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Me encontraba en un camarote, en uno de los buques de la marina. Estaba ahí ya que me encontraba de camino a Galuna, una isla en la cual desaparecía gente en una de las montañas. La misión me había llegado en una carta, mientras estaba en un bar cerca del cuartel de la marina. La carta decía lo siguiente:
La verdad es, que en el camarote en el que me encontraba no era muy espacioso, pero por suerte solo estaría ahí una hora o menos, lo que tardase en llegar a la isla. El camarote estaba hecho un asco, bastante sucio y mal cuidado, con una cama desgarrada y una pequeña mesa llena de tinta. Escuché una bocina por un altavoz, lo cual significaba que ya habíamos llegado. Salí del camarote hasta cubierta y, una vez ahí, me fije donde estaba. Estaba en una pequeña playa con bastante restos de barcos y botes por ella. Al fondo se podía ver un bosque bastante denso con una gran montaña. Estaba en la zona norte de la isla, de camino a la montaña. Bajé del barco con un gran salto, sujetando mis dos katanas de filo negro. Al pisar la playa, noté como unos ojos extraños me miraban, suerte que aún no era de noche, estábamos en pleno día y se podía ver claramente todo, si fuese de noche, sería un sitio realmente aterrador. A medida que caminaba por la playa hacia el bosque, acercándome más y más, escuchaba sonidos, las hojas del bosque moverse, los árboles haciendo ruido y unos silbidos extraños. Estaba sujetando mis katanas ya que debía estar en posición de defensa, por si había algún delincuente al acecho. Por fin me adentraba al bosque y los sonidos y las presencias, eran aún mas perturbadoras.
- Mision:
- Bien, pequeño marine, es hora de tu siguiente misión. Un grupo de gente está desapareciendo en la montaña del norte de Galuna. Muchos dicen que es por culpa de una leyenda, pero nosotros no creemos en eso. Puede que haya un grupo de delincuentes que secuestra gente, o simplemente los animales de la montaña acaban con la vida de los que entran. Necesito que te adentres en la montaña y que investigues, hay que parar estas desapariciones como sea. Atte: Teniente Kuropawa.
La verdad es, que en el camarote en el que me encontraba no era muy espacioso, pero por suerte solo estaría ahí una hora o menos, lo que tardase en llegar a la isla. El camarote estaba hecho un asco, bastante sucio y mal cuidado, con una cama desgarrada y una pequeña mesa llena de tinta. Escuché una bocina por un altavoz, lo cual significaba que ya habíamos llegado. Salí del camarote hasta cubierta y, una vez ahí, me fije donde estaba. Estaba en una pequeña playa con bastante restos de barcos y botes por ella. Al fondo se podía ver un bosque bastante denso con una gran montaña. Estaba en la zona norte de la isla, de camino a la montaña. Bajé del barco con un gran salto, sujetando mis dos katanas de filo negro. Al pisar la playa, noté como unos ojos extraños me miraban, suerte que aún no era de noche, estábamos en pleno día y se podía ver claramente todo, si fuese de noche, sería un sitio realmente aterrador. A medida que caminaba por la playa hacia el bosque, acercándome más y más, escuchaba sonidos, las hojas del bosque moverse, los árboles haciendo ruido y unos silbidos extraños. Estaba sujetando mis katanas ya que debía estar en posición de defensa, por si había algún delincuente al acecho. Por fin me adentraba al bosque y los sonidos y las presencias, eran aún mas perturbadoras.
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Una isla en el North Blue, su nombre Galuna, un misterio sobre desapariciones de personas en aquella isla intriga al ejército revolucionario, la verdad es que es extraño sí, gente que desaparece sin dejar rastro no es lo más común que puedas imaginar. Algú rastro debería de haber y ese es el cometido del joven Takeru, descubrir ese rastro y seguirlo para descubrir el causante de las desapariciones y ponerles fin, amén de comprobar que la isla es segura y si se puede sacar provecho de la situación para los intereses de la armada revolucionaria. Así pues el joven se encamina a la isla en un pequeño bote, vestido con sus ropajes habituales, un haori negro, con un hakama a juego, una bufanda blanca y una capa sobre el haori y el hakama de color blanca. La verdad es que su vestimenta es muy cómoda, incluso las sandalias que calza, pues le permiten una mayor movilidad y no molestan en lo absoluto. En su cintura se encuentra la Silent Sleep, su katana eléctrica , siempre con la punta de abajo fuera de la vaina, que está diseñada especialmente para ello, y siempre en contacto con la pierna del joven pelinegro y Silent Sword, su otra katana. En los bolsillos los cuchillos y en la muñeca derecha una hoja oculta. Su cuerpo cargándose eléctricamente mientras el barco avanza, los ojos café del revolucionario fijos en el horizonte, listo para cualquier asunto necesario.
Poco tarda en llegar a la isla y comenzar con la inspección, no tiene intención de causar problemas con la marina o con la población, solo quiere investigar lo que se le ha mandado.
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Caminaba entre las plantas, en busca de un motivo de por qué todo ese misterio. Yo creía que podrían ser los animales, que algo tal vez les perturbara y por eso atacaba a la gente sin compasión. Debajo de un árbol había una especie de cadáver, parecía una mujer con un cesto y que le faltaba un brazo, donde sangre seca había rodeando el brazo y en el suelo. Me acerqué a comprobar y no parecía estar hecho por la mordida de algún animal, ya que en corte no era uniforme ni habían rastros de mordeduras. Investigué un poco más el cuerpo y en el suelo habían unas pisadas que no coincidían con las de la mujer. Eran unas pisadas grandes que parecían ser las de una bestia, pero demasiado grandes como para que fuesen las de un animal común.
Poco a poco avanzaba, siguiendo el rastro, subiendo un poco la montaña. Mientras investigaba la zona una especie de leopardo apareció delante mío, con cara hostil. Sus colmillos me amenazaban mientras sus ojos me miraban fijamente. El animal se abalanzó hacia mi lanzándome zarpados, así que saqué mi katana izquierda y paré su zarpa, mientras con la otra atacaba, dando un corte en el cuello a la bestia y dejándola en el suelo, sin vida.
- Lo siento... pequeño. Pero no me dejabas... otra opción. - Decía con voz entrecortada.
Examiné al animal y parecía tener una mordedura en la zona de la espalda, pero de una mandíbula enorme, como si un animal de cinco metros con boca enorme lo hubiese atacado. Tal vez se sentía amenazado por eso, pero debía seguir investigando.
Me adentraba más y más en la montaña, siguiendo las huellas, pero estas me llevaron a una especie de cueva oscura, así que necesitaría algo de luz. Miré en mis bolsillos, pero se me olvidó traer una linterna, así que me senté en una gran roca mientras pensaba en algo para tener luz y examinar mejor.
Poco a poco avanzaba, siguiendo el rastro, subiendo un poco la montaña. Mientras investigaba la zona una especie de leopardo apareció delante mío, con cara hostil. Sus colmillos me amenazaban mientras sus ojos me miraban fijamente. El animal se abalanzó hacia mi lanzándome zarpados, así que saqué mi katana izquierda y paré su zarpa, mientras con la otra atacaba, dando un corte en el cuello a la bestia y dejándola en el suelo, sin vida.
- Lo siento... pequeño. Pero no me dejabas... otra opción. - Decía con voz entrecortada.
Examiné al animal y parecía tener una mordedura en la zona de la espalda, pero de una mandíbula enorme, como si un animal de cinco metros con boca enorme lo hubiese atacado. Tal vez se sentía amenazado por eso, pero debía seguir investigando.
Me adentraba más y más en la montaña, siguiendo las huellas, pero estas me llevaron a una especie de cueva oscura, así que necesitaría algo de luz. Miré en mis bolsillos, pero se me olvidó traer una linterna, así que me senté en una gran roca mientras pensaba en algo para tener luz y examinar mejor.
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