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Un torrente de recuerdos emanaba del espadachín mientras contemplaba el panorama en Grand Line, camino al South Blue para unos días de descanso. El torneo de Hexos había sido genial, y aunque aún le dolía todo el cuerpo y tenía un par de cicatrices por la cara que tardarían un tiempo en desaparecer, se sentía bastante satisfecho. Finalista en la competición, había sido superado por su compañero Arthur, aunque se lo imaginaba ya en un principio; mientras él estaba tratando de divertirse, Arthur se mantenía serio y dio un espectáculo más digno. Había que reconocer que se lo merecía, aunque nunca le diría al enano que estaba secretamente orgulloso de él.
Su mente iba incluso más atrás, casi cinco años, cuando él tenía apenas diecisiete, encerrado en una casa entrenando constantemente, fortaleciendo su vínculo con el Korip, pasando el tiempo con Caspio y descubriendo pequeños detalles de su pasado que, en realidad, no el aportaban nada. Caspio nunca había dejado de vigilarlo, al parecer, y le había cubierto las espaldas cuando huyó de su isla. Tenía sentido, ya que escapar de la escuela de asesinos, si de verdad trataban de terminar con su vida, que lo consiguieran si algo no se hubiera interpuesto. Caspio era un capullo, pero sabía lo que hacía... O no, aquel psicópata en cualquier momento podía ser protagonista de los más descabellados crímenes... ¿Pero qué hacía pensando en eso? No podía evitarlo.
-¡Viren rumbo a Sakura! Me apetece tomar el fresco- dijo, tratando de imponer con su poderosa voz de actor.
-Pero señor, a usted no le gusta el frío...
-Ni que me contradigan. ¡Pon rumbo si no quieres hacer de caballito para Arthur otra vez!
La última vez que aquel cabo había tenido que llevar a Arthur a caballito había acabado con el culo picado de golpes de Glaive, así que le haría caso sin rechistar. Quería volver a aquella casa perdida frente a la montaña, cerca de Bighorn. Miró a sus espaldas, y la tormenta que empezó a arreciar en Hexos ya se disipaba, lejos de él y su flota. Aunque, sin embargo, la lluvia tenía algo que le gustaba y fascinaba. Mucho más que la nieve y el frío, una lluvia cálida podía ser maravillosa, casi hasta el punto de hacer arder los corazones de la gente. Un beso bajo la lluvia era más hermoso, y una despedida más triste. Y, obviamente, bajo la lluvia, el enfado de Arthur era mayor y el castigo del caballito más efectivo.
-Bueno, yo me bajo aquí- dijo, sin hacer ningún caso al tipo que, cuando saltó por la borda lo advirtió de que caería sobre la cubierta inferior. "Podrías haberlo dicho antes", dijo para sus adentros recomponiendo la estructura de su cuerpo a partir de hielo, y se lanzó en forma de polvo a recorrer la costa, helando el mar bajo él. Si se caía quería seguridad.
Cuando llegó al pueblo nevaba, y Al sentía el frío. Odiaba el frío, pero no le hacía daño, así que no se preocupó. Tan sólo comenzó a caminar, buscando el camino a la casa aquella...
Su mente iba incluso más atrás, casi cinco años, cuando él tenía apenas diecisiete, encerrado en una casa entrenando constantemente, fortaleciendo su vínculo con el Korip, pasando el tiempo con Caspio y descubriendo pequeños detalles de su pasado que, en realidad, no el aportaban nada. Caspio nunca había dejado de vigilarlo, al parecer, y le había cubierto las espaldas cuando huyó de su isla. Tenía sentido, ya que escapar de la escuela de asesinos, si de verdad trataban de terminar con su vida, que lo consiguieran si algo no se hubiera interpuesto. Caspio era un capullo, pero sabía lo que hacía... O no, aquel psicópata en cualquier momento podía ser protagonista de los más descabellados crímenes... ¿Pero qué hacía pensando en eso? No podía evitarlo.
-¡Viren rumbo a Sakura! Me apetece tomar el fresco- dijo, tratando de imponer con su poderosa voz de actor.
-Pero señor, a usted no le gusta el frío...
-Ni que me contradigan. ¡Pon rumbo si no quieres hacer de caballito para Arthur otra vez!
La última vez que aquel cabo había tenido que llevar a Arthur a caballito había acabado con el culo picado de golpes de Glaive, así que le haría caso sin rechistar. Quería volver a aquella casa perdida frente a la montaña, cerca de Bighorn. Miró a sus espaldas, y la tormenta que empezó a arreciar en Hexos ya se disipaba, lejos de él y su flota. Aunque, sin embargo, la lluvia tenía algo que le gustaba y fascinaba. Mucho más que la nieve y el frío, una lluvia cálida podía ser maravillosa, casi hasta el punto de hacer arder los corazones de la gente. Un beso bajo la lluvia era más hermoso, y una despedida más triste. Y, obviamente, bajo la lluvia, el enfado de Arthur era mayor y el castigo del caballito más efectivo.
-Bueno, yo me bajo aquí- dijo, sin hacer ningún caso al tipo que, cuando saltó por la borda lo advirtió de que caería sobre la cubierta inferior. "Podrías haberlo dicho antes", dijo para sus adentros recomponiendo la estructura de su cuerpo a partir de hielo, y se lanzó en forma de polvo a recorrer la costa, helando el mar bajo él. Si se caía quería seguridad.
Cuando llegó al pueblo nevaba, y Al sentía el frío. Odiaba el frío, pero no le hacía daño, así que no se preocupó. Tan sólo comenzó a caminar, buscando el camino a la casa aquella...
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-Otra vez en un lugar "extraño".- Murmuró la chica de cabellos morados antes de dar un par de pasos para saltar de la tabla, por la que debía bajar del navío, pisando la fría nieve que se había acumulado en el puerto del Reino de Sakura al que había sido enviada por asuntos que desconocía. ¿Acaso le iban a dar una misión de alto secreto y suma importancia? No realmente. Eso era lo que tenía no prestar atención a sus superiores pero es que eran demasiado aburridos. Eso y que la chica solo estuviera de momento interesada en el trato que había realizado con Kuro antes de unirse a la Marina, hacía de la Teniente-comandante alguien difícil de tratar o intentar entender.
La chica se miró las botas que llevaba en aquellos momentos, las cuales parecían haberse hundido en la capa de veinte centímetros de nieve que cubría el suelo del puerto. -¿Qué es esto?- Pregunto la chica mientras observaba la blanca sustancia empleando el zoom de sus lentillas. "Parecen cristales." Pensó. Mientras se mantenía observando estos un par de reclutas la empujaron ya que se había quedado en el medio.
-Oye, novata, aparta del camino. ¿No ves que estorbas?- Aquellas palabras habían enfadado a al pelimorada. ¿Qué clase de idiota le habla así a un superior? Aunque era comprensible que, por su vestimenta pareciera una recluta, o ni eso. Ya que apenas llevaba atada a su chaqueta (o sudadera) negra, el pañuelo azul de la Marina. Por lo demás, lucía un jersey negro y ajustado, sobre el que iba la chaqueta, unos calcetines largos de color negro y unos vaqueros cortos.
-¿Sus nombres son....?- Preguntó mientras se ponía recta.
-¿Có-cómo?- Preguntó el que le había gritado, algo intimidado por el tono de la chica, la cual apenas se había girado.
-Diganme. Quiero saber el nombre de los idiotas que me insultaron. Dudo que un solo castigo baste para que paguen por su falta de respeto.- Sus ojos brillaron y los dos reclutas salieron corriendo con los pantalones mojados.
-Disculpelos, comandante. Son unos idiotas pero....- Intentó disculparse una amiga suya.
-Les perdonaré si me dices una cosa...- Siguió con un tono frío como la nieve que pisaba.
-¡H...hai...!- Respondió la chica. Tras esto la voz de la pelimorrada cambio a la de una niña pequeña. Le preguntó a la recluta sobre la nieve, ya que nunca la había visto antes, cosa que sorprendió a esta.
Tras aquello decidió dar un paseo por la costa helada. A la chica le hacía gracia el sonido de la nieve al ser pisada y el frío tacto de esta. "Parece que aquí no tendré que preocuparme por el calor y la reacción de la gente. No creo tener que acabar en bikini o...¿Qué llevaba hoy puesto?...Es igual." Se detuvo un momento al observar algo anormal en el mar. Por alguna razón este se estaba congelando en línea recta en dirección a la costa. -¿Qué es eso?-
La chica se miró las botas que llevaba en aquellos momentos, las cuales parecían haberse hundido en la capa de veinte centímetros de nieve que cubría el suelo del puerto. -¿Qué es esto?- Pregunto la chica mientras observaba la blanca sustancia empleando el zoom de sus lentillas. "Parecen cristales." Pensó. Mientras se mantenía observando estos un par de reclutas la empujaron ya que se había quedado en el medio.
-Oye, novata, aparta del camino. ¿No ves que estorbas?- Aquellas palabras habían enfadado a al pelimorada. ¿Qué clase de idiota le habla así a un superior? Aunque era comprensible que, por su vestimenta pareciera una recluta, o ni eso. Ya que apenas llevaba atada a su chaqueta (o sudadera) negra, el pañuelo azul de la Marina. Por lo demás, lucía un jersey negro y ajustado, sobre el que iba la chaqueta, unos calcetines largos de color negro y unos vaqueros cortos.
-¿Sus nombres son....?- Preguntó mientras se ponía recta.
-¿Có-cómo?- Preguntó el que le había gritado, algo intimidado por el tono de la chica, la cual apenas se había girado.
-Diganme. Quiero saber el nombre de los idiotas que me insultaron. Dudo que un solo castigo baste para que paguen por su falta de respeto.- Sus ojos brillaron y los dos reclutas salieron corriendo con los pantalones mojados.
-Disculpelos, comandante. Son unos idiotas pero....- Intentó disculparse una amiga suya.
-Les perdonaré si me dices una cosa...- Siguió con un tono frío como la nieve que pisaba.
-¡H...hai...!- Respondió la chica. Tras esto la voz de la pelimorrada cambio a la de una niña pequeña. Le preguntó a la recluta sobre la nieve, ya que nunca la había visto antes, cosa que sorprendió a esta.
Tras aquello decidió dar un paseo por la costa helada. A la chica le hacía gracia el sonido de la nieve al ser pisada y el frío tacto de esta. "Parece que aquí no tendré que preocuparme por el calor y la reacción de la gente. No creo tener que acabar en bikini o...¿Qué llevaba hoy puesto?...Es igual." Se detuvo un momento al observar algo anormal en el mar. Por alguna razón este se estaba congelando en línea recta en dirección a la costa. -¿Qué es eso?-
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"¿Seguro que quieres ir a esa casa?", susurró su mente cuando pasó por el lado de una mujer preciosa. Tenía el cabello del mismo tono que la flor del brezo en otoño, y unos ojos que parecían perfectas amat¡stas redondeadas, que miraban casi de manera curiosa hacia el camino helado. Podría, tal vez, decirle que él era el responsable, pero seguramente ya se hubiera dado cuenta. Ataviada con un jersey negro, dejaba que las curvas de un titánico cuerpo se dedujeran con extrema facilidad, manteniendo un toque de elegancia que, debía reconocer, le excitaba. Sin embargo, y pese a todo, lo más interesante y digno de mención no estaba en su torso, sino en aquella combinación de shorts y botas, hundidas un par de palmos en la nieve. Era una chica alta, aunque en comparación a los dos metros y poco que el espadachín medía parecía pequeña, aunque Arthur seguía siendo bastante más menudo que la muchacha. Hablando de cosas pequeñas, llevaba un pañuelo de la Marina, con un identificativo de rango. Él tan sólo llevaba su chapa militar en la cartera, pero por lo demás parecía una persona corriente: Camisa roja algo abierta, sin corbata, dejando ver su depilado pecho (Porque sí, Al siempre trataba de mantenerse depilado); americana negra con abertura única y pantalones a juego, dando un toque de color el cinturón de hebilla plateada.
Por un momento trató de ignorarla, o la ignoró sin pretenderlo, pero era imposible. Los tonos de fantasía lo perdían, y que aquella chica fuera Marine garantizaba que no se lanzara a su cuello con intenciones asesinas. O eso esperaba, la verdad es que conociendo a Arthur y a Jack era imposible sentirse completamente seguro, ya que los problemas surgían al estar cerca de ellos, Jack porque tenía un imán y Arthur porque lo saludaba a golpes. Pero era tan sólo una chiquilla, ¿Qué podría salir mal? Se detuvo a su lado y decidió mirarla. Podrían pasar un buen rato si la chica era simpática, dispuesta, o ambas cosas. Con calma, dejó que su mirada la alcanzase y, sin descubrir aún si la chiquilla lo ignoraba, habló:
-Buenas tardes Teniente, ¿Le apetecería dar un paseo por las calles heladas de Bighorn?- sin duda no era su treta más original, pero lo clásico siempre es mejor, o eso dicen-. Si no tiene mucho que hacer, hasta podría invitarla a... No sé... Un chocolate caliente o algo por el estilo.
Las cartas estaban sobre la mesa. Bueno, algunas. Aquella chica significaba un giro en los acontecimientos y lo iba a disfrutar bastante, fuera cual fuese el resultado.
Por un momento trató de ignorarla, o la ignoró sin pretenderlo, pero era imposible. Los tonos de fantasía lo perdían, y que aquella chica fuera Marine garantizaba que no se lanzara a su cuello con intenciones asesinas. O eso esperaba, la verdad es que conociendo a Arthur y a Jack era imposible sentirse completamente seguro, ya que los problemas surgían al estar cerca de ellos, Jack porque tenía un imán y Arthur porque lo saludaba a golpes. Pero era tan sólo una chiquilla, ¿Qué podría salir mal? Se detuvo a su lado y decidió mirarla. Podrían pasar un buen rato si la chica era simpática, dispuesta, o ambas cosas. Con calma, dejó que su mirada la alcanzase y, sin descubrir aún si la chiquilla lo ignoraba, habló:
-Buenas tardes Teniente, ¿Le apetecería dar un paseo por las calles heladas de Bighorn?- sin duda no era su treta más original, pero lo clásico siempre es mejor, o eso dicen-. Si no tiene mucho que hacer, hasta podría invitarla a... No sé... Un chocolate caliente o algo por el estilo.
Las cartas estaban sobre la mesa. Bueno, algunas. Aquella chica significaba un giro en los acontecimientos y lo iba a disfrutar bastante, fuera cual fuese el resultado.
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La chica se mantuvo observando esa extraña línea blanca que había llegado hasta la isla, buscando ver al causante de esto. "No tengo datos de que esto se pueda hacer de forma natural..." Pensó mientras activaba la función infrarroja de sus ojos. Con la aparición de aquel "sendero", había sentido una presencia, seguramente el ser que lo había hecho. Sentía que estaba cerca pero...¿Dónde? ¿Y de qué se trataba? -¿Qué habrá sido eso..?- Murmuró la pregunta para si misma antes de que alguien la sorprendiera.
Un hombre bastante más alto que ella, el cual vestía únicamente una camisa roja abierta, una americana y pantalones. Ropa sencilla y cómoda si no fuera por el frío. Hasta la acalorada Heaten había tenido que ponerse más ropa para no pasar frío. ¿Cómo podía ser que alguien aguantara mejor que ella el frío? Ya se lo preguntaría más adelante. Tenía muchas más preguntas antes que esa. Seguro. Más aún por su repentino saludo, el cual no se esperó para nada y eso que era raro tomarla con la guardia baja . "-Buenas tardes Teniente, ¿Le apetecería dar un paseo por las calles heladas de Bighorn?-" Preguntó el hombre de lentes, a lo que la chica respondió: -¿Quién eres? No te conozco. ¿De dónde has salido?- Mientras decía eso se fue acercando al hombre, hasta quedar a su altura, teniendo que ponerse de puntillas para mirarle a los ojos. Mirándole con inocencia. ¿Quién diría que una chica así fuera una sádica?
La chica prosiguió con sus preguntas un poco más. Mirando con curiosidad las expresiones del Hombre de cabello claro. Se preguntaba si reaccionaría como Kuro, al cual tendía a sacar de quicio cuando le bombardeaba con sus dudas, y que la callaba como podía y salí del cuarto refunfuñando si no lo lograba. -¿Y qué es el chocolate caliente? ¿Está rico?-
Un hombre bastante más alto que ella, el cual vestía únicamente una camisa roja abierta, una americana y pantalones. Ropa sencilla y cómoda si no fuera por el frío. Hasta la acalorada Heaten había tenido que ponerse más ropa para no pasar frío. ¿Cómo podía ser que alguien aguantara mejor que ella el frío? Ya se lo preguntaría más adelante. Tenía muchas más preguntas antes que esa. Seguro. Más aún por su repentino saludo, el cual no se esperó para nada y eso que era raro tomarla con la guardia baja . "-Buenas tardes Teniente, ¿Le apetecería dar un paseo por las calles heladas de Bighorn?-" Preguntó el hombre de lentes, a lo que la chica respondió: -¿Quién eres? No te conozco. ¿De dónde has salido?- Mientras decía eso se fue acercando al hombre, hasta quedar a su altura, teniendo que ponerse de puntillas para mirarle a los ojos. Mirándole con inocencia. ¿Quién diría que una chica así fuera una sádica?
La chica prosiguió con sus preguntas un poco más. Mirando con curiosidad las expresiones del Hombre de cabello claro. Se preguntaba si reaccionaría como Kuro, al cual tendía a sacar de quicio cuando le bombardeaba con sus dudas, y que la callaba como podía y salí del cuarto refunfuñando si no lo lograba. -¿Y qué es el chocolate caliente? ¿Está rico?-
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Dos preguntas obtuvo como respuesta, y si seguía con la progresión que empezaba a marcar la mujer, debería hacer cuatro preguntas esta vez para equilibrar la balanza. "¿Quién eres tú?" y "¿Por qué no me contestas?" eran opciones que podía tener en cuenta, aunque a decir verdad no quería hacer una batalla de preguntas, pues además de que una mujer siempre ganaba ese tipo de duelos, Al podría llegar a incomodarla si hacía más preguntas de las necesarias o se pasaba de un tono jovial, dejando entrever por un momento las intenciones que lo guiaban (ahora y siempre) podía llegar a asustarla. Y no quería asustarla, al menos por el momento.
-Bueno, como respuesta a tu primera pregunta, me llamo Al Naion. Tal vez hayas oído hablar de mí, he interpretado a Romeo en Baterilla, a Don Juan en Dressrosa y he recorrido el mundo como Fígaro, en El Barbero y Las Bodas. Alguna cosa más he hecho, pero carece de importancia casi por completo- hizo una pausa y preparó bien su siguiente respuesta. Si la mujer se daba cuenta de estar ante un superior era muy probable que la relación se enfriara hasta antes de calentarse, y ninguno de los dos quería eso, al menos la mitad de ellos. Por tanto debía ser algo ingenioso, gracioso y que denotara el gran tamaño de su miembro viril-, y he salido de ahí- dijo finalmente, señalando el mar-. Es hermoso poder caminar sobre él. Aunque odio el frío, he de reconocer que los poderes de la hie hie no mi son asombrosos...
Si no era demasiado inocente entendería que podía hacerle sentir placeres que de otra forma serían inalcanzables, desde pasear sobre la frágil superficie del mar hasta sentir el dedo helado del amante en la espalda. Si era, por el contrario, dueña de una conciencia infantil, con suerte quedaría fascinada por el poder de caminar sobre el hielo, aunque corría un nuevo riesgo: Que supiera a quién pertenecía la Akuma no mi. No era muy trabajador, pero había ganado fama no sabía ni cómo, y muchas historias lo ensalzaban como si fuera un semi dios. Nada más lejos de la realidad, pero era gracioso escuchar ese tipo de cosas.
-De todas formas señorita, ahora tal vez debería contestarme usted. Hay mucho que hacer entre el hielo, y derretirlo incluso podría ser divertido. ¿Acepta ese chocolate, pues?
Tras un instante se percató de que acababa de preguntarle qué era el chocolate... Ahora debería hacer seis preguntas, ella doce... "O responder sin quejarte, Al", dijo su mente. Era increíble que una chica de... ¿diecisiete años? Tenía mucho pecho, aunque su cara mantenía un aspecto infantil y cierta inocencia, también. El caso era que resultaba muy extraño que la chiquilla no supiera qué es el chocolate.
-Es una de las mejores cosas que hay. Es dulce, se deshace en la boca y tiene un toque amargo, sin llegar a ser desagradable. Es como un libro perfecto. Bueno, ¿Qué me dices, pues?
-Bueno, como respuesta a tu primera pregunta, me llamo Al Naion. Tal vez hayas oído hablar de mí, he interpretado a Romeo en Baterilla, a Don Juan en Dressrosa y he recorrido el mundo como Fígaro, en El Barbero y Las Bodas. Alguna cosa más he hecho, pero carece de importancia casi por completo- hizo una pausa y preparó bien su siguiente respuesta. Si la mujer se daba cuenta de estar ante un superior era muy probable que la relación se enfriara hasta antes de calentarse, y ninguno de los dos quería eso, al menos la mitad de ellos. Por tanto debía ser algo ingenioso, gracioso y que denotara el gran tamaño de su miembro viril-, y he salido de ahí- dijo finalmente, señalando el mar-. Es hermoso poder caminar sobre él. Aunque odio el frío, he de reconocer que los poderes de la hie hie no mi son asombrosos...
Si no era demasiado inocente entendería que podía hacerle sentir placeres que de otra forma serían inalcanzables, desde pasear sobre la frágil superficie del mar hasta sentir el dedo helado del amante en la espalda. Si era, por el contrario, dueña de una conciencia infantil, con suerte quedaría fascinada por el poder de caminar sobre el hielo, aunque corría un nuevo riesgo: Que supiera a quién pertenecía la Akuma no mi. No era muy trabajador, pero había ganado fama no sabía ni cómo, y muchas historias lo ensalzaban como si fuera un semi dios. Nada más lejos de la realidad, pero era gracioso escuchar ese tipo de cosas.
-De todas formas señorita, ahora tal vez debería contestarme usted. Hay mucho que hacer entre el hielo, y derretirlo incluso podría ser divertido. ¿Acepta ese chocolate, pues?
Tras un instante se percató de que acababa de preguntarle qué era el chocolate... Ahora debería hacer seis preguntas, ella doce... "O responder sin quejarte, Al", dijo su mente. Era increíble que una chica de... ¿diecisiete años? Tenía mucho pecho, aunque su cara mantenía un aspecto infantil y cierta inocencia, también. El caso era que resultaba muy extraño que la chiquilla no supiera qué es el chocolate.
-Es una de las mejores cosas que hay. Es dulce, se deshace en la boca y tiene un toque amargo, sin llegar a ser desagradable. Es como un libro perfecto. Bueno, ¿Qué me dices, pues?
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El hombre que tenía delante se presento como Al Aion, autor de obras teatrales que había recorrido mundo y actuando en obras seguramente famosas, aunque ninguno de los nombres que dio estaban entre los títulos de la colección de su compañero Kuro. "¿No tendrían suficientes páginas con dolor?" Se preguntaba mientras recordaba la devoción que este tenía por aquella sensación de la que ella carecía. Además de dar su nombre, Al explicó a Heaten que aquel sendero sobre el mar había sido creado por él. Seguramente el también comió una de esas extrañas frutas, aunque en vez de crear joyas producía hielo. -Ya veo. Esos datos son interesantes...- Comentó mientras sacaba su mini ordenador y apuntaba un par de cosas. -Pero temo decirte que no había oído nunca tú nombre que yo recuerde.- Hizo una breve pausa guardando otra vez el ordenador.-Por cierto, mi nombre es Heaten.-
Tras decir esto, el chico le explicó que era el chocolate caliente. -Dulce y que se derrite en la boca...¿Cómo el algodón de azúcar?- Preguntó, aunque este no tenía nada de amargo lo que hacía que resultase demasiado empalagoso comer mucho seguido. Seguramente por eso Kuro nunca quería probar cuando conseguía comprar uno, siempre de color azul. ya lo lograría algún día. La chica tuvo curiosidad por que podría ser aquel chocolate así que accedió a la invitación de Al. Se le veía en los ojos que tenía curiosidad. Cómo si no bastase con ver la lluvia de preguntas encadenadas con la que soía bombardear a quienes la rodeasen. -¿ Y has venido caminando sobre el hielo desde otra isla? ¿Por qué? ¿Tenías calor?- Siguió preguntando mientras le seguía hacia donde fuera que la llevase. De todos modos, si trataba de hacerle algo extraño acabaría jugando a torturarle. Sería divertido ya que apenas había tenido oportunidad últimamente. Casi había olvidado lo que sentía al ver caras de sufrimiento y eso no era aceptable.
Tras decir esto, el chico le explicó que era el chocolate caliente. -Dulce y que se derrite en la boca...¿Cómo el algodón de azúcar?- Preguntó, aunque este no tenía nada de amargo lo que hacía que resultase demasiado empalagoso comer mucho seguido. Seguramente por eso Kuro nunca quería probar cuando conseguía comprar uno, siempre de color azul. ya lo lograría algún día. La chica tuvo curiosidad por que podría ser aquel chocolate así que accedió a la invitación de Al. Se le veía en los ojos que tenía curiosidad. Cómo si no bastase con ver la lluvia de preguntas encadenadas con la que soía bombardear a quienes la rodeasen. -¿ Y has venido caminando sobre el hielo desde otra isla? ¿Por qué? ¿Tenías calor?- Siguió preguntando mientras le seguía hacia donde fuera que la llevase. De todos modos, si trataba de hacerle algo extraño acabaría jugando a torturarle. Sería divertido ya que apenas había tenido oportunidad últimamente. Casi había olvidado lo que sentía al ver caras de sufrimiento y eso no era aceptable.
¿De verdad aquella chica, casi mujer por lo que asemejaba su cuerpo, nunca había probado el chocolate? Lo primero que llegó a su mente era que le tomaba el pelo, que aquella referencia al algodón de azúcar era sólo una artimaña de mujer para hacerlo caer en sus redes, pero... Ah, la mirada de inocencia. ¿De verdad aún quedaban mujeres que no conocieran el plácido abrazo del chocolate en la garganta? Era maravilloso, casi verdaderamente romántico, después de todo... Perfecto. Grandes pechos y enormes ojos, una cara tímida que no parecía poseer ninguna vergüenza y se transformaban en oxímoron perpetuo, maravillosa paradoja para contemplar... Podría hacerlo durante horas, pero sin duda haría sentir incómoda a su ahora acompañante, ya que había aceptado la invitación. Además, perdería la oportunidad de tomar un chocolate caliente mientras sufría el frío del invierno eterno de Drum.
Un detalle en el que no había reparado era la pequeña PDA que llevaba la mujer, haciendo casi chocante la escena: Cuerpo de ninfa, rostro de ángel, y tecnología. Curioso que un mito resolviera en volver a la realidad con aquella sencilla palabra, y la complejidad de lo que iba detrás. Aunque a decir verdad, era casi sensual su manejo del pequeño ordenador, resultaba extraño ver a una chica tan joven utilizarlo con semejante maestría. ¿Tal vez no fuera tan joven como aparentaba? ... Una sonora carcajada llenó incontenible su alrededor, y casi se arrodilló para aguantar el tirón. Sí, definitivamente aquella retahíla de preguntas sólo podía ser hecha por una niña. Y, aunque no podía olvidar lo que veía por fuera, cierta ternura comenzó a embargarlo. Cómo una niña podía haber accedido a un puesto de oficial escapaba a su comprensión, pero tampoco era algo que lo molestase especialmente.
-He venido desde un barco, y no tenía precisamente calor. Simplemente me gusta pasear, y esta isla tiene algo especial. Tal vez sea que las estrellas brillan más por la noche, o que la gente es más amable... Pero le tengo cariño a esta isla.
Tal vez fuera mentira aquello, pero Sakura siempre estaría en su corazón tras tantos meses, y nunca podría olvidar el tiempo con su maestro siendo adiestrado en el Ken nomai.
-En fin. Vamos allá, señorita...-hizo una pausa, intentando sonsacar su nombre. Se había olvidado-, ¿Cómo decías que te llamabas?
Señaló un local en la calle con la mano abierta, invitándola a pasar delante de él. Muchos supuestos caballeros alardearían de su gallarda educación, pero cualquiera sabe que ceder el paso a una mujer hermosa sólo se originó para contemplar cuerpos sin ser detectado, muchas veces contemplar libidinosamente. Muy libidinosamente.
Tras unos instantes, si ella no avanzaba comenzaría él a moverse hacia allí, con la esperanza de que lo siguiera y dejándola contemplar su cuerpo libidinosamente. Muy libidinosamente. O tal vez sólo con curiosidad por tantas espadas, quién sabe.
Un detalle en el que no había reparado era la pequeña PDA que llevaba la mujer, haciendo casi chocante la escena: Cuerpo de ninfa, rostro de ángel, y tecnología. Curioso que un mito resolviera en volver a la realidad con aquella sencilla palabra, y la complejidad de lo que iba detrás. Aunque a decir verdad, era casi sensual su manejo del pequeño ordenador, resultaba extraño ver a una chica tan joven utilizarlo con semejante maestría. ¿Tal vez no fuera tan joven como aparentaba? ... Una sonora carcajada llenó incontenible su alrededor, y casi se arrodilló para aguantar el tirón. Sí, definitivamente aquella retahíla de preguntas sólo podía ser hecha por una niña. Y, aunque no podía olvidar lo que veía por fuera, cierta ternura comenzó a embargarlo. Cómo una niña podía haber accedido a un puesto de oficial escapaba a su comprensión, pero tampoco era algo que lo molestase especialmente.
-He venido desde un barco, y no tenía precisamente calor. Simplemente me gusta pasear, y esta isla tiene algo especial. Tal vez sea que las estrellas brillan más por la noche, o que la gente es más amable... Pero le tengo cariño a esta isla.
Tal vez fuera mentira aquello, pero Sakura siempre estaría en su corazón tras tantos meses, y nunca podría olvidar el tiempo con su maestro siendo adiestrado en el Ken nomai.
-En fin. Vamos allá, señorita...-hizo una pausa, intentando sonsacar su nombre. Se había olvidado-, ¿Cómo decías que te llamabas?
Señaló un local en la calle con la mano abierta, invitándola a pasar delante de él. Muchos supuestos caballeros alardearían de su gallarda educación, pero cualquiera sabe que ceder el paso a una mujer hermosa sólo se originó para contemplar cuerpos sin ser detectado, muchas veces contemplar libidinosamente. Muy libidinosamente.
Tras unos instantes, si ella no avanzaba comenzaría él a moverse hacia allí, con la esperanza de que lo siguiera y dejándola contemplar su cuerpo libidinosamente. Muy libidinosamente. O tal vez sólo con curiosidad por tantas espadas, quién sabe.
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La chica ladeó la cabeza al notar la carcajada soltada por aquel hombre tras sus preguntas. ¿Qué era tan gracioso? Seguramente eso se estaba preguntando Heaten en ese momento, pero se abstuvo de preguntarle por miedo a que este se pusiera a reír aún más, al fin y al cabo quería que le contestase a sus preguntas y también tenía ganas de probar el "chocolate caliente" del que le había estado hablando. Si le gustaba, haría que le consiguieran chocolate caliente más a menudo, aunque lo tomaría solo cuando tuviera frío, aunque eso era algo complicado. De hecho, en ese momento no le hubiera importado llevar un jersey más fino.
Volviendo al tema de la conversación que estaban teniendo, Al, le contó que la razón por la que había decidido llegar paseando a la isla helada era porque, a parte de gustarle pasear, aquel sitio le traía buenos recuerdos para él. Seguramente para la chica un lugar con buenos recuerdos sería el orfanato en que pasó los dos años siguientes al "accidente" del laboratorio. Pero, seguramente si ella fuera normal ese recuerdo sería triste y doloroso. Bueno, no era el momento para pensar en cosas que no eran necesarias y que no significaban nada para la chica, solo eran datos del pasado. Además, casi habían llegado al lugar que le había comentado el alto chico de cabello rubio, quien antes de llegar, preguntó a la chic su nombre una vez más. "Esos datos ya se los había dado." Pensó mientras le miraba pensando en su mala memoria. "No tendrá demasiado espacio de almacenamiento....o quizá no guarda información que no le parece útil..." Esa fue su conclusión ya que no entendía que el funcionamiento de los humanos y el suyo no eran exactamente iguales en todo. -Heaten.- Respondió sin darle importancia alguna al hecho de que no lo recordara.
-¿Es aquí?- Preguntó la chica mirando la fachada del edificio cuya puerta estaba sosteniendo el chico, seguramente para que pasara. había oído algo sobre el protocolo por parte de su compañero, aunque la mitad de cosas que le decía eran frases de sus libros, normalmente relacionadas con el dolor o la muerte. -Parece una cafetería normal...- Dijo mientras pasaba por la puerta que el chico estaba sujetando, tampoco quería que se convirtiera en hielo delante de ella, aunque el ya era una logia de hielo así que tampoco importaría tanto, ¿no? Para que mentirnos, solo tenía interés en el chocolate, cuyo aroma llegaba desde dentro.
Volviendo al tema de la conversación que estaban teniendo, Al, le contó que la razón por la que había decidido llegar paseando a la isla helada era porque, a parte de gustarle pasear, aquel sitio le traía buenos recuerdos para él. Seguramente para la chica un lugar con buenos recuerdos sería el orfanato en que pasó los dos años siguientes al "accidente" del laboratorio. Pero, seguramente si ella fuera normal ese recuerdo sería triste y doloroso. Bueno, no era el momento para pensar en cosas que no eran necesarias y que no significaban nada para la chica, solo eran datos del pasado. Además, casi habían llegado al lugar que le había comentado el alto chico de cabello rubio, quien antes de llegar, preguntó a la chic su nombre una vez más. "Esos datos ya se los había dado." Pensó mientras le miraba pensando en su mala memoria. "No tendrá demasiado espacio de almacenamiento....o quizá no guarda información que no le parece útil..." Esa fue su conclusión ya que no entendía que el funcionamiento de los humanos y el suyo no eran exactamente iguales en todo. -Heaten.- Respondió sin darle importancia alguna al hecho de que no lo recordara.
-¿Es aquí?- Preguntó la chica mirando la fachada del edificio cuya puerta estaba sosteniendo el chico, seguramente para que pasara. había oído algo sobre el protocolo por parte de su compañero, aunque la mitad de cosas que le decía eran frases de sus libros, normalmente relacionadas con el dolor o la muerte. -Parece una cafetería normal...- Dijo mientras pasaba por la puerta que el chico estaba sujetando, tampoco quería que se convirtiera en hielo delante de ella, aunque el ya era una logia de hielo así que tampoco importaría tanto, ¿no? Para que mentirnos, solo tenía interés en el chocolate, cuyo aroma llegaba desde dentro.
El Marine observó cómo la muchacha de pelo azul entraba sin hacerle apenas caso. ¿Tal vez se hacía la dura? Era algo que ciertas mujeres hacían para evocar la vena cazadora del hombre. Despertar al animal rebajándose a simples trofeos... No, eso no sería propio de alguien tan inocente como aparentaba ella. ¿Y si, justamente, sólo aparentaba? Quién sabe, pero ya lo descubriría.
-Por favor, Heaten, siéntese aquí- recitó con musicalidad mientras apartaba la silla con la caballerosa intención de tener un primer plano aéreo de sus pechos bambolearse hacia la mesa, como todo hombre educado haría-.¿Qué puede estar haciendo una persona de sus capacidades en este lugar?- preguntó mientras tomaba él asiento, dirigiéndose a ella se hubiese sentado o no. Dejó el cinturón de las armas en la silla de al lado con soltura, como quien ejecuta un juego de manos, tratando de hacerlo ver como algo espectacular pese a que, obviamente, no lo era.
-Camarera, por favor, ¿Nos traería la carta de chocolates, si es tan amable?- dijo con tanta cortesía que llegaba a dudar de su sexualidad.
-¿Carta? ¿Pa' qué?- respondió ella con la elegancia propia de un rinoceronte cagando-. Hay chocolate solo y chocolate con nata, na' más.
Y con aquellas el ejemplo de delicadeza llevó un frágil y blanco dedo a su cara y buscó petróleo en la nariz hasta que sacó moco, flema, pelo y un cacho de cerebro, lobotomizándose como una campeona. "Maravilloso. Sólo espero que al menos nos sirva otra persona".
-Pues dos chocolates entonces.
-Por favor, Heaten, siéntese aquí- recitó con musicalidad mientras apartaba la silla con la caballerosa intención de tener un primer plano aéreo de sus pechos bambolearse hacia la mesa, como todo hombre educado haría-.¿Qué puede estar haciendo una persona de sus capacidades en este lugar?- preguntó mientras tomaba él asiento, dirigiéndose a ella se hubiese sentado o no. Dejó el cinturón de las armas en la silla de al lado con soltura, como quien ejecuta un juego de manos, tratando de hacerlo ver como algo espectacular pese a que, obviamente, no lo era.
-Camarera, por favor, ¿Nos traería la carta de chocolates, si es tan amable?- dijo con tanta cortesía que llegaba a dudar de su sexualidad.
-¿Carta? ¿Pa' qué?- respondió ella con la elegancia propia de un rinoceronte cagando-. Hay chocolate solo y chocolate con nata, na' más.
Y con aquellas el ejemplo de delicadeza llevó un frágil y blanco dedo a su cara y buscó petróleo en la nariz hasta que sacó moco, flema, pelo y un cacho de cerebro, lobotomizándose como una campeona. "Maravilloso. Sólo espero que al menos nos sirva otra persona".
-Pues dos chocolates entonces.
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Los ojos de la joven comenzaron a recorrer la sala, observando todo con curiosidad ya que escasas veces había estado en una cafetería, menos en una que, según había entendido ella, solo servía aquella bebida con nombre de dulce puesto en una hoguera o un radiador. ¿No sería mejor un nombre como chocolate fundido? En fin...Aunque la chica debía decir que aquel lugar no era nada del otro mundo. Quizá lo más destacable del lugar fuera que la temperatura era más baja dentro que fuera. ¿Por qué sería? Bueno...Podían estar ahorrando para el invierno, o bien ambientando el lugar de tal forma que los clientes disfrutaran aún más su refrigerio. Tal vez hasta a alguien como ella que es incapaz de soportar el calor sin quitarse todas las incomodas prendas en verano, le agradase probar algo así a cierta temperatura.
La voz de su acompañante advirtió a la chica de cabellos violáceos de que debían tomar asiento, indicándole una silla, a la que se acercó con intención de sentarse, deteniéndose al ver que al apartaba la silla, mirándole ladeando la cabeza, como si no entendiera porque no dejaba que se sentase. -¿No me puedo sentar ahí?- Preguntó antes de disponerse a coger otra silla, aunque viendo que el chico se sentaba sin darle importancia a su pregunta, se planteó que se tratara de algo más de aquel "protocolo". Tras aquello, una señora con apariencia de híbrido de humano y elefante, que debía ser la camarera, pasó casi de largo, deteniéndose gracias a la llamada de atención del hombre de cabello rubio. Su dialecto era bastante peculiar, al menos en opinión de Heaten, que nunca había escuchado las expresiones: "¿Pa' qué?" o "na' más." De hecho, le hizo tanta gracia que no pudo evitar preguntarle. -Disculpe, ¿es ese un dialecto común en la zona? Nunca había escuchado a nadie hablar de forma tan peculiar.- Comentó de forma tan inocente...aunque quizá para alguien con el cerebro completo, resultará un insulto. Suerte que ese no parecía ser el caso.
Tras tomar nota con su prodigiosa memoria, que debía ser como la de ella... "Oh...¿Será otro ser como yo?" Se dirigió detrás de la barra avisar al cocinero de su pedido.
La voz de su acompañante advirtió a la chica de cabellos violáceos de que debían tomar asiento, indicándole una silla, a la que se acercó con intención de sentarse, deteniéndose al ver que al apartaba la silla, mirándole ladeando la cabeza, como si no entendiera porque no dejaba que se sentase. -¿No me puedo sentar ahí?- Preguntó antes de disponerse a coger otra silla, aunque viendo que el chico se sentaba sin darle importancia a su pregunta, se planteó que se tratara de algo más de aquel "protocolo". Tras aquello, una señora con apariencia de híbrido de humano y elefante, que debía ser la camarera, pasó casi de largo, deteniéndose gracias a la llamada de atención del hombre de cabello rubio. Su dialecto era bastante peculiar, al menos en opinión de Heaten, que nunca había escuchado las expresiones: "¿Pa' qué?" o "na' más." De hecho, le hizo tanta gracia que no pudo evitar preguntarle. -Disculpe, ¿es ese un dialecto común en la zona? Nunca había escuchado a nadie hablar de forma tan peculiar.- Comentó de forma tan inocente...aunque quizá para alguien con el cerebro completo, resultará un insulto. Suerte que ese no parecía ser el caso.
Tras tomar nota con su prodigiosa memoria, que debía ser como la de ella... "Oh...¿Será otro ser como yo?" Se dirigió detrás de la barra avisar al cocinero de su pedido.
El espectáculo era maravilloso. La misma mujer que había demostrado ser la mejor camarera nunca antes vista en el antro de perversión más turbio de todo Grand Line resultó ser solamente una perturbada que jugaba a las camareras. ¿Cómo lo supo? Era relativamente fácil averiguarlo en la medida de que, tras acercarse a la cocina, una muchacha pelirroja la echó del lugar gritando "Y deja de molestar" finalmente. La verdad es que el cambio había sido para bastante mejor, y aunque Al evitó mirar fijamente, no pudo evitar echar un breve vistazo en lo que la mujer se acercaba con un par de cartas hacia su mesa. "¡Lo sabía!", gritó para sí mientras la mujer saludaba, si no muy protocolariamente, con educación y una alegría inusual, invitándolos a probar el chocolate "super ultra hiper mega guay de la muerte" con nata, algodón de azúcar, pelo de unicornio y lágrimas de ninfa. O algo así había dicho, pues cuando llegó al algodón de azúcar el Marine ya no podía concentrarse más. La chica se había puesto detrás de él y, como si fuera una almohada, sus pecho le ofrecían respaldo.
-¿Cabe la posibilidad de que no esperaras que fuera tan alto?- preguntó como gentil broma, hundiendo un poco más la cabeza, a lo que la chica respondió echándose para atrás, haciendo que Al, desestabilizado, cayese al suelo-. ¡Au!
-¿Cabe la posibilidad de que si te das cuenta pierde la gracia?- rió ella, tendiéndole una mano pero sin disculparse en ningún momento. En realidad, él también terminó por reír. Había sido gracioso ver cómo su lívido le hacía caer de nuevo, aunque aquella vez no fuera desde Skypeia-. En fin, qué tomará la feliz pareja?
-Creo que te confundes- dijo, mirando por un momento a Heaten y devolviéndole los ojos a la verdadera camarera-, nos hemos conocido hoy, y para huir del frío no hay nada que entre mejor que un chocolate caliente- terminó de levantar la silla y, tras comprobar que sus armas estuvieran en buen estado tras el golpe, se sentó de nuevo-. Yo tomaré un "Super ultra hiper mega guay de la muerte", que me ha llamado la atención.
Miró a Heaten, esperando su respuesta y preguntándose si repetiría su duda a esta mujer también. ¿Cómo podía pensar alguien que "Pa'qué" era parte de un dialecto? Aquella mujer era muy extraña, más aún pensando que había llegado a un puesto de oficial en la Marina... ¿Qué habilidades ocultas tendría para ascender con tanta inocencia? Tendría que descubrirlo. Y deseaba descubrirlo.
-¿Cabe la posibilidad de que no esperaras que fuera tan alto?- preguntó como gentil broma, hundiendo un poco más la cabeza, a lo que la chica respondió echándose para atrás, haciendo que Al, desestabilizado, cayese al suelo-. ¡Au!
-¿Cabe la posibilidad de que si te das cuenta pierde la gracia?- rió ella, tendiéndole una mano pero sin disculparse en ningún momento. En realidad, él también terminó por reír. Había sido gracioso ver cómo su lívido le hacía caer de nuevo, aunque aquella vez no fuera desde Skypeia-. En fin, qué tomará la feliz pareja?
-Creo que te confundes- dijo, mirando por un momento a Heaten y devolviéndole los ojos a la verdadera camarera-, nos hemos conocido hoy, y para huir del frío no hay nada que entre mejor que un chocolate caliente- terminó de levantar la silla y, tras comprobar que sus armas estuvieran en buen estado tras el golpe, se sentó de nuevo-. Yo tomaré un "Super ultra hiper mega guay de la muerte", que me ha llamado la atención.
Miró a Heaten, esperando su respuesta y preguntándose si repetiría su duda a esta mujer también. ¿Cómo podía pensar alguien que "Pa'qué" era parte de un dialecto? Aquella mujer era muy extraña, más aún pensando que había llegado a un puesto de oficial en la Marina... ¿Qué habilidades ocultas tendría para ascender con tanta inocencia? Tendría que descubrirlo. Y deseaba descubrirlo.
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La joven se quedó observando a la nueva camarera, la cual parecía hablar su idioma y ningún tipo de dialecto peculiar, quien acababa de traerle las cartas a ambos, con los distintos tipos de bebidas con chocolate caliente que podían disfrutar. Ella tomó uno y comenzó a leerlo, tardando segundos en hacer esto, mientras escuchaba como la chica hablaba desde detrás de Al, quien parecía realmente cómodo, apoyando la cabeza en su pecho, algo que no entendía muy bien. ¿Acaso un trabajo de las mujeres que tomaban nota era también servir de almohadas? Vale que había algo sobre hacer sentir bien al huésped...aunque...Bueno, los juegos se acabaron cuando esta se echó hacía atrás, dejando que el joven cayera al suelo. "¿Qué están haciendo?" Se preguntaba mientras les miraba ladeando la cabeza. "Primero le ha dejado, luego ha hecho que se caiga....Ahora se ríen...¿Acaso es un modo de apareamiento de los humanos."
Después de tanto tonteo, la chica por fin tomó los pedidos, dos chachimegasuper... lo que fueran, y se dirigió a la cocina para ordenar que se los hicieran. Tiempo que aprovechó Heaten en preguntar a Al el por qué de esos Juegos. -Etto...¿Al-san? ¿Por qué estabas apoyandote así en ella? ¿Y por qué ella se dejo para luego apartarse? ¿Era eso algún tipo de juego?- Preguntaba, expectante por conocer su respuesta, mientras levaba una mano a su mini tableta, con intención de apuntar los datos que este le diera como respuesta. Oh, y entretanto, los chocolates calientes llegaron a la mesa, traídos por un camarero distinto.
"Oh, tiene buena pinta."
Después de tanto tonteo, la chica por fin tomó los pedidos, dos chachimegasuper... lo que fueran, y se dirigió a la cocina para ordenar que se los hicieran. Tiempo que aprovechó Heaten en preguntar a Al el por qué de esos Juegos. -Etto...¿Al-san? ¿Por qué estabas apoyandote así en ella? ¿Y por qué ella se dejo para luego apartarse? ¿Era eso algún tipo de juego?- Preguntaba, expectante por conocer su respuesta, mientras levaba una mano a su mini tableta, con intención de apuntar los datos que este le diera como respuesta. Oh, y entretanto, los chocolates calientes llegaron a la mesa, traídos por un camarero distinto.
"Oh, tiene buena pinta."
Al ni se molestó en intentar guardar honra tras la caída. La verdad es que era divertido, incluso en aquellos momentos en que salía tan mal, y no podía ni siquiera quejarse por el resultado. Al fin y al cabo, fueron dos segundos de cálida placidez que chocaban con su anterior visita a la isla. Sin embargo, la inocencia de la Marine rompió su sosiego en parte, dejando en él cierta impresión... ¿Definitivamente era así? Era imposible fingir tanto sin inmutarse en algún momento, pero por otro lado se negaba a creer que alguien con su edad jamás hubiera pasado por una etapa como la pubertad. ¿Cómo podía saltarse el desarrollo mental que ello implicaba cuando, evidentemente, el físico era totalmente palpable? La pregunta de si era un juego fue lo que, finalmente, le hizo creer que, efectivamente, así era ella.
-Sí, era una especie de juego- respondió con una sonrisa alegre. Al fin y al cabo, en cierto modo así era-. Aunque el juego no empezó hasta que ella puso su pecho tras mi cabeza, claro. Es muy agradable sentir algo tan cálido en la nuca, y el palpitar tranquilo de la persona detrás de ti... Es casi una canción, o una poesía. Dan ganas de tocar sonatas y bailar durante toda la noche, así que tal vez no sea tanto un juego como una seducción, o un ritual. Pero, habida cuenta de cómo ha terminado, no creo que haya baile ni música hoy.
Cuando terminó con sus tonterías llegó el chocolate. Era sorprendente lo oportuno que resultaba aquel camarero... ¿Tal vez había visto su intento con la mujer que los atendió y creyó tener oportunidades con Heaten? Bueno, tal vez. Sería divertido ver lo que hacía.
De hecho, lo hizo. Dejó primero su chocolate con delicadísimo cuidado, tratando de no derramar ni una sola gota, seguramente para no tener que preocuparse más por él y... Y derramó el otro chocolate, que por suerte Al enfrió para evitar que se pudiera quemar. Sin embargo, convenientemente no lo heló. Quería ver cómo reaccionaba la muchacha ante aquella bobada, y de paso podría reírse cuando el camarero acabase con la copa metida en la boca.
-Sí, era una especie de juego- respondió con una sonrisa alegre. Al fin y al cabo, en cierto modo así era-. Aunque el juego no empezó hasta que ella puso su pecho tras mi cabeza, claro. Es muy agradable sentir algo tan cálido en la nuca, y el palpitar tranquilo de la persona detrás de ti... Es casi una canción, o una poesía. Dan ganas de tocar sonatas y bailar durante toda la noche, así que tal vez no sea tanto un juego como una seducción, o un ritual. Pero, habida cuenta de cómo ha terminado, no creo que haya baile ni música hoy.
Cuando terminó con sus tonterías llegó el chocolate. Era sorprendente lo oportuno que resultaba aquel camarero... ¿Tal vez había visto su intento con la mujer que los atendió y creyó tener oportunidades con Heaten? Bueno, tal vez. Sería divertido ver lo que hacía.
De hecho, lo hizo. Dejó primero su chocolate con delicadísimo cuidado, tratando de no derramar ni una sola gota, seguramente para no tener que preocuparse más por él y... Y derramó el otro chocolate, que por suerte Al enfrió para evitar que se pudiera quemar. Sin embargo, convenientemente no lo heló. Quería ver cómo reaccionaba la muchacha ante aquella bobada, y de paso podría reírse cuando el camarero acabase con la copa metida en la boca.
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La chica siguió preguntando a Al tras cada respuesta que este le daba. "¿Por qué es agradable? ¿Una canción? No he oído ninguna...No lo entiendo..." Estas y otras cosas le contestaba la chica, mirándole con curiosidad justo antes de que llegara el hombre con el chocolate. Este le dio primero el suyo al chico y luego se ocupó de derramar el de ella, a posta ya que era imposible que se hubiera tropezado. Por si fuera poco, este casi lo derrama sobre su mini-portátil, lo que le hubiera sentenciado a muerte si por ella fuera. Una muy MUY dolorosa muerte. Y por una vez, era Eco y no Noise quien pensaba en torturar a alguien. Por suerte para él, el chocolate que derramó cayó sobre la piel de la pierna de la joven, que quedaba expuesta entre el calcetín y el pantalón corto que llevaba. Pero solo gracias a que se levantó a tiempo para evitar daños mayores. Pos si eso fuera poco, el muy cerdo se intentó disculpar ofreciéndose a limpiar el estropicio de una forma que la joven consideró, asquerosa. No necesitaba a un baboso encima suya.
El chico se agachó, con intención de llevar sus sucios labios a la pierna de la joven teniente, quien contesto propiciándole un rodillazo que le lanzó a varios metros de ella, empotrandole contra la pared y dejandole sin un par de dientes, seguramente. Todo ello sin derramar ni una gota del chocolate sobre su piel el cual se había congelado. ¿Quizá por eso la cara del hombre tenía escarcha también. -No sabía que en este lugar los camareros se divertían burlándose de los demás. Dijo antes de que apareciera la otra camarera para disculparse y traer otro chocolate, no sin antes limpiar su mesa.
Tras aquello, la joven se sentó de nuevo en su silla y miró el sitio donde había caído el chocolate, de la misma forma que un cachorro abandonado mira a la gente pasando por su lado. Casi daba pena y todo, causando que el camarero solo resultara aún más repulsivo.
El chico se agachó, con intención de llevar sus sucios labios a la pierna de la joven teniente, quien contesto propiciándole un rodillazo que le lanzó a varios metros de ella, empotrandole contra la pared y dejandole sin un par de dientes, seguramente. Todo ello sin derramar ni una gota del chocolate sobre su piel el cual se había congelado. ¿Quizá por eso la cara del hombre tenía escarcha también. -No sabía que en este lugar los camareros se divertían burlándose de los demás. Dijo antes de que apareciera la otra camarera para disculparse y traer otro chocolate, no sin antes limpiar su mesa.
Tras aquello, la joven se sentó de nuevo en su silla y miró el sitio donde había caído el chocolate, de la misma forma que un cachorro abandonado mira a la gente pasando por su lado. Casi daba pena y todo, causando que el camarero solo resultara aún más repulsivo.
-¿Qué acaba de pasar?- preguntó inconscientemente cuando procesó la imagen de aquella "dulce e inocente" niña reventándole la boca a un camarero sobón. Menos mal que no había sido él, aunque por otro lado las mujeres de carácter eran mucho más atractivas a la larga. Sólo podía ver ahora al camarero dolorido retirándose al interior de la despensa, a la compañera trayendo otro chocolate y a Heaten con ojos de perrito abandonado. ¿De verdad era necesaria aquella escena? Ya eran los dos mayores para saber que cuando un camarero hacía de las suyas, invitaba la casa.
Lo realmente sorprendente era que, a pesar de haberle caído encima, el chocolate había formado una costra helada alrededor de su pierna sin manchar ni un milímetro de piel. Aquella joven guardaba muchos secretos e indudablemente demostraba tener las aptitudes necesarias para ocupar el puesto que ejercía en el escalafón, tal vez más. Al fin y al cabo, él no era capaz de sumar tanta fuerza como para estampar a alguien a una distancia de tres metros. "Impresionante". Sacó una libreta y un boli y comenzó a apuntar con detalle, para no olvidarse de preguntar por ella cuando llegase a Marineford. Al fin y al cabo, seguía siendo consciente de su problema con la memoria a corto plazo, y no quería que la Teniente Heaten siguiera siendo un misterio.
-¿Dices que nunca has oído una canción?- comentó, intrigado. ¿Nunca había escuchado música? Tenía una forma de solucionarlo, pero necesitaba un instrumento a mano. ¿Qué podía utilizar?
Como por arte de magia, la solución llegó a él. No se había fijado antes, pero en una esquina había un pequeño estuche que reconoció al instante: Era un violín. Tal vez perdido hace años, tal vez utilizado en ocasiones, pero ahora, en ese momento, era suyo. No esperaba necesitarlo, por eso no llevó el suyo propio, pero había resultado ser una de sus pertenencias mágicas, algo que debería llevar siempre encima.
-¿Te importa si toco un poco?- preguntó, ya en la barra, señalando al instrumento.
-Adelante, lo tenemos para los martes de concierto, así que todo tuyo.
Como había supuesto. Cogió la funda y sacó el violín, frotando un par de cuerdas. Ni de lejos sonaba como el hilo de oro que tenía, sino que parecía más un sintético, seguramente Nylon trenzado... Pero servía, al fin y al cabo. "Y además desafinado".
-Es muy importante la cuerda en estos instrumentos- dijo, mientras daba un par de vueltas a las clavijas-. Yo suelo usar metálicas, que son más potentes, aunque no sé por qué a la gente le gusta lo artificial- probó un par de notas y siguió afinando-. Entiendo que alguien pueda preferir tripa, al fin y al cabo es lo clásico, pero tocar en plástico... No me acaba de convencer. Bueno, a ver qué tal suena esto ahora.
Apoyado sobre su lado izquierdo, arco en mano, comenzó su pequeño concierto para explicarle a Heaten qué era la música. ¿Tal vez la hubiera malinterpretado y sí supiera qué era eso? O más importante, ¿Se le enfriaría el chocolate?
Lo realmente sorprendente era que, a pesar de haberle caído encima, el chocolate había formado una costra helada alrededor de su pierna sin manchar ni un milímetro de piel. Aquella joven guardaba muchos secretos e indudablemente demostraba tener las aptitudes necesarias para ocupar el puesto que ejercía en el escalafón, tal vez más. Al fin y al cabo, él no era capaz de sumar tanta fuerza como para estampar a alguien a una distancia de tres metros. "Impresionante". Sacó una libreta y un boli y comenzó a apuntar con detalle, para no olvidarse de preguntar por ella cuando llegase a Marineford. Al fin y al cabo, seguía siendo consciente de su problema con la memoria a corto plazo, y no quería que la Teniente Heaten siguiera siendo un misterio.
-¿Dices que nunca has oído una canción?- comentó, intrigado. ¿Nunca había escuchado música? Tenía una forma de solucionarlo, pero necesitaba un instrumento a mano. ¿Qué podía utilizar?
Como por arte de magia, la solución llegó a él. No se había fijado antes, pero en una esquina había un pequeño estuche que reconoció al instante: Era un violín. Tal vez perdido hace años, tal vez utilizado en ocasiones, pero ahora, en ese momento, era suyo. No esperaba necesitarlo, por eso no llevó el suyo propio, pero había resultado ser una de sus pertenencias mágicas, algo que debería llevar siempre encima.
-¿Te importa si toco un poco?- preguntó, ya en la barra, señalando al instrumento.
-Adelante, lo tenemos para los martes de concierto, así que todo tuyo.
Como había supuesto. Cogió la funda y sacó el violín, frotando un par de cuerdas. Ni de lejos sonaba como el hilo de oro que tenía, sino que parecía más un sintético, seguramente Nylon trenzado... Pero servía, al fin y al cabo. "Y además desafinado".
-Es muy importante la cuerda en estos instrumentos- dijo, mientras daba un par de vueltas a las clavijas-. Yo suelo usar metálicas, que son más potentes, aunque no sé por qué a la gente le gusta lo artificial- probó un par de notas y siguió afinando-. Entiendo que alguien pueda preferir tripa, al fin y al cabo es lo clásico, pero tocar en plástico... No me acaba de convencer. Bueno, a ver qué tal suena esto ahora.
Apoyado sobre su lado izquierdo, arco en mano, comenzó su pequeño concierto para explicarle a Heaten qué era la música. ¿Tal vez la hubiera malinterpretado y sí supiera qué era eso? O más importante, ¿Se le enfriaría el chocolate?
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La camarera trajo otra taza de chocolate una vez el estropicio fue limpiado y se disculpo por enésima vez con la chica quien no entendía porque, al igual que la chica del barco antes, le pedía perdón por algo que había hecho su estúpido compañero y no ella. Pero tampoco era como si le importara. Y justo después de que la mujer se retirara y Al guardara una libreta y un instrumento de escritura...Que nunca había visto, pues en el laboratorio se empleaban aparatos como el que ella poseía y a Kuro solo recordaba haberle visto escribir con pluma, este le pregunto si acaso nunca había escuchado música, ante lo que la chica quiso replicar, pero la duda de sí era su culpa que el chico malinterpretara sus palabras..."Creo que formulé bien la oración..." Pensó antes de volver la vista a donde se encontraba su compañero, quien acababa de desaparecer para reaparecer frente a la barra, pidiendo que le prestaran un instrumento musical y ponerse a tocar, después de afinarlo.
Heaten estuvo a punto de detener a Al, pero, las clases de protocolo que le dio Kuro, le indicaban que no debía hacerlo por lo que esperaría a que el chico terminase su espectáculo, aprovechando para probar el chocolate caliente, el cual era dulce...pero quizá demasiado acalorada para su gusto. De hecho, si no fuera porque no siente dolor, la quemadura en la lengua al pasar el espeso dulce por su paladar, hubiera soltado la taza al suelo, causando otro estropicio, motivo por el que decidió enfriarlo antes de seguir bebiendo.
La canción acabó y con ella el "chocolate caliente", frío, de la chica de cabellos viólaceos, quien no había quedado especialmente encantada con el sabor de este, aunque quizá el calor tuviera algo que ver. La chica esperó a que su acompañante se sentara y al momento la chica le preguntó, al tiempo que ladeaba la cabeza: "¿Por qué?"
Heaten estuvo a punto de detener a Al, pero, las clases de protocolo que le dio Kuro, le indicaban que no debía hacerlo por lo que esperaría a que el chico terminase su espectáculo, aprovechando para probar el chocolate caliente, el cual era dulce...pero quizá demasiado acalorada para su gusto. De hecho, si no fuera porque no siente dolor, la quemadura en la lengua al pasar el espeso dulce por su paladar, hubiera soltado la taza al suelo, causando otro estropicio, motivo por el que decidió enfriarlo antes de seguir bebiendo.
La canción acabó y con ella el "chocolate caliente", frío, de la chica de cabellos viólaceos, quien no había quedado especialmente encantada con el sabor de este, aunque quizá el calor tuviera algo que ver. La chica esperó a que su acompañante se sentara y al momento la chica le preguntó, al tiempo que ladeaba la cabeza: "¿Por qué?"
Cada acorde frotado sonaba melodioso, aunque apagado y demasiado limpio. Le faltaba carácter, pero las notas tristes de cada compás marcaban una marcha fúnebre que, en cierto modo, arreglaban de manera romántica lo que el instrumento no lograba transmitir. Era interesante tocar el violín de otro, y en algunos casos sentía como si estuviese aprovechándose del cuerpo de otro músico, aunque en aquel momento... Bueno, estaba tirado allí, y si no tenía dueño era como abrazar una mujer dormida.
-¿Por qué?- la pregunta de la chica llegó con el fin de la música, y una inclinación de cabeza ahora ladeada. Se veía con curiosidad, aunque no sabía si hacia la canción elegida o a su forma de tocar. Aunque, si no había oído una melodía en su vida era difícil que tuviera queja de su interpretación. Casi imposible, modestia aparte. ¿Aunque tal vez no fuera de su agrado? Eso era posible, dado que las sonatas tristes eran bastante dadas a una crítica en mayor grado, y reconocidas como genialidad sólo cuando la calidad despuntaba de forma alarmante, desmesurada...
-Heaten, me dejas helado-no preguntó, sino que dijo, recogiendo el violín en su funda, no sin antes limpiar cuerdas y arco con una pequeña bayeta que siempre llevaba encima. Ponía A.R.N. y, aunque no sabía qué significaba, era el único recuerdo de su madre que tenía-. ¿Cómo puedes preguntar por qué a la música? Es parte de la vida, pasión y quietud en los oídos, una sensación agradable en todo el cuerpo y un escalofrío en la nuca. La música no tiene por qué, no lo necesita- continuó. La verdad era que si de verdad nunca había escuchado una canción y esa expresión casi indiferente era su respuesta al concierto no iba a lograr explicárselo-. Sé que es raro escuchar una cosa por primera vez en... ¿Diecisiete años? Pareces bastante joven, tal vez hasta dieciséis. ¿Cómo has llegado a ascender tanto en la Marina siendo tan joven?- cuando él entró llegó a rango de Capitán sin proponérselo, sólo pasando por un secuestro de varios meses y la captura de los piratas del Atardecer, pero alguien tan evidentemente inexperto... ¿Qué había detrás de aquella chica?-. Pero el caso es que la música sólo tiene función de hacernos sentir bien. Es agradable, plácida, y nos hace percibir más intensamente lo que sucede.
Cerró el estuche del violín y guardó su pañuelo, dejando el instrumento en una silla vacía junto a él. Luego lo colocaría en su sitio.
-¿Por qué?- la pregunta de la chica llegó con el fin de la música, y una inclinación de cabeza ahora ladeada. Se veía con curiosidad, aunque no sabía si hacia la canción elegida o a su forma de tocar. Aunque, si no había oído una melodía en su vida era difícil que tuviera queja de su interpretación. Casi imposible, modestia aparte. ¿Aunque tal vez no fuera de su agrado? Eso era posible, dado que las sonatas tristes eran bastante dadas a una crítica en mayor grado, y reconocidas como genialidad sólo cuando la calidad despuntaba de forma alarmante, desmesurada...
-Heaten, me dejas helado-no preguntó, sino que dijo, recogiendo el violín en su funda, no sin antes limpiar cuerdas y arco con una pequeña bayeta que siempre llevaba encima. Ponía A.R.N. y, aunque no sabía qué significaba, era el único recuerdo de su madre que tenía-. ¿Cómo puedes preguntar por qué a la música? Es parte de la vida, pasión y quietud en los oídos, una sensación agradable en todo el cuerpo y un escalofrío en la nuca. La música no tiene por qué, no lo necesita- continuó. La verdad era que si de verdad nunca había escuchado una canción y esa expresión casi indiferente era su respuesta al concierto no iba a lograr explicárselo-. Sé que es raro escuchar una cosa por primera vez en... ¿Diecisiete años? Pareces bastante joven, tal vez hasta dieciséis. ¿Cómo has llegado a ascender tanto en la Marina siendo tan joven?- cuando él entró llegó a rango de Capitán sin proponérselo, sólo pasando por un secuestro de varios meses y la captura de los piratas del Atardecer, pero alguien tan evidentemente inexperto... ¿Qué había detrás de aquella chica?-. Pero el caso es que la música sólo tiene función de hacernos sentir bien. Es agradable, plácida, y nos hace percibir más intensamente lo que sucede.
Cerró el estuche del violín y guardó su pañuelo, dejando el instrumento en una silla vacía junto a él. Luego lo colocaría en su sitio.
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La chica escuchó atentamente las respuestas del chico, frunciendo levemente el ceño al no entender sus respuestas (y no ser capaz de ladear más la cabeza sin romperse el cuello), no tenían sentido y no estaban dando respuesta a lo que ella estaba preguntando, motivo por el cual se planteó volver a entonar su pregunta, para ver si así conseguía comprendedla mejor. Además...¿Dieciséis años? ¿Tan vieja parecía? Seguramente, la chica nunca antes se había fijado en que su aspecto físico no correspondía para nada con la edad que tenía...Después de todo, ¿A quién le importaba? Su cuerpo había sido modificado biológicamente con un doble motivo, y uno de estos era el de adaptarse mejor y poder ser más fuerte, ágil, rápida e inteligente que la media humana, eso era lo único que sabía.
-Yo no he preguntado el por qué de la música...- Dijo con un tono de voz algo tímido, antes de empezar a explicarse de forma normal, más común en ella. -He preguntado por qué se ha puesto a tocar tras decir que cómo era posible que yo nunca hubiera escuchado música. Ese dato es erróneo y yo no le he dicho eso en ningún momento. Solo dije que no escuchaba ninguna música en el momento en el que usted hizo ese jueguecito con la camarera...- eso último lo dijo con algo de reproche, porque había llegado a deducir que el motivo del error había sido que él estaba demasiado empanado como para enterarse de lo que la chica le preguntaba.
-Y por cierto, he vivido siete ciclos anuales únicamente, no dieciséis ni diecisiete.- Finalizó tras una pausa. Esto último casi podría parecer una broma de mal gusto, de no ser porque su tono era demasiado serio como para tratarse de una tomadura de pelo.
-Yo no he preguntado el por qué de la música...- Dijo con un tono de voz algo tímido, antes de empezar a explicarse de forma normal, más común en ella. -He preguntado por qué se ha puesto a tocar tras decir que cómo era posible que yo nunca hubiera escuchado música. Ese dato es erróneo y yo no le he dicho eso en ningún momento. Solo dije que no escuchaba ninguna música en el momento en el que usted hizo ese jueguecito con la camarera...- eso último lo dijo con algo de reproche, porque había llegado a deducir que el motivo del error había sido que él estaba demasiado empanado como para enterarse de lo que la chica le preguntaba.
-Y por cierto, he vivido siete ciclos anuales únicamente, no dieciséis ni diecisiete.- Finalizó tras una pausa. Esto último casi podría parecer una broma de mal gusto, de no ser porque su tono era demasiado serio como para tratarse de una tomadura de pelo.
Al habría estado avergonzado de su actuación si no fuera porque le importaba nada y menos haberla realizado. ¿Que ya había escuchado música? Bueno, nunca la suya. No es que fuera mejor que los demás, pero siempre se le había dado mucho mejor tocar que la gente a la que había conocido. Lo que en sí le llamó mucho más la atención fue lo que dijo a continuación. "¿Siete años?". Por su cabeza pasaron un montón de imágenes desde las más bizarras hasta las más dantescas, pensando en todos los años de prisión que le caerían si eso fuera verdad. Pero ya sabía lo que sucedía: Le estaba gastando una broma para devolverle lo del concierto. Pues no iba a funcionar; No al menos como ella esperaba. Era hora de ganar una bofetada.
-Heaten, es imposible que tengas sólo siete años- comentó, con una sonrisa en el rostro. Malvada hasta límites insospechados, su expresión perversa sólo era superada por el temblor que el pensamiento de aquello le producía. ¿De verdad iba a hacer aquello? Era una falta de respeto, y cualquier mujer que lo entendiera lo abofetearía hasta la muerte. Sin embargo, podía ser sólo una niña disfrazada y que llevara bolsas de arroz... Aunque lo veía extraño. Y así, la curiosidad en cierto modo lo embargó. Lo tenía que hacer-. Esto es demasiado grande.
Con aquella frase llevó la mano a uno de sus pechos, y trató de apretarlo cual bocina, aunque con suavidad para no hacerle daño. Era blandita y cálida, y se sentía agradable. Definitivamente, esa chica era mayor de lo que decía, ¿Aunque cómo lo había dudado? Estaba muy claro desde el principio, no sabía cómo había caído en esa duda. ¿Tal vez porque había visto cosas más raras? Seguramente se debiera a eso.
Alejó la mano rápidamente, algo avergonzado ahora sí, y rápidamente lo volvió haciendo, esta vez riendo.
-Mec, mec.
Volvería a apartarla, y a ver qué sacaba en claro. Estaba sintiendo mucha curiosidad.
-Heaten, es imposible que tengas sólo siete años- comentó, con una sonrisa en el rostro. Malvada hasta límites insospechados, su expresión perversa sólo era superada por el temblor que el pensamiento de aquello le producía. ¿De verdad iba a hacer aquello? Era una falta de respeto, y cualquier mujer que lo entendiera lo abofetearía hasta la muerte. Sin embargo, podía ser sólo una niña disfrazada y que llevara bolsas de arroz... Aunque lo veía extraño. Y así, la curiosidad en cierto modo lo embargó. Lo tenía que hacer-. Esto es demasiado grande.
Con aquella frase llevó la mano a uno de sus pechos, y trató de apretarlo cual bocina, aunque con suavidad para no hacerle daño. Era blandita y cálida, y se sentía agradable. Definitivamente, esa chica era mayor de lo que decía, ¿Aunque cómo lo había dudado? Estaba muy claro desde el principio, no sabía cómo había caído en esa duda. ¿Tal vez porque había visto cosas más raras? Seguramente se debiera a eso.
Alejó la mano rápidamente, algo avergonzado ahora sí, y rápidamente lo volvió haciendo, esta vez riendo.
-Mec, mec.
Volvería a apartarla, y a ver qué sacaba en claro. Estaba sintiendo mucha curiosidad.
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La chica frunció el ceño, sintiéndose insultada por el chico, quien parecía pensar que estaba mintiendo, motivo por el que, sin venir a cuento, llevó una mano a uno de sus senos y lo apretó, cosa que, aparte de desconcertar a la chica porque nunca nadie le había hecho eso, causó que le mirara ladeando la cabeza. y de hecho, la segunda vez que lo hizo, la hubiera ladeado aún más, de no ser porque no estaba hecha de goma y no era capaz de hacerlo. Una vez el chico acabó con sus juegos, tocaba la ronda de preguntas, que luego reharía a Kuro, contándole la historia de como un hombre que desconocía le sobo los pechos diciendo "mec".
-¿Por qué ha hecho eso? No lo entiendo...¿Es otro juego? ¿Y por qué el "mec mec"? ¿Es divertido?- Preguntó con toda la inocencia del mundo, mientras el resto del hostal les miraban boquiabiertos, en especial los hombres. ¿Por qué? Tal vez por lo sucedido con el camarero anteriormente, pero esto y aquello no tenían relación alguna, al menos, no para la teniente, quien seguía esperando las respuestas de su acompañante, al tiempo que añadía otras tantas preguntas relacionadas con el por qué de que no la creyera. Ella no era una mentirosa, aunque sabía que información desvelar y cual no. También considero que aquella no era peligroso decirla....¿Se habría equivocado? Siempre quedaba el hecho de que aún ahora no la creyera, pero eso ya se vería de ahí en adelante.
-Y Bien, Al-san?-
-¿Por qué ha hecho eso? No lo entiendo...¿Es otro juego? ¿Y por qué el "mec mec"? ¿Es divertido?- Preguntó con toda la inocencia del mundo, mientras el resto del hostal les miraban boquiabiertos, en especial los hombres. ¿Por qué? Tal vez por lo sucedido con el camarero anteriormente, pero esto y aquello no tenían relación alguna, al menos, no para la teniente, quien seguía esperando las respuestas de su acompañante, al tiempo que añadía otras tantas preguntas relacionadas con el por qué de que no la creyera. Ella no era una mentirosa, aunque sabía que información desvelar y cual no. También considero que aquella no era peligroso decirla....¿Se habría equivocado? Siempre quedaba el hecho de que aún ahora no la creyera, pero eso ya se vería de ahí en adelante.
-Y Bien, Al-san?-
-Oh, vaya. El sujeto experimenta desorientación ante el estímulo erógeno-dijo Al a la manga de su camisa, como si grabara en un artilugio el dato para su posterior estudio-. Parece no entender los entresijos de las relaciones humanas y su complejo funcionamiento.
Volvió a apretar su pecho haciendo el mismo ruidito, esperando una reacción de nuevo, antes de contestar la pregunta. ¿Cómo podía ser tan inocente? En serio, o era demasiado niña o estaba tratando de seducirlo fingiendo una ceguera feliz. Si de verdad tuviera siete años aquello estaba muy mal, aunque tras tantas veces apretando su pecho podía decir sin temor a equivocarse, sumado a sus habilidades médicas para el diagnóstico precoz del cáncer de mama, que era adulta; al menos biológicamente hablando. Una fruta madura, vaya.
-Verás, Heaten- comenzó a decir, tratando de explicarlo de la forma más sencilla posible-, cuando un papá quiere mucho a una mamá le hace lo que yo te he hecho y, tras el paso de unos nueve meses, nace un niño. Bueno, entre medias se la folla, pero por algo se empieza siempre.
Había sido un poco brusco, la verdad. Si se lo tomaba mal quién sabe lo que iba a suceder, aunque era completamente impredecible. Desde luego, si no era tan inocente como pretendía aparentar debía prepararse para una bofetada, aunque... Puestos a ello, ¿Qué le iba a hacer?
Finalmente hundió su cara en el escote de la mujer, provocando que las bocas de la gente a su alrededor se abrieran hasta casi descoyuntarse y que el propio Al activara su haki de observación para convertirse en hielo cuando llegara el primer golpe.
Volvió a apretar su pecho haciendo el mismo ruidito, esperando una reacción de nuevo, antes de contestar la pregunta. ¿Cómo podía ser tan inocente? En serio, o era demasiado niña o estaba tratando de seducirlo fingiendo una ceguera feliz. Si de verdad tuviera siete años aquello estaba muy mal, aunque tras tantas veces apretando su pecho podía decir sin temor a equivocarse, sumado a sus habilidades médicas para el diagnóstico precoz del cáncer de mama, que era adulta; al menos biológicamente hablando. Una fruta madura, vaya.
-Verás, Heaten- comenzó a decir, tratando de explicarlo de la forma más sencilla posible-, cuando un papá quiere mucho a una mamá le hace lo que yo te he hecho y, tras el paso de unos nueve meses, nace un niño. Bueno, entre medias se la folla, pero por algo se empieza siempre.
Había sido un poco brusco, la verdad. Si se lo tomaba mal quién sabe lo que iba a suceder, aunque era completamente impredecible. Desde luego, si no era tan inocente como pretendía aparentar debía prepararse para una bofetada, aunque... Puestos a ello, ¿Qué le iba a hacer?
Finalmente hundió su cara en el escote de la mujer, provocando que las bocas de la gente a su alrededor se abrieran hasta casi descoyuntarse y que el propio Al activara su haki de observación para convertirse en hielo cuando llegara el primer golpe.
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La chica frunció el ceño al ver que el chico trataba de evadir su pregunta diciendo cosas como si hablara con alguien o la tratara como un experimento, otra vez, cosa que parecía haber despertado las ganas de la chica de golpearle, aunque Eco evitó que se lanzara, recordando que era casi imposible que alguien, en teoría "normal", supiera algo de lo sucedido al crearla. Además, si lo supiera no estaría intentando negar el hecho de que tuviera siete años, cosa que parecía no creerse aún. Además, había comenzado a intentar explicarle como se creaban los niños. "Pero yo no he nacido así." Pensó ella antes de disponerse a contestar, justo antes de que el chico tratara de apoyar su cabeza entre sus pechos, sin ningún motivo aparente. Aunque el jersey negro de cuello alto que llevaba, evito que lo lograra. Igualmente, todos los que se encontraban presentes en el bar parecían tan sorprendidos que se le habían desencajado a todos la mandíbula y tenían los ojos abiertos como platos, por el asombro. -¿Qué ocurre?- Preguntó la chica mirando a la camarera, que estaba algo en shock, al tiempo que ladeaba la cabeza.
Tras eso, miró a Al también, tratando de comprender por qué había ignorado sus preguntas antes, y por qué seguía haciendo cosas innecesarias y sin sentido, sin inmutarse por sus acciones, ni sonrojarse, ni nada que haría cualquier mujer normal, consciente de lo que estaba sucediendo. -Por cierto, no me ha contestado a lo que le dije antes. ¿Y a qué viene lo de "la mamá y el papá".- Casi se le escaparon los datos innecesarios, como el hecho de que era un experimento y cosas por el estilo.
Tras eso, miró a Al también, tratando de comprender por qué había ignorado sus preguntas antes, y por qué seguía haciendo cosas innecesarias y sin sentido, sin inmutarse por sus acciones, ni sonrojarse, ni nada que haría cualquier mujer normal, consciente de lo que estaba sucediendo. -Por cierto, no me ha contestado a lo que le dije antes. ¿Y a qué viene lo de "la mamá y el papá".- Casi se le escaparon los datos innecesarios, como el hecho de que era un experimento y cosas por el estilo.
Al apartó la cara de las pequeñas Heaten cuando escuchó la pregunta de la muchacha. ¿En serio, tras todos sus esfuerzos, la niña permanecía impasible? ¡Era imposible! La miró a la cara, con gesto serio, pero ella no mostraba la más mínima emoción. Tal vez algo de curiosidad, pero no demostraba absolutamente nada. ¡Y empezaba a costarle seguir con su experimento sin ponerse cachondo! ¿Por qué esa mujer le tomaba el pelo de esa forma? Se sacó las gafas.
Todo se veía mejor sin aquellos cristales faltos de graduación, y podía observar la mirada de la camarera, entre excitada y molesta, ¿Tal vez celosa? No, simplemente lo había tomado por un depravado, pero en un par de palabrejas bien dichas podría ganársela. Se limpió las lentes, manchadas con sus propias cejas por el golpe contra la chica, mientras contemplaba el conjunto de la estancia. "Y todos me miran, normal", pensó mientras guiñaba un ojo a la camarera, que no pudo evitar reírse tras la sorpresa inicial. Claro, ver a un hombre manosear la fruta de otra y luego guiñarte el ojo puede ser a santo de dos cosas: La primera, es un pervertido; y la segunda, es un pervertido digno de llevarte a la cama. Estaba también la tercera opción, que fuera Al Naion, aunque nadie contaba nunca con ello.
-En fin, señorita Heaten. Ha sido un placer conocer a sus pechos. Lamento decirle que no ha superado mi examen- se colocó las gafas de nuevo, y se hizo una foto a sí mismo, dejando a la chica en segundo plano para que el papel fuera testigo de aquel día-. Sin embargo, todas sus preguntas serán contestadas por mi segundo. Si algún día se encuentra con Arthur Silverwing, hágale lo mismo y descubrirá el por qué de estas pruebas. Ahora he de marchar.
Se levantó con estas, recogiendo sus espadas y saliendo por la puerta. Cuando llegaba al barco se acordó de dos cosas: No había tomado el chocolate y no había probado a la camarera. "¡Mierda!".
Todo se veía mejor sin aquellos cristales faltos de graduación, y podía observar la mirada de la camarera, entre excitada y molesta, ¿Tal vez celosa? No, simplemente lo había tomado por un depravado, pero en un par de palabrejas bien dichas podría ganársela. Se limpió las lentes, manchadas con sus propias cejas por el golpe contra la chica, mientras contemplaba el conjunto de la estancia. "Y todos me miran, normal", pensó mientras guiñaba un ojo a la camarera, que no pudo evitar reírse tras la sorpresa inicial. Claro, ver a un hombre manosear la fruta de otra y luego guiñarte el ojo puede ser a santo de dos cosas: La primera, es un pervertido; y la segunda, es un pervertido digno de llevarte a la cama. Estaba también la tercera opción, que fuera Al Naion, aunque nadie contaba nunca con ello.
-En fin, señorita Heaten. Ha sido un placer conocer a sus pechos. Lamento decirle que no ha superado mi examen- se colocó las gafas de nuevo, y se hizo una foto a sí mismo, dejando a la chica en segundo plano para que el papel fuera testigo de aquel día-. Sin embargo, todas sus preguntas serán contestadas por mi segundo. Si algún día se encuentra con Arthur Silverwing, hágale lo mismo y descubrirá el por qué de estas pruebas. Ahora he de marchar.
Se levantó con estas, recogiendo sus espadas y saliendo por la puerta. Cuando llegaba al barco se acordó de dos cosas: No había tomado el chocolate y no había probado a la camarera. "¡Mierda!".
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