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Escenario: Isla Pannaple: Situada en el Grand Line y sin población humana comparte la misma forma que las características piñas que crecen en sus bosques. Se encuentra mayormente habitada por monos.
-Condiciones:
- A KO con daños on rol.
- Experiencia según las normas.
- Isla deshabitada a ser posible.
- Sin saltos de turno.
Escenario: Isla Pannaple: Situada en el Grand Line y sin población humana comparte la misma forma que las características piñas que crecen en sus bosques. Se encuentra mayormente habitada por monos.
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De fondo se escuchaba el ruido de las aves e insectos del bosque. Un mono chilló en algún lugar no muy lejano. Sin dejarse distraer, el Almirante respiró hondo, concentrándose. Había acudido a aquella isla como retiro para descansar durante un par de días en la soledad de la naturaleza. Hacía ya muchos años solía hacerlo con su antiguo maestro, cuando este aun estaba vivo. Iban a islas deshabitadas y sobrevivían valiéndose únicamente de su cuerpo y sus habilidades. Para esto, Karl estaba haciéndolo tal y como solía en aquellos tiempos: valiéndose de su ingenio, sin emplear su akuma, ni sus hakis ni ninguna de sus técnicas. Esto volvía la caza y la recolección de alimentos actividades bastante más interesantes.
Comenzó a trepar por el tronco del árbol. Aun sin sus técnicas, era un hombre extremadamente fuerte y hábil, por lo que lo consiguió una vez le pilló el truco. Ascendió poco a poco hasta llegar a su objetivo: una jugosa fruta del bosque. Se relamió y alargó una mano hasta esta, cuando de repente un mono apareció y la cogió ante sus narices. Este chilló como regodeándose y se fue. Durante unos momentos se quedó quieto, como asimilando lo que acababa de pasar. Poco a poco su frente se fue arrugando, y de repente dio un grito y saltó hasta la rama más cercana. Comenzó a avanzar de una a otra tras el mono.
- ¡Esa fruta es mía, maldito bicho!
Un rato después, el marine se frotaba las manos frente a una hoguera donde se asaba lentamente el mismo mono. Había usado la fruta para darle sabor rociándolo con el jugo. Esperaba que el resultado fuese bueno, y de momento el olor alentaba a pensarlo. No por nada sus dotes de cocina habían sido alabadas por todos los que había probado alguno de sus platos. Años de cocinarse su propio sustento acababan dando sus frutos.
Comenzó a trepar por el tronco del árbol. Aun sin sus técnicas, era un hombre extremadamente fuerte y hábil, por lo que lo consiguió una vez le pilló el truco. Ascendió poco a poco hasta llegar a su objetivo: una jugosa fruta del bosque. Se relamió y alargó una mano hasta esta, cuando de repente un mono apareció y la cogió ante sus narices. Este chilló como regodeándose y se fue. Durante unos momentos se quedó quieto, como asimilando lo que acababa de pasar. Poco a poco su frente se fue arrugando, y de repente dio un grito y saltó hasta la rama más cercana. Comenzó a avanzar de una a otra tras el mono.
- ¡Esa fruta es mía, maldito bicho!
Un rato después, el marine se frotaba las manos frente a una hoguera donde se asaba lentamente el mismo mono. Había usado la fruta para darle sabor rociándolo con el jugo. Esperaba que el resultado fuese bueno, y de momento el olor alentaba a pensarlo. No por nada sus dotes de cocina habían sido alabadas por todos los que había probado alguno de sus platos. Años de cocinarse su propio sustento acababan dando sus frutos.
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En una extraña isla con forma de piña...
Al pie de un árbol, había un mono mirando fijamente algo. Miraba a los ojos de un hombre, el cual también miraba fijamente al mono. Era un hombre con perilla y pelo alocado, con una cicatriz en la mejilla derecha, pantalones azules y una gabardina abierta de color naranja y pelaje marrón. Ambos no paraban de mirarse, como si se estuviesen desafiando con la mirada, no parpadeaban ni hacían muecas, parecían ser estatuas.
De pronto, el hombre movió una de sus cejas pobladas y ambos empezaron a trepar el árbol con velocidad. Ambos estaban igualados, subían el árbol como si estuviese en horizontal, pero el humano avanzó algo más y, en la copa, consiguió arranca un manojo de plátanos enormes, el cual, se puso a comer. El mono empezó a gritar desesperado y enfadado, mientras miraba al hombre.
- ¡¡Uuuhh uhh aaaah uuuh!! ¡¡¡Uaaah!!! ¿¡Uah Uh!?
- ¡¡Uaah!! ¡Uhh uh uh uaah! ¡¡¡Uooh!!! - Gritaba el hombre imitando al mono.
Ambos empezaron a gritar y compartir sonidos extraños, mientras se golpeaban en el pecho para demostrar quien era el mejor de ambos. No parecían decir nada con sentido, pero la idiotez hacía que se entendieran, algo extraño. De pronto, un unicornio se acercó por el cielo, volando con unas grandes alas de plumaje blanco y ondulando su melena al viento, una melena que recordaba al mismísimo color del arcoiris.
- ¡¡Uuh uh uaah ah!! Digo... ¡¡Hola Shion!! - Decía el humano mientras saludaba al unicornio.
La cara del hombre mono cambió, ahora parecía estar contento y le ofreció un plátano tanto al mono, como al unicornio. El mono ahora parecía feliz y, una vez se acabó el plátano, empezó a correr y saltar entre las ramas y los árboles.
El humano bajó del árbol y se sentó con la espalda apoyada a una roca, mientras el unicornio se tumbaba a su lado. Cerró los ojos y se durmió.
Al pie de un árbol, había un mono mirando fijamente algo. Miraba a los ojos de un hombre, el cual también miraba fijamente al mono. Era un hombre con perilla y pelo alocado, con una cicatriz en la mejilla derecha, pantalones azules y una gabardina abierta de color naranja y pelaje marrón. Ambos no paraban de mirarse, como si se estuviesen desafiando con la mirada, no parpadeaban ni hacían muecas, parecían ser estatuas.
De pronto, el hombre movió una de sus cejas pobladas y ambos empezaron a trepar el árbol con velocidad. Ambos estaban igualados, subían el árbol como si estuviese en horizontal, pero el humano avanzó algo más y, en la copa, consiguió arranca un manojo de plátanos enormes, el cual, se puso a comer. El mono empezó a gritar desesperado y enfadado, mientras miraba al hombre.
- ¡¡Uuuhh uhh aaaah uuuh!! ¡¡¡Uaaah!!! ¿¡Uah Uh!?
- ¡¡Uaah!! ¡Uhh uh uh uaah! ¡¡¡Uooh!!! - Gritaba el hombre imitando al mono.
Ambos empezaron a gritar y compartir sonidos extraños, mientras se golpeaban en el pecho para demostrar quien era el mejor de ambos. No parecían decir nada con sentido, pero la idiotez hacía que se entendieran, algo extraño. De pronto, un unicornio se acercó por el cielo, volando con unas grandes alas de plumaje blanco y ondulando su melena al viento, una melena que recordaba al mismísimo color del arcoiris.
- ¡¡Uuh uh uaah ah!! Digo... ¡¡Hola Shion!! - Decía el humano mientras saludaba al unicornio.
La cara del hombre mono cambió, ahora parecía estar contento y le ofreció un plátano tanto al mono, como al unicornio. El mono ahora parecía feliz y, una vez se acabó el plátano, empezó a correr y saltar entre las ramas y los árboles.
El humano bajó del árbol y se sentó con la espalda apoyada a una roca, mientras el unicornio se tumbaba a su lado. Cerró los ojos y se durmió.
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Karl eructó sonoramente tras tomarse el último pedazo del mono asado. Estaba delicioso. Se dejó caer junto a la hoguera, satisfecho. Aun podría comer más, pero había disfrutado tanto que se daba por saciado. Iba a descansar un rato tumbado al calor del fuego, cuando escuchó un trueno en la lejanía. Frunció el ceño. Tendría que buscar un refugio. Se levantó y empezó a echar tierra en la hoguera. No le apetecía quemar nada. Acto seguido recogió una mochila con sus cosas, su guitarra y continuó su camino. Iba vestido ligeramente a como acostumbraba; en lugar de la chaqueta de Almirante, llevaba un cómodo conjunto de artes marciales.
Llevaba un rato así cuando notó un olor familiar. Estaba acostumbrado a prestar atención a los olores dado que su zoan le daba sentidos superiores. Transformó su nariz en una de león gracias a su "Human Beast", y siguió el rastro. Devolvió su rostro a su estado original al encontrar su origen: un hombre joven que dormitaba al lado de un árbol. Lo reconoció a pesar de estar cambiado. Era el mismo loco que le había llamado "druida" y le había intentado derrotar. A su lado descansaba un caballo alado con un cuerno... ¿un unicornio?
- Qué cojones... - murmuró.
Entonces se le ocurrió algo bastante divertido. Dejó sus cosas en un arbusto cercano y se acercó sigilosamente al árbol junto al que reposaban. Entonces preparó su puño y le dio un devastador golpe que lo hizo temblar. Varios plátano cayeron, algunos dirigidos hacia el unicornio y el joven, gritando:
- ¡Teme el poder del druida! ¡Lluvia de plátanos!
Lluvia de plátanos [AD]
Llevaba un rato así cuando notó un olor familiar. Estaba acostumbrado a prestar atención a los olores dado que su zoan le daba sentidos superiores. Transformó su nariz en una de león gracias a su "Human Beast", y siguió el rastro. Devolvió su rostro a su estado original al encontrar su origen: un hombre joven que dormitaba al lado de un árbol. Lo reconoció a pesar de estar cambiado. Era el mismo loco que le había llamado "druida" y le había intentado derrotar. A su lado descansaba un caballo alado con un cuerno... ¿un unicornio?
- Qué cojones... - murmuró.
Entonces se le ocurrió algo bastante divertido. Dejó sus cosas en un arbusto cercano y se acercó sigilosamente al árbol junto al que reposaban. Entonces preparó su puño y le dio un devastador golpe que lo hizo temblar. Varios plátano cayeron, algunos dirigidos hacia el unicornio y el joven, gritando:
- ¡Teme el poder del druida! ¡Lluvia de plátanos!
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Mientras el joven hombre dormía apoyado en el árbol, junto a su compañero unicornio, algo estropeó su sueño. Un puñetazo de un viejo barbudo impactó en el árbol, haciendo que plátanos empezaran a caer de él. El joven entreabrió un ojo al escuchar semejante barullo, y unos plátanos empezaron a caer en su cabeza y en la del unicornio.
Se levantó de golpe, cabreado, mientras agarraba un plátano con cada mano. Estaba sorprendido al ver lo que tenía delante, al parecer, ya se habían enfrentado en un pasado. Era una isla casi desierta, si no fuesen por los monos y, encontrarse ahí, era algo raro. Tragó saliva y señaló con el plátano de su mano derecha al viejo.
-¡¡Tú eres el druida!! ¡¿Que cojones haces aquí?! ¡Te vas a enterar por despertarme, he cambiado! - Gritaba el hombre mono.
De repente, sujetaba los plátanos con más fuerza, como si fuesen armas de filo o algo por el estilo. Llevó sus manos hacia atrás y corrió hacia el viejo y, en el último momento, lanzó un corte con cada plátano, dirigidos con cada mano, a los hombros de aquel viejo.
- Estilo del mono. ¡Corte del plátano! *¡¡Chas!! ¡¡Chas!!* [AM]
Se levantó de golpe, cabreado, mientras agarraba un plátano con cada mano. Estaba sorprendido al ver lo que tenía delante, al parecer, ya se habían enfrentado en un pasado. Era una isla casi desierta, si no fuesen por los monos y, encontrarse ahí, era algo raro. Tragó saliva y señaló con el plátano de su mano derecha al viejo.
-¡¡Tú eres el druida!! ¡¿Que cojones haces aquí?! ¡Te vas a enterar por despertarme, he cambiado! - Gritaba el hombre mono.
De repente, sujetaba los plátanos con más fuerza, como si fuesen armas de filo o algo por el estilo. Llevó sus manos hacia atrás y corrió hacia el viejo y, en el último momento, lanzó un corte con cada plátano, dirigidos con cada mano, a los hombros de aquel viejo.
- Estilo del mono. ¡Corte del plátano! *¡¡Chas!! ¡¡Chas!!* [AM]
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Karl se rió por lo bajo al ver la reacción del salvaje. Seguía empeñado en que era un druida. ¿Por qué se le habría metido aquella idea en la cabeza? Su rival cogió dos plátanos y se lanzó contra él. Lo miró extrañado y por un momento no supo como reaccionar. Retrocedió en el último momento e interpuso su brazo derecho entre las frutas y él, notando un dolor repentino. De repente su brazo comenzó a gotear sangre, y vio que los plátanos estaban ensangrentados. Tenía dos marcas de cortes en el antebrazo... aquello rozaba lo surrealista. Le había herido, ¿con plátanos? ¿Y ni siquiera había empleado haki?
- ¿Pero qué narices? ¿Y yo soy el druida?
Su rival no había mentido. Había cambiado. Activó su mantra y lo centró en el joven para confirmar una corazonada. Efectivamente, su rival era usuario de akuma y haki. Era más poderoso que antes, ahora tal vez estuviese al nivel de su hijo. Pero seguía sin ser suficiente para que le venciese. Aunque esta vez tal vez le diera guerra... Concentró su Quinto Camino y su energía en las heridas de su brazo, y los cortes se empezaron a cerrar lentamente [Manual Micaiah + Quinto Camino]. Y ahora pondría a prueba sus habilidades. Se crujió el cuello y los dedos, con una sonrisa.
- Me toca a mi, chico. ¿Cual es tu nombre? Espera... te llamabas Asper... ¿Aspergerges? Bueno, es igual. ¡Human beast, arms!
De repente sus brazos se volvieron escamosos como los de un reptil, y le salieron garras. Se colocó en una posición de combate improvisada, a medio camino entre una guardia del Sokudan y una instintiva, con el brazo izquierdo adelantado y el derecho en lo alto. De repente comenzó a lanzarle una ráfaga de arañazos tratando de apuntar al cuello. Atacaba buscando superar la guardia del rival, acercándose a él hasta el punto de ponerse casi pegado a él, y golpeando con un brazo casi inmediatamente tras él otro para superar los posibles bloqueos (es decir, mientras arañaba con un brazo, con el otro hacía un quiebro con el brazo hacia el cuello).
Human Beast: Modified Sokudan, Cutter Storm [AID]
- ¿Pero qué narices? ¿Y yo soy el druida?
Su rival no había mentido. Había cambiado. Activó su mantra y lo centró en el joven para confirmar una corazonada. Efectivamente, su rival era usuario de akuma y haki. Era más poderoso que antes, ahora tal vez estuviese al nivel de su hijo. Pero seguía sin ser suficiente para que le venciese. Aunque esta vez tal vez le diera guerra... Concentró su Quinto Camino y su energía en las heridas de su brazo, y los cortes se empezaron a cerrar lentamente [Manual Micaiah + Quinto Camino]. Y ahora pondría a prueba sus habilidades. Se crujió el cuello y los dedos, con una sonrisa.
- Me toca a mi, chico. ¿Cual es tu nombre? Espera... te llamabas Asper... ¿Aspergerges? Bueno, es igual. ¡Human beast, arms!
De repente sus brazos se volvieron escamosos como los de un reptil, y le salieron garras. Se colocó en una posición de combate improvisada, a medio camino entre una guardia del Sokudan y una instintiva, con el brazo izquierdo adelantado y el derecho en lo alto. De repente comenzó a lanzarle una ráfaga de arañazos tratando de apuntar al cuello. Atacaba buscando superar la guardia del rival, acercándose a él hasta el punto de ponerse casi pegado a él, y golpeando con un brazo casi inmediatamente tras él otro para superar los posibles bloqueos (es decir, mientras arañaba con un brazo, con el otro hacía un quiebro con el brazo hacia el cuello).
Human Beast: Modified Sokudan, Cutter Storm [AID]
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Justo cuando iba a cortarle, interpuso su brazo, en el cual le provoqué unos pequeños cortes. Se quedó impresionado, ya que con unos plátanos le había conseguido herir como si fuesen cuchillos. Le notaba sorprendido, sobre todo por su forma de hablar al ver la sangre.
- Y eso que mi padre me decía, que no jugase con mi comida... - Decía mientras relamía mis labios.
Justo después de esas palabras, activé mi haki de observación mientras me fijaba en mi enemigo. Sabía perfectamente que ese tipo, no iba a dejarme en paz, que me atacaría y, también sabía perfectamente que su fuerza estaba fuera de mi alcance, pero eso no me echaría atrás. El druida empezó a curar sus cortes como si nada, la verdad, ya no me impresionaba tanto, ya había visto mundo. Se crujió el cuello y los dedos, con una sonrisa, iba a empezar la fiesta y ambos, estábamos invitados.
El druida preguntó por mi nombre, decía algo raro, parecía no acordarse de quien era, así que debía dejárselo bien claro, para que recordase mi nombre de por vida.
- Mi nombre es Lion D. Asderdeker, druida. Grábatelo bien, esta vez no te va a ser tan fácil ganarme.
Empecé a ladear la cabeza mientra subía mis puños y levantaba mis hombros, para tener la cara protegida. Flexioné las rodillas, sabía que me iba a tacar en cualquier momento, debía estar preparado. Los brazos del druida se volvían escamosos mientras le salían garras. Ahora sí que me comenzaba a impresionar. Tragué saliva mientras seguía observando al druida, moviendo mi pie izquierdo para hacerle una señal a Shion. Empezó a lanzar zarpazos a la zona de mi cuello y cara, por lo que intenté pararlos como fuese.
Activé el haki de armadura en mis brazos y cara, mientras intentaba bloquear sus zarpazos con mis brazos para intentar protegerme. Aún así, no era suficiente, sus ataques estaban provocando heridas por mi cara, brazos y hombros, así que debía actuar rápido. Lancé una patada hacia su estómago, pero antes de tocarle, creé una explosión para apartarme de él. Estiré mis brazos mientras apuntaba con los plátanos al pecho de aquel druida.
- *¡Bang! ¡Bang!* - [AI]Decía con intenciones de disparar.
De cada plátano salía una bala que iba dirigida al pecho del maldito druida. La verdad era, que las heridas escocían, pero mi cara esbozaba diversión. Shion se puso a volar por alrededor, atenta a mi próxima señal, no todo iba a ser tan fácil.
- Y eso que mi padre me decía, que no jugase con mi comida... - Decía mientras relamía mis labios.
Justo después de esas palabras, activé mi haki de observación mientras me fijaba en mi enemigo. Sabía perfectamente que ese tipo, no iba a dejarme en paz, que me atacaría y, también sabía perfectamente que su fuerza estaba fuera de mi alcance, pero eso no me echaría atrás. El druida empezó a curar sus cortes como si nada, la verdad, ya no me impresionaba tanto, ya había visto mundo. Se crujió el cuello y los dedos, con una sonrisa, iba a empezar la fiesta y ambos, estábamos invitados.
El druida preguntó por mi nombre, decía algo raro, parecía no acordarse de quien era, así que debía dejárselo bien claro, para que recordase mi nombre de por vida.
- Mi nombre es Lion D. Asderdeker, druida. Grábatelo bien, esta vez no te va a ser tan fácil ganarme.
Empecé a ladear la cabeza mientra subía mis puños y levantaba mis hombros, para tener la cara protegida. Flexioné las rodillas, sabía que me iba a tacar en cualquier momento, debía estar preparado. Los brazos del druida se volvían escamosos mientras le salían garras. Ahora sí que me comenzaba a impresionar. Tragué saliva mientras seguía observando al druida, moviendo mi pie izquierdo para hacerle una señal a Shion. Empezó a lanzar zarpazos a la zona de mi cuello y cara, por lo que intenté pararlos como fuese.
Activé el haki de armadura en mis brazos y cara, mientras intentaba bloquear sus zarpazos con mis brazos para intentar protegerme. Aún así, no era suficiente, sus ataques estaban provocando heridas por mi cara, brazos y hombros, así que debía actuar rápido. Lancé una patada hacia su estómago, pero antes de tocarle, creé una explosión para apartarme de él. Estiré mis brazos mientras apuntaba con los plátanos al pecho de aquel druida.
- *¡Bang! ¡Bang!* - [AI]Decía con intenciones de disparar.
De cada plátano salía una bala que iba dirigida al pecho del maldito druida. La verdad era, que las heridas escocían, pero mi cara esbozaba diversión. Shion se puso a volar por alrededor, atenta a mi próxima señal, no todo iba a ser tan fácil.
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Realmente era más fuerte. Sin embargo, vio venir sus ataque con su mantra. Cuando Asder le intentó dar la patada, interpuso su propia pierna imbuida en haki. Acto seguido desvió los dos proyectiles con la palma de su mano, empleando haki también. Las balas se hundieron en la corteza de un árbol. Explosiones, plátanos que cortaban y disparaban... aquel hombre era una caja de sorpresas. Sin embargo, no era lo que más le impresionaba. Se apellidaban igual... y sin embargo no se parecían físicamente. Las probabilidades de que fuesen familia eran muy bajas.
- Chico, te apellidas igual que yo. ¿De dónde vienes?
Retransformó sus brazos en brazos humanos. Acto seguido sacó su cola de quimera, la cual estaba acabada en una cabeza de reptil venenosa. Velozmente, trató de morderle en el primer sitio que le pillase buscando inicialmente el lado derecho del torso, bajo las costillas. Aprovechando su velocidad superior al soru, se le pegó al cuerpo a cuerpo con un Paso Instantáneo, alargando sus brazos para sujetarle los suyos y mantenerlo agarrado al sitio. Un mordisco y todo acabaría. Lo tendría dominado, y necesitaría su antídoto para sobrevivir. Lo que implicaría que le debería un favor, y algún día tal vez eso le fuese muy útil.
Mordisco de Quimera [AI]
- Chico, te apellidas igual que yo. ¿De dónde vienes?
Retransformó sus brazos en brazos humanos. Acto seguido sacó su cola de quimera, la cual estaba acabada en una cabeza de reptil venenosa. Velozmente, trató de morderle en el primer sitio que le pillase buscando inicialmente el lado derecho del torso, bajo las costillas. Aprovechando su velocidad superior al soru, se le pegó al cuerpo a cuerpo con un Paso Instantáneo, alargando sus brazos para sujetarle los suyos y mantenerlo agarrado al sitio. Un mordisco y todo acabaría. Lo tendría dominado, y necesitaría su antídoto para sobrevivir. Lo que implicaría que le debería un favor, y algún día tal vez eso le fuese muy útil.
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Aquel druida consiguió desviar las balas que surgieron de los plátanos y, por si fuera poco, paró mi patada explosiva. Era muy fuerte así que mi próximo ataque, no debería de ser una caricia, debía empezar a ponerme serio o aquel combate podría resultar mi muerte y, eso, no lo quería para nada. El druida me dijo que ambos teníamos el mismo apellido, algo extraño y preguntó sobre donde venía. No era hora de hablar, pero tampoco ignoraría su pregunta, por lo que con mi haki de observación activado y todos mis sentidos fijos en él, decidí contestarle a la pregunta.
- No se de donde vengo exactamente. Fui criado por animales y mi padre y hermanos, eran unos leones. Mi apellido no se exactamente de donde viene, mi padre me dijo que cuando me salvaron, era lo único que se conocía de mi.
Sus brazos volvieron a la normalidad pero le surgió una cola realmente extraña, con forma de reptil. Lanzó un mordisco a mi cuerpo, por lo que mi brazo derecho se imbuyó en haki armadura, al mismo tiempo que surgían llamas de él. Interpuse el brazo en su mordisco y, acto seguido, en un abrir y cerrar de ojos, aquel hombre apareció delante mío, tratando de agarrar mis brazos. El brazo derecho me escocía, me ardía la sangre, el reptil de la cola había conseguido herirme, aunque con suerte el fuego de mi brazo conseguiría herirle a él. Mi brazo izquierdo empezó a rodearse de un aura azulada y transparente, la cual parecía girar alrededor, parecía viento y eso cortaba.
Consiguió agarrar mis brazos y mi cuerpo empezaba a encontrarse de cada vez más débil. Aprovechando aquella situación, mi cuerpo empezó a brillar levemente para, poco después, crear una explosión que surgía de cada rincón de mi cuerpo, era una de las técnicas que usaba más habitualmente. Con la explosión y el aura, traté de alejarme de aquel druida, pero la verdad es que la sangre cada vez me ardía más y mi cuerpo empezaba a encontrarse débil, mientras no paraba de jadear.
Wind Soul + Fire Soul + Explosive Soul: Raionroa + Haki armadura Lv 1 [AF]
- No se de donde vengo exactamente. Fui criado por animales y mi padre y hermanos, eran unos leones. Mi apellido no se exactamente de donde viene, mi padre me dijo que cuando me salvaron, era lo único que se conocía de mi.
Sus brazos volvieron a la normalidad pero le surgió una cola realmente extraña, con forma de reptil. Lanzó un mordisco a mi cuerpo, por lo que mi brazo derecho se imbuyó en haki armadura, al mismo tiempo que surgían llamas de él. Interpuse el brazo en su mordisco y, acto seguido, en un abrir y cerrar de ojos, aquel hombre apareció delante mío, tratando de agarrar mis brazos. El brazo derecho me escocía, me ardía la sangre, el reptil de la cola había conseguido herirme, aunque con suerte el fuego de mi brazo conseguiría herirle a él. Mi brazo izquierdo empezó a rodearse de un aura azulada y transparente, la cual parecía girar alrededor, parecía viento y eso cortaba.
Consiguió agarrar mis brazos y mi cuerpo empezaba a encontrarse de cada vez más débil. Aprovechando aquella situación, mi cuerpo empezó a brillar levemente para, poco después, crear una explosión que surgía de cada rincón de mi cuerpo, era una de las técnicas que usaba más habitualmente. Con la explosión y el aura, traté de alejarme de aquel druida, pero la verdad es que la sangre cada vez me ardía más y mi cuerpo empezaba a encontrarse débil, mientras no paraba de jadear.
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Karl notó un gran dolor en sus manos derecha e izquierda. Retrocedió de un salto al tiempo que Asderdeker se alejaba con su explosión, y se las miró. La mano izquierda estaba quemada por las llamas. Podría haber sido peor, pero su resistencia pasiva al calor y al fuego habían evitado mayores daños. Sin embargo su mano derecha estaba ensangrentada y llena de cortes. De repente cayó en la cuenta de algo. ¿Lion D.? ¿Criado por leones? Una duda cruzó su mente. Miró al joven pirata fijamente, cruzándose de brazos. No recordaba bien a su tío, pues él era un niño la última vez que había pasado por su isla natal a llevarse a su primito consigo a navegar, pero ciertamente tenía un aire a él...
- Espera... ¿Lion? ¿No habrás crecido por casualidad en la Isla de los Animales Raros?
Aquel combate se había acabado. Tenía muchas preguntas para aquel hombre, y una historia que contarle. Se metió la mano en su bolsillo y sacó una botellita con el antídoto. Como acercarse podría haber sido interpretado como una amenaza, se agachó y la hizo rodar por el suelo hacia él, con cautela. Esperaba que confiase en él y se la bebiera, o estaría en peligro. Su veneno era mortal sin tratamiento.
- Este combate se ha concluido. Creo que se quién eres, y tengo una historia que contarte. Toma esa botella y bébetela, es el antídoto para mi veneno - dijo, con seriedad.
Se sentó en una raíz, y sacó dos botes de regenerador celular, ignorando el dolor y tratando de que no se le resbalase todo por la sangre de sus manos. Abrió el primer bote, aplicando la sustancia sobre su mano derecha. Los cortes se cerraron casi al momento, con lo que notó un inmediato alivio. La mano izquierda seguía escociéndole a horrores, pero no tenía nada para las quemaduras. Se echó lo que quedaba en los cortes de los plátanos y le pasó el otro bote de regenerador a Asder del mismo modo que el antídoto, indicándole que se lo echase en las heridas. Tras eso se recostó contra el árbol, poniéndose cómodo.
- Te explicaré a qué viene este comportamiento repentino por mi parte. Mi tío Lion D. Kasai era un famoso pirata. De hecho fue uno de los que me inspiraron para salir a navegar. Sin embargo, hace ya veinticuatro años naufragó en la Isla de los Animales Raros, en condiciones extrañas. Con él llevaba a su hijo pequeño, mi primo. Lion D. Fran. Nunca se encontró su cadáver entre los restos, y mi familia supuso que se lo habría comido algún animal.
Observó con intensidad a Asder. Sí... no cabía duda. Él debía ser su primo Fran. Era normal que no se hubiese dado cuenta hasta aquel momento. No esperaba encontrarse con un miembro de su familia en aquellas condiciones. Sonrió para sí. El mundo era un lugar muy extraño, y uno hacía amistades e incluso se encontraba a familiares supuestamente muertos en los lugares más insospechados. Recordó la manera en que había conocido a Kaín o a Drake. Aquello no era una excepción, a menos que se equivocara, claro.
- ¿Concuerda tu historia, primo? - preguntó, con una sonrisa extraña.
- Espera... ¿Lion? ¿No habrás crecido por casualidad en la Isla de los Animales Raros?
Aquel combate se había acabado. Tenía muchas preguntas para aquel hombre, y una historia que contarle. Se metió la mano en su bolsillo y sacó una botellita con el antídoto. Como acercarse podría haber sido interpretado como una amenaza, se agachó y la hizo rodar por el suelo hacia él, con cautela. Esperaba que confiase en él y se la bebiera, o estaría en peligro. Su veneno era mortal sin tratamiento.
- Este combate se ha concluido. Creo que se quién eres, y tengo una historia que contarte. Toma esa botella y bébetela, es el antídoto para mi veneno - dijo, con seriedad.
Se sentó en una raíz, y sacó dos botes de regenerador celular, ignorando el dolor y tratando de que no se le resbalase todo por la sangre de sus manos. Abrió el primer bote, aplicando la sustancia sobre su mano derecha. Los cortes se cerraron casi al momento, con lo que notó un inmediato alivio. La mano izquierda seguía escociéndole a horrores, pero no tenía nada para las quemaduras. Se echó lo que quedaba en los cortes de los plátanos y le pasó el otro bote de regenerador a Asder del mismo modo que el antídoto, indicándole que se lo echase en las heridas. Tras eso se recostó contra el árbol, poniéndose cómodo.
- Te explicaré a qué viene este comportamiento repentino por mi parte. Mi tío Lion D. Kasai era un famoso pirata. De hecho fue uno de los que me inspiraron para salir a navegar. Sin embargo, hace ya veinticuatro años naufragó en la Isla de los Animales Raros, en condiciones extrañas. Con él llevaba a su hijo pequeño, mi primo. Lion D. Fran. Nunca se encontró su cadáver entre los restos, y mi familia supuso que se lo habría comido algún animal.
Observó con intensidad a Asder. Sí... no cabía duda. Él debía ser su primo Fran. Era normal que no se hubiese dado cuenta hasta aquel momento. No esperaba encontrarse con un miembro de su familia en aquellas condiciones. Sonrió para sí. El mundo era un lugar muy extraño, y uno hacía amistades e incluso se encontraba a familiares supuestamente muertos en los lugares más insospechados. Recordó la manera en que había conocido a Kaín o a Drake. Aquello no era una excepción, a menos que se equivocara, claro.
- ¿Concuerda tu historia, primo? - preguntó, con una sonrisa extraña.
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Tras mi explosión, el druida se alejó de mi, pero de repente, cesó su actitud hostil. El extraño hombre se cruzó de brazos, mientras me miraba detenidamente. La verdad es que era extraño que parase, tal vez había reconocido que era fuerte y que había mejorado, aunque era más que evidente que no estaba a su altura.
Mi cuerpo... Se sentía extraño. Cada vez más débil, empezaba a jadear. Me notaba cansado y no entendía porqué. "¿Tal vez su serpiente... No." Me decía a mi mismo. No entendía nada, que ocurría con mi cuerpo, pero entonces aquel tipo me hizo una pregunta extraña, algo que nadie conocía sobre mi. Preguntaba si me crié en la isla de los animales raros.
La voz no salía de mi interior, como si algo me lo impidiese, por lo que simplemente, asentí con la cabeza. El hombre se agachó tras sacarse una botellita, que me lanzó rodando por el suelo. La agarré y la olí, no sabía que podía ser, ni tampoco fiarme de él. Poca gente conocía aquello sobre mi, es más, nadie sabía sobre eso.
El hombre alegó que aquello era un antídoto para mi veneno, por lo que entonces quedó todo claro. Sin duda, aquel mordisco me había envenenado. Decidí confiar en él, de todas formas, no podría librarme del veneno, así que me arriesgué y me la bebí.
Empezaba a sentirme mejor, aunque no mucho, al menos ya no me sentía tan cansado, aunque seguía jadeando. El druida se sentó en una raíz, por lo que me senté en el suelo un tanto alejado y Shion se acercó a mí, para tumbarse a mi lado. Las heridas seguían doliéndome, por lo que debía descansar. Aquel tipo, sacó dos botes y se empezó a aplicar lo que había dentro de uno, sobre sus heridas, por lo que me lanzó el otro bote rodando, del mismo modo que el antídoto.
Me apliqué aquello sobre las heridas, sobre todo por la mordedura, que era la herida que más dolor me provocaba. Poco a poco, dejaba de jadear. El cansancio y el ardor se disipaba. El hombre se recostó contra el árbol y empezó ha hablarme.
- Te explicaré a qué viene este comportamiento repentino por mi parte. Mi tío Lion D. Kasai era un famoso pirata. De hecho fue uno de los que me inspiraron para salir a navegar. Sin embargo, hace ya veinticuatro años naufragó en la Isla de los Animales Raros, en condiciones extrañas. Con él llevaba a su hijo pequeño, mi primo. Lion D. Fran. Nunca se encontró su cadáver entre los restos, y mi familia supuso que se lo habría comido algún animal.
Aquella historia era extraña, pero me daba que pensar. Un pirata que naufragó junto a su hijo hasta la Isla de los Animales Raros, justamente hace veinticuatro años, la edad que yo tenía. El hombre me observaba. Algo me decía que esa historia, en realidad, era mi historia. Todo concordaba con lo dicho por mi padre, un pirata que llegó a la isla conmigo en brazos y le pidió que me cuidase. Mientras pensaba, aquel hombre me preguntó con una sonrisa extraña, llamándome primo. Si aquello era verdad, que lo parecía, aquella persona era mi familia de sangre.
- Si, concuerda bastante. Es extraño, nadie sabe sobre mi pasado y menos que me crié concretamente en esa isla, jamás le conté a nadie sobre eso. Entonces tú... ¿Eres mi familia? - Preguntaba dudoso. No sabía nada sobre mi familia de sangre. Hasta la fecha, mi única familia, había sido los animales que me criaron y mis compañeros de aventura. - ¿Y qué es de mi madre? Por cierto, aún no se tu nombre.
Empecé a acariciar la cabeza de Shion, que estaba medio dormida a mi lado, ella era un miembro de mi familia, aunque no tuviésemos la misma sangre. Miles de preguntas me venían a la mente, dudas sobre mi pasado, sobre mi verdadera familia. "¿Qué habrá sido de mi madre?
Mi cuerpo... Se sentía extraño. Cada vez más débil, empezaba a jadear. Me notaba cansado y no entendía porqué. "¿Tal vez su serpiente... No." Me decía a mi mismo. No entendía nada, que ocurría con mi cuerpo, pero entonces aquel tipo me hizo una pregunta extraña, algo que nadie conocía sobre mi. Preguntaba si me crié en la isla de los animales raros.
La voz no salía de mi interior, como si algo me lo impidiese, por lo que simplemente, asentí con la cabeza. El hombre se agachó tras sacarse una botellita, que me lanzó rodando por el suelo. La agarré y la olí, no sabía que podía ser, ni tampoco fiarme de él. Poca gente conocía aquello sobre mi, es más, nadie sabía sobre eso.
El hombre alegó que aquello era un antídoto para mi veneno, por lo que entonces quedó todo claro. Sin duda, aquel mordisco me había envenenado. Decidí confiar en él, de todas formas, no podría librarme del veneno, así que me arriesgué y me la bebí.
Empezaba a sentirme mejor, aunque no mucho, al menos ya no me sentía tan cansado, aunque seguía jadeando. El druida se sentó en una raíz, por lo que me senté en el suelo un tanto alejado y Shion se acercó a mí, para tumbarse a mi lado. Las heridas seguían doliéndome, por lo que debía descansar. Aquel tipo, sacó dos botes y se empezó a aplicar lo que había dentro de uno, sobre sus heridas, por lo que me lanzó el otro bote rodando, del mismo modo que el antídoto.
Me apliqué aquello sobre las heridas, sobre todo por la mordedura, que era la herida que más dolor me provocaba. Poco a poco, dejaba de jadear. El cansancio y el ardor se disipaba. El hombre se recostó contra el árbol y empezó ha hablarme.
- Te explicaré a qué viene este comportamiento repentino por mi parte. Mi tío Lion D. Kasai era un famoso pirata. De hecho fue uno de los que me inspiraron para salir a navegar. Sin embargo, hace ya veinticuatro años naufragó en la Isla de los Animales Raros, en condiciones extrañas. Con él llevaba a su hijo pequeño, mi primo. Lion D. Fran. Nunca se encontró su cadáver entre los restos, y mi familia supuso que se lo habría comido algún animal.
Aquella historia era extraña, pero me daba que pensar. Un pirata que naufragó junto a su hijo hasta la Isla de los Animales Raros, justamente hace veinticuatro años, la edad que yo tenía. El hombre me observaba. Algo me decía que esa historia, en realidad, era mi historia. Todo concordaba con lo dicho por mi padre, un pirata que llegó a la isla conmigo en brazos y le pidió que me cuidase. Mientras pensaba, aquel hombre me preguntó con una sonrisa extraña, llamándome primo. Si aquello era verdad, que lo parecía, aquella persona era mi familia de sangre.
- Si, concuerda bastante. Es extraño, nadie sabe sobre mi pasado y menos que me crié concretamente en esa isla, jamás le conté a nadie sobre eso. Entonces tú... ¿Eres mi familia? - Preguntaba dudoso. No sabía nada sobre mi familia de sangre. Hasta la fecha, mi única familia, había sido los animales que me criaron y mis compañeros de aventura. - ¿Y qué es de mi madre? Por cierto, aún no se tu nombre.
Empecé a acariciar la cabeza de Shion, que estaba medio dormida a mi lado, ella era un miembro de mi familia, aunque no tuviésemos la misma sangre. Miles de preguntas me venían a la mente, dudas sobre mi pasado, sobre mi verdadera familia. "¿Qué habrá sido de mi madre?
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Karl de cruzó de brazos. La verdad es que no sabía qué había sido de la esposa de su tío. A la muerte de este, se mudó a una isla cercana, y Karl sobre esa edad consumió la Chime Chime no mi y empezó a entrenarse con Jeremy, así que pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa y se escaqueaba de las reuniones familiares. Sabía que sus padres y tíos aun habían mantenido el contacto... y creía recordar algo más sobre el tema, pero no lograba darse de cuenta de qué era. En todo caso, estaba en condiciones de ayudar a Asder a encontrar a su madre.
- Hace dieciséis años que dejé mi isla natal, y no he vuelto. Cuando me fui, tu madre se había mudado a una isla cercana, pero no se si sigue viviendo allí. Me temo que ahora mismo no podría acompañarte, pero puedo decirte dónde está nuestra isla natal.
Se acercó al árbol de antes y cogió uno de los plátanos caídos. Le quitó la piel y se lo comió. Tras aquella pelea le había entrado hambre. También tenía sed, pero no llevaba nada mano. Aunque... aun tenía aquello. Rebuscó en su bolsa y sacó una botella. Estaba llena de gazpacho casero de receta propia. Lo preparaba él mismo, y tenía capacidades especiales. Lo preparaba con una mezcla de hierbas y semillas, con propiedades similares a las del té, que empleaban los monjes del Sokudan para aguantar más tiempo entrenando. Le dio un largo trago y le tendió la botella a su primo. Seguramente estaría sediento también.
- Toma, te sentará bien. Es verdad, no te he dicho cómo me llamo. Mi nombre es Lion D. Karl. Por nuestros encuentros intuyo que eres de los que pasan un poco de lo que ocurre por el mundo, y no sabes quién soy, así que me presentaré en condiciones. Soy uno de los tres Almirantes de la Marina.
Como pirata que era dudaba que le gustase saber que su primo era uno de los tres Almirantes, pero en fin. Esperaba que al menos decidiese dejar sus diferencias a parte. Al fin y al cabo, eran familia aunque fuese su primer encuentro como tales. De repente se dio cuenta de algo: no había empleado su ojo cyborg sobre él. Lo activó, accediendo a la función de la base de datos del Gobierno. Efectivamente, tenía recompensa pero estaba cancelada. Se quedó mudo de la impresión; al parecer acababan de nombrarlo Shichibukai recientemente.
- Espera, espera. ¿Quéeee? ¿Eres un Shichibukai? - preguntó Karl, abriendo los ojos como platos. Si no hubiese sido anatómicamente imposible, se le habría abierto la boca hasta el suelo.
- Hace dieciséis años que dejé mi isla natal, y no he vuelto. Cuando me fui, tu madre se había mudado a una isla cercana, pero no se si sigue viviendo allí. Me temo que ahora mismo no podría acompañarte, pero puedo decirte dónde está nuestra isla natal.
Se acercó al árbol de antes y cogió uno de los plátanos caídos. Le quitó la piel y se lo comió. Tras aquella pelea le había entrado hambre. También tenía sed, pero no llevaba nada mano. Aunque... aun tenía aquello. Rebuscó en su bolsa y sacó una botella. Estaba llena de gazpacho casero de receta propia. Lo preparaba él mismo, y tenía capacidades especiales. Lo preparaba con una mezcla de hierbas y semillas, con propiedades similares a las del té, que empleaban los monjes del Sokudan para aguantar más tiempo entrenando. Le dio un largo trago y le tendió la botella a su primo. Seguramente estaría sediento también.
- Toma, te sentará bien. Es verdad, no te he dicho cómo me llamo. Mi nombre es Lion D. Karl. Por nuestros encuentros intuyo que eres de los que pasan un poco de lo que ocurre por el mundo, y no sabes quién soy, así que me presentaré en condiciones. Soy uno de los tres Almirantes de la Marina.
Como pirata que era dudaba que le gustase saber que su primo era uno de los tres Almirantes, pero en fin. Esperaba que al menos decidiese dejar sus diferencias a parte. Al fin y al cabo, eran familia aunque fuese su primer encuentro como tales. De repente se dio cuenta de algo: no había empleado su ojo cyborg sobre él. Lo activó, accediendo a la función de la base de datos del Gobierno. Efectivamente, tenía recompensa pero estaba cancelada. Se quedó mudo de la impresión; al parecer acababan de nombrarlo Shichibukai recientemente.
- Espera, espera. ¿Quéeee? ¿Eres un Shichibukai? - preguntó Karl, abriendo los ojos como platos. Si no hubiese sido anatómicamente imposible, se le habría abierto la boca hasta el suelo.
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Tras mis preguntas, mi supuesto primo se cruzó de brazos. Aún no sabía exactamente si el era mi familia, aunque por toda la historia, seguramente si lo fuera. Empezó a contarme sobre eso. Al parecer él dejó su isla natal hace años y no volvió, mi madre se había mudado de lugar, hacia una isla cercana. Parecía que él sabía de mi isla natal, por lo que me entraba curiosidad de saber sobre eso.
Mi primo se acercó al árbol y cogió un plátano que peló y se comió. Yo también tenía hambre, así que me acerqué donde estaban los plátanos y cogí unos cuantos, que pelando con velocidad, me los empecé a comer uno tras otro. Él sacó una botella de su bolsa bebió y me ofreció, por lo que le di las gracias y agarré la botella, para beber también. Estaba buena, tenía un toque a hierbas y eso, más los plátanos, iba ha hacer que recuperase las fuerzas.
Me dijo su nombre, era Lion D. Karl, mi mismo apellido, así que ahora estaba seguro, era mi primo. Se dio cuenta que no sabía mucho del mundo, aunque era normal, nací alejado de toda civilización. Me dijo que era uno de los tres Almirantes de la Marina. Algo había escuchado sobre eso, ya que hacía poco había luchado junto a un Vicealmirante caído, Asura se llamaba.
- Vaya.. Así que eres almirante. Debes ser muy fuerte. - Le dije con una amplia sonrisa.
No me importaba que fuese de la Marina, no tenía nada en contra y, saber que era un Almirante me alegraba, eso quería decir que era un hombre con una fuerza extraordinaria. De repente, parecía sorprendido, demasiado, abrió los ojos como platos y me preguntó si era un Shichibukai.
- ¿Eso? Si. Hace poco me nombraron Chichibucal. Peleé junto a un vicealmirante contra un enorme hombre caballo, pero él acabó muriendo en batalla. Me salvó la vida, por lo que le debo mucho. - Dije dirigiendo mi mirada al suelo, algo triste.
No sabía como había descubierto que era Shichibukai, se debería haber dado cuenta antes, debería tener un poder extraño o algo parecido. Seguía con la misma duda, de donde era realmente, cual era mi isla natal, así que no dudé y le pregunté. Tenía ganas de saberlo, tal vez mi próximo viaje sería dirigirme hacia allí, tal vez encontrase a mi madre, así que investigaría sobre eso.
- Y entonces... ¿Cual es mi isla natal, donde nací? - Preguntaba curioso.
Shion levantó un poco la cabeza, parecía entender lo que pasaba, tal vez se creía que volvería con mi familia de sangre, ya que parecía preocupada. Le acaricié la cabeza y le dediqué una sonrisa, por lo que entendió que no la dejaría nunca.
Mi primo se acercó al árbol y cogió un plátano que peló y se comió. Yo también tenía hambre, así que me acerqué donde estaban los plátanos y cogí unos cuantos, que pelando con velocidad, me los empecé a comer uno tras otro. Él sacó una botella de su bolsa bebió y me ofreció, por lo que le di las gracias y agarré la botella, para beber también. Estaba buena, tenía un toque a hierbas y eso, más los plátanos, iba ha hacer que recuperase las fuerzas.
Me dijo su nombre, era Lion D. Karl, mi mismo apellido, así que ahora estaba seguro, era mi primo. Se dio cuenta que no sabía mucho del mundo, aunque era normal, nací alejado de toda civilización. Me dijo que era uno de los tres Almirantes de la Marina. Algo había escuchado sobre eso, ya que hacía poco había luchado junto a un Vicealmirante caído, Asura se llamaba.
- Vaya.. Así que eres almirante. Debes ser muy fuerte. - Le dije con una amplia sonrisa.
No me importaba que fuese de la Marina, no tenía nada en contra y, saber que era un Almirante me alegraba, eso quería decir que era un hombre con una fuerza extraordinaria. De repente, parecía sorprendido, demasiado, abrió los ojos como platos y me preguntó si era un Shichibukai.
- ¿Eso? Si. Hace poco me nombraron Chichibucal. Peleé junto a un vicealmirante contra un enorme hombre caballo, pero él acabó muriendo en batalla. Me salvó la vida, por lo que le debo mucho. - Dije dirigiendo mi mirada al suelo, algo triste.
No sabía como había descubierto que era Shichibukai, se debería haber dado cuenta antes, debería tener un poder extraño o algo parecido. Seguía con la misma duda, de donde era realmente, cual era mi isla natal, así que no dudé y le pregunté. Tenía ganas de saberlo, tal vez mi próximo viaje sería dirigirme hacia allí, tal vez encontrase a mi madre, así que investigaría sobre eso.
- Y entonces... ¿Cual es mi isla natal, donde nací? - Preguntaba curioso.
Shion levantó un poco la cabeza, parecía entender lo que pasaba, tal vez se creía que volvería con mi familia de sangre, ya que parecía preocupada. Le acaricié la cabeza y le dediqué una sonrisa, por lo que entendió que no la dejaría nunca.
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Parecía que no se había tomado mal que fuera Almirante. Era más, dijo que entonces debía ser fuerte. Su primo parecía un poco desmañado de más con el lenguaje, pues dijo "Chichibucal" en vez de Shichibukai. En fin, aquel encuentro había sido afortunado cuanto menos, pero debía volver a su entrenamiento. Aunque antes le hablaría al chico de su tierra natal.
- Provenimos del Archipiélago Arashi, en los confines del East Blue. Nosotros nacimos en la isla de Ame, pero tu madre se fue a vivir a Kumo.
Recordó su tierra natal con una sonrisa melancólica. Hacía demasiado que no iba... había abandonado todo aquello, y ni siquiera sabía que había sido de sus padres en todos aquellos años. Ellos nunca habían aceptado con gusto su decisión de salir a navegar... pero a él le dio igual y partió sin su consentimiento. Y por eso no había vuelto por su tierra natal aun. A lo mejor debería volver algún día, antes de que su cruzada personal le llevase al a tumba. Suspiró y comenzó a alejarse, en dirección a la playa. A mitad de camino se frenó y dijo, sin girarse:
- He de irme, primo Asder. Volveremos a vernos antes o después... vuélvete fuerte. Se avecinan tiempos revueltos y difíciles, y lo necesitarás. Un consejo sobre nuestra isla natal: vigila tu comida y aléjate de los sapos gigantes. Los mapaches tienen la mala costumbre de comerse los alimentos del resto.
Off: Empleo un punto de bonus por el reto
- Provenimos del Archipiélago Arashi, en los confines del East Blue. Nosotros nacimos en la isla de Ame, pero tu madre se fue a vivir a Kumo.
Recordó su tierra natal con una sonrisa melancólica. Hacía demasiado que no iba... había abandonado todo aquello, y ni siquiera sabía que había sido de sus padres en todos aquellos años. Ellos nunca habían aceptado con gusto su decisión de salir a navegar... pero a él le dio igual y partió sin su consentimiento. Y por eso no había vuelto por su tierra natal aun. A lo mejor debería volver algún día, antes de que su cruzada personal le llevase al a tumba. Suspiró y comenzó a alejarse, en dirección a la playa. A mitad de camino se frenó y dijo, sin girarse:
- He de irme, primo Asder. Volveremos a vernos antes o después... vuélvete fuerte. Se avecinan tiempos revueltos y difíciles, y lo necesitarás. Un consejo sobre nuestra isla natal: vigila tu comida y aléjate de los sapos gigantes. Los mapaches tienen la mala costumbre de comerse los alimentos del resto.
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- Provenimos del Archipiélago Arashi, en los confines del East Blue. Nosotros nacimos en la isla de Ame, pero tu madre se fue a vivir a Kumo.
Aquellas palabras se grabaron en la mente del Shichibukai. Ahora conocía donde había nacido, sabía cual iba a ser su próximo destino, aquella isla estaba esperando su llegada. Ame, su isla natal y Kumo, donde seguramente se encontrase su madre. Ambas islas estaban en el Archipiélago Arashi del East Blue, eso sin duda le emocionaba. No podía esperar ni un minuto, en cuanto saliera de allí, iría directo a conocer más sobre su pasado y sobre su familia.
- Gracias, Karl. Ya se mi próximo destino.
Si su primo era así de fuerte, era posible que el resto de su familia sanguínea también lo fuese. Estaba nervioso. Miró al cielo, dedicando una sonrisa al aire mientras su mano acariciaba el dorso de Shion. "Archipiélago Arashi, llegaré pronto. Lo prometo." Se decía a sí mismo. Su primo empezó a caminar, pero se paró de golpe y sin mirar atrás, le dirigió unas palabras a Asder.
- He de irme, primo Asder. Volveremos a vernos antes o después... vuélvete fuerte. Se avecinan tiempos revueltos y difíciles, y lo necesitarás. Un consejo sobre nuestra isla natal: vigila tu comida y aléjate de los sapos gigantes. Los mapaches tienen la mala costumbre de comerse los alimentos del resto.
Aquellas palabras hicieron feliz al pirata. "¿Volverme fuerte? Estate seguro de que lo conseguiré." No sabía a que tiempos se refería, pero sin duda se tendría que volver poderoso y se volverían a ver, para la próxima vez, vencer. Aún no se habían ido y ya estaba pensando en su próximo encuentro. "Primo.. La próxima vez ganaré." Pensaba mientras miraba al cielo. Su sonrisa era cada vez más grande, enseñando sus colmillos.
- Puedes estar seguro de que me haré fuerte, te lo prometo. Nos volveremos a ver, primo.
Tras aquellas palabras, miró a Shion y esta se levantó. Se convirtió en una chaqueta que se puso, para así fusionarse con su hija. Era un hombre pegaso de cabello arco iris y cuerno dorado. Levantó el vuelo y empezó a alejarse, iba a buscar su isla y información sobre su verdadera identidad. "¿Así que mi nombre es Fran? Interesante..." Pensaba mientras volaba hacia su próximo destino.
Aquellas palabras se grabaron en la mente del Shichibukai. Ahora conocía donde había nacido, sabía cual iba a ser su próximo destino, aquella isla estaba esperando su llegada. Ame, su isla natal y Kumo, donde seguramente se encontrase su madre. Ambas islas estaban en el Archipiélago Arashi del East Blue, eso sin duda le emocionaba. No podía esperar ni un minuto, en cuanto saliera de allí, iría directo a conocer más sobre su pasado y sobre su familia.
- Gracias, Karl. Ya se mi próximo destino.
Si su primo era así de fuerte, era posible que el resto de su familia sanguínea también lo fuese. Estaba nervioso. Miró al cielo, dedicando una sonrisa al aire mientras su mano acariciaba el dorso de Shion. "Archipiélago Arashi, llegaré pronto. Lo prometo." Se decía a sí mismo. Su primo empezó a caminar, pero se paró de golpe y sin mirar atrás, le dirigió unas palabras a Asder.
- He de irme, primo Asder. Volveremos a vernos antes o después... vuélvete fuerte. Se avecinan tiempos revueltos y difíciles, y lo necesitarás. Un consejo sobre nuestra isla natal: vigila tu comida y aléjate de los sapos gigantes. Los mapaches tienen la mala costumbre de comerse los alimentos del resto.
Aquellas palabras hicieron feliz al pirata. "¿Volverme fuerte? Estate seguro de que lo conseguiré." No sabía a que tiempos se refería, pero sin duda se tendría que volver poderoso y se volverían a ver, para la próxima vez, vencer. Aún no se habían ido y ya estaba pensando en su próximo encuentro. "Primo.. La próxima vez ganaré." Pensaba mientras miraba al cielo. Su sonrisa era cada vez más grande, enseñando sus colmillos.
- Puedes estar seguro de que me haré fuerte, te lo prometo. Nos volveremos a ver, primo.
Tras aquellas palabras, miró a Shion y esta se levantó. Se convirtió en una chaqueta que se puso, para así fusionarse con su hija. Era un hombre pegaso de cabello arco iris y cuerno dorado. Levantó el vuelo y empezó a alejarse, iba a buscar su isla y información sobre su verdadera identidad. "¿Así que mi nombre es Fran? Interesante..." Pensaba mientras volaba hacia su próximo destino.
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