Katrina Read
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
![El médico errante y la ciudad de la noche.[Hyo Toranosuke-Gildarts] Empty](https://2img.net/i/empty.gif)
La lluvia caía, a ratos a cántaros y constantemente a pocas gotas. Las nubes grises ensombrecían más el cielo que de costumbre y las calles repiquetaban entre pisadas y asfalto mojado. Dark Dome city no se parecía a nada que hubiera visto antes, y para estas alturas, tras cinco años de haber dejado Buchenwald para deambular en el anonimato del mundo, había viajado lo suficiente para pensarlo así. Los rascacielos imponían, se reflejaban mutuamente en las ventanas y daban la apariencia, en la eterna noche, de gigantes de acero y vidrio, divididos por un rió, ahora turbulento por la tormenta, que en esos instantes se mantenía observando desde una ventana rota.
─¿E-esta bien ahora?─ Escucho de pronto, distrayendo su vista del panorama sombrío de la ciudad, para voltear a ver a la mujer en harapos que desde la esquina de aquella casa miraba recelosa a su propia figura y la del hombre anciano sobre la mesa que, tras horas de fiebre ahora respiraba con regularidad. No le contesto, pudo ver como a la otra esquina de la casa una niña cambiaba los trastos del piso que ya se habían llenado de agua por las goteras de aquella casa, cuando se había percatado de su mirada, fue a esconderse tras las faldas de su madre, con temor e incertidumbre. Cayo un trueno a lo lejos y el anciano empezó a toser y retorcerse de nuevo.
Su mujer grito horrorizada, mientras que la figura volvía a su labor, en un movimiento rápido, pero cuidadoso, puso al doliente de costado y acomodo su brazo sobre su cuerpo, para dejar al descubierto su caja torácica. Tras una pequeña palpación, del guante de su mano derecha, en el dedo índice, salió una aguja gruesa pero corta que inserto entre las costillas del hombre, y este, tan pronto como había empezado a ahogarse, soltó un jadeo de relajación. La familia lloraba.
─ Lleva así meses, empeorando, sangrando a cada ataque de tos, ahogándose con su propia sangre, hace días que convalece y no somos capaces de pagar la cura. Y para variar, esos jóvenes, que venían ebrios, le han golpeado solo por que si.─ Sollozo la señora, mientras abrazaba a su pequeña contra su regazo. Ah, era cierto, de pronto, mientras otra aguja se clavaba sobre la piel del cuello del hombre, para llegar a su yugular, recordó ese pequeño altercado que había presenciado mientras caminaba a las afueras, para dirigirse al centro de la ciudad, en la que había barrios tan llenos de miseria como ese. No recordaba que fue lo que exactamente le llevo a esa casa, a darle tratamiento completo a aquel hombre, si con solo haber desgraciado a esos bandidos le había dado gusto a su sed de violencia que no saciaba desde que había zarpado de la última isla en un barco como polizón.
El silencio se mantuvo, así, la lluvia enmascaraba el resto del ruido con una melodía susurrante y constante. Espero unos minutos, y tras su máscara de cuervo observo que finalmente en paciente se estabilizara. Le dió agua, le hizo tragar unas pastillas y finalmente, extendió de entre las telas de su cuerpo un gran frasco lleno de esas píldoras.
La mujer, aun aterrada, se acerco temerosa y alzo la vista hacia la suya, como si tratara de descifrar que se escondía detrás de tan misteriosa apariencia. Se dio la vuelta y entonces, se quedo incrédula de que no fuera a exigirle nada a cambio de haber curado a su marido.
Se limito a acercarse hacia la puerta. Otro rayo cayo mientras rechino la madera. Había hecho suficiente y más, lo sabía tan bien como lo sabían las pobres personas que vivían en esa casa. Dió un paso para salir, cuando la niña le tomo del antebrazo
─ Gracias, de verdad─ Le dijo. Pero solo recibió el silencio como respuesta. Aparto el brazo de manera fría y salió a la calle, echándose la capucha encima para seguir su camino, y dejar aquella casa atrás.
Era una figura deambulante, y cuervo de cuero cubierto de telas rotas, que por mera suerte había aparecido cuando unos jóvenes adinerados y borrachos decidieron divertirse del infortunio de un pobre anciano. Una figura que se había aparecido en los pueblos más alejados, más abandonados por la fortuna y los milagros para, sin haber dicho jamás ni una sola palabra, curar enfermedades y heridos, robar dinero, joyas, artefactos y retirarse. A la vez era un ente que daba terror por las noches, un asesino despiadado que hacia desaparecer a los ladrones y policías por igual, que abusaban de su poder.
Pero esa solo eso, una figura, un ente enmascarado del que nadie sabía absolutamente nada.
Y así, bajo la lluvia y la gran noche que permanecía en Dark Dome, el médico errante se hizo de su camino a la ciudad.
─¿E-esta bien ahora?─ Escucho de pronto, distrayendo su vista del panorama sombrío de la ciudad, para voltear a ver a la mujer en harapos que desde la esquina de aquella casa miraba recelosa a su propia figura y la del hombre anciano sobre la mesa que, tras horas de fiebre ahora respiraba con regularidad. No le contesto, pudo ver como a la otra esquina de la casa una niña cambiaba los trastos del piso que ya se habían llenado de agua por las goteras de aquella casa, cuando se había percatado de su mirada, fue a esconderse tras las faldas de su madre, con temor e incertidumbre. Cayo un trueno a lo lejos y el anciano empezó a toser y retorcerse de nuevo.
Su mujer grito horrorizada, mientras que la figura volvía a su labor, en un movimiento rápido, pero cuidadoso, puso al doliente de costado y acomodo su brazo sobre su cuerpo, para dejar al descubierto su caja torácica. Tras una pequeña palpación, del guante de su mano derecha, en el dedo índice, salió una aguja gruesa pero corta que inserto entre las costillas del hombre, y este, tan pronto como había empezado a ahogarse, soltó un jadeo de relajación. La familia lloraba.
─ Lleva así meses, empeorando, sangrando a cada ataque de tos, ahogándose con su propia sangre, hace días que convalece y no somos capaces de pagar la cura. Y para variar, esos jóvenes, que venían ebrios, le han golpeado solo por que si.─ Sollozo la señora, mientras abrazaba a su pequeña contra su regazo. Ah, era cierto, de pronto, mientras otra aguja se clavaba sobre la piel del cuello del hombre, para llegar a su yugular, recordó ese pequeño altercado que había presenciado mientras caminaba a las afueras, para dirigirse al centro de la ciudad, en la que había barrios tan llenos de miseria como ese. No recordaba que fue lo que exactamente le llevo a esa casa, a darle tratamiento completo a aquel hombre, si con solo haber desgraciado a esos bandidos le había dado gusto a su sed de violencia que no saciaba desde que había zarpado de la última isla en un barco como polizón.
El silencio se mantuvo, así, la lluvia enmascaraba el resto del ruido con una melodía susurrante y constante. Espero unos minutos, y tras su máscara de cuervo observo que finalmente en paciente se estabilizara. Le dió agua, le hizo tragar unas pastillas y finalmente, extendió de entre las telas de su cuerpo un gran frasco lleno de esas píldoras.
La mujer, aun aterrada, se acerco temerosa y alzo la vista hacia la suya, como si tratara de descifrar que se escondía detrás de tan misteriosa apariencia. Se dio la vuelta y entonces, se quedo incrédula de que no fuera a exigirle nada a cambio de haber curado a su marido.
Se limito a acercarse hacia la puerta. Otro rayo cayo mientras rechino la madera. Había hecho suficiente y más, lo sabía tan bien como lo sabían las pobres personas que vivían en esa casa. Dió un paso para salir, cuando la niña le tomo del antebrazo
─ Gracias, de verdad─ Le dijo. Pero solo recibió el silencio como respuesta. Aparto el brazo de manera fría y salió a la calle, echándose la capucha encima para seguir su camino, y dejar aquella casa atrás.
Era una figura deambulante, y cuervo de cuero cubierto de telas rotas, que por mera suerte había aparecido cuando unos jóvenes adinerados y borrachos decidieron divertirse del infortunio de un pobre anciano. Una figura que se había aparecido en los pueblos más alejados, más abandonados por la fortuna y los milagros para, sin haber dicho jamás ni una sola palabra, curar enfermedades y heridos, robar dinero, joyas, artefactos y retirarse. A la vez era un ente que daba terror por las noches, un asesino despiadado que hacia desaparecer a los ladrones y policías por igual, que abusaban de su poder.
Pero esa solo eso, una figura, un ente enmascarado del que nadie sabía absolutamente nada.
Y así, bajo la lluvia y la gran noche que permanecía en Dark Dome, el médico errante se hizo de su camino a la ciudad.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Dark Dome City, un lugar oscuro y de aspecto futurista, un lugar donde se han construido altos rascacielos y diferentes edificios completamente diferentes a los vistos en otras zonas del Grand Line. En la oscuridad de la ciudad aún más ennegrecida por las nubes que descargan una fuerte tormenta sobre la ciudad se observa la gente caminar con normalidad pero entre ellos se encuentra un sujeto peculiar ya que no puede pasar desapercibido por su aspecto. Dicho sujeto va vestido con ropa de aspecto lujoso como lo son su gabardina color verde que cubre su camisa blanca y chaleco gris oscuro, los guantes de cuero marrón y el pañuelo rojo que adorna la parte superior del pecho. Los pantalones claros cubren sus patas animales mientras que en su cintura una pequeña cinta marrón sirve de guarda para sus dos espadas roperas y las dos dagas que lleva para pelear en caso de necesidad. Sus ojos observan con cuidado todos los movimientos de la ciudad sin perder detalle de lo que le rodea por si tiene que reaccionar ante algo pero algo le atormenta, no sabe por qué pero tiene un extraño sentimiento de que algo ocurrirá que lo forzará a pelear o a ayudar a alguien, mientras simplemente camina cargando su violín como es costumbre.
El felino se mueve discretamente entre la multitud buscando un lugar cómodo donde sentarse y pensar en lo que va a hacer a continuación ya que está en esta ciudad buscando gente para que se una a los Couriers of the Apocalypse, busca sobre todo gente hábil en medicina para que le ayude en las tareas de curación pues dos médicos facilitarían mucho las cosas en la guerra contra el gobierno. El joven leopardo camina durante un largo rato hasta que a lo lejos ve un pequeño muro donde puede sentarse y tocar tranquilamente para calmar los nervios y ordenar sus pensamientos. El joven Hyo camina tranquilamente hasta el muro y allí saca el violín de su maletín y empieza a tocar una melodía triste ya que la lluvia le recuerda a su familia, sobre todo a su difunta madre.
El felino se mueve discretamente entre la multitud buscando un lugar cómodo donde sentarse y pensar en lo que va a hacer a continuación ya que está en esta ciudad buscando gente para que se una a los Couriers of the Apocalypse, busca sobre todo gente hábil en medicina para que le ayude en las tareas de curación pues dos médicos facilitarían mucho las cosas en la guerra contra el gobierno. El joven leopardo camina durante un largo rato hasta que a lo lejos ve un pequeño muro donde puede sentarse y tocar tranquilamente para calmar los nervios y ordenar sus pensamientos. El joven Hyo camina tranquilamente hasta el muro y allí saca el violín de su maletín y empieza a tocar una melodía triste ya que la lluvia le recuerda a su familia, sobre todo a su difunta madre.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Un relámpago iluminó de repente el cielo de aquella isla futurista. Para muchos la lluvia era un obstáculo y sus casas eran el refugio, sin embargo para la persona que pasaba por allí no lo era y tan solo era una ventaja, le encantaba pasear bajo la lluvia. Se trataba de una figura alta de al menos un metro noventa o cosa así. Llevaba una capucha marrón que le tapaba el rostro y el pelo y dejaba solo ver su boca, donde tenía un poco de barba, apenas algo más que pelusilla. El resto de su cuerpo iba tapado por una especie de capa de color marrón oscura, el cuello de la capa era picudo y estaba hacia arriba a ambos lados del cuello de aquel tipo. En los hombros llevaba una especie de hombreras que podían amortiguar un poco los golpes en esas zonas. Además llevaba un pantalón de color negro y unas botas del mismo color que el pantalón. La figura avanzaba con una sonrisa tranquila, en su brazo izquierdo se podía ver un guantelete de acero desde el codo a los dedos, la otra mano además de ir desnuda, estaba bajo su capa ocultándola. Podía respirarse la humedad por aquel lugar, la lluvia parecía estar causando estragos, el agua no era un problema, pero en grandes cantidades sí que lo era, y uno de los peores problemas para la persona que caminaba ahora bajo ella.
Los pasos del sujeto continuaron mientras sus silbidos iban dejando huella en la gente con la que cruzaba, aquellos silbidos le recordaban a un tiempo mejor, un tiempo donde la marina y el gobierno no abusaban de su poder. Un tiempo que quería recuperar y si era necesario enfrentarse al gobierno para ello. El único deseo que movía a este hombre, era el de poder abrazar de nuevo a la única familia que le quedaba, sus dos sobrinos. Las ganas de verlos le reconcomían y aún no sabía nada de ellos, ni una simple pista. Esperaba al menos encontrar alguna en la isla en la que estaba ahora, había probado suerte en el país de los samuráis pero no había obtenido ninguna pista valiosa. Ahora tan solo esperaba el momento adecuado, realizando misiones para la armada revolucionaria y buscando por su cuente, su cuerpo el cual había quedado atrofiado, se estaba recuperando y su espíritu de lucha había resurgido de sus cenizas. Era una persona nueva, un hombre dispuesto a ayudar a los más jóvenes y si era necesario a pelear por la nueva generación que cambiaria el mundo. Su mirada ahora se posó en un escaparate donde podía ver algunos objetos en venta, parecían más bien instrumentos musicales.
Un ruido musical llegó a sus oídos, parecía una música no muy animada, sin embargo tras unos momentos, el encapuchado se dio cuenta de que no procedía de la tienda de música. Más bien todo lo contrario, procedía de fuera de aquella tienda. La mirada del revolucionario se fijó en un banco donde había un extraño ser. Un hombre que más bien parecía ser un gato o una especie de leopardo, tocaba su instrumento con total delicadeza y no de mala forma por lo que se veía. Era una escena bastante agradable, el sonido que empleaba ese gato en mitad de la gente mientras la lluvia caía. No se lo pensó mucho y comenzó a caminar lentamente hasta la posición del hombre leopardo. Una vez llegó, tomó asiento a su lado de forma calmada, con toda confianza como si le conociera de toda la vida. Una sonrisa iluminó su boca y aquel encapuchado no tardó mucho en meter la mano bajo su capa y sacar una pequeña botella de cerveza, acto seguido sacó su abridor abriéndola para después estirar su mano ofreciéndosela al violinista sin decir palabra alguna, simplemente sonriendo, pero sin quitarse la capucha marrón que portaba puesta consigo en todo momento.
Los pasos del sujeto continuaron mientras sus silbidos iban dejando huella en la gente con la que cruzaba, aquellos silbidos le recordaban a un tiempo mejor, un tiempo donde la marina y el gobierno no abusaban de su poder. Un tiempo que quería recuperar y si era necesario enfrentarse al gobierno para ello. El único deseo que movía a este hombre, era el de poder abrazar de nuevo a la única familia que le quedaba, sus dos sobrinos. Las ganas de verlos le reconcomían y aún no sabía nada de ellos, ni una simple pista. Esperaba al menos encontrar alguna en la isla en la que estaba ahora, había probado suerte en el país de los samuráis pero no había obtenido ninguna pista valiosa. Ahora tan solo esperaba el momento adecuado, realizando misiones para la armada revolucionaria y buscando por su cuente, su cuerpo el cual había quedado atrofiado, se estaba recuperando y su espíritu de lucha había resurgido de sus cenizas. Era una persona nueva, un hombre dispuesto a ayudar a los más jóvenes y si era necesario a pelear por la nueva generación que cambiaria el mundo. Su mirada ahora se posó en un escaparate donde podía ver algunos objetos en venta, parecían más bien instrumentos musicales.
Un ruido musical llegó a sus oídos, parecía una música no muy animada, sin embargo tras unos momentos, el encapuchado se dio cuenta de que no procedía de la tienda de música. Más bien todo lo contrario, procedía de fuera de aquella tienda. La mirada del revolucionario se fijó en un banco donde había un extraño ser. Un hombre que más bien parecía ser un gato o una especie de leopardo, tocaba su instrumento con total delicadeza y no de mala forma por lo que se veía. Era una escena bastante agradable, el sonido que empleaba ese gato en mitad de la gente mientras la lluvia caía. No se lo pensó mucho y comenzó a caminar lentamente hasta la posición del hombre leopardo. Una vez llegó, tomó asiento a su lado de forma calmada, con toda confianza como si le conociera de toda la vida. Una sonrisa iluminó su boca y aquel encapuchado no tardó mucho en meter la mano bajo su capa y sacar una pequeña botella de cerveza, acto seguido sacó su abridor abriéndola para después estirar su mano ofreciéndosela al violinista sin decir palabra alguna, simplemente sonriendo, pero sin quitarse la capucha marrón que portaba puesta consigo en todo momento.
Katrina Read
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Así las calles se fueron vaciando por la lluvia, quedando a su merced los pobres peatones sin vehículos, las personas melancólicas o los mendigos sin casa. La tonada de violín ahogo el ruido de la ciudad conforme se acercaba, inevitablemente atraída por la música.
La gente mantenía su distancia si es que llegaban a verle, pues en una ciudad como Dark Dome, lo común no era ver a una persona embebida en telas viejas y negras usando una máscara para evitar la peste. Igualmente se trasladaba de tejado en tejado, callejón en callejón, pues ya había causado problemas con sus altercados por esas aguas, y por lo mismo, había que tener precaución de los oficiales que recorrían las calles siendo casi imperceptible.
Cuando escucho el sonido del instrumento a unos metros, se detuvo en el callejón, sin la suficiente curiosidad para asomarse a ver quien tocaba tan nostálgica melodía. ¿Para que averiguar? Esas cosas no se disfrutaban con el sentido de la vista, era mejor recargarse en la pared mojada y apoyar la cabeza para mirar el cielo nublado, mientras se dejaba llevar por la balada que removía de sus recuerdos las vivas imágenes de los días de otoño, y el olor de las hojas y los libros. Tal vez sonrió.
De pronto no importaba nada. La imagen pútrida y misera del hombre que había tratado hace una hora se disipo de su mente y sintió ánimos de quitarse la máscara, para respirar, para relajarse. Quince minutos ¿Que habían de malo? Para alguien sin hogar como ella el tiempo era casi infinito.
─ ¡Ahí está! El maldito bandido que paralizo a mi hermano sin justificación─ Escucho al otro lado del callejón, interrumpiendo justo cuando iba a remover la capucha para llegar al cierre. El ser enmascarado volteó y pudo ver a uno de los hombres que había golpeado en los barrios pobres escondido tras los cuerpos uniformados de una cuadrilla de marines.
─ Sin duda es la persona que ha estado causando problemas en las islas cercanas, ¡Atrapenlo!─ Ordeno su capitán y sin darse tiempo a las averiguaciones, la figura se dio a la fuga de ese callejón estrecho donde las condiciones para pelear no le favorecían en nada. Dió un brinco sobre un bote de basura, un tejado y acto seguido cayo al otro lado del muro, donde, por un pequeño vistazo, averiguó que la bella música era tocada por lo que parecía un hombre disfrazado de gato. Esa aparición repentina del fugitivo ocasiono que, junto a la llegada de los soldados a la escena, la gente empezara a alejarse temerosa de alguna confrontación. Uno de ellos se aventó sin dudarlo al sujeto enmascarado que en una maniobra veloz esquivo el golpe y consiguió, simplemente al tocar la parte posterior de su pierna, hacer que cayera al suelo.
─¡S-se me ha dormido la pierna!─ Dijo y mientras sus compañeros se acercaban a auxiliarlo, el criminal trato de darse a la fuga mirando por unos segundos a los dos hombres que permanecían sentados y bebiendo.
La gente mantenía su distancia si es que llegaban a verle, pues en una ciudad como Dark Dome, lo común no era ver a una persona embebida en telas viejas y negras usando una máscara para evitar la peste. Igualmente se trasladaba de tejado en tejado, callejón en callejón, pues ya había causado problemas con sus altercados por esas aguas, y por lo mismo, había que tener precaución de los oficiales que recorrían las calles siendo casi imperceptible.
Cuando escucho el sonido del instrumento a unos metros, se detuvo en el callejón, sin la suficiente curiosidad para asomarse a ver quien tocaba tan nostálgica melodía. ¿Para que averiguar? Esas cosas no se disfrutaban con el sentido de la vista, era mejor recargarse en la pared mojada y apoyar la cabeza para mirar el cielo nublado, mientras se dejaba llevar por la balada que removía de sus recuerdos las vivas imágenes de los días de otoño, y el olor de las hojas y los libros. Tal vez sonrió.
De pronto no importaba nada. La imagen pútrida y misera del hombre que había tratado hace una hora se disipo de su mente y sintió ánimos de quitarse la máscara, para respirar, para relajarse. Quince minutos ¿Que habían de malo? Para alguien sin hogar como ella el tiempo era casi infinito.
─ ¡Ahí está! El maldito bandido que paralizo a mi hermano sin justificación─ Escucho al otro lado del callejón, interrumpiendo justo cuando iba a remover la capucha para llegar al cierre. El ser enmascarado volteó y pudo ver a uno de los hombres que había golpeado en los barrios pobres escondido tras los cuerpos uniformados de una cuadrilla de marines.
─ Sin duda es la persona que ha estado causando problemas en las islas cercanas, ¡Atrapenlo!─ Ordeno su capitán y sin darse tiempo a las averiguaciones, la figura se dio a la fuga de ese callejón estrecho donde las condiciones para pelear no le favorecían en nada. Dió un brinco sobre un bote de basura, un tejado y acto seguido cayo al otro lado del muro, donde, por un pequeño vistazo, averiguó que la bella música era tocada por lo que parecía un hombre disfrazado de gato. Esa aparición repentina del fugitivo ocasiono que, junto a la llegada de los soldados a la escena, la gente empezara a alejarse temerosa de alguna confrontación. Uno de ellos se aventó sin dudarlo al sujeto enmascarado que en una maniobra veloz esquivo el golpe y consiguió, simplemente al tocar la parte posterior de su pierna, hacer que cayera al suelo.
─¡S-se me ha dormido la pierna!─ Dijo y mientras sus compañeros se acercaban a auxiliarlo, el criminal trato de darse a la fuga mirando por unos segundos a los dos hombres que permanecían sentados y bebiendo.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El joven gato toca la melodía tranquilo mientras la gente sigue su camino sin hacerle caso, algo que no le afecta ya que toca por calmarse y aliviar el dolor de sus recuerdos pero pronto ve como alguien se acerca y se sienta a su lado para luego ofrecerle una botella de lo que parece ser cerveza. El joven leopardo sigue tocando hasta acabar la melodía, momento en el que guarda el violín y coge la botella algo desconfiado. Alza la botella para olerla y al no notar ningún olor extraño empieza a beberlo con confianza. Mientras bebe sus oídos siguen atentos a los alrededores por si aparece un grupo de marines que lo puedan reconocer por haber asesinado a esos tres civiles en un viaje pasado. Sin siquiera concentrarme escucho pasos apresurados y saltos en una zona cercana así como el ruido de un bote de basura cayendo al suelo. El joven felino se acaba la cerveza y se levanta tranquilamente y camina cargando su maletín hacia donde hay gritos de terror y gente huyendo despavorida. El revolucionario está interesado en saber el motivo del caos y si hay posibilidad de pelea está dispuesto a participar.
Cuando llega al lugar ve a un marine en el suelo y un extraño sujeto vestido de negro y con una máscara cubriéndole la cara delante de él y un grupo de marines de aproximadamente unas 15 personas. El joven felino sonríe de lado y dice Que bien, empieza la fiesta, nya. Sin dudarlo empieza a correr hacia el grupo de marines desenvainando sus espadas gemelas y moviéndose con gracia y suavidad logra cortar el brazo de uno de ellos de forma superficial, pero con ello consigue que él y cuatro más lo sigan después de su retirada. Eso es justo lo que quiere el revolucionario, estar a solas con una desventaja de 5 a 1 para poder pelear más cómodamente. Una vez separados su mirada se vuelve más salvaje y dice ¿Es que no sabéis que servís a un grupo de pijos consentidos que no se preocupan por más gente que ellos mismos? Como veáis pero os aseguro que yo haré lo imposible por librarme de su yugo. Tras esas palabras el joven Toranosuke se pone en guardia para defenderse de sus posibles ataques.
Cuando llega al lugar ve a un marine en el suelo y un extraño sujeto vestido de negro y con una máscara cubriéndole la cara delante de él y un grupo de marines de aproximadamente unas 15 personas. El joven felino sonríe de lado y dice Que bien, empieza la fiesta, nya. Sin dudarlo empieza a correr hacia el grupo de marines desenvainando sus espadas gemelas y moviéndose con gracia y suavidad logra cortar el brazo de uno de ellos de forma superficial, pero con ello consigue que él y cuatro más lo sigan después de su retirada. Eso es justo lo que quiere el revolucionario, estar a solas con una desventaja de 5 a 1 para poder pelear más cómodamente. Una vez separados su mirada se vuelve más salvaje y dice ¿Es que no sabéis que servís a un grupo de pijos consentidos que no se preocupan por más gente que ellos mismos? Como veáis pero os aseguro que yo haré lo imposible por librarme de su yugo. Tras esas palabras el joven Toranosuke se pone en guardia para defenderse de sus posibles ataques.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El revolucionario continuaba junto al gato, el cual sin problema se había tomado la cerveza, el encapuchado sonrió tranquilo sin decir palabra, como si fuera mudo. Sus pintas eran las de un mendigo y era precisamente lo que quería que pensaran los demás. No le gustaba que supieran de su identidad y mucho menos que supieran para quién trabajaba el revolucionario. Aquel chico leopardo no pareció decir nada tampoco, no debía ser un hombre de muchas palabras. Sin embargo no parecía ser mal tipo pues solo estaba tocando su instrumento de forma tranquila. La lluvia continuaba en aquel remoto lugar cuando de repente el felino se levantó de su sitio. Frente a ello había un marine tirado en el suelo y una figura que ocultaba su rostro con una máscara. El encapuchado corrió a donde los marines sin prestar atención a nada más. Sin embargo cuando pasó por al lado del tipo de la máscara, lo observó levantando un poco su cabeza, analizándolo con sus verdosos ojos serios. A continuación y tras no poder haber visto su rostro, pues la máscara era muy protectora, se dirigió a donde el gato con los demás marines.
Al parecer cinco de aquellos tipos peleaban con el gato y los otros cinco huían. El caminó que eligió el revolucionario fue seguir a los que estaban huyendo. No tardó mucho en alcanzarlos, sin pensárselo nada de nada, pegó un salto pasando por encima de sus cabezas para cortarles el paso y girarse mirándolos. Ellos no podían ver su rostro debido a su capucha, sin embargo el revolucionario iba a ocuparse de ellos en poco tiempo. El primero de aquellos marines cogió su espada y se lanzó a por el tipo de la capucha lanzándole un tajo en horizontal. La hoja chocó con el guantelete de acero de la mano derecha del misterioso hombre. A continuación la pierna de aquel tipo se clavó en el cuello del marine tirándole al suelo tras escuchar el crujido de su cuello romperse. Miró a los cuatro y tras una pequeña sonrisa comenzó a pelear contra ellos usando solo sus puños y piernas. No tardó mucho en dejar fuera de combate a dos de ellos. Los otros dos parecían ser algo más fuertes y por ello le estaban costando mucho más al revolucionario. Sus movimientos defensivos eran buenos para contener a los dos a la vez pero le dificultaban a la hora de atacar.
De repente sacó un puñetazo a toda velocidad que se estrelló directamente en la boca del estomago de uno de aquellos tipos, mientras el marine se clavaba de rodillas en el suelo escupiendo a un lado, el encapuchado noqueó al otro con una patada en el rostro. Cogió al último por el cuello elevándolo y frunció el ceño, el marine pudo ver su rostro perfectamente y este no parecía estar muy alterado. De repente una voz grave pero con un tono amable y normal, comenzó a hablarle al marine.
- Las nuevas generaciones merecen una segunda oportunidad, no os paséis con ellas amigos. La era revolucionaria está por comenzar y vosotros no podéis impedirlo perros del gobierno.
Una vez dejó salir aquellas suaves y calmadas palabras, el tipo de la capucha golpeó el tabique nasal de aquel tipo con su puño libre tirándolo al suelo. a continuación de haberle dejado durmiendo, sonrió de nuevo con su capucha puesta y volvió a donde antes. Los primeros objetivos que su mirada buscaba, eran sin duda alguna el chico gato que tocaba música anteriormente y sin duda alguna aquella extraña figura que iba con una extraña y curiosa máscara.
Al parecer cinco de aquellos tipos peleaban con el gato y los otros cinco huían. El caminó que eligió el revolucionario fue seguir a los que estaban huyendo. No tardó mucho en alcanzarlos, sin pensárselo nada de nada, pegó un salto pasando por encima de sus cabezas para cortarles el paso y girarse mirándolos. Ellos no podían ver su rostro debido a su capucha, sin embargo el revolucionario iba a ocuparse de ellos en poco tiempo. El primero de aquellos marines cogió su espada y se lanzó a por el tipo de la capucha lanzándole un tajo en horizontal. La hoja chocó con el guantelete de acero de la mano derecha del misterioso hombre. A continuación la pierna de aquel tipo se clavó en el cuello del marine tirándole al suelo tras escuchar el crujido de su cuello romperse. Miró a los cuatro y tras una pequeña sonrisa comenzó a pelear contra ellos usando solo sus puños y piernas. No tardó mucho en dejar fuera de combate a dos de ellos. Los otros dos parecían ser algo más fuertes y por ello le estaban costando mucho más al revolucionario. Sus movimientos defensivos eran buenos para contener a los dos a la vez pero le dificultaban a la hora de atacar.
De repente sacó un puñetazo a toda velocidad que se estrelló directamente en la boca del estomago de uno de aquellos tipos, mientras el marine se clavaba de rodillas en el suelo escupiendo a un lado, el encapuchado noqueó al otro con una patada en el rostro. Cogió al último por el cuello elevándolo y frunció el ceño, el marine pudo ver su rostro perfectamente y este no parecía estar muy alterado. De repente una voz grave pero con un tono amable y normal, comenzó a hablarle al marine.
- Las nuevas generaciones merecen una segunda oportunidad, no os paséis con ellas amigos. La era revolucionaria está por comenzar y vosotros no podéis impedirlo perros del gobierno.
Una vez dejó salir aquellas suaves y calmadas palabras, el tipo de la capucha golpeó el tabique nasal de aquel tipo con su puño libre tirándolo al suelo. a continuación de haberle dejado durmiendo, sonrió de nuevo con su capucha puesta y volvió a donde antes. Los primeros objetivos que su mirada buscaba, eran sin duda alguna el chico gato que tocaba música anteriormente y sin duda alguna aquella extraña figura que iba con una extraña y curiosa máscara.
Katrina Read
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Golpes suaves, el enmascarado tenía movimientos silenciosos y veloces, evasivos principalmente, precisos. Estiraba los brazos y donde sus dedos se plantaban los dos marines que le trataban de golpear, en un par de ocasiones, acertando, proferían quejidos y poco a poco, los dos fueron cayendo al suelo en una extraña parálisis.
Recién soltaba a uno de ellos, dejándolo bruscamente en el piso cuando se preparaba para pelear con más, era un grupo basto y dudo que aquello fuera a ser fácil. Pero si antes se las había apañado, lo haría ahora. Sus dedos se cerraron y al abrirlos de nuevo, de cada uno de ellos salía una aguja gruesa. Se puso en pose de batalla y justo cuando uno de ellos se disponía darle una estocada, pudo ver como en un parpadeó cayó al suelo.
Tras de él estaba la silueta felina del músico, que a toda velocidad empezó a encargarse de los otros. ¿No lucharía en solitario como siempre? La idea, aunque absurda, le hizo olvidarse de la sensación de alerta. Ayudaría, por supuesto que lo haría, sin pensar mucho en las razones por las cuales aquellas personas, como aquel hombre encapuchado que con una fuerza magnánima o ese gato tan veloz como la lluvia, ayudaban a reducir el numero de atacantes, quienes, ni con el hombre, ni con el gato, pudieron hacer mucho.
Escucho cada una de sus palabras, mientras en movimientos veloces ayudaba a ambos a aligerar la carga del combate. ¿Podría ser posible?¿Serían ellos? ¿Aquellos que había estado buscando aquellos años de deambular sin rumbo por el mundo tan contrastante y cruel? El ruido de un metal cargándose la llevo a poner la atención en el jóven que le había denunciado con la cuadrilla de marines, con una expresión de rabia en el rostro.
Ah, no te habías imaginado que te saldría el tiro por la culata, ¿Verdad?. Pensó divertida colocándose en posición. Por un segundo llevo sus manos a lo que parecía ser su propia espalda baja, y acto seguido, en lo que pareció ser un impulso imperceptible, el ser enmascarado apareció justo al frente del ricachón, que reaccionando con sorpresa y temor de aquello que consideraba casi imposible soltó el disparo lejos de donde planeaba apuntar.
─ N-no es posible...jodidos revoluciona─ Apenas pudo oírle decir, más no termino por que sin piedad había clavado las agujas en su cuello, haciéndole perder el conocimiento inmediatamente. El médico le soltó cual si fuera escoria y con una respiración tan agitada que incluso se percibían los jadeos y el bajar y subir de su pecho bajo tanta tela, se dió la media vuelta para observar a aquellos que le habían hecho compañía en aquel combate.
─Si de verdad son ustedes─ Hablo por fin una voz suave, muy pequeña y murmurante, algo ronca, que se perdía más bajo la máscara del cuervo y una respiración agitada─ No tienen idea de cuanto los he estado buscando...
Habló al fin y de nuevo, un trueno cayó alumbrando a las tres figuras.
Recién soltaba a uno de ellos, dejándolo bruscamente en el piso cuando se preparaba para pelear con más, era un grupo basto y dudo que aquello fuera a ser fácil. Pero si antes se las había apañado, lo haría ahora. Sus dedos se cerraron y al abrirlos de nuevo, de cada uno de ellos salía una aguja gruesa. Se puso en pose de batalla y justo cuando uno de ellos se disponía darle una estocada, pudo ver como en un parpadeó cayó al suelo.
Tras de él estaba la silueta felina del músico, que a toda velocidad empezó a encargarse de los otros. ¿No lucharía en solitario como siempre? La idea, aunque absurda, le hizo olvidarse de la sensación de alerta. Ayudaría, por supuesto que lo haría, sin pensar mucho en las razones por las cuales aquellas personas, como aquel hombre encapuchado que con una fuerza magnánima o ese gato tan veloz como la lluvia, ayudaban a reducir el numero de atacantes, quienes, ni con el hombre, ni con el gato, pudieron hacer mucho.
Escucho cada una de sus palabras, mientras en movimientos veloces ayudaba a ambos a aligerar la carga del combate. ¿Podría ser posible?¿Serían ellos? ¿Aquellos que había estado buscando aquellos años de deambular sin rumbo por el mundo tan contrastante y cruel? El ruido de un metal cargándose la llevo a poner la atención en el jóven que le había denunciado con la cuadrilla de marines, con una expresión de rabia en el rostro.
Ah, no te habías imaginado que te saldría el tiro por la culata, ¿Verdad?. Pensó divertida colocándose en posición. Por un segundo llevo sus manos a lo que parecía ser su propia espalda baja, y acto seguido, en lo que pareció ser un impulso imperceptible, el ser enmascarado apareció justo al frente del ricachón, que reaccionando con sorpresa y temor de aquello que consideraba casi imposible soltó el disparo lejos de donde planeaba apuntar.
─ N-no es posible...jodidos revoluciona─ Apenas pudo oírle decir, más no termino por que sin piedad había clavado las agujas en su cuello, haciéndole perder el conocimiento inmediatamente. El médico le soltó cual si fuera escoria y con una respiración tan agitada que incluso se percibían los jadeos y el bajar y subir de su pecho bajo tanta tela, se dió la media vuelta para observar a aquellos que le habían hecho compañía en aquel combate.
─Si de verdad son ustedes─ Hablo por fin una voz suave, muy pequeña y murmurante, algo ronca, que se perdía más bajo la máscara del cuervo y una respiración agitada─ No tienen idea de cuanto los he estado buscando...
Habló al fin y de nuevo, un trueno cayó alumbrando a las tres figuras.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El joven gato sigue peleando contra los marines con cierta dificultad por la habilidad que tienen estos con las espadas pero no corre riesgo, sino todo lo contrario, con movimientos suaves y certeros va seccionando venas y arterias principales con la sutileza de un cirujano pero con la ferocidad de un animal salvaje. Sus ojos muestran una fiereza salvaje como si en el fondo fuese una bestia con una ligera conciencia humana. Hyo al cabo de un rato se aleja de los cuerpos inertes de los marines que lo atacaron caminando al encuentro de los demás por si necesitan ayuda pero conforme avanza ve como el que le entregó la botella de cerveza se deshace de los marines y suelta una frase que lo delata como revolucionario por lo que es uno más que tiene que tratar de convencer para unirse a su propia división. El felino entonces decide mirar a ver cómo le va a la persona enmascarada y ve que ella también se ha deshecho de los marines con cierta facilidad. Ahora que todos han acabado con los marines que los molestaban el felino se decide a presentarse y hablar de su división pero antes de poder decir nada la persona encapuchada dice Si de verdad son ustedes. No tienen idea de cuanto los he estado buscando... Su voz es suave, pequeña pero ronca pero lo importante es que al parecer ella también busca ingresar en la armada. El felino más decidido que antes dice
Bueno, veo que todos aquí peleamos por lo mismo así que os ofrezco uniros a mi jefe de división y a mí en la lucha en contra de esos arrogantes del gobierno. Si estáis interesados en la propuesta acompañarme y os diré que haremos hoy para ayudar a la armada. Tras esto y sin esperar por una respuesta empieza a camnar hacia el norte tranquilamente con su maletín en la mano.
Bueno, veo que todos aquí peleamos por lo mismo así que os ofrezco uniros a mi jefe de división y a mí en la lucha en contra de esos arrogantes del gobierno. Si estáis interesados en la propuesta acompañarme y os diré que haremos hoy para ayudar a la armada. Tras esto y sin esperar por una respuesta empieza a camnar hacia el norte tranquilamente con su maletín en la mano.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El gato al parecer había acabado también con los suyos y la figura enmascarada también se había cargado a otros marines. Al parecer todo había salido bien, ahora la figura de la máscara habló con un tono de voz suave, sería una chica seguramente, ese tono de voz es inconfundible, o al menos eso pensaba el encapuchado. Dijo que si de verdad eran ellos, los había estado buscando, de repente un rayo iluminó a los tres. Los ojos verdes del revolucionario pudieron verse de repente, ese rayo era muy gracioso o eso pensó aquel hombre que ahora sonreía de forma calmada. De repente el chico gato dijo ser un revolucionario también y les ofreció unirse a su jefe en una división donde unirían fuerzas para eliminar al gobierno en nombre de la armada. Si estaban de acuerdo debían seguirle para ayudar un día más a la Armada, sin decir nada empezó a caminar.
Gildarts soltó una pequeña y leve risa, la verdad es que la oferta era tentadora. Sin embargo él no podía unirse a nadie por el momento, no hasta encontrar a sus sobrinos y eso era una búsqueda que debía realizar en solitario por todo el mundo. Además cumplía órdenes de la propia Armada, la cual le enviaba a distintas misiones mediante cartas y demás. Era una buena oferta que tal vez la figura enmascarada podía aceptar, sin embargo él por el momento no podía. Quizás más tarde lo haría, pero por el momento continuaría viajando solo como un simple mendigo. La vida de aquel hombre era dura sin duda alguna, pero no era algo de lo que se quejara, de hecho estaba acostumbrado a estar solo y viajar realizando los objetivos de la Armada en solitario. Por el momento sabría que la muerte de aquellos marines no iba a quedar en balde y seguramente serían buscados por ello. No era algo que le molestase pues siempre solía ocultarse tras su capucha. Ahora observaba a la figura enmascarada, se acercó a ella sonriente y metió la mano en su capa sacando una botella de cerveza. La colocó al lado de ella y sonrió ocultando su rostro dejando ver solo su boca, la abrió con su abridor y le habló tranquilamente.
- Vamos tómatela, te hará sentir mejor.
Tras aquellas palabras amables, se puso firme y comenzó a seguir al chico gato con una mirada tranquila, no tardó mucho en colocarse a su lado. Sus pasos pisoteaban los charcos que iba dejando la lluvia, la verdad es que la escena era algo extraña. No sabía si la chica iba detrás de ellos pero realmente ver a un encapuchado, una figura enmascarada y a un gato caminando bajo la lluvia, era realmente extraño. El revolucionario sacó una nueva cerveza pues siempre llevaba cinco botellas encima, la abrió con su abridor y después lo guardó para pegar un trago mientras caminaba al lado del gato.
- Gracias por tu oferta, puede que en un futuro me lo piense, pero por el momento tengo cosas que hacer.
Dijo con una sonrisa mientras seguía a su lado tranquilamente mientras planeaba seguirle al menos para tratar de ayudarles. El encapuchado era bastante misterioso ya que por el momento no había dejado ver su rostro a nadie y además no parecía el típico asesino ni tampoco el típico héroe bonachón. Era una persona extraña que se dedicaba a viajar por el mundo con su capucha ayudando a todo el que podía mientras trataba de cumplir su objetivo. Ahora seguía al gato mientras suspiraba y hablaba en voz alta con un tono calmado.
- Me llamo Gildarts.
Gildarts soltó una pequeña y leve risa, la verdad es que la oferta era tentadora. Sin embargo él no podía unirse a nadie por el momento, no hasta encontrar a sus sobrinos y eso era una búsqueda que debía realizar en solitario por todo el mundo. Además cumplía órdenes de la propia Armada, la cual le enviaba a distintas misiones mediante cartas y demás. Era una buena oferta que tal vez la figura enmascarada podía aceptar, sin embargo él por el momento no podía. Quizás más tarde lo haría, pero por el momento continuaría viajando solo como un simple mendigo. La vida de aquel hombre era dura sin duda alguna, pero no era algo de lo que se quejara, de hecho estaba acostumbrado a estar solo y viajar realizando los objetivos de la Armada en solitario. Por el momento sabría que la muerte de aquellos marines no iba a quedar en balde y seguramente serían buscados por ello. No era algo que le molestase pues siempre solía ocultarse tras su capucha. Ahora observaba a la figura enmascarada, se acercó a ella sonriente y metió la mano en su capa sacando una botella de cerveza. La colocó al lado de ella y sonrió ocultando su rostro dejando ver solo su boca, la abrió con su abridor y le habló tranquilamente.
- Vamos tómatela, te hará sentir mejor.
Tras aquellas palabras amables, se puso firme y comenzó a seguir al chico gato con una mirada tranquila, no tardó mucho en colocarse a su lado. Sus pasos pisoteaban los charcos que iba dejando la lluvia, la verdad es que la escena era algo extraña. No sabía si la chica iba detrás de ellos pero realmente ver a un encapuchado, una figura enmascarada y a un gato caminando bajo la lluvia, era realmente extraño. El revolucionario sacó una nueva cerveza pues siempre llevaba cinco botellas encima, la abrió con su abridor y después lo guardó para pegar un trago mientras caminaba al lado del gato.
- Gracias por tu oferta, puede que en un futuro me lo piense, pero por el momento tengo cosas que hacer.
Dijo con una sonrisa mientras seguía a su lado tranquilamente mientras planeaba seguirle al menos para tratar de ayudarles. El encapuchado era bastante misterioso ya que por el momento no había dejado ver su rostro a nadie y además no parecía el típico asesino ni tampoco el típico héroe bonachón. Era una persona extraña que se dedicaba a viajar por el mundo con su capucha ayudando a todo el que podía mientras trataba de cumplir su objetivo. Ahora seguía al gato mientras suspiraba y hablaba en voz alta con un tono calmado.
- Me llamo Gildarts.
Katrina Read
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Con un paso más lento empezó a seguirlos, en su silueta se denotaba el cansancio.
Tras escuchar la oferta del gato, se detuvo unos instantes para quitarse la máscara, deslizando las correas para revelar una malla negra que cubría la parte inferior de su rostro. La removió suavemente, jalándola con el dedo índice y tomando una silenciosa bocanada de aire. Su melena desordenada de leona cayo sobre sus hombros y finalmente dió a conocer su rostro.
Abrió los ojos, los cuales eran dorados y fijos, intensificados por el grosor de sus ojeras y el matiz tan pobre y pálido de su piel. Las facciones eran delicadas, un tanto infantiles, pero le daban el aspecto propio de su edad por el reflejo de una salud percudida. Esbozo una pequeña sonrisa, difícil de descifrar si escondía alegría o ironía y sin detenerse se presentó.
─ Me llamo Katrina Read, y yo gustosa aceptare su propuesta─Dijo finalmente, después de años, sintiéndose segura de mostrar su rostro. Si bien había recorrido gran parte del mundo jamás había podido dar con los revolucionarios, ni una pista. Así que su estrategia, su quizá muy tonta estrategia, fue siempre dar vueltas por los sitios donde era más probable que aparecieran, y aquellas eran las ciudades como Dark Dome donde la justicia estaba podrida a favor de los Tenryubito. Tomo la cerveza que el encapuchado ofrecía mientras escuchaba sus palabras, Gildarts, si no se equivocaba. Por la forma de su mentón y la complexión de su cuerpo adivino que era un hombre mayor.
En ese momento emitió un quejido de dolor y cayo al suelo, apoyándose a manera de quedar sentada y sin regar la cerveza. Emitió un bufido de cansancio pero no de sorpresa y se sobo los muslos bajo el pantalón de cuero. Miro a sus acompañantes.
─ No hay nada de que preocuparse─ Les aclaro dando un trago largo a la bebida, limpiándose después con la manga de la ropa─ Es un efecto secundario a lo que hice para pelear con esos marines, les explicare si gustan bajo techo, y así podemos aclarar algunas cosas. Como sus nombres y que debo de hacer para unirme a ustedes.
Miro de reojo al hombre gato, mientras mas le observaba le daba más la impresión de que ese no era un disfraz. Luego, sin decir más empezó a reir ronca.
─ No es que sea confianzuda, o una zorra, ni nada por el estilo, pero me parece que necesitare que me carguen ¿Sería mucho pedir? ─ Dijo con total naturalidad, aunque lo intentara, aquella muchacha no era capaz de hablar con amabilidad ni modestia, aunque lo que estuviera efectuando fuese una petición. Para ese entonces, la lluvia se había esfumado, dejando solo el suelo mojado, resbaladizo y el aroma a calle húmeda.
Tras escuchar la oferta del gato, se detuvo unos instantes para quitarse la máscara, deslizando las correas para revelar una malla negra que cubría la parte inferior de su rostro. La removió suavemente, jalándola con el dedo índice y tomando una silenciosa bocanada de aire. Su melena desordenada de leona cayo sobre sus hombros y finalmente dió a conocer su rostro.
Abrió los ojos, los cuales eran dorados y fijos, intensificados por el grosor de sus ojeras y el matiz tan pobre y pálido de su piel. Las facciones eran delicadas, un tanto infantiles, pero le daban el aspecto propio de su edad por el reflejo de una salud percudida. Esbozo una pequeña sonrisa, difícil de descifrar si escondía alegría o ironía y sin detenerse se presentó.
─ Me llamo Katrina Read, y yo gustosa aceptare su propuesta─Dijo finalmente, después de años, sintiéndose segura de mostrar su rostro. Si bien había recorrido gran parte del mundo jamás había podido dar con los revolucionarios, ni una pista. Así que su estrategia, su quizá muy tonta estrategia, fue siempre dar vueltas por los sitios donde era más probable que aparecieran, y aquellas eran las ciudades como Dark Dome donde la justicia estaba podrida a favor de los Tenryubito. Tomo la cerveza que el encapuchado ofrecía mientras escuchaba sus palabras, Gildarts, si no se equivocaba. Por la forma de su mentón y la complexión de su cuerpo adivino que era un hombre mayor.
En ese momento emitió un quejido de dolor y cayo al suelo, apoyándose a manera de quedar sentada y sin regar la cerveza. Emitió un bufido de cansancio pero no de sorpresa y se sobo los muslos bajo el pantalón de cuero. Miro a sus acompañantes.
─ No hay nada de que preocuparse─ Les aclaro dando un trago largo a la bebida, limpiándose después con la manga de la ropa─ Es un efecto secundario a lo que hice para pelear con esos marines, les explicare si gustan bajo techo, y así podemos aclarar algunas cosas. Como sus nombres y que debo de hacer para unirme a ustedes.
Miro de reojo al hombre gato, mientras mas le observaba le daba más la impresión de que ese no era un disfraz. Luego, sin decir más empezó a reir ronca.
─ No es que sea confianzuda, o una zorra, ni nada por el estilo, pero me parece que necesitare que me carguen ¿Sería mucho pedir? ─ Dijo con total naturalidad, aunque lo intentara, aquella muchacha no era capaz de hablar con amabilidad ni modestia, aunque lo que estuviera efectuando fuese una petición. Para ese entonces, la lluvia se había esfumado, dejando solo el suelo mojado, resbaladizo y el aroma a calle húmeda.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El felino sigue caminando tranquilo aunque no por ello deja de escuchar a las dos personas que lo acompañan pues sus opiniones son lo más importante en ese momento ya que si van a unirse a los Couriers of the Apocalypse deberán sentirse respetados y aceptados y la mejor manera es hacerles saber que su opinión es importante y será tomada en consideración. El joven animal sigue caminando pero con la cabeza agachada y los ojos vacíos mientras su pelo mojado gotea por su cara cubriendo las lágrimas que brotan de sus ojos por el recuerdo de su familia. Los dos luchadores que lo acompañan caminan detrás de él y el muchacho le ofrece a la muchacha una cerveza tratando de animarla diciéndole que le sentará bien. Tras varios minutos de silencio el joven que le ofreció una cerveza dice Gracias por tu oferta, puede que en un futuro me lo piense, pero por el momento tengo cosas que hacer. Esas palabras apenan aún más al joven revolucionario que lo que ansía es encontrar compañeros que pueda considerar casi tan valiosos como su anterior familia pero por el momento no tiene ese sentimiento con nadie.
Sus pensamientos son confusos y no logra aclararlos pero debe mantener la calma y la compostura de momento para poder tener un buen criterio sobre el desempeño de sus acompañantes y de si puede confiar en ellos. El hombre se presenta como Gildarts, algo que el felino agradece pues no saber con quién habla le molesta sobremanera. Tras eso vuelve a hacerse un molesto silencio hasta que la muchacha habla Me llamo Katrina Read, y yo gustosa aceptare su propuesta Esas palabras despejan un poco la tristeza y pena que ahogan el corazón y la mente de Hyo ya que por fin alguien acepta su propuesta con confianza sin conocerlo. De pronto se escucha el sonido de alguien cayendo al suelo por lo que el revolucionario se da la vuelta y ve a Katrina sentada en el suelo con la cerveza aún en mano, parece cansada y su rostro le inspira confianza y la muchacha dice que no es nada serio sino un efecto secundario de lo que hizo durante la pelea y que lo demás lo explicaría bajo techo. Por el momento ya no llueve y la chica dice que necesitará ayuda pues no se encuentra en condiciones de caminar por lo que el felino se acerca a ella y la coge en brazos tras enganchar el maletín en su cola y vuelve a poner rumbo al norte buscando algún edificio donde poder entrar sin que le molesten. No tarda en encontrar una taberna donde entra con la muchacha en brazos y la deja en una silla sentándose a su lado después de colocar el maletín sobre la mesa. Su mirada es más amigable y menos desconfiada y dice Bueno empezaré como me enseñaron en mi aldea y es presentándome. Mi nombre es Hyo Toranosuke y soy el único superviviente de mi clan, los hombres gato. Debido al rango de mi padre y a las habilidades que demostré de pequeño mis amigos siempre me llamaron Tora Dancho por mi liderazgo y mi linaje de tigre pero vosotros podéis llamarme como más os guste. Ahora descansaremos hasta que Katrina pueda moverse y luego lo que tenemos que hacer es salir de esta taberna y encontrar el lugar de donde salieron los que nos atacaron antes pues conocer al enemigo es la mejor forma de vencerlo. Durante la búsqueda os pondré a prueba y os haré preguntas ya que el líder de mi división es algo estricto con la gente que entra en el grupo y debo saber datos concretos. Mientras comamos un poco para recuperar fuerzas. El tigre alza la mano llamando al camarero y pidiendo un enorme plato de salmones y varias botellas de cerveza. Mientras espera a que los demás pidan vuelve a sacar su violín y empieza a tocar nuevamente, pero esta vez es una melodía típica de su aldea pero es la música en honor a los difuntos.
Sus pensamientos son confusos y no logra aclararlos pero debe mantener la calma y la compostura de momento para poder tener un buen criterio sobre el desempeño de sus acompañantes y de si puede confiar en ellos. El hombre se presenta como Gildarts, algo que el felino agradece pues no saber con quién habla le molesta sobremanera. Tras eso vuelve a hacerse un molesto silencio hasta que la muchacha habla Me llamo Katrina Read, y yo gustosa aceptare su propuesta Esas palabras despejan un poco la tristeza y pena que ahogan el corazón y la mente de Hyo ya que por fin alguien acepta su propuesta con confianza sin conocerlo. De pronto se escucha el sonido de alguien cayendo al suelo por lo que el revolucionario se da la vuelta y ve a Katrina sentada en el suelo con la cerveza aún en mano, parece cansada y su rostro le inspira confianza y la muchacha dice que no es nada serio sino un efecto secundario de lo que hizo durante la pelea y que lo demás lo explicaría bajo techo. Por el momento ya no llueve y la chica dice que necesitará ayuda pues no se encuentra en condiciones de caminar por lo que el felino se acerca a ella y la coge en brazos tras enganchar el maletín en su cola y vuelve a poner rumbo al norte buscando algún edificio donde poder entrar sin que le molesten. No tarda en encontrar una taberna donde entra con la muchacha en brazos y la deja en una silla sentándose a su lado después de colocar el maletín sobre la mesa. Su mirada es más amigable y menos desconfiada y dice Bueno empezaré como me enseñaron en mi aldea y es presentándome. Mi nombre es Hyo Toranosuke y soy el único superviviente de mi clan, los hombres gato. Debido al rango de mi padre y a las habilidades que demostré de pequeño mis amigos siempre me llamaron Tora Dancho por mi liderazgo y mi linaje de tigre pero vosotros podéis llamarme como más os guste. Ahora descansaremos hasta que Katrina pueda moverse y luego lo que tenemos que hacer es salir de esta taberna y encontrar el lugar de donde salieron los que nos atacaron antes pues conocer al enemigo es la mejor forma de vencerlo. Durante la búsqueda os pondré a prueba y os haré preguntas ya que el líder de mi división es algo estricto con la gente que entra en el grupo y debo saber datos concretos. Mientras comamos un poco para recuperar fuerzas. El tigre alza la mano llamando al camarero y pidiendo un enorme plato de salmones y varias botellas de cerveza. Mientras espera a que los demás pidan vuelve a sacar su violín y empieza a tocar nuevamente, pero esta vez es una melodía típica de su aldea pero es la música en honor a los difuntos.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Al parecer aquella chica si había aceptado la oferta de aquel gato, mejor para ella, de ese modo aquel hombre tendría una aliada y ella tendría una división a la que unirse. El castaño sin embargo seguiría de momento en solitario reuniendo información sobre las dos personas que estaba buscando. De repente el sonido de una caída llegó a sus oídos, se giró despacio observando que había ocurrido. La chica estaba en el suelo y se quejaba de que le dolía y pedía amablemente que la cargaran, en ese momento el chico gato la cogió en brazo y sostuvo el maletín con la cola, después empezó a caminar hacia una taberna. Gildarts sonrió bajo su capucha viendo lo buena gente que eran esas dos personas, a continuación decidió ir con ellos mientras seguía con su rostro oculto. No tardaron mucho en llegar a la taberna, el agua ya no caía del cielo, eso era bueno para aquel tipo. Tanta lluvia a veces podía resultar bastante molesta. Se sentó al lado de los otros dos mientras se mantenía callado y los observaba. De repente aquel tigre comenzó a hablar y a contar de donde venía, al parecer de una raza de hombres gato, algo curioso.
Ahora el felino dijo que antes de seguir iba a pedir algo y pidió salmones y cervezas, lo segundo agradó bastante al revolucionario y tan solo se dedicó a pedir cinco pinchitos de carne de pollo bien salados. Ahora suspiró observando a los demás con una mirada tranquila. Lentamente llevó la mano a su capucha mientras la iba retirando del todo. Finalmente se quitó la capucha y dejó verse. Era un hombre de unos treinta años, de ojos verdosos aceitunados y con un poco de barba y bigote. Ambos muy escasos y podría llamarse pelusilla, su pelo estaba echado hacia atrás por donde una pequeña melena le llegaba a los hombros, de un color castaño oscuro que recordaba en cierta medida al naranja oscuro. Sonrió amablemente mientras sonreía de forma amable y alegre. Sacó otra cerveza propia de su chaqueta y la abrió empezando a beber, estaba realmente deliciosa y el sabor era insuperable. De repente el camarero se quedó mirándole y le llamó la atención como era normal pues aquello de traerse la bebida de otro lugar estaba muy mal visto pues aquello ya era un lugar donde vendían bebidas.
- Disculpe caballero pero no se puede traer bebida propia en este sitio, si es tan amable me gustaría que la dejara fuera y pidiera una aquí dentro.
- ¿! Ah!? No señor por favor no me haga esto, las cervezas del tito Gild son las mejores, déjeme beberme solo una y le pido cinco a ustedes, pero no me haga desperdiciar la fuente de la vida suprema, el desayuno de los campeones. El elixir del universo, el líquido de los machos alfa, el trago de los emperadores…
- Vale vale vale está bien, pero no siga, bébase una y ya está.
Sin duda alguna la cara del revolucionario cuando dijo su discurso sobre la cerveza era épica, casi le salieron las lágrimas con aquellas palabras y como era normal, aquel hombre no pudo resistir ante las palabras de ese hombre. Tirar las cervezas para el castaño era un pecado capital que se debía de pagar con el peor de los infiernos, algo exagerado sí que era, sin embargo no podía cambiar su problema con las supremas cervezas. Era uno de los pequeños placeres de la vida, ahora se quedó mirando a sus compañeros muy tranquilo mientras silbaba esperando a que alguno dijera algo interesante.
Ahora el felino dijo que antes de seguir iba a pedir algo y pidió salmones y cervezas, lo segundo agradó bastante al revolucionario y tan solo se dedicó a pedir cinco pinchitos de carne de pollo bien salados. Ahora suspiró observando a los demás con una mirada tranquila. Lentamente llevó la mano a su capucha mientras la iba retirando del todo. Finalmente se quitó la capucha y dejó verse. Era un hombre de unos treinta años, de ojos verdosos aceitunados y con un poco de barba y bigote. Ambos muy escasos y podría llamarse pelusilla, su pelo estaba echado hacia atrás por donde una pequeña melena le llegaba a los hombros, de un color castaño oscuro que recordaba en cierta medida al naranja oscuro. Sonrió amablemente mientras sonreía de forma amable y alegre. Sacó otra cerveza propia de su chaqueta y la abrió empezando a beber, estaba realmente deliciosa y el sabor era insuperable. De repente el camarero se quedó mirándole y le llamó la atención como era normal pues aquello de traerse la bebida de otro lugar estaba muy mal visto pues aquello ya era un lugar donde vendían bebidas.
- Disculpe caballero pero no se puede traer bebida propia en este sitio, si es tan amable me gustaría que la dejara fuera y pidiera una aquí dentro.
- ¿! Ah!? No señor por favor no me haga esto, las cervezas del tito Gild son las mejores, déjeme beberme solo una y le pido cinco a ustedes, pero no me haga desperdiciar la fuente de la vida suprema, el desayuno de los campeones. El elixir del universo, el líquido de los machos alfa, el trago de los emperadores…
- Vale vale vale está bien, pero no siga, bébase una y ya está.
Sin duda alguna la cara del revolucionario cuando dijo su discurso sobre la cerveza era épica, casi le salieron las lágrimas con aquellas palabras y como era normal, aquel hombre no pudo resistir ante las palabras de ese hombre. Tirar las cervezas para el castaño era un pecado capital que se debía de pagar con el peor de los infiernos, algo exagerado sí que era, sin embargo no podía cambiar su problema con las supremas cervezas. Era uno de los pequeños placeres de la vida, ahora se quedó mirando a sus compañeros muy tranquilo mientras silbaba esperando a que alguno dijera algo interesante.
Katrina Read
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La muchacha se acomodo en el sillón a manera de poder extender las piernas sobre la mesa, se la veía exhausta. No dejaba de mirar con curiosidad al gato que la había cargado hasta la taberna una vez que este confirmo que efecto, lo que llevaba puesto no era un disfraz.
Era un lugar solitario, pocos clientes, ambiente cálido. Se sentía segura, por primera vez en mucho tiempo. Entre sus ropajes pareció buscar algo. Saco finalmente un bote de pastillas y tomo una, ketorolaco sublingual, un relajante muscular potente que no dudo ni un poco en meterse a la boca para quitar lo más pronto posible la contracción sostenida a la que había forzado a sus piernas para dar esa estocada. Sin ser demasiado grosera echaba ojeadas a los dos revolucionarios, cada uno peculiar en personalidad y carácter, pero no pudo evitar sonreír con cierta gracia, sobre todo después del despliegue de alcoholismo poético que ofrecía el mayor. ¿Como se llamaba? Ah si, Gildarts.
Después de un rato acabo pidiéndose un té y alguna botana picante, considerando gracioso el hecho de que el gato pidiera salmones. ¿Se los traerían crudos? Se permitió preguntárselo antes de que empezaran hablar en serio.
Sintió como el relajante hacía su efecto, aunque el ketorolaco era un compuesto fuerte y seguramente acabaría sintiéndose lánguida toda la noche.
─ Ah, esas personas ─Dijo haciéndose un espacio para responder las dudas de Hyo─ Hace un par de horas, mas o menos, me tope con un grupo de jóvenes, seguramente hijos de algún funcionario de gobierno, o nobles consentidos, yo que se. Pensaron que sería divertido golpear a un anciano enfermo, ya sabes, efectos del alcohol. Y bueno...─ Hizo una pausa sonriendo, sonriendo de una forma sádica. Como si fuese una muy retorcida niña que acabase de cometer una travesura. Una travesura que no haría una niña.─Era mi deber intervenir, ustedes hubieran hecho lo mismo, seguramente.
Hizo un pequeño silencio. Este fue atenuado por el camarero que llego con las ordenes. Katrina hizo una mueca de asco con el olor del salmón pero no dijo nada, tomo su té de inmediato dándole un sorbo largo.
─ Después de que me hice cargo de ellos, que no fue gran cosa, ya que no puedes pensar que un tipo que necesita de amigos para patear a un anciano pueda suponerte mucha pelea, le di tratamiento al anciano un rato. Cuando llegue al centro de la ciudad resultaba que uno de esos jóvenes había podido pararse e irme a denunciar con la marina local─ Dijo con simplicidad dejando su vaso de té sobre la mesa y extendiendo los brazos a los lados en una gesticulación un tanto teatral─ Y henos aquí.
Termino de explicar. Realmente dudaba mucho que el asunto tuviera más cola que pisar, pero pensó que quizá, tratándose del ejercito revolucionario, habría algo más en Dark Dome city que pudiera hacer de su pequeño altercado parte de algo más importante. Como fuese, no tendría limitaciones en hacer lo que le pidiese la armada siempre y cuando la dejaran trabajar de la manera que le gustaba. Se recargo en su sillón mirando a la ventana, por un momento pareció vérsele más dócil, mas relajada.
─A decir verdad, llevo viviendo de este modo hace cinco años. Pero no soy nada más extraordinario que una simple doctora, con aficiones peculiares y propósitos que van muy bien con su causa. Ciertas circunstancias me orillan a vivir de manera clandestina.─ Se encogió de hombros volviendo a mirarlos a ambos─Pero supongo que cada quien tiene su historia, y todos tenemos en común el querer ver arder al gobierno mundial; Eso es lo que ofrezco.
Era un lugar solitario, pocos clientes, ambiente cálido. Se sentía segura, por primera vez en mucho tiempo. Entre sus ropajes pareció buscar algo. Saco finalmente un bote de pastillas y tomo una, ketorolaco sublingual, un relajante muscular potente que no dudo ni un poco en meterse a la boca para quitar lo más pronto posible la contracción sostenida a la que había forzado a sus piernas para dar esa estocada. Sin ser demasiado grosera echaba ojeadas a los dos revolucionarios, cada uno peculiar en personalidad y carácter, pero no pudo evitar sonreír con cierta gracia, sobre todo después del despliegue de alcoholismo poético que ofrecía el mayor. ¿Como se llamaba? Ah si, Gildarts.
Después de un rato acabo pidiéndose un té y alguna botana picante, considerando gracioso el hecho de que el gato pidiera salmones. ¿Se los traerían crudos? Se permitió preguntárselo antes de que empezaran hablar en serio.
Sintió como el relajante hacía su efecto, aunque el ketorolaco era un compuesto fuerte y seguramente acabaría sintiéndose lánguida toda la noche.
─ Ah, esas personas ─Dijo haciéndose un espacio para responder las dudas de Hyo─ Hace un par de horas, mas o menos, me tope con un grupo de jóvenes, seguramente hijos de algún funcionario de gobierno, o nobles consentidos, yo que se. Pensaron que sería divertido golpear a un anciano enfermo, ya sabes, efectos del alcohol. Y bueno...─ Hizo una pausa sonriendo, sonriendo de una forma sádica. Como si fuese una muy retorcida niña que acabase de cometer una travesura. Una travesura que no haría una niña.─Era mi deber intervenir, ustedes hubieran hecho lo mismo, seguramente.
Hizo un pequeño silencio. Este fue atenuado por el camarero que llego con las ordenes. Katrina hizo una mueca de asco con el olor del salmón pero no dijo nada, tomo su té de inmediato dándole un sorbo largo.
─ Después de que me hice cargo de ellos, que no fue gran cosa, ya que no puedes pensar que un tipo que necesita de amigos para patear a un anciano pueda suponerte mucha pelea, le di tratamiento al anciano un rato. Cuando llegue al centro de la ciudad resultaba que uno de esos jóvenes había podido pararse e irme a denunciar con la marina local─ Dijo con simplicidad dejando su vaso de té sobre la mesa y extendiendo los brazos a los lados en una gesticulación un tanto teatral─ Y henos aquí.
Termino de explicar. Realmente dudaba mucho que el asunto tuviera más cola que pisar, pero pensó que quizá, tratándose del ejercito revolucionario, habría algo más en Dark Dome city que pudiera hacer de su pequeño altercado parte de algo más importante. Como fuese, no tendría limitaciones en hacer lo que le pidiese la armada siempre y cuando la dejaran trabajar de la manera que le gustaba. Se recargo en su sillón mirando a la ventana, por un momento pareció vérsele más dócil, mas relajada.
─A decir verdad, llevo viviendo de este modo hace cinco años. Pero no soy nada más extraordinario que una simple doctora, con aficiones peculiares y propósitos que van muy bien con su causa. Ciertas circunstancias me orillan a vivir de manera clandestina.─ Se encogió de hombros volviendo a mirarlos a ambos─Pero supongo que cada quien tiene su historia, y todos tenemos en común el querer ver arder al gobierno mundial; Eso es lo que ofrezco.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El joven gato se queda mirando a sus compañeros mientras espera a que el camarero traiga lo que ha pedido. Por un lado la joven se acomoda y se toma una pastilla, seguramente para recuperar la movilidad de sus piernas, seguramente un relajante muscular para aliviar la presión de los músculos por el sobreesfuerzo que sufrió durante el combate. La chica parece cansada pero bien, algo que alegra al felino que siente que en ella encontrará una buena compañera para la armada revolucionaria. La joven pide té y algo de comer y mientras esperamos explica que los marines aparecieron porque ella antes golpeó a varios niños de clase alta que se ensañaron con un pobre anciano y uno de ellos consiguió levantarse y denunciarla. El joven felino la escucha con una gran sonrisa en la cara, al fin encuentra alguien que actúa como él. El camarero vuelve con los pedidos y los deja en la mesa, momento en el que el joven tigre comienza a devorar el primero de los salmones.
El camarero le echa la bronca a Gildarts que ahora se muestra como un hombre treintañero de cabellos castaños, ojos verdosos y una barba cubriendo parte de su cara. Gildarts dio un gran discurso sobre su cerveza cuando el camarero quiso que la dejara fuera con una cara épica, lágrimas a punto de caer y una mirada de cordero yendo al matadero y el camarero al final cedió y le permite tomarse una única cerveza de las suyas. La chica explica que lleva viviendo de esa forma varios años pero que es una simple doctora con aficiones y propósitos peculiares. El hombre gato sigue comiendo tranquilamente y entre salmón y salmó da un trago de cerveza mientras escucha atentamente a la muchacha. El joven Hyo siente que finalmente encontró a alguien que encajará en su división así que se termina los salmones y deja tres botellas de cerveza mientras mira a los demás con tranquilidad. Sus ojos van de uno a otro y finalmente dice Bueno, lo que me mandaron hacer en esta isla es descubrir si los rumores de que un grupo independiente que se dedica a asesinar a cualquiera que se oponga al gobierno mientras este hace la vista gorda son ciertos. Así que en cuanto os sintáis listos para hacerlo nos ponemos en marcha hacia el norte que es donde se dice que se reúnen. El felino tiene una siniestra expresión en el rostro ahora, siempre que recuerda a canallas de esa índole se vuelve un animal.
El camarero le echa la bronca a Gildarts que ahora se muestra como un hombre treintañero de cabellos castaños, ojos verdosos y una barba cubriendo parte de su cara. Gildarts dio un gran discurso sobre su cerveza cuando el camarero quiso que la dejara fuera con una cara épica, lágrimas a punto de caer y una mirada de cordero yendo al matadero y el camarero al final cedió y le permite tomarse una única cerveza de las suyas. La chica explica que lleva viviendo de esa forma varios años pero que es una simple doctora con aficiones y propósitos peculiares. El hombre gato sigue comiendo tranquilamente y entre salmón y salmó da un trago de cerveza mientras escucha atentamente a la muchacha. El joven Hyo siente que finalmente encontró a alguien que encajará en su división así que se termina los salmones y deja tres botellas de cerveza mientras mira a los demás con tranquilidad. Sus ojos van de uno a otro y finalmente dice Bueno, lo que me mandaron hacer en esta isla es descubrir si los rumores de que un grupo independiente que se dedica a asesinar a cualquiera que se oponga al gobierno mientras este hace la vista gorda son ciertos. Así que en cuanto os sintáis listos para hacerlo nos ponemos en marcha hacia el norte que es donde se dice que se reúnen. El felino tiene una siniestra expresión en el rostro ahora, siempre que recuerda a canallas de esa índole se vuelve un animal.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.