Break Baskerville
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Break sonrió, por fin llegaba a su destino. Después de la incomodidad del viaje por mar y del constante bamboleo provocado por el choque de las olas con los costados del barco, por fin llegaba a su destino. Estaba deseando comprobar en primera persona si lo que se decía era cierto. Estaba deseando llegar a Ohara.
Su objetivo era la gran biblioteca, la cual según había oído se hallaba construida en el interior de un inmenso árbol justo en el centro de la isla. Pero lo que le interesaba era el contenido de esa biblioteca. No había estado allí jamás, pero en su isla natal decían que era la única colección de libros que podía competir en tamaño y calidad con la biblioteca de los Baskerville. Era esta idea la que le llevó a embarcarse en dirección a Ohara, aquella enorme cantidad de información podría resultarse realmente útil en sus viajes, además de ampliar su ya de por sí vasto conocimiento sobre el mundo.
Al cabo de un rato llegó por fin hasta el puerto principal de la isla. Dejó su barco en un gran embarcadero en la parte sur de la costa y se encaminó hacia el centro de la ciudad. Por el camino no pudo evitar fijarse en gran cantidad de librerías, aunque en la mayoría de escaparates solo mostraban libros absurdos sobre asuntos sin importancia. -No me extraña. -pensó el cazador pasando de largo. -Con esa gran biblioteca en la isla, es lógico que aquí solo tengan la morralla.
Por el camino, fue objeto de las miradas curiosas de los habitantes de la ciudad. Su aspecto solía llamar bastante la atención, aunque eso nunca le había importado. En aquella ocasión iba vestido con un "elegante" traje naranja con una corbata negra. El color de aquella ropa parecía capaz de hacer sangrar los ojos de cualquiera que lo mirara y reflejaba la luz del sol como si fuera una bola de discoteca. Aparte de eso, el hecho de cargar una espada al hombro acrecentaba la sensación de curiosidad que provocaba a su paso.
Tras un par de horas de exploración por la ciudad llegó a su destino. La sorpresa se reflejó en su rostro cuando contempló la inmensidad del árbol que albergaba la gran biblioteca. Era tan grande que cualquier edificio a su alrededor parecía ridículo y tenía varias aberturas relativamente pequeñas que hacían las veces de ventanas y de ventilación. Curiosamente la parte superior del tronco era algo más grande que la inferior, supuso que era allí donde estaba la biblioteca.
Break respiró hondo deleitándose con el fresco olor a bosque y mar y entró con una pausa medida, intentando aprovechar cada segundo que pasaba allí. Al traspasar el umbral de la puerta no pudo hacer más que asombrarse. Mirar donde mirara podía ver retazos del conocimiento del todo el mundo, una enorme fuente de información sobe todo tipo de ciencias que ahora se alzaba ante él. Le habría encantado tener tiempo para disfrutar de aquello pero por desgracia no disponía de ese tiempo. El cazador respiró hondo, consciente de que lo que iba a hacer podría causarle muchos problemas. Suerte que nadie conocía si verdadera identidad, ya que no daba su verdadero nombre excepto en ciertas situaciones y solo a ciertas personas.
Durante unos minutos exploró la gran biblioteca en busca de la sección más interesante. Cuando por fin encontró varios libros que le llamaron la atención se detuvo frente a ellos, buscó con la mirada en busca de algún mirón inoportuno y se preparó para cumplir con su objetivo: saquear la biblioteca de Ohara.
Su objetivo era la gran biblioteca, la cual según había oído se hallaba construida en el interior de un inmenso árbol justo en el centro de la isla. Pero lo que le interesaba era el contenido de esa biblioteca. No había estado allí jamás, pero en su isla natal decían que era la única colección de libros que podía competir en tamaño y calidad con la biblioteca de los Baskerville. Era esta idea la que le llevó a embarcarse en dirección a Ohara, aquella enorme cantidad de información podría resultarse realmente útil en sus viajes, además de ampliar su ya de por sí vasto conocimiento sobre el mundo.
Al cabo de un rato llegó por fin hasta el puerto principal de la isla. Dejó su barco en un gran embarcadero en la parte sur de la costa y se encaminó hacia el centro de la ciudad. Por el camino no pudo evitar fijarse en gran cantidad de librerías, aunque en la mayoría de escaparates solo mostraban libros absurdos sobre asuntos sin importancia. -No me extraña. -pensó el cazador pasando de largo. -Con esa gran biblioteca en la isla, es lógico que aquí solo tengan la morralla.
Por el camino, fue objeto de las miradas curiosas de los habitantes de la ciudad. Su aspecto solía llamar bastante la atención, aunque eso nunca le había importado. En aquella ocasión iba vestido con un "elegante" traje naranja con una corbata negra. El color de aquella ropa parecía capaz de hacer sangrar los ojos de cualquiera que lo mirara y reflejaba la luz del sol como si fuera una bola de discoteca. Aparte de eso, el hecho de cargar una espada al hombro acrecentaba la sensación de curiosidad que provocaba a su paso.
Tras un par de horas de exploración por la ciudad llegó a su destino. La sorpresa se reflejó en su rostro cuando contempló la inmensidad del árbol que albergaba la gran biblioteca. Era tan grande que cualquier edificio a su alrededor parecía ridículo y tenía varias aberturas relativamente pequeñas que hacían las veces de ventanas y de ventilación. Curiosamente la parte superior del tronco era algo más grande que la inferior, supuso que era allí donde estaba la biblioteca.
Break respiró hondo deleitándose con el fresco olor a bosque y mar y entró con una pausa medida, intentando aprovechar cada segundo que pasaba allí. Al traspasar el umbral de la puerta no pudo hacer más que asombrarse. Mirar donde mirara podía ver retazos del conocimiento del todo el mundo, una enorme fuente de información sobe todo tipo de ciencias que ahora se alzaba ante él. Le habría encantado tener tiempo para disfrutar de aquello pero por desgracia no disponía de ese tiempo. El cazador respiró hondo, consciente de que lo que iba a hacer podría causarle muchos problemas. Suerte que nadie conocía si verdadera identidad, ya que no daba su verdadero nombre excepto en ciertas situaciones y solo a ciertas personas.
Durante unos minutos exploró la gran biblioteca en busca de la sección más interesante. Cuando por fin encontró varios libros que le llamaron la atención se detuvo frente a ellos, buscó con la mirada en busca de algún mirón inoportuno y se preparó para cumplir con su objetivo: saquear la biblioteca de Ohara.
El Cid
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El árbol de Ohara se veía impresionante desde el mar, cubría toda la isla como un paraguas natural, el único pueblo de la isla se encontraba debajo de este. En el pasado la marina había realizado uno de los mayores ataques a esta isla, y el árbol seguía en pie. Actualmente la isla era usada como biblioteca y era custodiada por sus propios guardias.
Un barco de grandes proporciones estaba atracando en la isla, de su cubierta bajaba un gigante de aspecto medieval, un yelmo de mallas cubría su cabeza, en su hombro portaba una hombrera con la insignia del gobierno mundial, llevaba una chaqueta negra que por las mangas colgaban dos tiras rojas, la cual al estar abierta dejaba ver una gran cicatriz en forma de cruz. A sus pies se encontraba Babieca, su más fiel amigo con sus cuatro patas largas y delgadas, su cabeza, en proporción al cuerpo pequeña, sus orejas son diminutas y sus ojos saltones. Su voluminoso cuerpo está cubierto de finos y largos pelos de color canela que suele mudar por primavera. Se caracteriza por tener dos gibas de grasa para soportar la dura vida del desierto, las cuales estaban infladas debido al agua que contenían.
Clavándose las uñas de las manos en su propio costado, el Cid redujo drásticamente su tamaño, pasando de medir once metros, a dos metros y veinte centímetros. Dejando en la alforjas de babieca sus armas, se monto y recorrió las calles del puerto en dirección al centro de la ciudad. Le habían mandado la misión de acabar con una célula revolucionaria que recién se había establecido en la isla. Sus informes decía que debían ser unos 10 rebeldes, lo primero que haría es dirigirse a un punto alto de la ciudad, así montado en babieca se dirigió a la base del árbol. Era su primera misión en solitario y no quería fallarla.
Cuando se acerba a la puerta pudo divisar como un hombre vestido con un escandaloso traje naranja entraba por una de las puertas, lentamente como si estuviera preparándose para algo.
Podría ser ese uno de los revolucionarios babieca? No va vestido como la gente normal, vamos a investigar, Yala!! (Orden para el camello, significa avanza)
Babieca hizo un gesto de asentimiento moviendo la cabeza de arriba a abajo, sus labios se movían cómicamente.
El Cid y babieca con paso firme entraron por la puerta de la biblioteca, está claro que la sutileza no es algo que caracterizada al agente del gobierno. Una vez dentro miraron alrededor en busca del hombre que iba vestido de naranja. Babieca hizo un ruido para señalar la posición del sospechoso, y el Cid le hablo en voz alta.
Buenos días caballero podría usted ser tan amable de responderme a algunas preguntas?
El Cid se encontraba en la puerta con Babieca bloqueando el camino, si era un revolucionario intentaría huir de él, o atacarle, en cambio si era inocente no tendría reparos en responder a las preguntas de un agente de la ley.
Un barco de grandes proporciones estaba atracando en la isla, de su cubierta bajaba un gigante de aspecto medieval, un yelmo de mallas cubría su cabeza, en su hombro portaba una hombrera con la insignia del gobierno mundial, llevaba una chaqueta negra que por las mangas colgaban dos tiras rojas, la cual al estar abierta dejaba ver una gran cicatriz en forma de cruz. A sus pies se encontraba Babieca, su más fiel amigo con sus cuatro patas largas y delgadas, su cabeza, en proporción al cuerpo pequeña, sus orejas son diminutas y sus ojos saltones. Su voluminoso cuerpo está cubierto de finos y largos pelos de color canela que suele mudar por primavera. Se caracteriza por tener dos gibas de grasa para soportar la dura vida del desierto, las cuales estaban infladas debido al agua que contenían.
Clavándose las uñas de las manos en su propio costado, el Cid redujo drásticamente su tamaño, pasando de medir once metros, a dos metros y veinte centímetros. Dejando en la alforjas de babieca sus armas, se monto y recorrió las calles del puerto en dirección al centro de la ciudad. Le habían mandado la misión de acabar con una célula revolucionaria que recién se había establecido en la isla. Sus informes decía que debían ser unos 10 rebeldes, lo primero que haría es dirigirse a un punto alto de la ciudad, así montado en babieca se dirigió a la base del árbol. Era su primera misión en solitario y no quería fallarla.
Cuando se acerba a la puerta pudo divisar como un hombre vestido con un escandaloso traje naranja entraba por una de las puertas, lentamente como si estuviera preparándose para algo.
Podría ser ese uno de los revolucionarios babieca? No va vestido como la gente normal, vamos a investigar, Yala!! (Orden para el camello, significa avanza)
Babieca hizo un gesto de asentimiento moviendo la cabeza de arriba a abajo, sus labios se movían cómicamente.
El Cid y babieca con paso firme entraron por la puerta de la biblioteca, está claro que la sutileza no es algo que caracterizada al agente del gobierno. Una vez dentro miraron alrededor en busca del hombre que iba vestido de naranja. Babieca hizo un ruido para señalar la posición del sospechoso, y el Cid le hablo en voz alta.
Buenos días caballero podría usted ser tan amable de responderme a algunas preguntas?
El Cid se encontraba en la puerta con Babieca bloqueando el camino, si era un revolucionario intentaría huir de él, o atacarle, en cambio si era inocente no tendría reparos en responder a las preguntas de un agente de la ley.
Break Baskerville
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Destreza
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Una potente y grave voz a su espalda llamó la atención del cazador. Durante unos segundos permaneció impasible, sin siquiera girarse a comprobar quien era el dueño de aquella voz, estaba concentrado trazando un plan para llevarse la mayor cantidad de libros posible. Sin embargo sabía que no le convenía ignorar a aquel hombre mucho más tiempo, debería inventarse una historia adecuada y eso era algo que nunca le fallaba. Con una falsa sonrisa en el rostro se giró hacia su interlocutor. El origen de la voz resultó ser un enorme tipo de más de dos metros, vestido con una especie de cota de malla y un yelmo. No necesitó ver el símbolo del gobierno mundial para saber que no se trataba de un marine, al menos no de uno normal.
-Oh, señor. ¿Qué si me importaría responder a algunas preguntas? Por supuesto que no, siempre es un placer colaborar con la ley en la búsqueda de los más nefastos criminales. -mintió el cazadorhaciendo gala de una gran sangre fría. Nunca había tenido problemas en mentir cuando fuera necesario y menos aún a un agente que trabajara para el gobierno mundial. -Mi nombre es Arlett Sou, soy profesor de historia y como cada año vengo aquí durante mis vacaciones para solicitar mi tan ansiado puesto de bibliotecario. Oh, ¡ojalá algún día me consideren digno de tan elevado puesto! - el cazador había dado rienda suelta a toda su capacidad interpretativa y había creado un personaje increíblemente irritante y charlatán. Por su experiencia sabía que la mejor forma de librarse de alguien era hablar más que él. -Sin embargo parece que las personas que dirigen la gran biblioteca opinan que no estoy lo suficientemente cualificado como para realizar tal tarea. Pero algún día lo conseguiré, estoy seguro. Pero por favor, pregunte lo que necesite saber. Estaré encantado de responder a cualquier pregunta que quiera hacerme, aunque en realidad tengo una cita con el director dentro de un rato así que si no le importa démonos algo de prisa.
Break continuó un minuto más con su incesante charla, intentando que aquel hombre se hartara lo más rápido posible de él y le dejara en paz. Si insistía en interrumpirle durante su tarea tal vez tendría que plantearse la posibilidad de librarse de él de alguna forma sutil. Quizás dirigiéndole hacia algún falso criminal o algo así. Fuera lo que fuera lo que quería el tipo del yelmo no podía permitirse el lujo de verse involucrado en sus asuntos. Prefería no tener nada que ver con criminales ni con agentes del gobierno.
-Oh, señor. ¿Qué si me importaría responder a algunas preguntas? Por supuesto que no, siempre es un placer colaborar con la ley en la búsqueda de los más nefastos criminales. -mintió el cazadorhaciendo gala de una gran sangre fría. Nunca había tenido problemas en mentir cuando fuera necesario y menos aún a un agente que trabajara para el gobierno mundial. -Mi nombre es Arlett Sou, soy profesor de historia y como cada año vengo aquí durante mis vacaciones para solicitar mi tan ansiado puesto de bibliotecario. Oh, ¡ojalá algún día me consideren digno de tan elevado puesto! - el cazador había dado rienda suelta a toda su capacidad interpretativa y había creado un personaje increíblemente irritante y charlatán. Por su experiencia sabía que la mejor forma de librarse de alguien era hablar más que él. -Sin embargo parece que las personas que dirigen la gran biblioteca opinan que no estoy lo suficientemente cualificado como para realizar tal tarea. Pero algún día lo conseguiré, estoy seguro. Pero por favor, pregunte lo que necesite saber. Estaré encantado de responder a cualquier pregunta que quiera hacerme, aunque en realidad tengo una cita con el director dentro de un rato así que si no le importa démonos algo de prisa.
Break continuó un minuto más con su incesante charla, intentando que aquel hombre se hartara lo más rápido posible de él y le dejara en paz. Si insistía en interrumpirle durante su tarea tal vez tendría que plantearse la posibilidad de librarse de él de alguna forma sutil. Quizás dirigiéndole hacia algún falso criminal o algo así. Fuera lo que fuera lo que quería el tipo del yelmo no podía permitirse el lujo de verse involucrado en sus asuntos. Prefería no tener nada que ver con criminales ni con agentes del gobierno.
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