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La hormiga y el charco [Kaín y Nat] Empty La hormiga y el charco [Kaín y Nat] {Lun 23 Jun 2014 - 20:16}

"Qué bellos recuerdos", pensó Nat mientras se acercaba lentamente al cuartel en su plataforma, flotando despacio recibiendo la brisa del verano. Le gustaba aquel sitio, aunque no soportaba la presencia marine ni tanto cazador merodeando por ahí. Aún con la inmunidad que tenía, tener tanta gente que deseaba darle caza pese a saber que no podía no le agradaba. Bueno, sí le agradaba, pero no le gustaba el hecho de no poder enfrentarse a ellos, porque fuera la que fuera su razón para desearlo muerto, no lo atacarían. Deseaba matar a toda la población de aquella isla excepto a la chica del jardín amarillo, con la que había mantenido un tórrido romance el día en que conoció a Derian y Drake casi intenta destruir hasta los cimientos el lugar embargado de una furia asesina. Pero Era un día bastante bonito, y allí estaba la chica del jardín de rosas amarillas, sentada en su terracita, en el banco donde habían compartido abrazos y besos, balanceados por el columpio y acariciados por la puesta de sol, mientras la humedad y la brisa lamían sus cuerpos. Aunque era mejor lo que se lamió más tarde en el interior del cálido hogar.

Bajó al suelo, para comenzar a caminar pausada y tranquilamente mientras buscaba algo interesante que hacer. ¿Qué se podía hacer en una cálida tarde de domingo que no incluyera sexo, alcohol o sangre? Estaba claro que nada relacionado con un local, pues en aquello solían terminar todas las tardes de bar que él tenía, y no era agradable pensar que después debería limpiar su espada. Aunque la parte del alcohol y el sexo eran una buena opción, sobre todo el alcohol en cantidades tóxicas para el organismo humano. Sólo eran tóxicas si se bebía demasiado, y nunca era demasiado. Buscó la taberna más cercana y se encontró una bastante similar a aquella maravilla de Loguetown, donde había conocido a Teravan. Era algo más modesta que la otra, pero tenía un precioso sillón rojo de terciopelo, y una mesita de café al lado. El conjunto del local estaba limpio y parecía bastante agradable, sobre todo la camarera y sus grandes dotes, sumadas a su media melena negra y mirada picante. "Perfecto, tetas y alcohol", pensó mientras se acercaba al sillón y se sentaba relajadamente.

No tardaron mucho en venir los pechos a preguntarle si deseaba beber algo, con la camarera pegada a ellos. Les pidió un Bourbon y raudos se dieron la vuelta, dejando ver la silueta de la camarera a la espalda. "Perfecto". Se quedó en aquel sillón de terciopelo, observando el techo. No había iluminación cara, ni tampoco preciosas joyas decorando el lugar. El aroma era delicioso y no había ni una sola telaraña en el lugar, y eso que el acceso era bastante complicado. Los que lo regentaran debían dedicarse casi por completo a mantener el lugar en orden. Había algo de gente, pero de poco hablar. Aquello era bueno, odiaba escuchar idioteces y, lo que era peor, el ruido.

Sin embargo, deseaba que pasara algo interesante. Que algo entrara por la puerta, o si no tendría que ingeniárselas con la camarera.
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La hormiga y el charco [Kaín y Nat] Empty Re: La hormiga y el charco [Kaín y Nat] {Lun 23 Jun 2014 - 21:22}

Kaín acababa de entregar a dos maleantes con una recompensa miserable. No le gustaba cazar a aquellos criminales, pues no suponían desafío alguno, pero de algo había que vivir. Pese a que su bolsillo distaba mucho de estar vacío, el peliblanco tenía un carácter... Ahorrativo, cuanto menos. Había conseguido lo suficiente como para pagarse la estancia en las posadas que solía frecuentar durante un par de semanas, tras una rápida cuenta, descubrió que aun le quedaba algo de dinero así que decidió ir a una taberna a relajarse y a tomar una refrescante jarra de zumo de naranja. En el cuartel solo había una taberna que, pese a distar mucho de ser lujosa, estaba limpia y bien cuidada, algo que agradaba al cazador. Y, dado que estaba al lado de un cuartel de la marina, era bastante frecuente que surgieran disputas entre reclutas bravucones y ebrios. A Kaín no le gustaban especialmente las peleas, o al menos las peleas ajenas. Por ello no solía quedarse a presenciar combates a no ser que tuviera algún interés personal en el.

El clima del North Blue era agradable para el cazador. Los días cálidos distaban mucho del calor de cualquier otro mar y de cuando en vez soplaba una brisa del norte que hacía estremecer, momento que Kaín disfrutaba enormemente. El peliblanco alzó la vista hacia el cielo, pero un perfil desconocido entorpecía su vista. La silueta de un hombre se perfilaba contra el cielo azul, pero lo que llamó la atención de Kaín no fue eso, pues el mismo poseía la capacidad de volar, sino que, aparentemente, aquel hombre levitaba. No había alas en su espalda, ni mecanismos en sus pies... Lo único que se veía era una capa ondeando y un sombrero del que, desde tanta distancia, lo único que se podía distinguir era el tinte negro. Al cazador le picaba la curiosidad, y eso no era algo bueno en medio de un cuartel de la marina, así que se fue casi corriendo a la taberna y se sentó en la barra sin mirar hacia ningún otro sitio. Entonces echó un ojo a la camarera. Era una mujer bien formada y dotada, pero el interés del cazador desapareció al ver su pelo. Hacía ya años que solo se sentía atraído por las mujeres pelirrojas, estigma de su amor perdido. El cazador la miró fijamente unos instantes antes de sonreír.

-¿Me pones una jarra de zumo de naranja, moza?- La mujer se sorprendió ante la petición unos instantes, lo que el cazador interpretó como que no tendría suerte. Laa tabernas solían ofrecer alcohol y demás venenos, no refrescante y sano zumo de frutas.- Olvídalo y sírveme una jarra de algo sin alcohol, lo que sea.- Dijo con una mueca de disgusto el cazador y, tras eso, miró a su alrededor. Apenas había gente en la taberna y no estaban causando alboroto ni ruido, por lo que había un ambiente bastante tranquilo. El cazador cogió la jarra sin mirar lo que contenía y le dio un trago. Leche. Podría haber sido peor.

Llevaba consumida ya media jarra cuando el sonido de la puerta le advirtió de que había un cliente nuevo. Se giró con calma para mirar al recién llegado y, al verlo, se sobresaltó ligeramente. Si sus ojos no le engañaban, se trataba de Caspio, más conocido como el Señor Nat o el Carnicero del Puerto, un miembro del Ouka Shichibukai. Kaín nunca se hubiera imaginado que encontraría a alguien tan interesante en un día que prometía ser tan monótono y aburrido como los demás.

Se quedó observando al aliado del gobierno con calma mientras este pedía algo. El cazador, muy observador, captó la mirada que el hombre dirigió a la personalidad de la camarera. Aquel hombre parecía más humano que alguno de los otros miembros del Ouka Shichibukai. Es más, parecía un hombre normal, con un sombrero extravagante para el gusto de Kaín, pero normal al fin y al cabo. De todos modos, no se llegaba al Ouka Shichibukai así como así, por lo que el cazador decidió en aquel mismo momento que quería combatir contra el.

No conocía nada de el, por lo que Kaín se quedó mirando hacia el Señor Nat, de un modo menos discreto del que pretendía, pues su curiosidad, una vez más, le hizo perder el control.
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