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Akuma no mi
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Llega la hora, comienza la revolución de La Élite, la flota de Krauser comienza a movilizarse a día de hoy. El primer objetivo del marine de la niebla es convertir a Joseph y Kaishi en Comandantes, un objetivo difícil. Steve es el más joven pero pretende hacerle un teniente rápidamente, es hora de que la flota salga de caza en busca de medallas y actos de valor. El barco del Gran Espada se acercaba a una isla que siempre se les había resistido, un sitio dónde fracasó la primera misión en grupo, pero dónde esta vez iban a triunfar. El Reino de Arabasta, en la zona de Alubarna se había localizado a tres criminales, sus recompensas eran elevadas, el Almirante no quería meritos, pero debía conseguir que sus hombres aumentaran su fama y sus habilidades. Iba a hacer a La Élite un equipo de pesadilla, prepararía a sus hombres a pelear en la niebla, a entenderla y a moverse por ella sin problemas. Eran un equipo y ahora comenzaba la fiesta, el cielo estaba soleado como de costumbre en aquel lugar, el ambiente estaba cargado de calor y angustia. El enorme navío no tardó mucho en echar el ancla en la orilla, en ese momento iba a empezar la misión.
Un joven marine de unos dieciocho años corría por la cubierta, su pelo era azulado y sus ojos del mismo tono. Vestía con el uniforme marine de recluta, parecía tener bastante prisa, este se dirigió a la sala de entrenamiento. La abrió a toda prisa y una densa niebla comenzó a escaparse de la sala, el chico estaba algo nervioso y tragó saliva, se adentró en la sala caminando despacio mientras miraba a varios sitios al mismo tiempo. La respiración del marine se aceleró al sentirse de repente perdido, sin embargo en pocos segundos la niebla comenzó a dispersarse, frente al chico apareció la silueta de Krauser. No llevaba la camiseta, tan solo sus vendajes, además no portaba su espadón ni su machete, ninguna pistola ni nada parecido, el asesino iba a ir sin nada. No necesitaba sus armas para aquello, su cuerpo era una perfecta arma debido a su energía cortante y su agilidad. El Almirante observó al chico de arriba abajo y de repente alzó la voz mientras caminaba a la salida de forma tranquila con ambas manos en sus bolsillos.
- Vamos avisa a mi grupo. Nos movilizamos, este es el primer paso del nuevo imperio. El ascenso de los cuatro demonios. ¡Comienza la operación sangre en el desierto!
El castaño salió a cubierta con gesto serio, el chico había ido a avisar al resto. Ahora el marine saltó por la borda aterrizando en la arena, con el ceño fruncido y listo para la acción. Miró desde su posición la ciudad de Alubarna y de repente salió corriendo hacia ella, sus sigilosos pasos eran increíbles, pero procuraba dejar huellas para que le siguieran. Se acabaron las misiones lentas, su grupo tenía órdenes de seguirle y exterminar a los tres criminales cuanto antes, los carteles de “Se busca” estaban en los pasillos del barco. La fiesta comenzaba, un nuevo imperio se acercaba, Krauser planeaba llegar a Almirante de la flota cuanto antes, no aguantaba más estupideces de la mayoría de marines. Incluso había reclutas trapicheando y drogándose en los cuarteles, era algo asqueroso que se iba a acabar. El imperio del demonio iba a surgir en poco tiempo.
Un joven marine de unos dieciocho años corría por la cubierta, su pelo era azulado y sus ojos del mismo tono. Vestía con el uniforme marine de recluta, parecía tener bastante prisa, este se dirigió a la sala de entrenamiento. La abrió a toda prisa y una densa niebla comenzó a escaparse de la sala, el chico estaba algo nervioso y tragó saliva, se adentró en la sala caminando despacio mientras miraba a varios sitios al mismo tiempo. La respiración del marine se aceleró al sentirse de repente perdido, sin embargo en pocos segundos la niebla comenzó a dispersarse, frente al chico apareció la silueta de Krauser. No llevaba la camiseta, tan solo sus vendajes, además no portaba su espadón ni su machete, ninguna pistola ni nada parecido, el asesino iba a ir sin nada. No necesitaba sus armas para aquello, su cuerpo era una perfecta arma debido a su energía cortante y su agilidad. El Almirante observó al chico de arriba abajo y de repente alzó la voz mientras caminaba a la salida de forma tranquila con ambas manos en sus bolsillos.
- Vamos avisa a mi grupo. Nos movilizamos, este es el primer paso del nuevo imperio. El ascenso de los cuatro demonios. ¡Comienza la operación sangre en el desierto!
El castaño salió a cubierta con gesto serio, el chico había ido a avisar al resto. Ahora el marine saltó por la borda aterrizando en la arena, con el ceño fruncido y listo para la acción. Miró desde su posición la ciudad de Alubarna y de repente salió corriendo hacia ella, sus sigilosos pasos eran increíbles, pero procuraba dejar huellas para que le siguieran. Se acabaron las misiones lentas, su grupo tenía órdenes de seguirle y exterminar a los tres criminales cuanto antes, los carteles de “Se busca” estaban en los pasillos del barco. La fiesta comenzaba, un nuevo imperio se acercaba, Krauser planeaba llegar a Almirante de la flota cuanto antes, no aguantaba más estupideces de la mayoría de marines. Incluso había reclutas trapicheando y drogándose en los cuarteles, era algo asqueroso que se iba a acabar. El imperio del demonio iba a surgir en poco tiempo.
SteveFox
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El almirante Krauser me habia solicitado para una misión. Junto ami habia cuatro personas, o eso decia en el informe de equipo dado que yo no habia observado indice de mas tripulantes. Aquella mañana fui a cubierta y observe el mar, este estaba algo nervioso. Era mi primera misión y aún no sabía si estaba preparado para lo que podria pasar. Empecé a relizar algunos ejercicios de calentamiento, así pues realizando un ejercicio llamado Sombra (Imaginar a un contricante, atacar y defenderse.) Mientras estaba enfocado en empezar su ejercicio imagine varios enemigos a la vez. Queria replantearme una situación en el que estaria rodeado por enemigos y tendria que ocuparse de ellos. Estando en cubierta empece a moverme velozmente así soltando jabs de derecha e izquierda. Inclinado la rodilla e moviendo la cabeza, dejando mi cuerpo libre y solo tensando los brazos. Antes de acabar pise fuertemente con mi pierna derecha e acontinuación gire la cadera hacia la izquierda así estirando su brazo derecho para dar al ire un golpe desvatador.
-Parece que ya estoy más calmado
Dije mientras observaba que un joven cadete se acercaba hacia él con nerviosismo. Este le comunicó que la misión habia comenzado. Choque ambos puños así dejando mostrar una sonrisa.
-¡Es hora del Show!
Dije mientras corria hacia cubierto para dar un gran salto así bajando a tierra. Observe unas huellas en la zona, serian del almirante. Empece a correr hacia la dirección siguiendo las huellas.
-Parece que ya estoy más calmado
Dije mientras observaba que un joven cadete se acercaba hacia él con nerviosismo. Este le comunicó que la misión habia comenzado. Choque ambos puños así dejando mostrar una sonrisa.
-¡Es hora del Show!
Dije mientras corria hacia cubierto para dar un gran salto así bajando a tierra. Observe unas huellas en la zona, serian del almirante. Empece a correr hacia la dirección siguiendo las huellas.
Joseph Leto
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Hace tiempo que no me reúno con mi primer jefe de la marina, un hombre que tiene una visión similar a la mía en cuanto a la marina y un hombre muy poderoso, el actual Almirante Krauser. La mayoría dice que es un animal sin escrúpulos pero simplemente no lo conocen y lo juzgan por su aspecto. La última vez fuimos a una isla repleta de casinos donde teníamos que deshacernos de una mafia que se aprovechaba de las personas que iban allí a divertirse para sacarles dinero. De aquél equipo solo quedamos 3, el líder Krauser, otro marine llamado Kaishi y yo mismo, el resto anda en paradero desconocido para mí lo cual es una lástima pues la chica era guapa y simpática. Me encuentro sentado sin camiseta en el suelo de mi camarote mientras espero el aviso del almirante para dar comienzo nuestra misión, la cual parece tratar de atrapar algunos criminales de gran precio por su cabeza y por ese motivo solo llevaré un arma, mi fiel cruz pacificadora. El motivo de estar sentado en el suelo es que para la meditación es lo mejor y en una cama la posición de loto se hace incómoda.
Mantengo mis ojos cerrados mientras medito y trato de controlar la pequeña guerra de personalidades que hay en mi interior, una guerra que existe desde hace mucho tiempo y que no tiene aspecto de que vaya a parar. Por el momento la personalidad predominante es mi personalidad habitual pero en cualquier momento otra de mis personalidades puede hacerse con el control y cambiar mi forma de ser por completo. Con un esfuerzo casi sobrehumano consigo que todas se mantengan calladas sin molestarme mientras medito hasta que de pronto un recluta abre la puerta y dice que el Almirante Krauser nos ha llamado a los de la Élite y que la misión ha dado comienzo. Me levanto del suelo agradeciéndole al recluta su aviso y tras ponerme simplemente una chaqueta de cuero negra de mi difunto padre y cuelgo a mi espalda mi arma. Salgo a cubierta y veo como el único integrante de la Élite que no conozco salta por la cubierta a tierra firme por lo que hago lo mismo. Nada más tocar la arena con mis pies veo una serie de huellas claramente dejadas que seguro serían de Krauser para indicarnos el camino. Debido al sol llevo puestas ya las gafas rastreadoras para reducir su impacto sobre mis ojos y así además tengo una buena referencia para buscar los rostros de los criminales que aparecen en los carteles que vi en los pasillos del buque mientras iba a cubierta. Sin perder más tiempo empiezo a correr a gran velocidad siguiendo los pasos de mi capitán ya que seguramente se empezaba a cansar de la corrupción de la marina.
Mantengo mis ojos cerrados mientras medito y trato de controlar la pequeña guerra de personalidades que hay en mi interior, una guerra que existe desde hace mucho tiempo y que no tiene aspecto de que vaya a parar. Por el momento la personalidad predominante es mi personalidad habitual pero en cualquier momento otra de mis personalidades puede hacerse con el control y cambiar mi forma de ser por completo. Con un esfuerzo casi sobrehumano consigo que todas se mantengan calladas sin molestarme mientras medito hasta que de pronto un recluta abre la puerta y dice que el Almirante Krauser nos ha llamado a los de la Élite y que la misión ha dado comienzo. Me levanto del suelo agradeciéndole al recluta su aviso y tras ponerme simplemente una chaqueta de cuero negra de mi difunto padre y cuelgo a mi espalda mi arma. Salgo a cubierta y veo como el único integrante de la Élite que no conozco salta por la cubierta a tierra firme por lo que hago lo mismo. Nada más tocar la arena con mis pies veo una serie de huellas claramente dejadas que seguro serían de Krauser para indicarnos el camino. Debido al sol llevo puestas ya las gafas rastreadoras para reducir su impacto sobre mis ojos y así además tengo una buena referencia para buscar los rostros de los criminales que aparecen en los carteles que vi en los pasillos del buque mientras iba a cubierta. Sin perder más tiempo empiezo a correr a gran velocidad siguiendo los pasos de mi capitán ya que seguramente se empezaba a cansar de la corrupción de la marina.
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Akuma no mi
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Una nueva misión junto a dos de los antiguos miembros de la flota en la que el joven oficial encaja, marines que no están conformes con la forma de actuar de la marina y que anhelan cambiarla, de ese modo no hay manera de que Kaishi se una a ninguna otra formación de la marina, su lealtad está volcada a sus ideales, y en Krauser, que ahora es almirante, ve reflejados dichos ideales, por lo que le debe la misma lealtad que a sus ideales. La misión en esta ocasión se llevaría a cabo en la isla del desierto, Arabasta, al parecer un grupo de criminales se encuentra merodeando por la zona y es la ocasión perfecta de ascender rangos en la marina, lo que al joven Tora le beneficiará para cumplir con su objetivo. Por el momento el joven se encuentra en su camarote, limpiando y engrasando las uniones de su lanza, en esta ocasión solo portaría un arma, la lanza, pues con ella logra maravillas. No es hasta que un joven marine, un recluta que parece nervioso y seguramente sea su primera orden abre la puerta con recelo. |~Disculpe oficial, el Almirante Krauser les reclama a los miembros de La Élite, al parecer vuestra misión inicia ahora mismo.~| Dice con una voz tímida y casi inexistente. |~Gracias recluta, puede retirarse, y no estés tan nervioso, no mordemos.~| Responde el joven marine con un tono amable y divertido, le divierte ver la reacción de algunos reclutas recién incorporados a las filas, actúan como si de un momento a otro algún superior fuera a matarlos, aunque es normal, no todos tienen una voluntad férrea como Kaishi.
El joven guarda las partes de su tridente en su ropa, cada trozo escondido para que no sea posible vislumbrar la presencia de un arma en el cuerpo del joven marine. Así pues, el joven comienza a prepararse para la misión, se levanta y se encamina hacia la cubierta, al parecer es el último de los miembros de la flota en salir, pues cuando llega a cubierta ya se encuentra con que los demás se están encaminando desierto a través, siguiendo una senda de huellas, seguramente dejadas por Krauser para que los demás las siguieran, y eso es lo que hace el joven tras cubrirse la cabeza con la capucha, no se conoce el motivo, pero siempre anda encapuchado, quizás sea herencia de los seres que lo criaron en la infancia. El joven corre veloz junto a sus compañeros siguiendo la estela de su capitán.
El joven guarda las partes de su tridente en su ropa, cada trozo escondido para que no sea posible vislumbrar la presencia de un arma en el cuerpo del joven marine. Así pues, el joven comienza a prepararse para la misión, se levanta y se encamina hacia la cubierta, al parecer es el último de los miembros de la flota en salir, pues cuando llega a cubierta ya se encuentra con que los demás se están encaminando desierto a través, siguiendo una senda de huellas, seguramente dejadas por Krauser para que los demás las siguieran, y eso es lo que hace el joven tras cubrirse la cabeza con la capucha, no se conoce el motivo, pero siempre anda encapuchado, quizás sea herencia de los seres que lo criaron en la infancia. El joven corre veloz junto a sus compañeros siguiendo la estela de su capitán.
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Akuma no mi
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Krauser corría a la máxima velocidad posible, sus pisadas eran fuertes y su mirada era seria, la arena se le pegaba en el rostro debido al pequeño viento que se formaba. Ya estaba muy cerca de la ciudad, podía ver la entrada de esta y para su sorpresa algo que no se esperaba. Tres hombres estaban saliendo por ella, un tipo de pelo largo rubio, de ojos verdes y con un sombrero marrón. Llevaba una guitarra y en el extremo de esta, había un filo de acero, el siguiente no tenía pelo, pero si una armadura de pinchos bastante grande. El tercero se trataba de un tipo de pelo azulado y ojos rojos, llevaba dos dagas en sus manos y unas botas con pinchos. El marine no tardó en reconocerlos, Marco el guitarrista sangriento, bola de villar pinchudo y el viento de la muerte. Así eran los apodos de esos tipos, sus recompensas eran de 34.000.000, 36.800.000 y 45.000.000 tipos con los que no se podía jugar, del más caro se iba a ocupar el demonio de la niebla, no tardó ni un segundo en fruncir el ceño y sacar su enorme espadón mientras su mirada se clavaba en sus oponentes.
- Se os ha acabado la fiesta, mi tropa no tardará en llegar en unos momentos. Poned las manos donde pueda verlas y se os perdonará la vida.
El espadón del marine empezó de repente a brillar en un tono negro, era algo extraño y algo oscuro rondaba su espada. En ese momento, el tipo del pelo azul lanzó una de sus dagas contra el Almirante, esta rozó su hombro produciéndole una herida sangrante. El castaño gruñó y corrió a por su atacante, lanzó un corte con su arma produciéndole una herida leve en el costado. En ese momento la sangre de la hoja empezó a introducirse dentro de su espadón, como si esta se la estuviera comiendo. De repente la herida del hombro del marine comenzó a cerrarse lentamente produciendo un pequeño humo al cerrarse la herida, lo que impresionó a los criminales e hizo que Krauser los mirará de forma seria.
- Lo siento, no podéis matarme. Mi arma está hambrienta y puede oler vuestra inmunda sangre, última oportunidad, poned las manos donde pueda verlas o de lo contrario iréis a prisión por fascículos capullos.
Aquellas palabras hicieron que los tres tipos se lo pensaran, incluso dieron dos pasos atrás, pero de repente el payaso del pelo azul soltó una pequeña carcajada y empezó a caminar despacio hacia el marine. Parecía querer problemas, esos malditos idiotas necesitaban atacar entre los tres si querían tener una mínima posibilidad contra el demonio de la niebla. El hombre de los cuarentaicinco millones, salió corriendo a por el castaño tratando de lanzarle un puñetazo en el rostro, Krauser por su parte desvió el golpe con su mano imbuida en haki y a continuación le golpeó con un cabezazo en la cara. La sangre surgió de la nariz y boca del criminal, cayendo al suelo, después la maldita rata corrió escondiéndose tras los otros dos, los cuales parecían un luchador y un tipo que usaba su guitarra. El cobarde que se escondió y que era el líder, se trataba de un asesino que se especializaba en el combate con dagas, pero sin embargo contra el Almirante Samegure eran totalmente inútiles.
- Vamos chicos…
- Se os ha acabado la fiesta, mi tropa no tardará en llegar en unos momentos. Poned las manos donde pueda verlas y se os perdonará la vida.
El espadón del marine empezó de repente a brillar en un tono negro, era algo extraño y algo oscuro rondaba su espada. En ese momento, el tipo del pelo azul lanzó una de sus dagas contra el Almirante, esta rozó su hombro produciéndole una herida sangrante. El castaño gruñó y corrió a por su atacante, lanzó un corte con su arma produciéndole una herida leve en el costado. En ese momento la sangre de la hoja empezó a introducirse dentro de su espadón, como si esta se la estuviera comiendo. De repente la herida del hombro del marine comenzó a cerrarse lentamente produciendo un pequeño humo al cerrarse la herida, lo que impresionó a los criminales e hizo que Krauser los mirará de forma seria.
- Lo siento, no podéis matarme. Mi arma está hambrienta y puede oler vuestra inmunda sangre, última oportunidad, poned las manos donde pueda verlas o de lo contrario iréis a prisión por fascículos capullos.
Aquellas palabras hicieron que los tres tipos se lo pensaran, incluso dieron dos pasos atrás, pero de repente el payaso del pelo azul soltó una pequeña carcajada y empezó a caminar despacio hacia el marine. Parecía querer problemas, esos malditos idiotas necesitaban atacar entre los tres si querían tener una mínima posibilidad contra el demonio de la niebla. El hombre de los cuarentaicinco millones, salió corriendo a por el castaño tratando de lanzarle un puñetazo en el rostro, Krauser por su parte desvió el golpe con su mano imbuida en haki y a continuación le golpeó con un cabezazo en la cara. La sangre surgió de la nariz y boca del criminal, cayendo al suelo, después la maldita rata corrió escondiéndose tras los otros dos, los cuales parecían un luchador y un tipo que usaba su guitarra. El cobarde que se escondió y que era el líder, se trataba de un asesino que se especializaba en el combate con dagas, pero sin embargo contra el Almirante Samegure eran totalmente inútiles.
- Vamos chicos…
Joseph Leto
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Sigo corriendo por el desierto siguiendo las huellas del nuevo miembro de la Élite y de nuestro líder, el almirante Krauser que por algún motivo nos trajo a esta isla. Si el mismo líder ha hecho acto de presencia es que la misión es complicada y peligrosa y por ende es una oportunidad muy buena para lograr demostrar lo que realmente soy capaz de hacer. Mis pasos dejan huellas más claras que las de mi capitán pero es normal, él es un marine extremadamente poderoso con habilidades de sigilo muy grandes y el que haya huellas es sólo para que podamos encontrarlo. Mi avance es veloz a pesar del enorme arma que porto pero ese arma es mi fiel compañera y solo he perdido un combate con ella. Poco a poco en el horizonte se va formando la imagen de una ciudad que al parecer es nuestro destino por lo que acelero un poco para llegar lo antes posible.
Conforme me acerco a la ciudad empiezo a ver cuatro sombras que parecen estar en oposición en una desventaja de 3 a 1 pero no sé de quienes se tratan, al mismo tiempo en mi interior mi personalidad más agresiva toma ventaja en la disputa y se apodera del control, lo cual se ve reflejado en mi expresión ya que mi boca muestra una mueca muy poco agradable. Finalmente logro distinguir las figuras y la que está en desventaja es mi capitán Krauser que se ha encontrado con los que según mis gafas eran los criminales que vinimos a buscar. Al parecer los criminales atacaron al almirante que se defendió ya que al menos uno de ellos mostraba una herida así que nada más llegar digo Almirante, Joseph Leto se presenta a la misión. ¿Estas ratas son la escoria que debemos encerrar? Mis palabras al igual que la mueca de mi rostro es dura y tosca pero eso es debido al estado de ánimo en el que me encuentro por el cual ahora mismo estaría enterrando a esa basura en el desierto.
Conforme me acerco a la ciudad empiezo a ver cuatro sombras que parecen estar en oposición en una desventaja de 3 a 1 pero no sé de quienes se tratan, al mismo tiempo en mi interior mi personalidad más agresiva toma ventaja en la disputa y se apodera del control, lo cual se ve reflejado en mi expresión ya que mi boca muestra una mueca muy poco agradable. Finalmente logro distinguir las figuras y la que está en desventaja es mi capitán Krauser que se ha encontrado con los que según mis gafas eran los criminales que vinimos a buscar. Al parecer los criminales atacaron al almirante que se defendió ya que al menos uno de ellos mostraba una herida así que nada más llegar digo Almirante, Joseph Leto se presenta a la misión. ¿Estas ratas son la escoria que debemos encerrar? Mis palabras al igual que la mueca de mi rostro es dura y tosca pero eso es debido al estado de ánimo en el que me encuentro por el cual ahora mismo estaría enterrando a esa basura en el desierto.
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Carrera en el desierto, así es como se ve el joven marine mientras avanza a la estela de su compañero Joseph, que parece vislumbrar algo pues aumenta la velocidad de sus pasos, tras lo cual el joven Kaishi imprime aún mayor velocidad en sus pasos, no quiere quedarse atrás, no quiere ser el último en unirse a la fiesta. Al parecer la misión se desarrollaría en la ciudad que se encuentra poco más adelante, y a la entrada de la misma se encuentra Krauser, combatiendo en un 3 vs 1 con los que parecen ser los criminales a los que vinieron a ajusticiar los marines. El joven Tora se acerca velozmente a su capitán, el Almirante Krauser, y a su compañero Joseph, quien parece estar de un humor terrible, pues tanto su expresión como sus palabras son duras y toscas, dando la impresión de que los va a enterrar en el mismo desierto si tiene la ocasión.
|~Almirante, Kaishi Tora se presenta, dígame cuales son los objetivos y precederé a eliminarlos.~| Dice el joven con una voz firme, fría y hasta cruel mientras su expresión se torna la de un hombre capaz de cualquier cosa.
|~Almirante, Kaishi Tora se presenta, dígame cuales son los objetivos y precederé a eliminarlos.~| Dice el joven con una voz firme, fría y hasta cruel mientras su expresión se torna la de un hombre capaz de cualquier cosa.
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La élite, la fuerza especial de asesinato y espionaje no tardó mucho en presentarse. El chico rubio parecía estar ausente, seguramente se había quedado atrás, aún no tenía el nivel suficiente para compararse con Joseph y Kaishi. Estos se mostraron listos para el objetivo, el marine ahora observó a sus hombres mientras analizaba la situación, eran tres contra otros tres, aquello iba a ser demasiado fácil. Esos tipos ya no tenían nada que hacer allí, estaban perdidos pues la fuerza principal de combate estaba presente, los tres pilares de la fuerza. El asesino de la niebla, el hombre de las barreras y el chico espiritual. Un grupo temible y peligroso, los tenía acostumbrados a luchar y entrenar en desventaja, por lo que ahora los miró despacio y comenzó a hablarles en un tono realmente tranquilo pero serio, se notaba que la estrategia ya estaba lista. Esos tres delincuentes estaban perdidos y sus días de fiesta llegaban a su fin.
- Muy bien chicos, el peli azul es mío, los otros dos son vuestros. Procurad que queden reconocibles. Activad bien vuestros sentidos porque… empieza la fiesta
De repente el demonio de la niebla frunció el ceño y metió la mano en su bolsillo derecho, sacó una pequeña caja de color negro, era muy chica. Miró a Kaishi y se la lanzó con fuerza para que la atrapara, dentro estaba su lentilla térmica. Después colocó las manos en la arena y la niebla comenzó a surgir, invadiendo totalmente unos sesenta metros a la redonda y unos veinte de altura, dejando aquello plagado. Ahora el escenario estaba listo, el castaño activó su mantra a su máximo potencial, sabiendo ya dónde estaba cada uno, el pelirrojo tenía aquellas gafas para ver, el peliblanco ahora la lentilla y el marine disponía de aquel haki tan poderoso. De repente sin pleno aviso, Krauser salió corriendo hacia el tipo del pelo azul, era increíblemente silencioso, su equipo podría verlo correr si hacer el más mínimo ruido. Tanto por sus habilidades de asesino, como por su perfecto estudio de espionaje y arqueología, era un aliado potencial, pero también era un enemigo temible para los piratas.
- Go to sleep…
Susurró de repente en el oído del tipo de las dagas, después impactó un puñetazo en su rostro, tirándole al suelo con violencia. No le dejó levantar pues le tomó del cuello con suma facilidad y empezó a elevarlo despacio, presionó fuerte para que este no pudiera hablar y por lo tanto no quejarse. Acto seguido el demonio imbuyó su dedo índice en energía cortante y lo pasó con precisión sobre su yugular, matándole al momento y acabando con su vida. Su mano se llenó de sangre, pero eso no le importaba, una vez había acabado con su objetivo, lo soltó y lo colocó en el suelo, después se movió por la niebla sigilosamente esperando a que sus hombres acabaran con los dos que faltaban. El guitarrista y el musculoso luchador calvo, eran duros pero sabía que sus chicos podrían con ellos si se esforzaban, ya que escuchaba las voces perfectamente, esperaría a que desaparecieran las dos que no le interesaban, después anularía la niebla.
- “Vamos chicos, acabemos con estos idiotas y ganaos unas medallitas… pronto subiréis al rango que os merecéis…”
- Muy bien chicos, el peli azul es mío, los otros dos son vuestros. Procurad que queden reconocibles. Activad bien vuestros sentidos porque… empieza la fiesta
De repente el demonio de la niebla frunció el ceño y metió la mano en su bolsillo derecho, sacó una pequeña caja de color negro, era muy chica. Miró a Kaishi y se la lanzó con fuerza para que la atrapara, dentro estaba su lentilla térmica. Después colocó las manos en la arena y la niebla comenzó a surgir, invadiendo totalmente unos sesenta metros a la redonda y unos veinte de altura, dejando aquello plagado. Ahora el escenario estaba listo, el castaño activó su mantra a su máximo potencial, sabiendo ya dónde estaba cada uno, el pelirrojo tenía aquellas gafas para ver, el peliblanco ahora la lentilla y el marine disponía de aquel haki tan poderoso. De repente sin pleno aviso, Krauser salió corriendo hacia el tipo del pelo azul, era increíblemente silencioso, su equipo podría verlo correr si hacer el más mínimo ruido. Tanto por sus habilidades de asesino, como por su perfecto estudio de espionaje y arqueología, era un aliado potencial, pero también era un enemigo temible para los piratas.
- Go to sleep…
Susurró de repente en el oído del tipo de las dagas, después impactó un puñetazo en su rostro, tirándole al suelo con violencia. No le dejó levantar pues le tomó del cuello con suma facilidad y empezó a elevarlo despacio, presionó fuerte para que este no pudiera hablar y por lo tanto no quejarse. Acto seguido el demonio imbuyó su dedo índice en energía cortante y lo pasó con precisión sobre su yugular, matándole al momento y acabando con su vida. Su mano se llenó de sangre, pero eso no le importaba, una vez había acabado con su objetivo, lo soltó y lo colocó en el suelo, después se movió por la niebla sigilosamente esperando a que sus hombres acabaran con los dos que faltaban. El guitarrista y el musculoso luchador calvo, eran duros pero sabía que sus chicos podrían con ellos si se esforzaban, ya que escuchaba las voces perfectamente, esperaría a que desaparecieran las dos que no le interesaban, después anularía la niebla.
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Una vez reunido con mi capitán y reconocido los criminales la diversión empieza. Sin perder tiempo me coloco las gafas rastreadoras al tiempo que una espesa niebla surge de la nada a simples ojos pero yo sé perfectamente que es obra del almirante Krauser. Afortunadamente mis gafas rastreadoras no solo reconocen a los criminales sino que también poseen visión térmica así que puedo ver perfectamente tanto al almirante que corre sin hacer ruido, como a los criminales que parecen desorientados y sorprendidos por la repentina aparición de la niebla. Mi mirada se centra en la figura del que sería Bola de Billar pinchudo, un hombre que lleva una armadura de pinchos destinada a herir a los que traten de atacarle, algo inútil contra mi pequeña amiga y mi brazo derecho.
Mi mirada permanece seria y mi expresión tosca ya que mi actual mentalidad es fría como el hielo. Al igual que el almirante Samegure avanzo corriendo hacia el criminal pero sin su sigilo pero eso es indiferente ya que ahora mismo da igual que me escuche que lo apalearé igual. Mis pasos son largos y potentes mientras voy cargando la cruz apuntando al criminal. Cuando ya me encuentro a poco más de un metro de su posición empiezo a disparar apuntando a su cabeza con el fin de matarlo de un solo golpe.
Mi mirada permanece seria y mi expresión tosca ya que mi actual mentalidad es fría como el hielo. Al igual que el almirante Samegure avanzo corriendo hacia el criminal pero sin su sigilo pero eso es indiferente ya que ahora mismo da igual que me escuche que lo apalearé igual. Mis pasos son largos y potentes mientras voy cargando la cruz apuntando al criminal. Cuando ya me encuentro a poco más de un metro de su posición empiezo a disparar apuntando a su cabeza con el fin de matarlo de un solo golpe.
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