que los demás esclavistas. Estos portaban dos sables cada uno los cuales tenían imbuidos en haki.
¡Habu! estos no parecen tan débiles como sus compañeros. ¿Qué te parece si nos dividimos?-dijo el monje hacia su improvisado compañero.
Habu se lanzó al combate con las espadas por delante, la verdad que verlo luchar era todo un espectáculo, con la multitud de brazos que poseía era capaz de lanzar un verdadero aluvión de golpes sobre sus enemigos, los brazos de estos eran seccionados por el poder de sus espadas y la sangre brotaba de los muñones ensuciando la cubierta mojada por la lluvia.
¡Vamos chicos no podemos dejar que haga todo nuestro trabajo!
Tras estas palabras el monje se lanzo con su bastón danzando contra sus enemigos, sus giros eran verdaderos movimientos de baile con los cuales se movía a una velocidad realmente alta. Su bastón Dharma impactaba contra sus enemigos derribándolos y lanzándolos por la borda. Su tripulación tampoco se quedó atrás pues cargaron rompiendo las líneas de los esclavistas.
El capitán enemigo estaba rodeado por 4 fornidos guardaespaldas los cuales tenían una pinta mas amenazadora que los demás esclavistas. Estos portaban dos sables cada uno los cuales tenían imbuidos en haki.
¡Habu! estos no parecen tan débiles como sus compañeros. ¿Qué te parece si nos dividimos?-dijo el monje hacia su improvisado compañero.
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El combate ya había comenzado y realmente no sabía cómo iba a acabar. Inaga era un tipo algo raro y podía ser alguien con quien tratar o un tirano enfermizo. Fuese como fuese, ahora mismo estaba ocupado con el capitán esclavista y su tripulación, por lo que primero eran ellos. Seguía viendo como los esclavista que había atacado, seguían retorciéndose de dolor en el suelo y en ese momento Inaga ordenó a los suyos seguir con el abordaje. Depuse de eso lo que vi fue algo que me agradó, aquel capitán se movía con soltura.
Cogió su bastón y comenzó a dar golpes diestros a siniestro, como un baile de una persona en el que los esclavistas no estaban invitados. Tanto su tripulación como él, empezaron a lanzar a aquellos indeseables por la borda. Salían despedidos a gran velocidad, impactando contra el mar con fuerza. Todo parecía que iba a acabar pronto, pero 4 hombres del capitán esclavista estaban rodeándolo y no parecían tan débiles como con los que habíamos acabado. Parecían más fuertes, más rudos, mas… bueno ya os imagináis, aparte de que portaban dos grandes sables. Comenzaron a avanzar, atacando a todo el que se pusiera en su camino, haciendo retroceder a la tripulación de Inaga. En ese momento Inaga me comentó que no parecían tan débiles como sus compañeros, algo que se veía a simple vista.
- Si, parece que habrá que emplearse a fondo – dije, pensando que no tenía ganas de emplearme a fondo, si no pasar un buen rato con aquella esclava. Pero sabía que si no acababa con ellos, jamás podría llegar a ello.
Empuñé con fuerzas mis espadas, preparándome para cuando llegaran aquellos tipos. Sabía que todavía me quedaba mucho camino por recorrer y más viendo que podían imbuir sus armas en haki, pero no me iba a echar atrás. Tras escuchar a Inaga el capitán esclavista comenzó a enojarse – si queréis morir o daré ese placer – dijo enviando dos de los tipos rudos contra mí y otros dos contra la Inaga y su tripulación. Uno de esos tipos se adelantó ligeramente para atacarme, levantando ambas espadas y dejándolas caer con fuerza. Coloque rápidamente 4 de las espadas en forma de 2 cruces y detuve por lo pelos el ataque, ya que tenía bastante fuerza. – Morirás renacuajo – me dijo el tipo mientras veía que iba cediendo. Lo miré con frialdad – cuidado que vienen brisas huracanadas – dije sonriendo.
En ese momento usé mi habilidad de uno con la espada y le di un tajo con Tatsumaki, creando una ráfaga de 140 km/h hacía arriba. Aquello empujó al tipo hacía el aire, con cara de que estaba pasando. Pero no me iba a detener ahí, con Sendan-ha le lancé una onda cortante mientras estaba en el aire confuso y desprotegido. Mientras el otro se acercaba algo más dubitativo, su compañero estaba recibiendo una onda cortante que le daría en el pecho. Tras aquello cayó al suelo sin vida, pero todavía quedaba su compañero al cual no iba a sorprenderlo tan fácilmente.
Cogió su bastón y comenzó a dar golpes diestros a siniestro, como un baile de una persona en el que los esclavistas no estaban invitados. Tanto su tripulación como él, empezaron a lanzar a aquellos indeseables por la borda. Salían despedidos a gran velocidad, impactando contra el mar con fuerza. Todo parecía que iba a acabar pronto, pero 4 hombres del capitán esclavista estaban rodeándolo y no parecían tan débiles como con los que habíamos acabado. Parecían más fuertes, más rudos, mas… bueno ya os imagináis, aparte de que portaban dos grandes sables. Comenzaron a avanzar, atacando a todo el que se pusiera en su camino, haciendo retroceder a la tripulación de Inaga. En ese momento Inaga me comentó que no parecían tan débiles como sus compañeros, algo que se veía a simple vista.
- Si, parece que habrá que emplearse a fondo – dije, pensando que no tenía ganas de emplearme a fondo, si no pasar un buen rato con aquella esclava. Pero sabía que si no acababa con ellos, jamás podría llegar a ello.
Empuñé con fuerzas mis espadas, preparándome para cuando llegaran aquellos tipos. Sabía que todavía me quedaba mucho camino por recorrer y más viendo que podían imbuir sus armas en haki, pero no me iba a echar atrás. Tras escuchar a Inaga el capitán esclavista comenzó a enojarse – si queréis morir o daré ese placer – dijo enviando dos de los tipos rudos contra mí y otros dos contra la Inaga y su tripulación. Uno de esos tipos se adelantó ligeramente para atacarme, levantando ambas espadas y dejándolas caer con fuerza. Coloque rápidamente 4 de las espadas en forma de 2 cruces y detuve por lo pelos el ataque, ya que tenía bastante fuerza. – Morirás renacuajo – me dijo el tipo mientras veía que iba cediendo. Lo miré con frialdad – cuidado que vienen brisas huracanadas – dije sonriendo.
En ese momento usé mi habilidad de uno con la espada y le di un tajo con Tatsumaki, creando una ráfaga de 140 km/h hacía arriba. Aquello empujó al tipo hacía el aire, con cara de que estaba pasando. Pero no me iba a detener ahí, con Sendan-ha le lancé una onda cortante mientras estaba en el aire confuso y desprotegido. Mientras el otro se acercaba algo más dubitativo, su compañero estaba recibiendo una onda cortante que le daría en el pecho. Tras aquello cayó al suelo sin vida, pero todavía quedaba su compañero al cual no iba a sorprenderlo tan fácilmente.
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Justo como pensaba el anciano los 4 hombres no eran soldados comunes, pues les atacaron imbuyendo sus armas en haki, el tritón realizó una maniobra con sus espadas parando el golpe de uno de ellos y lanzándolo al aire después de haber creado una gran ráfaga de aire ascendente. La soltura de sus movimientos poseía algo que atraía al monje pues iban todos los miembros al unisonó creando un ritmo maravilloso.
Vaya manera más espectacular de acabar con un enemigo. Pensó para sí mismo el monje, si el gyojing quería montar un espectáculo él no se iba a quedar corto. Se encaró a sus atacantes los cuales estaban lanzando sendas estocadas en dirección a su cuerpo, girando el bastón a gran velocidad el cual se tornó con un color negro debido a su propio haki, desvió las estocadas al darle un golpe en la parte roma de las espadas y aprovechando la fuerza aplicada en los giros lanzó un golpe descendente en medio de ambos liberando el anillo de los dioses, lo que provocó un que un rayo cayera justo donde impactó el golpe electrocutando a los dos enemigos.
-Mira parece que no soy el único que puede crear humo de su cuerpo.-Dijo al observar como el humo emanaba de los cuerpos semi carbonizados. Tras esto dedico un segundo en velar por su tripulación, comprobó que sus hombres no se encontraban en grandes problemas pues estaban acabando con todos los esclavistas, en la bodega del barco se empezaban a escuchar gritos de ánimo y desesperación, querían que los salvaran y eso es lo que el anciano iba a hacer pero primero tenía que acabar con el bastardo del capitán.
Escúchame alimaña, cuando te levantaste esta mañana tenias toda una vida por delante para hacer lo que te viniera en gana, siento ser yo el que acabe con tus sueños pues nuestros destinos se han cruzado tuviste tu oportunidad para vivir y aun así la desperdiciaste ahora se un hombre y prepárate a morir.
Mientras decía estas palabras el monje observo todos los movimientos del capitán y por primera vez se fijo en las manos del capitán, concretamente en la izquierda la cual poseía una cara en la palma de su mano, su boca se encontraba cosida pero los ojos vivos apuntaban suplicantes en dirección a Inaga. Parecía como si quisiera ser rescatado pero una cara en la mano no es algo que se encuentre todos los días. Decidido a documentar ese hallazgo se colocó el bastón a la espalda y desenfundo sus garras de derviche con las cuales pretendía cortar la mano de su enemigo, el cual paro sus golpes con el estoque que poseía.
Maldito perro sarnoso, Lord Wickman ha sido informado de este altercado y me habéis dicho vuestros nombres, estáis acabados.
Vaya manera más espectacular de acabar con un enemigo. Pensó para sí mismo el monje, si el gyojing quería montar un espectáculo él no se iba a quedar corto. Se encaró a sus atacantes los cuales estaban lanzando sendas estocadas en dirección a su cuerpo, girando el bastón a gran velocidad el cual se tornó con un color negro debido a su propio haki, desvió las estocadas al darle un golpe en la parte roma de las espadas y aprovechando la fuerza aplicada en los giros lanzó un golpe descendente en medio de ambos liberando el anillo de los dioses, lo que provocó un que un rayo cayera justo donde impactó el golpe electrocutando a los dos enemigos.
-Mira parece que no soy el único que puede crear humo de su cuerpo.-Dijo al observar como el humo emanaba de los cuerpos semi carbonizados. Tras esto dedico un segundo en velar por su tripulación, comprobó que sus hombres no se encontraban en grandes problemas pues estaban acabando con todos los esclavistas, en la bodega del barco se empezaban a escuchar gritos de ánimo y desesperación, querían que los salvaran y eso es lo que el anciano iba a hacer pero primero tenía que acabar con el bastardo del capitán.
Escúchame alimaña, cuando te levantaste esta mañana tenias toda una vida por delante para hacer lo que te viniera en gana, siento ser yo el que acabe con tus sueños pues nuestros destinos se han cruzado tuviste tu oportunidad para vivir y aun así la desperdiciaste ahora se un hombre y prepárate a morir.
Mientras decía estas palabras el monje observo todos los movimientos del capitán y por primera vez se fijo en las manos del capitán, concretamente en la izquierda la cual poseía una cara en la palma de su mano, su boca se encontraba cosida pero los ojos vivos apuntaban suplicantes en dirección a Inaga. Parecía como si quisiera ser rescatado pero una cara en la mano no es algo que se encuentre todos los días. Decidido a documentar ese hallazgo se colocó el bastón a la espalda y desenfundo sus garras de derviche con las cuales pretendía cortar la mano de su enemigo, el cual paro sus golpes con el estoque que poseía.
Maldito perro sarnoso, Lord Wickman ha sido informado de este altercado y me habéis dicho vuestros nombres, estáis acabados.
Habu
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El siguiente en acercarse fue el compañero de aquél sujeto, atacando por la espalda, creyendo que de ese modo sería capaz de tomarme las espaldas sin mucha dificultad, algo que habitualmente tiene mucho sentido, pero no contra un ser de varios brazos y tentáculos. Logré desviar su acometida al tiempo que daba un paso al lado para esquivar el ataque de ese cateto, pero sin darme cuenta un leve corte se hizo en el dorso de mi antebrazo derecho. -Maldito, no dañes mi hermosa piel, que sino no hay quien ligue.- Dije mientras giraba las katanas en su propio eje mientras visualizaba la situación.
Inaga se enfrentaba ya al capitán de aquella panda de imbéciles que trataban a las mujeres como esclavas en lugar de divertirse con ellas, no lo entendía, pero ese no era momento de ponerse a pensar en esas cosas, primero tendría que acabar con la comadreja que tenía por enemigo en aquella pelea. Con un rápido movimiento se colocó junto a su contrincante lanzandole un corte con cada una de las katanas, que al estar girando, lo que hicieron fue seccionar el cuerpo del esclavista en varios pedacitos, dejando un cuerpo inherte y despedazado junto al de su camarada. Ahora podría ayudar a Inaga con su cometido, había cambiado el bastón por unas extrañas garras, algo curioso, y todos sus golpes parecían dirigidos a arrancarle la mano izquierda al capitán. De modo que me coloqué a las espaldas de aquél hombre y con un par de estocadas corté sus articulaciones, hombros y rodillas, aquél hombre estaba ya entregado.
Inaga se enfrentaba ya al capitán de aquella panda de imbéciles que trataban a las mujeres como esclavas en lugar de divertirse con ellas, no lo entendía, pero ese no era momento de ponerse a pensar en esas cosas, primero tendría que acabar con la comadreja que tenía por enemigo en aquella pelea. Con un rápido movimiento se colocó junto a su contrincante lanzandole un corte con cada una de las katanas, que al estar girando, lo que hicieron fue seccionar el cuerpo del esclavista en varios pedacitos, dejando un cuerpo inherte y despedazado junto al de su camarada. Ahora podría ayudar a Inaga con su cometido, había cambiado el bastón por unas extrañas garras, algo curioso, y todos sus golpes parecían dirigidos a arrancarle la mano izquierda al capitán. De modo que me coloqué a las espaldas de aquél hombre y con un par de estocadas corté sus articulaciones, hombros y rodillas, aquél hombre estaba ya entregado.
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El tritón era bastante competente pues consiguió deshacerse de ambos guardaespaldas con gran maestría, el sonido producido por sus movimientos cautivó a Inaga y decidió que cuando acabara el combate le pediría que se uniera a su tripulación. Gracias a él ganaríamos potencia de combate y alguien capaz de desenvolverse dentro del agua, pero antes tenía que acabar con el capitán.
El combate estaba bastante desigualado pues el capitán del navío no era rival para Inaga el cual paraba los ataques del esclavista con una maestría alcanzada gracias a los largos años de entrenamiento. Los ataques del monje tenían una única intención, cercenar la mano izquierda de su oponente el cual abrumado por la fuerza de su oponente no pudo más que observar atónito como la mano izquierda de su cuerpo era separa de él. El hombre gritó y maldijo al anciano revelándole que esa era una mano maldita y que ahora sería él el que llevara la maldición. Tras esas palabras Habu hirió en las articulaciones al capitán ya tullido dejándolo moribundo.
Como te dije antes, este es tu fin. Álzate y se libre. Tras estas palabras Inaga decapitó de un rápido movimiento a su adversario en el mismo momento que su tripulación acababa de derrotar a todos los esclavistas. Limpiando la sangre de sus garras con las ropas de su enemigo caído lanzo una plegaria por su alma y ordenó a su tripulación registrar el barco y liberar a los esclavos, no haríamos dinero con ellos sino que les dejaríamos el barco para que pudieran escapar. Al acabar de dar las órdenes recogió con sumo cuidado la mano la cual estaba moviendo sus labios. Tranquilamente retiro los puntos de las costuras y liberó las ataduras de la boca de la mano.
-¡Por fin! Ese maldito canalla.- Escupió en dirección al cadáver del esclavista. -Esta muerto, muerto te lo dije que si te atrevías a callarme te morirías. Esto disculpa mis palabras pero llevo más de 4 años con la boca cosida, permíteme que me presente soy tu nuevo mejor amigo. Me has mostrado que eres digno de ser el siguiente portador de la mano maldita de buda, sí me aceptas prometo velar por ti así como tú lo harás por mí.-
Inaga se encontraba boquiabierto la mano le estaba hablando con toda la normalidad del mundo y no solo eso se estaba ofreciendo a ir con el. Tentado por la curiosidad activo su tercer ojo en busca de alguna intención oculta de la mano, pero al no descubrir nada se fió de sus instintos y le dijo que aceptaba que le acompañara. Tras esto la metió en una bolsa que había en su cintura y se dirigió al tritón.
Has luchado bien Habu, no me vendría nada mal un espadachín tan hábil como tú. ¿Qué te parecería unirte a mí para surcar estos mares? Siempre es mejor estar bien acompañado que solo. Te puedo prometer grandes aventuras y grandes riquezas pues con tus habilidades y las de mis compañeros Roora y Kenta seguro que podremos conseguir grandes hazañas.
Al decir estas palabras de forma irracional Inaga llevo su mano a la bolsa su cintura y la metió dentro dejándola hay. Se encontraba de pie en cubierta esperando la respuesta del que esperaba fuera su siguiente nuevo compañero mientras su tripulacion volvia al Santuari.0 con el botin obtenido.
El combate estaba bastante desigualado pues el capitán del navío no era rival para Inaga el cual paraba los ataques del esclavista con una maestría alcanzada gracias a los largos años de entrenamiento. Los ataques del monje tenían una única intención, cercenar la mano izquierda de su oponente el cual abrumado por la fuerza de su oponente no pudo más que observar atónito como la mano izquierda de su cuerpo era separa de él. El hombre gritó y maldijo al anciano revelándole que esa era una mano maldita y que ahora sería él el que llevara la maldición. Tras esas palabras Habu hirió en las articulaciones al capitán ya tullido dejándolo moribundo.
Como te dije antes, este es tu fin. Álzate y se libre. Tras estas palabras Inaga decapitó de un rápido movimiento a su adversario en el mismo momento que su tripulación acababa de derrotar a todos los esclavistas. Limpiando la sangre de sus garras con las ropas de su enemigo caído lanzo una plegaria por su alma y ordenó a su tripulación registrar el barco y liberar a los esclavos, no haríamos dinero con ellos sino que les dejaríamos el barco para que pudieran escapar. Al acabar de dar las órdenes recogió con sumo cuidado la mano la cual estaba moviendo sus labios. Tranquilamente retiro los puntos de las costuras y liberó las ataduras de la boca de la mano.
-¡Por fin! Ese maldito canalla.- Escupió en dirección al cadáver del esclavista. -Esta muerto, muerto te lo dije que si te atrevías a callarme te morirías. Esto disculpa mis palabras pero llevo más de 4 años con la boca cosida, permíteme que me presente soy tu nuevo mejor amigo. Me has mostrado que eres digno de ser el siguiente portador de la mano maldita de buda, sí me aceptas prometo velar por ti así como tú lo harás por mí.-
Inaga se encontraba boquiabierto la mano le estaba hablando con toda la normalidad del mundo y no solo eso se estaba ofreciendo a ir con el. Tentado por la curiosidad activo su tercer ojo en busca de alguna intención oculta de la mano, pero al no descubrir nada se fió de sus instintos y le dijo que aceptaba que le acompañara. Tras esto la metió en una bolsa que había en su cintura y se dirigió al tritón.
Has luchado bien Habu, no me vendría nada mal un espadachín tan hábil como tú. ¿Qué te parecería unirte a mí para surcar estos mares? Siempre es mejor estar bien acompañado que solo. Te puedo prometer grandes aventuras y grandes riquezas pues con tus habilidades y las de mis compañeros Roora y Kenta seguro que podremos conseguir grandes hazañas.
Al decir estas palabras de forma irracional Inaga llevo su mano a la bolsa su cintura y la metió dentro dejándola hay. Se encontraba de pie en cubierta esperando la respuesta del que esperaba fuera su siguiente nuevo compañero mientras su tripulacion volvia al Santuari.0 con el botin obtenido.
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Tras cerciorar la mano del capitán, y al tenerlo de rodillas, sin posibilidad de moverse lo libera de su maldición, aquél hombre se refería a la mano como una maldición, algo que yo no entendía, era algo extraño considerar maldición a una mano, por muy rara que sea. Inaga tomó la mano y la metió en su bolsa, eso después de escuchar el relato de la mano diciendo que lo protegería, algo realmente curioso, la mano, aún separada del cuerpo, parecía viva, y lo más increíble es que hablaba con una coherencia asombrosa. Tras todo aquello Inaga mandó a su tripulación a revisar el barco por si podían encontrar algo de valor o que mereciese la pena, mientras que yo trataba de encontrar a la esclava tan hermosa que había visto antes, pero Inaga me retuvo con una pregunta de lo más curiosa, me proponía ser parte de su tripulación, algo inesperado para mí.
-Verás, no tengo claro si me conviene unirme a una tripulación, por el momento te pediré tiempo para que lo reflexione y te mandaré una carta en cuanto tenga decidido- Respondí poco antes de encontrar a la bella esclava y dirigirme hacia ella. -Hola preciosa, ahora que eres libre, ¿te apetece venir conmigo a una taberna a tomar algo?- Pregunté con cierto descaro, sin preocuparme por problemas con alguien que estuviera por los alrededores. -No, prefiero irme a casa- Respondió la muchacha y tras eso simplemente me lancé al agua para buscar a más hermosas mujeres.
-Verás, no tengo claro si me conviene unirme a una tripulación, por el momento te pediré tiempo para que lo reflexione y te mandaré una carta en cuanto tenga decidido- Respondí poco antes de encontrar a la bella esclava y dirigirme hacia ella. -Hola preciosa, ahora que eres libre, ¿te apetece venir conmigo a una taberna a tomar algo?- Pregunté con cierto descaro, sin preocuparme por problemas con alguien que estuviera por los alrededores. -No, prefiero irme a casa- Respondió la muchacha y tras eso simplemente me lancé al agua para buscar a más hermosas mujeres.
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