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Kaín esquivó el lanzazo, que iba directo contra su rostro, y descargó una fuerte patada en el estómago de su agresor, derribándolo. Era el último de los poco más de diez salvajes que habían decidido que atacarlo era una buena idea. Obviamente se equivocaban.
El cazador, tras un ajetreado y violento trayecto, entró en la ciudad de Towerbridge, el único (y hermoso) reducto de civilización de aquella isla de locos. El cazador estaba desilusionado, pues no había encontrado ni una sola pista o indicio sobre su maestro, su familia ni nada sobre caníbales que devoran a sus hermanos para ganar fuerza. Aquello lo puso de mal humor, pero cuando vio una gran caravana con el emblema del Sol Negro en una carretera del puerto, se centró en su trabajo. El Sol Negro era una gran empresa que había crecido mucho en muy poco. Kaín había seguido sus pasos con interés y sentía curiosidad por ver quien dirigía el cotarro, así que utilizó su recien adquirido manual para pasar desapercibido y, con calma y discreción, se colgó de la parte baja del camión del centro de la misma.
El viaje no fue cómodo, pero a Kaín nunca le había resultado necesario estar cómodo para hacer su trabajo. En cuanto el convoy se detuvo, el cazador adoptó por un instante su forma híbrida nivel 3 para sentir, con sus antenas, las vibraciones de unas doce personas descargando la mercancía. Esperó a que hubieran acabado y, justo cuando el camión del medio se puso en marcha, rodó a un lado y salió de debajo de el, levantándose con presteza como si nada. Al parecer se había saltado el bloqueo entre la zona sur y la norte, pues la opulencia que lo rodeaba pertenecía sin duda a Lambhill, la zona rica y próspera de la ciudad. El cazador decidió que su atuendo habitual (pantalones, camisa y botas negras, cordones y corbata rojos, con una capa color arena) no era apropiado para aquella zona así que se escabulló hasta un callejón en el que nadie le pudiera ver y allí se vistió como su alter ego, segundo al mando del proyecto de dominación mundial más secreto del planeta.
No le costó demasiado convencer a uno de los empleados de que le entregara una carta al líder de la sucursal que, con algo de suerte, hasta podría llegar a ser un alto cargo de la empresa. Acto seguido, el cazador se dirigió a la entrada de la cuidad, salió de la misma y se adentró hasta un claro cercano en la costa, recogido y bien oculto, con una acústica muy mala a su alrededor, lo que dificultaba mucho escuchar nada desde fuera y, una vez allí, el hombre ataviado con un frac naranja, mocasines a juego, sombrero de copa de idénticos tonos y una máscara de galeno que completaba el set, se sentó sobre una roca a esperar a su invitado.
El cazador, tras un ajetreado y violento trayecto, entró en la ciudad de Towerbridge, el único (y hermoso) reducto de civilización de aquella isla de locos. El cazador estaba desilusionado, pues no había encontrado ni una sola pista o indicio sobre su maestro, su familia ni nada sobre caníbales que devoran a sus hermanos para ganar fuerza. Aquello lo puso de mal humor, pero cuando vio una gran caravana con el emblema del Sol Negro en una carretera del puerto, se centró en su trabajo. El Sol Negro era una gran empresa que había crecido mucho en muy poco. Kaín había seguido sus pasos con interés y sentía curiosidad por ver quien dirigía el cotarro, así que utilizó su recien adquirido manual para pasar desapercibido y, con calma y discreción, se colgó de la parte baja del camión del centro de la misma.
El viaje no fue cómodo, pero a Kaín nunca le había resultado necesario estar cómodo para hacer su trabajo. En cuanto el convoy se detuvo, el cazador adoptó por un instante su forma híbrida nivel 3 para sentir, con sus antenas, las vibraciones de unas doce personas descargando la mercancía. Esperó a que hubieran acabado y, justo cuando el camión del medio se puso en marcha, rodó a un lado y salió de debajo de el, levantándose con presteza como si nada. Al parecer se había saltado el bloqueo entre la zona sur y la norte, pues la opulencia que lo rodeaba pertenecía sin duda a Lambhill, la zona rica y próspera de la ciudad. El cazador decidió que su atuendo habitual (pantalones, camisa y botas negras, cordones y corbata rojos, con una capa color arena) no era apropiado para aquella zona así que se escabulló hasta un callejón en el que nadie le pudiera ver y allí se vistió como su alter ego, segundo al mando del proyecto de dominación mundial más secreto del planeta.
No le costó demasiado convencer a uno de los empleados de que le entregara una carta al líder de la sucursal que, con algo de suerte, hasta podría llegar a ser un alto cargo de la empresa. Acto seguido, el cazador se dirigió a la entrada de la cuidad, salió de la misma y se adentró hasta un claro cercano en la costa, recogido y bien oculto, con una acústica muy mala a su alrededor, lo que dificultaba mucho escuchar nada desde fuera y, una vez allí, el hombre ataviado con un frac naranja, mocasines a juego, sombrero de copa de idénticos tonos y una máscara de galeno que completaba el set, se sentó sobre una roca a esperar a su invitado.
- Nota para el dirigente del Sol Negro:
- Voy a ser breve. Nos hemos fijado en la meteórica ascensión de tu compañía y ha despertado nuestra atención. Nosotros sabemos muchas cosas de tu compañía, pero vosotros no sabéis nada de nosotros, pues así lo hemos querido. Estoy seguro de que un ascenso tan asombroso en tan poco tiempo viene dado por un gran olfato para los negocios y una mente aguda que, espero, pueda imaginar los beneficios potenciales de las cosas. Me gustaría hablar contigo en persona sobre mi oferta. Te esperaré todo el día en el claro que se encuentra siguiendo la costa, a doscientos metros tierra adentro del tercer cabo contando desde la ciudad. Sería mejor para todos que vinieras solo, pues lo que tengo que ofrecerte es muy jugoso y espero que tengas la cabeza suficiente como para perder un poco de tu tiempo por la posibilidad de una gran ganancia.
ATT: El Señor Naranja
P.A.
(La carta tiene en el inferior de la hoja, centrado, el dibujo de medio sol con grandes rayos saliendo, imitando un amanecer en rojo sobre blanco.)
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El señor naranja esperaba sentado en su piedra, inmutable al leve viento que se había levantado, hasta que la maleza se abrió y un hombre salió de ella. Kaín lo analizó con cuidado.
-Mayor, algo canoso... belleza pasada... ropa cara...- Murmuraba en una voz tan baja que era imposible de escuchar sin pegar el oído a sus labios.-Muy enjoyado...- Aquello mosqueó un poco a Kaín. No se creía que alguien lo bastante astuto como para llevar a lo alto al Sol Negro tan rápido y de una forma tan eficiente fuera tan torpe como para llevar joyas caras a un encuentro que bien podía ser una trampa. Pero el señor naranja, a diferencia de Kaín, utilizaba el tacto y no la fuerza. Con una sonrisa en sus labios (única parte de su cuerpo al descubierto) se levantó de la roca y dio un par de pasos hacia el hombre, deteniéndose a unos cuatro metros y medio.
-Recitadme al pie de la letra el contenido de la carta que os envié, por favor.- Dijo el señor naranja con voz calmada. Desde su anterior posición no se veía, pero el extravagante hombre carecía de mano diestra. En su lugar había una prótesis de gran calidad, normalmente indistinguible a simple vista, pero cuyos enganches y correas se adivinaban bajo el ajustado frac. -Si no podéis demostrarme que sois a quien he dirigido esta carta, esta reunión se acabó.- El tono de Kaín era sereno y nada amenazador. Eso, acompañado de su imagen de tullido y su aparente carencia de musculatura (pues aunque tenía músculos bine definidos era de complexión ligera y el frac los disimulaba), serían más que suficientes para que nadie se esperara un ataque sorpresa por su parte si las cosas se ponían feas. ¿Quien podría esperar algo así de un tullido y amable loco vestido de un color chillón?
-Mayor, algo canoso... belleza pasada... ropa cara...- Murmuraba en una voz tan baja que era imposible de escuchar sin pegar el oído a sus labios.-Muy enjoyado...- Aquello mosqueó un poco a Kaín. No se creía que alguien lo bastante astuto como para llevar a lo alto al Sol Negro tan rápido y de una forma tan eficiente fuera tan torpe como para llevar joyas caras a un encuentro que bien podía ser una trampa. Pero el señor naranja, a diferencia de Kaín, utilizaba el tacto y no la fuerza. Con una sonrisa en sus labios (única parte de su cuerpo al descubierto) se levantó de la roca y dio un par de pasos hacia el hombre, deteniéndose a unos cuatro metros y medio.
-Recitadme al pie de la letra el contenido de la carta que os envié, por favor.- Dijo el señor naranja con voz calmada. Desde su anterior posición no se veía, pero el extravagante hombre carecía de mano diestra. En su lugar había una prótesis de gran calidad, normalmente indistinguible a simple vista, pero cuyos enganches y correas se adivinaban bajo el ajustado frac. -Si no podéis demostrarme que sois a quien he dirigido esta carta, esta reunión se acabó.- El tono de Kaín era sereno y nada amenazador. Eso, acompañado de su imagen de tullido y su aparente carencia de musculatura (pues aunque tenía músculos bine definidos era de complexión ligera y el frac los disimulaba), serían más que suficientes para que nadie se esperara un ataque sorpresa por su parte si las cosas se ponían feas. ¿Quien podría esperar algo así de un tullido y amable loco vestido de un color chillón?
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El hombre demostró ser quien aparentaba, o eso quería creer Kaín, aunque algo no le cuadraba. De todos modos, decidió que lo mejor era continuar y, de ser una trampa, matarlos a todos.
-Disculpad las molestias, señor, pero las precauciones nunca son suficientes. Me habéis demostrado ser quien decís ser, por lo que ahora podemos hablar de negocios... Mi nombre es Señor Naranja. Como podéis adivinar, no es mi verdadero nombre, ni nada parecido, pero, como ya os he dicho, son necesarias las precauciones. Antes de nada, dejadme haceros una pregunta... ¿Cuales son vuestras aspiraciones en la vida? ¿Buscáis poder, gloria, dinero, libertad? ¿Que es lo que impulsa esa brillante mente a hacer lo que hace?
Sin esperar respuesta, el hombre continuó hablando.- ¿Alguna vez os habéis planteado que sucedería si un gran número de personas excepcionales en muchos aspectos se reunieran y unieran fuerzas en pos de un objetivo común? ¿Os habéis planteado que sucedería si ese grupo de personas excepcionales ya existiera en la actualidad y estuviera interesado en vosotros?... ¿Que decís?- Concluyó con un tono ligeramente apremiante, pero que ni de lejos sonaba amenazador. Si su respuesta no era la apropiada, lo mataría allí mismo.
-Disculpad las molestias, señor, pero las precauciones nunca son suficientes. Me habéis demostrado ser quien decís ser, por lo que ahora podemos hablar de negocios... Mi nombre es Señor Naranja. Como podéis adivinar, no es mi verdadero nombre, ni nada parecido, pero, como ya os he dicho, son necesarias las precauciones. Antes de nada, dejadme haceros una pregunta... ¿Cuales son vuestras aspiraciones en la vida? ¿Buscáis poder, gloria, dinero, libertad? ¿Que es lo que impulsa esa brillante mente a hacer lo que hace?
Sin esperar respuesta, el hombre continuó hablando.- ¿Alguna vez os habéis planteado que sucedería si un gran número de personas excepcionales en muchos aspectos se reunieran y unieran fuerzas en pos de un objetivo común? ¿Os habéis planteado que sucedería si ese grupo de personas excepcionales ya existiera en la actualidad y estuviera interesado en vosotros?... ¿Que decís?- Concluyó con un tono ligeramente apremiante, pero que ni de lejos sonaba amenazador. Si su respuesta no era la apropiada, lo mataría allí mismo.
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Kaín aceptó el Den Den Mushi con una sonrisa. Como de costumbre, su intuición no le fallaba. La voz que salió del aparato, más juvenil y fuerte, le pareció más apropiada de un líder, y las palabras le corroboraron que se trataba del mismísimo Mercader, el líder del Sol Negro, o eso creyó el cazador. Alzó el pequeño caracolófono y comenzó a hablar con un tono bajo pero firme, como solía hacer, justo en el instante en que comenzaba a divisarse el globo.
-El mundo, Mercader.- Entonó casi como cantando mientras su sonrisa se ampliaba.- Os ofrezco el mundo entero y su gobierno. Os ofrezco el monopolio total y absoluto de cualquier mercado en el que queráis entrar, os ofrezco la protección del gobierno para vuestra empresa. Os ofrezco el futuro, un futuro nuevo y brillante... os ofrezco un nuevo Amanecer.- El discurso enardeció al cazador, que, tras sus palabras, rompió el Den Den Mushi y, con un movimiento de brazo, generó una corriente de aire que atrajo aún más el globo, que volaba ya a baja altura, pues se estaba aproximando. El peliblanco esperó de pie, rígido, con una sonrisa esculpida en su rostro y los brazos a la espalda, mientras meneaba la cabeza con aprobación.
-Gran entrada. Muy melodramática. Me gusta.
-El mundo, Mercader.- Entonó casi como cantando mientras su sonrisa se ampliaba.- Os ofrezco el mundo entero y su gobierno. Os ofrezco el monopolio total y absoluto de cualquier mercado en el que queráis entrar, os ofrezco la protección del gobierno para vuestra empresa. Os ofrezco el futuro, un futuro nuevo y brillante... os ofrezco un nuevo Amanecer.- El discurso enardeció al cazador, que, tras sus palabras, rompió el Den Den Mushi y, con un movimiento de brazo, generó una corriente de aire que atrajo aún más el globo, que volaba ya a baja altura, pues se estaba aproximando. El peliblanco esperó de pie, rígido, con una sonrisa esculpida en su rostro y los brazos a la espalda, mientras meneaba la cabeza con aprobación.
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-Las casualidades, Mercader, no existen, al menos no para nosotros, no para el Proyecto Amanecer. ¿Lirismos? El sol es una fuente de poder y energía ilimitados, es normal que las grandes mentes piensen cosas similares. No es un lirismo, ni una coincidencia, sino una señal, una prueba.- El peliblanco se calló durante unos instantes, observando bien el rostro de su interlocutor, antes de sonreír. La última pregunta de aquel joven era muy acertada.
-Esa es una pregunta muy apropiada, con una fácil respuesta. Observa ese caracolófono destruido. Era un artefacto de alta calidad, con unas prestaciones por encima de la media y un coste muy competitivo. Ese caracolófono es el Sol Negro, y yo lo he destruido. Pero ese caracolófono sigue vivo en tu mente. En el cerebro de la persona que ha creado una empresa tan poderosa. Te queremos a ti, Mercader, y tenerte a ti implica tener al Sol Negro, pero estoy seguro de que puedes aportar mucho más que capital y una empresa grande al Proyecto Amanecer. Sino ten por seguro que no estaría hoy frente a ti.- El cazador, entusiasmado por la inteligencia del joven, decidió dar el siguiente paso sin esperar más.
-Esto funciona así, Mercader. Si te interesa unirte al Proyecto Amanecer necesitarás un nombre en clave y un disfraz apropiado para que nadie pueda reconocerte, pues la mayor parte de nuestras actividades irán en contra de todas las leyes establecidas por el Gobierno Mundial. ¿Estás dentro o estás fuera?- Ya no había marcha atrás. Una respuesta negativa equivaldría a una sentencia de muerte para el joven empresario, pues el Señor Naranja no podía permitir que nadie supiera de la existencia del Proyecto sin formar parte de el.
-Esa es una pregunta muy apropiada, con una fácil respuesta. Observa ese caracolófono destruido. Era un artefacto de alta calidad, con unas prestaciones por encima de la media y un coste muy competitivo. Ese caracolófono es el Sol Negro, y yo lo he destruido. Pero ese caracolófono sigue vivo en tu mente. En el cerebro de la persona que ha creado una empresa tan poderosa. Te queremos a ti, Mercader, y tenerte a ti implica tener al Sol Negro, pero estoy seguro de que puedes aportar mucho más que capital y una empresa grande al Proyecto Amanecer. Sino ten por seguro que no estaría hoy frente a ti.- El cazador, entusiasmado por la inteligencia del joven, decidió dar el siguiente paso sin esperar más.
-Esto funciona así, Mercader. Si te interesa unirte al Proyecto Amanecer necesitarás un nombre en clave y un disfraz apropiado para que nadie pueda reconocerte, pues la mayor parte de nuestras actividades irán en contra de todas las leyes establecidas por el Gobierno Mundial. ¿Estás dentro o estás fuera?- Ya no había marcha atrás. Una respuesta negativa equivaldría a una sentencia de muerte para el joven empresario, pues el Señor Naranja no podía permitir que nadie supiera de la existencia del Proyecto sin formar parte de el.
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El Señor Naranja trató de mantener el tipo pero, cuanto más hablaba el Mercader, más se marcaba su sonrisa hasta alcanzar su abertura máxima. Aquel hombre era impasible, frío, tenía las cosas claras y quería cambiar el mundo... Era perfecto. Además, a Kaín le encantaba la forma en la que hablaba. En cuanto el joven terminó de hablar, Kaín no pudo contener una carcajada sincera y cristalina que, por un momento, contrastó con la voz queda pero firme que solía utilizar.
-Jajajaja... Nunca había escuchado a nadie denominar al rokushiki como "selección natural".- Dijo el cazador, esperando ver un mínimo gesto de sorpresa, no solo por conocer la división secreta del gobierno, sino por haber sido capaz de reconocer una de sus técnicas.- Veo que los escrúpulos no son tu fuerte. Eso es bueno. La verdad es que no podría estar más de acuerdo con lo que acabas de decir, Mercader. Y esa selección natural de la que hablas... ¡Empieza ahora!
Tras decir eso, el cazador se lanzó hacia el joven, agachándose un instante antes de alcanzarlo, y lanzó un gancho contra su barbilla. Ser inteligente no era suficiente para entrar en el Proyecto Amanecer. Cada uno de sus integrantes debía saber defenderse de un modo excepcional.
Gancho (AF)
-Jajajaja... Nunca había escuchado a nadie denominar al rokushiki como "selección natural".- Dijo el cazador, esperando ver un mínimo gesto de sorpresa, no solo por conocer la división secreta del gobierno, sino por haber sido capaz de reconocer una de sus técnicas.- Veo que los escrúpulos no son tu fuerte. Eso es bueno. La verdad es que no podría estar más de acuerdo con lo que acabas de decir, Mercader. Y esa selección natural de la que hablas... ¡Empieza ahora!
Tras decir eso, el cazador se lanzó hacia el joven, agachándose un instante antes de alcanzarlo, y lanzó un gancho contra su barbilla. Ser inteligente no era suficiente para entrar en el Proyecto Amanecer. Cada uno de sus integrantes debía saber defenderse de un modo excepcional.
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El Mercader esquivó bien su ataque demostrando conocimientos defensivos avanzados, dejando al cazador de espaldas a el. Su haki mantra le advirtió del ataque que veía por su espalda y, girando sobre sus talones, realizó un tajo horizontal con la mano, lanzando una onda de viento cortante que interceptó el Rankyaku en el aire.
-Bueno, parece que conoces las bases del juego. ¿Que tal si subimos un poco el nivel, Mercader? Y sigo esperando a que me des un nombre... Mercader es demasiado conocido. Así que... ¿Cual será vuestro nombre, hombre de negocios? Yo soy el Señor Naranja.
Al acabar su frase, Kaín se lanzó directo contra su enemigo utilizando su Burs que, combinado con sus botas de Hermes, alcanzaba una velocidad superior al Soru básico. A esa aberrante velocidad, el cazador lanzó una patada directa contra el pecho de su enemigo sin detenerse, de modo que si intentaba agarrar su pierna, chocarían a gran velocidad.
Arrow (AMF)
-Bueno, parece que conoces las bases del juego. ¿Que tal si subimos un poco el nivel, Mercader? Y sigo esperando a que me des un nombre... Mercader es demasiado conocido. Así que... ¿Cual será vuestro nombre, hombre de negocios? Yo soy el Señor Naranja.
Al acabar su frase, Kaín se lanzó directo contra su enemigo utilizando su Burs que, combinado con sus botas de Hermes, alcanzaba una velocidad superior al Soru básico. A esa aberrante velocidad, el cazador lanzó una patada directa contra el pecho de su enemigo sin detenerse, de modo que si intentaba agarrar su pierna, chocarían a gran velocidad.
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- Off:
- Lulz, tío, el azufre en si mismo no produce quemadura química, de hecho se amasa con las manos cuando se trabaja con el, lo que produce quemadura química son sus compuestos (como los ácidos sulfhídrico y sulfúrico), así que tu ataque, aparte del calor del azufre líquido, no hace nada :Entiendo:
Kaín pudo ver, gracias a su haki, las intenciones reales del Mercader. Algo ofendido por el comentario que había hecho, y por el que fuera a lanzar un ataque con lo que sin duda parecía una akuma no mi, el Señor Naranja decidió que aquella sustancia anaranjada debía de ser algún tipo de elemento químico y que, de entrar en contacto con su piel, sería fatal para el.
Por suerte, el ataque de su enemigo tenía una fácil solución. Kaín entró en un parpadeo al nivel tres de su forma híbrida. Le creció un segundo par de brazos bajo los primeros, alas en la espalda, antenas en la frente, dos poderosas pinzas en las mandíbulas y todo su cuerpo se recubrió de un denso exoesqueleto de un tono rojizo muy oscuro, casi negro.
Su enemigo, lejos de dañar los hombros del cazador, lo agarró para que no pudiera escapar y el azufre líquido le salpicó todo el cuerpo. Pero el exoesqueleto de hormiga de Kaín era inmune al calor, por lo que la elevada temperatura del azufre líquido supuso nada para el y, dado que el azufre en sí no produce quemadura química (al contrario que algunos de sus compuestos), el ataque del Mercader se tornó en poco más que un baño de líquido anaranjado que, eso si, destruyó parte de los ropajes de Kaín en las zonas en las que le cayó, dejando al descubierto su exoesqueleto en el pecho, brazos y muslos. Sin perder un instante, Kaín agarró con sus dos brazos superiores los brazos del Mercader y, con una sonrisa, tiró del hombre hacia sí mismo mientras, con su segundo par de brazos, descargaba primero una rápida sucesión de puñetazos al estómago y pecho y remataba con dos ganchos, uno dirigido a la boca del estómago y otro a la barbilla, sin soltar en ningún momento a su enemigo.
Destructive Flow (AF) (Haki Armadura 1)
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El cazador al fin reconoció a que se enfrentaba, por su característico olor. ¡Era azufre! La defensa de su enemigo a su vez añadió más azufre plástico a su atado cuerpo, mucho de este salpicando su cara. Por suerte, su máscara de galeno bloqueó el azufre que iba dirigido a su nariz y boca, pues el ataque venía desde una altitud ligeramente superior y hacía efecto paraguas. Una vez más, el haki observación le salvó la vida, advirtiéndole de lo que pretendía hacer su adversario. Antes de que comenzara a emanar vapores tóxicos, respiró muy profundamente por sus dos sistemas respiratorios, para poder aguantar la respiración lo máximo posible y, en cuanto el Mercader comenzó a emanar gases tóxicos, Kaín se puso serio.
La temperatura de todo su cuerpo ascendió de golpe hasta los 150 grados, sus Cestus de Nemea adoptaron su forma de bocas de león y comenzaron a escupir fuego azul (a una temperatura mucho mayor de lo normal) que comenzó a recubrir su cuerpo y a lamer el plástico por fuera mientras la elevada temperatura del cuerpo de Kaín lo ablandaba por dentro. Por si no fuera suficiente, utilizó su otro ámbito del camino del dragón para rodear su cuerpo (por fuera de las lenguas de fuego) de un tornado de vientos huracanados que alejaron el gas tóxico de su cuerpo. Mientras realizaba todo eso (que no requería de movimiento alguno), haciendo gala de su asombrosa fuerza en forma híbrida (capaz de levantar más de siete toneladas) se zafó del agarre de su enemigo (que si no apartaba la mano se la quemaría tanto en la palma por la elevada temperatura como por el fuego azul) y retrocedió de un salto una distancia mucho menor de la que podría haber recorrido en condiciones normales, pero aun así respetable. Una vez alejado de su enemigo y protegido de sus vapores tóxicos por el viento huracanado, el cazador volvió a respirar con normalidad y a arrancarse el azufre plástico a pura fuerza bruta pues, aunque era un material muy elástico y resistente, el calor constante que se le estaba aplicando por ambos lados lo ablandaba y lo acercaba de nuevo al estado líquido, facilitando que el fortísimo cazador se librase de el y lo lanzara a un lado.
-Eso ha sido harto peligroso, amigo Mercader. Más que suficiente para pasar el examen de acceso. Felicidades... Y bienvenido al Proyecto Amanecer. Por ahora deberías dedicarte a continuar con tus asuntos y amasar poder e influencia. Cuando empecemos a movernos, alguien se pondrá en contacto contigo... Y sigues necesitando un nombre en clave, Mercader.- Añadió Kaín con una sonrisa amigable en su rostro. Aquel hombre le caía bien.
La temperatura de todo su cuerpo ascendió de golpe hasta los 150 grados, sus Cestus de Nemea adoptaron su forma de bocas de león y comenzaron a escupir fuego azul (a una temperatura mucho mayor de lo normal) que comenzó a recubrir su cuerpo y a lamer el plástico por fuera mientras la elevada temperatura del cuerpo de Kaín lo ablandaba por dentro. Por si no fuera suficiente, utilizó su otro ámbito del camino del dragón para rodear su cuerpo (por fuera de las lenguas de fuego) de un tornado de vientos huracanados que alejaron el gas tóxico de su cuerpo. Mientras realizaba todo eso (que no requería de movimiento alguno), haciendo gala de su asombrosa fuerza en forma híbrida (capaz de levantar más de siete toneladas) se zafó del agarre de su enemigo (que si no apartaba la mano se la quemaría tanto en la palma por la elevada temperatura como por el fuego azul) y retrocedió de un salto una distancia mucho menor de la que podría haber recorrido en condiciones normales, pero aun así respetable. Una vez alejado de su enemigo y protegido de sus vapores tóxicos por el viento huracanado, el cazador volvió a respirar con normalidad y a arrancarse el azufre plástico a pura fuerza bruta pues, aunque era un material muy elástico y resistente, el calor constante que se le estaba aplicando por ambos lados lo ablandaba y lo acercaba de nuevo al estado líquido, facilitando que el fortísimo cazador se librase de el y lo lanzara a un lado.
-Eso ha sido harto peligroso, amigo Mercader. Más que suficiente para pasar el examen de acceso. Felicidades... Y bienvenido al Proyecto Amanecer. Por ahora deberías dedicarte a continuar con tus asuntos y amasar poder e influencia. Cuando empecemos a movernos, alguien se pondrá en contacto contigo... Y sigues necesitando un nombre en clave, Mercader.- Añadió Kaín con una sonrisa amigable en su rostro. Aquel hombre le caía bien.
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