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Dos largas semanas de viaje para llegar a esta isla y que me traten de esa manera en el bar simplemente porque no llevaba dinero para pagar la comida, es inaceptable. Hoy a la mañana había atracado en el lado este de la isla de Syrup después de las dos semanas que llevaba de viaje para alcanzar esta isla. Fue bastante complicado entrar en la ciudad ya que no aceptaban piratas, por ello secuestré una persona que tenía pinta de rico y me puse su ropa, ademas de llevarme algo de dinero, pero pareció no ser suficiente.
Estaba bien, había saciado mi hambre en ese bar para ricos y ademas tomé buen sake, tenía un nombre inpronunciable, por lo menos para mi, pero lo que importa es que estaba bueno. Resulta que todas las personas de esa ciudad vestían ropajes extraños, todos parecían caros, pero a mi no me convencía ir con esa ropa porque era incómoda. No tardé mucho en toparme con un grupo de marines que pasaban por ahí y me hicieron varias preguntas, resulta que el dueño del bar les había mandado seguirme. No quería montar un jaleo ahí asi que decidí tomarmelo con calma y darles todo el dinero que tenía. A lo que me dijeron que no vuelva a pasar o no me dejaran volver a entrar a la ciudad.
Tratar con la marina es terrible, pero parece que algunos son tontos, y eso es muy util para mi. Me senté en el portico de una de las exageradamente decoradas casas de la ciudad y saqué un cuaderno para apuntar los ingredientes de la comida que había tomado hoy, tenía pensado cocinarla algún día. Había comido Paille con ternera, estuvo delicioso asi que no tenía otra opción que añadir esta comida a mi lista de recetas. Tambien tomé alguna referencia de la isla, como que las casas estaban todas decoradas demasiado y que los ciudadanos de esta parte de la isla solo vestían ropa incomoda. Esto fue todo lo que conseguí de esta isla por hoy.
Decidí quedarme en el portico un rato más y dedicarme a ver pasar a los ciudadanos y comerciantes de la ciudad. Era un día soleado con pequeñas nubes y tenía pinta de ser un día cálido. No esperaba mucha acción en la ciudad la verdad, tenía ganas de que algo pasara y yo fuera involucrado pero no me gustaba mucho la idea de ser encadenado por la marina que protegía esta ciudad. Sin más pensamientos, dejé mi mente en blanco y me quedé mirando la gente pasar.
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Una figura caminaba lentamente por aquel barrio, su pelo era plateado grisáceo y erizado con mechones pinchudos apuntando a la derecha de su cabeza. Su rostro no podía verse debido a que lo ocultaba con una máscara de un zorro de color blanco y ojos rojos. No llevaba el típico chaleco verde habitual, llevaba una malla negra que le tapaba desde los robillos hasta por encima de la nariz. Esta era más corta que la que siempre llevaba y le dejaba sus hombros y brazos al aire libre. En sus pies portaba unas botas negras, en su cinturón una funda bastante larga donde llevaba su Masamune, en la espalda una enorme espada de color negra con un mango en forma de cruz. Tenía varias gemas incrustadas en dicho mango, era de una altura normal y estaba un poco fornido.
Se trataba de Kakashi, un agente que tras su última misión recibió un ascenso subiendo al rango de CP3. Estaba solo a seis rangos de su objetivo, esperaba poder llegar pronto a su meta. Llevaba el atuendo de camuflaje para que no vieran su rostro, desde que se había infiltrado en la familia Vongola, debía tener cuidado con sus apariencias y debía cambiar según fuese la situación, llevaba una difícil vida pero era su trabajo y no podía quejarse. No le importaba hacerlo pero en lugar de ascender podrían echarle y eso no le convenía para nada, por lo que debía callarse y acatar órdenes. Un pequeño descanso le vendría bien en cuanto acabara la misión que le habían encomendado ahora.
Su objetivo era buscar información sobre un noble que al parecer estaba haciendo tratos ilegales con una división revolucionaria, o al menos eso decían las malas lenguas y por ese motivo el gobierno había enviado al peliblanco a investigar e interrogar a aquel hombre rápidamente antes de que ocultara las posibles pruebas. Se había colado en la ciudad aprovechando una distracción de los guardias, no había sido tan difícil como pensaba el agente del gobierno mundial. Ahora se encontraba por un callejón oscuro, no tardó mucho en saltar sobre unas cajas apiladas vacías y desde ahí saltar al borde de un muro para engancharse subir a los tejados y tener mejor vista que la que le proporcionaban las calles inferiores. Decidió esconderse tras algunos tejados más altos que el resto para evitar que nadie le viera y así no tener problemas.
De repente sus ojos vieron lo que parecía ser un castillo o un edificio bastante lujoso, una especie de palacio con un enorme portón dorado por puerta, repleto de guardias. Era claramente de oro, tanto dinero gastado en esa basura habiendo gente pasando hambre, eso enfureció muchísimo a Kakashi, se podía ver un balcón abierto y era un buen sitio para colarse e investigar por esa zona. Empezó a saltar de tejado en tejado con agilidad y con cuidado de que no le vieran, o al menos tratando de tener cuidado. Por fin estaba cerca y observó una atalaya desde donde podría acceder al balcón de un salto. Se dirigió a dicha atalaya y empezó a escalarla con cuidado, estaría a unos quince metros por encima del suelo y debía tener cuidado. Tardó un par de minutos en subir y desde allí arriba observaba el balcón casi a dos metros de sus narices, ahora podría llegar de un salto y empezar a investigar el palacio.
- A trabajar.
Dijo tranquilamente en un susurro para después sonreír de lado y pegar un salto y aterrizar sobre la baranda del balcón para después adentrarse en la primera habitación que inspeccionaría el agente del gobierno mundial Wesker D. Kakashi.
Se trataba de Kakashi, un agente que tras su última misión recibió un ascenso subiendo al rango de CP3. Estaba solo a seis rangos de su objetivo, esperaba poder llegar pronto a su meta. Llevaba el atuendo de camuflaje para que no vieran su rostro, desde que se había infiltrado en la familia Vongola, debía tener cuidado con sus apariencias y debía cambiar según fuese la situación, llevaba una difícil vida pero era su trabajo y no podía quejarse. No le importaba hacerlo pero en lugar de ascender podrían echarle y eso no le convenía para nada, por lo que debía callarse y acatar órdenes. Un pequeño descanso le vendría bien en cuanto acabara la misión que le habían encomendado ahora.
Su objetivo era buscar información sobre un noble que al parecer estaba haciendo tratos ilegales con una división revolucionaria, o al menos eso decían las malas lenguas y por ese motivo el gobierno había enviado al peliblanco a investigar e interrogar a aquel hombre rápidamente antes de que ocultara las posibles pruebas. Se había colado en la ciudad aprovechando una distracción de los guardias, no había sido tan difícil como pensaba el agente del gobierno mundial. Ahora se encontraba por un callejón oscuro, no tardó mucho en saltar sobre unas cajas apiladas vacías y desde ahí saltar al borde de un muro para engancharse subir a los tejados y tener mejor vista que la que le proporcionaban las calles inferiores. Decidió esconderse tras algunos tejados más altos que el resto para evitar que nadie le viera y así no tener problemas.
De repente sus ojos vieron lo que parecía ser un castillo o un edificio bastante lujoso, una especie de palacio con un enorme portón dorado por puerta, repleto de guardias. Era claramente de oro, tanto dinero gastado en esa basura habiendo gente pasando hambre, eso enfureció muchísimo a Kakashi, se podía ver un balcón abierto y era un buen sitio para colarse e investigar por esa zona. Empezó a saltar de tejado en tejado con agilidad y con cuidado de que no le vieran, o al menos tratando de tener cuidado. Por fin estaba cerca y observó una atalaya desde donde podría acceder al balcón de un salto. Se dirigió a dicha atalaya y empezó a escalarla con cuidado, estaría a unos quince metros por encima del suelo y debía tener cuidado. Tardó un par de minutos en subir y desde allí arriba observaba el balcón casi a dos metros de sus narices, ahora podría llegar de un salto y empezar a investigar el palacio.
- A trabajar.
Dijo tranquilamente en un susurro para después sonreír de lado y pegar un salto y aterrizar sobre la baranda del balcón para después adentrarse en la primera habitación que inspeccionaría el agente del gobierno mundial Wesker D. Kakashi.
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Un peculiar hombre se paseaba por las calles de la ciudad de Goa por donde pasaba atraía las miradas de la gente por su peculiar aspecto, ese hombre era un chico joven con el pelo plateado peinado hacia atrás, con unos muy poco comunes ojos violáceos y un protector alrededor del cuello, debajo de este se podía ver como descendía un collar de plata con un circulo y dentro de este un triangulo, el símbolo de su Dios Jashin, del cual ya había predicado en la ciudad y casi asesina a un hombre por hacer caso omiso a sus palabras y menospreciar a su Dios. Lamentablemente tuvo que controlarse porque los marines eran habituales en aquella zona y aunque nada le gustaría más que cargárselos en aquella maldita ciudad sería un suicidio y más aún estando tan alejado del puerto. Lo más llamativo de todo tal vez era su capa negra de cuello alto decorada con algunas nubes rojas por dentro su color era el mismo que el de sus ojos, el violeta y su gran guadaña roja de tres hojas que llevaba colgada a la espalda. No llevaba camisa, así que el pecho y los abdominales estaban al descubierto, luego llevaba unos sencillos pantalones y poco más.
El pirata avanzaba en busca de algo de diversión, aunque bueno la diversión se podía posponer un poco ya que le había entrado algo de hambre, conocía un local bastante bueno cerca del puerto en el cual se concentraban algunos piratas poco conocidos y generalmente sin precio por su cabeza. Ese sitio estaba bien, ya que si se metía en problemas los podría usar como peones y si tenía ganas de juerga podría provocar una pelea de borrachos, a los cuales odiaba, al igual que odiaba el alcohol y su olor. Nada más llegar a la taberna se dispuso a entrar, el sitio estaba abarrotado, la mayor parte de las personas de aquella taberna eran gentuza de cualquier calaña, piratas que estaban de paso, ladrones, tal vez algún que otro cazador de recompensas y poco más. Se sentó en la barra de la taberna y pidió algo de comida - Oye, oye, si tu gordo, te hablo a ti, tráeme arroz con algo de pollo y algo de agua - Más que a modo de petición pareció decirlo a modo de orden, el fornido hombre no le contestó ya que quería vengarse al final con el precio y le trajo lo que había pedido.
El joven de cabello plateado se puso a comer, la verdad si cocinaba él ese gordo lo hacia realmente bien, hacia nombre a su grasa, tal vez estaba tan gordo por probar tantos tipos de comida y para hacerla mejor. Bueno que más daba la cuestión era que estaba siendo delicioso todo, el arroz, la carne de pollo estaba en su punto. Tras comer se bebió el agua de un trago como si fuese aguardiente y suspiró contento.
El pirata avanzaba en busca de algo de diversión, aunque bueno la diversión se podía posponer un poco ya que le había entrado algo de hambre, conocía un local bastante bueno cerca del puerto en el cual se concentraban algunos piratas poco conocidos y generalmente sin precio por su cabeza. Ese sitio estaba bien, ya que si se metía en problemas los podría usar como peones y si tenía ganas de juerga podría provocar una pelea de borrachos, a los cuales odiaba, al igual que odiaba el alcohol y su olor. Nada más llegar a la taberna se dispuso a entrar, el sitio estaba abarrotado, la mayor parte de las personas de aquella taberna eran gentuza de cualquier calaña, piratas que estaban de paso, ladrones, tal vez algún que otro cazador de recompensas y poco más. Se sentó en la barra de la taberna y pidió algo de comida - Oye, oye, si tu gordo, te hablo a ti, tráeme arroz con algo de pollo y algo de agua - Más que a modo de petición pareció decirlo a modo de orden, el fornido hombre no le contestó ya que quería vengarse al final con el precio y le trajo lo que había pedido.
El joven de cabello plateado se puso a comer, la verdad si cocinaba él ese gordo lo hacia realmente bien, hacia nombre a su grasa, tal vez estaba tan gordo por probar tantos tipos de comida y para hacerla mejor. Bueno que más daba la cuestión era que estaba siendo delicioso todo, el arroz, la carne de pollo estaba en su punto. Tras comer se bebió el agua de un trago como si fuese aguardiente y suspiró contento.
Una figura sombría dominaba los cielos de la isla de Dawn, vigilando la gran ciudad de Goa. Sombrero negro y capa a juego de brillo azul, el verdugo observaba con su mirada incansable el gran reino de Goa, uno de aquellos lugares de mala muerte en los que un tipo meaba sobre un prado y se proclamaba señor del lugar. Debía de estar muy orgulloso de ese título de rey pese a ser un simple peón del Gobierno Mundial, una organización dedicada enteramente a mantener los derechos de una pequeña oligarquía que antaño destruyó el mayor centro de cultura y poder. El antiguo reino, y más tarde Ohara, todo para impedir que el mundo conociera lo atroz de sus líderes, así como la forma de destruir aquella institución. Eran unos perros desalmados que jugaban a traficar con esclavos y recibían la protección entera de todo el mundo sólo por haber sido paridos en una familia aleatoria con mucha suerte. Era totalmente despreciable.
El sol era casi cegador y la brisa recorría cada centímetro de la isla, sobre todo en los cielos, donde Nat reposaba en pie sobre su plataforma de mercurio. Un viento fuerte ahí arriba, y el frescor primaveral de la isla era bastante agradable. Sin embargo desde las alturas era complejo vigilar la zona, y bajó un poco. Pudo ver una figura conocida, y un aura que le sonaba. "Kakashi", pensó recordando el desayuno que habían compartido en Shimotsuki, y el entrenamiento anterior. Había ido a aquella isla buscando un maestro y encontró un pupilo, una persona con la que luchar y aprender a la vez que se divirtió un rato. Le asombró sobremanera encontrar en su espalda una espada que conocía. Kokuto Yoru, una espada legendaria, poseída por el famoso Shichibukai Dracule Mihawk, y que por algún motivo ahora pertenecía a aquel hombre de pelo plateado, que ágilmente escaló un par de edificios y se coló por un balcón, para dar a una estancia del castillo que estaba asaltando. Nat se coló detrás de él y le habló.
-Si querías llamar mi atención lo has conseguido. ¿Qué haces entrando en casas de tapadillo? Alguien podría pensar mal.
Dijo, mirando al muchacho, que tal vez se diera la vuelta, mientras trataba de analizar si en la zona había más presencias. Tras unos instantes comenzó a observar la habitación. Colores burdeos, dorados y caobas abundaban por doquier, y vestidos tirados por la cama. Debía de pertenecer a alguna dama o a algún damiselo con gustos extravagantes. Era obvio que todo allí era bastante caro, y aunque el espadachín no tenía pinta de pasar hambre él no iba a ser quien lo detuviera si pensaba robar un par de cosas. Ser un shichibukai no significaba tener que recoger a cada pequeño ladronzuelo, y menos si le caía bien.
El sol era casi cegador y la brisa recorría cada centímetro de la isla, sobre todo en los cielos, donde Nat reposaba en pie sobre su plataforma de mercurio. Un viento fuerte ahí arriba, y el frescor primaveral de la isla era bastante agradable. Sin embargo desde las alturas era complejo vigilar la zona, y bajó un poco. Pudo ver una figura conocida, y un aura que le sonaba. "Kakashi", pensó recordando el desayuno que habían compartido en Shimotsuki, y el entrenamiento anterior. Había ido a aquella isla buscando un maestro y encontró un pupilo, una persona con la que luchar y aprender a la vez que se divirtió un rato. Le asombró sobremanera encontrar en su espalda una espada que conocía. Kokuto Yoru, una espada legendaria, poseída por el famoso Shichibukai Dracule Mihawk, y que por algún motivo ahora pertenecía a aquel hombre de pelo plateado, que ágilmente escaló un par de edificios y se coló por un balcón, para dar a una estancia del castillo que estaba asaltando. Nat se coló detrás de él y le habló.
-Si querías llamar mi atención lo has conseguido. ¿Qué haces entrando en casas de tapadillo? Alguien podría pensar mal.
Dijo, mirando al muchacho, que tal vez se diera la vuelta, mientras trataba de analizar si en la zona había más presencias. Tras unos instantes comenzó a observar la habitación. Colores burdeos, dorados y caobas abundaban por doquier, y vestidos tirados por la cama. Debía de pertenecer a alguna dama o a algún damiselo con gustos extravagantes. Era obvio que todo allí era bastante caro, y aunque el espadachín no tenía pinta de pasar hambre él no iba a ser quien lo detuviera si pensaba robar un par de cosas. Ser un shichibukai no significaba tener que recoger a cada pequeño ladronzuelo, y menos si le caía bien.
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Mientras estaba mirando las personas pasar vi varias personas extrañas, para ser exactos, no parecían ser de por aquí. Entre ellos destaque un tipo de pelo plateado, con un peinado pelopincho ligeramente hacía la derecha. Este estaba andando por las casas en busca de algo, más bien parecía estar buscando un buen lugar donde robar. La verdad es que no era mi problema lo que ese tipo quería hacer, pero me entró la curiosidad y le seguí con la mirada para ver donde se dirigía.
El pelo plateado estuvó andando de casa en casa hasta dar con lo que parecía ser más bien un palacio. Estaba hecho de oro, un edificio entero de oro. La familia que hospedaba en aquel edificio debía ser de las clases más altas de nobles, es más, cabía la posibilidad de que fuera la casa de verano de algún tenryuubito. Sin más dilataciones, me levanté para mirar más de cerca que iba a hacer ese hombre, lo que siguiese a continuación podría ser un momento de diversión en esta aburrida ciudad.
Mi cabello rubio se movía ligeramente por la brisa, algo estaba a punto de ocurrir y yo lo presentía, por fin algo de acción. El ropaje de rico que estaba llevando era demasiado incomodo y no lo soportaba ya, me lo quitaría en cuanto se me diese la oportunidad. No tenía dinero y esta ciudad se regía por esto, asi que no tenía otra opción que seguir al hombre de pelo plateado. Este se había metido dentro de la torre de la casa de oro. En cuanto entró, yo me encontraba en la base de la torre y detras de ese hombre ví a otro que había descendido literalmente del cielo. Eso no me daba buenas señales, ese hombre podría ser un peligro. Un hombre normal no desciende del cielo sin ningún problema y en medio de una ciudad como esa, ese hombre debe de tener un poder tanto para volar como para protegerse de las opiniones de la marina.
Tenía bastante curiosidad por lo que esos hombres estaban hablando, pero no era una buena idea intervenir directamente en su conversación. Para ello, escojí mi forma hibrida de guepardo y di varios saltos de pared en pared para luego subir corriendo verticalmente el ultimo tramo de la torre. Subí por la parte sin ventana de la torre para no señalar mi ubicación a estos hombres. Cuando llegué arriba, volví a mi forma normal y me quedé a escuchar desde el tejado cónico de la torre. Suponía que se escucharía bien desde esa distancia y posición asi que no tenía nada más que hacer que quedarme a escuchar y ver lo que esos dos sospechosos se tenían que decir.
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La sala tenía una cama con varios vestidos sobre ella, allí podría vivir una joven seguramente, debía encontrar al noble sin dañar a otros civiles y con rapidez. Con su máscara tapándole el rostro decidió dirigirse al armario cuando de repente escuchó una voz familiar detrás de él. Sin pensárselo se giró sacando su Masamune ágilmente colocándola en vertical preparado para defenderse. Sin embargo se encontró con alguien que no esperaba ver en ese sitio. Se quedó mudo y no pudo decir nada, se trataba de su maestro, el que le enseñaba las artes de la espada. Tragó saliva pegando un suspiro al pensar que lo había pillado de lleno, era fácil adivinar solo por el pelo de quien se trataba, ya se habían visto antes y seguramente ya le había reconocido. De hecho tal vez por aquello mismo le había saludado, desconocía que Nat-Sensei pudiera volar, pero ya sabía algo más.
Seguramente aquella sala podía poseer cámaras y con mala suerte poseería micros. El agente era bastante listo para esas cosas y por eso mismo entró dentro de la sala para estar más seguro, se giró dándola la espalda a la puerta que conducía a otro lado y sacó una cartera. De esta sacó una tarjeta donde se veía su rostro tapado con una máscara de zorro, su pelo tan original y al lado su información. “Ultima sombra” “Agente del CP3” “Wesker D. Kakashi”. Con eso esperaba que entendiera que era un agente del gobierno mundial y que estaba en una misión con algo que tenía que ver con el palacio. Se pegó la tarjeta al pecho cuando la mostró para que de esa forma ninguna cámara a su espalda viera nada, si es que la había. Por delante tendría una perfecta vista para ver si había alguien en el marco de la puerta por lo que estaba todo controlado, ni siquiera necesitó hablar.
Tras mostrársela unos segundos guardó la tarjeta en la cartera y dicha cartera en su bolsillo. Empezó a observar la sala con más detalle, finalmente un armario le llamó la atención. Al abrirlo solo pudo ver ropa y unos papeles en blanco junto a un lápiz. Aquello le alegró el día. Escribió rápidamente una nota y se la dio en mano al espadachín. “Misión de interrogación, el dueño es un posible traficante que colabora con la revolución”. Tras habérselo dado, quedó mirando más el armario y de repente pudo ver una pulsera, era rosa y de corazones por lo que confirmó lo de que la sala era de una chica. No pasaron ni unos segundos cuando la puerta se abrió y apareció una hermosa joven de unos dieciséis años, la chica era peli verde y de ojos azules, con buen cuerpo y medía unos 1,60. Vestía un vestido rosa y unos zapatos negros.
El agente haciendo uso de su velocidad guardó la espada en su funda rápidamente y antes de que la chica gritara, estiró la mano tapándole la boca y colocándose tras ella para de un golpe seco con la mano en su cuello dejarla inconsciente. A continuación la dejó sobre la cama, no la tapó debido al calor que hacía, aquella chica podría haberle destrozado la misión. Pegó un suspiro mirando a Nat-Sensei para después hacerle un gesto con la mano de que se uniera a la fiesta si estaba interesado. Tras eso salió por la puerta llegando a un pasillo donde había seis salas y unas escaleras que bajaban hacia abajo. No sabía por dónde ir por lo que entró en la sala final a la derecha con toda tranquilidad esperando ver que le aguardaba.
Seguramente aquella sala podía poseer cámaras y con mala suerte poseería micros. El agente era bastante listo para esas cosas y por eso mismo entró dentro de la sala para estar más seguro, se giró dándola la espalda a la puerta que conducía a otro lado y sacó una cartera. De esta sacó una tarjeta donde se veía su rostro tapado con una máscara de zorro, su pelo tan original y al lado su información. “Ultima sombra” “Agente del CP3” “Wesker D. Kakashi”. Con eso esperaba que entendiera que era un agente del gobierno mundial y que estaba en una misión con algo que tenía que ver con el palacio. Se pegó la tarjeta al pecho cuando la mostró para que de esa forma ninguna cámara a su espalda viera nada, si es que la había. Por delante tendría una perfecta vista para ver si había alguien en el marco de la puerta por lo que estaba todo controlado, ni siquiera necesitó hablar.
Tras mostrársela unos segundos guardó la tarjeta en la cartera y dicha cartera en su bolsillo. Empezó a observar la sala con más detalle, finalmente un armario le llamó la atención. Al abrirlo solo pudo ver ropa y unos papeles en blanco junto a un lápiz. Aquello le alegró el día. Escribió rápidamente una nota y se la dio en mano al espadachín. “Misión de interrogación, el dueño es un posible traficante que colabora con la revolución”. Tras habérselo dado, quedó mirando más el armario y de repente pudo ver una pulsera, era rosa y de corazones por lo que confirmó lo de que la sala era de una chica. No pasaron ni unos segundos cuando la puerta se abrió y apareció una hermosa joven de unos dieciséis años, la chica era peli verde y de ojos azules, con buen cuerpo y medía unos 1,60. Vestía un vestido rosa y unos zapatos negros.
El agente haciendo uso de su velocidad guardó la espada en su funda rápidamente y antes de que la chica gritara, estiró la mano tapándole la boca y colocándose tras ella para de un golpe seco con la mano en su cuello dejarla inconsciente. A continuación la dejó sobre la cama, no la tapó debido al calor que hacía, aquella chica podría haberle destrozado la misión. Pegó un suspiro mirando a Nat-Sensei para después hacerle un gesto con la mano de que se uniera a la fiesta si estaba interesado. Tras eso salió por la puerta llegando a un pasillo donde había seis salas y unas escaleras que bajaban hacia abajo. No sabía por dónde ir por lo que entró en la sala final a la derecha con toda tranquilidad esperando ver que le aguardaba.
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La comida estuvo bastante buena si, afirmó para si mismo, tras eso se dispuso a irse cuando escuchó una voz detrás suya - Eh cabron tienes que pagar!!! - Gritaba el gordo, pero bueno este hombre no se había dado cuenta que no estaba en situación de pedir nada, Hazen giró solo la cabeza para contestarle - No te pagaré nada viejo, no quiero y no tengo dinero - Contestó riendo, el gordo se puso rojo de ira y empezó a gritar amenazando con que llamaría a los marines, eso en realidad sería un grave problema, además no quería empezar a correr ya de buenas a primeras ni si quiera le había dado tiempo a hacer la digestión - Una palabra más y seras el segundo plato de hoy - Amenazó esta vez sin girarse y dispuesto a irse.
Salió del local y avanzó sin rumbo, iba a darse un paseo más y esta noche se iría de esta apestosa isla pensó, aquí no había mucho que hacer, en Goa la diversión era escasa ya que si la liaba tendría a un centenar de marines encima suyo ya que era una ciudad de jodidos ricos, en cuanto a Terminal Gray eso era una población de enfermedades, ahí si que podría divertirse pero olía muy mal y la gente de ahí ya estaba medio muerta así que tampoco valía mucho la pena.
El joven de cabello plateado siguió avanzando hasta que se paró en seco, algo llamó su atención, UN JODIDO CASTILLO DE ORO! Pero que demonios aquí podría robar algo interesante, en la puerta había dos gorilas que le miraban con mala cara y uno de ellos se le acerco amenazándole porque estaba mirando muy fijamente el castillo y ordenándole que se fuera, Hazen le dedicó una sonrisa y luego le asestó un puñetazo en el higado y una vez cayó de rodillas sin respiración una patada en la mandíbula ante la expectación del otro - La calle es pública mamón y mirar es gratis nunca te lo han dicho? - Dijo Hazen riéndose como un loco mientras se preparaba para la llegada del otro.
Salió del local y avanzó sin rumbo, iba a darse un paseo más y esta noche se iría de esta apestosa isla pensó, aquí no había mucho que hacer, en Goa la diversión era escasa ya que si la liaba tendría a un centenar de marines encima suyo ya que era una ciudad de jodidos ricos, en cuanto a Terminal Gray eso era una población de enfermedades, ahí si que podría divertirse pero olía muy mal y la gente de ahí ya estaba medio muerta así que tampoco valía mucho la pena.
El joven de cabello plateado siguió avanzando hasta que se paró en seco, algo llamó su atención, UN JODIDO CASTILLO DE ORO! Pero que demonios aquí podría robar algo interesante, en la puerta había dos gorilas que le miraban con mala cara y uno de ellos se le acerco amenazándole porque estaba mirando muy fijamente el castillo y ordenándole que se fuera, Hazen le dedicó una sonrisa y luego le asestó un puñetazo en el higado y una vez cayó de rodillas sin respiración una patada en la mandíbula ante la expectación del otro - La calle es pública mamón y mirar es gratis nunca te lo han dicho? - Dijo Hazen riéndose como un loco mientras se preparaba para la llegada del otro.
"CP... Pensándolo más a fondo no me extraña", se dijo el Shichibukai cuando el agente mostró su identificación. No era mala persona, y ahora que sabía aquello estaba seguro de que no lo detendría. De hecho, merecería la pena enterarse de qué asuntos se traía el gobierno en aquella zona, y ayudar a aquellas sanguijuelas del CP podría serle útil si en algún momento le daba por aprender aquella extraña arte marcial que llamaban Rokushiki. Entró de repente una muchacha, seguramente la hospedada en la habitación, o la dueña del dormitorio, que fue rápidamente neutralizada por el agente "Última sombra" que la depositó sobre la cama. Acto seguido le tendió una nota en la que le pedía de forma poco ortodoxa ayuda para desentrañar el misterio de un noble que colaboraba con la revolución. ¿Por qué estarían tan empeñados los nobles en ayudar a la revolución? Ya estaban podridos de dinero, no necesitaban más, y estaba seguro de que la simpatía a la causa no era su motivo. Codicia... Aquella era la respuesta a todo cuando en la pregunta aparecía un noble.
-Iré encantado a ver los bollos de esa pastelería- Respondió, relajado, intentando sonar natural y a la vez darle a entender que lo ayudaría.
El peliplateado salió de la habitación y Nat lo siguió. ¿Qué podría ser lo peor que sucediera? Mientras no matara a un marine o un Teryunbito tenía inmunidad total, y lo único que podría llegar a preocuparle sería la posibilidad de que hirieran a su peculiar pupilo. Era un alumno poderoso, y había conseguido un arma digna de un maestro. Pronto aprendería a manejarla y cualquiera temería el enorme poder de la hoja engemada en manos del siniestro espadachín, que lo había dirigido a un pasillo desierto, al final del cual una sala desconocida los esperaba.
El imprudente agente fue disparado, y Nat lo siguió, entrando tras él y observando un simple descansillo de escaleras. Aquello parecía una sala de mafiosos, con escaleras arriba y abajo, que seguramente llevarían a un laberinto de pasillos interminables con una sala de reuniones oculta por algún lugar. Lo mejor iba a ser cortar por lo sano. Bajó rápidamente las escaleras hasta quedar lo más abajo que podía llegar, y comenzó a observar el panorama. Al contrario que el resto del edificio, no desprendía glamour y elegancia. Más bien parecía la sala de despiece de una carnicería, o algo peor. Paredes de acero sucio, manchado de sangre por todas partes. Nat examinó su agenda y buscó algún objetivo que sus mecenas le hubieran solicitado en Goa. Pudo ver un nombre, "Aquilino Quiti Chusco".
-¿Es éste el hombre al que buscas?- dijo, sin pensar si Kakashi estaría a su lado, mostrando la agenda hacia su lado izquierdo.
-Iré encantado a ver los bollos de esa pastelería- Respondió, relajado, intentando sonar natural y a la vez darle a entender que lo ayudaría.
El peliplateado salió de la habitación y Nat lo siguió. ¿Qué podría ser lo peor que sucediera? Mientras no matara a un marine o un Teryunbito tenía inmunidad total, y lo único que podría llegar a preocuparle sería la posibilidad de que hirieran a su peculiar pupilo. Era un alumno poderoso, y había conseguido un arma digna de un maestro. Pronto aprendería a manejarla y cualquiera temería el enorme poder de la hoja engemada en manos del siniestro espadachín, que lo había dirigido a un pasillo desierto, al final del cual una sala desconocida los esperaba.
El imprudente agente fue disparado, y Nat lo siguió, entrando tras él y observando un simple descansillo de escaleras. Aquello parecía una sala de mafiosos, con escaleras arriba y abajo, que seguramente llevarían a un laberinto de pasillos interminables con una sala de reuniones oculta por algún lugar. Lo mejor iba a ser cortar por lo sano. Bajó rápidamente las escaleras hasta quedar lo más abajo que podía llegar, y comenzó a observar el panorama. Al contrario que el resto del edificio, no desprendía glamour y elegancia. Más bien parecía la sala de despiece de una carnicería, o algo peor. Paredes de acero sucio, manchado de sangre por todas partes. Nat examinó su agenda y buscó algún objetivo que sus mecenas le hubieran solicitado en Goa. Pudo ver un nombre, "Aquilino Quiti Chusco".
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Se oían cosas raras de arriba, entre ellas oí como una persona dijo que iría a no se que pastelería, era muy extraño y parecía que no querían que se les oyese, seguramente estuvieran hablando muy bajo. No encontraba nada que me sirviese de tapadera para entrar en ese castillo, así que lo único que podía hacer era entrar por la misma ventana por la que entraron esos dos de antes, el peloplateado y el tipo que bajo del cielo. Antes de entrar se podían oir unos ruidos en la puerta del castillo, parece que alguien se cargó un guardia. No le di importancia y proseguí a entrar en el castillo.
Entre sigilosamente por la ventana sujetándome de la parte de arriba de esta. No quería llamar la atención y por ello intenté ir lo más suave posible. Dentro de la habitación había una doncella tirada sobre la cama que se encontraba inconsciente, supongo que sería la sirvienta o algo por el estilo y la habían tirado para que no empezara a gritar. La examine detenidamente para ver si la habían herido pero parece que solo fue un golpe en el cuello que no dejo más que un pequeño moratón. Pensé en entrar por la puerta que se encontraba abierta pero antes de eso vi en la pared un cuadro extraño. Era un cuadro que mostraba a un caballero mirando fijamente a un sitio concreto. Decidí quitarlo para ver si había agujeros para los ojos detrás de esto, aunque pensándolo bien estaba en una torre y no habría sitio detrás para una pared falsa o un pasadizo secreto. Quité el cuadro y me encontré con un pequeño agujero en la pared y un den-den mushi dentro de vigilancia. Estábamos siendo vigilados y eso no era bueno.
Después de ver eso, tiré el den-den mushi por la ventana sin pensar en las consecuencias que conllevaría si alguien lo recogía. Estaba rabioso porque ya no tenía una tapadera, lo único que me quedaba era robar algo e irme corriendo de ahí en cuanto antes. Pensé en lo que pasaría si raptase a la princesa y me dije en mi cabeza: -Seguro que si me llevo de rehén a la princesa la familia ofrecería mucho dinero para rescatarla de mis manos.-pero seguidamente pensé- Eso es jugar muy sucio y yo no suelo hacer eso. Creo que me limitare a buscar algo valioso y cogerlo.-
Al finalizar mis pensamientos diabólicos sobre como coger de rehén a la chica, vislumbré algo en su cuello, era un collar con perlas y su cadena parecía de oro, eso sería perfecto como botín. Se lo quité cuidadosamente y pensé que no sería suficiente con eso, además me picaba la curiosidad de ver lo que pasaba ahí abajo. Así que tomé las escaleras y fui bajando de manera normal y corriente, al fin y al cabo ya había sido descubierto porque estábamos siendo vigilados. Esperaba encontrarme algo bueno bajando las escaleras, aunque visto como era la situación hasta el momento, lo que me esperaba ahí abajo no era nada bueno.
- PD:
- Sabiendo que Bael fue baneado, opino que podemos saltarlo.
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Kakashi continuaba caminando, pudo ver como su maestro bajaba las escaleras, este sin embargo entró en la última sala de la derecha. Al entrar pudo ver un cuarto de baño bastante elegante, de color azulado con muebles de color blancos. Una bañera que más bien parecía un Jacuzzi y desprendía un olor bastante bueno, era sin duda un buen lugar para estar. Los nobles tenían buen gusto pero no le caían precisamente bien. Llevó su mano al grifo y lo abrió notando como el agua caía por su guante y notaba como la fría agua le relajaba bastante. El duro espadachín pegó un suspiro de forma tranquila para después cerrar el grifo y mirarse en el espejo de forma calmada. Tras aquello abrió algunos cajones buscando pruebas pero tan solo pudo ver unos simples peines y algunos cepillos de dientes y algo de papel higiénico. No había nada interesante en aquel cuarto de baño, debería seguir investigando.
Salió de allí y comenzó a bajar por las escaleras del palacio, sus pisadas eran sigilosas y calmadas y parecía que estaba alerta a todo. No tardó mucho en seguir los pasos de su mentor y en llegar a aquella extraña sala de paredes de acero y manchadas de sangre. Parecía una sala de película de terror o de asesino en serie, era sin duda algo macabro. Escuchó las palabras de Caspio y pudo escuchar el nombre que buscaba. Asintió de forma tranquila mientras le colocaba una mano en el hombro de forma calmada.
- Si, ese es el nombre del tipo que busco.
Su mirada volvió a las paredes examinándolas detalladamente. Le ponían bastante nervioso, pensaba que mucha gente sería asesinada y torturada ahí abajo y quizás por la diversión de un noble. Eso hacía que le hirviera la sangre y se mosqueaba solo de pensar en la posibilidad de ello. Avanzó un poco por aquella sala mientras observaba bien cada detalle. De repente pisó una especie de placa que no llegó a ver y escuchó un extraño ruido a su derecha. De una de las paredes salió un disparo, no hizo mucho ruido debido a que parecía ser un tiro silenciado. El ojo visible de Kakashi se abrió cuando pronunció lentamente y de forma tranquila.
- Tekkai…
La bala impactó en su pecho pero salió disparada como si nada, el chico se puso la mano en el pecho un momento doliéndose un poco pero gracias a su habilidad solo había sido un moratón. Como si de un puñetazo se hubiese tratado. A continuación supo que no estaban solos, era muy sospechoso que solo hubieran encontrado a una persona en todo el palacio, quizás les estuvieran esperando. De repente caminó hasta donde estaba su mentor y le observó de forma tranquila mientras se cruzaba de brazos.
- Esto es muy raro, apenas hay vigilancia y el palacio merece ser vigilado solo por su material, además de que pertenece a un noble. Si yo tuviera algo valioso y tuviera trapos sucios, sin duda lo protegería con mi mayor esfuerzo. Algo va mal.
Tras sus palabras se quedó callado esperando respuesta alguna de su mentor mientras escuchaba extraños ruidos, unos ruidos que precedían de las paredes, como si un mecanismo se estuviera activando o algo por el estilo. Kakashi miró a su alrededor notando el raro sonido de engranajes y palancas activarse y solo pudo dirigirse de nuevo al otro espadachín de forma calmada y tranquila.
- ¿Qué diablos?
Salió de allí y comenzó a bajar por las escaleras del palacio, sus pisadas eran sigilosas y calmadas y parecía que estaba alerta a todo. No tardó mucho en seguir los pasos de su mentor y en llegar a aquella extraña sala de paredes de acero y manchadas de sangre. Parecía una sala de película de terror o de asesino en serie, era sin duda algo macabro. Escuchó las palabras de Caspio y pudo escuchar el nombre que buscaba. Asintió de forma tranquila mientras le colocaba una mano en el hombro de forma calmada.
- Si, ese es el nombre del tipo que busco.
Su mirada volvió a las paredes examinándolas detalladamente. Le ponían bastante nervioso, pensaba que mucha gente sería asesinada y torturada ahí abajo y quizás por la diversión de un noble. Eso hacía que le hirviera la sangre y se mosqueaba solo de pensar en la posibilidad de ello. Avanzó un poco por aquella sala mientras observaba bien cada detalle. De repente pisó una especie de placa que no llegó a ver y escuchó un extraño ruido a su derecha. De una de las paredes salió un disparo, no hizo mucho ruido debido a que parecía ser un tiro silenciado. El ojo visible de Kakashi se abrió cuando pronunció lentamente y de forma tranquila.
- Tekkai…
La bala impactó en su pecho pero salió disparada como si nada, el chico se puso la mano en el pecho un momento doliéndose un poco pero gracias a su habilidad solo había sido un moratón. Como si de un puñetazo se hubiese tratado. A continuación supo que no estaban solos, era muy sospechoso que solo hubieran encontrado a una persona en todo el palacio, quizás les estuvieran esperando. De repente caminó hasta donde estaba su mentor y le observó de forma tranquila mientras se cruzaba de brazos.
- Esto es muy raro, apenas hay vigilancia y el palacio merece ser vigilado solo por su material, además de que pertenece a un noble. Si yo tuviera algo valioso y tuviera trapos sucios, sin duda lo protegería con mi mayor esfuerzo. Algo va mal.
Tras sus palabras se quedó callado esperando respuesta alguna de su mentor mientras escuchaba extraños ruidos, unos ruidos que precedían de las paredes, como si un mecanismo se estuviera activando o algo por el estilo. Kakashi miró a su alrededor notando el raro sonido de engranajes y palancas activarse y solo pudo dirigirse de nuevo al otro espadachín de forma calmada y tranquila.
- ¿Qué diablos?
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