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Este reto consiste en vencer al rey de la isla. Por ser una conquista los datos que tendrán de dicho dueño serán muy limitados y ustedes deberán no solo llegar hasta él si no que también averiguar su modo de combate y sus habilidades mientras luchan.
Isla: Hallstat.
Dueño: Descendiente de la familia Krastov.
Reglas:
-Las heridas ocurridas durante el reto se verán reflejadas en el usuario, pero la muerte es voluntaria.
-En caso de ser derrotado el usuario no podrá optar a conquistar esta isla hasta pasados 3 meses.
-El destino del dueño de la isla queda a elección del usuario.
-No hay saltos de turno.
-Se deberá cumplir con el modo de conquista solicitado.
¡Suerte, y espero se diviertan!
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-Las heridas ocurridas durante el reto se verán reflejadas en el usuario, pero la muerte es voluntaria.
-En caso de ser derrotado el usuario no podrá optar a conquistar esta isla hasta pasados 3 meses.
-El destino del dueño de la isla queda a elección del usuario.
-No hay saltos de turno.
-Se deberá cumplir con el modo de conquista solicitado.
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Derian Markov
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Los tres navíos avanzaban por las aguas del North Blue. Por precaución, no exhibían aun ninguna clase de bandera ni insignia, a petición de Derian a Meneror. La flota era un poco variopinta, mientras uno de los navíos era un mercante reconvertido para la piratería, otro era un antiguo barco marine. El buque insignia difería a su vez con los otros dos. Era un barco pirata con un mascarón de proa en forma de cocodrilo, en forma de concesión al respeto que sentía "Il Bianco" por un antiguo pirata de la Gran Era de la Piratería, hacía ya siglo y medio: Cocodrilo. A Derian esas cosas le daban un poco igual, pero lamentaba que su aliado no hubiese escogido un mascarón más discreto o un poco menos reconocible. Contar con el factor sorpresa sería una ventaja a la hora de adelantarse a los movimientos de las tropas de los Krastov. Por otro lado, entrar por todo lo alto en su reino sería una buena manera de marcar territorio, por así decirlo. Dejarle las cosas claras a los Krastov y tal vez incluso de aquella manera llamar la atención de sus rivales político. Aliarse con otros nobles sería una buena estrategia.
- Drake... llama a todos a cubierta - dijo el noble, con una expresión extraña... casi podría decirse que hasta melancólica, si es que aquel hombre tenía aquella clase de sentimientos - Hemos llegado a casa.
Ante ellos se alzaba una bahía bordeada por colinas, en el interior de la cual se alzaba una hermosa ciudad costera. Se trataba de la ciudad y baronía de Veris, regentada por los barones del mismo nombre. No era extraño que ciudades o territorios enteros tuvieran el mismo nombre que la familia que los poseía. Al fin y al cabo, el castillo principal de los Markov se llamaba Markovia. Y hablando de los Markov, era hora de convocar a su familia. Primos, tíos y todo pariente que poseyese alguna manera de contribuir a la guerra, ya fuese aportando hombres y fortalezas o simplemente oro. Por suerte para él, era el único que había perdido sus tierras. El condado había pasado a otro, pero algunas baronías pertenecientes a este aun debían ser de miembros de su familia. No estaba seguro del todo de ello, pero no había recibido ninguna noticia que dijera lo contrario en su anterior visita al reino.
- Ha llegado la hora de tomar lo que es mío por derecho - dijo, sacando su botella de sangre.
Sacó el corcho y dio un largo trago, observando la costa. Pronto llegarían a puerto. Sería conveniente que alguien hiciera de mensajero y se adelantase a los barcos para ir a avisar a la ciudad. Y se le ocurría la persona perfecta. para ello. No era el mejor diplomático del mundo... pero podría ir volando. Podría ir él mismo, pero como noble que era debía guardar las apariencias. No iba a ir a anunciarse a él mismo. El protocolo dictaba que como noble de mayor graduación que el barón de Veris debería anunciarse a sí mismo para que el otro se presentase ante él para recibirle. Rebajarse a presentarse él ante los otros sería un signo de debilidad.
- De paso que les avisas, dile a Alex que tengo un encargo para él. Debe ir a la ciudad y anunciar al barón que hemos llegado y solicito su presencia en el puerto.
- Drake... llama a todos a cubierta - dijo el noble, con una expresión extraña... casi podría decirse que hasta melancólica, si es que aquel hombre tenía aquella clase de sentimientos - Hemos llegado a casa.
Ante ellos se alzaba una bahía bordeada por colinas, en el interior de la cual se alzaba una hermosa ciudad costera. Se trataba de la ciudad y baronía de Veris, regentada por los barones del mismo nombre. No era extraño que ciudades o territorios enteros tuvieran el mismo nombre que la familia que los poseía. Al fin y al cabo, el castillo principal de los Markov se llamaba Markovia. Y hablando de los Markov, era hora de convocar a su familia. Primos, tíos y todo pariente que poseyese alguna manera de contribuir a la guerra, ya fuese aportando hombres y fortalezas o simplemente oro. Por suerte para él, era el único que había perdido sus tierras. El condado había pasado a otro, pero algunas baronías pertenecientes a este aun debían ser de miembros de su familia. No estaba seguro del todo de ello, pero no había recibido ninguna noticia que dijera lo contrario en su anterior visita al reino.
- Ha llegado la hora de tomar lo que es mío por derecho - dijo, sacando su botella de sangre.
Sacó el corcho y dio un largo trago, observando la costa. Pronto llegarían a puerto. Sería conveniente que alguien hiciera de mensajero y se adelantase a los barcos para ir a avisar a la ciudad. Y se le ocurría la persona perfecta. para ello. No era el mejor diplomático del mundo... pero podría ir volando. Podría ir él mismo, pero como noble que era debía guardar las apariencias. No iba a ir a anunciarse a él mismo. El protocolo dictaba que como noble de mayor graduación que el barón de Veris debería anunciarse a sí mismo para que el otro se presentase ante él para recibirle. Rebajarse a presentarse él ante los otros sería un signo de debilidad.
- De paso que les avisas, dile a Alex que tengo un encargo para él. Debe ir a la ciudad y anunciar al barón que hemos llegado y solicito su presencia en el puerto.
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Akuma no mi
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Junto al noble se hallaba Drake, su mirada permanecía sonriente mientras observaba como estaban llegando. Su ojo derecho estaba cerrado y en él se podía ver una cicatriz que le traspasaba totalmente, aunque era un daño superficial y no le molestaba para ver. Su otro orbe estaba iluminado en un tono dorado, estaba ansioso por volver a aquella isla de nuevo, el lugar dónde se crió. Por una vez no iba casi desnudo, esta vez iba totalmente vestido. Portaba un poncho negro bastante largo, el cual le tapaba ambos brazos y le llegaba hasta las rodillas. Por debajo no llevaba nada, salvo su pantalón largo y unas sandalias. El pelo le había crecido un poco de forma pinchuda hacia los lados, sus dientes estaban afilados como de costumbre cuando sonreía. No disponía de la mano izquierda debido a su perdida en la batalla contra aquel tiburón de los Trilobites. No era algo que le importara por el momento, se bastaba con una sola pierna incluso para luchar, era lo que tenía ser un luchador experto. No llevaba ningún arma consigo y en la frente se podía ver una cinta roja que evitaba que el flequillo le diera en los ojos.
Permanecía callado escuchando al vampiro con una sonrisa ladeada, si se formaba una batalla estaría preparado, últimamente se pasaba la vida peleando. Por el momento no había encontrado ningún rival que igualase el poder monstruoso de Karl, todos con los que había luchado le habían parecido demasiado débiles. Encima Goru había muerto, eso también le había fastidiado mucho pues no podría tener su revancha contra él. Ahora su deber era informar al resto de aquel equipo, al parecer Derian contaba con algunos guerreros que colaborarían, no los veía necesarios. Pero su maestro tenía la palabra, conocía a uno de ellos, el peli verde con el que tuvo batallas interesantes en el pasado, esperaba que siguiera en plena forma. Los otros dos eran desconocidos para el chico, solo vio a uno en la capital del gobierno y durante unos escasos momentos. No tardó mucho en meterse al interior de aquel barco y empezó a caminar dejándose llevar por su olfato y haki para localizarlos con facilidad. Entró en la primera puerta que vio, en ella detectó al luchador de la velocidad, Midorima. Le daba igual la forma en la que estuviera, como si estaba dormido, elevó la voz hablándole. Se le notaba algo más serio que de costumbre.
- Es la hora socio, Lord Derian espera en cubierta. Prepárate para la fiesta y dirígete hacia allí.
Acto seguido salió de su camarote y pasó por otros dos dónde detectaba el olor de dos personas, su mantra le indicó que una parecía ser un usuario y de buen poder, seguramente Meneror. No tenía la suficiente confianza con él, de modo que decidió no entrar sin permiso y simplemente dio dos golpecitos a la puerta, lo raro es que lo hizo con la cabeza, le daba pereza sacar la mano. Una vez lo hizo esperó unos momentos para después alzar la voz avisando también a aquella persona que al parecer era un aliado del poderoso vampiro.
- A cubierta caballero, es la hora.
Otro más avisado, le estaba dando ya pereza, pero no quedaba otro remedio. El lobo blanco avanzaba despacio por el lugar manteniendo aquella mirada sádica en todo momento. Ahora detectó otra aura, esta debía de ser de ese tal Bleyd. Drake esta vez pegó con la pierna, pero estaba en su mundo, vamos que pensaba en otra cosa. De modo que no pudo controlar su fuerza y sin querer la echó abajo, una gotita de sudor cayó por su cabeza al ver lo que había hecho “Derian me va a matar”. Solo pudo pensar eso, después de unos momentos miró al chico de forma tranquila y le habló también.
- Hemos llegado, es hora de irnos. Lord Derian espera en cubierta… por cierto si preguntan di que la puerta se cayó sola…
Otro menos, ya solo quedaba uno, pero al menos se trataba de alguien con el que tenía mucha confianza. Pasó por la cocina y se quedó mirando la nevera del vampiro, Dios tuvo que pararlo por qué estuvo a punto de hacer una visita a ese precioso tesoro blanco con puerta. Consiguió controlarse con un esfuerzo sobrehumano y se dirigió a la estancia de Alex. Nada más entrar, abriendo la puerta con mucho cuidado esta vez, le dedicó una sonrisa bastante amable mientras le dirigía la palabra en un tono muy distinto al de los demás, bastante animado. No podía evitar comportarse así con aquel médico al que le tenía tanto aprecio.
- ¡Alex-kun! Deri quiere vernos en cubierta, ha llegado la hora. Además parece ser que tienes un encargo especial, debes ir a avisar al barón de que hemos llegado. Solicita tú presencia en el puerto también. Ah y antes de que se me olvide luego hablaremos a ver qué puedes hacer con esto tío.
Le dijo en último lugar sacando su brazo izquierdo, el cual estaba totalmente vendado y mostrándole que no tenía mano. Tal vez él tuviera alguna solución, ya había descartado la posibilidad de brazo cyborg, odiaba esas cosas. No le gustaba usar nada que no fuese suyo, de modo que esperaba algo que le regenerase como ocurrió ya en Jaya. Salió ahora a cubierta y se colocó al lado de Derian. Después de unos momentos sonrió amablemente mientras también le dirigía un tono amable a él.
- Todo listo maestro.
Permanecía callado escuchando al vampiro con una sonrisa ladeada, si se formaba una batalla estaría preparado, últimamente se pasaba la vida peleando. Por el momento no había encontrado ningún rival que igualase el poder monstruoso de Karl, todos con los que había luchado le habían parecido demasiado débiles. Encima Goru había muerto, eso también le había fastidiado mucho pues no podría tener su revancha contra él. Ahora su deber era informar al resto de aquel equipo, al parecer Derian contaba con algunos guerreros que colaborarían, no los veía necesarios. Pero su maestro tenía la palabra, conocía a uno de ellos, el peli verde con el que tuvo batallas interesantes en el pasado, esperaba que siguiera en plena forma. Los otros dos eran desconocidos para el chico, solo vio a uno en la capital del gobierno y durante unos escasos momentos. No tardó mucho en meterse al interior de aquel barco y empezó a caminar dejándose llevar por su olfato y haki para localizarlos con facilidad. Entró en la primera puerta que vio, en ella detectó al luchador de la velocidad, Midorima. Le daba igual la forma en la que estuviera, como si estaba dormido, elevó la voz hablándole. Se le notaba algo más serio que de costumbre.
- Es la hora socio, Lord Derian espera en cubierta. Prepárate para la fiesta y dirígete hacia allí.
Acto seguido salió de su camarote y pasó por otros dos dónde detectaba el olor de dos personas, su mantra le indicó que una parecía ser un usuario y de buen poder, seguramente Meneror. No tenía la suficiente confianza con él, de modo que decidió no entrar sin permiso y simplemente dio dos golpecitos a la puerta, lo raro es que lo hizo con la cabeza, le daba pereza sacar la mano. Una vez lo hizo esperó unos momentos para después alzar la voz avisando también a aquella persona que al parecer era un aliado del poderoso vampiro.
- A cubierta caballero, es la hora.
Otro más avisado, le estaba dando ya pereza, pero no quedaba otro remedio. El lobo blanco avanzaba despacio por el lugar manteniendo aquella mirada sádica en todo momento. Ahora detectó otra aura, esta debía de ser de ese tal Bleyd. Drake esta vez pegó con la pierna, pero estaba en su mundo, vamos que pensaba en otra cosa. De modo que no pudo controlar su fuerza y sin querer la echó abajo, una gotita de sudor cayó por su cabeza al ver lo que había hecho “Derian me va a matar”. Solo pudo pensar eso, después de unos momentos miró al chico de forma tranquila y le habló también.
- Hemos llegado, es hora de irnos. Lord Derian espera en cubierta… por cierto si preguntan di que la puerta se cayó sola…
Otro menos, ya solo quedaba uno, pero al menos se trataba de alguien con el que tenía mucha confianza. Pasó por la cocina y se quedó mirando la nevera del vampiro, Dios tuvo que pararlo por qué estuvo a punto de hacer una visita a ese precioso tesoro blanco con puerta. Consiguió controlarse con un esfuerzo sobrehumano y se dirigió a la estancia de Alex. Nada más entrar, abriendo la puerta con mucho cuidado esta vez, le dedicó una sonrisa bastante amable mientras le dirigía la palabra en un tono muy distinto al de los demás, bastante animado. No podía evitar comportarse así con aquel médico al que le tenía tanto aprecio.
- ¡Alex-kun! Deri quiere vernos en cubierta, ha llegado la hora. Además parece ser que tienes un encargo especial, debes ir a avisar al barón de que hemos llegado. Solicita tú presencia en el puerto también. Ah y antes de que se me olvide luego hablaremos a ver qué puedes hacer con esto tío.
Le dijo en último lugar sacando su brazo izquierdo, el cual estaba totalmente vendado y mostrándole que no tenía mano. Tal vez él tuviera alguna solución, ya había descartado la posibilidad de brazo cyborg, odiaba esas cosas. No le gustaba usar nada que no fuese suyo, de modo que esperaba algo que le regenerase como ocurrió ya en Jaya. Salió ahora a cubierta y se colocó al lado de Derian. Después de unos momentos sonrió amablemente mientras también le dirigía un tono amable a él.
- Todo listo maestro.
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Alex se levantó de la cama, con parsimonia. Estaba desnudo por completo, algo que no le importaba en absoluto. Lo único que no le gustaba era aquella cama. No era como la que tenía en el Vela de Plata, cómoda y blandita. Aquella era horriblemente incómoda. Maldita sea, ¿por qué Derian había tenido que perder su barco en la guerra? Puff... que asco. Por suerte, él tenía su propio barco ahora, pero no habían visto adecuado el que lo pudiera llevar. Vaya asco. Por suerte se había preparado para aquella guerra a la que iba. Agarró una mochila que había dejado apoyada al lado de la puerta y soltó un suspiro de desaprobación. Apenas tenía empanadillas para pasar el día, más le valía a Derian acabar pronto aquel conflicto.
En ese momento, escuchó una voz al otro lado de la puerta del camarote. Era Drake, que le indicó que debía hacer de mensajero. Empezaban a cargarlo de tareas, y ni siquiera había tenido tiempo para vestirse. Refunfuñando levemente, se dispuso a buscar su ropa en un pequeño armario en un lado del camarote. Allí había un bonito montón de ropa, desde un traje de etiqueta a su sudadera de plumas, pasando por todo tipo de camisas y camisetas. Se decidió por el traje, y se vistió con lentitud, soltando un leve bostezo. Después se rodeó con su capa-tapiz, que había tintado de negro para que al menos fuera menos hortera. Le daba pereza tener que hacer aquellas cosas tan banales como conquistar un reino.
- En fin... creo que después de esto me tomaré la libertad de tirarle una colmena a Derian en la cara. -murmuró mientras agarraba su bolsa. Se había planteado el llevar la lanza negra, pero había decidido que aquello sería demasiado extravagante y llamativo, sabiendo que la había robado de las arcas reales.
Salió a cubierta, pensando en cincuenta formas de matar a Derian por haberlo arrastrado a hacer aquello en medio de su hora de la siesta, pero ninguna le parecía lo suficientemente buena. Hizo un rápido saludo a su capitán y otro a Drake, y tras crujirse los nudillos con satisfacción, con el rostro totalmente inexpresivo, salió volando hacia el castillo del barón. En su forma intangible, era bastante sencillo pasar desapercibido, por lo que nadie se percató de su presencia hasta que aterrizó en la entrada de la fortaleza, con rostro sombrío.
- Vengo a ver al barón -dice, mientras el suelo empieza a llenarse con cloro. Los guardias empuñan nerviosos sus alabardas mientras el médico alza la mirada lentamente-. El conde Markov lo espera en el puerto. -sentencia, antes de hacerse completamente intangible. El médico espera que el barón sepa de su llegada, no le gustaría tener que matar a alguno de esos hombres.
En ese momento, escuchó una voz al otro lado de la puerta del camarote. Era Drake, que le indicó que debía hacer de mensajero. Empezaban a cargarlo de tareas, y ni siquiera había tenido tiempo para vestirse. Refunfuñando levemente, se dispuso a buscar su ropa en un pequeño armario en un lado del camarote. Allí había un bonito montón de ropa, desde un traje de etiqueta a su sudadera de plumas, pasando por todo tipo de camisas y camisetas. Se decidió por el traje, y se vistió con lentitud, soltando un leve bostezo. Después se rodeó con su capa-tapiz, que había tintado de negro para que al menos fuera menos hortera. Le daba pereza tener que hacer aquellas cosas tan banales como conquistar un reino.
- En fin... creo que después de esto me tomaré la libertad de tirarle una colmena a Derian en la cara. -murmuró mientras agarraba su bolsa. Se había planteado el llevar la lanza negra, pero había decidido que aquello sería demasiado extravagante y llamativo, sabiendo que la había robado de las arcas reales.
Salió a cubierta, pensando en cincuenta formas de matar a Derian por haberlo arrastrado a hacer aquello en medio de su hora de la siesta, pero ninguna le parecía lo suficientemente buena. Hizo un rápido saludo a su capitán y otro a Drake, y tras crujirse los nudillos con satisfacción, con el rostro totalmente inexpresivo, salió volando hacia el castillo del barón. En su forma intangible, era bastante sencillo pasar desapercibido, por lo que nadie se percató de su presencia hasta que aterrizó en la entrada de la fortaleza, con rostro sombrío.
- Aspecto:
- Vengo a ver al barón -dice, mientras el suelo empieza a llenarse con cloro. Los guardias empuñan nerviosos sus alabardas mientras el médico alza la mirada lentamente-. El conde Markov lo espera en el puerto. -sentencia, antes de hacerse completamente intangible. El médico espera que el barón sepa de su llegada, no le gustaría tener que matar a alguno de esos hombres.
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Todo era cuanto menos raro. No sabía el motivo por el que estaba aquí. No, se estaba mintiendo lo sabía a la perfección. Al perder contra el Shichibukai Derian Markov ahora le debía un favor. ¿Cuál? Todo indicaba que iban a conquistar una isla, una idea, que sonaba cuanto menos genial e interesante. Pegó un suspiro mientras notaba que Drake se acercaba, era imposible no reconocerlo, su presencia era cuanto menos aterradora. No tardó en llegar y decirle que era hora. Se levantó mientras movía su nueva pierna, una hecha por sus compañeros, Dexter y Death. Aún no se acostumbraba a tenerla aunque en sí, era bastante parecida a la anterior, esa que perdió en su batalla en Mariejoa. ¿Cuánto tiempo había pasado desde esa masacre? No lo sabía, tampoco le interesaba mucho, pero definitivamente sobrevivir fue casi un milagro.
Empezó a caminar por los pasillos del barco de otro de sus amigos, Meneror. Aquel extraño mafioso que lo ayudó en Sunaba, era divertido. Estaba con tres conocidos, increíblemente poderosos. Sonrió de forma tranquila mientras recordaba aquellas aventuras con ellos. Meneror fue su camarada en aquella isla del terror, lucharon codo a codo y podría decirse que eran amigos conectados por los puños, en cambio, con Drake la historia era algo diferente. Con él tenía un pequeño sentimiento de admiración, su forma de luchar era notable. Era divertido, con el chico lobo aquí se sentía mucho más seguro. Y ahora estaba el que sería por estos momentos, su capitán. Derian Markov, aquel Shichibukai increíblemente fuerte, aunque su forma de ser no le agradaba mucho, pero un favor era uno y lo iba a cumplir, así no le debería nada en un futuro y por qué no, quizás ganaría algo de esta nueva aventura.
No tardó mucho en llegar a la cubierta, ahí estaban Drake, Derian y un chico que no conocía, pero por su presencia, no sabía si sería más un estorbo que una ayuda. Se aguantó las ganas de decirle algo y “humillarlo” y simplemente se puso a un par de pasos a la izquierda del Shichibukai. Según sabía, la isla en la que estaba era Hallstat, que en un pasado estaba gobernada por la familia Markov. En pocas palabras, solo estaban recuperando lo que por derecho era de Derian. Guardó silencio mientras esperaba que el resto se moviera, incluso, esperando las órdenes del espadachín.
Empezó a caminar por los pasillos del barco de otro de sus amigos, Meneror. Aquel extraño mafioso que lo ayudó en Sunaba, era divertido. Estaba con tres conocidos, increíblemente poderosos. Sonrió de forma tranquila mientras recordaba aquellas aventuras con ellos. Meneror fue su camarada en aquella isla del terror, lucharon codo a codo y podría decirse que eran amigos conectados por los puños, en cambio, con Drake la historia era algo diferente. Con él tenía un pequeño sentimiento de admiración, su forma de luchar era notable. Era divertido, con el chico lobo aquí se sentía mucho más seguro. Y ahora estaba el que sería por estos momentos, su capitán. Derian Markov, aquel Shichibukai increíblemente fuerte, aunque su forma de ser no le agradaba mucho, pero un favor era uno y lo iba a cumplir, así no le debería nada en un futuro y por qué no, quizás ganaría algo de esta nueva aventura.
No tardó mucho en llegar a la cubierta, ahí estaban Drake, Derian y un chico que no conocía, pero por su presencia, no sabía si sería más un estorbo que una ayuda. Se aguantó las ganas de decirle algo y “humillarlo” y simplemente se puso a un par de pasos a la izquierda del Shichibukai. Según sabía, la isla en la que estaba era Hallstat, que en un pasado estaba gobernada por la familia Markov. En pocas palabras, solo estaban recuperando lo que por derecho era de Derian. Guardó silencio mientras esperaba que el resto se moviera, incluso, esperando las órdenes del espadachín.
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Avanzan junto a las flotas de Meneror, cuando de repente comienza a llover. A medida que se van acercando al puerto de Hallstat, las gotas son más gordas y cada vez más. ¿Siguen con ganas? ¿O se arrepintieron y quieren volver a casa?
- Alex:
- Uno de los guardias, por su aspecto el más fuerte, da un paso hacia delante. -Danos pruebas de que el Conde Markov está en camino. No aceptamos mentiras en esta isla - te dice, frunciendo el ceño, desafiante.
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Aquel tono desafiante crispó a Alex. ¿Qué clase de arrogante patán se atrevía siquiera a cuestionarlo? Se crujió los nudillos con fuerza, mientras daba un par de pasos hacia el guardia.
- ¿Crees acaso, pequeño imbécil, que me iba a levantar en mi hora de la siesta para venir aquí si el conde no estuviera presente? ¡¿Crees que iba a molestarme en vestirme y venir hasta aquí si no llega a ser porque el imbécil de Derian ha enviado a Drake a despertarme?! ¡¡¿CREES QUE TENGO PINTA DE ESTAR BROMEANDO?!! -el tono del médico había ido aumentando, a la par que se elevaba en el aire, para parecer más imponente. Estaba muy cabreado con aquel incompetente que ni siquiera había visto los tres enormes barcos que se acercaban por la costa. Porque no eran ni pequeños ni discretos. Hasta un imbécil retrasado mental con problemas para diferenciar la izquierda de la derecha podía verlo, ¿no? Es más, hasta un estúpido mono con retraso, un mono que se come sus piojos y que se mete el dedo en el culo para olerlo después podría ver aquellos tres enormes armatostes hortera en los que había viajado el último día y medio. Pero aquel guardia, demostrando su gran capacidad de elucubración no había podido llegar a la simple conclusión de que el conde de Markovia estaba allí y lo había enviado a anunciarlo-. Seguramente tu barón no debería hacer esperar al conde, antes de que se enfade. Nadie quiere ver a Derian enfadado, y tú no quieres que tu señor reciba a mi capitán enfadado por una negligencia tuya, ¿no?
Esperaba que con aquella simple frase hubiera bastado para poner en movimiento al imbécil del guardia, porque como no fuera así, iba a empezar a gasear a todo aquel que se pusiera en medio. Maldita sea, aquella era su hora de la siesta y acababan de estropeársela, y encima le tocaba aguantar a discapacitados mentales que no sabían ni hacer bien su trabajo. Maldita sea, siempre incompetentes. Miró una última vez al guardia y le dijo:
- Yo me voy al barco. Si el barón no ha aparecido en diez minutos frente a nosotros, volveré, y no seré tan amable. -dijo, con una mirada asesina.
Dicho esto, regresó volando hacia el barco, pasando previamente por la casa de un apicultor que había visto a la ida, y recogiendo un panal de abejas. Cuando llegó al barco, se lo lanzó con fuerza a Derian en la cabeza.
- ¡Eso por despertarme en mi hora de la siesta! -le gritó al vampiro. Un segundo más tarde añadió-. El barón ese vendrá en diez minutos, debe estar empolvándose la nariz. -tras eso, se acercó a la borda y se recostó, cerrando los ojos para recuperar el tiempo de siesta perdido.
- ¿Crees acaso, pequeño imbécil, que me iba a levantar en mi hora de la siesta para venir aquí si el conde no estuviera presente? ¡¿Crees que iba a molestarme en vestirme y venir hasta aquí si no llega a ser porque el imbécil de Derian ha enviado a Drake a despertarme?! ¡¡¿CREES QUE TENGO PINTA DE ESTAR BROMEANDO?!! -el tono del médico había ido aumentando, a la par que se elevaba en el aire, para parecer más imponente. Estaba muy cabreado con aquel incompetente que ni siquiera había visto los tres enormes barcos que se acercaban por la costa. Porque no eran ni pequeños ni discretos. Hasta un imbécil retrasado mental con problemas para diferenciar la izquierda de la derecha podía verlo, ¿no? Es más, hasta un estúpido mono con retraso, un mono que se come sus piojos y que se mete el dedo en el culo para olerlo después podría ver aquellos tres enormes armatostes hortera en los que había viajado el último día y medio. Pero aquel guardia, demostrando su gran capacidad de elucubración no había podido llegar a la simple conclusión de que el conde de Markovia estaba allí y lo había enviado a anunciarlo-. Seguramente tu barón no debería hacer esperar al conde, antes de que se enfade. Nadie quiere ver a Derian enfadado, y tú no quieres que tu señor reciba a mi capitán enfadado por una negligencia tuya, ¿no?
Esperaba que con aquella simple frase hubiera bastado para poner en movimiento al imbécil del guardia, porque como no fuera así, iba a empezar a gasear a todo aquel que se pusiera en medio. Maldita sea, aquella era su hora de la siesta y acababan de estropeársela, y encima le tocaba aguantar a discapacitados mentales que no sabían ni hacer bien su trabajo. Maldita sea, siempre incompetentes. Miró una última vez al guardia y le dijo:
- Yo me voy al barco. Si el barón no ha aparecido en diez minutos frente a nosotros, volveré, y no seré tan amable. -dijo, con una mirada asesina.
Dicho esto, regresó volando hacia el barco, pasando previamente por la casa de un apicultor que había visto a la ida, y recogiendo un panal de abejas. Cuando llegó al barco, se lo lanzó con fuerza a Derian en la cabeza.
- ¡Eso por despertarme en mi hora de la siesta! -le gritó al vampiro. Un segundo más tarde añadió-. El barón ese vendrá en diez minutos, debe estar empolvándose la nariz. -tras eso, se acercó a la borda y se recostó, cerrando los ojos para recuperar el tiempo de siesta perdido.
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Pronto tuvo a sus aliados junto a él. Midorima aguardaba en silencio, pero el mercenario al que había contratado soltó una parrafada un poco innecesaria. Si bien estaba de acuerdo con muchas de las cosas que había dicho, ni le había parecido que viniesen a cuento, ni estaba acostumbrado a que un guerrero a sueldo se dirigiese a él con esas confianzas. Giró la cabeza hacia él y le sostuvo la mirada con frialdad durante unos segundos, para luego ignorarlo y volver a girarse hacia la isla. Estaban ya entrando en la bahía, y podía ver una nube de gas verde avanzando a toda velocidad hacia la ciudad. Alex ya estaba en camino... perfecto. En ese caso tendría que ir haciendo los preparativos adecuados. Se acercó a uno de los hombres de Il Bianco. Llevaban con ellos una bandera de la casa Markov, que habían quedado en desplegar en cuanto llegasen a la isla.
- Alzad la bandera de mi familia. Que sepan de nuestra llegada - dijo, con una voz calmada y neutra.
El pirata asintió y comenzó a dar órdenes a gritos a los otros. Empezaron a alzar la enseña de su casa en el mástil. Complacido, el vampiro se giró hacia la costa y observó las verdes colinas de su tierra natal. Hallstat... al fin en casa de nuevo. Y esta vez, para quedarse. Una suave lluvia comenzó a caer a medida se acercaban a la isla. El clima del lugar, aunque desagradable para muchos visitantes, era hermoso para Derian. La perpetua y melancólica lluvia que bañaba su reino encajaba bien con su carácter frío y desapasionado. El agua mojó su rostro y su melena, como en una especie de caricia. Una agradable bienvenida para el vampiro. Cerró los ojos por un instante, para luego abrirlos de nuevo y girarse hacia sus hombres. Era hora de dar instrucciones:
- Bien... estáis todos. Meneror ha accedido a traernos hasta aquí, pero tras eso se marchará. Tiene asuntos en otro lado - entornó los ojos y los paseó por sus rostros - Una vez lleguemos a Hallstat, necesito a un voluntario para una misión de reconocimiento: uno de vosotros debe viajar a mis antiguas tierras de incógnito, y enterarse de quién es el nuevo conde. El resto nos aseguraremos la lealtad del barón de Veris. Si resulta ser un traidor... - hizo un gesto bastante significativo, llevándose el dedo índice al cuello.
Se acercaban a puerto. Pronto estarían allí, ya podía ver las calles de la ciudad y a las gentes recorriéndola. Sin embargo, algo distrajo su atención: una masa de gas verde que volaba directamente hacia su barco, ¿sujetando algo? Parecía que Alex venía de vuelta. Había vuelto pronto, eso debía implicar que le habían recibido rápido. Algo extraño si se tenía en cuenta la amada burocracia a la que se aferraban los nobles de ciudades mercantes como Veris. Para ver al Barón normalmente se hacía esperar al visitante un buen rato, a menos se que tratase de un personaje importante. "Pero a mi me recibirá... si quiere conservar la cabeza sobre los hombros, claro está." Alex le tiró una colmena a la cabeza, gritándole por despertarle de su siesta. Con un veloz movimiento, desenvainó a Vanator y golpeó la colmena con la parte de la hoja, bateándola al mar. había reaccionado rápido porque ya estaba acostumbrado a aquella afición del doctor de tirarle colmenas. Algunos de los insectos revoloteaban a su alrededor, intentando picarle. Su veneno no afectaba al vampiro, pero era molesto. Agarró a uno a pleno vuelo y lo espachurró entre sus dedos.
- Deber antes que ocio, doctor Cooper - dijo, en su habitual tono de voz, suave y frío - Pronto podréis tomaros todas las siestas que deseéis, en la cama más cómoda que pueda conseguirse.
Alex era la única persona a la que permitía aquella clase de salidas sin responderle. Además de Nat, claro. Pero el asesino había abandonado su tripulación hacía ya años. Una lástima. Hubiese sido terriblemente útil contar con su compañía y ayuda en aquella misión. Aplastó a otra abeja y envainó a Vanator. Pronto se reunirían con el barón, el cual sería el primer paso para comenzar la conquista.
- Preparaos, caballeros. Uniremos nuestras armas, puños y garras. Se cantarán canciones sobre nosotros en el futuro. La gloria nos espera - dijo, mientras una abeja intentaba colarse por su fosa nasal derecha.
- Alzad la bandera de mi familia. Que sepan de nuestra llegada - dijo, con una voz calmada y neutra.
El pirata asintió y comenzó a dar órdenes a gritos a los otros. Empezaron a alzar la enseña de su casa en el mástil. Complacido, el vampiro se giró hacia la costa y observó las verdes colinas de su tierra natal. Hallstat... al fin en casa de nuevo. Y esta vez, para quedarse. Una suave lluvia comenzó a caer a medida se acercaban a la isla. El clima del lugar, aunque desagradable para muchos visitantes, era hermoso para Derian. La perpetua y melancólica lluvia que bañaba su reino encajaba bien con su carácter frío y desapasionado. El agua mojó su rostro y su melena, como en una especie de caricia. Una agradable bienvenida para el vampiro. Cerró los ojos por un instante, para luego abrirlos de nuevo y girarse hacia sus hombres. Era hora de dar instrucciones:
- Bien... estáis todos. Meneror ha accedido a traernos hasta aquí, pero tras eso se marchará. Tiene asuntos en otro lado - entornó los ojos y los paseó por sus rostros - Una vez lleguemos a Hallstat, necesito a un voluntario para una misión de reconocimiento: uno de vosotros debe viajar a mis antiguas tierras de incógnito, y enterarse de quién es el nuevo conde. El resto nos aseguraremos la lealtad del barón de Veris. Si resulta ser un traidor... - hizo un gesto bastante significativo, llevándose el dedo índice al cuello.
Se acercaban a puerto. Pronto estarían allí, ya podía ver las calles de la ciudad y a las gentes recorriéndola. Sin embargo, algo distrajo su atención: una masa de gas verde que volaba directamente hacia su barco, ¿sujetando algo? Parecía que Alex venía de vuelta. Había vuelto pronto, eso debía implicar que le habían recibido rápido. Algo extraño si se tenía en cuenta la amada burocracia a la que se aferraban los nobles de ciudades mercantes como Veris. Para ver al Barón normalmente se hacía esperar al visitante un buen rato, a menos se que tratase de un personaje importante. "Pero a mi me recibirá... si quiere conservar la cabeza sobre los hombros, claro está." Alex le tiró una colmena a la cabeza, gritándole por despertarle de su siesta. Con un veloz movimiento, desenvainó a Vanator y golpeó la colmena con la parte de la hoja, bateándola al mar. había reaccionado rápido porque ya estaba acostumbrado a aquella afición del doctor de tirarle colmenas. Algunos de los insectos revoloteaban a su alrededor, intentando picarle. Su veneno no afectaba al vampiro, pero era molesto. Agarró a uno a pleno vuelo y lo espachurró entre sus dedos.
- Deber antes que ocio, doctor Cooper - dijo, en su habitual tono de voz, suave y frío - Pronto podréis tomaros todas las siestas que deseéis, en la cama más cómoda que pueda conseguirse.
Alex era la única persona a la que permitía aquella clase de salidas sin responderle. Además de Nat, claro. Pero el asesino había abandonado su tripulación hacía ya años. Una lástima. Hubiese sido terriblemente útil contar con su compañía y ayuda en aquella misión. Aplastó a otra abeja y envainó a Vanator. Pronto se reunirían con el barón, el cual sería el primer paso para comenzar la conquista.
- Preparaos, caballeros. Uniremos nuestras armas, puños y garras. Se cantarán canciones sobre nosotros en el futuro. La gloria nos espera - dijo, mientras una abeja intentaba colarse por su fosa nasal derecha.
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Los barcos se acercaban a la isla en calma, “Me pregunto si habrá alguna lucha interesante” pensaba mientras notaba que una suave lluvia empezaba a caer. No es que le gustara mucho, pero en ese sitio parecía estar bien, incluso como si fuera su esencia. “Eso explicaría la forma de ser de Derian” Estaba en silencio, el Shichibukai ordenó empezar a elevar las banderas de su familia. Seguramente, era para hacerse notar que ya habían llegado. Aunque ¿Qué clase de idiota subnormal no vería semejante flota? El mundo era grande y nunca se sabía con qué clase de persona se encontraría. Pegó un suspiro mientras escuchaba las órdenes de Derian, necesitaban a alguien para infiltrarse. Viajar a las antiguas tierras de su dominio y averiguar sobre quién era el nuevo conde. Si había alguien indicado, era él.
Observó como es que alguien le tiraba una colmena al Shichibukai, que con un rápido movimiento, hizo que cayera en el mar. No le dio mucha importancia y mientras los barcos seguían avanzando, fue que por primera vez elevó su voz, no sin antes toser un poco y darse un golpe pequeño en su pecho.
– Yo lo haré Derian. Yo seré el que se infiltre en tus tierras. Creo que soy el más indicado. – su tono fue fuerte y claro, pensó en decir algo más pero sabía que no debía hacerlo.
Avanzó un poco por la cubierta para moverse, mientras lo hacía, se estiraba. ¿Qué hacía ahí él? Estaba claro, devolviendo un favor ¿Era necesario? Sí, era un hombre de palabra. Había perdido y por lo mismo debía ayudar ¿Podría confiar en los otros dos tipos que estaban con el Shichibukai? No, solo confiaba en Drake y en su “capitán”. Inclusive, confiaba más en el chico lobo que en el espadachín. Caminó unos cuantos metros, para finalmente, quedar por delante del Shichibukai, en diagonal a su izquierda, apoyó una pierna en el barandal. La nueva aventura estaba por comenzar. Era la primera vez que lucharía codo con codo junto a Drake y a Derian ¿Qué tan fuertes eran en realidad? Pues lo iba a averiguar en unos momentos más. Era hora de la acción, su cuerpo lo sabía, sus ojos brillaron con fuerza mientras veía la isla.
A él no le interesaban las posibles riquezas que podría ganar. Midorima estaba ahí para ayudar, ser de apoyo, aportar con su fuerza. Aparte ¿Quién quería riquezas cuando había una nueva aventura ahí al frente de sus narices? Era estúpido pensarlo, aunque, al parecer todos los que estaban ahí buscaban algo. Sonrió de forma tranquila, recordó con ganas ese combate que tuvo con Derian. Al final, ni siquiera había sido capaz de hacerle desenvainar la Kokuto, que ahora que lo miraba bien ya no portaba. ¿La habría perdido? Una espada como esa no se puede perder… ”Eso no te importa, solo concéntrate, idiota” se dijo así mismo. Últimamente se distraía con cosas tan obvias que le daban rabia ¿Qué le estaba pasando? No tenía ni la menor idea, pero se notaba distinto, y seguramente fue por aquella guerra… No, aquella estúpida masacre en Mariejoa lo había cambiado. Era algo un tanto ilógico ¿Se salía de una masacre para posiblemente unirse a otra? ¿Qué tan idiota podía ser? ¿Era su tonto deseo de forjarse un nombre o simple y llanamente, seguía buscando aquello que necesitaba? Midorima no sabía nada, se cuestionaba mucho desde que aquella guerra terminó.
– Los humanos son unos idiotas.
Observó como es que alguien le tiraba una colmena al Shichibukai, que con un rápido movimiento, hizo que cayera en el mar. No le dio mucha importancia y mientras los barcos seguían avanzando, fue que por primera vez elevó su voz, no sin antes toser un poco y darse un golpe pequeño en su pecho.
– Yo lo haré Derian. Yo seré el que se infiltre en tus tierras. Creo que soy el más indicado. – su tono fue fuerte y claro, pensó en decir algo más pero sabía que no debía hacerlo.
Avanzó un poco por la cubierta para moverse, mientras lo hacía, se estiraba. ¿Qué hacía ahí él? Estaba claro, devolviendo un favor ¿Era necesario? Sí, era un hombre de palabra. Había perdido y por lo mismo debía ayudar ¿Podría confiar en los otros dos tipos que estaban con el Shichibukai? No, solo confiaba en Drake y en su “capitán”. Inclusive, confiaba más en el chico lobo que en el espadachín. Caminó unos cuantos metros, para finalmente, quedar por delante del Shichibukai, en diagonal a su izquierda, apoyó una pierna en el barandal. La nueva aventura estaba por comenzar. Era la primera vez que lucharía codo con codo junto a Drake y a Derian ¿Qué tan fuertes eran en realidad? Pues lo iba a averiguar en unos momentos más. Era hora de la acción, su cuerpo lo sabía, sus ojos brillaron con fuerza mientras veía la isla.
A él no le interesaban las posibles riquezas que podría ganar. Midorima estaba ahí para ayudar, ser de apoyo, aportar con su fuerza. Aparte ¿Quién quería riquezas cuando había una nueva aventura ahí al frente de sus narices? Era estúpido pensarlo, aunque, al parecer todos los que estaban ahí buscaban algo. Sonrió de forma tranquila, recordó con ganas ese combate que tuvo con Derian. Al final, ni siquiera había sido capaz de hacerle desenvainar la Kokuto, que ahora que lo miraba bien ya no portaba. ¿La habría perdido? Una espada como esa no se puede perder… ”Eso no te importa, solo concéntrate, idiota” se dijo así mismo. Últimamente se distraía con cosas tan obvias que le daban rabia ¿Qué le estaba pasando? No tenía ni la menor idea, pero se notaba distinto, y seguramente fue por aquella guerra… No, aquella estúpida masacre en Mariejoa lo había cambiado. Era algo un tanto ilógico ¿Se salía de una masacre para posiblemente unirse a otra? ¿Qué tan idiota podía ser? ¿Era su tonto deseo de forjarse un nombre o simple y llanamente, seguía buscando aquello que necesitaba? Midorima no sabía nada, se cuestionaba mucho desde que aquella guerra terminó.
– Los humanos son unos idiotas.
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Drake continuaba junto al vampiro, sonreía de lado al sentir los distintos olores llegando a la cubierta. De repente el tipo con el que se había cruzado anteriormente derribando su puerta, apareció empezando a hablar en voz alta y a decir palabras que al castaño le provocaban una enorme ignorancia. Encima se había dirigido a Lord Derian como si lo conociera de toda la vida, ese mercenario no tenía ni idea de quién era el moreno que tenía ante sus ojos al parecer. Notó que el poder de ese hombre no era tan alto, su mantra le permitió saberlo, aunque quizás se estaba equivocando, pero por el momento simplemente se quedó callado junto a su líder “¿Quién es este mendrugo?” Pensó ahora mientras soltaba un enorme suspiro y se relamía pensando en la batalla. Midorima también estaba allí, sin embargo no le había dicho nada raro, se notaba que el lobo sabía estar delante de su jefe.
Momentos después llegó el hombre de cloro, el querido colega del castaño. El médico además atentó contra el vampiro lanzándole una colmena a la cabeza, pero el moreno se deshizo de ella con aquella espada que poseía. Una pequeña sensación de dolor invadió a Drake, las abejas podían aprovecharse para hacer pinchitos con ellas, por unos momentos se alejó de los demás y se subió a la borda para observar como aquel objeto se hundía. Escuchó después las palabras de su jefe, si debían cantar sobre ellos prefería hacerlo él mismo, que para eso se consideraba un rockero de los pies a la cabeza. Tras unos momentos decidió acercarse a dónde estaban los demás, mirando como una pequeña abeja trataba de colarse por la nariz de su maestro. Pudo haberla neutralizado con su aura ardiente y pasando por al lado de su jefe, pero le daba mucha pereza tener que activarla en ese momento, por lo que se quedó mirando expectante y sin hacer mucho.
- Una vez que comience la batalla no habrá tiempo para hablar. Por eso os lo voy a decir solo una vez. Si alguno que no sea Lord Derian intenta darme órdenes, pararme o meterse en una pelea mía… le arrancare la cabeza. Ese es el camino del lobo blanco, el camino de un cazador.
Dijo eso último mirando a su líder de reojo y sonriéndole de lado, aquello había sido para Midorima y aquel mercenario. A Alex se lo permitía, pero solo por qué le consideraba de su familia y alguien a quién quería y apreciaba mucho. De repente soltó una carcajada siniestra y se quitó su poncho, tirándolo al mar sin pensárselo y quedando en la borda preparado para la batalla. Ahora su torso estaba al desnudo, mostrando un cuerpo sobrehumano y exageradamente musculoso. Sus pectorales parecían querer salir del pecho, al igual que los abdominales. Su brazo derecho tenía un buen grosor, un golpe de aquella mala bestia podía destrozar incluso acero sin esfuerzo, detener un tren, un barco o hasta arrasar una isla entera con su máximo poder desatado. Sin embargo no pensaba usar sus poderes al máximo en ese lugar, apenas rompería nada e iría con todo el cuidado del mundo. Había algo muy extraño en él, no disponía de mano izquierda, ese brazo lo llevaba envuelto en vendajes. Aumentó su energía haciendo que un aura negra le rodeara, meciendo sus cabellos y provocando en él unas ganas de combatir enormes. De repente su ojo derecho empezó a tomar un color rojizo intenso mientras el aura oscura se potenciaba. “Adelante Slayer, combatamos juntos de nuevo”.
Momentos después llegó el hombre de cloro, el querido colega del castaño. El médico además atentó contra el vampiro lanzándole una colmena a la cabeza, pero el moreno se deshizo de ella con aquella espada que poseía. Una pequeña sensación de dolor invadió a Drake, las abejas podían aprovecharse para hacer pinchitos con ellas, por unos momentos se alejó de los demás y se subió a la borda para observar como aquel objeto se hundía. Escuchó después las palabras de su jefe, si debían cantar sobre ellos prefería hacerlo él mismo, que para eso se consideraba un rockero de los pies a la cabeza. Tras unos momentos decidió acercarse a dónde estaban los demás, mirando como una pequeña abeja trataba de colarse por la nariz de su maestro. Pudo haberla neutralizado con su aura ardiente y pasando por al lado de su jefe, pero le daba mucha pereza tener que activarla en ese momento, por lo que se quedó mirando expectante y sin hacer mucho.
- Una vez que comience la batalla no habrá tiempo para hablar. Por eso os lo voy a decir solo una vez. Si alguno que no sea Lord Derian intenta darme órdenes, pararme o meterse en una pelea mía… le arrancare la cabeza. Ese es el camino del lobo blanco, el camino de un cazador.
Dijo eso último mirando a su líder de reojo y sonriéndole de lado, aquello había sido para Midorima y aquel mercenario. A Alex se lo permitía, pero solo por qué le consideraba de su familia y alguien a quién quería y apreciaba mucho. De repente soltó una carcajada siniestra y se quitó su poncho, tirándolo al mar sin pensárselo y quedando en la borda preparado para la batalla. Ahora su torso estaba al desnudo, mostrando un cuerpo sobrehumano y exageradamente musculoso. Sus pectorales parecían querer salir del pecho, al igual que los abdominales. Su brazo derecho tenía un buen grosor, un golpe de aquella mala bestia podía destrozar incluso acero sin esfuerzo, detener un tren, un barco o hasta arrasar una isla entera con su máximo poder desatado. Sin embargo no pensaba usar sus poderes al máximo en ese lugar, apenas rompería nada e iría con todo el cuidado del mundo. Había algo muy extraño en él, no disponía de mano izquierda, ese brazo lo llevaba envuelto en vendajes. Aumentó su energía haciendo que un aura negra le rodeara, meciendo sus cabellos y provocando en él unas ganas de combatir enormes. De repente su ojo derecho empezó a tomar un color rojizo intenso mientras el aura oscura se potenciaba. “Adelante Slayer, combatamos juntos de nuevo”.
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Pasaron dos minutos... cinco... siete, hasta que en el minuto ocho con veintitrés segundos el barón aparece. Levanta su mano. En ella tiene un Den Den Mushi. Está pidiendo mediante señas comunicación. ¿Tienen Den Den Mushi para atender? ¿Atenderán de tenerlo? A su vez, un mojado diario arrastrado por el viento se choca con la cara de Derian. ¡Qué mal día, hombre! ¡Un panal y ahora un diario! En la portada dice la leyenda "El pueblo se ha vuelto loco" y en la imagen principal hay una muchedumbre con rastrillos, antorchas y cara de enojados. El epígrafe contiene lo siguiente: "Debido al malestar tanto económico como social, los pueblerinos se manifiestan en contra del Rey de Hallstat". ¡Vaya revuelta se está armando en la isla! Al parecer llegan en el momento justo. El pueblo quiere un nuevo rey.
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Las cosas se estaban poniendo interesantes. Al parecer alguien importante estaba llegando, e inclusive, se trataba de comunicar con ellos. El Den Den Mushi que Midorima poseía –cortesía de Rose- empezaba a sonar. No debía dudarlo, aunque Derian ya se había adelantado e inclusive ya le estaba pidiendo el Den Den Mushi, sin dudarlo, lo lanzó con poca fuerza para que este lo agarrara. Midorima se quedó cerca para escuchar lo que sea que el tipo importante tenía que decir. Aunque ahora recordaba quien era… Ese sujeto, era el que portaba el puesto de Derian, el barón, el Rey o como sea que se hiciera llamar. Las posibilidades eran escasas, podían simplemente acabar con él de inmediato, pero eso sería aburrido y sin acción… De momento, solo quedaba esperar.
– Derian, por cierto, la misión de infiltrarme ¿sigue en pie? – preguntó tapandose los labios para que los visitantes no se los leyeran, aunque estaban a una distancia más o menos grande nunca estaba de más tomar precauciones. En caso de que el vampiro dijera que sí, saldría corriendo por el barco, dando un salto por la borda y llegar a tierra. En cambio, si la respuesta era que no simplemente se quedaría en el barco hasta esperar alguna nueva indicación. Todo lo que iría a hacer dependía de las palabras del Shichibukai.
– Derian, por cierto, la misión de infiltrarme ¿sigue en pie? – preguntó tapandose los labios para que los visitantes no se los leyeran, aunque estaban a una distancia más o menos grande nunca estaba de más tomar precauciones. En caso de que el vampiro dijera que sí, saldría corriendo por el barco, dando un salto por la borda y llegar a tierra. En cambio, si la respuesta era que no simplemente se quedaría en el barco hasta esperar alguna nueva indicación. Todo lo que iría a hacer dependía de las palabras del Shichibukai.
AlexEmpanadilla
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Alex se levantó, molesto. Entre la lluvia y el ruido que había en cubierta. no podía dormir a gusto. Así que se levantó de su lugar de descanso improvisado y se elevó en el aire, volando en forma de gas. Mirando con despecho al resto de personas en el barco, dijo:
- Me voy a mi barco. Buenos días... -dicho y hecho, salió volando hasta su barco, donde tenía todas sus cosas chachis y su laboratorio de química y medicina. Preparó su maletín, metiendo dos dosis de cada medicina, a excepción del endurecedor cutáneo, que metió seis dosis. Luego, agarró sus dosis de Esencia de Magellán y de Suspiro de Aokiji. Y por último, agarró su lanza mágica. Todo el proceso no le llevó más de un par de minutos. Luego, corrió a su armarito de aperitivos y cogió una empanadilla, que comió con avidez y disfrute.
- Ah... que haría sin vosotras, mis musas... -suspiró y cogió otra para el camino. Por último, cerró el armario y agarró el maletín, para salir volando del barco. Suerte que estaba lejos de la costa. No lo reconocerían. Y volvió a la isla, sobrevolando el barco donde estaba Derian con Drake y los mercenarios en forma de gas para que no lo vieran. Un posible efecto secundario de su paso por aquellas nubes era que una fuerte lluvia ácida se precipitara sobre todos ellos, pero la verdad es que le importaba bien poco. Al fin y al cabo, el ácido clórico no era tan malo... no para él.
El caso es que pensaba llegar al castillo principal de Halstat. Ya había estado allí una vez, así que esperaba no perderse buscándolo. Recordaba una pequeña cordillera de camino hasta allí, un río... y un bosque. Con esas indicaciones, y con un poco de memoria, no le sería difícil acordarse del camino. Esperaba que, dado que iba por en medio de las nubes en forma de gas, y gracias a sus habilidades de discreción por ser un asesino sombra no lo detectaran.
- Mmmm... que asco de humedad. Esto no puede ser sano, y lo digo yo, que soy médico. -el médico escupió con fuerza y desprecio al suelo que pasaba bajo él. Aquel tiempo era asquerosamente horrible.
- Me voy a mi barco. Buenos días... -dicho y hecho, salió volando hasta su barco, donde tenía todas sus cosas chachis y su laboratorio de química y medicina. Preparó su maletín, metiendo dos dosis de cada medicina, a excepción del endurecedor cutáneo, que metió seis dosis. Luego, agarró sus dosis de Esencia de Magellán y de Suspiro de Aokiji. Y por último, agarró su lanza mágica. Todo el proceso no le llevó más de un par de minutos. Luego, corrió a su armarito de aperitivos y cogió una empanadilla, que comió con avidez y disfrute.
- Ah... que haría sin vosotras, mis musas... -suspiró y cogió otra para el camino. Por último, cerró el armario y agarró el maletín, para salir volando del barco. Suerte que estaba lejos de la costa. No lo reconocerían. Y volvió a la isla, sobrevolando el barco donde estaba Derian con Drake y los mercenarios en forma de gas para que no lo vieran. Un posible efecto secundario de su paso por aquellas nubes era que una fuerte lluvia ácida se precipitara sobre todos ellos, pero la verdad es que le importaba bien poco. Al fin y al cabo, el ácido clórico no era tan malo... no para él.
El caso es que pensaba llegar al castillo principal de Halstat. Ya había estado allí una vez, así que esperaba no perderse buscándolo. Recordaba una pequeña cordillera de camino hasta allí, un río... y un bosque. Con esas indicaciones, y con un poco de memoria, no le sería difícil acordarse del camino. Esperaba que, dado que iba por en medio de las nubes en forma de gas, y gracias a sus habilidades de discreción por ser un asesino sombra no lo detectaran.
- Mmmm... que asco de humedad. Esto no puede ser sano, y lo digo yo, que soy médico. -el médico escupió con fuerza y desprecio al suelo que pasaba bajo él. Aquel tiempo era asquerosamente horrible.
Derian Markov
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Derian se apartó de la cara el periódico mojado por la lluvia, con cierto mosqueo. No estaba siendo una entrada muy triunfal a su reino. Comenzó a leer y su interés despertó al ver el nombre. Era el "Hallstat Times", un semanario muy popular entre la nobleza y los comerciantes de la isla. De los pocos que había dado que la mayoría de la población era analfabeta, pero el más importante. En primera plana se mencionaba una revuelta campesina contra el rey. Pasó a la página donde se mencionaba todo el tema en detalle, con interés. Al parecer su reino pasaba por años difíciles, y finalmente la población había estallado. Recordó la crisis de hacía tres años, cuando una serie de malas cosechas unidas a los saqueos de los piratas que viajaban hacia Loguetown había provocado una crisis de subsistencia. Una revuelta instigada desde el sectores opuestos a los Markov había intentado quemar su castillo, pero la labia del conde había calmado a los campesinos y los había logrado convencer de la culpabilidad del rey. Sin embargo, aquello era más grave. Si los años de malas cosechas previos a las revueltas campesinas que hubo durante la guerra del East Blue no habían cesado, aquella crisis debía ser grave de verdad. Eso implicaba que había vuelto en el momento exacto. El pueblo no se alzaba contra los recaudadores de impuestos. Ni contra la nobleza local. No, esos tiempos ya habían pasado. Habían comprendido que matar a un noble o dos no solucionaba la cosa, y iban contra la cabeza del país: el rey. Los Krastov tenían los días contados como reyes de Hallstat.
- Hemos venido en el momento correcto. Los vientos de la rebelión soplan, y el navío que es la dinastía de los Krastov se encuentra en mitad de la tormenta. Y yo seré el magnánimo salvador que liberará al pueblo de Hallstat de su malvado yugo - dijo, con una sonrisa nada agradable.
Todo era demasiado perfecto. Aquello no podía ser si no una señal de su derecho divino a reinar. Derian nunca había sido muy religioso, y más bien poco dado a creer en un poder superior a sí mismo, pero en aquel momento creía fervientemente que de existir una deidad aquello debía ser una señal suya. Y aunque no la hubiese, aquel podría ser un gran argumento para justificar su ascenso al trono. Al fin y al cabo, ¡él era el legítimo heredero de Sorin I el Grande, el fundador de Hallstat! ¡Y volvía justo cuando más se lo necesitaba, como un enviado del mismísimo cielo que salvaría la patria! No podía ser si no a ojos de los pobres e incultos campesinos un mensaje de los dioses: ¡Derian III Markov, el salvador! No, ¡el Grande! Sería alabado como si fuese una reencarnación del mismísimo Sorin I, el unificador del reino. Sumido en sus pensamientos de grandeza y poder, tardó unos segundos en reaccionar a su alrededor. Se fijó en Lord Veris en el puerto haciéndole señas con un den den mushi en una mano. No tenía ninguno de esos aparatos a mano, así que se giró hacia sus acompañantes. Entendiendo su gesto, Midorima le pasó el suyo por el aire, y el vampiro lo cogió al vuelo en un elegante gesto. Escuchó las palabras del joven y entrecerró los ojos, considerando las posibilidades.
- Sí... sigue en pie. Más aun, voy a confiar en ti para una misión muy delicada e importante - se sacó un mapa de la gabardina y se lo tendió - Tápalo rápido, o se empapará con la lluvia. No lo abras aquí... hazlo en un lugar seco. Se trata de un mapa de las tierras cercanas a mi castillo, en el cual se marca la localización de mi armería secreta. Es un almacén lleno de armas que Meneror robó al Gobierno hace años. Llegar a mis tierras será sencillo, aunque deberás ser rápido. Markovia está a un medio día de viaje a pie de Veris. Sin embargo, eso es para una persona normal. No me cabe duda de que puedes viajar más rápido... tu presteza es vital para nuestra operación. Tan sólo sigue mis instrucciones: abandona la nave y sal de la ciudad a un ritmo pausado... no delates que llevas prisa. No queremos alertar a los espías. Una vez estés fuera de la ciudad y lejos de la vista de ojos indiscretos, sigue el camino real con toda la velocidad que puedas. Los carteles te indicarán dónde está Markovia. Una vez llegues allí, entérate de todo lo que puedas en el pueblo: quién es el nuevo conde, si hay descontento contra él y demás. De haberlo... arma al pueblo con mi arsenal secreto y diles que es un regalo de Lord Derian para que combatan al tirano. Conquistar Markovia será el primera paso para conquistar la isla; si recupero mi castillo lograré que mi voz sea oída por los demás nobles.
De repente Alex dijo que se iba a su barco y alzó el vuelo. Derian enarcó una ceja y lo miró con curiosidad, pero lo dejó tranquilo. Conocía lo suficiente al médico para sospechar que se traía algo entre manos, y sería más interesante ver las consecuencias con sus propios ojos y llevarse la sorpresa a preguntar. La última vez que le había dejado libre albedrío había asesinado al anterior rey y puesto pruebas contra uno de los Grandes Duques. ¿Repetiría la misma jugada, o haría algo nuevo y más imaginativo? En todo caso, era el más indicado para hacer alguna jugada así después de él mismo. Hallstat era una tierra vasta y gigantesca, pero volando podía cruzarse en menos tiempo. A pie podía llevar días llegar a la capital, pero Alex podría llegar en cuestión de horas. Por otro lado, cabía la posibilidad de que pretendiese escaquearse a dormir. Sin embargo, Derian confiaba en Alex. Era el motivo por el que aun lo mantenía a su lado a pesar de que estuviera tronado y totalmente majareta.
- Drake, Bleyd... esta ciudad será nuestro primer objetivo. En principio intentaremos tomarla pacíficamente... así que sed cautos con vuestras acciones. Debemos ser vistos como salvadores y libertadores si queremos el apoyo del pueblo - les tendió el periódico por si alguno quería leerlo, y cogió el den den mushi - Decidme, Lord Veris... ¿está la ciudad lista para ponerse bajo mi mando?
- Hemos venido en el momento correcto. Los vientos de la rebelión soplan, y el navío que es la dinastía de los Krastov se encuentra en mitad de la tormenta. Y yo seré el magnánimo salvador que liberará al pueblo de Hallstat de su malvado yugo - dijo, con una sonrisa nada agradable.
Todo era demasiado perfecto. Aquello no podía ser si no una señal de su derecho divino a reinar. Derian nunca había sido muy religioso, y más bien poco dado a creer en un poder superior a sí mismo, pero en aquel momento creía fervientemente que de existir una deidad aquello debía ser una señal suya. Y aunque no la hubiese, aquel podría ser un gran argumento para justificar su ascenso al trono. Al fin y al cabo, ¡él era el legítimo heredero de Sorin I el Grande, el fundador de Hallstat! ¡Y volvía justo cuando más se lo necesitaba, como un enviado del mismísimo cielo que salvaría la patria! No podía ser si no a ojos de los pobres e incultos campesinos un mensaje de los dioses: ¡Derian III Markov, el salvador! No, ¡el Grande! Sería alabado como si fuese una reencarnación del mismísimo Sorin I, el unificador del reino. Sumido en sus pensamientos de grandeza y poder, tardó unos segundos en reaccionar a su alrededor. Se fijó en Lord Veris en el puerto haciéndole señas con un den den mushi en una mano. No tenía ninguno de esos aparatos a mano, así que se giró hacia sus acompañantes. Entendiendo su gesto, Midorima le pasó el suyo por el aire, y el vampiro lo cogió al vuelo en un elegante gesto. Escuchó las palabras del joven y entrecerró los ojos, considerando las posibilidades.
- Sí... sigue en pie. Más aun, voy a confiar en ti para una misión muy delicada e importante - se sacó un mapa de la gabardina y se lo tendió - Tápalo rápido, o se empapará con la lluvia. No lo abras aquí... hazlo en un lugar seco. Se trata de un mapa de las tierras cercanas a mi castillo, en el cual se marca la localización de mi armería secreta. Es un almacén lleno de armas que Meneror robó al Gobierno hace años. Llegar a mis tierras será sencillo, aunque deberás ser rápido. Markovia está a un medio día de viaje a pie de Veris. Sin embargo, eso es para una persona normal. No me cabe duda de que puedes viajar más rápido... tu presteza es vital para nuestra operación. Tan sólo sigue mis instrucciones: abandona la nave y sal de la ciudad a un ritmo pausado... no delates que llevas prisa. No queremos alertar a los espías. Una vez estés fuera de la ciudad y lejos de la vista de ojos indiscretos, sigue el camino real con toda la velocidad que puedas. Los carteles te indicarán dónde está Markovia. Una vez llegues allí, entérate de todo lo que puedas en el pueblo: quién es el nuevo conde, si hay descontento contra él y demás. De haberlo... arma al pueblo con mi arsenal secreto y diles que es un regalo de Lord Derian para que combatan al tirano. Conquistar Markovia será el primera paso para conquistar la isla; si recupero mi castillo lograré que mi voz sea oída por los demás nobles.
De repente Alex dijo que se iba a su barco y alzó el vuelo. Derian enarcó una ceja y lo miró con curiosidad, pero lo dejó tranquilo. Conocía lo suficiente al médico para sospechar que se traía algo entre manos, y sería más interesante ver las consecuencias con sus propios ojos y llevarse la sorpresa a preguntar. La última vez que le había dejado libre albedrío había asesinado al anterior rey y puesto pruebas contra uno de los Grandes Duques. ¿Repetiría la misma jugada, o haría algo nuevo y más imaginativo? En todo caso, era el más indicado para hacer alguna jugada así después de él mismo. Hallstat era una tierra vasta y gigantesca, pero volando podía cruzarse en menos tiempo. A pie podía llevar días llegar a la capital, pero Alex podría llegar en cuestión de horas. Por otro lado, cabía la posibilidad de que pretendiese escaquearse a dormir. Sin embargo, Derian confiaba en Alex. Era el motivo por el que aun lo mantenía a su lado a pesar de que estuviera tronado y totalmente majareta.
- Drake, Bleyd... esta ciudad será nuestro primer objetivo. En principio intentaremos tomarla pacíficamente... así que sed cautos con vuestras acciones. Debemos ser vistos como salvadores y libertadores si queremos el apoyo del pueblo - les tendió el periódico por si alguno quería leerlo, y cogió el den den mushi - Decidme, Lord Veris... ¿está la ciudad lista para ponerse bajo mi mando?
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¿Qué diablos? Unas gotas comenzaron a caer sobre los hombros del lobo, pero estas no parecían de agua, incluso sintió algo de escozor, saltó por la borda volando y alejándose unos metros del barco. Su olfato de rastreador pudo detectar aquella maldita fragancia que conocía muy bien, parecía el rastro de Alex, puro olor a cloro que recordaba a las piscinas de la isla de vacaciones. Atentar de esa forma contra la vida de su hermanito querido, que poca vergüenza. De todas formas cuando pasó aquella caída ácida volvió volando al barco como si nada y se colocó a lado de su líder, del luchador de cabellos verdosos y el tipo raro que en opinión del castaño no hacía falta. Midorima era muy veloz y podía hacer tareas de velocidad como las que le estaba ordenando Derian, sin embargo no veía necesario a un mercenario, para fuerza, resistencia y protección ya estaba él allí, pero por el momento confiaría en el moreno y no se quejaría de nada.
La idea de tomar la ciudad pacíficamente era buena en cierta parte, pero un solo mal comentario sobre Derian podía provocar que el lobo se comiera a alguien, su mirada permanecía sonriente mientras su ojo rojizo brillaba levemente. Observó como trataban de tenderle un periódico, no lo cogió. Drake sabía leer muy poco y pasaba de esforzarse en leerse una noticia entera, se tiraría cerca de quince minutos con ella y pasaba de eso, prefería la información oral a la escrita de toda la vida aunque su maestro le enseñara. Le estaba agradecido en ese punto pero aún así la pereza era enorme. Después de unos momentos, el castaño escuchó una cosa que le hizo apretar el puño de forma exagerada, ese hombre nuevo quería dar la comida. ¿De qué coño iba? La preciosa comida no podía darse a nadie, que comieran piedras hombre. La fabulosa nevera de Derian era un símbolo divino y respetable que solo unos pocos podían observar y tocar.
- “Drake mira lo que quiere hacer ese loco con la deliciosa comida, no podemos permitirlo…” – La voz de Slayer resonó en la cabeza del luchador de forma quejica, pero tenía toda la razón y era algo que el lobo no pensaba consentir a no ser que su líder dijese lo contrario. Ahora giró su rostro y se quedó mirando a aquel hombre para después colocarse frente a él observándole fijamente a los ojos, en ese momento tenía uno verde y uno rojo. – Cómo a Derian-Sama le parezca bien tu idea pienso sustituir la carne de los armarios por la tuya, así que no digas esas cosas tan serias. La comida es una cosa que no debe compartirse con nadie. Con lo fácil que habría sido derrotar a esa gente, no entiendo la idea de traer un mercenario, Mido puede ser de mucha utilidad pero conmigo y Alex no veía necesario esto maestro. Tal vez con Nat incluso esto habría sido mejor. – Pegó un suspiro observando al vampiro para después darse la vuelta y agachar la cabeza, desde que sabía que su hermano estaba vivo, estaba bastante extraño. Le echaba demasiado de menos y le extrañaba, ya había aceptado a Adam y le había costado integrarlo en su “familia” sin embargo no estaba dispuesto a meter a nadie más y menos a gente que pretendía dar la comida.
Ahora pegó un veloz salto y levitó hasta llegar a la borda y después sentarse en el filo, manteniendo el haki de observación y su olfato atentos, incluso sus oídos trataban de percatarse de todo. Esa guerra le había afectado, no por el hecho de que mucha gente hubiese caído por su culpa, eso le daba absolutamente igual. Pero el haber perdido a Olivia con él allí le hacía sentir mal, por estar luchando con esa jodida ballena no pudo salvarla, además el haber sido incapaz de vencer a Goru y que otros lo hubieran matado. Pretendía luchar con el tiburón pero ahora no iba a poder hacerlo y había quedado como un perdedor, por si fuera poco su amigo y mejor rival, Karl había muerto y eso también le había mosqueado mucho. El mejor luchador que había conocido y con el que soñaba luchar de nuevo, recordó la última pelea en la isla marine dónde ambos quedaron en el suelo, pero el veneno le pudo. Cierto fue que cumplió su objetivo de luchar con él en su forma completa pero ahora no iba a poder volver a hacerlo, también murió por su culpa pues no pudo ayudarle pese a estar en el proyecto. Encima para poner la guinda al pastel, se había encontrado de nuevo con su hermano Nat y lo peor de todo es que apenas pudo estar un minuto con él. Hacía tiempo que no veía a su cazadora también y se preguntaba como estarían las cosas, Abyss continuaba desaparecido y ya estaba empezando a sospechar que había perecido. Eran demasiadas cosas encima para aquel luchador que mantenía una sonrisa pese a estar medio podrido por dentro. Ahora tan solo esperaba no liarla y poder cumplir con la misión, pero no podía aceptar a nadie más en esos momentos, no quería arriesgarse a perder a más personas que le cayeran bien, era mejor mantenerse apartado y pareciendo un borde.
Su ojo rojo se fue apagando poco a poco mientras volvía a tener un color verde igual al otro orbe de la izquierda, en ese momento el chico escuchó la voz de su otra parte dentro de su cabeza y parecía estar más seria de lo habitual. – “Ya estás otra vez así, pensaba que íbamos a divertirnos destrozando a los enemigos de Derian. Puedo leer tus pensamientos pero no entiendo esos prontos que te dan” – Drake permaneció callado y tranquilo con los ojos cerrados y la mano colocada en la barbilla, dejando su codo como punto de apoyo en la rodilla derecha, después de unos momentos se comunicó con su otra parte, con la cual se entendía cada vez mejor. – “Es complicado Slayer, pero por el momento no queda otra, de hecho espero el momento en que esta enfermedad termine su trabajo de una vez.” A partir de ese pensamiento todo fue silencio y el castaño entendió que el asesino interior no quería responder a eso, por lo que ahora sonrió un poco para después quedarse mirando al agua con el cabello empapado a causa de la lluvia. Cosa que le gustaba mucho, el sentir caer el agua del cielo sobre él era algo que siempre hacía junto a su difunto maestro Toshi y a su mejor amigo Quigón. Fue una lástima ser un jodido debilucho y no poder haberlos defendido de Kedra y aquel comandante de la marina. Por el momento era mejor que nadie se acercara a Drake, estaba en un modo en el que tan solo se dedicaba a cumplir órdenes y a permanecer callado. – Es raro que yo te diga esto, pero es muy extraño que no le hayas comentado tu problema a Alex, es médico y seguramente pueda ayudarte. También lo has ocultado a Derian y tus seres queridos, incluso a Minathy. – Mencionó ahora la voz de Slayer en su cabeza, el chico ya pensaba que alucinaba, su parte mala aconsejándole cosas buenas, no pudo evitar negar un poco con la cabeza para después contestarle. – “Es mejor no preocupar a nadie, el día en que pase, fin de la historia. Yo ya cumplí lo que tuve que hacer, vengar lo que pasó hace ya más de diecisiete años. Dejo todo lo que me queda en buenas manos, aunque aún debo de ver a una última persona y dejar algunas cosas claras.” – Hubo un leve silencio durante unos instantes más, hasta que volvió la conversación de los dos. – Es fácil predecir lo que planeas, de modo que vas a buscar a Kedra. Sabes que anda desaparecido y pretende matarte, de hecho piensa que estás muerto como bien sabes. – Drake sonrió un poco mientras ahora asentía despacio para después hablar en lugar de pensar, pero en un tono muy bajo. – Debo pedirle un favor… – Acto seguido el chico apretó su puño y sonrió con algo de melancolía mirando el mar con calma y esperando órdenes de parte de su líder.
La idea de tomar la ciudad pacíficamente era buena en cierta parte, pero un solo mal comentario sobre Derian podía provocar que el lobo se comiera a alguien, su mirada permanecía sonriente mientras su ojo rojizo brillaba levemente. Observó como trataban de tenderle un periódico, no lo cogió. Drake sabía leer muy poco y pasaba de esforzarse en leerse una noticia entera, se tiraría cerca de quince minutos con ella y pasaba de eso, prefería la información oral a la escrita de toda la vida aunque su maestro le enseñara. Le estaba agradecido en ese punto pero aún así la pereza era enorme. Después de unos momentos, el castaño escuchó una cosa que le hizo apretar el puño de forma exagerada, ese hombre nuevo quería dar la comida. ¿De qué coño iba? La preciosa comida no podía darse a nadie, que comieran piedras hombre. La fabulosa nevera de Derian era un símbolo divino y respetable que solo unos pocos podían observar y tocar.
- “Drake mira lo que quiere hacer ese loco con la deliciosa comida, no podemos permitirlo…” – La voz de Slayer resonó en la cabeza del luchador de forma quejica, pero tenía toda la razón y era algo que el lobo no pensaba consentir a no ser que su líder dijese lo contrario. Ahora giró su rostro y se quedó mirando a aquel hombre para después colocarse frente a él observándole fijamente a los ojos, en ese momento tenía uno verde y uno rojo. – Cómo a Derian-Sama le parezca bien tu idea pienso sustituir la carne de los armarios por la tuya, así que no digas esas cosas tan serias. La comida es una cosa que no debe compartirse con nadie. Con lo fácil que habría sido derrotar a esa gente, no entiendo la idea de traer un mercenario, Mido puede ser de mucha utilidad pero conmigo y Alex no veía necesario esto maestro. Tal vez con Nat incluso esto habría sido mejor. – Pegó un suspiro observando al vampiro para después darse la vuelta y agachar la cabeza, desde que sabía que su hermano estaba vivo, estaba bastante extraño. Le echaba demasiado de menos y le extrañaba, ya había aceptado a Adam y le había costado integrarlo en su “familia” sin embargo no estaba dispuesto a meter a nadie más y menos a gente que pretendía dar la comida.
Ahora pegó un veloz salto y levitó hasta llegar a la borda y después sentarse en el filo, manteniendo el haki de observación y su olfato atentos, incluso sus oídos trataban de percatarse de todo. Esa guerra le había afectado, no por el hecho de que mucha gente hubiese caído por su culpa, eso le daba absolutamente igual. Pero el haber perdido a Olivia con él allí le hacía sentir mal, por estar luchando con esa jodida ballena no pudo salvarla, además el haber sido incapaz de vencer a Goru y que otros lo hubieran matado. Pretendía luchar con el tiburón pero ahora no iba a poder hacerlo y había quedado como un perdedor, por si fuera poco su amigo y mejor rival, Karl había muerto y eso también le había mosqueado mucho. El mejor luchador que había conocido y con el que soñaba luchar de nuevo, recordó la última pelea en la isla marine dónde ambos quedaron en el suelo, pero el veneno le pudo. Cierto fue que cumplió su objetivo de luchar con él en su forma completa pero ahora no iba a poder volver a hacerlo, también murió por su culpa pues no pudo ayudarle pese a estar en el proyecto. Encima para poner la guinda al pastel, se había encontrado de nuevo con su hermano Nat y lo peor de todo es que apenas pudo estar un minuto con él. Hacía tiempo que no veía a su cazadora también y se preguntaba como estarían las cosas, Abyss continuaba desaparecido y ya estaba empezando a sospechar que había perecido. Eran demasiadas cosas encima para aquel luchador que mantenía una sonrisa pese a estar medio podrido por dentro. Ahora tan solo esperaba no liarla y poder cumplir con la misión, pero no podía aceptar a nadie más en esos momentos, no quería arriesgarse a perder a más personas que le cayeran bien, era mejor mantenerse apartado y pareciendo un borde.
Su ojo rojo se fue apagando poco a poco mientras volvía a tener un color verde igual al otro orbe de la izquierda, en ese momento el chico escuchó la voz de su otra parte dentro de su cabeza y parecía estar más seria de lo habitual. – “Ya estás otra vez así, pensaba que íbamos a divertirnos destrozando a los enemigos de Derian. Puedo leer tus pensamientos pero no entiendo esos prontos que te dan” – Drake permaneció callado y tranquilo con los ojos cerrados y la mano colocada en la barbilla, dejando su codo como punto de apoyo en la rodilla derecha, después de unos momentos se comunicó con su otra parte, con la cual se entendía cada vez mejor. – “Es complicado Slayer, pero por el momento no queda otra, de hecho espero el momento en que esta enfermedad termine su trabajo de una vez.” A partir de ese pensamiento todo fue silencio y el castaño entendió que el asesino interior no quería responder a eso, por lo que ahora sonrió un poco para después quedarse mirando al agua con el cabello empapado a causa de la lluvia. Cosa que le gustaba mucho, el sentir caer el agua del cielo sobre él era algo que siempre hacía junto a su difunto maestro Toshi y a su mejor amigo Quigón. Fue una lástima ser un jodido debilucho y no poder haberlos defendido de Kedra y aquel comandante de la marina. Por el momento era mejor que nadie se acercara a Drake, estaba en un modo en el que tan solo se dedicaba a cumplir órdenes y a permanecer callado. – Es raro que yo te diga esto, pero es muy extraño que no le hayas comentado tu problema a Alex, es médico y seguramente pueda ayudarte. También lo has ocultado a Derian y tus seres queridos, incluso a Minathy. – Mencionó ahora la voz de Slayer en su cabeza, el chico ya pensaba que alucinaba, su parte mala aconsejándole cosas buenas, no pudo evitar negar un poco con la cabeza para después contestarle. – “Es mejor no preocupar a nadie, el día en que pase, fin de la historia. Yo ya cumplí lo que tuve que hacer, vengar lo que pasó hace ya más de diecisiete años. Dejo todo lo que me queda en buenas manos, aunque aún debo de ver a una última persona y dejar algunas cosas claras.” – Hubo un leve silencio durante unos instantes más, hasta que volvió la conversación de los dos. – Es fácil predecir lo que planeas, de modo que vas a buscar a Kedra. Sabes que anda desaparecido y pretende matarte, de hecho piensa que estás muerto como bien sabes. – Drake sonrió un poco mientras ahora asentía despacio para después hablar en lugar de pensar, pero en un tono muy bajo. – Debo pedirle un favor… – Acto seguido el chico apretó su puño y sonrió con algo de melancolía mirando el mar con calma y esperando órdenes de parte de su líder.
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- Derian, Drake y Bleyd (Team Barco):
- ¡Excelente idea, Bleyd! Una lástima que hayas decidido ejecutarla con personas como Derian (ególatra sádico que piensa que el mundo se divide en cazadores y presas) y Drake (hombre que no compartiría comida con nadie, mucho menos de la nevera de Derian).
Por otro lado, el barón les dice por medio del Den Den Mushi:
- Lord Derian, no quería exigirme al gritar, por lo que he decidido llamarlo. Hay escasez de comida, y un malestar económico grande. Además, los viajeros o gente que sale hacia otras islas a comerciar o a comprar suministros vuelve con una idea completamente distinta de lo que es Hallstat. Algunos ni siquiera regresan. Dicen que nos faltan máquinas, se quejan de que faltan muchas cosas que las islas cercanas a nosotros tienen. Que mientras los demás avanzan nosotros nos estancamos, y es un gran problema. Necesitamos de su ayuda, Lord Derian, así la gente se detendrá al saber que tenemos un nuevo y mejor rey.
¿Qué opinan? ¿Qué responden?
- Alex:
- Hombre, qué buena memoria tienes. Te acercas cada vez más al castillo.
- Midorima:
- Llegas al puerto de Hallstat. Según órdenes de Derian, debes ir hacia Markovia. Puede ser mediante un camino que se ve por allí (tardarás menos pero hay más chances de que te vean), por un camino que te inventes, escondido y sin seguir ninguna pasarela (pocas probabilidades de que te vean, pero tardarás más) o puedes bordear la isla (hay peligro de que te vean como también puede que no, mientras que lo que tardes dependerá de tu velocidad y orientación para meterte isla adentro en el momento indicado). ¡Que no se moje el mapa, que si no no sabrás cómo ir!
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Era tal y como había pensado; el momento perfecto para la conquista. La idea de Bleyd no iba muy desencaminada, de hecho era la clase de táctica populista que podía llevarlo a la victoria. Podía conquistar Hallstat con la fuerza de sus puños, pero no habría sido lo mismo. No quería reinar sobre un yermo destrozado, con súbditos que lo despreciasen. No, él quería ser un segundo Sorin I. Ser un rey que forjase su propia leyenda y fuese recordado por su sabiduría y poder. No ser maldecido durante siglos como un invasor que había arrasado el reino. Por ello, lo que proponía Drake no era apropiado. Necesitaban el apoyo del pueblo, necesitaban mercenarios que hiciesen el trabajo sucio y necesitaba que su hombre de confianza no tuviese las manos manchadas. Por ello, contestó al den den mushi con una idea bastante clara de lo que tenía que decir.
- Lord Veris... llamad al pueblo y haced que se reúna en la plaza principal. Decidles que habrá un reparto de comida por cortesía de Lord Derian Markov, su legítimo señor.
Se giró hacia Bleyd y Derian, colgando el den den mushi y guardándoselo. Su mirada pasó de ser fría a destellar con cólera. Su presencia pareció volverse mucho más poderosa e intimidante.
- Drake... aquí las órdenes las doy yo, y yo decido si las ideas son buenas. Si he decidido traes un mercenario con nosotros es porque tengo algo en mente - clavó su mirada en el luchador, mostrando una intimidante expresión de ira poco habitual en él. Poco a poco, fue relajándose - Esta conquista de poco nos sirve si el pueblo está en mi contra. Por eso necesitamos alimentarlos si están hambrientos. Y por eso traje un mercenario. Vamos necesitar realizar trabajos sucios que no quiero que lleve a cabo mi mano derecha. ¡Eres mi hombre de confianza, Drake! ¡Si tú cometes actos que manchen tu reputación, manchas la mía! Además, te necesito a mi lado para que me protejas - se giró hacia Bleyd - Pasando a eso, tengo órdenes para ti. Necesito que visites a mis familiares. Quiero que les digas que Lord Derian ordena que movilicen a sus hombres y se preparen para concentrar a todas las fuerzas de la familia en Markovia. Que vengan preparados para la guerra... entérate de paso, si puedes, de hasta qué punto nos son leales mis parientes. Haz desaparecer a los traidores, pero que parezca un accidente - le entregó un segundo mapa, este más general sobre el condado en el que se hallaban. Aparecían marcadas las cuatro fortalezas principales de los Markov, de las cuales la más central era Markovia. Bleyd debería visitar las otras tres. Tras eso, volvió a girarse hacia Drake - Déjame hacer esto a mi manera, y te daré cinco veces la carne de estos barcos. Y cuando seas el capitán de mi guardia, tendrás tanta comida como desees cuando desees.
Se giró hacia uno de los piratas que pasaba por allí y lo paró con un gesto.
- Comenzad a sacar provisiones frescas de los tres barcos. Es una orden. Yo hablaré con don Meneror del tema. Acumulad todo en la plaza principal del pueblo.
Acto seguido, volvió a mirar a Drake.
- Dile a Meneror que necesitamos hacer uso de las bodegas de su flota, pero que a cambio volveremos al pago convenido. Una vez realizada la conquista lo nombraré barón. Tras eso, reúnete conmigo en la plaza principal.
Se giró y descendió por la pasarela hacia el puerto. Se dirigió hacia el centro de la ciudad con una mirada resuelta. Repartir comida con el pueblo no sólo le permitiría granjearse su aprecio, si no que sería la oportunidad perfecta para reunirlos en el centro de la plaza y dar un discurso contra los Krastov y pidiéndoles que se unieran a sus fuerzas. Si lo hacía bien, estaría un paso más cerca de su objetivo final: la corona de Hallstat.
- Lord Veris... llamad al pueblo y haced que se reúna en la plaza principal. Decidles que habrá un reparto de comida por cortesía de Lord Derian Markov, su legítimo señor.
Se giró hacia Bleyd y Derian, colgando el den den mushi y guardándoselo. Su mirada pasó de ser fría a destellar con cólera. Su presencia pareció volverse mucho más poderosa e intimidante.
- Aura Negra de Grandeza:
- La presencia de Derian destaca entre las demás incluso para gente sin mantra. Puede activar de manera parcial el Aura Negra de Majestuosidad sin emplear todo su potencial para mostrarse como un ser poderoso o para aumentar su carisma. Mientras el Aura Negra de Grandeza está activada, la gente que no tenga una predisposición hostil hacia él lo perciben inconscientemente como un líder. Puede activar y desactivar este poder cuando quiera. También puede hacer que una niebla tétrica y siniestra aparezca a su alrededor. Nota: esto es totalmente escénico. No sirve para, por ejemplo, obligar a un Pj a que lo sirva. Y la niebla no será muy espesa, con lo que no servirá para limitar el campo visual de un enemigo de manera drástica.
- Drake... aquí las órdenes las doy yo, y yo decido si las ideas son buenas. Si he decidido traes un mercenario con nosotros es porque tengo algo en mente - clavó su mirada en el luchador, mostrando una intimidante expresión de ira poco habitual en él. Poco a poco, fue relajándose - Esta conquista de poco nos sirve si el pueblo está en mi contra. Por eso necesitamos alimentarlos si están hambrientos. Y por eso traje un mercenario. Vamos necesitar realizar trabajos sucios que no quiero que lleve a cabo mi mano derecha. ¡Eres mi hombre de confianza, Drake! ¡Si tú cometes actos que manchen tu reputación, manchas la mía! Además, te necesito a mi lado para que me protejas - se giró hacia Bleyd - Pasando a eso, tengo órdenes para ti. Necesito que visites a mis familiares. Quiero que les digas que Lord Derian ordena que movilicen a sus hombres y se preparen para concentrar a todas las fuerzas de la familia en Markovia. Que vengan preparados para la guerra... entérate de paso, si puedes, de hasta qué punto nos son leales mis parientes. Haz desaparecer a los traidores, pero que parezca un accidente - le entregó un segundo mapa, este más general sobre el condado en el que se hallaban. Aparecían marcadas las cuatro fortalezas principales de los Markov, de las cuales la más central era Markovia. Bleyd debería visitar las otras tres. Tras eso, volvió a girarse hacia Drake - Déjame hacer esto a mi manera, y te daré cinco veces la carne de estos barcos. Y cuando seas el capitán de mi guardia, tendrás tanta comida como desees cuando desees.
Se giró hacia uno de los piratas que pasaba por allí y lo paró con un gesto.
- Comenzad a sacar provisiones frescas de los tres barcos. Es una orden. Yo hablaré con don Meneror del tema. Acumulad todo en la plaza principal del pueblo.
Acto seguido, volvió a mirar a Drake.
- Dile a Meneror que necesitamos hacer uso de las bodegas de su flota, pero que a cambio volveremos al pago convenido. Una vez realizada la conquista lo nombraré barón. Tras eso, reúnete conmigo en la plaza principal.
Se giró y descendió por la pasarela hacia el puerto. Se dirigió hacia el centro de la ciudad con una mirada resuelta. Repartir comida con el pueblo no sólo le permitiría granjearse su aprecio, si no que sería la oportunidad perfecta para reunirlos en el centro de la plaza y dar un discurso contra los Krastov y pidiéndoles que se unieran a sus fuerzas. Si lo hacía bien, estaría un paso más cerca de su objetivo final: la corona de Hallstat.
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Alex llevaba un buen rato volando, cuando a lo lejos creyó ver la ciudad donde se alzaba el castillo del rey de Halstat. Empezó a volar hacia la fortaleza, mientras maldecía por dentro la humedad. Aquello resultaba bastante desagradable para el doctor, pero decidió ignorarlo y seguir a lo suyo: tenía que llegar cuanto antes al palacio real para hacer su tarea. El jirón de niebla verduzca en el que se había transformado pasaba bastante desapercibido a ojos de la gente de a pie, y Alex no pudo evitar pensar: "Gracias, niebla".
Ignorando las calles del pueblo que se erigía a pie del castillo, se dirigió directamente a la torre del homenaje de la casa del rey. No pudo evitar sonreír al ver la ventana de las arcas reales, donde había conseguido su lanza mágica que perseguía a sus objetivos. Desde allí, podía sentir las auras de cualquier persona que se encontrase en el interior del lugar, por lo que buscaría la zona con mayor número de auras congregadas. El rey seguramente estaría rodeado por sus mejores guardaespaldas, más aún en tiempos de guerra. Aunque si encontraba dos presencias juntas y en un estado de tensión total, también debía investigar. Tal vez el rey estuviera "descargando tensión" con una mujer de la corte. En definitiva, aquellos eran sus objetivos. Suspiró mientras se acercaba a la torre del homenaje, rastreando el posible rastro del chico que buscaba. Pasó al lado de un ventanuco, que reconoció como el baño en el que había matado al anterior rey, tres años atrás. Había sido patético. Si el baño estaba vacío, tal vez fuera una buena idea entrar y rastrear desde allí el resto de la fortaleza.
Ignorando las calles del pueblo que se erigía a pie del castillo, se dirigió directamente a la torre del homenaje de la casa del rey. No pudo evitar sonreír al ver la ventana de las arcas reales, donde había conseguido su lanza mágica que perseguía a sus objetivos. Desde allí, podía sentir las auras de cualquier persona que se encontrase en el interior del lugar, por lo que buscaría la zona con mayor número de auras congregadas. El rey seguramente estaría rodeado por sus mejores guardaespaldas, más aún en tiempos de guerra. Aunque si encontraba dos presencias juntas y en un estado de tensión total, también debía investigar. Tal vez el rey estuviera "descargando tensión" con una mujer de la corte. En definitiva, aquellos eran sus objetivos. Suspiró mientras se acercaba a la torre del homenaje, rastreando el posible rastro del chico que buscaba. Pasó al lado de un ventanuco, que reconoció como el baño en el que había matado al anterior rey, tres años atrás. Había sido patético. Si el baño estaba vacío, tal vez fuera una buena idea entrar y rastrear desde allí el resto de la fortaleza.
- Si el baño está vacío:
- El jirón de niebla se deslizó por el ventanuco. Bien, se había logrado infiltrar, ahora debía buscar a aquella aglomeración de auras, o en su defecto a la pareja practicando el noble pero mal visto arte del coito.
- Si el baño está ocupado:
- El jirón de niebla se acercó lentamente al ventanuco, echando un rápido vistazo al interior sin llamar la atención, cosa bastante sencilla para él, debido a su natural arte de pasar desapercibido. Una vez supiera quien estaba en el interior, se plantearía cómo proseguir.
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La mirada del chico lobo continuaba perdida mirando el mar, a la espera de las órdenes mientras aún pensaba en la payasada del mercenario, a decir verdad Slayer tenía ganas de arrancarle la cabeza y cuando nadie mirase lo mataría sin pensarlo. Drake no sentía nada de aprecio por él por lo que no se esforzaría en detener a su mitad mala. De repente escuchó la voz de su líder alegando que las órdenes las daba él y que había decidido traer un mercenario para algunos planes, aquello le dejó totalmente callado y no se atrevió a rechistarle. Notó simplemente como aquel imbécil iba a librarse de llevarse un puñetazo en los dientes, encima el vampiro dijo que el tío nuevo haría trabajos sucios que ellos no podían hacer para el pueblo no se pusiera en contra de ellos. “Sería más fácil hacerlos yo mismo con otra identidad o atacar yo mismo a los aldeanos con otra forma y que él los defienda para quedar mucho mejor ” Pensó el chico mientras apretaba el puño con ira, todo aquello provocaba que cada vez tuviera más ganas de reventarle la cabeza a aquel desconocido que si no hubiera existido no habría pasado nada.
Tragó saliva un momento mientras suspiraba despacio escuchando las palabras de su maestro al moreno llamado Bleyd. Esperaba con todas sus ganas que se rompiera el cuello aunque pensaba golpearle él mismo llegado el momento, ahora no solo Slayer lo quería matar, el propio Drake también. Escuchó ahora las palabras de su jefe hablándole y diciéndole lo de la comida, tal vez en otro momento aquello habría hecho feliz al chico lobo pero en ese precisamente no tuvo efecto alguno en el luchador. “No todo es felicidad con carne… ” Pensó de nuevo mientras su ojo derecho cambiaba a verde y rojo varias veces, temblando incluso un poco por lo que le estaba costando contener al asesino de su interior. De repente Derian ordenó que sacaran las provisiones, ya no le importaban para nada pero si le molestaba muchísimo, quizás demasiado que se hiciera caso a lo que había dicho aquel tipo que el guardaespaldas consideraba un simple debilucho. Frunció el ceño bastante picado mientras ahora se ponía en pie dándoles la espalda a todos aún, evitando que le vieran su rojizo ojo.
Ahora sí que deseaba arrancarle la cabeza a aquel mercenario, el odio era increíble y enorme, tanto que pensaba matarlo en cuanto pudiese. Le costaba demasiado estar conteniendo a Slayer, tanto que provocó que su enfermedad le atacara, haciendo que empezara a toser de repente. Se llevó su única mano a la boca para evitar que la sangre cayese en la madera, no se molestó en limpiarla y después notó como algunos hilos caían por sus comisuras hasta llegar al cuello y a su pecho. Tuvo que clavar una rodilla en el suelo a continuación y cerrar su ojo izquierdo, sintiendo como empezaba a sudar un poco, la rabia contenida era demasiada y si la sacaba iba a haber problemas. Ya había escuchado las órdenes de Derian y por ello tosió algo más de sangre la cual cayó un poco sobre su rodilla y su pecho, no se iba a molestar en limpiarla, si alguien que no fuera el vampiro le decía algo cobraría. Se puso en pie y se dio la vuelta, mirando ahora a la cara a su maestro y manteniendo el ojo derecho rojizo, después simplemente asintió de forma obediente. – Si mi Lord… – Dijo en un tono bajo para después agachar la cabeza ante él y empezar a caminar hacia el interior de aquel barco.
Observó como el vampiro se bajaba del navío, el castaño caminó guiándose por su olor hasta el camarote de Meneror, su haki no podía usarlo al estar algo debilitado por su enfermedad. Pegó una vez a la puerta y después habló. – Lord Derian usará las bodegas de su flota, a cambio le devolverá el precio conveniente y le nombrara baró – Una vez dijo aquello empezó a caminar hasta el exterior para después usar su learning to fly y SN1 para volar. Estaba algo mejor y se dirigió a la plaza despacio mientras que se mantenía callado, enfadado y serio.
Tragó saliva un momento mientras suspiraba despacio escuchando las palabras de su maestro al moreno llamado Bleyd. Esperaba con todas sus ganas que se rompiera el cuello aunque pensaba golpearle él mismo llegado el momento, ahora no solo Slayer lo quería matar, el propio Drake también. Escuchó ahora las palabras de su jefe hablándole y diciéndole lo de la comida, tal vez en otro momento aquello habría hecho feliz al chico lobo pero en ese precisamente no tuvo efecto alguno en el luchador. “No todo es felicidad con carne… ” Pensó de nuevo mientras su ojo derecho cambiaba a verde y rojo varias veces, temblando incluso un poco por lo que le estaba costando contener al asesino de su interior. De repente Derian ordenó que sacaran las provisiones, ya no le importaban para nada pero si le molestaba muchísimo, quizás demasiado que se hiciera caso a lo que había dicho aquel tipo que el guardaespaldas consideraba un simple debilucho. Frunció el ceño bastante picado mientras ahora se ponía en pie dándoles la espalda a todos aún, evitando que le vieran su rojizo ojo.
Ahora sí que deseaba arrancarle la cabeza a aquel mercenario, el odio era increíble y enorme, tanto que pensaba matarlo en cuanto pudiese. Le costaba demasiado estar conteniendo a Slayer, tanto que provocó que su enfermedad le atacara, haciendo que empezara a toser de repente. Se llevó su única mano a la boca para evitar que la sangre cayese en la madera, no se molestó en limpiarla y después notó como algunos hilos caían por sus comisuras hasta llegar al cuello y a su pecho. Tuvo que clavar una rodilla en el suelo a continuación y cerrar su ojo izquierdo, sintiendo como empezaba a sudar un poco, la rabia contenida era demasiada y si la sacaba iba a haber problemas. Ya había escuchado las órdenes de Derian y por ello tosió algo más de sangre la cual cayó un poco sobre su rodilla y su pecho, no se iba a molestar en limpiarla, si alguien que no fuera el vampiro le decía algo cobraría. Se puso en pie y se dio la vuelta, mirando ahora a la cara a su maestro y manteniendo el ojo derecho rojizo, después simplemente asintió de forma obediente. – Si mi Lord… – Dijo en un tono bajo para después agachar la cabeza ante él y empezar a caminar hacia el interior de aquel barco.
Observó como el vampiro se bajaba del navío, el castaño caminó guiándose por su olor hasta el camarote de Meneror, su haki no podía usarlo al estar algo debilitado por su enfermedad. Pegó una vez a la puerta y después habló. – Lord Derian usará las bodegas de su flota, a cambio le devolverá el precio conveniente y le nombrara baró – Una vez dijo aquello empezó a caminar hasta el exterior para después usar su learning to fly y SN1 para volar. Estaba algo mejor y se dirigió a la plaza despacio mientras que se mantenía callado, enfadado y serio.
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La respuesta de Derian fue positiva. Su misión era bastante simple, se infiltraría en las tierras de Markovia, enterarse de la situación actual del reino para finalmente, armar al pueblo y alentarlos a la revolución. También el Shichibukai, le pasó un mapa que no tardó en guardar. Y entonces, tal y como le había aconsejado el conde, salió del barco sin llamar la atención. Caminó a paso tranquilo, con ambas manos en los bolsillos recibiendo la lluvia. El mapa estaba en un bolsillo secreto de su camisa, y eso evitaría que no se mojara con la lluvia. Midorima tenía tres opciones, inventarse su propio camino, que para él no era la mejor idea, sobre todo porque tenía uno que otro problema de ubicación. Seguir todo recto, arriesgandose a ser visto, o bien, bordear la isla. Suspiró tranquilo mientras ahora su cuerpo empezaba a cambiar, si tenía que ser rápido, la mejor forma era activar el nivel uno de su técnica. Su cuerpo ahora estaba rojo y echaba humo, aparte, sus ojos disparaban rayos verdes. Era hora de hacer su papel.
Con la mirada encontró un lugar que estaba refugiado de la lluvia. Era un gran pedazo de roca que estaba por ahí, y a su lado, había un árbol de un tamaño mediano. En ese lugar, fue que abrió el mapa para analizar todo, con su memoria lo recordó todo. Cada camino oculto, cada pueblo y sobre todo, la ubicación de la bódega que era el principal lugar donde debía llegar. Una vez memorizado todo, volvió a guardar el mapa en ese bolsillo secreto y con un susurro fue que dijo.
– Bien aquí voy, con mis habilidades puedo pasar desapercibido sin problemas. Tomaré el camino principal. – mencionó mientras ahora empezaba a correr. Sentía la lluvia en su rostro, era una sensación refrescante, tranquila que lograba enfríar su cabeza. La idea de hacer todo a la fuerza se cruzaba una y otra vez en esta.
Midorima corría con su Kenbunshoku Haki activado, listo para advertirle de alguna presencia que estuviera demasiado cerca, inclusive, con sus nuevas habilidades lograba correr sin hacer mucho ruido. Aunque evitaba de la mejor forma humanamente posible de esquivar las pozas del camino. La idea era correr sin hacer ruido, estar alerta a cualquier presencia humana que estuviera rondando por sus cercanías. Aunque en teoría, nadie sabía que estaba merodeando por los caminos de Markovia con total libertad. Midorima aun cuando sabía eso, no bajaba la guardia, no sabía si los reyes los estaban vigilando desde antes y ahora mismo alguien lo estaba siguiendo desde las sombras. ¿Qué iría a pasar de ahora en adelante?
Con la mirada encontró un lugar que estaba refugiado de la lluvia. Era un gran pedazo de roca que estaba por ahí, y a su lado, había un árbol de un tamaño mediano. En ese lugar, fue que abrió el mapa para analizar todo, con su memoria lo recordó todo. Cada camino oculto, cada pueblo y sobre todo, la ubicación de la bódega que era el principal lugar donde debía llegar. Una vez memorizado todo, volvió a guardar el mapa en ese bolsillo secreto y con un susurro fue que dijo.
– Bien aquí voy, con mis habilidades puedo pasar desapercibido sin problemas. Tomaré el camino principal. – mencionó mientras ahora empezaba a correr. Sentía la lluvia en su rostro, era una sensación refrescante, tranquila que lograba enfríar su cabeza. La idea de hacer todo a la fuerza se cruzaba una y otra vez en esta.
Midorima corría con su Kenbunshoku Haki activado, listo para advertirle de alguna presencia que estuviera demasiado cerca, inclusive, con sus nuevas habilidades lograba correr sin hacer mucho ruido. Aunque evitaba de la mejor forma humanamente posible de esquivar las pozas del camino. La idea era correr sin hacer ruido, estar alerta a cualquier presencia humana que estuviera rondando por sus cercanías. Aunque en teoría, nadie sabía que estaba merodeando por los caminos de Markovia con total libertad. Midorima aun cuando sabía eso, no bajaba la guardia, no sabía si los reyes los estaban vigilando desde antes y ahora mismo alguien lo estaba siguiendo desde las sombras. ¿Qué iría a pasar de ahora en adelante?
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- Derian y Drake:
- - Gracias, Lord Derian - dice el barón, temblando. Apaga el Den Den Mushi. Lo vuelve a encender pero esta vez no suena a ustedes. No pueden escuchar lo que dice. ¿A quién estará hablando? Los piratas de Meneror comienzan a sacar comida de sus bodegas para llevarlas al barco principal. Las embolsan y se las dan a Lord Derian para que puedan ser llevados a la plaza. Un hombre de Lord Veris sale corriendo por el camino que tomó Midorima, posiblemente para convocar al pueblo a la plaza.
- Bleyd:
- Tienes tres fortalezas, una al Oeste, otra al Este y una última al Norte de Markovia. ¿A cual decidirás ir primero?
- Midorima:
- Escuchas como un hombre del barón se te acerca, posiblemente para dar nota al pueblo de la llegada de Lord Derian... O tal vez no. El hombre te lanza un cuchillo, mientras que escuchas disparos hacia ti de gente del bosque. ¿Te defenderás? ¿Qué harás?
- Alex:
- Hay alguien en el baño, pero desmayado, boca abajo. Puedes reconocer, si lo das vuelta, que es Lord Veris. ¿Pero qué hace aquí? ¿No se suponía que estaba hablando con Derian en el puerto de Hallstat?
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