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Tsk. Ya habían pasado dos bonitos años y ese maldito olor a borracho no se despedía de la isla. Jaya. Precioso lugar para “gente como yo”. La isla seguía siendo uno de los “senderos del demonio” del Grand Line. ¿Quién vendría aquí? Nadie más que piratas, revolucionarios y criminales en general. Era la isla sin ley. Pero bueno, eso ya lo tenía bien sabido desde que desaparecí hacía ya tiempo. Sin embargo era momento de volver a la vida, pero no aquí, no ahora. Simplemente me apetecía volver a beber el delicioso y suave sake que me pueden ofrecer en la mejor taberna para criminales que he estado en todo Grand Line, aunque claro, tampoco he estado en muchos sitios. La barra llena de vasos rotos, gente dormida y un líquido rojizo que esperaba fuese caramelo, la adornaban. Luz d artificial que iluminaba el lugar dentro de la oscura noche. Era un antro de madera, limpio, por suerte. Muy iluminado por dentro, no haría falta un sol para poder ver. Estaba todo bien amueblado, y tan grande era que la barra tendría alrededor de quince metros de largo, donde aparte de mi había otras tantas personas comiendo y disfrutando de las broncas entre la gente. No tenían miedo a los mosquitos y lo demostraban abriendo sus ventanas a cal y canto aun con toda la luz que desprendían. Pero era una suerte, así podía llegar una suave, tranquilizante y relajante brisa que me dejaba bien por dentro.
Y allí estaba yo. Me encontraba vestido con mis ropas habituales, pero de tonos oscuros. Igualmente tenía una enooooorme capa de color blanco que me cubría del todo, incluyendo mis katanas. Con la capucha puesta, disfrutaba brindando en solitario.
Al menos pude disfrutar del enorme barullo de la gente pegándose golpes y de la canción frustrada del pianista hasta que alguien dio un portazo. Eso hizo que todos callaran, cosa que parecía improbable. –Qué pasa, capullos. No os quedéis allí parados, seguid pegándoos, venga. -¿Qué clase de idiota integral era ese? ¿Tan importante era como para que la gente dejara sus quehaceres? No me importaba tampoco. Aunque pude escuchar como sus fuertes pasos le hacían acercarse a la barra. –Tú, idiota, camarero, ponme un poco de ese sake que tanto me gusta. –Dijo de forma muy maleducada. Alguien debería de enseñarlo modales, y no sé por qué, tenía la sensación de que sería yo. Se puso justo a mi lado. Tenía un gran garrote hecho de alguna especie de metal, lleno de pinchos puntiagudos que sobresalían del mismo. Aquél hombre tenía una voz muy grave, era musculoso, me atrevería a decir que se trataba de un semi-gigante debido a su complexión y altura. No pude ver más allá con mi rabillo de ojo.
-Lo.. Lo siento Señor Truk… Pero no nos queda… -Dijo el pobre camarero muerto completamente de miedo. –Lo siento. –Intervine yo, notando el aura negativa de ese semi-gigante. –Creo que me lo he terminado yo, aunque aún me queda una botella, si la quieres, claro. –Le hablé mientras se la ofrecía. -¿Una botella? ¡QUÉ MIERDAS QUIERES QUE HAGA CON UNA BOTELLA! ¿Qué pasa, no sabías que ese sake era exclusivo para mi?
-No vi tu nombre en la botella.
En el bar empezó a sentirse un aire de completa tensión, todos con cara de “tío, no sigas por allí”, sin embargo no tenía ganas de ceder. Recogí la botella, la abrí en su cara, y me la bebí de un trago. Seguidamente me levanté, le di gracias al camarero, pagué y me dispuse a irme. -¡HIJO DE PUTA! ¡A DÓNDE CREES QUE VAS! –Me gritaba el mandril. Y sin hacerle caso alguno seguí mi camino. O al menos lo hice hasta que me lanzó su enorme garrote. Simplemente lo esquivé, dejando que saliera el garrote por la puerta, destrozándola. Se podía apreciar su fuerza, sin embargo me apetecía divertirme un rato. –No debiste hacer eso, muchachito. Parece que alguien tendrá que ir ahora a buscar su juguete. ¿O tal vez no pueda llegar a salir de la taberna?
Y allí estaba yo. Me encontraba vestido con mis ropas habituales, pero de tonos oscuros. Igualmente tenía una enooooorme capa de color blanco que me cubría del todo, incluyendo mis katanas. Con la capucha puesta, disfrutaba brindando en solitario.
Al menos pude disfrutar del enorme barullo de la gente pegándose golpes y de la canción frustrada del pianista hasta que alguien dio un portazo. Eso hizo que todos callaran, cosa que parecía improbable. –Qué pasa, capullos. No os quedéis allí parados, seguid pegándoos, venga. -¿Qué clase de idiota integral era ese? ¿Tan importante era como para que la gente dejara sus quehaceres? No me importaba tampoco. Aunque pude escuchar como sus fuertes pasos le hacían acercarse a la barra. –Tú, idiota, camarero, ponme un poco de ese sake que tanto me gusta. –Dijo de forma muy maleducada. Alguien debería de enseñarlo modales, y no sé por qué, tenía la sensación de que sería yo. Se puso justo a mi lado. Tenía un gran garrote hecho de alguna especie de metal, lleno de pinchos puntiagudos que sobresalían del mismo. Aquél hombre tenía una voz muy grave, era musculoso, me atrevería a decir que se trataba de un semi-gigante debido a su complexión y altura. No pude ver más allá con mi rabillo de ojo.
-Lo.. Lo siento Señor Truk… Pero no nos queda… -Dijo el pobre camarero muerto completamente de miedo. –Lo siento. –Intervine yo, notando el aura negativa de ese semi-gigante. –Creo que me lo he terminado yo, aunque aún me queda una botella, si la quieres, claro. –Le hablé mientras se la ofrecía. -¿Una botella? ¡QUÉ MIERDAS QUIERES QUE HAGA CON UNA BOTELLA! ¿Qué pasa, no sabías que ese sake era exclusivo para mi?
-No vi tu nombre en la botella.
En el bar empezó a sentirse un aire de completa tensión, todos con cara de “tío, no sigas por allí”, sin embargo no tenía ganas de ceder. Recogí la botella, la abrí en su cara, y me la bebí de un trago. Seguidamente me levanté, le di gracias al camarero, pagué y me dispuse a irme. -¡HIJO DE PUTA! ¡A DÓNDE CREES QUE VAS! –Me gritaba el mandril. Y sin hacerle caso alguno seguí mi camino. O al menos lo hice hasta que me lanzó su enorme garrote. Simplemente lo esquivé, dejando que saliera el garrote por la puerta, destrozándola. Se podía apreciar su fuerza, sin embargo me apetecía divertirme un rato. –No debiste hacer eso, muchachito. Parece que alguien tendrá que ir ahora a buscar su juguete. ¿O tal vez no pueda llegar a salir de la taberna?
- Plan de Rol:
- Bueno, yo ahora me convertiré en el señor encapuchado. Intentaré pasar desapercibido por la isla, aunque me irán cayendo varios impedimentos como el de ahora. Por suerte para mi intentaré que nunca se sepa mi verdadera identidad.
Midorima puede pasearse como quiera por las calles, ya que nadie le diría nada. Lo malo es que -dado que busca tener Wanted- se encontrará con marines.
¿Por qué esos marines? Pues porque nuestra Noble Mundial, Samanta, ha venido en un caprichoso viaje y tiene escoltas.
Podemos relacionarnos entre nosotros según se vea y sea necesario. Además, para conseguir algo de Berris he tenido una bonita idea (?) Ya las sabréis en el futuro (?)
Pero por ahora, así va la cosa xD
Samanta
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Era mi tercer semana desde que ostentaba mi nuevo titulo, mas que título eran los conocimientos. Pedí consejo de una isla llena de crímenes y recuerdos, me dieron consejo de Jaya, una isla perdida de la mano de la justicia. Bueno pues mi mano Justa seria larga. Al llegar todo era un alboroto, muchas personas se escondieron se podía ver como se abriera una habitación cerrada y entrara una luz que cegara a todos los bichos y corrieran por doquier. Dada mis circunstancias se me negó viajar con mi escolta típica, tenia ya 3 barcos de la marina corriendo y acomodando registrando, yo quería venir y revisar con mis propios ojos de que forma se lleva la justicia y a quien ajusticiar si hacia falta, se que era muy temerario de mi parte, pero si empezaba en los lugares mas peligrosos, seria todo mas simple.
El ver tanto alboroto era una señal clara de que no quedaría nada para juzgar todo estaría en regla no podía dejar que los marines hicieran todo este caos. Me dirigí con el comodoro en jefe del navío y solicite un perímetro donde trabajaría de esta forma no tendría que revisarlo todo. Pero yo iría a algún otro punto.
Cuando las ordenes eran ejecutadas yo tome de la mano a Diana, salimos caminando por lo que aprecia el camino principal, tras una ligera voltereta salimos corriendo y caminamos entre callejuelas y terminamos dando en una avenida muy fea, el aroma me era repugnante.
Diana-Sam no creo que se prudente, esto no tiene buena pinta además de ser asqueroso. –
-Mira no te preocupes todo va bien, no habrá ningún problema cualquier cosa, tengo mi pet conectada con Janice, ella acudirá con el comodoro si es que pasa algo, aparte dijeron que estarían entre los barcos algunos agentes del gobierno. Pero la idea de venir era observar el ambiente habitual de los rufianes. Debo tener en cuenta las artimañas y por qué los condenan. –
Nada me preparo para lo que sucedió, mientras caminaba y escuchaba de fondo algunos gritos y pasos de pobladores del lugar hablado sobre la marina, de la nada se escucho un garrote gigantesco pasando frente a mi, de no haberme detenido ese instante a mirar a Diana, no me habría pasado de largo. Quede un tanto impactada, digo un tanto por que mi reacción seria gritar, pero fue tan repentino que no podía ni articular media silaba. Diana tuvo el reflejo que a mi me falto ella grito con gran energía, si bien, ahora deseaba que no fuera Diana mi acompañante si no Janice, ella se abría adelantado a esto. Gire mis ojos mirando por todos lados, podía ver como se acercaba, mi corazón bombeaba con gran fuerza y sentía como mis músculos se contraían, era inevitable eso me habria golpeado. Diana inicio a avanzar en mi dirección podía verla moverse tan lento, era como si el tiempo se detuviera, me faltaba aire, la respiración se me entrecortaba. Acaso asi seria mi primer día buscando evidencias.
Mire el lugar de donde salía aquel garrote con fuerza, impacto en el suelo y giraba con fuerza por el aire, su trayectoria era directa, el lugar del que salió era de madera tenia un nombre pero que importaba solo quería moverme, si podía pensar ver y analizar, podía moverme, pero sentía como la falta de energía me llenaba y terminaba inmóvil.
El ver tanto alboroto era una señal clara de que no quedaría nada para juzgar todo estaría en regla no podía dejar que los marines hicieran todo este caos. Me dirigí con el comodoro en jefe del navío y solicite un perímetro donde trabajaría de esta forma no tendría que revisarlo todo. Pero yo iría a algún otro punto.
Cuando las ordenes eran ejecutadas yo tome de la mano a Diana, salimos caminando por lo que aprecia el camino principal, tras una ligera voltereta salimos corriendo y caminamos entre callejuelas y terminamos dando en una avenida muy fea, el aroma me era repugnante.
Diana-Sam no creo que se prudente, esto no tiene buena pinta además de ser asqueroso. –
-Mira no te preocupes todo va bien, no habrá ningún problema cualquier cosa, tengo mi pet conectada con Janice, ella acudirá con el comodoro si es que pasa algo, aparte dijeron que estarían entre los barcos algunos agentes del gobierno. Pero la idea de venir era observar el ambiente habitual de los rufianes. Debo tener en cuenta las artimañas y por qué los condenan. –
Nada me preparo para lo que sucedió, mientras caminaba y escuchaba de fondo algunos gritos y pasos de pobladores del lugar hablado sobre la marina, de la nada se escucho un garrote gigantesco pasando frente a mi, de no haberme detenido ese instante a mirar a Diana, no me habría pasado de largo. Quede un tanto impactada, digo un tanto por que mi reacción seria gritar, pero fue tan repentino que no podía ni articular media silaba. Diana tuvo el reflejo que a mi me falto ella grito con gran energía, si bien, ahora deseaba que no fuera Diana mi acompañante si no Janice, ella se abría adelantado a esto. Gire mis ojos mirando por todos lados, podía ver como se acercaba, mi corazón bombeaba con gran fuerza y sentía como mis músculos se contraían, era inevitable eso me habria golpeado. Diana inicio a avanzar en mi dirección podía verla moverse tan lento, era como si el tiempo se detuviera, me faltaba aire, la respiración se me entrecortaba. Acaso asi seria mi primer día buscando evidencias.
Mire el lugar de donde salía aquel garrote con fuerza, impacto en el suelo y giraba con fuerza por el aire, su trayectoria era directa, el lugar del que salió era de madera tenia un nombre pero que importaba solo quería moverme, si podía pensar ver y analizar, podía moverme, pero sentía como la falta de energía me llenaba y terminaba inmóvil.
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Disparos por aquí, peleas por allá, fiestas por otro lado, silencio por otro, un griterío insoportable más allá…eso graficaba lo que era Jaya, la isla sin Ley, en donde la Marina no tenía nada que hacer contra los piratas, un sinfín de cosas que por ahora no le importaban a Midorima, quien recorría con la vista el lugar…tenía ganas de venir a esta isla hace mucho, y quizás también de tener algo divertido que hacer después de pasar años desaparecidos, sus ojos verdes analizaban de todo, desde lo que podría ser un potencial rival muy fuerte, o bien también hasta alguien muy débil y de poca monta, incluso analizaba las tabernas, sabía que las peores tabernas eran donde encontraría mucha diversión, Es Jaya, seguramente no tarde mucho en encontrar algo interesante que hacer, sigamos caminando de momento pensaba mientras se estiraba.
Midorima iba con una sonrisa en su rostro, su ropa era muy cómoda, una polera de mangas cortas de color verde, unos pantalones cortos de un tono azul a juego con su polera y arriba llevaba una gorra de color rojo, seguramente no pensó mucho a la hora de colocarse aquella gorra pues no combinaba mucho en ese sentido, pero poco le importaba ya que nunca le había interesado vestir a la “moda” o muy bien, salvo pequeñas excepciones contadas con los dedos de las manos y en donde sobraban dedos, Esta isla es genial, de hecho, podría vivir aquí un tiempo…después de todo aquí solo llegan gente muy fuerte o bien gente con mucha suerte, aunque prácticamente estemos ya insertos en el Grand Line aun hay gente que tiene suerte… pensaba con curiosidad, entonces escuchó un grito ensordecedor muy cercano, su sonrisa se amplio y ahora era algo sádica, sin dudarlo empezó a correr directo a donde estaba aquel ruido. No estaba tan lejos, solo tuvo que doblar dos veces a la derecha para llegar…la escena era impactante o por lo menos impresionante, entre toda la gente que estaba ahí…nunca se esperaba encontrar cerca a ella…a Samanta.
Se acercó rápidamente, justo a tiempo para de una patada lanzar a volar a un maldito que se quería aprovechar de la confusión y seguramente robarle algo de valor, este destruyó una casa no muy alejada, Midorima se dio media vuelta y se quedó de frente a Samanta mientras observaba la situación, al parecer era una pelea típica entre piratas que ahora estaba a otro nivel, puso sus manos en los bolsillos y nuevamente tuvo que de un golpe lanzar a volar a otro tipo que se acercaba con cara de pocos amigos a su amiga…se quedó de pie mientras veía todo con calma, tenía curiosidad en el tipo que al parecer quería pasar desapercibido y también en el que indicaba que era un semigigante.
Samanta, quédate atrás de mí y no te pasara nada…aunque tampoco sería mala idea que empieces a correr, aunque dudo que lo hagas así que solo mantente atrás.
Mencionó tranquilo, su tono era protector, su vista estaba pegada en las acciones de los otros dos tipos mientras que sus otros sentidos estaban alerta por si acaso había otro tipo que era bueno aprovechando este tipo de oportunidades…no iba a permitir que nada le pasara a Samanta.
Midorima iba con una sonrisa en su rostro, su ropa era muy cómoda, una polera de mangas cortas de color verde, unos pantalones cortos de un tono azul a juego con su polera y arriba llevaba una gorra de color rojo, seguramente no pensó mucho a la hora de colocarse aquella gorra pues no combinaba mucho en ese sentido, pero poco le importaba ya que nunca le había interesado vestir a la “moda” o muy bien, salvo pequeñas excepciones contadas con los dedos de las manos y en donde sobraban dedos, Esta isla es genial, de hecho, podría vivir aquí un tiempo…después de todo aquí solo llegan gente muy fuerte o bien gente con mucha suerte, aunque prácticamente estemos ya insertos en el Grand Line aun hay gente que tiene suerte… pensaba con curiosidad, entonces escuchó un grito ensordecedor muy cercano, su sonrisa se amplio y ahora era algo sádica, sin dudarlo empezó a correr directo a donde estaba aquel ruido. No estaba tan lejos, solo tuvo que doblar dos veces a la derecha para llegar…la escena era impactante o por lo menos impresionante, entre toda la gente que estaba ahí…nunca se esperaba encontrar cerca a ella…a Samanta.
Se acercó rápidamente, justo a tiempo para de una patada lanzar a volar a un maldito que se quería aprovechar de la confusión y seguramente robarle algo de valor, este destruyó una casa no muy alejada, Midorima se dio media vuelta y se quedó de frente a Samanta mientras observaba la situación, al parecer era una pelea típica entre piratas que ahora estaba a otro nivel, puso sus manos en los bolsillos y nuevamente tuvo que de un golpe lanzar a volar a otro tipo que se acercaba con cara de pocos amigos a su amiga…se quedó de pie mientras veía todo con calma, tenía curiosidad en el tipo que al parecer quería pasar desapercibido y también en el que indicaba que era un semigigante.
Samanta, quédate atrás de mí y no te pasara nada…aunque tampoco sería mala idea que empieces a correr, aunque dudo que lo hagas así que solo mantente atrás.
Mencionó tranquilo, su tono era protector, su vista estaba pegada en las acciones de los otros dos tipos mientras que sus otros sentidos estaban alerta por si acaso había otro tipo que era bueno aprovechando este tipo de oportunidades…no iba a permitir que nada le pasara a Samanta.
- Nota para que tenga todo sentido:
- Mido no es omnipotente, es solo que este rol esta ocurriendo un poco después que este: https://www.onepiece-definitiverol.com/t11148-samanta-el-amanecer-eterno-midorima-shintaro Así que tanto Mido como Samanta si se conocen
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Menuda cosa. Menos mal que el garrote acabó chocando contra el suelo, de lo contrario habría dado a dos bellas señoritas que se disponían a dar un paseo nocturno. Por suerte no tuve que blandir mis filos para impedirlo. Y de la misma manera, un chaval, joven, de cabellos esmeraldas gracias a la tenue luz, ayudó a las damiselas de un posible robo de dos maleantes. Si es que, no se podía caminar por éstas calles como si nada. Me encontraba distraído con ello, hasta… -¡EH, TÚ! ¡QUE TE ESTOY HABLANDO! –Gritaba aquél tipo, ¿es que nunca le enseñaron a hablar con educación? –Perdóneme, estaba verificando que su garrote no le diera a nadie. Tiene que tener cuidado con eso, no vaya a recibir una demanda. –Le dije sarcásticamente, girándome hacia él. La capucha impedía ver mi cara, pero deslumbraba la sonrisa que se me dibujó en el rostro. Y parecía, que eso molestaba al contrario. –Mira, estás desarmado, y yo en cambio poseo filos que podrían cortarte en pedacitos. No juegues con fuego. –Le dejé claro antes de continuar mi camino para salir del bar, pero se ve que no sería tan fácil.
Seguramente se hubiera sentido frustrado y humillado, y decidió embestirme. Era una estupidez. –Shishin. –Murmuré mientras desenvainaba rápidamente mi katana. Fue rápido, y no mortal. Desenvainé, corté y volví a envainar en un abrir y cerrar de ojos. Y mi oponente caía al suelo. Hizo un sonido atronador, y la verdad es que tembló un poco le lugar. –Gm. Dicen que cuanto más grande, más dura será la caída.
Iba a irme hasta que vi algo en el suelo. Al parecer a aquél tipo se le cayó lo que parecía ser… ¿Un mapa del tesoro? No, era un mapa, y con una equis marcada, pero no era del tesoro… Era un mapa de la isla y un edificio. Parecía interesante, tal vez eso me ayude a pasar la noche, o a conseguir algo divertido, quién sabe. Me guardé el mapa en el bolsilló y volví a girarme para continuar mi rumbo… Pero de nuevo… -Maldito insolente… -Escuchaba a mi espalda. ¿Tan pesado era? ¿No podía fingir estar desmayado? Empezaba a pensar en no tener compasión por los demás. De nuevo vino corriendo a por mi, sin embargo ésta vez decidí esquivar el golpe. Estaba esperando a que volviera en su carrera, pero no. Siguió corriendo con su corpulento cuerpo goteando gotas superficiales de sangre debido a mi corte. Iba en dirección a… ¡En dirección a aquellas señoritas y el muchacho! Tenía que hacer algo para detener eso, pero por raro que parezca ese gigantón era muy rápido. Pero no habría problema, estaba herido y había allí ese chaval de cabellos verdes, que si pudo con un par, podría con éste, ¿no?
Si no fuera el caso me encontraba preparado para mandarle una onda con mi katana. ¿Por qué me tenía que tocar hacer de niñera? No vuelvo a éste bar, tendré que pedir su sake a domicilio.
Seguramente se hubiera sentido frustrado y humillado, y decidió embestirme. Era una estupidez. –Shishin. –Murmuré mientras desenvainaba rápidamente mi katana. Fue rápido, y no mortal. Desenvainé, corté y volví a envainar en un abrir y cerrar de ojos. Y mi oponente caía al suelo. Hizo un sonido atronador, y la verdad es que tembló un poco le lugar. –Gm. Dicen que cuanto más grande, más dura será la caída.
Iba a irme hasta que vi algo en el suelo. Al parecer a aquél tipo se le cayó lo que parecía ser… ¿Un mapa del tesoro? No, era un mapa, y con una equis marcada, pero no era del tesoro… Era un mapa de la isla y un edificio. Parecía interesante, tal vez eso me ayude a pasar la noche, o a conseguir algo divertido, quién sabe. Me guardé el mapa en el bolsilló y volví a girarme para continuar mi rumbo… Pero de nuevo… -Maldito insolente… -Escuchaba a mi espalda. ¿Tan pesado era? ¿No podía fingir estar desmayado? Empezaba a pensar en no tener compasión por los demás. De nuevo vino corriendo a por mi, sin embargo ésta vez decidí esquivar el golpe. Estaba esperando a que volviera en su carrera, pero no. Siguió corriendo con su corpulento cuerpo goteando gotas superficiales de sangre debido a mi corte. Iba en dirección a… ¡En dirección a aquellas señoritas y el muchacho! Tenía que hacer algo para detener eso, pero por raro que parezca ese gigantón era muy rápido. Pero no habría problema, estaba herido y había allí ese chaval de cabellos verdes, que si pudo con un par, podría con éste, ¿no?
Si no fuera el caso me encontraba preparado para mandarle una onda con mi katana. ¿Por qué me tenía que tocar hacer de niñera? No vuelvo a éste bar, tendré que pedir su sake a domicilio.
Samanta
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Estaba desconcertada, todo ocurrió tan de prisa, en verdad era un lugar reinado por el caos, no había justicia alguna, pero por que sucedía esto. No tenia ni tiempo de pensar, cuando de la nada apareció alguien, y me llamaba por mi nombre como si nada. Que acaso era ya tan famosa .
Avance un par de pasos, alejándome de aquel caos, al parecer el tipo golpeo a otro sin sentido alguno, no veía coherencia del por que iniciaron a pelear, eso llamo la atención de otros dos mas y esto se empezaba a poner muy violento, mire de soslayo a Diana, con una expresión de horror. Esta isla aparte de aparentar ser el escusado del diablo, tenia población de la misma. Pero ¿Quien era bueno o quien era malo?, ¿Quien solo buscaba defenderse y quien ocasionaba problemas?.
Algo era indudable todo esto era un profundo caos. Como no podría encontrar una infracción de ley. Además mandar a condenar a esta gente con este caos seria simple. Existe una ley pareja para todas las islas, estas islas se rigen bajo una ley global, además de posiblemente tener una ley regional. Acaso la ley regional de esta zona era distinta a las demás islas.
No podía detenerme a pensar, veía al hombre engorrado peleando que me quería proteger, seria acaso un agente del CP, o un marine en cubierto acaso se dieron cuenta de mi salida y no me escoltaron fuertemente por que sabían que alguien me cuidaría. Nada tenia sentido, el sonido seco de un desplome me despertó de mis fugaces pensamientos.
Pude admirar un ser enorme, solo había visto un gigante una vez en mi vida, y era el jardinero de una de las familias vecinas, y es que vaya como no verlo, cuando miden 13metros, pero este parecía ser uno mas diminuto, lo que me llevo a pensar que no seria de verdad. Un farsante, estaría haciéndose pasar por algo, no importaba que veía que estaba un caos, y podía verle agredir a otro hombre mas, cada golpe era un fallo, hasta que la ira la consumió, regrese mi mirada a con aquel hombre engorrado, parecía que se burlaba de los defensores del caído. No le costaba ningún problema moverse y defenderse y atacar, un crujir asonante y armónico se escuchaba, a la vez que un sutil pero muy notorio temblor le seguía, aquel cosa, que parecía un mastodonte descontrolado y avanzaba en mi dirección.
-¡Te ordeno que te detengas!-
Alcé mi mano y extendí mis dedos en señal de alto, pero ese instante note algo, sangraba… si estaba sangrando, mi mano inicio a temblar, podía verle una herida, no sabia si era profunda o superficial, como notarlo corriendo a esa velocidad con un rostro demostrando enojo, desesperación, enfado, y unos ojos expresivamente frustrados. Pero si podía ver la sangre, daba igual, el verle no hacia otra cosa que recordarme aquel día con Rinali, mi temblor inicio en mi mano, se extendió por mi brazo y comenzó a apoderarse de mi, el miedo me lleno desde mi mano hasta mi pie, perdí la compostura y temblaba descontroladamente, mientras el avanzaba y veía toda esa sangre, inicie a desplomarme ya que mis piernas no respondían y mandaban la fuerza suficiente para sostenerme en pie.
Avance un par de pasos, alejándome de aquel caos, al parecer el tipo golpeo a otro sin sentido alguno, no veía coherencia del por que iniciaron a pelear, eso llamo la atención de otros dos mas y esto se empezaba a poner muy violento, mire de soslayo a Diana, con una expresión de horror. Esta isla aparte de aparentar ser el escusado del diablo, tenia población de la misma. Pero ¿Quien era bueno o quien era malo?, ¿Quien solo buscaba defenderse y quien ocasionaba problemas?.
Algo era indudable todo esto era un profundo caos. Como no podría encontrar una infracción de ley. Además mandar a condenar a esta gente con este caos seria simple. Existe una ley pareja para todas las islas, estas islas se rigen bajo una ley global, además de posiblemente tener una ley regional. Acaso la ley regional de esta zona era distinta a las demás islas.
No podía detenerme a pensar, veía al hombre engorrado peleando que me quería proteger, seria acaso un agente del CP, o un marine en cubierto acaso se dieron cuenta de mi salida y no me escoltaron fuertemente por que sabían que alguien me cuidaría. Nada tenia sentido, el sonido seco de un desplome me despertó de mis fugaces pensamientos.
Pude admirar un ser enorme, solo había visto un gigante una vez en mi vida, y era el jardinero de una de las familias vecinas, y es que vaya como no verlo, cuando miden 13metros, pero este parecía ser uno mas diminuto, lo que me llevo a pensar que no seria de verdad. Un farsante, estaría haciéndose pasar por algo, no importaba que veía que estaba un caos, y podía verle agredir a otro hombre mas, cada golpe era un fallo, hasta que la ira la consumió, regrese mi mirada a con aquel hombre engorrado, parecía que se burlaba de los defensores del caído. No le costaba ningún problema moverse y defenderse y atacar, un crujir asonante y armónico se escuchaba, a la vez que un sutil pero muy notorio temblor le seguía, aquel cosa, que parecía un mastodonte descontrolado y avanzaba en mi dirección.
-¡Te ordeno que te detengas!-
Alcé mi mano y extendí mis dedos en señal de alto, pero ese instante note algo, sangraba… si estaba sangrando, mi mano inicio a temblar, podía verle una herida, no sabia si era profunda o superficial, como notarlo corriendo a esa velocidad con un rostro demostrando enojo, desesperación, enfado, y unos ojos expresivamente frustrados. Pero si podía ver la sangre, daba igual, el verle no hacia otra cosa que recordarme aquel día con Rinali, mi temblor inicio en mi mano, se extendió por mi brazo y comenzó a apoderarse de mi, el miedo me lleno desde mi mano hasta mi pie, perdí la compostura y temblaba descontroladamente, mientras el avanzaba y veía toda esa sangre, inicie a desplomarme ya que mis piernas no respondían y mandaban la fuerza suficiente para sostenerme en pie.
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Todo estaba pasando muy rápido, y al parecer Samanta estaba pegada al suelo por el miedo, Shintaro seguía de pie mirando como es que aquel encapuchado “jugaba” con el semi gigante, y de hecho notó el momento en que le hacía un gran tajo con sus espadas, eso debería ser más que suficiente así que se tranquilizó un poco más, lidiar con ese sujeto sería un incordio de aquellos que por ahora no quería superar, pero al parecer todo estaba saliendo de mal en peor y notó como es que la chiquilla salía corriendo directo hacía el semi gigante, y le ordenaba que se detuviera…Idiota, es un pirata, jamás te hará caso. pensó mientras activaba su técnica para agarrar más velocidad, su cuerpo estaba rojo como tomate y ahora echaba humo por cada poro de su cuerpo, de sus ojos verdes salían algunos rayitos del mismo color, The Zone Of God estaba lista y no perdió el tiempo para desaparecer para aparecer justo a tiempo para agarrar a Samanta y volver a desaparecer y dejarla más atrás.
Ya te lo he dicho, quédate atrás…esta isla es un infierno y no puedes venir a hacer esas cosas, aparte se nota que tienes mucho miedo…bueno, vuelvo en seguida, hay un estorbo que solo quiere ser eliminado.
Mencionó mientras se daba vuelta y veía al gigantón justo al frente, se notaba muy herido y por ende cansado, el corte parecía muy profundo, con un solo golpe iba a caer y dejaría de molestar, así que imbuyó su pierna derecha en su Haki Armadura haciendo que esta se pusiera negra, el pirata semi gigante no paraba de correr y al parecer ni cuenta se había dado cuenta de que Midorima había aparecido delante de sus narices en un segundo, el peli verde suspiro tranquilamente para esperarlo, lo espero unos segundos para finalmente cuando lo tenía cerca, dar un pequeño salto y en el aire a gran velocidad fue que conectó una poderosa patada en su cuello haciendo que este terminara volando directo hacía una casa destruyéndola en el acto, se levantó una gran capa de viento y Midorima caía de forma elegante con ambas manos en los bolsillos, mientras su cuerpo volvía a la normalidad, miró a Samanta…pensaba en decirle algo más pero al parecer todo se complicaría más de la cuenta ya que escuchó atentamente que algo grande se acercaba, como si se tratase de muchos pasos.
¿Ahora qué? – dijo en un pequeño susurro que se lo llevó el viento, miró hacía la taberna y notaba que el encapuchado aun seguía en la taberna, sea lo que sea que viniese en ese sentido, sería algo malo y muy grande. Hey mocoso, será mejor que te largues de este lugar, creo que se pondrá muy peligroso, así que mejor vete de este sitio. – mencionó esta vez en un tono más fuerte para que el encapuchado lo escuchará fuerte y claro, no quería que nadie más estuviera en peligro pero al parecer era tarde, cuando se dio cuenta que era su cara se transformó a una más seria, era un gran pelotón de marines y seguramente eran los idiotas que estaban aquí para mantener un poco de orden…todo ahora se estaba complicando más de lo esperado, suspiro tranquilamente mientras de reojo veía a Samanta, tenía una cierta corazonada de lo que estaba pasando pero nada concreto.
Hey tu chica, será mejor que te vayas, si no quieres claro que te relacionen con los piratas…no creo que sea de tu agrado, así que lárgate.
Su tono fue algo pesado e inclusive autoritario, pero es que no quería que ella sufriera algún daño por algo que no haya hecho, sin más se quedó de pie mirando como es que el gran pelotón ya estaba llegando, eran cerca de treinta tipos y eso haría que la pelea solo se complicara más…pero ahora la suerte estaba echada y el destino había jugado sus cartas, solo debía aguantar a como de lugar.
Ya te lo he dicho, quédate atrás…esta isla es un infierno y no puedes venir a hacer esas cosas, aparte se nota que tienes mucho miedo…bueno, vuelvo en seguida, hay un estorbo que solo quiere ser eliminado.
Mencionó mientras se daba vuelta y veía al gigantón justo al frente, se notaba muy herido y por ende cansado, el corte parecía muy profundo, con un solo golpe iba a caer y dejaría de molestar, así que imbuyó su pierna derecha en su Haki Armadura haciendo que esta se pusiera negra, el pirata semi gigante no paraba de correr y al parecer ni cuenta se había dado cuenta de que Midorima había aparecido delante de sus narices en un segundo, el peli verde suspiro tranquilamente para esperarlo, lo espero unos segundos para finalmente cuando lo tenía cerca, dar un pequeño salto y en el aire a gran velocidad fue que conectó una poderosa patada en su cuello haciendo que este terminara volando directo hacía una casa destruyéndola en el acto, se levantó una gran capa de viento y Midorima caía de forma elegante con ambas manos en los bolsillos, mientras su cuerpo volvía a la normalidad, miró a Samanta…pensaba en decirle algo más pero al parecer todo se complicaría más de la cuenta ya que escuchó atentamente que algo grande se acercaba, como si se tratase de muchos pasos.
¿Ahora qué? – dijo en un pequeño susurro que se lo llevó el viento, miró hacía la taberna y notaba que el encapuchado aun seguía en la taberna, sea lo que sea que viniese en ese sentido, sería algo malo y muy grande. Hey mocoso, será mejor que te largues de este lugar, creo que se pondrá muy peligroso, así que mejor vete de este sitio. – mencionó esta vez en un tono más fuerte para que el encapuchado lo escuchará fuerte y claro, no quería que nadie más estuviera en peligro pero al parecer era tarde, cuando se dio cuenta que era su cara se transformó a una más seria, era un gran pelotón de marines y seguramente eran los idiotas que estaban aquí para mantener un poco de orden…todo ahora se estaba complicando más de lo esperado, suspiro tranquilamente mientras de reojo veía a Samanta, tenía una cierta corazonada de lo que estaba pasando pero nada concreto.
Hey tu chica, será mejor que te vayas, si no quieres claro que te relacionen con los piratas…no creo que sea de tu agrado, así que lárgate.
Su tono fue algo pesado e inclusive autoritario, pero es que no quería que ella sufriera algún daño por algo que no haya hecho, sin más se quedó de pie mirando como es que el gran pelotón ya estaba llegando, eran cerca de treinta tipos y eso haría que la pelea solo se complicara más…pero ahora la suerte estaba echada y el destino había jugado sus cartas, solo debía aguantar a como de lugar.
Simo
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Meh. Pues al final no hizo falta mi ayuda. Sin embargo, algo me pareció bastante raro en aquél muchacho… El muchacho que se encontraba defendiendo a las hermosas mujeres. A la hora de deshacerse del grandullón… Hizo algo que ya había visto antes. Sí, ya está. Era el muchacho al que enfrenté en cierta isla, durante mi entrenamiento. Aquél que echaba humitos. Todo encajaba, cabello esmeralda, gafas, echaba humo, ha tumbado un semi gigante...
Bien, en tal caso no tenía de qué preocuparme, esas jóvenes se encontraban en buenas manos. Pero el muy maldito empezó a dárselas de grande, mandándome como si fuera mi superior. Me dieron ganas de atizarle y decirle “Eh, tontaco, que soy yo”, pero no, lo mejor era dejarlo estar.
Iba a marcharme cuando de pronto un gran número de marines aparecieron rodeando cuantitativamente el lugar. Y seguramente más estuvieran al caer. ¿Qué era esto? ¿Ciudad de paso? Desde cuándo vienen marines a ésta isla, eh. Menuda faena. Olvidándome de dar un paseo por la playa, decidí optar por volver a entrar al bar para salir por la puerta trasera del local y decirles un adiós muy buenas a aquél pelotón. Los miembros del local se me quedaron mirando estupefactos cuando entré. Se escuchaban susurros “Tío, ¿has visto eso?”, “Ha vencido como si nada al Billy el Gañan”, “¿Y el otro tío? También le ha atizado de lo lindo”, “Será mejor que no le mires”, iban diciendo. Por favor, si ese tipejo era alguien duro, Jaya se había ido a pique. ¿Dónde quedaron aquellas personas rudas que me encontré en mi viaje? Aquellas mismas que se sentaban en ésta barra y con su simple mirada ya podía saber si perderías sólo la lucha que les plantearas o algo más. En fin, las coas cambiaban. Y Sam ya no estaba tocando el piano.
Así pues decidí largarme de una vez, ya que la diversión acabó. Sin embargo, me di cuenta, que en vez de poner orden, los marines se dirigían hacia la joven mujer en plan de corrillo. “Corred” pensaba mientras miraba fijamente aquello. ¿Es que acaso iban a apresar a gente inocente? Me detuve justo a la altura de la barra. Si aquél pelotón no empezaba a disiparse, debería de actuar. Al fin y al cabo, ese gigantón acabó a su lado por mi culpa.
-La vida del héroe, es difícil. –Me decía a mi mismo mientras mi mano se posaba en mi katana.
Bien, en tal caso no tenía de qué preocuparme, esas jóvenes se encontraban en buenas manos. Pero el muy maldito empezó a dárselas de grande, mandándome como si fuera mi superior. Me dieron ganas de atizarle y decirle “Eh, tontaco, que soy yo”, pero no, lo mejor era dejarlo estar.
Iba a marcharme cuando de pronto un gran número de marines aparecieron rodeando cuantitativamente el lugar. Y seguramente más estuvieran al caer. ¿Qué era esto? ¿Ciudad de paso? Desde cuándo vienen marines a ésta isla, eh. Menuda faena. Olvidándome de dar un paseo por la playa, decidí optar por volver a entrar al bar para salir por la puerta trasera del local y decirles un adiós muy buenas a aquél pelotón. Los miembros del local se me quedaron mirando estupefactos cuando entré. Se escuchaban susurros “Tío, ¿has visto eso?”, “Ha vencido como si nada al Billy el Gañan”, “¿Y el otro tío? También le ha atizado de lo lindo”, “Será mejor que no le mires”, iban diciendo. Por favor, si ese tipejo era alguien duro, Jaya se había ido a pique. ¿Dónde quedaron aquellas personas rudas que me encontré en mi viaje? Aquellas mismas que se sentaban en ésta barra y con su simple mirada ya podía saber si perderías sólo la lucha que les plantearas o algo más. En fin, las coas cambiaban. Y Sam ya no estaba tocando el piano.
Así pues decidí largarme de una vez, ya que la diversión acabó. Sin embargo, me di cuenta, que en vez de poner orden, los marines se dirigían hacia la joven mujer en plan de corrillo. “Corred” pensaba mientras miraba fijamente aquello. ¿Es que acaso iban a apresar a gente inocente? Me detuve justo a la altura de la barra. Si aquél pelotón no empezaba a disiparse, debería de actuar. Al fin y al cabo, ese gigantón acabó a su lado por mi culpa.
-La vida del héroe, es difícil. –Me decía a mi mismo mientras mi mano se posaba en mi katana.
- Aclaración:
- En realidad los marines se dirigen a la posición de Samanta debido a que escucharon revuelo y querían comprobar que la valiosa noble se encontraba bien. Sin embargo como yo desconozco eso completamente, empiezo a desvariar xD
Samanta
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Me sentía atormentada aun por la sangre, podía sentir el suelo y las irregularidades del mismo, era un poco incómodo para mis rodillas, podía sentir el incontrolable e incesante vibrar de mis manos. Aun sentía un sonido aturdidos y un fuerte palpitar. Entre aquel arranque de adrenalina pude escuchar unas palabras.
–Así que lárgate.-
¿Quién dijo, eso…? ¿Quién se cree?, aun temblaba cuando logre reincorporarme. El malestar era amplio, podía ver mi entorno no tenía mucho sentido. La gente era una bárbara. Podía ver a un ser de lo mas extraño. Cuando me percate de lo que sucedía. Ya estaba un grupo de marines a mi entorno. Me levante con vigor, mis manos aun temblaban, pero mi convicción fue mas firme.
-¡Calla no me ordenen que hacer o no hacer! E llegado a este lugar a involucrarme con los piratas o con quien haga falta, me da igual que digan o hagan, sus actos me dirán si son criminales o no… Por el poder que me confiere la máxima autoridad del mismísimo gobierno mundial establezco esta región como zona autorizada para llevar acabo Juicios con valides de sentencia de igual forma en cualquier punto donde se decreten desde este momento, hasta que revoqué los permisos de la misma. Todo el pueblo como testigo y ustedes mismos de que los actos que sucedieron este mismo dia.
Diana habla a los oficiales que hagan presencia, iniciare con este lugar. Ustedes traigan ese mazo, mi primer acusado es aquel hombre gigante. –
Los marines sin chistear acudieron todos a por el arma, la trajeron en mi presencia, toque el objeto y como si de una película, tratase, podía ver que sucedía y las personas. Para el resto solo estaba quieta, con mi cuerpo ligeramente iluminado una iluminación que provenía de mi interior al usar mi poder, me encontraba en trance, vislumbrando la verdad, buscándola.
-Bien no hace falta más, los testigos han hablado. El será sentenciado. Envíenlo a el G3 que sea azotado 10,000 veces. ¿Algún otro acusado o todos ya estamos bien? Mire a un hombre en particular aquel con el que se enfrento el sentenciado. Tu regresa lo que no te pertenece.-
Me quede parada aun temblando, estaba abrazándome sola, intentando controlar ese temblor, no quería y no pensaba en Rinali y lo sucedido. Veía los rostros de las personas, traería justicia recta y divina.
–Así que lárgate.-
¿Quién dijo, eso…? ¿Quién se cree?, aun temblaba cuando logre reincorporarme. El malestar era amplio, podía ver mi entorno no tenía mucho sentido. La gente era una bárbara. Podía ver a un ser de lo mas extraño. Cuando me percate de lo que sucedía. Ya estaba un grupo de marines a mi entorno. Me levante con vigor, mis manos aun temblaban, pero mi convicción fue mas firme.
-¡Calla no me ordenen que hacer o no hacer! E llegado a este lugar a involucrarme con los piratas o con quien haga falta, me da igual que digan o hagan, sus actos me dirán si son criminales o no… Por el poder que me confiere la máxima autoridad del mismísimo gobierno mundial establezco esta región como zona autorizada para llevar acabo Juicios con valides de sentencia de igual forma en cualquier punto donde se decreten desde este momento, hasta que revoqué los permisos de la misma. Todo el pueblo como testigo y ustedes mismos de que los actos que sucedieron este mismo dia.
Diana habla a los oficiales que hagan presencia, iniciare con este lugar. Ustedes traigan ese mazo, mi primer acusado es aquel hombre gigante. –
Los marines sin chistear acudieron todos a por el arma, la trajeron en mi presencia, toque el objeto y como si de una película, tratase, podía ver que sucedía y las personas. Para el resto solo estaba quieta, con mi cuerpo ligeramente iluminado una iluminación que provenía de mi interior al usar mi poder, me encontraba en trance, vislumbrando la verdad, buscándola.
-Bien no hace falta más, los testigos han hablado. El será sentenciado. Envíenlo a el G3 que sea azotado 10,000 veces. ¿Algún otro acusado o todos ya estamos bien? Mire a un hombre en particular aquel con el que se enfrento el sentenciado. Tu regresa lo que no te pertenece.-
Me quede parada aun temblando, estaba abrazándome sola, intentando controlar ese temblor, no quería y no pensaba en Rinali y lo sucedido. Veía los rostros de las personas, traería justicia recta y divina.
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Midorima no podía creer lo que estaba pasando, aquella chica que había salvado ahora se las daba de ¿Juez? Si eso parecía, de hecho, condenó de forma inmediata a aquel semi gigante a ser azotado 10,000 veces en el G-3 Pues, vale…creo que no pasará nada, así que me iré de aquí. pensaba mientras miraba a los marines, todos obedecieron al pie de la letra las peticiones de Samanta, quien antes de dictar sentencia alguna, había pedido un mazo y los marines corrieron a traérselo, Midorima lo reconoció de inmediato, era el arma que había usado aquel semi gigante…luego de tocarlo, al final dijo la sentencia con mucha autoridad Esta chica es idiota, juega a ser juez en Jaya…ahora se objetivo de todos aquí pero ¿qué hacen con ella los marines? ¿Por qué le hacen caso? pensaba mientras lentamente empezaba a caminar rumbo a otro lado, ignorando todo lo que estaba sucediendo, no tenía interés en nada, la diversión se había ido así que poco y nada se podía hacer. Y aparte tenía hambre.
Miró desde donde antes había salido el semi gigante, y todo indicaba que era una taberna, el lugar perfecto para ir a comer, no quería problemas y pelear contra todo ese pelotón que ahora estaba si bien podía ser divertido, aquella chica podría salir lastimada por el fuego enemigo y si era por su culpa, jamás se lo iba a perdonar. Entró a la taberna, al notar, vio que muchos bajaron su cabeza Cobardes pensó con una sonrisa mientras caminaba, también estaba el tipo encapuchado de antes, el que antes de que llegaré él se estaba encargando del semi gigante “Billy El Gañan” según escuchaba entre los susurros de los diversos comensales, se detuvo en medio de la taberna para luego suspirar tranquilamente, no se dio una vuelta ni nada sino que hablo fuerte y claro dándole la espalda a ese maldito.
Por tu culpa casi salen heridas dos chicas inocentes, para la otra, si inicias una pelea termínala tú. Solo espero que aprendas la lección, esas chicas hubieran muerto por tu culpa…idiota.
Fue lo único que dijo, logró notar como es que la tensión en la taberna había aumentado, lo dio importancia y sin más se sentó en la barra, pidió con un solo gesto un vaso lleno de sake y se quedó allí, esperando alguna reacción de quien sea, ya sea del encapuchado bueno para nada o bien, de los marines que estaban afuera, después de todo había ignorado fríamente a Samanta quien le había dicho algo…sea como sea, estaba atento a cualquier cosa que podría pasar.
Miró desde donde antes había salido el semi gigante, y todo indicaba que era una taberna, el lugar perfecto para ir a comer, no quería problemas y pelear contra todo ese pelotón que ahora estaba si bien podía ser divertido, aquella chica podría salir lastimada por el fuego enemigo y si era por su culpa, jamás se lo iba a perdonar. Entró a la taberna, al notar, vio que muchos bajaron su cabeza Cobardes pensó con una sonrisa mientras caminaba, también estaba el tipo encapuchado de antes, el que antes de que llegaré él se estaba encargando del semi gigante “Billy El Gañan” según escuchaba entre los susurros de los diversos comensales, se detuvo en medio de la taberna para luego suspirar tranquilamente, no se dio una vuelta ni nada sino que hablo fuerte y claro dándole la espalda a ese maldito.
Por tu culpa casi salen heridas dos chicas inocentes, para la otra, si inicias una pelea termínala tú. Solo espero que aprendas la lección, esas chicas hubieran muerto por tu culpa…idiota.
Fue lo único que dijo, logró notar como es que la tensión en la taberna había aumentado, lo dio importancia y sin más se sentó en la barra, pidió con un solo gesto un vaso lleno de sake y se quedó allí, esperando alguna reacción de quien sea, ya sea del encapuchado bueno para nada o bien, de los marines que estaban afuera, después de todo había ignorado fríamente a Samanta quien le había dicho algo…sea como sea, estaba atento a cualquier cosa que podría pasar.
- Aclaración:
- Midorima ignora a Samanta (más que nada porque ya está a salvo de cualquier peligro) y se dirige a la taberna, le habla a Simo para finalizar pidiendo un vaso de sake ;)
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