Dos filos y un destino (Kogáto y Starus...Y Nat tambn^^) [pasado]

Galuna, una pequeña isla en la que yo llevaba un tiempo. Fui allí por asuntos de caza y tuve algún problema con un agente del gobierno. Pese a que ya estaba recuperado no quería irme aun. Me había encariñado con sus gentes, su cultura campestre y sus recetas, sobre todo su cerveza. Una isla no muy grande pero llena de montañas y pueblecitos. Yo vivía en una pequeña casa que me alquiló un granjero al sur de la isla, al lado del puerto y cerca de una bonita playa de arena blanca y agua cristalina. La gente me conocía como el extranjero, yo de vez en cuando ayudaba con las peleas de bar o lo que pudiera, pero siempre sería el extranjero hasta que llegara uno nuevo.

Una mañana me desperté, no tenía nada que hacer ese día y pronto me iba a ir asique decidí relajarme y disfrutar. Fui a la playa y me senté a la sombra de un árbol cercano, el sol abrasaba demasiado. Pero la vista era increíble, el agua turquesa y la arena caliente, que pasaba por los dedos de mis pies al jugar con ella. También había otras cosas que mirar, en especial una. Una chica de piel blanca, un poco rojiza por el sol. Otros hombres se fijan demasiado en los pecho, pero a mí me gusta mirar la figura, las curvas, la piel, el movimiento de su pelo y de sus caderas, entre otras cosas. Me gustaban pequeños detalles, un gesto, una mueca. Pero claro, como siempre, o haría nada. Ella se fue, con la espada y las cara roja de tal forma que me provocaba dolor.

Anochecía y me quedé solo en la playa. Me levanté, me quité la arena, guardé mis cosas y me fui. Pero no a mi choza, primero tenía que pasar por la taberna del lugar. Era imposible irme sin probar de nuevo ese elixir maldito. ¡Vaya cerveza se preparaba allí! Una jarra de un litro de cerveza de malta tostada con extracto de una valla roja del lugar y un toque de limón. Una maravilla que disfrutaba en la terraza del bar. Mirando el mar de la noche cuando vi que se acercaba un barco, me daba curiosidad quien bajaría de ese barco. ¿Turistas? Quizá algún pirata con ganas de guerra.

"La Agonía está hambrienta", susurraba la voz del Verdugo en la cabeza de Nat. Aquella noche había ganado la batalla por el cuerpo el asesino, y el espadachín obedecía, aún cuestionándose ligeramente los verdaderos motivos que lo impulsaban a aquello. El terror que la gente podía llegar a sentir, o el nuevo aprecio por la vida instantes antes de morir, la luz especial en los ojos del finado, aquella dulce balada a la senectud que sonaba en la cabeza del CP. Aquel día era el Guardián Oscuro. Vestido con el espíritu del verdadero rey, una negra armadura, con un yelmo corona, oscuro como la noche y brillante como el sol, envuelto en una negra capa, brillando aquella noche con un tono azul muerto, brillante, frío, Nat avanzaba ante la incredulidad de la gente. Nadie conocía aún al guardián oscuro, pero lo conocerían muy pronto. "Ahí hay un buen blanco para practicar", dijo de nuevo el Verdugo, mientras Caspio tomaba la dirección. Estaba muy enfadado por lo que le había sucedido, y en aquel estado era muy susceptible de caer como siervo de su propia mente.

Era un hombre mayor, su nueva diana. Anciano y calvo, con una coronilla plateada recorriendo la parte baja de su cráneo, mientras el olor a alcohol de afeitar se denotaba en su piel. "La última vez que apestas, viejo", dijo sin palabras, con una mirada, apuntando con el arma a su objetivo, y un chorro de escarcha congeló el cuerpo del hombre. ¿Muerto? Probablemente, pero ya no ele interesaba lo más mínimo. Llevaba días buscando a su objetivo, Jin Surfer, el demonio de fuego, renacido de sus cenizas al parecer, y no lo encontraba. Un lado de su mente veía a un enemigo, un ser inestable que podía ser lo más destructivo del mundo, y otro lado de su cabeza veía un potencial aliado de su causa. Más allá de Karl, que lo creía muerto, más allá de Amanecer, y perdida ya la máscara de Ocaso, el Rey se alzaba de entre los muertos, y lo hacía con la elegancia que sólo la parca podía traer. Agonía brillaba, blanca, hambrienta, mientras el hombre se acercaba a una víctima más, y otra... Hasta cubrir de estatuas de hielo parte de la costa. Valientes, ancianos, niños... Todos caían a la furia de su filo, pero tanta muerte le hacía sentir sed.

-Un Bourbon- dijo, con voz gutural, acercándose a la barra de un bar cercano a la costa.

Miró a su alrededor. Las mesas ordenadas, alguna gente cuchicheaba, y pocos se mantenían sin alertarse del enorme ser que portaba la hojarruna de muerte y escarcha. La agonía brillaba azul intenso, y el Rey vio algo en una mesa, algo que le llamó la atención. Un enmascarado... Alguien a quien ya conocía de sus carteles de búsqueda y captura, y alguien a quien pensaba destripar si daba un paso en falso. Cogió su Bourbon y se sentó con él, a la mesa.

-Por fin has llegado. Te estaba buscando- dijo, bebiendo un trago de su licor.

Desde que vi el barco hasta que estaba a punto de llegar hasta que estaba a punto de llegar pasó mucho tiempo, y por mi mesa pasaron muchas cervezas.

Aclaración:

“Oh, vaya. El barco está a punto de llegar. ¿Quién bajará de ahí?”

-Espero que alguien interesante. ¡Porque sois un puto aburrimiento!-grité en la terraza del bar. La gente me miraba molesta, o eso creo recordar. Entonces un ardiente gas, provocado por el coctel de bayas que tenía la cerveza, salió de mi forma en un sonoro eructo. Eso me recordó que estaba bebiendo, pero mi jarra estaba de nuevo vacía- ¡OTRA!- grité mirando hacia atrás, donde estaba la barra, mientras agitaba la jarra vacía. Tuve la mala suerte de que la silla cedió y caí de espaldas. Una aparatosa caída que en mi cabeza sonó como si un barco hubiera explotado. Cuando me levanté, con mucha dificultad, me quedé atónito al ver que no fue en mi cabeza. Un barco hecho pedazos y mogollón de cuerpos mutilados por la playa- ¿Pero qué coño hace el navegante? JAJAJAJA-me reí, pero un instante después me arrepentí de ello- ¡No Starus! Esto es serio, voy a ayudar. -Corrí hacia donde estaba el barco, dando tumbos y pisando pedazos de cuerpos calcinados. Me asomé al casco partido en dos con el agua por las rodillas.- ¡¿Queda alguien con vida?!...No, pues no hay nada que hacer. Ahora volvamos con la cerveza.- volví al bar, dando lo que me parecieron saltitos de alegría pero no me podía controlar. Acercándome vida a dos tipos extraños y comencé a andar normal. “Esos dos de ahí no estaban. Son muy raros…. ¿y si fueron ellos? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago?...Tranquilízate Starus, quizás no fueron ellos. Aunque uno lleve una máscara fea no tiene por qué ser un asesino de barcos. Pero son sospechosos.-en ese momento empezó a sonar una canción en mi mente-“los seguiré hasta saber si fueron ellos y luego les tenderé trampa…soy la hostia.” Me senté en mi mesa en la que me esperaba una bonita y fría jarra, quizá era la novena o la décima, no me acuerdo. Le di un gran trago y me dispuse a vigilar a mi dos tipos extraños, mirando por encima de la jarra. Desde donde estaba (un par de mesas más allá) solo podía oír alguna palabra suelta, pero yo me sentía todo un agente secreto.