El Dragon de media noche, el Golem y una ciudad de nombre raro [Privado|Osuka-Eron]

Me encontraba durmiendo en el pequeño bergantín en el que viajaba, ya acercándome a las costas de Arabasta, concretamente en la ciudad de Nanohana. Los hijos de su madre que me acompañaban en el barco habían apostado un chupito a que no decía bien el nombre a la primera… Solo digamos que la bebida me salió por un ojo de la cara, panda de capullos.

Al menos tenía una pequeña habitación donde descansar donde me había quedado frito en la silla con los pies, cuando un Den Den Mushi empezó a sonar y me desperté de sobresalto, cayéndome de forma ridícula. Mientras me frotaba un poco la nuca debido al golpe cogí con la otra mano el caracol.- S-Si? Diga?
-Sargento, ya estamos embarcando.-se escuchó a través del Den Den, por lo que salí rápidamente recibiendo de lleno los rayos del sol. Uno de los hombres en la cubierta, el cual era un recluta de la Armada, se me acercó con unos papeles- Tenemos algo de información sobre el objetivo. Seguro que quiere ir solo?
Nuestra misión era acabar con una pequeña banda que había empezado fabricar armas ilegales para vendérselas a demás organizaciones criminales de Arabasta. Tenía que encontrarla, cargarme la maquinaria de la fábrica, llevarme algún capullo para interrogar y volver. En fin, no parecía difícil.
- Tranqui recluta, puedo apañármelas. No es la primera panda de payasos que “disuelvo”- le dije haciendo comillas con los dedos y bajando del barco.- Además como alguno de vosotros muera el marrón me lo como yo.

Tras hacer un gesto de despedida al barco, empecé a ir a por el centro de la ciudad, esperando poder orientarme con un mapa de los lugares sospechosos que me había dado el recluta.

Eron se encontraba en Nanohana descansando con su espalda apoyada contra una de las paredes. El calor abrasador era una costumbre habitual entre la gente que habitaba las arenas de Arabasta. Llevaba su katana en su cintura, enfundada, y sus ojos se centraban en cada barco que atracaba y en cada persona que caminaba con tranquilidad por enfrente suya. De vez en cuando trataba de analizar sus ropas, su cabello e incluso sus expresiones para comprobar si eran de allí o de otra isla. Era normal ver comerciantes extranjeros o visitantes. Siempre era más sencillo conseguir algo de aquellos que simplemente venían a ver cómo era el lugar y tal vez gastar su dinero en una taberna, ¿cierto?

Entonces vio cómo un nuevo barco llegaba al puerto y de él bajó un muchacho que captó su atención. Su cabello e incluso su forma de vestir no eran propias de Arabasta, eso desde luego. Llevaba un mapa en la mano. Eron finalmente se separó de la pared y miró de reojo hacia él, colocando sus goggles con barrotes y así evitando que sepa que miraba en su dirección. Realmente aquel extraño invento producía el efecto deseado. Comenzó a caminar con lentitud por detrás de su "objetivo" en busca de conocer qué haría. Si aquello que observaba para guiarse le llevaba hasta una fortuna, perfecto, dinero fácil. De todas formas seguramente podría sacar algo de aquello esperando no tener que recurrir a la violencia en ningún momento aunque de hacerlo lo disfrutaría.

- Muy bien por donde podría empezar…?- me dije en voz baja mientras seguía caminando y consultando el mapa, hasta que vi una zona que parecía llena de callejones. - Curioso sitio, perfecto para pandilleros y bandidos ansiosos de armas.

Tras mi reflexión, me dispuse a dirigirme hacia aquellas calles alejadas del escándalo de la gente en el centro. Aquel distrito se podria considerarse el pobre de la ciudad, ya que los edificios estaban bastante dañados y la gente no tenía pinta de tener un buen sueldo. Aunque me daban un poco de pena tenia cosas mas importantes que hacer. Seguí caminando hasta que oí a un viejo vagabundo quejándose, unos bandidos le habían quitado su botella de aguamiel y el sitio donde dormía.

Me acerque a mirar cuando vi a dos jovenes bandidos compartiendo la botella robada, mientras se reían de lo que habían hecho a aquel pobre hombre. Parecían los típicos idiotas de turno hasta que me fije en su arma, era completamente nueva y conseguir armas no era tarea fácil. Por lo que me acerque a ellos a preguntar.- Hola, tengo un pregunta para vosotros. Me podeis decir quien os a dado esa arma tan bonita?- Uno de ellos, el que tenia la botella de licor me miro extrañado, ya con un poco en los efectos del alcohol;

- Y tu quien coño eres? Vete antes de que te atraviese las tripas.- el no lo sabía, pero su compañero se percató de quién era; - Tío, no sabes quien es?! El de los carteles de se busca! - le dijo a la oreja mientras su compañero borracho abría los ojos como platos
- Hostia! Oye tio… lo que te dicho iba en broma...Quieres algo de hidromiel? - me dijo con una risa nerviosa y me ofrecía la botella
- Claro, porque no? - le respondí, pero en vez de empezar a beber se la estampe en la cabeza, dejándole fuera de combate. Mientra el otro no respondió y le agarré del cuello de la camisa.- Muy bien, voy a ser directo… DONDE HABEIS CONSEGUIDO ESA ARMA?! - le dije intimidando a aquel chaval el cual empezaba a soltar lágrimas por el miedo que estaba pasando.
- E-En el distrito Norte! Hay una relojería pero también nos dan armas super baratas! Por favor no me hagas daño!
- Ves, no ha sido tan difícil! -le dije mientras le soltaba y este se quedaba en el suelo aterrorizado.

Continuó tras los pasos del desconocido hasta que llegó a uno de esos tétricos callejones barriobajeros que frecuentaban los bandidos y criminales. Oh, aquellos tan divertidos lugares para peleas y contrabando. Como era de esperar había dos muchachos compartiendo de una botella posiblemente robada. Eron se mantuvo tras una esquina oculto en sus goggles y con el cuello totalmente cubierto por aquellas vendas que le caracterizaban, escuchando cada segundo de la conversación.


Eron bajó su mirada por unos segundos, pensativo.- ¿Carteles...? Oh, sí. Me parece haberlo visto... ¿Entonces ese tipo es peligroso? Heh, mejor, si busca algo interesante sacaré tajada.- Pensó para sus adentros mientras aquellos pobres diablos eran intimidados por el hombre. Bueno, simplemente haberlo reconocido fue más que suficiente para que comenzasen a temblar cual chihuahua en invierno. La pregunta en aquel punto de la historia es: ¿Qué tan temible puede llegar a ser? Por lo poco que se vio no parece alguien que desee el mal ajeno aunque, sí, es cierto que la fuerza no reside en la actitud. - Cobardes... Hacedle frente, coño, quiero ver de qué es capaz. - Tapó su boca con sus vendas y se mantuvo alerta de los movimientos de su objetivo.

- ¿Lo único que busca es a quien hizo o les dio esas armas? Hm, ¿está en busca de armamento...? ¿O es otra cosa? - Eron comenzó a teorizar sobre quién era el sujeto que se hallaba frente a sus ojos. Si bien era cierto que en algún momento había visto el cartel no era del todo consciente del rango, la recompensa ni a qué bando pertenecia. ¿Marine traidor? ¿Pirata peligroso? ¿Revolucionario molesto? Tanto tiene, todos son parte de lo mismo y serán buscados por dinero.

Escuchaba con atención cada palabra de aquel hombre que alcanzaba sus oídos. No quería perder detalle. Aquel ataque sin aviso previo fue algo bastante rastrero pero lo más sorprendente fue la forma en la que fue bloqueado; su brazo se volvió de piedra... ¿Cómo era aquello posible? ¿Qué truco había empleado para tal hazaña? En aquel extraño mundo en el que le había tocado vivir había cosas increíbles que algunos seres con fortuna podía emplear. Estaba claro que estaba persiguiendo a un usuario de fruta. Esa era la única opción que se le ocurría a Eron al menos. Frunció el ceño algo desalentado a proseguir... Más al mismo tiempo sentía curiosidad, la suficiente como para seguir. Mantuvo una de sus manos en el mango de la espada para poder defenderse de cualquier ataque, ya fuese de una rata callejera o no.

- Demasiado bueno. - Pensó para sí mismo. Era curioso que temiesen tanto a un hombre incapaz de asesinarlos. De todas formas la reacción de aquellos criminales juveniles había dotado al pirata de la suficiente información o, en lo mínimo, para saber que se trataba de alguien importante. No debía andarse con tonterías y ser cuidadoso si no quería ver su cabeza rodar calle abajo. Era una idea desagradable sin duda alguna. Una vez observó cómo el hombre abandonaba él salió de la esquina y caminó sin temor alguno por aquella tétrica calle. El muchacho que había presenciado cómo el extranjero noqueaba a su compañero miró a Eron con cierta desgana, aún asustado por el anterior. Él se limitó a sonreír de forma cruel y siguió con su camino.

Mantuvo aquella táctica de esconderse tras esquinas y objetos; cuanto más oscuro estuviese mejor. De esa forma sería más complicado poder distinguirlo o averiguar que estaba tras su pista. Poco más podía hacer, las palabras que anteriormente había escuchado no ayudaban demasiado en descubrir el propósito de ese hombre y, seamos sinceros, tampoco se había enterado de demasiado. No estaba lo que se dice cerca para escuchar con suma claridad aquella tan entretenida charla.

Antes de que se dispusiese a entrar en aquella relojería, Eron se escondió tras una esquina (de nuevo). Escuchó aquellas palabras y rodó los ojos. - ¿Y en serio cree que alguien saldrá así? - Pensó para sí mismo en lo que valoraba la posibilidad de entrar en su juego. No parece ser de los que van matando por matar, ¿no? Tal vez, a lo sumo, terminaría en el hospital. No le conviene salir pero... ¿Y si ya sabe que está allí? Las dudas poco a poco corrompían la mente de Eron hasta que finalmente se decidió.

- Marine, qué palabra más... fea. - Dijo en un tono agradable, tal vez incluso dulce. - Y CP, por dios...- Poco a poco salió de su escondrijo y miró con desgana al hombre. - Prefiero que no me pongas ninguna etiqueta, es absurdo. - Rodó, de nuevo, sus ojos. - Por cierto, qué descortés por mi parte... - Esbozó una maliciosa sonrisa mientras apartaba varios mechones de cabello de en frente de sus ojos. - Mi nombre es Eron. - Se presentó sin más, como si se tratase de un encuentro casual en un bar bastante frecuentado.

- Seis… Cinco… Cuatro…- Seguí la cuenta atrás hasta que de una esquina oscurecida un hombre de pintas y cabellos largos oscuros. Su aspecto era bastante raro; era asi o llevaba sin dormir una semana entera. Portaba una espada por lo que intuí que era su arma principal, las armas de filo siempre me han dado dolor de cabeza.- Por fin apareces maldito capullo acosador...

El espadachín se presentó con el nombre de Eron y decía no ser ni un marine ni un agente del CP. Por una parte me aliviada ya que al final no tenía nada que ver con el gobierno pero por otra parte no sabía el motivo de haber estado siguiendome.

- En otro caso, Eron o como te llames, sería amistoso contigo. Seguro que escuchaste incluso la conversación de esos chavales y supondrás cual es mi identidad. Soy el Sargento Osuka de la Armada Revolucionaria y ahora me pillas ocupado e necesito acabar mi faena. Así que a menos que quieras pelea te recomiendo que te largues de una puta vez o me digas cuales son tus intenciones .- le dije mientras posaba las manos en el suelo y creaba alrededor de mis brazos una gruesa capa de piedra, preparado para un posible ataque de aquel hombre.

"Maldito capullo acosador", maravilloso. Aquello tan agresivo hizo un gran contraste con sus siguientes palabras. El cambio de tono y humor fue bastante notable desde el primer instante en el que comprobó que no era un marine. Perfecto. De todas formas se mostraba muy precavido.

- ¿Sois todos los revolucionarios tan simples y vulgares? - Dijo en lo que un sonoro suspiro se escapaba de la cárcel formada por sus labios. - ¿Y no prefieres una mano que te ayude en tu tarea? - Le ofreció sin cambiar aquella expresión fatigada de su rostro. Calmado, sereno, así se veía el pirata en todo momento. No se intimidó ante la fruta del hombre a pesar de que debería... ¿O tal vez sí estaba algo asustado pero sabía ocultarlo a la perfección? Quién sabe. - ¿En serio vas a enfrentarte a un simple ciudadano de a pie? - Agarró con fuerza el mango de la katana por si el sargento decidía atacarle. - Vamos... No tienes pinta de ser esa clase de persona. -

Se tomó la libertad de pasear su mirada de forma indiscreta por aquella capa de roca que estaba formando. Por si no estaba lo suficientemente claro que tenía una fruta aquello no hizo más que confirmarlo. - Bonita habilidad, muy útil. - Su tono era serio, mantenía el mismo que empleó en todas las palabras anteriores.

- Mamonazo, ¿eh? Creo que he dado con la fibra sensible. - Pensó. - Revolucionarios... Parece ser que todos tengan orgullo en su título. Al menos hasta ahora, los que he conocido, sí lo tienen... - Rodó sus ojos y los volvió a clavar en él esperando a que respondiese las siguientes palabras que el pirata le dijo.

La seriedad de su rostro se vio interrumpida por una amplia sonrisa que se formó en el instante en el que el revolucionario le dijo que podría ir con él. - Seré de utilidad. - Le dijo como si no viniese a cuento. Soltó el mango de la espada y relajó sus músculos. Se acercó a él un poco y esperó a que entrase en la relojería. Le siguió y una vez en el interior miró los relojes que exponían más su atención estaba centrada en la conversación o, bueno, aquellas pocas palabras que intercambiaron. Miró de reojo hacia el relojero. Una vez hubo abierto aquella puerta les siguió sin decir ni palabra.


Entonces fue cuando Eron miró hacia Osuka, esperando que dijese algo. No sabía con exactitud qué buscaba ni qué hacía allí, simplemente que estaba de servicio en una misión por lo que el pirata se esperaba que el relojero ayudase a la marina o que fuese algún tipo de molestia para ellos.

El plan me había salido bastante bien, o al menos eso creía. El anciano no hizo un gesto para que esperasemos allí, lo cual aproveche para contarle sin que nos escucharan el resto el motivo de porqué estábamos allí a aquel espadachín.- Cuando de la señal, dejamos fuera de combate a todo dios y nos cargamos toda esta maquinaria. Se dedican a vender armas ilegales. Si continúan abasteciendo a los criminales de la zona podría armarse una caos de los gordos en toda la ciudad, puede que el reino entero.

Pequeñas voces de discusión sonaban entre el viejo “relojero” y uno de los hombres que trabajaban en aquel lugar. Tras ello el anciano nos miró para después esbozar una siniestra sonrisa; - Lo siento muchachos pero al final nuestra transacción queda cancelada - dijo mientras chasqueaba los dedos y los hombres nos rodeaban con sables en mano.- El paso de los años en este negocio te enseña a tener ojos en todos lados, jovenzuelos. Creeis que sois los primero que intentais chafarnos el chiringuito? A al de la melena negra no parece ser importante ya que no veo ninguna recompensa por él.- decía el viejo mientras registraba un montón de wanteds que tenía en su bolsillo hasta y enseñaba justamente el mio.- Quien me lo iba a decir, veinte años después, otro Sumisu viene a joderme de nuevo un negocio. Ese sentimiento de intentar ser “los héroes del pueblo y azote de los malvados” es alguna mierda hereditaria?

Maldita sea, de todas las bandas criminales del mundo tenía que encontrarme con un viejo que lleva dos décadas de rencor con mi familia. Gracias papá, incluso muerto, siempre haciéndome la vida más fácil…

Me puse de espaldas al espadachín para tener vigilados los dos lados, listo para empezar a pelear.- Preparado para luchar Eron? Procura dejar alguno con vida, nunca esta mal obtener información.-tras esto cargue contra los que tenía en frente, esperando que el pelinegro hiciera lo mismo por su lado.

- Genial, seguramente por no poseer recompensa se creerán que soy débil o, al menos, que no estoy a la altura de Osuka. - Dijo mientras desenfundaba velozmente su espada, preparándose para el ataque. - Heridas abiertas. - Murmuró escuchando las palabras de los criminales. - Voy a querer algún tipo de recompensa por esto. - Comentó con tranquilidad y precisamente porque veía inevitable una pelea.


- Creo que eso se te da mejor a ti, pero se puede intentar. - Cuando Osu cargó contra el que tenía en frente Eron lo que hizo fue correr hacia el que más cerca tenía él sin ser el mismo que el del revolucionario. Trató de, con su espada, cortar su torso y una vez hecho lo empujó con su hombro contra una pared. Aprovechando el golpe contra esta se aparta y clava su espada en lo más profundo del corazón ajeno. Al sacarla se prepara para el posible ataque de otro de los hombres que allí se encontraban... Ya no serían tan blandos con, ya estaban alerta y veían que tampoco se trataba de un cualquiera.

Escuche como el pelinegro, ofendido por la palabras del viejo traficante, comentó que en esta pelea iba a querer recompensa. Definitivamente este tío era un liante de los que no quedaban.- Muy bien, deja tu firma cuando acabemos y te tratarán como un tipo malo.- le dije mientras soltaba una carcajada y comenzaba a luchar contra aquellos hombres.

El espadachín ya se había abalanzado sobre uno y le había atravesado todo el pecho. El tío desde luego no se andaba con mierdas. No comprendía como personas podían segar la vida de una persona con tanta facilidad. Por mi parte procuraba darles golpes potentes, contundentes, de los que no te dejarán moverte en una buena temporada. Yo me negaba a quitar una vida humana, simplemente no podía.

Ya había dejado tres en el suelo cuando recibí un intenso golpe en el estómago, lo cual retrocedí un par de metros y note como me llegaba un poco de sangre a la boca. Cuando abrí los ojos después de aquel impacto, pude ver como aquel abuelo tenía el puño humeante y cubierto por piel negra.

- Esto os viene grande, jovenzuelos. No podéis con el poder de la veteranía.
- Je, madre mía con el abuelo. Soy un hueso duro de roer, que tengas haki no va asustame vejestorio.- le dije mientras cubría mi brazo negro con aquella piel negra.- A esto podemos jugar dos!

Cargue contra él y nuestros dos brazos en haki impactaron, provocando una onda de choque que retumbó por toda la sala. Para ser tan mayor era muy problemático.

- Me refería a dinero por ayudarte... O cualquier cosa. A estas alturas no me importa. - Dijo en respuesta a lo que el revolucionario había dicho. - Como si me quieres dar un pin en el que pone "¡Gracias!". - Observó la sala y los tres que ya había derrotado el revolucionario. Sí, tal y como el pirata pensaba no era precisamente alguien débil. - La recompensa por mi cabeza la ganaré con algo mayor que por esto. - Comentó y, tras decir eso, bloqueó el ataque de un espadachín. El sonido del acero enfrentado resonó en el cuarto y fue seguido por varios golpes más.

De todas formas Eron no pudo evitar sorprenderse al sentir la onda de choque. Le dio una patada en todo el estómago a su rival y lo alejó para permitirse posar sus ojos unos segundos en el combate que Osuka libraba. - ¿Haki? - Estaba sorprendido, sin duda, no esperaba que el viejo lo poseyese, aunque por parte de su "compañero" sí lo hacía. De nuevo se vio obligado a centrarse en otro de los subordinados del relojero y comenzar a defenderse como podía. Frunció el ceño y, aprovechando un descuido del rival, le hizo una profunda herida en el hombro del brazo con el que sujetaba la espada. Acto seguido trató de hacer un barrido con sus piernas que, pese a que casi se cae en el intento, consiguió tirar al enemigo. Estando ya agachado golpeó con la empuñadura de la katana la cabeza ajena con fuerza para dejarle inconsciente. No siempre iría a matar, ¿no? Eso no era divertido... Además, así se aseguraba de que uno estuviese vivo.

- Creo que eso es un problema. - Comentó, refiriéndose al viejo. Él no se veía capaz de hacerle frente... Más que nada por el haki. Eron no lo poseía, no veía una forma decente de derrotarlo desde su situación por lo que se mantendría fuera de su alcance e iría bajando el número de subordinados.

Cada golpe parecía el impacto de un tren a máxima velocidad chocando contra otro provocando un gran estruendo. Quiza tendria que haber practicado esto con Krau antes de enfrentarme a otro usuario de haki pero al menos estábamos equilibrados. Yo tenía la ventaja de la edad pero él tenía la ventaja de ser un viejo porculero.

No está mal para tener tropecientos años abuelo.- mentía un poco, tenía suerte de no romperme los nudillos con los impactos. El haki a pesar de tener el conocimiento básico de este, me servía de gran ayuda para mis capacidades ofensivas e defensivas
Tch! Maldito mocoso, eres mas molesto que tu padre aquella vez. Al menos pude ganarle en el tema de la vejez, no?- decía el anciano con una risa malvada mientras seguía intentando golpearme.-  Aun tengo el recorte de aquel periódico aun guardado; “Batalla naval con muertes y desapariciones de cargos revolucionarios”. Que se siente el saber que su cadáver fue comida para los peces?

Tras decirme aquellas palabras, me hervía la sangre. No iba a dejar que se burlarse de alguien que quería, sobre todo si se tratase de mi difunto padre. Esquive un toque lateral de aquel abuelo, cubrir mi brazo con piedra y de un rápido movimiento agarre a aquel vejestorio y lo levante.- Escúchame maldita momia, no consentiré que mancilles su nombre de esta manera.- le dije con ojos furiosos y le lanzaba contra una de las máquinas, no lo lance tan fuerte como para matarle pero me aseguraba que tardaria un buen rato en levantarse. Tras ello, varios de los hombres que estaban entretenidos con el espadachín se lanzaron hacia mí al ver que ya no tenía adversario.

- Venga, venid a por mi! Pero…- dije mientras posaba mis manos en el suelo y empezaba a absorberlo creando la forma golem de la Ishi Ishi.- Que sepáis que vuestro jefe ya me ha tocado muchísimo las bolas!
El coloso llegó hasta los tres metros, podía hacerlo más grande pero eso supondría chocar la cabeza contra el techo. Ya me habían tocado la moral bastante ese dia, por lo que quería terminar esto de raíz y la forma Golem era la mejor solución. Los hombres detuvieron su ataque y retrocedieron ante la gran masa de roca, pensando seguramente como poder derrotar de alguna manera.

Era imposible ignorar del todo aquellos golpes, aquella batalla que cada vez se calentaba más y más. Incluso sin mirar hacia el revolucionario podía saber que se estaba enfadando ante los comentarios que el vejestorio pronunciaba. Eran, sin lugar a dudas, bastante ofensivos y molestos... Nunca fue buena idea cabrear a alguien con poder y Osuka lo estaba demostrando. Debido a aquello Eron bajó la guardia por unos segundos y uno de sus enemigos lo atacó por la espalda, rasgando su ropa y haciendo que el suelo se manchase de sangre. El pirata soltó un gruñido ante el dolor de aquello y se dio la vuelta lo más rápido que pudo, comenzando a atacarle hasta que por fin logró herirle y hacer que cayese al suelo. Su respiración se agitó ante aquello y cuando miró de reojo hacia el revolucionario comprobó que estaba lanzando al vejestorio por los aires. - Si aprende a volar por culpa de eso me voy a reír... - Pensó para sí mismo.

Aquellos súbditos comenzaron a rodear al sargento ahora que no tenía oponente alguno, priorizando en aquella amenaza de piedra. Era impresionante lo que podía hacer con su fruta. Era la primera vez que Eron veía los efectos de una tan de cerca... ¡Qué tan de cerca! Era la primera vez que veía a un usuario de akuma. Pese a que el foco de la atención era Osuka también había algunos que se preocuparon de mantener al espadachín ocupado para que no aprovechase la situación y sacase tajada. Ya comprobaron antes que no era alguien a quien menospreciar pese a que tal vez no llegaría al nivel del revo.

Se mantuvo algo alejado del golem, al menos lo que las paredes le permitían. No deseaba salir más herido en un daño colateral producido por aquella forma. Desconocía el control que poseía sobre sí mismo su compañero por lo que más vale prevenir que curar...

JA JA JA, AHORA NO SOIS TAN VALIENTES, VERDAD? AHORA SOIS MENOS QUE UNOS INSECTOS!- gritaba mientras veía como los mafioso intentaban romper desesperadamente la roca que me cubría. Por otra parte yo luchaba con fiereza pero sin acercarme al espadachín mucho. Muchas veces se me iba “un poco la olla” por no decir mucha cuando hacia la forma golem sin motivos conocidos, pero cada vez que lo hacía no solo aumentaba mi tamaño y fuerza, también mi espíritu de combate. Tenía que estar concentrado al ciento cincuenta por ciento para que las cosa no se descontrolarse. La Ishi Ishi ya era como parte de mi ser pero había cosas que aun escapaba de mi entendimiento.

Los maleantes tardaban en levantarse un poco de mis duros golpes, por lo que me fui dirigiendo a una de las maquinarias que utilizaban para fabricar armas. La agarre con la gran fuerza que me concede el golem y la arranqué de cuajo hasta levantarla, apunte a una segunda máquina y la lancé contra esta haciendo que ambas quedaron hechas trizas.

Los traficantes al ver esa destrucción empezaron a entrar en pánico debido a la paliza que les dábamos.- Estos dos no son humanos, son putos monstruos! Corred!- dijo uno de los enemigo mientras intentaban huir con sus compañeros heridos menos los que se situaban alrededor mío, que no pudieron recoger. No me importaba mientras no intentasen llevarse al viejo que era el jefe de la banda. Solo pasaron dos minutos cuando el último hombre sano intento escapar dejando la ruinosa sala vacía con tan solo la gente inconsciente, yo y el espadachín que me había ayudado.

Monstruos... Aquella palabra se sentía como el más maravilloso de los halagos. El miedo que cada uno de los hombres que se daban a la fuga era satisfactorio, al menos para el pirata. Ese era uno de sus deseos a fin de cuenta, ¿no? Infundir temor en todos aunque en ese momento era una sombra del revolucionario, simplemente por acompañarle y ayudarle creían que el espadachín era igual de poderoso. Era un inicio por lo menos. Eron hizo un corte en el aire haciendo que parte de la sangre del filo cayese al suelo. Rompió un trozo de sus vendas y limpió la hoja al ver que el combate había finalizado. Pocos quedaban allí, ya llegaba al final. Observó de reojo hacia el golem y acto seguido toda la destrucción provocada por el enfrentamiento. - Al final únicamente los fuertes sobreviven... O los más inteligentes. - Murmuró.

Permitió que aquel último criminal huyese, no era su problema si seguían con vida o no. Se acercó con pasos lentos hacia Osuka hasta detenerse cerca de él.- ¿Y bien? ¿Ahora qué harás? ¿Lo interrogarás, te lo llevarás y ya lo harás más tarde? - Cuestionó el hombre de cabello largo, quien ya había enfundado su espada. Realmente no le importaba lo que hiciese con él, tal vez la curiosidad le llevó a preguntar algo tan irrelevante.

Tras la calma de la batalla, la piedra que me había formado el golem volvía al suelo mostrando de nuevo mi verdadero aspecto. Ya no me hacía falta la titánica forma ya que sin hacerlo a proposito ya me habia cargado la maquinaria que tenía que destruir, estampandolas entre ellas. “Quizás me he pasado un poco” pensaba mientras miraba como habia dejado todo el edificio. Desde luego siempre tenia la mania de liarme a palos sin control, pero tenía que disimular un poco para no acabar en una de esas mierdas de clases de autocontrol. Nunca, prefiero estar limpiando todos los baños de Baltigo que hacer una de esas tonterías.

Tras inspeccionar bien el edificio, cogí al anciano que seguía inconsciente y me puse colgando encima del hombro. Al menos el viejo problemático era canijo y fácil de llevar, lo que era un alivio después de las galletas que había recibido. Entonces el espadachín me pregunto que haría con ellos.- Si los interrogare, aunque solo será a este vejestorio. Los demás ya son problemas de los marines que vengan de la llamada anónima que haré dentro de cinco segundos. Puedes hacer lo que quieras con ellos o llevate alguna de esas armas de recompensa por ayudarme pero ahora me tengo que ir. Solo espero que me persiguieras por algún motivo y no para robarme la cartera.- Le dije bromeando mientras me despedía, listo para volver al barco, relajarme y liberarme esa sensación de haber sido vigilado todo el dia.

Eron carraspeó al comprobar aquella destrucción mezclada con sangre de los criminales. - No pensaba robarte la cartera, te seguía para saber qué es lo que ibas a hacer... Sin más. - Si en parte aquello era cierto no era toda la verdad, hay cosas que son mejor no decirlas. Colocó parte de su cabello tras la oreja y alzó la mirada hacia el revolucionario. - En parte creía que tu y tus compañeros no destruíais tanto... Pero, bueno, supongo que dependerá de cada uno. Sin contar que eres el primero que veo que no huye asustado. - Confesó con sinceridad. Sí, era por eso que les tenía algo de tirria. Siempre los había escuchado quejarse pero nunca hacer nada al respecto.

- Eh... Podría coger sus armas y venderlas en algún lado... - Sonaba pensativo, tal vez valorando opciones. - ¿Sabes qué? - Se acercó a una katana que había tirada por el suelo y se agachó para cogerla. - Únicamente me llevaré esto. No me voy a aprovechar mucho más, me he divertido, es suficiente. Tengo otros métodos para conseguir dinero... Y no creo que consiga un buen lugar para vender de forma ilegal. - Lo último que dijo era el verdadero motivo por el que no tomaba más cosas. Una vez Osuka se hubo ido echó un último vistazo hacia atrás y él también se fue.