Sad Rackham
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Akuma no mi
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Tras la marcha de mi querido amigo Mammon y sus últimas revelaciones, me encontraba nervioso. Por si fuera poco, la derrota el Club Café Gold me había dejado muy tocado, tenía que mejorar mi nivel musical si quería cumplir el sueño de mi padre y de mi estirpe, desconocida por entonces para mi, los Rackham.
Los problemas se agolpaban en mi puerta y realmente necesitaba salir de este lugar, además últimamente Argus, el policía local, se lo había estado tomando más en serio (fijo a que eran ordenes de arriba) y había iniciado una cruzada contra mí, en cada escapada iban cercando aun más el circulo. En un mes o menos tiempo seguramente encontrarían "mi santuario"y si, me refiero a mi local HOMRA, el antiguo pub y anticuario.
Pues con estos pensamientos y mientras retumbaba en mí cabeza la canción Paradichlorebenzene de Faneru, Asamaru y Jack. Me tiré en mi cama, la cual estaba en el despacho, quedándome ahí tumbado. Sentía los latidos de mi corazón, latido tras latido, cada vez me costaba más respirar, además me dolía la cabeza, tenía ganas de que me explotará. Y esta explotó y se convirtió en un gas de color magenta casi incoloro a modo de confeti, este gas de expandió se contrajó para regenerar la cabeza, volviendo a formar la cara de Sad. No podía controlar ese extraño poder que poseía, desde que había ingerido aquella cereza, las llamadas akumas no mi. Sad no tenía en principio gran interés en desarrollar ese poder, ya que para mi era una maldición, no poder volver a nadar, morir ser tragado por la mar, era una de las muertes y destinos más horribles, que pueda haber.
Claramente necesitaba despejarme, cogí mi sudadera, me vestí con ella y me puse la capucha, dirección a la calle, empecé a deambular por la calles, con la mirada gacha...
-Podría ir a la playa, y allí despejarme y relajarme, después pasare por el puerto, tal vez lea el periódico y me tome algo en alguna terraza del Club Café Gold-pensaba Sad mientras iba en dirección al pueblo pasando desapercibido.
Los problemas se agolpaban en mi puerta y realmente necesitaba salir de este lugar, además últimamente Argus, el policía local, se lo había estado tomando más en serio (fijo a que eran ordenes de arriba) y había iniciado una cruzada contra mí, en cada escapada iban cercando aun más el circulo. En un mes o menos tiempo seguramente encontrarían "mi santuario"y si, me refiero a mi local HOMRA, el antiguo pub y anticuario.
Pues con estos pensamientos y mientras retumbaba en mí cabeza la canción Paradichlorebenzene de Faneru, Asamaru y Jack. Me tiré en mi cama, la cual estaba en el despacho, quedándome ahí tumbado. Sentía los latidos de mi corazón, latido tras latido, cada vez me costaba más respirar, además me dolía la cabeza, tenía ganas de que me explotará. Y esta explotó y se convirtió en un gas de color magenta casi incoloro a modo de confeti, este gas de expandió se contrajó para regenerar la cabeza, volviendo a formar la cara de Sad. No podía controlar ese extraño poder que poseía, desde que había ingerido aquella cereza, las llamadas akumas no mi. Sad no tenía en principio gran interés en desarrollar ese poder, ya que para mi era una maldición, no poder volver a nadar, morir ser tragado por la mar, era una de las muertes y destinos más horribles, que pueda haber.
Claramente necesitaba despejarme, cogí mi sudadera, me vestí con ella y me puse la capucha, dirección a la calle, empecé a deambular por la calles, con la mirada gacha...
-Podría ir a la playa, y allí despejarme y relajarme, después pasare por el puerto, tal vez lea el periódico y me tome algo en alguna terraza del Club Café Gold-pensaba Sad mientras iba en dirección al pueblo pasando desapercibido.
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- off:
- Propongo hacer el rol justo después de Loguetown para darle cierto sentido y continuidad.
Émile suspiró sin abrir aun los ojos. Le dolía la cabeza y le apetecía seguir durmiendo, pero la luz del sol le daba justo en la cara. Se dio la vuelta bostezando y se puso de cara a la pared, sin embargo la claridad era demasiada como para poder volver a dormirse. Además ya estaba demasiado despejado. Rezongó, cansado, y se incorporó llevándose una mano a la cabeza. Anoche habían llegado tarde a la ciudad. Tras días navegando, huyendo de Loguetown, había logrado llevar la Perla hasta el North Blue. Dudaba que en una isla alejada como Karakura tuviesen algún problema, así que con ayuda de Kyle había cargado con la camilla de Drake hasta la ciudad, en la montaña del centro de la isla. El capitán de los Kuzaku aun estaba algo malherido, aunque ya casi se había recuperado del todo y ya hacía vida normal. Al llegar por la noche, no habían querido despertarlo y lo habían trasladado a la ciudad. Tuvieron la suerte de que un posadero hospitalario decidió abrirles la puerta a pesar de lo intempestivo de la hora.
Acarició su atlético y musculoso cuerpo, distraídamente, mientras lo observaba. En los últimos meses se había hecho más fuerte a base de combatir primero por su cuenta, después como Yonkaikyo y finalmente bajo el mando de Drake. Bostezó de nuevo sonoramente y comenzó a vestirse, poniéndose una camisa blanca y la corbata roja que le había regalado Kaín. Se puso a continuación unos vaqueros y unos mocasines, y por encima de la camisa un chaleco negro. Se enganchó las fundas de Hades y Averno, sus pistolas, al cinto y se peinó con cierto esmero. Una vez consideró que estaba presentable, tras retocarse el nudo de la corbata, bajó al comedor. Ni Kyle ni Drake estaban aun por ahí. Pidió un café bien cargado y un periódico. Por desgracia no tenían este último, aunque sí un delicioso capuccino que el chico disfrutó con calma. En cuanto se lo terminó, decidió salir a la calle a por el periódico.
No tardó en encontrarse al repartidor, a pocos metros del bar. Se acercó a él medio corriendo y le pagó por uno. Lo desplegó y lo abrió por una página aleatoria, ojeándolo mientras caminaba. En general eran todo noticias sobre la desolación causada por la guerra del East Blue, todo (como era de esperar de un periódico del Gobierno) desde el punto de vista de la Marina, hablando de la heroica defensa por parte de estos de la población. Entrecerró los ojos y apretó sus manos arrugando los bordes del periódico, enfadado. Aun recordaba los bombardeos que había visto desde la costa, mientras esperaba a Drake para ir a Loguetown. Le molestó tanto que no vio al chico que iba en dirección contraria y tropezó con él. Se le cayó el periódico y retrocedió un par de pasos.
- ¡Uf! Lo siento, iba distraído...
En ese momento se fijó en el chico. Era (o parecía) algo más joven que él, aunque no podía decirlo con total seguridad. Le dio un vuelco al corazón al mirarle directamente a la cara. Parecía una persona triste que hubiese sufrido mucho... Durante un segundo le miró con cierta curiosidad, pero desvió rápidamente la mirada para no parecer maleducado. Se agachó para recoger el periódico, y entonces lo vió. Se quedó paralizado de la sorpresa. En aquella página se podían ver dos carteles de se busca. El de Drake, cuya recompensa quedaba tapada por otra página, y el suyo. 128.000.000 ofrecía el Gobierno por su cabeza. "Supernova Lion D. Émile", rezaba el texto que había justo encima de la foto del cartel, en letras grandes. Se quedó dividido entre el orgullo porque el Gobierno hubiese decidido poner una recompensa tan alta por su cabeza y la sensación de miedo al darse cuenta de que aun era demasiado pronto. Si algún cazador tan fuerte como su senpai o algún otro decidía darles caza, no le cabía duda de que no serían capaces de defenderse... no mientras Drake siguiese herido.
Aki D. Arlia
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-Uff pesas...
Empecé a golpear al leopardo con pequeñas palmadas, todavía demasiado amodorrada como para abrir los ojos, y notaba mi cabeza latir. Eso no podía ser bueno. Pero al final la luz del día se impuso y bostezando me vi obligada a acomodarme más en mi capa negra y pegar la cara al costado del leopardo, huyendo de la claridad. Todavía tenía sueño.
Anoche un pescador se había animado a acercarme a Karakura desde Galuna. Fueron un par de horas de viaje esquivando indirectas no tan indirectas como el pobre pescador pensaba. Llegamos de madrugada y me pareció oportuno ayudarle a descargar la mercancía. En pago, me había cedido una botella de un ''excelente vino de fresas, señorita...le encantará, ya lo verá, ya lo verá...''. Había dado un par de vueltas y terminado...bueno, no recordaba exactamente como. Lo mas probable es que me hubiera tumbado al pie de un árbol y el leopardo hubiera aparecido en algún momento de la noche. Y que gracias a mi Akuma no mi, en vez de comerme, se sintiera mas tentado a tumbarse a mi lado. Y conociéndome, seguramente pasarle el brazo por encima con naturalidad no ayudara a espantarle.
Oí el gruñido del animal y todavía frotándome el ojo, me senté.
-Que si, que ya me levanto...que madrugador tu, eh...nya, pues que ganas.
Me desperecé y miré a los lados. La botella de vino no estaba lejos, vacía. Eso explicaba el dolor de cabeza. Iba a volver a tumbarme, pero el animal me dio golpecitos con la cabeza hasta que logró ponerme en pie. Pues si que le había caído simpática, debía ser el olor a tigre. Suspiré y le acaricié el lomo antes de ponerme a andar. Que hambre...veía las casas desde la ladera y me dirigí hacia la cima de la montaña. El leopardo se despidió lamiéndome la mano y huyó poco antes de que llegara. Aún bostezando me adentré entre las calles alisándome la falda negra. Dormir en la hierba no es lo mejor para la ropa, pero a quién le importa.
Caminando caminando, me encontré a un hombre arrodillado en el suelo, mirando un periódico con una cara mezcla de preocupación y alegría. Me acerqué. Iba bastante arreglado. Extraño teniendo en cuenta su posición, o tal vez al revés. Compuse una sonrisa intentando en vano parecer despierta y le tendí la mano para que se levantase.
-¿Perdone, se encuentra bien?
Empecé a golpear al leopardo con pequeñas palmadas, todavía demasiado amodorrada como para abrir los ojos, y notaba mi cabeza latir. Eso no podía ser bueno. Pero al final la luz del día se impuso y bostezando me vi obligada a acomodarme más en mi capa negra y pegar la cara al costado del leopardo, huyendo de la claridad. Todavía tenía sueño.
Anoche un pescador se había animado a acercarme a Karakura desde Galuna. Fueron un par de horas de viaje esquivando indirectas no tan indirectas como el pobre pescador pensaba. Llegamos de madrugada y me pareció oportuno ayudarle a descargar la mercancía. En pago, me había cedido una botella de un ''excelente vino de fresas, señorita...le encantará, ya lo verá, ya lo verá...''. Había dado un par de vueltas y terminado...bueno, no recordaba exactamente como. Lo mas probable es que me hubiera tumbado al pie de un árbol y el leopardo hubiera aparecido en algún momento de la noche. Y que gracias a mi Akuma no mi, en vez de comerme, se sintiera mas tentado a tumbarse a mi lado. Y conociéndome, seguramente pasarle el brazo por encima con naturalidad no ayudara a espantarle.
Oí el gruñido del animal y todavía frotándome el ojo, me senté.
-Que si, que ya me levanto...que madrugador tu, eh...nya, pues que ganas.
Me desperecé y miré a los lados. La botella de vino no estaba lejos, vacía. Eso explicaba el dolor de cabeza. Iba a volver a tumbarme, pero el animal me dio golpecitos con la cabeza hasta que logró ponerme en pie. Pues si que le había caído simpática, debía ser el olor a tigre. Suspiré y le acaricié el lomo antes de ponerme a andar. Que hambre...veía las casas desde la ladera y me dirigí hacia la cima de la montaña. El leopardo se despidió lamiéndome la mano y huyó poco antes de que llegara. Aún bostezando me adentré entre las calles alisándome la falda negra. Dormir en la hierba no es lo mejor para la ropa, pero a quién le importa.
Caminando caminando, me encontré a un hombre arrodillado en el suelo, mirando un periódico con una cara mezcla de preocupación y alegría. Me acerqué. Iba bastante arreglado. Extraño teniendo en cuenta su posición, o tal vez al revés. Compuse una sonrisa intentando en vano parecer despierta y le tendí la mano para que se levantase.
-¿Perdone, se encuentra bien?
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Mis ganas de seguir cocinando no se vieron interrumpidas por el tremendo dolor de barriga que aún llevaba encima. Me había levantado un rato antes que Émile, al que vi aún durmiendo cuando fui a preguntarle si quería algo para desayunar, y me dirigí directamente a la cocina. El chef del lugar no tuvo problema alguno en dejarme preparar mi propio desayuno, aunque yo sí que tuve algunos al prepararlo.
No pude dejar de pensar en el capitán. Drake... Sus heridas eran graves, y aunque no tenían pinta de ser mortales, lo más probable es que cuando se levantara casi no pudiera moverse bien. Lo peor de todo es que la conciencia casi me carcomía. Mientras Drake y Émile arriesgaban sus vidas yo lo único que hice fue dar vueltas sin rumbo alguno por toda la ciudad.
Suspiré mientras terminaba de preparar mi plato de huevos revueltos con un par de lascas de beicon y miré hacia las mesas. Con todas mis estupideces mentales ni me había dado cuenta de que el castaño se había despertado y había empezado a desayunar. Fue tan bestia el lapsus, que le había dado tiempo a terminar, aunque solo se había pedido un café. Fui a darle los buenos días, pero ya se estaba marchando, y con bastante prisa.
- ¡Muchas gracias por dejarme cocinar, ojii-san! -dije con una lasca de beicon ya en la boca mientras salía de la cocina.
No me había complicado mucho la vida esa mañana. Ni con la ropa, una camisa como de pijama corta, un pantalón hasta un poco más abajo de la rodilla de una tela bastante cómoda, mis queridas playeras de una marca poco conocida, converse, todo de tonos grisáceos, y por supuesto mis martillos y mi nueva katana; ni con la comida, ya que se olía simpleza olieras por donde olieras... bueno, y a beicon bien frito; ni, seguramente, en el resto de cosas que haría durante todo el día.
Cuando terminé de desayunar dejé el plato en una de las mesas y salí a dar un paseo. La ciudad no era muy grande, y cuando llegamos estaba demasiado cansado como para fijarme bien, pero tenía pinta de tener buenas tiendas.
Deambulé un buen rato a mis anchas, mirando todos los escaparates posibles y, de vez en cuando, mi reflejo en los mismos. Me hacía gracia agitar mi blanco cabello como si fuera un crío; aunque en algunos aspectos aún lo era. Inspiré fuertemente y seguí mi camino, buscando o a Émile, o una buena tienda de cocina.
No pude dejar de pensar en el capitán. Drake... Sus heridas eran graves, y aunque no tenían pinta de ser mortales, lo más probable es que cuando se levantara casi no pudiera moverse bien. Lo peor de todo es que la conciencia casi me carcomía. Mientras Drake y Émile arriesgaban sus vidas yo lo único que hice fue dar vueltas sin rumbo alguno por toda la ciudad.
Suspiré mientras terminaba de preparar mi plato de huevos revueltos con un par de lascas de beicon y miré hacia las mesas. Con todas mis estupideces mentales ni me había dado cuenta de que el castaño se había despertado y había empezado a desayunar. Fue tan bestia el lapsus, que le había dado tiempo a terminar, aunque solo se había pedido un café. Fui a darle los buenos días, pero ya se estaba marchando, y con bastante prisa.
- ¡Muchas gracias por dejarme cocinar, ojii-san! -dije con una lasca de beicon ya en la boca mientras salía de la cocina.
No me había complicado mucho la vida esa mañana. Ni con la ropa, una camisa como de pijama corta, un pantalón hasta un poco más abajo de la rodilla de una tela bastante cómoda, mis queridas playeras de una marca poco conocida, converse, todo de tonos grisáceos, y por supuesto mis martillos y mi nueva katana; ni con la comida, ya que se olía simpleza olieras por donde olieras... bueno, y a beicon bien frito; ni, seguramente, en el resto de cosas que haría durante todo el día.
Cuando terminé de desayunar dejé el plato en una de las mesas y salí a dar un paseo. La ciudad no era muy grande, y cuando llegamos estaba demasiado cansado como para fijarme bien, pero tenía pinta de tener buenas tiendas.
Deambulé un buen rato a mis anchas, mirando todos los escaparates posibles y, de vez en cuando, mi reflejo en los mismos. Me hacía gracia agitar mi blanco cabello como si fuera un crío; aunque en algunos aspectos aún lo era. Inspiré fuertemente y seguí mi camino, buscando o a Émile, o una buena tienda de cocina.
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“Aún no eres lo suficientemente fuerte”… “No has podido proteger a nadie”…”Debes valerte por ti mismo, debes amar”… Voces… No hacía más que escuchar voces en mi cabeza, entre sueños, mientras figuras borrosas se abrían en mi mente, con cada palabra, y junto a ellas siempre escenas… Escenas del día que me vencieron en el único lugar donde me tenía que mantener con vida, para poder proteger a los demás, Pero no pude hacerlo. El momento de mi ataque… El de mi desmayo… Dejé en soledad a Abyss mientras luchaba… Aquél espadachín que me atacó por la espalda… Todo me perturbaba en un sueño que pensé que jamás acabaría, al menos, hasta que desperté de golpe. Mis ojos se abrieron, no sabía dónde estaba, me encontraba asustado. Miré a mi derecha, y pude ver un rostro que me calmó, era Amai. Jadeante y exhausto por la pesadilla cubrí mi pecho dolorido, y cuando lo hice pude notar que algo no se encontraba nada bien en mi piel. Me encontraba lleno de vendajes… -Amai… ¿Qué ha pasado?- Preguntó mi mente confusa.
Ya habían pasado un par de días desde el incidente de la guerra, días que me pasé enteros durmiendo, en coma, pero por suerte, era para recuperarme. Amai con sus pocos conocimientos de medicina paró la hemorragia e hizo un apaño temporal, pero aun así lo mejor es que me viera un médico más experimentado. Después, Émile vino a exponernos la situación actual, pues al parecer no quiso decir nada de lo ocurrido hasta que despertara. En esos momentos nos encontrábamos en La Perla, huyendo del East Blue, que actualmente se encontraba casi en ruinas. Mis recuerdos eran borrosos, pero según iba contando la historia, me iba haciendo una idea y mi mente se aclaraba… Pero espera… ¿Recuerdos borrosos? ¿Yo? Eso debe de ser casi imposible… ¿Tan fuerte fue aquél golpe?
Émile contó mis aventuras rescatando a la Yonkou, luchando contra la marina y jugándome la vida junto a Abyss en una lucha contra un Almirante. Según dijo, un tipo, un revolucionario me impidió atacar al Almirante atacándome él a mi, y fue él quien me hizo esa herida de gravedad. –Lo más seguro es que se tratara de ese tipo… Legan Legim…- Dijo Émile. Legan Legim, jamás olvidaría tal nombre. ¿Cuáles eran sus intenciones? ¿Ya no era revolucionario según dicen, será verdad? Me empezaba a hacer preguntas, y también… Empezaba a plantearme mi poder, sin duda el de aquél tipo me superaba, tumbarme con tan sólo un golpe… Su poder con la espada era abrumador. Según seguía contando Émile, después de eso Abyss sufrió una pérdida de uno de sus miembros, aunque según dicen fue “evacuado” por Sons antes de que lo peor hubiera podido suceder. No podía saber nada más allá de eso, pues poca gente hablaba y tras recogerme salió volando al barco. No sin antes abandonar al gobierno. Lo malo que había es que ahora tanto Émile como yo nos hemos convertido en unos iconos bastante señalados de la Marina y el Gobierno. Lo bueno es que según contó Kyle, él seguía como marine, sin haber levantado sospechas, y que según Amai, nadie notó la presencia de La Perla y eso nos ayudará a pasar desapercibidos. Eso hizo que se sintieran algo culpables de lo sucedido, y yo no pude evitar enfadarme con ellos por pensar así, el único que hizo las cosas mal aquél día fui yo, debí de haber estado más atento.
Eso significaba… Que aún nadie conocía de la existencia de los Kuzaku Funnen, y eso en éstos momentos podría ser una gran ayuda. Y tras aquella charla y algo para comer, me volví a dormir, no sin pensar en lo que deberíamos de hacer a partir de ahora.
[…]
[Varios días después]
Ahora nos encontrábamos en el North Blue, atracando en la isla y ciudad de Karakura. Allí pudo verme un médico más cualificado, aunque para ser sincero, el mismo médico aseguró que el trabajo de Amai fue bastante bueno y pudo ayudar a que no me muriera. Eso me hizo sentir orgulloso. Lo mejor es que poco a poco podía hacer vida normal, aunque no debería de realizar muchos ejercicios físicos hasta que se me curara la herida, herida que me podría haber partido por la mitad, que recorría todo mi torso… Cada vez que la observaba me sentía... Torpe.
Decidimos esconder La Perla y quedarnos un par de días en una posada del lugar. Para caminar ahora debía de usar una muleta de apoyo, pues aunque no me afectara en las piernas la herida, me dolía demasiado al caminar, y tomar muchos analgésicos para el dolor no es bueno ni recomendable.
Durante esos días, hubo una noche que no pude dormir. Me encontraba bastante preocupado. Yo no pedí formar una banda, pero ocurrió y me siento bastante a gusto con esa decisión. Pero ahora no me encontraba a gusto conmigo mismo, ahora debía de hacerme más fuerte, más fuerte para poder defenderles a todos, Kyle, Émile, Amai… Se encontraba en mi mano el asegurarme de poder protegerles, porque si algo les pasara, no me lo perdonaría. Pero… Si no podía protegerme a mi, cómo iba a proteger a los demás… Necesitaba hacerme fuerte… Pero es probable que lo mejor…
Sea como fuere, perdido en mis pensamientos se me hizo ya bastante tarde, a decir verdad, ya sería hora de levantarse para las personas con horarios laborales. Decidí hacerme con mi muleta y bajar a dar un pase ahora que aún hacía algo de noche en la ciudad. Cuando salí pude ver la habitación de Kyle abierta, ¿a dónde habría ido éste chico? Amai se encontraba durmiendo, con la baba caída, como de costumbre. Y Émile también se encontraba dormido. Sin hacer mucho ruido, decidí bajar, pasando casi desapercibido por la zona de restauración, y finalmente, a la calle. –Espero que me depares algo producente hoy, Día.- Dije al aire antes de empezar mi paseíto.
Ya habían pasado un par de días desde el incidente de la guerra, días que me pasé enteros durmiendo, en coma, pero por suerte, era para recuperarme. Amai con sus pocos conocimientos de medicina paró la hemorragia e hizo un apaño temporal, pero aun así lo mejor es que me viera un médico más experimentado. Después, Émile vino a exponernos la situación actual, pues al parecer no quiso decir nada de lo ocurrido hasta que despertara. En esos momentos nos encontrábamos en La Perla, huyendo del East Blue, que actualmente se encontraba casi en ruinas. Mis recuerdos eran borrosos, pero según iba contando la historia, me iba haciendo una idea y mi mente se aclaraba… Pero espera… ¿Recuerdos borrosos? ¿Yo? Eso debe de ser casi imposible… ¿Tan fuerte fue aquél golpe?
Émile contó mis aventuras rescatando a la Yonkou, luchando contra la marina y jugándome la vida junto a Abyss en una lucha contra un Almirante. Según dijo, un tipo, un revolucionario me impidió atacar al Almirante atacándome él a mi, y fue él quien me hizo esa herida de gravedad. –Lo más seguro es que se tratara de ese tipo… Legan Legim…- Dijo Émile. Legan Legim, jamás olvidaría tal nombre. ¿Cuáles eran sus intenciones? ¿Ya no era revolucionario según dicen, será verdad? Me empezaba a hacer preguntas, y también… Empezaba a plantearme mi poder, sin duda el de aquél tipo me superaba, tumbarme con tan sólo un golpe… Su poder con la espada era abrumador. Según seguía contando Émile, después de eso Abyss sufrió una pérdida de uno de sus miembros, aunque según dicen fue “evacuado” por Sons antes de que lo peor hubiera podido suceder. No podía saber nada más allá de eso, pues poca gente hablaba y tras recogerme salió volando al barco. No sin antes abandonar al gobierno. Lo malo que había es que ahora tanto Émile como yo nos hemos convertido en unos iconos bastante señalados de la Marina y el Gobierno. Lo bueno es que según contó Kyle, él seguía como marine, sin haber levantado sospechas, y que según Amai, nadie notó la presencia de La Perla y eso nos ayudará a pasar desapercibidos. Eso hizo que se sintieran algo culpables de lo sucedido, y yo no pude evitar enfadarme con ellos por pensar así, el único que hizo las cosas mal aquél día fui yo, debí de haber estado más atento.
Eso significaba… Que aún nadie conocía de la existencia de los Kuzaku Funnen, y eso en éstos momentos podría ser una gran ayuda. Y tras aquella charla y algo para comer, me volví a dormir, no sin pensar en lo que deberíamos de hacer a partir de ahora.
[…]
[Varios días después]
Ahora nos encontrábamos en el North Blue, atracando en la isla y ciudad de Karakura. Allí pudo verme un médico más cualificado, aunque para ser sincero, el mismo médico aseguró que el trabajo de Amai fue bastante bueno y pudo ayudar a que no me muriera. Eso me hizo sentir orgulloso. Lo mejor es que poco a poco podía hacer vida normal, aunque no debería de realizar muchos ejercicios físicos hasta que se me curara la herida, herida que me podría haber partido por la mitad, que recorría todo mi torso… Cada vez que la observaba me sentía... Torpe.
Decidimos esconder La Perla y quedarnos un par de días en una posada del lugar. Para caminar ahora debía de usar una muleta de apoyo, pues aunque no me afectara en las piernas la herida, me dolía demasiado al caminar, y tomar muchos analgésicos para el dolor no es bueno ni recomendable.
Durante esos días, hubo una noche que no pude dormir. Me encontraba bastante preocupado. Yo no pedí formar una banda, pero ocurrió y me siento bastante a gusto con esa decisión. Pero ahora no me encontraba a gusto conmigo mismo, ahora debía de hacerme más fuerte, más fuerte para poder defenderles a todos, Kyle, Émile, Amai… Se encontraba en mi mano el asegurarme de poder protegerles, porque si algo les pasara, no me lo perdonaría. Pero… Si no podía protegerme a mi, cómo iba a proteger a los demás… Necesitaba hacerme fuerte… Pero es probable que lo mejor…
Sea como fuere, perdido en mis pensamientos se me hizo ya bastante tarde, a decir verdad, ya sería hora de levantarse para las personas con horarios laborales. Decidí hacerme con mi muleta y bajar a dar un pase ahora que aún hacía algo de noche en la ciudad. Cuando salí pude ver la habitación de Kyle abierta, ¿a dónde habría ido éste chico? Amai se encontraba durmiendo, con la baba caída, como de costumbre. Y Émile también se encontraba dormido. Sin hacer mucho ruido, decidí bajar, pasando casi desapercibido por la zona de restauración, y finalmente, a la calle. –Espero que me depares algo producente hoy, Día.- Dije al aire antes de empezar mi paseíto.
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Soy, músico no puedo evitarlo...(música para acompañar)
Iba caminando por la calle tratando de librarme de esa presión que me sumía, no hacia mal día, la verdad es que últimamente en el North Blue había una calma climatológica anormal, aunque la verdad, yo solo decía y pensaba lo que veía en los periódicos.
-La calma que precede a la tormenta-pensaba mientras caminaba.
Me daba la impresión de que alguien estaba tejiendo un entramado en la sombra, para que se dieran determinadas coincidencias que me perjudicaban. Primero la aparición de esos "buitres" de Faneru, Asamaru y Jack. Y la presión de Argus, él era un hombre honesto, y las persecuciones que antes hacia eran puro paripé, ambos lo sabíamos, pero ¿Por qué ese cambio de actitud, quién quería verme fuera de mi isla natal?.
Cada pensamiento, aumentaba mi angustia, aumentaba mi problema y lo convertía en una obsesión, no me sentía cómodo, me sentía perseguido, claramente estaba estresado. Estos días me encontraba pálido, cualquiera podría pensar que estaba enfermo, la angustia no me dejaba respirar.
Mi mala costumbre de llevar la cabeza gacha, y lo absorto que estaba en mis pensamientos, dieron lugar a lo que aconteció a continuación, algo que sin duda me marcaría para siempre. Choqué con un hombre alto, yo caí al suelo ya que mi cuerpo era más pequeño. El hombre que estaba leyendo el periódico, el cual se le cayó , yo reincorporándome de una pequeña voltereta de acróbata me puse en cunclillas, el hombre comenzó a decir algo mientras agarraba el periódico por las páginas de los carteles se busca:
-Perd...one, a...sido culpa mía...decía casi tartamudeando, tímido como siempre era Sad.
Vi un cartel que había en la portada, Supernova Lion D. Emilie, con una recompensa que me daría para comer toda una vida. Devolví el periódico rápidamente al hombre tratando de no ser descarado. Para mi sorpresa se trataba del hombre del "cartel", no pude quedarme simplemente acojonado, de tener a un hombre de ese calibre enfrente mía. Al parecer ambos nos habíamos percatado de la situación. Era un hombre elegante, alto, más que yo aunque aquello no fuera difícil, era un hombre que desprendía carisma y sobretodo en ese momento, me daba miedo...
Me encontraba confuso, desorientado, era como mirar a la muerte a los ojos, yo solo podía decir:
-Tom...tome usted-le decía tratando de salvar la vida.
Le di el periódico y comencé a retroceder lentamente sobre mis pasos, mientras una mujer se acercó de espaldas y ayudó a el peligroso criminal incorporarse, ¿Estaría loca?, aprovechando la interposición de esa mujer me giré y me pusé a correr en dirección al puerto:
-Soy...-susurraba Sad mientras corría-...hombre muerto-continuaba susurrando SAD, mientras corría.
La situación había superado a Sad, tanto como para despertar a SAD, estaba en problemas.
Iba caminando por la calle tratando de librarme de esa presión que me sumía, no hacia mal día, la verdad es que últimamente en el North Blue había una calma climatológica anormal, aunque la verdad, yo solo decía y pensaba lo que veía en los periódicos.
-La calma que precede a la tormenta-pensaba mientras caminaba.
Me daba la impresión de que alguien estaba tejiendo un entramado en la sombra, para que se dieran determinadas coincidencias que me perjudicaban. Primero la aparición de esos "buitres" de Faneru, Asamaru y Jack. Y la presión de Argus, él era un hombre honesto, y las persecuciones que antes hacia eran puro paripé, ambos lo sabíamos, pero ¿Por qué ese cambio de actitud, quién quería verme fuera de mi isla natal?.
Cada pensamiento, aumentaba mi angustia, aumentaba mi problema y lo convertía en una obsesión, no me sentía cómodo, me sentía perseguido, claramente estaba estresado. Estos días me encontraba pálido, cualquiera podría pensar que estaba enfermo, la angustia no me dejaba respirar.
Mi mala costumbre de llevar la cabeza gacha, y lo absorto que estaba en mis pensamientos, dieron lugar a lo que aconteció a continuación, algo que sin duda me marcaría para siempre. Choqué con un hombre alto, yo caí al suelo ya que mi cuerpo era más pequeño. El hombre que estaba leyendo el periódico, el cual se le cayó , yo reincorporándome de una pequeña voltereta de acróbata me puse en cunclillas, el hombre comenzó a decir algo mientras agarraba el periódico por las páginas de los carteles se busca:
-Perd...one, a...sido culpa mía...decía casi tartamudeando, tímido como siempre era Sad.
Vi un cartel que había en la portada, Supernova Lion D. Emilie, con una recompensa que me daría para comer toda una vida. Devolví el periódico rápidamente al hombre tratando de no ser descarado. Para mi sorpresa se trataba del hombre del "cartel", no pude quedarme simplemente acojonado, de tener a un hombre de ese calibre enfrente mía. Al parecer ambos nos habíamos percatado de la situación. Era un hombre elegante, alto, más que yo aunque aquello no fuera difícil, era un hombre que desprendía carisma y sobretodo en ese momento, me daba miedo...
Me encontraba confuso, desorientado, era como mirar a la muerte a los ojos, yo solo podía decir:
-Tom...tome usted-le decía tratando de salvar la vida.
Le di el periódico y comencé a retroceder lentamente sobre mis pasos, mientras una mujer se acercó de espaldas y ayudó a el peligroso criminal incorporarse, ¿Estaría loca?, aprovechando la interposición de esa mujer me giré y me pusé a correr en dirección al puerto:
-Soy...-susurraba Sad mientras corría-...hombre muerto-continuaba susurrando SAD, mientras corría.
La situación había superado a Sad, tanto como para despertar a SAD, estaba en problemas.
- Buitres:
- Con lo de buitres hago referencia a un grupo( en este caso musical) que va de sitio en sitio ganando los concursos y premios y ganándose así la vida, es un coloquialismo usado en el mundo del ajedrez.
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Una chica se acercó a ayudarle a levantarse. Distraído, aceptó su mano y se levantó, sacudiéndose el polvo de la ropa. Odiaba mancharse, le gustaba estar siempre impecable y elegante. Se fue a girar para darle las gracias, pero se quedó con las palabras en la boca, impresionado. Era una mujer pelirroja muy joven y increíblemente bella. El corazón empezó a latirle un poco más rápido. No pudo evitar fijarse en sus insinuantes curvas. Su ropa estaba descuidada y arrugada, como si hubiera dormido con ella. Esbozó su sonrisa más hermosa y se ajustó la corbata. No pudo evitar que su lado conquistador y ligón saliesen a flote, y por un momento se olvidó de los carteles de wanted y del peligro que suponía permanecer allí. Adoptó una pose amistosa y le dijo
- Sí, estoy bien, muchas gracias - dijo riéndose mientras se frotaba la nuca - Permíteme que te invite a tomar algo por las mo...
En ese momento se fijó en que el chico le tendía tembloroso el periódico. La expresión de su rostro le indicó lo que ocurría. "Lo sabe" En seguida el Supernova pasó de su actitud amistosa a una más hostil, recordando que no debía bajar la guardia. El otro comenzó a correr. Émile desenfundó ambas pistolas y comenzó a cargar energía en ellas. El otro era rápido, pero no como para huir de Émile.
- Muy lento. ¡Shadow!
Comenzó a esprintar hacia él a una velocidad sorprendente y acortando distancias por momentos. Corría con los brazos estirados hacia atrás, y moviendo las piernas tan rápido que apenas se podía distinguir una de la otra. En pocos segundos lo tuvo casi encima. Entonces dio un potente salto, apuntó con Hades y Averno al chico y disparó. Los tiros de energía se convirtieron en redes de color amarillo brillantes, dirigidas hacia el perseguido. Si no hacía algo, quedaría enredado en el ataque de Émile y podría capturarlo.
- ¡No te dejaré avisar a la Marina! - exclamó.
- Sí, estoy bien, muchas gracias - dijo riéndose mientras se frotaba la nuca - Permíteme que te invite a tomar algo por las mo...
En ese momento se fijó en que el chico le tendía tembloroso el periódico. La expresión de su rostro le indicó lo que ocurría. "Lo sabe" En seguida el Supernova pasó de su actitud amistosa a una más hostil, recordando que no debía bajar la guardia. El otro comenzó a correr. Émile desenfundó ambas pistolas y comenzó a cargar energía en ellas. El otro era rápido, pero no como para huir de Émile.
- Muy lento. ¡Shadow!
Comenzó a esprintar hacia él a una velocidad sorprendente y acortando distancias por momentos. Corría con los brazos estirados hacia atrás, y moviendo las piernas tan rápido que apenas se podía distinguir una de la otra. En pocos segundos lo tuvo casi encima. Entonces dio un potente salto, apuntó con Hades y Averno al chico y disparó. Los tiros de energía se convirtieron en redes de color amarillo brillantes, dirigidas hacia el perseguido. Si no hacía algo, quedaría enredado en el ataque de Émile y podría capturarlo.
- ¡No te dejaré avisar a la Marina! - exclamó.
Aki D. Arlia
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El joven se levantó sin siquiera mirarme, y aunque en otro momento me habría frustrado, estaba demasiado dormida para darme cuenta. Le miré mas fijamente, la verdad es que era apuesto. En cuanto estuvo en pie, lo primero que hizo fue sacudirse el polvo de la ropa. Vaya, y yo con mi atuendo todo arrugado de dormir en el suelo. A ver si no me llamaba la atención. Sería un fastidio, la verdad. Fue a girarse y por poco se atraganta. Suspiré, hasta con el pelo revuelto y la ropa hecha unos zorros atraía miradas. Una pequeña sonrisa de suficiencia se asomó a mis labios, ¿A quién iba a engañar? No era como si me disgustase. Me sonrió y se ajustó la corbata. En serio, qué presumido...pasé una mano por mi pelo, en un torpe intento de peinarlo. Me sentía cohibida con alguien así, no podía compararnos mentalmente. Sobretodo por lo obvio del ganador.
Iba a invitarme a tomar algo cuando se quedo a media frase. Su cara cambió por completo, de esa tonta sonrisa que se les pone a los hombres cuando ligan, a una seria, fiera, concentrada. Noté como me ruborizaba, pero no me miraba a mi. Seguí la dirección que sus ojos me marcaban y me encontré con un chico tembloroso que le tendía el periódico. No entendía nada, parecía verdaderamente asustado. A partir de ahí todo pasó muy rápido. El chico soltó el periódico y comenzó a correr. Y el joven que hablaba conmigo salió corriendo detrás. Extrañada, me agaché a observar el periódico.
Estaba abierto en la página de los Wanted, y reconocí la cara casi al instante. Miré allá por donde habían desaparecido, soltando un silbido de admiración.
-Vaya, vaya...parece que eras algo mas que un poco presumido...esto, es interesante.
Periódico en mano, eché a correr en dirección a donde los había visto marcharse. No era tan rápida como ellos, pero tenía otros ases en la manga. Vi una serie de farolas a mi derecha y, sonriendo, me acerqué y salté mientras transformaba mis piernas en las de un tigre albino. Aprovechando su fuerza, me apoyé con ambos pies y me impulsé hacia delante, cambiando en el aire antes de aterrizar, por pura diversión. Frené en seco derrapando un poco cuando los vi. El joven, Émile según el periódico, había desenfundado dos pistolas y a juzgar por la escena, parecía tener la intención de atrapar al otro. No sabía sus motivos, pero conociendo su nivel, aparentaba ser una batalla interesante. Tal vez podría aprender algo. Volví a cambiar a mi forma humana y me quedé algo apartada, observando. Una sonrisa de emoción se extendía por toda mi cara.
Iba a invitarme a tomar algo cuando se quedo a media frase. Su cara cambió por completo, de esa tonta sonrisa que se les pone a los hombres cuando ligan, a una seria, fiera, concentrada. Noté como me ruborizaba, pero no me miraba a mi. Seguí la dirección que sus ojos me marcaban y me encontré con un chico tembloroso que le tendía el periódico. No entendía nada, parecía verdaderamente asustado. A partir de ahí todo pasó muy rápido. El chico soltó el periódico y comenzó a correr. Y el joven que hablaba conmigo salió corriendo detrás. Extrañada, me agaché a observar el periódico.
Estaba abierto en la página de los Wanted, y reconocí la cara casi al instante. Miré allá por donde habían desaparecido, soltando un silbido de admiración.
-Vaya, vaya...parece que eras algo mas que un poco presumido...esto, es interesante.
Periódico en mano, eché a correr en dirección a donde los había visto marcharse. No era tan rápida como ellos, pero tenía otros ases en la manga. Vi una serie de farolas a mi derecha y, sonriendo, me acerqué y salté mientras transformaba mis piernas en las de un tigre albino. Aprovechando su fuerza, me apoyé con ambos pies y me impulsé hacia delante, cambiando en el aire antes de aterrizar, por pura diversión. Frené en seco derrapando un poco cuando los vi. El joven, Émile según el periódico, había desenfundado dos pistolas y a juzgar por la escena, parecía tener la intención de atrapar al otro. No sabía sus motivos, pero conociendo su nivel, aparentaba ser una batalla interesante. Tal vez podría aprender algo. Volví a cambiar a mi forma humana y me quedé algo apartada, observando. Una sonrisa de emoción se extendía por toda mi cara.
Simo
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Bendita sea la brisa marina. Me encontré un tiempo reflexionando. Escuché que el estar en el mar te ayudaba a pensar, y lo cierto es que algo me ayudaba. Ya empezaba a ser hora de volver puesto que no había desayunado y me encontraba enormemente hambriento. Apoyado en mi “tercera pierna” me use de pie y puse marcha y rumbo de nuevo al hostal.
Las calles seguían reflejando el brillo de la poca luz que se quedaba trabajando hasta las tantas para que la gente pudiera observar por dónde daba cada paso. Lo mejor era que aparte de aquello nos daba una bella visión de cada esquina, matorral, pared, farola, reluciendo su esencia y permanencia en ésta estancia. Había brisa, parecía como si el aroma de aquélla playa me siguiera para poder deleitarme aún más con su hermosura. Puede que todo suene idiota o poético, pero la verdad es que la vida en sí era bastante bella. Me habían derrotado y destrozado el pecho, pero gracias a ello podré hacerme más fuerte. Lamentablemente eso no hizo que no dejara de quedarme melancólico pensando en mis debilidades, aunque al menos me hacía comprender que no todo era tan malo. Después de las “vacaciones” que nos estamos tomando, o mejor dicho, que nos vamos a tomar, volveríamos a la carga.
Mientras intentaba caminar, cojeando, vi algo que me llamó la atención. Se trataba de un chaval que corría todo cuanto podía que pasó frente a mi por el cruce de una calle. Su dirección era originaria del hostal en el cual se encontraba la banda oculta. ¿Habría pasado algo? Mientras intentaba darme prisa para llegar al cruce vi a otra persona, ahora más reconocida para mi, Émile. Estaba corriendo detrás de aquél muchacho. –Ém… ¿Émile?- Mascullé para mi. Con aún más ahínco quise llegar y ver lo sucedido. “Puta herida” pensé. Para colmo alguien seguía a Émile, una pelirroja, de la cual me fijé primeramente en sus curvas botando como buen macho, para después preguntarme de nuevo por lo que sucedía. –A la mierda las precauciones.- Dije corriendo de una vez para que al girar en aquella esquina que s eme hizo interminable pude ver como Émile se disponía a atacar a la primera persona con sus queridas armas. Hizo su típico gesto al disparar, accionando así una especie de redes, seguramente querría atrapar al muchacho. Yo no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, pero coger “rehenes” o un preso no es bueno si lo que buscas es esconderte y pasar desapercibido. Émile no es tonto, no lo haría por ninguna tontería, pero tal vez por culpa de los analgésicos no me encontraba pensando con claridad y decidí lanzar mi muleta hacia esas redes, clavándolas junto a la muleta a una pared. Vaya, la verdad es que no me esperada esa “clavada”, no había perdido tanta fuerza como pensaba. Y antes de que se voltearan para verme empecé a correr hacia el primer chico, que se encontraba asustado por Émile y corría como nadie mas sin mucha velocidad, pasando por delante d ela pelirroja y d emi compañero, para cogerle por la espalda y lanzarle al suelo. Así el chico quedaba entre mi y Émile. Me llevé la mano al pecho, me encontraba nervioso, excitado y mi cuerpo bombeaba sangre, por suerte no me abrí la herida, o al menos no del todo y sólo una parte superficial del pecho salió dañada, haciendo sangrar mi vendaje.
-¿Qué está pasando aquí?- Dije finalmente tras un suspiro, tendría que volver a cambiar las vendas.
Las calles seguían reflejando el brillo de la poca luz que se quedaba trabajando hasta las tantas para que la gente pudiera observar por dónde daba cada paso. Lo mejor era que aparte de aquello nos daba una bella visión de cada esquina, matorral, pared, farola, reluciendo su esencia y permanencia en ésta estancia. Había brisa, parecía como si el aroma de aquélla playa me siguiera para poder deleitarme aún más con su hermosura. Puede que todo suene idiota o poético, pero la verdad es que la vida en sí era bastante bella. Me habían derrotado y destrozado el pecho, pero gracias a ello podré hacerme más fuerte. Lamentablemente eso no hizo que no dejara de quedarme melancólico pensando en mis debilidades, aunque al menos me hacía comprender que no todo era tan malo. Después de las “vacaciones” que nos estamos tomando, o mejor dicho, que nos vamos a tomar, volveríamos a la carga.
Mientras intentaba caminar, cojeando, vi algo que me llamó la atención. Se trataba de un chaval que corría todo cuanto podía que pasó frente a mi por el cruce de una calle. Su dirección era originaria del hostal en el cual se encontraba la banda oculta. ¿Habría pasado algo? Mientras intentaba darme prisa para llegar al cruce vi a otra persona, ahora más reconocida para mi, Émile. Estaba corriendo detrás de aquél muchacho. –Ém… ¿Émile?- Mascullé para mi. Con aún más ahínco quise llegar y ver lo sucedido. “Puta herida” pensé. Para colmo alguien seguía a Émile, una pelirroja, de la cual me fijé primeramente en sus curvas botando como buen macho, para después preguntarme de nuevo por lo que sucedía. –A la mierda las precauciones.- Dije corriendo de una vez para que al girar en aquella esquina que s eme hizo interminable pude ver como Émile se disponía a atacar a la primera persona con sus queridas armas. Hizo su típico gesto al disparar, accionando así una especie de redes, seguramente querría atrapar al muchacho. Yo no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, pero coger “rehenes” o un preso no es bueno si lo que buscas es esconderte y pasar desapercibido. Émile no es tonto, no lo haría por ninguna tontería, pero tal vez por culpa de los analgésicos no me encontraba pensando con claridad y decidí lanzar mi muleta hacia esas redes, clavándolas junto a la muleta a una pared. Vaya, la verdad es que no me esperada esa “clavada”, no había perdido tanta fuerza como pensaba. Y antes de que se voltearan para verme empecé a correr hacia el primer chico, que se encontraba asustado por Émile y corría como nadie mas sin mucha velocidad, pasando por delante d ela pelirroja y d emi compañero, para cogerle por la espalda y lanzarle al suelo. Así el chico quedaba entre mi y Émile. Me llevé la mano al pecho, me encontraba nervioso, excitado y mi cuerpo bombeaba sangre, por suerte no me abrí la herida, o al menos no del todo y sólo una parte superficial del pecho salió dañada, haciendo sangrar mi vendaje.
-¿Qué está pasando aquí?- Dije finalmente tras un suspiro, tendría que volver a cambiar las vendas.
Sad Rackham
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Corrí unos metros lo suficientes como para estar ante un gran numero de testigos...había cumplido mi objetivo, estaba ante un supernova y por eso yo no podía rivalizar con él en un reto físico, pero tal vez mental...podría sacar algo en claro, una idea me vino a la cabeza...Era arriesgada pero brillante:
Cuando me quise girar vi que Emilie, o por lo menos así ponía en el cartel me disparaba con unas pistolas normales, a simple vista, que lanzaron una especie de redes, eran muy rápidas:
-"Mierda"-pensé yo, justo antes de que me atraparan un objeto a mayor velocidad las intercepto -"Por poco"- musité aliviado
Identifique al hombre que me había salvado en un principio, ahora intentaba agarrarme, pese a que había evitado que me atrapara el otro criminal. Y me agarró con bastante fuerza, yo algo asustado, trate de no entrar en pánico, y me materialice en gas, ante los ojos de mis atacantes materializándome a unos pasos de mis perseguidores.
- "Disapear"- susurré yo antes de materializarme en mi elemento.
En ese mismo instante una pequeña brigada de marines y policía local cerco la calle, entre ellos distinguí a Argus(el jefe de la policía local) hablando con un marine, Argus me señalaba mientras decía algo, mientras que el marine señalaba a Emile y a otro hombre, vendado, que tenía una muesca de dolor en la cara...Ahora que lo que pensaba Emile se había unido a otro pirata, un novato durante la guerra de Loguetown, por lo visto no quedaron muy bien parados, todos iban vestidos con una especie de capa corta, una especie de poncho, de tal manera que no llamaban la atención:
-"La marina, por eso Argus quería atraparme, tocaba inspección, pero una redada....es una casualidad que este yo aquí..."-pesaba Sad.
Los marines y policías desenfundaron sus rifles y pistolas respectivamente, la cosa se ponía fea...
-"Tendré que negociar, yo no puedo contra toda la policía, mis días tranquilos se han acabado"-pensaba mientras no podía evitar una sonrisa, SAD estaba emocionado -"Estas loco"-pensaba Sad de SAD.
-Oye Emile, sé de la situación de ti y del novato, leo los periódicos, esto no nos interesa a ninguno, yo se de un sitio seguro donde ocultar a dos o tres personas, pero mi silencio y mi refugio no será gratis, necesito salir de esta isla, mis motivos no importan ahora, ¿Qué dices? Te fías de un desconocido, o llamas más la atención...-le dije con un tono seguro de mi mismo.
-"Estas loco"-pensaba Sad-"Si no acepta primero se encargara de la marina y podré huir, con dificultad pero podre huir, si aceptan les llevaré a HOMRA, por lo menos escaparemos, aunque luego tenga que huir de ellos"-dedujo SAD rápidamente, el tenía confianza en que se conocía palmo a palmo la ciudad, era todo un fugitivo.
La situación era crítica tanto para los piratas como para mí, ¿Una alianza? o enfrentarse a un comodoro o algún equivalente...todo estaba en manos de Emile.
Corrí unos metros lo suficientes como para estar ante un gran numero de testigos...había cumplido mi objetivo, estaba ante un supernova y por eso yo no podía rivalizar con él en un reto físico, pero tal vez mental...podría sacar algo en claro, una idea me vino a la cabeza...Era arriesgada pero brillante:
Cuando me quise girar vi que Emilie, o por lo menos así ponía en el cartel me disparaba con unas pistolas normales, a simple vista, que lanzaron una especie de redes, eran muy rápidas:
-"Mierda"-pensé yo, justo antes de que me atraparan un objeto a mayor velocidad las intercepto -"Por poco"- musité aliviado
Identifique al hombre que me había salvado en un principio, ahora intentaba agarrarme, pese a que había evitado que me atrapara el otro criminal. Y me agarró con bastante fuerza, yo algo asustado, trate de no entrar en pánico, y me materialice en gas, ante los ojos de mis atacantes materializándome a unos pasos de mis perseguidores.
- "Disapear"- susurré yo antes de materializarme en mi elemento.
En ese mismo instante una pequeña brigada de marines y policía local cerco la calle, entre ellos distinguí a Argus(el jefe de la policía local) hablando con un marine, Argus me señalaba mientras decía algo, mientras que el marine señalaba a Emile y a otro hombre, vendado, que tenía una muesca de dolor en la cara...Ahora que lo que pensaba Emile se había unido a otro pirata, un novato durante la guerra de Loguetown, por lo visto no quedaron muy bien parados, todos iban vestidos con una especie de capa corta, una especie de poncho, de tal manera que no llamaban la atención:
-"La marina, por eso Argus quería atraparme, tocaba inspección, pero una redada....es una casualidad que este yo aquí..."-pesaba Sad.
Los marines y policías desenfundaron sus rifles y pistolas respectivamente, la cosa se ponía fea...
-"Tendré que negociar, yo no puedo contra toda la policía, mis días tranquilos se han acabado"-pensaba mientras no podía evitar una sonrisa, SAD estaba emocionado -"Estas loco"-pensaba Sad de SAD.
-Oye Emile, sé de la situación de ti y del novato, leo los periódicos, esto no nos interesa a ninguno, yo se de un sitio seguro donde ocultar a dos o tres personas, pero mi silencio y mi refugio no será gratis, necesito salir de esta isla, mis motivos no importan ahora, ¿Qué dices? Te fías de un desconocido, o llamas más la atención...-le dije con un tono seguro de mi mismo.
-"Estas loco"-pensaba Sad-"Si no acepta primero se encargara de la marina y podré huir, con dificultad pero podre huir, si aceptan les llevaré a HOMRA, por lo menos escaparemos, aunque luego tenga que huir de ellos"-dedujo SAD rápidamente, el tenía confianza en que se conocía palmo a palmo la ciudad, era todo un fugitivo.
La situación era crítica tanto para los piratas como para mí, ¿Una alianza? o enfrentarse a un comodoro o algún equivalente...todo estaba en manos de Emile.
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- ¿Capitán? ¡¿Pero qué haces?! Deberías estar en cama.
Émile se acercó preocupado y muy enfadado a Drake corriendo. Su capitán había detenido su ataque con la muleta, y para colmo de males, en su carrera se había abierto la herida. Podía ver las vendas manchadas. Miró con cierta desconfianza al chico. Al igual que su líder, era un logia, como acababa de demostrar cuando el espadachín lo agarró. Este comenzó a ofrecerles refugio si lo sacaban de la isla. Ante sus palabras se dio cuenta de que algo ocurría, y vio que había un grupo de marines no muy lejos, dirigiéndose hacia ellos ¿Era un fugitivo? Desde luego si fuese un civil cualquiera no tendría motivos para pedirles ayuda.
- Espera... ¿también huyes de la ley? ¿Entonces por qué huías de mi? Pensé que ibas a avisar los marines y por eso te perseguía.
Miró a su alrededor al notar un movimiento por el rabillo del ojo. Más marines. Tanto a su derecha como a su izquierda. Se giró, y lo mismo. Estaban rodeados. Suspiró, y levantó sus pistolas canalizando energía hacia ellas. Parecía que se encontraban en problemas, aunque no demasiados. Al parecer la pelirroja les había seguido, y vista la actitud hostil de sus enemigos estaban en el mismo saco. Se fijó en que llevaba cuchillos... ¿sabía pelear? Eso estaba bien. Kyle tampoco estaba con ellos. Respiró hondo y cerró los ojos, concentrándose en pensar una estrategia lo más rápido posible, pensando en todos los posibles movimientos y alternativas. "Hay unos veinte marines, de los cuales casi todos son reclutas. Tenemos a seis de ellos junto con tres policías frente a nosotros, en la calle principal. Tres a cada lado bloquean las salidas secundarias. Siete vienen por nuestra espalda, y el último es un francotirador en el edificio de la derecha. Tenemos dos logias, una posible asesina con cuchillos y a mi. La situación es difícil cuanto menos..."
- Capitán, cubre nuestros flancos con muros de ceniza. Así los de los lados no podrán tirotearnos. Acto seguido ve a por esos de delante. Tú, el chico logia, acompaña al capitán. Yo me encargaré del francotirador y los de nuestra espalda. Chica, acompáñame y ayúdame con esos. Nos separaremos y nos reuniremos en el barco. Yo recogeré las cosas en la posada. Si seguís mis instrucciones no debería ser difícil. ¡Ahora rápido!
Se acercó corriendo a Drake y lo ayudó a levantarse con cierta brusquedad:
- En el barco hablaremos con calma sobre levantarse de cama estando herido.
Se separó de él y suspiró, cerrando los ojos de nuevo. "Lucifer, necesito tu fuerza." Una risa fría resonó en su cabeza, y un torrente de energía recorrió su cuerpo. Su cuerpo creció, y se convirtió en un humano con aspecto diabólico, alas negras, rostro picudo y un tercer ojo. Alzó el vuelo juntando las manos. Una pequeña bola verde apareció en esta, creciendo poco a poco. Los marines empezaron a dispararle, pero el ser no parecía notarlo. Los tiros que lograban darle le penetraban parcialmente en su gruesa piel. El ser rugió y envió la bola hacia el francotirador. Hubo una pequeña explosión y este cayó del edificio ya inconsciente. Impactó contra el suelo con un desagradable ruido de huesos rotos. Sin perder tiempo, voló hacia el grupo de la retaguardia. Se plantó frente a ellos cubriendo su cuerpo con sus alas, y los embistió, derribando a cuatro. Se levantaron y le apuntaron, pero Émile fue más rápido.
- Buyo Sokudan, ¡Rain!
Se mantuvo en pie sobre una sola pierna y comenzó a dar una lluvia de veloces patadas con la otra, en perfecto equilibrio. Sus golpes derribaron a los cuatro marines que tenía frente a él, dejándolos incapacitados del dolor o inconscientes. Acto seguido se giró rápidamente hacia los otros tres, esperando que la chica pelirroja los hubiese eliminado ya. De ser así, comenzaría a escapar por la calle. Esperaba que fuese lista y lo siguiese.
Émile se acercó preocupado y muy enfadado a Drake corriendo. Su capitán había detenido su ataque con la muleta, y para colmo de males, en su carrera se había abierto la herida. Podía ver las vendas manchadas. Miró con cierta desconfianza al chico. Al igual que su líder, era un logia, como acababa de demostrar cuando el espadachín lo agarró. Este comenzó a ofrecerles refugio si lo sacaban de la isla. Ante sus palabras se dio cuenta de que algo ocurría, y vio que había un grupo de marines no muy lejos, dirigiéndose hacia ellos ¿Era un fugitivo? Desde luego si fuese un civil cualquiera no tendría motivos para pedirles ayuda.
- Espera... ¿también huyes de la ley? ¿Entonces por qué huías de mi? Pensé que ibas a avisar los marines y por eso te perseguía.
Miró a su alrededor al notar un movimiento por el rabillo del ojo. Más marines. Tanto a su derecha como a su izquierda. Se giró, y lo mismo. Estaban rodeados. Suspiró, y levantó sus pistolas canalizando energía hacia ellas. Parecía que se encontraban en problemas, aunque no demasiados. Al parecer la pelirroja les había seguido, y vista la actitud hostil de sus enemigos estaban en el mismo saco. Se fijó en que llevaba cuchillos... ¿sabía pelear? Eso estaba bien. Kyle tampoco estaba con ellos. Respiró hondo y cerró los ojos, concentrándose en pensar una estrategia lo más rápido posible, pensando en todos los posibles movimientos y alternativas. "Hay unos veinte marines, de los cuales casi todos son reclutas. Tenemos a seis de ellos junto con tres policías frente a nosotros, en la calle principal. Tres a cada lado bloquean las salidas secundarias. Siete vienen por nuestra espalda, y el último es un francotirador en el edificio de la derecha. Tenemos dos logias, una posible asesina con cuchillos y a mi. La situación es difícil cuanto menos..."
- Capitán, cubre nuestros flancos con muros de ceniza. Así los de los lados no podrán tirotearnos. Acto seguido ve a por esos de delante. Tú, el chico logia, acompaña al capitán. Yo me encargaré del francotirador y los de nuestra espalda. Chica, acompáñame y ayúdame con esos. Nos separaremos y nos reuniremos en el barco. Yo recogeré las cosas en la posada. Si seguís mis instrucciones no debería ser difícil. ¡Ahora rápido!
Se acercó corriendo a Drake y lo ayudó a levantarse con cierta brusquedad:
- En el barco hablaremos con calma sobre levantarse de cama estando herido.
Se separó de él y suspiró, cerrando los ojos de nuevo. "Lucifer, necesito tu fuerza." Una risa fría resonó en su cabeza, y un torrente de energía recorrió su cuerpo. Su cuerpo creció, y se convirtió en un humano con aspecto diabólico, alas negras, rostro picudo y un tercer ojo. Alzó el vuelo juntando las manos. Una pequeña bola verde apareció en esta, creciendo poco a poco. Los marines empezaron a dispararle, pero el ser no parecía notarlo. Los tiros que lograban darle le penetraban parcialmente en su gruesa piel. El ser rugió y envió la bola hacia el francotirador. Hubo una pequeña explosión y este cayó del edificio ya inconsciente. Impactó contra el suelo con un desagradable ruido de huesos rotos. Sin perder tiempo, voló hacia el grupo de la retaguardia. Se plantó frente a ellos cubriendo su cuerpo con sus alas, y los embistió, derribando a cuatro. Se levantaron y le apuntaron, pero Émile fue más rápido.
- Buyo Sokudan, ¡Rain!
Se mantuvo en pie sobre una sola pierna y comenzó a dar una lluvia de veloces patadas con la otra, en perfecto equilibrio. Sus golpes derribaron a los cuatro marines que tenía frente a él, dejándolos incapacitados del dolor o inconscientes. Acto seguido se giró rápidamente hacia los otros tres, esperando que la chica pelirroja los hubiese eliminado ya. De ser así, comenzaría a escapar por la calle. Esperaba que fuese lista y lo siguiese.
- Spoiler:
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Parecía que el tal Émile iba a atrapar al joven, pero una muleta voladora clavó las redes a la pared, impidiéndoselo. Giré la cabeza, había otro hombre allí. Respiraba con dificultad, y los vendajes que llevaba estaban manchados de sangre. Por la reacción del pirata, se conocían. Ambos se acercaron al chaval, pero de repente se esfumó y reapareció a unos metros. Sin duda era un usuario logia. Comenzó a hablar y me acerqué más para oír lo que decía.
Les ofrecía refugio...¿También huía de la marina? Estaba perpleja, no entendía que estaba ocurriendo. Cuando me quise dar cuenta, los marines nos habían rodeado. Me acerqué más a ellos, era un sinsentido pensar que a esas alturas no me hubiesen visto. Y a mi tampoco me era favorable la situación. Por encima, había un hombre herido, lo cual por si solo ya justificaba que me uniera a ayudar. Además, una buena pelea de vez en cuando desentumece los músculos.
Émile comenzó a hacerse cargo y a ladrar órdenes. Parecía tenerlo todo controlado, incluso encontró tiempo para regañar al otro hombre, parecía ser su capitán. Me sorprendí cuando me incluyó en su plan, pero no había tiempo para pensar. Asentí con la cabeza y me di la vuelta, agarrando los cuchillos. Pensé que vendrían a por mí, pero estaban ocupados disparando al cielo. Aproveché y salté sobre uno, cercenando rápidamente su garganta. Cayó al suelo ya muerto. Guardé los cuchillos y me transformé lo más rápido que pude, el resto de marines comenzaba a venir a por mi. Con ayuda de mis zarpas, maté a otro y herí al tercero de gravedad, aunque no podría levantarse. Iba a por el cuarto cuando una cosa cayó del cielo, embistiéndolos. No tenía ni idea de qué era el ser que acababa de aterrizar, pero al mirar alrededor deduje que debía ser Émile. No estaba por ninguna parte. Se libró de los cuatro que quedaban en menos de tres minutos, me miró y escapó por la calle. Volví a mi forma humana y le seguí corriendo. No tenía ni idea de adónde íbamos, pero confiar en ese ser parecía la única salida.
Les ofrecía refugio...¿También huía de la marina? Estaba perpleja, no entendía que estaba ocurriendo. Cuando me quise dar cuenta, los marines nos habían rodeado. Me acerqué más a ellos, era un sinsentido pensar que a esas alturas no me hubiesen visto. Y a mi tampoco me era favorable la situación. Por encima, había un hombre herido, lo cual por si solo ya justificaba que me uniera a ayudar. Además, una buena pelea de vez en cuando desentumece los músculos.
Émile comenzó a hacerse cargo y a ladrar órdenes. Parecía tenerlo todo controlado, incluso encontró tiempo para regañar al otro hombre, parecía ser su capitán. Me sorprendí cuando me incluyó en su plan, pero no había tiempo para pensar. Asentí con la cabeza y me di la vuelta, agarrando los cuchillos. Pensé que vendrían a por mí, pero estaban ocupados disparando al cielo. Aproveché y salté sobre uno, cercenando rápidamente su garganta. Cayó al suelo ya muerto. Guardé los cuchillos y me transformé lo más rápido que pude, el resto de marines comenzaba a venir a por mi. Con ayuda de mis zarpas, maté a otro y herí al tercero de gravedad, aunque no podría levantarse. Iba a por el cuarto cuando una cosa cayó del cielo, embistiéndolos. No tenía ni idea de qué era el ser que acababa de aterrizar, pero al mirar alrededor deduje que debía ser Émile. No estaba por ninguna parte. Se libró de los cuatro que quedaban en menos de tres minutos, me miró y escapó por la calle. Volví a mi forma humana y le seguí corriendo. No tenía ni idea de adónde íbamos, pero confiar en ese ser parecía la única salida.
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Vaya, esto sería interesante. Nos habíamos topado con un bonito usuario de tipo Logia. Lo que no me gustó fue lo que nos dijo a continuación. No sabía ni cómo ni por qué, pero la marina nos había encontrado. Es más, tras vernos empezaron a venir corriendo y ya nos habían rodeado casi por completo. Esa dulce noche iba a ser irrumpida por una pelea. Al parecer eran sólo reclutas, nada de qué preocuparse. Sin embargo aunque el chico sea logia, y la muchacha algo raro, no sería propio de nosotros dejarles solos. Pero Émile decidió echarme la bronca. Menos mal, quién me cuidaría sino. Pero ese no era el momento para charlas y él bien que lo sabía. Nuestro estratega nos dio las indicaciones de lo que haríamos a continuación. No parecía ser mal plan, ni muy difícil, sólo tenía que parar a unos reclutas e ir hacia el barco. Émile dijo que se encargaría de volver a la posada y alarmar al resto, además de recoger nuestras provisiones. –Espera. –Dije sacando un Den Den Mushi. –Esto es algo que compre hace un tiempo, y debería de haber uno en la habitación de Amai. –Dije mientras descolgaba el comunicador y esperé mientras llamaba. La voz medio dormida, y aún así dulce, de Amai se escuchó desde el otro extremo, y yo no pude evitar reírme. Le expliqué la situación, y ella alarmada nos comentó que avisaría a Kyle y recogerían las cosas.
Y antes de que me abandonara le dejé bien clara una cosa a mi compañero. Mientras me ayudaba a levantarme. –Bien, hablaremos de ello luego. Pero Émile. Escóltales bien, y no te olvides de mis katanas.
Tras esas palabras el muchacho fue a enfrentarse a su parte del trato junto a aquella pelirroja. –Bien. –Le comentaba al chico Logia. –Tenemos nosotros un escondite mucho mejor, así que si estás huyendo de los marines puedes venir con nosotros. Pero antes… -Le dije antes de soltar la muleta, extendiendo mis dos brazos, cada uno a dirección en la cual tenía que frenar a los marines de los francos. –Asshu Asshu No… -Susurraba mientras salía ceniza disparada desde las palmas de mis manos en dirección a aquellos marines. Y a pocos metros de ellos, la ceniza caía y empezaba a formar una muralla de más altura aún que las paredes de los edificios, y una anchura que abarcaba toda la calle. Y tras ello cerré mis puños de golpe, en señal de condensar la ceniza. –Siguientes. –Me dije a mi mismo para coger la muleta del suelo. No sabía bien si esto funcionaría, ya que una muleta no es una espada, pero… -Ittoryu… ¡Tenpesuto! –Dije lanzándoles mi típica ya ráfaga que se volvía un torbellino de viento. No sabía cuánto contendría a los marines, o si sería suficientemente potente como para dejarles inconscientes, pero prefería no arriesgarme. –Vamos chico, no perdamos el tiempo y sígueme. –Le dije mostrándole el camino hacia donde se encontraba el barco encallado. Me puse en posición para salir por patas y… Sentí algo de dolor. Era la herida. Me la toqué. No se me había abierto, por suerte, pero había hecho más actividad física de la habitual.
Había una bonita brisa… -Asshu Asshu No… Vento Form –Dije mientras convertía todo mi cuerpo en ceniza. Antes de que mi cuerpo fuera llevado por el viento le lancé al muchacho la muleta. –Ten cuidado, ahora tendrás que seguir a la ceniza. Lo siento, pero no estoy en posición de correr.
Ahora, tendríamos que irnos al barco, y yo debía de tomar más precauciones. A partir de ahora, debería de dejar mi pecho como ceniza para que no sufra más daños. Pero mientras tanto, un paso nocturno en mi “forma natural” era igualmente apreciable.
Y antes de que me abandonara le dejé bien clara una cosa a mi compañero. Mientras me ayudaba a levantarme. –Bien, hablaremos de ello luego. Pero Émile. Escóltales bien, y no te olvides de mis katanas.
Tras esas palabras el muchacho fue a enfrentarse a su parte del trato junto a aquella pelirroja. –Bien. –Le comentaba al chico Logia. –Tenemos nosotros un escondite mucho mejor, así que si estás huyendo de los marines puedes venir con nosotros. Pero antes… -Le dije antes de soltar la muleta, extendiendo mis dos brazos, cada uno a dirección en la cual tenía que frenar a los marines de los francos. –Asshu Asshu No… -Susurraba mientras salía ceniza disparada desde las palmas de mis manos en dirección a aquellos marines. Y a pocos metros de ellos, la ceniza caía y empezaba a formar una muralla de más altura aún que las paredes de los edificios, y una anchura que abarcaba toda la calle. Y tras ello cerré mis puños de golpe, en señal de condensar la ceniza. –Siguientes. –Me dije a mi mismo para coger la muleta del suelo. No sabía bien si esto funcionaría, ya que una muleta no es una espada, pero… -Ittoryu… ¡Tenpesuto! –Dije lanzándoles mi típica ya ráfaga que se volvía un torbellino de viento. No sabía cuánto contendría a los marines, o si sería suficientemente potente como para dejarles inconscientes, pero prefería no arriesgarme. –Vamos chico, no perdamos el tiempo y sígueme. –Le dije mostrándole el camino hacia donde se encontraba el barco encallado. Me puse en posición para salir por patas y… Sentí algo de dolor. Era la herida. Me la toqué. No se me había abierto, por suerte, pero había hecho más actividad física de la habitual.
Había una bonita brisa… -Asshu Asshu No… Vento Form –Dije mientras convertía todo mi cuerpo en ceniza. Antes de que mi cuerpo fuera llevado por el viento le lancé al muchacho la muleta. –Ten cuidado, ahora tendrás que seguir a la ceniza. Lo siento, pero no estoy en posición de correr.
Ahora, tendríamos que irnos al barco, y yo debía de tomar más precauciones. A partir de ahora, debería de dejar mi pecho como ceniza para que no sufra más daños. Pero mientras tanto, un paso nocturno en mi “forma natural” era igualmente apreciable.
Sad Rackham
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Émile dio unas instrucciones a el novato, el cual parecía ser su capitán. Toda una estrategia en tan solo unos segundos, la cosa era bastante compleja, mientras Émile y una mujer desconocida se quedaban peleando, yo debía huir con el capitán de este. Aunque este había creado previamente unos muros de un polvo oscuro de ¿Ceniza?...
Tanto Émilie como la mujer, se transformaron en unas bestias, ¿Zoans?, Émilie era una especie de ángel caído, con alas oscuras, al igual que sus ropajes, que se habían transformado en unos parecidos a los de un motero. Su cabeza parecía la de un pájaro, aunque también podía ser una especie de casco. La mujer por contrario, parecía un felino albino, de pelaje blanco. Sin duda era muy diferente a las monjas que me habían criado en mi infancia.
-"Perfecto, así podré huir sin dificultad"-pensaba yo mientras realizaba una pequeña sonrisa.
Mientras huíamos, el hombre se transformo en su elemento y me indicó que le siguiera...y me lanzó su muleta, la cual comencé a cargar mientras le seguía, no estaba en condiciones de llevarle la contraria. Pero él a diferencia que yo no tenía cosas que le ataran a la isla, yo dejaba mis instrumentos, mis rutinas, mi santuario, mis antiguos hermanos, mi hogar...¿Tenía opción?. Yo apretaba mis puños con fuerza, fruto de la impotencia que sentía.
-"Le seguiré, una vez en el barco pensare como podré volver y recuperar mi hogar"-decidí tras pensarlo levemente. Era sin duda la opción más segura para mi persona.
Asentí al hombre y sin transformarme en mi elemento, le seguí, sin hacer practicas innecesarias, no quería llamar la atención más de lo que hacían esos dos hombres. El hombre se dejaba llevar por el viento, mientras yo corría paso a paso, con un ruido, monótono, frenético, hacía tiempo que SAD no se sentía tan emocionado.
El cielo comenzó a nublarse, SAD comenzó a pasar el relevo a Sad, el cual era menos atrevido, pero era mejor negociador, tal vez podría llegar a negociar con ambos supernovas:
-Deberías deformar tu cara con tu poder, de manera temporal, durante la estancia en la isla, a modo de mascara, no interesa llamar la atención de más marines o cazarecompensas-le recomendé, miedoso y prudente como siempre, tal vez sospechaba que por el momento, su destino estaba ligado a dicha banda de criminales.
Tanto Émilie como la mujer, se transformaron en unas bestias, ¿Zoans?, Émilie era una especie de ángel caído, con alas oscuras, al igual que sus ropajes, que se habían transformado en unos parecidos a los de un motero. Su cabeza parecía la de un pájaro, aunque también podía ser una especie de casco. La mujer por contrario, parecía un felino albino, de pelaje blanco. Sin duda era muy diferente a las monjas que me habían criado en mi infancia.
-"Perfecto, así podré huir sin dificultad"-pensaba yo mientras realizaba una pequeña sonrisa.
Mientras huíamos, el hombre se transformo en su elemento y me indicó que le siguiera...y me lanzó su muleta, la cual comencé a cargar mientras le seguía, no estaba en condiciones de llevarle la contraria. Pero él a diferencia que yo no tenía cosas que le ataran a la isla, yo dejaba mis instrumentos, mis rutinas, mi santuario, mis antiguos hermanos, mi hogar...¿Tenía opción?. Yo apretaba mis puños con fuerza, fruto de la impotencia que sentía.
-"Le seguiré, una vez en el barco pensare como podré volver y recuperar mi hogar"-decidí tras pensarlo levemente. Era sin duda la opción más segura para mi persona.
Asentí al hombre y sin transformarme en mi elemento, le seguí, sin hacer practicas innecesarias, no quería llamar la atención más de lo que hacían esos dos hombres. El hombre se dejaba llevar por el viento, mientras yo corría paso a paso, con un ruido, monótono, frenético, hacía tiempo que SAD no se sentía tan emocionado.
El cielo comenzó a nublarse, SAD comenzó a pasar el relevo a Sad, el cual era menos atrevido, pero era mejor negociador, tal vez podría llegar a negociar con ambos supernovas:
-Deberías deformar tu cara con tu poder, de manera temporal, durante la estancia en la isla, a modo de mascara, no interesa llamar la atención de más marines o cazarecompensas-le recomendé, miedoso y prudente como siempre, tal vez sospechaba que por el momento, su destino estaba ligado a dicha banda de criminales.
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Émile volvió a su forma humana, cansado. Su ritmo de carrera descendió ligeramente, aunque seguía siendo bastante veloz. "Así que este sigue siendo mi límite" pensó, con cierta amargura. Resopló y jadeó, sabiendo que no debía bajar el ritmo a pesar de que sus piernas le dolían y el cuerpo le temblaba por el esfuerzo. Aun no estaba listo para emplear tan a la ligera su forma completa, aunque al menos ya no quedaba tan destrozado como las primeras veces. Se fijó entonces en que la chica le seguía. Aun no le había preguntado su nombre. Ahora, tras la tensión inicial por el peligro que habían corrido, se fijó en su impresionante cuerpo y en su gran belleza.
- Me temo que no hemos tenido tiempo para presentarnos. Mi nombre es Lion D. Émile. Perdona por meterte en este lío - dijo con una sonrisa, sin dejar de correr.
Comenzó a preguntarse por la misteriosa chica. Había comenzado a seguirles tras el encontronazo con el chico que le reconoció como Supernova. Sin conocerles de nada les había ayudado a huir, además. Cierto era que al estar con ellos se había visto tan metida en el embrollo como el resto, pero podía haberse escurrido por algún callejón lateral en vez de seguirle. Además se desenvolvía muy bien con los cuchillos y poseía nada menos que una zoan. De tigre, si mal no había visto, aunque de alguna especie albina. Llegaron a la posada, y Émile se detuvo en la puerta.
- Yo tengo que entrar a recoger nuestras pertenencias y buscar a dos de nuestros nakamas que siguen arriba. Si quieres huir con nosotros sígueme, si no, eres libre de irte ya. Pero en nuestro barco hay sitio de sobra para más gente.
Podía ser una enemiga, pero lo cierto es que a Émile no le importaba arriesgarse. Ayudar a alguien era prioritario a desconfiar de esa persona, al menos en su opinión. Y las chicas guapas eran su debilidad, más aun una como ella. Tal vez incluso pudiera entrar en la tripulación, en cuyo caso tendría más tiempo para hablar con ella, y tal vez... el joven pirata estaba tan ocupado fantaseando con cara ausente y una sonrisa bobalicona mientras corría por el interior de la posada, que no vio como una puerta se abría y se estampó de lleno contra ella. Cayó de culo, llevándose un doloroso golpe en el coxis. Entonces Amai salió de detrás de la puerta, preocupada.
- ¡Perdona Émile! ¿Te he hecho daño?
- No pasa nada, iba distraído - dijo, levantándose con ayuda de ella - Gracias. Por cierto, ¿dónde está Kyle? Dile que coja sus cosas rápido, y recoge tú las tuyas.
- No está. No se dónde se ha metido.
Émile soltó una maldición y corrió a recoger sus cosas. Tras meter en la maleta todo lo que estaba fuera de esta, la cerró y fue a las habitaciones de su cocinero y su capitán, recogiendo todo lo que se habían dejado. Cargado de cosas, bajó las escaleras de nuevo, acompañado por Amai. Esperaba que la chica siguiese abajo... tenía esperanzas de que escapase con ellos y decidiese entrar en la tripulación.
- Me temo que no hemos tenido tiempo para presentarnos. Mi nombre es Lion D. Émile. Perdona por meterte en este lío - dijo con una sonrisa, sin dejar de correr.
Comenzó a preguntarse por la misteriosa chica. Había comenzado a seguirles tras el encontronazo con el chico que le reconoció como Supernova. Sin conocerles de nada les había ayudado a huir, además. Cierto era que al estar con ellos se había visto tan metida en el embrollo como el resto, pero podía haberse escurrido por algún callejón lateral en vez de seguirle. Además se desenvolvía muy bien con los cuchillos y poseía nada menos que una zoan. De tigre, si mal no había visto, aunque de alguna especie albina. Llegaron a la posada, y Émile se detuvo en la puerta.
- Yo tengo que entrar a recoger nuestras pertenencias y buscar a dos de nuestros nakamas que siguen arriba. Si quieres huir con nosotros sígueme, si no, eres libre de irte ya. Pero en nuestro barco hay sitio de sobra para más gente.
Podía ser una enemiga, pero lo cierto es que a Émile no le importaba arriesgarse. Ayudar a alguien era prioritario a desconfiar de esa persona, al menos en su opinión. Y las chicas guapas eran su debilidad, más aun una como ella. Tal vez incluso pudiera entrar en la tripulación, en cuyo caso tendría más tiempo para hablar con ella, y tal vez... el joven pirata estaba tan ocupado fantaseando con cara ausente y una sonrisa bobalicona mientras corría por el interior de la posada, que no vio como una puerta se abría y se estampó de lleno contra ella. Cayó de culo, llevándose un doloroso golpe en el coxis. Entonces Amai salió de detrás de la puerta, preocupada.
- ¡Perdona Émile! ¿Te he hecho daño?
- No pasa nada, iba distraído - dijo, levantándose con ayuda de ella - Gracias. Por cierto, ¿dónde está Kyle? Dile que coja sus cosas rápido, y recoge tú las tuyas.
- No está. No se dónde se ha metido.
Émile soltó una maldición y corrió a recoger sus cosas. Tras meter en la maleta todo lo que estaba fuera de esta, la cerró y fue a las habitaciones de su cocinero y su capitán, recogiendo todo lo que se habían dejado. Cargado de cosas, bajó las escaleras de nuevo, acompañado por Amai. Esperaba que la chica siguiese abajo... tenía esperanzas de que escapase con ellos y decidiese entrar en la tripulación.
Aki D. Arlia
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Mientras seguíamos corriendo, el chico se dio la vuelta y se presentó. Parecía cansado, aunque después de lo que había visto, no me extrañaba. Bajé un punto la velocidad para no adelantarlo. Los hombres a menudo tienen mucho orgullo, y no era un buen momento para herirlo. En lugar de eso, fingí no haber notado nada y sonreí con amabilidad.
-Llámame Aki. Y no te disculpes, yo me he metido por mi propio pie.
Había pensado en mencionar el Wanted que había visto. Todavía lo llevaba en un bolsillo de la capa. Pero seguramente no era el mejor momento. Seguimos corriendo y al final frenó delante de una posada. Al escucharle, agarré un cuchillo en cada mano, ocultos por la capa, y me puse frente a la puerta.
-Bueno...te esperaré aquí mientras haces lo que tienes que hacer. Tal vez lleguen más marines.
Pero él ya había subido. Por supuesto, yo ya había decidido. Me había revelado como pirata al asesinar a aquellos marines, el seguir en la isla de turista era una opción ahora imposible. Y si ellos me brindaban una opción para escapar, bueno, era más que bienvenida. Además...saqué de nuevo el Wanted. En efecto, era un pirata con una gran recompensa. Sin duda podría enseñarme más que un par de cosas. Todo ventajas. Volví a doblarlo y lo guardé, justo antes de oír ruidos en la esquina. Al volverme, vi a dos marines. Me puse en guardia y lancé uno de los cuchillos. Le asesté en el tendón de la pierna, y cayó al suelo. De querer venir a por mi, debería venir arrastrándose. El otro se acercó y trató de golpearme. El muy imbécil ni siquiera había sacado la pistola, debían de ser un par de reclutas ilusos. Rodando los ojos, lo esquivé y le di en la nuca con el canto del cuchillo. Cayó al suelo inconsciente. Me acerqué al otro y repetí la operación.
Estaba dándoles golpecitos con la punta del pie y preguntándome qué hacer con ellos cuando Émile bajó, cargado de maletas y acompañado de una chica. Corrí a ayudarle y le cogí una maleta de las manos sin que lo pidiera. Sino, lo más seguro era que se matara, con tanto bulto ni la cara se le veía. Me giré hacia la chica, y le sonreí con amabilidad antes de volver a encararme a Émile.
-Llegaron mientras no estabas. -Dije señalando a los dos marines. -No están muertos, pero si inconscientes. Deberíamos dejarlos y correr, aunque los escondamos acabarán por encontrarlos...y será obvio quién lo hizo, así que mucho no importa.
Me encogí de hombros y le miré, esperando su opinión.
-Llámame Aki. Y no te disculpes, yo me he metido por mi propio pie.
Había pensado en mencionar el Wanted que había visto. Todavía lo llevaba en un bolsillo de la capa. Pero seguramente no era el mejor momento. Seguimos corriendo y al final frenó delante de una posada. Al escucharle, agarré un cuchillo en cada mano, ocultos por la capa, y me puse frente a la puerta.
-Bueno...te esperaré aquí mientras haces lo que tienes que hacer. Tal vez lleguen más marines.
Pero él ya había subido. Por supuesto, yo ya había decidido. Me había revelado como pirata al asesinar a aquellos marines, el seguir en la isla de turista era una opción ahora imposible. Y si ellos me brindaban una opción para escapar, bueno, era más que bienvenida. Además...saqué de nuevo el Wanted. En efecto, era un pirata con una gran recompensa. Sin duda podría enseñarme más que un par de cosas. Todo ventajas. Volví a doblarlo y lo guardé, justo antes de oír ruidos en la esquina. Al volverme, vi a dos marines. Me puse en guardia y lancé uno de los cuchillos. Le asesté en el tendón de la pierna, y cayó al suelo. De querer venir a por mi, debería venir arrastrándose. El otro se acercó y trató de golpearme. El muy imbécil ni siquiera había sacado la pistola, debían de ser un par de reclutas ilusos. Rodando los ojos, lo esquivé y le di en la nuca con el canto del cuchillo. Cayó al suelo inconsciente. Me acerqué al otro y repetí la operación.
Estaba dándoles golpecitos con la punta del pie y preguntándome qué hacer con ellos cuando Émile bajó, cargado de maletas y acompañado de una chica. Corrí a ayudarle y le cogí una maleta de las manos sin que lo pidiera. Sino, lo más seguro era que se matara, con tanto bulto ni la cara se le veía. Me giré hacia la chica, y le sonreí con amabilidad antes de volver a encararme a Émile.
-Llegaron mientras no estabas. -Dije señalando a los dos marines. -No están muertos, pero si inconscientes. Deberíamos dejarlos y correr, aunque los escondamos acabarán por encontrarlos...y será obvio quién lo hizo, así que mucho no importa.
Me encogí de hombros y le miré, esperando su opinión.
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Ya nos encontrábamos cerca de la costa, podía hasta divisar la parte alta de nuestro amado navío desde la distancia. Además de que el olor de la costa ya se encontraba vigente entre nosotros. No sabía bien por qué pero estaba sintiendo algo de pesadez durante estas instancias… No debía de ser para nada sano las acciones que hice minutos atrás. Lo mejor sería acabar cuanto antes con tanta tontería y ponerme a descansar, que era lo que quería y debía hacer desde un principio.
Palabras del muchacho legaron a mis oídos. Al parecer quería que estuviera completamente uniforme en mi forma de ceniza para no llamar demasiado la atención, pero… ¿Ceniza que se desplaza por el como si estuvieran volando? Creo yo que eso ya es demasiado inusual, ya que tampoco hacía tanto viento, y yo seguía siendo ceniza. Dudo que a alguien se le escapen las cenizas de su difunto ser querido. –Jaja, tranquilo muchacho, ya estamos cerca. Además, si alguien me viera, por mucho que dejara de tener cara, vendría. La curiosidad mató al gato. –Le dije mientras vagamente formaba mi cara sonriente.
Nos abrimos paso de callejón en callejón hasta llegar a lo que venía siendo la playa. Madre mía, estos cabritos nos tenían bien cazados… Ya decía yo que pensaba que La Perla estaba situada de una manera un tanto rara. Marines. Por casi toda la playa. Por suerte debían de ser sólo un pelotón de reclutas y no serían para nada fuertes, tan solo tuvimos la mala suerte de que una flotilla de reclutas llegara hasta aquí. Pero eso sí, hay que valorar el valor que le están dando, enfrentarse así a nuestra banda, Je. Aunque también podría ser que no supieran nada y simplemente nos vean como a piratas normales. Pero de cualquier forma lo mejor sería corresponderles dignamente. Detuve al muchacho junto a mi a la entrada del camino de arena. Los marines se encontraban embobados por el barco, así pues no nos mirarían a nosotros.
Tuve que volver a mi forma normal. Mierda, la herida. Amai me mata. Y Émile me fusila. No me encontraba muy bien del todo, sin embargo debíamos de despejar el camino para que al llegar nuestro demonio con nuestra princesa, no hubiera nada que pudiera hacernos daño. Además de que lo mejor sería tener el navío listo para zarpar. –Bien muchacho, escucha. –Dije mientras le miraba fijamente. –Nuestro barco esta justo allí. Sí, el enorme, negro, de las velas desgarradas. Sin embargo hay muchos marines custodiándolo. Deberemos de acabar con ellos. –Le explicaba con señales y gestos. Realmente no me gustaba tener que hacer pelear a gente ajena, ¿por qué deberían de hacerlo? Pero veía algo en sus ojos. Algo que me llamaba a invitarle a la fiesta. Y bueno, a fin de cuentas el también estaba huyendo de los marines. –Bien, no sé qué tal puedes usar tus habilidades o hasta qué punto. Ni la forma en que puedes hacerlo, pero te pediría ayuda para poder derrotarlos. Usa u habilidad si vez que con mera fuerza no eres capaz. -Finalicé con una palmada en el hombro.
Ahora que ya estaba todo contado. Le cogí las muletas que el mandé cargar anteriormente. No sin antes habérselo agradecido, claro. Bien. Muleta, espada, muleta, espada… Miré fijamente a La Perla. Nadie ajeno a nosotros debía ponerle una mano encima. Y me alcé contra ellos. A los dos primeros les di en la nuca dejándoles cao , no era lo más honrado, pero no tenía tiempo de contemplaciones. Seguidamente, y gracias al sonido del golpe, fui hacia los demás que andaban preparando armas. ¿Qué podría más, una muleta o treinta espadas junto a veinte armas de fuego? Pronto se vería, aunque ya iba dejando inconscientes a bastantes de los asistentes. Sin embargo me preocupaba un montón mi herida. No podía evitar llevarme la mano al pecho en alguna que otra acción. Sólo me faltaba rezar. Émile, chicos, os espero.
Palabras del muchacho legaron a mis oídos. Al parecer quería que estuviera completamente uniforme en mi forma de ceniza para no llamar demasiado la atención, pero… ¿Ceniza que se desplaza por el como si estuvieran volando? Creo yo que eso ya es demasiado inusual, ya que tampoco hacía tanto viento, y yo seguía siendo ceniza. Dudo que a alguien se le escapen las cenizas de su difunto ser querido. –Jaja, tranquilo muchacho, ya estamos cerca. Además, si alguien me viera, por mucho que dejara de tener cara, vendría. La curiosidad mató al gato. –Le dije mientras vagamente formaba mi cara sonriente.
Nos abrimos paso de callejón en callejón hasta llegar a lo que venía siendo la playa. Madre mía, estos cabritos nos tenían bien cazados… Ya decía yo que pensaba que La Perla estaba situada de una manera un tanto rara. Marines. Por casi toda la playa. Por suerte debían de ser sólo un pelotón de reclutas y no serían para nada fuertes, tan solo tuvimos la mala suerte de que una flotilla de reclutas llegara hasta aquí. Pero eso sí, hay que valorar el valor que le están dando, enfrentarse así a nuestra banda, Je. Aunque también podría ser que no supieran nada y simplemente nos vean como a piratas normales. Pero de cualquier forma lo mejor sería corresponderles dignamente. Detuve al muchacho junto a mi a la entrada del camino de arena. Los marines se encontraban embobados por el barco, así pues no nos mirarían a nosotros.
Tuve que volver a mi forma normal. Mierda, la herida. Amai me mata. Y Émile me fusila. No me encontraba muy bien del todo, sin embargo debíamos de despejar el camino para que al llegar nuestro demonio con nuestra princesa, no hubiera nada que pudiera hacernos daño. Además de que lo mejor sería tener el navío listo para zarpar. –Bien muchacho, escucha. –Dije mientras le miraba fijamente. –Nuestro barco esta justo allí. Sí, el enorme, negro, de las velas desgarradas. Sin embargo hay muchos marines custodiándolo. Deberemos de acabar con ellos. –Le explicaba con señales y gestos. Realmente no me gustaba tener que hacer pelear a gente ajena, ¿por qué deberían de hacerlo? Pero veía algo en sus ojos. Algo que me llamaba a invitarle a la fiesta. Y bueno, a fin de cuentas el también estaba huyendo de los marines. –Bien, no sé qué tal puedes usar tus habilidades o hasta qué punto. Ni la forma en que puedes hacerlo, pero te pediría ayuda para poder derrotarlos. Usa u habilidad si vez que con mera fuerza no eres capaz. -Finalicé con una palmada en el hombro.
Ahora que ya estaba todo contado. Le cogí las muletas que el mandé cargar anteriormente. No sin antes habérselo agradecido, claro. Bien. Muleta, espada, muleta, espada… Miré fijamente a La Perla. Nadie ajeno a nosotros debía ponerle una mano encima. Y me alcé contra ellos. A los dos primeros les di en la nuca dejándoles cao , no era lo más honrado, pero no tenía tiempo de contemplaciones. Seguidamente, y gracias al sonido del golpe, fui hacia los demás que andaban preparando armas. ¿Qué podría más, una muleta o treinta espadas junto a veinte armas de fuego? Pronto se vería, aunque ya iba dejando inconscientes a bastantes de los asistentes. Sin embargo me preocupaba un montón mi herida. No podía evitar llevarme la mano al pecho en alguna que otra acción. Sólo me faltaba rezar. Émile, chicos, os espero.
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Tras continuar acompañando a aquel hombre llegamos rápidamente al puerto, el hombre ignorando mis recomendaciones continuó corriendo manteniendo esa extraña forma de ceniza indescriptible.
Por fin llegamos a al puerto de frente había un barco negro, con las velas rasgadas, se encontraba estacionado de una manera muy extraña. Entre el barco y nosotros se encontraba un escuadrón de la marina. El supernova se lanzó hacía ellos tras recoger las muletas que había estado cargando todo este tiempo. En parte sentía pena por los marines por lo que decidí derrotarlos de una manera más sutil:
-Tapate la nariz y boca supernova-le grité mientras atravesaba el grupo desprendiendo una gran cantidad de gas, que tras unos instantes dejó noqueados a todos los hombres de alrededor. Lo malo de aquel truco es que tardaría un tiempo en volver a poder reutilizarlo.
Espere por el bien del hombre que me hubiera obedecido, de lo contrario pronto estaría durmiendo la mona como el resto de los marines, al haberlos gaseado de esa manera no estarían conscientes en unas horas lo suficiente como para darme tiempo a ir a mi local y recoger mis cosas:
-Esperarme aquí no tardaré más de media hora, tengo que ir a por mis cosas...-le dije al pirata antes de salir por patas.
Sin escuchar sus posibles respuestas salí corriendo del lugar dirección a Homra siguiendo la rutas más cortas que conocía. En la ciudad había bastante movimiento, pero moverme por las calles transformándome en gas para atravesar el alcantarillado en determinados momentos no me costo en exceso. No tarde más de diez minutos en llegar a mi "santuario".
- "He de darme prisa" -pensé mientras cogía mis instrumentos más valiosos(El violín y el oboe), un par de cuadros, lo poco de ropa la cual metí en una mochila junto con los cuadros. Mientras me metía la flauta en un bolsillo de la sudadera y empuñaba mi violín con la izquierda. Saqué mis objetos a la calle antes de atrancar la puerta del local y lo cerré con llave desde dentro y utilizar mi habilidad para salir fuera recoger mis cosas y salir por patas...¿Me daría tiempo a volver con aquellos piratas?.
Por fin llegamos a al puerto de frente había un barco negro, con las velas rasgadas, se encontraba estacionado de una manera muy extraña. Entre el barco y nosotros se encontraba un escuadrón de la marina. El supernova se lanzó hacía ellos tras recoger las muletas que había estado cargando todo este tiempo. En parte sentía pena por los marines por lo que decidí derrotarlos de una manera más sutil:
-Tapate la nariz y boca supernova-le grité mientras atravesaba el grupo desprendiendo una gran cantidad de gas, que tras unos instantes dejó noqueados a todos los hombres de alrededor. Lo malo de aquel truco es que tardaría un tiempo en volver a poder reutilizarlo.
Espere por el bien del hombre que me hubiera obedecido, de lo contrario pronto estaría durmiendo la mona como el resto de los marines, al haberlos gaseado de esa manera no estarían conscientes en unas horas lo suficiente como para darme tiempo a ir a mi local y recoger mis cosas:
-Esperarme aquí no tardaré más de media hora, tengo que ir a por mis cosas...-le dije al pirata antes de salir por patas.
Sin escuchar sus posibles respuestas salí corriendo del lugar dirección a Homra siguiendo la rutas más cortas que conocía. En la ciudad había bastante movimiento, pero moverme por las calles transformándome en gas para atravesar el alcantarillado en determinados momentos no me costo en exceso. No tarde más de diez minutos en llegar a mi "santuario".
- "He de darme prisa" -pensé mientras cogía mis instrumentos más valiosos(El violín y el oboe), un par de cuadros, lo poco de ropa la cual metí en una mochila junto con los cuadros. Mientras me metía la flauta en un bolsillo de la sudadera y empuñaba mi violín con la izquierda. Saqué mis objetos a la calle antes de atrancar la puerta del local y lo cerré con llave desde dentro y utilizar mi habilidad para salir fuera recoger mis cosas y salir por patas...¿Me daría tiempo a volver con aquellos piratas?.
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Varios
Por mucho que reclamara el dolor de mi herida, no me contuve. Tenía gente a la que proteger y en esta ocasión no debía de fallar. Uno por aquí y otro por allá, los marines iban cayendo como si de moscas se tratasen. Alcé la mirada en dirección al navío, y allí estaba. La Perla, esperando a ser rescatada de tal encerrona.
De pronto aparecieron Émile junto con Amai y la muchacha pelirroja de antes. Podía ver que Émile se encontraba cargando bastantes cosas, debería de ser lo que nos dejamos en la posada. Yo ya me había cargado a la mitad de aquellos marines, sin embargo Émile no podría lidiar con los otros mientras aguantaba las cosas. Rápidamente me puse en frente de ellos y comencé a cubrirles atacando a oleadas de marines mientras les abría paso a nuestro preciado compañero, el navío. –Llegad a La Perla sanos y salvos y luego me echas la bronca. –Le dije de manera firme y directa. –Es una orden. –Recalqué. Ni siquiera le dejé responder, y comenzaron a ir en dirección del navío. Al parecer tendríamos a una pequeña tripulante que se uniría a nosotros durante un ratillo. La pelirroja parece que también quería luchar, sin embargo siguió a nuestro pequeño demonio y a la dulce de Amai.
Un momento. –¿Dónde mierdas está nuestro cocinero? –Pregunté alarmado. Al parecer había desaparecido. Tal vez se haya encontrado con otros marines y debiera de guardar las apariencias. Pero sea lo que fuere, tampoco me preocupaba mucho, a él no le iban a buscar como corsario.
Ya no quedaban muchos marines, y los muchachos habían conseguido llegar bien al barco. –Bien, hora de irs… ¡Ahg! –Me retorcí. La herida. No podría seguir así mucho más. La Perla siguiendo mis órdenes comenzó a moverse separándose de la costa lentamente. Ya no quedaban casi marines, así pues no podrían detenernos. Me encontraba a punto de subir al barco cuando… El chico de antes. Había ido corriendo a algún sitio. Tenía la extraña sensación de que iba a volver, pero se retrasaba… Me di la vuelta y empecé a transformar mi cuerpo en ceniza, o al menos hasta que le vi llegar. Al parecer también había recogido sus cosas de valor. –Vamos, ¡sube ya al barco! –Le grité para que no se quedase parado. Volví a hacer de cobertura para que pudiera llegar. La Perla igualmente retrocedió para poder cumplir mi retracta orden.
Cuando ya estaban todos a bordo, La Perla zarpó, y como ceniza yo me colé. Estábamos todos reunidos allí, con cosas tiradas por cubierta, gente intentando coger airea los pulmones y yo intentando parar de sangrar. Amai me pegó barios coscorrones y Émile me daba reprimendas mientras me ayudaban a cambiarme las vendas. Al verse mi herida de nuevo en todo su esplendor, tal vez haya asustando a nuestros invitados. –Son… marcas de guerra. –Dije intentando dar un tono humorístico al asunto. Con respecto a lo de Kyle, les di mi opinión de que ese marine podría volver en cualquier momento y de que no sufría peligro de quedarse en la isla, ya tendríamos noticias suyas, siempre había sido así este muchacho.
Ya habíamos zarpado, pero no había ningún rumbo fijo. Ahora teníamos a dos nuevos integrantes. ¿Qué futuro nos esperaría en el amplio mar? Tan solo era cuestión de esperar. –Bienvenido a Kuzaku Funnen.
De pronto aparecieron Émile junto con Amai y la muchacha pelirroja de antes. Podía ver que Émile se encontraba cargando bastantes cosas, debería de ser lo que nos dejamos en la posada. Yo ya me había cargado a la mitad de aquellos marines, sin embargo Émile no podría lidiar con los otros mientras aguantaba las cosas. Rápidamente me puse en frente de ellos y comencé a cubrirles atacando a oleadas de marines mientras les abría paso a nuestro preciado compañero, el navío. –Llegad a La Perla sanos y salvos y luego me echas la bronca. –Le dije de manera firme y directa. –Es una orden. –Recalqué. Ni siquiera le dejé responder, y comenzaron a ir en dirección del navío. Al parecer tendríamos a una pequeña tripulante que se uniría a nosotros durante un ratillo. La pelirroja parece que también quería luchar, sin embargo siguió a nuestro pequeño demonio y a la dulce de Amai.
Un momento. –¿Dónde mierdas está nuestro cocinero? –Pregunté alarmado. Al parecer había desaparecido. Tal vez se haya encontrado con otros marines y debiera de guardar las apariencias. Pero sea lo que fuere, tampoco me preocupaba mucho, a él no le iban a buscar como corsario.
Ya no quedaban muchos marines, y los muchachos habían conseguido llegar bien al barco. –Bien, hora de irs… ¡Ahg! –Me retorcí. La herida. No podría seguir así mucho más. La Perla siguiendo mis órdenes comenzó a moverse separándose de la costa lentamente. Ya no quedaban casi marines, así pues no podrían detenernos. Me encontraba a punto de subir al barco cuando… El chico de antes. Había ido corriendo a algún sitio. Tenía la extraña sensación de que iba a volver, pero se retrasaba… Me di la vuelta y empecé a transformar mi cuerpo en ceniza, o al menos hasta que le vi llegar. Al parecer también había recogido sus cosas de valor. –Vamos, ¡sube ya al barco! –Le grité para que no se quedase parado. Volví a hacer de cobertura para que pudiera llegar. La Perla igualmente retrocedió para poder cumplir mi retracta orden.
Cuando ya estaban todos a bordo, La Perla zarpó, y como ceniza yo me colé. Estábamos todos reunidos allí, con cosas tiradas por cubierta, gente intentando coger airea los pulmones y yo intentando parar de sangrar. Amai me pegó barios coscorrones y Émile me daba reprimendas mientras me ayudaban a cambiarme las vendas. Al verse mi herida de nuevo en todo su esplendor, tal vez haya asustando a nuestros invitados. –Son… marcas de guerra. –Dije intentando dar un tono humorístico al asunto. Con respecto a lo de Kyle, les di mi opinión de que ese marine podría volver en cualquier momento y de que no sufría peligro de quedarse en la isla, ya tendríamos noticias suyas, siempre había sido así este muchacho.
Ya habíamos zarpado, pero no había ningún rumbo fijo. Ahora teníamos a dos nuevos integrantes. ¿Qué futuro nos esperaría en el amplio mar? Tan solo era cuestión de esperar. –Bienvenido a Kuzaku Funnen.
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