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Bufff, por fin había conseguido pasar la muralla que separaba la zona de los nobles de lo demás de la isla. 3 días me había costado pasar la muralla, los guardias eran muy cabezotas y no me dejaban pasar pensando que iba a hacer mis típicos juegos en la calle para sacar dinero, cosa que claramente iba a hacer, si no, ¿de que iba a vivir?, seguro que era mucho mejor eso que tener que robar.
A mis lados se levantaban grandes y lujosos edificios, mas según ibas adentrándote hacia el centro de la ciudad amurallada, mas lujosas se volvían las casas. Todo el mundo andaba con aires de superioridad y bien vestidos, mientras yo con mi ropa ancha y ligeramente encorvado, destacaba claramente entre la multitud. Con una amplia sonrisa mirando por todos lados recorrí la ciudad hasta encontrar al fin un buen lugar donde ponerme, y una vez estuve allí, cogí 2 cajas de al lado de una tienda y me creé una pequeña mesa improvisada donde comenzaría con mis juegos.
Al colocarme en la zona donde se situaban las tiendas en la ciudad, ya no se veían tantos nobles, la gente parecía mas normal. Comencé con unos pequeños juegos de cartas mientras la gente comenzaba a acercarse creando un gran circulo a mi alrededor. Con mi sombrero colocado frente a la mesa continué con mis trucos mientras este se iba llenando poco a poco con monedas que la gente iba echando.
Al poco la gente comenzaba a marcharse cansada de juegos de cartas y dados similares por lo que para ganar las ultimas monedas me dispuse a usar mi fruta haciendo algo extraordinario. Cogí un tiesto sin planta alguna y dejé que todos los asistentes revolviesen la tierra para que se cerciorasen de que este estaba solo lleno de tierra. Una vez todos lo hubieron comprobado, dejé el tiesto sobre las cajas y posando mis manos en el tiesto soplé la tierra. Poco a poco una linda flor comenzó a crecer de la tierra, cuando esta tomó un tamaño considerable, abrió el capullo mostrando una hermosa flor blanca.
La gente echó las ultimas monedas en lo que yo desmontaba el chiringuito con el tiesto bajo mi brazo. Me acerqué y cogí el sombrero vaciando este en mi saco de las monedas. Rápidamente miré mi reloj de bolsillo y me acerqué a preguntar a una chica guapísima.
-Perdone señorita, ¿podría decirme un lugar donde pueda invitarla a una copa?
A mis lados se levantaban grandes y lujosos edificios, mas según ibas adentrándote hacia el centro de la ciudad amurallada, mas lujosas se volvían las casas. Todo el mundo andaba con aires de superioridad y bien vestidos, mientras yo con mi ropa ancha y ligeramente encorvado, destacaba claramente entre la multitud. Con una amplia sonrisa mirando por todos lados recorrí la ciudad hasta encontrar al fin un buen lugar donde ponerme, y una vez estuve allí, cogí 2 cajas de al lado de una tienda y me creé una pequeña mesa improvisada donde comenzaría con mis juegos.
Al colocarme en la zona donde se situaban las tiendas en la ciudad, ya no se veían tantos nobles, la gente parecía mas normal. Comencé con unos pequeños juegos de cartas mientras la gente comenzaba a acercarse creando un gran circulo a mi alrededor. Con mi sombrero colocado frente a la mesa continué con mis trucos mientras este se iba llenando poco a poco con monedas que la gente iba echando.
Al poco la gente comenzaba a marcharse cansada de juegos de cartas y dados similares por lo que para ganar las ultimas monedas me dispuse a usar mi fruta haciendo algo extraordinario. Cogí un tiesto sin planta alguna y dejé que todos los asistentes revolviesen la tierra para que se cerciorasen de que este estaba solo lleno de tierra. Una vez todos lo hubieron comprobado, dejé el tiesto sobre las cajas y posando mis manos en el tiesto soplé la tierra. Poco a poco una linda flor comenzó a crecer de la tierra, cuando esta tomó un tamaño considerable, abrió el capullo mostrando una hermosa flor blanca.
La gente echó las ultimas monedas en lo que yo desmontaba el chiringuito con el tiesto bajo mi brazo. Me acerqué y cogí el sombrero vaciando este en mi saco de las monedas. Rápidamente miré mi reloj de bolsillo y me acerqué a preguntar a una chica guapísima.
-Perdone señorita, ¿podría decirme un lugar donde pueda invitarla a una copa?
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Estaba en la isla de Dawn, en el pasado solía ser una isla tranquila, sin ningún renombre, pero desde que uno de sus habitantes Monkey de luffy, se proclamara hace un par de siglos “Rey de los piratas”, la cosa había cambiado radicalmente. Me encontraba en la isla del rey de los piratas, si, pero no en la zona donde luffy vivió sino en Goa, la zona pija y rica de la isla de Dawn. El nombre de Goa me traía a la mente una antigua canción marinera que decía:
- Goa, goa, goa te necesito goa…
La verdad es que no sabía cómo seguía asique deje de cantar. Bueno como iba diciendo, no estaba en la zona de la isla donde había nacido “el rey de los piratas”, pero en esta parte de la isla se dice que vivió otro personaje importante en aquella época, no era otro que Sabo, un hombre que fue considerado por luffy como un hermano.
Bueno volviendo, a mi persona, caminaba por las calles de Goa, abarrotadas de nobles gente bien vestida y adinerada, yo al contrario que toda esa gente, iba vestido con un estilo más gamberro. Chupa de cuero, pantalones de cuero, gafas de sol y botas estilo cowboy y también iba armado, unas pistolas guardadas en las pistoleras y mi arrow of destruction atada en mi brazo derecho. Iba llamando la atención tanto para bien como para mal, público femenino y masculino, jóvenes y no tanto. ¿Por qué? Bueno pues porque hoy había salido un día caluroso y no me había puesto camiseta, y me acababa de quitar la chaqueta porque hacía calor y dejaba ver mi trabajado y musculoso torso al desnudo. De pronto, vi a un grupo de gente arremolinándose en torno a un lugar, asique decidí ir a ver a qué venía tanta expectación. Cuando encontré un hueco me metí en él y pude ver de qué se trataba. Era un hombre que mágicamente, sacaba una planta de un montón de tierra en el que, aparentemente, no había nada. No se podía decir que era un farsante o un mago de poca monta, pero yo sabía dónde estaba el truco, cuando acabó la función pude verlo hablar con una bella damisela, asique me acerque a el:
- Caballero un gran truco, le felicito.
- Goa, goa, goa te necesito goa…
La verdad es que no sabía cómo seguía asique deje de cantar. Bueno como iba diciendo, no estaba en la zona de la isla donde había nacido “el rey de los piratas”, pero en esta parte de la isla se dice que vivió otro personaje importante en aquella época, no era otro que Sabo, un hombre que fue considerado por luffy como un hermano.
Bueno volviendo, a mi persona, caminaba por las calles de Goa, abarrotadas de nobles gente bien vestida y adinerada, yo al contrario que toda esa gente, iba vestido con un estilo más gamberro. Chupa de cuero, pantalones de cuero, gafas de sol y botas estilo cowboy y también iba armado, unas pistolas guardadas en las pistoleras y mi arrow of destruction atada en mi brazo derecho. Iba llamando la atención tanto para bien como para mal, público femenino y masculino, jóvenes y no tanto. ¿Por qué? Bueno pues porque hoy había salido un día caluroso y no me había puesto camiseta, y me acababa de quitar la chaqueta porque hacía calor y dejaba ver mi trabajado y musculoso torso al desnudo. De pronto, vi a un grupo de gente arremolinándose en torno a un lugar, asique decidí ir a ver a qué venía tanta expectación. Cuando encontré un hueco me metí en él y pude ver de qué se trataba. Era un hombre que mágicamente, sacaba una planta de un montón de tierra en el que, aparentemente, no había nada. No se podía decir que era un farsante o un mago de poca monta, pero yo sabía dónde estaba el truco, cuando acabó la función pude verlo hablar con una bella damisela, asique me acerque a el:
- Caballero un gran truco, le felicito.
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Goa siempre había sido un lugar bonito a ojos de Alex. Le encantaba tomarse unas vacaciones allí y, cuando quería acción, siempre podía encontrar algún criminal. Había todo lo que necesitaba e iba a aprovecharlo. Desembarcó y miró al mar. No le gustaba mucho navegar, aunque le encantaba la brisa marina. Salió del puerto en dirección a la ciudad, había unos cuantos minutos de camino. Y, seguramente, tendría problemas con los guardias. Últimamente se habían vuelto muy idiotas e incompetentes, ponían pegas a todo y querían un detalle de "buena voluntad" para dejar pasar a la gente. Pocas cosas había en el mundo que Alex odiara tanto como la corrupción y la injusticia. Y este lugar, por desgracia, también estaba lleno de todo ello.
Aunque eso no quitaba que fuera un lugar precioso. El lobo paseaba junto a él tranquilo como un perro cualquiera, aunque con un tamaño mayor y un aspecto considerablemente intimidatorio. Pero no haría nada siempre y cuando estuviera junto a Alex. Tardaron el tiempo que había pensado en llegar y, tal y como suponía, había atasco en las puertas. Los guardias hacían de nuevo de las suyas. había unos cuantos comerciantes suplicando la entrada mientras los hombres que custodiaban la puerta reían entre ellos y negaban el paso. El cazador se acercó para observar la situación. No había nada sospechoso en los mercaderes y parecían gente honrada, así que el problema estaba donde él sabía, en los guardias. Se acercó al que parecía el cabecilla de todos y este lo miró con desprecio antes de llevarse la mano a la espada.
-No es muy educado sacar el arma ante gente inofensiva. Y, para nada, es educado no dejar pasar a los que lo necesitan. Soy Alex Drachen, cazador de recompensas. Creo que el precio por los corruptos no es muy alto, pero me daría para tomar unas cervezas. y la autoridad estaría conmigo. Qué me dices, ¿hay algún corrupto por aquí?- Dijo con una sonrisa pícara.
-Abrid las puertas y dejad pasar a esta gente- Ordenó el cabecilla ante la mirada atónita de sus lacayos.
La gente como él siempre cedía cuando veía peligrar su modo de vida. Una amenaza de cárcel y se convertían en ratoncillos asustadizos. No era la primera vez que Alex trataba con gente así ni sería la última. Pero cada vez que lo hacía se sentía algo mejor por "solucionar" esos problemas. Aunque no tardarían en volver a ser como antes. Quizás una queja a tiempo ante el capitán de la guardia ayudaría a resolver el asunto. Aunque siempre cabía la posibilidad de que el capitán también fuera parte de aquella corrupción.
Aunque eso no quitaba que fuera un lugar precioso. El lobo paseaba junto a él tranquilo como un perro cualquiera, aunque con un tamaño mayor y un aspecto considerablemente intimidatorio. Pero no haría nada siempre y cuando estuviera junto a Alex. Tardaron el tiempo que había pensado en llegar y, tal y como suponía, había atasco en las puertas. Los guardias hacían de nuevo de las suyas. había unos cuantos comerciantes suplicando la entrada mientras los hombres que custodiaban la puerta reían entre ellos y negaban el paso. El cazador se acercó para observar la situación. No había nada sospechoso en los mercaderes y parecían gente honrada, así que el problema estaba donde él sabía, en los guardias. Se acercó al que parecía el cabecilla de todos y este lo miró con desprecio antes de llevarse la mano a la espada.
-No es muy educado sacar el arma ante gente inofensiva. Y, para nada, es educado no dejar pasar a los que lo necesitan. Soy Alex Drachen, cazador de recompensas. Creo que el precio por los corruptos no es muy alto, pero me daría para tomar unas cervezas. y la autoridad estaría conmigo. Qué me dices, ¿hay algún corrupto por aquí?- Dijo con una sonrisa pícara.
-Abrid las puertas y dejad pasar a esta gente- Ordenó el cabecilla ante la mirada atónita de sus lacayos.
La gente como él siempre cedía cuando veía peligrar su modo de vida. Una amenaza de cárcel y se convertían en ratoncillos asustadizos. No era la primera vez que Alex trataba con gente así ni sería la última. Pero cada vez que lo hacía se sentía algo mejor por "solucionar" esos problemas. Aunque no tardarían en volver a ser como antes. Quizás una queja a tiempo ante el capitán de la guardia ayudaría a resolver el asunto. Aunque siempre cabía la posibilidad de que el capitán también fuera parte de aquella corrupción.
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-Caballero un gran truco, le felicito.
Un tipo se había acercado a mi mientras hablaba con aquella chica. Por lo que para no defraudar a aquel tipo, corté la flor y se la entregué a aquella chica despidiendome de ella, ya tendría tiempo de ligar en otro momento.
-Muchas gracias, -dije con una amplia sonrisa en mi rostro- encantado de que te haya gustado mi “truco”, encantado de conocerle, mi nombre es Raze.
Al tiempo que decía esto alargué mi mano ofreciendosela a modo de saludo, mientras que con la otra, liberaba el tiesto de mis manos recogiendo las cuatro cosas que me quedaban y cogiendo este de nuevo para marcharme.
La ciudad estaba llena de gente en este momento, por lo que andar por las calles era un poco complicado, aunque me daba igual, ahora solo quería tomar algo fresquito sentado en una terracita.
-Ahora mismo voy a tomar una copa, ¿si deseas acompañarme? No he estado nunca por aquí y alguien que me acompañe no me vendría nada mal.
La ciudad estaba llena de gente en este momento, por lo que andar por las calles era un poco complicado, aunque me daba igual, ahora solo quería tomar algo fresquito sentado en una terracita.
Un tipo se había acercado a mi mientras hablaba con aquella chica. Por lo que para no defraudar a aquel tipo, corté la flor y se la entregué a aquella chica despidiendome de ella, ya tendría tiempo de ligar en otro momento.
-Muchas gracias, -dije con una amplia sonrisa en mi rostro- encantado de que te haya gustado mi “truco”, encantado de conocerle, mi nombre es Raze.
Al tiempo que decía esto alargué mi mano ofreciendosela a modo de saludo, mientras que con la otra, liberaba el tiesto de mis manos recogiendo las cuatro cosas que me quedaban y cogiendo este de nuevo para marcharme.
La ciudad estaba llena de gente en este momento, por lo que andar por las calles era un poco complicado, aunque me daba igual, ahora solo quería tomar algo fresquito sentado en una terracita.
-Ahora mismo voy a tomar una copa, ¿si deseas acompañarme? No he estado nunca por aquí y alguien que me acompañe no me vendría nada mal.
La ciudad estaba llena de gente en este momento, por lo que andar por las calles era un poco complicado, aunque me daba igual, ahora solo quería tomar algo fresquito sentado en una terracita.
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Parecía que había ahuyentado a su acompañante femenina, pues el hombre que había hecho el truco, le regaló la flor que hizo crecer con su magia:
- Siento haber ahuyentado a tu compañera, amigo. No era mi intención.
Pensaba, que tras frustrar sus planes con aquella bella mujer, aquel hombre se mosquearía por ello, y me daría un puñetazo o una patada donde más duele, pero no fue así. Me dijo que le alegraba que le hubiese gustado su truco de magia y me dijo su nombre:
- Me ha gustado su truco, pero no me ha impresionado tanto como al resto de su público, pues supongo que ha logrado hacer crecer esa flor porque digamos que no es usted “normal” al igual que yo.
Después me ofreció su mano como gesto de saludo, yo le saludé con un apretón firme. A continuación, me ofreció el acompañarle a tomar una copa, cosa que acepté. Entre tanto, yo seguía sin prenda de ropa en la parte superior de mi cuerpo y los hombres y las mujeres mayores me criticaban, las jóvenes me piropeaban y alguna se desmallaba:
- Estos ricachones son demasiado conservadores y se escandalizan por cualquier cosa ¿no cree raze?
Posdata: Sacarme del rol
- Siento haber ahuyentado a tu compañera, amigo. No era mi intención.
Pensaba, que tras frustrar sus planes con aquella bella mujer, aquel hombre se mosquearía por ello, y me daría un puñetazo o una patada donde más duele, pero no fue así. Me dijo que le alegraba que le hubiese gustado su truco de magia y me dijo su nombre:
- Me ha gustado su truco, pero no me ha impresionado tanto como al resto de su público, pues supongo que ha logrado hacer crecer esa flor porque digamos que no es usted “normal” al igual que yo.
Después me ofreció su mano como gesto de saludo, yo le saludé con un apretón firme. A continuación, me ofreció el acompañarle a tomar una copa, cosa que acepté. Entre tanto, yo seguía sin prenda de ropa en la parte superior de mi cuerpo y los hombres y las mujeres mayores me criticaban, las jóvenes me piropeaban y alguna se desmallaba:
- Estos ricachones son demasiado conservadores y se escandalizan por cualquier cosa ¿no cree raze?
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Alex se adentró en la ciudad y observó los lujosos edificios alzándose hacia el cielo con su inmortal pose. Realmente era un ciudad magnífica, digna de ser admirada. Continuó su camino en dirección a la plaza. Allí siempre había algo de entretenimiento para pasar el rato. Y esperaba que hoy no fuera diferente. Pero Goa tenía otros planes para él. En su andar se topó con alguien de gran importancia. Un noble con el que ya había trabajado anteriormente. Lord Duckingtown 3º, heredero de la fortuna Duckingtown y líder de la familia así como de todas las posesiones que a ellos pertenecían en aquella isla. Un pedante y asqueroso ricachón que pagaba muy bien los trabajos.
-Mira, mira a quién tenemos aquí. ¿Por qué no me acompañas durante el paseo y hablamos? Hace mucho que no nos vemos- Dijo le hombre.
-Será todo un placer, mi señor- Mintió Alex.
Lo cierto es que no lo aguantaba, pero siempre ganaba mucho dinero por capturar criminales de poca monta y darle a él los méritos. Suponía que quería convertirse en alcalde o capitán de la guardia, algún puesto político al que no podía acceder normalmente. Pero a él no le importaba perder el mérito de una captura. Los pagos de aquel noble eran diez veces superiores a los que pagaba la Marina. Solo tenía que entregar al criminal en nombre de Lord Duckingtown 3º. Aunque hacía más de un año que no lo veía y, por lo que parecía, seguía sin ser un político importante. ¿Qué podría necesitar para recurrir a Alex? El cazador no sabía si había tenido suerte o una desgracia por toparse con él.
Durante el trayecto le explicó varios negocios que poseía pro toda la ciudad. Por suerte para ambos, todos legales. Era un idiota, pero respetaba la ley y no hacía daño a nadie. De lo contrario, Alex jamás habría trabajado para él. Tardó varios minutos en contarle para qué lo quería, pero en cuanto llegó a ese punto no se demoró. Por lo visto alguien lo había amenazado de muerte. Necesitaba que el cazador encontrara a aquel que lo amenazó y lo capturara. Después se lo entregaría a las autoridades para que estos lo pusieran a "buen recaudo". Aunque había algo extraño, la paga era demasiado generosa incluso para aquel noble y de esos trabajos solían encargarse sus guardaespaldas. ¿Que estaba pasando?
-Mira, mira a quién tenemos aquí. ¿Por qué no me acompañas durante el paseo y hablamos? Hace mucho que no nos vemos- Dijo le hombre.
-Será todo un placer, mi señor- Mintió Alex.
Lo cierto es que no lo aguantaba, pero siempre ganaba mucho dinero por capturar criminales de poca monta y darle a él los méritos. Suponía que quería convertirse en alcalde o capitán de la guardia, algún puesto político al que no podía acceder normalmente. Pero a él no le importaba perder el mérito de una captura. Los pagos de aquel noble eran diez veces superiores a los que pagaba la Marina. Solo tenía que entregar al criminal en nombre de Lord Duckingtown 3º. Aunque hacía más de un año que no lo veía y, por lo que parecía, seguía sin ser un político importante. ¿Qué podría necesitar para recurrir a Alex? El cazador no sabía si había tenido suerte o una desgracia por toparse con él.
Durante el trayecto le explicó varios negocios que poseía pro toda la ciudad. Por suerte para ambos, todos legales. Era un idiota, pero respetaba la ley y no hacía daño a nadie. De lo contrario, Alex jamás habría trabajado para él. Tardó varios minutos en contarle para qué lo quería, pero en cuanto llegó a ese punto no se demoró. Por lo visto alguien lo había amenazado de muerte. Necesitaba que el cazador encontrara a aquel que lo amenazó y lo capturara. Después se lo entregaría a las autoridades para que estos lo pusieran a "buen recaudo". Aunque había algo extraño, la paga era demasiado generosa incluso para aquel noble y de esos trabajos solían encargarse sus guardaespaldas. ¿Que estaba pasando?
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