Este reto consiste en vencer al dueño de la isla. Por ser una conquista los datos que tendrás de dicho dueño serán muy limitados y tú deberás no solo llegar hasta él si no que también deberás averiguar su modo de combate y sus habilidades mientras luchas.
Isla: Dressrosa
Dueño: Gobierno Mundial (Probablemente tras la conquista se deba celebrar un reto obligatorio contra un Marine de Rango al menos capitán). Concretamente aquí reside la Familia Doflamingo (Tal vez el legendario Sanxopansa se digne).
Reglas:
-Las heridas ocurridas durante el reto se verán reflejadas en el usuario, pero la muerte es voluntaria.
-En caso de ser derrotado el usuario no podrá optar a conquistar esta isla hasta pasados 3 meses.
-El destino del dueño de la isla queda a elección del usuario.
-No hay saltos de turno.
-Se deberá cumplir con el modo de conquista solicitado.
¡Mucha Suerte!
Isla: Dressrosa
Dueño: Gobierno Mundial (Probablemente tras la conquista se deba celebrar un reto obligatorio contra un Marine de Rango al menos capitán). Concretamente aquí reside la Familia Doflamingo (Tal vez el legendario Sanxopansa se digne).
Reglas:
-Las heridas ocurridas durante el reto se verán reflejadas en el usuario, pero la muerte es voluntaria.
-En caso de ser derrotado el usuario no podrá optar a conquistar esta isla hasta pasados 3 meses.
-El destino del dueño de la isla queda a elección del usuario.
-No hay saltos de turno.
-Se deberá cumplir con el modo de conquista solicitado.
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Características
fuerza
Fortaleza
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Agilidad
Destreza
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Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La famosa isla de Desrossa, una isla muy rica en multitud de sentidos, desde el más simple, el monetario, hasta el más complejo, el cultural. La cultura de dicha isla siempre me había tenido conquistado en mi corazón... mujeres llenas de ardiente pasión, deliciosas comidas exclusivas del lugar, una de las historias más interesantes de todas las islas existentes, gladiadores, y seres peculiares como esos famosísimos peces toro.
Independientemente de mi oculta relación con el lugar, esa isla tenía unos ingredientes perfectos para alguien como yo, casi podría decir que si yo mismo fuese una isla, lo más parecido que saldría a mi sería esta isla... es por ello que en cierto modo la sentía muy cercana a mi siempre. Era una isla que siempre había deseado tener para mi, aunque no como algo absolutista, no quería ser un dueño y regidor absoluto, lo único que deseaba era mejorarla y poder hacer de este lugar, la mejor isla de todo el mundo. Un pequeño sueño egoísta en cierto modo al fin y al cabo.
Pero hoy decidí hacerlo, internarme en la isla para tomar el poder. Quizás era algo muy precipitado, y más yendo yo solo, sin nadie más, pero era una misión tan arriesgada que no quería poner a nadie más que a mi mismo en peligro. Así pues, en esta fresca noche llegué a Acaica, una ciudad portuaria bastante famosa, probablemente la más famosa de la isla. Allí podía observar a varios pescadores yéndose a sus casas ya, algunos locales con luces tenues donde las personas paraban a tomar algo, sin embargo era diferente a todas esas tabernas que imperan en cada una de las islas que visité y eran pobladas, en aquellas tabernas te sentabas, bebías, hablabas con el que tenías en frente o al lado, y poco más, quizás alguna pelea o algún valiente alzando la voz jurando algo a todos los presentes. Sin embargo, en estos sitios de Dessrosa, era diferente, en muchos locales había música, que para sorpresa de muchos, lo suelen hacer gratis, ya que son los mismos clientes quienes se animan a ello para amenizar la noche e interactuar con toda la clientela y según pude escuchar desde mi localización acababa de terminar una mujer con una gran voz. ¿Quién sería el siguiente en subir?
Alguno se preguntará como llegué al lugar, pues no lo hice muy evidente, y esto tiene una fácil respuesta, en una botella de alcohol. Me había introducido hace ya mucho, en alta mar para ser más concreto, cayendo desde el lomo de Simurgh en el cielo en la forma líquida a un barco que parecía ir hacia Dessrosa, y colándome en una botella vacía y escondida. Una vez llegado a puerto solo tuve que arrastrarme por el suelo hasta llegar a un lugar sombrío donde volver a mi forma humana cubierta con una capucha bien amplia, desde donde pude oír todo el espectáculo que había armado en la pequeña taberna tan cálida.
Finalmente entré sigilosamente a pesar de saber que llamaría la atención si no fuese porque alguien acababa de subir a un mini escenario junto a dos personas más, un trío de hombres vestidos de negro y con guitarras, pero sin duda, el que más destacaba era el del centro, con una coleta y una mirada llena de determinación y con cierto aire salvaje.
- Creo que me quedaré a ver el espectáculo.- Pensé con una ligera sonrisa sentándome en una silla del final.
La canción comenzó, y me trajo nostálgicos recuerdos de mi etapa musical, esta se trataba de mis comienzos como pirata, en los cuales siempre iba tocando la guitarra. En estos recuerdos aparecía Mihasy, o como era conocido en aquella etapa, Kureiji ... esto en cierto modo me hizo esbozar una sonrisa extraña, mezcla de felicidad y amargura por no estar junto a mi gran amigo, probablemente el mejor amigo que tuve en mi vida, siempre dispuesto a pelear junto a mi y a gastarme bromas cuando bajaba la guardia. A él le gustaba mi música a pesar de que nunca pude superar a ningún músico profesional, en cierto modo se me daba bien para ser un mero aficionado, la verdad, y esta canción me estaba trayendo esos recuerdos, me gustaba como sonaba la voz de ese hombre y como tocaba, desprendía con sus letras lo mismo que aparentaba con su mirada determinante y salvaje, un hombre de verdad como pocos los hay a día de hoy ya.
Para mi sorpresa, en medio del transcurso de la canción, un hombre empezó a atacar a una mujer, o más bien a amenazarla frente a otro hombre. Me preguntaba si debía actuar o no, ya que quería reventar a ese tipo ahora mismo, pero tampoco quería llamar la atención, sin embargo no haría falta que siguiese pensando mucho más, ya que había otra persona que se iba a encargar de esto. El guitarrista de coleta comenzaba a andar por la barra del bar sin parar de tocar, algo que al principio me extrañó pero pronto pude entender, se estaba dirigiendo hasta el hombre que amenazaba a la mujer. Y en pocos segundos ¡Zas! Lo dejó inconsciente ahí en medio de un solo golpe, asombroso que hiciera esto sin dejar de tocar.
El público reaccionó con aplausos y vítores de alegría, y no era para menos, lo merecía. El guitarrista y vocalista, sin detenerse tras su heroica actuación, continuó la canción sin frenar, era un hombre digno de mi admiración al que me gustaría conocer, y si pelea tan bien como parece, lo quisiera en mi banda inmediatamente, creo que nunca jamás vi a un músico de semejante talento y que me gustase tanto.
Finalmente el grupo dejó de tocar una vez finalizada la canción y con dificultad frenaba mis ganas de aplaudir vivamente a estos hombres, no quería llamar la atención. Sin embargo, algo extraño estaba sucediendo, pues nadie más aplaudía en el lugar, y casi podía respirar un ambiente muy tenso en el local, y entonces, un aplauso lento comenzó a sonar en el local, ante el cual todos reaccionaron con miradas nerviosas y preocupantes, mirándose entre ellos o al suelo de manera tímida. ¿Qué diablos estaba ocurriendo allí?
Independientemente de mi oculta relación con el lugar, esa isla tenía unos ingredientes perfectos para alguien como yo, casi podría decir que si yo mismo fuese una isla, lo más parecido que saldría a mi sería esta isla... es por ello que en cierto modo la sentía muy cercana a mi siempre. Era una isla que siempre había deseado tener para mi, aunque no como algo absolutista, no quería ser un dueño y regidor absoluto, lo único que deseaba era mejorarla y poder hacer de este lugar, la mejor isla de todo el mundo. Un pequeño sueño egoísta en cierto modo al fin y al cabo.
Pero hoy decidí hacerlo, internarme en la isla para tomar el poder. Quizás era algo muy precipitado, y más yendo yo solo, sin nadie más, pero era una misión tan arriesgada que no quería poner a nadie más que a mi mismo en peligro. Así pues, en esta fresca noche llegué a Acaica, una ciudad portuaria bastante famosa, probablemente la más famosa de la isla. Allí podía observar a varios pescadores yéndose a sus casas ya, algunos locales con luces tenues donde las personas paraban a tomar algo, sin embargo era diferente a todas esas tabernas que imperan en cada una de las islas que visité y eran pobladas, en aquellas tabernas te sentabas, bebías, hablabas con el que tenías en frente o al lado, y poco más, quizás alguna pelea o algún valiente alzando la voz jurando algo a todos los presentes. Sin embargo, en estos sitios de Dessrosa, era diferente, en muchos locales había música, que para sorpresa de muchos, lo suelen hacer gratis, ya que son los mismos clientes quienes se animan a ello para amenizar la noche e interactuar con toda la clientela y según pude escuchar desde mi localización acababa de terminar una mujer con una gran voz. ¿Quién sería el siguiente en subir?
Alguno se preguntará como llegué al lugar, pues no lo hice muy evidente, y esto tiene una fácil respuesta, en una botella de alcohol. Me había introducido hace ya mucho, en alta mar para ser más concreto, cayendo desde el lomo de Simurgh en el cielo en la forma líquida a un barco que parecía ir hacia Dessrosa, y colándome en una botella vacía y escondida. Una vez llegado a puerto solo tuve que arrastrarme por el suelo hasta llegar a un lugar sombrío donde volver a mi forma humana cubierta con una capucha bien amplia, desde donde pude oír todo el espectáculo que había armado en la pequeña taberna tan cálida.
Finalmente entré sigilosamente a pesar de saber que llamaría la atención si no fuese porque alguien acababa de subir a un mini escenario junto a dos personas más, un trío de hombres vestidos de negro y con guitarras, pero sin duda, el que más destacaba era el del centro, con una coleta y una mirada llena de determinación y con cierto aire salvaje.
- Creo que me quedaré a ver el espectáculo.- Pensé con una ligera sonrisa sentándome en una silla del final.
La canción comenzó, y me trajo nostálgicos recuerdos de mi etapa musical, esta se trataba de mis comienzos como pirata, en los cuales siempre iba tocando la guitarra. En estos recuerdos aparecía Mihasy, o como era conocido en aquella etapa, Kureiji ... esto en cierto modo me hizo esbozar una sonrisa extraña, mezcla de felicidad y amargura por no estar junto a mi gran amigo, probablemente el mejor amigo que tuve en mi vida, siempre dispuesto a pelear junto a mi y a gastarme bromas cuando bajaba la guardia. A él le gustaba mi música a pesar de que nunca pude superar a ningún músico profesional, en cierto modo se me daba bien para ser un mero aficionado, la verdad, y esta canción me estaba trayendo esos recuerdos, me gustaba como sonaba la voz de ese hombre y como tocaba, desprendía con sus letras lo mismo que aparentaba con su mirada determinante y salvaje, un hombre de verdad como pocos los hay a día de hoy ya.
Para mi sorpresa, en medio del transcurso de la canción, un hombre empezó a atacar a una mujer, o más bien a amenazarla frente a otro hombre. Me preguntaba si debía actuar o no, ya que quería reventar a ese tipo ahora mismo, pero tampoco quería llamar la atención, sin embargo no haría falta que siguiese pensando mucho más, ya que había otra persona que se iba a encargar de esto. El guitarrista de coleta comenzaba a andar por la barra del bar sin parar de tocar, algo que al principio me extrañó pero pronto pude entender, se estaba dirigiendo hasta el hombre que amenazaba a la mujer. Y en pocos segundos ¡Zas! Lo dejó inconsciente ahí en medio de un solo golpe, asombroso que hiciera esto sin dejar de tocar.
El público reaccionó con aplausos y vítores de alegría, y no era para menos, lo merecía. El guitarrista y vocalista, sin detenerse tras su heroica actuación, continuó la canción sin frenar, era un hombre digno de mi admiración al que me gustaría conocer, y si pelea tan bien como parece, lo quisiera en mi banda inmediatamente, creo que nunca jamás vi a un músico de semejante talento y que me gustase tanto.
Finalmente el grupo dejó de tocar una vez finalizada la canción y con dificultad frenaba mis ganas de aplaudir vivamente a estos hombres, no quería llamar la atención. Sin embargo, algo extraño estaba sucediendo, pues nadie más aplaudía en el lugar, y casi podía respirar un ambiente muy tenso en el local, y entonces, un aplauso lento comenzó a sonar en el local, ante el cual todos reaccionaron con miradas nerviosas y preocupantes, mirándose entre ellos o al suelo de manera tímida. ¿Qué diablos estaba ocurriendo allí?
-Señoras y señores- dice el hombre de la guitarra, con voz algo queda y un marcado acento latino-. Les Agradesco que nos hayan acompañado esta noche, pero temo ahora ha llegado la mafia del Vestido Rosa. Me gustaría haser el amor con cada señorita, pero esta noche debo resolver otros temas.
Tras escuchar eso, puedes ver cómo el hombre se pone un sombrero y una capa, y comienza a caminar mientras se dirige a la puerta, donde más de 5 okamas, todos vestidos de rosa y con lentejuelas lo esperan con cara de malos amigos (de esos que tu madre dice "Si te pegan no lo son"), y salen todos a la calle.
Se comienzan a escuchar ruidos, pero nadie hace nada más que mirar hacia la puerta, ahora cerrada, esperando que los golpes cesen. Se oye algún que otro chasquido, y gritos afeminados, aunque otros tienen tanta virilidad que casi te hacen replantear tu orientación sexual.
-¡¡¡Yo soy el Sorro!!!- oyes ahí fuera-. Temed, malditas mujeres poco atractivas. ¡Temed la ira de Tony Flags!
Esto empieza a rozar lo ridículo. Tal vez deberías salir y ayudar al hombre, o pedirte una copa. Tú verás.
Tras escuchar eso, puedes ver cómo el hombre se pone un sombrero y una capa, y comienza a caminar mientras se dirige a la puerta, donde más de 5 okamas, todos vestidos de rosa y con lentejuelas lo esperan con cara de malos amigos (de esos que tu madre dice "Si te pegan no lo son"), y salen todos a la calle.
Se comienzan a escuchar ruidos, pero nadie hace nada más que mirar hacia la puerta, ahora cerrada, esperando que los golpes cesen. Se oye algún que otro chasquido, y gritos afeminados, aunque otros tienen tanta virilidad que casi te hacen replantear tu orientación sexual.
-¡¡¡Yo soy el Sorro!!!- oyes ahí fuera-. Temed, malditas mujeres poco atractivas. ¡Temed la ira de Tony Flags!
Esto empieza a rozar lo ridículo. Tal vez deberías salir y ayudar al hombre, o pedirte una copa. Tú verás.
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La tensión inundaba el lugar, dando una sensación incómoda y que contrastaba con lo que había hacía a penas unos segundos. El guitarrista había mencionado una mafia y salido hacia fuera, donde al parecer unas personas estaban esperándole.
Esto me hubiese parecido algo normal si no fuese porque toda la sala estaba en silencio, esa mafia debía de ser autoritaria e importante como para imponer a todo el lugar semejante respeto y temor llevados de la mano ¿Y qué pintaba ese guitarrista? ¿Era uno de ellos o todo lo contrario? Pronto lo adiviné.
Golpes, gritos variopintos, caídas en el suelo, y diversos sonidos llegaban hasta mis oídos claramente, por lo que sin dudarlo un solo segundo me giré al camarero señalandole una botella de alcohol que conocía perfectamente, ya que tenía fama de provocar un calor extremo en todo tu cuerpo nada más ingerirla acompañado de un soberbio embriagamiento.
- Gracias jefe... tome aquí unas monedas de más para pagar este gran trago- Dije al tiempo que me bebía un largo buche y soltaba las monedas en la mesa.
El alcohol no iba a ser capaz de emborracharme bajo ningún concepto fuese tan fuerte como fuese, si lo tomaba era por el calor que trasmitía, me gustaba arder como el fuego con cada batalla, y si aquí cerca se llevaba a cabo una y podía intervenir, la iba a disfrutar ciento de veces más.
Sin más dilación dejé la botella en la barra y comencé a andar hacia la puerta abriendola de manera rápida pero sin brusquedad, lo suficiente como para salir rápido sin necesidad de golpes bruscos. Necesitaba saber que estaba ocurriendo en este lugar ahora mismo, ese guitarrista me había caído bien y no quería que sufriera una paliza ahora.
Esto me hubiese parecido algo normal si no fuese porque toda la sala estaba en silencio, esa mafia debía de ser autoritaria e importante como para imponer a todo el lugar semejante respeto y temor llevados de la mano ¿Y qué pintaba ese guitarrista? ¿Era uno de ellos o todo lo contrario? Pronto lo adiviné.
Golpes, gritos variopintos, caídas en el suelo, y diversos sonidos llegaban hasta mis oídos claramente, por lo que sin dudarlo un solo segundo me giré al camarero señalandole una botella de alcohol que conocía perfectamente, ya que tenía fama de provocar un calor extremo en todo tu cuerpo nada más ingerirla acompañado de un soberbio embriagamiento.
- Gracias jefe... tome aquí unas monedas de más para pagar este gran trago- Dije al tiempo que me bebía un largo buche y soltaba las monedas en la mesa.
El alcohol no iba a ser capaz de emborracharme bajo ningún concepto fuese tan fuerte como fuese, si lo tomaba era por el calor que trasmitía, me gustaba arder como el fuego con cada batalla, y si aquí cerca se llevaba a cabo una y podía intervenir, la iba a disfrutar ciento de veces más.
Sin más dilación dejé la botella en la barra y comencé a andar hacia la puerta abriendola de manera rápida pero sin brusquedad, lo suficiente como para salir rápido sin necesidad de golpes bruscos. Necesitaba saber que estaba ocurriendo en este lugar ahora mismo, ese guitarrista me había caído bien y no quería que sufriera una paliza ahora.
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